¿Puede el próximo gobierno revertir la decadencia?

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 29/3/15 en: http://economiaparatodos.net/puede-el-proximo-gobierno-revertir-la-decadencia/

 

Ni los k podrían seguir con este sistema porque ya no habrá suficientes recursos para financiar sus fechorías

Responder al interrogante del título de esta nota no es tan sencillo. Están los pesimistas que no le ven remedio. Los optimistas sin fundamentos. Los indiferentes y hasta un Duhalde que dijo que Argentina estaba condenada al éxito y nos dejó de regalito a los k, que hundieron el país sin piedad.

El argumento que normalmente se usa, y yo personalmente también uso, es que un país sin instituciones no puede crecer, entendiendo por instituciones las normas, códigos, leyes y costumbres que regulan las relaciones entre los particulares y entre los particulares y el estado. Si esas instituciones son eficientes, es decir, permiten desarrollar la capacidad de innovación de la gente, desplegar la iniciativa privada atrayendo inversiones, entonces ese país tiene grandes posibilidades de entrar en una senda de crecimiento sostenido.

Podríamos resumir la cosa de la siguiente manera. A mayor riesgo institucional menores inversiones y, por lo tanto, menos crecimiento y bienestar de la población.

Por el contrario, a menor riesgo institucional, llegan más inversiones, se crean más puestos de trabajo, aumenta la productividad y el salario real. El país entra en una senda de crecimiento y mayor bienestar para la población. En definitiva, es la calidad de las instituciones que impera en un país la que definirá si ese país tiene un futuro de progreso, de estancamiento o de decadencia.

Ahora bien, esas instituciones surgen de los valores que imperan en una sociedad o en la mayoría de los habitantes de esa sociedad. Como hemos caído en la trampa de creer que el que tiene más votos impone las reglas de juego, si hay una mayoría cuyos valores llevan a instituciones contrarias al crecimiento, el mismo es imposible.

No hay reunión, comida o charla informal en que no surja el famoso debate si Argentina está definitivamente perdida. Algunos alegan que Perón destruyó las instituciones que hicieron grande a la Argentina, visión que comparto en gran medida, pero no del todo. Otros le agregan el ingrediente que los k crearon tanto clientelismo político, que han desarrollado una generación de votantes que se acostumbró a no trabajar y a vivir a costa del esfuerzo ajeno, con lo cual la mayoría siempre va a votar por aquél que le prometa más populismo, es decir el que prometa expoliar a los que producen para mantener a una gran legión de improductivos. Bajo esta visión podríamos decir que Argentina tiene un futuro negro. Y la verdad es que la tentación de seguir esta línea de razonamiento es muy fuerte cuando uno ve como se han destrozado valores como la cultura del trabajo, de la iniciativa individual, de la capacidad de innovación, la misma propiedad privada, etc. En definitiva, una primera mirada sobre el futuro de Argentina indicaría que más que estar condenados al éxito estamos condenados al fracaso. Sin embargo, cabe otro tipo de análisis totalmente diferente.

Quienes me siguen saben que no soy de formular pronósticos optimistas por deporte o porque es políticamente correcto. Digo lo que pienso, asumiendo el costo de ser tildado de pesimista.

Recuerdo que en una oportunidad el presidente de una institución empresarial me dijo, mientras estaba hablando, que viera las cosas con optimismo para no deprimir a los asistentes. Mi respuesta fue muy clara: yo analizo la economía, no hago terapia grupal.

Volviendo al razonamiento sobre el futuro de la Argentina, me voy a tomar la libertad de dejar abierto el interrogante. Aún con todo el destrozo institucional y de valores que hicieron los k, no creo que estemos condenados ni al éxito o al fracaso. Para eso voy a utilizar algunos ejemplos.

En la década de los 70 y los 80, cuando a los economistas nos preguntaban por países exitosos con economías de mercado, teníamos dos ejemplos para dar: 1) Alemania con Adenauer y Erhard y 2) Japón, ambos luego de la Segunda Guerra Mundial. Hoy esos ejemplos siguen siendo válidos pero hay muchos más.

Tenemos el caso de Corea del Sur que al dividirse quedó con el peor territorio y escasos recursos humanos. Hoy dispone de un ingreso per capita de U$D 33.100

O Irlanda, cuando la gente emigraba y solo producía papa y encima de mala calidad. Irlanda se abrió al mundo, luego ingresó a la UE y hoy tiene un ingreso per capita de U$S 46.140, superando al mismo Reino Unido que tiene U$S 38.540.

España, que hasta la muerte de Franco estaba aislada del mundo, logra, gracias a las gestiones Adolfo Suárez y el fundamental apoyo del rey Juan Carlos, reunir a todos los partidos políticos, firmar los pactos de la Moncloa e incorporarla al mundo. Hoy tiene un ingreso per capita de U$S 33.000. Y podría seguir con otros ejemplos como Chile, Hong Kong,  Singapur y el resto del sudeste asiático.

Esos países no tenían un capital humano tan preparado que les permitiera consolidar instituciones que los llevara al crecimiento. Ni siquiera España o Irlanda tenían un recurso humano de altísima calidad. Solo tuvieron dirigentes políticos que supieron ver el mundo como una oportunidad y decidieron hacer las reformas económicas necesarias para poder incorporarse al él. El denominador común  de todos los casos nombrados es que todos se integran al mundo. Al comercio mundial. Pero para poder hacerlo tenían que ser competitivos y eso les exigía tener instituciones, reglas de juego, que les permitiera a las empresas competir con las de otros países.

Cada uno de los países tiene su particularidad en la forma que llevó a cabo los cambios. En Chile fue Pinochet el que hizo el grueso de la transformación pero los partidos políticos que asumieron el poder luego de él ni intentaron cambiar lo que se había hecho. Por el contrario, continuaron por el mismo rumbo.

En España, un hombre como Felipe González que venía de la izquierda más absurda advirtió el desastre que era Francia con el socialismo y moderó notablemente su discurso y medidas. Pero por sobre todas las cosas, supo que no podía aislarse del mundo.

En Irlanda su dirigencia política también advirtió que solo incorporándose al mundo iba a poder avanzar e implementaron las reformas económicas necesarias para poder competir. Todos, absolutamente todos, cambiaron las reglas de juego y, sobre todo, se integraron al mundo.

Por el contrario, nosotros seguimos viendo al mundo como un riesgo en vez de una oportunidad y cada vez nos aislamos más, tanto económica como políticamente. Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador son los típicos ejemplos latinoamericanos de lo que no hay que hacer.

Ahora bien, yendo al punto, ¿podemos cambiar la Argentina con esta cultura del vivir a costa del prójimo que se instauró hace décadas y los k la llevaron a su máxima expresión? Considero que sí. No voy a decir que es sencillo ni pretendo ser un optimista sin fundamentos, pero otros países lograron salir del aislamiento internacional y de políticas populistas gracias a que, en determinado momento, sus dirigentes políticos lideraron el cambio.

Con esto no estoy diciendo que hay que sustituir las instituciones por los líderes, solo que en determinados momento los políticos tienen que liderar el cambio mostrándole el camino al resto de la población que, por cierto, no es experta en todos los temas económicos y desconocen la relación entre calidad institucional y crecimiento económico.

Los que en soledad venimos defendiendo las ideas de disciplina fiscal, monetaria y seguridad jurídica ya hemos hecho bastante para que los dirigentes políticos comprendan el cambio que hay que encarar. Ahora es su turno de recoger esas banderas e impulsar el cambio.

Que quede claro, este modelo es inviable. Según mis estimaciones solo el 17% de la población genera riqueza para sostener al resto: jubilados, menores de edad, empleados públicos, gente que vive de los llamados subsidios sociales, etc. Tal es la presión tributaria que, por primera vez, vemos que los sindicatos salen a hacer un paro general por la carga impositiva. Esto no se había visto nunca en Argentina. Si los k hubiesen estudiado historia, sabrían que hay muchos casos en que la voracidad fiscal de los monarcas terminó en revoluciones y su derrocamiento. La diferencia es que antes los monarcas exprimían a la gente con impuestos para financiar sus conquistas territoriales y ahora la exprimen para financiar sus políticas populistas que les permiten cosechar más votos.

Volviendo, si solo el 17% de la población sostiene al resto, ni los k podrían seguir con este sistema porque ya no habrá suficientes recursos para financiar sus fechorías. Destruyeron tanto al sector privado que atentaron contra los que los mantenían.

El país pide a gritos un cambio. Pero no esa estupidez de un cambio con continuidad. La realidad impone un cambio de política económica. Un giro de 180 grados. Otros países pudieron hacerlo. No veo razones que impidan lograr lo mismo en Argentina. Solo falta que una nueve dirigencia política tenga la audacia de transformar la Argentina de la misma forma que la generación del 80, hoy denostada, transformó un desierto en un país pujante que llegó a ser el séptimo país más rico del mundo. La causa: nuestra constitución de 1853 otorgaba el marco institucional para crecer y sus dirigentes políticos, que se peleaban entre ellos, tenían todos, el mismo respeto por esas instituciones y rumbo que debía seguir el país.

Si nuestros antecesores lo lograron y otros países también lo consiguieron, no veo motivos para afirmar que estamos condenados al fracaso. Todavía no está dicha la última palabra.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Lilian Tintori: “Leopoldo se entregó para quitarle la máscara a Maduro”:

Por Belén Marty: Publicado el 30/3/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/03/30/lilian-tintori-leopoldo-se-entrego-para-quitarle-la-mascara-a-maduro/#.VRmGtpHUkCQ.facebook

 

Lilian Tintori, la esposa de quien seguramente es el preso político más conocido de Venezuela, Leopoldo López, se encuentra de gira por América Latina con el objetivo de llevar la voz de su marido a todos los rincones de la región.

La mujer, que hoy tiene más de 1,5 millones de seguidores en Twitter, y es maestra de preescolar, no duda en afirmar que en Venezuela impera un régimen antidemocrático. Parecería arrastrar junto con su belleza y envidiable retórica, un aura de tranquilidad y esperanza a pesar de lo que, relata, son las calamidades que vive un pueblo con hambre de libertad.

Tintori conversó con PanAm Post luego de compartir en un panel sobre derechos humanos en Buenos Aires, frente a un colmado auditorio, de mayoría venezolana.

¿Cuál es la situación judicial de Leopoldo López hoy?+

Leopoldo López está preso en una cárcel militar desde hace un año y un mes. Leopoldo es inocente, no tiene que estar preso ni un día más. Está preso por sus palabras, por lo que piensa, por decir lo que la mayoría de los venezolanos queríamos escuchar.

Él denunció al régimen de Maduro como antidemocrático, corrupto, ineficiente y represor. Esas palabras hoy están más vivas que nunca.

A Leopoldo le están haciendo un juicio, pero es un juicio lleno de vicios, arbitrariedades y de ilegalidad. Empezando porque es un juicio oral y público, pero nadie puede entrar. Después, la Corte está rodeada de militares y no entra nadie que quiera escuchar el juicio, ni periodistas, ni cámaras.

Segundo, y lo más grave, es que para defenderte, necesitas pruebas y testigos. A Leopoldo no le han permitido ni una prueba ni un testigo para defenderse. A la fiscalía que lo acusa le han permitido más de 160 testigos.

Hemos visto un juicio totalmente injusto. Hemos visto testigos que hablan por el lado de la fiscalía y ninguna de las cosas que han dicho culpa a Leopoldo ni a los estudiantes de nada. Es decir, no hay caso. No hay una prueba, o un testigo que haya comprobado que Leopoldo esté vinculado con algún acto de violencia que ocurrió el año pasado.

¿Tiene usted alguna esperanza en cuanto a una sentencia favorable para su marido?

Bueno, Leopoldo tiene que estar en libertad ya. Todos los días tienen que liberar a Leopoldo. Yo todos los días me levanto y digo, ‘hoy lo van a liberar’, porque él no tiene por qué estar preso. Está preso por política; él representa un cambio para Venezuela, representa una amenaza para Maduro y Maduro le tiene miedo a Leopoldo. Por eso decimos que Leopoldo es un preso de conciencia.

Ante eso denunciamos a nivel nacional y a nivel internacional, que el mundo entero sepa los argumentos y la verdad. Y que liberen a Leopoldo y a todos los estudiantes.

¿Cómo es el trato de Leopoldo dentro de la cárcel?+

El trato ha sido horrible. Le violan sus derechos fundamentales, lo amenazan con cambiarlo a otra cárcel de alta peligrosidad, le allanan su celda a la fuerza hombres vestidos de negro con armas largas, le destrozan la celda, le rompen sus cosas, le roban sus escritos, le lanzan por la ventana excremento humano y orina para ensuciarlo y que él no pueda dormir. También le cortan la luz y el agua para que no pueda bañarse y limpiar esa porquería de la celda.

Lo castigan, lo dejan sin ver el sol por semanas dentro de unas celdas de castigo, muy pequeñas, que se llaman “tigritos”. Le quitan la visita más sagrada, que es la de la familia. Ha estado solo y sin visitas seis meses y medio si sumas los castigos que le han hecho.

Cada vez que quieren, no me dejan pasar. Leopoldo está preso, pero nosotros también, como familia. Están presos nuestros derechos. El trato ha sido inhumano, de tortura, denigrante.

Leopoldo está fuerte, está firme, y todas estas cosas solo hacen que Leopoldo se fortalezca más. Está convencido que el cambio viene y que sí lo vamos a lograr. Como las palabras que él dijo al entregarse: él nos jura que vamos a vencer.

A más de un año de su encarcelamiento, ¿sigue considerando que fue la mejor decisión entregarse?

Mira, es muy dificil para mí decirte eso porque yo lo que quiero es tener a Leopoldo en mi casa, con mis hijos y libre, pero hay veces que hay que hacer sacrificios por la Patria. Leopoldo entregó su libertad por Venezuela.

Yo cuando me casé con Leopoldo me casé con esa visión, ese proyecto por el país, con ese amor por Venezuela. Yo estoy comprometida con la libertad, no solamente de Leopoldo, sino de todos los presos políticos en mi país; y con el rescate de nuestros derechos humanos.

¿Ve un avance dentro de la comunidad internacional hacia un apoyo de los derechos humanos en Venezuela?

Sí, veo avance y viene más. América Latina tiene que despertar, está despertando. Ya se pronunciaron Colombia, Perú, hoy estamos en Argentina, los parlamentos han sido solidarios. Las voces de un pueblo no son solo las del Gobierno, son la gente, los líderes, y sus organizaciones.

Venezuela está al borde de una crisis humanitaria, está en una crisis social, política y económica. En Venezuela no se consiguen alimentos básicos, no se consiguen medicamentos, leche para nuestros hijos. Hay alto costo de vida, miedo porque cada 20 minutos muere un venezolano.

Ante esto, Latinoamérica tiene que despertar, porque somos un país hermano. Confío con resistencia y fe de que esto ocurra en las próximas semanas o meses.

En su venida a Argentina, ¿tenía alguna esperanza de ser recibida por la presidenta Kirchner, quien se describe como defensora de los derechos humanos?

Sí. La esperanza nunca se pierde. Tengo la esperanza de que nos reciban y nos escuchen. Venimos como madres, como esposas, como víctimas. Venimos como mujeres venezolanas representando a millones de personas, y pienso que es responsabilidad de los Gobiernos escuchar a víctimas de la represión, de encarcelamientos injustos y de regímenes antidemocráticos como el que vivimos hoy en Venezuela.

¿Sigue pensando que la salida es pacífica a pesar de la violencia que hay del otro lado?

Absolutamente, la salida siempre va a ser pacífica, constitucional y electoral. Y así lo ha dicho Leopoldo muchas veces en sus discursos, en sus planteamientos políticos.

El Estado de Derecho no está debilitado, el Estado de Derecho no existe [en Venezuela]. Los poderes públicos están secuestrados y dominados por una sola persona, que es Maduro. No hay justicia, no hay ley, no respetan la Constitución y hay un 97% de impunidad en casos de Derechos Humanos.

Me ha pasado, vivir como esposa de Leopoldo lo que es el Palacio de Justicia, conocer a los abogados, a los jueces, a los militares. Es impresionante como esto que nos están haciendo a nosotros se lo están haciendo a miles de familias y precisamente por eso Leopoldo se entregó: para quitarle la máscara a Maduro.

Hoy el mundo entero sabe que Maduro viola los derechos humanos y lidera un régimen antidemocrático.

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

En torno a la «desocupación tecnológica»

Por Gabriel Boragina. Publicado el 28/3/15 en: http://www.accionhumana.com/2015/03/en-torno-la-desocupacion-tecnologica.html

 

Se ha dicho que, en materia laboral, el problema es que el empleo será un bien cada vez más escaso en una sociedad con un progreso tecnológico que suplanta la mano de obra intensiva, sobre todo en la industria, aunque también en la agricultura como se ha visto con los «pooles» de siembra en Argentina. Pero la experiencia y la observación más simple desmienten por completo todo lo anterior, ya que es precisamente en las sociedades donde existe mayor progreso tecnológico donde el empleo aumenta y no al revés. Es el progreso tecnológico el que hace que hoy existan más industrias (ejemplo típico el de la gran industria informática, inexistente hace pocos decenios atrás). También es falso que aumente el desempleo en la agricultura, ya que este sector está cada vez más ligado al de la industria, lo que hace hoy en día una categoría obsoleta la antigua división entre «industria y agricultura». Este último sector depende cada vez más del primero. Y al aumentar el empleo -por las razones señaladas antes- en el sector industrial también, por lógica consecuencia, aumenta el empleo en el sector agropecuario.
Pero se insiste que, frente a un empleo escaso, ¿como conseguir que toda lo población posea un standard de vida aceptable? En el punto anterior demostramos ser falso que el empleo fuera más «escaso por causa del progreso tecnológico». Ahora diremos que el empleo no crea riqueza sino que es al revés: la riqueza crea empleo. Si de repente compro un campo que -sin saberlo yo antes- tenía un enorme yacimiento de oro, me volveré rico de la noche a la mañana sin haber trabajado ni un segundo. Que el trabajo «crearía riqueza» es la antigua y ya descartada «teoría laboral del valor» que propulsaran los tristemente célebres K. Marx y F. Engels. Sólo los ignorantes siguen propagando dicha «teoría» tantas veces refutada, especialmente por la Escuela Austriaca de Economía. Ninguna persona que posea mínimos conocimientos de economía cree ya en dicha falacia. El nivel de vida aceptable no viene dado por empleo, sino por la tecnología. Si un empleado de cocina hace una hamburguesa por día cuando una máquina hace 10 hamburguesas por día, la gente estará mejor alimentada en el caso de la máquina que en el del cocinero manual. En el segundo caso (el de la máquina) el estándar de vida de la gente es más aceptable con 10 hamburguesas diarias hechas por un aparato, que con una hecha por un hombre. Lo que prueba que es la tecnología y no el empleo lo que eleva el nivel de vida de la población.
También se dice que el área de servicios ha crecido en todos los países desarrollados, en detrimento de la industria y el campo. Pero es un error. El área de servicios si ha crecido, pero NO en «detrimento» de la industria y el campo, sino ACOMPAÑANDO a ambos en su crecimiento, tal como quedó explicado más arriba. Y este crecimiento fue puramente debido al progreso tecnológico más que a ninguna otra razón.
Pero –se afirma- aún en dichos países existe desempleo y subsidio a los desempleados. Existe sí, porque el subsidio a los desempleados es el que origina el desempleo, y no al revés. Si recibo un subsidio al desempleo ¿por qué me voy a molestar en buscar un empleo si puedo cobrar lo mismo o -al menos- algo sin hacer absolutamente nada? El subsidio al desempleo alienta el desempleo y no al revés. A mayor subsidio al desempleo, mayor desempleo. Es una regla que se cumple casi matemáticamente.
No se cree, en ocasiones, que una desregulación total de la economía asegure el pleno empleo. Pero la historia ha demostrado lo contrario, y lo sigue demostrando. Históricamente, las economías más desreguladas tienen mayores tasas de empleo. Donde la economía esta mas regulada el desempleo crece. Es cuestión de estudiar un poco mínimamente las estadísticas. La conclusión de estos estudios es muy clara: si la desregulación fuese total el desempleo caería a niveles cercanos a cero o a cero directamente. Se trata simplemente de aplicar la lógica a las comprobaciones estadísticas.
¿Qué sucedería –se pregunta- con los desempleados en el lapso de tiempo que lleve pasar de una economía dirigista a una economía en que el gobierno no estorbe «con regulaciones, leyes, y desde luego impuestos»? Los desempleados se irían reacomodando en nuevos puestos de trabajo, porque al irse abandonando el dirigismo el mercado empezaría a crear nuevas fuentes de empleo, además de las fuentes de trabajo que se irían liberando de la tutela dirigista, y los cambios se operarían en el sentido apuntado. Lo relevante es que en la actual economía dirigista mundial el desempleo crece y no baja. Acá es donde debemos centrar el foco de atención, y no en cuestiones anecdóticas. Sólo el mercado libre puede crear empleos. Ningún gobierno puede reemplazar al mercado ni en esto ni en nada. El gobierno sólo puede obstruirlo, anularlo o intentar aniquilarlo. Pero ni siquiera esto último puede lograr el gobierno (dirigista o no).
En el caso –se cuestiona- de que al lograr una desregulación total de la economía persista el desempleo: ¿Que se hace con los desempleados?. No es esto lo que ha sucedido nunca en ninguna parte donde se hayan realizado desregulaciones económicas. La experiencia histórica, la teoría y la estadística han demostrado (y siguen demostrando) que: a toda desregulación el empleo ha crecido. Y en sentido inverso: a mayor regulación el empleo ha disminuido. Tenemos que regirnos por los datos históricos y experimentales en este aspecto, y no a meras hipótesis o pareceres personales que, por muy respetables que sean (y lo son), no dejan de ser eso: meros pareceres personales. En suma, se plantea una hipótesis («desregulación + desempleo») que jamás se ha dado en ninguna parte. No existen razones ni lógicas ni de otro tipo como para que tengamos que suponer que ese escenario apareciera. En el plano de la realidad, estamos lejos de una desregulación total de la economía. No porque no sea deseable (lo es y mucho), sino por dos motivos fundamentales: ignorancia o mala fe en quienes deberían implementarla.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

SOBRE EL LIBRERO QUE SE FUNDIÓ:

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 29/3/15 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2015/03/sobre-el-librero-que-se-fundio.html

 

4.1   La ética en los precios (De «Antropologia cristiana y economía de mercado», Unión Editorial, 2011).

Recordemos que según Santo Tomás el deber ser es un analogado del ser. Ello se desprende de la ética de Santo Tomás y de la filosofía cristiana en general, donde la ley natural no es más que el despliegue de las capacidades de la naturaleza del ser humano. Por eso, desde esa perspectiva, la famosa separación de Hume entre ser y deber ser no tiene sentido.

Por ende, para analizar el deber ser en los precios hay que analizar el ser en los precios, esto es, la naturaleza de esa relación intersubjetiva que llamamos precios (norma que se cumple, mutatis mutandis, para todas las cuestiones de ética económica).

Hasta ahora hemos dicho algo que creemos importante, esto es, que los precios son síntesis de conocimiento disperso, pero hay que extender el análisis de dicha caracterización para el tema que nos compete.

Repasemos dos cuestiones: propiedad y teoría del valor.

Analicemos para ello un caso simple: Juan decide vender su automóvil por U$S 10.000 y Roberto no lo quiere comprar por más de 8000. Por supuesto, una consecuencia muy importante, a efectos de teoría económica, es que en ese caso no habrá intercambio, pero a efectos de lo que estamos analizando, hay dos cuestiones previas.

Uno. Que Juan decida vender su automóvil presupone la propiedad de su automóvil. Por ende la oferta, la demanda y los precios presuponen la propiedad de los bienes y servicios que se intercambian. La propiedad de la que hablamos aquí está justificada como precepto secundario de la ley natural, según lo afirmado por Santo Tomás en I-II, Q. 94 a. 5 ad 3, por su utilidad, como un “adinvenio” del intelecto humano, que, como hemos visto en todo lo que venimos diciendo, en la economía actual pasa por minimizar el problema de la escasez. La propiedad es sencillamente una institución evolutiva para minimizar el problema de la escasez y por ello es precepto secundario de la ley natural[1].

Dos. Cuando dijimos que los precios son síntesis de conocimiento disperso, dijimos que ello permite leer en el mercado la escasez relativa de los bienes, esto, cuán escaso es un bien. Pero esa escasez no es objetiva, sino, como todos los fenómenos sociales, inter-subjetiva y subjetiva. ¿Qué quiere decir ello? Que el valor de los bienes en el mercado, que se traduce en los precios, no es una propiedad de la cosa en sí misma independientemente de su intercambio humano, sino de la cosa en tanto intercambiada y valorada por las personas (“subjetivo”) que intercambian. Esto es muy conocido por los economistas como teoría subjetiva del valor, pero habitualmente choca con la noción escolástica de bien cuyo valor, en tanto “bonum”, es “objetivo” (“la cosa es apetecida por ser buena y no buena por ser apetecida”); y por ello yo la estoy presentando de modo tal que no se produzca ese conflicto, pero no por mi modo de presentación sino porque verdaderamente no lo hay[2].

Por supuesto que el valor moral es “objetivo”, en tanto que el bien moral de una acción humana depende de un objeto, fin y circunstancias que no son decididos arbitrariamente por la persona actuante. Por supuesto que además puede haber otro tipo de valores involucrados en una mercancía (artístico, por ejemplo) independientes del acto de intercambio. Por supuesto que el “bonum” es un trascendental del ente y como tal el grado de bondad de una cosa depende de su “gradación entitativa”, dependiente de su esencia[3]. Pero nada de ello obsta a que, como hemos visto, la escasez de la que hablamos es inter-subjetiva, en relación a lo humano, y por ello si un bien o servicio no es demandado en el mercado no tiene valor (a ello llamamos subjetividad del valor en el mercado). Puede ser que algo “deba” ser demandado por los consumidores, pero lo que determina su precio en el mercado es que efectivamente sea demandado y ofrecido. Por ello los economistas saben que la teoría subjetiva del valor soluciona la famosa “paradoja del valor” de los economistas clásicos: algo tan importante como el agua puede tener menos valor en el mercado que una pepita de oro en la medida de que el agua en determinadas situaciones (no en un desierto) sea más ofrecida en el mercado y el valor de cada unidad de agua (que los economistas llaman “utilidad marginal”) sea menor.

Por ende algo vale en el mercado (repetimos: en el mercado) en la medida que una persona valore lo que ofrece y lo que demanda. Pero el precio implica el encuentro entre las valoraciones de oferente y demandante. Si yo valoro mi celular en U$S 5000 y nadie me compra por esa valoración, tendré que ir bajando mis pretensiones hasta encontrar un comprador. Pero si mi celular comienza a ser altamente demandado por mucha gente, puede ser que lo venda por esa valuación o más. Esto es, recién en el momento del intercambio se establece el “precio”, que depende, como vemos, del encuentro de las valuaciones subjetivas de oferentes y demandantes, y por eso los precios indican la “escasez relativa”: porque la escasez en el mercado no depende de lacantidad objetivamente contable del bien, sino de cuánto sea demandado y ofrecido por personas. Y esto es importante porque, a su vez, como ya explicamos, permite que las expectativas se ajusten: si yo soy oferente (tal vez empresario) de celulares y “leo” que los precios de los celulares suben, tal vez me decida a hacer inversiones adicionales en ese sector, lo cual aumentará luego la oferta de celulares y su precio comenzará a bajar. Todas estas explicaciones, que para algunos economistas (no todos) son muy conocidas, las estamos resumiendo a fines de comprender la naturaleza de esas relaciones intersubjetivas llamadas precios y por ende poder analizar bien su “deber ser”.

Las conclusiones respecto a la ética de los precios, dado en análisis anterior, son las siguientes:

–       La decisión de vender o no vender, comprar o no comprar (A),que es lo que implica que aumente o no la oferta y la demanda, depende de la propiedad como precepto secundario de la ley natural (B). Por ende, si B es éticamente correcto, A lo será también. Luego, si, por ejemplo, yo decidiera NO vender mi auto, y éste, a su vez, fuera altamente demandado, su precio potencial tendería a infinito, o sea, “no se vende”. Pero si la propiedad de mi auto es éticamente correcta, entonces que el precio sea “alto” en el sentido de tender al infinito, también lo es. Por ende un “precio alto” no es fruto de una acción inmoral, sino de una propiedad éticamente justificada, frente, a su vez, de una demanda del bien en cuestión.

–       La pregunta de si es lícito vender o comprar en el mercado por más o menos de lo que la cosa vale está mal planteada en cuanto que el valor en el mercado es subjetivo en el sentido que lo hemos explicado. La cosa en el mercado vale lo que vale en el mercado. Es casi tautológico. Si tiene algún otro tipo de valor, no es el valor que conforma los precios.

–       Cuando aumenta la demanda de un bien, alguien con buena voluntad puede decidir mantener el precio como está o bajarlo, pero la cantidad ofrecida del bien se acabará rápidamente. Un convento de benedictinos puede estar vendiendo miel por $ 10 el frasco. Supongamos que la demanda de miel aumenta repentinamente porque las personas están convencidas de sus propiedades curativas o lo que fuere. Los benedictinos pueden decidir bajar el precio o más aún, repartir todo su stock, y ello parecerá muy meritorio. Pero ese stock se acabará rápidamente. Tienen que producir más cantidad, lo cual requiere más inversión por parte de ellos, lo cual no es nada sencillo y, mientras tanto, si no quieren agotar el stock, deberán (con “necesidad de medio”, no “ontológica”) ver si pueden obtener un precio más alto, si la demanda les responde, para que no haya largas filas de demandantes alrededor del convento que luego se queden sin miel, y para, a su vez, obtener un margen adicional de rentabilidad que les permita obtener nuevos créditos para re-invertir en la producción de miel. Nada de ello se produce por la maldad moral de los benedictinos. A su vez, ese nuevo precio de la miel, más alto, atraerá a otro oferentes (excepto que los benedictinos tengan una licencia exclusiva para producir miel concedida por el gobierno) que lentamente harán que el precio de la miel tienda nuevamente a la baja.

–       Dado el corazón humano después del pecado original, puede ser perfectamente que alguien saque provecho de un precio alto, de un bien que es su propiedad, sin importarle en absoluto el prójimo, sobre todo en situaciones tales como ser vendedor de agua en un desierto, etc. Ello, obviamente, no sería correcto moralmente. Pero entonces, ¿qué hacer? La tentación es que los gobiernos (esto es, otras personas con poder de coacción) intervengan ese mercado y expropien la producción o fijen precios máximos, etc. Pero ello produciría los siguientes resultados: a) como explicamos antes, al intervenir en un precio se borra la fuente de interpretación de la escasez relativa en el mercado y la situación es peor; b) la expropiación de la producción en cuestión desalienta los incentivos para la producción y la situación es peor, atentando contra el principio de subsidiariedad.

–       Desde el punto de vista de la ley humana, hemos visto ya que Santo Tomás deja bien en claro que dicha ley no abarca todo lo prohibido por la ley natural. Por ende, vender al precio de mercado puede ser perfectamente bueno desde el punto de vista del objeto, fin y circunstancias de la acción, o no, pero en este último caso, por los motivos a y b, no es conveniente que la ley humana interfiera en el proceso de mercado. Lo inteligente es, desde el punto de vista de la ley humana, en un caso de emergencia, que una agencia gubernamental compre el bien en cuestión y lo venda más barato o lo regale y con ello no interfiere con el delicado proceso de precios. Por supuesto, esta propuesta es alto opinable, y depende de condiciones que los economistas han estudiado para los casos de “decisión pública”; en este caso se requerirían condiciones harto difíciles como que el gobierno sea preferentemente municipal, tenga sus cuentas en orden, no se financie con emisión monetaria o impuestos a la renta[4], etc.

–       Los precios en el mercado se manejan en una franja de máximo y mínimo: el límite máximo de venta es aquel más allá del cual no se encuentran compradores, y límite mínimo de compra es aquel por debajo del cual no se encuentran vendedores. Yo puedo querer que mi computadora se venda a U$S 10.000 pero es muy factible que más allá de 500 no se encuentren compradores; de igual modo, yo puedo querer comprar una computadora (usada) por U$S 1 pero es muy factible que por debajo de 400 no se encuentren vendedores. Esos límites están determinados precisamente por la oferta y la demanda del bien en cuestión y no se pueden pasar so pena de que no haya intercambio. Por ende la voluntad del vendedor o comprador en el mercado no “fija” los precios sino que depende de la interacción con la otra valoración. Esa franja es lo que implica el “precio de mercado”. Ahora bien, un cristiano debe tener en cuenta el bien de su prójimo y por ende puede ser perfectamente bueno que, al vender algo, en determinada circunstancia, no busque el límite máximo de venta sino el mínimo, pero más allá del mínimo no va a poder bajar. Yo puedo ser farmacéutico y propietario de mi farmacia y ante determinada circunstancia, bajar mi valuación de un medicamento de 100 a 80, pero si lo sigo bajando, por un lado aumentará enormemente la demanda y no voy a poder satisfacerla y, por el otro, los vendedores del medicamento en cuestión dejarán de proveerme. En ese caso, es perfectamente cristiano seguir vendiendo a 80 y, por otro lado, en una acción fuera de mercado, distribuir gratuitamente medicamentos que yo haya podido adquirir con mis recursos, ayuda de una fundación, etc. Hacemos todas estas aclaraciones precisamente para que se vea que la ética de los precios no tiene autonomía absoluta en la determinación de los precios. El nivel de los precios no depende de la buena o mala voluntad de las personas; esta última puede incidir pero hemos visto que el factor básico es la demanda subjetiva de los bienes y todas las consecuencias de la interacción de las valoraciones cuyos ejemplos hemos explicado.

Conclusión: la cosa “en sí misma”, esto es, independientemente de su intercambio en el mercado, puede tener tal o cual valor, pero ese valor notiene que ver con los precios. Estos últimos surgen de las valoraciones inter-subjetivas de las personas en el mercado, y hay que tener en cuenta esto último para analizar la ética de oferentes y demandantes en el mercado.

Pero este mercado, como hemos visto, no es un mecanismo, que se mueva por acción y reacción, sino un proceso, una inter-acción entre personas. Y el factor que lo mueve hacia una mayor coordinación de expectativas es la referida tendencia al aprendizaje, que se traduce en el factor empresarial. Pero ese papel –el empresario, la empresarialidad- ha quedado muy desdibujado ante una ética cristiana. Colocarlo nuevamente en el contexto de una antropología y ética cristiano-católicas, es el cometido de nuestro próximo capítulo.

 

[1]He desarrollado en detalle ese aspecto en Zanotti, Gabriel, Crisis de la razón y crisis de la democracia, Buenos Aires: UCEMA, 2008. [Online] disponible en www.cema.edu.ar/publicaciones/doc_trabajo.html; e id, “La ley natural, la cooperación social y el orden espontáneo”, en Revista de la Facultad de Derecho Nº 19, Guatemala: Universidad Francisco Marroquín, 2001.

[2]Hemos desarrollado esto en detalle en nuestra tesis de doctorado de 1990, Zanotti, Gabriel, Fundamentos filosóficos y epistemológicos de la praxeología, op.cit.

[3]Ver Ferro, Luis S., La sabiduría filosófica siguiendo las huellas de Santo Tomás, op.cit., Tema 3.

[4]Hayek, Friedrich A. von, Nuevos estudios, op.cit., cap. 8.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

EL ESTADO VATICANO:

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Adelanto que esta no es una nota que puedan absorber fanáticos (en realidad, ninguna de las que escribo): es para mentes abiertas que puedan analizar hechos demostrables con prudencia y en profundidad mirando distintos ángulos y capaces de sostener un debate con argumentos.

 

Lord Acton, el gran historiador y profesor decimonónico, el 5 de abril de 1887,  al responder una misiva del obispo inglés Mandell Creighton quien sostenía que a los Papas y reyes había que tratarlos con vara más indulgente que a los ciudadanos corrientes, Acton responde que “no puedo aceptar su criterio en cuanto a que debemos juzgar al Papa y al Rey de manera distinta al que aplicamos a otros hombres con una presunción favorable de que no hacen mal. Si existe alguna presunción debe ser en sentido contrario para los que ocupan posiciones de poder y más aun cuanto mayor sea el poder. La responsabilidad histórica debe estar a la altura de la responsabilidad legal. El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Como es sabido, esta última oración encierra el dictum más difundido de Acton pero es de interés recordar el contexto en el que lo escribió al dirigirse a una autoridad eclesiástica.

 

La tesis del presente artículo periodístico consiste en proponer la terminación del Vaticano como Estado, es decir, como estructura política y mantenerlo como asiento de la cabeza de la Iglesia puesto que lo contrario resulta incompatible con aquello de “mi reino no es de este mundo”. Y no solo eso sino que sugiero la liquidación del Banco del Vaticano por las mismas razones, lo cual no es óbice para que se depositen fondos en cualquier banco de la plaza local o internacional, situación en la que no resultarían necesarios los esfuerzos tendientes a corregir las corrupciones mayúsculas en un banco que algunos hasta han calificado de modo insolente como “la banca de Dios”.

 

El Cardenal y teólogo suizo Hans Urs Von Balthasar, ha insistido en que el Vaticano se transforme en un museo lo cual no quita que el papado se mantenga en ese lugar físico o en otro, espacio que también podría operar con independencia bajo distintas figuras del derecho internacional sin necesidad de constituirse en un Estado. En cualquier caso, esta visión despolitizada del Vaticano liberaría a la Santa Sede de todas las actividades que se relacionan directamente y de modo ejecutivo con la política propia de los Estados y que envuelven a la Iglesia en faenas que son consubstanciales a aquellos ámbitos.

 

Como es de público conocimiento, la actual conformación política del Vaticano de cuarenta y cuatro hectáreas se estrenó con el Tratado de Letrán en 1929 firmado por Benito Mussolini con poderes dictatoriales en representación del Reino de Italia. Los límites al poder son condición necesaria para evitar extralimitaciones pero cuando el poder político no solo no es necesario sino, como queda dicho, incompatible con el mensaje evangélico, debe dejarse de lado y también las operaciones bancarias y conexas que así minimizan posibilidades de corrupción como es el caso con el Banco del Vaticano desde que fue creado en 1942 como Instituto para las Obras de Religión (IOR).

 

En la actualidad los múltiples hechos de corrupción salieron nuevamente a la luz en nuestra época debido a las cuantiosas filtraciones de informaciones conocidas como “VatiLeaks” que tanto angustiaron a Benedicto XVI y que lo llevaron a dejar el papado para convertirse en emérito. Las primeras filtraciones fueron realizadas por el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, y recibidas por el periodista Gianlugi Nuzzi pero finalmente los orígenes fueron de distinta procedencia de círculos vaticanos y se diseminaron por todo el mundo de las noticias.

 

Es sabido también que con anterioridad a 1929 y desde 1870 (luego de la expedición de Víctor Manuel) no había jurisdicción física para la cabeza de la Iglesia y antes, en 1848, se había abolido el poder temporal de los Papas luego de tanta acción bélica del papado en nombre de los denominados estados pontificios, especial aunque no exclusivamente por Julio II (conocido como “el Papa guerrero”) y los hijos del Papa Alejandro VI (muy activamente por Juan y, más aun, por César).

 

Los escándalos son denunciados por muchos dignatarios de la Iglesia a raíz de lo cual se han barajado muy diversos estudios, por ejemplo, los realizados por Vicenzo Gioberti y Luigi Taparelli d´Azeglio y las historias sobre lo que venimos comentando han sido relatadas, entre muchos otros, por autores como Mark Donovan, David A. Yallop y Ryan Thorton en diversas revistas académicas y obras publicadas.

 

Entre otros artilugios, la estructura política del Vaticano se ha usado para cubrir con inmunidad diplomática delitos varios, por ejemplo, en los casos de los escándalos más sonados sobresalen los del Nuncio en la República Dominicana, Josef Wesolowk, el Arzobispo de Boston en Estados Unidos, Cardenal Bernard Law y el archiconocido ex administrador del Banco del Vaticano Paul Marcinkus. También, antes que eso, la referida politización da pie para interpretaciones en cuanto a haberle conferido legitimidad a las tendencias nazis alemanas con el Riechkonkordat de 1933, además de las constantes entrevistas y declaraciones con jefes de estado y políticos del más variado color y especie.

 

Ya Juan Pablo II pidió perdón por la Inquisición, las Cruzadas, las “guerras santas”, la judeofobia y otras barrabasadas como para seguir cargando con responsabilidades y funciones que abren las puertas a la corrupción y a los insondables vericuetos del poder político. La Iglesia ya debe lidiar con bastantes problemas como para involucrarse en los campos mencionados que exceden en mucho su misión específica. También Juan Pablo I intentó en sus treinta y tres días de papado ir al fondo de algunas de las corrupciones sin lograr su cometido, lo demás está por verse.

 

La mejor tradición señala los graves inconvenientes que invariablemente se suscitan cuando se vincula el poder político con la religión, por tanto no es del caso provocar ese vínculo y más bien seguir las enseñanzas de los Padres Fundadores en Estados Unidos que denominaron esta conveniente separación con la sugestiva etiqueta de “la doctrina de la muralla” espantados con las experiencias de las guerras y masacres religiosas en  Europa.

 

Personalmente he conversado sobre lo expuesto con dos sacerdotes y tres laicos entendidos en la materia y han coincidido en lo dicho. Aunque no me han pedido reserva, no me siento autorizado a revelar las fuentes puesto que hasta el momento -por razones diversas- mis contertulios no han hecho públicas sus opiniones sobre el tema señalado. Lo destaco al solo efecto de puntualizar que aquellas reflexiones sobre las antedichas propuestas me han resultado sumamente gratificantes. Mencioné lo del Cardenal von Balthasar porque hizo público su pensamiento respecto a lo comentado.

 

Hay otra faceta de la politización, ya no entendida como las obligaciones de la jefatura de Estado y sus entretelones, sino referidas a ciertas declaraciones sobre asuntos económico-jurídicos que no se condicen con valores y principios éticos de una sociedad libre, que aun realizadas con las mejores intenciones perjudican el bienestar de la gente, especialmente de los más necesitados. Me he ocupado en otras ocasiones de este aspecto crucial, de ningún modo circunscripto a “sacerdotes para el Tercer Mundo” y “teólogos de la liberación”. En esta nota me limito a considerar la faz más directa y crudamente política del Estado del Vaticano que someto a la consideración de mis lectores.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

Unasur sale al rescate de Nicolás Maduro:

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 18/3/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1777085-unasur-sale-al-rescate-de-nicolas-maduro

 

El tratado constitutivo de Unasur se suscribió el 23 de mayo de 2008. No obstante, entró en vigor dos años después. En noviembre de 2010. Sus objetivos incluyen «construir un espacio de integración y unión» entre sus Estados Miembros y «fortalecer la democracia». Unasur tiene -además- una larga lista de objetivos «específicos», donde se encuentra prácticamente todo lo imaginable, incluyendo algo bastante poco conocido: «la consolidación de una identidad suramericana, a fin de alcanzar una ciudadanía (común) suramericana».

De esto último quizás no se han enterado los dirigentes uruguayos del «Sindicato Único de la Construcción» que acaban de obligar a una veintena de trabajadores bolivianos que trabajaban en el montaje de la planta fotovoltaica de «La Jacinta», en Salto, a abandonar sus tareas, al grito de «mándense a mudar, no queremos extranjeros».

Unasur es un organismo regional sobreabundante supernumerario. Algo así como «la quinta rueda del carro». Pero ha copado la escena. Y desplazado a los demás. Especialmente a la OEA . Entre las razones políticas e ideológicas para su creación – en la que trabajaron incansablemente Hugo Chávez y Néstor Kirchner – aparecen el deseo de excluir completamente del diálogo regional a los EE.UU., Canadá y México y el propósito inicial de unificar la política exterior de la región, detrás del ideario bolivariano.

Prueba de esto último han sido tanto la torcida intervención de Unasur en la crisis de Pando, en Bolivia, protegiendo a Evo Morales con un informe lleno de falsedades que ha sido objeto de críticas devastadoras. Porque, por ejemplo, algunos de los muertos que allí se denunciaban aparecieron luego con vida. Como también la ilegal suspensión de Paraguay de Unasur, para permitir -con ella- el ingreso de la Venezuela de Hugo Chávez, que Paraguay -conforme era su derecho- vetaba.

En rigor, Unasur es un mecanismo de «protección recíproca» entre los gobiernos de sus Estados Miembros. Por esto ha sido recientemente calificado de «sociedad de socorros mutuos» y de «seguro de permanencia en el poder». Esto es, de mero instrumento político que hasta ahora, más allá de la retórica, poco y nada ha tenido que ver con una auténtica defensa de la democracia, de los derechos humanos y de las libertades civiles y políticas de los pueblos de sus Estados Miembros.

Su actuación en la crisis de Venezuela es simplemente más de lo mismo. En lugar de condenar a Nicolás Maduro por haber desfigurado totalmente la democracia de su país hasta hacerla irreconocible; reprimir las protestas callejeras con dureza inaceptable, generando un tendal de muertes y lesiones, incluyendo las de jóvenes estudiantes; detener y encarcelar a los líderes de la oposición, en violación abierta al debido proceso legal; desterrar las libertades de prensa y de opinión; posibilitar la extendida presencia del narcotráfico y la corrupción, que parecen haberse apoderado de Venezuela; y permitir la injerencia profunda de Cuba en sus asuntos internos, Unasur ha salido en su defensa, aprovechando un claro error estratégico en la política exterior de Barack Obama que, sin sentido alguno de oportunidad, ha definido a Venezuela como una «amenaza para la seguridad» de su país. Para así poder sancionar, no a Venezuela, sino a un grupo de generales y altos funcionarios que paradójicamente tienen sus dineros en jurisdicción de los Estados Unidos.

No obstante, el insolente Nicolás Maduro ha empezado a tener algunos problemas en la región. La que hasta ahora le rendía unánime pleitesía. Ocurre que acaba de tener un serio incidente con las nuevas autoridades de Uruguay, luego de que -con la falta de modales que lo caracteriza- tildara de «cobarde» al vicepresidente oriental Raúl Sendic, cuando éste señalara que «no hay elementos que demuestren que hay injerencia de los EEUU en Venezuela». Frente a lo cual, el gobierno de Uruguay convocó enseguida al embajador venezolano en Montevideo para expresarle que consideraba que los duros dichos de Maduro eran «inamistosos». Con toda razón.

Ante esto, el ex presidente «Pepe» Mujica cargó -cual Quijote- corriendo en apoyo de su correligionario Nicolás Maduro, sin advertir que, como dice Claudio Paolillo, «tiene que ponerse el traje de ex presidente». Y salir del centro de un escenario que ya no es suyo. Y sin advertir que el nuevo Canciller oriental, Rodolfo Nin Novoa, habla de un «cambio de rumbo» en la política exterior de su país, que presumiblemente dejará de ser apenas un «furgón de cola» de Venezuela. Porque esto es lo que se deduce de la afirmación de Nin Novoa, cuando dijo que no caerá «en afirmar sólo vínculos con países con gobiernos que tengan afinidad ideológica».

Mujica, escuchó asimismo -de boca del nuevo Canciller de su país- que «no se debe caer en la tentación de privilegiar la política sobre el derecho», en alusión directa a aquella lamentable frase del ex presidente cuando intentara justificar la ilegal suspensión de Paraguay del Mercosur , sosteniendo insólitamente que «lo político está por sobre lo jurídico». Frase que -ante el tradicional apego oriental al derecho- podría calificarse como la más desacertada -y menos uruguaya- jamás pronunciada por algún Jefe de Estado constitucional oriental.

Sumergido en el caótico pantano que el mismo ha creado, Nicolás Maduro, como suele suceder, se «victimiza» y busca «chivos emisarios» que disimulen sus errores y falta de capacidad para gobernar. Apela a las emociones. Para disimular. Para no hablar del gigantesco descalabro que hoy es su país -que sigue en viaje sin escalas hacia Cuba- respecto del cual no puede eludir su responsabilidad. Aprovechando las circunstancias, Maduro se ha hecho de más poder. Puede ahora, como Chávez, gobernar por decreto. Arbitrariamente y con total absolutismo. Sin límites, ni fronteras. Como supone «le corresponde».

Invocando presuntas conspiraciones y peligros externos, Maduro pidió a la sumisa Unasur una rápida expresión de endoso y solidaridad. De modo algo humillante, porque esto es lo que transmiten sus palabras, cuando dijo: «Gracias a Dios tenemos una Unasur que nos protege, nos acompaña». Palabras propias de quien se siente «dueño» de Unasur.

Es cierto, porque Unasur le permite no hacer los recuentos de votos comprometidos; encarcelar a estudiantes y opositores; violar impunemente las libertades civiles y políticas de sus conciudadanos; criminalizar la disidencia; y desvencijar al máximo la Constitución e instituciones de su país.

Unasur acaba de evitar, una vez más, salir claramente a defender la democracia, como si esto no fuera su responsabilidad. En su reunión extraordinaria, celebrada en Quito, definió a las sanciones norteamericanas como «amenaza injerencista», solicitando su derogación. Pero sin condenarlas expresamente, como insistentemente pretendía Maduro.

Pese a que esas sanciones -que son «personalizadas»- no se han tomado contra Venezuela, sino contra algunos militares y altos funcionarios de ese país que -acusados de violar los derechos humanos y de actos graves de corrupción- llevaron libremente, por alguna extraña razón, sus dineros a los Estados Unidos. Sometiéndose -y sometiéndolos- a la jurisdicción norteamericana. Voluntariamente. El tema está, entonces, lejos de conformar una violación norteamericana del derecho internacional, contra Venezuela. Los dineros embargados están bajo la ley norteamericana.

De paso, los Cancilleres suramericanos hicieron una velada (casi cínica) mención a la defensa regional de los derechos humanos, de modo de no provocar con ella disgusto alguno a Nicolás Maduro y poder sostener, al mismo tiempo, que realmente existe en la organización alguna preocupación por ese tema. Pero lo cierto es que el pueblo venezolano no ha sido defendido. Sólo el régimen de Nicolás Maduro.

Por esto, cuando se acerca ya la «Cumbre» regional de Panamá, el diálogo de la región con los Estados Unidos que, después de la «normalización» de sus relaciones con Cuba se suponía iba a ser fluido, creativo y positivo, volverá presumiblemente a ser duro, y hasta eventualmente ríspido.

La oportunidad genuina que existía para que Unasur, saliendo de su larga siesta, defendiera la democracia y las libertades civiles y políticas de los venezolanos se ha desaprovechado. En parte, por el mayúsculo error atribuible a la administración de Barack Obama, que sirve de excusa y biombo para Nicolás Maduro. Pero también -en gran medida- por la «solidaridad» mal entendida que Unasur, como siempre, ha mostrado respecto de un régimen que -como el de Nicolás Maduro- ha demolido la democracia venezolana y que ahora pisotea -impunemente- las libertades civiles y políticas de su pueblo. Todo ante el largo silencio cómplice de Unasur, que desgraciadamente se mantiene.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Macri y el cepo:

Por Armando Ribas. Publicado el 25/3/15 en: http://www.notiar.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=6034:macri-y-el-cepo&catid=44:opinion&Itemid=87

 

Las recientes declaraciones de Macri al respecto de su decisión de eliminar el cepo cambiario tan pronto llegue a la presidencia han causado una revuelta política.

 

Como era de esperarse los primeros en contestar fueron los representantes del gobierno Kicillof y el actual presidente del Banco Central Vanoli.

 

Pero sorprendente a mi juicio ha sido la reacción de parte de la oposición -Massa mediante- respecto a una decisión que debiera ser un proyecto común indubitable. Como he parafraseado Pascal, “La política tiene razones que la razón no conoce”.

 

Lamentablemente la inflación ha sido paradigmática en la Argentina desde tiempo inmemorial. Ante ese espectro se ha repetido una y otra vez el error de tratar de controlar los precios internos vía el control del tipo de cambio. Por ello las macro devaluaciones efectuadas una y otra vez han constituido pecados capitales políticos de los gobiernos que a su llegada a la Casa Rosada no les ha quedado otro remedio que devaluar.

 

Aparentemente se ha considerado que el error ha sido del que devalúa y se ignora la responsabilidad del que provocara la necesidad de devaluar.

 

Y debiéramos saber que la re valuación de la moneda tiene un efecto que es el de causar una distorsión en los precios relativos internos. Al tiempo que se controlan los precios de los bienes transables internacionalmente se aumentan los de los no transables. Y en muchos casos de los costos de los productores de bienes transables. El impacto de esa disrupción en los precios internos tiene un impacto negativo en el comercio internacional pues caen las exportaciones y se reducen las importaciones.

 

Cuando se arriba a esa situación irredimible no hay otra alternativa que la devaluación, que por supuesto tiene un impacto negativo en muchos sectores e implica un incremento en la tasa de inflación. Obviamente la devaluación es el costo del error del desequilibrio postergado.  Pero existe otra instancia respecto al tipo de cambio, que es el control de cambios. Tal es la situación que representa actualmente el denominado cepo cambiario. El mismo afecta a las empresas que no se les permite la repatriación de sus dividendos, y así como la prohibición de importaciones de bienes que afectan la producción interna.

 

De acuerdo a mis estimaciones el peso se encontraría revaluado en un 36% respecto al dólar. Durante algún tiempo la re-valuación del peso respecto al dólar fue en alguna medida compensada por el incremento en los precios de las commodities y por la devaluación del dólar respecto del euro. Esa situación está cambiando en la actualidad, en parte por la caída en el precio de la soja y por otra por la reciente re-valuación del dólar. Ello ya ha producido una reducción apreciable en las exportaciones argentinas que en parte ha sido compensada por la reducción en las importaciones producida por las crecientes restricciones.

 

Creo que ante los hechos presentes la devaluación es una necesidad ineludible, por más que pueda ser discutible la política adecuada para causar el menor impacto negativo posible. Pero no solo se requiere la devaluación sino asimismo la eliminación del cepo cambiario. Al respecto nadie lo dice, pero el mismo constituye una violación paladina de los artículos 14, 17 y 19 de la Constitución Nacional.

 

Hoy Macri adelantándose a su tiempo ha reconocido públicamente la realidad que hemos descrito, y ha manifestado su decisión de eliminar el cepo cambiario a su llegada a la presidencia. También ha decidido consecuentemente eliminar las retenciones a las exportaciones, que de hecho constituyen una mayor re-valuación del peso. Entonces dada la repercusión aparentemente negativa que ha tenido la declaración de llevar a cabo esa política es posible que tenga un efecto negativo en su candidatura, pero lo que no puede haber dudas es sobre la validez de esa decisión económica.

 

La sobre-valuación del peso es un hecho indubitable y su impacto negativo sobre la actividad económica es igualmente creciente. Pero lo que es más increíble de esta situación política es que haya sido inclusive la oposición la que ignore la inconstitucionalidad del cepo cambiario. Esperemos que gane Macri y que lleve a cabo la política adecuada para superar el actual desequilibrio económico  y la inseguridad jurídica prevaleciente en la Argentina. Ello implicaría aumentar la inversión y consecuentemente el crecimiento económico no a tasa de cuento chino sino válidas.

 

Armando P. Ribas, se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. Obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas, Texas. Es abogado, profesor de Filosofía Política, periodista, escritor e investigador y fue profesor en ESEADE.

El kirchnerismo borró de la memoria cómo es vivir en libertad:

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 22/3/15 en: http://economiaparatodos.net/el-kirchnerismo-borro-de-la-memoria-como-es-vivir-en-libertad/

 

El debate sobre si es posible eliminar el cepo refleja que el kirchnerismo borró de la memoria de la gente cómo es vivir y trabajar en libertad

Tantos años de intervencionismo han generado tal grado de distorsión en la forma de pensar de la gente que hasta la propuesta económica más sencilla produce pánico en la gente.

A raíz de las declaraciones de Mauricio Macri de levantar el cepo cambiario hubo una catarata de tuits sobre el tema. Mi visión es que no solo se puede levantar el cepo sino que es necesario eliminarlo para poder crecer. Pero dicho esto de eliminar el cepo, inmediatamente surgían los que decían si había que devaluar. Mi visión es que no hay que devaluar porque ello implica llevar el tipo de cambio de un determinado nivel a otro que se supone de equilibrio. La realidad es que nadie tiene ese número mágico de equilibrio, por lo tanto la solución es dejar flotar libremente el tipo de cambio, lo que se llama una flotación limpia. Si esa flotación limpia se hace bajo un contexto de disciplina fiscal, es decir sin déficit, que lleva a la disciplina monetaria y, además, es implementando por un ministro de economía que genere confianza y sepa comunicarle a la gente el rumbo económico que se ha adoptado, no veo razón por la cual tenga que producirse una corrida cambiaria y financiera que haga estallar el país.

Distinto es si se elimina el cepo al estilo Duhalde 2002 con su devaluacion sin un plan económico detrás. Lo único que hizo Duhalde fue devaluar, crear un fenomenal caos económico e institucional y licuar el gasto público con la llamarada inflacionaria y cambiaria que produjo. Me parece que en la memoria de la gente quedó grabada esa traumática experiencia y por eso, hasta colegas economistas, ven la salida del cepo como algo muy difícil de implementar.

Sí creo que, aún con la confianza que pueda generarse, llevar a cabo las reformas estructurales llevará tiempo y, por lo tanto, el tipo de cambio tenderá a subir, tal vez hasta niveles cercanos al blue actual para luego bajar en la medida que se avance en la reformas estructurales y vayan ingresando capitales en el sector real de la economía. Queda claro que no es con una devaluación que se logra competitividad, sino con reformas estructurales. Los países que tienen economías sólidas y calidad institucional tienen monedas fuertes. Monedas que son respetadas en el mundo. Monedas de las que la gente no sale huyendo sino que las utiliza como refugio de valor. Monedas que permiten ahorrar y, por lo tanto, ofrecer crédito para la inversión y el consumo. Monedas que permitan hacer cálculo económico a la hora de evaluar una inversión. Como se ve, tener una moneda sólida no es contrario al crecimiento, por el contario, es condición necesaria para el crecimiento.

Las monedas que se devalúan permanentemente son las que pertenecen a países con desórdenes económicos en lo fiscal y monetario. El ahorro brilla por su ausencia y, en consecuencia, el crédito no existe. Los eternos devaluadores son los que no se animan a poner orden fiscal por el lado del gasto y optan por licuarlo transitoriamente con una llamarada inflacionaria y cambiaria al estilo Duhalde.

Otra de las preguntas que me formulaban por Twitter era: si el BCRA no interviene en el mercado de cambios, ¿quién le venderá dólares a los importadores? Tanto nos acostumbramos a que nos dirijan la vida que no nos damos cuenta que en un mercado libre una persona le puede vender dólares a otra. El importador le puede comprar dólares al exportador, y el exportador querrá vender dólares para hacer sus pagos en pesos en el mercado interno.

Algún colega economista ha afirmado que solo se podrá salir del cepo cambiario si hay confianza en diciembre. No comparto en absoluto esa propuesta. Salir del cepo habrá que salir sí o sí. Mientras exista el cepo no habrá forma de generar ingreso de divisas. Nadie entra a la cárcel, cierra la puerta con llave y luego la tira bien lejos. Nadie comete esa locura. En todo caso el cepo no es otra cosa que un parche a la desconfianza que ha generado siempre este gobierno, pero el parche no resuelve el problema. Simplemente lo tapa, en el mejor de los casos o lo termina agravando como es el caso del cepo. Quiso evitar la sangría de pérdida de reservas que tenía el Central por la desconfianza que generaba el gobierno que terminó creando tal restricción de reservas, al punto de aplicarse a la compra de insumos agravando la recesión.

Para el próximo gobierno, eliminar el cepo va a ser tan importante como en su momento era eliminar el corralito, obviamente era importante eliminar el corralito en forma bien hecha, no como lo hicieron. Pero para comparar solo digo que el cepo es tan letal a la economía como el corralito.

Lo relevante es que en el futuro la gente empiece a darse cuenta que se puede vivir en libertad y hacer transacciones sin las regulaciones del estado. Que, por el contrario, las regulaciones traban la economía, la hacen ineficiente, le quitan competitividad y malgastan la energía de la gente que tiene que estar volcada a producir eficientemente.

Me parece que el kirchnerismo se encargó de borrar de la memoria de la gente cómo era comprar y vender divisas libremente o intercambiar bienes y servicios sin que intervenga el secretario de comercio. En definitiva, el kirchnerismo se encargó de borrar de la mente de la gente cómo es vivir y producir en libertad.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Manipulación genética y otras variantes:

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 25/3/15 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2015/03/25/manipulacion-genetica-y-otras-variantes/

 

Es notable y maravilloso el progreso de la ciencia en  sus múltiples ramas. Probablemente la genética es el reglón que más ha avanzado en los últimos tiempos. La prevención y curación de enfermedades resulta formidable.

El ser humano está físicamente formado por células que en su interior hay una sustancia denominada citoplasma en la que se encuentra el núcleo en cuyo seno se encuentran partículas llamadas cromosomas que son un conjunto de genes los cuales se identifican con moléculas de ácido desoxirribonucleico (DNA) que constituyen la clave de la herencia. En base a este material los científicos han contribuido a rectificar malformaciones y curar ciertas enfermedades antes incurables. Pero debe tenerse muy en cuenta que el ser humano no es solo kilos de protoplasma sino que para que tenga sentido su característica medular cual es el libre albedrío posee estados de conciencia, mente o psique que permite que haya racionalidad, argumentación, proposiciones verdaderas y falsas,  ideas autogeneradas, revisión de los propios juicios, identidad personal, responsabilidad individual,  moral y, claro, la propia libertad.

Esto último no puede intentar invalidarse por un científico desbocado sin destruir lo propiamente humano. He aquí el peligro de ciertos proyectos genetistas que modifican sin límite la información y el caudal genético y propuestas de los así llamados científicos que pueden proporcionar sustancias que anulan la voluntad, tal como lo describe la horrenda antiutopía de Huxley al efecto de fabricar seres obedientes al poder político. Hay entonces un límite bioético a la manipulación de las personas por métodos que no son terapéuticos sino destructivos de la personalidad.

El significado no es el mismo que el que se practica en el reino vegetal y animal, como queda dicho, en el hombre está presente la dimensión espiritual, de lo contrario, si se sobrepasan los límites de la manipulación se cae en la ingeniería genética en el peor de los sentidos, convirtiendo al ser humano en una mera cosa de laboratorio sujeta a las mayores de las tropelías.

Resulta de mucho interés detenerse a considerar los pensamientos de C. S. Lewis en su obra The Abolition of Man. Consigna este autor que a raíz de las mencionadas manipulaciones “el hombre deja de ser tal para convertirse en un artefacto. La conquista final del hombre será así la abolición del hombre” puesto que “si por medio de la eugenesia el poder de algunos hace de sus descendientes lo que les plazca, los hombres que vivan después serán por siempre pacientes del poder” ya que “los moduladores de hombres de la nueva era estarán armados con poderes de un Estado omnipotente y una irresistible técnica científica” y concluye que “si el hombre ha decidido tratarse a si mismo como materia prima, materia prima será”. Sin embargo, destaca Lewis que “aquellos que fundan la verdadera ciencia son los que aman la verdad que excede el amor al poder”.

Colabora en la destrucción de lo humano el uso metafórico de ciertas expresiones que se extrapolan ilegítimamente al ámbito de lo no humano. Así, se dice que los ordenadores “tienen memoria” que “calculan” o que son “inteligentes”. También se recurre a una peligrosa metáfora cuando de dice que fulano “es un enfermo mental”.

Veamos esto por partes. Nuestros abuelos y bisabuelos solían decir que hacían un nudo en el pañuelo para recordar tal o cual asunto, pero nadie en su sano juicio diría que el pañuelo tiene memoria o cuando se guardan archivos en un galpón, no se diría que el galpón tiene memoria. Es un atributo exclusivo del ser humano que se diferencia en lo que ocurre en el reino animal por la capacidad de conceptualización y no una reacción instintiva mecánicamente asociativa.

Tampoco es apropiado sostener que la máquina calcula ya que son impulsos eléctricos programados, a menos que aceptemos seriamente que el reloj “nos dicen la hora”. Y lo mismo ocurre con el término inteligencia que significa leer adentro (inter legum) que solo es atribuible al ser humano. Por último, mantener que algunos seres humanos son enfermos mentales desconoce lo básico de la patología que significa una lesión orgánica, de las células o los tejidos, la mente o las ideas no pueden estar enfermas, puesto que la psique o el estado de conciencia no es material, consustancial al libre albedrío que, por definición, no está programado o determinado (no está sujeto al determinismo físico para recurrir a la terminología popperiana).

Nada más espantoso que imaginarse el escenario en el que los hombres voluntariamente ingieren sustancias por las que se anula su voluntad y, como contrapartida, obtienen sensaciones de satisfacción. Esto es sin duda mucho peor que la antiutopía orwelliana donde el gran hermano impone el totalitarismo, en este caso la gente pide convertirse en soldaditos serviles a los caprichos del poder. Es la degradación más absoluta y la renuncia más grosera a la condición humana.

Huxley -a quien invito a mis lectores a leer con especial atención- consignó su escalofriante pronóstico en 1932 pero en 1946 escribió un nuevo prólogo en el que rectifica algunos puntos de su obra original convirtiéndola en un trabajo compatible con una mirada liberal y, en 1959, escribió Brave New  World Revisited ya francamente liberal, un libro realmente de gran calado al tiempo que también aterrador.

En el mencionado prólogo Huxley nos dice que la obra contiene “considerables errores que para enmendarlos debería reescribir el libro” y subraya que “una población que predominantemente se le ha arrancado la propiedad siempre produce confusión económica y social. Para tratar esa confusión, el poder se ha centralizado y el control gubernamental se ha incrementado. Es probable que todos los gobiernos del mundo serán más o menos totalitarios […] Solo un movimiento popular en gran escala hacia la descentralización y la autorrealización podrá contrarrestar esta tendencia hacia el estatismo. En el presente [1946] no hay signos de que ese movimiento tenga lugar”, situación en la cual no solo se trata de “lo inhumano” sino que es “demostrablemente ineficiente”. Esa perspectiva se facilita enormemente si “los jefes poderosos y su ejército de planificadores controla una población de esclavos que no necesitan ser coaccionados porque aman la esclavitud. Para  hacer que ese amor suceda, la faena en los estados totalitarios del momento se ocupan de ministerios de propaganda, editores de diarios sumisos y profesores adictos […] El amor a la esclavitud no puede ser establecida sin una profunda revolución en las mentes humanas […] y luego con la ayuda de sustancias especiales […], un sistema de eugenesia diseñado para homogenizar el producto humano facilitará el trabajo de los planificadores”.

Años después, en el nuevo libro revisitado que hemos mencionado afirma que en gran medida las personas renuncian a ser humanas y piden “televisión y hamburgueses pero no las molesten con la responsabilidad de la libertad”. En este contexto consigna que la inutilidad de las batallas estadísticas debe suplirse con análisis conceptual puesto que “el significado de los hechos naturalmente depende del sistema particular de ideas con que se interpretan”.

Es de gran interés atender los razonamientos de esta autor a través de varias citas al efecto de sopesar sus muy fértiles contribuciones: afirma que “una multitud es caótica, no tiene propósito propio y es capaz de cualquier cosa excepto de acción inteligente y pensamiento realista. Juntos en multitud, la gente pierde su poder de razonamiento y su capacidad de  decisiones morales”, en cambio, “la lectura es privada, no una actividad colectiva. El escritor le habla solo a individuos, sentado su lado en un estado de sobriedad normal […] pero la mediocridad subhumana a quien se dirige el demagogo apela a la imbecilidad en que se base para poner a sus víctimas en acción que caracteriza no al hombre y a la mujer como individuos pero hombres y mujeres como masa”.

Continúa escribiendo que “Muchos de nosotros deseamos la paz y la libertad pero muy pocos de nosotros tiene mucho entusiasmo por los pensamientos, sentimientos y acciones que hacen posible la paz y la libertad. Al revés, muy pocos son los que desean la guerra y la tiranía, pero mucha gente encuentra placer en los pensamientos, los sentimientos y las acciones que conducen a la guerra y la tiranía […] Los métodos que ahora se usan para comercializar a los candidatos políticos son como si se trataran de desodorantes con lo que se garantiza que el electorado escuche la verdad de nada […] Una sociedad democrática es una sociedad dedicada a que como el poder es habitualmente abusado y por ende debe ser entregado a funcionarios exclusivamente de modo limitado y por períodos también limitados.”

Por otro lado, G. A. Hudock escribe un libro de gran provecho con un título muy sugestivo:Genes, terapia y la ingeniería genética, Frankenstein es aun un mito pero debe ser releído permanentemente, y otra variante de lo tratado en esta nota es cierta tendencia positivista dentro de la amplia gama de las neurociencias que también convierten en aparato al ser humano como si el sistema nervioso, las conexiones neuronales y los procesos de conducción eléctrica y química pudieran tener propósito deliberado y la consiguiente libertad de elección sin concebir la mente distinta del cerebro, tal como, entre otros, apunta el premio Nobel en Neurofisiología John Eccles en La psique humana (también en colaboración con Karl Popper la obra cuya tesis está muy bien ilustrada en el título: El yo y su cerebro) y, recientemente, el R.P. Dr. Juan José Sanguineti en su notable trabajoNeurociencia y filosofía del hombre. Para concluir, recordemos siempre otro de los pensamientos clave de C. S. Lewis quien subraya prioridad de la psique al consignar que “Usted no tiene alma, usted es su alma; usted tiene cuerpo”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

La “simpatía” hacia los demás en Adam Smith, ¿contradice la búsqueda del interés personal?

Por Martín Krause. Publicado el 25/3/15 en: http://bazar.ufm.edu/la-simpatia-hacia-los-demas-en-adam-smith-contradice-la-busqueda-del-interes-personal/

 

Vemos con los alumnos de la UBA Económicas al Adam Smith del libro “Teoría de los Sentimientos Morales” parece ser diferente del autor de “La Riqueza de las Naciones”. Muchos han planteado una contradicción entre la visión que Smith tiene del ser humano en uno y otro texto. Más adelante comentaremos las contribuciones de dos premios Nobel de Economía sobre este tema, que se ha dado en llamar “El problema de Adam Smith”. Estos dos autores, adelanto, sostienen que no existe una contradicción.

Entonces, ¿de dónde salió este problema? Bueno, parece estar presente ya en el primer párrafo del primer capítulo de la Teoría. Dice así:

“Por más egoísta quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos de su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza es la lástima o compasión, emoción que experimentamos ante la miseria ajena, ya sea cuando la vemos o cuando se nos obliga a imaginarla de modo particularmente vívido. El que con frecuencia el dolor ajeno nos haga padecer, es un hecho demasiado obvio que no requiere comprobación; porque este sentimiento, al igual que todas las demás pasiones de la naturaleza humana, en modo alguno se limita a los virtuosos y humanos, aunque posiblemente sean éstos los que lo experimenten con la más exquisita sensibilidad. El mayor malhechor, el más endurecido transgresor de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.”

AdamSmith

¿No es, acaso, Adam Smith quien nos habla de que las personas persiguen su interés personal, que no esperamos de la bondad del carnicero que éste tenga en su comercio la carne que necesitamos para nuestra comida de hoy? ¿Qué no apelamos a su bondad sino a su interés? Gran parte de la economía parece haberse quedado en estos aportes del autor y profundizado su visión del individuo egoísta denominado “maximizador de utilidad” y, en particular, de utilidad monetaria.

Ya veremos en siguientes posts opiniones diferentes, señalando desde distintas perspectivas que no hay tal contradicción. Una de esas interpretaciones es la que da mi amigo y profesor Walter Castro, aquí en esta breve conferencia:http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php?title=Castromercados

Para él, la moral es un “proceso de mercado”, un proceso evolutivo que se desarrolla a través de intercambios, y si hay intercambios, entonces, la relación entre lo que se entrega y lo que se recibe bien podría llamarse un precio. Serían, por ejemplo, de benevolencia por gratitud o magnanimidad por admiración. Para entender bien el punto pensemos en nuestras propias actitudes, ¿cuánto tiempo seguiremos haciendo favores a alguien si no recibimos ningún tipo de agradecimiento?

También habría otro tipo de “intercambios”, que llama de justicia, del tipo: no me matas, no te mato; no me robas, no te robo. Un tercer tipo sería el de “vindicación por daño”, ya que quien se siente dañado (no ya físicamente, sino moralmente) demanda una vindicación. Se intercambian sentimientos, comportamientos, juicios de aprobación.

Estos “intercambios” pueden explicarse a partir del concepto de “simpatía” que Adam Smith presenta en la TSM, esa atracción que tenemos hacia otros y esa aprobación que buscamos por parte de los otros hacia nuestros actos. “Como si estuviéramos esperando la aprobación del otro”. La “simpatía” se produce de una forma particular, nos ponemos en el lugar del otro y entendemos sus penas y sus alegrías, pero nunca lo serán en la misma intensidad de quien las tiene. Por eso, rebajamos el “tono” de nuestras pasiones para que el otro pueda aceptarnos.

Esa “simpatía” hacia los demás se va haciendo más débil a medida que nos alejamos en las relaciones, pero en el centro está uno mismo. De allí su pareja, familia, hijos, parientes, amigos, y se va inevitablemente debilitando a medida que nos alejamos del centro, que somos cada uno de nosotros. Como los demás también se posicionan ellos mismos en su centro, tenemos que “bajarnos” de allí, moderar nuestras pasiones, para encontrarnos a un nivel similar, que nos permita recibir su aprobación.

Es el proceso de socialización, el beneficio es que nos aprueben, el costo es que tenemos que bajar las pasiones y moderarlas, gracias a este gran proceso de intercambios. ¿De qué? De valores. Cuando un intercambio de ese tipo se hace general, es decir, que lo comparto con personas con las que incluso apenas tengo relación, se convierte en una norma social, por ejemplo, la condena general al asesinato.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).