La antipolítica llega al poder

Por Alberto Benegas Lynch. Publicado el 29/3/13 en http://www.lanacion.com.ar/1567766-la-antipolitica-llega-al-poder

En las elecciones parlamentarias de Italia del mes pasado, Giuseppe Piero Grillo (Beppe) obtuvo un apoyo electoral realmente descomunal: un 25% de los sufragios, ocho millones de votos. Beppe es un contador devenido en cómico y destacado showman de la televisión que cataliza las frustraciones de los italianos, especialmente de la gente joven asqueada de la corrupción de los políticos, de sus privilegios, sus arrogancias descomunales y sus crecientes atropellos, todo a espaldas de ciudadanos absortos con el triste y reiterado espectáculo de un bochorno sin solución de continuidad.

The Economist lo tilda de «estrella naciente», la revista Times lo menciona como «uno de los héroes en la batalla contra la corrupción política», Businessweek sostiene que países como «Francia necesitan un Beppe Grillo» y el semanario Zona Crítica concluye que el personaje de marras «no es un cómico sino un desinfectante».

Beppe Grillo fundó el Movimiento Cinco Estrellas, al que Mario Di Giorgio -director de una señal de televisión digital en Milán- denomina «el movimiento antisistema», establecido para lograr su cometido de llamar la atención sobre los estropicios de la clase política y administra un blog consultado por millones de personas en italiano, inglés y japonés. Insiste en que «se está terminando una época» y pretende contribuir al nacimiento de otra algo más oxigenada.

Algunas de sus propuestas resultan confusas, como en materia de ecología y economía, y suele intercalar chanzas: «Si es cierto que en China todos son socialistas, ¿a quién pueden robar?». En definitiva, en línea con las palabras de Golda Meir -«Nada es tan escandaloso como cuando nada nos escandaliza»-, lo que vale del ahora célebre Beppe no son tanto sus propuestas sino, como queda dicho, el llamado de atención sobre la debacle de las estructuras políticas del momento.

La idea de la democracia complementada con la noción republicana implica el respeto a los derechos de las minorías, el recato y la sobriedad en la administración del poder, el federalismo, la transparencia, la división de poderes, la seguridad jurídica y la igualdad ante la ley en el contexto del afianzamiento de la justicia. Hoy se ha producido una peligrosa y extendida metamorfosis de la democracia que ha mutado en cleptocracia, es decir, en gobiernos de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida. En otros términos, una burla grotesca a la buena fe de los habitantes de los países del llamado mundo libre.

Cada vez más suben los impuestos para no entregar prácticamente nada como contrapartida, mientras los consabidos fariseos de las pseudofinanzas machacan con el equilibrio fiscal no importa si los contribuyentes sobreviven al reiterado experimento. Con un poco de imaginación para salirse del brete conservador, debería prohibirse el endeudamiento público por incompatible con la democracia, ya que compromete patrimonios de futuras generaciones que no participan en el proceso electoral del que resulta elegido el gobernante que contrajo la deuda. Debería también liquidarse la banca central que siempre destruye el valor del dinero y permitirse que la gente elija los activos monetarios de su preferencia tal como se ha fundamentado en múltiples ensayos de gran calado y, entonces, que se las arreglen los gobernantes con ingresos presentes formados por los impuestos, al tiempo que deben estimularse y aplaudirse las rebeliones fiscales como signo de dignidad y autoestima cuando los gobiernos se extralimitan.

Como una ilustración de las preocupaciones que surgen en el seno del Movimiento Cinco Estrellas, señalo que tal vez una de las primeras medidas de un gobierno razonable debería consistir en la eliminación de todas las embajadas con sus pompas, privilegios y mansiones principescas. La embajada es una idea de la época de las carretas, cuando las comunicaciones eran muy deficientes y había que adelantarse a los acontecimientos. Hoy, con las teleconferencias y demás herramientas extraordinarias que brinda la tecnología moderna, ese tipo anacrónico de diplomacia no tiene sentido. Con un modesto consulado es más que suficiente. Incluso para las relaciones comerciales resultan superfluas las embajadas. Guatemala no mantiene relaciones diplomáticas con China y sin embargo es el país latinoamericano que más comercio exhibe con los chinos en relación con su producto.

En su muy difundido discurso ante miles y miles de jóvenes en la Piazza San Giovanni titulado «El redescubrimiento de la condición humana», Grillo no sólo se refirió a la pompa de funcionarios -como los embajadores y sus cortes-, sino que la emprendió contra banqueros y economistas. No es para menos si se tiene en cuenta el fraude legal que significa el sistema de reserva fraccional manipulado por la banca central que permite el privilegio de usar recursos de terceros, y cuando se producen cambios en la demanda de dinero los desfases son cubiertos por las autoridades del momento. No es para menos si se tiene en cuenta que los economistas del establishment, con el apoyo de absurdas instituciones financieras internacionales, repiten a coro la necesidad de elevar la presión tributaria y la deuda, con lo que propinan golpe tras golpe a los azorados trabajadores de todos los ramos, quienes constatan una y otra vez las dádivas entregadas graciosamente a los amigos del poder, inaceptables a los ojos de cualquier persona decente. Esto así no resistirá mucho tiempo y siempre está al acecho el peligro de embestir contra un capitalismo inexistente y, por ende, acentuar los males que se pretende remediar. En este contexto es que Giovanni Sartori dice que Grillo «es un demagogo sin ideas».

De cualquier modo, debemos estar en guardia permanente si queremos preservar nuestras libertades. Para ello es menester trabajar las neuronas a efectos de limitar al poder. Son muchas las posibilidades, pero hay tres propuestas dirigidas a los tres poderes que son de interés debatir. Las tres propuestas pertenecen respectivamente a Friedrich Hayek, para el Poder Legislativo; a Bruno Leoni, para el Judicial, y a Montesquieu, aplicable al Ejecutivo, quien escribe que «el sufragio por sorteo está en la índole de la democracia», con lo que los incentivos operarán en dirección a proteger vidas y haciendas, dado que cualquiera puede ser elegido. Esto significa la preocupación por limitar las facultades de los gobernantes, es decir, limitar el poder que es precisamente lo que se requiere puesto que, como lo ha destacado Popper, el problema no radica en quién ha de gobernar sino en el establecimiento de instituciones «para que el gobierno haga el menor daño posible».

El antedicho proceso electoral parlamentario en Italia revela atisbos esperanzadores, en medio de la sucesión de dictadores electos como ocurre en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, para no decir nada de la fantochada cubana y lo que viene sucediendo con un Leviatán desbocado en la Argentina que deglute a pasos agigantados los restos de la tradición alberdiana que van quedando, muy especialmente después del desfachatado acuerdo con el gobierno terrorista de Irán.

La Stampa pone de manifiesto que «hemos votado el Parlamento más ingobernable de la historia», pero estas elecciones reflejan un hartazgo saludable, lo cual constituye el primer paso para una posible rectificación en el mundo de la política convencional de la época, por más que en este caso eventualmente haya que repetir las elecciones para formar gobierno.

Vivimos la crisis de aparatos estatales elefantiásicos que abandonan las funciones de brindar justicia y seguridad para internarse en faenas que auguran la demolición del derecho y pretenden convertir a la sociedad en un inmenso e insostenible círculo donde todos tienen las manos metidas en los bolsillos del prójimo.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía, Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.

 

Cumbre de países emergentes, ¿mucho ruido y pocas nueces?

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 29/3/13 en http://www.lanacion.com.ar/1567934-cumbre-de-paises-emergentes-mucho-ruido-y-pocas-nueces

Desde 2009, el grupo de países emergentes -denominados Brics- se ha reunido una vez por año -a nivel de jefes de Estado- para analizar la marcha de la economía mundial y su participación en ella. Acaban de hacerlo, una vez más, en Durban, Sudáfrica.

Cabe recordar que el grupo está compuesto por Brasil, Rusia, India, China y en 2011 se agregó Sudáfrica, incorporando así a una nación del continente negro, pese a que su economía es 20 veces más chica que la de China, que es el país de mayor peso entre sus integrantes. El grupo representa, recordemos, el 25% de la producción del mundo y contiene al 40% de su población.

No obstante, frente a los inversores, particularmente a los financieros, los Brics parecen haber perdido parte de su atractivo original. Ocurre que -superado lo peor de la crisis económica del 2008- las inversiones han regresado a los Estados Unidos y a Japón y encontrado, particularmente en el sudeste de Asia, otras opciones entre los países emergentes que aparentemente lucen más atractivas.

La situación individual de los Brics

Brasil es, de todos sus integrantes, por su tradicional perfil exportador, quizás el más afectado por la desaceleración económica del mundo. De haber crecido al 7,5% de su PBI en 2010, cayó a un anémico 0,9% el año pasado. Si bien en enero de este año aparecieron señales positivas, que sugieren una mejora, es aún temprano como para pensar que el problema ha quedado atrás, lo cual se refleja en el persistente retraimiento de los inversores. Pese a que la economía brasileña genera un alto nivel de empleo, Dilma Rousseff se esfuerza en recuperar los flujos de inversión evaporados.

La economía de Rusia también se ha frenado. En rigor, ha estado cayendo a lo largo de los últimos cinco trimestres. Este año su crecimiento, se estima, será del 5% del PBI. La liberalización de su economía se ha revertido y el autoritarismo y el estatismo han regresado al centro de la escena de la mano de un gobierno que esconde -mal- su autoritarismo, que genera desconfianza en los inversores.

Por su parte, en la aún excesivamente burocrática India, las tasas de crecimiento «chinas» han quedado atrás. Ahora la India crece al 5% anual. No obstante, el reciente cambio de gobierno y la adopción de medidas que disminuyeron los subsidios, así como las iniciativas que apuntan a reducir los déficits de cuenta corriente y fiscal, han devuelto optimismo al sector empresario. Habrá que esperar a las elecciones nacionales de mayo del año próximo para confirmar el cambio de rumbo.

China es, como hemos dicho, el país más importante del grupo. Tanto en términos económicos, como políticos. Es su indiscutido «peso pesado», entonces. Sin embargo, su crecimiento ya no es vertiginoso, esto es de dos dígitos anuales. Ha sido del 7,8% el año pasado. Y sigue en ese nivel. Este es, para China, el ritmo más lento de los últimos 13 años. Con un nuevo gobierno en el timón del país, procura dinamizar el consumo interno. Si las cosas no cambian significativamente, la economía china alcanzará a la norteamericana en apenas tres años más.

Sudáfrica padece el mal de la desaceleración económica. Tiene ahora un ritmo lento de crecimiento del 2,7% anual. Algo mejor que el 2,5% del año pasado. Lo que no es para celebrar, atento a que resulta insuficiente para destruir pobreza, la mayor urgencia sudafricana. Con un 6,5% de déficit de cuenta corriente, la popularidad del presidente Jacob Zuma está en baja, pese a que su reelección parecería asegurada.

Falta de homogeneidad de sus miembros

Cabe señalar que los Brics no son homogéneos. Son, en rigor, bien diferentes entre sí. Sus intereses, obviamente, difieren.

En términos de titularidad del PBI del mundo, China ocupa el segundo lugar, Brasil el sexto, Rusia el noveno, la India el décimo y Sudáfrica el vigésimo puesto. En cambio, de medir el ingreso per cápita, China ocupa apenas el puesto 86°, Brasil el 54°, Rusia el 52°, la India el 136° y Sudáfrica el 69°. Muy distintas realidades cuando hablamos de riqueza y cuando, en cambio, nos centramos en la distribución de los ingresos.

Los une a todos el deseo clarísimo de ser potencias. En sus respectivas regiones de influencia y más allá de ellas. La ambición geopolítica, entonces. O sea, la aspiración de pesar significativamente en el concierto de las naciones. Lo que supone la voluntad de influir y el desafío de lograr ser tenidos en cuenta.

Por esto no sorprende demasiado que apenas un 2,5% de las inversiones externas de los Brics vaya a otro país del mismo grupo. Ni que más del 40 de sus inversiones aún se radiquen en el mundo desarrollado. Más allá de la retórica, Francia y los Estados Unidos, pero también Malasia, invierten más que China en África. Pese a lo cual, crecen las acusaciones contra China de tener una política colonialista y desindustrializadora, respecto de los países africanos.

Los logros en la cumbre

En Durban, los Brics anunciaron que ya han decidido crear una institución financiera para el desarrollo, que competirá con las instituciones de Bretton Woods. Para China, debería tener su prioridad respecto en el desarrollo de África. Para los demás, no necesariamente. Aunque se habla de un capital inicial de 50 billones de dólares, todavía no hay decisión final sobre ello. Ni tampoco sobre cómo se harán los aportes, ni dónde tendrá su sede la entidad que -queda visto- sigue en el «tablero de dibujo».

A ello se sumó la constitución de un «pool» de divisas para que los Brics puedan enfrentar con mayor holgura las eventuales crisis de liquidez que, de pronto, pudieran sobrevenir en un mundo todavía frágil.

Como suele suceder en las cumbres, también hay avances bilaterales. El más importante de los cuales en Durban fue el acuerdo alcanzado entre China y Brasil en función del cual se acordó un mecanismo trianual de «swap» de sus monedas nacionales, como «colchón» para el supuesto de problemas cambiarios. El intercambio comercial entre ambos gigantes es ya del orden de los 75 billones de dólares anuales. Brasil vende a China materias primas (fundamentalmente mineral de hierro) y China exporta a Brasil electrónica y maquinaria.

Una marcha con poca concertación externa

Por el momento no hay coordinación entre las políticas exteriores de los miembros. Tampoco en materia económica. Por esto, no pudieron, por ejemplo, influir en las recientes designaciones de los principales funcionarios del FMI y del Banco Mundial. Aunque lo cierto es que, en Durban expresaron un tibio parecer común a favor de una resolución de la crisis siria sin interferencias externas. Pero no aceptaron la invitación formulada por Bashar al-Assad para que mediaran en el conflicto.

Más grave aún -más allá de las constantes declamaciones- no han avanzado en su objetivo de influir decisivamente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al que Brasil, la India y Sudáfrica aspiran poder ingresar de modo permanente, aunque todavía no haya consenso internacional en ese sentido.

No obstante, lo cierto es que tanto Brasil como la India han permitido asombrosamente que, en los últimos dos años, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad hayan agregado -a la manera de grave hecho consumado- un nuevo privilegio a los que ya tienen respecto del funcionamiento del organismo.

Me refiero a la creación de la categoría -absolutamente inédita- de los «penholders», que reserva para quienes la tienen nada menos que todo lo que tiene que ver con la confección y redacción material de los proyectos de resolución referidos a la agenda del Consejo. Sólo un «penholder» puede escribir sobre el tema, que así ha quedado insólitamente reservado para él, sin sustento normativo alguno. Esto demuestra que, más allá de las declamaciones, no hay -ni en Brasil, ni en la India- voluntad seria de asumir las responsabilidades que sus ambiciones suponen. Ni de confrontar con nadie por eso.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

No habrá revolución con el Papa Francisco

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 31/3/13 en http://www.eluniversal.com/opinion/130331/no-habra-revolucion-con-el-papa-francisco#.UVgAea_8TlI.facebook

 Ex basquetbolista, aficionado al tango y la milonga, y a las películas de Tita Merello y del neorrealismo italiano y fan del club de fútbol San Lorenzo, fundado por el padre Lorenzo Massa, a los 21 años tuvo una severa pulmonía que implicó una ablación de la parte superior del pulmón derecho. El Papa nunca pareció revolucionario.

                                 El ser latinoamericano no es un cambio radical. Francisco, surgido del país «más lejano del mundo», gobernará a más de 1.200 millones de fieles, 17% de la población global. Pero, mientras que 6 de cada 10 católicos eran europeos en 1910, hoy solo son 2. Entonces, Europa cobijaba al 25% de la población mundial, hoy solo al 11%. Sin revoluciones, Latinoamérica se convirtió en residencia del 45% de los católicos, 540 millones contra 350 en Europa y América del Norte y 210 en África, Asia y Oceanía.

                                Si el Papa afirmara que toda violencia -en el sentido aristotélico tomista: lo que desvía por fuerza cualquier movimiento natural, espontáneo- es inmoral, por tanto destructiva y que, consecuentemente, todas la fuerzas armadas, toda la capacidad violenta, destructiva de los Estados (que provocan las guerras, el hambre y la destrucción civil con la represión del mercado natural) debe ser desarmada, entonces cabría una «revolución».

                               Pero los cambios en las formas, del Pontífice, revalorizan la vida común, cotidiana y normal. Es que, «consciente o inconscientemente» –si cabe la expresión- Francisco no protagonizará cambios radicales porque el cosmos solo evoluciona, siguiendo un ordenamiento natural, por maduración. Lo que sí hará –que es mucho- dado su valor moral, es impulsar esta maduración. Y, en mi opinión, dos escuelas sufrirán: el racionalismo académico y la que cree que la autoridad necesariamente debe basarse en el poder coactivo (violento). El verdadero poder es servir, dijo el Papa.

                             La preocupación de dirigentes, sobre la posición ideológica de Francisco, que exigen una relación directa entre el discurso académico y los resultados del accionar como si en el medio no hubiera nada, me recordó a Wikipedia. Enciclopedia en la que cualquiera puede escribir –así, nadie sabe qué dirá mañana- , y los millones de usuarios se organizan, por consenso, mostrando como un orden productivo y divertido surge espontáneamente de las personas sin coacción, sin mostrar currículum académico ni rendir examen ante ningún organismo.

                              Wikipedia no es caótica, como toda acción, está dirigida por la naturaleza del cosmos que supone un liderazgo moral real, el de los que aportan cosas útiles. Demostrando que el liderazgo por influencia es eficiente en contraposición con la «autoridad» coactiva que destruye, incluso en el caso de defensa propia: recuerdo casos de toma de rehenes, en uno se negoció y no hubo víctimas, en otro, la policía entró a balazos provocando una matanza.

                           El cambio del gobierno argentino, oportunismo o no, confirma la autoridad moral. De crítica la destructiva, cuando el oficialismo vio que el 98% de los argentinos estaba con el Papa, mutó radicalmente. El oficialista diario Página 12, el 16 de marzo tituló «Iglesia y dictadura», cuatro días después anunciaba «Fue fructífero e importante» el diálogo de la Presidenta con Francisco. El oficialista José Feinmann, lo dijo: «Cristina es la que baja línea» y «se está jugando la apropiación de Francisco».

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

 

THE CURRENT UNSUSTAINABLE BOOM

Por Adrián Ravier. Publicado en: http://www.libertadyprogresonline.org/wp-content/uploads/2013/03/The-Current-Unsustainable-Boom-in-the-Argentine-Economy.pdf

 The end of convertibility and a subsequent default, confiscation of deposits and devaluation is the path that Paul Krugman proposes for several countries as a solution to the European crisis. We show that Krugman’s reference to Argentine experience is misleading and dangerous. He underestimates the crisis of 2001-2002 and overestimates economic growth achieved in the period 2003-2011. Any country following this example will find it unattractive due to the difficulties it is bound to face with economic growth, control of public spending, and inflation.

 

El artículo completo, aquí:

http://www.libertadyprogresonline.org/wp-content/uploads/2013/03/The-Current-Unsustainable-Boom-in-the-Argentine-Economy.pdf

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

 

¿Qué pasó en Chipre?

Por Pablo Guido. Publicado el 21/3/13 en http://chh.ufm.edu/blogchh/

 La pequeña isla chipriota, cuya superficie es de 9.250 km2 y una población que apenas excede el millón de habitantes, es noticia en el mundo. En los últimos días apareció en los medios de comunicación la noticia que la Unión Europea estaba de acuerdo en otorgar al gobierno un paquete de dinero (10 mil millones de euros, el 60% del PIB de Chipre) para rescatar a los bancos. A cambio los depositantes deberían perder parte de su dinero colocado en el banco como consecuencia del cobro de un impuesto a los depósitos de entre 6,75% y 9,9%. El parlamento chipriota acaba de rechazar la propuesta de la UE.

 A mediados del año pasado Daniel Mitchell describía la situación económica de Chipre, y ahora analiza las opciones que tienen enfrente el gobierno y los bancos del país.

 ¿Cómo sigue la película? Este país, de tan sólo 20 mil millones de dólares de PIB (insignificante en términos de la producción total europea), enfrenta los mismos problemas en su sistema financiero que han tenido últimamente Grecia, España o Irlanda. A estos 3 países se les “rescató” con decenas de miles de millones de euros o dólares a cambio de reformas para ordenar sus finanzas públicas y su sistema bancario. Sintetizando un poco, el paquete de ayuda fue para evitar que los bancos tuvieran que ajustarse: que quebraran, que tuvieran que renegociar condiciones con sus depositantes o que sus accionistas recapitalizaran los mismos. La gran incógnita es si habrá o no paquete de ayuda para esta pequeña isla, después que el parlamento chipriota rechazó las medidas que les solicitó la UE para entregarles dinero a cambio. Las últimas noticias mencionan que habría un pacto entre los partidos políticos de Chipre para configurar un fondo propio con recursos provenientes de la venta de activos estatales, de la Iglesia y de los fondos de pensiones estatales. La urgencia es obvia: ¿qué habría hecho ud si tuviera depósitos en bancos chipriotas, después de escuchar las noticias de los últimos días? Las colas frente a los bancos de la isla para retirar dinero deben ser lo bastante grandes como para presionar a los políticos locales e internacionales de encontrar alguna “solución”, sea transitoria o permanente. La gran duda es quién pone la plata para “tapar” el enorme agujero que deben tener los bancos de aquel país. Eso es lo que se está discutiendo.

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.

 

Social Justice And Pope Francis: Choosing Freedom Over Serfdom

Por Alejandro A. Chafuén. Publicado el 20/3/13 en http://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2013/03/20/social-justice-and-pope-francis-choosing-freedom-over-serfdom/

 Having spent most of his life in Buenos Aires, Pope Francis has given proof that he can rise above his environment. As his compatriot Bishop Alberto Bochatey remarked, “he is a man of few words.” I lived half of my life in Buenos Aires. Few things are more difficult there than finding leaders with his humble demeanor and his preference for teaching by example. Most in his native Argentina have been captured by a political and economic environment ruled by a government dominated “social justice” mentality. Hopefully, Pope Francis will also rise above his culture and help recover a different type of social justice, which was nurtured and developed by members of his religious order.

From the moment that the term “social justice” became a mandatory term in the lingo of Argentine politicians, the country went down the hill. This was during the mid-1940s, when Col. Juan Domingo Perón created the “Justicialista” or the “Justice” party. Perón, an admirer of Benito Mussolini, was following his recommendation: in each country where it would be adopted, fascism will need a new name. The Latin word “fasces,” came from one of the symbols used by Romans to refer to justice. Perón made social “justice” a key pillar of his policies.

The term, however, was not created then. Nobel Laureate F.A. Hayek was correct in pointing out that the term became widely used after a noted Jesuit, Luigi Taparelli d’Azeglio (1793-1862), used it in what was the most important Natural Law treatise during the 19th century in the Latin language world.

Taparelli’s book was translated into Spanish and French, but never into English. Perhaps that explains why Hayek made a mistake by implying that Taparelli used the term in the same corrupted, but popular, interpretation that sees social justice as “taking from the rich and giving to the poor.” As Thomas Patrick Burke has noted in a recent article and book, Taparelli belonged to a rich tradition where social justice has little or nothing to do with redistribution by government. It has more to do with order in society and with the justice that goes beyond courtroom justice.

Even his opposing intellectual giants, like Father Antonio Rosmini Serbati (1797-1855), had similar views on this topic. Rosmini’s daring views were condemned for some time. His cause for beatification was started by John Paul II, and he was the first person beatified by Pope Benedict. Rosmini wrote “The Constitution Under Social Justice.” Published recently by the Acton Institute, it carries an outstanding introduction by the translator Alberto Mingardi. Mingardi, founder of the Bruno Leoni Institute, wrote that “Rosmini openly criticized redistributive policies, which limit and seize private property in the name of compulsory benevolence.”

During the period that goes from Aristotle to Adam Smith, there is an abundance of moral philosophers and jurists who have focused on distributive justice. It is almost impossible to find one who equates it with “Peronist social justice.” Wages, profits, and rents were always parts of commutative justice, or contract law. Distributive justice dealt with taxation, rewards, and honors. Even those who had a warm heart for the poor, such as the Jesuit Juan de Mariana (1536-1624), argued that equality before the law required some inequality, as it was just that the most productive should earn more. Mariana was a scholar and his copious writings made him into a one-man think tank. His works were known to Thomas Jefferson and James Madison. A small but effective think tank analyzing and promoting free enterprise, now carries his name in Spain, the Instituto Juan de Mariana.

Unfortunately it is not only Hayek, but even current outstanding intellectuals, and even Jesuits, who seldom mention this tradition. The approach to social justice of other noted Jesuit intellectuals who had great influence on Church doctrine are also different from today’s redistributive interpretation. Mateo Liberatore (1810-’92), a great champion of private property, played an important role if the drafting of the first great Social Encyclical, Rerum Novarum (1891), he reminded readers that: “in this topic of rights we must diligently guard against giving too much authority (potestà) to the state.”

Another Jesuit, Oswald Nell-Breuning (1890-1991), who played a role similar to Liberatore in the drafting of Quadragesimo Anno (1931), is sometimes accused of sharing a corporatist view of society. Nevertheless, he wrote that it is against social justice to fix salaries that are above the level that make business viable. When was the last time a reader of this column heard a priest or pastor from the pulpit arguing that high workers’ salaries can go against social justice?

I do not know if Pope Francis has studied or pondered the work of the above and other outstanding Jesuit intellectuals. Jesuits writing in recent decades have also presented economic views which have little to do with a Peronist interpretation of social justice. The recently departed James Sadowksy, SJ, of Fordham University, made important contributions to economics and opened the eyes of many libertarian thinkers to Natural Law. Chief among those influenced was the late Murray Rothbard, a co-founder of the Cato Institute and later of the Mises Institute. The recently retired James V. Schall, SJ, of Georgetown University, has also made major contributions. His, “Religion, Wealth, and Poverty,” published several decades ago by The Fraser Institute in Canada, is a classic among those who are inspired by religion and economic liberties.

Social justice is and will continue to be part of Catholic doctrine. The issue is addressed, among other places, in points 410-414 of the Compendium of the Catechism of the Catholic Church. Society ensures social justice when it respects the dignity and the rights of the person as the proper end of society itself. The role of government and civil society is to provide the “conditions that allow associations and individuals what is their due.” It recognizes that some inequalities are not unjust and “enter into the plan of God, but there are also inequalities that result from sin, and structures and institutions which increase perverse incentives.” According to the doctrine, solidarity is manifested in first place by a just distribution of goods, fair remuneration for work, and a zeal for a more just social order. Solidarity does not rule out opposition to government policies. Karol Wojtyla, before becoming Pope John Paul II, wrote that opposing public education can be an act of solidarity.

Given the popularity of the term, and its dangerous appearance in U.S. economic and academic debates, champions of freedom, intellectual entrepreneurs, and scholars should focus more on social justice. The Philadelphia Society, which is celebrating its 50th anniversary this year, will devote its annual meeting in early April to study this topic. This society has tried to stay above the many divisions in the conservative libertarian movement. It was a place where libertarian economist Milton Friedman, conservative icon Russell Kirk, and in-between “fusionist” Frank Meyer, could share a panel and influence the program. It still is. Followers and new scholars from those same conservative libertarian traditions will be part of the discussions. A good example is Professor John Tomasi, the founding director of Brown University Political Theory Project. Tomasi devoted a chapter of his book “Free Market Fairness” to social justice, with the provocative title: “Social Justicitis.”

The late William H. Hutt, an economist with impeccable free-market credentials, wrote that “however woolly the notion is in the mind of the majority who use it, [social justice] can have meaning when one considers the world as it is … in fact, Hayek himself enunciates, very briefly, what we regard and describe as “the true principle of social justice,” a concept which if it were understood could be universally accepted as such.” Pope Francis has a chance to renew the old tradition of social justice and, in this way, move the focus from redistribution to the building of an orderly framework of society that is effective in lifting the poor. Respecting private property, promoting sound money, combating corruption, weeding out crony capitalism, protectionism, and other causes of unjust inequalities, which especially affect the poor, is a path to a truly liberated and more just society.

Alejandro A. Chafuén es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Es  graduado de ESEADE.

 

Intentado desentrañar el fenómeno inflacionario (I): ¿De qué depende el valor de las cosas?

Por Gabriel Gasave. Publicado el 23/3/13 en http://independent.typepad.com/elindependent/2010/03/procurando-desentra%C3%B1ar-el-fenomeno-inflacionario-i-de-qu%C3%A9-depende-el-valor-de-las-cosas.html

Iniciamos una serie de entregas destinadas a intentar explicar con la mayor sencillez posible las causas de la inflación, mal que en la actualidad con distinto grado asola gravemente a varios países de la región.

 En virtud de que tanto los diferentes gobiernos con sus habituales engaños, como diversos sectores de la opinión pública con sus teorías erróneas, argumentos falaces y el uso indebido de algunos términos, no brindan una respuesta válida y clara que posibilite comprender este fenómeno, pretendemos aproximarnos al tema desde el otro lado de la biblioteca con la esperanza de poner algo de claridad sobre el mismo.

En el entendimiento de que no tenemos otra alternativa a efectos de alcanzar nuestro propósito que ir paso a paso, es que comenzaremos analizando de qué depende el valor de los bienes para luego avocarnos en sucesivos artículos a explicar el significado y las funciones de los precios en el mercado, cómo y para qué irrumpe la moneda en las sociedades, qué ha ocurrido con ella una vez que su manejo se convirtió en un atributo discrecional del poder gubernamental y cuál es la verdadera causa de la inflación.

El valor de los bienes

El del valor ha sido desde siempre para la teoría económica uno de los puntos más relevantes a resolver. ¿De qué depende el valor de las cosas? ¿En dónde radica la fuente u origen del valor?

Es importante destacar que aquí estamos refiriéndonos al concepto de valor como el grado de satisfacción que una cosa o un bien nos brinda y no como sinónimo de costo o precio.

Aunque habitualmente se utilicen expresiones tales como ¿cuánto vale esa casa? a efectos de indicar que lo que deseamos saber es su precio en el mercado, no es ese el sentido de la palabra valor aquí.

Como veremos, el valor es algo previo al precio. Existe un precio para una bien debido a que previamente el mismo ha sido valorado.

A lo largo de la historia del pensamiento económico, se han ofrecido básicamente dos grandes tipos de respuestas a estos interrogantes, los que pueden agruparse en: a) las teorías objetivas del valor y b) la teoría subjetiva del valor.

a) Teorías objetivas del valor

Intentan descubrir qué característica o rasgo presente en las cosas constituye la fuente del valor. Sostienen que el valor se encuentra en las cosas y según la corriente de pensamiento correspondiente, esas características han sido la escasez, la utilidad, los costos de producción y el trabajo.

– Teoría de la escasez: Considera a la escasez como la fuente u origen del valor. Sin embargo, vemos que este rasgo no aporta ninguna solución. Existen infinidad de cosas que son escasas en nuestras vidas, pero que carecen de valor.

Si pensamos en las antiguas maquinas de telex, los televisores blanco y negro, los primigenios teléfonos celulares, para no mencionar a los carruajes tirados por caballos, notamos que todos ellos son hoy en día sumamente escasos, pero no por eso se han vuelto más valiosos.

En definitiva, al afirmar que algo es escaso debemos preguntarnos ¿para quién?.

– Teoría de la utilidad: Con respecto a la utilidad ocurre lo mismo que con la escasez. Por sí sola, esa característica que puede a llegar a tener un bien no nos resuelve el problema, es decir no nos explica la realidad, que es a lo que una sana teoría debe apuntar.

Por ejemplo, tal vez no exista nada más útil para nuestra vida que el agua potable, pero no obstante ello su provisión no es algo que nos preocupe de manera constante y a lo que le damos gran valor en circunstancias normales. Es más, a diario valoramos más otro tipo de bebidas menos saludables y esenciales que ella. Distinto es si nos encontramos intentando realizar una caminata a través del desierto de Atacama o emprendiendo una travesía a través del océano, circunstancias en las que el liquido elemento será sumamente apreciado.

Por tal motivo, cuando decimos que una cosa es útil hay dos interrogantes que deben ser respondidos ¿útil para quién? y ¿en qué circunstancias?.

– Teoría de los costos de producción: Intenta explicar el origen del valor de los bienes en virtud de los costos de producción de los mismos. Esta teoría tampoco nos ayuda dilucidar el problema del valor.

Imaginemos el caso de alguien que gasta varios miles de dólares en comprar los mejores y más refinados elementos necesarios para pintar un cuadro. Si carece de talento, por más que le pruebe fehacientemente a quien contempla su obra cuáles han sido los costos que afrontó para su realización y aunque incluso le exhiba las correspondientes facturas, nadie por el mero hecho de contar con esa información ha de valorar dicha creación.

Posiblemente, un mero garabato dibujado sobre la servilleta de un bar realizado por alguien talentoso, con apenas centavos como costo, será más valorado que la obra pictórica de nuestro ejemplo.

En conclusión, los costos de producir una cosa no determinan su valor. Si la misma no representa algo para alguien, no vale nada.

– Teoría del valor-trabajo: Lo mismo que hemos expresado con relación a los costos de producción se aplica respecto del trabajo.

Siguiendo con nuestro ejemplo del cuadro, supongamos que además de los elevados costos en los que incurrió el artista, la obra le haya insumido tres años para terminarla. El esfuerzo invertido durante ese lapso no significa que la obra será luego de manera automática valiosa para alguien. Puede valer mucho más para el admirador de un artista o deportista famoso su autógrafo estampado en un simple trozo de papel, faena que posiblemente no le llevó más de 10 segundos, que el cuadro de nuestro aspirante a pintor con sus 36 meses “incorporados”.

¿Por qué sucede esto? Sencillamente porque el trabajo no es fuente de valor. Es más, diríamos que el valor es anterior al trabajo, ya que dedicamos esfuerzo a aquellas cosas que previamente valoramos. A la hora de valorar o no un bien, nos es indiferente la cantidad de horas de trabajo (el trabajo “socialmente necesario” en palabras de Marx) que el mismo precisó para su concreción.

b) La teoría subjetiva del valor

Vemos como aquellas cuatro teorías que resumimos muy rápidamente eran de carácter objetivo, es decir que según ellas el valor era algo intrínseco a las cosas.

Recién alrededor del año 1870, un grupo de intelectuales de la Universidad de Viena, algunos de los cuales dieron luego origen a la corriente de pensamiento que se conoció como la Escuela Austriaca de Economía, descubrió que el origen o la fuente del valor de las cosas no se encuentra en ellas, sino en la persona que en un determinado momento debe juzgar la relevancia de la misma para él o ella.

Ellos se referían a la utilidad y la escasez como algo subjetivo. Subjetivo significa en este caso la utilidad y la escasez que determinada cosa tiene para una determinada persona en una determinada circunstancia.

Ambas cualidades, la utilidad y la escasez en su carácter subjetivo, deben estar presentes para que un bien sea valorado.

Todo lo que nosotros valoramos es útil y es escaso. ¿Para quién y cuándo? Para nosotros y en este preciso instante.

Volviendo a nuestro ejemplo de más arriba, cuando estoy caminando en el desierto o navegando en altamar, el agua potable además de útil también se vuelve escasa, por lo tanto un litro de ella resulta muy valioso para mí en esas circunstancias.

¿Qué valor podría tener el autógrafo de una estrella de la NBA para una anciana que vive en un pueblito perdido en medio del Mato Grosso? Ninguno. El autógrafo indudablemente sería algo escaso para ella, pues no cuenta con otro, pero no sería útil, no le representaría nada. Distinto sería si se lo exhibimos a un niño de Nueva Jersey o Inglewood, para quien además de “escaso” ese autógrafo también será “útil”. De igual manera, el mejor de los equipos de música carecería de valor para una persona que no puede oír, lo mismo que el más sofisticado de los televisores LCD para alguien que haya perdido la vista.

Es de destacar que estos pensadores descubrieron la subjetividad del valor, no la inventaron. Las leyes económicas solamente pueden descubrirse observando la naturaleza humana. Lamentablemente muchos, tal como los mercantilistas de los siglos 16 y 17, aún hoy consideran que esas leyes dependen exclusivamente de la voluntad de las mayorías o de la autoridad de quien circunstancialmente detenta el mando. Para ellos, las leyes económicas se inventan

Asimismo, aceptar la Teoría subjetiva del valor no implica sostener que dado que los valores son subjetivos, entonces todas nuestras opciones serán acertadas e infalibles y que nunca cometemos errores.

No significa tampoco que “todo es según el cristal con que se mire” y que la realidad esté determinada por nuestros gustos, caprichos y preferencias.

La Teoría subjetiva del valor tan solo explica de qué manera los seres humanos valoramos. Lo sensato y racional es tener presente que existe un valor por encima de todos los demás que es el de la vida humana. Así, siempre que valoremos algo tendríamos que tener en cuenta si ese algo ayuda a nuestra vida o si en cambio la amenaza, es decir si es bueno o malo para ella.

Tan trascendental ha sido el aporte austriaco a la dilucidación del problema del valor, que a modo de anécdota podemos señalar que para algunos su irrupción fue el motivo por el cual Marx decidió no publicar los dos últimos tomos de su obra El Capital, dado que veía derrumbada la falacia del trabajo como fuente de valor, base de toda su teoría, siendo finalmente su amigo Engels el encargado de hacer conocer esos escritos entre 1885 y 1894.

La utilidad marginal

Junto con la Teoría subjetiva del valor, el descubrimiento de la Ley de la utilidad marginal ha sido otro gran aporte a la ciencia económica que hiciera la Escuela Austriaca de Economía. Es por eso que a esta escuela también se la conoce como la Escuela Marginalista.

Se preguntará usted por qué diablos nos ponemos a analizar aquí la Ley de la utilidad marginal si lo que procuramos demostrar es qué causa la inflación. Le aseguro que no se trata de un capricho ni de algo fuera de contexto. Si realmente pretendemos llegar a comprender las causas de la inflación, su análisis es de gran relevancia.

Hasta aquí sabemos que el valor de los bienes es subjetivo y que depende de la utilidad y de la escasez pero desde un punto de vista individual, es decir, para una determinada persona en una determinada situación.

Una vez que valoramos un bien, por ser útil y escaso para nosotros en ese instante, ¿qué ocurre con esa valoración cuando de ese bien tenemos varias unidades disponibles? Aquí es donde aparece la cuestión de la utilidad marginal de ese bien.

Utilizaremos un ejemplo similar al que daba Carl Menger, pionero de la Escuela Austriaca. Imaginemos que un campesino para hacer frente a sus siempre infinitas necesidades, el único bien o recurso con que cuenta son cinco bolsas de trigo.

Esas bolsas de trigo son idénticas, exactamente iguales y brindan la misma satisfacción. Simplemente las enumeramos a fin de poder distinguirlas.

Bolsas de trigo

Lo que hará el campesino es lo mismo que hacemos cada uno de nosotros a cada instante. Tenemos “x cantidad de billetes en nuestro bolsillo (medios) e infinitas necesidades (fines). Por lo tanto, debemos establecer un orden, una jerarquía, entre nuestras necesidades para determinar cuáles son las más urgentes e importantes, y asignarles esos “x” billetes de los que disponemos.

En esa lista imaginaria estableceremos de manera decreciente, según nuestras prioridades, cuál será nuestra primera necesidad (la más importante), la segunda, la tercera y así sucesivamente.

Este orden de prioridades es eminentemente subjetivo y personal y a la vez siempre dinámico.

Por ejemplo, podría ocurrir que al salir de su casa por la mañana alguien pensase en ir por la noche al cine, siendo esta su máxima prioridad en ese momento. Si en la mitad de la tarde esa persona cayese enferma, el orden de su lista de prioridades cambiaría de repente y el dinero destinado a la entrada ahora lo deberá utilizar para adquirir medicamentos. La importantísima necesidad de ver una película a las 9 am fue reemplazada a las 4 pm por la de curarse lo más pronto posible.

Constantemente en nuestra vida tenemos instantes en los cuales un acontecimiento inesperado cambia de un plumazo todas nuestras prioridades, haciendo que lo que hasta entonces era algo primordial se convierta en segundos en una nimiedad.

Volvamos a nuestro ejemplo. Supongamos que en el caso del campesino su primera necesidad, la más imperiosa, sea la de alimentarse. Por lo tanto, decide emplear a las Bolsas 1 y 2 para destinarlas a ese fin. Consideremos que su segunda necesidad es la de beber, y que entonces usará a la Bolsa 3 para la destilación de alguna bebida. Su tercera necesidad imaginemos que es la de distraerse, motivo por el cual destinará a la Bolsa 4 para alimentar a unos pajarracos que habitan la zona y lo mantienen entretenido durante buena parte del día. Finalmente, para él es importante contar con una reserva por si algo le ocurriese a las otras cuatro bolsas o para eventualmente intercambiarla por algún otro bien si el día de mañana llegase a cruzarse con alguien. Así es que a la Bolsa 5 la empleará con esa finalidad.

Bolsas de trigo - necesidades

Si el campesino tan solo contase con una bolsa de trigo, ¿a qué la destinaría?: A su alimentación, en virtud de que esa es su necesidad más importante.

Y si en lugar de cinco bolsas de trigo tuviese cuatro, ¿qué necesidad dejaría de satisfacer? La última obviamente. Si sus prioridades siguen siendo las mismas y de cinco bolsas le quedan cuatro, deberá privarse de tener una reserva “por las dudas”.

Esa necesidad era la última dentro de su escala valorativa, la que se encuentra “en el margen” y a la unidad destinada a satisfacerla (en el ejemplo la Bolsa 5) la denominamos unidad marginal.

Las cinco bolsas de trigo idénticas van a tener para el campesino un idéntico valor, pero ese valor análogo estará dado por lo que subjetivamente representa para él la satisfacción de su necesidad menos importante, más remota, más “marginal”, en su lista de prioridades. En el ejemplo, en función de lo que para él representa la Bolsa 5-con la cual satisface su necesidad menos importante-le asignará valor al lote completo de bolsas a su disposición.

No es que la Bolsa 3 valga menos que la 2 o que la 1 vale más que la 4. Recordemos que las mismas son exactamente iguales, que las que son distintas y en orden de importancia decreciente son las necesidades que con ellas satisface.

Y si el número de unidades se incrementase y el campesino pasase a tener a su disposición más de cinco bolsas de trigo ¿qué ocurre?

En ese caso, el valor para él de la unidad marginal será cada vez menor, dado que con esas nuevas unidades podrá comenzar a satisfacer necesidades cada vez menos importantes dentro de su escala de valores.

Así es que si en lugar de 5 bolsas tuviese 500, la necesidad que va satisfacer con la bolsa 500 es menos importante que aquella que atiende mediante el empleo de la bolsa 5.

De esta forma, la Ley de la utilidad marginal nos dirá que a medida que aumenta la cantidad de unidades de un mismo bien (al que valoramos subjetivamente según la dupla utilidad-escasez), el valor de la unidad marginal será cada vez menor. Y como el valor de cada una de las unidades es igual al valor de la unidad marginal, tenemos que si aumenta el número de unidades, el valor de cada unidad es menor.

Resumiendo, conforme la Ley de la utilidad marginal el valor de un bien es inversamente proporcional al número de unidades disponibles del mismo. En otras palabras, cuanto más tenemos de algo, menos vale para nosotros.

Téngase presente esta última definición. Si la entendemos correctamente, habremos dado un gran paso para empezar a entender el fenómeno de la inflación monetaria.

Continuará.

Gabriel Gasave es investigador para el  Center on Global Prosperity del The Independent Institute. Se graduó de Abogado en la Universidad de Buenos Aires, estudió Ciencias Políticas en Lock Haven State College en Pennsylvania, Y realizó una maestría en Economía y Administración en ESEADE. Ha sido secretario académico  de ESEADE.

 

Juan Carlos de Pablo y el sobretodo de Hayek

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 25/3/13 en http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2013/03/25/juan-carlos-de-pablo-y-el-sobretodo-de-hayek/#more-4790

 Juan Carlos de Pablo (UCEMA) tiene una columna semanal en el diario La Nación donde, a través de diálogos ficticios, comenta problemas de coyuntura económica según distintos economistas a lo largo de la historia de la disciplina. En esta ocasión, de Pablo hace referencia a la anécdota (1931) del comentario de Hayek sobre el desempleo que provocaría un aumento en el consumo de sobretodos. Cuenta la tradición oral que durante una de las exposiciones de Hayek en Cambridge (UK), Richard Kahn le pregunta “¿Dice Ud. que si mañana me compro un sobretodo, eso va a aumentar el desempleo?”, a lo que Hayek responde “Sí, pero tengo que desarrollar mucha matemática para explicar por qué.”

De Pablo dice que a pesar que esta anécdota llegó a nuestros días de forma oral, “el sentido de la afirmación es suficientemente claro como para dar lugar a interpretaciones que destacan su inverosimilitud, grosería, y sobre todo falta de oportunidad.” El tratamiento de de Pablo sobre esta anécdota es una buena oportunidad para hacer una aclaración sobre la teoría del ciclo de Hayek.

De Pablo entabla un diálogo ficticio con Francisco García Olano (1908-1980) para explicar las afirmaciones de Hayek. En la ante última pregunta, “¿Qué le parece, como explicación del ciclo [económico]?” Olano responde “En 1931 era una ridiculez. John Maynard Keynes, pero no sólo él, y no exclusivamente en Inglaterra, recomendaba la realización de obras públicas (¡no la estatización de empresas!), para que a raíz del mayor ingreso alguien comprara algún sobretodo, en algún momento. Porque en aquel entonces la cuestión no era cuándo se efectuarían las compras, sino si se realizarían o no, a la luz de las pésimas expectativas existentes.”

La explicación de de Pablo sobre la teoría de Hayek me parece imprecisa, sino errónea. En primer lugar de Pablo apunta correctamente en su nota al mencionar que el problema, según Hayek, es la inversión en proyectos que no son rentables a tasas de interés de equilibrio cuando se sigue una política monetaria de bajas tasas de interés. Pero luego la explicación se desvía hacia los efectos de incentivar la compra de sobretodos hoy en lugar de esperar a que los consumidores los compren cuando deseen como si el problema fuese el cuándo se compra el sobretodo y no el cómo se lo produce.

El problema, según Hayek, no es cuándo se compra un sobretodo, sino producir sobretodos con una inversión y estructura de capital que no es sostenible sin una política de dinero fácil. Al dejarse llevar por la anécdota del sobretodo, de Pablo ridiculiza erróneamente la explicación de la teoría de Hayek. No se sigue, entonces, que la solución Keynesiana sea preferible por que no cae en la ridiculez de preocuparse por el cuándo se compra el sobretodo sino por generar ingresos para que eventualmente alguien compre el sobre todo.

Si para de Pablo lo importante es mantener el flujo de ingresos en una nota sobre Hayek, entonces podría haber citado el mismo “Prices and Production” (libro que surge de las charlas donde se dio la anécdota del sobretodo) en lugar de entablar un diálogo ficticio con Olano. En “Prices and Production”, Hayek explícitamente hace referencia a la necesidad de mantener el flujo nominal de ingresos estables (un caso de NGDP targeting) en el capítulo IV. No hacía falta que Olano intente adivinar equivocadamente la postura de Hayek, bastaba con preguntarle al mismo Hayek. De Pablo hubiese evitado una ridiculización sin fundamentos de haber comparado las políticas de inversión pública (Keynes) versus NGDP targeting (Hayek junto a no pocos contemporáneos) en lugar de caracterizar a Hayek en base a una anécdota de la que carecemos un contexto claro.

Nicolás Cachanosky es Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE), y Doctor en Economía, (Suffolk University). Es profesor universitario.

 

La ideología de SS Francisco

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/3/13 en http://www.hoybolivia.com/Blog.php?IdBlog=38862&tit=la_ideologia_de_ss_francisco

 Aquellas eran frías y oscuras madrugadas de invierno, pocos años atrás, y apuraba el paso porque no quería llegar tarde a la misa diaria que el entonces Monseñor Jorge Mario Bergoglio celebraba a las 6:40 solo -hasta que aparecí-, en la capillita de la sede Arzobispal porteña. Allí, nunca olvidaba besar a la Virgen. Y la concentración que ponía en la oración era tal que un día, al terminar, me acerqué y le dije: “Monseñor, se olvidó de darme la comunión”. Sorprendido, volvió al sagrario y pude comulgar. Pero, dados sus múltiples compromisos, muchas veces celebraba misa afuera, entonces, tenía el detalle de llamarme al móvil, en la víspera, para decirme que no fuera al día siguiente.  

Al finalizar la última de estas misas a las que asistí me dijo que, en el futuro, como tenía mucho trabajo, celebraría si no recuerdo mal a las 5:30 de la mañana. En cualquier caso, le dije que era demasiado temprano ya que venía desde el bonito y lejano barrio residencial de Olivos. Del mismo barrio de donde debería venir él, porque allí el Arzobispado tiene una residencia muy bonita y con mucho parque, sino fuera que prefería vivir en un pequeño apartamento en la misma sede Arzobispal que, dicen las malas lenguas –nunca se lo pregunté, pero resulta muy creíble- limpiaba el mismo.    

Tuve la alegría –fue un momento realmente alegre- de poder verlo el día anterior a su partida a Roma, muy breve encuentro en el que, por cierto, ni siquiera hablamos sobre su posible papado porque era (ahora sabemos que no) inverosímil. El había dejado toda su agenda preparada para volver. Unos días antes del Cónclave que lo eligió, en una reunión previa de cardenales fue muy aplaudido y, entonces, pensamos que quizás no volvería que, como había renunciado al Arzobispado de Buenos Aires (por edad reglamentaria) se quedaría en un Dicasterio. ¡Pues vaya Dicasterio que le han dado!

Como era de esperarse, entre los intelectuales empezaron a preguntarse cuál sería la ideología del nuevo Papa y, algunos, me preguntaron a si tenía alguna idea al respecto. Por supuesto que no la tengo, no tuve oportunidad de discutir esto con él, para empezar, porque no quería discutirlo. Es verdad que le he alcanzado algunos escritos -como seguramente han hecho otros cientos de personas- y que, con la caridad que corresponde a su investidura, a veces me ha dicho que le han parecido muy buenos, pero tampoco tengo dudas de que, al menos en teoría, en muchas soluciones ejecutivas para los problemas humanos no coincidimos.

No sé qué ideología tiene, ni me interesa saberlo. SS es el que describí en los primeros párrafos y el que eligió llamarse Francisco por los pobres, y por la paz que siempre es el resultado del verdadero coraje, lo mismo que la infinita misericordia (es decir, la falta de castigo impuesto) que ensalzó en su primer Angelus. Por eso sé que, con su ejemplo, enseñará lo que pedía Juan Pablo II: “No tengáis miedo”. Es que la falta de coraje, esa falsa sensación de que el mal puede vencernos y dañarnos, es el que da lugar a que obedezcamos al mal que nada podría, contra nosotros, de otro modo: no hay Estado policial, ni regulaciones ni coartadas a la natural libertad humana, don de Dios, que nos puedan doblegar si todos tenemos el coraje, valga la redundancia, de no temerle y darle al mal el lugar que le corresponde, el de nuestra ignorancia y desconocimiento y desobediencia.    

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

 

Cepo y congelamiento de precios amenazan la tasa de crecimiento

Por Aldo Abram. Publicado el 22/3/13 en http://ar.finanzas.yahoo.com/noticias/cepo-congelamiento-precios-amenazan-tasa-030000018.html

Las expectativas sobre el crecimiento del nivel de actividad para este año empiezan a diluirse y no es raro. Brasil se está recuperando, pero las exportaciones siguen evolucionando muy pobremente. Cuando se levante la cosecha funcionará como una transfusión de sangre a un paciente en terapia intensiva. Se lo verá algo más rozagante por un tiempo, pero en la medida que no se lo cure, la enfermedad volverá a primar deteriorando su estado.

El problema de fondo es el impacto del cepo y del proteccionismo en la competitividad de nuestros empresarios. Actualmente, el Gobierno les reconoce a quiénes producen bienes exportables un dólar que es el 65% del valor real. Es decir, les sobrevalora el peso que les entrega en más del 50% y dado que esta diferencia se ampliará, este porcentaje será mayor al 66% para finales de año. En tanto, los costos de las empresas subirán según la verdadera depreciación del peso, que no se refleja en el tipo de cambio oficial.

Además, hay que sumar la pérdida de productividad que han enfrentado todas las empresas que tuvieron que sustituir importaciones por insumos locales más caros y/o de menor calidad. En una palabra, Brasil puede incrementar su demanda de productos del exterior; pero nuestros productores estarán cada vez en peor condición de proveerles lo que necesitan a una relación precio/calidad competitivos. Dado que esto sucederá con todos nuestros compradores externos, veremos que cada vez más industrias, economías regionales y áreas agropecuarias marginales tendrán dificultades para poder producir y colocar sus bienes, quedando afuera de los mercados internacionales.

Seguramente, antes de las elecciones, el Gobierno intentará impulsar la demanda interna con una política fiscal expansiva. La realidad es que, luego del desmanejo fiscal de 2012 (más de $ 4.000 millones de déficit primario) y sin crédito externo, el margen que tiene es menor. La mayor parte de lo que pueda aumentar el gasto público deberá fondearse con impuesto inflacionario, mayor presión tributaria o crédito interno, es decir saldrá del bolsillo de alguien que dejará de consumir o invertir. En economía, la magia no existe, aunque algunos del Gobierno crean que se puede crear riqueza por decreto o con una resolución de algún funcionario de tercera línea.

Es posible alguna mayor inversión estatal con recursos provenientes de las reservas internacionales; lo que volverá cada vez menos solvente al Banco Central, cosa que sabemos cómo termina. En tanto, es poco el aporte que podrán hacer las administraciones provinciales y municipales. En su mayoría, todavía no salieron del ahogo financiero en el que se metieron con los excesos de erogaciones electorales de 2011. Puede que se recupere algo la construcción privada, contra un pésimo 2012 y de la mano de algunos ahorros que no tienen forma de pasarse a activos extranjero. Las empresas aportarán solamente la inversión que sea necesaria para mantenerse operativa o la que surja de la oportunidad de comprar activos fijos a un «dólar oficial barato». En tanto, el capital del exterior no estará muy dispuesto a asomar por estas costas; ya que les pagarán por las divisas que traigan menos del 65% de su valor y, después, nadie les garantiza que puedan llevarse las ganancias que obtengan con su negocio.

A todo lo anterior, hay que sumarle el «congelamiento» de precios. Las cadenas de comercialización condicionaron su cumplimiento a que los proveedores mantengan el valor de sus productos. Sin embargo, éstos tendrán que enfrentar aumentos de sueldos que rondarían, en promedio, un 25%. Los insumos importados se moverán al son de un tipo de cambio oficial que se incrementará a una tasa de alrededor del 20%, mientras que sus proveedores locales se encontrarán con las mismas presiones al alza de sus costos que sus clientes. A todo esto, cabe sumar algunos otros precios que no son regulables o que podrían quedar libres para modificarse, como los de los combustibles.

Febrero es un mes cuya estacionalidad de suba de precios es baja, por lo que resultaba manejable sostener los precios. En marzo, la inflación suele incrementarse pero, por un mes, podía esperarse que el congelamiento se cumpliera. Claro, la pregunta era cuánto aumentarían los precios en abril y, la respuesta: todo lo que tengan que subir ese mes más lo que no se incrementaron antes. La solución oficial, parece, será «patear» el problema a julio, pero para esa fecha el desajuste será mucho más grande, en vez de uno o dos puntos porcentuales, serán alrededor de cuatro. Por ende es posible pensar que a algún funcionario «iluminado» se le ocurra que hay que sostener el congelamiento hasta después de las elecciones. Lo que implicará una posterior corrección de más de 6 puntos porcentuales.

Otro resultado será una creciente escasez de productos. Por su parte, las empresas tenderán a producir menos, para reducir costos y moderar la pérdida de ganancias que deriva de no poder actualizar sus precios. La naturaleza del «congelamiento» es la misma que la del «cepo», tratar de ocultar la depreciación del peso que se genera por la necesidad de exprimir al Banco Central para financiar excesos de gastos del sector público. En el primer caso, tratan de que el impuesto inflacionario no se note en los precios de las góndolas y, en el segundo, que no se refleje en el tipo de cambio oficial. Sin embargo, la realidad siempre se impone.

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .