LA NUEVA IZQUIERDA INICIADA POR HERBERT MARCUSE

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Las utopías tienen su cara y su contracara. Por un lado un sentido peligroso y es la postura que pretende fabricar a la fuerza un hombre nuevo desprovisto de interés personal, abandonando el deseo de lucro y capaz de derrotar “la tragedia de los comunes” consecuencia del ataque a la institución de la propiedad privada. Este es el eje central de la nueva izquierda, en realidad inventada para sustituir a la izquierda stalinista con la idea de eliminar la violencia en este sistema, sin evaluar que no puede evitarse la fuerza cuando se imponen caminos distintos a los preferidos por el ser humano real. Este sentido de utopia con razón produce temor debido a la acción constructivista por cambiar la naturaleza humana, lo cual conduce a resultados sumamente dañinos. En  seguida volvemos esta acepción, pero antes aludimos a otra interpretación de la expresión de marras.

 

Otra variante se condice con el frontal rechazo a la arrogancia y soberbia implícita en la concepción que acabamos de puntualizar y, en su lugar, es más condescendiente y respetuosa con la naturaleza de las cosas y, en el caso de los seres humanos protege la santidad de sus autonomías individuales absteniéndose de diseñar al hombre como si fuera un muñeco de arcilla. Este es el sentido a que se refieren autores como John Hospers en “Freedom and Utopias” donde mantiene que “la única utopía digna de ese nombre es la utopía de la libertad individual, en donde no hay ningún plan general por lo que cada uno es libre de planificar su vida, mientras no interfiera por medio de la fuerza con los planes de otros para manejar sus propias vidas”.

 

Y es a lo que se refiere Hayek cuando escribe que “Carecemos de una utopía liberal, un programa que no sea una mera defensa de las cosas como están ni un tipo de socialismo diluido, sino un verdadero liberalismo radical” (en “Socialism and the Intellectuals”).   Por esto es que, en rigor, se consideran antiutopías las célebres de Orwell, Zamyatin, Taylor Caldwell, Jerome, Reisman y Huxley. Por último y al margen en este segmento introductorio, tengamos en cuenta que la asignación de derechos de propiedad vinculada a lo que se conoce como “la lockean proviso” fue desmantelada por Robert Nozick y reformulados por Israel Kirzner los fundamentos de la asignación original.

 

Habiendo dicho esto, retomamos la idea de la nueva izquierda cuyo patrocinante de mayor envergadura ha sido sin duda Herbert Marcuse quien adhiere al marxismo, pero como hemos consignado más arriba con la enfática condición que no se lo vincule para nada con el terror stalinista.

 

Marcuse pertenece a la primera generación de la Escuela de Frankfurt junto a otros prohombres del movimiento como Fromm con quien se enemistó a poco andar y  también representantes de esa escuela como Adorno y Benjamin. Se doctoró en la Universidad de Friburgo (paradójicamente la misma casa de estudios en la que enseñó Hayek en sus últimos años). Sus obras son múltiples pero las más conocidas son El hombre unidimensional, Razón y revolución, La sociedad industrial y el marxismo, Ética de la revolución y Cultura y sociedad para citar solo algunas, pero a nuestro juicio la obra que mejor resume el pensamiento del autor está representada por una colección de cuatro conferencias bajo en título de La sociedad carnívora. Por razones de espacio solo me ocuparé de la primera y agrego que en la tercera luego de renegar del stalinismo afirmó que la construcción de la nueva izquierda “tal vez probablemente va a ser construido en Cuba, tal vez se está construyendo en China [de Mao]”

 

Esta colección se publicó en 1969 al año siguiente del mayo francés cuya cabeza intelectual más destacada fue precisamente Marcuse. En esta nota periodística me voy a concentrar en pasajes de este último libro, como  queda dicho, de su primera conferencia. La potencia oratoria y su estilo como escritor cautivó y cautiva multitudes, muy especialmente a jóvenes universitarios de todas las latitudes y a predicadores de varias religiones.

 

Lo primero que es necesario decir respecto de Marcuse y en general de los dirigentes de las izquierdas es su perseverancia en sus ideas y, sobre todo, su coraje para exponerlas sin rodeos y siempre caminando en dirección al fondo de lo que estiman son los problemas a resolver. Para volver a Hayek, por eso en el ensayo de su autoría que acabamos de citar exhibe como ejemplo a los socialistas por los motivos apuntados en contraste con muchos que se dicen liberales pero son timoratos y prefieren esconder y disimular sus propuestas con lo que los primeros terminan corriendo el eje de los debates y estableciendo las agendas correspondientes.

 

La tesis medular del marcusianismo consiste en sostener que el régimen capitalista ofrece mayores bienes y servicios pero no ofrece vida digna puesto que se crean necesidades artificiales por la publicidad que obligan a las personas a consumir sin descanso para lo cual trabajan en condiciones de autómatas que están todo el día buscando sustento, por ello es indispensable “la liberación del sistema represivo”. La primera conferencia la pronunció en Londres en 1967 organizada por el Instituto de Estudios Fenomenológicos y la tituló “Liberándose de la sociedad opulenta”. Allí Marcuse destaca que “El problema que enfrentamos consiste en la necesidad de la liberación, no de una sociedad pobre ni de una sociedad en desintegración, sino de una sociedad que desarrolla en gran escala las necesidades culturales del hombre así como las materiales –una sociedad que, usemos el lema, distribuye las mercancías entre una porción cada vez mayor de la población”. Necesitamos establecer “el reino de la libertad” y “pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo” lo cual “presupone la abolición de las instituciones y mecanismos de represión”, que debe llevarse a cabo  por hombres que tengan las nuevas necesidades. Esta es de otro modo la idea básica subyacente en el propio concepto de Marx”. Hay que vencer al capitalismo “con propiedad privada de los medios de producción” que conducen a “un desperdicio acelerado”, se trata del establecimiento de “una sociedad libre que es bloqueada por la sociedad opulenta” en la que vivimos “la completa degradación del hombre hasta convertirse en objeto” donde “el resultado es una existencia humana mutilada, defectuosa y frustrada”. Subraya la “abolición del trabajo, el fin de la lucha por la existencia, es decir, la vida como un fin en si misma y no más como un medio para un fin” lo cual “presupone un tipo nuevo de hombre” que no esté sujeto más a los dictámenes de la lucratividad y la eficiencia capitalistas” puesto que “creo que la idea de un universo así también guió el concepto de socialismo de Marx”. “Es innecesario decir que la precondición para ese cambio cualitativo reside en la disolución del sistema existente” donde se encuentra “la amenaza del desempleo tecnológico”, en resumen, “debemos enfrentar el adoctrinamiento para la servidumbre con adoctrinamiento para la libertad”. Este es un extracto de la primera conferencia y la más extensa de la selección que comentamos.

 

Veamos estos temas centrales por partes. En primer lugar la importancia de la propiedad privada. Como se ha reiterado en muy distintas ocasiones, debido a que la naturaleza no provee de todo para todos todo el tiempo, es imprescindible asignar derechos de propiedad a los efectos de que los más eficientes para atender las demandas del prójimo tengan como premio ganancias y los que yerran tengan como castigo quebrantos. De este modo los respectivos patrimonios no son irrevocables sino que dependen de las votaciones diarias de las personas en el supermercado y afines. Este es el sentido de la antes mencionada “tragedia de los comunes” que ilustra los pésimos incentivos cuando todo es de todos y, por ende, de nadie. De más está decir que el sistema se contradice cuando irrumpen empresarios prebendarios fruto de la inaceptable alianza con el poder político para así explotar a sus semejantes.

 

En segundo lugar, la abolición del interés personal es una quimera contraria a la naturaleza del hombre puesto que si no estuviera en interés del sujeto actuante actuar como actúa nada explica su motivación. En este contexto, fabricar un hombre nuevo que no proceda por su interés ya se trate de acciones nobles o ruines es pretender torcer la naturaleza de las cosas arrogándose el planificador facultades propias de un tirano a costa de sufrimientos, sangre y muertes sin que puedan crearse seres distintos a lo que son (afortunadamente puesto que es inimaginable la cooperación social sin el interés personal que la mueve).

 

Tercero, el deseo de lucro está también en la naturaleza del hombre puesto que toda acción apunta a estar en una situación mejor respecto a la anterior al acto desde la perspectiva de quien lo lleva a cabo. No hay ninguna acción entonces que no persiga una ganancia sea psíquica o material. Este motor hace que en una sociedad libre cada uno para mejorar su situación deba mejorar la de sus vecinos, de lo contrario no obtiene la ganancia que pretende sea en una conversación, un rezo, un acto de caridad o una transacción comercial. Desde luego que esto también ocurre en los ladrones y asesinos, de allí la importancia de marcos institucionales que abran de par en par las posibilidades de intercambios voluntarios y pacíficos y se bloqueen actos que lesionan derechos de terceros.

 

Cuarto, las supuestas necesidades artificiales creadas por la publicidad presupone la imbecilidad de la gente excepto, por ejemplo, los que adquieren los libros de Marcuse. Una cosa es intentar persuadir a la gente y otra bien distinta es imponer un producto. Si esto último fuera así, con suficiente publicidad podría convencerse a la gente de volver a la luz de las velas con precios muchos más altos que la electricidad y así sucesivamente.

 

Quinto, el alegado desperdicio en el sistema capitalista no es tal puesto que dadas las circunstancias imperantes se saca el mayor provecho de los recursos disponibles y quienes no proceden en esta dirección ven mermado su patrimonio. Cuando se dice que en sistemas capitalistas se descartan bienes es porque se le atribuye más valor a lo humano ya que arreglar o enmendar el bien con averías resulta más caro que adquirir uno nuevo, sin perjuicio de los reciclados de lo anterior. Sin embargo, en países donde no tiene lugar el capitalismo es típico ver bicicletas y otros aparatos emparchados de los modos más rudimentarios puesto que es muy barata la mano de obra precisamente porque las inversiones son reducidas como consecuencia de sistemas anacrónicos del estatismo imperante.

 

Sexto, la así llamado desocupación tecnológica pasa por alto el hecho de que toda mejora en la productividad libera recursos humanos y materiales para atender otras necesidades que aun no han podido satisfacerse debido a que los siempre escasos recursos estaban esterilizados en la áreas anteriores. El empresario está siempre atento a nuevas capacitaciones para sacar partida de los arbitrajes que se presentan al poder encarar emprendimientos inconcebibles antes de la introducción de la tecnología desconocida hasta entonces.

 

Séptimo, tengamos en cuenta que “el reino de la libertad” no puede darse donde se imponen conductas contrarias a las que la gente prefiere. Administrar compulsivamente vidas y haciendas ajenas es característico de regímenes totalitarios fruto del adoctrinamiento que sugieren los simpatizantes de la nueva izquierda (tan vieja como la original) donde el hombre se cosifica y pierde su dignidad.

 

Octavo y por último, si por consumismo se entiende dar rienda suelta a una manía desesperada por adquirir productos sin ton ni son debe subrayarse que no es responsabilidad del sistema libre, abierto y competitivo sino el resultado de algunas manifestaciones de deterioro axiológico que no se corrige con el uso de la fuerza: es como echarle la culpa al cartero por una mala noticia. La sociedad abierta permite elegir donde cada uno asume la responsabilidad por lo que decide.

 

Cierro con otros comentarios de Marcuse bajo otros títulos de la selección que comentamos, los que deben ser especialmente atendidos por algunos de los que se consideran liberales pero son refractarios a decir toda la verdad. Son sobre la importancia de la teoría, sobre los conformistas y sobre la necesidad de ir al fondo con las ideas: “Si la izquierda se pone alérgica contra las consideraciones teóricas, entonces algo no funciona en la izquierda”; “La izquierda debe hallar los medios adecuados para quebrar el conformismo” y el título de una de sus conferencias que lo toma de un grafiti parisién del célebre mayo que debe ser adecuadamente sopesado para aquellos timoratos que creen que ser práctico es repetir las gansadas del momento en lugar de correr el eje del debate: “Seamos realistas, exijamos lo imposible”.

 

A cuarenta años de su muerte, muchos son los que extrañan la vibrante oratoria y la encendida prosa de Herbert Marcuse. Hoy resuenan sus ideas de la llamada nueva izquierda en academias, en púlpitos, en congresos y hasta en reuniones sociales a sabiendas o no de su origen.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba.

¿Y después de las elecciones, qué pasará con las Leliq y el tipo de cambio?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/2/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/02/26/y-despues-de-las-elecciones-que-pasara-con-las-leliq-y-el-tipo-de-cambio/

 

El Banco Central se mueve entre el crecimiento de las Leliq y el riesgo de atrasar el tipo de cambio por dólar (DyN)

El Banco Central se mueve entre el crecimiento de las Leliq y el riesgo de atrasar el tipo de cambio por dólar (DyN)

 

Antes de comenzar a redactar esta nota, miro el último informe monetario  diario del BCRA que es del 20 de febrero y muestra un total de Leliq en circulación de $947.661 millones.Recordemos que cuando se decidió terminar con las Lebac y pasar a las Letras de Liquidez, el saldo de ese instrumento de regulaciónj monetaria era de $1,3 billones, en otras palabras falta muy poco para volver al punto de partida de endeudamiento de corto plazo del Central.

Es cierto que ahora son los bancos los que tienen las Leliq, pero también es cierto que los bancos compran ese instrumento con los fondos provenientes de los depósitos a plazo fijo, cuyo crecimiento fue de unos $300.000 millones desde que se puso la supertasa de interés de 72% anual a comienzos de octubre.

Si bien esa tasa ha venido bajando, es bastante claro que llegó un punto en que el nivel no compensó el riesgo de devaluación y llevó a un cambio de cartera fugando pesos de depósitos a plazo fijo hacia el dólar. Un calco de los que pasó con las Lebac.

Puesto de otra forma, considerando que la base monetaria se mantiene estable, todo parece indicar que la suba del tipo de cambio no es tanto un problema de flujos (más pesos en el mercado emitidos por el BCRA o un saldo de balance comercial supernegativo) sino que parece responder a un problema de stocks. Esto quiere decir un cambio de cartera de pesos a dólares por depósitos en el sistema financiero o bien, por caída en la
demanda de moneda.

Dinámica de lo que puede pasar

El primer tema que hay que tener presente para comprender la dinámica de lo que puede pasar, es que el argentino está mentalmente dolarizado. Por ejemplo, el total de depósitos del sector privado en pesos es de $1,1 billón, en dólares son el equivalente a USD 27.500 millones a un tipo de cambio de $40. Ahora bien, el total de depósitos en dólares del sector privado en el
sistema financiero es de USD 29.618 millones de los cuales USD 21.532 millones son depósitos en dólares del sector privado en cajas
de ahorros.

Hay más depósitos en dólares que en pesos del sector privado y encima están a la vista. Ante la incertidumbre política en unas horas pueden volar del sistema financiero.

Si comprendemos que el argentino está mentalmente dolarizado, es bastante obvio que cuando alguien hace un depósito a plazo fijo en pesos, no está esperando que la tasa de interés le gane a la tasa de inflación, sino que su expectativa es que la tasa de interés le gane al aumento del tipo de cambio.

Ahora bien, además sabemos que el BCRA debería lograr que el tipo de cambio acompañe la tasa de inflación. Es decir, evitar que se rezague respecto al aumento de los precios internos para evitar que Argentina vuelva a ser cara en dólares o, si se quiere, que el dólar sea artificialmente barato.

El rol de las exportaciones

Esta necesidad de evitar que el tipo de cambio se rezague frente al aumento de precios internos también responde a que el único motor que le queda funcionando a la economía argentina son las exportaciones.

Si el tipo de cambio vuelve a retrasarse (de hecho cayó bastante en
términos reales desde el pico en abril en 2018 hasta septiembre 2018)
puede afectar las exportaciones y a la caída del consumo; y a la ausencia de inversiones habría que sumarle exportaciones languideciendo.

En otras palabras, se llegaría a las elecciones con un nivel de actividad, en el mejor de los casos, que habría dejado de caer pero sin signos mínimos de reactivación para mostrar en la campaña electoral.

¿Cuánto debería aumentar el tipo de cambio en base a la inflación? Al mes de enero el IPC interanual da un aumento de casi el 50% y los precios  mayoristas muestran un incremento del 67%. Si queremos cambiar la composición del IPC y hacemos una mezcla de IPC con mayoristas, la inflación anual estaría en el orden del 59 por ciento.

Inflación, devaluación y tasa de interés

Digamos que el piso es 50% anual y el techo 67% anual. Elijamos el dato del IPC y sabemos que el tipo de cambio debería aumentar el 50% anual para no retrasarse respecto al aumento de precios internos. Si el tipo de cambio tiene que crecer a este ritmo en la medida que no baje la inflación, la tasa de interés debería superar al 50% anual para no quedar empatada con el aumento del tipo de cambio.

Cuál es el número que compensa ese riesgo no lo sabemos, pero sí sabemos que con tasas de interés reales tan altas, se mata toda posibilidad de  actividad económica y anula cualquier intento de crecer en base a inversiones.

Las altas tasas de interés y la baja real de los salarios afectaron duramente a la producción de automotores

Las altas tasas de interés y la baja real de los salarios afectaron duramente a la producción de automotores

Pero seamos optimistas y supongamos que, por algún milagro, no se activa la mecha del arbitraje tasa versus dólar, no hay turbulencias cambiarias de cara a las elecciones y llegamos a octubre sin mayores sobresaltos. Aun así la pregunta es: ¿y después de octubre, qué?

En rigor hoy no tenemos a ningún candidato que esté mostrando un plan económico mínimamente consistente. Si llegara a ganar el kirchnerismo, sabemos que ya no solo habría una gigantesca crisis económica porque no tendría las mismas herramientas para financiar el populismo que financiaron durante 12 años, sino que además las mismas libertades individuales estarían en riesgo conociendo las inclinaciones autocráticas del kirchnerismo. Nuestro horizonte sería una dictadura al estilo Maduro.

El macrismo sigue sin ofrecer un horizonte de crecimiento. Solo intentar frenar la vuelta del kirchnerismo al poder para que establezca su proyecto chavista, una especie de nosotros no somos buenos pero ellos son peores.

Por su parte el peronismo no k muestra como su mejor opción a un Roberto Lavagna que en rigor tomó la economía con todo el trabajo sucio que previamente habían hecho primero Rodríguez Saa con el default, con lo cual el gasto público bajó porque no hubo que pagar intereses de la deuda, y segundo Remes Lenicov que licuó el gasto público con una llamarada cambiaria e inflacionaria, sumado la pesificación de los depósitos y el retraso tarifario que mantuvo Lavagna más la oportuna suba de los precios de las commodities a mediados de 2002.

Puesto de otra manera, con todo el respeto que me merece Lavagna, quien siendo ministro de Economía de Duhalde se comportó como un caballero conmigo cuando publiqué mi primer libro en 2002 enviándome una afectuosa carta de felicitaciones, no creo que Lavagna pueda dominar la herencia k, más la herencia Cambiemos sin tener que meter mano en el gasto público.

Afirmar que de esta situación se sale con crecimiento puede sonar muy lindo en el discurso político, pero todos sabemos que no se puede crecer con este nivel de gasto público que tiene como contrapartida una feroz carga tributaria que ahoga cualquier proceso de inversión que lleve al crecimiento. Decir que se sale creciendo sin aclarar cómo se va a crecer es hacer el mismo juego de Cambiemos. Decir que va a llegar una lluvia de inversiones solo porque se desea.

En síntesis, hoy los argentinos estamos frente a un doble problema. Uno tratar de llegar a las elecciones sin fuertes turbulencias cambiarias y financieras, y dos carecemos de una dirigencia política que aporte la más mínima idea de propuesta para entrar en una senda crecimiento. Están todos paralizados frente al fenomenal nivel de gasto público heredado del kircherismo que, además, está en un 60% indexado con lo cual no hay posibilidades de recurrir a la receta de Duhalde de licuar el gasto con una llamarada inflacionaria.

Ahora hay que operar sí o sí. Los trucos monetarios ya no sirven para esconder el problema por mucho tiempo más. El endeudamiento está limitado desde el exterior. El ahorro interno es escaso para financiar al estado y el crecimiento. La carga tributaria ahora la inversión. Y la opción de financiar el gasto público con emisión pone por delante un escenario de hiperinflación o megainflación.

En síntesis, nos movemos entre un futuro proyecto chavista, el kirchnerismo, y una alarmante mediocridad en materia de propuestas económicas por del lado de Cambiemos y el peronismo no k.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE 

No podemos mirar para otro lado

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 25/2/19 en https://www.cronista.com/columnistas/No-podemos-mirar-para-otro-lado-20190225-0063.html

 

Siempre los primeros en exponer una nueva idea han sido considerados dementes. No si razón John Stuart Mill ha consignado que “toda buena idea nueva pasa por tres etapas: ridiculización, discusión y adopción”.

 

No podemos mirar para otro lado

 

Hoy nos encontramos bien alejados de la noción de los Giovanni Sartori contemporáneos respecto al ideal democrático y más bien nos acercamos en distintas partes del mundo a la cleptocracia, es decir, el gobierno de ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida. Frecuentemente se está entre el menos malo y el abismo.

 

Dada esta situación no constituye una muestra de responsabilidad el quedarnos con los brazos cruzados observando como se deteriora la democracia y se la convierte en una ruleta rusa y con ello se aniquilan derechos, claro está como al facultad de usar y disponer de lo propio y no los pseudoderechos basados en el manotazo sobre el fruto del trabajo ajeno.

 

Tal como reza el lema de la Royal Societey de Londres nullius in verba, es decir no hay palabras finales. Estamos siempre en un contexto evolutivo de aprendizaje

 

Las tres políticas que recojo aquí no necesariamente deben ser adoptadas, tenemos eso sí la obligación  moral de usar las neuronas para agregar nuevas vallas al abuso del poder y debatir otras propuestas pero no quedarnos inmóviles frente al peligro que estamos presenciando en el seno de muchos de los otrora países más civilizados del orbe, hoy bajo el nacionalismo y la consiguiente xenofobia.

 

El problema radica en los incentivos como nos han enseñado maestros como Harold Demsetz, Ronald Coase y Douglas North.

 

Sugerimos para el Poder Legislativo que trabajen  ad honorem en tiempo parcial como algunos de los cargos en las repúblicas de Venecia y Florencia de antaño, dejando de lado legislaciones incompatibles con el Estado de Derecho que abren las puertas a conflictos de intereses inaceptables e incompatibles con el sentido jurídico de la Ley.

 

Proponemos también aplicar al Ejecutivo la recomendación de Montesquieu que se encuentra “en la índole de la democracia” en el sentido de proceder a elecciones por sorteo al efecto se subrayar lo dicho por Karl Popper en cuanto a la imperiosa necesidad de trabajar en el fortalecimiento de las instituciones y no sobre los hombres para que “el gobierno haga en menor daño posible”, a lo cual puede agregarse la idea del Triunvirato tal como fue argumentado originalmente en la Asamblea Constituyente estadounidense según relata en sus memorias James Madison.

 

Por último, introducir y generalizar el sistema de arbitrajes privados en el Poder Judicial sin ninguna limitación en el contexto de una carrera judicial rigurosa bien alejada del positivismo legal que ha hecho estragos al derecho. Resulta crucial que se entienda que la  igualdad es ante la ley, no mediante ella.

 

Como ha apuntado el premio Nobel Friedrich Hayek “hay que usar la imaginación para establecer nuevos límites al Leviatán antes que resulte tarde” para modificar de raíz incentivos en el uso de los votos y evitar aberraciones varias al estilo de los Chávez.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba.

El gobierno es un divague

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 25/2/19 en: https://alejandrotagliavini.com/2019/02/25/el-gobierno-es-un-divague/

 

Por profesionalismo evito títulos “subjetivos”, este no lo es. La situación ha tomado un cariz que lo serio es, precisamente, decir que se está perdiendo objetividad, sentido común y lógica.

Macri dijo que “los argentinos no quieren volver para atrás” pero el PBI no deja de caer, vamos para atrás. Entretanto en la Rosada aseguraban que “En diciembre de 2019, la economía estará más sana que en 2015”. ¿Tanto cuesta ser realista y aceptar los datos -oficiales- que muestran lo contrario?

Dicen que baja la inflación. Imposible. Para empezar no entienden que este fenómeno es el exceso de emisión de moneda en tiempo real. Así, “absorber” pesos del mercado no tiene sentido porque, una vez emitido el exceso, precisamente vía aumento de precios, el mercado equilibró la oferta y demanda. Si a posteriori se retira moneda del mercado ofreciendo tasas altas, se provoca una “emisión negativa” es decir, en tiempo real se baja artificialmente la demanda de dinero, no los precios.

Además, están los números. Dice el gobierno que está bajando “desde los registros de septiembre y octubre de 2018”. Entre noviembre y enero, el aumento mensual de los precios fue de entre 2,5% y 3,2%, la mitad que septiembre. ¡Qué alentador! ¿Pero, y si es verdad que en febrero superará el 3,5% y que sigue subiendo?

Según el oficialismo, el índice de precios mayoristas es un anticipo y aumentó 0,6% en enero, acumulando 2% en el último trimestre, el crecimiento más bajo desde fines de 2016. La realidad es que esta baja -circunstancial- nada tiene que ver con la inflación, sino que, por el contrario, muestra recesión en aumento, y la contrapartida es una caída mayor en la demanda de dinero.

Por esta ridiculez de creer que “absorbiendo” dinero baja la inflación, el BCRA volvió a subir las tasas -Leliq casi en 50%- aumentando la “bicicleta”, destruyendo la producción. Insólitamente, lo hacen para “frenar” al dólar como si su precio provocara inflación y no al revés.

A ver, el precio del dólar tiene que subir porque es, precisamente, otro precio y dada la inflación debe acomodarse, por oferta y demanda, para equilibrar al mercado. Con un dólar artificialmente planchado, el precio en dólares de los productos debería aumentar al ritmo de la inflación -de los costos- lo que los deja fuera de competencia. Así es como las exportaciones caen.

Insólitamente el gobierno dice que esta “construyendo una macroeconomía más sana… hacia el déficit cero… un tipo de cambio competitivo y estable, con superávit comercial… Este es el camino para reducir la inflación”. Sin palabras, de no creer. Y remata argumentando que van a reactivar “a partir de las exportaciones, la continuidad de la baja de tasas y la recuperación de salarios y jubilaciones”. Por cierto, las ventas minoristas cayeron 11,6% en enero, 13 meses consecutivos de baja.

Economía estimaba que las exportaciones crecerían arriba de 20% en 2019. Y la realidad muestra que, por el contrario, caen. Bajaron 4,7% interanual en enero y la cosa va para peor -por el desfasaje dólar/inflación- a pesar de los pronósticos -basados en deseos imaginarios- del gobierno y muchas “consultoras” al punto de prometer un superávit comercial en 2019 al nivel del 2012.

Si todavía hubo superávit -no por mucho tiempo- de US$ 372 M en enero frente a los US$ 1.000 M proyectados, se debe a la recesión, la destrucción de la producción que logró que las importaciones cayeran 26,5%.

Pero el gobierno no se escapa de la realidad con sus solas fuerzas, además de las “consultoras” hay otros “expertos”. Por caso, cuando está claro que el problema es un exceso de Estado parasitario sobre el mercado cada vez más expoliado, la “mejor escuela de negocios”, ubicada en Pilar, propone ahondar el problema. En un informe afirma que “el rol contractivo de las erogaciones del sector público sobre gastos de inversión y consumo… brinda sustento a la contracción”.

O sea, la baja del gasto estatal provoca la recesión económica. Dios nos libre de estos “expertos”, como el FMI asegura que “se están logrando avances importantes”. Claro, al ser un banco (multi) estatal es, necesariamente, estatista y estatizante y, entonces, considera que la consolidación del Estado es un “avance”.

Divagues de lado, el diario económico global más prestigioso, The Wall Street Journal, en un editorial -“Brexiteers for Argentina”- asegura que “El Brexit no funcionará con el modelo económico… inflacionario de Argentina”, sino convirtiendo a Gran Bretaña “en un Hong Kong o Singapur, con baja regulación, bajos impuestos y libre comercio…”.

Según Came, de cada “$ 100 que entran a una pyme, 46 va a impuestos”, y queda mucho por sumar. Así, según O. Ferreres, la Inversión Bruta Interna Mensual cayó 5,6% interanual en 2018, y va para peor. Los Procedimientos Preventivos de Crisis se duplicaron durante el macrismo, y ahora se conocieron los casos de Coca Cola, Avianca, Editorial Atlántida, y Fate que asegura que el problema se agudizó con las retenciones a las exportaciones industriales -una alícuota del 8%- y la disminución del reintegro a dichas ventas.

 

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

The New Brazil: Philosophical Divisions Should Not Hinder Bolsonaro’s Free Society Agenda

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 19/2/19 en:  https://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2019/02/19/the-new-brazil-philosophical-divisions-should-not-hinder-bolsonaros-agenda/?fbclid=IwAR38F3NPOPe6X-Tg_v-jknvCxW_P7HvWjePPalqtz9zv6w1DSXwqYdYBWdg#64e45bc347ec

 

Brazil may soon become the fastest-growing of the major Western economies. This is not the first time that investors have looked to this South American giant with hopefulness. There is a temptation to think that Brazil is entering into a new phase not seen anywhere in the world since the Reagan-Thatcher revolution of the 1980s. The road ahead, however, will be difficult. Jair Bolsonaro’s government will face attacks from the outside and the inside.

Bolsonaro’s team includes policy experts and public officials who will aim to liberate the economic potential of the largest economy south of the U.S. border. Brazil’s GDP is equivalent to that of Mexico, Argentina and Chile combined; the economy of the city of São Paulo alone is larger than that of Chile. What happens in Brazil impacts the Americas, and so it requires close observation.

I had the privilege of previous collaborations with think tanks associated with the talented individuals who are now ministers of Economics, Education and the Environment. In other areas, such as Foreign Affairs (Ernesto Araujo) and Justice (Sergio Moro), the Brazilians have leaders with outstanding knowledge and experience. Sergio Moro earned world acclaim for his role in Brazilian transparency efforts. Araujo will shock the world both with his philosophical knowledge and his politically incorrect views and endorsement of many of the Trump administration’s policies.

Winston Ling and Jair Bolsonaro

President Jair Bolsonaro holding copies of «The Law» by Bastiat, and «Six Lessons of Economics» by Ludwig von Mises.  Ling was one of the first free-market businessmen that collaborated with Bolsonaro and his familyWINSTON LING

How did the stars align to produce such a change in the country responsible for the 21st-century socialism of the São Paulo forum? After decades of interventionist and left-wing populism, and with most media, universities and the world “establishment” against him, how did Bolsonaro and his allies do it? To understand and forecast historical changes I use a simple model that focuses on ideas, incentives, leadership and providence or luck. All played a role, but in this case leadership was a driving force.

I will start with Jair Bolsonaro, who, despite coming from the military, listened to business and policy leaders who have been working fearlessly and unceasingly to promote a free society and a free economy. Many deserve credit but I will just mention three of them: Winston Ling, Helio Beltrão and Salim Mattar.

A couple of years ago, Winston Ling told me, in confidence, that he saw potential in Bolsonaro and that he was introducing him to outstanding economists of the Chicago tradition. Ling is the oldest of three Brazilian-born brothers who, with different talents (their father sent them to three different schools), have been helping to build Brazil. Winston is a strategist and can be defined as a “Jesuit-trained follower of Ayn Rand.” In addition to business, he always had a keen eye for investments in intellectual entrepreneurs and activists.

Ling was involved in the free-market movement in Brazil in the 1980s but grew disillusioned and reached the conclusion that the biggest enemies of freedom were big business owners and executives. In the early ‘90s he came to the United States to build a factory. A decade later, he moved to Shanghai, which disconnected him from the freedom movement in Brazil.

But in 2016, when China began to become to tighten its grip on intellectual debates and the Brazilian left was being challenged, Ling saw an opportunity and returned to Brazil. He told me that his early support for Bolsonaro was “against the majority of my free-market friends. I suffered huge amounts of criticism, even from my family.” In the past, Bolsonaro had made comments that angered many. But Ling looked forward rather than backwards: “In order to fight the common enemy, I worked hard to maintain unity between the different factions: conservative Christians, anarcho-capitalists, classical liberals, objectivists [disciples of Ayn Rand], etc.” While other Randians (Rand’s philosophy belittles religion) rend their garments and avoid any alliance with Christians, Ling knew that Chicago economics, or Randian philosophy, was not enough to achieve victory. He understood that other voices and incentives were needed.

Another businessman and leading intellectual entrepreneur is Helio Beltrão, the founder and president of the Instituto Mises, Brazil. Helio is a “big tent” libertarian, open to conservatives, Christians and traditionalists. Ludwig von Mises is his principal inspiration in issues of economic theory, but Helio’s strategy is very much Hayekian. F.A. Hayek, who did three lecture tours in Brazil, stressed the importance of building alliances between defenders of free markets and defenders of tradition and religion. Beltrão has prepared a de-bureaucratization plan and remains very close to several government officials. He decided not to join the administration in order to continue working to preserve the ideological currents that are inspiring many in the current Brazilian leadership.

Helio Beltrão of Instituto Mises and lvmeditora.com.br

Through his think tank, Instituto Mises Helio Beltrão has been a driving force of free-market efforts. His publishing house LVM had record sales just before and after Jair Bolsonaro’s victoryHELIO BELTRÃO

The task of reducing bureaucracy and state-owned companies will fall to a businessman with a long track record of listening to the advice of free-market think tanks and intellectual entrepreneurs: Salim Mattar. He built a successful car rental company and, unlike Ling and Beltrão, joined the government as Secretary of Privatization (desestatizacão). He aims to sell $20 billion in state-owned assets during his first year. He will keep just a handful of companies, including Petrobras, in state hands.

It is because of businessmen like the above that many free-market advocates are part of the administration. For instance, Chicago -trained economist Paulo Guedes is Minister of Economics, and former think-tankers such as Ricardo Salles (Minister of the Environment) and Paulo Uebel (former president of Instituto Millenium, and now on Guedes’s team) have significant posts in the government. Brazil is a country that has green all over, even on its flag, and Salles’s vision is very much like the one that exists in the current White House: secure private property and prosperity can go hand-in-hand with a better environment. Progress, however, should not be sacrificed at the green altars of global environmental bureaucracies.

Winston Ling has worked hard to bring different factions of the free market movement into the Bolsonaro coalition

Winston Ling had been working quietly to bring outstanding economists closer to Jair Bolsonaro, here Ling with Paulo Guedes (Economy) and Salim Mattar (Privatization)PHOTO MONTAGE BY ALEJANDRO CHAFUEN WITH WINSTON LING PHOTOS

Few things are more important than quality education, especially in countries that need to liberate the creative potential of the poor. The brilliant choice of Ricardo Vélez Rodríguez as Minister of Education may have enormous positive implications. Vélez, well known in free-society circles, was born in Colombia but earned academic degrees in Brazil and established his career there. A prolific author, Vélez has been influenced by philosopher and historian Antonio Paim (1927- ). Paim started as a Communist Party member and was educated in Moscow. Now in his 90s, Paim is a guiding light of Brazilian classical liberalism. Vélez is also well known abroad: he is on the editorial board of Portuguese magazine Nova Cidadania and has participated in numerous symposiums conducted by the Liberty Fund, the Indianapolis-based foundation that has helped educate and connect countless freedom scholars.

Describing some of the new champions of the free economy in the legislature, like Marcel Van Hattem, only 33, and Kim Kataguiri, who recently celebrated his 23rd birthday, deserves another article. They received huge support from voters and can both be described as conservative in values and free-market in economics. Only a small fraction of the legislature are direct supporters of Bolsonaro, so those who support free-markets founded a multi-party “Free Market Caucus.” They will sponsor and promote bills advocating fewer state interventions as well as de-bureaucratization. In the economic arena, few things are more needed than reform of Brazil’s Social Security pension system. As a recent hike in milk tariffs shows, the road to success will not be without its bumps and contradictions.

I have mentioned businessmen, economists and young politicians. On another occasion I will delve into other players such as the military Evangelicals and conservative Catholics. They played and continue to play an important role. In the world of ideas, apart from Antonio Paim, I have highlighted the inspiration of the Chicago and Austrian schools, and that of Ayn Rand, as providing the vision for a new era of Brazilian capitalism. I have yet to mention influential Brazilian political philosopher Olavo de Carvalho.

I began following Carvalho’s writings at the beginning of this century, when he started Midia Sem Mascara, a website publication which is now dormant. The clarity of his encyclopedic thought, direct style and communication talent has led thousands to his views. His following in social media beats all Brazilian free-market think tanks. Carvalho has 732,000 followers on Instagram and more than 500,000 followers and subscribers on Twitter, Facebook and YouTube. Not bad for a philosopher writing from self-imposed exile in Virginia. With more than two decades influencing young Brazilians, he has a loose but influential network that would take considerable time to describe. For starters, in addition to foreign minister Araujo, others who follow his writings include Eduardo Bolsonaro (son of the president), Filipe G. Martins (international secretary of the president), and Silvio Grimaldo, working for Vélez in education.

It is important to have policy leaders well versed in different political and economic philosophies. But to preserve the coalition that brought Jair Bolsonaro to power, and increase its chances of success, it is better that no one group gain a monopoly. The stars that aligned for Bolsonaro’s victory – the philosophers, economists and strategists – should continue competing and collaborating as they are. They should not revolve around a single “sun,” or thinker, but around the goal of a Brazil under ordered liberty.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

El papa Francisco no se dejó usar por Maduro

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 21/2/19 en: https://www.lanacion.com.ar/2222073-el-papa-francisco-no-se-dejo-usar
 

El autoritario líder venezolano Nicolás Maduro, empantanado en un país profundamente dividido al que su desafortunada gestión inicial de gobierno ha quebrado económica y socialmente, salió de pronto en busca de poder envolverse en la sotana del papa Francisco.

Para así «usarlo» políticamente, incluyéndolo en una presunta «mediación» que le permitiera abrir un diálogo con la oposición a su gobierno, tildado por una amplia mayoría de los venezolanos de «usurpador». Porque su pretendida «relección» en las amañadas elecciones de mediados de 2017 no puede naturalmente tenerse por válida. Nicolás Maduro procuraba burdamente que el Papa de alguna manera lo «legitimara» en su presunto segundo «mandato» presidencial, pese a que el ex camionero y torpe político venezolano está hoy indeleblemente teñido de usurpación.

Pero esta vez el papa Francisco mantuvo una prudente -e inteligente- distancia. Y no se involucró, sin «pisar ningún palito».

Le contestó a través de una carta de fecha 7 de febrero pasado, que fuera «filtrada» al público desde el diario influyente italiano «Corriere della Sera». Se cuidó enormemente, teniendo seguramente en cuenta que la Conferencia Episcopal de Venezuela ha fracasado en sus distintos intentos de poder conversar seriamente con Nicolás Maduro. Lo que ha sido reiteradamente denunciado por el valiente cardenal primado venezolano, Baltazar Porras, un crítico constante del dictador venezolano, que denuncia sus distintos abusos y persecuciones y sostiene que el único poder legítimo es el del Parlamento venezolano, desde que sus integrantes han sido libremente elegidos por el pueblo.

Pero lo hizo emitiendo, de paso, algunas señales importantes, bien ostensibles, que definen de alguna manera su visión de lo que sucede en el angustiado país caribeño.

La primera de ellas aparece en el inicio mismo de su carta, en la que no se dirige a Nicolás Maduro llamándolo «presidente», sino meramente «Señor Nicolás Maduro».

La segunda es aún más dura, cuando le recuerda -con toda altura- a Nicolás Maduro que no es confiable, desde que en el pasado sus palabras, luego de lo que se decidiera en reuniones específicas en las que participara, no fueron sin embargo «seguidas por gestos concretos». Esto es muy parecido a decirle simplemente que no tiene palabra; esto es, que carece de toda credibilidad. Duro. Pero las cosas han sido efectivamente así. Lo que -para el Papa- es, cuanto menos, «desafortunado».

La conclusión casi inevitable de esas dos señales parecería ser que, para el Papa Francisco, las condiciones para una «mediación» pontificia presumiblemente «no están dadas». Por ahora, entonces.

Inmadurez política

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2019/02/inmadurez-politica.html

 

En un nuevo año electoral, luego de una destrucción sistémica económica y política de la Argentina en manos de esa secta terrible que se llama peronismo, se sigue hablando todavía de la posibilidad de un retorno de la misma al gobierno. Mucho he escrito sobre la tragedia que significó para el país dicha secta tremebunda, en especial en su última versión protagonizada por el nefasto matrimonio Kirchner.
Por primera vez en muchos años se los desalojó democráticamente del poder ejecutivo, pese a que continúan insertos en los dos poderes restantes (legislativo y judicial) y prosiguen instalados y manejando los medios masivos de difusión en una medida para nada despreciable a través de pseudo-«periodistas» adictos. Infiltrados, además, en todos los sectores sociales.
Pero lo más triste de todo es la contracultura creada por Perón y que se enraizó en buena parte del electorado argentino. La contracultura de naturalizar la corrupción, el robo, el vivir de la dádiva que el estado-nación regala generosamente a quien nada trabajó, aportó, ni produjo, ni desea hacerlo tampoco. Porque se le ha enseñado que «la sociedad» (es decir, los que trabajan y producen) les «deben todo». Y que eso representa para el recipiendario un «derecho». Esta falacia ha calado hondo en el espíritu de muchos argentinos.
Semejante mentalidad, que comparten socialdemócratas y populistas, que no son más que dos extremos de un mismo espectro, y que encuentra su matriz en el socialismo utópico primero y continúa históricamente con el marxismo, es la que conforma el sustrato cultural argentino, y de allí sus derivados en las áreas de política y economía.
El gobierno de Cambiemos (una socialdemocracia de tipo desarrollista) quiso conciliar su accionar político con el populismo legado por sus antecesores peronistas, esta vez en su versión K. Pero, como ya explicamos, si el desarrollismo es inviable en el largo plazo, el populismo lo es en el mediano. Y si se los combina, se trata de un coctel fatal.
Quienes amamos las instituciones y defendemos la república no podemos menos que estar preocupados por el rumbo al que conducen al país esas ideologías trasnochadas (nos referimos ahora a la socialdemocracia y al populismo) ensayadas una y mil veces, no sólo en la historia argentina sino mundial.
En lo económico, el común denominador (como expusimos tantas veces) es el intervencionismo estatal en todos los campos posibles. Según la concepción desarrollista del gobierno de Cambiemos orientado, precisamente, al desarrollo integral del país, sobre todo en materia de obras públicas, de infraestructura industrial, vial y habitacional preferentemente. Para el populismo, en cambio, la injerencia estatal debe dirigirse hacia otros objetivos, esta vez puramente asistencialistas, ya que detrás de esa mecánica se esconden intenciones exclusivamente electivas, habida cuenta que el populismo está encauzado por una lógica del poder por el poder mismo, lo que le lleva a conquistar -con los instrumentos que fueren necesarios («el fin justifica los medios»)- una clientela electoral cautiva, es decir, un clientelismo que sólo puede lograrse ganando el favor y el voto de los más necesitados a quienes las dádivas populistas están destinadas, y a quienes se trata de convencer que gozan de un «derecho» sobre el fruto del trabajo ajeno.
Subyace, pues, en todo este entramado ideológico, la teoría de la explotación marxista, que dice que los pobres son pobres por culpa de los ricos, falsedad que -desde que Montaigne en el siglo XV la formulara filosóficamente- fue aceptada casi sin discusión por todas las generaciones posteriores en prácticamente todas partes del mundo. Esta idea es la que se oculta en el inconsciente colectivo, si es que puede hablarse de tal cosa.
El poco o nulo nivel del debate público (que puede constatarse diaria y fácilmente tanto en la TV, radio, como internet) es otra muestra más de inmadurez cívica, ya sea por su superfluidad como por la trivialidad de los «conceptos» y «análisis» (si es que pueden recibir estas denominaciones tan calificadas para los que se ven, leen o escuchan) que se exponen por parte de los actores políticos (en realidad más actores que verdaderos «políticos»), panelistas de baja monta y opinólogos baratos.
Dado el cuadro de situación actual, todo parece indicar que la próxima contienda electoral será una confrontación entre más populismo o menos populismo. Si se elige por populismo con desarrollismo, la opción será la continuidad de Cambiemos, si es, por el contrario, o sea populismo puro y duro, implicará una vuelta al peronismo, con las terroríficas consecuencias que ya conocemos, y que una mirada retrospectiva histórica (remota y reciente) nos podrá demostrar fácilmente a quien lo haga.
Que Argentina en esta época tenga que debatirse entre cual versión de populismo sería la «mejor» sin contemplar ninguna otra alternativa diferente a esa, indica -a mi modo de ver- el tremendo grado de inmadurez política del electorado, tanto potencial como real.
Pero en el momento actual, tal dilema es insoslayable, porque el votante no observa ninguna otra disyuntiva más que la señalada.
Y, habida cuenta que todo político no es más que un producto de la sociedad en donde este emerge, si la demanda electoral es por populismo, la oferta responderá con más populismo. Simple. Caso contrario, no se ganan las elecciones.
En los países maduros políticamente no se estaría discutiendo en los mismos términos que se lo hace en la Argentina. Y no sólo políticamente, sino también económicamente. Es cierto que el populismo existe a nivel mundial, pero las versiones más fascistas del populismo -como lo es el peronismo- no tienen cabida real en ningún sistema político actual del orbe.
Y esto va más allá de la figura del candidato, porque lo que en definitiva importa, es el sustrato ideológico que (sea quien sea lo porte) va a determinar las acciones políticas precisas a imponer.
En realidad, la reversión de la transformación contracultural que significó el peronismo para desgracia de la Argentina es algo que parece que va a llevar mucho tiempo, y que necesite quizás (esperemos que no) de algún suceso traumático.
Por lo pronto, el escenario inmediato que tenemos por delante no ofrecerá demasiadas sorpresas: tendremos más o menos populismo conforme al signo político que resulte triunfante.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

LA FILOSOFÍA COMO ADORNO

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 24/2/19 en: http://gzanotti.blogspot.com/2019/02/la-filosofia-como-adorno.html

 

(Del libro «La hermenéutica como el humano conocimiento», punto 8 del cap. 5, https://www.amazon.es/hermen%C3%A9utica-como-humano-conocimiento-ebook/dp/B07NNX8HPZ ).

No, no como Adorno. Como adorno.

En efecto, la famosa cuestión de qué lugar ocupa la filosofía en la cultura actual es dramática: sencillamente ninguno, precisamente porque nuestro horizonte actual oscila entre el positivismo y el post-modernismo. El primero sigue buscando el santo grial de los datos y el segundo ha renunciado a la razón. Obviamente no hay lugar para la filosofía en nuestro mundo.

Los científicos naturales y sociales siguen creyendo, casi todos, que de los datos surgen las hipótesis y que los diversos testeos empíricos “prueban” las hipótesis. Así son formados los doctorandos y así se hacen tesis cuya aporte teórico es casi nulo.

Lo que sigue salvando (aparentemente) a la filosofía es que es consumida como un adorno o entretenimiento de alto valor. Siguen circulando libros y videos de historia de la filosofía con la intención de hacer “más cultas” a las personas, mientras lo esencial, su trabajo profesional positivizado, no sea demasiado “entre-tenido” por el lujoso “producto”. La filosofía sigue ad-mirando, sigue estando rodeada por un aurea de misterio y respeto, pero por su dificultad. Ser filósofo hoy es como hablar K´icheé[1]. Es admirable, sí, pero primero, estudia Inglés. La filosofía es hoy como antes era la educación de los sectores altos anglosajones para la mujer: lecciones de piano y de Francés.

No nos quejemos por ende de que la filosofía no interese. Su sola introducción como “formación humanística” en medio de las materias “verdaderamente importantes” de las carreras tradicionales es una muestra de incluso quienes la defienden lo hacen como si fuera un florero, y sus argumentos para demostrar la utilidad del florero nunca terminan de cerrar. Así es el triste destino, también, de quienes la tratan de enseñar en esas condiciones.

Por supuesto, no faltará quien me diga, y muy bien, que la filosofía no es “útil”, sino contemplativa, como muy bien defendió Sciacca[2]. Es que claro, no me estoy refiriendo a “utilidad” en el sentido de la razón instrumental. Me estoy refiriendo a la unión entre la razón y la vida, que tanto defendieron Husserl y Ortega y Gasset[3].

La mejor manera hoy de abrir a la filosofía es hablar de los temas más profundos de la economía, de la política, de las ciencias, y cuando se perciba que el testeo empírico no tiene allí nada que decir, subir hacia la filosofía de la economía, de las ciencias o de lo que fuere no como un techo, sino como el único suelo en el cual se puede hacer tierra. ¿Está América Latina explotada por el capitalismo o su endémica pobreza está causada precisamente por la falta de capitalismo? Inútil es irse a los famosos “índices”. La pobreza, en cierto modo, es la misma para un marxista y un liberal clásico que sean ambos honestos. El asunto es cuál es su causa. Y allí todo debate empírico es inútil hasta que no vayan a si es verdad o no la teoría marxista del valor, y para resolverlo tendrán que ir a la filosofía: ¿Hegel o Aristóteles? O sea: ¿Marx o Menger? Sólo la filosofía puede responderlo. Si alguien responde “entonces no se puede” es o positivista o post-moderno. Positivista si sigue buscando los famosos datos que sean independientes del horizonte filosófico; post-moderno si afirma que ambos paradigmas son coherentes internamente pero incomunicables. Y todo este libro ha intentado, precisamente, salir de esa dicotomía.

¿Es el universo determinado, exacto, o indeterminista? ¿Tiene realmente un margen de azar o el azar es un mero término para nuestra ignorancia? La indeterminación onda-partícula, ¿está en la realidad o es un producto de nuestro conocimiento? ¿Qué interpretación de la Física Cuántica es la correcta, la de Copenhague o la realista? Es inútil que midamos o hagamos matemáticas: la mecánica de Newton y la mecánica cuántica, ambas en sus parámetros, encajan. Para resolverlo hay que hacer filosofía de la Física. O sea, filosofía, y darse cuenta, como explicaron Koyré y Popper[4], que la Física depende esencialmente de la Historia de la Filosofía.

Mientras no se tenga conciencia de esto, la filosofía seguirá siendo un adorno lujoso en medio de todo lo “realmente” importante. Hay que barajar y dar de vuelta, organizar las formas de estudio de una manera totalmente diferente, modificar de raíz las llamadas carreras tradicionales “y enfrentar” si es necesario, con nuestros propios recursos, a una demanda de mercado que no nos responda. Pero como no estamos en una sociedad libre, como estamos en una sociedad donde más que nunca el estado-nación-weberiano-instrumental ha monopolizado la oferta educativa y la ha impuesto coactivamente, no podemos hacer eso. La única transformación que queda por el momento es que las empresas comiencen a contratar personas que tengan resultados pedagógicos concretos y NO los títulos oficiales del sistema formal. Pero estamos lejos.

La filosofía como adorno es cara y puede morir en cualquier momento. La filosofía, en cambio, no, porque es esencial a lo humano. Pero mientras tanto, circulará por los mundos underground, por los blogs, por redes sociales, por encuentros interpersonales genuinos tan vitales como el amor, y por toda pastillita roja que nos saque para siempre de la Matrix.

[1] Saquix, Candelaria: Gramática k´icheé, Cholsamaj, 1997, Guatemala C. A.

[2] Sciacca, M.F.: Historia de la filosofía, Luis Miracle, Barcelona, 1954. Introducción.

[3] Ortega y Gasset, J.: ¿Qué es filosofía?, Espasa-Calpe, Madrid, 1973.

[4] Popper, La teoría cuántica y el cisma en Física, op.cit, y Koyré, A.: Koyré, A.:  Del mundo cerrado al universo infinito. Buenos Aires: Siglo XXI, Buenos Aires, 1979;  Estudios galileanos, Siglo XXI, Buenos Aires, 1980;  Estudios de historia del pensamiento científico; Siglo XXI, Buenos Aires, 1988; Pensar la cienciaPaidós, Barcelona, 1994.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Venezuela, After Liberation: Justice

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 23/2/19 en: https://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2019/02/23/venezuela-after-liberation-justice/#5309f92160b8

 

Liberation should be coming soon for Venezuela. After liberation will come celebration. Almost immediately should come justice. Punishing the culprits will be difficult, but it will be easier than making restitution to all the victims.

Problems of justice fall under (a) commutative justice (justice in transactions and contracts) and (b) distributive justice (what every participant should contribute to decisions that have a “common” cost, and how much each should receive from the “common pool”).

The usual topic of justice in post-socialist transitions is the restitution of private property to its legitimate owners. Such restitution, though, seems a topic for commutative justice. If the confiscated property came under state control, however, part of the restitution should also be guided by principles of distributive justice.

As St. Thomas Aquinas—in line with Aristotle’s thought—clarified, the role of this justice is to distribute “common goods proportionately.”[1] This is totally different than taking from the rich and giving to the poor, a perverted concept of distributive justice. The late-scholastics, Aquinas followers who focused more on economics, argued that profit, salaries and rents were topics of contract law, a part of commutative justice, it is not the government’s task to determine them.

Under the horrors of 21st-century socialism, Venezuela has suffered many common violations of distributive justice. Favoritism is a typical one of these. Some concrete manifestations of favoritism are nepotism and cronyism. It is an injustice in the distribution of common goods when one party is preferred to another not by reason of merit but for another undue cause, such as family relationships. Multiple accusations have surfaced against family members of government officials, and these will have to be investigated.

Corruption, which often goes hand in hand with favoritism, is another violation of distributive justice. High inflation, overregulation, high taxes and confusing tax structures are powerful corrupting incentives, especially in countries with high inequality. Such cases have always led to widespread tax evasion, justifying a large informal economy and undermining respect for the rule of law. Sadly, giving restitution to all victims of inflation and unjust regulations is impossible and would create further victims and distributive injustices. Venezuela has high rankings of corruption, inflation and overregulation. In the rule of law index compiled by the World Justice Project it ranks last in the world. In economic freedom, only North Korea rans worse.

Another strong incentive to corruption is differential exchange rates and official exchange rates that diverge from free-market rates. These are easy to evade, can enrich bureaucrats and their associates, and – from the standpoint of natural law – appear so artificial that those who violate their regulations feel justified in their attempts. A merchant who declares that he is exporting less than he really is could be violating rules and lying, but the foreigners who buy from him see nothing wrong when asked to pay the total value to a foreign account or a subsidiary owned by the merchant. I believe that this factor was a primary contributor to the corrupt practices of Venezuelan socialists and their allies.

Some damages—such as confiscation of property with insufficient compensation—can be calculated more or less justly. It will not be simple, though. Someone from whom a piece of land was unjustly confiscated, for example, may receive it back with its productive capacity almost intact; while, on the other hand, someone who lost an industrial enterprise or a factory that was then allowed to fall into ruin, or was not maintained or kept up to date, might likely receive an industry that can only generate losses. Only exception is when it owned valuable brands and other intellectual property. I found cases such as these during transitions away from communism in Central and Eastern Europe. Justice was never served.

We then have cases where some received payments for their expropriated assets while others did not. Take the case of steel companies, such as Sivensaand Sidetur, confiscated by the Chávez regime with no compensation to their owners. It is difficult to calculate the value of these businesses before the socialist debacle, but some place it at almost $1 billion. On the other hand, Sidor, the steel company created by the Venezuelan state, was later privatized by President Caldera in 1997 and then renationalized by the Chávez regime in 2008. Compensation of nearly $2 billion was paid. The owners of the Ternium company (which received the compensation), have been accused of paying bribes to the Venezuelan government during these transactions.

I know of another case in Venezuela in which the dictatorial regime tried to resort to legal finagling to confiscate a large rural estate. Government agents tried to go back to property titles from the colonial period (back to 1493!) to argue that the land should belong to the state. The family fought in court, and, as happens in such cases, the government offered to back down in exchange for an under-the-table payment. The family members got together and honorably decided that they would prefer to lose everything rather than become accomplices of evil.

A useful guide for those who advocating for restitution is the website Un País de Propietarios (A Country of Property Owners), a project of the leading free-society think tank in Venezuela, CEDICE. It has a list of many of the regime’s violations of justice and offers a place for citizens to file their complaints. There are many, however, that we will not be able to calculate and restore adequately. The damage caused by shattered dreams, professional careers cut short, deteriorated health and families torn apart is impossible to calculate. In Latin American countries that fought against communist guerrillas and in which socialists or their sympathizers then came to power, “justice” granted large compensation to former subversives. In the same fashion, countless Venezuelans should receive recompense from the state for harm to civilians caused by the Chávez and Maduro governments. Once socialism falls, the new Venezuelan government will have resources coming from the restoration of government, as well as the resources it can recover from the guilty. But these will never be enough, and unequal treatment of victims is something that can affect the post-transition period. Three decades have passed since the fall of the Berlin Wall, and these debates continue today in post-communist countries.

Those making transition plans urgently need to carry out comparative analyses of similar experiences in order to identify which victims should be favored. Some of the more realistic transition plans envision the privatization of much of Venezuela’s petroleum production. A portion of these resources, like others that liberation could produce, should be structured so as to benefit the most easily identifiable victims. But given the need to achieve economic growth fairly quickly, it is certain that only part of the victims will be able to receive what is owed them.

Regarding the guilty who profited from the 21st-century socialist regime, again it will be difficult to punish everyone. A distinction will have to be made between those who established relationships with the regime in order to continue operating their companies and those who, at the other extreme, created fictitious companies or used their own companies for unjust and corrupt profit. Some businessmen received privileges such as monopolies in certain places, or special permits in the exchange and financial markets. If these businessmen are not punished, they should at the very least bear disproportionate moral responsibility for helping during the transition.

One possibility is to focus the corrective work of distributive justice on the most serious cases. A typical remedy in post-communist countries was that of prohibiting those most at fault from occupying public posts and certain business posts for a period of time. A case that Venezuelans ought to study is how the Brazilian justice system took up the theme of corruption in Odebrecht and Petrobras.

My recommendation to those responsible for justice during the transition is (1) not to neglect themes of distributive justice; (2) to work immediately to create an assessment committee made up of people who are beyond reproach and who have successful experience in these cases; and (3) to lend support to institutions with credibility in topics of justice and morality. For this assessment committee, from the Americas I would invite experts from Brazil and Chile. From the rest of the world I would include Central and Eastern European policy actors.

To create support for decisions regarding distributive justice, it will be imperative to gain the support of the Catholic episcopate. They have played an exemplary role during these troubling times. Before being clouded by the populist and statist view of social justice, the non-socialist tradition of distributive justice took shape in the Catholic Church. Bishops and committed laypeople from this tradition must be the ones who bring back true distributive justice and help to rebuild Venezuela, aiding those who need forgiveness and those who build a healthy consensus.

[1] St. Thomas Aquinas, Summa theologiae, II-II, q. 61, a. 1.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

Fluctuación sucia en Argentina, ¿al garete?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 19/2/19 en: https://independent.typepad.com/elindependent/2019/02/fluctuaci%C3%B3n-sucia-en-argentina-al-garete.html

 

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A diferencia de un sistema de tipo de cambio fijo ―donde los bancos centrales tienen que proporcionar la cantidad de moneda extranjera que se necesite para financiar los desequilibrios de la balanza de pagos, al tipo de cambio vigente―, un sistema de tipo de cambio flexible requiere que los bancos centrales se abstengan de intervenir, y la relación cambiaria se ajuste para igualar oferta y demanda de divisas.

Sin embargo, en la literatura económica se describe la modalidad de tipo de cambio flexible o fluctuante que opera en la Argentina de hoy: fluctuación intervenida o sucia. En tal sentido, la autoridad monetaria interviene comprando o vendiendo divisas, en un intento de influir en los tipos de cambio, aunque solo bajo determinadas condiciones.

El plan del BCRA consiste en frenar la expansión monetaria hasta el mes de junio de 2019 mediante una zona de no intervención cuyos límites, desde septiembre pasado, fueron fijados entre 34 y 44 pesos, respectivamente, con un ajuste inicial mensual del 3% recalibrado al 2,2%, en el mismo lapso, hacia diciembre pasado. Si el dólar pasa del límite superior, el organismo podrá vender hasta 150 millones de U$S diarios para tratar de contenerlo. De lo contrario, si el dólar se deprecia por debajo de 34, el BCRA podrá comprar reservas internacionales y decidirá cuándo esterilizar dichas compras.

Se trata de un fuerte control de la base monetaria (billetes y monedas en poder del público, billetes y monedas en entidades financieras más los depósitos de los bancos en el BCRA). Pero todo el sistema depende de un indicador crucial, el premio de su contrapartida, la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliq). Mediante este instrumento, el plan persigue un doble objetivo: reducir la inflación y evitar la volatilidad cambiaria.

Ante la mirada optimista del gobierno, los datos estadísticos de enero encendieron las primeras luces de alarma sobre el primer objetivo, la inflación. El índice de precios comenzó el sendero a la baja desde la implementación del nuevo plan en el mes de septiembre, con 6,5% mensual, pero modificó su tendencia hacia el mes de enero, con un  2,9%, y avivó  la incertidumbre sobre la meta cambiaria.

Frente a la evidencia, y a la zaga de los acontecimientos, el Banco Central limitó la tenencia de Leliq por parte de los bancos, a fin de evitar que fondos llegados desde el exterior en forma de capitales «golondrina» aprovechen las tasas que ofrece el instrumento para luego «fugarse» con rapidez. Con esta modificación se dispuso limitar el máximo de Leliq que un banco puede tener en su poder, al 65% de los depósitos de sus clientes o al 100% del patrimonio del banco. ¿Alcanzará?

¿Cuál será el costo que pagará la plaza local cuando se reviertan los buenos vientos hacia mercados emergentes? Las mesas de dinero de Argentina recomiendan ahora ser muy cautos con el “carry trade” y los vientos favorables son vistos como transitorios.

Lo más importante según la ortodoxia económica abreva en la visión de Robert Mundell y Marcus Fleming, en lo que se conoce como el Modelo de Mundell-Fleming. En ausencia de intervención cambiaria (los autores hablan de un tipo de cambio plenamente flexible, aunque los efectos pueden verse atenuados y hasta desvirtuados bajo el presente escenario de flotación sucia), un tipo de cambio flexible implica un balance pagos en equilibrio. La primera implicancia establece que cualquier déficit de cuenta corriente debe ser financiado con entradas de capital privado, y cualquier superávit con salida de capital.  Es decir, los ajustes del tipo de cambio aseguran el equilibrio de las cuentas corriente y de capital.  Ahora, la segunda implicancia y la más contundente esencia de inequidad del sistema consiste en que solo hay un tipo de interés con que se equilibra la balanza de pagos: aquel que iguala el tipo de interés interior con el del resto del mundo. De lo contrario, habrá entradas o salidas infinitas de capital únicamente mitigadas por el “trade off” rentabilidad-riesgo.

En síntesis, las bandas buscan soslayar el ancla nominal, en este caso el tipo de cambio, ya que no están dadas las condiciones de hecho económicas para que la divisa norteamericana fluctúe libremente y tienda a converger hacia su verdadero precio. Cotización que no es ni más ni menos que la que se establece bajo las condiciones que subyacen en la economía nacional.

Hasta tanto no exista la convicción de que es imprescindible solucionar la cuestión fiscal, y ello presupone prescindir de las transferencias de recursos, en grado superlativo, hacia los beneficiarios del sistema (políticos, sindicalistas, jueces, etc.), poco  podrá hacerse agregando énfasis en la política monetaria. Tal vez ayude recordar las palabras del expresidente del BCRA, Federico Sturzenegger, quien dijo, “Nuestra capacidad desde el Banco Central para contribuir al bienestar de la sociedad es dotarla de una moneda con poder de compra estable como resultado de un entorno de baja inflación. No podemos lograr casi ningún otro objetivo.” De lo contrario, la experiencia de la flotación sucia flotará, pero lo hará al garete como en tantas otras ocasiones de nuestra empobrecida historia.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.