«La pregunta es si el tipo de cambio oficial, en torno a $13, no se queda corto»

Entrevista a Nicolás Cachanosky. Publicado el 28/12/15 en: https://www.portfoliopersonal.com/Noticias/nota.asp?n=88923

 

Afirma Nicolás Cachanosky consultado sobre el precio del dólar, tras la salida del cepo, mientras recomienda observar en los próximos meses si la divisa comienza a evolucionar más rápido o lento que la inflación. No obstante, sostiene que a esta altura, dado que el mercado de cambios actual no incluye aún a todos los participantes, habrá que esperar que se normalice el comercio internacional para ver cómo siguen las cosas.
Dos son las cosas que se pueden hacer a esta altura del año: repasar lo sucedido o bien, anticiparse a lo que vendrá. Un poco de las dos hicimos con Nicolas Cachanosky, en esta entrevista en la cual hablamos -entre otros temas- del nuevo gobierno, el dólar, los holdouts y el rol del Estado.

¿Cómo ve las medidas tomadas por el gobierno hasta ahora? ¿Cuál cree que será el próximo paso, en orden de prioridades, en materia económica?

En materia económica, hasta el momento, las medidas parecen ir en el camino adecuado. Salir del cepo era imperioso. La fuerte reducción de tarifas al sector agrícola (si no son compensadas con otros impuestos) va a traer una mayor rentabilidad a un sector muy importante de la economía argentina.

Digo que me «parece» que van en el camino adecuado porque estas medidas son insuficientes. El origen de los desequilibrios económicos se encuentra en un muy pesado déficit fiscal que muy posiblemente supere al 7% del PBI en el 2015.

Con una presión fiscal consolidada superior al 40%, el gobierno no tiene otro camino que reducir el déficit por el lado del gasto. Ya no hay margen para seguir subiendo impuestos. La economía argentina no sólo no crece, tiene unas de las inflaciones más altas del mundo.

Es entendible, por supuesto, que dado el deterioro heredado y lo políticamente sensible que es tocar el gasto público estas reformas no se pueden realizar en tan pocos días. Pero dicha estrategia es necesaria.

Durante la campaña electoral Cambiemos ha dado a entender que de ganar las elecciones el shock de confianza iba a ser tal que no iban a tener que ajustar las cuentas públicas debido a la cantidad de inversiones que iban a entrar al país. Debido a estas expresiones, personalmente no estoy del todo seguro que exista un plan para equilibrar las cuentas públicas.

Habrá, posiblemente, ajustes menores o marginales, pero corregir un 7% de déficit requiere un serio plan fiscal del que aún no hemos escuchado detalles. Lamentablemente, dudo que este problema se resuelva eliminando algunos subsidios de manera gradual. En este sentido, soy menos optimista que Cambiemos. No podemos confundir hacer reformas con las expectativas de que se vayan a realizar las reformas. Si dichas expectativas no se cumplen, el problema no va a desaparecer.

¿Es optimista en torno a las renegociaciones con los holdouts? ¿Cómo crees que podría resolverse el tema?

Soy optimista y espero que este conflicto llegue de una buena vez a su fin. Con un fallo de la justicia en firme, hay al menos dos maneras de resolver el tema. Una es pagando cash a los holdouts. La otra es ofreciendo un bono cuyo valor presente sea equivalente al monto adeudado, es decir, a lo que costaría un pago cash.

Las partes podrán discutir distintos métodos, pero el pago será spot (cash) o devengado (bono) indistintamente de los instrumentos que se utilicen.

Los holdouts han dejado trascender que no se oponen a discutir el pago de lo adeudado con un bono, por lo que se puede llegar a buen puerto si hay mayor voluntad en Cambiemos que la que tuvo el Kirchnerismo para resolver este conflicto. Este es otro problema fundamental a resolver por esta administración. No me sorprendería si una vez resuelto este conflicto comienzan reformas fiscales más significativas.

¿Cómo cree que seguirá el dólar, tras la liberación del cepo?

No me extrañaría que en el mediano plazo el tipo de cambio suba. Pero va a depender de la política del BCRA, que ha informado que pretende seguir un esquema de tipo de cambio administrado (flotación sucia) con bandas.

Distinto sería el caso de una flotación libre, donde el tipo de cambio depende del mercado sin intervención del BCRA. No es lo mismo predecir la evolución de agentes económicos en el mercado de cambios, que predecir las preferencias políticas respecto al tipo de cambio del banco central.

La pregunta que se han hecho varios economistas en los últimos días es si el tipo de cambio oficial, en torno a 13ARS/USD, no se queda corto. Hay argumentos plausibles en este sentido.

Por ejemplo, que por las vacaciones y fiestas la demanda de ARS es estacionalmente menor a la de otros meses. Que las exportaciones (oferta de USD) crece más rápido al quitar el cepo que las importaciones (demanda de USD). O qué si el tipo de cambio fuese el correcto, entonces por qué elevar las tasas de interés que, por más que le objetivo sea reducir la inflación afecta también al mercado de cambios.

Otro dato sugestivo es que, partiendo de diciembre del 2006 (cuando comienza la alta inflación) a noviembre del 2015, la inflación acumulada fue del 648%, mientras que el tipo de cambio se devalúo «solo» un 216%.

Tomando diciembre del 2016 como referencia, si el tipo de cambio hubiese evolucionado al mismo ritmo que la inflación argentina neta de la inflación americana, el tipo de cambio estaría en torno a 20ARS/USD. Siguiendo este cálculo, admito sencillo, el tipo de cambio estimado se encuentra en valores similares al oficial si el atraso cambiario comienza a principios del 2010 y no a fin del 2006.

Lo que habrá que observar en los próximos meses es si el tipo de cambio comienza a evolucionar más rápido o lento que la inflación. Si bien tengo la impresión de que el tipo de cambio oficial actual se queda corto, no puedo decir que tenga una sólida certeza de que esa sea necesariamente la situación, dado que el mercado de cambios actual no incluye aún a todos los participantes. Hay que esperar a que se normalice el comercio internacional para ver qué sucederá con el tipo de cambio.

¿Cuál le parece que es la percepción general local y externa del nuevo presidente; y en especial, del nuevo equipo económico?

Creo que hay dos lecturas que coinciden doméstica e internacionalmente. En primer lugar, una expectativa de que Mauricio Macri traerá un cierto orden institucional al país. Bajo el kirchnerismo no se han respetado ni las formas ni los principios republicanos.

La importancia de las instituciones no siempre parece entenderse del todo. Si la política económica afecta los ciclos económicos en el corto plazo, las instituciones definen el nivel de riqueza a largo plazo.

No se puede ser Alemania o Suiza con instituciones como las Bolivarianas de Venezuela, indistintamente de que tan eficiente sea la política económica. Es tentador saltearse restricciones institucionales por beneficios de corto plazo. El punto, sin embargo, es respetar las instituciones cuando en el corto plazo sus resultados no parecen ser beneficiosos.

A modo de ejemplo, ¿fue correcta la movida de Macri de nombrar dos Jueces de la Corte Suprema por decreto mientras el Senado está en receso? ¿No es riesgoso dar inicio a esta práctica? No olvidemos que los Jueces de la Corte Suprema son la cabeza de un poder del estado y como tal se encuentran a la par, no por debajo, del Presidente. ¿Acaso el espíritu de dicha prerrogativa no es para el caso cuando no es factible reunir a los Senadores en un corto plazo? ¿Cuánto puede llevar reunir a los Senadores hoy día, respecto a cuánto tiempo podía llevarse cuando se escribió esa prerrogativa originalmente? ¿Realmente no había tiempo de reunir a los Senadores?

Una lectura literal de las normas puede llevarnos a concluir que los nombramientos son legales, pero una lectura más contextualizada nos puede llevar a la conclusión de que Macri violó el espíritu (intención) de la norma la cual tiene una clara interpretación republicana de limitar a los poderes del estado.

En segundo lugar, el equipo económico actual es claramente percibido con un mayor nivel de preparación, que al equipo económico saliente. Esto genera la confianza en quienes miran los futuros pasos del país que, indistintamente de la orientación política o ideológica del nuevo equipo, no se van a hacer desastres en materia de política económica.

Salir del cepo y eliminar retenciones eran dos necesidades casi imperiosas. De haber ganado Scioli, por lo menos hubiese salido también del cepo. Por lo que hay, también, que esperar a que se tomen más medidas concretas para ir teniendo una imagen más acabada de los planes del nuevo equipo económico.

¿Cuáles cree que son los principales desafíos del nuevo gobierno?

Al ver a Argentina veo dos grandes desafíos. En primer lugar, un problema cultural o educativo. La sociedad argentina es muy permeable a gobiernos de corte populista. Está muy asentada la noción de que uno tiene derecho a vivir del trabajo ajeno.

Percibo muy impregnado en la opinión pública la idea, errónea, de que la economía es un juego de suma cero (lo que uno gana otro lo pierde) en un lenguaje que invita a pensar en luchas de clases. ¿De dónde surge esta concepción tan arraigada que quizás hasta nos parece natural? Quizás el gobierno deba plantearse como comunicar sus decisiones y revisar si la educación pública no juega un rol en generar y alimentar esta concepción.

Actualmente Argentina rankea entre las 10 economías menos libre del mundo en el Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation. ¿Cómo se llegó a tanto en un país que estaba entre los más ricos del mundo a principios del siglo XX? ¿Cuál es el destino del país de persistir en estos niveles de represión económica en los próximos 20 o 50 años?

El segundo gran desafío es el ya mencionado déficit fiscal. Desde 1961 a la fecha, argentina ha tenido superávit financiero en sólo 5 años luego de la crisis del 2001. En 2004, el superávit fiscal fue del 3.3% del PBI. Desde el 2005, el mismo comienza a caer año tras año.

No se percibe, en los números, una genuina preocupación de Néstor Kirchner por mantener un Tesoro superavitario. Este déficit fiscal es indistinto de la orientación política de turno, o de si es un gobierno democrático o militar. Esto sugiere que el problema no es de administración del estado, sino de concepción de cuál debe ser el rol del estado; lo cual vuelve a mi punto anterior.

El desafío de Cambiemos no es meramente corregir el déficit fiscal, dicha reforme implica replantearse qué debe y qué no debe hacer el estado argentino. No estoy seguro que este sea el diagnóstico que Cambiemos hace de la situación.

La ideología, si cabe la palabra, del Pro es la eficiencia en la gestión pública. Esta concepción, sin embargo, no pone límites concretos a qué debe o no hacer el estado. ¿Es eficiencia, para el Pro, administrar «eficientemente» una Aerolíneas Argentinas estatal sin competencia o es eficiencia ir a una política de cielos abiertos y vender (o cerrar) Aerolíneas Argentinas si hace falta?

 

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. 

La “Teoría Dolina” del crecimiento económico

Por Iván Carrino. Publicado el 29/12/15 en: http://www.ivancarrino.com/la-teoria-dolina-del-crecimiento-economico-3/

 

Hace algún tiempo, antes de las elecciones presidenciales, al programa de televisión TVR fue invitado el destacado escritor y locutor Alejandro Dolina. En un momento de la transmisión se tocó el tema de los dos modelos económicos en pugna y Dolina expuso su visión de la situación con el ejemplo de su amigo el zapatero:

“Yo pienso mucho en un zapatero que vive al lado de casa y que hace 15 años estaba todo el día parado en la puerta (…) Sin embargo, empezó un proceso conforme al cual la gente podría comprar zapatos. Además no venían zapatos italianos a $ 100. ¡Qué mal! Dirán algunos, a mí me gustaría tener zapatos italianos a $ 100. Pero el asunto es que a este tipo le empezaron a comprar zapatos, tuvo empleados, ahora está todo el día adentro, tiene un montón de empleados que trabajan, que compran otras cosas – helados, por ejemplo, o bicicletas- entonces prosperan los fabricantes de helados y bicicletas que toman nuevos empleados, que, a su vez, ganan dinero y ¿qué compran? Zapatos”

Dolina expresa, con su elocuencia y simpatía característica, una idea que está muy extendida con respecto al comercio internacional: que hay que “sustituir” las importaciones para generar empleo y crecimiento económico.

Como se extrae del análisis, para que el zapatero comience a producir y eso dé lugar a un proceso virtuoso de crecimiento económico, basta con elevar una barrera a las importaciones. Ahora bien, si fuera tan sencillo, solo necesitaríamos cerrar todas las fronteras y esperar a que llegue el desarrollo. Sin embargo, hacer eso sería condenarnos a la pobreza y el atraso.

Es que el argumento expresado por Dolina ignora las fundamentales ventajas de comerciar libremente con el mundo.

Lo primero que debe decirse es que frenar importaciones, lejos de estimular la producción y el crecimiento, los detienen. Esto es así porque la mayoría de los bienes que importamos no son bienes de consumo, sino insumos necesarios para la producción. Por los últimos 7 años, más del 80% de lo importado por Argentina estuvo compuesto por bienes de capital, bienes intermedios y combustibles, todos ellos insumos necesarios para producir. Evitar que estos bienes lleguen al país, entonces, no estimulará el crecimiento, sino que lo detendrá, como ya está ocurriendo.

Otro problema de cerrarse al comercio internacional es que todo sale más caro. La apertura económica genera mayor competencia y esa competencia reduce los precios tanto de los bienes de consumo como de los bienes de capital, lo que enriquece a los consumidores y, al mismo tiempo, mejora la productividad de las empresas. Así, un comercio más libre y más cantidad de importaciones enriquecen a la población, mejorando directamente su calidad de vida.

Un argumento que suele utilizarse en contra de la apertura comercial es el del desempleo. Sin embargo, no existe ninguna relación  entre libre comercio y desempleo. En realidad, el comercio internacional no crea ni destruye empleo a nivel agregado, sino que puede destruir empleo en algunos sectores, pero sólo para liberar recursos y permitir que estos se ubiquen en otros  sectores más productivos donde el país tiene ventajas comparativas.

Un ejemplo de cómo el libre comercio es una buena vía hacia el progreso económico y el bienestar es el de Chile. A partir de mediados de los años ’70 el país vecino comenzó un proceso de apertura unilateral al comercio internacional, reduciendo aranceles, cupos y prohibiciones para importar. Más adelante, desde los años ’90 y hasta el día de hoy, comenzaron a firmar Acuerdos de Libre Comercio con una enorme cantidad de países, entre los que destacan Canadá, Estados Unidos, China, Australia y, más recientemente, la Alianza del Pacífico.

En paralelo con este proceso de apertura, Chile multiplicó por 5 su riqueza per cápita, llegando al primer puesto de los países de América del Sur. Además, siendo el país más abiertos del continente, su tasa de crecimiento fue del 4,5% promedio en los últimos 10 años mientras que el desempleo pasó del 10,0% en 2004 al 6,3% el año pasado. Por si esto fuera poco, la inflación se ubica en el 4% y el promedio de los últimos 6 años no supera el 3% anual.

En conclusión, por más atractiva que resulte la teoría de Dolina, lo cierto es que nada indica que sea una buena idea cerrarse al comercio para crecer. De hecho, tanto la teoría como el análisis de los casos prácticos nos llevan a pensar en la conclusión contraria: si queremos crecer y reducir la pobreza, la receta no es la autarquía, sino el libre comercio.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

A RAÍZ DE MIGUEL WIÑAZKI

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Mucho se ha escrito sobre lo que ha dado en denominarse “populismo”, algunos trabajos de fondo y otros de difusión (como la tan eficaz Gloria Álvarez) pero en todos los casos parecería que se prefiere eludir el término “socialismo”, en ciertas situaciones porque sus autores provienen de esa tradición de pensamiento y en otras por simple moda o conveniencia dialéctica.

 

Lo cierto es que en mayor o menor medida, la definición medular la ofreció Marx (no Groucho del cual no pocos parecen derivar sus elucubraciones, sino Karl): la abolición de la propiedad privada tal como reza el Manifiesto comunista en su eje central. También puede adherirse a la conjetura de la honestidad intelectual de Marx puesto que su tesis de la plusvalía y la consiguiente explotación no la reivindicó una vez aparecida la revolucionaria teoría subjetiva del valor expuesta por Carl Menger en 1870 que echó por tierra con la teoría del valor-trabajo marxista. Por ello es que después de publicado el primer tomo de El capital en 1867 no publicó más sobre el tema, a pesar de que tenía redactados los otros dos tomos de esa obra tal como nos informa Engels en la introducción al segundo tomo veinte años después de la muerte de Marx y treinta después de la aparición del primer tomo. Contaba con apenas 49 años de edad cuando publicó el primer tomo y siendo un escritor muy prolífico se abstuvo de publicar sobre el tema central de su tesis de la explotación y solo publicó dos trabajos adicionales en otro contexto: sobre el programa Gotha y el folleto sobre la comuna de Paris.

 

En realidad lo que terminó de demoler la tesis marxista -y en general las estatistas- fue la contribución de Ludwig von Mises en 1920 sobre la imposibilidad de cálculo económico, evaluación de proyectos y contabilidad en ausencia de propiedad privada y, por ende, de precios. En otros términos, en esta línea argumental, no hay tal cosa como “economía socialista” ya que, por ejemplo, no se sabe si conviene construir los caminos con oro o con asfalto si no hay precios de mercado.

 

De todos modos, como dice el ex marxista Bernard-Henri Lévy en su Barbarism with Human Face “Aplíquese marxismo en cualquier país que se quiera y siempre se encontrará un Gulag al final”. Este es el sentido por el que Stephane Courtois et al escriben en El libro negro del comunismo que ese sistema asesinó a más de cien millones de personas hasta el momento. Y no es cuestión de buenas intenciones puesto que éstas son irrelevantes,  lo importante son los resultados: por más que se adopte un “socialismo moderado” siempre se trata de atropellar derechos y estrangular libertades. Incluso en la isla-cárcel cubana el tilingaje se refiere a la “educación” sin percibir la diferencia con el adoctrinamiento y el lavado de cerebro, a la par de la llamada “salud pública” que, como bien explica la neurocirujana cubana Hilda Molina, consiste en pocilgas inauditas e inhumnas con una vidriera para ciertos enfermos VIP que hacen propaganda al sistema.

 

El problema básico de todo estatismo radica en los energúmenos de diverso color político que pretenden dirigir vidas y haciendas ajenas concentrando ignorancia, en lugar de comprender que el conocimiento está fraccionado y disperso entre millones de personas y que su coordinación es ajena a los caprichos de los engendros de la planificación de las pertenencias de otros. Los estatistas de toda laya no se percatan del nexo causal entre las tasas de capitalización y los ingresos y salarios en términos reales que no  son  un asunto voluntarista sino de marcos institucionales que garantizan la libertad de cada cual (esto explica, por ejemplo, la diferencia en el nivel de vida entre Uganda y Canadá).

 

Uno de los libros que más ha calado hondo a favor del populismo es el de Ernesto Laclau titulado La razón populista (sobre el cual escribí en abril del año pasado en mi columna en “Infobae”  junto con un comentario sobre otra de sus obras: Nuevos resultados sobre la revolución de nuestro tiempo). Pero ahora aparece no un simple review crítico sobre el primero de los libros mencionados de Laclau, sino un ensayo formidable por la calidad de su contenido por cierto exhaustivo y por la destreza en el manejo de la pluma. Se trata del anti-Laclau por excelencia (y anti-Chantal Mouffe, su mujer) titulado Crítica de la razón populista cuyo autor es Miguel Wiñazki.

 

El libro de marras muestra la máscara del populismo “para encubrir el traspaso del dinero grande” hacia los que se encumbran en el poder político y se presentan siempre como parte de un “melodrama” en medio de batallas y “victorias celestiales”. Explica Wiñazki que “La razón populista es la cosmovisión filosófica que concibe dos entidades sociopolíticas irreductiblemente antagónicas. El pueblo y al antipueblo. El populismo propone una batalla cultural para promover e instituir la hegemonía del pueblo sobre el antipueblo”.

 

Por nuestra parte, traemos a colación el hecho de que esta es la receta fundamental de Antonio Gramsci en el sentido de tomar la cultura y la educación puesto que, con mucha razón, para bien o para mal, “el resto se da por añadidura”. Si no se estudian los valores y principios de una sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana), es imposible que tenga lugar el respeto recíproco, lo cual subrayamos es la esencia del liberalismo (no la estupidez del “neoliberalismo” ya que ningún intelectual de fuste se reconoce bajo esa etiqueta que solo ha servido para continuar con la corrupción y el ensanchamiento del Leviatán).

 

Miguel Wiñazki concuerda que la democracia entendida como los Giovanni Sartori de nuestra época en cuanto a que las mayorías no pueden avasallar los derechos de las minorías se ha transformado en pura cleptocracia, a saber, gobiernos de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida lo cual ejemplifica con los bufones del Orinoco, el gobernante ecuatoriano, el boliviano y los Kirchner y concluye en esta materia que “Después de décadas de populismo, lo más concreto y tangible son los pobres”. Es decir, se usa a los pobres en la articulación de discursos demagógicos pero el resultado, como señala el autor, es indefectiblemente el incremento de la pobreza en un ámbito de permanente “clientelismo social” que se sustenta en una miserable explotación de los más necesitados.

 

Otro punto neurálgico que subraya Wiñazki del populismo es la xenofobia nacionalista siempre haciendo uso (y abuso) de “terminología épica” (lo cual me recuerda un ensayo de mi autoría de hace años titulado “Nacionalismo: cultura de la incultura” publicado en una revista académica chilena –Estudios Públicos– y que se encuentra en Internet). También el autor que venimos comentando se detiene con fuerza argumental en los permanentes ataques a la libertad de expresión, un  aspecto trascendente que nos retrotrae a lo consignado por Jefferson en cuanto a que “frente a la alternativa de no contar con gobierno y disponer de libertad de prensa, por una parte, y por otra tener gobierno sin esa libertad, prefiero decididamente lo primero”. Los populismos no resisten la crítica que es precisamente la misión del periodismo independiente (valga el pleonasmo).

 

Otras cuatro características que destaca este autor de la crítica populista es el estado “de beligerancia permanente”, “la oscuridad de las cuentas públicas”, “la adhesión, de rodillas a la Biblia oficialista” y la tendencia “a borronear la división de poderes”. Agregamos que aquel servilismo humillante y denigrante es a veces peor que la actitud prepotente y arrogante de los gobernantes populistas: cuando se hace un paneo televisivo y se ven los rostros de los aplaudidores oficiales da pavor y mucha vergüenza, un público integrado también por mal llamados empresarios que se amamantan del privilegio estatal y detestan la competencia y los mercados abiertos ya que el populismo “es fascismo sin geometría marcial”. Los gobiernos populistas, escribe también Wiñazki “requieren de un eco y nada más que eso”,

 

Hay todavía otro acierto del responsable de Crítica a la razón populista y es el desafortunado uso de la expresión “militante” (y esto va para cualquier posición política), una palabreja que proviene de la organización militar rígida y vertical, lo cual está en las antípodas de cualquier manifestación en el campo civil y que más bien se condice con “el circo público”. Nada hay más parecido a un autómata que reniega de la condición propiamente humana que un militante con las consiguientes consecuencias éticas y estéticas…es “el colapso de la razón” dice certeramente Wiñazki.

 

Las referencias bibliográficas que aparecen en este libro son en su mayoría sumamente jugosas. Rescato la que alude a Gustave LeBon con su notable explicación del fenómeno nocivo de las masas  donde “lo que se acumula no es la sensatez sino la imbecilidad” al decir de ese pensador, a Etienne de la Boetié y su análisis de gran calado sobre las cadenas que la gente se coloca al apoyar con su obediencia borrega a gobernantes descarriados, al gran George Steiner y, claro está, al correr de la pluma, irrumpe el “ogro filantrópico” de Octavio Paz.

 

Wiñazki demuestra con afilada argumentación seguramente lo más dañino de los populismos en cuya prédica “Los espíritus libres son herejes” en medio de “conspiraciones permanentes” y una “pasión loca por monopolizar el uso de la palabra”.

 

Por último, el autor subraya que “El Papa [actual] tiene muy buenas relaciones con los regímenes populistas latinoamericanos” y destaca la influencia de sacerdotes tercermundistas no solo en la construcción de populismos sino, como es de público conocimiento, en la fabricación de movimientos violentos y lo cita a Loris Zanatta quien afirma que “los Morales, los Castro, los peronistas y los sandinistas […] Son éstas las raíces del populismo en América latina y Bergoglio siempre adhirió a ellas”. Por lo que me toca, advertí de esto, entre otros, en mi artículo en “La Nación” titulado “La malvinización del Papa Francisco” (por aquella manifestación de bipolaridad propia de muchos argentinos de euforia y depresión resumida en el período de auge en “el que no salta es un inglés”, antes del derrumbe anímico que naturalmente siguió a esa disparatada aventura militar que puso fin a un gobierno que combatió al terrorismo con procedimientos repulsivos y absolutamente inaceptables).

 

Como en todo trabajo hay facetas que no compartimos (en este caso colaterales); incluso en los escritos de uno mismo revisados luego de un tiempo comprobamos que podíamos haber mejorado la marca, puesto que como ha apuntado Borges -citando a Alfonso Reyes- dado que no hay texto perfecto “si no publicamos, nos pasamos la vida corrigiendo borradores”. Pero para mi nota periodística semanal basta con lo dicho.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Mientras discuten la intervención a la AFSCA, veamos porqué sería mejor asignar propiedad (III)

Por Martín Krause. Publicado el 29/12/15 en: http://bazar.ufm.edu/mientras-discuten-la-intervencion-a-la-afsca-veamos-porque-seria-mejor-asignar-propiedad-iii/

 

Hasta el momento, los gobiernos han asumido la propiedad del espectro electromagnético y su distribución. Este proceso se efectúa a partir de acuerdos que han realizado los gobiernos en el marco de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, UIT, organismo que define el uso que ha de asignarse a cada segmento de bandas. El organismo nacional define a su vez quiénes harán uso de las bandas específicas en el segmento ya definido.

Esta definición no solamente tiene un impacto económico, sino también político, de magnitud. Esto no solamente afecta a la eficiencia económica sino al derecho a la libertad de prensa. Como el gobierno asigna las frecuencias, también controla la forma en que se usan e incluso puede llegar a no otorgar o renovar una licencia si espera críticas por parte de un medio periodístico que las utiliza para hacer llegar sus contenidos. El caso reciente de Venezuela es un ejemplo. Sin calidad institucional, sin división y limitación al poder, las políticas regulatorias terminan siendo instrumento de los intereses creados o de los intereses del gobernante.

Ahora bien, la pregunta que debe hacerse en este punto, y que se relaciona con la posibilidad de los planificadores y reguladores de obtener información, es: ¿Sobre la base de qué criterios (información) ha de asignarse cierto segmento de bandas a determinado uso?

Dado el carácter técnico de esta materia, se aduce que son estos criterios los que se toman en cuenta. Sin embargo, dentro de las limitaciones que la tecnología del momento imponga, lo cierto es que existen distintos usos posibles del espectro.

Para empezar: la UIT ha dividido al mundo en tres zonas y las asignaciones no son las mismas en cada una de ellas, tratando de adaptarlas a las particulares necesidades de cada una. Si esto es así, ¿qué información permite tomar esa decisión sobre lo que es más deseable en Asia o en América?

Ante la ausencia de mecanismos de mercado (precios), ya hemos analizado la imposibilidad de evaluar las distintas alternativas, si no es tomando solamente en cuenta las personales preferencias de los funcionarios encargados de la asignación. Al realizar esa asignación, tanto la UIT como la agencia local deben juzgar la utilidad económica para los consumidores de cada uno de los servicios. Si se asignan a un uso determinado, reducen al mismo tiempo la cantidad de frecuencias (utilidades TAF) para otros usos. Ya comentamos cómo se quitaron las frecuencias de radio FM para la televisión, y lo mismo sucede con el uso de la transmisión directa satelital y los servicios de microondas. El poder que tienen las agencias estatales que administran el espectro equivale al que tendría el Estado si definiera el tamaño y la forma de todas las propiedades inmuebles y aprobara todas las transacciones de tierras.

Precisamente, una de las principales enseñanzas del reciente fracaso del socialismo en todo el mundo ha sido destacar la importancia de la propiedad, tanto por los incentivos que genera como por la información (su intercambio), esto es, los precios. Los precios envían información sobre la disponibilidad o la escasez de los bienes y servicios en una sociedad, y permiten comparar usos alternativos de acuerdo con las valoraciones individuales. Si existe una alta demanda de servicios telefónicos celulares, habrá emprendedores que ofrecerán precios más altos por el uso de frecuencias con este destino, y quienes las utilicen para otros servicios se sentirán motivados para reasignar su uso.

Los precios proveen un estándar objetivo para realizar esa asignación, que, en su ausencia, debe realizarse como se hace actualmente, siendo el funcionario estatal el que evalúa, como menciona la ley de radiodifusión, la calidad “moral” de cierto interesado y controla quiénes forman parte de los directorios de las radios.

La existencia de precios es importante, además, pues el uso del espectro electromagnético para las telecomunicaciones está compitiendo además con otros medios de transmisión como los cables, lo que está experimentando un gran avance (fibra óptica). Nuevamente, no existe forma de comparar entre la utilización de frecuencias o cables.

La alternativa es permitir el desarrollo de derechos de propiedad en unidades TAF que posean dueños con derechos exclusivos de uso, la transferencia entre usos o a otros usuarios, la subdivisión y la posibilidad de obtener ganancias o de sufrir pérdidas. Esto daría origen a precios de estas unidades TAF y crearía los siguientes incentivos:

  • llevaría a una asignación más eficiente de este recurso escaso
  • permitiría el libre ingreso y aumentaría la competencia. El ejemplo de las radios FM “informales” y su imposibilidad de ingresar legalmente en el mercado con la planificación es claro. Si hubieran podido adquirir esas bandas no utilizadas nunca habría existido tal cosa como una radio “informal”;
  • nuevos servicios podrían ensayarse e ingresar en el mercado adquiriendo ciertas frecuencias y no debiendo esperar una asignación del ente regulador;
  • aumentaría la eficiencia en el uso de las frecuencias, ya que sus propietarios tendrían el incentivo de reducir, “angostar” el uso de sus bandas para permitir otros usos y obtener así mayores beneficios. Esto fomentaría el desarrollo de nuevas tecnologías y equipos. La “escasez” del espectro sería efectivamente reducida. A medida que la tecnología avanza es posible reducir las separaciones entre frecuencias y crear espacio para nuevos usos o usuarios. Por ejemplo, es técnicamente factible reducir el ancho de la banda de TV por 5, 10 y hasta 100, pero no existe un incentivo económico para ello, ya que se está utilizando hasta este momento un recurso “gratuito”.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Cómo desactivar la bomba fiscal que nos hereda el populismo

Por Pablo Guido. Publicado el 29/12/15 en: http://www.rionegro.com.ar/diario/como-desactivar-la-bomba-fiscal-que-nos-hereda-el-populismo-8034593-9539-nota.aspx

 

El nuevo gobierno asume en una situación delicada en materia económica: 1) nueve años consecutivos con alta inflación (25%); 2) retraso enorme de las tarifas de servicios públicos; 3) colapso del comercio exterior; 4) pobreza que ronda el 30% de la población, y 5) un ingreso por habitante en retroceso desde el 2012.

Sin embargo, hay un problema que se ha minimizado: la «bomba» fiscal que ha construido el gobierno saliente. El gasto público tuvo un nivel histórico del 30% del PBI en las últimas cuatro décadas. Dado que la carga tributaria históricamente se ubicó por debajo de aquel nivel, los gobiernos tuvieron que recurrir a fuentes de financiamiento complementarias: la emisión y el endeudamiento. Así es que terminamos en 1989 con la hiperinflación y en el 2001 con el default. En los últimos doce años el gasto ha llegado al récord del 48% del PBI. Este proceso ha llevado a su vez a otro récord: la presión tributaria es una de las más elevadas del planeta: 40% del PBI. ¿Es sostenible un nivel de carga tributaria como el actual?

Según datos de la OCDE y el FMI, los países desarrollados que enfrentan un nivel de presión tributaria similar al nuestro tienen un ingreso per cápita bastante mayor. Países como España, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda o Israel tienen un ingreso promedio un 50% mayor que el de la Argentina (u$s 33.000 vs. u$s 22.500, en términos de PPA).

¿Y cuál es el problema?, preguntarán algunos. Básicamente es que la presión tributaria que hay que pagar en nuestro país no es compatible con nuestro nivel de ingresos. Entonces, o suben nuestros ingresos un 50% o baja la presión tributaria unos 10 puntos porcentuales del PBI. Para subir los ingresos de la población tiene que generarse un «tsunami» de inversiones para poder incrementar la productividad y los salarios. Este proceso lleva tiempo. Pero la paradoja es que uno de los factores que retrasaría aquella «ola» de inversiones es el altísimo nivel de carga tributaria que enfrentan las empresas residentes en el país. Las que operan en el sector formal soportan una carga tributaria efectiva mayor al 60% de sus ingresos. No habría que esperar un «tsunami» de inversiones con este escenario. Vendrán, pero no las necesarias para crecer anualmente al 6% durante dos décadas y, así, alcanzar un ingreso como el de España o Nueva Zelanda. La otra estrategia para hacer sostenible el nivel de ingresos con una carga tributaria pagable es reducir esta última. ¿Cuál es el problema de disminuir la presión tributaria? Que el gasto se ubica casi en el 50% del PBI y tiene que ser financiado por tributos para no terminar emitiendo o endeudándose exageradamente como lo hicimos durante las décadas del 80 y 90.

No queda otra que bajar el gasto en términos del PBI. ¿Por dónde empezar? La respuesta sería motivo de otro artículo. Lo importante es comprender que un mayor gasto público implica siempre un nivel de presión tributaria más grande. «No hay magia». Porque toda suba del gasto estatal confluye en más impuestos, siempre. Sea que emitamos dinero o que nos endeudemos. El nivel de gasto actual es incompatible con el nivel de ingresos de nuestros habitantes, porque el gasto se financia siempre con impuestos y este nivel de presión tributaria no puede ser pagado con los ingresos que hoy tienen los contribuyentes.

En otras palabras, para alcanzar los niveles de ingresos de los países desarrollados no se puede tener una carga tributaria como la actual. Por lo tanto, la salida eficiente es realizar una reforma del sector público seleccionando cuáles son las funciones que debe realizar el Estado y cuánto dinero asignar a las mismas con una presión tributaria pagable. No se pueden buscar «atajos» sustituyendo una rebaja tributaria mediante una política crónica de endeudamiento o emisión monetaria. La historia nos muestra que estos sustitutos de las reformas terminan en crisis fiscales que se «llevan puesta» la economía.

 

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina).Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.

Liberty As God’s Gift: A Christmas Reflection On The Legacy Of Frederic Bastiat

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 24/12/15 en: http://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2015/12/24/liberty-as-gods-gift-a-christmas-reflection-on-the-legacy-of-frederic-bastiat/

 

Christmas is an ideal day to reflect about liberty. Frederic Bastiat (1801-1850), the author of “The Law,” one of the most widely read and translated books about liberty, is acclaimed by lovers of free enterprise. Awards and associations across the United States and the world, such as the Bastiat Society, are named after him. Christmas is also an important day to highlight a major aspect, usually neglected, of the philosophy of this French writer and political economist: his grounding on God.

Bastiat’s “The Law,” starts with a recognition of God as the source, and ends with and acknowledgment of the connection between God and liberty. In the second paragraph of this work he writes: “We hold from God the gift that, as far as we are concerned, contains all others, Life—physical, intellectual, and moral life. But life cannot support itself. He who has bestowed it, has entrusted us with the care of supporting it, of developing it, and of perfecting it. To that end, He has provided us with a collection of wonderful faculties; He has plunged us into the midst of a variety of elements.”

Frederic Bastiat died on Christmas Eve, 1850, in Rome, where he is buried in the Church of St. Louis of the French. (Photo montage and info-graphic by Adriana Peralta)

Frederic Bastiat died on Christmas Eve, 1850, in Rome, where he is buried in the Church of St. Louis of the French. (Photo montage and info-graphic by Adriana Peralta)

He was not a utopian, his view of man was that of a fallible being. He condemned “unintelligent egoism” as a cause for the perversion of law. Fallen human nature leads some:

To live and to develop … at the expense of one another. This is no rash imputation, emanating from a gloomy, uncharitable spirit. History bears witness to the truth of it, by the incessant wars, the migrations of races, sectarian oppressions, the universality of slavery, the frauds in trade, and the monopolies with which its annals abound. This fatal disposition has its origin in the very constitution of man—in that primitive, and universal, and invincible sentiment that urges it towards its well-being, and makes it seek to escape pain.

Economic incentives, especially protection of private property, can be very powerful: “Wherever plunder is less burdensome than labor, it prevails; and neither religion nor morality can, in this case, prevent it from prevailing.” It is the responsibility of human beings to work to develop a system of law that respects human nature, and protects the most important economic institution: private property. This is consistent with his Christian belief. For Bastiat, societies that respect property are also those “where the thought of God prevails the most over the inventions of men.” He cautioned that “when human institutions infringe on divine laws, not only error, but evil is the result; but this evil deviates and falls on people whom it should never have injured.”

His approach was not individualistic, it required self-sacrifice. He wrote that he placed his noble cause “a thousand times higher than our little individual ideas” and that he learned “that individual self-sacrifice is the soul and cement of any voluntary association.” Sounding more like Pope Francis than Ayn Rand he explained further:

Economists are accused of not taking self-sacrifice into account and perhaps despising it. Please God, we will never fail to recognize the power and grandeur in self-sacrifice. Nothing that is great and generous, nothing that arouses fellow feeling and admiration in men can be accomplished except through selflessness. Man is not just an intelligent man, and he is not merely a calculating being. He has a soul, and in this soul there is a germ of fellow feeling which may be developed until it attains universal love, to the point of the most absolute sacrifice, at which point it produces the generous actions that, when narrated, bring tears to our eyes.

His optimism for freedom was based in his conviction that “God has implanted in mankind also all that is necessary to enable it to accomplish its destinies. There is a providential social physiology, as well as a providential human physiology. The social organs are constituted so as to enable them to develop harmoniously in the grand air of liberty.” He even saw God’s Providence as the foundation of free trade “which is revealed in the infinite variety of climates, seasons, the forces of nature, and individual aptitudes, assets that God has distributed so unequally among men with the sole aim of uniting them through trade and through the bonds of universal fraternity.”

(Photo montage and info-graphic by Adriana Peralta)

(Photo montage and info-graphic by Adriana Peralta)

In the preface of “Providence and Liberty,” a short book devoted to Bastiat’s Christian views and life, three champions and scholars of the free society, Leonard Liggio, Jacques Garello and Samuel Gregg, wrote that “Bastiat had absorbed into his soul the essence of the message of Jesus Christ: that God is a Creator who so loved the world that He gave us His Only Son. “To be really communicating with God,” Bastiat commented only days before his death, “man needs to rely on a Revelation. I myself took the matter the right way: I do not discuss dogma; I accept it.”

He died on Christmas Eve, a good time also to reflect on Bastiat’s exclamation: “what could interest a kind heart more vividly than that the life of Jesus, that evangelic morality, and that mediation of Mary! How moving they are.” For believers, it is also a perfect day to absorb the last sentence of “The Law”: “Liberty is an acknowledgement of faith in God and His works.”

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

Pollos en el shopping

Por Sergio Sinay: Publicado el 28/12/15 en: http://sergiosinay.blogspot.com.ar/2015/12/pollos-en-el-shopping-por-sergio-sinay.html

 

Manipuladas por perversas estrategias de marketing, miles de personas, enceguecidas por una fiebre consumista, se asemejan en los shoppings a los pollos en los criaderos

“Lejos de los tribunales porteños, en las granjas de la empresa tratan de que las aves no se maten entre ellas por falta de comida y que la valiosa matriz genética, uno de los principales activos de lo que fue Rasic Hermanos, sobreviva”. Esta noticia, publicada en La Nación, hacía referencia, en estos días a la avícola Cresta Roja. Pocos días antes en el mismo diario se podía leer lo siguiente: “´¡Atención! A partir de este momento y por cinco minutos empieza el happy hour con 30, 40, 50 por ciento en el local…´, esta fue la frase mágica que dio inicio a la locura que se desató anoche en centros comerciales de la Capital y el Gran Buenos Aires”. Esta vez la noticia se refería a esa perversa estrategia de marketing que los shoppings mantienen desde hace cinco años para estas fechas, consistente en ofrecer cinco minutos de descuentos fabulosos y repetir incesantemente el estímulo (o carnada) entre las 18 horas de un día y las 4 de la madrugada del siguiente.

Entre los pollos de criadero matándose por un gramo de alimento y los exasperados consumistas empujándose, codeándose e insultándose por cinco minutos de descuentos ilusorios (jamás se confesará cuál fue el aumento antes del descuento) hay tres similitudes: una es la desesperación, la ceguera, el vale todo. Otra es que ambos son manipulados desde afuera de las jaulas. La tercera es que a unos y otros los manipuladores de conductas les mantienen las luces encendidas sin pausa para que no dejen de comer en un caso y de comprar en el otro. Y hay varias diferencias: los pollos lo hacen por la necesidad imperiosa de comer para vivir; los consumistas no necesitan la mayoría de las cosas por las que se apiñan, compran por comprar, porque los estimulan, por adicción. Llamarle “ahorro” a esa obsesión es un eufemismo inaceptable; el que de veras quiere ahorrar se queda en su casa, o regala tiempo, sonrisas, escucha, algo hecho con sus manos, compañía, una caricia o simplemente amor.

Otra gran diferencia es que los pollos carecen de lóbulo prefrontal y por lo tanto no pueden pensar críticamente, evaluando, deduciendo, recopilando y organizando datos e ideas. Los humanos contamos con todo eso, pero cuando desertamos de su uso nuestro pensamiento se convierte en lo que el psiquiatra inglés Steve Peters llama “pensamiento de chimpancé”. Es, según demuestra exhaustivamente en su libro “La paradoja del chimpancé”, un pensamiento reactivo, emocional, instintivo, primitivo, lineal, carente de lógica y generador, habitualmente, de conductas disfuncionales.

Mientras avanzan hacia los locales de los shoppings como muertos vivientes (si pudieran verse comprobarían que esa es su imagen) y en lugar de “¡Brains, brains!” (“¡Cerebros, cerebros!”) claman “¡Descuentos, descuentos!”, ni se les ocurre pensar que las luces y los aires acondicionados que permanecen encendidos durante toda la noche no significan ahorro sino derroche. Y un derroche mucho más alevoso cuando en el país se ha declarado la emergencia energética. De paso, no habría estado de más la intervención de alguna autoridad del gobierno nacional o del gobierno de la ciudad para tomar alguna medida al respecto. ¿O mientras haya consumo no importa a qué precio y tampoco si es a costa de la solidaridad con los que pasan días enteros sin luz, además de otras solidaridades y valores olvidados?

Una persona querida y cercana me decía durante la Nochebuena, mientras observábamos cómo miles y miles de pesos eran despilfarrados impunemente en el cielo bajo la forma de artefactos pirotécnicos: “Solo sin consumismo la vida en este mundo podrá ser sustentable”. Cambiar para mejor es modificar hábitos y conductas nocivos no solo para uno sino para el entorno en el que se convive. Es levantar la vista y ver a los otros, ver más allá del propio ombligo y del deseo inmediato. Cambiar para mejor es recuperar la capacidad de pensar en términos humanos, recapacitar, reflexionar. Los pollos del criadero no pueden hacer esto y por eso generan lástima, dolor. Los pollos de los shopping sí pueden, por eso no conmueven. Decepcionan, desalientan, exasperan.

 

Sergio Sinay es periodista y escritor, columnista de los diarios La Nación y Perfil. Se ha enfocado en temas relacionados con los vínculos humanos y con la ética y la moral. Entre sus libros se cuentan “La falta de respeto”, “¿Para qué trabajamos?”, “El apagón moral”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “En busca de la libertad” y “La masculinidad tóxica”. Es docente de cursos de extensión en ESEADE. 

Mientras discuten la intervención a la AFSCA, veamos si no es mejor tener derechos de propiedad (II)

Por Martín Krause. Publicado el 28/12/15 en: http://bazar.ufm.edu/mientras-discuten-la-intervencion-a-la-afsca-veamos-si-no-es-mejor-tener-derechos-de-propiedad-ii/

 

La intervención de la AFSCA ha generado un debate acerca del método y la supuesta autonomía de la agencia. Pero no se discute el fondo: ¿debería existir? En el post anterior vimos los argumentos que se presentan para justificar la propiedad estatal de las frecuencias. Ahora comenzaremos a ver las que justifican la propiedad privada:

“Esta ha sido la justificación para la intervención estatal y el control del gobierno sobre el espectro electromagnético. Se pensaba que el mercado iba a llevar al caos, ya que los emisores se superpondrían, y era necesario poner “orden”. Esto también se basa en la experiencia de los primeros años de la radio, donde los TAF eran “propiedad común”, es decir, de nadie en particular, y los usuarios se lanzaban no sólo a emitir sino a interferir en las señales de sus competidores.

Sin embargo, lo que sucedía no era el “caos” del mercado, sino que no se había permitido la evolución de los derechos de propiedad sobre las unidades TAF, de tal manera que sus propietarios pudieran hacer valer sus derechos ante la justicia, así como el propietario de un inmueble puede hacerlo ante su invasión. El uso simultáneo de una unidad TAF no era diferente de los problemas que se plantean para el uso simultáneo de cualquier otro recurso[1].

Como todo recurso escaso, debe ser administrado su uso, ya que si fuera de acceso abierto nos encontraríamos nuevamente en presencia de la “tragedia de los comunes”, la que en este caso adquiriría la forma de interferencia entre las señales de unos y otros, entre los intentos de comunicarse de las distintas personas.

Nuevamente, como hemos visto antes, tenemos dos alternativas principales: la que hace uso de esa institución “evolutiva” que es el derecho de propiedad, tan utilizado para resolver otras “tragedias de los comunes”, el que termina definiendo el uso del recurso en forma descentralizada y con múltiples ensayos; o podemos intentar hacerlo a través de la regulación centralizada y la decisión de alguna agencia regulatoria.

La experiencia con este segundo método no es muy alentadora (Coase, 1959). La Federal Communications Commision es el organismo regulador del espectro de frecuencias en los Estados Unidos. La FCC, por ejemplo, se manejó con extrema lentitud para evaluar una propuesta para reducir la separación que existe entre las frecuencias de radio AM de 10 kHz a 9 kHz, lo cual hubiera significado el nacimiento de unas 1.000 estaciones de radio nuevas. Otro tanto ha sucedido con el desarrollo de la AM estéreo. En ambos casos, la lentitud se ocasiona por cuestiones “políticas”, en el sentido de que los licenciatarios de frecuencias AM se oponen al ingreso de nuevos oferentes, mientras que quienes tienen licencias de FM se oponen al desarrollo de la AM estéreo, en ambos casos para impedir una mayor competencia.

Otro ejemplo se relaciona con la LPTV (“Low Power TV”), conocida también como sistema MMDS o microondas[2].     A la FCC le llevó diez años finalizar los criterios de asignación de la TV convencional y otros 30 años modificarlos para permitir la aparición de la LPTV. También se demoró tres años en resolver una disputa entre la radio FM y la televisión VHF sobre ciertas frecuencias y diez años en reasignar ciertas frecuencias de la televisión UHF a los teléfonos celulares.

Una historia ya legendaria sobre el manejo político de la autoridad regulatoria se refiere al origen de la FM y al destino de su creador, Edwin Armstrong. Con la determinación de convencer sobre las bondades de la FM, Armstrong solicitó a la FCC frecuencias y un permiso para crear su estación de radio FM. En 1940 la FCC otorgó a la FM el uso de las frecuencias de 40 a 52 MHz. Para fines de la guerra, en 1945, existían ya más de 50 estaciones de FM y unos 500.000 receptores.

No obstante ello, la FCC cambió las asignaciones, trasladando a FM a las actuales bandas de 88-108 MHz y otorgando a la televisión las frecuencias 44-88 MHz (canales 1 a 6) y 174-216 MHz (canales 7-13). Las FM fueron así liquidadas, ya que los usuarios se encontraron con equipos receptores no aptos para captar las transmisiones en las nuevas frecuencias asignadas. Por supuesto que nadie los indemnizó por ello.

Por último, le costó a la empresa de comunicaciones a larga distancia MCI cerca de 2 millones de dólares y 7 meses de trabajo construir sus torres de microondas pero unos 7 años y 12 millones de dólares en costos legales y regulatorios hasta obtener la licencia. [3]

Según han observado muchos investigadores, las agencias regulatorias comienzan su vida como reguladores agresivos de la industria pero, con el transcurso del tiempo, son capturadas por los mismos regulados y terminan compartiendo sus puntos de vista e intereses.

[1] “La interferencia creada por el uso simultáneo de la misma unidad del espectro por dos o más usuarios no es diferente de la interferencia entre usos simultáneos competitivos de cualquier otro recurso. Una porción de tierra no puede utilizarse para cultivar trigo y como parque al mismo tiempo sin interferir un uso con el otro. Un ómnibus no puede transportar cargas desde A hasta B y pasajeros desde A hasta C al mismo tiempo. Los mismos cinco minutos de tiempo de una secretaria no pueden utilizarse para escribir a máquina o para hacer llamadas telefónicas sin cierta degradación de cada función”. (Fountain, John, 1989, p. 135).

[2] “El atractivo de la LPTV no es difícil de entender. Autorizando la construcción de alternativas de baja energía a las estaciones dominantes actualmente en el aire, la FCC no sólo abría una puerta a unas 8.000 estaciones transmisoras nuevas, sino también al relativamente exclusivo mundo capital-intensivo de la transmisión de TV a un nuevo grupo de emprendedores. La FCC empezó a investigar la LPTV hace varios años como una solución casi perfecta al problema de la escasez que había estado en el centro de muchas de sus decisiones regulatorias y que había guiado el otorgamiento de licencias por más de medio siglo. En teoría, otorgándole a una estación de LPTV suficiente energía para transmitir su señal, digamos, de 5 a lo millas, se resolvería el problema de utilización del espectro, que era la razón técnica para limitar las licencias en determinado lugar”.

“Pero la FCC, como otros proponentes de la LPTV, también vio un segundo impacto interesante: el bajo costo relativo de los equipos necesarios -una fracción del equipamiento de toda una estación de televisión- daría acceso a la LPTV a minorías, grupos comunitarios y otros que durante años han luchado mucho, tanto ante la FCC como en las cortes, para tener mayor acceso a la transmisión de TV regular.”

“Después de abrir la puerta a la LPTV, la comisión fue inundada con 6.500 solicitudes, creándose tal desorden administrativo -literalmente una montaña de papeles con pocos lineamientos para decidir quién recibiría los 3.000 a 4.000 lugares disponibles- que congeló el proceso en forma temporaria. Esto demoró la llegada de la LPTV al mercado mientras la cantidad de papel crecía; la montaña creció hasta contener 12.000 solicitudes.” (Diamond, et al, 1983, p. 26).

[3] Confirmando lo anterior, comenta el Dr. John Fountain con respecto a Nueva Zelanda (1989, p. 18): “La vulnerabilidad a los grupos de presión no se elimina con procedimientos de salvaguardia. En verdad, éstos pueden inhibir la eficiencia económica al ser incorporados a los juegos estratégicos de los participantes en la actividad. Más aun, no importa cuán bien dirigidas estén, las agencias regulatorias inevitablemente se hallan limitadas en la sabiduría de sus decisiones por el flujo de información de que disponen”.

“Los grupos de interés que aparecen ante las agencias regulatorias proveen mucha información y análisis que a sus funcionarios les sería imposible o muy costoso obtener en forma independiente. Naturalmente, cada grupo presenta su evidencia de tal manera que sea favorable para su propio caso. Dada la legalidad y formalidad de los procesos, o la falta de acceso a influencias con costos reducidos, la participación en los procesos regulatorios por parte de gran número de consumidores es simplemente muy costosa. Como resultado, es extremadamente difícil -tal vez imposible- que las agencias regulatorias tomen decisiones que sean económicamente eficientes.”

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

 

Jaime Balmes contra el socialismo: todavía relevante

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 29/12/15 en: http://www.redfloridablanca.es/jaime-balmes-contra-el-socialismo/

 

El Papa León XIII escribió que Jaime Balmes (1810-1848) fue el mayor talento político del siglo XIX y uno de sus más grandes escritores. Balmes consideraba a Barcelona, ciudad por excelencia de Cataluña, como más semejante a París y Londres que a otras ciudades españolas. Pero no apoyaba regionalismos o nacionalismos estrechos. Era un hombre de Barcelona, Europa y el mundo. En el campo de la economía, su principal enemigo no era “España” sino el socialismo. Sus críticas a estas doctrinas siguen siendo relevantes.

Como han demostrado las recientes elecciones generales, la escena política ha cambiado mucho en España. Las ideas socialistas más extremas son defendidas por “Podemos”, convertido hoy en la tercera fuerza política. El hecho de que sean “socialistas del siglo XXI” no los distancia de los fracasos a los que siempre han llevado estas ideas a lo largo de la Historia. Es decir, “Podemos” es una fuerza joven con ideas viejas. Por su parte, aunque obtuvieron menos votos de los que esperaban, Ciudadanos, partido que nació en la ciudad de Balmes, va a asumir un rol importante en el Congreso. El líder del partido, Albert Rivera, resumió su posición centrista: “Cataluña es mi tierra, España mi país y Europa nuestro futuro”. Posición no muy distinta a la de Balmes, uno de los primeros escritores en criticar con agudeza al socialismo.

Balmes dedicó siete ensayos a analizar y criticar esta “escuela que se propone destruir el orden social existente, constituirlo sobre nuevas bases y arreglarlo con diferente norma”. Consideraba que “todos los hombres pensadores y amantes de la humanidad” tenían que prestarle atención a estas peligrosas teorías. Mientras que muchos de los programas socialistas se habían quedado en teoría, en su tiempo empezaron a ponerlas en práctica.

Este presbítero catalán era un admirador de las personas productivas e industriosas, causándole gran preocupación que un industrial de éxito como Robert Owen (1771-1858), lo que le hacía más creíble y peligroso, promoviera proyectos socialistas.

El manifiesto socialista de Owen fue publicado en Londres en 1840. Balmes atacó la visión socialista de Owen, especialmente la noción de que este nuevo sistema crearía una nueva raza humana.

Balmes veía la libertad como un aspecto esencial de la acción humana: “En efecto, si suponemos que las acciones del hombre no dimanan del libre albedrío, sino de impulsos naturales a los que sea imposible resistir, tendremos que el ladrón, el homicida y todo linaje de criminales, no cometerán sus atentados con verdadera deliberación, y si solo obedeciendo a una ley de su naturaleza. De tal suerte que quien clava el puñal en el seno de su hermano o de su padre, no hace más que seguir el impulso a que le lleva su organización particular atendidas las circunstancias que le rodean”.

Para Balmes, Owen y los demás socialistas tenían una visión muy limitada de la persona humana. Las ideas socialistas “son la negación del espíritu del hombre, la negación de su libertad, la negación de su responsabilidad, la proclamación solemne de que no somos más que un puñado de materia organizada, y de que todos nuestros pensamientos, nuestras voluntades, nuestros actos, no son más que funciones necesarias sobre las cuales nada tenemos que ver, nada podemos; no siéndonos dado otra cosa que entregarnos a sus impulsos como el péndulo a sus oscilaciones”. En lugar de ver al ser humano como rey o partícipe de la creación, se lo reduce a sus instintos más bajos.

Balmes argumentaba que a los socialistas no deberíamos considerarlos solo como “despreciables fanáticos (…) víctimas de una ilusión exagerada por el orgullo”. Son más peligrosos porque “la semilla que ellos arrojan al acaso se deposita en tierra que la recoge con avidez, quizás para fecundarla el día que la Providencia quiera desencadenar sobre el mundo desconocidos y espantosos trastornos”. ¿Le ha dicho que sí la Providencia a los socialistas españoles? Al parecer los votantes no le dieron suficiente apoyo a Podemos y demás izquierdistas para avanzar rápidamente hacia socialismos más extremos. Pero el peligro sigue latente.

A mediano y largo plazo el socialismo fracasa porque va en contra de la naturaleza humana. En palabras de Balmes: “El sentimiento de la libertad está en el fondo de nuestra conciencia; en vano intentaremos sofocarle; una voz interior nos clama que somos libres; antes de obrar experimentamos que podemos dejar de obrar; cuando hacemos una cosa, sentimos que podríamos hacer otra; y si alguna vez nos proponemos ejercer adrede el libre albedrío, hallamos que no tiene límites, desde el acto más juicioso hasta el más extravagante y ridículo.”

El socialismo yerra no porque los seres humanos sean imperfectos y fracasan en el intento de vivir de acuerdo a sus principios, sino por sus suposiciones y la manera de ponerlas en práctica: “Lo acontecido en New Harmony no es un caso excepcional, sino un ejemplo de lo que por necesidad se verificará en todos [los] tiempos y países. M. Owen empeñado en no reconocer los vicios radicales de su sistema, achaca el mal éxito de su tentativa a los elementos de que se componía su colonia; mas no advierte que el mismo mal que se halló en ella se encontraría en todas las otras en grado más o menos intenso; y que si bien suponiendo una reunión de hombres más inteligentes y morigerados los inconvenientes no serían por de pronto tan graves, el maligno germen se desarrollaría a la sombra de la misma institución, y lejos de mejorarse los individuos de que constaría la humanidad, se irían maleando cada día más, hasta parar a un estado que les imposibilitaría de continuar reunidos”.

En 1825, para llevar a la práctica sus ideas, Owen compró Harmony, un pueblo en el suroeste de Indiana. Y lo rebautizó New Harmony. Fue un fracaso como la mayoría de los esfuerzos socialistas. En Febrero de 1826, la ciudad adoptó una nueva constitución: “La Comunidad de la Igualdad de New Harmony”. El objetivo era el de alcanzar la felicidad a través de un sistema basado en la propiedad común, la cooperación, y la libertad de expresión y acción, pero todo dentro de un contexto de obediencia a las leyes. Estas leyes dividían a los miembros en grupos y estipulaban en forma minuciosa lo que cada persona de cada grupo podía hacer. En 1827 este experimento socialista fue declarado un fracaso.

Además de su extensa crítica al socialismo, Balmes dedicó un capítulo de su “Curso de Filosofía Elemental”, un clásico en su campo, a defender la propiedad privada: “en la actualidad es más necesario que en otros tiempos el estudiar a fondo el principio del derecho de propiedad, porque se halla vivamente combatido por escuelas disolventes y amenazado por sectas audaces que probablemente causarán profundas revoluciones en el porvenir de las sociedades modernas”. Y concluye: “en el derecho de propiedad se combinan los eternos principios de la moral con las necesidades individuales, domésticas y públicas, y con miras económicas, y también con el fin de evitar que la sociedad esté entregada a una turbación continua”. Amén.

Las ideas socialistas tomaron fuerza cuando sus líderes convencieron a los trabajadores que el sistema capitalista llevaba inexorablemente a su explotación. Adam Smith exageró la importancia del trabajo en la creación de valor económico, y el marxismo llevó el argumento al extremo: toda remuneración no destinada a los salarios es explotación. La teoría del valor de este catalán anticipó las contribuciones de los economistas de la Escuela Austriaca. Explicó cómo el valor económico se basa en la utilidad, la escasez, la oferta y la demanda, y no la mano de obra y otros costos. Esto le dio una base sólida para criticar el socialismo.

Las generaciones jóvenes han ignorado a Balmes. Martín Gurría, un activista catalán defensor de la economía libre, me decía: “Estoy sorprendido por la ignorancia generalizada que existe sobre nuestros grandes pensadores. Tenían ideas avanzadas e innovadoras. El caso de Balmes es más llamativo porque una de las calles más concurridas de Barcelona lleva su nombre. Olvidamos con demasiada rapidez. Y nos cuesta caro”. Los más antiguos concuerdan. Lorenzo Dionis, uno de los cofundadores de IESE, vive en la calle Balmes. Para Dionis, parte de esta ignorancia proviene del “mundo secular de hoy, donde hay un rechazo del conocimiento que proviene de figuras religiosas”.

Los resultados de las elecciones del 20 de diciembre de 2015 alimentan un clima de incertidumbre y cambio. La historia muestra que cada vez que en España se respetan más las libertades económicas de sus ciudadanos, su economía crece más que la europea. Para nutrir esas libertades los españoles tienen valiosas fuentes que salieron de lo mejor de su cultura y tradiciones. Releer a Balmes es un buen paso para evitar errores del pasado y construir el futuro.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

“La salida del cepo permitirá el crecimiento”

Por Aldo Abram: Publicado el 28/12/15 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2015/12/28/la-salida-del-cepo-permitira-el-crecimiento/

 

El economista Aldo Abram estimó que “los primeros seis meses del año 2016 serán difíciles porque estamos en una economía en recesión” pero auguró “un promisorio segundo semestre porque a partir del fin del cepo entramos en un sinceramiento de las condiciones de producción nacional que significan un fuerte impulso a las economías regionales de todo el país”.
El director de la Fundación Libertad y Progreso explicó que “desde el punto de vista económico, la salida del cepo cambiario fue el hecho político más importante del año que termina porque significó salir de un estado de ficción para ingresar a un plano de realidad, del cual nunca debimos haber salido porque eso le hizo mucho daño a los sectores productivos de nuestra economía”.
En ese sentido, el economista explicó que “al vivir en un sistema con el tipo de cambio totalmente retrasado como estuvimos en los últimos cuatro años, las economías regionales se encontraban en una situación de asfixia constante porque, por un lado, los bienes que producían lograban una suba muy leve porque el valor oficial del dólar estaba frenado pero, al mismo tiempo, los costos de producción aumentaron vertiginosamente” y, según Abram, “ese combo fue letal para las industrias y para las economías regionales que son el gran motor del país”.
Para graficar su pensamiento sobre lo que significó el cepo cambiario en los últimos años, Abram dijo que “fue similar a hacer un riquísimo guiso con las gallinas de los huevos de oro porque se liquidó a las economías regionales cuando en verdad lo que siempre hay que hacer es cuidar a este sector porque de él depende el resto del país”.
Según las estimaciones de Abram, “la liberación del tipo de cambio beneficiará principalmente a las economías regionales porque puso un manto de verdad sobre lo que efectivamente vale en pesos cada dólar y eso ayuda a revalorizar los productos que se elaboran en cada región del país y eso -por ejemplo en el caso específico de Misiones- ayudará a lograr mejores precios para la yerba, el té, los cítricos, la madera y todo lo que se genera en esa provincia”.
Abram también se refirió “a la terrible herencia que dejó el gobierno anterior con un déficit fiscal que ronda los ocho puntos del Producto Bruto Interno (PBI) y que si bien esta cifra al común de los lectores no le significa nada, es necesario aclarar que este tipo de situaciones son las que nos llevaron a la hiperinflación de 1989, por eso es necesario decir la verdad a la población para que se sepa en su real dimensión el estado de las cuentas públicas”.

Hay que salir del agujero interior

El economista también se refirió al acompañamiento de la mayoría de la población argentina a las primeras medidas de gobierno. “En general se nota un alto grado de conciencia en la mayoría de los habitantes del país sobre la necesidad de salir del viejo esquema de relato oficial mentiroso para poder saber bien dónde estamos parados y cuál es el grado de emergencia del caso”.
Según Abram, eso se notó muy bien en “la decisión del Gobierno de declarar la emergencia energética y la de seguridad y aún más en la salida del cepo, donde no se dio la estampida tan temida a la compra de dólares, lo que de por sí está señalando cierto grado de confianza social en las medidas que se están tomando”.
Sostuvo que luego de la eliminación de las retenciones y el fin del cepo al dólar, el balance “es positivo” y añadió que “no se dio una devaluación porque en realidad la devaluación del peso se venía haciendo desde hace cuatro años y eso lo sentía la gente en la billetera diariamente”.
De acuerdo al economista, “lo que el Banco Central estaba haciendo era quitarnos con el impuesto inflacionario un pedazo de poder adquisitivo con los pesos en el bolsillo para financiar los excesos de gastos del Gobierno. Y para que no se reflejara en el valor del dólar oficial, lo que hicieron fue poner el cepo y fijarlo artificialmente con valores que no reflejaban la realidad”.

Pérdida del poder adquisitivo
El economista de la Fundación Libertad y Progreso también pronosticó que el nuevo año arrancará con “una pérdida del poder adquisitivo y por eso las familias controlarán sus gastos”.
Esto significa que “la gente priorizará las cuestiones básicas y reducirá sus erogaciones en los productores de servicio que ahora ganarán lo que corresponden que ganen”.
“En el supermercado se tendrá que pagar más por la cosas. Por tanto, la gente deberá bajar un poco los gastos en el sector de los servicios que fueron los grandes beneficiarios de este modelo, como por ejemplo la compra de electrónicos, viajes, cine y comidas en restaurantes”.
Consultado sobre si es posible evitar la suba de precios en supermercados, Abram dijo que no cree que “se puedan atajar los precios en algunos productos” pero advirtió que “luego del trance que implica sincerar la economía la inflación comenzará a bajar por la austeridad de la política monetaria del Banco Central y comenzarán a sentirse los primeros vientos de crecimiento económico ya poco antes de mitad de año”.

 

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .