Competitividad, realidad e ilusión

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 21/05/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/05/21/competitividad-realidad-e-ilusion/

¿Por qué la Argentina, uno de los países más exitosos un siglo atrás, está en franca decadencia? Dolarizar, privatizar son calificados ahora como actos de magia

Los pueblos más satisfechos son los que sufren menos obstáculos innecesarios, aquellos con los ingresos más logrados y los menos corruptos. (Foto: Franco Fafasuli)

Los pueblos más satisfechos son los que sufren menos obstáculos innecesarios, aquellos con los ingresos más logrados y los menos corruptos. (Foto: Franco Fafasuli)

¿Qué hacen las naciones para crecer y prosperar? El libro “Por un País más Justo y Floreciente” intenta contestar esas inquietudes.

En 1820, tiempos de la Independencia, la población total de la Argentina se estimaba en 530.000 habitantes, y con la sanción de la Constitución de 1853/60, el programa de Juan Bautista Alberdi emprendió un intensísimo dinamismo, tanto que en 1890 sumaba 3,4 millones de habitantes y, en 1913 ascendió a 7,7 millones de personas, y cuyo ingreso medio multiplicaba por 2,5 veces la media mundial.

Eran tiempos en que la Argentina encandiló al mundo, replicando en América del Sur el sueño de los EEUU de “hacer la América”. Abriéndose al comercio, se modernizó la República. La población se había multiplicado por 15 y la economía por 60. Incuestionable, el país estaba llamado a un lugar destacado y a competir con las naciones más avanzadas.

Confiables e incorporados efectivamente a las prácticas comerciales avanzadas los residentes locales conllevaban mayores eficiencias, competitividad, libertades. Esto es, ausencias de trabas redundantes. Prácticas que edificaron protecciones notables entre las repúblicas democráticas y las autocracias populistas.

Los pueblos más satisfechos son los que sufren menos obstáculos innecesarios, aquellos con los ingresos más logrados y los menos corruptos.

Es falsedad mayúscula que tengamos recursos cuantiosos. Estamos mejor informados que nunca a nivel individual, gracias a la tecnología aportada por las sociedades adelantadas. No obstante, los intercambios para acordar las actividades productivas están especialmente empantanados en las naciones rezagadas, por encierros ideológicos, inoperancias, enfrentamientos particulares. Leyes, normas, burocracias y la justicia desapoderadas.

La pobreza de las naciones es consecuencia de enfrentamientos que entorpecen acordar reglas beneficiosas y superar los conflictos remanentes de cada uno del conjunto, y donde las extorsiones juegan un rol importante.

La pobreza de las naciones es consecuencia de enfrentamientos que entorpecen acordar reglas beneficiosas y superar los conflictos remanentes de cada uno del conjunto, y donde las extorsiones juegan un rol importante (Maximiliano Luna)La pobreza de las naciones es consecuencia de enfrentamientos que entorpecen acordar reglas beneficiosas y superar los conflictos remanentes de cada uno del conjunto, y donde las extorsiones juegan un rol importante (Maximiliano Luna)

Es un contrasentido afirmar que países rezagados, como la Argentina, gozan de cuantiosos recursos productivos sin explotar. Esto es, medios para aumentar las satisfacciones (los ingresos). Carecemos de tales recursos. Los ingresos los consiguen quienes se ponen de acuerdo en trabajar, beneficiándose mutuamente, solucionando reclamos e intromisiones. Gente que se organiza para convenir trabajos mejor remunerados con quienes contribuyen al producido.

Nos empobrecen enfrentamientos con quienes no aportan al resultado: impuestos abusivos, inflación por emisión monetaria de las más elevadas del mundo. La enorme volatilidad de las normas priva del recurso que debería ser principal: la propiedad privada. Se insiste en renovar pugnas antiguas, ahora hasta en la Patagonia.

¿Qué son los recursos productivos? Los acuerdos para desarrollar las habilidades voluntarias conjuntas y lograr los bienes apetecidos por cada uno.

El recurso productivo decisivo es la aceptación de las actividades compartidas, la confianza en los acuerdos políticos y privados que facilitan las contrataciones de los habitantes entre sí y con residentes del exterior y el cumplimiento de tales contratos.

Así, la Pampa Húmeda, el gran desierto milenario se convirtió en principal recurso con el cambio institucional de la Constitución. Del mismo modo que las diferencias políticas en las fronteras de EEUU y México; EEUU y Cuba; Alemania Occidental y Oriental, China comunista y Taiwán. La Cortina de Hierro y Occidente, etc.

En cambio, las comunidades más propensas a desperdigar esfuerzos perderán mayores ingresos. Para protegerse, recurrirán a instituciones protectoras y creencias que algunos podrían calificar de mágicas, tal como la dolarización, transformando a los pesos emitidos localmente, en dólares, por actos legales.

Lo que muchos suelen definir como un acto de magia, en realidad es una diferencia legal respetada. Una transformación necesaria para impedir que los políticos desnuden la realidad de que los pesos moneda nacional que ahora descubren que no son dólares.

La misma transformación mágica ocurre con las líneas aéreas privadas de bajo costo que dejaron de ser competitivas cuando las descubrieron que en verdad eran privadas.

Es que la sociedad abandonó la disciplina, el respeto que imponía comportamientos que posibilitaban mayor competencia, mayor control y supervisión de reglas eficaces, bajo la magia de la dolarización, privatización y la efectiva aceptación de incentivos privados.

Es necesario aceptar que no se puede recurrir a la emisión monetaria sin límite, pues los pesos restan fondos disponibles para comprar dólares que finalmente se acaban (Bloomberg)Es necesario aceptar que no se puede recurrir a la emisión monetaria sin límite, pues los pesos restan fondos disponibles para comprar dólares que finalmente se acaban (Bloomberg)

Es necesario aceptar que no se puede recurrir a la emisión monetaria sin límite, pues los pesos restan fondos disponibles para comprar dólares que finalmente se acaban. No es magia si no recursos que acaban demandando dólares. Las asignaciones terminan y nos dejan sin recursos. De igual modo, las creencias populistas se revelan falsas y terminales. Los ingresos son valorados por los privados. No por los políticos ni funcionarios.

No son los funcionarios quienes toman las decisiones más certeras, como en las autocracias populistas.

Cinco conjuntos deciden: Los funcionarios populistas de las autocracias; los ciudadanos competitivos de las repúblicas independientes; los burócratas que defienden sus posiciones; sindicalistas y empresarios protegiendo sus cotos y ventajas.

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Fue Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE. Sigue a @blascogar

En relación con China, mejor prevenir que curar

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 3/6/23 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/en-la-relacion-con-china-mejor-prevenir-que-curar-nid03062023/

Hay dos líneas de pensamiento respecto al futuro de China. Por una parte el libro de Guy Sorman China el imperio de las mentiras donde el autor sostiene que el totalitarismo se irá fortaleciendo y consolidando con el tiempo, mientras que Eugenio Bregolat mantiene la tesis contraria en su obra titulada La segunda revolución china en la que escribe que los islotes de libertad parcial que han conducido a una riqueza de algunos nunca vista en ese país generarán nuevas exigencias de más libertad hasta derrumbar y finiquitar la larga noche totalitaria.

En todo caso, ahora aparecen documentaciones de muy diversas procedencias, en especial el voluminoso trabajo de Agustín M. Barletti que lleva el sugestivo encabezamiento de El hambre del dragón. El plan de China para comerse el mundo.

En estos valiosos testimonios como eje central aparece la grave amenaza china de comprar tierras en distintas naciones al efecto de expandir el sistema esclavista imperante. Si esto queda confirmado se trataría de un ataque a otros países peor que si fuera uno con misiles ya que en este último caso los habitantes del país receptor se sienten agredidos y se colocan a la defensiva, sin embargo en el caso considerado la agresión pasa desapercibida disfrazada de una operación comercial cualquiera.

En ese contexto resulta indistinto si el comprador es el gobierno chino o un particular testaferro de sus mandones. Puede alegarse que no debe interferirse en contratos entre privados…a menos que se pruebe que el contrato es nulo igual que una pretendida venta que una persona haga para ser esclavizada por otra puesto que significaría la contradicción en los términos de usar la libertad para aniquilarla en el plano de las relaciones sociales.

Entonces como en esta instancia del proceso de evolución cultural la función del aparato estatal consiste en la protección de los derechos individuales y su consiguiente defensa, por lo que en este último aspecto clave abro un debate de un tema espinoso y controvertido en el que me pregunto y les pregunto a mis lectores sobre la posibilidad si los gobiernos debieran imposibilitar, bloquear e impedir las aludidas operaciones en la adquisición de tierras.

Desde luego que hay otro flanco a tener en cuenta y es cuando las poblaciones eligen gobiernos que aplastan sus libertades lo cual se traduce en una disimulada -o no tan disimulada- operación de entregas incondicionales de un tipo de esclavitud.

Lo dicho en nada debe afectar el comercio libre, de lo que se trata es de evitar que el totalitarismo agresivo haga pie en países libres lo cual puede extenderse a otros gobiernos como el ruso o el iraní. Desde luego que hay muchas otras acechanzas pero de lo que se trata es de descartar las más graves. No es cuestión de caer en cazas de brujas e interferir con excelentes supermercados chinos y equivalentes pero al efecto de evitar estos desatinos no debe darse la espalda y abandonar todo peligro que resulte manifiesto y presente.

Es de gran importancia percatarse que siempre estaremos frente a nuevos desafíos. Nada más ilustrativo que el lema de la Royal Society de Londres que tantas veces he citado: nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Lo contrario es ser un ideólogo, no en el sentido inocente del diccionario, ni siquiera en el sentido marxista de falsa conciencia de clase, sino en su uso más generalizado de algo cerrado y terminado lo cual es la antítesis del espíritu liberal.

Barletti -quien es doctor en derecho por la Sorbonne- documenta las múltipes cámaras espías en distintos países así como también las comisarías clandestinas para perseguir a personas por lo que concluye que el gobierno chino es “una suerte de Gran Hermano” con el propósito de dominación de las garras autoritarias en zonas extendidas en el mundo para lo cual se añaden préstamos colosales sin interés en su devolución para el mismo propósito y también financiaciones de proyectos grandiosos de infraestructura e industrias de gran peso. Esos son los casos, entre muchos otros, de Colombia, Perú y México que tienen al gobierno chino como su principal acreedor.

“Todo esto está pasando frente a nuestras narices y cuesta verlo, pero hay que verlo” escribe Barletti y agrega que solamente en América Latina y el Caribe hay dos mil setecientas empresas de capital chino, todas estatales que dependen directamente del Partido Comunista chino.

Como han informado diversos medios, China está a punto de quedarse con los recursos minerales y eléctricos de Ghana por cuatro préstamos impagos. En ningún caso desde luego se trata de limitar debates de todas las corrientes de pensamiento que deben estimularse para el mejor aprendizaje, se trata de evitar ataques del tipo señalado.

En todo caso, Barletti señala que “A billetera abierta, Pekín reparte sus millones por el mundo sin importar si los gobiernos destinatarios son legítimos o corruptos, o si tienen posibilidad de repago. Es así como hoy es el principal acreedor de numerosos países a los que extorsiona de infinidad de maneras.”

En la sala Adolfo Bioy Casares de la Feria del Libro, el autor acaba de mostrar preocupación por la deuda argentina con China y por las bases aeroespaciales en Neuquén y la pesca ilegal en mar argentino. Sobre el primer caso dijo que “además se les cedió cuatrocientos kilómetros a la redonda de trasmisiones. No puede haber ninguna radio, AM o FM cerca” y también expresó que “según informaciones de inteligencia de Estados Unidos, desde esa base, China espía a todos los países de alrededor.”

A lo dicho cabe adicionar la última visita a Pekín donde el presidente y el gobernador de Buenos Aires se esforzaron en machaconas alabanzas al régimen y ahora el ministro de economía  reitera las andadas (con anterioridad, el primero le sugirió al criminal ruso en funciones que Argentina podía constituirse en la puerta de entrada para su sistema en América latina).

Finalmente, en otro orden de cosas, pero estrechamente vinculado al tema de la presente nota, es pertinente destacar que el actual Papa en 2018 le dio la espalda a obispos y miembros del clero chino que pretenden mantener la tradición católica llamada «Iglesia clandestina» por el régimen que no solo persigue a estos obispos y con topadoras demuelen iglesias sino que la contraponen a una llamada «Iglesia patriótica» compuesta por ocho «obispos» designados por la cúpula gobernante reconocidos por el Papa Francisco (uno muerto reconocido post mortem y siete activistas del sistema esclavista), todo lo cual ha indignado a renombrados obispos de Occidente. Luego de repetidas diatribas contra el mercado,  el capitalismo y el significado pleno de la propiedad privada, no en vano -tal como hemos reiterado en otras ocasiones- cuando el Director de «La Reppublica» de Roma, Eugenio Scalfari, el 11 de noviembre de 2016 le consultó al actual Papa que dice cuando lo acusan de comunista, el Pontífice respondió: “mi respuesta siempre ha sido que en todo caso son los comunistas los que piensan como los cristianos” donde queda claro que a contracorriente de la tradición desde San Pablo en disputa con Santiago el mayor, a juicio del Obispo de Roma los cristianos tendrían la primicia del comunismo …también no en vano en 2013 ni bien  asumió concelebró en San Pedro con el Padre Gustavo Gutiérrez, el creador de la llamada “teología de la liberación”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Una propuesta para dolarizar sin devaluación y sin más deuda

Por Adrián Ravier. Publicado el 6/5/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/05/06/una-propuesta-para-dolarizar-sin-devaluacion-y-sin-mas-deuda/

El punto de partida debe ser separar dos instituciones del gobierno argentino: el Tesoro Nacional y la autoridad monetaria

Los pasivos monetarios del BCRA que están fuera del sistema en forma de Leliq y pases triplican el circulante, y representan una amenaza de mayor inflación futura que la dolarización debe contemplar, y también un eventual programa de estabilización (Reuters)

Los pasivos monetarios del BCRA que están fuera del sistema en forma de Leliq y pases triplican el circulante, y representan una amenaza de mayor inflación futura que la dolarización debe contemplar, y también un eventual programa de estabilización (Reuters)

La práctica habitual de esta Argentina de -por lo menos- las últimas dos décadas consiste en que el Tesoro cubre sus déficits presupuestarios a través de la monetización que le proporciona el Banco Central de la República Argentina (BCRA).

Esa situación compromete a la autoridad monetaria de dos maneras:

1. El procedimiento consiste en que el Tesoro recibe pesos emitidos por el BCRA y entrega a cambio bonos o Letras Intransferibles (LI) y Adelantos Transitorios (AT). Si lo queremos observar en el Balance del BCRA tendríamos Pasivos compuestos con los pesos emitidos, y en el Activo la acumulación de dichas LI y AT. Un error frecuente con estas LI y AT es que se piense que valen “0″, pero también se equivoca el BCRA en tomarlo en el activo al valor nominal. Ni una cosa ni la otra. Las LI y los AT tiene valor similar a otros bonos que paga el Tesoro, con lo cual su valor no puede ser nulo. Pero si se tomara al valor de mercado, en lugar de su valor nominal, entonces el activo caería aproximadamente a la mitad advirtiendo lo comprometido que está el balance del BCRA.

La situación del balance precario de la autoridad monetaria, en pocas palabras, es provocada por este procedimiento de monetización de los desequilibrios fiscales que acumula el Tesoro Nacional. Cabe señalar que dicho procedimiento implica un proceso de deuda intra-sector público que ha sido subestimado, pero, además, que crece día a día por continuar con esta práctica; y

La situación del balance precario de la autoridad monetaria, en pocas palabras, es provocada por este procedimiento de monetización de los desequilibrios fiscales

2. Una vez que el Tesoro dispone de estos pesos, los introduce en el mercado a través de diversas políticas de gasto, lo que luego exige a la autoridad monetaria que “esterilice”, captando los bancos depósitos a plazo fijo, lo que sólo pueden hacer por las altas tasas de interés que el BCRA les paga a estos. Estos pasivos que están fuera del sistema en forma de Leliq y pases triplican el circulante, y representan una amenaza de mayor inflación futura que la dolarización debe contemplar, y también un eventual programa de estabilización.

Si un gobierno futuro deseara dolarizar, el primer paso será observar precisamente que el Balance del BCRA tiene una alta proporción de bonos intransferibles cuya cotización está tan devaluada como los otros activos que encontramos en el país. Si en ese activo hubiera en su lugar bonos “transferibles”, estos podrían venderse en el mercado por dólares que facilitarían la conversión requerida para la dolarización, aunque esto sería insuficiente.

Una de las iniciativas

Una de las tantas propuestas que circula para dolarizar la economía argentina es precisamente el proceso en el cual el Tesoro Nacional toma una deuda de 40/45 mil millones de dólares, precisamente para canjear o rescatar esos bonos “intransferibles” y capitalizar al BCRA. Esta nueva deuda en dólares no es “más” deuda, precisamente porque viene a sustituir una deuda intra-sector público ya existente. La ventaja de tomarla es que le provee al BCRA de las divisas necesarias para dolarizar la economía, evitando grandes perdedores en el proceso.

Cabe aquí llamar la atención de los críticos, en que la medida busca sanear una situación heredada que deberá atenderse con o sin dolarización, para evitar un nuevo proceso hiperinflacionario, un nuevo plan Bonex, o un nuevo Rodrigazo.

Una de las tantas propuestas que circula para dolarizar la economía argentina es precisamente el proceso en el cual el Tesoro Nacional toma una deuda de 40/45 mil millones de dólares, precisamente para canjear o rescatar esos bonos “intransferibles” y capitalizar al BCRA (Reuters)Una de las tantas propuestas que circula para dolarizar la economía argentina es precisamente el proceso en el cual el Tesoro Nacional toma una deuda de 40/45 mil millones de dólares, precisamente para canjear o rescatar esos bonos “intransferibles” y capitalizar al BCRA (Reuters)

7 puntos claves

Han surgido una serie de críticas a las que queremos darle respuesta:

1. La dolarización no es una receta mágica que resuelve todos los problemas de la economía argentina”: Esto es cierto, por supuesto. Argentina necesita un plan integral de reformas que ataque uno por uno todos los frentes, definiendo propuestas de primera, segunda y tercera generación, según sus prioridades y posibilidades políticas de implementación. La ventaja de la dolarización es que permite alcanzar el objetivo de la estabilidad monetaria de forma más rápida que cualquier programa de estabilización.

2. “El problema no es monetario. Es fiscal. La dolarización no resuelve el problema fiscal”: Esto también es cierto. La dolarización requiere de un equilibrio fiscal complementario. De otro modo la medida fracasará. Pero, aunque Argentina tenga equilibrio fiscal, necesitará resolver el problema de Leliq y pases mencionado, y que esta propuesta contempla. Dicho esto, aunque el problema fiscal es mayúsculo, también lo es el monetario. Que los gobiernos hayan tenido acceso a la monetización que les provee el BCRA ha quitado toda responsabilidad en el manejo de los recursos públicos. Dolarizar le pone un cepo a la emisión.

3. “La Argentina no tiene dólares hoy para dolarizar”: También es cierto, pero no sería ésta la Argentina que va a dolarizar, sino la de un nuevo gobierno que genere mayor confianza en el mercado a través de las otras medidas complementarias. Ya se pudo ver en la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019) que con sólo levantar el cepo cambiario y hacer anuncios sobre correcciones de tarifas, generó una confianza mayor que atrajo capitales y permitió acumular reservas en el BCRA, aun cuando restaban hacerse las reformas estructurales centrales para el ordenamiento macroeconómico. En este caso, es fundamental que el gobierno ofrezca señales claras para alcanzar este ordenamiento, lo que a su turno generará las condiciones adecuadas para implementar la dolarización.

La propuesta de Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky consiste en crear un fideicomiso de liquidación del BCRA en una jurisdicción segura (tal vez Nueva York). Se transfieren a ella activos como las mencionadas LI y AT y también los pasivos financieros, como las Leliqs. Lo que se propone es titulizar los activos del BCRA a través de un fideicomiso, lo que se conoce como una obligación de deuda colaterizada. En la medida que el gobierno genera confianza y esto se traduce en bajas tasas de interés, esto alentará a otros inversores a ingresar al fideicomiso, pues los activos que adquieren tendrán valores presentes crecientes.

4. “Nadie la prestará dólares a esta Argentina”: Es cierto también. Pero repito que no es esta la Argentina que va a dolarizar, sino otra dirigida por otro gobierno con un perfil promercado en sus propuestas de política económica, el cual generará la confianza para atraer esas divisas al fideicomiso. Argentina está dormida productivamente, y este cambio integral despertará su potencial de crecimiento por el cambio de reglas que implica, incluyendo la estabilidad monetaria.

5. “La dolarización requiere de una fuerte devaluación que empobrecerá a los argentinos”: La propuesta de Ocampo y Cachanosky no requiere de una devaluación. Simplemente se dolariza al tipo de cambio de mercado, que hoy se representa tal vez en el “blue”. Hoy no sabemos cuál será este tipo de cambio “blue” al cierre de 2023, pero la devaluación que se está experimentando no es provocada por el gobierno que dolariza, sino por el precedente. Es curioso que hoy Argentina ya sufre el costo de dolarizar, pero no disfruta de sus beneficios.

Por otro lado, si bien los ingresos y salarios de los argentinos están muy depreciados en dólares producto de la actual devaluación y escasez de divisas, es plausible pensar que, tras el proceso de dolarización, la Argentina recuperará una senda de crecimiento y una entrada de capitales que permitirá recuperar esos ingresos y salarios deprimidos. La recuperación será más rápida que con cualquier otro plan de estabilización que hoy se está proponiendo. Y es que la dolarización ofrece estabilidad monetaria, pero, además -al eliminarse el costo de devaluación- también permite reducir las tasas de interés nominales y reales.

Argentina está dormida productivamente, y este cambio integral despertará su potencial de crecimiento (EFE)Argentina está dormida productivamente, y este cambio integral despertará su potencial de crecimiento (EFE)

6. “Se pierde el señoreaje”: Algunos técnicos han señalado que Argentina perderá el señoreaje por abandonar su propia moneda, cediendo estos ingresos al gobierno de Estados Unidos. Si bien esto es cierto, sugiero comparar ese costo con el otro que provoca hoy la existente tasa de inflación a los argentinos, o con los beneficios de la estabilidad monetaria.

7. “El dólar es una moneda también inestable”: Es cierto que Estados Unidos está experimentando una tasa de inflación históricamente alta, pero la misma sigue manteniéndose dentro de un dígito. Si Argentina dolariza, la tasa de inflación convergerá hacia aquella, reduciéndose desde 105% al año (tal vez más al llegar diciembre) a un 5% anual, y posiblemente en baja.

Pero aun si la Reserva Federal continuará con sus políticas inflacionarias y depreciara su moneda, los argentinos podrán tener la opción de moverse a otra moneda que les genere mayor confianza.

La dolarización es aplicada únicamente para cambiar los pesos por una divisa que hoy el mercado demanda espontáneamente, pero un día después se abre un proceso de competencia de monedas que permitirá a los argentinos recuperar la capacidad de elegir con qué moneda quieren operar en sus contratos.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Sigue a @AdrianRavier

Dolarizar Argentina es posible y deseable

Por Adrián Ravier.  Publicado el 29/4/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/04/29/dolariza-argentina-es-posible-y-deseable/

Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

Los datos del IPC de este primer trimestre 2023 muestran que Argentina ya ha superado la inflación del 100% para los últimos doce meses.

Resumiendo la historia reciente, la convertibilidad de 1991 a 2001 le ha dado a la Argentina los 10 últimos años de estabilidad monetaria. El kirchnerismo (2003-2015) cambió las reglas, y con ello volvió la inflación. Federico Sturzenegger, bajo el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), fracasó en el último intento de configurar un programa de estabilización. Y bajo el gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) se han sucedido diversos ministros de economía que jamás tuvieron en carpeta la idea de estabilizar los precios, y si lo hicieron, fue a través de un fallido intento de controlar algunos precios. La situación actual, sin embargo, no es una excepción por una sucesión de malas gestiones de la moneda. Desde la creación del Banco Central de la República Argentina en 1935 esta situación de inestabilidad ha sido la norma.

Las propuestas de dolarización se habían multiplicado hacia fines de la década de 1990 como consecuencia del posible abandono de la convertibilidad. De hecho, Carlos Menem llegó a proponerla primero en 1999 ante la devaluación de Brasil, y luego como su plan de gobierno en 2003, cuando abandonó el ballotage que lo hubiera enfrentado a Néstor Kirchner. Entre aquellas propuestas quizás la que más ruido hizo fue la de Steve Hanke, un economista extranjero que contribuyó a que otros países tomaran ese camino, como fue el caso de Ecuador y El Salvador. En ese mismo momento, el propio Domingo Cavallo, padre de la convertibilidad, había rechazado la propuesta, lo mismo que la mayoría de los economistas locales, con escasas excepciones.

En la coyuntura de los últimos años las propuestas vuelven a emerger, aunque ahora con una representación más local. Por un lado, junto a Nicolás Cachanosky presentamos una propuesta de reforma del sistema financiero en 2014, pero el gobierno de Mauricio Macri la ignoró. Emilio Ocampo, también con Nicolás Cachanosky, presentaron una propuesta más completa en un libro de reciente publicación titulado “Dolarzación. Una solución para la Argentina”. Junto a Jorge Avila y Osvaldo Schenone, también publicamos otro libro con un carácter un poco más institucional titulado “Populismo, restricciones constitucionales y dolarización oficial para Argentina”. Y se puede mencionar también la propuesta de Alfredo Romano en otro libro titulado “Dolarizar”. Los tres libros contienen diferencias en el margen, pero resuelven muchos de los mitos que hoy circulan entre los críticos.

Comencemos por definir las dos posibilidades de dolarización. La primera implica mantener el peso, y plantear un sistema bimonetario, donde la circulación del dólar no tenga restricciones. Implica por supuesto eliminar el cepo cambiario, pero además suprimir el curso forzoso. Los argentinos podrían realizar contratos en la moneda que deseen, sea el peso o el dólar, pero también se abre una competencia entre muchas otras monedas. Como decía Friedrich Hayek en un libro titulado “La desnacionalización del dinero”, bajo este esquema operaría la Ley de Gresham, en la cual la moneda buena desplazará a la moneda mala. Presuponemos que los argentinos utilizarán los pesos para realizar sus pagos de impuestos y gastos, pero dejarán el dólar para otras funciones como reserva de valor. Si además el Banco Central propone una regla en la que no seguirá expandiendo la cantidad de pesos en circulación, entonces el esquema podría ir permitiendo que Argentina reduzca la tasa de inflación mes a mes, sin generar temor en gran parte de la población.

El obstáculo que algunos economistas observamos en esta propuesta es que un futuro populismo no tiene más que romper esa regla para volver a abusar de la posibilidad de monetizar los desequilibrios presupuestarios, lo que nos devolvería a la inflación en un futuro cercano, reduciendo previsibilidad a quienes quieran invertir en el país.

La segunda propuesta es un poco más audaz, pues implica eliminar el peso. Para ello se le pedirá a los argentinos algo que ya hicieron en 1991 cuando se estableció la convertibilidad. En aquella oportunidad los argentinos se presentaron a la caja de un banco y cambiaron sus australes por dólares a una tasa de cambio de 10.000 australes por 1 peso. La ley de convertibilidad a su vez fijaba una paridad de 1 peso = 1 dólar. No sólo ello. El Banco Central además estaba imposibilitado de imprimir nuevos pesos, si no se sumaba nuevos dólares en reserva.

En estos tiempos de la era digital la conversión sería bastante más sencilla, pues bastaría un click en home banking para gran parte de la población para convertir sus tenencias en pesos por dólares a la tasa de conversión pre-fijada.

La pregunta que surge aquí es posiblemente la que más preocupa a la población, y a muchos economistas. ¿Cuál sería la tasa de conversión elegida en un país que no tiene dólares? Para quien escribe es curioso que haya economistas profesionales que sostengan que no hay dólares en Argentina. La respuesta, sin embargo, abre varias opciones, pues la tasa de conversión dependerá de numerosos factores políticos que varían de acuerdo a quienes construyen sus propuestas. Veamos algunos de estos.

Quizás la primera cuestión es manifestar el volumen de pesos que hoy circula en la economía, o el que potencialmente circulará el 10 de diciembre de 2023 cuando emerja eventualmente en las urnas el próximo Presidente con ánimo dolarizador. Estos pesos implican el circulante que utilizamos los argentinos para transacciones, pero también todos aquellos pesos que los argentinos o algunos instituciones argentinas han depositado a plazo fijo en los bancos, los que a su vez, depositaron este dinero en el Banco Central animados por una atractiva tasa de interés. La preocupación es tal que puede ocurrir que para el momento de intentar dolarizar los pasivos del Banco Central multipliquen por cuatro el circulante para transacciones. ¿Cómo es posible que alguien pretenda dolarizar esta cantidad de pesos sin dólares en reserva?

La respuesta técnica a esta pregunta tiene muchas opciones también, pero la más pertinente hoy es la que han ensayado Ocampo y Cachanosky en el libro mencionado. Para analizar este esquema debe observarse el Balance del Banco Central, donde estos pasivos se ven respaldados por una serie de activos cuya cotización en el mercado es muy baja, pero que eventualmente bajo un gobierno que genere mejores expectativas, podría intentarse canjearlos por nuevos activos a una tasa de interés menor. La idea es interesante en lo político porque implicaría una menor devaluación de la que muchos analistas proponen, al mismo tiempo que se evita que los depositantes pierdan sus activos, o se les deprecien.

Aquí emerge entonces un elemento clave. El gobierno dolarizador no puede plantear simplemente un esquema de dolarización a secas. Esa medida fracasaría de inmediato. La medida debe plantearse en el marco de un esquema integral que incluya entre otras medidas un presupuesto base cero, el equilibrio o mejor aun un superávit fiscal, la baja de impuestos, la desregulación de varias áreas claves de la economía incluyendo la legislación laboral, la apertura económica, una reforma previsional y la privatización de una serie de empresas públicas hoy deficitarias. En este esquema Argentina abriría un espacio de optimismo entre inversores que tendrían interés en apostar por un país que hoy está lejos de aprovechar su potencial.

Si este cambio de reglas ocurre, entonces dolarizar es posible y deseable. Es posible porque Argentina podrá acceder a una cantidad de dólares que permitan sustituir el circulante en pesos. De ahí en adelante los argentinos harán sus contratos en dólares, los trabajadores cobrarán dólares, los impuestos se pagarán en dólares, e incluso el gasto público será en dólares. El Banco Central estará cerrado y el peso dejará de circular como de hecho lo hizo el Austral.

En mi paso por Ecuador en 2020, invitado para participar de los 20 años de dolarización, tuve la oportunidad de conversar con varios expertos en la materia entre quienes destaca Gabriela Calderón. Esta economista me comentaba -en función de su experiencia ecuatoriana- que luego de dolarizar, los dólares que los residentes argentinos tienen hoy debajo del colchón, en cajas fuertes, cajas de seguridad, o incluso en otros países como Uruguay o Suiza, podrán emerger en Argentina para comprar los activos cuyo valor hoy están deprimidos. Argentina es un gigante dormido, y su potencial es abismalmente mayor que el que se observa hoy.

Algunos críticos afirman que si Argentina avanzará en todos estos frentes entonces no necesita introducirse en este esquema de dolarización. El problema es que el programa de estabilización que se requiere como contrapartida tomaría bastante más tiempo del que puede disponer el próximo gobierno para estabilizar la moneda. Ya hemos visto la experiencia de Sturzenegger, quien técnicamente comprendía la causa monetaria de la inflación. La dolarización tiene muchas ventajas, una de las cuales es precisamente la estabilidad inmediata del nivel de precios. Sin este objetivo cumplido, es muy difícil poder avanzar en los otros frentes.

Decíamos además que la dolarización es deseable. Lo es porque eleva el costo de des-dolarización. No fue tan difícil romper con la convertibilidad, aun cuando los argentinos votaron a Fernando De la Rúa en 1999 para que hiciera lo posible por sostenerla. Aquí se utiliza el ejemplo del ex Presidente Correa en Ecuador, quien deseaba recuperar el Sucre y con ello las políticas inflacionarias y devaluatorias, pero el ecuatoriano lo rechazó. Es posible que ante un gobierno populista futuro el argentino manifiesta una preferencia por el dólar, que ya no se le derretirá en las manos.

Es deseable, además, porque al eliminar la inflación y el riesgo de devaluación, la Argentina tendrá tasas de interés de un dígito, lo que implica recuperar el crédito y con ello el crecimiento económico. Este plan integral de gobierno implicaría un cambio radical en las reglas de juego, lo que permitirá tener una década de expansión económica que no se ha visto en los últimos tiempos.

Existen otros argumentos falaces que arrojan los críticos y confunden a la opinión pública, como el caso de Carlos Melconian, quien afirma que 180 países tienen Banco Central. Podría argumentarse que España, Italia, Francia, Portugal, Irlanda hoy no disponen de un Banco Central que le permita monetizar sus desequilibrios presupuestarios. España abandonó la peseta, y eso le permitió terminar con la inflación y las devaluaciones, lo que le permitió experimentar un crecimiento inédito en su economía en las dos décadas siguientes. No ignoro, por supuesto, la importancia del aspecto comercial de la Unión Europea, pero es por ello que Argentina tiene que acompañar la reforma con la apertura económica y la integración comercial con otros bloques económicos extra-Mercosur.

Otros críticos observan que Argentina perderá soberanía y pasará a depender de Estados Unidos. Personalmente no veo a España perdiendo soberanía por más que haya renunciado a la peseta.

Por lo pronto, Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real, y pienso que es una reforma posible y deseable que pueden contribuir a ordenar una herencia que es muy costosa para el pueblo argentino.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Sigue a @AdrianRavier

El precio de la divisa

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2023/04/el-precio-de-la-divisa.html

A los fines de entender cómo opera la fluctuación del precio de la divisa, importa señalar que el equilibrio comercial, en realidad, no es un dato relevante:

‘’Por ejemplo, no se intenta equilibrio comercial en los intercambios con el barbero, ni con el sastre, ni con el verdulero’’[1]

Aunque hay personas que pudieran preferir no comprarle a determinado vendedor por tener un carácter antipático o un aspecto desagradable, si bien se piensa sería una decisión estúpida si es este el que tiene los mejores artículos y al precio más bajo posible. Pero ni tampoco en el caso contrario no pedimos el balance del vendedor en cada compra que hacemos en el quiosco, el supermercado, o el shopping.

‘’Las importaciones vienen «del mercado mundial» (i.e., alguien las pone a la venta) y la preocupación, manifestada en ocasiones, de que no habrá divisas para importar es vana, porque ningún productor extranjero enviará bienes, si el importador no tiene los recursos necesarios -es decir, las divisas- para pagar’’[2]

Nadie vende si a cambio no recibe el precio en dinero estipulado. De la misma manera se verifica en el comercio exterior donde el si el comprador no posee con que pagar la importación el exportador del exterior no le va a regalar la mercancía.

De modo tal que habrá comercio exterior siempre y cuando se cumplan las dos condiciones elementales para ello: que el vendedor tenga algo para vender y el comprador tenga con que adquirirlo. Si estas dos circunstancias básicas no se cumplen no habrá comercio exterior, lisa y llanamente.

‘’Divisas habrá siempre, pues si, por ejemplo, la demanda de divisas aumentara mucho, su precio subiría y, como ocurre con cualquier otro bien, ese aumento fomentaría las exportaciones generadoras de divisas para satisfacer el aumento de la demanda hacia un nuevo equilibrio (aunque nunca se llegue a él) ’’[3]

El aumento de la divisa (que es la ganancia del exportador) opera como aliciente para exportar más, y de esa manera ganar más divisas. Es decir, estimula la producción con miras a la exportación. Mayores exportaciones implican como es lógico mayor entrada de divisas aumentando la oferta de estas en el mercado interno que hará bajar la demanda y (con ´él) el precio de la divisa, tendiendo al precio de equilibro tal como nos enseña la ley de la oferta y la demanda.

‘’El único propósito de la exportación es la importación, en el mismo sentido que el propósito de vender nuestro trabajo o nuestros bienes (para ganar dinero) es poder comprar otros bienes 28’’[4]

Salvo el caso del avaro que acumula dinero por acumular sin intención de consumir nada (que profesores como L. v. Mises tratan como caso patológico) el resto de los humanos comercian con el objeto de consumir. Para lo cual será oportuno recordar el concepto de consumo:

consumo. El acto o proceso de obtener utilidad de una mercancía o servicio. En un sentido general sirve para indicar el proceso de adquisición de bienes y servicios, así como también la cantidad que se gasta de cada uno de ellos: puede hablarse del consumo de gasolina -como cantidad de gasolina gastada en un período dado- y del consumo de lavadoras, como proceso que incluye la selección y compra de estas máquinas y su uso a lo largo del tiempo.

En economía el consumo no implica necesariamente el agotamiento o destrucción física de la mercancía consumida: puede ocurrir esto con un helado, por ejemplo, pero no con un cuadro o un adorno, bienes que quedan intactos mientras producen satisfacción. El consumo tampoco tiene por qué ser un proceso tangible, pues corrientemente se consumen servicios de todo tipo: educacionales, artísticos, personales, etc.

Cuando la utilidad específica de un bien es la de producir otros bienes se habla entonces de bienes de capital o bienes de producción; en este caso el consumo es consumo de capital y el proceso de adquisición de esos bienes se llama inversión. [consumption]. (V. BIENES; CONSUMIDOR; DEMANDA).[5]

‘’Indistintamente de lo que produzcan los exportadores, al final del día terminan con monedas extranjeras (divisas) como su producto final. Luego venden esas divisas a los importadores locales’’[6]

¿Cuál es el precio de la divisa? El precio de las divisas se fija como el de cualquier otro bien mediante la oferta y demanda de compradores y vendedores, es decir, en este caso, entre la puja que por ellas hagan exportadores e importadores en ese mercado especial que por tal motivo se llama mercado de divisas.

Los exportadores tratarán, por supuesto, de vender al precio más alto posible, y los importadores procuraran comprar al más bajo que el mecanismo de ese mercado les permita.

‘’Puesto que, como el mercado donde los exportadores ofrecen en venta sus divisas para reponer sus costos y cubrir sus gastos es en su propio país, al fin de cuentas su mercado es doméstico. (No tendría sentido vender dólares a cambio de dólares en el extranjero) ’’[7]

Una observación importante del autor es que el mercado de divisas es local o interno, no externo. Y no es trivial hacer esta aclaración, porque a veces se piensa (sobre todo en gente no familiarizada con cuestiones de comercio exterior) que el mercado es externo. Lo es cuando se transan mercancías con divisas y viceversa, pero cuando lo que se comercia son divisas con moneda local, el mercado -ese mercado específico- es interno.


[1] Manuel F. Ayau Cordón Un juego que no suma cero La lógica del intercambio y los derechos de propiedad Biblioteca Ludwig von Mises. Universidad Francisco Marroquín. Edición. ISBN: 99922-50-03-8. Centro de Estudios Económico-Sociales. Impreso en Guatemala. Pág. 50.

[2] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50

[3] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50/51

[4] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 51

[5] Carlos SABINO; Diccionario de Economía y Finanzas. Contiene léxico inglés-español y traducción de los términos al inglés. Consultores: Emeterio Gómez; Fernando Salas Falcón; Ramón V. Melinkoff. CEDICE. Editorial Panapo. Caracas. Venezuela. Voz: ‘’CONSUMO’’.

[6] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 51

[7] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 51

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

Hoja de ruta para una rápida salida del cepo con libre opción de monedas

Por Aldo Abram: Publicado el 23/4/23 en: https://www.ambito.com/opiniones/hoja-ruta-una-rapida-salida-del-cepo-libre-opcion-monedas-n5704752

En cuanto asuma, el futuro Presidente deberá lanzar su programa de reformas estructurales, aunque sea las más urgentes y necesarias.

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Si hay algo que queda claro es que hay que salir del cepo lo más rápido posible, porque está llevando a una quiebra absoluta al Banco Central (BCRA). De hecho, de los 22 cepos que tuvimos antes que este a 21 los intentaron sostener y terminaron en crisis cambiarias y monetarias. Tres de ellos, terminaron en las tres hiperinflaciones que tuvo Argentina. Así que hay una discusión sobre cómo salir del control de cambios, manteniendo el peso o con una dolarización.

Si este cepo estalla, iremos a una hiperinflación, que no es otra cosa que una dolarización desordenada. La actual aceleración de la suba de los tipos de cambio paralelos y de la inflación responden a la creciente pérdida de poder adquisitivo que se genera de sumarle, a la gran emisión de pesos, una merma cada vez mayor de su demanda. La gente se cansa de que el BCRA la estafe sacándole cada vez más poder adquisitivo de sus pesos para financiar al gobierno y disminuye la cantidad de moneda local que tiene para que le puedan quitar menos. Una hiperinflación se da cuando la gente termina repudiando el peso y, por ende, este tiende a valer cero. Por eso es que todos los precios suben enloquecidamente medidos en esa unidad de cuenta que se no tiene valor.

Si esto sucediera, la única salida lógica, es ordenar la dolarización desordenada; porque a partir de abandonar el peso, se va a una estabilidad que permite recuperar la economía. Intentar hacer la salida con el peso implica muchísima más incertidumbre sobre las probabilidades futuras de estabilidad y, por ende, mucho más riesgo que retrasará la recuperación de los argentinos del empobrecimiento causado por la hiperinflación. Además, si la gente repudió el peso; porque se cansó de que la estafen, ¿qué sentido tiene dejarle al estafador la posibilidad de volver hacerlo?

Lo mejor es buscar a otro que lo haga mejor y es claro que los argentinos ya habrán optado por la Reserva Federal. Como cada día que se pasa en hiperinflación implica un enorme empobrecimiento de la gente, hay que tener listos los instrumentos para encarar el problema y, por ello, la Fundación “Libertad y Progreso” está colaborando en el desarrollo de los mismos.

Sin embargo, ¿qué pasa si tenemos la suerte de llegar a la asunción del futuro Presidente sin un estallido? La mayoría de los actuales candidatos con posibilidades de asumir el 10 de diciembre preferirían mantener una moneda local; pero recibirán un banco central quebrado como pocas veces estuvo en el pasado. Sólo en los períodos de hiperinflación. Por lo tanto, no tendrán mucho tiempo para salir del cepo; ya que pocos liquidarán divisas en la expectativa de la necesaria unificación cambiaria o, en su defecto, de la explosión que resultará de no hacerlo rápido.

La pregunta es cómo se abandona el control de cambios manteniendo una moneda propia con un BCRA muy insolvente y con el menor costo social posible. Cabe aclarar que este último siempre será infinitamente menor el de una crisis. Pues, un nuevo gobierno asumirá con el apoyo de la gente, incluso de muchos que no lo votaron. Ese Presidente gobernará durante 4 años, así que más vale que resuelva los problemas del país. Esta confianza es mayor cuanto más grave es la situación económica y será mucho peor que hoy. Ningún político en su sano juicio se tira contra la esperanza de la mayoría de los ciudadanos; porque es piantavotos. Por eso, en todo el mundo, existe lo que se suele llamar “Luna de miel” del inicio de un mandato. El problema es que, en EEUU cuando asume un mandatario, ese capital (confianza) se lo dan en dólares. En la Eurozona, se lo dan en euros; pero acá se lo darán en pesos que, si el gobierno no lo invierte rápido en la ejecución de las soluciones de fondo, se le diluirán en meses y quedará a merced de una oposición que ya demostró en el pasado su capacidad de desestabilización.

Por lo tanto, en cuanto asuma, el futuro Presidente deberá lanzar su programa de reformas estructurales, aunque sea las más urgentes y necesarias. Esto es presentar los proyectos de ley necesarios y llamar de inmediato a extraordinarias al Congreso. Para las que no requieran este nivel de normativa, explicar con lujo de detalles cómo se hará y cuál es el cronograma de acción. Es decir, darle a aquellos argentinos y extranjeros que perdieron la fe en Argentina, la hoja de ruta de cómo se va a volver un país normal en los próximos años. Esto aumentará la credibilidad en el futuro y, sobre esta mejora en las expectativas, se debe salir del cepo en las siguientes semanas. Seguramente, implicará una suba del tipo de cambio oficial; pero tenderá a ubicarse por debajo de lo que valgan los dólares libres. Cuanto mayor sea el compromiso que transmita el gobierno en avanzar en las reformas estructurales, el valor único del dólar se ubicará más por debajo de los paralelos. Sería un error retrasar la unificación cambiaria; ya que la retención de la liquidación de exportaciones hará más costosa la salida. En cambio, si se sale rápido, le jugará a favor a un BCRA que llegará sin divisas propias.

Definido cuando hay que salir del cepo, ahora veamos cómo se lo hace. Dentro del paquete de leyes o “ley ómnibus” que hay que mandar al Congreso el primer día de gestión para que se trate en sesiones extraordinarias tienen que estar, por lo menos, la reforma de las leyes de Carta Orgánica del BCRA y la que rige al sistema financiero.

La primera debe establecer que la institución será absolutamente independiente del poder político en su accionar para lograr su única prioridad, mantener una moneda estable y confiable. Tras un período de tiempo determinado para ajustar las enormes distorsiones de precios que se están acumulados, se debería ir a un sistema con metas de inflación que serían fijadas en el Presupuesto de la Nación. Así se cumple con lo que manda la Constitución Nacional, el Congreso es el que debe fijar el valor de la moneda (art. 75, inciso 11) y determinar los impuestos (artículo 4), la inflación lo es.

Además, deberían establecerse los mecanismos de control del Parlamento sobre el cumplimiento de esos objetivos por parte del BCRA, la presentación de las razones por los incumplimientos y, si no resultan convincente, la posibilidad de remoción de sus autoridades.

Por otro lado, se debería garantizar en esta ley la prohibición de que el BCRA financie al gobierno de cualquier forma posible y cómo se transformará la deuda estatal que no sea líquida en bonos que sean comercializables, para que tengan un valor y capitalizar a la institución. A partir de allí, no podrá adquirir más títulos del Tesoro; pero sí venderlos para controlar la liquidez o pagar sus pasivos remunerados, que deberían tender a cero y prohibirse nuevo endeudamiento de este tipo. Una vez eliminada la deuda remunerada de la institución, los motivos de expansión monetaria deberían ser solamente el pago de dividendos al Tesoro o la compra de activos externos líquidos y de bajo riesgo.

Respecto a las ganancias del BCRA, se podrían distribuir dividendos; pero una vez saneado el patrimonio de la entidad, contabilizando sus activos a valor de mercado. Por supuesto, habrá que eliminar todas las restricciones cambiarias y obligaciones de liquidación de divisas. En algunos casos puede ser necesario un período corto de transición para lograrlo. Una vez alcanzada esta meta, la entidad quedará inhabilitada para reimplantarlas.

Otra norma que se debe presentar es una reforma del sistema financiero que lo adapte al nuevo esquema monetario y en el que se prohíba el uso de los depósitos en entidades privadas para dar créditos sectoriales subsidiados y toda otra intromisión en lo que hace a los préstamos y depósitos bancarios, excepto los que hagan a los instrumentos prudenciales. Cabe tener en cuenta que cuando un ahorrista hace un depósito en un banco está eligiendo quién va a administrar su dinero, que no son los funcionarios de turno que quieren hacer demagogia con los ahorros bancarios. Esto no implica que el Estado no pueda promover sistemas de subsidios de tasa, financiadas con rentas generales, y que los bancos puedan adherir libremente si es que les conviene. La idea es que no se use al sistema financiero como financiador de subsidios de ningún tipo. Además, debe garantizar que la legislación promueva la competencia, con reglas claras y generales que cuiden la solvencia y liquidez de los bancos.

Si bien hay otras normas que hay que modificar, como la que rige el Mercado de Capitales; por lo menos deben estar estas dos en el paquete inicial para fijar la hoja de ruta de la reforma monetaria. Para ayudar a quienes trabajan en este tema en los equipos económicos de los candidatos a Presidente, la Fundación “Libertad y Progreso”, también, está desarrollando una salida a un mercado en el que la gente pueda optar libremente por la moneda que quiera usar, siempre que consiga una contraparte con la misma preferencia. Lo más probable es que se termine en un sistema bimonetario; ya que, por tradición y costumbre, la opción mayoritaria será el peso y el dólar.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso. Sigue a @AbramAldo

Inflación monetaria: la trampa de la banca central

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 15/3/23 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/inflacion-monetaria-la-trampa-de-la-banca-central-nid15042023/

Edificio del Banco Central

Edificio del Banco Central

La primera vez que publiqué un escrito sobre la imperiosa necesidad de eliminar el Banco Central fue hace cuarenta años, en Fundamentos de análisis económico, que lleva prólogo del premio Nobel en Economía F. A. Hayek y prefacio del exsecretario del Tesoro de los EE.UU. William E. Simon. Desde entonces vengo machacando sobre el mismo asunto, ya que la llamada “autoridad monetaria” solo puede operar en una de tres direcciones: expandir, contraer o dejar inalterada la base monetaria. Cualquiera de esos caminos inexorablemente altera los precios relativos, que son los únicos indicadores para asignar los siempre escasos recursos.

Si se mantiene que la banca central debe ser independiente, Milton Friedman –otro premio Nobel de Economía– señaló que el resultado será el deterioro independiente de los precios, de allí es que este autor concluye que “el dinero es demasiado importante como para dejarlo en manos de banqueros centrales”. Lo mismo sostiene Hayek, quien agrega que “nos demoramos doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar la religión al poder político, es de desear que no nos demoremos otro tanto en darnos cuenta del error y el horror de atar la moneda al gobierno”.

Ahora observamos con satisfacción que en nuestro medio irrumpe un sustancioso debate sobre lo que se ha dado en denominar “dolarización”, aunque entre sus patrocinadores se destaca que se trata de abolir la banca central y el curso forzoso para que la gente elija el activo monetario de su preferencia, por lo cual se conjetura que en un primer paso la inclinación será por el dólar, por ser la divisa más familiar.

En otra oportunidad aludí a mi propuesta en seis etapas influido por colegas con quienes he mantenido repetidas conversaciones, como Adrián Ravier, Javier Milei, Emilio Ocampo, Jorge Ávila, Julio Elias, Alfredo Romano y otros, lo cual no significa comprometer sus opiniones en el esquema que sigue ni el caso extremo que describiré a continuación. Tampoco sugiero desconocer sus propias propuestas. Todo debe ser debatido. Mi sugerencia en aquel entonces se resumió en la siguiente cápsula en seis pasos: 1) Entrega de dólares a los tenedores de pesos (base monetaria) que incluye la venta de oro, lo cual resultará en la ratio que corresponda a esta relación, la cual podrá modificarse, por ejemplo, por la entrada de dólares en circulación de poseedores fuera del circuito o en el exterior. 2) Sustituir títulos y pases por bonos con jurisdicción estadounidense en dólares a la tasa de mercado. 3) Convertir todo el sistema bancario al offshore (Luxemburgo, Singapur, etc.) al efecto de que las instituciones financieras operen de acuerdo con la conveniencia de sus clientes. 4) Abrogar toda la legislación que se oponga a lo dicho (ley penal cambiaria et al). 5) Consecuente liquidación de la banca central y el curso forzoso. 6) Elección por parte del gobierno de la moneda en la cual se pagarán impuestos y equivalentes.

Tengamos en cuenta que, para los avatares extremos que expondré a continuación, es pertinente analizar lo que Harold Demsetz bautizó en 1969 como la falacia de Nirvana, que es tomada de Shakespeare cuando el Duque de Albany le dice al Rey Lear: “Agitándonos para alcanzar lo mejor, a menudo estropeamos lo bueno”. Es decir, en política necesariamente se renuncia a lo ideal para poder ejecutar lo que resulta posible. Esto para nada significa abandonar la mejor meta en beneficio de lo que desconoce la excelencia. Más aún, resulta absolutamente indispensable subir la vara al máximo, lo cual es faena de los intelectuales al efecto de modificar la parla de los políticos.

Vamos ahora al caso extremo en el que desmenuzo la situación en la que no resultara políticamente posible ninguna de las otras vías de reforma sensata por incomprensión del problema, por lo que sugiero que se proceda a la eliminación del curso forzoso y a la liquidación de la banca central en otro contexto. En este caso pueden presentarse dos posibilidades muy extremas que pueden considerarse absurdas, pero sirven para ilustrar el asunto que tenemos entre manos. Que el patrimonio neto refleje un valor mínimo, digamos de un dólar, en cuyo caso el rescate de la base monetaria será a un tipo de cambio colmado de ceros y fracciones infinitesimales, lo cual hace conjeturar que nadie convertirá, por lo que se aplicará ese patrimonio exiguo a rentas generales. La otra posibilidad extrema es que el patrimonio neto sea negativo, en cuyo caso se declara la quiebra.

Pasemos entonces al tema medular de la inmensa bola de títulos como pasivo remunerado junto a la base monetaria frente a lo cual puede seguirse uno de dos caminos: o se le va reduciendo paulatinamente la tasa hasta llegar a cero al efecto de permitir la adecuación de los plazos fijos en los bancos o se recurre a un último y nuevo préstamo global, para atender esos reclamos de los depositantes. En este cuadro de situación debe tenerse muy en cuenta la visibilización de millones de dólares provenientes tanto de la plaza local como del extranjero, hoy defendidos de las garras del Leviatán, pero que volverán a circular en vista de la claridad de objetivos monetarios acompañados por reformas de fondo laborales, previsionales, institucionales y de comercio exterior. A esto deben agregarse las múltiples nuevas inversiones que serán atraídas por el clima civilizado de normas creíbles y duraderas de respeto recíproco. En estas circunstancias, la relación dólar/peso resultará del mercado con los dólares que ingresen al circuito y en vista de que no habrá más emisión de pesos.

En cualquier caso, es indispensable acompañar alguna de estas dos opciones por reformas bancarias para implantar el sistema de free banking o la reserva total, pero dejar sin efecto el sistema vigente de reserva fraccional y así anular la producción secundaria de dinero exógena, para lo cual pueden adoptarse los diversos canales propuestos que son de público conocimiento.

De más está decir que para poder proceder a una reforma monetaria en cualquiera de las instancias que quedan aquí reflejadas resulta indispensable despejar pesadas telarañas mentales en cuanto a un cuarteto clave. Uno, que la inflación “es multicausal”, sin percatarse de que se trata de expansiones exógenas al mercado, es decir, provocadas por razones políticas. Dos, que la inflación se debe a “expectativas” sin percatarse de que por más expectativas no ocurre el fenómeno de la distorsión de precios si no hay convalidación por expansiones exógenas previas. Tres, que la inflación se debe a “costos que inciden en otros bienes y servicios” como, por ejemplo, el petróleo, sin percatarse de que si se incrementa ese precio el consumidor tiene dos opciones: o sigue consumiendo la misma cantidad de petróleo y sus derivados, con lo que disminuirá el consumo en otros bienes y servicios o de lo contrario reducirá su consumo petrolero para poder continuar con el mismo ritmo de consumo en los otros sectores. Y cuatro, que le inflación puede ser importada, lo cual muestra no entender el rol del tipo de cambio libre.

Todo esto va para los clásicos “nosepuedistas” que reiteran que las ideas innovadoras que operan en direcciones distintas del statu quo no pueden ejecutarse… Si por ellos fuera, seguiríamos en las cuevas, ya que todo lo novedoso debería descartarse. En esos casos está presente la falacia ad populumsi todos lo hacen está bien, si nadie lo hace está mal.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La economía, con la mirada en octubre

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 21/3/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/21/la-economia-con-la-mirada-en-octubre/

La inflación de febrero del 6,6%, junto con un aumento interanual del 102%, abren interrogantes sobre si es posible, sin un plan consistente y un gobierno sin credibilidad, evitar la aceleración de los precios

La aceleración de la inflación en febrero generó señales de alerta. Antes de avanzar, es importante destacar que un estadio de hiperinflación no se produce a partir de determinado tasa de aumento de los precios, sino que se da cuando la gente huye del dinero cada vez más rápido y se manifiesta en remarcaciones diarias, o hasta varias veces en el día.

Cuando se produjo la hiperinflación de 1989, los años anteriores la tasa de aumento interanual del IPC del Indec se fue duplicando, pero nada hacía presagiar que a partir del 6 de febrero de 1989 todo se iba a desbarrancar tan aceleradamente.

Hay un dato actual que se asemeja mucho al entonces bautizado Plan Primavera, que fue el último intento del equipo económico de esos años para llegar a las elecciones anticipadas a mayo de 1989. En ese momento el Banco Central absorbía la casi totalidad de los depósitos que recibían los bancos, y los instrumentos que se utilizaban para inmovilizarlos en el BCRA eran varios, pero básicamente se llamaban “indisponibles” y tenían tasas de interés crecientes.

Hoy, el equivalente son las Leliq y equivalen a 2 veces la base monetaria y al 77% del total de los depósitos del sector privado; generan un déficit cuasifiscal superior al déficit fiscal primario de la Administración Central

Como puede verse en el gráfico, las tasas de inflación anuales previas a la hiperinflación fueron duplicándose.

Cabe recordar que en 1985 se implementa el Plan Austral de estabilización de precios que posibilitó bajar en 1986 la inflación de poco más de 1.000% anual a 81,9%, pero luego empieza a duplicarse año tras año hasta que en 1989 se dispara la hiperinflación.

Considerando que el argentino mayor de 40 años está acostumbrado a sobrevivir los procesos inflacionarios y sabe cómo defenderse, no es de descartar que el proceso se pueda acelerar, y se manifieste en mayor huida del dinero. Eso no quiere decir que se avanza inevitablemente por ese camino.

Cambio de ritmo de la actividad

A este escenario complicado se le agrega la caída que se observa en el estimador mensual de actividad económica en los últimos 4 meses de 2022, que se traducen en un aumento de la recaudación impositiva por debajo de la tasa de inflación. En febrero 2023 los ingresos tributarios aumentaron 82,3% mientras la inflación fue 102% respecto de un año antes, más allá que gravitó el menor ingreso de derechos de exportación, por liquidaciones anticipadas y la sequía.

La drástica baja esperada en el resultado de las cosechas determinará un importante faltante de dólares de exportación -se estiman en USD 20.000 millones-, para satisfacer las necesidades de los importadores de insumos para que puedan producir, excepto que el Gobierno disponga acelerar la tasa de devaluación del peso, para impulsar otras actividades exportadoras y desalentar importaciones de bienes de consumo.

En ese caso, habrá aumentos de costos en los insumos que, o se trasladan a precios o, si el mercado no absorbe esos aumentos de precios, cae la oferta.

Más cantidad de pesos que la gente no quiere volcados al mercado y menos oferta de bienes y servicios, es la tormenta perfecta para desatar un proceso inflacionario agudo, si genera un incremento notable en los tipos de cambio libres (blue, MEP o CCL) que lleve al retiro de depósitos para cubrirse contra la inflación.

Ese retiro de depósitos obligaría al BCRA a cancelar el equivalente en Leliq emitiendo pesos que llevarían a acelerar el proceso inflacionario. Nada tan diferente a lo que ocurrió en 1989 con los depósitos indisponibles.

La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)

En definitiva, el Gobierno está en un serio problema para tratar de llegar a las elecciones generales de octubre sin una crisis inflacionaria y cambiaria. La sequía le complicó más los planes porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica, en tanto las cuentas fiscales no cierran salvo que se licuen los gastos vía inflación. En ese caso la suba de los precios pasaría a ser un instrumento transitorio de “estabilización”, un verdadero oxímoron.

No se ve tan claro que el kirchnerismo duro vaya a tolerar un 2023 electoral sin un “plan platita” para hacer populismo y, sobre todo, tratar de sostener a los intendentes del conurbano.

No vaya a ser cosa que el ajuste vía licuación del gasto público (jubilaciones, sueldos de empleados, planes asistenciales, etc.) además de la inseguridad, le haga perder al oficialismo el bastión del conurbano donde la pobreza y el clientelismo político son sus armas predilectas para sostenerse en el poder.

En definitiva, para llegar a octubre todavía falta un largo recorrido, pero todo puede pasar en esta economía sino aparece un plan consistente de estabilización.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Los bancos centrales no pueden hacer crecer los árboles hasta el cielo

Por Aldo Abram: Publicado el 20/3/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/20/los-bancos-centrales-no-puede-hacer-crecer-los-arboles-hasta-el-cielo/

La torre del Bank for International Settlements (BIS), en Basel, Suiza. Es el banco central de los bancos centrales (REUTERS/Arnd Wiegmann/File Photo)

La torre del Bank for International Settlements (BIS), en Basel, Suiza. Es el banco central de los bancos centrales (REUTERS/Arnd Wiegmann/File Photo)

Sólo algunos “agoreros” advertíamos que seguir con esa política monetaria expansiva, superada la pandemia, no era sostenible e, incluso, podía terminar en una nueva crisis mundial

Como siempre, los políticos y los funcionarios de los bancos centrales del mundo salieron a buscar culpables del actual tembladeral internacional. Como en 2007-2008, se señala que el problema es la desregulación del sistema financiero y, como entonces, no hay tal falta de normativas, en realidad son excesivas.

Es cierto que, en la crisis anterior, el estallido empezó en el sector hipotecario de EEUU. Simplemente porque el gobierno decidió, demagógicamente, facilitar ese tipo de crédito para “que todos los estadounidenses tuvieran acceso a una vivienda”. Por lo tanto, relajaron las condiciones para que dos grandes instituciones semiestatales pudieran recomprar hipotecas, Fannie Mae y Freddie Mac. Para ese entonces, desde los bancos centrales, liderados por la Reserva Federal, venían inyectando enormes excesos de liquidez. Esto hizo que los rendimientos fueran ínfimos en los mercados de bajo riesgo, por lo que los inversores buscaron más rendimientos asumiendo más riesgo. Así que uno de los grandes negocios fue prestarle a gente de pocos recursos a tasas altas y venderles esas hipotecas a estas instituciones semiestatales. Cuando estos deudores empezaron a no poder cumplir sus compromisos, se produjo la explosión.

No es que los excesos de emisión de los bancos centrales de los países desarrollados no estuvieran generando burbujas en todos los mercados de activos, sino que el mercado hipotecario de EEUU fue el que tuvo más incentivos para recibir más de esa liquidez. Es como si todos empezáramos a inflar globos, todos van a estallar en algún momento, sólo que aquel del que sople más fuerte reventará primero y, los demás, después. Así fue y se convirtió en una crisis mundial.

Ahora, volvemos a las andadas. Con motivo de las restricciones que se gestaron a partir de la pandemia, los bancos centrales salieron a emitir moneda para sostener la economía. Sin embargo, cuando la emergencia se superó, siguieron incrementando la liquidez, argumentando que no generaría inflación. Obviamente, se equivocaron, la depreciación de las monedas hizo que los precios empezaran a subir. Al inicio, lo justificaron en “problemas de logística” o “de escasez de oferta”, al mejor estilo de los funcionarios y políticos argentinos. Por supuesto, ese no era el problema de fondo y, por ello, no debería extrañar que la inflación siguiera escalando. Entonces, los banqueros centrales dijeron que no nos preocupáramos, que sería sólo coyuntural, pero no lo fue y en algunos países desarrollados superó el 10% interanual.

El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker (REUTERS/Eduardo Muñoz)El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker (REUTERS/Eduardo Muñoz)

La realidad es que nadie quería cortar la fiesta, en donde los que apuestan a los mercados financieros tienen garantizadas las ganancias y los políticos creen que pueden impulsar artificialmente la economía para ganar votos. Por supuesto, los árboles no crecen hasta el cielo y, en economía, no hay magia. Si algo crece artificialmente, como los precios o el nivel de actividad, deberá caer, como en las leyes de la física. Sólo algunos “agoreros” advertíamos que seguir con esa política monetaria expansiva, superada la pandemia, no era sostenible e, incluso, podía terminar en una nueva crisis mundial.

La realidad es que, hasta fines de 2021, los bancos centrales estuvieron inflando “burbujas” en todos los mercados de activos y, de haber seguido aumentando la liquidez, seguramente hubieran estallado el año pasado. Un ejemplo de las inversiones que se vieron incentivadas artificialmente por esta excesiva de dinero fueron las “criptomonedas”, cuyos valores subieron espectacularmente y ahora se desploman.

Si bien las autoridades monetarias empezaron a ser más austeras a partir de 2022, las cartas están jugadas y nos balanceamos en el desfiladero. Ahora, tienen que salir a salvar a las instituciones que, debido a los excesos de liquidez y los bajos rendimientos generados por los bancos centrales, fueron incentivadas a invertir en activos de alto riesgo, cuyos precios se desbarrancan. Por otro lado, no se puede volver a la “fiesta de emisión” sin arriesgarse a una debacle mucho mayor.

Esto también ya lo vivió el mundo con la crisis de los ´70, mal llamada “del Petróleo”. Los desmanejos monetarios de la Reserva Federal en los ´60, volvieron insostenible el patrón oro que regía por entonces, así que tuvieron que abandonarlo. El resultado fue una fuerte depreciación del dólar, debido a los anteriores excesos de emisión. Todos los precios subieron, aunque es cierto que el del petróleo lo hizo en mayor medida. Se intentó enfrentar la escalada inflacionaria con austeridad monetaria; pero, cuando aparecieron los costos en términos de pérdidas de capital y caída de nivel de actividad, los bancos centrales volvieron a los excesos de liquidez.

Eso hizo que la crisis durara una década, hasta que asumió como Presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, y anunció que recuperaría la confianza en un dólar estable. A esa altura, con una inflación desmadrada, tuvo que encarar una contracción monetaria fenomenal, mucho mayor a la que hubiera sido necesaria si se hubiera hecho el ajuste a tiempo. La historia es tristemente conocida, a principios de los ´80, muchos de los países emergentes a los que habían ido los excesos de liquidez en busca de rendimientos, terminaron en la quiebra, entre ellos, Argentina.

Se logró estabilizar la economía de EEUU y el mundo; pero a un costo fenomenal. Desde entonces, los bancos centrales volvieron a generar “burbujas” y nuevas crisis, demostrando que sus funcionarios son incapaces de aprender. Siguen pensando que son magos que pueden “hacer crecer los árboles hasta el cielo”. Lástima que, luego, los que se pegan flor de porrazo al caerse de lo alto de esos “árboles” son el resto de los mortales que sufrimos las consecuencias de sus errores.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso. Sigue a @AbramAldo

Me preguntan por la calma del dólar blue

Por Iván Carrino. Publicado el 13/03/2en: https://www.ivancarrino.com/me-preguntan-por-la-calma-del-dolar-blue/

Para una nota de Clarín me preguntaron por el dólar blue. La nota se titula “El dólar blue se mantiene estable: ¿hasta cuándo durará la calma?“. Como bajada, tiene lo siguiente: “En lo que va del año, la inflación superó al dólar paralelo. Para los economistas el informal podría despertarse en los próximos días.”

Puede leerse completa en este link: https://www.clarin.com/economia/dolar-blue-mantiene-estable-durara-calma-_0_UcjqudVVp7.html

A continuación dejo todas las preguntas y respuestas que me hicieron:

¿Por qué el dólar Blue está tan planchado?

Bueno, lo primero que habría que decir es que está planchado porque estuvo “recontra alto” meses atrás. Para dar un número, el tipo de cambio real (que incluye a la inflación de Argentina y también a la de EEUU) llegó en junio de 2002 a $2,9 (dos pesos con noventa). Bueno, con la renuncia de Guzmán el dólar paralelo había llegado a esos mismos niveles, $ 2,9 en pesos constantes de 2001. Son valores altos en términos históricos y que reflejan situaciones económicas muy malas. Un aumento desde esos niveles implicaría que ya estamos en el abismo, así que la “planchura” o tranquilidad del último tiempo puede deberse a que –mal que mal- nos hemos alejado un poco de dicha circunstancia.

¿Los que compraron dólares Blue durante el 2022, le ganaron a la inflación?

No, de hecho, el paralelo subió de punta a punta un 66,3% en 2022, mientras que la inflación fue de 94%. Esto quiere decir que, si compraste dólares en el mercado paralelo el 31 de diciembre de 2021 y los vendiste el 31 de diciembre de 2022, perdiste nada menos que 15% de poder de compra.

¿Qué alternativas hay para la gente que quiere invertir, pero quiere hacerlo desde su banco, un home banking tradicional, sin caer en un bróker de inversiones?

Las posibilidades desde el banco no son malas. Existen fondos comunes de inversión que invierten en acciones, bonos, y otros instrumentos financieros de menor riesgo. También se pueden comprar directamente acciones desde Home Banking, o bien licitar bonos. Y, por último, también está el plazo fijo, que puede ser tradicional, recibiendo una tasa de interés, o un plazo fijo UVA, que implica que tu ahorro no va a perder contra la inflación. Todo depende del riesgo que quiera asumir el ahorrista, pero opciones hay.

¿A cuánto se calcula que estará el dólar Blue para fin de año, según quien gane las elecciones, si es un factor que incide?

No tengo una predicción precisa sobre el precio, aunque hice una apuesta con unos colegas el año pasado… la mayoría apostó que el dólar este año no iba a estar por debajo de $ 600. Yo dije que no llegaría a dicho precio. Todo puede pasar en el futuro, pero si las condiciones actuales se mantienen creo que sería posible volver a ver un dólar subiendo menos que la inflación y relativamente calmo. Un precio de $ 500 es una posibilidad. Más aún, si las elecciones las gana alguien con ideas razonables sobre la economía, que quiera ordenar las cuentas públicas, bajar la emisión monetaria y pagar los compromisos de deuda a como dé lugar. Todas esas medidas generan confianza en los inversores, reducen el riesgo país y –como consecuencia, frenan la suba del dólar. Obviamente, si gana una coalición menos “amiga” del mercado, entonces el escenario puede ser distinto.

Ante un panorama de recambio del gobierno nacional, ¿cuál cree que será la política cambiaria respecto del dólar Blue?

Hay mucha expectativa de que se saldrá del cepo, pero veo mucho miedo entre analistas y asesores de políticos en tomar la decisión de forma rápida. Quedó en la memoria de algunos una mala interpretación de la salida del cepo de 2016. Algunos ligan dicha decisión con la crisis que vino después en 2018 y se extendió en 2019. Pero son hechos completamente separados. Y aún teniendo cepo, si hacés todo mal, el dólar paralelo y la inflación se disparan de todas formas. Espero, entonces, que el nuevo gobierno salga del cepo como máximo dentro del primer mes de mandato.

El 2 de enero el blue estaba en 346, hoy está 372. Subió 7,6%, contra una inflación del primer bimestre que debe rondar el 12%. Si está atrasado frente a la inflación, ¿por qué no da un salto, si es posible que este año también “pierda” contra el IPC como pasó el año pasado?

Como decía antes, yo no descarto un escenario donde el dólar pierda contra la inflación. Entre 2018 y 2020 tuvimos un tipo de cambio libre que subió siempre por arriba de la inflación. ¿Por qué? Porque entramos en la crisis del modelo de déficit fiscal, emisión y deuda. En la medida que las gestiones actuales se enfoquen en reducir déficit, gasto y emisión monetaria, entonces lo que debe pasar es lo contrario, un dólar calmo y, por tanto, subiendo menos que la inflación. A todo esto se suma, además, que el tipo de cambio real sigue siendo muy alto en términos históricos, y hay que agregarle el factor internacional. Si las decisiones de la Fed no son tan agresivas como se supone, el dólar se va a abaratar en el mundo, y eso también va a impactar en Argentina.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Investigador Asociado del Centro FARO, de la Universidad del Desarrollo de ChileEs Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino