Espías y políticos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 24/5/22 en: https://sotograndedigital.com/2022/05/24/espias-y-politicos-por-carlos-rodriguez-braun/

Carlos Rodríguez Braun

El espionaje es, por definición, una actividad secreta. Sin embargo, hemos asistido en España durante las últimas semanas al insólito espectáculo de que los espías han estado sobre el tapete público, y han sido objeto de debate en el Parlamento, en los medios de comunicación, y en las conversaciones cotidianas de los ciudadanos. Como corresponde a una historia de misterio, algunas cosas sabemos, y otras no.

Sabemos que la tecnología israelí Pegasus, de ciberespionaje, y al parecer solo accesible a compradores oficiales de los Estados, fue utilizada para intervenir los teléfonos móviles de políticos. Supimos primero que esos políticos eran independentistas catalanes, pero después nos enteramos de que fueron espiados la ministra de Defensa, Margarita Robles, y hasta el presidente, Pedro Sánchez.

Supimos que el Centro Nacional de Inteligencia había efectivamente espiado a políticos nacionalistas catalanes, aunque no a todos los que denunciaron esa invasión. Lo hizo con la correspondiente autorización judicial; dicho espionaje parece razonable, dados los desafíos de los independentistas el Estado español. Por fin, supimos que la directora del CNI, Paz Esteban, había sido cesada.

A partir de este punto, hay solo incógnitas y sospechas. ¿Quién pudo espiar sin autorización? Se ha rumoreado que pudo ser el servicio secreto marroquí, o hasta el ruso, pero no hay pruebas. El Gobierno español ha negado tener responsabilidad alguna en el asunto, presentándose, oportunamente, como víctima de “un fallo en la seguridad de las comunicaciones”, según afirmó Sánchez, que presumió de “absoluta transparencia ante la opinión pública”.

La oposición, sin embargo, rechazó sus planteamientos, sobre la base de dos argumentos de cierto peso. Por un lado, no es creíble que el Gobierno no supiera nada de todo esto. Y, por otro lado, nadie del Ejecutivo explicó bien por qué la señora Esteban fue destituida.

Todo indica que su cese fue el precio que ha debido pagar Pedro Sánchez para seguir gobernando, porque necesita el apoyo de los independentistas catalanes. Sin embargo, esta motivación, bastante clara, es algo que, por mucha transparencia que pretenda, Pedro Sánchez no puede reconocer.

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun

YO DE ECONOMÍA NO SÉ NADA PERO………….

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 22/5/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/05/yo-de-economia-no-se-nada-pero.html

…………»aquí al lado hay un supermercado lleno de cosas y al mismo tiempo hay gente padeciendo hambre”.

Y listo. Misterio solucionado, problema económico denunciado: la riqueza está mal distribuida; confisquemos el supermercado, repartamos la riqueza entre los pobres.

Esa frase la dijo alguien con muchos estudios.

Pero se las voy a traducir.

“Yo de economía no sé nada”, significa: yo sí se de economía; la economía es esto, repartir, y los que se dicen economistas son unos pérfidos capitalistas explotadores.

“Pero”… Significa: y ahora les voy a decir la verdad.

O sea: el que dice esa frase cree que realmente sabe.

Y que realmente puso el dedo en la llaga.

La verdad me gustaría que alguna vez los que dicen no saber de economía, realmente crean que no saben. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

¿De dónde viene la palabra libertario?

Por Iván Carrino. Publicado el 26/5/2en : https://www.ivancarrino.com/de-donde-viene-la-palabra-libertario/

¿Es lo mismo decir libertario que liberal? ¿Si ése es el caso, por qué el cambio de nombre?

En su famoso artículo acerca de por qué no era conservador, uno de los más famosos economistas de la escuela austriaca, el liberal Friedrich August von Hayek sostenía que:

… quienes en el continente europeo se denominaron liberales propugnaron en su mayoría teorías a las que estos autores [liberales] habrían mostrado su más airada oposición, impulsados más por el deseo de imponer al mundo un cierto patrón político preconcebido que por el de permitir el libre desenvolvimiento de los individuos.

Decía, además, que el uso de la palabra liberal –o “líberal”, en inglés- “sólo sirve para provocar confusión si previamente no se han hecho todo género de salvedades, siendo por lo general un lastre para quien la emplea.”

Por último, ya contaba que una de las alternativas, que a él mucho no lo convencía era reemplazar la palabra liberal por “libertario”.

Este artículo fue escrito en el año 1959, pero el debate era un poco previo.

¿Qué es lo que venía ocurriendo en Europa y Estados Unidos con los liberales? En pocas palabras, que la palabra liberal, que en su momento había sido usada para describir a los defensores de una economía de mercado, la división de poderes y los derechos individuales, había sido totalmente apropiada por los miembros de partidos como el demócrata.

Por si es necesaria la aclaración, los demócratas están a favor de más poder para el gobierno, y una economía mucho más intervenida y regulada, algo antitético con el verdadero liberalismo.

De acuerdo con una investigación de Jeffrey Tucker, publicada en la Foundation for Economic Education, autores como Hayek, Ayn Rand o Ludwig von Mises, quienes en la década del 40-50 defendían las ideas de la libertad podrían haberse autodenominado liberales, pero eso no era posible puesto que durante los años ’30 “dicha palabra había sido completamente secuestrada para significar lo opuesto”.

Un filósofo y autor de la época, de nombre Max Forrester Eastman, quien había sido un militante socialista pero que después de ser testigo de las purgas estalinistas en la Unión Soviética se volvió un acérrimo defensor del liberalismo, escribió un artículo en 1953 titulado: ¿Cómo debemos llamarnos?

La pregunta surgía por el hecho de que la “buena palabra” liberal, “estaba resbalándose hacia el otro lado”

Para Eastman,

En lugar de significar una mentalidad abierta hacia la diversidad individual y una disposición a frenar la interferencia autoritaria con ella, “liberal”, cuando no se modifica con un adjetivo hábilmente elegido, ahora significa casi lo mismo que Izquierda. Enfáticamente, no significa estar en guardia contra la propagación de ideas colectivistas y contra la interferencia del estado en una economía de libre mercado.

Por este motivo, Eastman sostenía que había que elegir otra palabra. En su momento, le pareció una buena idea utilizar “liberal conservador”, ideada por el economista alemán William Ropke, ya que eso mostraría la preferencia por la libertad, pero también el rechazo del rumbo que el mundo estaba tomando en materia económica y política.

Dicho término, sin embargo, no prendió.

Para Tucker, el primero que tiró la idea de usar la palabra libertario fue el historiador norteamericano Dean Russel. En un artículo titulado ¿Quién es un libertario?, publicado en 1955, Russel se lamentaba de que:

La mayoría de los que estamos a favor de la libertad individual con responsabilidad personal no hemos podido ponernos de acuerdo sobre un nombre generalmente aceptable para nosotros y nuestra filosofía de la libertad.

Russel decía que la palabra conservador no era conveniente, porque describía a muchos cuyo criterio para aprobar una institución en particular era más la edad que el valor real de la misma. También rechazaba usar la palabra liberal, porque, como vimos antes, estaba “corrompida” por la izquierda.

Así las cosas, hizo una propuesta concreta: que los que amamos la libertad adoptemos un nuevo y “honorable término”: libertario (o, en inglés, libertarian).

A continuación, Russel describía las características generales de un libertario, todas las cuales aplican perfectamente a lo que denominaríamos también un liberal:

1. El libertario está en contra del autoritarismo

2. El rol del estado para el libertario es la seguridad de la gente

3. El libertario cree que cada persona es dueña de su destino, y que si toma buenas decisiones, entonces merece disfrutar los beneficios que de ahí se deriven, mientras que si no lo hace, no tiene derecho de pedirle rescate el gobierno.

4. El libertario defiende la total igualdad ante la ley.

5. Reconoce y respeta el derecho de toda persona a usar y disponer de su propiedad privada.

6. El libertario considera que la mejor forma de satisfacer las necesidades de la gente es a través de un mercado libre y competitivo.

7. Favorece un gobierno limitado y con división de poderes.

8. El libertario cree que la mejor forma de que los individuos alcancen sus deseos y objetivos particulares es que nadie pueda forzarlos a adopta puntos de vista o modos de vida ajenos.

9. El libertario no aboga por la violencia contra el gobierno, pero sí se compromete a explicar por qué dicho gobierno debe cambiarse.

10. Por último, el libertario busca la paz entre los vecinos dentro y fuera de las fronteras.

Estos diez puntos hacen concluir a Tucker, y yo coincido con él, en que libertario es simplemente una nueva forma de llamar a los liberales de siempre, dada la dificultad de utilizar ese término en el mundo angloparlante de la década del 50 del siglo XX.

Otro distinguido liberal, Frank Chodorov concluyó en 1956 que

“La etiqueta del envase ahora dice libertario, pero el contenido no es nada nuevo. Es lo que, en el siglo XIX, y hasta el tiempo de Franklin Delano Roosevelt, se llamó liberalismo”

Tres años más tarde Hayek mencionaba al pasar esta discusión. Y más de medio siglo después vemos cómo el término “Libertarian”, que se traduce libertario, quedó totalmente instalado. Y si bien hoy autodefinirse libertario, en el mundo hispanoparlante, puede querer decir cosas distintas, dependiendo de quién y cómo use la palabra, lo cierto es que en su origen, se trató nada más que de un sinónimo para la palabra Liberal.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

La tiranía de lo colectivo


Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 28/5/2
en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/28/la-tirania-de-lo-colectivo/

La obsesión malsana por el igualitarismo indefectiblemente conduce al empobrecimiento moral y crematístico

José Ortega y Gasset (Wikipedia)José Ortega y Gasset (Wikipedia)

Seguramente el desafío mayor de nuestra época estriba en comprender el valor descomunal de la persona. Entender que cada uno de los humanos es único e irrepetible, por ende, con potencialidades exclusivas en toda la historia de la humanidad. No hay entonces justificativo alguno para que el grupo se imponga y tuerza las inclinaciones y vocaciones de cada cual. Solo es aceptable el uso de la fuerza cuando hay lesiones de derechos, de lo contrario debe respetarse de modo irrestricto los proyectos de vida de los congéneres por más que no los suscribamos.

El “ogro filantrópico” de Octavio Paz, es decir el aparato estatal, ha mutado su función de proteger y garantizar los derechos de la gente por su descarado atropello que anula la solidaridad y la caridad que como es sabido para que tenga sentido debe llevarse a cabo voluntariamente y con recursos propios. Lo contrario es un atraco. Un Leviatán desbocado que aniquila a la persona y como ha escrito Julián Marías, la persona no es solo lo que se ve en el espejo, es su interioridad única. Como apunta Roger Williams cada uno es extraordinario desde el punto de vista anatómico, bioquímico, y sobre todo psicológico.

Friedrich Hayek ha mostrado las características del individualismo como protector de la dignidad de cada persona y los correspondientes incentivos para la cooperación social. Las diferencias de cada uno es lo que hace atractivo y necesario el intercambio y las relaciones interpersonales como también diría Ortega y Gasset. Si ocurriera la inmensa desgracia de ser todos los humanos iguales no habría interés ni provecho en los intercambios culturales y materiales pues todos se dedicarían a lo mismo. Como he dicho muchas veces, hasta la simple conversación resultaría en un tedio mayúsculo pues sería igual a conversar con uno mismo. En economía, la división del trabajo está basada en la desigualdad de talentos y fuerzas físicas. Por ello es que la guillotina horizontal impuesta por los gobiernos conduce a un doble estropicio: por una parte destroza los incentivos para progresar puesto que la nivelación bloquea la producción de cantidades mayores a la marca niveladora y los que esperan redistribuciones lo hacen de balde por el primer suceso. Por otra parte, aniquila la esencial igualdad ante la ley para hacerla mediante ella con lo que el marco institucional civilizado queda amputado.

La obsesión malsana por el igualitarismo indefectiblemente conduce al empobrecimiento moral y crematístico. El delta entre los más ricos y los más pobres depende exclusivamente del comportamiento de cada uno en el supermercado y afines: al elegir con mayor o menor intensidad va estableciendo niveles de rentas y patrimonios. El comerciante que acierta con las preferencias de su prójimo obtiene ganancias y el que yerra incurre en quebrantos. Solo son objetables los que la juegan de empresarios mientras se alían en una cópula hedionda con el poder político de turno para alzarse con privilegios y así explotar miserablemente a los demás.

Habitualmente en los países más prósperos la diferencia entre el más rico y el más pobre es mayor lo cual no solo no es óbice para el progreso sino que es su condición para que los promedio ponderados de los salarios e ingresos en términos reales resulten más altos debido a la gran diversidad en un contexto donde todos cuentan con las mayores oportunidades posibles debido a dar rienda suelta a la energía creadora y a la consecuente productividad. El más eficiente como un efecto no buscado transmite su potencia a los marginales puesto que las tasas de capitalización fruto de anteriores ahorros constituyen la única causa de mayores salarios. No se trata de recursos naturales, de climas ni de etnias, se trata de mayores inversiones (como hemos ejemplificado antes, el continente africano abriga la mayor dosis de recursos naturales y la miseria está muy extendida, mientras que Japón es un cascote habitable solo en un veinte por ciento).

Gustave Le Bon destaca las barrabasadas de los grupos a contramano del individuo y concluye que “en las multitudes lo que se acumula no es el talento sino la estupidez”. En materia educativa es muy necesario abrirla a la competencia a los efectos de contar con auditorías cruzadas de las muy diversas instituciones y estructuras curriculares para lograr los máximos niveles de excelencia en un contexto donde pueda extraerse lo mejor de cada estudiante, al contrario de sistemas burocráticos que dependen del los caprichos de lo que sucede en el vértice del poder estatal en procesos de la siempre nefasta igualación.

Estas consideraciones de más está decir no solo no se oponen a las faenas en equipo sino que las promueven como parte medular de las metas y aspiraciones individuales que muchas veces se logran de mejor manera aliados en equipos voluntariamente establecidos. Son los espíritus colectivistas los que se oponen a estas iniciativas al imponer todo tipo de cortapisas dentro de un país y al injertar tarifas, aranceles y cupos a las migraciones de personas y a la entrada de mercancías.

Ludwig von Mises nos enseña que “la distinción principal de la filosofía social de Occidente es el individualismo. Su meta se dirige a la creación de una esfera en que el individuo es libre de pensar y actuar sin ser restringido por la interferencia de aparatos sociales de coerción y opresión, el Estado. Todos los logros espirituales y materiales de la Civilización Occidental fueron el resultado de la operación de esta libertad.” Desde luego como ha escrito Jorge García Venturini, la referencia a Occidente no alude a un lugar geográfico sino al espíritu de libertad.

En otra oportunidad he escrito sobre lo que sigue pero dado el empecinamiento con la idolatría del colectivismo, es pertinente reiterar parte de lo dicho. Aldous Huxley resume sus preocupaciones en la alarmante moda de conceptos tales como la necesidad de adaptarse y ajustarse a los otros, al pensamiento grupal, a lo socialmente aceptado, en definitiva a la disolución de lo personal en aras de lo colectivo.

Es curioso que los que usan la pantalla de la unión de todos en realidad separan y generan aislamiento y conflictos permanentes entre los miembros de la sociedad. Interfieren permanentemente en los arreglos voluntarios de sus integrantes. En definitiva alimentan una secuencia sin solución de continuidad de guerras sin cuartel de todos contra todos. Para recurrir a la terminología de la teoría de los juegos, en lugar de abrir paso a la suma positiva donde ambas partes ganan en un acuerdo voluntario, provocan la suma cero. Los megalómanos de siempre intervienen en el mecanismo de precios con lo que indefectiblemente se generan faltantes y desajustes de todo tipo al tiempo que desdibujan los únicos indicadores con que se cuenta para saber dónde invertir y donde desinvertir al efecto de aprovechar del mejor modo los siempre escasos factores productivos.

El individualismo machaca sobre la importancia de la descentralización del poder político y el federalismo. Rechaza de plano las cargas fiscales insoportables, deudas estatales astronómicas, inflaciones galopantes y gastos públicos desmesurados en el contexto de regulaciones que asfixian las libertades. Considera una estafa sideral los sistemas denominados de seguridad social pero que son de llamativa inseguridad antisocial debido a la succión de ingresos de todos pero con especial saña contra los más débiles.

Las discusiones semánticas a veces no son constructivas pero como las palabras sirven para pensar y para comunicar pensamientos es a veces de interés detenerse en algunos vocablos clave. Estimamos que ese es el caso del individualismo tan vapuleado y poco comprendido en nuestra época.

Huxley sostiene que la importante y por cierto muy verdadera visión de Eric Blair -que como es sabido firmaba con el pseudónimo de George Orwell- se refiere a la acción imperturbable y maliciosa del Gran Hermano sobre las libertades individuales, en cambio el primer autor apunta a algo peor aún, es decir, al pedido de la gente para ser esclavizada en base a lo antes descrito y especialmente debido a una educación perversa que como queda dicho donde más que educar se adoctrina con lo que las personas mutan a la condición de autómatas esclavizados. Abrigo grandes temores de lo anticipado por Huxley respecto a tecnologías de avanzada en manos de gobernantes para el control de la gente, por ejemplo, entre muchos otros casos, el peligro que encierra la digitalización coactiva de todas las transacciones monetarias para eliminar efectivos y así perturbar y dirigir de un modo más efectivo la vida y las haciendas de las personas, para no decir nada de la sugerencia de algunos energúmenos sobre la obligatoriedad de instalar un chip en el cuerpo de cada uno.

A su vez en el terreno laboral, en el contexto del individualismo, los sindicatos se desempeñan como asociaciones libres y voluntarias y de ninguna manera como entidades que imponen representaciones y aportes forzosos ni huelgas que sean distintas al derecho a no trabajar para en vez imponer procedimientos violentos e intimidatorios para los que quieren seguir con sus tareas laborales.

En este razonamiento debe destacarse que las llamadas “conquistas sociales” como la entronización de salarios mínimos y equivalentes indefectiblemente provocan desempleo. Y debe tenerse en cuenta que la incorporación de mayores productividades liberan recursos humanos y materiales para atender otras necesidades para lo cual los comerciantes son incentivados en la capacitación de personal al efecto de sacar partida de los nuevos arbitrajes que las circunstancia ofrecen.

Allí donde hay acuerdos libres entre las partes no hay tal cosa como sobrante de aquel factor indispensable para abastecer las ilimitadas necesidades de la gente. Poner palos en la rueda conduce al empobrecimiento. Cuando se dice que los gobiernos deben inmiscuirse en esta materia para equilibrar las fuerzas dispares en la contratación laboral no se tiene presente que es del todo irrelevante el estado de la cuenta corriente de las dos partes, lo definitorio son las antedichas tasas de capitalización. Las partes podrán disponer de recursos suculentos o estar en la quiebra, esto es indistinto lo trascendental es que el ingreso se establece por las tasas de capitalización y no por la voluntad y la condición de las partes.

Milton Friedman escribe la introducción a la colección de la revista The Individualist Review que se inauguró en abril de 1961 donde señala que siguió las huellas de una entidad anterior de 1953 fundada por Frank Chodorov bajo el nombre de Intercollegiate Society of Individualists. Friedman destaca lo consignado en el editorial del primer número de la referida revista académica que apuntaba a fortalecer los valores de “la empresa privada y libre y a la estricta imposición de límites al poder del gobierno” y anunciaba se abocaría al “compromiso con la libertad”, una publicación en la que Friedman formaba parte de su Consejo Editorial y también colaboraba con ensayos de su autoría junto con otros destacados colegas. También en esa introducción Friedman apunta que el establecimiento de la Mont Pelerin Society en 1947 -la academia internacional como la denominaba Hayek- ayudó mucho a refutar las falacias tejidas en torno al individualismo y a explicar sus enormes beneficios respecto a su consideración por las autonomías individuales y el consiguiente estímulo a las más extendidas aperturas a las relaciones contractuales entre las personas de todo el globo.

Se ha exhibido hasta el cansancio las tretas en las que está complotado un grupo para afirmar falsedades frente a gráficos varios en las pantallas que se muestran a todos y que finalmente resultan en que un sujeto no informado que se lo invita al grupo termina por sostener las mentiras que dicen todos los demás. Esto para explicar la malsana tendencia a dejarse empujar por lo colectivo.

En resumen, el individualismo resalta y resguarda la condición humana de cada cual en cuyo contexto la función de los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno deben cuidar y preservar el derecho de cada uno de los miembros en su jurisdicción y abstenerse de manejar el fruto del trabajo ajeno. La hipocresía colectivista pretende ocultar resultados altamente negativos con un discurso mentiroso dirigido a conquistar a incautos y desprevenidos frente a la avalancha de miserias que invariablemente generan las granjas colectivas y equivalentes que siempre hundieron a la gente en las hambrunas y las miserias más desgarradoras vía de lo que en ciencia política se conoce como “la tragedia de los comunes”, es decir, lo que es de todos no es de nadie. El colectivismo aplasta al individuo y a sus derechos que son anteriores y superiores a todo gobierno.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Cumbre de las Américas: el debate sobre la democracia y los derechos humanos de cara a la cita continental

Por Constanza Mazzina. Publicado el 28/05/22 en: https://www.infobae.com/def/2022/05/28/cumbre-de-las-americas-el-debate-sobre-la-democracia-y-los-derechos-humanos-de-cara-a-la-cita-continental/

El próximo encuentro entre los líderes del continente, que tendrá lugar en Los Ángeles del 6 al 10 de junio, no contará con la presencia de los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, excluidos por el anfitrión Joe Biden. Esa decisión abre el debate sobre el pluralismo y la democracia en la región

La cumbre ya ha generado controversias entre el gobierno de Estados Unidos y aquellos mandatarios que defienden la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua. (Archivo DEF)

La primera Cumbre de las Américas tuvo lugar en Miami en diciembre de 1994. Bajo la presidencia de Bill Clinton, los 59 mandatarios convinieron en declarar que “por primera vez en la historia, las Américas son una comunidad de sociedades democráticas” y reafirmaron el compromiso de “preservar y fortalecer nuestros sistemas democráticos en beneficio de todos los pueblos del hemisferio”. En el documento final, los presidentes señalaron: “A través de los organismos competentes de la Organización de Estados Americanos (OEA), trabajaremos en favor del fortalecimiento de las instituciones democráticas y de la promoción y defensa de los regímenes democráticos constitucionales”.

El tiempo pasó, y, sin embargo, las Cumbres siguieron adelante, incluso en contextos de gran tensión, como fue el de la cita en Mar del Plata en el año 2005. La novena cumbre, que tendrá lugar en Los Ángeles el mes próximo, ya ha generado controversias entre el gobierno de EE. UU. y aquellos mandatarios que defienden la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Salieron en la defensa de la presencia de estos últimos tres países los gobiernos de Bolivia, México y Honduras, a quienes se ha sumado Chile. Este último lo hizo a través de su canciller Antonia Urrejola, quien afirmó que está a favor de que Cuba, Nicaragua y Venezuela participen en la Cumbre de las Américas y agregó que, en los últimos años, “la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos”.

La canciller Antonia Urrejola afirmó que está a favor de que Cuba, Nicaragua y Venezuela participen en la Cumbre de las Américas y agregó que, en los últimos años, “la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos”. (Archivo DEF)La canciller Antonia Urrejola afirmó que está a favor de que Cuba, Nicaragua y Venezuela participen en la Cumbre de las Américas y agregó que, en los últimos años, “la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos”. (Archivo DEF)

Ahora bien, cabría preguntarse si los líderes que reclaman la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua no están utilizando el manto de la democracia para amparar formas de gobierno que recurren a una represión legalizada de cualquier disidencia. Incluso hacen gala de su desprecio por el orden liberal y, a menudo, insisten en la validez de sus propios sistemas como tipos de gobierno democrático; y hasta inventan términos para describir su variante especial, tales como “democracia soberana” o “democracia revolucionaria”. El antiimperialismo norteamericano les sirve de concepto legitimador de sus caprichos.

MÉXICO: LA VISIÓN SESGADA DE AMLO

En recientes declaraciones, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador manifestó: “¿Quiénes somos nosotros para llamar ‘matones, torturadores, represores’ a unos y no a otros? Si aquí ya nos consideramos jueces supremos, ¿con qué derecho nosotros vamos a decidir sobre los demás?”. Y añadió: “Nadie puede juzgar como ‘matones’ y ‘torturadores’ a Maduro, Ortega y Díaz Canel”. López Obrador parece desconocer que existen probados documentos, informes, declaraciones y testimonios que registran las violaciones a los derechos humanos cometidas por aquellos, tanto de organismos internacionales como de organizaciones de la sociedad civil en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Es hora de que los presidentes democráticos de la región abandonen su política del doble rasero con las dictaduras.

Al mismo tiempo, el mandatario mexicano expresó: “Cuba se debería declarar como patrimonio de la humanidad, por su arrogancia de ser libre y su resistencia heroica”. Habría que aclarar que la resistencia heroica la hacen quienes levantan su voz contra la dictadura. Por ejemplo, los manifestantes del #11JCuba, miles de ellos detenidos, incluidos menores de edad, y decenas juzgados con condenas ejemplificantes. En ese sentido, el exfiscal cubano Raucel Ocaña, en proceso de asilo político en Suiza, dijo al Observatorio Cubano de Derechos Humanos que “las sentencias contra los manifestantes del #11JCuba fueron elaboradas por el Partido Comunista antes de comenzar el juicio”. Niños menores de edad que se manifestaron fueron condenados a prisión. Manifestantes que transmitieron en directo las protestas, como Yoan de la Cruz, recibieron prisión domiciliaria, porque la libertad de expresión en Cuba no es un derecho humano, sino un delito.

En recientes declaraciones, AMLO manifestó "nadie puede juzgar como matones y torturadores a Maduro, Ortega y Díaz Canel". (Archivo DEF)En recientes declaraciones, AMLO manifestó «nadie puede juzgar como matones y torturadores a Maduro, Ortega y Díaz Canel». (Archivo DEF)

CUBA: CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA

El periodismo independiente es acosado permanentemente por los organismos de seguridad del Estado. Muchos disidentes dieron su vida por la libertad, como Oswaldo Payá, quien murió en circunstancias sospechosas, y había sido el fundador del Proyecto Varela. Han sido numerosas las denuncias dentro y fuera de Cuba sobre muertes, desapariciones y detenciones políticas de aquellos que no se someten a la voluntad del gobierno. El proyecto “Verdad y Memoria”, de la organización Archivo Cuba, documenta los casos de víctimas del gobierno de casi seis décadas en el poder. María Werlau, su directora, sostuvo que “es imposible saber cuántas personas han muerto en prisión”. Para el año 2015, el grupo tenía documentadas 7062 muertes y desapariciones “atribuidas al régimen castrista” desde 1959. Sus registros indicaban que 3116 habían sido ejecuciones por fusilamiento. También 1166 ejecuciones extrajudiciales, 123 desapariciones, 315 muertes por negligencia médica y 146 suicidios por causas políticas. En 2021 se reportaron 83 muertes atribuidas al Estado cubano.

El domingo 15 de mayo, diez meses después de las masivas protestas antigubernamentales, el Parlamento cubano aprobó por “unanimidad” un nuevo Código Penal que trata de evitar la repetición de las protestas, al criminalizarlas. El objetivo último es preservar el actual régimen socialista. El nuevo Código Penal tipifica como “delitos” los “hechos más graves y lesivos para la sociedad” y protege “los intereses del Estado y del pueblo”, sostuvo el presidente del Tribunal Supremo cubano, Rubén Remigio Ferro. El Estado se ubica por encima de los derechos del individuo para terminar negando esos mismos derechos. Entonces, ¿dónde está la solidaridad de los gobiernos de la región? ¿Por qué continúan burlándose de las víctimas de regímenes como el cubano? Como presidentes democráticamente electos, los demás gobiernos no pueden desconocer abiertamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pues desvirtuar el significado de las palabras no cambia los hechos.

El domingo 15 de mayo, diez meses después de las masivas propuestas gubernamentales, el parlamento cubano aprobó por unanimidad un nuevo código penal que trata de evitar la repetición de las protestas al criminalizarlas. (Archivo DEF)El domingo 15 de mayo, diez meses después de las masivas propuestas gubernamentales, el parlamento cubano aprobó por unanimidad un nuevo código penal que trata de evitar la repetición de las protestas al criminalizarlas. (Archivo DEF)

REPRESIÓN Y HOSTIGAMIENTO EN NICARAGUA Y VENEZUELA

El presidente de Bolivia, Luis Arce, escribió en Twitter: “De persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”. Además, recalcó que Bolivia “cimienta sus relaciones internacionales en la ‘Diplomacia de los Pueblos’, con inclusión, solidaridad, complementariedad, respeto a la soberanía, autodeterminación y construcción colectiva de la cultura del diálogo y la paz”.

Por su parte, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) reclamó que participen de la IX Cumbre de las Américas “todos los países del hemisferio, de modo abierto e inclusivo, bajo el objetivo unificador de concertar acciones conjuntas (…) y que todas las voces del hemisferio dialoguen y sean escuchadas”. Al no denunciar a los regímenes que cotidianamente violan los derechos humanos de los ciudadanos latinoamericanos, la CELAC abandona a quienes hoy verdaderamente piden ser escuchados y convalida el statu quo de las dictaduras.

En Nicaragua, el número de opositores detenidos -en su mayoría, en el marco de la crisis del 2008- aumentó a 181 en marzo de este año. (Archivo DEF)En Nicaragua, el número de opositores detenidos -en su mayoría, en el marco de la crisis del 2008- aumentó a 181 en marzo de este año. (Archivo DEF)

Esos regímenes no son pluralistas, ya que no dialogan. Desde 2014, varias organizaciones de derechos humanos han documentado graves casos de tortura contra quienes se encontraban detenidos arbitrariamente en sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), en Venezuela. Por su parte, la alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, expresó su preocupación por “la estigmatización, la criminalización y las amenazas contra las voces disidentes, sobre todo hacia la sociedad civil, los medios de comunicación y miembros de la oposición” en Venezuela.

En Nicaragua, el número de opositores detenidos, en su mayoría en el marco de la crisis de 2018, aumentó a 181 hasta marzo de este año, según informa el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas de Nicaragua, cuyos datos son avalados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En Cuba, tras las protestas del 11 de julio de 2021, el gobierno reprimió con brutalidad y dejó como saldo 1395 detenidos, de los cuales 728 siguen presos, según el último recuento de la ONG Cubalex.

Para la autora del artículo, la presidencia de la CELAC, hoy en manos de Argentina, "debería tomar nota de la situación, porque negar la realidad de estos países es ser cómplice de las dictaduras". (Archivo DEF)Para la autora del artículo, la presidencia de la CELAC, hoy en manos de Argentina, «debería tomar nota de la situación, porque negar la realidad de estos países es ser cómplice de las dictaduras». (Archivo DEF)

PLURALISMO VERSUS AUTOCRACIA

La defensa del pluralismo debe ser consistente. Pluralismo significa distintas voces. Estos regímenes autoritarios no permiten la expresión de otras voces más que la del oficialismo, y el que expresa una opinión diferente es censurado, perseguido, arrestado, torturado u obligado a exiliarse. Entonces, ¿de qué pluralismo hablamos? Venezuela y Nicaragua representan un fracaso del sistema regional para dar amparo y respuesta a las turbulencias democráticas, y evitar el avance del autoritarismo. El lento y perpetuo deslizamiento desde la democracia hacia la autocracia que se ha dado en estos países debe alertarnos del peligro que representan y es una demostración de que no hemos sabido construir salvaguardas legales e institucionales que eviten la debacle final.

La presidencia pro tempore de la CELAC, hoy en manos de la Argentina, debe tomar nota de esta situación. Negar la realidad de estos países, desoír las voces de quienes reclaman por sus derechos y callar ante los atropellos es ser cómplice de las dictaduras. Al igual que Archivo Cuba y tantos otros que alzan su voz contra las dictaduras, debemos abogar por la libertad y promover la transición pacífica de estos países autoritarios a la democracia.

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE. Síguela en @CMazzina

Falsa victimización para el privilegio y el despilfarro

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 22/5/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/22/falsa-victimizacion-para-el-privilegio-y-el-despilfarro/

El diputado argentino Javier Milei antes de la presentación de su libro «El Camino del Libertario», en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

El pasado 19 de mayo, Infobae publicó una columna de opinión de Victoria Donda donde se refiere a los dichos expresados por el diputado Javier Milei, el legislador liberal que cuenta con crecientes valoraciones positivas en imagen e intención de votos en el contexto de su carrera presidencial para 2023.

Milei, en la presentación de su último libro “El Camino del Libertario”, hizo referencia al Ministerio de la Mujer y anticipó que, bajo su gobierno, dicho ministerio no existiría. Entre otros, la directora del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), ha salido en defensa de ese ministerio acusando el golpe ya que, junto al INADI, el Ministerio de la Mujer son organismos que, escudándose en la victimización, resultan en la práctica entes homólogos en el ejercicio de la persecución selectiva, la imposición del pensamiento único, el otorgamientos de privilegios cesarianos y cuerpos vigilantes de cancelación y policía del pensamiento. Como si esto fuera poco, en un contexto de 20 millones de pobres y casi 5 millones de indigentes, llevan adelante un inexplicable despilfarro sin la menor rendición de cuentas.

La izquierda más fundamentalista no tiene por costumbre entablar debates honestos; suelen recurrir a falacias ad hominem como las que la propia Ministra de la Mujer, Elizabeth Gómez Alcorta, le profirió a Milei en declaraciones sobre este mismo asunto. En el caso de Donda, en la nota a la que hacemos referencia, fabrica la falacia del hombre de paja. La construcción de este argumento falso, consiste en instalar una posición que la contraparte no suscribe en absoluto para luego refutarla y evitar el tema que realmente se debate. En pocas palabras, es como jugar al fútbol sólo y pretender impresionar a la audiencia goleando a un equipo imaginario.

Esta maniobra, que es evidente hasta para los menos atentos, quedaría solo como otro burdo y deslucido antecedente de la funcionaria pública si no se tratara de dichos y comparaciones ofensivas como el de asociar a Milei con el repugnante movimiento de la supremacía blanca, el Holocausto, la tortura de homosexuales o conectarlo con otras matanzas raciales.

Se debe comprender que la única discriminación condenable es el trato desigual frente a la ley. Con este principio, no hay supremacía de nadie sobre nadie. En marcos de libertad y respeto a las autonomías individuales que, claro está, incluyen el uso y la disposición de la propiedad, sea nuestra casa, nuestra empresa u otra cosa de la que somos titulares, no lesiona derechos en absoluto. Contrariamente a esto, la existencia de estos organismos como el Ministerio de la Mujer y el INADI, son justamente para violar derechos individuales o invadir la propiedad ajena; son para justificar demandas trasnochadas e injustificables que sí asumen la supremacía de unos sobre otros.

El concepto de la llamada “violencia de género” revela el curioso sesgo de repudiar y pedir justicia por actos de violencia solo en especificas circunstancias. Es decir que, la condena de estas acciones deleznables, están reservadas solamente para: a) cuando quienes participan del asunto, son dos protagonistas de naturaleza sexual opuesta y, b) siempre y cuando la acción ofensiva la realice quien tiene naturaleza masculina. En adición a este criterio moral tuerto, sin necesidad de hacer un seguimiento puntilloso de los casos que atienden estos organismos, se notarán otras contemplaciones cuando el agresor comparte determinada ideología política o participa del llamado colectivo verde. Queda así muy lejos y desdibujada la concepción de que la violencia agresiva es siempre condenable y en todas sus formas.

Aunque queda expuesta en una contradicción con lo anterior, la titular del INADI encabeza la nota diciendo lo que, a mi juicio, es lo único acertado de sus declaraciones: “El problema no es lo que tengamos en la entrepierna, sino lo que llevemos en la cabeza”. La diversidad y la inclusión bien entendida, aunque no debe ser forzada, es la capacidad individual de reconocer ideas constructivas y gente talentosa sin importar su altura, color de piel, qué religión profese, qué haga en su intimidad y cuales sean sus preferencias en las relaciones sociales.

Ninguna mujer talentosa se siente representada por el mal llamado feminismo ya que ellas no necesitan del gobierno para satisfacer o financiar sus necesidades, gustos y preferencias. Son personas que, para conseguir lo que se proponen, se abren camino solas y se apoyan en la dinámica de la cooperación social y la división del trabajo como todo mundo. Por el otro lado, las personas partidarias del “feminismo”, (y dejando de lado los casos de inentendibles ruidos guturales, bailes primitivos exponiendo zonas íntimas, destrozos de la vía pública, provocaciones y otras manifestaciones con mensajes poco claros, salvo el de la escasa sofisticación), encuentran cobijo en burócratas que logran constituirse en justicieros de pseudoderechos para establecer aparatos gubernamentales de expoliación y saqueo del cual viven todos, funcionarios y “víctimas”.

En el plano laboral se insiste con más leyes que protejan a las mujeres, igual remuneración que los hombres e igual proporción de hombres que mujeres en las plantillas de las empresas o directorios. No se comprende que todas las legislaciones laborales -incluido el salario mínimo por arriba del salario de mercado- solo ha traído desempleo para hombres y mujeres. Respecto de la remuneración, aquel empresario que pretenda contratar a un hombre o una mujer cuyos servicios en el mercado valen más, no obtendrá ese recurso.

Un empresario tiene todo el derecho de contratar hombres por el hecho de ser hombres o mujeres por el hecho de ser mujeres pero, si obra en consecuencia, notará un deterioro en su Estado de Resultados por no haber hecho foco en la selección de talentos. Al fin y al cabo, “el problema no es lo que tengamos en la entrepierna, sino lo que llevemos en la cabeza”, como expresó correctamente Donda.

Es correcto que Javier Milei pretende limitar el aparato estatal a sus funciones específicas. Es correcto también que pregona la importancia de clausurar organismos que se apoyan en falsas victimizaciones para construir pequeños imperios de inmorales prerrogativas y despilfarro fiscal.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie

Los costos de la informalidad

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2022/05/los-costos-de-la-informalidad.html

‘’Hay un ejemplo que no me cansaré de repetir, un ejemplo prototípico, que es la ley de invasión de terreno ¿Cuándo invade la gente un terreno? Invade solamente cuando el costo de comprar un terreno por la vía legal excede al beneficio de adquirir el terreno por la invasión. Y en ese momento prefiere invadir que comprar el terreno, eso probablemente es consecuencia de malas leyes que regulan la urbanización de terreno que hacen que existan barreras de acceso a los mercados inmobiliarios que empujan a desertar hacia la informalidad a gruesos sectores de migrantes del campo a la ciudad que requieren de vecindarios nuevos para vivir. Pero es consecuencia de una evaluación de costo-beneficio’’.[1]

Es importante la observación, porque destaca como las leyes atacan al mercado encareciendo las transacciones entre particulares y entorpeciendo toda la vida económica. Fruto de la falta de comprensión de los legisladores que no entienden la relación que existe entre la economía y el derecho.

Por un lado, castigan la usurpación de propiedades ajenas. Pero por el otro, elevan los costos de transacción de mil maneras (impuestos, tasas, inflación, restricciones económicas, control de alquileres con alquileres máximos, elevación de costos, etc.) de tal suerte que, en resumidas cuentas, empujan a la gente de escasos recursos hacia la informalidad y hacia el delito, no contabilizándose como delito la manera en que las legislaciones impiden la fluidez del mercado.

En estos casos las distintas leyes se contradicen entre si y los efectos buscados al sancionarlas no se alcanzan, precisamente, porque se contraponen.

‘’Yo solo invado un terreno cuando creo que me beneficia hacerlo, aunque puede que no me beneficie, es decir, hechos los números finos, de repente me perjudicó, he perdido plata por hacerlo. Pero la gente cree que no, y como actuando suponiendo que nos beneficia y suponiendo que no nos perjudica, no necesariamente hacemos una operación matemática para tomar la decisión de cumplir con la ley, hacemos una apreciación que puede ser equivocada. Pero una apreciación que guía nuestras acciones’’.[2]

Recordemos que toda acción tiene un costo. No hay acción sin costo. La expectativa puede no cumplirse y -a la larga o a la corta- el ‘’negocio’’ de invadir puede salir mal y, a veces, muy mal.

Sin duda, el terreno invadido ha de tener sus dueños, que lo reclamará formal o informalmente. Por la vía formal a través de acciones legales tendientes a su recuperación, y civiles para ser indemnizados por los usurpadores. O penales, para que los usurpadores vayan a la cárcel. Por las vías informales, mediante la violencia directa para desalojar ellos mismos a los usurpadores.

Todos estos aparecen para el invasor como costos no previstos –quizás- a la hora de usurpar. También puede darse que hubiera alguna alternativa de adquisición legal que el usurpador no haya conocido al momento de usurpar que podría haber evitado la usurpación (por ejemplo, créditos a bajo costo obtenidos en el mercado negro o paralelo, etc.)

‘’Entonces la principal limitación de la ley es su costo, la ley tiene ventajas como fuente del derecho y tiene limitaciones, la principal es que es costosa. Pero no solo es costosa, sea que hablemos del costo de oportunidad de la ley o sea que hablemos del costo como el tiempo emprendido en formación’’.[3]

En realidad, habrá que volver a repetir en este lugar que, es una ley praxeológica que toda acción tiene su costo. Y las acciones que surgen de la ley (ya sea para el que la hace, la pone en práctica y las ejecuta como sus consecuencias) obviamente no pueden escapar, ni escapan a aquel axioma praxeológico. No sólo la ley en si misma es costosa sino que sus disposiciones llevadas a al práctica generan costos a quienes el cumplimiento de la ley está dirigido.

Un ejemplo típico son las leyes laborales, que crean costos para los empleadores y beneficios para los empleados por una falacia económica difundida por el marxismo, por la cual sólo el trabajo humano es fuente del valor de las cosas. Ergo, se parte del supuesto que ‘’el patrón explota al obrero’’, y de allí que se haga ‘’necesario’’ una ley que equilibre las cosas. Todo lo que hoy se llama ‘’legislación social’’ está basado en aquella falacia marxista aceptada por casi todo el mundo.

‘’Aceptemos por un minuto que la ley es costosa. No solo es un problema que la ley es costosa, sino que ese costo de legalidad se reparte asimétricamente y permítanme una breve explicación. El profesor Douglas North dice que existe una relación inversamente proporcional entre el ingreso de la población y el costo de la legalidad. La relación inversa significa que a mayor ingreso menor costo de la legalidad y a menor ingreso mayor costo de la legalidad. Ustedes me dirán ¿Por qué? Porque si entendemos el costo de la legalidad como un costo subjetivo, como lo que yo sacrifico para cumplir la ley, la ley nunca le cuesta lo mismo a dos personas, les cuesta más a los pobres que a los ricos’’. [4]

                La ley eleva los costos de transacción porque limita lo que las personas a las que la ley afecta pudieran haber hecho en su ausencia. Podría decirse que esta es una ventaja que tiene el derecho consuetudinario por encima de la ley positiva y formal.

Los costos que imponen las leyes formales obviamente no se distribuyen de manera proporcional para todos aquellos a quienes esa ley alcance. Pero esto no es un fenómeno exclusivo de la ley. En el campo de las transacciones comerciales los costos jamás se distribuyen de manera igual para todos los agentes económicos.

El problema de la ley es que, al estar dirigida a situaciones puntales y que regulan a unos pero no a otros, forja distorsiones en las relaciones naturales y espontáneas.

Está claro que el autor alude a las leyes civiles y comerciales, y está excluyendo a la legislación penal donde no tiene sentido hablar de pobres y ricos, excepto en aquellos casos donde la libertad se obtenga a cambio de un precio (fianza u otras denominaciones, conforme los lugares).


[1] Enrique Ghersi ‘’El costo de la legalidad’’. publicado por institutoaccionliberal • 16/01/2014 • El costo de la legalidad | Instituto Acción Liberal http://institutoaccionliberal.wordpress.com/2014/01/16/el-costo-de-la-…

[2] Enrique Ghersi. ibídem

[3] Enrique Ghersi. ibídem

[4] Enrique Ghersi. ibídem

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

Argentina: dos guerras frente a la inflación

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 21/5/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/21/argentina-dos-guerras-frente-a-la-inflacion/

Como señaló el premio Nobel en Economía Friedrich Hayek, hemos demorado doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar el poder político a la religión, no tardemos otro tanto en darnos cuenta del error y horror de atar el poder político a la moneda

Alberto Fernández y Vladimir Putin

Afortunadamente hay bibliografía sobre el tema inflacionario que aclara el tema de la expansión exógena -es decir extraña a las decisiones del mercado- como causante de este mal que distorsiona los precios relativos. Tal vez no sea necesario repetir que los precios constituyen los únicos indicadores para saber cómo asignar los siempre escasos recursos frente a necesidades ilimitadas. La referida distorsión inexorablemente conduce al despilfarro lo cual, a su turno, consume capital que conduce a la contracción de salarios e ingresos en términos reales puesto que las tasas de capitalización son el único factor que permite mejoras en el nivel de vida.

Ahora bien, en una sociedad libre que permite que la gente elija el activo monetario de su agrado, este contexto no se traduce necesariamente en el mantenimiento de la cantidad de moneda. Si le otorga mayor valor a la unidad monetaria se transmitirá una señal para aumentar su producción. Por ejemplo, esto ocurría durante el patrón oro: otorgarle mayor precio al metal aurífero conducía a una extracción mayor lo cual es un fenómeno endógeno al mercado. Desde luego que esto no es inexorable ya que también la gente puede preferir una cantidad constante de dinero. En cualquier caso, resulta fundamental clarificar la diferencia analítica entre lo exógeno, es decir, lo político, lo ajeno al mercado, respecto de lo endógeno que alude a las preferencias de la gente.

En este sentido es pertinente mostrar a título de ejemplo que si hay un terremoto devastador naturalmente habrá menor cantidad de bienes a disposición de la gente y con igual cantidad de moneda al momento del sismo los precios subirán que es lo mismo que decir que el poder adquisitivo o el valor de la unidad monetaria disminuyó. Pero este es un fenómeno endógeno, no tiene que ver con manipulaciones políticas o exógenas. Es natural y necesario que este ajuste ocurra para mostrar lo que en verdad está sucediendo. También ocurren modificaciones en los precios relativos cuando algo cambia de moda o cuando los gustos se modifican, son todos hechos endógenos que nada tiene que ver con decisiones políticas extrañas al mercado.

Lo contrario sería entrar en un galimatías de proporciones puesto que la parla seria respecto a una inflación buena o natural (cuando suben los precios debido a causas endógenas) y mala, antinatural o exógena (cuando los políticos se entrometen con la cantidad de dinero). Esta clasificación sería del todo inconveniente e improcedente puesto que los precios y la cantidad de dinero deben reflejar lo que está sucediendo.

Sin duda que si se está en un sistema del patrón plata y se descubren abundante cantidad de yacimientos, la utilidad marginal de ese metal descendería a niveles tales que la gente cambiaría de patrón monetario. Lo mismo podemos decir referente a cualquier otro dinero-mercancía, canasta de moneda fiat o lo que prefiera la gente sin que en ningún caso sean posiciones irrevocables, todo depende de las inclinaciones de la gente.

Todo este razonamiento desde luego supone que hemos dejado de lado la superchería de la llamada “autoridad monetaria” o banca central que como se ha señalado en muchas oportunidades solo tienen tres caminos a su disposición: expandir, contraer o dejar inalterada la base monetaria, con lo cual siempre se alteran los precios relativos, es decir, necesariamente serían distintos de lo que hubieran sido de no haberse entrometido el gobierno. Por otra parte, si se supone que los banqueros centrales hacen lo mismo que la gente hubiera preferido no tiene sentido la intervención con el consiguiente ahorro de honorarios, pero para saber que prefiere la gente el único modo es dejar que se manifieste libremente. Idéntico razonamiento cabe si la autoridad monetaria procede de modo independiente de otros brazos del poder político puesto que se equivocará independientemente. El problema es la banca central.

Como es de público conocimiento, en un ejemplo extremo que tiene sus bemoles, algunos historiadores han señalado “la inflación” producida antaño cuando llegaba a la metrópoli española oro de las colonias pero en rigor esto no es así por lo expresado con anterioridad (dejando de lado posibles manipulaciones de la corona y sus “adelantados” en las colonias). Si no hay manipulación monetaria por la “autoridad” en la materia, técnicamente no hay inflación. Para abundar en ejemplos, si se produce una sequía a gran escala los precios de los productos agropecuarios se elevarán pero por las razones apuntadas no se trata de inflación en el sentido del proceso señalado, a saber, los precios no se modifican debido a lo que tiene lugar en el mercado sino debido al capricho de la política. Claro que en no pocos casos como el señalado solo se elevan los precios de algunos productos lo cual necesariamente hará que disminuyan otros en ausencia de banca central que no convalide esa suba con expansión monetaria. Pero también es posible imaginar subas de todos los bienes disponibles como hemos mostrado más arriba en el caso del terremoto o equivalentes sin entrar en el susodicho galimatías de la “inflación buena, querida por el mercado o consecuencia de lo que sucede en la realidad” y la “mala debida a los entrometimientos de los gobiernos y sus representantes”.

Habiendo dicho esto mencionemos el caso de la guerra, en nuestro caso la invasión criminal de Putin a Ucrania. Como consecuencia de ello hay productos que suben su precio de modo súbito. Esto presenta tres escenarios posibles. Primero, en línea con lo dicho, que la gente quiera seguir consumiendo la misma cantidad de los productos en cuestión con lo que se verán forzados a disminuir el consumo de otros bienes que consecuentemente bajarán de precio. Segundo, que la gente decida reducir su consumo de los bienes que aumentaron sus precios al efecto de poder continuar consumiendo idéntica cantidad de los otros. Y tercero, que simultáneamente el gobierno expanda la moneda con lo cual los precios serán el resultado también de la consiguiente inflación que además de los problemas de la guerra se agrava la situación por este entrometimiento gubernamental en materia monetaria. En otros términos, la guerra como tal no produce inflación, lo que genera es una destrucción de bienes que se traduce en subas de precios, en este sentido igual que un terremoto pero analíticamente es importante diferenciar los fenómenos mencionados.

A diferencia de la adulteración de los precios debido a los tejes y manejes de los gobiernos con la moneda, la modificación de precios por un accidente climático o de otra naturaleza en la realidad son imprescindibles para mostrar lo que en realidad viene sucediendo.

En otros términos, un terremoto o para el caso un tsunami no son inflacionarios puesto que los precios están reflejando lo que sucede lo cual es absolutamente necesario, sin embargo la manipulación monetaria por medio de la banca central y similares no reflejan lo que sucede sino la voluntad de los burócratas, he aquí la desfiguración de la realidad. Hay una diferencia crucial de naturaleza.

También debe tenerse en cuenta que cambios en la demanda de dinero debido a razones endógenas no se traducen en deterioros monetarios, solo esto ocurre cuando esos cambios obedecen a intervenciones del signo dinerario ajenos al mercado, es decir, debidas a razones políticas. Tal vez convenga mencionar como una nota al margen que las criptomonedas presentan algunos interrogantes pues se dan de bruces con el teorema de la regresión monetaria.

La otra guerra en la que no vale la pena detenerse nuevamente pues se ha señalado su sandez ad nauseam, es la decretada por gobiernos contra sus propias políticas de expansión monetaria vía controles de precios y demás absurdos mayúsculos, una y otra vez fracasadas. Estas son las dos guerras distintas a que nos referimos en el título de esta nota telegráfica.

También apunto que dado el debate que se ha suscitado en torno a una eventual reforma monetaria y bancaria argentina, destaco los colegas de los que he aprendido distintas facetas del asunto, quienes han presentado distintas variantes, pero debo subrayar que lo que sigue no significa para nada comprometer sus opiniones (y tampoco lo dicho más arriba, todo es de mi exclusiva responsabilidad). Además, nuevamente apunto que son muy diversos los caminos para llegar a metas de disciplina monetaria. Estos economistas son Adrián Ravier, Federico Struzgenegger, Javier Milei, Emilio Ocampo, Jorge Ávila, Iván Carrino, Martín Krause, Julio Elías, Agustín Etchebarne, Bertie Benegas Lynch y Alfredo Romano. Mi sugerencia se resume en la siguiente cápsula en seis pasos: 1. entrega de dólares a los tenedores de pesos (base monetaria) que incluye la venta de oro lo cual resultará en la ratio que corresponda a esta relación, la cual podrá modificarse por ejemplo por la entrada de dólares en circulación de poseedores fuera del circuito o en el exterior 2. Sustituir títulos y pases por bonos con jurisdicción estadounidense en dólares a la tasa de mercado 3. Convertir todo el sistema bancario al off shore (Luxemburgo, Singapur etc) al efecto que las instituciones financieras operen de acuerdo a la conveniencia de sus clientes 4. Abrogar toda la legislación que se oponga a lo dicho (ley penal cambiaria et al) 5. Consecuente liquidación de la banca central y el curso forzoso; y 6. Elección por parte del gobierno de la moneda en la cual se pagarán impuestos y equivalentes.

A mi juicio si la situación política imposibilitara avanzar con la propuesta hayekiana aquí esbozada sumariamente que abre a un proceso de evolución hacia la solidez monetaria y bancaria, debería por lo menos eliminarse el curso forzoso del peso y concomitantes para permitir la competencia de monedas de facto aun con las debilidades y riesgos institucionales de volver a las andadas, en una primera instancia de una suerte de bimonetarismo con una mayor probabilidad de dolarización dadas las disponibilidades y familiaridad con esa divisa sujeta a las manipulaciones de la Reserva Federal, lo cual sin duda mejoraría la situación local en cuanto al grado del problema más no en su naturaleza. A ver si por un camino u otro podemos zafar de lo que los economistas denominamos elegantemente “inflación” pero que se trata del saqueo solapado más brutal.

Reitero lo consignado por el antes referido premio Nobel en economía Friedrich Hayek en cuanto a que hemos demorado doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar el poder político a la religión, no tardemos otro tanto en darnos cuenta del error y horror de atar el poder político a la moneda.

Cierro esta nota con un par de reflexiones que exceden el flanco monetario para abordar telegráficamente aspectos más generales. En primer lugar es pertinente enfatizar que nada en la vida es gratis, toda acción tiene un costo por lo que una cosa es señalar que la adopción de medidas de fondo tendrán un costo y otra bien distinta es la necesidad de subrayar que ese costo será muchísimo menor al costo de no adoptar las políticas convenientes para salir del marasmo. En segundo término, es una verdad de Perogrullo insistir en lo que he repetido antes y es que el lenguaje en el plano académico es muy distinto del político. En el primero se apunta a lo mejor -a la excelencia- mientras que en el segundo se hace lo que resulta posible luego de acordar con las contrapartes, en eso consiste una de las aristas clave del proceso democrático pero es de gran relevancia comprender que el primer campo determina el segundo en cuanto a los corrimientos en el eje de los debates en la opinión pública, de ahí la trascendencia de la batalla cultural.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

VALORES, CATOLICISMO Y DESARROLLO ECONÓMICO (Completo).

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 22/5/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/05/valores-catolicismo-y-desarrollo_38.html

UNO

Entre los libros más importantes de Mariano Grondona, se encuentra Las condiciones culturales del desarrollo económico[1]. En ese libro, el autor centra su atención en una pregunta a veces desatendida por planteos demasiado institucionalistas o casi constructivistas[2]: ¿cuáles son los valores morales que favorecen el desarrollo? De ninguna manera se ignora en esa pregunta el valor de instituciones como la Democracia Constitucional y la economía de mercado. La cuestión es hasta qué punto puede sostenerse una reforma liberal a largo plazo sin una profunda transformación cultural. El lamentable caso de Chile parece ser una dura lección en ese sentido.

Sin embargo, el libro parece sugerir, muy indirectamente, la famosa dicotomía de Weber sobre las sociedades protestantes, cuyo sentido del trabajo es favorable al desarrollo, versus las culturas católicas, que serían el caso contrario[3].

Para la relación entre Catolicismo y economía de mercado, el tema es fundamental. Mucho se puede hacer para sostener la no contradicción entre filosofía cristiana y Escuela Austríaca de Economía, o la no contradicción entre la Economía de Mercado y la Doctrina Social de la Iglesia. Pero esa “no contradicción” se queda corta en tanto al tema de los valores culturales. Sí, se puede demostrar, por ejemplo, que el mercado, in abstracto, favorece al bien común, o que la propiedad privada es compatible con la propiedad como precepto secundario se la ley natural, etc. Pero si el Catolicismo como tal favoreciera horizontes culturales hostiles al comercio (“comercio, mercado, si, PERO….”) entonces el problema sería grave.

En estas entregas (esta es la primera) intentaremos conciliar los valores compatibles con el desarrollo con la visión del mundo católica.

Ante todo, ¿cuáles son esos valores que enumera Mariano Grondona?

El primero es la confianza en el individuo. No la ilusión de que la persona ilustrada, como quería Kant[4], es la base del desarrollo, pero sí la confianza en que los hábitos de trabajo de cada persona en particular con básicos para el mercado. Esa confianza es la que implica confiar en sociedades intermedias, fruto de la libre asociación, que puedan dar realidad al principio de subsidiariedad.

El segundo es la moral media. El mercado libre responde a incentivos, entre ellos, la seguridad contractual y la previsibilidad a largo plazo. Para ello, la moral promedio de las personas no tiene por qué ser heroica. Es la moral media de quienes no son ángeles ni demonios, ese individuo empático del cual hablaba Adam Smith[5] pero, a la vez, era también el supuesto de Santo Tomás cuando afirmaba que “la ley humana se promulga para una multitud de hombres, la mayor parte de los cuales no son perfectos en la virtud”[6]. Ello no implica, claro está, negar el llamado universal a la santidad, sino simplemente recordar que la santidad no es condición necesaria para el funcionamiento del libre mercado.

El tercer valor es la conciencia de que la riqueza debe crearse. Sí, el destino universal de los bienes supone que Dios ha creado a la naturaleza física para todos, pero ello no implica que los bienes están dados directamente por la mano de Dios. No, son escasos, y por ende deben ser producidos. El mercado es precisamente el mejor sistema para cumplir con el destino universal de los bienes, porque brinda incentivos suficientes para su producción.

El cuarto es que la competencia es un proceso de cooperación. Mercado y cooperación social son casi lo mismo[7]. Lo contrario de la cooperación entre los seres humanos no es el mercado, sino la guerra. “Guerra comercial”, por ende, es una contradicción en términos. Competir los unos con los otros en cuando a nuestras habilidades es un deber moral. Para cada tarea debe seleccionarse al más idóneo. Ello es necesario para el bien común.

El quinto es el valor de la justicia para la producción. La justicia no es sólo distributiva. Hay también una ética de la producción y una justicia básica en el acto de producir. Por eso la propiedad, el contrato, la libre competencia, son justas. Y muy justas. La distribución implica repartir un presupuesto fijo. Para ello tiene que haber justicia distributiva, sea el presupuesto de una familia, de un club, de una universidad o el que fije el congreso para el gasto público. Pero nada de ello existiría sin la justicia de la producción.

El sexto es el valor moral de la utilidad. La dicotomía entre el deontologismo y el consecuencialismo no favorece al desarrollo, porque se pierde el valor moral de lo que es útil al proceso productivo. En Santo Tomás la propiedad era un precepto secundario precisamente porque era útil. Temas como la libertad de precios o salarios tienen que ver con su utilidad. Si negamos de ello el valor moral, la moral sería monopolio de todo lo que NO es el mercado.

Séptimo, hay usos y costumbres que son esenciales para el desarrollo. La, prolijidad, el amor al trabajo bien hecho, la puntualidad, la cortesía, el respeto a los contratos y a las promesas, el orden, la limpieza, son todos valores que favorecen las relaciones rectas y de confianza mutua entre oferentes y demandantes, donde entre mercado y valores hay por ende un círculo virtuoso.

Octavo, el valor del tiempo futuro. El ahorro, la previsibilidad, como contrarios al derroche y a la ostentación del gasto, son, contrariamente a lo que se piensa habitualmente, valores de mercado. El consumismo no favorece al libre mercado. La frugalidad, el ahorro, en cambio, son valores capitalistas.

Noveno, la felicidad es compatible con la racionalidad. Esta es una herencia de Aristóteles. La felicidad no consiste en el placer irracional ni en el cumplimiento sacrificado y triste del deber. Es cumplir con lo debido porque lo debido surge de nuestro proyecto personal, de la empresa de ser nosotros mismos. Las empresas salen adelante cuando llevan adelante la marca personal, la vocación. Racionalidad y virtud van en ese sentido de la mano.

Décimo, la autoridad no radica en una persona. La autoridad no es le gran líder, ni Pedro, ni Pablo, ni Juan. La autoridad es la ley, en tanto Estado de Derecho. El que está habituado al mercado no obedece a una persona, obedece a la ley, que es lo que garantiza el funcionamiento del mercado.

Once, el mundo es el propio mundo. La virtud no es salvar al mundo mientras no sé ni cómo limpiar mi habitación. La virtud es no creerse Dios y ocuparse, cada uno, de su empresa, de su trabajo, de su profesión, de cada parte del bien común. El mundo sería mejor si cada uno se dedicara a cuidar su jardín, decía Adam Smith, con profunda sabiduría. Los salvadores del mundo son los que lo arruinan.

Pero todo eso, ¿es compatible con las culturas católicas? ¿Es compatible con el valor del trabajo existente en culturas anglosajonas? ¿Cómo entra en todo esto el problema de Max Weber?

Seguiremos con todo ello en la segunda entrega.


[1] Ariel-Planeta, Buenos Aires, 1999.

[2] El constructivismo criticado por Hayek es la suposición de que se pueden construir las sociedades como si fueran máquinas, más allá de las tradiciones existentes.

[3] Nos referimos a la famosa tesis de Weber en El espíritu protestante y el origen del capitalismo (1904), FCE, 2003.

[4] Nos referimos a su famoso opúsculo Qué es la Ilustración.

[5] En su famosa obra La teoría de los sentimientos morales.

[6] I-II, Q. 96, a. 2.

[7] Es la tesis central de la filosofía social de Mises, desarrollada especialmente en Liberalismo y en el cap. VII de La Acción Humana

DOS

Todas las virtudes referidas anteriormente se resumen en una: laboriosidad.

Mariano Grondona ejemplifica esto diciendo que las sociedades anglosajonas son matutinas: lo importante es lo que hagas de 9 a 17. Lo demás….

Las culturas latinas, en cambio, serían vespertinas. Para ellas lo importante comienza después del trabajo: la familia, los amigos, el asado. El trabajo, en cambio…. Tiene una connotación trágica: el “laburo” es una pesada carga enviada como castigo de los dioses.

Por supuesto, hay más detalles. Pero como símbolo de un horizonte, me parece apropiado. Es un símbolo, no es una descripción, y menos aún una estadística.

¿Tiene entonces razón Max Weber? ¿Heredan las culturas anglosajonas un mandato calvinista del trabajo, donde el beneficio más la austeridad son signos de la salvación?

Eso es harto discutible, pero creo que es verdad en este sentido: para la cultura judeo-cristiana (sean judíos, protestantes o católicos) el trabajo es un cuasi-sacramental[1]. O sea, tiene algo de sagrado. No es un sacramento, pero, dependiendo de las disposiciones subjetivas de quien lo ejerza, santifica. El Génesis es claro: Dios nos pone en este mundo “para trabajar”.

Que ello haya sido olvidado durante mucho tiempo por una inapropiada separación entre trabajo manual e intelectual, o que se haya infiltrado en algunos católicos ciertas costumbres donde los llamados nobles no trabajan, pero los comerciantes sí; que se haya infiltrado en ciertos cristianos un injusto desprecio por el comercio y la sociedad contractual, no es objeción a que en todo el Antiguo y Nuevo Testamento, el trabajo sea un sacramental. Tal vez haya sido tarde, pero el Vaticano II dijo claramente que todos los laicos están llamados a la santificación por medio de su trabajo y a consagrar al mundo por medio de su trabajo, y Juan Pablo II, en la primera parte de la Sollicitudo rei socialis[2], explica nuevamente el sentido del Génesis como cooperación del hombre con la obra creadora de Dios, como co-creador, de lo cual mucho se podría desarrollar para la economía como conocimiento esencialmente creador de riqueza.

Por lo tanto, no es cuestión de contraponer un protestantismo obsesivo por el trabajo versus un catolicismo fiestero: el llamado a santificarse por el propio trabajo es un llamado esencial para el cristiano, que tiene detrás el llamado a desarrollar la vocación, el ser uno mismo: el trabajo de ser uno mismo, el estar llamado a emprender los talentos de la propia vocación.

Para el cristiano, por ende, sea judío, católico o protestante, la vocación por el trabajo bien hecho es tan esencial que incluso está trabajando siempre, porque está creando siempre, desarrollando su vocación. Las consecuencias económicas de ello son, obviamente, enormes.

Un protestante que trabaja porque es calvinista o un católico que trabaja como algo en sí mismo trágico tienen mal enfocado su cristianismo. El primero, si no es calvinista, ¿dejará de trabajar? Y el segundo, cuando descubra que no hay ninguna tragedia, aunque sí escasez y fortaleza, en trabajar, ¿se sentirá no católico?

La clave de la cuestión es que la santificación por el trabajo y la consagración del mundo en el trabajo se desprenden esencialmente de la fe cristiana.

A partir de aquí, el cristiano es en sí mismo una encarnación de los valores para el desarrollo económico.

Trabaja porque para eso, para ser co-creador, lo ha creado Dios. Después del pecado original, es con el sudor de la frente, pero la cuasi-sacralidad del trabajo se mantiene igual.

Por eso confía en sus fuerzas, en la de su familia y en la de las asociaciones libres.

Por eso se santifica por el trabajo e intercambia y contrata con todas las personas, sean santas o no.

Por eso no espera recibir todo del cielo: lo que recibe del cielo es la Gracia de Dios. Pero la riqueza de este mundo hay que producirla, co-crearla.

Por eso coopera con todos por medio del contrato, no sólo por medio de la caridad.

Por eso es justo en la producción de riqueza: no roba, no hace fraude, no miente, es confiable, llega a tiempo, no hace perder tiempo, es diligente, es bueno en su oficio.

Por eso, también, ahorra, es previsor, hace planes a futuro, porque la co-creación se expande en el tiempo.

Y es feliz así. Su felicidad no es está en no hacer nada ni tampoco en no buscar ni contemplar la vedad. Es Marta y María al mismo tiempo.

Por todo ello no depende ni de premios ni de castigos, ni de ninguna persona en particular. Cumple con la ley y la supera.

Y por ello no es el salvador del mundo, es el custodio de su jardín, no se cree Dios.

Me van a decir: no es eso lo que piensan en general los católicos y menos aún los sacerdotes, obispos y pontífices.

Eso lo dejamos para nuestra tercera entrega.


[1] Desarrollamos más in extenso este punto en el art. “La laboriosidad como virtud esencialmente Judeo-Cristiana”, (2018) Fe y Libertad, Vol. 1 Nro. 1.

[2] 1987; ver https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30121987_sollicitudo-rei-socialis.html

TRES

Pero todo esto que venimos explicando son, al menos en Latinoamérica, ideas, no creencias, al decir de Ortega. Esto es, son cuestiones académicas, o propuestas novedosas y extrañas, como esta misma entrada, pero no son carne cultural, no son creencias generalizadas que conformen el sentir de una gran cantidad de personas, no son un horizonte, al decir de Gadamer.

Y cómo pasar de las ideas a las creencias es la gran pregunta.

Algunas naciones cambiaron largas tradiciones de autoritarismo luego de una gran guerra. Alemania, Italia, Japón, son ejemplos trágicos del paso del autoritarismo a la democracia y la economía de mercado casi por la fuerza, por una terremoto bélico e institucional que obligó a muchos a aceptar algo que no estaba en su corazón ni en sus expectativas. Cuánta duración puede tener ello es también otra pregunta inquietante.

El Judeo-Cristianismo, en cambio, se hizo cultura, y no por una guerra. Cómo cambió el corazón de millones de habitantes del oriente medio, de Grecia, de Roma, por seguir a Cristo, no por hacer un curso, fue realmente un milagro. Pero sucedió. Occidente nace de Grecia, Roma y el Judeo-Cristianismo porque este último se hace carne, se hace cultura, se convierte en creencias (Ortega), horizonte (Gadamer), tradiciones (Hayek), mundo de la vida (Husserl).

¿Pero cómo puede suceder ello en Latinoamérica?

Desde fines de los 50 y firmemente desde los 60, las diversas expresiones de la teología de la liberación, de origen marxista, capturan la mente del Episcopado Latinoamericano. Sus sucesivas declaraciones (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida) absorben totalmente la condena en nombre de Cristo al mercado; manejan categorías marxistas de pueblo, explotación, exclusión, etc., y desde allí miran e interpretan Latinoamérica, todo en diversos grados, claro. Esa perspectiva ha ido cambiando a lo largo de los años, pero su núcleo marxista se ha mantenido. Por un lado, condenan al mercado, y por el otro hacen silencio sobre el marco institucional llamado democracia constitucional, marco sobre el cual, paradójicamente desde la misma época, comienzan a hablar y a acompañar Pío XII, Juan XIII y el Vaticano II. Contra ese silencio se levantó, en 1984, la voz premonitoria del P. Rafael Braun[1].

La mayor parte de los obispos latinoamericanos veían como extraña, como “anglosajona”, y muy ligada al capitalismo explotador, a la institucionalidad democrática. La veían como formas extranjeras extrañas al espíritu de un pueblo latinoamericano “católico”, del cual debían surgir, de abajo hacia arriba, las condiciones de una civilización del amor, cristiana, ligada con la vida comunitaria, con las costumbres locales, con el reparto solidario de los bienes; en última instancia, un “pueblo católico” latino versus una democracia constitucional de origen protestante y anglosajón.

Es como si hubieran escrito todo ello para darle la razón a Max Weber.

Sí, es verdad que algunos hablaban y hablan de la “cultura del trabajo”, pero es el trabajo del obrero, no del empresario capitalista, culpable de explotación excepto se demuestre lo contrario, como algún empresario en proceso de canonización, que “a pesar de” ser empresario, “fue bueno, fue cristiano”.

No se concibe la laboriosidad como la del empresario creador, no se concibe a la empresarialidad como un espíritu a ser expandido culturalmente a toda persona, porque la empresarialidad son ideas, no recursos; no se concibe que la riqueza nace de una idea, no se entiende que los recursos NO están dados, y se cree que la escasez se debe a unos pocos infames que han acaparado los recursos y no los han “compartido”.

Esas creencias, repetidas hasta el hartazgo desde púlpitos y declaraciones, no hacen más que sumergir más aún al pueblo latinoamericano en su pobreza; esas creencias, proclamadas como los más altos dogmas, no hacen más que confirmar la miseria y las condiciones indignas de vida de la mayor parte de los latinoamericanos. Justamente lo que creen evitar los abanderados del supuesto pueblo católico versus la explotación capitalista.

Porque no sólo es falso que el libre mercado sea explotador, sino que es contrario a la libertad religiosa hacer de un “pueblo católico” la base de una nación: la base está en la convivencia bajo la diversidad que está garantizada por la libertad religiosa que, se supone, es un emergente del Catolicismo. Impresionante cómo teólogos del pueblo de izquierda y tradicionalistas de derecha coinciden en su odio contra la libertad religiosa y la democracia “liberal” (el pecado), esa democracia liberal que los pecadores Pío XIII, Juan XXIII y Juan Pablo II supieron rescatar y acompañar, con notas a pie de León XIII, y con la corroboración conceptual, hasta ahora insuperable, de Benedicto XVI.

Por lo tanto, el único cambio en paz que Latinoamérica tiene hacia el desarrollo, es que los obispos latinoamericanos vayan asumiendo cada vez más en sus enseñanzas un acompañamiento de la democracia constitucional y la economía de mercado, como comenzó a hacer Pío XIII desde 1939. No porque ambas sean inferencias deductivas del Catolicismo, sino porque a veces el Magisterio puede “acompañar” cierta evolución institucional en tanto señalarla como no contradictoria con la Fe, como hizo León XIII cuando distinguió entre tesis e hipótesis, como hizo Pío XII cuando habló de las condiciones de una sana democracia, como hizo Juan Pablo II cuando comenzó a hablar del mercado en sentido positivo en la Sollicitudo rei socialis y en la Centesimus annus.

La tarea, muy difícil por cierto, es educar en todo esto a una nueva generación de sacerdotes que sean los futuros obispos latinoamericanos que pueden luego hacer lo mismo que Pío XII, Juan XXIII y Juan Pablo II hicieron a nivel de magisterio universal prudencial.

Ese será el único modo en el cual ellos puedan en el futuro convertirse en los educadores informales de los valores para el desarrollo, de tal modo que la mayor parte de los católicos latinoamericanos pueden ir incorporando esas enseñanzas a modo de creencias.

Para terminar, una mala noticia y una buena.

La mala noticia es que puede ser que todo esto sea humanamente imposible.

La buena es que es el único camino que queda, y por ende no queda más que recorrerlo y poner todo en manos de Dios.


[1] https://institutoacton.org/2017/10/18/iglesia-y-democracia-padre-rafael-braun/

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Juan Pablo II, el Papa de la tríada extraordinaria

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 27/5/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/07/juan-pablo-ii-el-papa-de-la-triada-extraordinaria/

Esta no es una nota para fanáticos quienes por definición no piensan sino que se mueven en manada ciegos ante todo lo que se parezca a una reflexión

El Papa Juan Pablo II

Muchas contribuciones notables ha llevado a cabo el Papa polaco pero hay tres que sobresalen nítidamente. La primera se refiere a Centesimus Annus -una Encíclica que constituye un canto a la importancia de la propiedad privada como protección institucional a la dignidad de las personas- que reza de la siguiente manera sobre el significado del capitalismo: “Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente […] ¿se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil? La respuesta obviamente es compleja. Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva”. En este contexto es de gran importancia recordar lo que había escrito por Pio XI en Quadragesimo Anno en el sentido que “Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista.”

Es muy pertinente aquella cita en momentos en que se critica al capitalismo y al proceso de mercado que está indisolublemente atado a marcos institucionales como medio para proteger el derecho de propiedad, la vida y la libertad al efecto de que cada persona pueda seguir su proyecto de vida en un clima de respeto recíproco.

Recuerdo vívidamente que en la reunión de la Mont Pelerin Society en México en el cocktail inicial se me acercó Michael Novak con un vaso de champagne en la mano y me dijo “I suggest we have a toast for Centessimus Annus”, se refería a la Encíclica comentada recién promulgada en la que él y Friedrich Hayek participaron activamente en varios de sus pasajes invitados por el Sumo Pontífice. En el reverso de una fotografía que tengo enmarcada de Juan Pablo II estampé una foto en la que está con Hayek.

Naturalmente esto se da de bruces con el pobrismo en boga donde se hace apología de la pobreza material en lugar del concepto bíblico de la pobreza de espíritu que hace alusión a la necesaria prioridad de la vida entre el autoperfeccionamiento y los bienes terrenales. Choca también frontalmente con las sandeces estatistas que en no pocas oportunidades se esgrimen como recetas que naturalmente condenan a la miseria a todos pero muy especialmente a los más vulnerables. Por otra parte, como he señalado en mi discurso inaugural en el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) si se alaba la pobreza material habría que condenar la caridad puesto que mejora la condición del destinatario y si se sostiene que los pobres materiales están salvados la Iglesia debería dedicarse solo a los ricos puesto que los primeros ya gozarían de una situación satisfactoria. Por último en esta materia en mi introducción también destaqué que este galimatías no permite ver que todos somos pobres o ricos según con quién nos comparemos. Fui invitado para pronunciar ese discurso titulado “Liberalismo y pobreza” en Tegucigalpa el 30 de junio de 1998 por Monseñor Cristian Brecht Bañados a instancias de Horst Schönbohm quien era presidente de la Fundación Adenauer de Argentina (una de las financiadoras del evento).

La segunda contribución colosal de Juan Pablo II es el ecumenismo, a saber la amistad entre las tres religiones monoteistas lo cual se opone frontalmente a las canalladas del antisemitismo y la islamofobia. Debemos tener en cuenta que la población mundial musulmana es de mil quinientos millones de habitantes y como ha repetido Salman Rushdie solo los gobiernos que comandan regímenes totalitarios pretenden secuestrar a sus habitantes de las normas de convivencia civilizada. Estos regímenes recurren a la religión debido a que resulta un canal más propicio para el fanatismo del mismo modo que ocurrió con algunos llamados cristianos con la criminal Inquisición.

Juan Pablo IIJuan Pablo II

El sheij de la comunidad islámica argentina Abdelkader Ismael- licenciado en teología y licenciado en ciencias políticas- se refirió a concepto clave recogido por diversos medios periodísticos argentinos que “cuando los terroristas de la ETA o la IRA atacan se los identifica como criminales pero no por las religiones que profesan sus integrantes, sin embargo, esto no ocurre con los musulmanes: “al criminal hay que llamarlo por su nombre y apellido y no por la religión a la que cree responder” puesto que “un musulmán verdadero jamás alienta a sus hijos a celebrar la muerte de otro ser humano”, pero de tanto repetir estereotipos se los terminan creyendo ya que “si siempre escucho tango, puedo creer que no existe otra música”.

El Corán señala que “Quien mata, excepto por asesinato, será tratado como que mató a la humanidad” (5:31) y enfatiza la importancia de la palabra empeñada y los contratos (2:282) y la trascendencia de la propiedad privada (2:188). También destacados autores como Gustave Le Bon, Ernest Renan, Thomas Sowell, Gary Becker, Guy Sorman, Huston Smith, Víctor Massuh, Henry G. Weaver y tantos otros han subrayado las notables contribuciones de los musulmanes a través de la historia por ejemplo en sus ocho siglos en tierras españolas en cuanto a la tolerancia con otras religiones, el derecho, las matemáticas, la economía, la música, la literatura, la medicina, la arquitectura y la fundación de innumerables universidades. Averroes fue uno de los mayores responsables de trasladar la cultura latina a centros de estudio europeos. Incluso en Occidente se ha tendido a distorsionar la verdadera trascendencia de jihad que significa “guerra interior contra el pecado” y no guerra santa al estilo de los conquistadores cristianos en América (más bien anti-cristianos).

Es realmente admirable el esfuerzo académico que llevan a cabo los miembros del Minaret of Freedom Foundation en Maryland (EEUU) para contrarrestar la visión errada en cuanto a los fundamentos del Islam y muestran cómo en las fuentes se encuentra la adhesión a los mercados libres y los marcos institucionales compatibles con el estado de derecho, la importancia de la tolerancia y el pluralismo y también subrayan lo objetable de aberrantes mutilaciones y en general el maltrato a la mujer en cualquier sentido que sea. Personalmente he mantenido correspondencia con su Presidente el profesor Amad-ad-Dean Ahmad, quien revela en uno de sus libros que las contribuciones de musulmanes han constituido uno de los antecedentes de la Escuela Austríaca (de Menger, Böhm-Bawek, Mises, Hayek, Kirzner y Rothbard)

El problema es siempre la infame alianza tejida entre el poder y la religión, de allí la sabia expresión jeffersionana de la “doctrina de la muralla” en Estados Unidos al efecto de separar tajantemente estos dos ámbitos, puesto que quien dice estar imbuido de la verdad absoluta constituye un peligro si, como tal, se desenvuelve en las esferas ejecutivas de la política.

En un contexto de guerras religiosas, buena parte de las muertes en lo que va de la historia de la humanidad han ocurrido en nombre de Dios, la misericordia y la bondad. Es como escribe Voltaire en “Oración a Dios” en su Tratado de la tolerancia: “que los que encienden cirios en plena luz del mediodía para celebrante, soporten a los que se contentan con la luz del sol; que los que cubren su traje con tela blanca para decir que hay que amarte, no detesten a los que dicen lo mismo bajo una capa de lana negra; que sea igual adorarte en una jerga formada de antigua lengua, que en un jerga recién formada”.

El terrorista debe ser condenado como criminal sin hacer referencia a su color de piel, su condición sexual, su nacionalidad ni su religión. Solo de este modo podremos considerarnos civilizados y nos habremos liberado de la espantosa y truculenta lacra de las guerras religiosas. Resulta en verdad conmovedor comprobar la angustia que reiteradamente han puesto de manifiesto públicamente tantos escritores y dirigentes musulmanes frente al uso de la a todas luces inadecuada expresión “terrorismo islámico”.

Respecto al criminal antisemitismo es del caso recordar que Spencer Wells, el biólogo molecular de Stanford y Oxford, ha escrito en The Journal of Man. A Genetic Odessey que “el término raza no tiene ningún significado”. En verdad constituye un estereotipo. Tal como explica Wells en su libro más reciente, todos provenimos de África y los rasgos físicos se fueron formando a través de las generaciones según las características geográficas y climatológicas en las que las personas han residido. Por eso, como he dicho en otra ocasión, no tiene sentido aludir a los negros norteamericanos como “afroamericanos”, puesto que eso no los distingue del resto de los mortales estadounidenses, para el caso el que éstas líneas escribe es afroargentino.

La torpeza de referirse a la “comunidad de sangre” pasa por alto el hecho que los mismos cuatro grupos sanguíneos que existen en todos los seres humanos están distribuidos en todas las personas del planeta con los rasgos físicos más variados. Todos somos mestizos en el sentido que provenimos de las combinaciones más variadas y todos provenimos de las situaciones más primitivas y miserables (cuando no del mono).

Thomas Sowell apunta que en los campos de exterminio nazis se rapaba y tatuaba a las víctimas para poder diferenciarlas de sus victimarios. Esto a pesar de todos los galimatías clasificatorios de Hitler y sus sicarios, quienes finalmente adoptaron el criterio marxista (dicho sea de paso como una nota a pie de página, el antisemitismo de Marx queda consignado en su escrito La cuestión judía). Solo que el nazismo en lugar de seguir el polilogismo clasista fue el racista pero con la misma insensatez en cuanto a que nunca pudieron mostrar cuales eran las diferencias entre la lógica de un “ario” respecto de las de un “semita”.

Por otra parte, en el caso de la judeofobia, a pesar de las incoherencias de la idea de raza se confunde esta misma noción con la religión puesto que de eso y no de otra cosa se trata. El sacerdote católico Edward Flannery exhibe en su obra publicada en dos tomos titulada Veintitrés siglos de antisemitismo los tremendos suplicios que altos representantes de la Iglesia Católica le han inferido a los judíos, entre otras muchas crueldades, como subraya el Padre Flannery, les prohibían trabajar en actividades corrientes con lo que los limitaban a ocuparse del préstamo en dinero, pero mientras los catalogaban de “usureros” utilizaban su dinero para construir catedrales.

Paul Johnson en su Historia de los judíos señala que “Ciertamente, en Europa los judíos representaron un papel importante en la era del oscurantismo […] En muchos aspectos, los judíos fueron el único nexo real entre las ciudades de la antigüedad romana y las nacientes comunas urbanas de principios de la Edad Media”.

Todos los logros de los judíos en las más diversas esferas han producido y siguen produciendo envidia y rencor entre sujetos acomplejados y taimados. Tal vez las primeras manifestaciones de antisemitismo o, mejor judeofobia, en las filas del cristianismo fueron los patéticos sermones de San Juan Crisóstomo en el siglo primero publicados con el título de Adversus Judaeos donde dice que los judíos “son bestias salvajes” que son “el domicilio del demonio” y que “las sinagogas son depósitos del mal” para quienes “no hay indulgencia ni perdón” y el Concilio de Elvira prohibió a cristianos casarse con judíos y otras barrabasadas. El Papa Eugenio iii estableció que los judíos estaban obligados a perdonar las deudas a cristianos. Inocencio iii autorizó las conversiones forzosas y el Concilio de Basilea permitió la discriminación en ghettos y otros horrores.

Por último en esta terna tan gratificante, apuntamos en esta reseña telegráfica los extraordinarios y tan conocidos pedidos de perdones de Juan Pablo II en nombre de la Iglesia católica por el tratamiento de esa Iglesia a judíos, a mujeres, por las Cruzadas, por la Inquisición y por la conquista de América. Todo esto en abierta oposición al bien que ha hecho el cristianismo al respeto recíproco tan caro a la civilización.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h