Tras la caída del Muro de Berlín, una ola de mayor libertad contribuyó a que cientos de millones de personas dejaran atrás la pobreza extrema.
Como evidentemente eso no sucedió gracias al socialismo, el pensamiento antiliberal se aferró primero a la desigualdad mundial, alegando que la crisis del comunismo había tenido como indeseable consecuencia el acentuar la división del mundo. Se habló entonces del Norte rico versus el Sur pobre y otras jeremiadas por el estilo.
Esto resultó clamorosamente falso, porque la desigualdad en el mundo se redujo. Y entonces empezaron la campaña, que todavía perdura, que insiste en que la desigualdad mala y que aumenta es la de cada país. Esto no es verdad en el caso de España, e incluso se está frenando su aumento en el país más odiado por los antiliberales: Estados Unidos.
James Rogers, profesor de la Universidad de Texas A&M, sugiere que, aunque hay fuerzas contradictorias, la desigualdad cae dentro de los países desarrollados y que lo hará también en los demás. Parece que en los años 2000 se ha producido “un giro igualitario en bastantes países emergentes”.
Los ataques contra el capitalismo, ahora rebautizado “neoliberalismo”, machacan con que los salarios se han estancado en EEUU. Los datos, antes de la pandemia, señalan lo contrario, apunta el profesor Rogers: “los salarios no solo no se han estancado sino que han aumentado significativamente para todos los sectores de la economía norteamericana durante la última generación”. Desde 1979 han subido un 33% para el 20% más pobre, y otro tanto para las tres quintas partes de la población.
¿Los ricos han ganado más? Sin duda, pero no es cierto que su riqueza haya sido acumulada a costa de los pobres y la clase media.
De hecho, si se calculan sus ingresos con impuestos y transferencias, la desigualdad cae mucho más, y la brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres pasa de 13,86 a 6,1.
Los mayores rendimientos del capital, base de la desigualdad en los países ricos, están relacionados con el aumento de los salarios en los países pobres, y en la medida en que se aproximen las relaciones capital/trabajo, la desigualdad dejará de aumentar allí donde lo esté haciendo.
Por cierto, los antiliberales recomiendan siempre subir los impuestos al capital. Pero una característica de las economías desarrolladas es que los trabajadores tienen más capital que antes, como se ve en las cifras millonarias no solo de sus activos inmobiliarios en países como España, sino en sus ahorros en otros activos, aquí y fuera de aquí. Cuando oigamos que los mayores impuestos al capital tienen como objetivo una minoría de multimillonarios, desconfiemos, señora, desconfiemos.
Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun
El presente artículo intenta presentar una tesis superadora de dos modos distintos de plantear la libertad individual, dentro de un paradigma que, de modo muy discutible, se podría llamar “la tradición liberal-clásica/libertaria”. La clasificación que haremos ahora no pretende ser una más dentro de las ya tradicionales clasificaciones de corrientes de filosofía del derecho o de filosofía política. Nuestra intención es más bien describir modos de justificación de las libertades individuales que constituyen el núcleo central de la tradición liberal aludida. Para ello recurriremos al método del “autormodelo”, método que ya hemos utilizado en otra oportunidad1 . Este método consiste en efectuar una descripción simplificadora de la posición de un autor, con el riesgo de borrar parte de la riqueza y sutileza de su pensamiento pero con la ventaja de convertir esta posición en un modelo abstracto donde, con matices, puedan entrar otros autores y corrientes de pensamiento.
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises
Hola Alejandro y hola a todos. Bueno lo primero que me gustaría responder es por qué hacer este debate. La respuesta es que todo comenzó con un tuit de Antonella Marty, que decía que para ella “lo normal” era que la gente viva su vida “sin dañar a otros”, y que las elecciones amorosas de las personas eran parte de esa normalidad incluso cuando fueran homosexuales, poligámicas, etc.
A raíz de ese tuit llegué a la cuenta “Mises Report”, quienes lo habían tomado y habían hecho un confuso descargo. En él mezclaban felicidad con libertad, y criticaban a Marty por su “relativismo”, decían que “los liberales de hoy no creen en nada” y advertían: que no venga un adolescente a hablar del “respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo”.
Eso encendió mi mecha. ¿O sea que citar a Alberto Benegas Lynch y su clásica definición de liberalismo ahora es de adolescente?
¿Qué tal citar a Mises, quien consideraba que la diferencia entre la esclavitud y la libertad era que :
“el esclavo debe hacer lo que su superior le ordena… pero el ciudadano libre – y esto es lo que la libertad significa – está en posición de elegir su propia forma de vida?
Parece que no. Que para un sitio que dice venerar al propio Mises, eso es pura adolescencia.
Supongo entonces que lo no adolescente y adulto es citar a Nicolás Márquez, quien sí llama sin tapujos sodomitas a los homosexuales (más de 40 veces en un libro contra el supuesto “homosexualismo”) condenando abiertamente su forma de vida. Seguro que él sí sabe cuál es la manera correcta de vivir.
O supongo que será adulto citar a Hans Hermann Hoppe, economista austriaco también venerado por “Mises Report”, quien afirma que para sostener un “orden social libertario” es necesario “apartar físicamente” a quienes tengan formas de vida alternativas como “el culto al medio ambiente, el hedonismo, la homosexualidad o el comunismo”.
¿Será eso lo adulto, o será algo más propio de niños enojados con el mundo que buscan, a como dé lugar, llamar la atención?
¿Por qué debatir estas cosas? Sinceramente, porque estoy un poco cansado. Cansado de que, producto del auge de una nueva derecha antiizquierdista, en nombre de la libertad se diga absolutamente cualquier cosa.
La Nueva Derecha, Conservadora, o “Paleolibertaria”, como ahora le gusta autodenominarse, tendrá algunas cosas en común con el liberalismo clásico que defiende la libertad, la propiedad y los mercados libres. Pero en otras cosas es profundamente antiliberal e incompatible con el liberalismo.
Además, caen en varias contradicciones.
Por ejemplo:
1) Critican a Marty por un tuit que afirma que “lo normal” es que la gente persiga sus propios objetivos y luego dicen ser partidarios de la Escuela Austriaca de Economía que, por si no saben, fue la que hizo del “VALOR SUBJETIVO” el centro de su teoría del valor. Hoy todo economista sabe que es “normal”, “habitual” y “natural” que los seres humanos intenten maximizar su utilidad. Si a eso agregamos que la utilidad es subjetiva, entonces no hay mucho que opinar sobre las preferencias íntimas de cada uno.
2) Los referentes de la Nueva Derecha citan a Hayek recordando que él defendía “la tradición”, pero no solo no parecen entender qué quiso decir con eso, sino que se olvidan que él mismo escribió que lo que diferencia a liberales de conservadores es que:
“Lo típico del conservador… es el temor a la mutación, el miedo a lo nuevo simplemente por ser nuevo; la postura liberal, por el contrario, es abierta y confiada, atrayéndole, en principio, todo lo que sea libre transformación y evolución, aun constándole que, a veces, se procede un poco a ciegas”
3) Los referentes de la Nueva Derecha han hecho una enorme bandera del “anti aborto”, intentando quitarles a los liberales el “carnet de liberales” cuando estos estuvieran a favor de la despenalización. Ignoran que en ese caso tendrán que suprimir a varios, porque desde Ayn Rand a Murray Rothbard pasando por su tan querido Hans Hermann Hoppe, y desde José Luis Espert a Axel Kaiser, hay una larga cuenta de liberales que están a favor de que el estado no se involucre.
4) Los “paleolibertarios” también han criticado la terrible interferencia del gobierno en la educación, una vez que ésta comenzó a tocar temas como el “género” o la “educación sexual”. Ahora yo me pregunto: ¿Dónde estaban cuando en las escuelas públicas de Salta se otorgaba educación religiosa que podía afectar a los hijos de padres laicos? Yo como liberal estoy a favor de la completa libertad dentro de la enseñanza, y que los padres decidan. ¿Ustedes los derechistas?
5) Otro caso similar se da en el debate por la adopción homoparental. La adopción gay les parece un caso de “estatismo”, pero de la adopción “hétero” no dicen nada… ¿A quién engañan? Lo que ocurre es que para la derecha hay estatismos que gustan, y otros que no. Algo que también destacaba Hayek:
“El conservador no se opone a la coacción ni a la arbitrariedad estatal cuando los gobernantes persiguen aquellos objetivos que él considera acertados”.
6) Ahora cuando se les remarcan estos temas, y se los acusa de homofóbicos, dicen que la homofobia no existe. No obstante, no dudan un segundo en llamar homofóbico al Che Guevara cada vez que alguien de izquierdas lo pondera. ¿Dónde queda la honestidad intelectual?
7) La nueva derecha dice estar en contra de la intervención del estado en la economía, que quiere libertad, pero aplaude a cuatro manos cuando Trump eleva barreras proteccionistas. “Es por geopolítica, vos no entendés”, dicen.
8) Por último, la nueva derecha nos dice que el “lobby Gay” es una careta del nuevo marxismo, pero es difícil ver cómo esto opera. En toda América del Norte los homosexuales se pueden casar. Sin embargo, la ley prohíbe estas uniones en el 98% de África, en Cuba, en Venezuela, en Rusia, en China y en India. ¿Quiénes son más marxistas?
Ayn Rand, Ludwig von Mises y F.A. Hayek, entre otros, enseñaron a una generación de liberales clásicos y modernos que el gran debate de nuestro tiempo era el individuo contra el colectivo. El sujeto contra la masa. El hombre contra el estado.
Eso implica oponerse a toda forma de colectivismo, ya sea el comunismo, el fascismo, el racismo, el nacionalismo, la xenofobia, la homofobia, y cualquier filosofía que se construya sobre la base de juzgar a un individuo por su pertenencia a un grupo o clase.
Los conservadores y la nueva derecha pueden mostrar credenciales de anticomunismo, pero: ¿y de todo lo demás?
Tengo mis serias dudas, y me gustaría que esta tarde podamos dejar en claro de qué lado está cada uno.
Gracias.
Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino
Como vengo diciendo desde hace tiempo (desde entonces, de paso, la plata que recomendamos subió más de 60%, demasiado) el optimismo de los mercados es exagerado porque las consecuencias de las represiones a los mercados por parte de los gobiernos -cuarentenas y demás- eran peores de lo calculado y claramente no están dispuestos a desandar el camino con tanta facilidad, es decir, no levantarán esta restricciones con tanta facilidad.
Para remate, la solución es la peor que podrían haber elegido: la keynesiana, inundar al mundo con dinero helicóptero que comenzará por traer inflación y terminará por perjudicar severamente a la producción, para empezar, porque no tiene sentido trabajar y producir si al dinero lo regalan, lo tiran desde un helicóptero.
