Las curiosas listas de los ricos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 27/11/17 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/expansion/las-curiosas-listas-de-los-ricos/

 

Entre las noticias más leídas de la prensa están las listas de los ricos. Sirven para el cotilleo amable y el insulto ruin, para la admiración y la envidia. En el mundo de la política, la intelectualidad y los medios de comunicación, sirven también para elaborar estadísticas sobre la desigualdad, y para fomentar un amplio catálogo de ficciones, empezando por la consabida de que está muy bien que suban los impuestos si es sobre los asquerosos ricos, el indeseable 1 % de la población. Curiosamente, no suele observarse lo más notable de esas listas, y es que los ricos no son los mismos. Mientras los biempensantes se abren las carnes ante la exuberancia de los opulentos, dejan caer que los ricos no ganan su fortuna, sino que la heredan, perpetuando así unas inicuas dinastías. Y todo es un camelo.

En 1982, cuando empezó la famosa lista Forbes, la familia Rockefeller ocupaba 13 lugares. En 2014 sólo quedaba uno: David. En marzo pasado murió, y no hay nadie de ese apellido en la lista.

El segundo hombre más rico de Estados Unidos en 1918 era Henry Frick, que murió al año siguiente. En 1930 su familia estaba lejos de figurar entre las más ricas. Poco tiempo después desapareció el apellido de cualquier lista, y hoy nadie lo recuerda, salvo por el famoso museo neoyorquino alojado en la que fue su casa.

Los grandes millonarios americanos del siglo XIX fueron Stephen Girard, Stephen Van Rennselaer, John Jacob Astor, Cornelius Vanderbilt, Alexander Stewart, Jay Gould, Frederick Weyerheuser y Andrew Carnegie. Ninguno de sus descendientes ha sido incluido nunca en las listas de Forbes 400.

En suma, lo que les sucede a los ricos es que se enriquecen y también se empobrecen. Lo estudian Robert Arnott, William Bernstein y Lillian Wu en su artículo, “The Myth of Dynastic Wealth: The Rich Get Poorer”, Cato Journal, Vol. 35, Nº 3, otoño 2015, 447-485.

No hay tal cosa como las dinastías de ricos: “La mitad de la riqueza de la lista Forbes 400 de 2014 fue creada de la nada en una generación”. En últimas décadas sólo el 1,5 % de la riqueza total de las 400 familias ha sido heredada, y ella ha sido en su mayor parte disipada. “La acumulación de riqueza no es principalmente el producto de la herencia”, sino de la actividad empresarial. Y además este proceso no es reciente. En 1930 la tercera parte de los ricos eran nuevos ricos. En 2014, ninguna de las mayores treinta fortunas de EE. UU. correspondía a un descendiente de la lista de 1918, ni de 1930, ni de 1957”. Los ricos que heredan son una minoría, y “en ningún caso esa riqueza fue transmitida más allá de dos generaciones”.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

La idea del comunismo

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 20/11/17 en: http://www.larazon.es/opinion/columnistas/la-idea-del-comunismo-JH16997853

 

Carlos Rodríguez Braun dice que si al socialismo se lo juzga por sus mejores objetivos y al capitalismo por sus peores resultados, el socialismo siempre saldrá ganando, pero que esta perspectiva es una trampa.

La joven empresaria Rebeca Minguela declaró en Papel, de El Mundo (España): “Una idea buena que no ha funcionado es el comunismo”.

Es curioso que personas talentosas caigan en esa trampa, que la extrema izquierda lleva pregonando desde que resultó evidente que el “socialismo real” no había dado los frutos prometidos de prosperidad, justicia, paz y libertad. La verdad es justo la contraria: el comunismo no es una idea buena que no ha funcionado, sino una idea mala que sí ha funcionado.

Su funcionamiento es evidente: el comunismo dejó de ser una teoría para convertirse en una realidad hace un siglo. Desde la Revolución de Octubre de 1917 hasta hoy ha tenido tanto éxito que un tercio de la humanidad llegó a vivir en países comunistas, de Rusia a China, de Cuba a Camboya, y de Albania a Corea del Norte. Claro que ha funcionado el comunismo.

Dirá usted: funcionar significa marchar bien, y como el comunismo ha esclavizado y asesinado a millones de trabajadores, entonces no ha marchado bien, y por tanto no ha funcionado. Esta objeción es importante, porque su falsedad no resulta diáfana. Para comprenderla hay que entender por qué el socialismo real se tradujo en dictaduras y en crímenes abominables en medio mundo.

Todos los países comunistas fueron dictaduras, y en todos ellos se extendió la miseria. El grado en que se concretaron ambas dimensiones es muy variable, por supuesto, pero que el comunismo equivale a tiranía política y pobreza económica está fuera de toda duda. Siendo esto así, lo que no cabe es afirmar que se debió a la casualidad o al clima.

Es obvio que no fue el azar lo que mató de hambre a decenas de millones de trabajadores en Rusia y en China. Pero si no fue el azar, ¿qué fue? Sólo hay una respuesta: fue el comunismo, fue la puesta en práctica de una idea, la idea de que la propiedad privada y el mercado deben ser limitados o suprimidos. Eso es el socialismo, que, obviamente, no puede ser una buena idea, cuando se ha concretado en innegables catástrofes. No vale el truco de alegar que el comunismo está bien, pero hay comunistas malos. Típicamente: Stalin era malo, pero Lenin era bueno. Falso de toda falsedad: el hambre y los campos de concentración en Rusia empezaron con Lenin.

Por tanto, comentarios como los de doña Rebeca sólo reflejan el éxito de la izquierda en la propaganda, al haber conseguido que siempre juzguemos al socialismo por sus mejores objetivos, y al capitalismo por sus peores resultados. Así, el socialismo siempre gana. Pero se trata de una trampa, mil veces repetida, pero siempre una trampa.

El comunismo es una mala idea que ha funcionado, y lo ha hecho como suelen funcionar las malas ideas. Mal.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

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Un sacerdote ejemplar: James Sadowsky

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 3/11/17 en https://www.infobae.com/opinion/2017/11/03/un-sacerdote-ejemplar-james-sadowsky/

 

De modales sumamente cordiales, de un gran sentido del humor, de una bondad infinita y de una cultura y una versación en muy diversas ramas del conocimiento, así se lo puede definir al padre James Sadowsky (1923-2012). Enseñó filosofía, lógica matemática y ética de los negocios en la Universidad de Fordham, en Nueva York, durante 30 años, y durante 15 en la Universidad de Aix-en-Provence, hasta que se retiró de la enseñanza y vivió en Loyola Hall, que es el edificio que tienen los jesuitas para los sacerdotes retirados en el campus de esa misma universidad estadounidense. Un sacerdote jesuita que había estudiado parte de su colegio y en la universidad de esa orden, precisamente la de Fordham, estudios que luego completó en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Su padre era ruso y su madre, de ascendencia inglesa, aunque él nació en Estados Unidos.

Sostenía que el apostolado es mucho más trascendente, perdurable y productivo que entregar bienes materiales a los necesitados por aquello de que «es mejor enseñar a pescar que regalar un pescado». Insistía en que ayudar con bienes materiales puede hacer de apoyo logístico circunstancial pero trasmitir valores y principios consistentes con el cristianismo en cuanto a la importancia de la libertad y la responsabilidad individual contribuye a modificar de base las instituciones en dirección al progreso de todos. Incluso agregaba que muchas veces la entrega material no ayuda a la dignidad del receptor y crea una malsana dependencia.

Sadowsky pensaba que en el sacerdocio es urgente complementar las funciones puramente espirituales respecto a lo intraindividual con reflexiones que compatibilizaran aquellos valores con los comportamientos diarios en las relaciones interpersonales y mostraba preocupación por ciertas consideraciones de sacerdotes inclinados por aconsejar conductas en materia social que son incompatibles con las prédicas espirituales y puramente religiosas.

En un largo reportaje que le efectuó Martin Masse, investigador senior del Institut Économique Molinari de Paris, el padre Sadowsky explica que, una vez ordenado sacerdote, en 1947, y hasta comienzos de los sesenta puede considerárselo un semisocialista, hasta que dio accidentalmente con un libro de Murray Rothbard titulado The Great Depression, que dice que le fascinó y modificó por completo sus ideas sobre economía y derecho, «integradas a una olvidada filosofía que naturalmente están estrechamente vinculadas a las cuestiones sociales y morales». En aquel reportaje destaca que, a raíz de esa lectura, más adelante, cuando se enteró de que Rothbard vivía en Manhattan, decidió llamarlo y visitarlo, lo cual con el tiempo se convirtió en reuniones periódicas junto a otros participantes (en The Ethics of Liberty de 1982, Rothbard cita al padre Sadowsky). A partir de aquel contacto abordó otras obras como la refutación de Henry Hazlitt a Keynes, El socialismo de Ludwig von Mises y Camino de servidumbre de Fredrich Hayek, y conoció personalmente a otros distinguidos miembros de la Escuela Austríaca de Economía como Ralph Raico, Leonard Liggio, Karen Vaughn, Joe Peden, Walter Block, Louis Spadaro, Leonard Read y, por supuesto, a su alumno en Fordham, Mario Rizzo.

Apunta el padre Sadowsky que esas lecturas y conversaciones hicieron que se percatara de una extraordinaria consistencia que vinculaba distintos campos del conocimiento y otorgaban a la filosofía política una fuerza moral notable en pos de la mejora de las sociedades, muy especialmente de las personas más débiles y desprotegidas. Señala también la importancia de criticar con la mayor claridad posible las tendencias socialistas y estatistas dentro y fuera de la Iglesia, posición que enfatiza en su artículo titulado «Christianism and Poverty», publicado por el Institute for Social Affairs de Londres.

En 1984, patrocinado por Arthur Shenfield y Howard Demsetz, el padre Sadowsky ingresó como miembro de la Mont Pelerin Society. Al año siguiente tuve el privilegio de conocerlo personalmente, aunque habíamos mantenido una nutrida correspondencia. Lo conocí en la reunión de la MPS en Sydney, donde ambos presentamos trabajos en ese congreso. Su presentación se tituló «La Iglesia y el Estado», trabajo que se tradujo y reproducimos en la revista académica Libertas; siendo rector de ESEADE lo invité a pronunciar conferencias en esa casa de estudios. En aquel congreso, luego de nuestras respectivas presentaciones, mantuvimos una larga conversación que se prolongó hasta altas horas de la madrugada, lo cual hizo que ambos nos quedáramos dormidos para los paneles de la mañana siguiente. Al margen digo que mi trabajo se tituló «¿Autoridad monetaria, regla monetaria o moneda de mercado?», el cual se tradujo y reprodujo en los Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, entidad en la que también expuse el mencionado ensayo ese mismo año en su reunión anual en Mendoza.

Abrió su exposición en Sydney recordando: «No es un secreto para nadie que entre los miembros del mundo eclesiástico que se ocupan abiertamente del tema, el mercado libre (o lo que ellos imaginan que es el mercado libre) no cuenta con muchos partidarios entusiastas». A continuación, el padre Sadowsky se detuvo a considerar cómo el proceso de mercado asigna recursos del modo que la gente prefiere y que las ganancias son la recompensa por haber acertado en las demandas y las quiebras son el resultado de no haber logrado ese cometido. Asimismo, consigna que el tamaño de las empresas depende íntegramente de las directivas de las personas en los mercados y que en este sentido no puede concluirse a priori si las empresas de tal o cual ramo deben ser pequeñas, medianas o grandes. En el mismo trabajo, muestra gran conocimiento al criticar los llamados «modelos de competencia perfecta» al describirlos como incoherentes al suponer el conocimiento perfecto de los factores relevantes por parte de los operadores económicos, ya que con ello no habría arbitrajes, ni empresarios, ni competencia. Por último, critica los aranceles aduaneros como responsables de la pobreza apoyados por empresarios que deben su existencia a privilegios otorgados por gobiernos y se opone severamente a la denominada «redistribución de ingresos patrocinada por muchos obispos norteamericanos».

En un reportaje en El Mercurio de Chile realizado por Lucía Santa Cruz, el padre Sadowsky explica: «Laissez-faire es simplemente la situación en la cual las personas son libres para decidir qué producir, cuánto, cómo intercambiar su producción y con quién, sin la intervención del gobierno. El gobierno sólo actúa para preservar la ley contra fraudes y robos, garantiza los contratos, etcétera. Como diría Friedman, es un árbitro y no un jugador del partido».

En ese mismo reportaje el sacerdote subraya los tan poco comprendidos y tergiversados beneficios de la revolución industrial del siglo XVIII, la importancia de las ideas del filósofo moral y economista Adam Smith, el desempleo que provocan los salarios mínimos y los errores en materia social que comete parte del clero por «no haber tomado suficiente nota acerca de lo que la ciencia económica enseña». También se explaya: «La ventaja del sistema de mercado, que elimina la intervención de los gobiernos y somete a las personas a los rigores de la competencia […y hace] que los hombres de negocios deben comportarse de una manera tal que satisfacen los deseos del público en general al mismo tiempo que a los propios».

Finaliza este muy suculento y jugoso reportaje afirmando: «El Estado benefactor ha devaluado los valores de la familia. Reduce la responsabilidad individual. Las familias no se inventaron porque un grupo decidió que así fuera, sino que fueron el resultado de una necesidad natural».

Tal vez el ensayo más difundido del padre Sadowsky sea el titulado «Private Property and Collective Ownership», que fue reproducido de la revista académica Left and Right, otoño de 1966, en el libro compilado por Tibor Machan titulado The Libertarian Alternative (1979, Chicago, Nelson-Hall). En ese trabajo el sacerdote de marras, al seguir la tradición lockeana, mantiene que la propiedad privada de bienes deriva de la propiedad de la propia vida, lo cual significa el derecho a usar y disponer lo adquirido legítimamente (en el sentido de genuino, verdadero, no falso ni fraudulento, igual que una piedra preciosa). Explica que esto no puede ser arrebatado por un rey o un parlamento, por una persona o por un grupo de personas. Debe tenerse muy en cuenta que el asunto es centralmente moral como que en cada transacción libre y voluntaria se presupone el respeto recíproco con base en las normas de Justicia.

Pero seguramente lo que despierta mayor interés del ensayo que ahora comentamos es la referencia del padre Sadowky al antropomorfismo de la sociedad. Así, se dice que la sociedad prefiere, que la sociedad decide, que la sociedad habla en nombre de tal o cual causa y que a la sociedad pertenece tal o cual propiedad colectivamente. En realidad, dice este sacerdote que se recurre a una trampa lingüística, puesto que siempre se trata de específicos individuos que actúan independientemente o son copropietarios, pero el bien en cuestión no pertenece a la sociedad. Por ejemplo, sigue diciendo, cuando se hace referencia a un equipo deportivo, es sólo una forma de abreviación en lugar de aludir a cada uno de los integrantes, pero esa forma abreviada no nos debe hacer que se pierda de vista la noción de fondo.

Los dos trabajos que más circulan en ámbitos académicos del padre Sadowsky son, en primer lugar, «Can There Be an Endless Regress of Causes?», publicado originalmente en el International Philosophical Quarterely (4, 1980), reproducido en el libro Philosophy of Religon (Oxford University Press, 2000, compilado por Brian Davies) y «Does Darwin Destroy the Design Argument?», aparecido también en el International Philosophical Quarterely (28, 1988).

En el primer ensayo el autor discute extensamente los argumentos que sostienen la posibilidad de la regresión ad infinitum y demuestra la validez de la posición que sostiene que eso no resulta posible, puesto que si fuera así, nada existiría, ya que nunca hubieran comenzado las respectivas causas. En el segundo trabajo, el padre Sadowsky explica la compatibilidad de la tesis evolucionista de Darwin con la Primera Causa tal como la desarrollaron, entre muchos otros, Juan Pablo II y el RP doctor Mariano Artigas.

En resumen, en momentos en que no pocos representantes de la Iglesia, comenzando por el actual Papa, rechazan principios elementales de la convivencia civilizada, la voz del padre James Sadowsky resulta un faro reparador y reconfortante en línea con los valores y los principios morales que derivan del cristianismo y de toda postura compatible con la libertad. En otros términos, no es frecuente que se subrayen aspectos morales de la sociedad libre en cuanto a las relaciones interpersonales que hacen a la esencia del respeto recíproco y cuando se comentan esos aspectos, se suele caer en sistemas que arruinan moral y materialmente a las personas.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es Asesor del Institute of Economic Affairs de Londres

Brujos de la economía y charlatanes de la política

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 28/11/17 en: https://www.infobae.com/opinion/2017/11/28/brujos-de-la-economia-y-charlatanes-de-la-politica/

 

Los políticos no solo opinan de economía sin saber, también toman medidas o votan leyes que hacen verdaderos destrozos

 

Los “charlatanes” de la política y los “brujos” de la economía proponen soluciones mágicas a problemas estructurales. (Nicolás Aboaf)
Los “charlatanes” de la política y los “brujos” de la economía proponen soluciones mágicas a problemas estructurales. (Nicolás Aboaf)

Es muy común que gente sin formación profesional en economía opine con toda soltura y formule afirmaciones que son verdaderas burradas.

Esto suele pasar mucho en la dirigencia política. En efecto, la política, que se ha transformado en un fenomenal negocio para muchos que la practican, exige quedar bien ante el votante y, por lo tanto, opinan sin conocer. Lo grave con los políticos que opinan de economía sin saberes que no solo opinan, sino que también toman medidas o votan leyesque hacen verdaderos destrozos.

Una vez más se ha puesto de moda el argumento de que la restricción política impide adoptar ciertas medidas económicas. Las restricciones políticas y sociales harían inviable la solución a los problemas económicos generando un caos social y político, por lo tanto esto es lo máximo que se puede hacer.

Uno puede entender ciertas restricciones políticas y sociales, ahora relatar que no se pueden adoptar las medidas económicas necesarias por las mencionadas restricciones no implica que todo vaya a marchar sobre ruedas. En todo caso, los practicantes de la brujería económica no están haciendo otra cosa que relatar por qué vamos a tener problemas. Nos relatan por qué vamos a chocar y creen que relatándonos el choque, mágicamente los problemas se solucionarán.

En su libro El economista y la políticaWilliam Hutt analiza cuál es la función de los economistas que participan de la política. Resulta bastante claro que, muchas veces, los economistas terminan formulando propuestas económicas que se acomodan a los deseos de los políticos. Normalmente este comportamiento obedece a que los políticos suelen decir que tal o cual medida económica es políticamente inviable. Ante esta afirmación los economistas suelen acomodar la medida económica al gusto del político para hacerla políticamente viable, por más que lo políticamente viable sea una gigantesca payasada.

Dice Hutt en una parte de ese libro que muchas veces los economistas asesoran a los políticos para que estos terminen actuando como si no hubiesen sido asesorados por economistas. En otras palabras, si el economista acepta las llamadas restricciones políticas, lo más probable es que el político haga lo que le parece, como si nunca hubiese consultado a un economista.

Debo reconocer que es fácil para nosotros, los economistas, criticar a los políticos por ineptos, pero la realidad es que dentro de nuestro gremio ha habido cada economista en la función pública que mejor perderlo que encontrarlo. A esos economistas los llamo brujos de la economía. Ya sea por blandos, por baja capacidad profesional o solo por permanecer cerca del poder, muchos colegas han sido responsables de la decadencia económica argentina. Y luego están los charlatanes de la política que pontifican sobre economía y no tienen ni idea de cómo funciona esa ciencia.

Más de una vez, algún economista ha aceptado la restricción de lo «políticamente inviable» y terminó creyendo que podían sustituir una medida de reforma estructural con algún artificio financiero, monetario o cambiario. En la década del 80 caímos en la hiperinflación porque creyeron que los artificios financieros del Banco Central, manejando el endeudamiento, la tasa de interés y el tipo de cambio, era un sustituto de la baja del gasto público para equilibrar las cuentas del Estado.

Durante el gobierno de De la Rúa se creyó que el endeudamiento, como el blindaje y el megacanje, eran sustitutos de las reformas estructurales, en particular sustituto de la baja del gasto público. Lo echaron a Ricardo López Murphy por proponer una baja del gasto de USD 3.000 millones, porque era políticamente inviable y a los pocos meses, más precisamente en julio de 2001, terminaron bajando las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos bajo el nombre de política de déficit fiscal cero.

Pero la diferencia entre lo que proponía Ricardo López Murphy y lo que se hizo en julio de 2001 es que López Murphy proponía una reforma del estructural del Estado que permitiera bajar el gasto para equilibrar en forma ordenada las cuentas del sector público, en tanto que el déficit cero no implicaba una reforma estructural del sector público sino un corte horizontal para equilibrar las cuentas, es decir sin establecer prioridades en el gasto para dejar de gastar en lo que no era función esencial del Estado y así disminuir las erogaciones.

Recordemos que el rechazo de la dirigencia política a la propuesta políticamente «incorrecta» de López Murphy de bajar el gasto público porque iba a crear un caos social y político, terminó en una crisis político-institucional en diciembre de 2001, el corralito, el corralón, la confiscación de los depósitos, la pesificación asimétrica, una gigantesca devaluación y el estallido de la pobreza y la desocupación con una caída del PBI del 15% en 2002. En definitiva, estos que practican la brujería económica y la charlatanería política terminan haciéndole un daño inmenso a la población.

Pensemos que el gasto público se puede financiar de la siguiente manera:

1) Con impuestos
2) Con emisión monetaria
3) Con deuda pública interna y externa
4) Consumiendo el stock de capital
5) Confiscando activos

El kirchnerismo ya usó 4) y 5) al destruir el sistema energético, las rutas, el stock ganadero, etc., y el 5) cuando se apropió, con complicidad de casi toda la dirigencia política, de nuestros ahorros en las AFJP.

Con impuestos ya estamos en el límite, al punto tal que el presidente Macri reconoció que el contribuyente está agobiado. Emisión monetariase está utilizando, dado que el BCRA viene expandiendo el circulante a una tasa del 35% anual con adelantos transitorios al Tesoro que aumentaron el 112% en los últimos 12 meses, luego de haber colocado deuda interna vía LEBAC que ya supera el billón de pesos y aumentó el stock de esas letras un 64% en los últimos 12 meses.

Deuda externa también se está utilizando y el total de deuda colocada por el Tesoro en lo que va del gobierno de Cambiemos aumentó en USD 53.000 millones.

 La brujería económica y la charlatanería política terminan haciéndole un daño inmenso a la población

En definitiva, se están utilizando todos los instrumentos posibles para financiar el gasto público en esta política gradual y aun así el déficit fiscal consolidado, sin considerar el gasto cuasifiscal, no baja. Se mantiene en 7,5% del PBI como lo dejó el kirchnerismo, con lo cual se generan dudas sobre la efectividad del gradualismo. En rigor el déficit tenderá a aumentar por el mayor monto de intereses a pagar por el incremento del stock de la deuda pública que se toma para financiar el gradualismo.

Nadie está proponiendo echar a 1 millón de empleados públicos de un día para otro o eliminar en 24 horas todos los planes «sociales». Esa es una caricatura que hacen los charlatanes políticos para quedar bien con los que los ponen en las listas de candidatos o bien porque quieren seguir currando con el negocio de la política.

Aprendamos de nuestro pasado cuando se creyó que tomar deuda era sustituto de reformas estructurales y pensemos que es mejor aplicar una política de shock anunciando un plan económico completo con reforma del Estado, tributaria, laboral, etc. y luego ir aplicándolo gradualmente a lo largo del tiempo, pero con la suficiente velocidad como para no terminar estrellados porque el financiamiento del gradualismo se corta antes.

Con el capital político que ha logrado Macri en las últimas elecciones, todavía estamos a tiempo de evitar otra desilusión si no se le hace caso a los brujos de la economía y a los charlatanes de la política que tanto daño le han hecho a la Argentina.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Dos elefantes en un bazar

Por Eduardo Filgueira Lima: Publicado el 26/11/17 en http://cepoliticosysociales-efl.blogspot.com.ar/2017/11/dos-elefantes-en-un-bazar_18.html

 

El miércoles 22 ppdo. Fernando Iglesias publica un artículo[i] en cuyo parágrafo dice: “Los economistas para quienes ningún ajuste alcanza subestiman el problema social y las dificultades que enfrenta el Gobierno” y continúa haciendo un extenso epíteto en el que en un mismo combo incluye a todos los liberales (nos llama “liberalotes”) que dice: “…Nos votan porque sí, y nos insultan luego,… El liberalote como votó a Cambiemos, pretende que Cambiemos sea liberalote y se indigna cuando se da cuenta de que no,..” Iglesias incurre en el mismo error que critica, al no distinguir que entre los liberales existe un arco amplio de concepciones políticas y económicas y que solo a los fundamentalistas son aplicables –y en cierta medida– sus conceptos.

La nota de F. Iglesias tuvo importante repercusión. Los liberales clásicos nos sentimos mal interpretados por quien se supone debiera conocer “las diferencias”, de hecho es un Diputado electo de la Nación. Pero el rebote vino de aquellos que personalmente entiendo, han llevado algunas de las ideas liberales originarias a un extremo cuasi fundamentalista, y con ello se han alejado de la realidad.

Por ejemplo vemos en un video del Prof. J. Huerta de Soto[ii] “…El liberalismo clásico es una utopía imposible de cumplir,… y esto que digo es científicamente comprobable,.. El liberalismo clásico es como el ébola de la libertad individual porque considera necesaria la existencia de un estado y una vez que se acepta la existencia del estado,.. que no es necesario,.. porque es imposible organizar la sociedad mediante el estado,.. tanto como es imposible limitar al estado en su crecimiento,.. y esto es lo que hemos logrado demostrar los teóricos de la economía,..(…)… ¿Qué aún con el Estado estamos mejor?,.. Si claro estamos mejor pero a pesar del Estado,.. sin él estaríamos mucho mejor todavía,..” (y más adelante hace suya una interpretación que considero equivocada de F. Hayek)

Y me permitiría hacer solo algunas referencias (sin caer en la discusión de si los liberales clásicos somos o no como el virus del ébola).

En primer lugar J. Huerta de Soto, omite que el Estado es el resultado en un momento determinado de un largo proceso evolutivo social y por lo mismo que debemos aceptar, porque la misma sociedad si no le es útil un día terminará por eliminarlo y reemplazarlo o no, por otra institución, que haga mejor a sus fines.

En segundo lugar que de ninguna manera podría suponerse que una idea -surgida de “la academia”- puede ser impuesta o sugerirse mejor a un proceso evolutivo social, que solo y por su propia dinámica encontrará sus causes de organización, con Estado o sin Estado según responda mejor a sus necesidades.

Dice además que a sus conclusiones se ha arribado de “manera científica” (¿?) y es de preguntarse si el Prof. J. Huerta de Soto sabrá que la ciencia no tiene verdades absolutas  (mucho menos en las ciencias sociales en las que entran en juego un número infinito de variables), y que sus afirmaciones resultan contra-fácticas al sugerir que hubiéramos evolucionado a un mejor bienestar sin estado.

De hecho desconoce que es la misma evolución la que ha llevado a un proceso de organización social que se supone “condujo” al Estado! (Y de esto sí que existe una nutrida evidencia empírica). Probablemente el problema de los fundamentalistas es su urgencia por imponer ideas, antes que respetar el proceso de evolución social que nos ha conducido a una situación para ellos, reprochable y mejorable, según “sus conclusiones académicas basadas en argumentos científicos”.

Creo que tal como dice J. L. Romero: “…lo que opina la gente es más importante que lo que diga una casta de intelectuales,..”[iii]Porque el mundo de las ideas puede producir monstruos! (Goya, 1797) aunque se nos diga que se sustentan en “verdades científicas”.

Desde otra vertiente el mediático J. Milei, respondió a F. Iglesias, con una serie de epítetos descalificativos e insultos que creo no deben ni siquiera ser tomados en cuenta.[iv] Porque además su pensamiento se contradice al “no respetar las ideas de los demás” (en este caso de F. Iglesias), aunque puedan ser consideradas erróneas.

Lo que a mi entender es de considerar es que es tan malo meter a todos en un combo y considerar a todos los liberales de igual factura, en una sociedad afortunadamente diversa como se deduce del artículo de F. Iglesias. Tanto como pensar que los liberales que vemos matices y que desconfiamos de acabadas o definitivas ideas surgidas de la academia somos el ébola, que corroemos el pensamiento liberal desde adentro.

No es casual que estas posiciones fundamentalistas que además sus cultores defienden dogmáticamente, surjan de economistas, por lo que es válido traer a colación una frase de F. Hayek que nos recuerda A. Benegas Lynch (h)[v] “..recordemos para finalizar esta nota periodística que Friedrich A. Hayek ha estampado en su conferencia en el Social Science Research Building de la Universidad de Chicago -“The Dilemma of Specialization”- respecto a la profesión de economista en un sentido restringido que “nadie puede ser un buen economista si es solo un economista, y estoy tentado a decir que el economista que solo es economista será probablemente una molestia cuando no un peligro manifiesto”.

De hecho la sociedad argentina en las últimas elecciones del 22 de Octubre es obvio que no votó masivamente por estar mayoritariamente satisfecha con la situación económica, ya que los “brotes verdes” –aunque la economía sigue creciendo desde hace seis meses– no  han llegado a florecer.[vi] Y de hecho la economía –si bien importante– es solo una parte del problema que la sociedad considera y valora. Por encima están las verdaderas circunstancias políticas que no siempre es posible vislumbrar y mucho menos con los efectos enceguecedores del dogmatismo!

Los dogmáticos de cualquier extremo descreen de la democracia (de hecho así lo explicita J. Huerta de Soto) Tal como nos dice W. Wilkinson: “…quienes sostienen una teoría de los derechos fundamentales y los reclaman de manera absoluta y no permiten ninguna exacción por parte del Estado,.. con lo que tampoco permiten que este haga rutas u otros servicios públicos (o de interés común ¿?) y excluyen la política antes que esta pueda actuar,… niegan el desacuerdo y las posibilidades de resolución por la política, socavando las posibilidades del liberalismo al olvidar de antemano el problema inevitable de la convivencia e interacción social y estableciendo una discutible forma de solución.”[vii]

Muchos liberales (aún denostado y deformado por muchos años nuestro pensamiento) sabemos bien que el Estado es el resultado de un proceso de evolución social.

Que hoy en día su existencia es inevitable y probablemente necesaria y que solo muchos años de evolución determinará la forma de organización social que la “mayoría sabia y silenciosa” que –con avances y retrocesos– supone adecuada a sus tiempos.

Que si estamos al decir de Iglesias “Abrumados por 15 años de cargas fiscales crecientes, choreos monumentales y desquicios generales de la corporación política,..” pero que no se puede en una sociedad tan diversa no saber distinguir entre las múltiples y diferentes formas y matices de pensamiento, ya que el mercado de las ideas es sumamente prolífico y beneficioso para los acuerdos e intercambios necesarios que hacen a la evolución social.

Que sabemos que el gasto público es un problema central en cuanto a lo económico y que las imposiciones para sostenerlo deben ser corregidas, ya que es el núcleo de la permanencia de políticas populistas. Pero también pensamos que los tiempos y las recetas de la política son diferentes  a los algunas veces deseados, y que por algún motivo son los que se han elegido democráticamente. Porque lo importante es saber “encontrar el punto de equilibrio político”. Esto quiere decir que si bien el liberalismo político pretende mantener la autonomía del individuo frente a los atropellos del Estado, también sabemos que pertenecer a una sociedad que nos permite ser partícipes de sus beneficios y de sus formas de cooperación, nos exige determinadas concesiones –como si se tratara del pago de una cuota para “pertenecer al club”– y tal elasticidad que posibilite la vida en conjunto, manteniendo nuestra individualidad.

Que sabemos que la economía no tiene respuestas a todos los problemas de la política y/o peor aún, que para cada problema de la política tiene más de una respuesta y todas resultan verdades parciales y no siempre apropiadas a cada coyuntura (aunque todas se autoproclamen “científicas”).

Que no se puede despolitizar la política.

Que es necesaria cada vez más y mejor política, pero luchando contra el sistema corporativo que la convierte en dudosa, poco creíble y la desprestigia, y ello en particular en sociedades con baja calidad democrática.

Que ponemos una lupa en el quehacer del gobierno actual a sabiendas que muy probablemente muchos ponen sus mejores intenciones y esfuerzos,…pero que también forman parte de él muchos arribistas y oportunistas. La esperanza está puesta en avanzar aunque sea un paso por vez –y seguramente solo así podrá ser–para mejorar las condiciones de vida de los argentinos.

Que las más de las veces resulta más confiable la sabiduría de las multitudes, que la sapiencia de académicos cultores de dogmas.[viii]

Que la sociedad marcará su propio rumbo que debemos respetar, no solo porque ello es un principio democrático, sino también porque considero que aún con avances y retrocesos hemos avanzado y todos sabemos que de los errores se vuelve,… de los suicidios no.

Tanto la ignorante simplicidad de la generalización, como la elucubración e imposición dogmática de las ideas, resultan finalmente dos elefantes en un bazar, para una comprensión de la vida democrática.

 

Eduardo Filgueira Lima es Médico, Magister en Sistemas de Salud y Seguridad Social,  Magister en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, Doctor en Ciencias Políticas y Profesor Universitario.

«Leo teorías sobre si pueden existir sociedades sin Estado»

Por Martín Krause. Publicado el 27/11/17 en: http://www.laprensa.com.ar/458302-Leo-teorias-sobre-si-pueden-existir-sociedades-sin-Estado.note.aspx

 

NUESTROS ECONOMISTAS, EN LA INTIMIDAD. Martín Krause aboga por un aparato público reducido. Vuelve siempre a las obras de Jorge Luis Borges. No pudo terminar «El Capital», de Marx. El rugby, una pasión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 – ¿Qué libros de economía está leyendo ahora? ¿Suele leer varios libros a la vez?

-Estoy leyendo papers de economía, no libros. En particular, de tres áreas específicas que son la teoría de los juegos, la economía experimental y la sicología evolutiva. Aún más específico, estoy leyendo las últimas contribuciones en estas áreas relacionadas con la provisión voluntaria de bienes públicos, la cooperación y la posibilidad de que se puedan alcanzar órdenes espontáneos sostenibles en el tiempo. Para ponerlos en términos más «agresivos», estoy leyendo si la más moderna teoría sostiene la idea de que puedan existir sociedades u órdenes sociales voluntarios, sin coacción, es decir, sin estados. En cuanto a libros, leo y vuelvo a leer a Borges, sus libros, sus entrevistas y otros libros sobre él y su obra. Y cada tanto intercalo algún otro autor.

2 – ¿Qué autor nuevo o clásico descubrió últimamente? ¿Por qué motivos lo atrapó?

-Leda Cosmides y John Tooby, un matrimonio que dirige el Center for Evolutionary Psychology en California, quienes han generado un área nueva en las ciencias sociales que, creo, va a revolucionar nuestra ciencia. Sus investigaciones se relacionan, en parte, con la economía de la conducta, por la que recibiera el último premio Nobel Richard Thaler, pero van mucho más allá explicando muchos de esos casos en las conductas como resultados de largos procesos evolutivos.

3 – ¿Podría mencionar un economista de cualquier época que considere injustamente olvidado?

-Eugen von Böhm-Bawerk, austríaco, no solamente fue un gran teórico, que desarmó la teoría del valor-trabajo de Marx y la plusvalía, sentó las bases de la teoría del capital. También fue ministro de Economía del entonces Imperio Austro-Húngaro, uno de los países más libres del momento (fines del siglo XIX).

4 – ¿Algún economista contemporáneo o clásico que le parezca sobreestimado, o que no haya estado a la altura de sus expectativas?

-Joseph Stiglitz. Se dedicó a investigar temas relacionados con la economía de la información pero partiendo de conclusiones erróneas. Nótese que digo que parte de «conclusiones» porque es obvio adónde quiere llegar, a tratar de mostrar que los mercados «fracasan» en la provisión de información, que ésta es un bien público y que el Estado debe cumplir un rol activo para proveerla. Toda ciencia que parte de las conclusiones a las que se quiere llegar no es ciencia sino que es ideología. Otro premio Nobel antes que él, Friedrich A. Hayek ya había mostrado que los mercados son como enormes sistemas de generación y uso del conocimiento y, al contrario, las intervenciones estatales modifican e interfieren las señales.

5 – ¿Hay alguna página web o blog sobre economía que frecuente?

-Bueno, la propia porque la utilizo mucho para las clases que dicto: http://www.bazar.ufm.edu.

6 – Fuera de la economía, ¿qué le gusta leer para relajarse? ¿Lee ficción o sólo ensayos?

-Como dije antes, Borges y más Borges.

7 – ¿Recuerda uno o más libros consagrados que se le resistieran y no haya podido terminar de leer?

-El Capital, de Marx. Hay pocos tan aburridos.

8 – ¿Qué otro economista de cualquier época le hubiera gustado ser, ya sea por su obra o por su vida? ¿Lee biografías de economistas?

-Alguno de los clásicos, como Adam Smith o John Stuart Mill, porque dominaban profundamente varias ciencias sociales: economía, filosofía política, historia, ética.

9 – ¿Admira a alguno de sus colegas? ¿Con quien le gustaría compartir el gabinete en el Ministerio de Economía?

-Nunca quisiera estar en el Ministerio de Economía. Es más, creo que un tal ministerio no debería existir. Solamente el de Hacienda para manejar las cuentas públicas y nada más, nada de ministerios de Producción, o de Agricultura, o de Industria, o de Energía.

10 – ¿Podría recomendar alguna película de economía?

-Serían muy aburridas, pero todas tienen algo de economía porque la economía estudia la acción humana en un entorno de escasez, y siempre vamos a encontrar personajes que de una u otra forma están tomando decisiones «económicas».

11 – ¿Qué mira en Netflix o en el cable? ¿Le gustan las series? ¿Podría recomendar alguna?

-Rugby o series. De rugby, todo lo que se pueda ver. De las series, son mejores las inglesas que las norteamericanas. Tal vez la mejor sea Black Mirror.

12 – ¿Cuándo supo que quería ser economista? ¿Qué autor le marcó su vocación?

-De a poco. Había cursado varias materias en la UBA pero el verdadero interés vino leyendo historia y casos como el del milagro alemán después de la Segunda Guerra, en particular las reformas implementadas por Ludwig Erhard.

13 – ¿A cuál de sus profesores recuerda con especial cariño?

-Horacio Pericoli. Le discutíamos todo, nunca estábamos de acuerdo, pero nos conocíamos del barrio, yo era amigo de su hermano menor, con quien jugaba al rugby, y podíamos tener una muy buena relación.

14 – ¿Cual cree que es el economista más influyente hoy en día a nivel local o internacional? ¿Tiene usted algún «héroe» en este oficio?

-No. No veo que haya uno que me parezca deslumbrante y por encima de todos los demás.

15-Si no fuera economista, ¿de qué le gustaría trabajar?

-De front man en un grupo de rock.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados. (Ciima-Eseade). Es profesor de Historia del Pensamiento Económico en UBA.