OTRO LIBRO DE PIKETTY

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Afortunadamente esta vez son solo 190 páginas en la edición argentina del Siglo Veintiuno Editores y no el mamotreto de su obra más conocida que comentamos en su oportunidad junto a muchos otros reviews críticos y favorables. Esta vez se titula La economía de las desigualdades. Como implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza. Repite aquí mucho de lo ya dicho pero conjeturo que el editor lo ha estimulado al autor para publicar dado el momento de su éxito en librerías (lo debe haber conminado en el sentido de now or never).

 

El lenguaje que Piketty utiliza en este nuevo trabajo es más directo y provocativo (y si se quiere panfletario) respecto a su obra anterior por lo que nosotros también recurrimos a expresiones más contundentes y menos sofisticadas de las que empleamos en nuestro estudio del libro anterior.

 

Abre su nuevo escrito con una oda a la justicia social como eje central de su análisis, sin percatarse que esa expresión en el mejor de los casos constituye una grosera redundancia puesto que no está presente el concepto de justicia en el reino vegetal, mineral o animal donde no hay responsabilidad individual. En el peor de los casos significa lo opuesto a la idea de justicia según la definición clásica de “dar a cada uno lo suyo”. Piketty recurre al término en  este último sentido con lo cual da por tierra con la noción de justicia para abrir cauce a las arbitrariedades de los burócratas de turno. Por su parte, Hayek agrega que el adjetivo “social” seguido de cualquier sustantivo lo convierte en su antónimo,  como, por ejemplo, es el caso del constitucionalismo social, la democracia social, los derechos sociales etc.

 

A continuación incurre en otro equívoco de proporciones al sostener que la “desigualdad en el empleo” fue una de las mayores causas de la desigualdad de resultados, desconociendo que el desempleo involuntario (el voluntario no es el problema) se debe exclusivamente a la imposibilidad de concretar arreglos contractuales libres como consecuencia de las mal llamadas “conquistas sociales” que imponen salarios superiores a los del mercado, es decir, superiores a los que las tasas de capitalización permiten (sin embargo, Piketty sugiere hacer esto). En otras palabras, si la desigualdad se conecta con el desempleo la solución estriba en liberar el mercado laboral de trabas e impuestos al trabajo que justifican la existencia de la economía informal al efecto de poder emplearse y no estar condenado a deambular por las calles y eventualmente morirse por inanición  por no encontrar trabajo en ninguna parte.

 

Sorprende en grado sumo su aseveración en cuanto a que las compilación de estadísticas es una faena complicada “respecto a la desigualdad que existió en los países comunistas, porque había muchos beneficios en especie que son difíciles de cuantificar desde el punto de vista monetario”. Las cursivas son nuestras para destacar lo de los “beneficios” en el sistema del Gulag en los que se liquidó a millones de personas por hambrunas espantosas y por fusilamientos y purgas varias, nos suena tan disparatado como hablar de los “beneficios” que se otorgaban a las víctimas de los hornos crematorios de los sicarios nazis.

 

Concluye que “Para Marx y los teóricos socialistas del siglo XIX, aunque no cuantificaban la desigualdad de la misma manera, la respuesta no dejaba lugar a dudas: la lógica del sistema capitalista es amplificar incesantemente la desigualdad entre dos clases sociales opuestas, capitalistas y proletarios”. A esta altura de la evolución cultural, sorprende este razonamiento puesto que todos los análisis serios han puesto en evidencia el esparcimiento de la riqueza ya desde la aparición de las sociedades por acciones y los mercados de capitales, además del incremento notable de salarios debido precisamente a los aumentos en las inversión per capita a lo que debe agregarse la improcedencia de la confrontación “de clases” en lugar de ver la antedicha cooperación entre las tasas de capitalización al efecto de incrementar salarios e ingresos en términos reales.

 

Encomillamos la expresión “de clase” porque si bien es ampliamente utilizada, es desafortunada ya que clase proviene del marxismo que sostenía vía el polilogismo que el proletario y el burgués tienen una estructura lógica distinta, a pesar de que ningún marxista haya explicado concretamente en que consisten esas diferencias respecto de la lógica aristotélica ni que le ocurre en la mente al hijo de un proletario y una burguesa ni que sucede en la mente de una proletaria que se gana la lotería. Por eso es mucho más preciso aludir a gente con diversos ingresos pero no a “clase” que, por otra parte, es estúpido referirse a la “clase alta”, repugnante hacerlo con la “clase baja” y anodino hacerlo con la “clase media”. Los nazis después de una serie de galimatías clasificatorios, al comprobar que había que tatuar y rapar a las víctimas como única manera en lo físico de distinguirlas de sus victimarios, optaron por adoptar la visión marxista y llegaron a la peregrina conclusión que la diferencia entre el ario y el semita es “de carácter mental”.

 

Lo que si es sumamente dañino y peligroso es la alianza reiterada entre supuestos empresarios y el poder lo cual se traduce inexorablemente en la explotación de los que no tienen poder de lobby. Esto que nunca menciona Piketty nos retrotrae al antiguo régimen en el que los ricos nacían y morían ricos independientemente de su capacidad para servir al prójimo y los pobres nacían y morían pobres y miserables con total independencia de su capacidad para atender las demandas de los demás, por lo que la movilidad social se torna indispensable.

 

Y es en este sentido que el autor que comentamos reitera su recomendación de establecer gravámenes altos y progresivos, lo cual, como dijimos antes altera las posiciones relativas en el mercado (contradice las indicaciones de la gente con sus compras y abstenciones de comprar), al tiempo que introduce una concepción fiscal regresiva al afectar la inversión que repercute especialmente sobre los ingresos más bajos y, por último, no solo significa un castigo a la eficiencia sino que privilegia a los más ricos que se ubicaron en el vértice de la pirámide patrimonial antes del establecimiento del tributo progresivo que bloquea la mencionada movilidad social.

 

Piketty se pregunta “¿Por qué los individuos que heredan un capital deberían disponer de unos ingresos vedados a quienes sólo heredaron su fuerza de trabajo. En ausencia de toda eficiencia de mercado, esto bastaría en amplia medida para justificar una redistribución pura de las ganancias del capital de las ganancias del capital hacia los ingresos del trabajo […] ¿Acaso la desigualdad de la distribución del capital entre individuos y entre países no solo es injusta sino también ineficaz?”.

 

En realidad agradecemos este lenguaje más directo y contundente puesto que pone de relieve con mayor claridad hacia donde apunta el autor a que nos venimos refiriendo. La herencia de bienes obtenidos legítimamente es el componente de mayor peso en el proceso económico puesto que incentiva en grado sumo la producción con la idea de trasmitir lo producido a las próximas generaciones. El aplicar la guillotina horizontal en este campo mina esos potentes incentivos. En el mercado resulta del todo irrelevante en nombre y el apellido de quienes poseen recursos, lo relevante y decisivo es la forma en que se administran. El que acierta en los deseos y necesidades de su prójimo obtiene beneficios y el que yerra incurre en quebrantos. En la medida de la aptitud o ineptitud de los herederos incrementarán o dilapidarán lo recibido.

 

También en la última cita, Piketty pone de relieve que considera ineficaz al mercado, es decir, las decisiones cotidianas de la gente en los supermercados y afines, para dar lugar a las decisiones prepotentes de los megalómanos en el poder, tal vez con la esperanza de que ese mismo autor y sus colegas sean designados para administrar vidas y haciendas ajenas, tal como lo vaticinó hace mucho tiempo Robert Nozick en su trabajo sobre los intelectuales y el capitalismo.

 

En esa misma cita Piketty incluye la redistribución a nivel internacional. Henos aquí un tema sobre el que han escrito profusamente autores como Peter Bauer, Melvyn Krauss, Doug Bandow y James Bovard apuntando a que los dólares sacados compulsivamente del fruto del trabajo ajeno no solo han generado subsidios cruzados sino que han facilitado que los gobiernos receptores continúen con políticas estatistas y corrupciones que provocaron los problemas de la fuga de capitales y la huída de personas en busca de horizontes mejores. Asimismo, sostienen que si se liquidaran organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, aquellos gobiernos se verían forzados a modificar sus políticas con lo que repatriarían a su gente y los capitales fugados, al tiempo que recibirían préstamos sobre bases sólidas (a pesar de que Piketty subraya que eso solo tendría lugar “si el mercado de crédito fuera plenamente eficaz –es decir si llegase a invertirse capital cada vez que existe una inversión rentable”).

 

Dicho sea al pasar, acabo de exponer sobre la manía del igualitarismo en la reunión anual de la Mont Pelerin Society en Lima que titulé “In Defense of Income and Wealth Inequality”. Otra vez en este libro de Piketty se pretenden adornar afirmaciones con estadísticas, algunas irrelevantes y otras mal tomadas tal como lo han señalado economistas de la talla de Rachel Black, Louis Woodhill, Robert Murphy, Hunter Lewis y más recientemente el magnífico aporte de Anthony de Jasay (en Liberty Fund) y el de Mathew Rognlie (en Brooklyn Institute) que han detectado nuevos errores gruesos en las estadísticas de Piketty.

 

Como una nota al pie, señalo que Claude Robinson -el pionero con George Gallup en materia de encuestas modernas y estadísticas a partir de su tesis doctoral en la Universidad de Columbia- en su libro Understanding Profits revela que en una muestra de cien empresas líderes estadounidenses que representan quince reglones industriales de un ejercicio contable tomado al azar, en su momento reflejaron el siguiente cuadro: de la totalidad del valor de las ventas, 43% se destina a insumos para producir, 2.7% a las amortizaciones de equipos, 0.3% a intereses y otras cargas financieras, 7.1% en impuestos, 40.5% a salarios y otros beneficios a los empleados, 4.0% para dividendos a accionistas y honorarios a directores y 2.4% para reinversión.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

Secuencia de tragedias

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 28/4/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1788083-secuencia-de-tragedias

 

Desde el año 2000, unas 22.000 personas han encontrado la muerte cuando -huyendo de la violencia o de la miseria- intentaron ingresar ilegalmente en Europa. Esto es algo más de unas 1500 muertes por año. El 75% de ellas ocurrió en las aguas del mar Mediterráneo.Esta es una secuencia de tragedias que no se ha interrumpido, sino que se ha incrementado.

Desde comienzos de este año, 2015, han ocurrido ya unas 1776 muertes en el mar Mediterráneo, número que -cabe advertir- ha ido creciendo y que naturalmente incluye tan sólo a las muertes que han podido ser comprobadas. De ellas, unas 1200 han ocurrido hace pocos días. En este profundo drama humanitario hay ciertamente más muertes, de las que no se tiene conocimiento.

No obstante, en 2014 llegaron a suelo europeo unos 219.000 inmigrantes ilegales procedentes, en su enorme mayoría, de África y de Asia. Diez veces más, que en 2012. Con la presión demográfica claramente en aumento pareciera que el porvenir de Europa -en el corto plazo- de alguna manera se juega en su capacidad para poder manejar esta crisis. Hasta ahora no ha podido contenerla, ni ordenarla.

De alguna manera, aunque en circunstancias diferentes, se reproduce el drama de los que, a fines de la década de los 70 y comienzos de la del 80, escaparon masivamente de los regímenes comunistas de Vietnam y del Khmer Rouge, en Camboya.

Esa crisis, sin embargo, generó en su momento acciones de corte solidario por parte de la comunidad internacional. Como fueran el accionar -en aguas del Golfo de Siam- del buque hospital francés «Ile de Lumiere» o la coordinación relativamente ordenada de la emigración, a través de la cual se logró, entre otras cosas, que unos 180.000 vietnamitas y camboyanos desesperados pudieran finalmente radicarse en los Estados Unidos.

Por el momento -pese a los insistentes llamados papales- uno tiene la fea sensación de que la crisis migratoria que desafía a Europa toda y tiene al mar Mediterráneo como escenario está quizás generando más sentimientos de cólera que de solidaridad.

Con la salvedad de los importantes esfuerzos realizados por Italia, especialmente a través de la llamada operación «Mare Nostrum» -desde octubre de 2013, a octubre de 2014- en la que buques de la armada italiana socorrieron nada menos que a unas 150.000 personas en riesgo por los naufragios de las frágiles embarcaciones que los transportaban. Esto es auxiliar a unas 400 personas por día.

Pero esa operación, esencialmente una de socorro, ha sido sustituida -desde el 23 de abril pasado- por un esfuerzo europeo denominado «Tritón», a cargo de la policía fronteriza común: Frontex. Su propósito es bastante diferente al que en su momento alimentara a la operación «Mare Nostrum», desde que «Tritón» se dedica al patrullaje y a la vigilancia -y no primordialmente a la asistencia- a un costo estimado en unos 9 millones de euros mensuales, ahora que su anterior insuficiente dimensión acaba de ser ampliada.

Europa ha puesto en marcha un plan que hasta contiene posibles acciones militares contra los traficantes de personas. Como si el problema que enfrenta fuera uno de índole fundamentalmente delictiva y no humanitaria

Ocurre que los temas migratorios se han mantenido fundamentalmente fuera de la jurisdicción europea, porque los Estados Miembro no los han delegado a la Unión Europea, reservándolos, desde el llamado «Acuerdo de Dublín», para sí mismos.

Los inmigrantes ilegales que conforman la constante ola humana que se arroja precariamente al Mediterráneo provienen de Medio Oriente (principalmente de Siria), Asia y de África. No solo de los países subsaharianos, como Mali o Sudán, sino también de los del Cuerno de África, como Eritrea, Somalía. Para desplazarse desde sus lugares de origen hasta sus destinos compran «paquetes» a organizaciones criminales que operan a la manera de «agencias de turismo».

Unos 500.000 de ellos están siempre «en espera» en la destrozada Libia. En manos de las referidas organizaciones criminales de traficantes de personas y, desde luego, prontos para intentar cruzar a Europa en busca de residir en aquellos países que se han transformado en «el Dorado» de los inmigrantes ilegales, como son los escandinavos, por su conocida generosidad en lo social.

Además procura que sean los países africanos con costa sobre el Mediterráneo quienes detengan a los eventuales inmigrantes ilegales. Ese era precisamente el arreglo que existía con Libia hasta que ocurriera la defenestración de Muamar Gadafi, con un costo de casi 20 millones de euros al año. Y ese es también el que existe hoy con Marruecos y el que ahora se negocia con Egipto y Túnez.

Italia, la nación más afectada por la ola de inmigrantes clandestinos africanos está, a la vez, exhausta y acorralada. Desde comienzos de año solamente, más de 100.000 inmigrantes han llegado a sus costas procedentes del norte de África. Un triste torbellino humano.

Es probable que mientras Siria, Irak y Libia continúen incendiados y sumergidos en medio del caos, la estampida migratoria africana no decrezca. Hasta ahora, Europa ha decidido enfrentar este tema priorizando el cierre de sus fronteras. Pero esto no ha funcionado, razón por la cual cabe preguntarse si la respuesta no pasa, en cambio, por tratar de estructurar un régimen migratorio nuevo. Ordenado y a la vez humanitario. Que permita estabilizar el flujo y manejarlo, entre todos. Australia, con un problema semejante aunque de menor envergadura, podría servir de ejemplo.

Si esto no sucede, crecerán no sólo los actuales problemas en el mar Mediterráneo, sino también aquellos que, en el interior de Europa, muestran como el chauvinismo en esta cuestión y los extremismos en general están ganando peligrosamente más espacio, en los más diversos países del Viejo Continente. Con el riesgo cierto de que, de pronto, alguna de las graves enfermedades políticas e ideológicas del pasado europeo de pronto vuelva a manifestarse.

Mientras tanto, las angustias de los inmigrantes ilegales, es cierto, no terminan, para nada, en el mar. Al llegar a Europa, muchos de ellos comienzan a vivir lo que la periodista de LA NACION Elisabetta Piqué ha llamado, con justeza, un «limbo legal» y una «prisión a cielo abierto». Por falta de certeza acerca de su condición personal. No obstante, es muy probable que esa grave situación, esencialmente de incertidumbre, sea -en muchos casos- preferible al infierno doméstico que decidieron dejar atrás. Lo que naturalmente no es óbice para tratar de corregirla, con urgencia.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Ajuste es liberar a la gente de la tiranía estatal

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 27/4/15 en: http://economiaparatodos.net/ajuste-es-liberar-a-la-gente-de-la-tirania-estatal/

 

Si va a haber ajuste o no, no es tema que esté en debate

En medio de esta campaña electoral puedo entender perfectamente que los políticos de la oposición que no digan casi nada sobre lo que piensan hacer si ganan las elecciones. No nos engañemos, aún si CF hubiese logrado un tercer mandato tendría que hacer un flor de ajuste en la economía, pero dadas las características del kirchnerismo, ese ajuste hubiese sido en forma autoritaria y utilizando la violencia. Es decir, todos sabemos que esta destrucción económica es insostenible en el tiempo,  pero claramente nadie va a animarse a ser el primero en decir que se acabó la fiesta de consumo.

De manera que, insisto, entiendo que la oposición mantenga silencio de radio al respecto, aunque con ese silencio de radio le deja todo el campo libre al kirchnersimo para seguir vendiendo su relato. En fin, problemas de estrategia política. En última instancia no puedo negar que, lamentablemente, las reglas del juego que imperan hoy día en la política son las de una desenfrenada competencia de populismo. Como el objetivo es conseguir votos a cualquier costa porque los votos definen quien tiene el poder en esta democracia desvirtuada que tenemos, nadie se anima a formular propuestas muy sensatas, porque desarmar el andamiaje de clientelismo político que armó el kirchnerismo no es cosa que pueda anunciarse tan fácilmente.

¿Por qué los que estamos dentro del sistema formal somos saqueados impositivamente? Porque el kirchnerismo hizo el cálculo de a cuántos tiene que saquear con impuestos para sostener el clientelismo. Y esa cuenta da que los saqueados impositivamente somos muchos menos que los que viven del saqueo que el estado hace de nuestros trabajo. En otras palabras, si la vigencia de los derechos individuales se define por el voto, lo que buscó el kircherismo es tener el favor de una amplia mayoría en detrimento de una minoría a la que se la explota impositivamente.

Yo diría que lo del kirchnerismo es una clara violación a los derechos humanos porque, en principio, no confisca toda la propiedad, sino que, inteligentemente, confisca la riqueza que producimos. De esa manera, por imperio de la mayoría del voto, una minoría somos explotados como esclavos. Producimos para sostener toneladas de los llamados planes sociales, que son una importante fuente de clientelismo político. Y también producimos para sostener miles de empleados públicos a nivel nacional, municipal y provincial.  Empleados públicos que no generan riqueza pero que viven del fruto del trabajo de los que producen y están dentro del sector formal de la economía. Claramente es un sistema de esclavitud basado en el monopolio de la fuerza que otorga la mayor cantidad de votos. Por eso los populistas insisten con que el voto da derechos infinitos al que los obtiene. Porque de esa manera pueden transformarse en tiranos. Buscan que la democracia sea un vehículo para elegir tiranos en vez de administradores de la cosa pública. Por eso si alguien protesta cuando los que son elegidos por el voto abusan del poder, señalan al que protesta como golpista. El viejo truco de hacerse los ofendidos y atacados cuando en rigor son ellos los que atacan y se levantan contra el orden constitucional al no respetar los límites que la constitución le establece a los gobiernos.

Ahora bien, a diferencia del sector privado que tiene que obtener sus ingresos ganándose el favor del consumidor, el sector público obtiene sus ingresos por la fuerza. Utilizando el monopolio de la fuerza que le delegamos para que defienda nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad se apropia del fruto de nuestro trabajo.

En un país en el que impera la democracia republicana, el estado no cobra impuestos de acuerdo al límite que la sociedad tolera sin rebelarse, sino que cobra impuestos para financiar las funciones para las cuales fue creado el estado.

En un estado populista se busca llegar al límite de la expoliación hasta transformar en esclavos a los que están dentro del sistema formal.

Cuando se habla de ajuste todos piensan en que el sector privado va a sufrir porque lo van a explotar. En rigor, el ajuste que hay que llevar a cabo es el de terminar con la esclavitud impuesta por el estado sobre una parte de la población para que sostenga al resto, que es la que le otorga los votos para mantenerse en el poder.

El ajuste que hay que hacer es que los de La Cámpora dejen de vivir del trabajo ajeno y empiecen a producir algo que la sociedad demande.

El ajuste significa que todos aquellos que viven de planes “sociales” tendrán que ir a trabajar ni bien se produzca un flujo de inversiones que creen puestos de trabajo. Correctamente censados, los beneficiarios de un plan trabajar, serán debidamente informados de los puestos de trabajo que vayan apareciendo. Sus opciones serán aceptar el trabajo y vivir de su sueldo dejando de recibir el plan social o bien no aceptar el puesto de trabajo que se le ofrece y también perder el subsidio “social”.

El desafío del próximo gobierno es gigantesco aunque no imposible. Para atraer inversiones no solo hay que eliminar el cepo (algo que no es tan complicado como pretenden vender algunos economistas que se dedican a la política) y recuperar la confianza en el derecho de propiedad, también hay bajar la carga tributaria para atraer inversiones y eliminar el déficit fiscal para tener estabilidad de precios. Para eliminar el déficit fiscal hay que lograr una baja importante del gasto público que es básicamente gente que vive del trabajo ajeno y la corrupción en la obra pública. Es decir, eliminar el déficit fiscal con reducción de impuestos requiere de una fenomenal baja del gasto público. El que diga que puede sostener este nivel de gasto miente descaradamente porque el sector formal ya no está en condiciones de seguir financiando esta locura de gasto público.

El ajuste va a venir por las buenas o por las malas. Por las buenas implica recortar el gasto público en todos aquello que no genera bienestar a la población y no son funciones propias del estado. Por las malas implica licuarlo con lo cual sigue habiendo un estado sobredimensionado pero que no le sirve nadie porque aquellas funciones que tiene que cumplir el estado no puede hacerlas porque le  licuaron los ingresos.

En síntesis, si va a haber ajuste o no, no es tema que esté en debate. La cuestión es si el ajuste es liberar a la gente la opresión estatal o dejar que los políticos sigan exprimiendo a la gente productiva para sostener, por un tiempo más, el clientelismo político que, transitoriamente le da respaldo al poder tiránico del estado.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Genocidio armenio

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 24/4/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1787206-genocidio-armenio

 

Hoy se cumplen cien años del comienzo -en Estambul- de la terrible y larga serie de atentados y episodios perpetrados entre 1915 y 1923 que conformaron el genocidio de los armenios. El primero del siglo veinte.

Un millón y medio de armenios perdieron trágicamente la vida a través de ejecuciones masivas, marchas forzadas, asesinatos, torturas, deportaciones, hambrunas, así como el horror y la crueldad de los campos de concentración en los que muchos fueran internados. Esto sucedió cuando el Imperio Otomano estaba ya inmerso en su proceso de desintegración, durante y luego de la Primera Guerra Mundial.

No obstante, el gobierno turco aún niega que ese genocidio se hubiese perpetrado. En su visión, se trató tan sólo de crímenes no premeditados cometidos en tiempos de intensa violencia, en los que no solamente los armenios fueron víctimas del horror de los conflictos. Por ello las autoridades turcas reaccionan -destempladamente y hasta con furia- ante cualquiera que sostenga o se refiera simplemente a la existencia del lamentable genocidio. Ocultando así la verdad (que la historia, no obstante, comprueba) e imposibilitando además la reconciliación entre ambos pueblos, pese al largo tiempo que ha transcurrido desde que el genocidio efectivamente ocurriera.

Una de esas reacciones descontroladas de las autoridades turcas acaba de suceder luego de que el papa Francisco utilizara expresamente la palabra genocidio en su alocución en la emocionante ceremonia religiosa celebrada en San Pedro, hace dos domingos, para conmemorar a las víctimas de ese crimen abominable y acompañar a sus familiares. Airado, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no sólo llamó a su embajador ante el Vaticano, sino que protestó -insidiosa y mendazmente- acusando al Papa de ser ciudadano de un país, la República Argentina, donde -siempre según el mencionado Erdogan- la diáspora armenia «controla los medios y los negocios».

Con idéntica actitud, Erdogan se refirió, poco después, a la resolución que acaba de aprobar el Parlamento Europeo instando a Turquía a reconocer de una vez lo sucedido, señalando que cualquier cosa que digan los europeos «le entra por un oído y le sale por el otro». Su primer ministro, Ahmet Davutoglu, lo acompañó destempladamente cuando, refiriéndose a la resolución del Parlamento Europeo, señaló con vehemencia que ella «refleja el racismo de Europa». Mientras tanto, su país todavía parece aspirar a ingresar a la Unión Europea.

El centenario del genocidio de los armenios y su conmemoración están perturbando intensamente al nacionalista Erdogan y a su equipo de gobierno. Lo que es realmente sorprendente, porque hace apenas un año su posición sobre este tema era diferente. De corte más bien conciliatorio. A punto tal, que Erdogan no sólo fue el primer alto funcionario de su país que ofreciera condolencias a los descendientes de los armenios que murieran en los tiempos del genocidio -aunque sin reconocer su existencia- sino que, además, sostuvo que debería conformarse una comisión de expertos independientes que, luego de analizar lo realmente sucedido, se pronuncie acerca de sus alcances. Lo que parece haber caído en el olvido.

Para Erdogan, el tema tiene mucho que ver con una presunta defensa de la identidad de su pueblo. De allí sus esfuerzos de falsificación de la historia. Y su ahora cerrado retorno al «negacionismo». Pero, en rigor, lo que está en juego es otra cosa. Diferente. Nada menos que aceptar la verdad. Advirtiendo que se la puede hacer padecer, pero nunca perecer. Por aquello de que no se puede tapar el sol con las manos. Lo cierto es que cuanto más se aferre Turquía al referido «negacionismo», más se afectará su imagen, ante el mundo entero.

El lunes pasado llegó una mala noticia para el presidente Erdogan. Alemania anunció oficialmente que, cambiando de posición, reconocerá mediante una resolución parlamentaria, la existencia del genocidio de los armenios. Como ya lo ha hecho, entre otros, Francia. La resolución alemana mencionada incluirá a la tragedia de los armenios como uno de los ejemplos de genocidio en la historia del mundo. Tratándose de Alemania, el cambio de posición adquiere una relevancia muy particular.

Mientras tanto, en los colegios turcos se continúa desfigurando la historia y la publicidad oficial impulsa una narrativa alejada de la verdad. Por esto, apenas un 9% de los turcos creen que sus autoridades debieran reconocer lo sucedido y pedir las disculpas del caso por la inmensidad del crimen cometido -hace, es cierto, cien años- contra los armenios.

Para a transitar el camino de la reconciliación no hay otra alternativa que el reconocimiento honesto de lo sucedido. A través del mecanismo que fuere. Continuar negando caprichosamente que el genocidio de los armenios realmente ocurrió es un enorme error que se ha vuelto para los turcos una empresa insostenible e irracional. Absurda y hasta casi ridícula. Ocurre que, como bien dice el Papa, en las sociedades, como en las personas, cuando una herida está abierta, no hay que dejarla sangrar eternamente, sino tratar de curarla.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Eligen a políticos y empresarios más favorecidos por Gobierno de EE.UU.

Por Belén Marty: Publicado el 28/4/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/04/28/eligen-a-politicos-y-empresarios-mas-favorecidos-por-gobierno-de-ee-uu/#.VT_K7uBcAaY.facebook

 

El concurso «Capitalismo de amigos» de la organizacion Atlas Society muestra que compañías y hombres públicos viven de sus relaciones con el Estado.

El presidente Barack Obama, la Reserva Federal de Estados Unidos y el dueño de casinos de Las Vegas Sheldon Adelson, entre otros, fueron nominados el lunes 27 para pasar a la última instancia del concurso “Capitalismo de Amigos (Crony Capitalism Awards)”, organizado por The Atlas Society.

Inspirados en la novela La Rebelión de Atlas, de la filosofa objetivista Ayn Rand, la organización norteamericana lanzó un concurso para que el público vote cuál son los individuos, las corporaciones, los políticos y las agencias gubernamentales que más han recurrido a influencias políticas para obtener beneficios económicos.

“Por desgracia, hoy vivimos en una economía mixta llena de ejemplos de intereses especiales que se fusionan con el poder del Estado. Hemos desarrollado el concurso para que todos puedan participar en la identificación de las empresas compinchadas con el Gobierno, y educar al mundo acerca de la naturaleza destructiva del capitalismo clientelar”, explican en el sitio web del concurso.

La organización recibió 274 candidatos pero a preseleccionó 132 para sus cuatro categorías (individuo, político, corporación, y agencia gubernamental).

“[El concurso] está destinado a poner de relieve los casos más claros y más atroces de estos ‘empresarios-políticos’”, sostuvieron.

El empresario Sheldon Adelson es uno de los principales donantes del Partido Republicano. (Crony Awards)

El lunes 27 se dieron a conocer los ganadores de las elecciones primarias entre los que se encuentran Harry Reid, Barack Obama y John Boehner (categoría políticos); la IRS (agencia encargada de la recolección de impuestos), el Banco Importación-Exportación (Eximport) y la asociación Fannie Mae (categoría Agencia Gubernamental); George Soros, Warren Buffett y Sheldon Adelson (categoría individuos); y la Reserva Federal, AARP (organización solidaria), y la Federación Americana del Trabajo (categoría corporaciones).

Los interesados podrán votar en la elección general desde el 22 de abril hasta el 8 de junio. Los ganadores serán anunciados en la cena de la Conferencia de la Atlas Society el 20 de junio.

Entre los beneficios más sobresalientes que recibieron estas empresas están las regulaciones que limitan la competencia, los subsidios, licencias de monopolios, barreras de entrada a nuevos competidores (con permisos, licencias), salarios mínimos y otros controles de precios; y rescates financieros.

Los candidatos que llegaron hasta aquí tienen algún nexo entre su actividad primordial, la política. y un resultado beneficioso. En este sentido, Atlas Society se pregunta cómo el político Harry Reid se hizo tan rico. En su descripción puede leerse que Reid respaldó un proyecto para realizar un puente que hizo que se revalorizara enormemente el valor de sus tierras.

Obama es otro de los principales candidatos a llevarse el premio. El es el “jefe” por sobre todos los otros candidatos. Ayuda a sus donantes, amigos o industriales: por ejemplo a General Motors o Solyndra.

La Reserva Federal “trata de manipular la economía para ayudar a una industria o sector a expensas del resto de las compañías y de los estadounidenses en general”.

Por su parte, la Federación Americana para el Trabajo “quita dinero por la fuerza y provee pocos beneficios”.

Otro ejemplo es Sheldon Adelson, uno de los dueños de casinos más importantes en Las Vegas, Nevada. Es un gran opositor a los sitios de apuestas en línea, ya que compiten con su negocio. Por ello, dona cientos de miles a la senadora de Carolina del Sur Lindsey Graham, una de las mayores oponentes al juego en línea.

En el marco de este concurso, explican sus organizadores que hoy “ninguna empresa puede evitar lidiar con el Gobierno”; pero que, sin embargo, existe una diferencia entre quienes buscan crear bienes o servicios a través de la libre competencia y aquellos para quienes sus manejos con políticos y burócratas son esenciales en sus negocios.

El capitalismo de amigos, eje del problema

Stephen Hicks, profesor de Filosofía en la Universidad de Rockford y parte del equipo de trabajo detrás del concurso, definió qué es el capitalismo de amigos.

“Hay una diferencia entre las personas que ganan dinero en un mercado abierto, ofreciendo un excelente servicio, gran calidad, y bajo precio; y aquellos que reciben dinero gracias a las influencias políticas”, comentó a PanAm Post.

Muchos de estos empresarios empapados de los procesos políticos, explica Hicks, reciben subsidios estatales pagados por todos los contribuyentes o son beneficiarios de exenciones impositivas.

“Un capitalista de amigos es un empresario que conoce a la gente indicada. Es un empresario que conoce al político indicado y logra que ese político utilice su influencia para beneficiar al empresario”.

Hicks recalco que, al menos en Estados Unidos, una empresa con esta definición tuvo que haber empezado en el sector privado para luego darse cuenta que si empezaba a jugar el juego de los políticos entonces no tendría que trabajar tan duro.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

Kicillof es impredecible

Por Adrián Ravier: Publicado el 24/4/15 en: https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2015/04/22/kicillof-es-impredecible/

 

Axel Kicillof, el principal asesor económico de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, quien hoy es además Ministro de Economía, acaba de señalar orgullosamente que los economistas no aciertan en sus predicciones respecto de las variables fundamentales de la economía argentina. Esto sorprende, por supuesto, a quienes creemos que la certidumbre sería el escenario más deseable.
Lo cierto es que hace algunos años los economistas en general predecimos dificultades económicas crecientes que hoy se manifiestan con claridad en desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios, los que a su vez tienen como consecuencia lógica la recesión –especialmente en la industria que acumula 20 meses de caída continua según el Estimador Mensual Industrial del INDEC-, la inflación –que sigue en niveles elevados, aun cuando haya disminuido un poco producto de la misma recesión- y un nivel de desempleo y pobreza en aumento –que él mismo se niega a medir, pero que alcanzaría a más de un cuarto de la población-. Un balance real de la gestión de Kicillof que acompañó el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner entre 2011 y 2015 mostraría las consecuencias lógicas de las políticas implementadas.
El único aspecto en el que los economistas han fallado es en lo que hace a la política cambiaria, pues muchos estimábamos que durante el verano evitaría el atraso cambiario y devaluaría, como de hecho ya había hecho a comienzos de 2014. Kicillof decidió no devaluar y con ello profundizar la recesión comentada, con su impacto negativo en la industria y en la generación de empleo.

 

La devaluación en sí misma abre otro debate, ya que los mismos que hoy la estimamos necesaria, en otros tiempos la rechazábamos. Y es que no creemos los economistas ortodoxos que la devaluación sea un medio adecuado para ganar competitividad, salvo que el dólar se encuentre revaluado a un nivel insostenible en el largo plazo. Si hoy comparamos el nivel de circulante en pesos argentinos con las reservas líquidas en dólares que mantiene el Banco Central de la República Argentina, el coeficiente nos conduce a un nivel bastante superior que el tipo de cambio oficial e incluso del tipo de cambio informal.
El punto es que el tipo de cambio, como cualquier precio, no debería ser fijado arbitrariamente por el gobierno, sino que debería ser la consecuencia de lo que ocurre en el mercado cambiario, es decir, en la dinámica de dólares que entran y salen del país. Cuando Argentina experimentó una fuerte fuga de capitales, la consecuencia lógica en un mercado libre habría sido la suba del tipo de cambio, pero el gobierno decidió sostener el dólar, lo que atrasó el tipo de cambio, y comprometió al sector industrial que hoy ya ni siquiera puede hacerse de las divisas necesarias para comprar insumos básicos.
Lo que pedimos los economistas ortodoxos es devolver algo de cordura a la economía, como también lo pedíamos en tiempos de Menem cuando la convertibilidad 1 a 1 generaba un atraso cambiario similar, con consecuencias idénticas sobre la actividad económica. Resulta paradójico que el mismo Kicillof cometa idénticos errores que el noventismo que siempre ataca, especialmente en lo que refiere a los desequilibrios fiscal y cambiario.
Así como Kicillof piensa en un sentido opuesto a los economistas ortodoxos, su política cambiaria también va a contramano del mundo. Mientras las monedas se fortalecían frente al dólar, el peso argentino se debilitaba. Ahora que el dólar se fortalece y las monedas de todo el mundo se debilitan contra él, Kicillof paradójicamente decide revaluar el peso, lo que a su vez profundiza la situación patrimonial del Banco Central, que en términos contables se acerca a la quiebra.
Kicillof es impredecible, pero no lo es el resultado de su política económica. Si me preguntan por lo que viene, la respuesta la debemos buscar en lo que hace el Ministro de Economía. Que su próxima política sea colocar deuda en dólares, es una manifestación de que la variable clave en su estrategia 2015 está en sumar reservas para traer calma a los mercados de cara a las elecciones. El resto de los problemas, mejor negarlos, sea que hablemos del cepo cambiario, de la sostenibilidad de los planes sociales, de la inflación, de la pobreza o de la mismísima recesión.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

FRANCISCO, BENEDICTO XVI Y EL VATICANO II

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 19/4/15 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2015/04/francisco-benedicto-xvi-y-el-vaticano-ii.html

 

Corre lo opinión de que Francisco sería hoy el auténtico intérprete de los alcances del Vaticano II, mientras que Benedicto XVI habría intentado hacer retroceder la historia de la Iglesia. Ello es falso, y estoy seguro que el mismo Francisco se opondría a dicha interpretación de la situación actual de la Iglesia.

Fue el mismo Benedicto XVI, cuando aún era el Cardenal Ratzinger, quien, en 1985, le dijo claramente a Vitorio Messori que ello era una falsa impresión debida a que sus amigos de entonces (cuando él y Wojtyla era jóvenes entusiastas de las reformas) fueron los que siguieron avanzando más allá del auténtico espíritu de los textos del Vaticano II, mientras que ellos sencillamente se quedaron donde debían estar.

Cuando Benedicto XVI “autorizó” nuevamente la Misa en el rito tradicional, lo hizo aclarando que el Vaticano II NO la había abrogado, y que por ende él estaba simplemente recordando que seguía vigente junto con el nuevo rito. Benedicto XVI, en una de sus fundacionales intervenciones magisteriales, aclaró bien la “hermenéutica de la continuidad y la reforma” del Vaticano II, el 22 de Diciembre del 2005, hablando claramente de la continuidad en lo esencial, reforma en lo accidental. Benedicto XVI siguió afirmando claramente que la salvación es a través de Cristo, como lo había afirmado como Prefecto en el famoso documento Dominus iesus. Benedicto XVI, como ningún otro papa anterior, se refirió específicamente al sentido positivo de la palabra “liberalismo”, no una vez, sino tres veces, y en sus discursos ante Mery Ann Glendon (2008), el Parlamente Británico (2010) y el Parlamento Alemán (2011) se refirió específicamente al origen cristiano de los derechos personales y la limitación del poder, afirmando la sana laicidad del estado tal cual lo hicieron León XIII, Pío XII y Juan XXIII. Benedicto XVI, como nadie antes, dialogó específicamente con Rawls y Habermas, en su discurso a La Sapienza en Enero del 2008.

Si todo ello no es reafirmar el auténtico espíritu del Vaticano II, ¿qué es? El problema surge cuando se cree que del Vaticano II surge la negación de dogmas fundamentales en la Fe y en la Moral, errónea tesis contra la cual Juan Pablo II y su prefecto, luego Benedicto XVI, tuvieron que advertir permanentemente. La encíclica Veritaris splendor, de 1993, donde se aclara, entre otras cosas, nada más ni nada menos que la elemental distinción entre pecado mortal y venial, estaba dirigida específicamente a los obispos. ¡A los obispos había que recordar tales cosas!!!!!

Es insólita la versión que muchos, por izquierda y por derecha, se han hecho del Vaticano II, como si fuera una nueva iglesia contraria a la “Católica pre-conciliar”. Claro, todo se lee conforme a un horizonte, y ello muestra el horizonte desde donde muchos leían las declaraciones conciliares. El concilio no cambió nada de lo esencial. Llamó al diálogo con los hermanos separados (ecumenismo) desde la autenticidad de la unidad de la Iglesia Católica, no desde su disgregación. Afirmó el derecho a la libertad religiosa desde la libertad del acto de Fe, no desde el indiferentismo religioso. Afirmó la sana laicidad del estado desde la legítima autonomía de lo temporal, no desde el laicismo. Afirmó los derechos de le persona frente al poder desde la dignidad humana, no desde una autonomía moral desligada de Dios. Y así sucesivamente.

Quienes lean otra cosa en el Vaticano II es porque ya tienen otra cosa en su cabeza. Ello tardará en solucionarse, pero presentar a Francisco, ahora, como el único intérprete del Vaticano II, no ayuda en nada, y al primero al que no ayuda, es a Francisco.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Deudas y pagos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 26/4/15 en: http://www.libremercado.com/2015-04-26/carlos-rodriguez-braun-deudas-y-pagos-75469/

 

El presidente Obama dijo en una oportunidad que el gran aumento de la deuda pública durante su mandato no era preocupante porque una gran parte no estaba en manos extranjeras: «Nos la debemos a nosotros mismos». El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz dijo que el impago de la deuda no es malo: «Los períodos de cesación de pagos marcan el comienzo de la recuperación económica», y puso como ejemplo mi Argentina natal.

El argumento de que la deuda pública no importa si el Estado la coloca entre sus súbditos es una antigua falacia mercantilista: es como si una mano le debiera a la otra, decían. Los economistas clásicos, desde Adam Smith, refutaron la idea y sostuvieron que la supuesta bondad de esa deuda simplemente indicaba que al Estado le resultaba más fácil colocarla puesto que podía subir los impuestos a los mismos que la compraban, cosa que no podía hacer con los compradores extranjeros. En la época actual, con deudas denominadas en monedas cuya emisión a menudo los propios Estados controlan, se añade que es más fácil para los Estados expropiar a sus súbditos con impuestos explícitos, con inflación (un impuesto implícito) y con impagos que tienen consecuencias menos nocivas para los gobernantes, que además pueden forzar la colocación con medidas (por ejemplo, sobre bancos o fondos de inversión o pensiones) difícilmente aplicables a los acreedores foráneos.

Los clásicos concluían de todo ello que había que limitar las emisiones de deuda pública, salvo en caso de guerra, porque era un recurso mediante el cual el Gobierno podía aumentar el gasto público sin necesidad de recaudar en cada momento para sufragar el gasto de cada momento. No era, por tanto, inocuo que la deuda fuera colocada localmente, entre otras cosas porque, al revés de lo que dijo Obama, esos «nosotros mismos» no somos iguales ante la ley: el Estado es más poderoso que los ciudadanos.

Una variante de la trampa conforme a la cual la deuda no importa si es comprada por nacionales es que tampoco importa no pagarla. Es lo que dicen Stiglitz y muchos otros con demasiada precipitación. Es verdad que la Argentina creció después de declarar el default a comienzos de 2002, pero ese año el PIB cayó un 12%, y después el país tuvo dos considerables ventajas de las que sus incumplidores gobernantes se beneficiaron. La primera, bien conocida, fue la apreciable subida en los precios de las materias primas. La segunda, sobre la que se reflexiona menos, es que el país no sufrió mucho con la reciente crisis financiera porque tampoco registró la burbuja previa. En efecto, al haber impagado la deuda… nadie quería prestarle. Pero de ahí a decir que el default es bueno porque después de él la economía crece hay un considerable trecho.

El argumento de los que recomienda impagar nunca pondera los efectos negativos de esa medida. Sostienen, así, que si un país deja de pagar, entonces puede destinar el dinero a otras cosas, como políticas monetarias y fiscales expansivas, lo que reanima la economía bajando los tipos de interés. Todo ello puede tener efectos perjudiciales, que rara vez son tenidos en consideración, del mismo modo que nunca se atiende a los intereses de las personas físicas y jurídicas que prestaron dinero a los Estados en su día, sólo para que después les digan tararí.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

¡Invierta en Argentina, ganará poca plata!

Por Iván Carrino. Publicado el 18/4/15 en:  http://www.ivancarrino.com/invierta-en-argentina-ganara-poca-plata/

 

Nuestros dirigentes no paran de sorprender. Durante una de sus últimas apariciones públicas, esta vez en el lanzamiento de un modelo automotriz que comenzará a ser fabricado en el país, la presidente habló sobre la inversión y sorprendió a todos con una teoría que va a contramano del saber convencional.

En su discurso, afirmó:

Escucho hablar mucho en estos días de inversión y demanda, y que hay que reducir la demanda, que es reducir los salarios, para aumentar la inversión. No, señores. Para aumentar la inversión, hay que disminuir un cachito la rentabilidad, o traer alguna de la que se llevaron afuera.

Ahora bien, por un lado, habría que aclarar que “la que se llevaron afuera” ya no es tanta porque hace tres años que el cepo cambiario impide el giro de utilidades de las empresas al tiempo que restringe cualquier vía legal para sacar dólares del país. Esta realidad se verifica con datos que el propio Banco Central se encarga de divulgar. Desde 2007 hasta la imposición del control de capitales, las empresas giraron al exterior un promedio de USD 3.300 millones por año. Sin embargo, a partir de 2011, el promedio anual se desplomó un 70% a USD 968 millones, a causa de las restricciones.

Por otro lado, tenemos que detenernos en esta idea de que para aumentar la inversión no es necesario reducir el consumo (como lo haría cualquier persona o familia), sino ¡reducir las ganancias!

Imagínese un afiche de propaganda que usted mira en la vía pública. El afiche busca invitarlo a que veranee en un lugar determinado. Digamos, una playa en el caribe. Sin embargo, en lugar de mostrar una imagen de una pareja en la orilla de una playa inmensa en el medio de un día soleado y con agua cristalina, el aviso muestra una playa sucia, en medio de una lluvia torrencial y a la pareja abrigada hasta el cuello. A su vez, el cartel tiene un slogan: “Venga a veranear a nuestra playa, tendrá una semana fatal”. No hay que ser muy despierto para darse cuenta que pocos serán los interesados en vivir esa experiencia.

Lo mismo sucede con el concepto esgrimido por el gobierno. Lo que escapa a su razonamiento es que, al igual que quien está buscando destinos para disfrutar una semana de vacaciones, el mundo está lleno de inversores buscando oportunidades de invertir, y lleno, a su vez, de opciones que compiten para atraer ese ahorro y convertirlo en una inversión rentable.

En ese sentido, lo que buscan los inversores es precisamente aquellos proyectos de negocios donde puedan incrementar, duplicar y, por qué no, multiplicar sus ganancias con el correr del tiempo. Y eso no tiene nada de malo ya que, en el proceso, estarán beneficiando a todos aquellas personas que voluntariamente decidirán comprar el producto o servicio que este negocio ofrezca. Además, el nuevo negocio aumentará la demanda de trabajadores, incrementando el nivel de empleo o, en su defecto, los salarios reales.

En el caso de que la inversión sea “solamente” financiera, el beneficio también está allí, ya que los fondos se destinarán a financiar, en definitiva, un proyecto productivo que, de otra manera, no podría haberse comenzado.

Así, teniendo en cuenta lo que el inversor tiene en mente, los diferentes destinos posibles compiten constantemente para seducir y atraer esos capitales. En este marco, los países y jurisdicciones dentro de ellos se exigen al máximo por reducir los impuestos, ofrecer seguridad jurídica, permitir libertad en el flujo de capitales y en la compra venta de divisas. El objetivo es que cada posible inversor se sienta cómodo en el destino que elija y, además, seguro de que si su inversión es exitosa, podrá disfrutar plenamente de los beneficios derivados de ella.

Por último, una reflexión adicional: ¿no es razonable pensar en la frase de la presidenta totalmente al revés? ¿Qué empresa invertirá más en un país determinado: la que está generando beneficios, o la que no los está generando? El análisis es sencillo, si no hay ganancias, no hay nada que se pueda volver a invertir en el negocio, mientras que si las ganancias son grandes, o mejor aún, enormes, entonces es mucho mayor la cantidad de capital disponible para volver a invertir en el país.

Como se imaginará, si se considera lo que expusimos hasta acá, lo que debería hacer el gobierno es todo lo contrario a sugerir que para aumentar la inversión hay que reducir “un cachito” las ganancias. De hecho, para transformarse en un país rico, Argentina necesita una enorme cantidad de inversiones, y para atraerlas, el mensaje debe ser el opuesto: “venga a la Argentina, aquí maximizará sus ganancias”.

Por supuesto, el mensaje debe ser acompañado de hechos concretos, como sostener reglas de juego claras que respeten la propiedad privada, un marco de leyes flexibles y amigables con los capitales, un valor real del dólar y la eliminación de los controles de precios que reducen la rentabilidad de muchos sectores productivos del país, entre tantas otras reformas.

Todos estos temas los podremos ir analizando en otras notas más específicas sobre esos temas. Pero por lo pronto, hoy tenemos que quedarnos con esta idea: para incrementar la inversión y, por lo tanto, hacer que la producción y el bienestar crezcan, no hay que reducir las ganancias, sino tener la expectativa clara de que estas podrán incrementarse al máximo en el futuro. Y después de eso, por supuesto, hacer las cosas bien para que esta expectativa se vuelva una realidad.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Trabaja como Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y profesor asistente de Economía en la Universidad de Belgrano.

Aplazados en calidad institucional países socialistas latinoamericanos

Por Belén Marty: Publicado el 24/4/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/04/24/paises-socialistas-latinoamericanos-aplazados-en-calidad-institucional/#.VTqXWyHcxkE.facebook

 

Venezuela está por debajo, incluso, de Cuba, en el ránking de Libertad y Progreso (Maduradas)

Los países latinoamericanos con Gobiernos autodenominados “socialistas” son los peor evaluados a nivel mundial en el último Indice de Calidad Institucional, que elabora la Fundación Libertad y Progreso de Argentina, incluso en posiciones similares a países como Sudán del Sur, Zimbawe, Eritrea y Gabón.

Argentina, gobernada desde 2003 por el kirchnerismo, es el país que más descendió en los últimos diez años. Solo en 2014, Argentina cayó por debajo de China, Uganda y Líbano. Este país bajó —solo desde 2005— 56 lugares, y se encuentra hoy en el puesto 137 entre 193 países analizados.

El documento, que fue realizado por el académico y profesor Martín Krause, toma ocho indicadores de reconocidos organismos internacionales y los promedia. Entre otros están el Indice de Libertad Económica (Fundación Heritage e Instituto Fraser), “Haciendo Negocios” (Banco Mundial), “Vigencia del Estado de Derecho” (Banco Mundial), “Voz y Rendición de Cuentas” (Doing business, Banco Mundial) y “Percepción de Corrupción” (Transparencia Internacional).

Por el contrario, los países líderes en cuanto a la calidad de sus instituciones en el índice 2015 son Suiza, Nueva Zelanda, Finalndia y Dinamarca. En una mirada más a largo plazo, aquellos que más han mejorado su calidad en los últimos 20 años son Georgia (ascendió 81 puestos), Rumania (subió 49), Croacia (creció 45) y Bulgaria (trepó 40).

Por su parte, en nuestra región, los países que más han mejorado desde 1996 son Perú, que ascendió 20 lugares en el índice; y Colombia (15 puestos más). Brasil también ascendió cinco puestos, a pesar del escándalo de corrupción de Petrobras destapado en el último año.

Los socialismos, con baja calidad institucional

Bajo la misma mirada de largo plazo, la nota, desde 1996, la vienen dando los desempeños de Bolivia (bajo 99 puestos), Argentina (bajo 93), Ecuador (cayó 81), Venezuela (descendió 75) y Paraguay (menos 61).

“Estos resultados señalan las consecuencias de las reformas de estilo socialista bolivariano que en mayor o menor medida se implementaron a partir de este siglo en algunos de los países de peor desempeño”, sostuvo Krause, profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires.

El estudio también señala que desde 2006, la tendencia es muy parecida: Los peores lugares van para Argentina, Bolivia, Belice, Surinam, Venezuela, Ecuador y El Salvador.

“Comparando el desempeño desde 1996 que se menciona más arriba, con éstos, se desprende que Argentina aceleró su deterioro relativo en los últimos años en relación al resto”, explicó el profesor y autor del índice.

“Esas diferencias [entre tener instituciones sanas y no tenerlas] condenan a miles y millones de personas a vivir en la opresión y en la pobreza”, sostiene el informe.

Añade: “Los ciudadanos de algunos de estos países están más oprimidos que los ingleses antes de la Magna Carta”.

El corto plazo: Resultados del índice 2015

Los últimos veinte países del ranking 2015 son: Corea del norte (193), Cuba (192), Eritrea (191), Sudan del Sur (190), Afganistán (189), Turkmenistán (188) y Venezuela (197).

En America Latina, los países con peor calidad de instituciones son Venezuela (184), Cuba (173), Haiti (165), Ecuador (151), Bolivia (139), Argentina (137), Honduras (130), Paraguay (124), Guyana (122) y Nicaragua (114).

Entre su análisis, el informe destaca la importancia de comprender el papel que cumplen las instituciones para revertir definitivamente su deterioro. Para el autor del informe, el camino para el progreso de la región es la vigencia de los derechos individuales, una mayor cantidad y una mejor calidad de las oportunidades para que puedan aprovechar los habitantes de cada uno de estos países.

“En definitiva, aquellos países que tienen una buena calidad institucional o aquellos que la han mejorado, en particular en relación con las instituciones de mercado —y dentro de ellas aquellas que protegen la inversión y la actividad emprendedora—, muestran un mejor desempeño económico y, con ello, ofrecen más oportunidades de progreso a sus habitantes”, concluye el estudio.

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.