“Volver al futuro” o cómo se repite la misma telenovela económica

Por Aldo Abram. Publicado el 31/5/13 en http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=690964

Los gobiernos populistas son como las telenovelas. Cuando comienzan parecen diferentes a las anteriores que hemos visto. Algunos actores no son los mismos, se desarrollan en otros lugares o, incluso, en diferentes épocas; los protagonistas son de condiciones sociales distintas; pero, a medida que avanzan los capítulos, nos vamos dando cuenta de que el fondo del relato es igual. Pronto, más allá de las ocurrencias y parches de los autores para alargar la llegada del final, éste resulta más que previsible.Tras 10 años de kirchnerismo, la conclusión es que estamos viviendo un «deja vú o una especie de «Volver al futuro». Si miramos nuestra historia, podemos encontrar otros gobiernos cuya gestión se le parece más; pero, por eso, es más interesante compararla con otra década, la menemista. No importa si las políticas populistas son de izquierda o de derecha, todas tienen un mismo desarrollo, generan un inicial e insostenible auge de gasto y, después, un período en el que empiezan a llegar las «facturas» que inevitablemente habrá que pagar con un ajuste.

En 1991, el Plan de Convertibilidad llegó para recuperar la estabilidad, tras pasar una hiperinflación, por bastardear la moneda nacional para financiar excesos de erogaciones del sector público. La solución fue atar el peso al dólar y restringir al mínimo la posibilidad del Banco Central de transferirle recursos al Estado para que gaste. Sin embargo, el menemismo no dejaba de tener su impronta populista y, a pesar de haberse encorsetado, buscó otros caminos para alimentar el «hambre del Estado».

Consiguió recursos privatizando las empresas públicas que eran deficitarias y proveían pésimos servicios.

También, utilizaron el crédito y aunque es cierto que el sistema de capitalización bajaba los pasivos previsionales futuros, la deuda registrada (visible) de corto y mediano plazo se incrementó a pasos agigantados.

Lamentablemente, el exceso de gasto público basado en financiamiento externo terminó destruyendo el tipo de cambio real y quitándole competitividad al sector privado.

Todo esto derivó en un necesario ajuste a partir de la segunda mitad de 1998 y que quitó sustento político a quienes tuvieron que pagar la «fiesta». El resto es historia conocida.

Luego de la crisis que obligó a los argentinos a afrontar todas las facturas pendientes y ya en los inicios de un proceso de recuperación económica, en mayo de 2003, asume la presidencia el Dr. Néstor Kirchner. Con una visión peronista de izquierda «setentista», que bautizaron como «progresismo», empezó una nueva telenovela populista que asumimos distinta al «peronismo de derecha» de Menem. Empezamos una fiesta de gasto público y privado, financiado con los recursos de la reactivación y los que se les quitaba a los sectores beneficiados por un escenario internacional extraordinariamente favorable. También, nos consumimos el capital acumulado en los sectores de servicios públicos, en los que se incentivó una insuficiente e ineficiente inversión y mantenimiento, para subsidiar a los demandantes de esas prestaciones. Un ejemplo, hoy, visible del resultado de este desmán es el sector de la energía, donde los niveles de producción y de reservas han mermado fuertemente; pero, además, donde el estado de las redes de distribución es de una extrema fragilidad, ya que faltó hasta el mantenimiento mínimo necesario. Podemos sumar, la pérdida de rodeo ganadero y los menores niveles de cosecha de trigo en cien años para «priorizar la mesa de los argentinos», como otros botones para la muestra.

Si vemos el gráfico adjunto, no queda duda que el auge se acabó; ya que «el mundo no se está cayendo» y sólo estamos empezando a pagar las facturas de la «fiesta». La provisión de energía será cada vez más escasa e incierta, con niveles de subsidios y necesidades de importación crecientes. Lo mismo se observará en la calidad de las prestaciones de todos los otros servicios públicos «intervenidos» o estatizados por el gobierno. «Nada nuevo bajo el sol» para los que recordamos la década del ´80.

La necesidad de financiar los excesos de gasto público llevó a exprimir a más no poder al Banco Central. La primera consecuencia fue el fuerte aumento del impuesto inflacionario; pero, también, la merma del tipo de cambio real. Esto se agravó con el saqueo de las reservas internacionales, derivando en la pérdida de solvencia del BCRA que lo llevó a imponer el «cepo» a fines de 2011. A partir de allí, el gobierno se ha financiado devaluando fuertemente el peso; pero sin reconocerlo en el tipo de cambio oficial. El problema es que esta depreciación de la moneda nacional sí se refleja en la inflación y, por ende, en los costos de los productores. Por lo tanto, la pérdida de competitividad será mucho mayor a la que se venía observando antes del cepo.

Un ejemplo, la producción más eficiente de la Argentina, zona núcleo sojera. En el 2011, un productor recibía, descontadas sólo las retenciones, más de 60% del precio internacional. Este año, por la actual cosecha va a obtener, con suerte, alrededor de 40%. Cuando vea el resultado y se de cuenta que el cepo es equivalente a una retención creciente (en 2014 el porcentaje percibido estará más cerca de 30%), decidirá invertir menos en la próxima siembra. Por lo tanto, habrá menos rendimiento y producción. Si eso sucederá en el sector más competitivo de la economía, ¿qué le quedará a los que son relativamente menos eficientes?

Ya no quedan cajas para exprimir (más allá de parches como el blanqueo) que permitan darle impulso a la economía con un gasto público excesivo. El cepo se ha transformado en un corset cada vez más asfixiante para todos los productores de bienes exportables. La creciente inseguridad jurídica de un gobierno que se extralimita en el ejercicio del poder que fija la ley y la Constitución, ahuyenta a los inversores. Los próximos años habrá que pagar los costos de la fiesta K. Lástima que muchos se dieron cuenta tarde de que esta telenovela era igual a las anteriores. Nos hubiéramos ahorrado estos 10 años que, en definitiva, son el mismo relato de fracaso populista.

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .

 

Entrevista a Martín Krause sobre el dinero, la política monetaria y sus consecuencias:

Publicada el 31/5/13 en http://www.oroyfinanzas.com/2013/05/martin-krause-dinero-politica-monetaria-consecuencias/

 Les presentamos hoy a un invitado de excepción. Martín Krause es uno de los economistas argentinos más prestigiosos y reconocidos en la actualidad. Doctor en Ciencias Económicas y Administración de Empresas por la Universidad Católica de La Plata, don Martín es Catedrático de Economía y Derecho en la Universidad de Buenos Aires, enseñando Derecho e Historia del Pensamiento Económico en la Escuela de Economía de dicha Universidad.

Miembro y cultivador de la Teoría y práctica de la Escuela Austriaca de Economía, Martín Krause ostenta, entre otras distinciones, la de miembro de la Mont-Pèlerin Society, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de la Universidad de Buenos Aires y profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. En el pasado, fue Rector y jefe de investigación de la Escuela ESEADE. Ha sido acreedor de varios premios como el Eisenhower Fellowship en 1993 y el Premio de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires en 2007.

En esta entrevista concedida a Javier Santacruz Cano, Martín Krause expone su criterio acerca del concepto de dinero, la ordenación del mercado de dinero y sus instituciones. La competencia entre emisores de billetes de banco, un sistema de resolución de conflictos y derechos de propiedad claros son los puntos clave de la propuesta que nos hace el entrevistado.

Oroyfinanzas.com –Para usted, ¿qué es el dinero? ¿Qué papel juega el dinero en la sociedad de hoy?
El dinero es un medio de intercambio que facilita las transacciones superando el primitivo sistema del trueque. Sirve también como común denominador de los precios, facilitando el cálculo económico, y como reserva de valor. En esencia, el papel que hoy cumple en la sociedad no es diferente del que ha cumplido siempre, sólo que lo hace peor desde que ha sido controlado por el gobierno.

Oroyfinanzas.com –La existencia de un monopolio de emisión de moneda, ¿qué consecuencias tiene sobre la economía y especialmente sobre el valor del dinero?
Como con cualquier otro producto o servicio, la falta de competencia genera productos o servicios caros y de mala calidad. No es diferente con el dinero. Sólo puede haber un monopolio con el uso de la coerción por parte del gobierno, aunque aun así le resulta difícil sostenerlo y encontramos que los individuos huyen hacia otras monedas cuando la calidad de la moneda monopólica es particularmente mala. La oferta de moneda intenta ser monopólica, la demanda no lo es.

Oroyfinanzas.com – ¿Cree que la política monetaria que han seguido la mayoría de los bancos centrales ha contribuido a la generación de la crisis actual?
Por supuesto, es un caso típico de crisis como permite analizarlo la Teoría Austriaca del Ciclo Económico, originada en la manipulación de las tasas de interés por parte de la autoridad monetaria.

Oroyfinanzas.com – A su juicio, ¿qué aspectos deberían cambiar en la política monetaria? ¿Podría dar algún ejemplo concreto?

Lo que hay que cambiar es que no haya tal cosa como “política monetaria”. No hay nada peor que mezclar la moneda con la política, dejar a aquella en manos de éstos. La solución tiene que ser “institucional”, un sistema monetario distinto. Podría tener diferentes características pero si el origen del problema es el monopolio, cualquier sistema alternativo que supere esos problemas tendría que ofrecer la libertad de elegir moneda.

Oroyfinanzas.com – Los instrumentos de política monetaria como la Regla de Taylor ó, por el contrario, los modelos de equilibrio dinámico con curva de Phillips, ¿merecen una revisión ó todavía son válidos para instrumentar la política monetaria?

De nuevo, son válidos para instrumentar políticas monetarias más o menos devaluatorias (en general) del valor de la moneda. Un mercado de monedas no necesita otras reglas que el respeto al derecho de propiedad y su transferencia por medio de contratos.

Oroyfinanzas.com – Las sucesivas expansiones monetarias de los últimos años, ¿considera que van a terminar en un proceso inflacionario? ¿Qué medidas habría que tomar para frenar este hipotético caso?
Las políticas monetarias primero han engendrado la crisis, la recesión o depresión, luego políticas monetarias expansivas tratan de sacar al moribundo de ese estado casi terminal. A veces lo logran, pero no curan la enfermedad y el enfermo vuelve más tarde a caer. Toda solución, incluso una coyuntural de expandir la cantidad de moneda si aumenta su demanda en el corto plazo debería incluir un camino de reforma institucional hacia los objetivos planteados en la pregunta cuatro.

En otras palabras: ¿quieren emitir Euros? Háganlo. Pero al mismo tiempo que se remuevan todas las trabas y regulaciones para la realización de contratos en cualquier moneda (incluyendo los contratos laborales), existente o por crearse y las regulaciones que caen sobre el sistema bancario y financiero.

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

 

Sin sangre debido al capitalismo salvaje

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 30/5/13 en http://www.hoybolivia.com/Blog.php?IdBlog=39056&tit=sin_sangre_debido_al_capitalismo_salvaje

El insólito presidente venezolano –que justifica la importación de papel higiénico con cifras oficiales que demostrarían que sus súbditos comen más- durante un encuentro con trabajadores, leyó unos comentarios del Papa quien dijo: «Debemos recuperar el sentido directo de la gratuidad, de la solidaridad. Un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica del provecho a cualquier costo… sin mirar a las personas». De paso, propuso construir una espiritualidad sobre valores humanistas que, para él, son la violencia ya que anunció que creará las «Milicias Obreras Boliviarianas», con dos millones de personas armadas, para generar «respeto».

Según la Real Academia Española, capitalismo es el “régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza”. Así, en la URSS, por caso, si bien casi la totalidad de las empresas eran del Gobierno -el mayor “capitalista”- no dejaban de crearse a partir de los capitales aunque dirigidos y aportados por el Estado. Era un “capitalismo de Estado”. EE.UU. por su parte, es un sistema mixto, aunque con gran preponderancia del capital no gubernamental, privado.   

Ahora, el capitalismo del mercado natural surge espontáneamente, sin imposiciones coactivas, es decir, por simple acuerdo voluntario entre las partes que deciden solidariamente, juntarse o no e invertir o no, sus ahorros en distintas actividades de servicio a la comunidad para, de este modo, ganar dinero. En contraposición, el de Estado nace de la imposición coactiva (utilizando el monopolio estatal de la violencia) sobre el mercado: obtiene dinero por vía de impuestos, de imposición de moneda estatal de curso forzoso, estatiza empresas y demás y, en principio, por violento es un capitalismo salvaje.

Así, cuando se impone la violencia –siempre destructiva- estatal, despreciando a las personas, es cuando falla la solidaridad que caracteriza al mercado natural. En cuanto a las actividades “gratuitas” del Estado, se solventan por vía impositiva, coactiva, que recaen con más fuerza sobre los más pobres ya que las empresas los pagan subiendo precios o bajando salarios. Por el contrario, dentro del mercado natural existen muchas o­nGs, como Cáritas, que ofrecen caridad gratuita a millones.

Salvaje capitalismo se evidenció cuando el gobierno argentino decidió no pagar (estafar, realmente) a quiénes habían comprado sus bonos. El juez Thomas Griesa, razonablemente ordenó al gobierno pagar la deuda, fallo que de momento está apelado. Pero hete aquí que, otra empresa multi estatal, el FMI advirtió sobre los «riesgos» que significaría convalidar el fallo, lo que podría generar «problemas» en otros procesos de “reestructuración de deuda” (estafa) de otros Estados socios.

Como colofón del capitalismo salvaje, la Conferencia Episcopal venezolana señaló la escasez y la dificultad para importar vino, que se transforma en la “sangre de Cristo” durante la Misa. Sucede que Industrias Pomar, la fabricante del vino Ecclesia autorizado en Venezuela para la celebración de la Eucaristía, no puede garantizar la producción y distribución, por la falta de algunos insumos para embotellarlo debido a que, coactivamente, la aduana estatal impide el paso. A esto se suma la dificultad para la obtención de divisas, dada la prohibición coactiva del gobierno, por parte de los importadores para traer vino de misa de otros países. 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

 

DESENCUENTROS CERCANOS DEL FACEBOOK TIPO

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 26/5/13 en http://gzanotti.blogspot.com.ar/

En muy común ver en facebook enormes peleas sobre cuestiones personales, pero sobre todo políticas e ideológicas, que terminan en insultos, bloqueos, amistades rotas, etc.

No me refiero a la legímima defensa linguística o a la defensa de la vida personal cuando un loco nos agrede y nos insulta. Me refiero a los intentos de diálogo que terminan muchas veces muy mal.

 
Lejos de mí, por supuesto, despotricar contra facebook. Yo lo uso diariamente para funciones docentes, para expresar mis ideas, etc., y es una herramienta muy útil. Desaconsejo, por supuesto, el uso de facebook para cuestiones personales, pero no es el tema que hoy nos ocupa.
 
En el diagnóstico de lo que ocurre veo un caso típico de desconexión entre la vida y la filosofía. La filosofía, en este caso la filosofía del lenguaje, puede explicar mucho de lo que nos ocurre en esta nueva dimensión del mundo de la vida.
 
Ningún texto se entiende fuera de su contexto, y los contextos son amplios, pero, a su vez, limitados. En mis cursos de 1er año en Comunicación Social muchas veces mezclo, con lo que estoy diciendo, la siguiente expresión: “saquen una hoja”. No lo hago el primer día, sino meses después de que los alumnos me han comenzado a conocer. Luego de unos pocos segundos de vacilación, casi todos se ríen porque se dan cuenta de que es una broma. Yo les pregunto cómo se dieron cuenta de que era una broma, y en la respuesta se dan cuenta de la importancia del contexto implícito que da sentido al texto escrito o hablado.
 
En la interpretación de cualquier afirmación entran dos elementos centrales: el horizonte (Gadamer) desde el cual es dicho y los juegos de lenguaje (Wittgenstein) que lo acompañan. Ello implica, desde luego, todo el conjunto de actos del habla correspondientes, donde está la intención del hablante. Y desde el otro lado, en el destinatario, los mismos elementos, por supuesto. Todo ello conforma el famoso “sentido”, “lo” que se quiere decir, donde se entrecruzan lo que Eco llamó la intención del autor y la intención del lector. Todo ello es el delicado juego de interpretación de un mensaje, que entran también en aquellos cuyo significado suponemos evidente porque todo lo anterior se presupone fácilmente, esto es, lo que equivocadamente llamamos “hechos”.
 
Las personas se resisten a que la filosofía es en serio. Creen que las cuestiones filosóficas no los tocan, pero sí, comprometen de raíz toda nuestra vida. Me pasó una vez tener una delicada discusión con alguien que sabía todo aquello a lo que me he referido. Pero cuando todo ello lo tocó de forma tal que ponía en duda lo que él estaba diciendo, se olvidó de toda su filosofía y afirmó rotundamente “los hechos son los hechos”. Ok, no todos tienen porque saber -como la ignorancia filosófica de Víctor Hugo Morales-  ni la analogía del ente en Santo Tomás de Aquino o los aspectos diversos de la esencia en Ideas I de Edmund Husserl, pero nunca me voy a olvidar de mi amigo, olvidado de toda su formación y convertido en un positivista fáctico militante cuando la delicada cuestión de la interpretación afectaba a su apasionada posición.
 
Pues bien: las agrias discusiones en facebook, sus casi tragicómicos finales, tienen este origen. Casi todos –y me incluyo no retóricamente, pues he tenido mis malos días- creemos que podemos entender lo que un desconocido dice con sólo leer el mensaje, olvidando el mundo desde donde está dicho. “Cómo puede ser que digas que…..”; “…no entiendo cómo decís que….”; “no puedo creer lo que estoy leyendo”, “demente”, “corrupto”, “mala persona”; “traidor”, etc., son los finales de esas tristes discusiones donde en poco espacio se quieren solucionar “totalmente” temas como la existencia de Dios, el evolucionismo, el cristianismo, la Iglesia, la inmortalidad del alma y del cangrejo y, por supuesto, las cuestiones políticas y sociales. Y tratar de poner un límite al debate parece imposible. Si contestas, porque contestas; si no contestas, porque no contestas; si contestas poco, está mal porque es poco; si contestas mucho, está mal porque es mucho; si remites a un texto, eres un soberbio; si pretendes explicar, no pretendas enseñarme; si callas, el otro te sigue insultando varios días. Por lo demás, se pueden ver todo tipo de psicopatías, obsesiones compulsivas y demencias diversas, más o menos como pirañas gigantes apenas uno se sumerge en el océano infinito de facebook, después de lo cual uno prefiere la casi falta de oxígeno de 8000 m de altura por lo menos.
 
Nada de esto me hará renunciar al uso docente y político que doy a facebook. Y menos aún debería yo caer como desprevenido en todo esto cuanto ya lo sé. Las veces que he caído en este juego absurdo muestran que, a pesar de haber creado el grupo de marcianos unidos etc, soy tan humano como cualquiera. Pero ahora, desde también esa misma humanidad, les pregunto a todos, no con respecto a mí, pero sí con respecto a nuestras pretensiones de comprensión total (dije “total”): ¿qué pretendemos? ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Qué nuevos dioses de qué Olimpo suponemos que somos? Excepto que quienes me lean sean los psicópatas que abundan en facebook, les digo a todos nosotros, neuróticos woodyallinescos limitados y anti-heroicos: cortémosla con la pretensión de juzgar al otro como si fuéramos Dios, que para colmo, pudiendo juzgar, está abierto al perdón. Yo seguiré usando facebook, pero advierto a todos: consciente de sus límites. Lo gracioso es que subiré esto a facebook donde, tal vez, genere un sin fin de malentendidos…
 

Gabriel J. Zanotti es Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA).  Es profesor full time de la Universidad Austral y en ESEADE es Es Profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.

 

25 de mayo de un país disfuncional

Por José Benegas. Publicado en http://opinion.infobae.com/jose-benegas/2013/05/26/el-25-de-mayo-de-un-pais-disfuncional/

Pudimos ver el 25 de mayo el significado real de la referencia a una “década ganada” con la que el kirchnerismo define su paso por el poder. La fecha que celebra un acontecimiento nacional se utilizó para un acto partidario con las acostumbradas fantasías y autosobreseimientos que se conocen como “el relato”. Los que ganaron la década saben que los demás la perdimos, por eso que no hicieron otra cosa que convocar a empleados, proveedores y clientes de su sistema y excluirnos a todos los demás.

Demuestran con esa actitud su plena consciencia de que si ganaron la década fue a costa de todos los demás.

Lo que nos muestra el espectáculo que el kirchnerismo nos ofrece al borde del abismo es el rompimiento de vínculos sociales generales. Es la liberación que ellos ven como heroica de toda responsabilidad de ese poder que ostentan derivado de una legalidad que nos debería amparar a todos. Significa dar muerte a la legitimidad en función de la oportunidad que la legitimidad ofreció.

El negocio durará mientras fuera del oficialismo se tenga una visión autoritaria y opresiva de la idea de democracia como poder ilimitado de quien se impuso en las urnas. Si a esta privatización de los fines de la autoridad constituida se le sigue reconociendo justificación por un día en el que se realizaron unas elecciones, asimilando la asunción de un gobierno electo a la unción de un Nerón, entonces habrá que aguantársela o unirse a ellos.

Desde fuera del kirchnerismo se sigue compartiendo la posición de la mujer golpeada que permanece en el hogar en el que se dan las hostilidades. Que se queja y hasta denuncia, pero no cree que sea legítimo romper el pacto que no existe porque ya ha sido roto por el violento. Como el caballo que cree que sigue atado al palenque aunque las riendas estén sueltas.

Gobiernan para ellos y festejan el botín en nuestra cara. Al identificarse con el todo, decretan directamente nuestra inexistencia, pero existimos con toda claridad a la hora de pagar sus fiestas. No quieren deshacerse de nosotros, como el golpeador no tiene interés en deshacerse de su víctima.

Cuando se los critica, se llama a otra forma de convivir o se reclama que no se siga robando ni mintiendo, el aparato estatal tilda al disconforme de enemigo. Es decir nos coloca la supuesta legalidad en un vínculo con ella similar al que John Locke describía como “estado de guerra”.

Es entonces cuando viene la estocada final de esta perversión. Repasemos lo que ha pasado con todos, desde Mirtha Legrand, al campo, Clarín, Blumberg o cualquiera de los demás enemigos señalados del gobierno; esto es la deslegitimación de la víctima y el denunciante por medio de una segunda línea del aparato de propaganda: la de los neutrales que se dicen a sí mismos los serios. Unos que no denuncian al gobierno, por lo tanto tampoco lo padecen, porque denunciarlos sería ser enemigos (dado que las alternativas han sido reducidas a eso) y ellos quieren mostrarse “serios”. Los serios serán el estilete con el que se terminará de asesinar la reputación de los enemigos. No sólo serán atacados por el gobierno, sino también por la seriedad bienpensante, lo que los deja sin posición legítima alguna que puedan exhibir después de haber sido puestos a la parrilla.

El gobierno faccioso y autoritario produce este panorama sumamente patológico: agrede, explica las reacciones como enemistad y obtiene la colaboración de un ejército de tibios que para estar en el medio evitarán las críticas y demostrarán su neutralidad asimilando crítica o el ejercicio de la defensa a una hostilidad y ceguera que sólo cabe asignar al gobierno.

Así pasan de a poco a convertirse en marcados y muertos civiles cada uno de los elegidos, de la mano de los que repiten cosas como “no estoy ni con Clarín ni con el gobierno”, “acá hay una pelea en la que no tengo nada que ver”.

O si no su variante más miserable: “no hay que hacerle el juego a la derecha”, lo que es lo mismo que decir “hay que mentir para que no ganen los otros” o “que no se sepa así podemos seguir siendo de izquierda”. Todos perciben que el poder y su liturgia es un lugar de privilegio y que lo perderán si dejan correr la verdad así como así sin censura o autocensura.

El kirchnerismo es enfermo, pero deja también una sociedad profundamente enferma. Eso es lo que hemos ganado.

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.

LIBRECAMBIO Y SENTIDO COMÚN

Por Alberto Benegas Lynch (h).

Estamos otra vez en plena época del mercantilismo que irrumpió en el siglo XVII en el que se destacaba la manía por la acumulación de dinero en el comercio exterior, los balances comerciales “favorables”, todo en el contexto de lo que luego se bautizó como el Dogma Montaigne.

 Se ha perdido nuevamente la brújula de la economía puesto que en general se piensa que la gracia del comercio internacional consiste en maximizar los saldos de caja sin percatarse que, al igual que una empresa, lo relevante es el patrimonio neto y no los índices de liquidez como objetivo. Si se exporta por valor de cien y en el viaje el producto exportado se deteriora con lo que se puede comprar en el exterior (importar) solamente por valor de cincuenta, el balance comercial es “favorable” pero sin embargo se ha producido una pérdida evidente.

 Lo ideal para un país es comprar todo lo que se necesita del exterior y no vender nada, con lo cual los extranjeros estarían obsequiando sus productos. Para una persona es lo mismo, lo ideal sería poder comprar y comprar sin vender nada, pero y a bastante dificultoso se hace que nos regalen para nuestro cumpleaños para pretender que el prójimo nos regale todo el tiempo todo lo que necesitamos. Entonces, no hay más remedio que vender para poder comprar ya sea a nivel individual o grupal: en este último caso decimos que el costo de las importaciones son las exportaciones.

 Por esto es que el balance comercial es irrelevante, lo importante es el balance de pagos que, en un mercado abierto, está siempre equilibrado debido a las entradas y salidas de capital. Exportación e importación son dos caras del mismo proceso. Al exportar entran divisas con lo que el tipo de cambio se modifica incrementando el valor de la moneda local frente a la extranjera que queda depreciada. Esta depreciación hace que se torne más barato importar que al proceder en consecuencia sucede el fenómeno inverso, es decir, se aprecia la divisa extranjera y se deprecia la local con lo que se estimulan las exportaciones y así sucesivamente.

 Sostener que se debe “vivir con lo nuestro” constituye un desatino superlativo puesto que, además de retrotraernos a la autarquía de la cavernas, supone que se puede exportar sin importar, lo que naturalmente hace que el tipo de cambio refleje depreciaciones astronómicas de la divisa extranjera lo cual, paradójicamente, bloquea las mismas exportaciones (los costos de los bienes se elevan) ya que no se permite la válvula de escape de las importaciones que, precisamente, harán posible exportar.

 Desde luego que los aranceles y tarifas dificultan el mencionado proceso abierto así como también las manipulaciones en el tipo de cambio que necesariamente debe ser libre al efecto de que funcione el antedicho mecanismo regulador y también se distorsiona cuando irrumpe la deuda pública externa que simula entrada de capitales lo que afecta el balance de pagos artificialmente.

 El Dogma Montaigne se traduce en nuestro caso en que el que vende se enriquece a costa del comprador puesto que incrementa su saldo de caja sin prestar atención al lado no-monetario de la transacción que es lo que le permite mejorar su situación al comprador que precisamente compró debido a que estima en más el bien recibido que la suma monetaria que entregó a cambio. Ambas partes se benefician debido a la valorización cruzada del dinero y del bien en cuestión.

 Desde la perspectiva de la sociedad abierta, las naciones se constituyen al solo efecto de evitar los enormes riesgos de concentración de poder de un gobierno universal, por ello el planeta está fraccionado en naciones y éstas a su vez en provincias y en municipios para diluir y mitigar los efectos del poder concentrado. Pero de allí a tomarse seriamente las fronteras como si fueran alambrados culturales hay un salto lógico inaceptable.

 Los aranceles siempre significan mayor erogación por unidad de producto, es decir, menor productividad y, por ende, menor cantidad de productos que a su vez significan menor nivel de vida puesto que la lista de los bienes se reduce respecto de lo que hubieran sido de no haber mediado el arancel.

 Entonces, en mal llamado “proteccionismo” en verdad desprotege a los consumidores y solo significa una pantalla para cubrir privilegios de empresarios ineficientes. La alegada protección a “la industria incipiente” se basa en premisas erróneas puesto que supone aranceles transitorios para permitir que la industria madure, sin ver que si la empresa necesita un período antes de ser competitiva son los mismos empresarios los que deben absorber los costos y no trasladárselos sobre las espaldas de los consumidores. Como en cualquier evaluación de proyectos, no siempre las ganancias comienzan en el momento uno sino que requieren de tiempo, para lo cual se buscan fondos en el mercado al efecto de financiar el período necesario, transcurrido el cual los beneficios más que compensarán los quebrantos. Si los recursos no se obtuvieran en el mercado, es por uno de dos motivos: o el proyecto no es rentable, o siendo rentable hay otros que merecen atención prioritaria y como todo no puede hacerse al mismo tiempo debido a que los recursos son limitados, el proyecto en cuestión debe postergarse o darse de baja por ineficiente.

 Por esta especie de esquizofrenia del balance comercial es que Jaques Rueff en The Balance of Payments afirma que “no dudaría en recomendar la eliminación de las estadísticas del comercio exterior” debido a la permanente tentación de los gobernantes de intervenir con lo que inexorablemente generan las antedichas distorsiones.

 Respecto al tema laboral, se piensa equivocadamente que la completa eliminación de aranceles provocará desempleo. Muy por el contrario, la desaparición de las trabas al comercio exterior libera trabajo para desempeñarse en otras tareas inconcebibles hasta el momento puesto que estaba esterilizado en otras faenas. Esto es lo que ocurrió con el hombre de la barra de hielo cuando apareció el refrigerador o con el fogonero cuando se fabricó la locomotora diesel. Los recursos son limitados y las necesidades son ilimitadas, el recurso por excelencia es el trabajo puesto que no se concibe la producción de ningún bien ni la prestación de ningún servicio sin su concurso. En competencia a las empresas les interesa la capacitación de futuro personal para poder sacar partida de nuevos productos en el mercado. La eliminación de aranceles tiene el mismo efecto que el descubrimiento de un procedimiento más productivo: reduce la inversión por unidad de producto con lo que se hacen posibles más productos. La tragedia de la desocupación se debe a la legislación laboral y no a la mayor productividad que eleva salarios e ingresos en términos reales debido a las mayores tasas de capitalización que la eficiencia permite.

 Se ha sostenido que los aranceles puedan justificarse cuando se hace dumping, lo cual tampoco es cierto. El dumping es venta bajo el costo, situación que puede significar simplemente un quebranto impuesto al empresario debido a las condiciones de mercado, o puede ocurrir deliberadamente como política comercial con la idea de incrementar la tajada en el mercado. Si es lo primero no hay nada que comentar, si es lo segundo deben tenerse en cuenta los anticuerpos del propio mercado.

 Dichos anticuerpos consisten en que los competidores compran al precio de dumping y revenden al precio de mercado, y si no lo pudieran hacer debido a que, por ejemplo, se trata de un producto a medida como las turbinas de cierto avión los competidores esperarán a que el que hace dumping agote su stock para luego seguir en la misma situación anterior. Este tema es una típica pregunta de examen puesto que habitualmente el estudiante asume que la venta de quien hace dumping es mayor de la del propio ejemplo. Si fuera mayor la situación es distinta puesto que el empresario en cuestión deberá expandir sus instalaciones para cumplir con la demanda total a ese precio, lo cual significa un precio de liquidación que beneficia a los consumidores. Pero ni bien el empresario del dumping pretenda restringir su producción para sacar ventaja de su posición en el mercado aparecerán competidores que venderán las diferencias para satisfacer la demanda o, como queda dicho, comprarán al empresario del dumping para el consiguiente arbitraje.

 Todo lo dicho no toma en cuenta que muchas veces cuando se alega dumping no se verifican los libros contables del que se dice lo práctica y es meramente una excusa para defenderse de productores más eficientes. Por otra parte, debe subrayarse que si en un país se practica dumping al exterior con el apoyo gubernamental es ese país el perjudicado y, como ha enfatizado Milton Friedman, el resto del mundo es beneficiado equivalente a la situación en la que decidiera regalarle sus productos al extranjero lo cual es un motivo para celebrar en el extranjero.

 A veces las argumentaciones resultan tragicómicas como cuando se dice que se imponen aranceles “en reciprocidad” por los establecidos por otros. Este peculiar razonamiento se traduce en que porque el país receptor se perjudicó porque sus ventas son bloqueadas en el exterior, “en represalia” duplican el perjuicio aumentado los costos de los bienes que importa. ¡Vaya represalia!

 El librecambio tiene mala prensa no solo por las incomprensiones mencionadas sino debido a que de tanto en tanto se han impuesto llamadas “aperturas” manejando los aranceles como una política de chantaje con la idea de que bajen los precios internos los cuales se elevan debido a las inflaciones internas con lo que las políticas se traducen en una estructura arancelaria en forma de serrucho que provoca cuellos de botella insalvables entre las industrias finales y sus respectivos insumos, al tiempo que se manipula el tipo de cambo con alquimias inauditas y se incrementa la deuda estatal que, como se ha señalado, interfiere en el balance de pagos permitiendo importaciones y viajes al exterior que la situación económica no hace posible.

 Se suelen generar interminables debates tan insustanciales como impropios sobre posibles devaluaciones, sin la más mínima sospecha de que el precio de la divisa extranjera frente a la moneda local depende de las cantidades ofrecidas y demandadas lo cual resultará en el tipo de cambio de mercado en el que no habrán faltantes ni sobrantes, situación que no depende de voluntarismos de ningún megalómano. En el mismo error garrafal caen los burócratas (y algunos empresarios y sindicalistas malinformados) a través del tristemente célebre espectáculo del “acuerdo de precios”, como si éstos indicadores fueran consecuencia de decisiones independientemente de lo ofrecido y demandado en cada reglón. Si lo acordado es más bajo que el precio de mercado habrán faltantes y si es más alto habrán sobrantes, esto resulta inexorable.

 Se dice que las integraciones regionales constituyen un primer paso para la liberación al mundo pero este “primer paso” lleva siglos ya que los economistas clásicos refutaron las tesis mercantilistas en el siglo XIII. Es increíble que las tecnologías hayan reducido notablemente los costos de transporte desde la época de las carretas y ahora resulta que al llegar la mercadería a la aduana se revierten décadas y décadas, como si esas reducciones colosales no hubieran tenido lugar. Es como ha dicho irónicamente el decimonónico Bastiat para ridiculizar al mal llamado proteccionismo, “los productores de velas debe aconsejar el tapiar todas las ventanas para protegerse de la competencia desleal del sol”. Comprar barato es de sentido común, pero las xenofobias no ayudan a la comprensión de este precepto básico para prosperar. Es como reza el conocido dictum de Voltaire “el sentido común es el menos común de los sentidos”.

 Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.

Kirchnerismo: balance de una década

Por Enrique Edmundo Aguilar. Publicado el 22/5/13 en http://www.elimparcial.es/america/kirchnerismo-balance-de-una-decada-123298.html

  El 25 de mayo se cumplirán diez años desde que Néstor Kirchner asumiera el gobierno habiendo obtenido apenas el 22 % de los votos. De entonces acá, nadie podría negar su capacidad para construir un poder inmenso, cuya acumulación fue paralela a un incremento patrimonial no menos notable que motivó en su momento una causa judicial dejada sin efecto, como era de esperar, por un juez acólito.

Dinero y poder: una alianza históricamente sospechada que, en el caso que nos ocupa, se cimienta sobre una estructura de corrupción que el crecimiento “a tasas chinas” de los primeros años, el precio de los commodities y la indiferencia de muchos mantuvieron semioculta sin que las denuncias del periodismo independiente la hubieran mínimamente debilitado.

A Néstor le sucedió su esposa, Cristina, que hoy, al promediar su segundo mandato, navega por aguas turbulentas. ¿Cómo ensayar un breve balance de esta década con la objetividad que sería deseable? Acontecimientos que son de dominio público y que tienen que ver, precisamente, con escándalos de corrupción dignos de película que comprometen los dos momentos nominales de esta era, el “kirchnerista” propiamente dicho y el “cristinista”, hacen difícil para más de un observador la tarea de rescatar logros, que los hubo (por ejemplo en materia de política social), alcanzados a tan alto costo y recurriendo incluso a métodos en un todo reñidos con la teoría y la práctica constitucionales.

Quizá, cuando los historiadores juzguen el día de mañana lo sucedido durante estos años, podrán identificar otros tantos elementos positivos que sirvan para emitir un juicio ecuánime y aun más benevolente que el que ahora prevalece dentro y fuera del país. Es que, con excepción de lo que pueda decirse en países amigos, como Venezuela o Irán, parece evidente que el grueso de la comunidad internacional participa de una desfavorable opinión hacia Cristina en particular pero también, en general, hacia el régimen político que ella misma y su difunto marido encarnaron. Un régimen que hizo caso omiso de compromisos internacionales, que se arroga el derecho de impartir al mundo lecciones de economía al tiempo que falsifica los índices de inflación y que a estas horas nos desayuna con un blanqueo de capitales mal habidos mientras la emprende vorazmente contra la propiedad de ciudadanos honestos y trabajadores.

Al poskirchnerismo le espera desarmar un enorme aparato clientelista y el montaje de una hegemonía política y cultural construida sin escrúpulos. Además, deberá ordenar la economía, restablecer la confianza de los ciudadanos y erigir de nuevo instituciones reducidas a escombros en nombre de un solo relato y una sucesión de caprichos. Menuda tarea, que es proporcional al daño infligido durante diez años.

 Enrique Edmundo Aguilar es Doctor en Ciencias Políticas. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la UCA y Director, en esta misma casa de estudios, del Doctorado en Ciencias Políticas. Profesor titular de teoría política en UCA, UCEMA, Universidad Austral y FLACSO,  es profesor de ESEADE y miembro del consejo editorial y de referato de su revista RIIM.

 

¿Mas hijos o mas de otras cosas?

Por Pablo Guido. Publicado el 28/5/13 en http://chh.ufm.edu/blogchh/

El Papa Francisco, según las noticias, habría criticado a quienes no tienen más hijos por no renunciar a las vacaciones, a una mejor casa o un mayor bienestar material. Critico, asi, la “cultura de la comodidad” y la “cultura del bienestar”.  Siendo el jefe de la Iglesia Catolica no es sorpresivo que afirme tal cosa, porque no es la primera vez que un Papa hace estas afirmaciones. Sin embargo, no es una buena estrategia de captación o mantenimiento de sus fieles dentro de la misma Iglesia. La razón de lo que digo es que hoy día la mayoría de las parejas en los países desarrollados, y también las personas que habitan en los países en “vías de desarrollo” ya que cada vez más van mejorando su situación económica, no tienen más de uno o dos hijos. Y la causa de esta decisión muchas veces, como critica el Papa, es económica: los padres tienen que decidir entre tener más hijos o acceder a más bienes y servicios. A los hijos hay que alimentarlos, proveerles en lo posible de educacion, vestirlos, etc. Decidir tener menos hijos incluye, obviamente, que los pocos hijos que hoy tienen también accedan a una mejor educación, mejores condiciones sanitarias, vacaciones, etc. ¿es inmoral querer que los hijos puedan acceder a mejores y más bienes y servicios? ¿es inmoral, llegado el caso, que los padres quieran tener vacaciones y un mejor automóvil? En realidad, la manera en que las parejas puedan decidir hoy a tener mas hijos seria que su nivel de ingresos se incrementara, lo cual hace necesario una mayor producción y, por ende, mayores inversiones. ¿no sería más adecuado que el Papa se refiriera a la necesidad de crear las condiciones institucionales, por parte de los gobiernos, para que la gente pudiera ser mas rica y asi poder tener mas hijos?  

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.

 

10 años de destrucción económica e institucional

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/5/13 en http://economiaparatodos.net/10-anos-de-destruccion-economica-e-institucional/

 Si la crisis del 2001/2002 fue una explosión que conmovió a la sociedad, estos diez años de kirchnerismo se caracterizaron por ser una constante, metódica y diaria destrucción del sistema republicano y de la economía.

Si la crisis del 2001/2002 fue una explosión que conmovió a la sociedad, estos diez años de kirchnerismo se caracterizaron por ser una constante, metódica y diaria destrucción del sistema republicano y de la economía.

¿Cómo pudimos llegar a tal grado de degradación económica e institucional? En mi opinión hubo una combinación de suerte para los Kirchner, indiferencia de la gente, buena parte de un periodismo complaciente e irresponsabilidad de buena parte de la dirigencia política opositora.

La suerte de los Kirchner fue encontrarse con un precio de la soja que duplicaba el precio promedio que tuvo De la Rúa, que les permitió obtener recursos fiscales que no tuvo el derrocado dirigente radical. No voy a hacer la defensa de De la Rúa porque cometió muchos errores, los que dejé por escrito en mis artículos de aquella época, pero es obvio que si De la Rúa hubiese tenido los precios de la soja que tuvo el matrimonio tal vez hubiese llegado al fin de su mandato.

Por otro lado, la brutal forma en que Duhalde salió de la convertibilidad le dejó a Kirchner un tipo de cambio real muy alto, lo cual le permitió iniciar un proceso de sustitución de importaciones sin necesidad de obtener más inversiones. Solo había que pasarle el plumero a las máquinas que estaban sin funcionar, comprar materias primas y otorgar algunas horas extras para empezar a producir. No hubo crecimiento en todos estos años, hubo reactivación, que no fue otra cosa que poner en funcionamiento una capacidad instalada que no estaba funcionando.

Pero ojo que el kirchnerismo no se valió solamente del precio de la soja y del tipo de cambio alto para impulsar una artificial fiesta de consumo. En su proyecto de poder hegemónico fue destruyendo el stock de capital acumulado para mantener feliz a la gente con más consumo. El kirchnerismo destruyó el sistema energético, el transporte público, las rutas, el stock ganadero, nuestros ahorros en las AFJP y la moneda. Seguramente me debe quedar algo en el tintero.

¿Por qué pudo destruir tanto? Porque guste o no la gente estaba feliz comprando televisores, celulares, electrodomésticos y todo tipo de bienes gracias a que el gobierno impulsaba el consumo artificial consumiendo el stock de capital.

Hasta aquí uno podría decir que es normal que la gente no tenga por qué saber cómo se financia el consumo artificial. Es decir, así como en los 90 se decía que las privatizaciones era como vender las joyas de la abuela, en la era k el consumo de stock de capital fue como dilapidar la herencia de la tía, pero la gente no lo sabía o no le importaba. Podía consumir.

Con una lectura muy clara del comportamiento de la mayoría de la oposición, el matrimonio dijo: quieren fiesta de consumo, les damos fiesta de consumo y mientras tanto nos cargamos la república, que en última instancia es lo que nos interesa. El poder absoluto. Cuanta más borrachera de consumo artificial, mejor porque la gente no va a ver ni la destrucción del orden republicano ni los casos de corrupción que hoy brotan como hongos. ¿Por qué hoy la gente hoy se indigna con la corrupción y no se indignó antes? Porque hoy el modelo económico flaquea, la inflación destroza el nivel de vida de la población y el miedo a perder el trabajo ya es palpable.

Si uno ve la trayectoria de los Kirchner, se encuentra con que en 1976 se fueron al sur. En 1987 Néstor Kirchner es elegido intendente de Río Gallegos, luego gobernador y posteriormente presidente. Es muy raro que dos jóvenes abogados hayan hecho una fortuna en tan poco tiempo. Puede ser, pero no es lo común que dos jóvenes profesionales logren acumular un importante capital, como el que declara el matrimonio. Si uno hace cuentas, estuvieron solo 10 años en la actividad privada y 26 en la función pública. Cae de maduro que, si un funcionario es honesto, resulta sospechoso que pueda acumular fortunas durante la función pública.

Como al pasar, me pregunto: ¿no sabía Duhalde quienes eran los Kirchner cuando en 2003 eligió a Néstor para apoyarlo como su delfín para la presidencia?

También como al pasar, me pregunto: ¿dónde estaban la mayoría de los medios y periodistas que hoy se desgarran las vestiduras ante la corrupción y la destrucción de la república? Hay cosas que no hace falta ver para saber que existen. Y hay cosas que no hace falta que avancen para saber cómo van a terminar.

Pueden revisar este portal y encontrarán notas mías advirtiendo sobre la importancia de las instituciones. Argumentando que el que tiene la mayor cantidad de votos y llega al poder, se le delega el monopolio de la fuerza para que defienda el derecho a la vida, la propiedad y la libertad de las personas. Y que aquél que llega al poder con el voto y luego usa el poder para avasallar esos derechos se levantan contra la constitución pero, sobre todo, contra los derechos individuales.

Obviamente, hablar de instituciones y del errado rumbo económico que se estaba siguiendo en los años de fiesta de consumo era como hablar en el desierto. Nadie escucha cuando está emborrachado de consumo. Y así estaba la gente. Los Kirchner tuvieron la habilidad de emborrachar a la gente con un consumo artificial, aún a costa de destruir su sistema económico, para ir acaparando poder. Hicieron lo que puede hacer un habilidoso ladrón o ladrona. Drogan a la gente con algo en su casa para luego robarles. Eso es el kirchnerismo. Drogaron a la gente con consumo artificial y les robaron la república y destruyeron la economía.

Ahora la gente parece haber despertado de la droga del consumo y empieza a ver el desastre que dejó el matrimonio. A tal punto llegaron que la preocupación llega hasta temer por las libertades individuales más elementarles. Pero ahora es tarde. Porque tienen el monopolio de la fuerza y van a destruir todo lo que tengan que destruir con tal de intentar retener el poder como sea. Luego se verá. Y si no logran retener el poder más allá del 2015, dejarán tierra arrasada. Que se arregle el que venga.

Inflación descontrolada, ausencia de inversiones, fuga de capitales, destrucción de la moneda, déficit fiscal a pesar de la carga tributaria asfixiante a que se somete a los que trabajan en blanco y demolición de la infraestructura son algunos de los destrozos económicos del kirchnerismo.

La destrucción institucional era el objetivo último del matrimonio para tener el poder hegemónico y, en todo caso, no tener que responder ante la justicia por los escándalos de corrupción.

Nunca hubo un plan económico consistente, solo la subordinación de la política económica a sus ambiciones de poder. Y esto es lo que hoy le está fallando al oficialismo. Resto para seguir emborrachando a la gente con la fiesta de consumo mientras se roban la república y esconder los escándalos de corrupción.

Desde mi punto de vista, queda una primera instancia decisiva para saber si vamos de cabeza a una dictadura disfrazada de democracia o tenemos la oportunidad de revertir el proceso. Esa instancia decisiva es que la Corte Suprema de Justicia le ponga un límite al gobierno en su  proyecto de reforma de la justicia. Si eso se frena, entonces viene la segunda parte. Lograr que en las elecciones de octubre el oficialismo tenga una derrota categórica, para evitar que el Congreso siga siendo una simple mesa de entradas en la que se votan las leyes según los caprichos del momento de la presidente.

Si se dan esas dos condiciones: la Corte Suprema frenando el ataque a la justicia por parte del gobierno y luego quitarles el control del Congreso, entonces podemos empezar a pensar como reconstruir el país luego del incendio económico e institucional que ha hecho el kirchnerismo en estos 10 años. Primero apagar el incendio y luego ver cómo se reconstruye todo lo que destruyeron.

El tiempo es un bien escaso. No se puede comprar, ni alquilar ni pedir prestado. El tiempo que se pierde, se pierde irremediablemente. Nos han robado 10 años de nuestras vidas. Demasiado para lo que vive un ser humano.

Esperemos que la Corte Suprema ponga un primer límite. Luego la gente de un categórico castigo en las urnas en octubre y, como deseo fina, cuando recuperemos algo de la república, establecer un Nuremberg de la corrupción y el avasallamiento de las instituciones para que ningún político se anime en el futuro a destruir un país como lo hizo en estos 10 años el kirchnerismo. 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA)y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

 

El hombre olvidado

Por Adrián Ravier. Publicado el 29/5/13 en http://opinion.infobae.com/adrian-ravier/2013/05/29/el-hombre-olvidado/

Yo, el lápiz de Leonard Read o El uso del conocimiento en la sociedad de Friedrich Hayek se han constituido en clásicos de la literatura económica por su claridad conceptual y su validez universal. “El hombre olvidado” de William Graham Sumner también es un clásico, pero para los lectores de habla hispana es menos conocido. El artículo fue escrito en 1883 y luego publicado por Yale University Press en 1925. Libertas, la revista académica de ESEADE con base en Argentina, lo publicó por primera vez en español en 1997.

Este artículo no intenta ser original en ningún sentido. Sólo intentamos tentar al lector a leer un artículo que entendemos debiera
ser parte de la formación económica y política de todos los jóvenes profesionales y de los hacedores de políticas públicas. Dice el autor:

“La mayoría de los proyectos filantrópicos o humanitarios se ajustan al siguiente esquema: A y B se reúnen para decidir lo que C debe hacer por el bien de D. Todos los esquemas de este tipo están viciados radicalmente, desde el punto de vista sociológico, por el hecho de que a C no se le permite opinar acerca del asunto, y de que su posición, su carácter y sus intereses, así como los efectos que se producirán sobre la sociedad por su conducto, se pasan totalmente por alto. C es lo que yo llamo el Hombre Olvidado.

Consideremos el caso del salario mínimo. Los sindicatos (A) presionan para elevar el salario. El gobierno (B) accede. Los beneficiarios (D) son algunos trabajadores que verán aumentar sus salarios. Sin embargo, un análisis simple de oferta y demanda del mercado laboral nos permite comprender que algunos trabajadores que en ausencia de la legislación hubieran logrado establecer contratos voluntarios de trabajo con los empresarios, por salarios inferior al mínimo establecido, quedan ahora desempleados. Los hombres olvidados (C) son aquellos empresarios y fundamentalmente aquellos trabajadores que en estas circunstancias quedan al margen del trabajo formal.

Veamos otro ejemplo. A es el gobierno americano. B es la Reserva Federal de los Estados Unidos. D son las decenas de empresas americanas que durante la crisis de 2008 eran “demasiado grandes para caer”. ¿Quién es C? Si tomamos en cuenta que A decidió ayudar a D con los planes de estímulo financiados con los impuestos, C son los contribuyentes americanos. Si tomamos en cuenta que B para ayudar a D decidió duplicar la cantidad de dólares que circulaba en el mundo, y tomamos en cuenta que tal decisión reduce el poder adquisitivo de sus tenedores, C son las millones de personas que creían en el dólar como reserva de valor.

No será difícil para el lector extrapolar el análisis a los cientos de casos que día a día publican los diarios en todo el mundo. Cada nueva
legislación que se aprueba tiene un alto porcentaje de posibilidades de haber olvidado a estos hombres.

Por una vez, siquiera, pensemos en él -el hombre olvidado- y consideremos su caso, ya que todos los médicos sociales tienen la
característica de concentrarse sobre algún hombre, o grupo de hombres, cuya situación despierta simpatía y estimula la imaginación, y planifican sus remedios para tratar ese problema en particular. Ignoran totalmente cuál es la fuente de la que deben extraer la
energía que emplean en sus remedios y pasan por alto todos los efectos que éstos producirán sobre los demás miembros de la sociedad, ya que sólo tienen en cuenta los que les interesan. Están dominados por la superstición del gobierno y, olvidando que éste no produce nada en absoluto, pierden de vista lo primero que deberían recordar al hacer cualquier análisis social: que el Estado no puede obtener un céntimo de ningún hombre sin quitárselo a otro, y este último es quien lo ha producido y ahorrado: el Hombre Olvidado.

El mensaje de William está comprendido en la literatura económica e incluso se han logrado importantes avances sobre la cuestión. La Teoría de la Elección Pública, por ejemplo, ha logrado desarrollar modelos que explican que aun cuando los beneficiarios de las políticas gubernamentales sean pocos, éstos pueden lograr que una legislación sea sancionada porque sus intereses están concentrados, mientras que los hombres olvidados, aun cuando sean muchos, están dispersos. Esto lleva a que los grupos de presión (A) convenzan a los legisladores (B) a sancionar leyes a favor de cierto grupos (D), pero nunca consultan a quienes en definitiva pagan por aquellos gastos y que en definitiva representan la mayoría.

La democracia de las mayorías también se ve vulnerada con el logrolling o intercambio de votos, en el sentido que un legislador puede apoyar el proyecto de otro a cambio de que éste último apoye el del primero. Es así como pequeños grupos de presión van logrando aprovecharse de aquel hombre olvidado, el que “pasa de largo y nadie repara en él, porque se ha comportado bien, ha cumplido sus promesas y no ha pedido nada”.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.