La economía de EE.UU. se ha contraído en un histórico 32,9% en el segundo trimestre, según el Departamento de Comercio, el peor descenso desde la Gran Depresión, tras el descenso del 5% registrado en el primer trimestre. La caída más pronunciada de la producción desde que el Gobierno comenzara a recoger estos datos en 1947.
Aunque la actividad económica comenzó a repuntar en mayo al aliviarse las restricciones, el impulso ha disminuido frente a la negativa de muchos gobiernos de levantar estas restricciones y hasta revertir las medidas de reapertura.
Al mismo tiempo, el Departamento de Trabajo informaba de que el número de solicitudes iniciales de subsidio por desempleo aumentó hasta 1,434 M durante la semana que concluía el 25 de julio, frente a la cifra revisada al alza de 1,422 M de la semana anterior, poniendo de manifiesto las preocupaciones en torno a la desaceleración de la recuperación económica. Éste ha sido el segundo aumento semanal consecutivo.
Los informes llegan en un momento en que millones de estadounidenses desempleados van a perder el suplemento semanal al beneficio por desempleo de US$ 600 el sábado, cuando expira parte de un histórico paquete de ayuda gubernamental, que enorgullecería a Keynes, de casi US$ 3 B.
El Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) culminó el miércoles su reunión de dos días y mantuvieron las tasas de interés entre el 0 y el 0,25%, desde mediados de marzo. “… La actual crisis… tendrá un gran peso en la actividad económica, el empleo y la inflación a corto plazo, y plantea riesgos considerables para las perspectivas económicas a mediano plazo”, asegura la Fed. Todavía no están claros los resultados de la revisión que ha realizado sobre su arsenal de herramientas, particularmente su forward guidance, es decir, sus proyecciones futuras.
A la espera de los detalles que podrían comenzar a conocerse en el próximo coloquio virtual organizado por la Fed de Kansas para el 27 y 28 de agosto en sustitución del tradicional encuentro en Jackson Hole, Wyoming, la institución ya reveló en la actualización de su cuadro macro publicado en junio que no hay vistas de volver a subir las tasas por lo menos hasta 2023.
En los últimos cuatro meses, la Fed ha desplegado un arsenal sin precedentes de keynesianismo para “blindar” a la economía del profundo impacto provocado por las cuarentenas. Además de múltiples programas de emergencia para garantizar el acceso a crédito de empresas y ciudadanos, el banco central también compra por primera vez deuda empresarial en los mercados primario y secundario.
Todo ello junto a las compras mensuales que actualmente alcanzan los US$ 80.000 M en bonos del Tesoro y 40.000 M en activos respaldados por hipotecas, han elevado su balance desde los 4,1 B en febrero hasta alrededor de los US$ 7 B.
Por si quedara alguna duda de que la inflación global no tiene fecha de fin, la Fed se comprometió a continuar aumentando sus tenencias de valores del Tesoro y valores respaldados por hipotecas residenciales y comerciales al menos al ritmo actual “para mantener el buen funcionamiento del mercado, fomentando así la transmisión efectiva de política monetaria a condiciones financieras más amplias”.
Por cierto, su líder subrayó que “la pandemia” -palabra de moda que debe leerse como las represiones a los mercados con la intención de “cuidar la salud pública”- ha provocado que quienes más han sufrido los despidos son, de forma desproporcionada, los más débiles. “Si ganas US$ 40.000 al año o menos, tienes un 40% de posibilidades de haber perdido tu trabajo”, aseguró. Es decir, el Estado -el monopolio de la violencia, la violencia- siempre perjudicando a los más débiles.
Entretanto, en el Capitolio, republicanos y demócratas siguen luchando para ver quién es más keynesiano y aprobar las últimas medidas de estímulo antes del viernes, cuando expiran algunas de las medidas anteriores. Además, se conocía el PBI de Alemania publicado este jueves, que se contrajo un 10,1% en el segundo trimestre, su mayor caída de la historia, y terminando con casi 10 años de crecimiento económico.
Así las cosas, las bolsas europeas caían con fuerza mientras que los futuros se adelantaron a la baja de Wall Street, tanto los del S&P 500 como los del Nasdaq y los futuros del Dow. Entretanto, la temporada de presentación de resultaos sigue a buen ritmo, muy centrada en las Grandes Tecnológicas. Apple (NASDAQ:AAPL), Facebook (NASDAQ:FB), Amazon (NASDAQ:AMZN) y Alphabet (NASDAQ:GOOGL) publicarán sus informes tras el cierre de este jueves, un día después de que sus ejecutivos fueran interrogados por un comité anti monopolio del Congreso como si los monopolios no tuvieran origen, precisamente, en el Estado cuando con leyes artificialmente impide la competencia, como con las leyes de copyright que monopoliza ideas.
Caían también los precios del petróleo, a pesar del enorme descenso de las reservas de crudo de EE.UU. la semana pasada. La Administración de Información Energética de EE.UU. registró un descenso de 10,612 M de barriles de las reservas durante la semana que concluía el 24 de julio, el mayor desde 2019. Los futuros de crudo WTI caían lo mismo que los del Brent. Obviamente, ante tanta inflación, los futuros de oro y los de la plata y el cobre aunque con alguna toma de ganancias, se mantenían firmes, mientras que el par EUR/USD ronda los 1,179.
Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini
Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade). Publica como @AbramAldo .
El día que respetemos la ciencia de la lógica -y seamos coherentes-, las sociedades progresarán con una rapidez que hoy ni siquiera imaginamos. Claro que, precisamente, es un camino de madurez, de desarrollo.
Su primera ley es el “principio de no contradicción”, según el cual una proposición y su negación no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. Parménides formuló su ley de identidad que enuncia “lo que es, es y lo que no es, no es”. Luego en la La República de Platón el personaje Sócrates dice, “la misma cosa no estará dispuesta al mismo tiempo a hacer o sufrir cosas contrarias”. Y Aristóteles asegura que “es imposible que, al mismo tiempo y bajo una misma relación, se dé y no se dé en un mismo sujeto, un mismo atributo».
Así -y dejando la discusión sobre que el mal no existe, sino que es ausencia de bien- no es posible que con un mal se logre un bien: de la violencia no puede surgir -la vida- la paz. Sostener que la violencia puede traer paz o vida no solo es incoherente, y por ende destructivo, sino que puede provocar una bola de nieve.
Hoy, algunos gobiernos violentan a sus ciudadanos y cierran mercados -un mal- , supuestamente para cuidar la salud -un bien-, y la destrucción es tan importante que hasta la OMS ahora admite que es “prácticamente imposible” mantener fronteras cerradas, “las economías deben reabrir, la gente tiene que trabajar”.
Y esta bola de nieve, aunque todavía estamos muy lejos, podría terminar hasta en una guerra nuclear global si las escaramuzas como el cierre de consulados y las demostraciones de fuerza de las armadas en el Mar de China Meridional siguen creciendo.
Este cierre de mercados produjo desocupación y alienación en muchos ciudadanos aumentando un enardecimiento que se volcó, en parte, en los hechos ocurridos luego del homicidio de George Floyd. Y el viejo eslogan de “desfinanciar la policía” fue reflotado por la izquierda proponiendo que esos fondos se vuelquen a programas sociales que, supuestamente, solucionarán la delincuencia y la poca que quede podría controlarse sin policía. Y recuerdan que, antes de que se estableciera el sistema policial, las colonias estaban protegidas por una “vigilancia nocturna”.
La derecha recela y tiene razón, de hecho, es incoherente pretender fondos estatales para programas sociales sin un poder policial que obligue a pagar impuestos. Pero la derecha yerra en la solución, no entiende la libertad, porque olvida la lógica que dice que el bien se consigue solo con más bien, “los problemas de la libertad se solucionan con más libertad”.
En febrero visité Liechtenstein, país de 40.000 habitantes más miles que entran diariamente, que demuestra que el delito se combate con libertad, con bien, no con policía. El peso del Estado es tan bajo que la presión fiscal total equivale al 20% del PBI (la media europea es del 35%) y le queda 5% de superávit fiscal, el desempleo es inexistente tanto que el 55% de la fuerza laboral diariamente viene del exterior, el salario promedio mensual es de US$ 6500, tienen solo 5 políticos rentados, 91 policías y 12 presos ninguno por robo u homicidio y, si no fuera que tiene una política dura en cuanto a drogas, los presos serían solo dos, por estafas. Tan poca policía tiene (ergo, menos gasto estatal) que, Alexander Ospelt, uno de los mejores abogados locales, me decía que, si veía un patrullero pasar por la noche, tenía 50% de posibilidades de no ser pillado porque hay solo dos.
Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini
Vivimos una época de mucha hipocresía que se pone de manifiesto con claridad y contundencia cuando gobernantes repiten hasta el cansancio ideas tan esotéricas como que llevan a cabo «grandes esfuerzos» para entregar recursos a tales o cuales grupos. No parecen percatarse de que los esfuerzos los hacen los vecinos a quienes se les arranca el fruto de su trabajo para colocarlo en manos de otros destinatarios, que no son los titulares de esos fondos.
De entrada exponemos la tesis de esta nota: los políticos en funciones se asisten a sí mismos al cobrar emolumentos extraídos de la comunidad por la fuerza para jugar al hada madrina, como si ellos contribuyeran con su propio peculio, algo que jamás hacen. En lugar de dedicarse a proteger derechos y ofrecer seguridad y justicia, en gran medida se dedican a expoliar a unos en la esperanza de congraciarse con otros. Es necesario insistir en que, de este modo, la sociedad se transforma en una lucha descarnada de todos contra todos. Es como si la sociedad se hubiera convertido en un círculo infernal e insoportable donde todos tienen metidas las manos en los bolsillos del vecino. Esto así es insostenible y, por cierto, macabro.
Así, reclama airadamente el fabricante de tornillos que pretende un subsidio, los artistas que piden financiación para sus obras, los piqueteros que marchan para obtener prebendas, el productor que quiere ayudas monetarias, el sindicalista que pide que le otorguen más controles sobre obras sociales, el comerciante que espera que le otorguen un mercado cautivo, el profesional que insiste en asociaciones obligatorias, el banquero que apunta a mayor cobertura por parte de la banca central; el almacenero sugiere que se limite el radio de los supermercados, el empresario pide mayores aranceles, barrios populares reclaman viandas, médicos apuntan a que se les entreguen mejores equipos, estudiantes se manifiestan airadamente para obtener estudios sin cargo y así sucesivamente, todo a costa del prójimo.
Parece que a pocos se les ocurre que como primer principio civilizado debe respetarse la propiedad privada. Las demandas no pueden ser para dar un manotazo a lo que otros han obtenido legítimamente. En general se trata al lugar de trabajo o el lugar donde se abastece la gente como propio sin percatarse de que se trata de la propiedad privada de otro, del mismo modo que condenaríamos que alguien ajeno pretenda dirigir lo que ocurre en nuestro domicilio.
De esta concepción proviene la maldita idea de aplicar la guillotina horizontal al efecto de «redistribuir ingresos» sin comprender que la distribución original y pacífica se lleva a cabo en supermercados y afines cuando la gente compra o se abstiene de hacerlo según sean los diferentes rubros que necesita. Pero resulta que esa distribución es reemplazada por la referida redistribución que inexorablemente se lleva a cabo con el uso de la fuerza contradiciendo las previas votaciones de la gente, y como los recursos no crecen en los árboles, esta violencia implica despilfarro que repercute negativamente en los salarios e ingresos en términos reales.
Todos los quejosos y pedigüeños que les exigen a los aparatos estatales que les arranquen recursos a otros en lugar de esto deberían ellos mismos constituirse en oferentes de lo que demandan y hacerlo con el precio y la calidad que airada e injustificadamente reclaman que lo haga otro. Si esas personas alegan que no cuentan con el dinero suficiente para embarcarse en esos negocios, pues que ofrezcan su idea a terceros para recabar los fondos necesarios para operar. Pero si nadie les compra la idea es porque no se basa en un plan de negocios serio y por ende debe abandonarse.
En esta línea argumental, se suele proceder a través del impuesto progresivo tan apreciado y aconsejado por Marx y Engels en el Manifiesto comunista, de 1848. Ese gravamen se traduce en cuatro efectos. En primer lugar, es regresivo, puesto que el contribuyente de jure al contraer sus inversiones reduce los salarios de los marginales que se convierten en contribuyentes de facto. En segundo término, significa un bloqueo para la imprescindible movilidad social, puesto que se perjudica a los que trabajosamente vienen ascendiendo en la pirámide patrimonial vía tasas que progresan a medida que progresa el objeto imponible. Tercero, altera las posiciones patrimoniales relativas, ya que son necesariamente distintas de las que había establecido la gente revelando sus preferencias, lo cual acentúa el consumo de capital. Por último, con razón se sostiene que deben incrementarse la productividad y realizarse los esfuerzos correspondientes, pero nos encontramos con que la progresividad significa que cuanto más productivo el agente, se propinan mayores palos fiscales como castigo.
La siempre ponzoñosa envidia opaca la bendición de las desigualdades de las personas, puesto que de otra manera se derrumbarían la cooperación social y la consiguiente división del trabajo. Si todos tuviéramos las mismas inclinaciones y vocaciones, las relaciones sociales serían inviables. El delta de ingresos y patrimonios en una sociedad libre es consecuencia necesaria de los gustos de la gente; lo importante es que todos mejoren, pero no que sean iguales, puesto que, como queda dicho, la desigualdad de resultados surge del plebiscito diario del mercado, que a su turno es debida a las diferencias de talentos de cada cual para servir a su prójimo.
En este sentido, para comprobar cómo ha cambiado la opinión que hoy prevalece en el Vaticano, y sin perjuicio de otros eventuales errores que puedan señalarse, es de interés reproducir un pasaje de lo consignado por el papa León XIII en 1891: «Quede, pues, sentado que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que principalmente y como fundamento de todo se ha de tener es esto: que se ha de guardar intacta la propiedad privada. Sea, pues, el primer principio y como base de todo que no hay más remedio que acomodarse a la condición humana; que en la sociedad civil no pueden ser todos iguales, los altos y los bajos. Afánense en verdad los socialistas, pero vano es ese afán y contra la naturaleza misma de las cosas. Porque ha puesto en los hombres la naturaleza misma grandísimas y muchísimas desigualdades. No son iguales los talentos de todos, ni igual el ingenio ni la salud ni la fuerza, y a la necesaria desigualdad de estas cosas le sigue espontáneamente la desigualdad de la fortuna, lo cual es por cierto conveniente a la utilidad, así de particulares como de la comunidad, porque necesitan para su gobierno la vida común de facultades diversas y oficios diversos, y lo que a ejercitar esos oficios diversos principalmente mueve a los hombres es la diversidad de la fortuna de cada uno».
Por último subrayo que, como si todo lo dicho fuera poco, hay gobernantes trasnochados que sostienen que la solución a los problemas es el aumento del consumo, sin entender que la clave para todo es el incremento de la producción. Si un grupo de náufragos llega a una isla deshabitada y uno de los sujetos proclama que lo que deben hacer es consumir para resolver sus problemas, seguramente los colegas no se molestarían en contestar semejante sugerencia, si es que no amenazan con ahogarlo en represalia por tamaña obscenidad.
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h
La tensión consular con China podría llevar a Wall Street a perder otro 6%, según analistas, y lo mismo para Europa. Y, aunque parezca que las elecciones en EE.UU. están lejos, empiezan a incidir y Joe Biden lleva una ventaja de 9 puntos. Las probabilidades de una hegemonía demócrata en la Casa Blanca, el Senado y los Representantes son del 62%, el 61% y el 85%, respectivamente. Lo que llevaría, inicialmente, a descensos del orden del 7% adicionales, aunque luego se estabilizaría ya que, como muestra el cuadro, Wall Street no teme a los demócratas:
Como señala Michael Kramer,dada la gran liquidez y las bajas tasas los inversores argumentaban que no hay alternativa a las acciones, pero la historia ofrece un relato diferente. Las bajas tasas de interés no producen subas, las ganancias sí.
La relación precio-beneficio (PER) a plazo de un año para el S&P 500 ha aumentado recientemente hasta 19,8, su cota más alta desde abril de 2002 cuando dicha relación se contraía tras el estallido de la burbuja dot.com llegando a cerca de sólo 9 en 2009. Después, la Fed recortó las tasas tras la recesión de 2009, y el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años(TNX) se desplomó y desde entonces la relación precio-beneficio comenzó a expandirse, casi duplicándose hasta 18 de diciembre de 2017.
Como se ve en el pasado la bajada en las tasas no siempre han coincidido con un aumento del PER. Parece ser que la dirección de las tasas de interés puede tener poco —si es que algún— peso. Y parece que hay otra manera de que el PER suba más allá de un entorno de tasas a la baja.
Lo que parece importar más son las ganancias reales en sí, con un crecimiento de ganancias más alto y rápido que estimule la expansión del PER. La correlación parece ser increíblemente estrecha cuando se mira a simple vista, con este gráfico que muestra la relación precio-beneficio del S&P contra el beneficio acumulado por acción.
Así las cosas, ahora aun con las tasas a la baja, el S&P 500 podría enfrentarse a un fuerte declive dada las caídas en las ganancias.
En cuanto al Nasdaq, parece muy sobrevalorado (su PER es de 33, el doble que hace 18 meses), a pesar de los resultados trimestrales que han sido llamativos, y sus acciones corren el riesgo de tener su peor rendimiento relativo durante la temporada de ganancias en una década, por debajo del S&P 500 en 3 puntos porcentuales.
Esta semana es probable que traiga más noticias cuando Facebook Inc., Apple Inc., Amazon.com Inc. y Alphabet Inc. (Goolge) reporten ganancias. Junto con Microsoft Corp., (el FAAMG) estas compañías representan el 22% del S&P 500.
Las acciones de FAAMG subieron 29% este año, mientras que el resto cae 0,5% para todo el S&P 500. En el mes previo a la temporada de informes, el Nasdaq 100 había vencido al S&P 500 en 10 puntos porcentuales, el mejor desempeño previo a las ganancias desde al menos 2009. Sin el FAAMG, la pérdida del 0,5% del S&P 500 para 2020 sería del 5,4% y, si sus acciones cayeran un 10%, para mantener la estabilidad, las 100 acciones de S&P 500 inferiores tendrían que aumentar en 90% colectivo.
Entre tanto, el Bitcoin está teniendo uno de sus periodos más estables a medio plazo de su historia aunque, dada su proverbial volatilidad, nadie sabe qué puede pasar.
Situación técnica del Bitcoin
En fin, al “dinero helicóptero” de la Fed, se le suma el reciente plan keynesiano europeo -el mayor plan de inversión estatal en Europa de la historia- insólitamente liderado por la canciller alemana.
Con todo esto, como habíamos anticipado, la vedete es el oro, que ronda los US$ 1899/onza a un paso de superar su precio máximo histórico de 2011, y algunos analistas creen que llegaría hasta los US$ 2.200 a fin de año. A las cuarentenas, el keynesianismo inflacionario, las tasas bajas se suman las restricciones de oferta debido a los confinamientos. Para muchos analistas, el aumento del oro y de otros metales como la plata y el cobre inicia una trayectoria positiva a largo plazo.
En tanto en Argentina, caen los recursos tributarios y aumenta el gasto público logrando un déficit fiscal primario en el primer semestre del año del 3,3% del PBI, así el desequilibrio fiscal total superará el 8%. En los últimos tres meses el financiamiento del gasto público primario se hizo en un 52% con recursos tributarios y en un 48% con asistencia del BCRA al Tesoro, emisión monetaria.
A la vez, la cuenta corriente no es superavitaria y el stock de dólares del BCRA es magro y en descenso. Estatismo que va camino de empeorar: el “plan 60 medidas” que prepara el gobierno parece “un subsidio para cada problema”. Así las cosas, Argentina no tiene solución ni siquiera en el mediano plazo porque, aun suponiendo que gane la centro derecha, lo cierto es que su plan es una especie de macrismo -de hecho, festejó a Macri y aseguró que con la economía crecería- inviable desde que supone cortar gastos sin antes una fuerte desregulación de la economía y el mercado laboral, lo que provocaría una desocupación políticamente explosiva.
Así las cosas, en este país -salvo excepciones y cisnes negros que siempre hay- solo queda irse al blue, ni siquiera son recomendables los Cedears por la inseguridad jurídica y porque el CCL atrasa respecto al blue. Obviamente, los brokers argentinos van a ver las bondades de las inversiones desde aquí.
Para decirlo rápidamente, hay dos tipos de inversores el común, conservador, y el “trader” -por llamarlo de algún modo- el que sigue al mercado todos los días. Aunque no hay estadísticas al respecto, a la larga un bajo porcentaje de los “traders” logra ganar más que los conservadores, y muchos pierden más.
Los brokers argentinos dirán que –gracias al arreglo por la deuda, arreglo ocioso porque Argentina en el futuro podrá pagar poco y nada- la semana pasada los ADRs saltaron hasta 15,5%, el de Loma Negra, que el S&P Merval trepó 9,1% (en el mes 25,6%, el año 16,6%), y los títulos en dólares el 5%.
Como digo, esto pudo funcionar para los “traders” la semana pasada, pero quiero ver cómo les va en el mes. Y no funcionó para el conservador. Desde que comenzó el año, mientras que el blue sube 79% y el oro 21% en dólares, el ADR de Loma Negra pierde 29%, el de Galicia cae 24% siendo el de Mercado Libre -gran excepción- el único que subió, 63%. Mientras que los inmuebles caen 4%, en dólares, en lo que va de 2020, el Bonar 2024 avanza 50% en pesos, el CCL 58% y dólar oficial 20%.
Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini
Con sus 83 años, Ichak Adizes puede afirmar sin necesidad de sonrojarse, que ha tenido una vida de película. Nacido en Macedonia, durante la segunda guerra mundial fue enviado junto a su padre a un campo de concentración del que a duras penas lograron escapar. Haciéndose pasar por musulmanes, consiguieron salvoconducto en Albania, confundiéndose entre la población hasta el final de la guerra, momento en el cual lograron emigrar hacia Yugoslavia y desde ese lugar, en 1948, al naciente Estado de Israel. Allí, el joven Ichak realizó sus primeros estudios y sirvió en las fuerzas de defensa israelíes, para luego en 1963 emigrar a los Estados Unidos, doctorarse en la Universidad de Columbia, y comenzar a convertirse en quien es hoy: uno de los consultores de negocios más importante del mundo.
Gran parte de la aventura de Adizes junto a su padre Solomon, fue retratada en el documental de 1997 “I Want to remember. He wants to Forget”. Pieza de cine sumamente recomendable para poder comprender la importancia de la astucia y la resiliencia en tiempos extremos. Sin embargo, esa no es la razón de esta nota.
Adizes es hoy reconocido, principalmente, por la metodología de gestión del cambio que fue patentada con su nombre, y que permite a enormes corporaciones del ámbito público y privado llevar adelante procesos de transformación de manera tanto rápida como efectiva, minimizando los costos de este tipo de intentos. En su análisis del ciclo de vida de las corporaciones, Adizes señala un instante que denomina “go-go”, en el cual la empresa, tras haber sobrepasado los grandes desafíos de sus inicios, comienza a obtener el tan esperado éxito. En ese instante, la amenaza lejos de venir por fuera de las fronteras de la corporación (competidores, trabas burocráticas, posicionamiento en el mercado, flujo de ingresos, etc.), viene del lugar menos esperado: su fundador.
La así llamada “trampa del fundador” es producto de la casi innata tendencia de los grandes hombres a creerse infalibles, al mismo tiempo que, conforme la realidad dota de evidencia circunstancial a esa creencia de infalibilidad, el líder y su obra comienzan a fundirse en un mismo ente. El fenómeno se expande conforme el ego del fundador acompaña la expansión. Al mismo tiempo, mientras el crecimiento de la corporación se produce y se vuelve perentoria la necesidad de delegar decisiones, consolidar mandos subalternos, generar sistemas de control alternativos, formar a próximas generaciones de tomadores de decisión, etc., el fundador cree que está perdiendo el mando de su gran obra (que a esta altura es parte de sí mismo) y reacciona en forma contraria: concentra poder, se vuelve más arbitrario, menos predecible y, en su megalomanía, genera un tipo de crisis que, la gran mayoría de las organizaciones, rara vez supera con éxito.
Si el lector estuvo atento, estoy seguro que en algún momento habrá trasladado este fenómeno descrito dentro de los márgenes de una corporación, al ámbito de lo público. A lo largo de mi vida profesional como consultor, evidencié en mayor o menor medida este fenómeno tan bien señalado por Adizes, tanto en el mundo empresarial como en el ámbito político, con prácticamente todos sus componentes. Aquellos líderes que no son bien conducidos o asesorados en estas etapas de éxito y desarrollo, sucumben tarde o temprano a los cantos de sirena de la megalomanía, la arbitrariedad y hasta la paranoia.
Una sana consciencia de los ciclos de vida de las corporaciones, en tándem con un trabajo personal que permita a los exitosos planificar su desarrollo íntimo, es fundamental. Ayudar a estos grandes líderes a comprender que aquello que crean y por lo que trabajan en determinado momento debe ser lentamente liberado de las manos de su creador justamente para continuar su crecimiento, es clave tanto en el mundo privado como en el público.
En este último ámbito, el recambio dirigencial, en conjunto con la promoción y formación consciente de nuevas generaciones de conductores, resultan absolutamente fundamentales para la consolidación del sistema republicano de gobierno y para la salud de la Nación.
En tal sentido, en vísperas de la crisis económica y política que quizá estemos a punto de afrontar, me pregunto cuán determinate terminará siendo el hecho de que, tras los cantos de aquél “que se vayan todos” de 2001, la promoción de nuevas figuras y liderazgos, con sus concomitantes nuevas ideas y pareceres, continúa siendo una gran cuenta pendiente en nuestro acervo político nacional.
Mauricio Alejandro Vázquez es Título de Honor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias del Estado por la Universidad del CEMA, Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella y coach certificado por la International Coach Federation. Ha trabajado en la transformación de organismos públicos y empresas. Actualmente es docente de Teoría Política, Ética, Comunicación, Metodología y administración en UADE y de Políticas Públicas en Maestría de ESEADE. También es conferencista y columnista en medios como Ámbito Financiero, Infoabe, La Prensa, entre otros.Síguelo en @triunfalibertad
Vista del puerto de Montevideo (Uruguay). EFE/Federico Anfitti
Un trabajo del año pasado en base a datos del Banco Mundial, muestra que Argentina fue el país que más tiempo estuvo en recesión entre 1961 y 2018, fueron 22 años de los 57 años considerados, seguido por la República Democrática del Congo; Zambia, Haití, Chad, Burundi y Guyana.
Este dato genera el disparador para remontarse a datos más antiguos en base a las estadísticas de la Fundación Norte y Sur. Si se toma desde 1880, el año en que se coincide en que se logra la consolidación nacional, hasta 2003 porque se pueden hacer cortes históricos que, como tales, pueden ser discutibles y para el debate, pero sirven para ubicar diferentes reglas de juego, se observa un claro período expansivo hasta 1916, que fue el período en que gobernó lo que se conoce como la generación del 80 o el Partido Autonomista Nacional.
Luego viene el corte entre 1916 y 1945 en que gobiernan radicales, militares y conservadores. El otro corte es el que corresponde a los dos primeros gobiernos de Perón y, luego de 1955 a 2003, que se lleva el podio con más tiempo en recesión.
Como puede verse en el cuadro precedente, el porcentaje de años en recesión va creciendo a los largo del siglo en estrecha relación con el abandono de las políticas que inspiraron la Constitución de 1853/60 y a medida que el Estado fue adquiriendo mayor intervención en la economía y el populismo fue tomando cada vez más fuerza.
Pero también se advierte que en la medida que la Argentina estuvo más abierta al mundo tuvo menos impactos recesivos y, por el contrario, en el período que fue al modelo de sustitución de importaciones por producción nacional, para “vivir con lo nuestro”, el tiempo de recesión aumenta, lo cual parece desmentir que una economía abierta al mundo es más frágil a los problemas internacionales.
En el gráfico precedente se puede ver con claridad como entre 1900 y mediados del siglo pasado, las exportaciones argentinas representaron entre el 2% y 3% del total mundial. A partir del momento que el país se cierra y pretende “vivir con lo nuestro”, esa participación baja hasta representar actualmente apenas 0,3% del total.
Obviamente la inseguridad jurídica, la falta de moneda, de crédito y el apuntar a un mercado interno hicieron que declinara la tasa de inversión en relación al PBI, y con ello la productividad y competitividad de la producción nacional con el resto del mundo.
La inversión es la clave del crecimiento económico
Durante el período de la generación del 80 la Inversión Bruta Interna Fija con relación al PBI se ubicaba en un piso del 20% y un techo del 40%, con años en que lo superó.
Luego, con la Gran Guerra se frena ese proceso, para recuperarse por un tiempo, pero posteriormente desciende a un rango del 10% al 20% del PBI.
La serie de tiempos revela que con la llegada del populismo y su inseguridad jurídica, más el cierre de la economía, la inversión bajó a la mitad, y paulatinamente comenzaron a subir sostenidamente los niveles de pobreza, indigencia y desocupación, con tasas de dos dígitos altos en el primer caso.
De lo todo lo anterior surge entonces que no es casualidad que el período de mayor crecimiento se haya registra durante la generación del 80, hoy tan atacada o ignorada por los progresistas y populistas que quieren esconder los valores republicanos liberales que imperaron en esos años, aun con sus defectos, pero que lograron transformar un desierto en un país próspero, al punto que en 1895 y 1896 Argentina tuvo el ingreso por habitante más alto del mundo, de acuerdo a los datos del proyecto Angus Maddison.
Obsérvese que con el viento a favor de la soja del 2003-2016 solo se logró crecer al 2,4% anual y tener una tasa de inversión que en el mejor momento llegó al 20% del PBI, el piso de tasa de inversión que lograron las condiciones institucionales que rigieron cuando imperaba la Constitución de 1853/60.
Es más, la tasa de crecimiento de la era K, con el viento a favor, solo alcanzó a la mitad de lo que se se registró entre 1880-1916 cuando rigió la república liberal que diseñó Juan Buatista Alberdi y llevaron a la práctica hombres como Julio Roca, Carlos Pellegrini, José Uriburu, Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña, por citar a algunos de ellos y sin olvidar a sus antecesores como Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda.Con el viento a favor de la soja del 2003-2016 solo se logró crecer al 2,4% anual y tener una tasa de inversión que en el mejor momento llegó al 20% del PBI (Reuters)
En síntesis, no solo Argentina batió récord de períodos de recesión entre 1961 y 2018 como muestra el primer gráfico, sino que la historia muestra que también batió récord de decadencia cuando se sustituyó la cultura del trabajo por la cultura de la dádiva y se decidió abandonar la incorporación al mundo y empezar a sustituir importaciones.
El camino para salir de la larga decadencia es muy claro. Lo que falta son políticos de la talla de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, Uriburu, Quintana, etc. que tuvieron estatura de estadistas y ninguno de ellos buscó la reelección, salvo Roca que fue dos veces presidente dejando pasar dos períodos antes de volver a asumir.
Es decir, fue una generación que se dedicó a construir un país y, desde hace décadas, tenemos políticos que se dedican a hacer un negocio de la política y a hacer tabla rasa con los principios republicanos de la Constitución de 1853/1860 para poder implementar el negocio de la política en base al populismo clientelar.
Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky