Apertura de la economía: no es instrumento antiinflacionario

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 29/1/17 en: http://economiaparatodos.net/apertura-de-la-economia-no-es-instrumento-antiinflacionario/

 

La apertura de la economía no tiene por objeto frenar la inflación, es un instrumento para mejorar la eficiencia de la economía

La semana pasada el ministro de Producción, Francisco Cabrera, afirmó que el Gobierno estudia abrir las importaciones para generar «competencia» y frenar una suba de precios. Específicamente argumentó: «Si esto fuera así (que se verifique aumentos de precios), vamos a incentivar la competencia. Hay básicamente tres herramientas para hacerlo, y la que es a corto plazo y mucho más efectiva, es la competencia por el comercio internacional, es decir, la apertura para que se compita con artículos importados cuando se dispara algunos precios en el mercado interior«.

Este tipo de argumento ya fue esgrimido por el kirchernismo en su momento. El 21 de marzo de 2013, Cristina Fernández daba sus acostumbrados discursos en la Casa Rosada y amenazó con abrir las importaciones para bajar los precios ( http://clar.in/2k5M4Eg ). Más allá de usar el mismo tipo de patéticos argumentos para contener la inflación que en su momento le critiqué a los k, no sería intelectualmente serio de mi parte, criticar esa amenaza cuando lo usaba el kirchnerismo y callar o aprobarla cuando la usa el PRO.

La apertura de la economía no tiene por objeto frenar la inflación. Ese es un problema monetario. La apertura de la economía es un instrumento para mejorar la eficiencia de la economía, generar más competitividad e inversiones y aumentar el ingreso real de la población. Con la apertura de la economía la gente accede a bienes de mejor calidad y a precios más bajos, con lo cual se beneficia el consumidor. En consecuencia abrir la economía nunca debe ser una amenaza para frenar la inflación, al contrario es un beneficio para el consumidor.

Dado que una economía cerrada deja al consumidor con menos opciones para comprar, siempre es expoliado por el empresario protegido que le vende a precios más caros productos de baja calidad. En la Argentina lo podemos ver con los celulares, computadoras e infinidad de otros productos.

¿Cuál es el mensaje del ministro de producción a los productores locales? Yo los dejo seguir explotando a los consumidores vendiéndoles productos más caros y de baja calidad, pero no los suban todo el tiempo porque los hago competir. En otras palabras, roben con moderación.

Obvio que antes de abrir la economía y empezar a competir, el gobierno tiene que bajar los impuestos, la carga tributaria sobre la nómina salarial, no toquetear el tipo de cambio y hacer todas las reformas económicas necesarias para de manera tal que las empresas locales puedan competir en igualdad de condiciones con los productores de otros países. Pero eso tiene que ver, insisto, con la necesidad de mejorar la productividad de la economía, no con la inflación. Así como anclar el tipo de cambio para frenar la inflación no es un instrumento idóneo, abrir la economía con el mismo objetivo tampoco lo es. Es confundir para qué sirve cada herramienta.

Por otro lado, de nada contribuye a pacificar el país y cerrar la grieta, como dice el gobierno tener como objetivo, si se insiste en enfrentar a diferentes sectores de la sociedad. Si el gobierno señala con el dedo acusador a los productores locales de aumentar los precios, el mensaje que le envía a la gente es: la culpa de la inflación la tienen los empresarios cuando en rigor es un problema monetario.

Por otro lado, que un burócrata defina qué es un precio justo es un disparate conceptual. Grosero error pensar que los precios surgen de sumar costos y agregarle un margen de utilidad. Los precios son el resultado de las valoraciones de millones de consumidores. Son los consumidores que deciden qué precio máximo están dispuestos a pagar y en base a ese precio que el consumidor le fija al productor, éste determina los costos en los cuales pueden incurrir (materias primas, salarios, tasa de interés, etc.). Obviamente, si el gobierno cierra la economía lo que hace es reducir artificialmente la oferta y, por lógica consecuencia, aumentar el precio si la demanda se mantiene constante. Ese es el punto que tiene que atacar el gobierno para mejorar el nivel de ingresos de la sociedad. Abrir la economía, previas reformas estructurales, para generar más competencia y de esta forma, que los consumidores puedan acceder a productos de mejor calidad y precios más bajos.

Por último, no veo que el gobierno esté en condiciones de opinar demasiado sobre aumentos de precios cuando los municipios y las provincias incrementan los impuestos inmobiliario y alumbrado barrido y limpieza muy por encima de la inflación. Pareciera ser que aumentar el “precio” de mantener un estado ineficiente está bien y que si los empresarios, también por ineficientes aumentan sus precios, está mal. Los dos pueden subir los precios amparándose en la falta de libertad. El empresario gracias al proteccionismo y el estado gracias al monopolio de la fuerza que le delegamos.

En síntesis, el gobierno necesita urgente tener un norte de ideas para poder salir de la herencia recibida, de lo contrario seguirá cometiendo errores como este de creer que la apertura de la economía es un instrumento antinflacionario cuando en rigor es un instrumento de competitividad. El mismo grosero error con que amenazaba el kirchnerismo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Chesterton contra los tenderos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 25/1/17 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/chesterton-los-tenderos/

 

Los lectores antiliberales de G. K. Chesterton disfrutarán con su “Canción contra los tenderos”, incluida en La taberna errante, publicada en 1914. Dice cosas como: “¡Ah, tendero del averno/vendería por vender,/a su madre, a su mujer,/y hasta el mismo Padre Eterno!/Taimado y concupiscente,/le veréis siempre detrás/del benévolo cliente,/preguntándole insistente:/«¿No le falta nada más?»”.

Como suele suceder, lo que falta es el contexto. The Flying Inn imagina una Inglaterra dominada por unos musulmanes progresistas que organizan toda la vida del país y, naturalmente, prohíben el alcohol. Salvo para los ricos, claro, que lo consiguen gracias a unos oportunos certificados médicos. Humphrey Pump y el capitán Patrick Dalroy recorren entonces el país con un carromato, llevando un barril de ron para evadir la prohibición. Es precisamente Pump el que lee The Song Against Grocers.

Pero la obra no es un canto al socialismo, del que Chesterton, con razón, desconfiaba (habló de la “pedantería” de los socialistas alemanes en el capítulo 14 de Herejes). La absurda prohibición del alcohol, que en la década siguiente causaría tantos estragos en Estados Unidos, es una criatura típicamente intervencionista. Un aristócrata, cómo no, Lord Ivywood, influido por un pseudo-profeta islámico, quiere cambiar el mundo, cómo no, y empezar por la moral y la conducta. No hay prueba más característica del intervencionismo moderno que este regeneracionismo ético.

Contra eso arremete Chesterton, que, como dice Santiago Alba Rico, “no soportaba a los intelectuales y aristócratas que rechazaban los placeres del hombre ordinario y, dicho sea de paso, si jamás pudo entenderse con Bernard Shaw se debió menos a sus discrepancias políticas y filosóficas que a la desconfianza que sentía hacia un hombre que no comía carne ni bebía vino”.

Por eso, frente al “materialismo abstracto” de los ateos, reivindica el “misticismo concreto” de la gente corriente. Valorará la religión precisamente porque contribuye al trazado de límites morales, no políticos ni legales. Las morales son restricciones compatibles con la libertad: “Lo que Chesterton quería demostrar es que la arbitrariedad de los límites garantiza la libertad de los recintos”. Y por eso Chesterton recela acertadamente de iluminados como Lord Ivywood, que quieren “remodelar la civilización a golpe de decreto, a la medida de sus sueños de armonía universal·”.

Si la “Canción contra los tenderos” fuera una prédica contra los comerciantes, todos habrían caído bajo el sarcasmo chestertoniano, pero no es así. En esas mismas líneas, el gran escritor inglés pronuncia un encendido elogio a favor de…los taberneros.

Esto dice: “¡Qué distinto el tabernero,/tan amable y hablador,/tan leal y placentero,/que a las veces te convida/a una copa de licor!/La amistad le es media vida; /la otra media, el buen humor”.

Cabría argumentar que la venta de bebidas alcohólicas en los comercios, que Chesterton deplora que hagan los tenderos de tapadillo, ha sido un desenlace capitalista que el creador del padre Brown deploraría. Pero también ha sido subrayado que allí donde no hay capitalismo suele haber pocas cosas, y pocas tabernas.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE

MALA NOTICIA PARA ALGUNOS: LA AMISTAD NO PASA POR DECIRTE QUE SI

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 29/1/17 en:

 

Sin planificarlo, me ha gustado escuchar a los otros toda mi vida. Cuando alguien me conoce, o cuando un amigo me cuenta algo, o cuando un alumno me consulta, o cuando alguien me dice su parecer sobre un tema, yo escucho, trato de comprender su pensamiento, y mientras me habla yo voy como asintiendo, voy diciendo «sí……..», «qué interesante», «no me digas….», «impresionante!», «¡Mm…. Eso…. Es un problemita, no!», «¿y entonces…?, y así sucesivamente. Reitero, nunca lo he planeado. Me sale así. Soy asi.

A lo largo del tiempo, he descubierto, para mi sorpresa, que la mayor parte de las veces las personas interpretan todo ello como una aprobación. Como si yo les hubiera dicho que sí. Pero no, yo no estoy diciendo ni que sí ni que no. Sólo estoy intentando comprender.
Ello ha implicado que a muchos les guste hablar conmigo. Pero cuando descubren que mi modo de pensar no es el de ellos, se sienten como defraudados. Incluso ha sucedido con personas que yo creía que eran mis amigos, durante años. Pero repentinamente o lentamente descubren mis marcianidades y……………. Gran decepción.
¿No soy sincero? ¿Miento? ¿Oculto cosas? Me parece que no. Creo que no despliego mi intimidad inmediátamente y tampoco pregunto por la del otro. A veces me preguntan mi opinión y yo respondo, pero habitualmente las personas quieren ser escuchadas. Y yo escucho. Como el loco de Hombre mirando al sudeste, si me preguntan respondo, si me piden, escucho, si me miran, miro.
Pero la verdad es dificil darse cuenta que muchos piensan que dialogar, escuchar, es decirles que si.
¿Cómo, vos no estabas abierto al diálogo? Sí. ¿Y entonces por qué no pensás como yo? Es que comprenderte no es pensar como vos. Ah!!!!, pero entonces te voy a convencer. Te voy a recomendar lecturas. Luego te voy a preguntar si las leíste. Y si me contestas que no, que aún no por lo que fuere, te preguntaré lo mismo, una y otra vez, hasta que me leas y estés de acuerdo conmigo. Y si no, eres un cerrado, eras un hipócrita, decías que dialogabas y no dialogabas nada.
La verdad no sé que decirles. He tenido amigos durante décadas con los cuales nunca he hablado de Mises, de Popper, de Santo Tomás o de Marte. Sé que no les interesa y punto. No creo que así lo haga porque me interesen un rábano. Lo hago así porque los acepto como son. Si, posiblemente fulano debería haber leído a Heráclides. Pero es su límite y punto. Si, posiblemente yo deberia haber leído la obra completa de Juan Famoso. Pero es mi límite y punto. Pero no, parece que soy un tipo cerrado porque no leo a Juan Famoso, o parece que soy un imbécil en vez de a Juan Famoso leo a Francisco Leocata y a Mariano Artigas. Y si soy un imbécil, ¿qué? ¿Tanto daño hago?
¿Por dónde pasa la amistad? ¿Por convencer al otro de mi punto? ¿Por debatir con el otro ad infinitum los mismos temas? ¿Por eso pasa la amistad?
No, yo creo que pasa por una mirada de misericordia. Por escuchar hasta que duela. Por caminar juntos, ni adelante ni atrás. Por no admirarse, sino mirarse al fondo del alma. Por aceptar al otro como es.
La verdad ya no sé cómo decirlo. ¿Es necesario aclarar más? A esta altura de mi vida debo confesar que estoy medio agotado. Tal vez hay que callar. Ahorrar las palabras que surjan de la desesperación. No defenderse. Callar. Silencio. Como el silencio que me enseñó este abrazo de un amigo entrañable:

 

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación

Donald Trump y la libertad de prensa

Por Alberto Benegas Lynch (h).

 

En un sistema republicano nada hay más importante al efecto de preservar las libertades individuales que la libertad de prensa. Después de un gran debate en medios estadounidenses por parte de quienes sostenían en el siglo xviii que no debería insertarse en la Carta Magna lo que el gobierno no puede hacer puesto que se afirmaba  que en un sistema libre como el proclamado en la Constitución va de suyo que el abuso queda excluido. Sin embargo, la posición contraria prevaleció y así se aprobaron las primeras diez enmiendas constitucionales,  de las cuales la primera —la prioritaria— resguarda la libertad de prensa de toda intromisión gubernamental. En esta misma línea, Thomas Jefferson escribió en 1787 que “si tuviera que decidir entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en elegir esto último”.

Ahora resulta que acaba de asumir un presidente del otrora baluarte del mundo libre que se pronuncia en contra de la prensa libre. Entre otras trifulcas con los medios —la última antes de asumir cuando en su conferencia de prensa hizo callar a un periodista de CNN— ha dicho en Forth Worth en Texas que cambiará las leyes “para cuando los medios escriban noticias negativas los podamos demandar y así hacer mucho dinero” y con una inusitada agresión ad hominem  en West Palm Beach en Florida afirmó que después de que cambiemos las leyes referidas a la prensa “cuando el New York Times o el Washington Post escriban los podamos demandar” y “los medios se encuentran entre  los grupos de personas más deshonestas que he conocido. Son terribles”, lo cual repitió en su visita a la CIA después de asumir la presidencia, oportunidad en la que agregó “estoy en guerra con los medios” y  otras manifestaciones de desprecio a la libertad de pensamiento.

Este peligro inminente se agrega a la xenofobia del nuevo presidente, de su prepotente, arrogante y anunciada intervención en el comercio internacional y de su preocupante esquema para la economía local con los gastos colosales que proyecta, su amistad con Rusia, su enemistad con China y el nombramiento del Secretario de Defensa (el jefe del  Pentágono), el general James Mattis, que ha declarado públicamente en un panel ante sus pares en la Asociación de Comunicaciones y Electrónica de las Fuerzas Armadas (San Diego, California) que “En realidad me gusta pelear, ustedes saben. Es estimulante. Es divertido matar a algunas personas. Me gusta la camorra”. Con seguridad estas medidas no se dirigen a su reiterado lema de Make America Great Again, más bien a acentuar la decadencia que se viene apartando aceleradamente de los valores proclamados por los Padres Fundadores (en el contexto de modales impropios por más que se empeñe en mostrar otos aspectos formales de buena calidad como la reposición del busto de Churchill en la Oficina Oval en su primer día de gestión).

No tenemos la bola de cristal, no sabemos que ocurrirá, aparecen declaraciones contradictorias del novel mandatario las cuales se reiteraron en su discurso inaugural, pero, como queda dicho, hay síntomas muy alarmantes y otros que apuntan a tranquilizar a los más sensatos, medidas ponderables como la elección del vicepresidente, la secretaria de educación, el de vivienda y urbanismo y algunos temas importantes de salud, tributarios y de regulaciones pero nada compensa su tratamiento desaforado para con la prensa.

En cualquier caso, como es sabido, la libertad de expresión resulta esencial para aprender puesto que como el conocimiento está inmerso en la provisionalidad y siempre abierto a posibles refutaciones, la manera de reducir nuestra ignorancia consiste en contar con debates abiertos de par en par.

Esta libertad es respetada y cuidada como política de elemental higiene cívica en el contexto de una sociedad abierta, no solo por lo anteriormente expresado sino porque demanda información de todo cuanto ocurre en el seno de los gobiernos para así velar por el cumplimiento de sus funciones específicas y minimizar los riesgos de la extralimitación del poder. En innumerables casos, el periodismo ha hecho mucho más que la propia Justicia para investigar y denunciar casos de corrupción gubernamental.

Como he escrito en otra oportunidad en La Nación de Buenos Aires, resulta especialmente necesaria la indagación por parte del periodismo cuando los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno pretenden ocultar información bajo los mantos de la “seguridad nacional” y los “secretos de Estado” alegando “traición a la patria” y esperpentos como el “desacato” o las intenciones “destituyentes” por parte de los representantes de la prensa. Debido a su trascendencia y repercusión pública internacional, constituyen ejemplos de acalorados debates sobre estos asuntos los referidos a los llamados “Papeles del Pentágono” (tema tan bien tratado por Hannah Arendt) y el célebre “Caso Watergate” que terminó derribando un gobierno.

Por supuesto que nos estamos refiriendo a la plena libertad sin censura previa, lo cual no es óbice para que se asuman con todo el rigor necesario las correspondientes responsabilidades  ante la Justicia por lo expresado en caso de haber lesionado derechos de terceros. Esta plena libertad incluye el debate de ideas con quienes implícita o explícitamente proponen modificar el sistema, de lo contrario se provocaría un peligroso efecto boomerang (la noción opuesta llevaría a la siguiente pregunta, por cierto inquietante ¿en que momento se debiera prohibir la difusión de las ideas comunistas de Platón, en el aula, en la plaza pública o cuando se incluye parcial o totalmente en una plataforma partidaria?). Las únicas defensas de la sociedad abierta radican en la educación y las normas que surgen del consiguiente aprendizaje y discusión de valores y principios.

Hasta aquí lo básico del tema, pero es pertinente repasar otros andariveles que ayudan a disponer de elementos de juicio más acabados y permiten exhibir un cuadro de situación algo más completo aunque no se refiera específicamente a Estados Unidos. En primer lugar, la existencia de ese adefesio que se conoce como “agencia oficial de noticias”. No resulta infrecuente que periodistas bien intencionados y mejor inspirados se quejen amargamente porque sus medios no reciben el mismo trato que los que adhieren al gobierno de turno o a los que la juegan de periodistas y son directamente megáfonos del poder del momento. Pero en verdad, el problema es aceptar esa repartición estatal en lugar de optar por su disolución, y cuando los gobiernos deban anunciar algo simplemente tercericen la respectiva publicidad. La constitución de una agencia estatal de noticias es una manifestación autoritaria a la que lamentablemente no pocos se han acostumbrado.

Es también conveniente para proteger la muy preciada libertad a la que nos venimos refiriendo, que en este campo se de por concluida la figura atrabiliaria de la concesión del espectro electromagnético y asignarlo en propiedad para abrir las posibilidades de subsiguientes ventas, puesto que son susceptibles de identificarse del mismo modo que ocurre con un terreno. De más está decir que la concesión implica que el que la otorga es el dueño y, por tanto, tiene el derecho de no renovarla a su vencimiento y otras complicaciones y amenazas a la libre expresión de las ideas que aparecen cuando se acepta que las estructuras gubernamentales se arroguen la titularidad, por lo que en mayor o menor medida siempre pende la espada de Damocles.

De la libertad de expresión se sigue la de asociación y de petición que deben minimizar las tensiones que eventualmente generen batifondos extremos y altos decibeles que afectan los derechos del vecino, lo cual en un sistema abierto se resuelve a través de fallos en competencia como mecanismo de descubrimiento del derecho y no como ingeniería legislativa y diseño arrogante.

Fenómeno parecido sucede con la pornografía y equivalentes en la vía pública que, en esta instancia del proceso de evolución cultural, hacen que no haya otro modo de resolver las disputas como no sea a través de mayorías circunstanciales. Lo que ocurre en dominios privados no es de incumbencia de los gobiernos, lo cual incluye la televisión que con los menores es responsabilidad de los padres y eventualmente de las tecnologías empleadas para bloquear programas. En la era moderna, carece de sentido tal cosa como “el horario de protección al menor” impuesto por la autoridad, ya que para hacerlo efectivo habría que bombardear satélites desde donde se trasmiten imágenes en horarios muy dispares a través del globo. Las familias no pueden ni deben delegar sus funciones en aparatos estatales como si fueran padres putativos, cosa que no excluye que las emisioras privadas de cualquier parte del mundo anuncien las limitaciones y codificadoras que estimen oportunas para seleccionar audiencias.

Otra cuestión también controversial se refiere a la financiación de las campañas políticas. En esta materia, se ha dicho y repetido que deben limitarse las entregas de fondos a candidatos y partidos puesto que esos recursos pueden apuntar a que se les “devuelva favores” por parte de los vencedores en la contienda electoral. Esto así está mal planteado, las limitaciones a esas cópulas hediondas entre ladrones de guante blanco mal llamados empresarios y el poder, deben eliminarse vía marcos institucionales civilizados que no faculten a los gobiernos a encarar actividades más allá de la protección a los derechos y el establecimiento de justicia. La referida limitación es una restricción solapada a la libertad de prensa, del mismo modo que lo sería si se restringiera la publicidad de bienes y servicios en diversos medios orales y escritos.

Afortunadamente han pasado los tiempos del Index Expurgatoris en el que papas pretendían restringir lecturas de libros, pero en varios países irrumpen en la escena comisarios que limitan o prohíben la importación de libros, dan manotazos a la producción y distribución de papel o, al decir del decimonónico Richard Cobden, establecen exorbitantes “impuestos al conocimiento”. La formidable invención de la imprenta por Pi Sheng en China y más adelante la contribución extraordinaria de Gutemberg, no han sido del todo aprovechadas, sino que a través de los tiempos se han interpuesto cortapisas de diverso tenor y magnitud pero en estos momentos han florecido (si esa fuera la palabra adecuada) megalómanos que arremeten con fuerza contra el periodismo independiente (un pleonasmo pero en vista de lo que sucede, vale el adjetivo).

Esto ocurre debido a la presunción del conocimiento de gobernantes que sin vestigio alguno de modestia y a diferencia de lo sugerido por Einstein, se autoproclaman sabedores de todo cuanto ocurre en el planeta, y se explayan en vehementes consejos a obligados y obsecuentes escuchas en imparables verborragias, tal como ocurre con los artilugios que planea Donald Trump para amordazar a la prensa independiente que esperemos se rectifiquen de inmediato.

Dados los temas controvertidos aquí brevemente expuestos —y que no pretenden agotar los vinculados a la libertad de prensa ni los planes de Trump— considero que viene muy al caso reproducir una cita de la obra clásica de John Bury titulada Historia de la libertad de pensamiento: “El mundo mental del hombre corriente se compone de creencias aceptadas sin crítica y a las cuales se aferra firmemente […] Una nueva idea contradictoria respecto a las creencias que sustenta, significa la necesidad de ajustar su mente […] Las opiniones nuevas son consideradas tan peligrosas como molestas, y cualquiera que hace preguntas inconvenientes sobre el por qué y el para qué de principios aceptados, es considerado un elemento pernicioso”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Sobre feriados y «días de las memorias» varias

Por Gabriel Boragina: Publicado el 28/12/17.

 

Siempre he tratado de eludir el tema que voy a abordar, porque -en el fondo- invariablemente me pareció una cuestión trivial. Pero, al comprobar con el tiempo que la mayoría de mis congéneres no lo considera así, creo que será oportuno que diga algo al respecto, aunque no sea mucho.

Hablaremos pues de los feriados. Pero antes, y para mejor orden, veamos que significa la palabra feriado yendo al diccionario de la Real Academia Española:

 

día feriado. 1. m. día festivo, especialmente el que no cae en domingo.

Vayamos ahora entonces a la definición de festivo:

 

festivo, va

Del lat. festivus.

  1. adj. Perteneciente o relativo a la fiesta.
  2. adj. Dicho de un período de tiempo: Señalado oficialmente para el descanso por celebrarse una fiesta solemne, por oposición a laborable. Apl. a un día, u. t. c. s. m.
  3. adj. Alegre, divertido y gozoso.
  4. adj. Chistoso, agudo o gracioso.

 

Por mi parte, -y a los solos efectos de este análisis- divido los feriados en feriados estatales (nacionales, provinciales, municipales, etc.) y privados (ninguno de los anteriores). La mayoría de las personas sólo conoce y acepta como «verdaderos» feriados los primeros, e ignora los segundos.

Nunca he creído en los llamados feriados nacionales, y persistentemente me parecieron infantiles y poco consistentes todos los trillados «argumentos» mediante los cuales se ha pretendido y se pretende «justificarlos».

Los feriados nacionales no son otra cosa que feriados estatales, fechas impuestas en el calendario alguna vez por alguna autoridad sin el consentimiento expreso, claro y contundente de cada uno de los ciudadanos a los que luego se los obliga a observar tales festividades. En realidad, este tipo de feriados carecieron de toda entidad y significación personal.

Pero ¿en qué consisten realmente estas supuestas festividades?

La inmensa mayoría de los feriados estatales argentinos conmemoran hechos militares, (guerras, golpes, rendiciones, invasiones, derrotas, victorias, etc.) los que -según el bando que se adopte entre los contendientes- tendrán el sabor amargo de la derrota o el más dulce de la victoria. ¿Realmente tienen estas fechas el carácter «Alegre, divertido y gozoso» que corresponde al vocablo festivo (nuestro equivalente a feriado)? Contesto que no, y que -además- me parece bastante enfermizo «celebrar» tales calamidades, porque verdaderamente considero que todo hecho de violencia es una verdadera tragedia, no algo «festivo».

Constantemente he creído que los días feriados deberían ser verdaderamente festivos (recordemos las acepciones 1. adj. Perteneciente o relativo a la fiesta. 3. adj. Alegre, divertido y gozoso. 4. adj. Chistoso, agudo o gracioso, de la definición del vocablo). Y -por tanto- que no se compadece con dicho espíritu el rememorar sucesos militares, o civiles en el que hayan intervenido militares. ¿Que podría tener de festivo un hecho bélico, o cualquier acto de fuerza o de violencia? Posiblemente, para alguna mente morbosa si tengan hechos tales ese carácter: 3. adj. Alegre, divertido y gozoso. 4. adj. Chistoso, agudo o gracioso. Por mi parte, no lo entiendo. Y sin embargo, los argentinos (supongo que igual que en otras partes del mundo) celebran este tipo de cosas. Me sigo preguntando ¿hay algo que valga la pena «celebrar»? Pues estas no son fechas festivas, sino que son fechas para olvidar (al menos por parte de las mentes sanas). Otra pregunta que me hago es: ¿a que ayudan a construir los feriados nacionales? Mi respuesta -luego de mucho meditar- es: a nada.

En cambio, creo que esas fechas recordatorias, sobre todo si se refieren a sucesos acontecidos en el pasado reciente- solo sirven para avivar odios y rencores entre los partidarios de los bandos opuestos.

Caso típico es la nefasta evocación en Argentina de cada 24 de marzo recordando un golpe de estado. Desde su instauración como feriado nacional, la fecha solo ha servido para reavivar heridas entre partidarios y adversarios de los dos bandos en pugna de entonces: militares y subversivos. Cada bando tratando de torcer la historia para su propio lado, desfigurando todas las veces que se presenta la fecha en ocasión hechos históricos, roles, móviles, objetivos, causas, efectos y todo lo que se pueda tergiversar de aquella etapa historia. Generando un torbellino de discusiones inútiles, obtusas y aburridas que se repiten invariablemente en el mismo sentido, el mismo tono airado, y el mismo tenor, año tras año cada día 24 de marzo.

Los miembros (o simpatizantes) de un bando se esfuerzan por convencer a los partidarios del contrario de la razón de la lucha desde su propio punto de vista. Se habla de «memoria completa». Cuando todo esto es inservible. Los miembros de bandos antagónicos no están dispuestos a conceder ninguna porción de razón a los del bando antagonista. La recordación, cada vez que se presenta, revive los odios y las antiguas adversidades. Cada año es la misma historia.

También está el aspecto económico: la multiplicidad de feriados, además de no tener razón de ser para mí, entorpecen la productividad económica, son un aliciente a la irresponsabilidad laboral y al ocio inducido sin motivo válido.

Quiero aclarar que respeto mucho a los memoriosos y nacionalistas, quienes de buena fe son muy, pero muy afectos a «festejar» feriados patrios y demás. Sólo que aclaro que no me alisto entre ellos, y que mi crítica no se dirige a las personas que -de buena fe y en su propio circulo social- celebran estas fechas. Mi diatriba se orienta hacia el decreto de fechas oficiales, estatales, gubernamentales, etc.

Sostengo que es tiempo de liberarnos del pasado y empezar a construir la Argentina del futuro. No hay mayor falacia que aquella que dice que los pueblos que no recuerdan su pasado están condenados a repetirlo. Porque -contrariamente también se puede argumentar que- recordarlo tendenciosamente cada año es una forma de repetirlo o de inducir a revivirlo. Y esta forma de resurgirlo -aunque por ahora sea en los discursos y en la memoria- es una forma de reavivarlo, reencender odios y pasiones que hace tiempo deberían estar sepultados, y que impiden mirar hacia adelante y empezar a construir una verdadera nación.

No estoy en contra a que cada persona, cada familia o cada grupo privadamente celebre estas y todas las fechas que se deseen. Pueblos y naciones que gusten vivir del pasado, o en nombre del respeto a sus tradiciones rememorarlas, deberían estar en plena libertad de hacerlo, pero, en el ámbito estrictamente privado o social civil. El estado-nación no debería de cumplir ni arrogarse ningún papel rector al respecto.

En cambio, me parece insano institucionalizar fechas recordativas, obligando a la sociedad toda a observarlas.

Establecer feriados obligatorios a nivel nacional y constreñir el aparato estatal a tolerar sus discursos oficiales, material de propaganda, y demás elementos que la corrección política del momento dicte a los gobernantes de turno, es desde mi propio punto de vista inmoral.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

La igualdad en la historia

Por Gabriel Boragina: Publicado el 23/12/17 en: http://www.accionhumana.com/2017/01/la-igualdad-en-la-historia.html#!/2017/01/la-igualdad-en-la-historia.html

 

La declamación política de la igualdad jurídica –por una parte- y su manifestación contraria en el campo de los hechos –por la opuesta- no es, en verdad, algo novedoso, ni privativo de los tiempos modernos. Por el contrario, es asunto que se remonta muy atrás en la historia. Comencemos con el antiguo Egipto:

«Según Sánchez Viamonte, al dividir la historia política de Egipto, considera en el tercer período (del 3400 a 2200 a. C.), especialmente al final del mismo, el apogeo de la monarquía y en ella la consolidación de un principio igualitario en el derecho público, sosteniendo que «ante la ley, todos los egipcios son iguales en derecho, No hay nobles ni esclavos, aunque el Estado utiliza los prisioneros de guerra para la construcción de carreteras, o para trabajar en los dominios de la corona». «La familia -sigue diciendo-reposa sobre la igualdad jurídica de los cónyuges»[1]

Esa supuesta «consolidación» debió darse en el terreno de la letra de la ley, tal como ocurre en nuestros días también, en donde prácticamente todas las constituciones políticas del mundo proclaman la «consolidación» del mismo principio, en tanto que simultánea o posteriormente, se dictan una pléyade de leyes que consagran privilegios, prebendas y prerrogativas regias a determinado grupos o personas individuales, al tiempo que se les niega a otros. Así, bastaba el simple expediente de decidir quién era egipcio o quien no lo era, para estar incluido o excluido de plano en dicho hipotético régimen «igualitario», al igual que hoy, ciertos regímenes legales, como –por ejemplo- las leyes laborales, determinan quién merece o no merece ser calificado de «trabajador» para gozar o no de sus «beneficios», excluyendo de ellos a quienes -según esas mismas leyes- no disfrutan de «créditos» suficientes como para ser meritorios de tal etiqueta.

«Pero lentamente la monarquía se va caracterizando por un fuerte absolutismo, apoyado por la clase sacerdotal que se convierte por último en una oligarquía privilegiada, e integrada también por grandes funcionarios administrativos -visires- especie de nobleza que va acaparando beneficios y privilegios e inmunidades. «En adelante, la población se compondrá de nobles privilegiados y de vasallos que dependen de su dueño o señor a título perpetuo, y que se transforman en siervos». «La inmunidad fiscal de que gozaban los nobles hizo recaer todo el peso del impuesto sobre los pequeños poseedores, los cuales arruinados y endeudados, se ven en la necesidad de vender sus tierras a los grandes propietarios, cuando no son despojados de ellas» (9).»[2]

Dado que el poder tiende a concentrarse en el corto, mediano o largo plazo, el fenómeno no puede llamar la atención de nadie que no esté atento a lo que acontezca su alrededor. Porque, salvando las diferencias históricas y contextuales del caso, el esquema corriente de nuestros días es -en esencia- similar: el poder político indefectiblemente tiende a crecer y absorber al económico, y la explotación que el estado-nación moderno ejerce sobre sus súbditos contribuyentes al exprimirlos con impuestos, sólo en las formas y modos difiere a la que se describe como sucedida en el antiguo Egipto. La pretérita nobleza se esconde actualmente entre los partidos políticos que normalmente acceden al poder o se turnan en el mismo. A los otrora vasallos ahora se les llama «contribuyentes» que si lo son, es únicamente por la fuerza de la ley, pero no por la razón de ella. Ya que la ley injusta no es propiamente ley, aunque técnicamente se la designe así.

«Siguiendo con la evolución política y social de Egipto, entre los años 2360 y 2180 a. C. corre un período de verdadera revolución social, documentada por algunas piezas arqueológicas halladas, que demuestran un grado de subversión tal en la organización social y política del pueblo egipcio, que da la impresión que todo se hubiera transformado y pervertido. A ese descalabro sigue el advenimiento de la monarquía tebana que organiza un gobierno centralista, apoyado por una clase formada por funcionarios y togados, impulsándose la actividad comercial como base de la expansión y del progreso, aflorando también principios místicos en el culto al Dios Osiris, que trae una igualdad de los hombres ante el Dios, y un sentimiento piadoso que impulsa hacia las grandes peregrinaciones al célebre templo de Osiris en Abydos.»[3]

Este párrafo es bien curioso. Parece que el autor opone a la supuesta transformación y perversión en la «organización social y política del pueblo egipcio» «el advenimiento de la monarquía tebana que organiza un gobierno centralista». Da la impresión que la alusión al gobierno centralista como «solución» a tal hipotético «descalabro» implicaría que este último estaría representado por algún movimiento federalista (o parecido) en el seno de la sociedad egipcia. Si así fuera, llama la atención las connotaciones que el autor en examen le estaría otorgando a la supuesta revolución federalista (la que tilda con los epítetos de subversión, perversión, descalabro). Hay un claro tufillo estatista en el comentario citado. Los términos elogiosos, el autor los dedica a la monarquía centralista, a funcionarios y togados. Es decir, a elementos políticos, no civiles. Lo único positivo del comentario estaría representado por el impulso a «la actividad comercial como base de la expansión y del progreso», pero nos quedará la duda de a quien o quienes beneficiaba ese comercio, si exclusivamente a los nobles o (lo más difícil) al resto del pueblo. Es frecuente aludir en la historia al «progreso» en general, pero cuando se indaga más a fondo, con esta palabra se quiere -en realidad- significar a menudo la construcción de obras monumentales, ministerios fastuosos, de templos o ídolos, o palacios, o fortalezas descomunales y bien armadas, flotas provistas para el combate naval, (o, mas modernamente, aéreo), obas de ingeniería militar, o a ridículas competencias inter-estados como la tristemente célebre «carrera espacial» otrora llevada entre los EEUU y la URSS, «emprendimientos» estales de los mas inútiles, costosos en millones de dólares y llevados a cabo sólo para masajear el ego de los burócratas encaramados en el poder de esos y otros tantos países. Hay gente que se refiere a todo esto como «progreso» lo que nada tiene que ver con nuestra idea de tal cosa.

[1] Dr. Antonio Castagno. Enciclopedia Jurídica OMEBA Tomo 14 letra I Grupo 02. Voz «igualdad».

[2] Castagno, A. Enciclopedia….Ob. cit. Voz «igualdad».

[3] Castagno, A. Enciclopedia….Ob. cit. Voz «igualdad».

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

¨El que apuesta al dólar pierde¨

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 24/1/17 en: http://www.atlas.org.ar/index.php?m=art&s=2836

 

Antes que nada, debe quedar claro que adivinar el futuro no entra en las capacidades de los humanos, de modo que nadie tiene certeza del valor que tendrá el dólar hacia fin de año, pero sí se puede describir una tendencia cuando aparece con tanta claridad. También cabe aclarar que, dada la “incertidumbre Trump”, al hablar de la divisa estadounidense quizás deberíamos más bien pensar en otras “monedas duras” que podrían tener mejor desempeño como el franco suizo o el euro.

 

Hecha la aclaración, digamos que el déficit fiscal cerró en el 4,6% del PIB en 2016 y el Gobierno festeja porque estaría debajo del 4,8% proyectado y porque asegura que cumplirá con la meta del 4,2% para este año. Pero Agustín Etchebarne asegura que al 4,6% de déficit primario, habría que sumarle 1,3% de ingreso por única vez del blanqueo -comprometido para gastar pagando deuda a jubilados- y habría que sumar también los intereses de la deuda que suman casi 2,4% del PIB con lo que el déficit real es de 8,3%, mayor que el 7,1% de 2015.

 

En cualquier caso, según los cálculos de varios especialistas, como venía el año el déficit debería haber cerrado en el 3,5% con blanqueo y 4,4% sin él. O sea, que llegar al 4,6% de déficit -con blanqueo- supone que el gasto creció 60% en diciembre. Es decir, la tendencia es hacia el desboque y el gobierno noprevé realmente ajustarse. Por el contrario, Dujovne insiste en hacer el gasto más “eficiente” y en que, buena parte del “costo argentino” es culpa del sector privado que tiene que ajustarse porque “no van a desfinanciar al Estado”.

 

Para avanzar en el mejoramiento fiscal, el Gobierno apuesta a que este año el PIB crezca entre el 3 y el 4%, pero todo indica que no ocurrirá sencillamente porque este gasto que viene aumentando es parasitario del sector privado, que es el único que realmente produce y que, así las cosas, se achicará.

 

De modo que el déficit va camino de aumentar estrepitosamente y deberá cubrirse con más inflación, ya sea emisión monetaria directa, Lebacs u otro tipo de endeudamiento estatal que provoca inflación, entre otros motivos, porque toma fondos que, en consecuencia, no son dirigidos a aumentar la producción induciendo la baja de precios. Frente a este panorama, la meta del BCRA de una inflación de 17% sería fuertemente superada.

 

Ahora la autoridad monetaria, confiando en la baja de la inflación, mantuvo la tasa de referencia, pero rectoró la de las Lebac lo que impactó en que la tasa de plazos fijos a 30 días que quedó en 17,74%, según informó el BCRA, o sea 1,48% mensual cuando la inflación esperada para enero es del 1,8% según el Relevamiento de Expectativas Monetarias (REM) que realiza el BCRA entre 50 consultoras. Así el plazo fijo ya rinde menos que la inflación esperada. El fenómeno se alinea con la baja de todas las tasas del sistema financiero.

 

De modo que muchos inversores que dejaron el dólar para volcarse a las Lebacs y plazos fijos podrían volver a dolarizar las carteras,por ejemplo, a través de las Letes, o yendo directamente al dólar a falta de inversiones productivas rentables en un país con tan alto “costo argentino” liderado por la presión fiscal, aunque el gobierno crea que es liderado por el sector privado.

 

Ahora, vamos al comportamiento del dólar en particular. Dado el costo argentino la cotización actual a $16,10 es muy seductora y la prueba está en las larguísimas colas de argentinos que van a Chile, Paraguay e, incluso, Bolivia y Uruguay para hacer compras. Considerando que, en 2016, la inflación fue de 40%, la divisa de EE.UU. debería cotizar cerca de los $19,50 y, si no lo hizo,básicamente fue por las Lebacs, y la entrada de algunos dólares por la toma de deuda y el blanqueo, cosas que van camino de acotarse.

 

Por otro lado, el “dólar convertibilidad» -las reservas del BCRA en relación al circulante- arroja un valor de $21 sin tener en cuenta a las Lebacs que, pueden engañar a la opinión pública, pero no al mercado en donde funcionan como efectivo circulante y cuya impresión durante 2016avanzó 90%, comparado con el 35% de los billetes. Aunque, en rigor, el “dólar convertibilidad” es más bien sicológico porque el precio real de la moneda dura -como todo precio- viene dado por la oferta y demanda.

 

Según el REM, el dólar cotizaría a $18,50 en diciembre con lo que la devaluación del peso sería del 17% contra una inflación que proyecta en 21%. Demasiado optimista, en mi opinión, dada las tendencias que hemos visto que empujarían tanto a la inflación como al dólar con mucha más fuerza.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

LA HERMENÉUTICA ES INVISIBLE A LOS OJOS

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 22/1/17 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/01/la-hermeneutica-es-invisible-los-ojos.html

 

Como bien dice Gadamer, el giro hermenéutico consiste en pasar del tema de la hermenéutica como la sola teoría de la interpretación de textos, o del solo método de las ciencias sociales y la historia, a la hermenéutica como el horizonte fundamental de pre-comprensión que está pre-supuesto en todo vivir, saber y decir. Tal vez, el ser mismo.

Los no filósofos ignoran o niegan la hermenéutica, pero los filósofos también.

No ven la hermenéutica mis colegas filósofos que creen que pueden explicar “objetivamente” a un autor porque citan sus textos, como si los textos fueran los nuevos datos de los testeos empíricos que, claro, no pueden tener. Porque obvimente la pregunta es: ¿por qué ese texto y no otro? ¿Por qué ese texto es el más importante y no otro?

No ven la hermenéutica los científicos que no advierten que todo lo que suponen derivado de los hechos deriva en realidad de un paradigma bajo el cual interpretan el mundo físico.

Tampoco ven la hermenéutica los comunicadores sociales que creen describir los hechos cuando en realidad su horizonte pre-juzga aquello que van a seleccionar como importante y cómo lo van a decir, por qué, para qué y para quién.

Tampoco ve la hermenéutica el historiador que cree que él no intepreta y que relata un hecho, cuando en realidad también tiene su criterio de comprensión de la secuencia causal de los sucesos históricos según sus propios horizontes.

Tampoco ven la hermenéutica los hablantes (o sea, todos los seres humanos) que al hablar usan un juego de lenguaje que presupone formas de vida que presuponen horizontes culturales y formas de comprensión del mundo. No ven la hermenéutica, por ende, los que presuponen que una traducción literal es posible, que presuponen que han entendido una peli de Woody porque la escucharon traducida a un Español.

Tampoco ven la hermenéutica aquellos que te tiran números y estadísticas por la cabeza ignorando que hay un criterio para hacer la muestra y seleccionar lo importante.

Tampoco ven la hermenéutica los que sólo numeran y miden las cosas ignorando que hay toda una serie de filosofias del número y de las matemáticas.

Pero lo peor de lo peor de la negación de la hermenéutica es el colega filósofo que, cuando se enoja contigo, y habiendo estudiado Husserl, Heidegger, Gadamer y Wittgenstein, te dice sin embargo que “cómo no ves los hechos” y que sos “ciego ante la realidad”.

Pero entonces, ¿no hay verdad? ¿Todo es relativo?

Relativo a tu horizonte, si. Falso, no.

Muchas veces digo a mis alumnos: miren por la ventana. ¿Qué ven? Pasto, un árbol. ¿Es el árbol Dios? Por supuesto que no, me contestan hasta los ateos. ¿Y cómo sabes que no? Si fueras shintoísta no me dirías que no. Ah, es que yo no soy shintoísta, me dicen. Si, pero eres judeo-cristiano cultural, y por ende presupones que el árbol no es Dios. Incluso, si eres agnóstico o ateo occidental, es la noción judeo-cristiana de Dios y de creación la que presupones al negar o dudar de la existencia de Dios.

¿Y entonces, dónde está la verdad?

La capacidad de verdad está en la capacidad de defender la verdad de nuestros horizontes de pre-comprensión. Allí es donde la filosofía, la vida y la verdad se juegan. La cuestión no es negar al horizonte que tengas, sino en poder defender su verdad. Pero no puedes no tener horizonte. Eres humano. Por ende eres histórico. Por ende tienes horizonte.

La filosofía es lo que te permite defender la verdad de tus horizontes. ¿Y cómo se defiende la verdad de la filosofía? Ah, la has descubierto. La filosofía te hace remontar a lo último. A lo primero. A los límites. A los inicios. Pero no a un punto de partida tipo “dadme una palanca y entenderé el mundo”. No, a un horizonte vital inter-subjetivo donde la verdad sea la verdad del encuentro con el otro. Pero para ver al otro en tanto otro tienes que salir de tu existencia inauténcica y ver. Si no, eres ciego. Podrás ser políglota, Nobel de Física, explicar a Borges o a Heisenberg, pero si tu existencia es inauténtica, no ves nada.

Puedes estar en desacuerdo, pero si lo estás, busca el horizonte desde el cual estás en desacuerdo y defiéndelo. Pero no es que tengas los hechos de tu lado. Ellos no existen. Existe, sí, la realidad y la verdad, pero me tienes que explicar qué es la verdad y qué es la realidad. ¿Mucha filosofía? Sí, la filosofía es el piso. Su negación es volar sin sustento.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación

¡A sujetarse, el mundo se da vuelta!

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/1/17 en: http://www.s21.gt/2017/01/a-sujetarse-mundo-se-da-vuelta/

 

Es que lo que nos han enseñado durante años y que, incluso, produjo guerras y destrucción, se da vuelta completamente. El presidente de la China “comunista”, le da lecciones de libertad a la “república” -la división de poderes-, a la “democracia”, al “capitalismo”, a los EE. UU. de Trump. Xi Jinping comparó el proteccionismo con “encerrarse en un cuarto oscuro” sin luz ni aire. “Cortar el flujo de capitales, bienes y personas… no es posible”, dijo y aseguró que “las puertas de China permanecerán abiertas” en tanto que mostró su preocupación por la desigualdad.

Todo durante el Foro de Davos que, por cierto, esconde un estatismo agazapado desde que sus principales protagonistas son, precisamente, funcionarios estatales. Antes del Foro, la ONG Oxfam, aseguró que la desigualdad entre ricos y pobres aumenta. Cuando en 2010 se necesitaba la riqueza de 43 personas para igualar la del 50% más pobre del planeta, hoy 3,600 millones de personas poseen los mismo que las ocho más ricas del mundo. Son Michael Bloomberg que tiene una fortuna de $40 mil millones; Larry Ellison 43,6 mil millones; Mark Zuckerberg 44,6 mil millones; Jeff Bezos 45,2 mil millones; Carlos Slim 50 mil millones; Warren Buffet 60,8 mil millones, Amancio Ortega 67 mil millones y Bill Gates que posee 75 mil millones.

Ahora, Oxfam propone un aumento de los impuestos a los ricos, pero debería saber que estos terminarán siendo pagados por los pobres porque serán derivados hacia abajo vía aumento de precios o baja de salarios. Por el contrario, lo cierto es que estas grandes fortunas no suelen ser consecuencia del mercado natural sino de su violación, de privilegios forzados desde el Estado como los monopolios que enriquecieron a Slim y los copyrights -verdaderos monopolios intelectuales- otorgados a Mircosoft,y que perjudican al público.

Pero, hablando de enseñanzas, es notable que, de estos ocho ricos, solo la mitad terminó la universidad y alguno ni siquiera la escuela. Parece que nos han venido enseñando con poco acierto. “El objetivo no deben ser las notas de los exámenes, sino la felicidad”, asegura el prestigioso educador Roger Schank. Mientras que en Finlandia -que, según el informe PISA, tiene un excelente nivel de educación- los niños comienzan el colegio a los 7 años, y las jornadas son cortas y apenas hay deberes, el trabajo no se hace fuera de clase. Insólitamente, en Argentina, por caso, el gobierno propone obligar, forzar, a los niños a educarse desde los 3 años.

Schank afirma que “Nos pasamos memorizando cosas que olvidamos” y, más allá de Google que recuerda todo, la escuela (actual) es lo opuesto a la educación… (que)llega a través de la experiencia. Roger no se calla y asegura que “¡La historia es inútil!… lees sobre George Washington y descubres que tenía 100 esclavos, que se casó por dinero… de héroe, nada”.

Para Schank la educación actual -digitada por el Estado- sería un lavado de cerebro, “es la forma que tiene el gobierno de decirte… que… (son) los buenos de la película… La transmisión de la cultura es una de las cosas que el gobierno utiliza como control… (por eso) las 3 mil universidades (de EE. UU.) están enseñando lo mismo”. La educación debería ser “la felicidad… de una vida emocionante… de habilidades laborales… de razonamiento… Tenemos que enseñar lo que importa hoy y no cosas que no sirven en el mundo real”.

 

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

El ala liberal de Donald Trump

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 23/9/16 en: https://es.panampost.com/alejandro-chafuen/2016/09/23/liberales-que-apoyan-a-trump/

 

liberales que apoyan a Trump
Si bien tengo mis reservas sobre el candidato Republicano, tengo más discrepancias con Hillary, como muchos liberales que apoyan a Trump. (Wikimedia)

Cuando Donald Trump se tiró al ruedo de las elecciones primarias en Estados Unidos, muchos pensaron que lo hizo para tantear el territorio e incrementar su prestigio y el de su marca. Quizás esa era la intención.

Pero los votantes Republicanos, e incluso los independientes y afiliados al Partido Demócrata que votaron en algunas de las primarias abiertas, dijeron otra cosa: votaron en forma abrumadora por Trump. En segundo lugar votaron por Ted Cruz, un candidato también considerado anti statu quo y rebelde.

Es entendible que los defensores de intereses de los políticos, comerciales, y medios de difusión constantemente atacados por Trump traten de mostrar solamente su lado y sus posiciones más negativas. Lo mismo sucede con la difusión de los pormenores de los equipos de asesores que ha estado armando.

Yo no comparto muchas posiciones, y menos el estilo, del candidato republicano, pero dado el sesgo de las noticias y especialmente las que se diseminan en el exterior, me parece importante que los que siguen esta elección tan importante conozcan otro mundo de Trump: el mundo de sus asesores comprometidos con la promoción y defensa de la sociedad libre.

En el equipo económico, la figura más conectada con el mundo de las ideas de libertad es Steve Moore. Moore tuvo una carrera muy exitosa en el Instituto Cato, de tendencia libertaria. Allí se convirtió en el economista con más conocimiento de la performance económica y fiscal de los estados provinciales de Estados Unidos. También se convirtió en un gran defensor de los inmigrantes. Su postura era muy cercana a lo que se llama “open borders” o política de puertas abiertas a los inmigrantes.

Moore luego fundó el “Club del Crecimiento”, un fondo de financiamiento de políticos conservadores liberales, de la tradición de Ronald Reagan, que competían dentro del Partido Republicano.

Algunos donantes poderosos criticaron a Moore por su supuesto sesgo en favor de candidatos provida y profamilia. De allí, Moore pasó al Wall Street Journal, ocupando un rol importante en sus páginas editoriales.

Cuando el think tank conservador más poderoso, especialmente por su presupuesto y cientos de miles de donantes, la Fundación Heritage, necesitaba reforzar su imagen en el mundo liberal y analítico, decidió contratar a Steve Moore como Economista en Jefe. Hoy muy enfocado en la campaña de Trump, su rol cambió al de investigador asociado.

El expresidente y cuasifundador de Heritage, Edwin J. Feulner, de impecable tradición conservadora, y expresidente de las asociaciones académicas de más prestigio liberal y conservador como la Sociedad Filadelfia y la Sociedad Mont Pelerin, también se sumó con un cargo importante en el equipo de transición de Trump.

Este equipo es liderado por el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, una especie de Trump de la política. Christie tiene una reputación de moderación y bipartidismo en políticas públicas, pero al igual que el candidato presidencial republicano tiende a ser inmoderado en sus discursos y muy duro con los que se le cruzan.

Parece paradójico que uno de los economistas más proinmigración como Moore tengan un rol tan alto en el equipo de asesores de Trump. También paradójico, que uno de los economistas que más ayudó a impulsar el libre comercio en las Américas, David Malpass, sea parte del equipo. Malpass comenzó a trabajar en favor de la liberación del comercio cuando fungía como subsecretario de estado durante la administración de George H. W. Bush.

Entre las economistas femeninas del equipo, vale la pena mencionar a Judy Shelton. En el pasado, cuando era investigadora de la Institución Hoover, en la Universidad de Stanford, Shelton fue la única académica que predijo la crisis monetaria rusa de 1997.

Shelton fue vicepresidenta del consejo de dirección del Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy) durante el período 2010-2014 y hoy es codirectora del Proyecto de Moneda Sana de la Atlas Network.

Otra colaboradora, Brooke Rollins, es la presidenta del Texas Public Policy Foundation (TPPF), el think tank liberal tejano que más ha crecido.

Hablando de think tanks liberales, el compañero de fórmula de Trump, Michael Pence, actual gobernador de Indiana, también fue presidente de un think tank. A comienzos de los años 90, dirigía el Indiana Policy Review Foundation, y ha sido un participante activo en programas de organizaciones que promueven la libertad económica.

Los índices que miden el respeto por el estado de derecho muestran una caída preocupante de Estados Unidos. Existe gran preocupación en el mundo conservador por este deterioro. Son las bases de grandes votantes conservadores que han puesto gran presión en el Senado de Estados Unidos para que el candidato nominado por el presidente Obama para ocupar el cargo dejado vacante por la muerte del juez Antonin Scalia (1936-2016) ni siquiera sea considerado.

A fines del año pasado, durante una reunión de la organización conservadora con más poder de convocatoria en Estados Unidos, me tocó ser testigo cuando Donald Trump aceptó contestar preguntas de los miembros en forma confidencial (sin acceso a la prensa).

Una de la preguntas fue: ¿Qué personas como las representadas aquí usted pondría en su equipo de gobierno? La respuesta de Trump me sorprendió: “Creo que necesitamos más jueces como Clarence Thomas en la Suprema Corte.” Thomas representa el ala más conservadora de la corte, defensor de las libertades de mercado basadas en los derechos naturales e inalienables de la persona humana.

A las pocas semanas de esa declaración en una reunión privada, durante una entrevista pública, Trump causó turbulencia en el electorado Republicano cuando dijo que su hermana sería buena jueza de la Corte Suprema. La hermana de Trump está identificada más con la izquierda y con posiciones casi opuestas a las de Clarence Thomas.

Las aguas no solo se aquietaron sino que empezaron a moverse a su favor cuando Trump pidió recomendaciones a las asociaciones de abogados y think tanks más involucrados en temas de estado de derecho. Su lista final de candidatos a la Suprema Corte durante su mandato es considerada tan estupenda por los sectores académicos de centro derecha que Trump, en este campo, consiguió un apoyo casi unánime desde el sector no-estatista de los expertos.

Además de la economía y del estado de derecho, otro tema que preocupa al electorado es el de seguridad nacional e internacional. Aquí Trump, al igual que Hillary Clinton, tiene el apoyo de expertos de distintas afiliaciones políticas.

Este empresario convertido en político lidera con amplitud los sondeos dentro de los votantes que han pasado por las fuerzas de defensa. Dentro de los afiliados al Partido Demócrata, los más famosos asesores de Trump son el Teniente General (ret) Michael T. Flynn, exdirector de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y James Woolsey, exdirector de la CIA en tiempos de nada menos que Bill Clinton.

También, el colaborador más cercano en temas de seguridad interna es el exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani. Antes de la llegada de este último a la intendencia de Nueva York, la ciudad estaba en larga caída. Luego de su paso, la ciudad comenzó a recobrar su esplendor. Entre aquellos que han sido sumados en distintos roles en el área de seguridad que más conozco están el exembajador Curtin Winsor Jr., cuya tesis doctoral fue sobre Argentina; el exsecretario de prensa del Pentágono , J.D. Gordon (ambos hispanoparlantes); y también Walid Phares, experto en Medio Oriente.

Me siento obligado nuevamente a señalar que no comparto varias de las posturas del candidato Republicano. Tengo más discrepancias, empero, con la otra candidata con posibilidades a la presidencia.

Como cada vez que hablo con amigos de la libertad en el extranjero, tanto en Europa como en Latinoamérica, encuentro que casi nadie sabe de que gente capaz, comprometida por la libertad, pese a tener sus dudas, han decidido colaborar con Trump, me parece apropiado mencionarlos.

Estados Unidos enfrenta una elección muy peligrosa, donde en ciertos temas parece que hay una carrera en ver quién es más populista: Trump propone US$10 de salario mínimo nacional y Clinton US$15.

Difíciles tiempos para los amigos de la libertad en Estados Unidos, pero no es todo blanco y negro, y es de esperar que las instituciones republicanas sean suficientemente fuertes para soportar el sacudón que se viene.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.