El derecho a la violencia

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 27/8/12 en http://www.hoybolivia.com/Blog.php?IdBlog=38351&tit=el_derecho_a_la_violencia

 Un amigo argentino no puede imprimir en su oficina, además de perder horas de trabajo intentando infructuosamente comprar un cartucho de tinta, porque el gobierno reprime la importación. No asombra que los políticos exploten a las personas con tal de darse la gran vida. Pero impresiona que algunos crean que tienen “derecho” a reprimir de esta manera.  

El destacado columnista Moisés Naím escribió, en El País de España, “¿Qué tienen en común el calentamiento global, la crisis de la eurozona y las masacres en Siria?… Que nadie tiene el poder para detenerlas… Hay… Cumbres de jefes de Estado… Y nada. Es como ver una película en cámara lenta, en la que un ómnibus… se dirige hacia el abismo y su conductor no frena ni cambia de dirección… Pero mi metáfora es defectuosa. Supone que hay un conductor… con el poder de frenar o de cambiar de rumbo”.

Lo cierto es que no existe tal conductor, y no tiene el poder de frenar o cambiar el rumbo. Los políticos, simplemente, no lo tienen. Ellos cuentan con el monopolio de la violencia y creen que eso es un instrumento eficiente. Es como tener una granada y exigirle al ómnibus que vaya en cierta dirección y, si no lo hace, estallar la granada. Lo que hace falta es un mecanismo que naturalmente provoque el desvío, algo así como ¡un volante!

Lo que se necesita es incentivar a las personas, para que sigan el camino adecuado. Según Aldous Huxley, «Las sociedades se mantienen, no por el miedo de los más al poder coactivo de los menos, sino por una difundida fe en la decencia de los demás». Y es verdad: no habría policía capaz de detener el delito si todas las personas decidieran robar. Es decir que no es verdad que las sociedades existan porque existe un marco coactivo que las “pone en orden”, existen porque así es la naturaleza humana. Y la violencia, dice la filosofía clásica, es contraria al desarrollo natural, a la naturaleza, por tanto, es imposible que sea un instrumento eficiente. 
Aunque “Esto no significa que el poder vaya a desaparecer… (pero su fin es)… una de las principales tendencias que definirán nuestro tiempo” dice Naím y supone una reforma, en la estructura del poder, con la que no concuerdo ya que el problema es más esencial: lo que sucede es que este “poder” nunca existió: el monopolio de la violencia jamás fue un método eficiente de gobierno sino que, por el contrario, siempre destruyó. Ni siquiera en el caso de “defensa propia”. La primavera árabe, por caso, solo ha servido para cambiar un tirano por otro, parecido, y para aumentar la venta de armas: en Siria, antes de la crisis, un fusil AK-47 costaba US$ 1.200 en el mercado negro, ahora supera los US$ 2.100.

El gobierno español decidió crear el Departamento de Seguridad Nacional y reformar al Código Penal que, entre otras cosas, castigará convocatorias por internet de “protestas violentas”, aquellas que no reciban autorización. El dirigente político Felipe Puig, no dejó dudas: “Buscamos… que la gente le tenga más miedo al sistema”. Es que Internet, y el desarrollo humano en general, es la anti política, es por eso que le temen tanto. Es un mundo gobernado por “la red”, es decir, millones de personas cooperando voluntaria y pacíficamente, en tiempo real, que se “autogobiernan” como toda la naturaleza que fluye espontánea y armónicamente.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

 

¿Los genios nacen o se hacen?, el experimento Polgar

Por Adrián Ravier. Publicado el 24/8/12 en http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2012/08/24/los-genios-nacen-o-se-hacen-el-experimento-polgar/#more-3323

Participé hoy de una reunión de profesores de la Escuela de Negocios de la UFM en la que una vez más surgió este interrogante: ¿Los genios, expertos o líderes nacen o se hacen? Yo siempre sostuve que pensar que éstos sólo nacen, nos conduce a cierto riesgo de determinismo, donde no hay causa-efecto, lo cual implicaría cruzarnos de brazos y esperar a ver si somos o no los elegidos. En su lugar, siempre preferí pensar que la dedicación y el esfuerzo producen expertos, genios y líderes, aspecto que hace un tiempo confirmó cierto estudio publicado en el Wall Street Journal.

Pero hoy no quiero deternerme en este estudio, sino en relatar una historia que hace muchos años me contó mi padre, cuando yo era todavía un adolescente, pensando qué hacer de mi futuro, y que posiblemente formó esa vision que aun mantengo.

 En la reunión de la Escuela de Negocios, la pregunta giraba en torno a si podemos enseñar a un profesional -a través de las herramientas que absorbe en un MBA- a ser un empresario exitoso, lo cual luego derivó en otros ejemplos, como aquel de Michael Phelps como el mejor nadador de todos los tiempos.

El relato de mi padre, no era sobre natación, pero sí sobre un deporte, el ajedrez (el cual me entretuvo muchos años de mi niñez). La historia cuenta que un pedagogo y profesor de ajedrez, Lazlo Polgar,  y también su esposa, se propusieron hacer un experimento en torno a este debate, y demostrar que los genios se hacen. El experimento consiste en probar que una buena formación y dedicación, permitiría a sus hijas competir con los mejores jugadores de ajedrez de sexo masculino, algo que ninguna mujer había podido hacer en la alta competencia.

Tal fue así que la pareja decidió no enviar a sus tres hijas al colegio y, en su lugar, les proporcionaron una educación conocida hoy como home-schooling, incluyendo el ajedrez como una materia fundamental.

Susana, Sofía y Judit son hoy grandes ajedrecistas. La primera de ellas incluso alcanzó el título de Campeona del Mundo en categoría femenina. Pero ha sido Judit Polgar, la menor de las tres niñas, quien logró mostrar la razón de su padre, haciendo historia en el mundo del ajedrez.

Judit Polgar alcanzó el título de gran maestro a los 15 años, y ha sido la única mujer que alcanzó el título de Gran Maestro Internacional. En octubre de 2008 ocupó el puesto 27mo en la clasificación FIDE (que incluye hombres y mujeres) con una puntuación Elo de 2711. Su máxima lugar en el ránking, sin embargo, lo logró en 1996, cuando estuvo entre los diez mejores jugadores del mundo. Incluso se ha dado el lujo de vencer a Gari Kaspárov.

El gráfico muestra la distancia que existe hoy entre su juego y el de sus seguidoras, medido a través del Elo.

Acceda aquí a su página web personal.

Acceda aquí a una entrevista a Judit Polgar.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

 

DE LA «EDUCACIÓN PROHIBIDA» A LUIS J. ZANOTTI: comentarios sobre una película muy difundida.

Por Gabriel J. Zanotti.

 Ultimamente se ha difundido mucho esta película, “La educación prohibida”,

 y quisiera hacer un comentario sobre ella.
En primer lugar, un acuerdo básico. Me he pasado la vida, práctica y teorética, luchando contra la educación formal positivista, lo cual no pocos disgustos me ha ocasionado, sobre todo con autoridades y colegas. El que quiera leerme y comprobar por sí mismo hasta qué punto simpatizo con los autores de la película y con los pedagogos entrevistados, puede leer los siguientes escritos: http://www.gzanotti.blogspot.com.ar/2008/11/i-have-dream.html; http://www.gzanotti.blogspot.com.ar/2008/11/i-have-dream-ii.html;
Pero nada de esto ha surgido en mí como un descubrimiento de América. Lo que yo he hecho es mirar un poco más allá sobre los hombros de un gigante, como habitualmente reza la analogía.
En efecto, en una galaxia muy lejana, hace millones de años luz…………….. Mi padre, sobre todo desde la década del 60, comenzó a explicar ciertas cuestiones pedagógicas y proponer reformas que asombrarán, seguramente, a quienes hayan visto la película.
Luis J. Zanotti explicó todo el movimiento de la escuela nueva, al cual se refiere la película, como la segunda etapa de la política educativa. Este escrito es de 1972, y lo que relataba ya era historia. Después de explicar pero también comprender en su contexto histórico al positivismo pedagógico, Zanotti explica las ideas de la “escuela nueva” (http://www.luiszanotti.com.ar/poled2.htm). Pero el autor citado, fundamentalmente por Zanotti, es Dewey, además de ilustres maestros y pedagogos argentinos que en su tiempo fueron totalmente revolucionarios en lo suyo. Pero mi padre tenía un menor optimismo respecto de Illich, Lapatí, Freire: los analizó en http://www.luiszanotti.com.ar/artinvedu.htm#1, donde reconoció sus méritos pero hizo sus debidas advertencias sobre qué proponen y hacia dónde van.
En efecto, el diagnóstico de la película incluye al positivismo pedagógico en una crítica al capitalismo donde evidentemente aparece como telón de fondo la alienación como característica inevitable del libre mercado y la sociedad industrial-burguesa que le sirve como super-estructura. En ese sentido los autores de la película y los pedagogos que intervienen incurren todos en lo que llamé una vez la dialéctica de la dialéctica del Iluminismo (http://www.ucema.edu.ar/publicaciones/download/documentos/370.pdf): se critica a la razón instrumental, que es opresora y alienante, pero para combatirla, ¿qué se propone? Si lo que se propone es un estado que nos liberaría del capitalismo opresor, se incurre en la contradicción similar que Horkheimer y Adorno atribuyen a la razón instrumental. Si esta última, al pretender liberar, oprime, la revolución anunciada contra el libre mercado (que en realidad no es más que el mercado intervenido denunciado y criticado por L. von Mises) al pretender liberar, oprime con un estado que se diversifica en sus diversas formas autoritarias: o es el welfare state norteamericano, o es el estado providencia europeo, o fueron los fascismos, o siguen siendo los totalitarismos de Cuba o Corea del Norte, o siguen siendo las autoritarismos latinoamericanos de izquierda, o sigue siendo China, o sigue siendo el fundamentalismo iraní. El asunto es que nada de ello producirá la revolución educativa, porque en esos sistemas el gobierno tiene que inocular la conciencia revolucionaria. Luis J. Zanotti me relataba de qué modo todos sus colegas marxistas de la década del 70 “enseñaban” a Freire, (sus críticas a la educación bancaria), de igual modo que Freire criticaba a la educación bancaria: se lo tenía que memorizar y repetir, so pena de no quedar como un buen revolucionario y aparecer como un cerdo burgués que se atrevía a criticar la revolución educativa.
Sintomático es que la película no toque en ningún momento el tema institucional, de fondo, de la libertad de enseñanza, esto es, de la libertad de planes y programas de estudio con respecto a los del gobierno. Ello sí que sería revolucionario. Sí, existirían con ello colegios tipo La Sociedad de los Poetas Muertos, pero habría lugar institucional, jurídico, para todas las reformas educativas propuestas por la película, incluso la mía. Pero el tema no aparece. Hay hacia el final protestas de que las “nuevas” (quienes leyeron a Luis J. Zanotti saben que son un poco más viejas) propuestas no tienen espacio, no son admitidas, pero el silencio con respecto a la solución, esto es, la libertad de enseñanza típica del liberalismo clásico, es sintomático. ¿Demasiado “liberal” para los autores? ¿Qué pretenden en el fondo? ¿Que la izquierda latinoamericana sea la revolución donde finalmente el niño pueda “aprender en libertad”?
Mi padre sí que luchó por la libertad de enseñanza. Su mejor y más acabado texto sobre ello fue http://www.luiszanotti.com.ar/diversosmedios2.htm,  donde propuso la des-monopolización total y completa del sistema educativo, en 1980. ¡Para qué! Sus amigos conservadores no entendieron absolutamente nada, hicieron un silencio total e incluso sus discípulos más directos no se atrevieron a seguirlo. Los militares, ni hablar. La izquierda, ni hablar tampoco, que obviamente sabía que mi padre era su principal y único enemigo, y no los ingenuos que creían que la educación era una cuestión de portarse bien, formar fila y hacer caso. (Coherentemente con ello, el ERP le puso una bomba en su domicilio (esto es, mi casa de mi infancia) y los montoneros que hoy gobiernan lo expulsaron de su cátedra en la UBA en 1973).
Luis J. Zanotti también expuso las nuevas funciones profesionales docentes en un texto que sombrará a más de uno (http://www.luiszanotti.com.ar/artinvedu2.htm#1), previó la revolución tecnológica actual como la tercera etapa de la política educativa (http://www.luiszanotti.com.ar/poled3.htm), propuso reformas a la enseñanza media (http://www.luiszanotti.com.ar/escuelamedia.htm; http://www.luiszanotti.com.ar/escsigloxx2.htm), bregó por la escuela sin grados (http://www.luiszanotti.com.ar/artrevcatedra.htm), se opuso con firmeza a dejar abandonados a los niños y adolescentes en las escuelas (http://www.luiszanotti.com.ar/artlanacion2.htm), todo en medio de un desierto cultural, cubierto de toneladas de arena autoritaria (izquierda marxista, conservadores, militares, religiosos, sindicatos, etc.).
Las nuevas generaciones que busquen fundamentos para la revolución pedagógica, harían bien en leer a quien supo proponerla, pero, claro, sin Marx. Si son verdaderamente revolucionarios, allí lo tienen: www.luiszanotti.com.ar
Si no, serán una parte más del cambio para que nada cambie.

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

 

Los resultados se parecen a las dirigencias

Por Alejandro Alle. Publicado el 27/8/12 en: http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=50839&idArt=7201463

Alguien podría agregar que «las dirigencias se parecen a la ciudadanía»…, que sería difícil de refutar pues quienes nos dirigen no llegaron en un plato volador. Surgieron de la ciudadanía. Algo de lo cual, por cierto, los latinoamericanos tendríamos motivo de sobra para estar avergonzados.

Lo concreto es que ninguna sociedad puede progresar si sus dirigentes en general, y los dirigentes políticos en particular, ocupan su tiempo en resolver problemas urgentes…, que ellos mismos se inventaron.

Ignoran, o pretenden ignorar, que vivir en permanente zozobra institucional tiene un costo muy alto para la sociedad.

Los datos económicos de El Salvador, implacables, muestran que ese costo se está pagando en términos de bajo crecimiento, de poca generación de empleo, de carencia de infraestructura, de débil calidad en educación pública, y de tantos otros problemas crónicos que El Salvador siempre padeció. Porque no son nuevos.

Quizás la dirigencia política inventa problemas urgentes para que la sociedad no piense en los problemas importantes…, pues descubriría que para resolverlos hace falta otra dirigencia.

El camino de las urgencias inventadas, y de las zozobras manipuladas, jamás generó riqueza. Un objetivo que debiera ser prioritario en toda sociedad económicamente subdesarrollada. Como El Salvador.

La semana pasada Fusades reportaba en su Informe de Coyuntura que ya son 18 los trimestres de clima de inversión adverso. Y que en el primer trimestre de 2012 la inversión extranjera directa (IED) fue de apenas US$ 59 millones. Anualizados representan apenas US$ 240 millones. Una miseria.

En efecto, el número es muy malo considerando que en 2011 Chile recibió US$ 17,299 millones de IED. Y Colombia US$ 13,234 millones. Aún llevado a valores per cápita, El Salvador sale muy maltrecho en la comparación con esos dos países, con los cuales en algún momento compartió la categoría de grado de inversión.

Incluso si la comparación se hiciera con los países más cercanos, veríamos que en 2011 Panamá recibió US$ 2,790 millones de IED; Costa Rica US$ 2,104 millones; Honduras US$ 1,014 millones; Guatemala US$ 985 millones; y Nicaragua US$ 968.

Ya ni la nefasta autocomplacencia de compararse sólo con vecinos pobres, siempre de desempeño mediocre, sirve de bálsamo.

Quienes pretendan politizar estos datos, sean de un color o del otro…, carecerán de argumentos: el promedio de IED recibida por El Salvador en el período 2000-2005 había sido de apenas US$ 325 millones. Otra miseria.

Para que el crecimiento económico se transforme en desarrollo económico y humano, que al fin de cuentas es lo importante, debe funcionar el «efecto derrame». Ese por el cual los beneficios de liberar los mercados llegarían a toda la población en términos de mejor calidad de vida. Sin institucionalidad nunca habrá derrame.

Otras dirigencias también debieran reflexionar. No es aceptable que un alto ejecutivo de cierta gremial empresarial alegue desconocimiento sobre los intereses de algunos de sus directores, manifiestamente incompatibles con las funciones que dicha gremial ejercía en una autónoma. Sean serios.

Los fríos números económicos reflejan las consecuencias de malas dirigencias. Pero para corregirlos hay que pensar en las causas. Y pensar es una actividad peligrosa…, que las dirigencias de nuestros barrios latinos siempre evitarán que los ciudadanos practiquemos.

Hablando de pensar…, dicha actividad exige cierto nivel de escolaridad. Y contando El Salvador con una población mayoritariamente joven, la educación pública debería ser abordada con verdadera responsabilidad.

Sin embargo, los vientos que soplan son desalentadores: la larga competencia populista que se avecina entre el «pura sangre» de los unos y el «hueso colorado» de los otros, augura una discusión superficial: el énfasis estará en el tamaño del vaso de leche, en la cantidad de zapatos que regalarán, o en los beneficios que otorgarán a los maestros.

Sería bueno que explicasen qué harán para mejorar la calidad de la educación. Y qué harán por las neuronas de los niños. Porque el futuro de esos niños, que es el futuro de El Salvador, merece total seriedad.

Hasta la próxima.

Alejandro Alle es Ingeniero. Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires). Columnista de El Diario de Hoy.

El cepo cambiario es inconstitucional

Por Julián Obiglio. Publicado el 13/8/12 en http://www.cronista.com/opinion/El-cepo-cambiario-es-inconstitucional-20120813-0027.html

En 1853, al momento de sancionarse la Constitución Nacional, nuestro país era un desierto, tanto en lo que respecta a la población como a las inversiones. Para el primer centenario de la patria, en 1910, nos ubicábamos dentro de las primeras diez naciones del mundo en términos de ingreso per cápita. Este giro radical se logró gracias a los cambios institucionales, muchos de ellos basados en la nueva Carta Magna, que reconocía y garantizaba las libertades civiles, las libertades económicas y el derecho de propiedad.
No sólo Alberdi, el autor intelectual de la Constitución del ’53, sino también la dirigencia política de la segunda mitad del siglo XIX comprendía que sin la llegada de inmigrantes y capitales sería imposible cambiar el destino económico de la Argentina. Por ello, la Carta Magna garantizaba en su articulado las condiciones adecuadas para incentivar la llegada de inversiones extranjeras. De esta forma, su artículo 14 garantiza el derecho de usar y disponer de la propiedad, y el artículo 17 reconoce su inviolabilidad.
Garantizando las libertades y la propiedad privada se forjó el proceso que permitió a la Argentina recibir millones de inmigrantes de gran parte del mundo y convertirse en el principal destino de las inversiones extranjeras en Latinoamérica.
El cepo cambiario impuesto por el Gobierno Nacional, que desde octubre de 2011 viene profundizándose en nuestro país, vulnera la letra y el espíritu básico de nuestra Constitución. Las restricciones cambiarias violan claramente las libertades personales y la propiedad privada de los habitantes del país, forzándolos a permanecer atrapados en un territorio en el cual la moneda oficial inconvertible, se deprecia en porcentajes mayores al 25% anual. Esto obviamente está generando efectos contrarios a los logrados a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Las consecuencias del cepo cambiario están a la vista y las sufrimos todos los días: inversiones que no llegan, capitales que huyen a cualquier costo; menos puestos de trabajo; caída en el nivel de actividad, faltante de productos, etcétera. En definitiva menor creación de riqueza y mayor pobreza. El cepo cambiario es parte de un conjunto de equivocadas medidas económicas que han sido tomadas por el Gobierno Nacional a fin de sostener una fiesta a la cual solamente se encuentran invitados algunos, pero cuya cuenta será pagada por el resto de los argentinos.

Julián Obiglio es Diputado Nacional y egresado de ESEADE.

 

Iglesia y progreso

Por Carlos Rodríguez Braun. Publicado el 28/8/12 en http://www.larazon.es/posts/show/iglesia-y-progreso

Es infrecuente encontrar cuestionamientos a la Teología de Liberación en el periodismo progresista y políticamente correcto. Podrá no creer en Dios, pero suele creer en la TL. ¿Por qué no son capaces de matizar siquiera a estos religiosos? Sospecho que es un prejuicio: como son contrarios al capitalismo, deben ser buenos.

Así, un reciente reportaje en El País Semanal firmado por Francesc Relea sobre Pere Casaldáliga, asegura que este obispo es “abanderado de los menos favorecidos…activista en favor de los que menos tienen”. No leerá usted textos similares en la prensa progre sobre Cáritas o la Madre Teresa. Lo importante del religioso catalán es que es de izquierdas, y a partir de ahí Relea se recrea en una clásica ficción antiliberal: los intereses incompatibles. En este caso, los dos “bandos enfrentados” son la Iglesia, los terratenientes y sus pistoleros, por un lado, y los “sin nada”, por otro. Otra vez, el camelo de la lucha de clases, que desfigura la realidad y por supuesto exculpa a los héroes que se ponen del lado de los buenos, o sea, de los “sin nada”, digan lo que digan, hagan lo que hagan. Como es natural, no abundarán las críticas hacia los diversos movimientos políticos, algunos violentos, desatados tras tanto fanatismo maniqueo disfrazado de abnegada “opción por los pobres”. El obispo Pere Casaldáliga reivindicó a Marx y atacó el capitalismo salvaje. Lógicamente, sólo podrá recibir palabras de elogio.

El Dr. Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

 

La democracia y la pluralidad de intereses

Por Enrique Edmundo Aguilar. Publicado el 22/8/12 en http://www.elimparcial.es/sociedad/la-democracia-y-la-pluralidad-de-intereses-110061.html

En  un ensayo publicado hace un tiempo bajo el título “Qué es… y qué no es democracia”, el consagrado politólogo Philippe Schmitter, en colaboración con Terry Linn Karl, definió a la democracia moderna como “un sistema de gobierno en el que los gobernantes son responsables de sus acciones en el terreno público ante los ciudadanos, actuando indirectamente mediante la competencia y la cooperación de sus representantes electos”.

De esta definición me gustaría destacar principalmente dos aspectos: 1) el que toca a la responsabilidad de los gobernantes, y 2) el relativo a la competencia electoral. El primero está indisolublemente atado al nivel de institucionalización, que condiciona el acceso al poder y su consiguiente ejercicio. El segundo, por su parte, también depende de un conjunto de reglas que garantizan un “consentimiento contingente” permitiendo que las disidencias, aun grandes en número, se mantengan “dentro de una gama predecible y generalmente aceptada”.

Para Schmitter y Karl, la competencia no ha sido siempre considerada como una condición esencial de la democracia. Más aún, en algunas corrientes del pensamiento democrático todavía persiste cierta hostilidad a la existencia de “facciones” e “intereses particulares” que, desde otras perspectivas, son vistos en cambio como una realidad inevitable pero al mismo tiempo positiva en la medida en que coarta la posibilidad de que uno de ellos, trátese de un partido o grupo de interés, se vuelva hegemónico. (A este respecto la referencia clásica es sin duda James Madison quien consagró este argumento sobre la proliferación de intereses como medio para hacer menos probable que una mayoría “tenga motivo para usurpar los derechos de los demás ciudadanos”). En cualquier caso, lo dicho no significa que no existan desacuerdos sobre las mejores formas de gestionar la competencia entre grupos, desacuerdos que a veces contribuyen a trazar las fronteras entre los distintos subtipos de democracia.

Ahora bien, ¿qué subtipo de democracia sería una donde no existieran esas dos condiciones aludidas al comienzo, es decir, la responsabilidad ante los ciudadanos (que hoy se sustenta en el concepto de accountability) y la competencia en el marco de normas acordadas pero que necesariamente implica “un grado de incertidumbre” con respecto a quiénes serán elegidos y a las políticas que aplicarán? ¿Qué sería de una democracia si sus gobernantes pudiesen alegremente vulnerar los procedimientos y a la postre esos principios de “consentimiento contingente” e “incertidumbre limitada”?

La Argentina de hoy es un buen escenario para plantearse estos interrogantes. Sobre todo en momentos en que el miedo parece instalarse como política de Estado para callar las voces disidentes, cuando el adversario es declarado traidor o enemigo (en ausencia, para peor, de una definición fija de lo que el enemigo sea) y cuando avanzan sin tapujos los proyectos de reelección indefinida.

Enrique Edmundo Aguilar es Doctor en Ciencias Políticas. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la UCA y Director, en esta misma casa de estudios, del Doctorado en Ciencias Políticas. Profesor titular de teoría política en UCA, UCEMA, Universidad Austral y FLACSO,  es profesor de ESEADE y miembro del consejo editorial y de referato de su revista RIIM.

 

Julian Assange en el balcón

Por Mario Vargas Llosa. Publicado el 26/8/12 en http://elpais.com/elpais/2012/08/24/opinion/1345819181_800344.html

 En el cubículo de la embajada del Ecuador en Londres, donde está refugiado, Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, tendrá ahora tiempo de sobra para reflexionar sobre la extraordinaria historia de su vida, que comenzó como oscuro ladronzuelo de la intimidad ajena (es lo que hace un hackerinformático, aunque el anglicismo trate de inocular dignidad a ese innoble oficio) en el país de los canguros y ha terminado convirtiéndolo en un icono contemporáneo, tan famoso como los futbolistas o roqueros más de moda, para muchos en un héroe de la libertad de expresión y en el centro de un conflicto diplomático internacional.

Existe tal maraña de confusiones y mentiras respecto al personaje, creada por él mismo y por sus partidarios, y propulsada por el periodismo ávido de escándalo, que hay millones de personas en el mundo convencidas de que el desgarbado australiano de pelos blanco amarillos que compareció hace unos días en el balcón de la embajada ecuatoriana del barrio preferido por los jeques árabes en Londres —Knightsbridge— para dar lecciones sobre la libertad de expresión al presidente Obama, es un perseguido político de los Estados Unidos al que ha salvado in extremis nada menos que el presidente Rafael Correa del Ecuador, es decir, el gobierno que, después de los de Cuba y Venezuela, ha perpetrado los peores atropellos contra la prensa en América Latina, cerrando emisoras, periódicos, arrastrando a tribunales serviles a periodistas y diarios que se atrevieron a denunciar los tráficos y la corrupción de su régimen, y presentando una ley mordaza que prácticamente sellaría la desaparición del periodismo independiente en el país. En este caso sí que vale el viejo refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Porque el presidente Correa y Julian Assange son tal para cual.

En realidad, el fundador de WikiLeaks no es objeto en estos momentos siquiera de una investigación judicial en los Estados Unidos ni este país ha hecho pedido alguno reclamándolo a nadie para enfrentarlo a un tribunal. El supuesto riesgo de que, si es entregado a la justicia sueca, el gobierno de Suecia pueda enviarlo a Estados Unidos es, por ahora, una presunción desprovista de todo fundamento y no tiene otro objeto que rodear al personaje de un aura de mártir de la libertad que ciertamente no se merece. La justicia sueca no lo reclama por sus hazañas —mejor dicho, infidencias— informáticas, sino por las acusaciones de violación y acoso sexual formuladas contra él por dos ciudadanas de ese país. Así lo ha entendido la Corte Suprema de Gran Bretaña y por eso decidió transferirlo a Suecia, cuyo sistema judicial, por lo demás, es, al igual que el británico, uno de los más independientes y confiables del mundo. De manera que el señor Assange no es en la actualidad una víctima de la libertad de expresión, sino un prófugo que utiliza ese pretexto para no tener que responder a las acusaciones que pesan sobre él como presunto delincuente sexual.

La popularidad de que goza se debe a los cientos de miles de documentos privados y confidenciales de distintas reparticiones del gobierno de los Estados Unidos —empezando por la diplomacia y terminando por las Fuerzas Armadas—, obtenidos mediante el robo y la piratería, que WikiLeaks difundió, presentándolos como una proeza de la libertad de expresión que sacaba a la luz intrigas, conspiraciones y conductas reñidas con la legalidad. ¿Fue realmente así? ¿Contribuyeron las delaciones de WikiLeaks a airear unos fondos delictivos y criminales de la vida política estadounidense? Así lo afirman quienes odian a Estados Unidos, “el enemigo de la humanidad”, y no se consuelan todavía de que la democracia liberal, del que ese país es el principal valedor, ganara la Guerra Fría y no fueran más bien el comunismo soviético o el maoísta los triunfadores. Pero, creo que cualquier evaluación serena y objetiva de la oceánica información que WikiLeaks difundió, mostró, aparte de una chismografía menuda, burocrática e insustancial, abundante material que justificadamente debe mantenerse dentro de una reserva confidencial, como el que afecta a la vida diplomática y a la defensa, para que un Estado pueda funcionar y mantener las relaciones debidas con sus aliados, con los países neutros, y sobre todo con sus manifiestos o potenciales adversarios.

Nosotros nunca sabremos la manera cómo las revelaciones de WikiLeaks sirvieron para que se deshicieran las redes de información laboriosa y peligrosamente montadas por los países democráticos en las satrapías que amparan el terrorismo internacional de Al Queda y congéneres, ni cuántos agentes e informantes de los servicios de inteligencia del Occidente fueron detectados y posiblemente eliminados por efecto de esas publicaciones, pero no hay duda de que esa fue una de las siniestras consecuencias de aquella celebrada operación de desembalse informativo. ¿No es curioso que WikiLeaks privilegiara de tal modo revelar los documentos confidenciales de los países libres, donde existe, además de la libertad de prensa, una legalidad digna de ese nombre, en vez de hacerlo con las dictaduras y gobiernos despóticos que proliferan todavía por el mundo? Es más fácil ganar credenciales de luchador por la libertad ejercitando la infidencia, el contrabando y la piratería informática en sociedades abiertas, al amparo de una legalidad siempre reticente a sancionar los delitos de prensa para no dar la sensación de restringir o poner obstáculo a esa libertad de crítica que es, efectivamente, sustento esencial de la democracia, que infiltrándose en los secretos de los gobiernos totalitarios.

Los partidarios de WikiLeaks deberían recordar que la otra cara de la libertad es la legalidad y que, sin ésta, aquella desaparece a la corta o a la larga. La libertad no es ni puede ser la anarquía y el derecho a la información no puede significar que en un país desaparezcan lo privado y la confidencialidad y todas las actividades de una administración deban ser inmediatamente públicas y transparentes. Eso significaría pura y simplemente la parálisis o la anarquía y ningún gobierno podría, en semejante contexto, cumplir con sus deberes ni sobrevivir. La libertad de expresión se complementa, en una sociedad libre, con los tribunales de justicia, los parlamentos, los partidos políticos de oposición y esos son los canales adecuados a los que se puede y debe recurrir si hay indicios de que un gobierno oculta o disimula delictuosamente sus iniciativas y quehaceres. Pero atribuirse ese derecho y proceder manu militari a dinamitar la legalidad en nombre de la libertad es desnaturalizar este concepto y degradarlo de manera irresponsable, convirtiéndolo en libertinaje. Eso es lo que ha hecho WikiLeaks y, lo peor, creo, no en razón de ciertos principios o convicciones ideológicas, sino empujado por la frivolidad y el esnobismo, vectores dominantes de la civilización del espectáculo en que vivimos.

El señor Julian Assange no ha practicado en la institución que fundó la transparencia y la limpieza totales que exige de las sociedades abiertas contra las que se ha encarnizado. Las defecciones que ha experimentado WikiLeaks se deben, fundamentalmente, a su resistencia a dar cuenta a sus colaboradores de los varios millones de dólares que ha recibido como donaciones, según leo en un artículo firmado por John F. Burns, en el Internacional Herald Tribune del 18/19 de agosto. Es un buen indicio de lo complicadas y sutiles que pueden ser las cosas cuando se observan de cerca y no a partir de lugares comunes, estereotipos y clisés.

En las actuales circunstancias no hay razón alguna para considerar a Julian Assange un cruzado de la libertad de expresión, sino más bien un vivillo oportunista que, gracias a su buen olfato, sentido de la oportunidad y habilidades informáticas, montó una operación escandalosa que le dio fama internacional y la falsa sensación de que era todopoderoso, invulnerable y podía permitirse todos los excesos. Se equivocó y ahora es víctima de estos últimos. En verdad, su peripecia parece haber entrado en un callejón sin salida, y no es imposible que, una vez que pase la ventolera que hizo de él una persona famosa, se le recuerde sobre todo por la involuntaria ayuda que ha prestado, creyendo actuar a favor de la libertad, a sus enemigos más acérrimos.

Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura y Doctor Honoris Causa de ESEADE.

 

Una creación de Jerzy Kosinski

Por Alberto Benegas Lynch. Publicado el 23/8/12 en http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=7445

Se trata de la fascinación que produce el lenguaje sibilino. Lo vemos en filosofía a través de textos extenuantes de factura incomprensible plagados de neologismos, frases tortuosas y razonamientos circulares. Lo comprobamos en ensayos de economía que parecen fabricados para mofarse del lector inundados de lenguaje críptico, contradicciones permanentes y modelos econométricos inconducentes. Karl Popper ha escrito en su colección titulada Conocimiento objetivo que “la búsqueda de la verdad solo es posible si hablamos sencilla y claramente, evitando complicaciones y tecnicismos innecesarios. Para mí, buscar la sencillez y lucidez es un deber moral de todos los intelectuales: la falta de claridad es un pecado y la presunción un crimen”. Por su parte, Wilhelm Röpke consigna que “cuando uno trata de leer un journal de economía en estos días, frecuentemente uno se pregunta si uno no ha tomado inadvertidamente un journal de química o hidráulica” y, más recientemente, el sonado escándalo que produjeron Alan Sokal y Jean Bricmont quienes luego de pasar por los referatos del caso y publicar en la revista académica Social Text, declararon que se estaban burlando debido a los disparates conceptuales e imposturas que contenía el trabajo. 

Kosinski fue permanentemente agredido por ramificaciones stalinistas en la universidad de su Polonia natal donde después de infinitos calvarios se doctoró en sociología mientras trabajaba como instructor de ski hasta que logró escaparse a Estados Unidos donde trabajó como conductor de camiones de día y en horario parcialmente nocturno de cuidador de un predio de estacionamiento. Al mismo tiempo, estudiaba inglés hasta que pudo aplicar a una beca de la Ford Foundation que obtuvo para estudiar en la Universidad de Columbia donde también se doctoró en psicología social y escribió dos libros de gran éxito editorial: No Third Path donde muestra la inconsistencia de pretender una tercera vía entre la libertad y el totalitarismo y The Future is Ours, Comrade en el que invita al levantamiento de sus coterráneos contra las botas comunistas. Fue profesor de prosa inglesa y crítica literaria en las universidades de Yale y Princeton, recibió el premio de literatura de la American Academy y del National Institute of Arts and Letters y presidió el capítulo estadounidense del PEN Club. Sus múltiples novelas fueron best-sellers, una de ellas -Being There- se llevó al cine y obtuvo el Best Screen of the Year Award.

Es a esta novela a la que hacemos breve referencia en estas líneas. Alude a un jardinero analfabeto conciente de su ignorancia en los temas que le preguntan y repreguntan audiencias fascinadas por lo que consideran un léxico repleto de sabiduría que estiman hace referencias metafóricas al cuidado de jardines. Muchos fueron los reputados personajes que se hipnotizaban con lo que no entendían y afanosamente buscaban soluciones políticas a los enredos que ellos mismos habían generado. El cuadro de este escrito de ficción resulta que puede fácilmente trasladarse a la no ficción, esto es, a lo que se vive hoy en muchos ambientes políticos en los que los figurones del caso presumen conocimientos que no tienen ni pueden tener puesto que éstos se encuentran dispersos y fraccionados entre millones de personas. Las pretendidas directivas de gobernantes megalómanos, concentran ignorancia al cerrarle las puertas a los procesos abiertos y competitivos compatibles con la sociedad abierta.

No tiene desperdicio la entrevista del jardinero con el presidente estadounidense quien concluye después de la reunión: “tengo que admitir que lo que acabo de escuchar es lo más refrescante y optimista que me han dicho en mucho tiempo” a raíz de la descripción de las estaciones de verano, otoño, invierno y primavera que había realizado con la mayor inocencia aquella persona que no tenía contacto alguno con el mundo exterior como no sea a través de la televisión.

Todo el clima de los burócratas instalados en Washington DC se traduce un una sátira a la política cuyo establishment en verdad ha perdido contacto con la realidad. Las reflexiones de quien se ocupa de cultivar un jardín están formuladas de modo literal pero, como decimos, los receptores del mensaje, acostumbrados a complicar las cosas, lo entienden como consideraciones alegóricas.

Kosinski intenta con éxito subrayar la simpleza de las cosas y el afán de los burócratas por estrangular los hechos hasta convertirlos en fenómenos irreconocibles e imposibles de abordar. No son capaces de entender que, igual que en un jardín, de lo que se trata es de cuidar, preservar y no desnaturalizar ni pervertir en el contexto de una superlativa presunción del conocimiento que ubica a los gobernantes en una posición de pretendida omnisciencia (y omnipotencia).

Este encuadre que efectúa el autor comentado, puede extenderse a otras áreas como el arte moderno donde también los impostores encajan construcciones que igual que la música confunden el ruido con melodía al exhibir adefesios que en nada reflejan standards de excelencia, con la complicidad de algunos snobs y timoratos que declaran que son obras “demasiado complejas” como para que las entienda una mente normal.

Estos comportamientos tortuosos aplicados al campo político hacen mucho daño desde el momento que apuntan a colocar a algunos iluminados en pedestales y el resto de los mortales como súbditos obedientes que deben admirar y aplaudir los tejes y manejes sobre las vidas y las haciendas ajenas, en lugar de abrir las puertas y ventanas de par en par al efecto de que las relaciones libres y pacíficas administren lo que les concierne.
En su libro La visión cuántica del universo Jacques Rueff dice que no alcanza a comprender como muchas veces se necesitan microscopios para diferenciar variables continuas de las discretas en pequeñas partículas y, simultáneamente, se trata lo que es a todas luces evidente: el ser humano separado de lo colectivo pero, sin embargo, se lo trata como parte de una masa indiferenciada y se lo administra como manada. Esto es así para obtener poder y funcionarios y reparticiones que lo secunden. Si las cosas fueran simples, sería simple el aparato estatal y no se justificaría tanta pompa ni tanto presupuesto. A su vez, como escribe Erich Fromm en El miedo a la libertad, los gobernantes requieren toda la parafernalia que rodea a los poderosos al efecto de encubrir el vacío existencial y la debilidad de quienes están incrustados en el trono y que deben encadenarse a la multitud dominada sin la cual se desploman.

El escritor polaco al que nos referimos ha dejado en muchos de sus trabajos un testimonio de gran valor que seguirá influyendo en las generaciones futuras como un grito de libertad y respeto recíproco.  En la novela de marras, la ternura y la bondad del jardinero contrasta abiertamente con sus anfitriones que solo buscan aumentar su poder en detrimento de sus congéneres. Como tantos otros casos, también mostró en lo personal la acogedora atmósfera que brinda la sociedad abierta que permite y estimula a quienes se esfuerzan para alcanzar éxitos resonantes.

En realidad, el trasfondo de la ironía y la comicidad en la novela de Jerzy Kosinski respecto a la política y los políticos se sustenta en la maleabilidad de las muchedumbres y en su fanatismo. Gustav Le Bon lo subraya en su Psicología de las multitudes cuando apunta la incapacidad de juicio crítico y razonamiento en la aglomeraciones humanas donde “lo que se acumula no es el talento sino la estupidez” porque “en el alma de las muchedumbres lo que siempre domina no es la necesidad de libertad sino la de servidumbre”…tal vez se necesiten más voces fuertes como las de los Émile Zola para acusar a los impostores, de frente y sin tapujos ni doble discurso.

 Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía, Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.

 

La izquierda cría cuervos

Por Alejandro A. Tagliavin. Publicado el 22/8/12 en http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/alejandrotagliavini/la-izquierda-cria-cuervos-alejandro-tagliavini-columnista-el-tiempo_12152309-4

 «Cría cuervos y te sacarán los ojos» dice el viejo refrán. El caso Assange, sin dudas, es el irónico resultado del odio visceral entre algunos personajes de izquierda y derecha, el oportunismo mediático y una pésima (y muy dañina) idea de libertad que tienen algunos derechistas que, consecuentemente, odian al fundador de WikiLeaks.

La justicia sueca dice reclamar a Assange por denuncias de agresión sexual que, como Inglaterra autorizó su extradición a Escandinavia, se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, infringiendo su arresto domiciliario. Suecia afirma que no lo extraditará a EE. UU. si existe riesgo de que sea condenado a muerte por revelar secretos de Estado, y ha recordado que la justicia estadounidense no reclama la extradición de Assange.

Hasta la fecha, la justicia norteamericana ha canalizado el caso de la filtración de informes diplomáticos y militares, en el portal WikiLeaks, por una sola vía procesal: el juicio militar al soldado Bradley Manning, acusado de sustraer y difundir 700.000 documentos secretos de las redes secretas del Pentágono. A Julian Assange, los fiscales militares le han mencionado solo de pasada. Irónicamente, la estrategia de la defensa Manning, en prisión desde hace casi dos años, consiste en asegurar que su cliente sufre trastornos psicológicos, evitando convertirlo en una causa sobre la libertad de expresión, como hizo Assange.

A pesar de que el gobierno de EE. UU. asegura no estar tras una ‘caza de brujas’ contra el fundador de Wikileaks, intelectuales como Chomsky y Wolf, los directores Stone y Moore están entre los más de 4.000 que firmaron una carta que llegó a la Embajada de Ecuador en Londres urgiendo a que el presidente del país, Rafael Correa, le otorgue asilo político a Julian Assange para evitar el riesgo a ser extraditado a EE. UU.

La prensa británica ha lanzado duras críticas contra el fundador de WikiLeaks, señalando que, irónicamente, es Correa quien encarcela a los disidentes políticos, encierra a periodistas y clausura diarios o canales de TV que lo critican. Y critica también al Secretario de Asuntos Exteriores británico por haber amenazado con rescindir el estatus diplomático de Ecuador con el fin de capturar a Assange.

Ahora, en qué consiste la «revolución Wikileaks». Es la violencia lo que destruye a la vida y, contra ella, solo la verdad es eficiente. Nunca la «violencia defensiva» (que adoran los derechistas y por ello odian a Assange) es efectiva porque, por el contrario, alienta la agresión como echar leña al fuego. La verdad, la información es la mejor defensa porque, por caso, de nada sirve un ejército poderoso contra un mosquito que puede conocer y anticipar sus movimientos y escapar. Los gobiernos populistas, que viven de explotar a sus ciudadanos, no resistirían un día si se pudieran conocer y anticipar, por ejemplo, los movimientos de sus corruptos y tiránicos recaudadores.

Así es como, defendiendo a Assange, Rafael Correa, Cristina Kirchner y Hugo Chávez, entre otros demagogos que quieren presentarse como enemigos de Washington, están «criando los cuervos» que, más tarde o más temprano, significarán un apoyo fundamental para lograr su caída. No por convocatorias digitales al estilo primavera árabe, sino porque convertirán en inútil su sistema de Estado policial y represor del mercado, de las personas, de la sociedad.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.