Dolarizar Argentina es posible y deseable

Por Adrián Ravier.  Publicado el 29/4/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/04/29/dolariza-argentina-es-posible-y-deseable/

Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

Los datos del IPC de este primer trimestre 2023 muestran que Argentina ya ha superado la inflación del 100% para los últimos doce meses.

Resumiendo la historia reciente, la convertibilidad de 1991 a 2001 le ha dado a la Argentina los 10 últimos años de estabilidad monetaria. El kirchnerismo (2003-2015) cambió las reglas, y con ello volvió la inflación. Federico Sturzenegger, bajo el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), fracasó en el último intento de configurar un programa de estabilización. Y bajo el gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) se han sucedido diversos ministros de economía que jamás tuvieron en carpeta la idea de estabilizar los precios, y si lo hicieron, fue a través de un fallido intento de controlar algunos precios. La situación actual, sin embargo, no es una excepción por una sucesión de malas gestiones de la moneda. Desde la creación del Banco Central de la República Argentina en 1935 esta situación de inestabilidad ha sido la norma.

Las propuestas de dolarización se habían multiplicado hacia fines de la década de 1990 como consecuencia del posible abandono de la convertibilidad. De hecho, Carlos Menem llegó a proponerla primero en 1999 ante la devaluación de Brasil, y luego como su plan de gobierno en 2003, cuando abandonó el ballotage que lo hubiera enfrentado a Néstor Kirchner. Entre aquellas propuestas quizás la que más ruido hizo fue la de Steve Hanke, un economista extranjero que contribuyó a que otros países tomaran ese camino, como fue el caso de Ecuador y El Salvador. En ese mismo momento, el propio Domingo Cavallo, padre de la convertibilidad, había rechazado la propuesta, lo mismo que la mayoría de los economistas locales, con escasas excepciones.

En la coyuntura de los últimos años las propuestas vuelven a emerger, aunque ahora con una representación más local. Por un lado, junto a Nicolás Cachanosky presentamos una propuesta de reforma del sistema financiero en 2014, pero el gobierno de Mauricio Macri la ignoró. Emilio Ocampo, también con Nicolás Cachanosky, presentaron una propuesta más completa en un libro de reciente publicación titulado “Dolarzación. Una solución para la Argentina”. Junto a Jorge Avila y Osvaldo Schenone, también publicamos otro libro con un carácter un poco más institucional titulado “Populismo, restricciones constitucionales y dolarización oficial para Argentina”. Y se puede mencionar también la propuesta de Alfredo Romano en otro libro titulado “Dolarizar”. Los tres libros contienen diferencias en el margen, pero resuelven muchos de los mitos que hoy circulan entre los críticos.

Comencemos por definir las dos posibilidades de dolarización. La primera implica mantener el peso, y plantear un sistema bimonetario, donde la circulación del dólar no tenga restricciones. Implica por supuesto eliminar el cepo cambiario, pero además suprimir el curso forzoso. Los argentinos podrían realizar contratos en la moneda que deseen, sea el peso o el dólar, pero también se abre una competencia entre muchas otras monedas. Como decía Friedrich Hayek en un libro titulado “La desnacionalización del dinero”, bajo este esquema operaría la Ley de Gresham, en la cual la moneda buena desplazará a la moneda mala. Presuponemos que los argentinos utilizarán los pesos para realizar sus pagos de impuestos y gastos, pero dejarán el dólar para otras funciones como reserva de valor. Si además el Banco Central propone una regla en la que no seguirá expandiendo la cantidad de pesos en circulación, entonces el esquema podría ir permitiendo que Argentina reduzca la tasa de inflación mes a mes, sin generar temor en gran parte de la población.

El obstáculo que algunos economistas observamos en esta propuesta es que un futuro populismo no tiene más que romper esa regla para volver a abusar de la posibilidad de monetizar los desequilibrios presupuestarios, lo que nos devolvería a la inflación en un futuro cercano, reduciendo previsibilidad a quienes quieran invertir en el país.

La segunda propuesta es un poco más audaz, pues implica eliminar el peso. Para ello se le pedirá a los argentinos algo que ya hicieron en 1991 cuando se estableció la convertibilidad. En aquella oportunidad los argentinos se presentaron a la caja de un banco y cambiaron sus australes por dólares a una tasa de cambio de 10.000 australes por 1 peso. La ley de convertibilidad a su vez fijaba una paridad de 1 peso = 1 dólar. No sólo ello. El Banco Central además estaba imposibilitado de imprimir nuevos pesos, si no se sumaba nuevos dólares en reserva.

En estos tiempos de la era digital la conversión sería bastante más sencilla, pues bastaría un click en home banking para gran parte de la población para convertir sus tenencias en pesos por dólares a la tasa de conversión pre-fijada.

La pregunta que surge aquí es posiblemente la que más preocupa a la población, y a muchos economistas. ¿Cuál sería la tasa de conversión elegida en un país que no tiene dólares? Para quien escribe es curioso que haya economistas profesionales que sostengan que no hay dólares en Argentina. La respuesta, sin embargo, abre varias opciones, pues la tasa de conversión dependerá de numerosos factores políticos que varían de acuerdo a quienes construyen sus propuestas. Veamos algunos de estos.

Quizás la primera cuestión es manifestar el volumen de pesos que hoy circula en la economía, o el que potencialmente circulará el 10 de diciembre de 2023 cuando emerja eventualmente en las urnas el próximo Presidente con ánimo dolarizador. Estos pesos implican el circulante que utilizamos los argentinos para transacciones, pero también todos aquellos pesos que los argentinos o algunos instituciones argentinas han depositado a plazo fijo en los bancos, los que a su vez, depositaron este dinero en el Banco Central animados por una atractiva tasa de interés. La preocupación es tal que puede ocurrir que para el momento de intentar dolarizar los pasivos del Banco Central multipliquen por cuatro el circulante para transacciones. ¿Cómo es posible que alguien pretenda dolarizar esta cantidad de pesos sin dólares en reserva?

La respuesta técnica a esta pregunta tiene muchas opciones también, pero la más pertinente hoy es la que han ensayado Ocampo y Cachanosky en el libro mencionado. Para analizar este esquema debe observarse el Balance del Banco Central, donde estos pasivos se ven respaldados por una serie de activos cuya cotización en el mercado es muy baja, pero que eventualmente bajo un gobierno que genere mejores expectativas, podría intentarse canjearlos por nuevos activos a una tasa de interés menor. La idea es interesante en lo político porque implicaría una menor devaluación de la que muchos analistas proponen, al mismo tiempo que se evita que los depositantes pierdan sus activos, o se les deprecien.

Aquí emerge entonces un elemento clave. El gobierno dolarizador no puede plantear simplemente un esquema de dolarización a secas. Esa medida fracasaría de inmediato. La medida debe plantearse en el marco de un esquema integral que incluya entre otras medidas un presupuesto base cero, el equilibrio o mejor aun un superávit fiscal, la baja de impuestos, la desregulación de varias áreas claves de la economía incluyendo la legislación laboral, la apertura económica, una reforma previsional y la privatización de una serie de empresas públicas hoy deficitarias. En este esquema Argentina abriría un espacio de optimismo entre inversores que tendrían interés en apostar por un país que hoy está lejos de aprovechar su potencial.

Si este cambio de reglas ocurre, entonces dolarizar es posible y deseable. Es posible porque Argentina podrá acceder a una cantidad de dólares que permitan sustituir el circulante en pesos. De ahí en adelante los argentinos harán sus contratos en dólares, los trabajadores cobrarán dólares, los impuestos se pagarán en dólares, e incluso el gasto público será en dólares. El Banco Central estará cerrado y el peso dejará de circular como de hecho lo hizo el Austral.

En mi paso por Ecuador en 2020, invitado para participar de los 20 años de dolarización, tuve la oportunidad de conversar con varios expertos en la materia entre quienes destaca Gabriela Calderón. Esta economista me comentaba -en función de su experiencia ecuatoriana- que luego de dolarizar, los dólares que los residentes argentinos tienen hoy debajo del colchón, en cajas fuertes, cajas de seguridad, o incluso en otros países como Uruguay o Suiza, podrán emerger en Argentina para comprar los activos cuyo valor hoy están deprimidos. Argentina es un gigante dormido, y su potencial es abismalmente mayor que el que se observa hoy.

Algunos críticos afirman que si Argentina avanzará en todos estos frentes entonces no necesita introducirse en este esquema de dolarización. El problema es que el programa de estabilización que se requiere como contrapartida tomaría bastante más tiempo del que puede disponer el próximo gobierno para estabilizar la moneda. Ya hemos visto la experiencia de Sturzenegger, quien técnicamente comprendía la causa monetaria de la inflación. La dolarización tiene muchas ventajas, una de las cuales es precisamente la estabilidad inmediata del nivel de precios. Sin este objetivo cumplido, es muy difícil poder avanzar en los otros frentes.

Decíamos además que la dolarización es deseable. Lo es porque eleva el costo de des-dolarización. No fue tan difícil romper con la convertibilidad, aun cuando los argentinos votaron a Fernando De la Rúa en 1999 para que hiciera lo posible por sostenerla. Aquí se utiliza el ejemplo del ex Presidente Correa en Ecuador, quien deseaba recuperar el Sucre y con ello las políticas inflacionarias y devaluatorias, pero el ecuatoriano lo rechazó. Es posible que ante un gobierno populista futuro el argentino manifiesta una preferencia por el dólar, que ya no se le derretirá en las manos.

Es deseable, además, porque al eliminar la inflación y el riesgo de devaluación, la Argentina tendrá tasas de interés de un dígito, lo que implica recuperar el crédito y con ello el crecimiento económico. Este plan integral de gobierno implicaría un cambio radical en las reglas de juego, lo que permitirá tener una década de expansión económica que no se ha visto en los últimos tiempos.

Existen otros argumentos falaces que arrojan los críticos y confunden a la opinión pública, como el caso de Carlos Melconian, quien afirma que 180 países tienen Banco Central. Podría argumentarse que España, Italia, Francia, Portugal, Irlanda hoy no disponen de un Banco Central que le permita monetizar sus desequilibrios presupuestarios. España abandonó la peseta, y eso le permitió terminar con la inflación y las devaluaciones, lo que le permitió experimentar un crecimiento inédito en su economía en las dos décadas siguientes. No ignoro, por supuesto, la importancia del aspecto comercial de la Unión Europea, pero es por ello que Argentina tiene que acompañar la reforma con la apertura económica y la integración comercial con otros bloques económicos extra-Mercosur.

Otros críticos observan que Argentina perderá soberanía y pasará a depender de Estados Unidos. Personalmente no veo a España perdiendo soberanía por más que haya renunciado a la peseta.

Por lo pronto, Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real, y pienso que es una reforma posible y deseable que pueden contribuir a ordenar una herencia que es muy costosa para el pueblo argentino.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Sigue a @AdrianRavier

Una cosa es la teoría y otra la práctica

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/4/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/04/22/una-cosa-es-la-teoria-y-otra-la-practica/

Todo, absolutamente todo lo que hoy disponemos y usamos es fruto de una teoría previa, es decir, de un sueño, de un ideal, de un proyecto aún no ejecutado

Gustave Le Bon

Gustave Le Bon

Lo consignado en el título es repetido como una cantinela permanente. Tomado literalmente es una verdad de Perogrullo pero lo que en realidad se quiere decir es que la teoría no resulta relevante puesto que lo importante es la práctica. Pero resulta que las cosas son exactamente al revés. No hay acción sensata que no esté respaldada en una buena teoría, de allí lo dicho por Peter Drucker en cuanto a que “nada hay más práctico que una buena teoría”.

Hay dos planos de acción que es perentorio clarificar y precisar. Esta diferenciación de naturalezas resulta decisiva al efecto de abrir cauce al progreso. Constituye un lugar de los más común -casi groseramente vulgar- sostener que lo importante es el hombre práctico y que la teoría es algo etéreo, más o menos inútil, reservado para idealistas que sueñan con irrealidades.

Esta concepción es de una irresponsabilidad a toda prueba y revela una estrechez mental digna de mejor causa. Todo, absolutamente todo lo que hoy disponemos y usamos es fruto de una teoría previa, es decir, de un sueño, de un ideal, de un proyecto aún no ejecutado. Damos por sentado nuestros zapatos, el uso del avión, la televisión, la radio, internet, el automóvil, el tipo de comida que ingerimos, las medicinas a que recurrimos, los tipos de edificaciones, la iluminación, las herramientas, los fertilizantes, plaguicidas, la biogenética, la siembra directa, los sistemas políticos, los regímenes económicos etc. etc. Todo eso y mucho más, una vez aplicado parece una obviedad, pero era inexistente antes de concebirse como una idea de teoría en la mente de alguien.

Seguramente, en épocas de las cavernas, quienes estaban acostumbrados al uso del garrote les pareció una idea descabellada el concebir el arco y la flecha y así sucesivamente con todos los grandes inventos e ideas progresistas de la humanidad. En tiempos en que se consideraba que la monarquía tenía origen divino, a la mayoría de las personas les resultó inaudito que algunos cuestionaran la idea y propusieran un régimen democrático.

Los llamados prácticos no son más que aquellos que se suben a la cresta de la ola ya formada por quienes previa y trabajosamente la concibieron. Los que se burlan de los teóricos no parecen percatarse que en todo lo que hacen son deudores de ellos, pero al no ser capaces de crear nada nuevo se regodean en sus practicidades. Todo progreso implica correr el eje del debate, es decir, de imaginar y diseñar lo nuevo al efecto de ascender un paso en la dirección del mejoramiento. Al práctico le corren el piso los teóricos sin que aquel sea para nada responsable de ese corrimiento.

El premio Nobel Friedrich Hayek ha escrito que “aquellos que se preocupan exclusivamente con lo que aparece como práctico dada la existente opinión pública del momento, constantemente han visto que incluso esa situación se ha convertido en políticamente imposible como resultado de un cambio en la opinión pública que ellos no han hecho nada por guiar”. La práctica será posible en una u otra dirección según sean las características de los teóricos que mueven el debate. En esta instancia del proceso de evolución cultural, los políticos recurren a cierto tipo de discurso según estiman que la gente lo digerirá y aceptará. Pero la comprensión de tal o cual idea depende de lo que previamente se concibió en el mundo intelectual y su capacidad de influir en la opinión pública ordenada y gradualmente a través de sucesivos círculos concéntricos y efectos multiplicadores desde los cenáculos hasta los medios masivos de comunicación.

En todos los órdenes de la vida, los prácticos son los free-riders(los aprovechadores o, para emplear un argentinismo, los “garroneros”) de los teóricos. Esta afirmación en absoluto debe tomarse peyorativamente puesto que todos usufructuamos de la creación de los teóricos. La inmensa mayoría de las cosas que usamos las debemos al ingenio de otros, incluso prácticamente nada de lo que usufructuamos lo entendemos ni lo podemos explicar. Por esto es que el empresario no es el indicado para defender el sistema de libre empresa porque, como tal, no se ha adentrado en la filosofía liberal ya que su habilidad estriba en realizar buenos arbitrajes (y, en general, si se lo deja, se alía con el poder para aplastar el sistema), el banquero no conoce el significado del dinero, el comerciante no puede fundamentar las bases del comercio, quienes compran y venden diariamente no saben acerca del rol de los precios, el telefonista no puede construir un teléfono, el especialista en marketing suele ignorar los fundamentos de los procesos de mercado, el piloto de avión no es capaz de fabricar una aeronave, los que pagan impuestos (y mucho menos los que recaudan) no registran las implicancias de la política fiscal, el ama de casa no conoce el mecanismo interno del microondas ni de la heladera y así sucesivamente. Tampoco es necesario que esos operadores conozcan aquello, en eso consiste la división del trabajo y la consiguiente cooperación social. Es necesario sí que cada uno sepa que los derechos de propiedad deben respetarse para cuya comprensión deben aportar tiempo, recursos o ambas cosas si desean seguir en paz con su practicidad y para que el teórico pueda continuar en un clima de libertad con sus tareas creativas y así ensanchar el campo de actividad del práctico.

Desde luego que hay teorías efectivas y teorías equivocadas o sin un fundamento suficientemente sólido, pero en modo alguno se justifica mofarse de quienes realizan esfuerzos para concebir una teoría eficaz. Las teorías malas no dan resultado, las buenas logran el objetivo. En última instancia, como se ha dicho “nada hay más práctico que una buena teoría”. Consciente o inconscientemente detrás de toda acción hay una teoría, si esta es acertada la práctica producirá buenos resultados, si es equivocada las consecuencias del acto estarán rumbeadas en una dirección inconveniente respecto de las metas propuestas.

Leonard E. Read en su libro titulado Castles in the Air nos dice que “contrariamente a las creencias populares, los castillos en el aire constituyen los lugares de nacimiento de toda la evolución humana; todo progreso (y todo retroceso) sea material, moral o espiritual implica una ruptura con las ideas que prevalecen”. Las telarañas mentales y la inercia de lo conocido son los obstáculos más serios para introducir cambios. Como hemos señalado, no solo no hay nada que objetar a la practicidad sino que todos somos prácticos en el sentido que aplicamos los medios que consideramos corresponden para el logro de nuestras metas, pero tiene una connotación completamente distinta “el práctico” que se considera superior por el mero hecho de aplicar lo que otros concibieron y, todavía, reniegan de ellos los que, como queda dicho, hicieron posible la practicidad del práctico.

Como queda dicho, afirmar que “una cosa es la teoría y otra es la práctica” es una de las perogrulladas más burdas que puedan declamarse, pero de ese hecho innegable no se desprende que la práctica es de una mayor jerarquía que la teoría, porque parecería que así se pretende invertir la secuencia temporal y desconocer la dependencia de aquello respecto de esto último, lo cual no desconoce que la teoría es para ser aplicada, es decir, para llevarse a la práctica. Por eso resulta tan grotesca y tragicómica la afirmación que pretende descalificar al sostener aquello de que “fulano es muy teórico” o el equivalente de “mengano es muy idealista” (bienvenidos los idealistas si sus ideales son nobles y bien fundamentados, en este sentido, el presente artículo también podría haberse titulado “La importancia de los idealistas”).

Si se desea alentar el progreso debe enfatizarse la importancia del trabajo teórico y el idealismo, y no circunscribirse al ejercicio de practicar lo que ya es del dominio público. Por ello resulta tan estimulante el comentario de George Bernard Shaw cuando escribe que “Algunas personas piensan las cosas como son y se preguntan ¿por qué? Yo sueño cosas que no son y me pregunto ¿por qué no?”.

En política se suele decir que no resulta posible aplicar lo que aún no se ha entendido, por ende debe conformarse con una dosis menor de lo que resulta mejor lo cual para nada significa bajar la vara de lo que se estima es óptimo solo que resta tiempo para “educar al soberano”. Esa es la gran faena de los intelectuales: correr el eje del debate de los políticos vía la previa influencia en la opinión pública.

En este contexto resulta de gran interés subrayar la capacidad y unicidad de cada persona al efecto de desarrollar sus potencialidades en busca del bien y así contribuir a la formación de teorías adecuadas para ponerlas en práctica. Lo extraordinario del ser humano es que cada uno es único e irrepetible en el cosmos aún teniendo en cuenta los pastosos experimentos con la clonación ya que el aspecto central del hombre no son sus kilos de protoplasma sino su psique que no es susceptible de clonarse puesto que excede lo puramente físico. Como hemos escrito antes, si esto último no fuera así, si estuviéramos determinados por los nexos causales inherentes a la materia, no habría tal cosa como proposiciones verdaderas y falsas, ideas autogeneradas, ni la posibilidad de revisar los propios juicios y el mismo debate sobre el determinismo carecería por completo de sentido puesto que la argumentación presupone el libre albedrío.

Entonces, aquellas condiciones únicas, aquellos talentos, vocaciones y potencialidades que son característica exclusiva de cada uno, deben desarrollarse para ser esa persona especial que cada uno es. En la medida en que el hombre renuncia al cultivo de sus condiciones particulares en dirección a la excelencia para asimilarse a lo que piensan, dicen y hacen otros, está, de hecho, abdicando de su condición natural para convertirse en una impostura humana. El hombre masificado es, en definitiva, un aglomerado sin perfil propio, es un conjunto amorfo e indistinguible del grupo.

No puede escribirse sobre este tema sin recordar a Ortega y Gasset, a Gustave Le Bon y, antes que ellos, a los horrores de la masificación señalados por Jerome K. Jerome (The New Utopia de 1891), Yevzeny Zamyatin (We de 1921). También cabe recordar las obras de OrwellAlduous HuxleyDavid Reisman (The Lonely Crowd), C.S. Lewis (The Abolition of Man) y, más contemporáneamente, el trabajo de Taylor Caldwell (The Devil´s Advocate). Todos ellos desde ángulos distintos y explorando diversas avenidas, ponen de manifiesto preocupaciones múltiples de lo que ocurre cuando el hombre se deja deglutir por lo colectivo.

Esta renuncia a ser propiamente humano, esta falsificación de nuestra naturaleza, esta grosera adulteración de la única especie conocida que posee el atributo de ser libre, conduce por lo menos a tres efectos que colocan al hombre en el subsuelo más sórdido y lastimoso que pueda concebirse. En primer lugar, se pierde a sí mismo y, por ende, no saca partida de sus potencialidades en busca del bien y, de este modo, amputa sus posibilidades de crecimiento y realización personal. En segundo término, priva a sus semejantes de disfrutar de aportes y contribuciones que reducen el espacio para la cooperación social recíproca. Y, por último, al fundirse en el conjunto, estos sujetos se embarcan en andariveles que conducen a la búsqueda del común denominador: a lo más bajo y embrutecedor, a las frases hechas, al acecho de enemigos, a la envidia y el resentimiento para con lo mejor, a la ausencia de razonamientos, a los cánticos agresivos, en suma, a la barbarie que siempre capitalizan los megalómanos sedientos de poder, todo lo cual, de más está decir, constituye un peligro manifiesto para la privacidad de quienes conservan un sentido de autorespeto y dignidad.

En La psicología de las multitudes, Le Bon escribe que “en las muchedumbres lo que se acumula no es el talento sino la estupidez”. Cuando lo mencionamos a Ortega en esta nota, naturalmente teníamos en mente La rebelión de las masas, pero, a nuestro juicio, los mejores escritos de este filósofo se encuentran recopilados en El hombre y la gente. Allí dice que “La gente es nadie […] Hoy se diviniza lo colectivo […] la sociedad, tiende cada vez más a aplastar al individuo, y el día que pase esto habrá matado la gallina de los huevos de oro”.

Desde la más tierna infancia, muchas son las personas que reciben un insistente adoctrinamiento para huir de la idea de ser distinto y se inculca hasta el tuétano la necesidad de parecerse al otro. Se crea así un complejo que aleja las posibilidades de sobresalir y se crea un acostumbramiento a mantenerse a toda costa en la media.

En gran medida nos encontramos con que hay la obsesión por aparecer “ajustado” a las conductas y pensamientos de los demás, por tanto, a convertirse en un hombre impostado que, a fuerza de imposturas, se transforma en los demás. Esa es la raíz de las crisis existenciales: la pérdida de identidad. John Dos Passos -uno de los novelistas estadounidenses más destacados del siglo veinte- sugiere que se “consulte hoy a cualquier sociólogo sobre el significado de la felicidad en el contexto social y seguramente responderá que significa ser ajustado”. La felicidad ya no sería la plena realización, sino la uniformidad con los otros y en dejarse arrastrar y devorar por el grupo en caída libre a un bulto inidentificable, antihumano y degradado. El hombre así se convierte en una caricatura grotesca, como decimos, en una lamentable impostura que amputa la posibilidad de explorar otras teorías.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Pensamientos en torno a la conciencia moral

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 25/3/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/25/pensamientos-en-torno-a-la-conciencia-moral/

Si los humanos fuéramos solo un conjunto de moléculas estaríamos determinados por los respectivos nexos causales inherentes a la materia por lo que no habría posibilidad de ideas autogeneradas, de revisar nuestras propias conclusiones, no tendría sentido la responsabilidad individual, ni la moral ni la misma libertad puesto que no habría tal cosa como libre albedrío

Sigmund Freud (1856 - 1939)

Sigmund Freud (1856 – 1939)

La conciencia tiene dos interpretaciones, la primera alude al reconocimiento de algo, a percatarse, a darnos cuenta de tal o cual cosa, mientras que la segunda remite a lo moral que en la parla común apunta a lo que se conoce habitualmente como “la voz de la conciencia” que escarba y explora lo que está bien y lo que está mal que ha sido tratado desde Aristóteles en cuanto al sentido de lo moral y lo inmoral o amoral y desde los estoicos se estudia la moral como una consecuencia de lo racional que luego fue precisado por autores como Adam Smith en La teoría de los sentimientos morales.

La moral es normativa, no describe sino que prescribe, no trata de lo que fue o lo que es sino de lo que debe ser. Una sociedad libre se basa en el respeto recíproco, en el reconocimiento de derechos como propiedades innatas del ser humano, generalmente denominados derechos naturales. En este contexto la moral puede verse en dos planos. El primero se refiere a las relaciones interpersonales que se circunscriben a la consideración por el derecho de cada cual y en un plano intrapersonal que es facultad de cada uno actualizar las potencialidades en busca del bien.

En este sentido, resulta pertinente precisar que a cada derecho corresponde la obligación de respetar la vida, la libertad y la propiedad lo cual no se condice con la imposición de pseudoderechos que implican arrebatar el fruto del trabajo ajeno.

Resulta de gran trascendencia percatarse que los seres humanos los caracteriza los estados de conciencia, la mente o la psique que no son materiales, es decir, la condición humana significa que no somos solo kilos de protoplasma, como queda dicho tenemos vida espiritual que se integra pero se diferencia de la materia. Si fuéramos solo carne y hueso, si fuéramos solo un conjunto de moléculas estaríamos determinados por los respectivos nexos causales inherentes a la materia por lo que no habría posibilidad de ideas autogeneradas, de revisar nuestras propias conclusiones, en rigor no habría posibilidad de proposiciones verdaderas y falsas, no tendría sentido la responsabilidad individual, ni la moral ni la misma libertad puesto que no habría tal cosa como libre albedrío. Seríamos loros, loros complejos pero loros al fin.

Antes he escrito sobre las más destacadas referencias bibliográficas en la materia pero en esta oportunidad hago un resumen muy telegráfico del asunto. Howard Robinson escribe que un profesional experto en anatomía puede describir al detalle la composición física de una persona pero no puede acceder a información solo reservada al sujeto como son sus sentimientos y pensamientos. John Eccles dice que “uno no se involucra con un argumento racional con un ser que sostiene que todas sus respuestas son actos reflejos”. Nathaniel Branden sostiene que “Una mente que no es libre de verificar y validar sus conclusiones, una mente cuyo juicio no es libre, no tiene modo de distinguir lo lógico de lo ilógico.” Roger W. Sperry apunta que “El fenómeno de la conciencia está concebido para interactuar y en gran medida gobernar los aspectos histoquímicos y fisiológicos del proceso cerebral.” Karl Popper insiste en que “Quien diga que todas las cosas ocurren por necesidad no puede criticar al que diga que no todas las cosas ocurren por necesidad ya que ha de admitir que la afirmación también ocurre por necesidad” y Max Planck, Antony Flew y John Hospers muestran las diferencias entre causas y motivos.

Entonces la conciencia moral es inseparable de la condición humana. El materialismo filosófico o determinismo físico opera a contracorriente de esta aseveración, una posición lamentablemente muy extendida en diversos campos del conocimiento, por ejemplo en la psicología que si bien se define como el estudio de la psique hay profesionales que la niegan. También hay penalistas imbuidos del determinismo que en consecuencia argumentan a favor de no castigar a los delincuentes porque no son responsables de lo que hacen. Hay economistas nada menos en línea con la teoría de la decisión que niegan el libre albedrío. Incluso hay autores que en otros campos han realizado contribuciones de peso pero rechazan el referido cimiento de la libertad como Steven Pinker.

También he escrito antes sobre Sigmund Freud pero al abordar la conciencia moral se hace necesario nuevamente aunque más no sea presentar un resumen telegráfico de este autor tan relevante para nuestro breve estudio. Sin duda, igual que lo que sucede con prácticamente todos los autores de renombre, Freud ha realizado aportes que han sido útiles para variados fines, por ejemplo, su preocupación para que personas que reprimen en el subconsciente hechos e imágenes que estiman inconvenientes puedan asumir los problemas y ponerlos en el nivel del conciente. También fue quien inició el método de asociación de ideas recurriendo al per analogiam incluso para la interpretación de sueños apartándose de una estricta exégesis e internándose en una suerte de hermenéutica onírica y de los sucesos de la vida en general.

Pero estos dos ejemplos resultan controvertidos puesto que hay quienes sostienen que muchas veces la llamada “represión” constituye un mecanismo de defensa para evitar daños mayores y que solo es constructivo que afloren los problemas si efectivamente pueden resolverse y no simplemente por el mero hecho de sacarlos a luz. A su vez, hay quienes sostienen que la interpretación analógica de diversos sucesos conduce a conclusiones tortuosas y equivocadas cuando, en verdad, una interpretación directa (o, si se quiere, literal) conduce a un mejor entendimiento de lo que se analiza.

Resulta muy difícil juzgar in toto a un escritor y cuanto mayor es la cantidad de sus obras, naturalmente mayor es la dificultad. Para emitir una opinión sobre un autor generalmente se alude a lo que se estima es el eje central de su contribución. De todos modos, no siempre es fácil la tarea puesto que en algunos casos se entremezclan en los aportes aspectos considerados positivos y negativos.

En el caso de Sigmund Freud nos parece muy apropiado e ineludible citar algunos de sus pensamientos para arribar a conclusiones rigurosas respecto a la conciencia moral. Por ejemplo, en Problemas de la civilización sostiene que, en el ser humano, debe “descartarse el principio de una facultad originaria y, por así decirlo, natural, apta para distinguir el bien del mal”, mas aún, en Tótem y tabú escribe que “las prohibiciones dictaminadas por las costumbres y la moral a las que nosotros obedecemos, tienen en sus rasgos esenciales cierta afinidad con el tabú primitivo” y, en el mismo libro, afirma que la negación de las relaciones incestuosas constituye “la mutilación más sangrienta, quizás, que se ha impuesto en todos los tiempos a la vida erótica del ser humano”.

Esto va para la moral y las costumbres pero también la emprende contra el sentido mismo de libertad a que nos venimos refiriendo, por ejemplo, en su Introducción al psicoanálisis donde se refiere a “la ilusión de tal cosa como la libertad psíquica […] eso es anticientífico y debe rendirse a la demanda del determinismo cuyo gobierno se extiende sobre la vida mental”. Al decir de C.S. Lewis, esta perspectiva, que convertiría al ser humano en meras máquinas, significaría “la abolición del hombre”, una posición -la de Freud- que adhiere al materialismo filosófico o determinismo que aquí comentamos.

En el epílogo al tercer tomo de su Derecho, legislación y libertad Friedrich Hayek escribe: “Creo que la humanidad mirará nuestra era como una de supersticiones básicamente conectadas con los nombres de Karl Marx y Sigmund Freud. Creo que la gente descubrirá que las ideas más difundidas del siglo XX -aquellas de la economía planificada basada en la redistribución, manejada por arreglos deliberados en lugar del mercado y el dejar de lado las represiones y la moral convencional y seguir una educación permisiva- estaban basadas en supersticiones en el más estricto sentido de la palabra”.

Hans Eyseneck señala en Decadencia y caída del imperio freudiano que “lo que hay de cierto en Freud no es nuevo y lo que es nuevo no es cierto”. Thomas Szasz y Richard LaPierre llegan a la misma conclusión en La ética del psicoanálisis y La ética freudiana respectivamente. Ronald Dabiez en su voluminoso tratado El método psicoanalítico y la doctrina freudiana señala que las ideas que Freud no comparte las considera “neurosis”, lo cual abre las puertas a peligrosas persecuciones bajo el manto del “tratamiento”. Por ejemplo, Dabiez explica que “la actitud de Freud frente a las creencias religiosas ha evolucionado en el sentido de una hostilidad cada vez más acentuada, al menos por la frecuencia de sus manifestaciones, puesto que, para Freud, la equiparación fundamental de la religión a la neurosis obsesiva se encuentra desde 1907″.

Entre las 673 páginas de una de las obras de Richard Webster titulada Why Freud Was Wrong, leemos que “Freud estaba convencido que la mente podía y debía describirse como si fuera parte de un aparato físico […] Freud no realizó ningún descubrimiento intelectual de sustancia […], sus hábitos de pensamiento y su actitud frente a la investigación científica están lejos de cualquier método responsable de estudio”. De este libro escribe James Liberman en el Journal of the History of Medicine que “hasta donde yo sé, es el mejor tratamiento del tema tanto en contenido como en estilo.”

Por otra parte, Lecomte du Noüy destaca en Human Destiny que “de arriba abajo en toda la escala, todos los animales, sin excepción, son esclavos de sus funciones fisiológicas y de sus hormonas y secreciones endoctrinales” pero, con el hombre, “aparece una nueva discontinuidad en la naturaleza, tan profunda como la que existe entre la materia inerte y la vida organizada. Significa el nacimiento de la conciencia y de la libertad […] La libertad no solo es un privilegio, es una prueba. Ninguna institución humana tiene el derecho de privar al hombre de ella”. De cada uno de nosotros depende el resultado de esa prueba y no de pseudodeterminismos del profesor vienés de marras que estarían fuera del ámbito humano.

Lo dicho no es para nada una refutación al psicoanálisis en general ni tampoco pretende negar valiosas ayudas de la psicología al efecto de entender los eventuales problemas de algunas personas y la psiquiatría que apunta a resolver las distorsiones en los neurotransmisores y desajustes químicos en general para lo que Freud en gran medida fue un pionero, de lo cual, como queda dicho, no se desprende que sus conclusiones en buena parte de la materia abordada sean pertinentes ni estén exentas de contradicciones y derivaciones inconvenientes como las señaladas en el presente análisis.

Por todo lo consignado debe subrayarse que la conciencia moral inexorablemente implica la psique como parte sustancial del ser humano de lo cual se deriva el libre albedrío, lo contrario convertiría la libertad en mera ficción.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Paul Johnson, el hombre y el autor

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/1/23 en: https://panampost.com/alberto-benegas-lynch/2023/01/22/paul-johnson-el-hombre-y-el-autor/?utm_content=buffer56efa&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

El historiador británico murió a los 94 años. Además de ser un muy prolífico autor –escribió cincuenta libros-, era de una calidez notable

Paul Johnson

Paul Johnson nos regaló un espléndido dibujo de su autoría tomado de la torre de los ingleses que fabricó durante esa estancia que conservamos como uno de nuestros buenos recuerdos. (Twitter)

El jueves 12 de este mes de enero murió el gran Paul Johnson a los 94 años. Lo invité en abril de 1991 a dictar conferencias cuando fui Rector de ESEADE. Como digo más adelante, ya lo había conocido unos años antes en la Universidad de Cambridge pero en esta ocasión me encontré más de cerca con un personaje que además de ser un muy prolífico autor –escribió cincuenta libros- era de una calidez notable. Con mi mujer entablamos una relación muy especial con la suya -Marigold con quien se casó en 1958- y con él seguí un estrecho vía epistolar. Su obra Historia del cristianismo abre con esta inscripción: “A Marigold, mi colaboradora permanente, mi más sabia consejera y mi mejor amiga.” Similar es su reconocimiento en The Birth of the Modern. Paul Johnson nos regaló un espléndido dibujo de su autoría tomado de la torre de los ingleses que fabricó durante esa estancia que conservamos como uno de nuestros buenos recuerdos.

En la visita de referencia a Buenos Aires me dedicó su libro Enemies of Society, dedicatoria que comienza “To my friend”, en esa obra apunta los errores del estatismo y la emprende con argumentos de gran solidez contra intelectuales tipo Herbert Marcuse y en general todo el marxismo y sus imitadores. Uno de los capítulos lleva el sugestivo título “Schools for Atilas” donde critica sistemas educativos autoritarios. También en ese libro se detiene a subrayar la importancia del lenguaje y lo disolvente que resulta para el pensamiento y la comunicación el degradarlo (parece escrito para hoy en relación a sandeces como el denominado “lenguaje inclusivo” y otras barrabasadas). Escribe en este contexto que “Aquellos que valoran el sentido de las palabras valoran la verdad y aquellos que tuercen el sentido del lenguaje estarán inclinados a propósitos antisociales.”

Paul Johnson deja cuatro hijos: Daniel que es periodista, Cosmo que es empresario, Luke que es ejecutivo de la televisión y Sophie editora también para programas televisivos. Paul en su época juvenil era de izquierda, por lo que fue editor de The New Stateman hasta que renunció al Partido Laborista y se mudó al Conservador al tiempo que denunciaba “el espíritu corporativista y totalitario” del estatismo que había comenzado a beber en su colegio de jesuitas, un cambio luego influido principal aunque no exclusivamente por Karl Popper, luego de lo cual recibió en su país la distinción de Comendador del Imperio Británico y en Estados Unidos la Medalla Presidencial de la Libertad y otras manifestaciones honoríficas en distintas partes del mundo.

El 2 de septiembre de 1984 pronunció una magistral conferencia en la reunión de la Mont Pelerin Society en la Universidad de Cambridge titulada “Nineteen Eighty-Four: a False Alarm?” donde muestra los aciertos de Orwell respecto a sucesos de aquel momento (para no decir nada del agravamiento de algunas facetas oscuras de hoy). Esta fue la primera vez que estuve con Paul Johnson y coincidentemente fue la oportunidad en la que la Mont Pelerin Society (la Academia Internacional, según Friedrich Hayek que fue uno de sus fundadores) me designó miembro de su Consejo Directivo. Esta disertación estuvo en línea con lo que había publicado cuatro años antes en la American Enterprise Institute traducida al castellano con el título de “La base moral del capitalismo”.

En todo caso resulta difícil poner en palabras una descripción de las características personales del pensador a que aludimos en esta nota. Como queda dicho su calidez era envolvente, su amabilidad y cortesía fueron su marca y en las largas conversaciones mostraba una mezcla de cultura y modestia que ponían en evidencia su calidad humana. Asimismo, era agradable en los debates e intercambios con intelectuales de otras corrientes de pensamiento lo cual no quita su pérdida de paciencia con la insolencia o los arrebatos que a veces surgen en estos ámbitos que lo ponían en un severo enojo.

No resulta posible en un texto periodístico poner de relieve la obra ciclópea de este escritor colosal pero podemos dar una idea aproximada de sus valores en algunos de sus trabajos recorridos a vuelo de pájaro. En este caso resulta ilustrativo reproducir cinco citas tomadas de los respectivos originales en inglés y con una sexta trabajé en la versión castellana, en total apenas poco más del diez por ciento de su producción, sin glosas para que el lector saque sus propias conclusiones.

En primer lugar de A History of the Modern World: “La carrera de Perón ilustra su esencial identidad con el fascista deseo de poder y algunas veces tomaba prestado ideas de Mussolini, Hitler, Franco y Stalin […] Mostró como manipular a la gente en un sistema de contar cabezas […] Como presidente, Perón trasmitió una demostración clásica en nombre del socialismo y el nacionalsocialismo y como destrozar la economía […] Llevó a cabo un asalto frontal al sector agrícola, el mayor recurso de capital argentino. Ya en 1951 había agotado las reservas y había descapitalizado al país […] Destrozó la Suprema Corte. Arrebató el sistema radial y a La Prensa, el gran diario latinoamericano.”

Segundo, de A History of the American People: “La creación de los Estados Unidos de América es la más grande de las aventuras humanas. Ninguna otra historia nacional contiene esas notables lecciones para los estadounidenses y para el resto del mundo […] Los tropiezos se deben principalmente al keynesianismo -otra palabra para el intervencionismo estatal […] De hecho, el libro de Keynes La teoría general del empleo, el interés y el dinero, proponía una moneda administrada por funcionarios dedicados a estabilizar precios que significan interferencias constantes de los gobiernos lo cual es parte del problema.”

Tercero, su extenso prólogo a The Voluntary City. Choice, Community and Civil Society una colección de quince autores compilados por Peter Gordon que objetan la existencia del monopolio de la fuerza refutando las nociones de bienes públicos, externalidades, el dilema del prisionero y la asimetría de la información. Allí Paul Johnson exhibiendo una mente abierta, juvenil y atenta a nuevos paradigmas, escribe que “Confío y envídio a los que vivirán para ver el cambio, en cincuenta años estaremos manejando las cosas de modo sustancialmnete diferente a lo que se hace hoy, respondiendo mucho más acertadamente a las necesidades humanas respecto a los métodos que hoy empleamos. El mundo no será Utopía pero para usar una expresión favorita de los victorianos, será un mejoramiento.”

Cuarto, en Historia de los judíos: “Los judíos han penetrado en muchas sociedades y han dejado su impronta en todas. Escribir la historia de los judíos es casi como escribir la historia del mundo […] Es una historia del mundo observada desde el punto de vista de una víctima culta e inteligente […] El judaísmo rabínico fue un evangelio del trabajo porque exigía que los judíos aprovecharan exhaustivamente los dones divinos. Exigía que los aptos y los capaces se mostraran industriosos y fecundos, entre otras cosas porque así podían afrontar sus obligaciones filantrópicas.”

Quinto, en Napoleón: “Chatobriand y Madame de Stäel fueron dos de los más dedicados enemigos de Napoleón […] Lamartine llamó a ´esta religión napoleónica el culto a la fuerza que está influyendo en el espíritu de la nación en lugar de la verdadera religión de la libertad´ […] El inglés más influyente del napolionalismo fue Thomas Carlyle que lo puso a Bonaparte en le centro de la escena en sus conferencias de 1841, Heroes and Heroe Worship […] El todopoderoso Estado de Napoleón fue concebido por su admirado Hegel que a su vez fue la raíz tanto del marxismo como del totalitarismo nazi […] Ningún dictador del trágico siglo veinte ha estado ajeno a los ecos napoleónicos, desde Lenin, Stalin, Mao Zedong a los tiranos como Kim Il Sung, Castro, Perón, Mengistu, Saddam Hussein, Ceausescu y Gadafi […] Los grandes males del bonapartismo fueron la deificación de la fuerza y la guerra, el todopoderoso Estado centralizado, el uso de la propaganda cultural y el manejo de pueblos en busca de poder personal e ideológico.”

Y por último, sexto, The Quest for God: “En la religión el antropomorfismo simplemente refleja las limitaciones de la imaginación humana […] La única forma de igualdad que es posible y deseable es la igualdad ante la ley […] Doctrinas conocidas como Teología de la Liberación. Esta es simple y absolutamente una herejía anticristiana, sin ninguna base moral […] La práctica del aborto nos remite a un problema importante. El fracaso de encontrar una alternativa de alimento espiritual, sistemas que son capaces de matar, los millones de niños a los cuales no les permitió nacer, mucho menos vivir igual que lo hizo Hitler, Pol Pot, Stalin o Mao […] El mal surge necesariamente de la magnificencia de Dios al conceder una libre voluntad a sus criaturas humanas […] permite escoger tanto el bien como el mal […] Esta es una línea de pensamiento seguida por Santo Tomás de Aquino y otros.”

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Acerca de una confusión lamentable

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 7/1/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/01/07/acerca-de-una-confusion-lamentable/

Cuando decimos que todos los liberales estamos agradecidos a Milei es una fórmula que no niega que cada uno se sienta representado por quien le de la gana (más tratándose de liberales)

Javier Milei en Moreno, el año pasado

Javier Milei en Moreno, el año pasado

Es muy lamentable que en los momentos tan peligrosos que vive nuestro querido país, irrumpa una persona que invariablemente da muestras de estar abrumada y fuera de sí debido al éxito notable de Javier Milei en torno a la difusión de las ideas liberales y haberlas puesto en el centro del debate público. Gracias a Javier, el interés y la adopción por las ideas de la libertad, se propagaron inicialmente de manera muy expansiva entre los jóvenes pero hoy ya han trascendido las generaciones y es un fenómeno transversal que se amplió a todos los rincones argentinos y también en el exterior.

Es cierto, como dice Alberto Benegas Lynch (h), que no ha habido un discurso más sólido del liberalismo en nuestro medio en el nivel político desde hace muchísimo tiempo. Es cierto que las contribuciones de la Escuela Austríaca no estaban suficientemente difundidas con anterioridad, lo cual ha sido especialmente trabajado por Milei con gran notoriedad. Además de sus detenidas elaboraciones sobre las formidables contribuciones de Carl MengerLudwig von MisesFriedrich HayekIsrael Kirzner y Murray Rothbard, Javier fundamenta todos sus aportes basado en el aspecto moral y extendiendo su análisis al homicidio en el seno materno -mal llamado “aborto”-, el ambientalismo y distintos aspectos caros que hoy peligran en nuestro medio como la división de poderes. Además, ha trabajado y presentado propuestas concretas en materia monetaria, fiscal, previsional, laboral y de comercio exterior.

Por citar solo un ejemplo (hay muchos que han sido vírgenes hasta el surgimiento de Milei en la escena política), nadie en este plano había propuesto la liquidación del banco central en línea con reiteradas sugerencias de los premios Nobel en economía Gary BeckerJames BuchananMilton Friedman y el antes mencionado Hayek. Es de gran interés mostrar que por más que el directorio de la llamada “autoridad monetaria” esté integrado por profesionales honestos y de buena voluntad, solo pueden tomar tres decisiones: expandir, contraer o dejar igual la base monetaria. Cualquiera de las tres decisiones, altera los precios relativos que, como es sabido, son las únicas señales con que cuenta el mercado para conocer donde es atractivo invertir y donde no hacerlo en el contexto de la disponibilidad de recursos siempre escasos y necesidades ilimitadas.

Javier Milei ha insistido hasta el cansancio que no ha venido “a guiar corderos sino a despertar leones”, lo último que pretende es ser “líder” que, por otra parte, ese término remite a lugares muy oscuros. Justamente Milei es un referente que irrumpe en la política para contribuir a que cada persona pueda liderarse a si misma.

Las disidencias en la mesa liberal son bienvenidas y es lo que ha nutrido a su pensamiento a lo largo de su historia. Tal como ha repetido Alberto Benegas Lynch (h) “los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único por lo que los intercambios de ideas son bienvenidos”. Esa idea no solo no reviste ninguna “inconsistencia” sino que, hablar de “ideología” es el antítesis del espíritu liberal, pero no en el sentido inocente del diccionario de “conjunto de ideas”, tampoco en el sentido marxista de la falsa conciencia de clases; sino como la aceptación generalizada de algo cerrado y terminado que no admite réplicas o refutaciones.

Estimo que en las delicadas circunstancias por las que atraviesa Argentina, no es el momento de hacer ejercicios de terapia o saciar rencores buscando pretextos absurdos para atacar a una persona que expone el ideario liberal de modo convincente. Nos vienen destrozando desde hace más de un siglo -incluso a veces con modales suaves- por lo que resulta indispensable tener la sabiduría de ser capaces de hacer un balance y observar de cerca cuáles son sus propuestas y, como es el caso, si se trata de medias que suscriben la libertad en todos los campos, es menester apoyar y no poner palos en la rueda.

Con estos permanentes ataques ajenos a un debate de ideas, Roberto Cachanosky queda expuesto a comentarios de los colegas. Basta tener un vínculo o un acercamiento con Milei para que Roberto la emprenda contra esa persona, incluso contra personalidades de peso, como el doctor Adrián Ravier y otros intelectuales de renombre, de grados académicos máximos y con contribuciones y reconocimientos en muy diversos campos. Roberto es una persona que básicamente se limita a comentar sobre las Leliqs y afines.

Alberto Benegas Lynch (h) ha dictado conferencias y participado en mesas redondas de prácticamente todos los centros cívicos de la Ucedé y participaba con Álvaro Alsogaray en la Academia Nacional de Ciencias Económicas de la que ambos eran miembros y también en reuniones familiares como ocurría en casa de mi abuelo que lo invitó a Alsogaray a incorporarse al Encuentro Republicano, lo cual aceptó con gusto. Gran trabajo llevó adelante don Álvaro lo cual no quita para nada los renovados méritos del esfuerzo de Javier.

No creo que haya que perder mucho más tiempo con estos asuntos, pero tal vez resulta útil estas observaciones en medio de la lucha por la libertad que afortunadamente no son solo de Milei en el nivel político, aunque es el más radical en sus propuestas. Independientemente de los próximos resultados electorales, el testimonio que deja Javier es colosal. La persuasión de almas y la cantidad de gente que ha abrazado las ideas de la libertad, no tiene registro. Ha dejado también un testimonio que provocó un giro notorio en el discurso de muchos otros que hasta el momento patrocinaban otras medidas muy a contramano del liberalismo.

Una recomendación que eventualmente pude resultar de provecho, es la lectura del discurso de incorporación de Alberto Benegas Lynch (h) a lo que es su tercera Academia Nacional votado por sus pares, esta vez la de Ciencias Morales y Políticas titulado “Fundamentos morales de la tradición de pensamiento liberal”, publicada con un prólogo sumamente elogioso de Loris Zanatta de la Universidad de Bologna.

Cuando decimos que todos los liberales estamos agradecidos a Milei, sabemos que hay quienes se dicen liberales pero son un esperpento, aquella es una fórmula lo cual no niega que cada uno se sienta representado por quien le de la gana (más tratándose de liberales). De ahí la definición en cuanto a que “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida de otros”.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie

Fundamentos morales de la tradición de pensamiento liberal


Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/11/22
 en: https://independent.typepad.com/elindependent/2022/11/fundamentos-morales-de-la-tradici%C3%B3n-de-pensamiento-liberal.html#more

Discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (2 de noviembre de 2022)

Señor Presidente, miembros de esta Academia, señoras y señores. Agradezco en primer término la invitación para esta honrosa incorporación, agradezco también las muy generosas palabras de presentación de mi distinguido amigo y académico Manuel Solanet y le rindo tributo una vez más a mi padre quien fuera presidente de esta Corporación que con su infinita paciencia y perseverancia me mostró “otros lados de la biblioteca”, lo cual me permitió explorar avenidas muy poco trabajadas en nuestras aulas universitarias. También me familiaricé con esta Academia por pertenecer al Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales y por haber pronunciado alguna conferencia en el Instituto de Política Económica.

Soy consciente que el origen del nombre de esta Academia proviene del uso de la expresión “ciencias morales” para referirse a las ciencias sociales por contraste con la denominada en épocas remotas como “filosofía de la naturaleza” para aludir a las ciencias naturales. De todos modos, en el contexto actual el plano moral que apunta a las relaciones sociales hace alusión a los vínculos intersubjetivos puesto que los intrasubjetivos escapan a aquella esfera, por ello es que con razón se ha dicho que el derecho es un “minimun de ética”. El campo del fuero interno que no se vincula a las relaciones con el prójimo es privativo de cada cual.

En esta línea argumental es del caso subrayar que a todo derecho corresponde una obligación. Si una persona obtiene en el mercado mil, hay la obligación universal de respetar ese ingreso, pero si ganando lo dicho el aparato estatal le entrega dos mil esto se traduce en que se habrá confiscado el fruto del trabajo ajeno por la diferencia, lo cual constituye un pseudoderecho. Desafortunadamente en gran medida en la actualidad vivimos la era de los pseudoderchos a contracorriente de la mejor tradición constitucional que desde la Carta Magna de 1215 se apuntaba a la limitación del poder para hoy convertirla en no pocos casos en una carta blanca a un Leviatán desbocado con la consiguiente destrucción de marcos institucionales civilizados y el consecuente empobrecimiento moral y material.

Este desvío se debe a lo que viene ocurriendo en muchos facultades de derecho en las que no egresan abogados -que significa defensor del derecho- para producir memorizadores de legislaciones, párrafos e incisos pero sin la menor idea de mojones y puntos de referencia extramuros de la ley positiva con lo que el precepto republicano de la igualdad ante la ley muta en igualdad mediante la ley donde la guillotina horizontal hace estragos. En lugar de abrir paso a que los que mejor sirven a sus semejantes obtengan ganancias y los que yerran incurran en quebrantos, se establece un sistema nefasto que iguala en la mediocridad y en la miseria, solo permitiendo que ladrones de guante blanco mal llamados empresarios puedan explotar al prójimo con privilegios y mercados cautivos fruto de una cópula hedionda con el poder de turno.

Por su lado, en la mayor parte de las cátedras de economía se persiste en enseñar modelos incompatibles con procesos abiertos de mercado -neoclásicos y keynesianos por igual- tal como lo han reconocido, entre muchos otros, dos de las figuras que han sido las más representativas de aquella tradición: Mark Blaug y John Hicks. El primero escribe en Appraising Economic Theories que “Los Austríacos [se refiere a la Escuela Austríaca] modernos van más lejos y señalan que el enfoque walrasiano al problema del equilibrio a los mercados es un cul de sac, si queremos entender el proceso de la competencia más bien que el equilibrio final tenemos que comenzar por descartar aquellos razonamientos estáticos implícitos en la teoría walrasiana. He llegado lentamente y a disgusto a la conclusión de que ellos están en lo correcto y que todos nosotros hemos estado equivocados.” El segundo consigna en Capital y tiempo que “He manifestado la afiliación Austríaca de mis ideas, el tributo a Böhm- Bawerk y a sus seguidores es un tributo que me enorgullece hacer. Yo estoy dentro de su línea, es más, comprobé, según hacía mi trabajo que era una tradición más amplia y extensa de lo que al principio parecía.”

En uno de mis primeros libros fabriqué una definición de liberalismo que tengo la satisfacción que intelectuales que aprecio mucho la usan y dice que “el liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros”. Esto en modo alguno remite a que suscribamos el proyecto de vida del vecino, incluso nos puede resultar repugnante pero si no hay lesiones al derecho de terceros no es posible recurrir a la fuerza en una sociedad libre. Más aun, la prueba de fuego de la tolerancia se pone en evidencia cuando no se emplea la violencia a menos que, como queda dicho, se infrinjan derechos. En realidad la expresión “tolerancia” infunde cierto tufillo inquisitorial, por eso es más apropiado recurrir a “respeto” ya que los derechos no se toleran, se respetan. Este es el modo de dar paso a la convivencia civilizada y la cooperación social donde los actos privados están reservados a la responsabilidad y consciencia de cada uno. Este es el eje central de la moral en el sentido antes enunciado. Todo lo que lo altere es inmoral e inaceptable en una sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana). Es en esta dirección por lo que las constituciones liberales resumen su aspecto medular en el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.

En este sentido es pertinente señalar que los derechos de propiedad son la base de las relaciones pacíficas y productivas. Sin propiedad, como pretenden los marxistas y sus imitadores, no hay posibilidad de contabilidad, de evaluación de proyectos y de cálculo económico en general. Para ilustrar con un ejemplo extremo, si se ha abolido la propiedad no hay precios ya que estos son el reflejo de arreglos contractuales en transacciones donde se intercambian derechos de propiedad, si se decide eliminar la propiedad decimos no se sabe si conviene construir los caminos con oro o con asfalto y si alguien mantiene que con el metal aurífero es un derroche es porque recuerda los precios antes de la antedicha abolición. Los precios son los únicos indicadores en los mercados para conocer donde invertir y donde no hacerlo. Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todo para todos todo el tiempo, es indispensable la institución de la propiedad al efecto de asignar del mejor modo los siempre escasos recursos puesto que, de lo contrario, el despilfarro atenta contra el nivel de vida de todos pero muy especialmente contra el de los más vulnerables. Las tasas de capitalización -es decir, maquinaria, instalaciones, equipos y conocimiento relevante- son la única causa de crecimiento de salarios e ingresos en términos reales, esa es la diferencia entre países ricos y pobres.

Viene ahora un tema muy poco entendido y es la versión moderna de la economía en contraste con la mirada socialista de entenderla como circunscripta a lo monetario, a lo material, a lo crematístico, para en cambio abarcar toda la acción humana. Esta es la visión comenzó con la Escolástica Tardía, la primera camada liberal de la Escuela de Salamanca. La segunda la formaron los diputados a las Cortes de Cádiz donde ocurrió el bautismo oficial de la palabra “liberal” como sustantivo para oponerse a los “serviles”, hasta entonces el uso generalizado de aquél término era como adjetivo. Los integrantes de aquella camada original fueron pensadores de la talla de Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria y sus asociados. Esta tradición luego fue ampliada por Hugo Grotius, Samuel Pufendorf y Richard Hooker, más adelante por Algernon Sidney y John Locke, contribuciones extendidas por la Escuela Escocesa de Adam Smith (especialmente en su primera obra titulada Teoria de los sentimientos morales), David Hume y Adam Ferguson para finalmente establecer otro salto cuántico por medio de los notables aportes de la Escuela Austríaca liderada por autores como Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard, aportes que a su vez han influido en múltiples vertientes de confección liberal.

Claro que cuando decimos “finalmente” tenemos que ser cautos puesto que como es sabido el conocimiento no es un puerto sino una permanente navegación, andamiaje conceptual muy bien ilustrado por el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, esto es, no hay palabras finales. El antes referido Karl Popper nos ha enseñado que el conocimiento tiene la característica de la provisonalidad sujeta a refutaciones. El positivismo mantiene que una verdad debe estar sustentada en la verificación empírica, pero como ha destacado Morris Cohen esa misma afirmación no es verificable empíricamente y, por otro lado, nada en la ciencia es verificable, como hemos subrayado es corroborable provisoriamente.

Esto para nada suscribe el relativismo que además de convertir en relativa esa misma postura, desconoce que una proposición verdadera demanda correlato entre el juicio y el objeto juzgado puesto que las cosas son independientes de nuestras opiniones. Todo lo cual no solo va para el relativismo epistemológico sino también para el hermenéutico tal como ha mostrado Umberto Eco y el cultural como explica Eliseo Vivas.

Todos los autores mencionados en la larga tradición liberal ya insinuada por Sócrates, la Grecia clásica, la Roma republicana y el common law inglés son desde luego susceptibles de revisión y desacuerdos. Como hemos repetido, los liberales no somos una manada y detestamos en pensamiento único, las desavenencias son bienvenidas pero siempre que el tronco moral del liberalismo se mantenga intacto cual es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, a saber, el respeto recíproco lo cual no significa abstenerse de criticar y opinar lo que se estime conveniente.

Respecto a lo que adelantamos del significado moderno de la economía, la referida Escuela Austríaca en sus diferentes vertientes ha puesto de manifiesto que toda acción significa elegir, optar y preferir entre diversos medios para la consecución de específicos fines o metas. Esto es precisamente la economización. Todas las acciones del hombre apuntan a obtener una ganancia, siempre psíquica y algunas veces también monetaria pero en toda ocasión el sujeto actuante especula con estar mejor desde su peculiar punto de vista respecto a la situación anterior al acto. Todos actuamos en nuestro interés personal, lo cual es una verdad de Perogrullo pues se lleva a cabo el acto porque está en interés de quien lo ejecuta. La acción puede ser ruin o noble pero todas las personas somos especuladores en el sentido que conjeturamos que vamos a incorporar valores que son mayores a los costos en que indefectiblemente incurrimos para obtener ese valor o ganancia subjetiva. El respeto a estos procesos lo vincula a la moral.

Entre muchos otros, Santo Tomás de Aquino explica magníficamente el tema del interés personal: “amarás a tu prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor al hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo moldeado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo, que al prójimo.” (Suma Teológica, 2da-2da, q. xxvi, art.iv), en consonancia con lo escrito por Erich Fromm en Man for Himself en cuanto a que “el valor supremo de la ética humanista no es la renuncia a si mismo sino el amor propio, no la negación del individuo sino su afirmación”. Es como dice el Padre Ismael Quiles en Como ser si mismo referido al absurdo de renunciar a si mismo: “Ser para no ser nada es una contradicción sin significado alguno” y muestra como “individualidad significa no dividido”, agregamos nosotros que la contradicción es similar a cuando se sostiene seriamente el imposible de “no hay que juzgar” como si esa aseveración no fuera un juicio.

En nuestro medio desde hace casi un siglo venimos aplicando con una monotonía digna de mejor causa las recetas fracasadas del estatismo desde las revoluciones militares fascistas del 30 y el 43. La adopción de la Constitución liberal de 1853/60 permitió un progreso moral y material en tierras argentinas que fueron la envidia del mundo. Los salarios del peón rural y del obrero de la incipiente industria eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. La población se duplicaba cada diez años, teníamos exportaciones a la altura de Canadá y los indicadores más relevantes solo comparables a Estados Unidos. Cuando nos visitó una delegación de la Academia Francesa en el Centenario, compararon los debates parlamentarios argentinos con los que tenían lugar en esa Corporación debido a la versación e independencia de criterio de los legisladores locales. Luego la sandez nacionalista y sus socios autoritarios irrumpieron en escena con los resultados por todos conocidos.

Alexis de Tocqueville en El antiguo régimen y la Revolución Francesa marca que es frecuente que en países donde ha reinado gran prosperidad eso se da por sentado y ese es el momento fatal porque ocupan espacios, especialmente en las aulas las corrientes opuestas. Esto ha sucedido en nuestro país, donde nos carcomieron las propuestas de la CEPAL, los keynesianismos, los socialismos llamados “cristianos”, los marxismos y demás recetas estatistas que todo lo invadieron frente a muchos abandonados que pensaron que otros eran los encargados de resolver problemas en lugar de cada uno preocuparse y ocuparse de lo que todos están interesados, en otros términos que se los respete no importa a que se dedique cada uno. Thomas Jefferson insistía que “el costo de la libertad es su eterna vigilancia” y Martin Luther King decía “no me asustan los gritos de los violentos, me aterra el silencio de los mansos”. Mansos que al decir de Miguel de Unamuno son “mamíferos verticales”, como dice Giovanni Papini “almas deshabitadas” o como expresa Mario Vargas Llosa individuos “sin mayor trastienda.”

Haciendo gala de la mayor de las hipocresías los politicastros proclaman sus barrabasadas como un acto de “solidaridad” sin entender que la caridad y la solidaridad se llevan a cabo con recursos propios y de modo voluntario. Recurrir al aparato estatal de la fuerza alegando lo dicho se traduce en un atraco puesto que cuando se dice que el gobierno debe hacer tal o cual cosa se esconde que son los vecinos violentados en el uso del fruto de sus trabajos. Ningún gobernante solventa nada con sus ingresos, más bien es común que se los lleve de manera delictiva. Tal vez entre todos los economistas quien se han pronunciado sobre el asunto con mayor claridad ha sido el premio Nobel en economía de 2002, Vernon L. Smith en su célebre ensayo titulado “On Price Formation Theory” y su insistencia en las suculentas equivocaciones por el desconocimiento de la clásica “mano invisible” del proceso de mercado donde las partes se benefician al tiempo que trasmiten información fraccionada y dispersa a través de los precios. Dice este galardonado que lo que hoy ocurre en gran medida es la insolente y a todas luces contraproducente “mano visible de los gobiernos” que irrumpe sustentados en “la arrogancia fatal” a que se refería otro premio Nobel en economía -el antes citado Hayek- que todo los destruye a su paso provocando daños muy especialmente sobre el nivel de vida de los más necesitados. Hay que evitar a toda costa las “mascaradas de libertad” de que nos habla el decimonónico Gaston Boissier.

Y si los politicastros fueran sinceros en sus preocupaciones por los que menos tienen deberían donar parte de sus remuneraciones y dietas, pero pretenden hacerlo recurriendo a la violencia con ingresos de otros. Por otra parte, es de gran interés estudiar lo sucedido allí donde impera la libertad en cuanto a las extraordinarias obras filantrópicas para ayudar a los más pobres, situaciones que desde el luego no tiene lugar en la isla-cárcel cubana y sus imitadores, siempre megalómanos enriquecidos con recursos malhabidos.

Decíamos que vivimos la era de los pseudoderechos a lo que agregamos que en buena parte esto se debe a la manía inmoral del igualitarismo de resultados sin percibir que es una bendición la desigualdad de cada cual desde el punto de vista anatómico, bioquímico y sobre todo psicológico, de lo contrario la división de trabajo y la cooperación social resultarían sumamente dificultosas pues todos tendrían los mismos talentos, gustos y vocaciones. La misma conversación resultaría en un tedio insoportable pues sería lo mismo que hablar con el espejo. En este punto se ha sostenido la inconveniencia de la herencia para lo cual se recurre a un desafortunado correlato con una carrera de cien metros llanos y se concluye que cada uno debería contar con los méritos que le permite su propio esfuerzo, habilidad y destreza deportiva pero no ser apoyado por lo que hacen sus ancestros, de ahí es que se objeta la trasmisión gratuita de bienes. Como bien ha mostrado Anthony de Jasay, esta metáfora deportiva es autodestructiva pues a poco andar los primeros en llegar a la meta se darán cuenta que su esmero ha sido inútil pues sus descendientes serán nuevamente nivelados en la próxima largada en la carrera por la vida. También como hemos apuntado, debe enfatizarse que las mayores rentas y patrimonios en una sociedad libre necesariamente trasmiten su fortaleza a los más débiles vía las antedichas tasas de capitalización. En cambio, todo impuesto a la herencia es un atentado directo al ahorro y la inversión y por tanto al nivel de vida. En el plebiscito diario del mercado la gente al poner de relieve sus necesidades decide las aludidas diferencias de ingresos y cuando nos referimos al mercado es pertinente indicar que no se trata de un lugar ni una cosa sino de un proceso en el que todos los humanos participamos: el sacerdote cuando compra la sotana, el verdulero cuando vende su producto, el cirujano cuando opera, al usar el celular, tomar un taxi y así sucesivamente.

La inmoralidad se extiende cuando se establecen impuestos progresivos, lo cual ha sido aplicado incluso en el denominado baluarte del mundo libre, a saber, en Estados Unidos a contracorriente de los valores y principios adoptados por los Padres Fundadores por lo cual esa medida requirió una reforma constitucional conocida como la Revolución del Año 13 por haber sido implementada en 1913 junto con la incorporación de la banca central que también requirió esa enmienda, tema sobre el que nos pronunciamos enseguida.

En todo caso, en materia fiscal como es sabido hay dos grandes formas tributarias: la proporcionalidad y la progresión. En el primer caso se trata de establecer tasas o alícuotas iguales con lo que naturalmente quienes demuestran mayor capacidad de pago realizan mayores desembolsos en valores absolutos. Sin embargo, el tributo progresivo remite a cuatro efectos negativos centrales. El primer lugar, son en verdad regresivos puesto que la carga recae principalmente sobre los marginales que se convierten en contribuyentes de facto debido a la contracción en los niveles de inversión de los contribuyentes de jure. Segundo, altera las posiciones patrimoniales relativas, es decir, las previas asignaciones de los siempre escasos recursos se reasignan en proporciones distintas de las establecidas por los consumidores lo que a su vez implica despilfarro que, como se ha apuntado, empobrece a la comunidad. Tercero, dificulta la tan necesaria movilidad social puesto que los que vienen ascendiendo dificultosamente desde la base patrimonial son castigados más que proporcionalmente lo que también establece una injustificada protección a los que se encuentran en el vértice de la mencionada pirámide. Por último, el gravamen progresivo constituye un castigo a la eficiencia.

Respecto a la banca central, aun suponiendo que los más idóneos y eficaces ocupen el directorio de esta institución estarán siempre embretados en uno de tres caminos: expansión de la base monetaria, contracción o dejarla inalterada. Pues cualquiera de las tres variantes desdibuja y distorsiona los precios relativos que, como queda dicho, son los únicos indicadores para conocer las prioridades de la gente por lo que estas manipulaciones indefectiblemente empobrecen. Si la banca central es independiente de los dictados del Ejecutivo o Legislativo, las aludidas desfiguraciones se harán independientemente y si se conjetura que se procederá como hubiera preferido la gente, no hay razón para la intromisión con el ahorro de honorarios, pero la manera de saber que activo monetario prefiere el público es dejar que se exprese. Por eso es que premios Nobel en economía como el referido Hayek, Milton Friedman, James M. Buchanan y Gary Becker han propuesto la liquidación del banco central y la abrogación del curso forzoso para dejar de lado el fetiche de la denominada “autoridad monetaria” que en su cartas orgánicas estipula la preservación del poder adquisitivo de la unidad dineraria aun que ningún banco central de la historia ha hecho semejante cosa, comenzando con el Banco de Inglaterra y continuado con todos los creados durante el siglo veinte, responsables de haber provocado la crisis de los años 30 y sucesivas debacles enancadas al sistema bancario de reserva fraccional. La manipulación gubernamental de la moneda es un tema esencialmente moral ya que se traduce en una succión solapada e inmisericorde a los ingresos de la población.

En un cuadro más amplio referido a lo moral-institucional, en el llamado mundo libre debe advertirse que la tan bien definida democracia por los Giovanni Sartori de nuestra época está convirtiéndose en cleptocracia. Como ha descripto Juan González Calderón, los demócratas de los números ni de números entienden pusto que parten de dos ecuaciones falsas: 50%+1%=100% y 50%-1%=0%. Con el criterio de solo tomar en cuenta el aspecto formal, secundario y mecánico de la democracia y dejar de lado el esencial respeto a los derechos de todos, podríamos llegar al desatino de sostener que el asesino serial de Hitler fue un demócrata porque ascendió al poder con la primera minoría de los votos.

Todo lo consignado no es óbice para seguir escarbando en nuevos paradigmas en cuanto a los debates sobre el dilema del prisionero, las externalidades, los bienes públicos, la asimetría de la información, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibro Nash. Estos debates operan a contracorriente de las telarañas mentales de conservadores en el sentido de mantener inalterado el statu quo, que si por ellos fuera no hubiéramos pasado del taparrabo y el garrote de nuestros anscestros pues el primero que usó el arco y la flecha era algo nuevo e inaceptable para los que rinden pleitesía a la falacia del ad populum.

Para todo lo que venimos comentando resulta esencial que en la educación esté ausente el adoctrinamiento fruto de la politización bajo la peregrina idea que desde el vértice del poder deben imponerse estructuras curriculares, en lugar de dar paso a la competencia con las consecuentes auditorías cruzadas en busca de excelencia académica para disfrutar de las indispensables mentes abiertas que se oponen a los basurales abiertos que todo lo reciben a la par y donde prima el deshecho. Tal como ha escrito Ángel J. Battistessa “la cultura no es una cosa de minorías porque cuesta cara, sino porque cuesta trabajo.”

Para cerrar acoto que salvando las enormes distancias puede establecerse un correlato entre el estatismo y las academias de la lengua. Enormes distancias puesto que lo primero implica violencia mientras que lo segundo son dictámenes que no recurren a la violencia. Pero es interesante este paralelo ya que las academias de la lengua pretenden dirigir un idioma cuando éste en verdad surge de la parla popular que lo enriquece. Borges escribió que el inglés es más rico en palabras que el español debido a que no cuenta con una academia de la lengua. Juan Bautista Alberdi nos dice en el sexto tomo de Escritos póstumos que “el idioma es el hombre de que es expresión, está sujeto a cambios continuos sin dejar de ser el mismo hombre en su esencia […] dos grandes leyes fundamentales, peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo […] El arcaismo y el neologismo no son incompatibles; su juego armónico, al contrario, mantiene al idioma […] queda al cuidado del pueblo mismo que es el legislador soberano de los idiomas. Los idiomas no son obra de las Academias.” Lo cual en mayor grado aun va para gobiernos autoritarios que pretenden imponer desde el poder estropicios como el invento estrafalario del “lenguaje inclusivo” y afines tan criticado por destacados escritores y literatos. Estos autoritarios confunden la importancia de la dirección y la naturaleza del asunto: es de abajo que surgen los cambios en un proceso de orden espontáneo como el mismo mercado, no es impuesto desde arriba, confunden la moral con el latrocinio. Muchas gracias.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Apuntes en torno al fenómeno de Javier Milei

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/9/2en:

De un tiempo a esta parte irrumpe en nuestro país un cambio en las ideas estatistas que se habían apoderado de muchas personas, comienza una lenta pero esperanzadora transformación desde el estatismo al liberalismo, especial aunque no únicamente en los jóvenes que apuntan a los valores alberdianos.

Esta mudanza intelectual viene trabajándose desde hace tiempo desde la academia pero hoy surge en el nivel político, donde aunque por el momento minoritario, resulta creciente. Este último plano se debe a Javier Milei, que procede a contracorriente de la fracasada y empobrecedora noción de otorgarle al aparato estatal funciones que contradicen la tradición constitucional de circunscribirlas a la protección y garantía de los derechos individuales anteriores y superiores a la constitución de un gobierno.

En este contexto Milei viene batallando con gran mérito y perseverancia en la imperiosa necesidad de liberar energías creadoras de la encerrona que imponen megalómanos, vía regulaciones asfixiantes, gastos colosales, tributos astronómicos, inflaciones galopantes, legislaciones laborales contrarias al trabajo, manipulaciones cambiarias y cerrazones al comercio internacional, junto a manotazos a la independencia de los poderes y amenazas reiteradas a la libertad de prensa, todo a la vista de corrupciones alarmantes.

Asimismo se ha pronunciado categóricamente en contra del homicidio en el seno materno conocido como “aborto”, en línea con pronunciamientos científicos como, en nuestro medio, el de la Academia Nacional de Medicina. Ha explicado los errores del llamado “ambientalismo” como excusa para destruir la propiedad privada a través de figuras como los “derechos difusos” y la “subjetividad plural”, en consonancia con pronunciamientos como los del premio Nobel en física Ivan Giaever, el fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore. Ha propuesto el sistema de vouchers para la educación al efecto de financiar la demanda y no la politización a que inexorablemente conducen los desembolsos para alimentar la oferta, tal como insistía el premio Nobel en Economía Milton Friedman, también aplicables a los sistemas de salud. Y ha detallado sus reformas en tres pasos para salir del enjambre en que estamos.

Se ha dicho equivocadamente que Milei es la antipolítica cuando en verdad una y otra vez se ha pronunciado en contra de la indecencia en la política para reivindicarla en el sentido alberdiano. Esto desde luego no excluye prestar atención a otros paradigmas vinculados al monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, como es el debate referido al dilema del prisionero, la asimetría de la información, los bienes públicos, las externalidades, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibrio Nash. Solo las mentes conservadoras enredadas en pesadas telarañas mentales del statu quo son incapaces de mirar más lejos y entender que el conocimiento no es un puerto sino una navegación, por lo que, como reza el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Como ha apuntado John Stuart Mill, “todas las buenas ideas pasan por tres estadios, la ridiculización, la discusión y la adopción.”

Milei sufre embates en no pocos frentes: los socialistas, los que no pueden digerir los celos y la envidia, los que están en tránsito desde ideologías autoritarias pero aún no pueden masticar píldoras demasiado grandes, operaciones con falsedades de políticos que ven amenazados sus espacios y, desde luego, el siempre presente tontaje bien intencionado. De todos modos es del caso subrayar cómo el personaje de marras ha forzado el corrimiento en el eje del debate en el discurso de otros políticos que están muy alejados del pensamiento liberal pero que han debido mutar la parla para no perder votos; en este sentido no hace falta más que prestar atención a los siempre indiscretos archivos.

Lo dicho en modo alguno significa que tengamos coincidencias en todo lo que expresa este candidato. Los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único; entonces, bienvenidos los intercambios de ideas. Como nos ha enseñado Karl Popper, el conocimiento tiene la característica de las corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones lo cual permite el progreso. Esto no adhiere al relativismo que además de convertir en relativa esa postura, se contrapone al necesario correlato entre el juicio y el objeto juzgado, ya que las cosas son independientemente de nuestras opiniones. La faena de reducir nuestro mar de ignorancia la convierte en un permanente peregrinar en busca de tierra fértil en que sostenernos. Milei ha hecho muchas veces este punto en el contexto de sus marcadas simpatías intelectuales por la Escuela Austríaca encabezada por Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard.

De un largo tiempo a esta parte nuestro país viene devorado por el estatismo, luego de haber sido el aplauso del mundo desde la Constitución liberal de 1853/60 hasta el fascismo del 30 y el peronismo del 43 surgidos de sendos golpes militares, una situación de la que no hemos sido capaces de liberarnos hasta el presente, consumidos por una monotonía alarmante en la sandez permanente que incluye la guillotina horizontal del igualitarismo.

En este cuadro de situación hay quienes critican a Milei por su peinado y por haber recurrido a veces a modos altaneros, pero parece que los críticos no se percatan del peligro que corremos de caer en las garras del chavismo autóctono, por lo que aparentemente han perdido el sentido de la proporción y el equilibrio elemental. Más: en algunos reportajes Javier Milei demuestra una admirable paciencia al ser interrumpido en temas que requieren razonamientos y concatenaciones detenidas. En otros casos aparece la veta del show en ciertos actos públicos. Cada uno tiene su estilo. Pero nuevamente debemos ubicarnos en lo que nos viene ocurriendo desde hace la friolera de casi siglo. Es la primera vez que en la historia argentina aparece un discurso de la naturaleza y profundidad de la que venimos comentando en la escena política.

Como es de público conocimiento participé en tres reuniones por zoom con Milei y Mauricio Macri con la intención de acercar posiciones alejadas en la contienda electoral, las que sucedieron el 23 de diciembre del año pasado, el 28 de enero y el primero de junio del corriente año. Tres encuentros cordiales pero con independencia del resultado en las elecciones y los múltiples esfuerzos por unir principios afines, el testimonio que deja Javier Milei es agradecido por todos los genuinos partidarios de una sociedad libre. Antes del zafarrancho viral en que estamos aun inmersos, tuve una tenida académica con Milei en la Universidad de Belgrano, colmada de jóvenes. Pero antes que la inmensa marea de gente en ese acto, destaco muy especialmente la calidad de preguntas que pusieron de manifiesto, que no eran para lucirse y salir del paso, sino que había mucha biblioteca tras esos sustanciosos interrogantes. Luego, lo del teatro Broadway, presentaciones académicas en las que participamos con colegas por invitación de Milei, con propuestas que apuntan a cerrar los grifos de la inflación.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Otra sandez: segmentar tarifas

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 27/8/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/08/27/otra-sandez-segmentar-tarifas/

Vernon L. Smith

Vernon L. Smith

Dejando de lado los embrollos conceptuales y estadísticos de la declarada segmentación de tarifas en servicios esenciales tales como el atribuir niveles de ingresos por ubicación geográfica del consumidor, es del caso señalar los errores garrafales de la idea de partir precios según los patrimonios de los usuarios.

El dislate se pone de relieve si se extiende la propuesta a todos los bienes y servicios puesto que operan bajo el mismo paraguas conceptual. En esta línea argumental habría que cobrar un precio distinto al millonario que compra pan respecto al pobre y así sucesivamente con todo en el proceso de mercado. Pues si esto fuera así el resultado inexorable de esta guillotina horizontal es la igualación de rentas y patrimonios, lo cual a su turno generaría una miseria también generalizada.

Los precios son mecanismos de información que muestran dónde conviene invertir y donde no hacerlo. Los comerciantes que aciertan en los deseos del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. Esto desde luego es muy distinto cuando los que la juegan de empresarios se alían al gobierno del momento para obtener mercados cautivos y privilegios de diferente naturaleza con lo que explotan a sus semejantes con precios más elevados, calidad inferior o ambas cosas al mismo tiempo.

En este contexto las desigualdades de rentas y patrimonios desempeñan un rol esencial al efecto de mostrar la eficiencia de cada cual para servir a sus semejantes. La pretensión de limar las referidas desigualdades liquida los incentivos y destruye las señales para el uso de los siempre escasos factores de producción. Cuando se va a surtidor a cargar nafta afortunadamente no se cae en la estupidez de cobrar precios diferenciales (segmentados) según la calidad del auto, de lo contrario se sucederían los graves desajustes que hemos marcado.

Lo curioso, por no decir cómico, es que las antedichas segmentaciones haciendo gala de la mayor de las hipocresías se proclaman por los políticos como un acto de “solidaridad” sin entender que la caridad y la solidaridad se llevan a cabo con recursos propios y de modo voluntario. Recurrir al aparato estatal de la fuerza alegando lo dicho se traduce en un atraco puesto que cuando se dice que el gobierno debe hacer tal o cual cosa se esconde que son los vecinos que son violentados en el uso del fruto de sus trabajos. Ningún gobernante solventa nada con sus ingresos, más bien es común que se los lleve de manera delictiva. Tal vez entre todos los economistas que se han pronunciado sobre el asunto de marras, el que con mayor claridad lo ha expuesto ha sido el premio Nobel en economía de 2002, Vernon L. Smith en su célebre ensayo titulado “On Price Formation Theory” y su insistencia en las suculentas equivocaciones por el desconocimiento de la clásica “mano invisible” del proceso de mercado donde las partes se benefician al tiempo que transmiten la información a la que antes aludimos. Dice este galardonado que lo que hoy ocurre en gran medida es la insolente y a todas luces contraproducente “mano visible de los gobiernos” que irrumpe sustentados en “la arrogancia fatal” a qué se refería otro premio Nobel en economía -Friedrich Hayek- todo los destruyen a su paso provocando daños muy especialmente sobre el nivel de vida de los más vulnerables.

Por supuesto que el desmadre de la segmentación de tarifas se acopla a los repetidos desatinos que viene realizando con entusiasmo digno de mejor causa distintos gobiernos de hace largo tiempo principal aunque no únicamente en materia energética.

Cuando un precio es diez en el mercado quiere decir que las partes han acordado ese monto debido a las correspondientes estructuras valorativas de los derechos de propiedad intercambiados. Si el capricho gubernamental impone cinco quiere decir que se ha destruido el sistema y se ha convertido en un simple número sin sentido económico a lo que era un precio. Precisamente en este plano debe tenerse en cuenta que en la medida en que se interfiere el mecanismo de precios, en esa medida se desfigura la contabilidad, la evaluación de proyectos y el cálculo económico en general. En otros términos, en nombre de los más necesitados se los multiplica por doquier en un círculo vicioso que no tiene término en una barranca abajo que indefectiblemente conduce a la miseria, siempre con discursos altisonantes pronunciados por los vagos y chupasangres de siempre que alardean de sentimientos nobles pero son mezquinos que solo piensan en el disfrute de sus asaltos al bienestar.

A veces la tropelía llega al tope de lo concebible cuando se mantiene alegremente que algo sea gratuito cuando en verdad nada es gratis, todo tiene un costo que podrá ser monetario o no monetario pero indefectiblemente toda acción humana requiere que se renuncie a un valor a los efectos de obtener otro. Como todo no puede hacerse al mismo tiempo hay que dejar de lado prioridades. Si se acepta la gratuitidad es porque otro se hace cargo que si es por la fuerza significa que se lesionan derechos. Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todo para todos todo el tiempo, la escasez obliga a asignar factores productivos para lo que sirven los precios que en la media en que se vulneran aparece la posibilidad de “tirar manteca al techo” que es lo mismo que decir que se remata todo para encaminarse a la pobreza.

Resulta crucial comprender que la única igualdad compatible con una sociedad libre es la igualdad ante la ley que no es mediante ella sino que se refiere a que todos deben ser protegidos en sus derechos de la misma manera. La igualdad de resultados es una noción completamente distinta y opuesta a lo dicho. Como se ha consignado en muchas ocasiones, la igualdad ante la ley está indisolublemente atada a la Justicia que es el “dar a cada uno lo suyo” y “lo suyo” destaca la propiedad, esto es el uso y disposición de lo que pertenece a cada cual. La absurda redistribución de ingresos equivale a lo que en ciencias políticas se conoce como “la tragedia de los comunes”, a saber lo que es de todos no es de nadie que conduce a que se le otorguen pésimos empleos y cuidados a los bienes y servicios disponibles.

El establecimiento de una marca igualitaria conduce a que los que se encuentran ubicados arriba de la misma al enterarse que serán confiscados por la diferencia naturalmente tenderán a no producir lo que está más allá de esa línea y los que están por debajo de esa marca esperarán en vano la redistribución que naturalmente nunca llegará puesto que se dejó de producir la mencionada diferencia. En otros términos un fraude por donde se lo mire. Y si los politicastros fueran sinceros en sus preocupaciones por los que menos tienen deberían donar parte de sus remuneraciones y dietas, pero como son caraduras pretenden hacerlo recurriendo a la violencia con el fruto del trabajo ajeno. Por otra parte es de gran interés estudiar lo sucedido allí donde impera la libertad en cuanto a las extraordinarias obras filantrópicas para ayudar a los más necesitados, situaciones que desde el luego no tiene lugar en la isla-cárcel cubana y sus imitadores, siempre megalómanos enriquecidos con recursos mal habidos.

Salvando las enormes distancias puede establecerse un correlato entre el estatismo y las academias de la lengua. Enormes distancias puesto que lo primero implica violencia mientras que lo segundo son dictámenes que no recurren a la violencia. Pero es interesante este paralelo ya que las academias de la lengua pretenden dirigir un idioma cuando éste en verdad surge de la parla popular que lo enriquece. Borges apuntaba que el inglés es más rico en palabras que el español debido a que no cuenta con una academia de la lengua. Juan Bautista Alberdi escribe que “el idioma es el hombre de que es expresión, está sujeto a cambios continuos sin dejar de ser el mismo hombre en su esencia […] dos grandes leyes fundamentales, peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo […] El arcaismo y el neologismo no son incompatibles; su juego armónico, al contrario, mantiene al idioma […] queda al cuidado del pueblo mismo que es el legislador soberano de los idiomas […] Los idiomas no son obra de las Academias.” Lo cual en mayor grado aún va para gobiernos autoritarios que pretenden imponer desde el poder estropicios como el invento estrafalario del “lenguaje inclusivo” y afines tan criticados por destacados escritores y literatos. Estos autoritarios confunden la importancia de la dirección y la naturaleza del asunto: es de abajo que surgen los cambios en un proceso de orden espontáneo como el mismo mercado, no es impuesto desde arriba.

Estos comentarios remiten a un plano más amplio de la epidemia del intervencionismo estatal que venimos padeciendo los argentinos hace décadas. Este plano son las mal llamadas empresas estatales. Decimos mal llamadas porque una empresa se caracteriza por arriesgar recursos propios, si se ponen en riesgo por la fuerza recursos de otros se trata de una organización política o una apoyada por ella que asalta vecinos. En el momento en que se establece la denominada empresa estatal se está necesariamente alterando prioridades de la gente puesto que hubiera destinado sus recursos en otras direcciones. Y si la llamada empresa estatal hace lo mismo que hubiera hecho la gente no tiene sentido su intervención con el consecuente ahorro de sueldos. La única manera de saber que quiere la gente es dejarla actuar lo cual se traduce en sus votaciones en el supermercado y afines al comprar y abstenerse de hacerlo.

Lo llamativo del asunto es que luego de que el consumidor vota en el mencionado plebiscito cotidiano del mercado, a la salida el gobierno decreta la redistribución de ingresos que inexorablemente se traduce en volver a distribuir por la fuerza en una dirección distinta de la que distribuyó voluntariamente la gente. A su vez, la así concebida redistribución, por las razones apuntadas significa derroche de capital que a su turno implica disminución de salarios e ingresos en términos reales puesto que la única causa de ello es la tasa de capitalización, es decir ahorros y consecuentes inversiones en maquinarias, equipos, instalaciones y conocimiento relevante que hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar rendimientos. Esta es lo único que explica la diferencia entre países ricos y países pobres en el contexto de marcos institucionales civilizados.

Si se dice que deben establecerse empresas estatales para atender aquellos lugares y actividades que no son rentables y por ende ninguna empresa privada las servirá, debe tenerse muy en cuenta que cada una de estas aventuras antieconómicas también se traducen en despilfarro con lo que se extenderán los lugares inviables económicamente considerados hasta convertir a todo el país en una pocilga. No hay magias en economía sus principios deben cumplirse en todas las latitudes pero con más razón allí donde la situación es difícil.

En resumen, la segmentación opera a contramano de los nexos causales presentes en la economía por lo que afecta negativamente a toda la comunidad pero, como queda dicho, de manera muy especial sobre la condición de los más pobres. Segmentar es contradecir el conocimiento más elemental de la economía y no resulta posible mejoras materiales destruyendo los procesos que permiten aprovechar recursos. Se trata en definitiva de una trampa para incautos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Más allá de la izquierda y la derecha

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 13/8/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/08/13/mas-alla-de-la-izquierda-y-la-derecha/

Estas dos dos viejas categorías políticas ya han quedado vacías. Para clarificar el pensamiento es mejor evitar alusiones geográfica y centrar la atención en el espectro que va del respeto recíproco al estatismo

Jean-François Revel

Jean-François Revel

Es cierto que muchas veces no vale la pena detenerse a hurgar en temas semánticos, pero en otros casos es muy pertinente hacerlo por la importancia del asunto y siempre debe tenerse en cuenta que las palabras sirven para pensar y para transmitir nuestros pensamientos. Entonces si confundimos términos, confundimos conceptos y por tanto encogemos nuestra comprensión y dificultamos la comunicación.

En esta nota periodística centro mi atención en dos palabrejas que estimo no ayudan a clarificar nuestras ideas. Se trata de izquierda y derecha que se han convertido en algo tan vacío en el contexto de la ciencia política como arriba y abajo o atrás y adelante.

De entrada decimos que el origen de la izquierda fue parido en la Revolución Francesa cuando los que se oponían al abuso del poder se sentaron a la izquierda del rey en aquella tumultuosas asamblea en Versalles en 1789 con la idea de abolir los privilegios de donde parió la Declaración de los Derechos del Hombre donde se destacaba la importancia de la igualdad ante la ley en el primer artículo y el derecho natural de la propiedad en el segundo, debido a que independientemente de los cinco redactores influyeron grandes pensadores liberales, aunque los jacobinos estaban al acecho en esa Asamblea para luego asentar el mazazo de la contrarrevolución francesa que revirtió el ímpetu inicial en dirección al espíritu totalitario que finalmente predominó con todos los horrores del caso (lo cual -en parte- es el nacimiento de la identificación de Norberto Bobbio con el igualitarismo, es decir con la guillotina horizontal). Las izquierdas traicionaron su sentido original de sí mismas pues se lanzaron a la adoración de las botas, es decir al aplastamiento de las libertades por parte del Leviatán aun luego de bien pasados los terremotos de aquella contrarrevolución. De todos modos curiosamente mantuvieron su nomenclatura los comunismos a pesar del antedicho origen.

Por su parte, no pocos autores identifican las derechas como nacidas por oposición a las izquierdas en la referida asamblea para defender el status quo de la monarquía absoluta, aunque también entremezcladas por el espíritu jacobino. Luego las derechas se identificaron desde el comienzo con el fascismo de Mussolini (quien para mayor confusión provenía de las izquierdas marxistas). A esta concepción se agregaron los conservadores en el peor sentido de la expresión, a saber, no para conservar el derecho a la vida, la propiedad y a la libertad sino para atarse a las pesadas telarañas mentales de estar anclados al status quo, desconfiando de todo lo que pueda ser nuevo y distinto con lo que el estancamiento es seguro.

Pero la maraña conceptual no para aquí. Como bien ha destacado

Jean-François Revel en La gran mascarada, las izquierdas y las derechas“son primos hermanos intelectuales” puesto que ambas posiciones son totalitarias: el comunismo y el fascismo y el nacionalsocialismo. Revel vuelve a mencionar el asunto en el generoso prólogo que escribió para mi libro Las oligarquías reinantes. Por su lado, los conservadores quedan pedaleando en el vacío siempre intentando eludir posiciones de las alas del espectro político navegando en un limbo insubstancial, tal como lo ha señalado Friedrich Hayek en su conocido texto titulado “¿Por qué no soy conservador?”.

Entonces la tesis del presente escrito sugiere usemos la expresión estatismo para referirnos a las derechas y las izquierdas tradicionales opuestas al liberalismo. Estatismo remite al entrometimiento del aparato gubernamental en áreas que exceden la función de la Justicia y la seguridad, es decir la preservación de los derechos de las personas que son anteriores y superiores a la existencia misma del aparato que ejerce el monopolio de la violencia. Podrá como en todo en la vida haber diversos grados de estatismo según tenga lugar mayor o menor abuso de poder. Por su parte el liberalismo remite al respeto irrestricto a los proyectos de vida de otros, es decir que cada cual pueda hacer lo que le venga en gana excepto lesionar derechos de terceros. Respeto (de respectus lo cual significa consideración, atención, miramiento) para nada significa adhesión, más aún la prueba ácida de la tolerancia es cuando no compartimos el proyecto de vida de otros pero no es lícito recurrir a la fuerza si no hay lesión a derechos, lo cual desde luego no significa abstenerse de criticar lo que a uno no le parece adecuado. En esta línea argumental es del caso subrayar que es mucho más apropiado el término respeto que tolerancia pues esta última expresión se vincula con cierto tufillo inquisitorial, los derechos se respetan no se toleran.

Las referencias basadas en lugares geográficos nunca me resultaron convenientes. Cabe destacar el escrito de Steven Lukes que lleva un título con doble sentido: What is Left?, lo cual significa simultáneamente “¿Qué es la izquierda?” y “¿Qué queda de la izquierda?”. Este ensayo debe complementarse con el de Giancarlo Bosetti (La crisis en el cielo y en la tierra). En este último caso, el autor escribe que “La izquierda no es ya o, en todo caso, no puede continuar siendo cosas como éstas: la planificación centralizada, la abolición de la propiedad privada, el colectivismo, la supresión de las libertades individuales, la intención de enderezar el ‘leño torcido’ kantiano, de plasmar al hombre y la sociedad de acuerdo con el proyecto elaborado por una vanguardia intelectual”. Es pertinente aclarar que la cita kantiana completa de su obra de 1784 es: “Con un leño torcido como aquel del que ha sido hecho el ser humano, nada puede forjarse que sea del todo recto”, lo cual es otro modo de decir que la perfección no está al alcance de los asuntos humanos. En base a esta cita se decidió el título de una de las colecciones de Isaiah Berlin (The Crooked Timber of Humanity). Cuando se critican las propuestas de autores como Anthony de Jasay -tal vez el pensador más sofisticado de nuestro tiempo en ciencias sociales- siempre recuerda que “no estamos en la búsqueda de un sistema perfecto” ya que tamaña meta no resulta posible para los mortales. Y eso es lo contrario de lo que ocurre con todas las utopías socialistas que tantas masacres y sufrimientos han provocado con su pretensión de torcer la naturaleza del ser humano en la búsqueda de ese engendro que sería el “hombre nuevo”.

En todo caso, las antedichas aseveraciones de Bosetti son magníficas. Pero luego se observan, tanto en su ensayo como en el de Lukes (y, para el caso, en muchos otros), cuatro puntos entrelazados en los que se insiste son claves tanto para las derechas como para las izquierdas. En primer lugar, la intervención del aparato estatal en materia salarial al efecto de “corregir los resultados del mercado en defensa de los más débiles”. En segundo término, el tratamiento de los talentos a la manera de John Rawls en su conocido libro sobre la justicia. Tercero, un embate al individualismo “proclamado por economistas austriacos como von Mises y von Hayek” y, por último, la importancia del igualitarismo crematístico.

A nuestro juicio, en estos casos, el problema reside en el desconocimiento de aspectos económicos cruciales. En el orden expuesto, primero los salarios e ingresos en términos reales dependen exclusivamente de las tasas de inversión que, a su vez, son el resultado de marcos institucionales que aseguren derechos de propiedad y si se establecen salarios superiores por decreto, el resultado inexorable es el desempleo.

Segundo, respecto a la “injusticia” de haber recibido talentos innatos desiguales, debe subrayarse que los talentos adquiridos también son el resultado de los talentos innatos en cuanto al carácter de cada persona para proceder en consecuencia. Por otra parte, nadie dispone de la información del “stock” de los respectivos talentos puesto que éstos solo se ponen de manifiesto a medida que se presentan las circunstancias, y éstas se cercenan en la medida que se conjeture que los resultados serán expropiados. También debe tenerse en cuenta que la división del trabajo y la consecuente cooperación social se desplomarían si todos tuviéramos los mismos talentos e inclinaciones. Por último, la supuesta redistribución de talentos innatos naturalmente abriría la posibilidad de que cada uno use de manera diferente esa “compensación” con lo que se entra en el círculo vicioso de la necesidad de compensar la compensación y así sucesivamente.

Tercero, el ataque al individualismo no toma en cuenta que se trata del respeto irrestricto a las autonomías individuales y de la máxima apertura al comercio y a las relaciones con otras personas en el contexto de una visión cosmopolita e internacionalista, precisamente bloqueada por el intervensionismo estatal al imponer aranceles, manipular tipos de cambio y otras bellaquerías.

En cuarto lugar, las mediciones tales como el “Gini ratio” que marcan la dispersión del ingreso como fundamento para la incursión estatal en el acortamiento de distancias entre patrimonios y rentas, no toma en cuenta que lo relevante es que todos mejoren y que las diferencias son el resultado de las votaciones diarias de la propia gente en el mercado y que torcer esas asignaciones de recursos retrasa la posibilidad de mejoramiento, especialmente para los más necesitados.

Marx y Engels escriben en el Manifiesto Comunista de 1848 que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada” (sección 36 del capítulo tercero). Y aquí viene un punto clave: las derechas fascistas y nacionalsocialistas son más inteligentes y proponen mantener la propiedad registradas a manos de privados pero usa y dispone el gobierno. Es más inteligente para la perversión pues por un lado avanza con la estatización de facto como una penetración más efectiva y que despierta menos resistencia y, por otro, los efectos nocivos de esa política son endosados al sector privado eludiendo la responsabilidad los burócratas del aparato estatal. En verdad esta posición es la de mayor éxito en el llamado mundo libre.

Lenin era mas sagaz que sus maestros ya que nunca creyó que el llamado proletariado podía dirigir y mucho menos gobernar una revolución (ni en ninguna circunstancia). Por eso escribió lo que aparece en las páginas 391-2 del quinto tomo de sus obras completas en el sentido que el vehículo de lo que denominaba “la ciencia socialista”, a su juicio, “no es el proletariado sino la intelligentsia burguesa: el socialismo contemporáneo ha nacido en las cabezas de miembros individuales de esta clase”. Por esto también es que Paul Johnson en su Historia del mundo moderno destaca que Lenin “nunca visitó una fábrica ni pisó una granja”.

De todos los dirigentes comunistas el que mejor vislumbró el rol crucial de los intelectuales fue Antonio Gramsci en sus escritos desde la cárcel fascista. Denominaba “guerra de posición” a la tarea de influir en la cultura y “guerra de momento” a la toma del poder, todo vía la infiltración en la educación. Los megalómanos de turno, con la intención de “dirigir la economía”, están, de hecho, concentrando ignorancia y apuntan a sustituir el conocimiento de millones de personas es sus respectivos “spots” por directivas ciegas emanadas desde el vértice del poder, puesto que resulta imposible contar con la información presente en los millones de arreglos contractuales simplemente porque no está disponible antes que las operaciones se concreten.

Por otra parte, al arremeter contra la propiedad privada se debilitan hasta desaparecer las antes mencionadas señales, es decir, los precios, con lo que nadie sabe cómo proceder con los siempre escasos factores productivos. En otros términos, además de la falta de respeto a las libertades de las personas, las distintas vertientes del régimen de planificación estatal constituyen un imposible técnico. Sin precios o con precios falseados se desvanece la posibilidad de la evaluación de proyectos y la misma contabilidad. Se puede mandar, ordenar y decretar por puro capricho con el apoyo de la fuerza bruta, pero no puede conocerse la marcha de la economía allí donde se bloquean las señales que permiten asignar económicamente los recursos disponibles.

Finalmente dos puntos adicionales. En primer lugar, en el plano de izquierdas y derechas irrumpe un tema clave: algunos que se dicen periodistas no saben en qué consiste la infamia de la censura (decir “previa” en este contexto resulta una redundancia). Un medio privado da cabida o no en su espacio según lo que estime pertinente. Solo hay censura cuando el aparato estatal se inmiscuye, pero en algunos lugares la pauta publicitaria oficial es de una magnitud tal que los arreglos privados resultan una mera fachada. El tema central remite a la autoritaria idea de una agencia oficial de noticias.

En segundo término y en resumen, como queda expresado, al efecto de facilitar la comunicación y clarificar el pensamiento es mejor evitar alusiones geográficas y centrar la atención en la esencia de posiciones en el espectro que va del respeto recíproco al Gran Hermano orwelliano con lo que las expresiones liberalismo y estatismo son de una suficiente precisión conceptual. En todo caso siempre es necesario que la libertad no se de por sentada y cada uno no solo se preocupe sino que se ocupe de contribuir a que exista libertad puesto que no viene del aire sino de esfuerzos cotidianos. Esto se ilustra con una frase formidable de Martin Luther King: “No me asusta el grito de los violentos, me aterra el silencio de los mansos”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

El futuro argentino depende de cada uno de nosotros

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 13/8/2en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-futuro-argentino-depende-de-cada-uno-de-nosotros-nid13082022/

El título de este artículo aparece como una verdad de Perogrullo, pero, desafortunadamente, no se toma como algo cierto en círculos bastante amplios. No solo es legítimo, sino que es necesario que cada uno se dedique a sus asuntos personales, cualquiera sean estos, siempre que no lesionen derechos de terceros. Pero esta situación no debe perturbar la indispensable contribución para que seamos respetados. Todos están interesados en el respeto recíproco, por tanto cualquiera sea la actividad de cada uno –música, jardinería, filosofía o negocios– se debe proceder a los efectos de que se comprendan las inmensas ventajas de la sociedad libre.

Thomas Jefferson, con razón, insistía en que “el precio de la libertad es su eterna vigilancia”. El respeto no es algo que aparezca automáticamente, hay que defenderlo. No es admisible que actuemos como si estuviéramos en una inmensa platea mirando en el escenario a quienes nos deben resolver los problemas. Esta es una buena receta para que el teatro se derrumbe sobre todos. Los neutros o los que se limitan a criticar durante el almuerzo y luego de engullir alimentos se dedican a sus arbitrajes personales son corresponsables o más bien cómplices de lo que ocurre.

Cada uno debe dedicar tiempo y esfuerzo a poner el granito de arena para difundir los fundamentos de la libertad, lo contrario convierte a los humanos en “mamíferos verticales”, como apuntaba Miguel de Unamuno, o “almas deshabitadas”, como escribía Giovanni Papini. No padeceríamos los barquinazos y desventuras en que hoy estamos inmersos si cada uno cumpliera con su deber moral de sostener valores y principios inherentes a la condición de una sociedad civilizada.

Y no es ni remotamente suficiente no matar, no robar, no fornicar, trabajar bien, atender la limpieza del hogar y hablar bien en la sobremesa. El asunto demanda preocupación y ocupación en el estudio de los pilares de lo que Karl Popper denominaba “la sociedad abierta”, para diferenciarla de la tribal y autoritaria. Friedrich Hayek, en su ensayo “Los intelectuales y el socialismo”, ponía como ejemplo la perseverancia de los socialismos para trabajar en sus ideas disolventes. Como es sabido, la fórmula decisiva de Antonio Gramsci para lograr su cometido totalitario era infiltrar la cultura y la educación, ya que “el resto se da por añadidura”.

La cátedra, el libro, el ensayo y el artículo son los canales más fértiles para lograr que se entienda el significado de tales o cuales ideas, pero no es necesario circunscribirse a estos planos. Por ejemplo, los ateneos de lectura en casas de familia, discutiendo en grupos reducidos un buen libro, han mostrado gran eficacia y efecto multiplicador en destinos laborales, reuniones sociales y equivalentes.

En uno de mis primeros libros fabriqué una definición del liberalismo que me satisface comprobar que la reiteran intelectuales que aprecio mucho: el liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros. Esto en modo alguno quiere decir que adherimos a los proyectos del vecino, más: podemos considerarlos repulsivos, pero deben ser respetados siempre y cuando no lesionen derechos de otros. Esta es la forma de contar con una armoniosa cooperación social, y no digo de tolerancia, puesto que esta expresión arrastra cierto tufillo inquisitorial de perdonar a los equivocados, cuando el conocimiento tiene la característica de la provisionalidad: abierto a refutaciones. Nadie “tiene la precisa”, el progreso es un proceso de prueba y error en un contexto evolutivo, para lo cual se requiere el respeto recíproco y solo recurrir a la fuerza cuando hay invasiones a los derechos de las personas. Esta es la misión de los gobiernos en la tradición constitucional desde la Carta Magna de 1215: limitar el poder político al resguardo de las libertades individuales.

Sin embargo, observamos en nuestro medio de un largo tiempo a esta parte que un Leviatán desbocado hace estragos y, en lugar de proteger, conculca derechos; y la democracia mutó en cleptocracia. Como señaló Juan González Calderón, los demócratas de los números ni de números entienden, ya que parten de dos ecuaciones falsas: 50%+1%=100% y 50%-1%=0%. Esto va a contramano de lo expuesto por los Giovanni Sartori de nuestra época, que subrayan que el aspecto medular de la democracia radica en considerar sacras las autonomías de las personas y así garantizar derechos que son anteriores y superiores a la constitución de un gobierno. Considerar como el aspecto central el recuento de votos se traduce en otorgar prelación a lo mecánico, formal y secundario, en ese caso se debería concluir que el gobierno asesino de Hitler fue democrático porque asumió con la primera minoría.

Lo dicho, desde luego, no suscribe el relativismo que entre otras cosas convierte en relativa a esta misma postura. La verdad consiste en la concordancia entre el juicio y el objeto juzgado, las cosas son, independientemente de las opiniones. El conocimiento no es un puerto, es una navegación, un peregrinaje que se dirige a reducir nuestra ignorancia. Como reza el lema de la Royal Society de Londres, nullius in verba: no hay palabras finales.

Alexis de Tocqueville, en El antiguo régimen y la Revolución Francesa, destaca que en países donde el progreso moral y material ha sido grande la gente tiende a dar eso por sentado, y ese es el momento fatal, puesto que los adversarios ocupan espacios, y cuando se pretende reaccionar, resulta tarde. Es lo que ocurrió en tierras argentinas luego de la admirable posición que se logró desde la Constitución liberal de 1853/60 hasta que nos invadió el estatismo, desde hace casi un siglo, y todavía nos debatimos en la manía de la monotonía populista.

El premio Nobel Milton Friedman sostenía que para predecir lo que sobrevendrá no solo hay que mirar la superficie de las aguas, sino, sobre todo y de modo especial, zambullirse en las profundidades, a los efectos de detectar las corrientes submarinas. En el caso argentino, a pesar de la desidia e irresponsabilidad de los que en la práctica miran para otro lado, es muy pertinente enfatizar las fundaciones e instituciones que se han ido estableciendo en nuestro medio para difundir preceptos alberdianos que nunca debimos abandonar. Es alentadora la cantidad de jóvenes que participan en estos emprendimientos, y también en el nivel político irrumpe un aire fresco que corre el eje del debate hacia destinos mejores, con un ímpetu que no sucedía en este plano desde hacía mucho tiempo. Desde luego, esto no es suficiente, puesto que de lo contrario no estaríamos como estamos; hay que multiplicar esfuerzos y, nuevamente reiteramos, deben incorporarse todos en esta decisiva batalla cultural.

No es una exageración aconsejar que cada uno de nosotros, al acostarnos cada noche, nos preguntemos qué hicimos durante la jornada para que nos respeten. Si la respuesta es “nada”, no tenemos derecho a la queja. Como dijo Martin Luther King: “No me asustan los gritos de los violentos, me aterran los silencios de los mansos”. Mantenernos en “las nubes de Úbeda”, ajenos a debates cruciales, conducirá a lo mismo que le ocurrió a Alfonso VIII cuando quiso conquistar aquella ciudad de Andalucía.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h