¿QUIÉN ERES?

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 27/11/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/11/quien-eres.html

De Existencia humana y misterio de Dios; Unsta, Tucumán, 2008, Parte I cap. 4. 

  1. La vocación individual.

1.1.El re-conocimiento de sí mismo en el rostro del otro.

Woody Allen tiene una magnífica película, Zelig, donde su personaje, Leonard, padece una alienación tan grave de su propio yo, que esconde su propio yo transformándose en quienes lo rodean, sumergiéndose en el “nosotros alienante”: en una masa de gente que subsume y sustituye su personalidad. Si está con negros se hace negro, si está con blancos se hace blando, si está con gordos se hace gordo, si está con chinos se hace chino. Pero, ¿quién es él?

Leonard es curado por una psiquiatra, Eudora, quien al principio lo ve sólo como un caso médico. Pero luego ambos se enamoran, se aman verdaderamente y deciden casarse. Pero, antes, Leonard tiene una recaída. Tan fuerte que huye y nadie sabe dónde está. Leonard, tratando de huir desesperadamente de sí mismo, se había “hecho” soldado nazi: el “lugar” ideal para ser “nadie” excepto un instrumento al servicio del poder.

Por una casualidad, Eudora descubre que su amado está en Alemania en la época nazi. Lo busca, y en una concentración nazi, lo encuentra. Mientras una masa compacta de yoes olvidados de sí vitorean y aclaman al dictador, ella distingue el rostro, casi imperceptible en la calculada uniformación, de su amado. Leonard la ve, y al verla, recuerda quién es él. “Esforzándose por no ser vistos –dice la vez en off de la película- los dos se ven”. O sea, mientras se preocupaban porque los ojos de aquellos que estaban ciegos no los vieran (o sea, aquellos que sólo miraban a su alienación, al dictador), ellos “se ven”. Es muy importante lo que sucede. Eudora era la única que podía mirar al individuo, a Leonard, a Leonard no en cuando soldado, instrumento, sino a Leonard en cuanto Leonard, porque lo amaba verdaderamente, esto es, le había prometido ser su esposa, buscar su bien para siempre como esposa. Ante esa mirada, mirada comunicante, no alienante, ante esa mirada única, Leonard se re-conoce a sí mismo de vuelta. Ante esa mirada que lo miraba en cuanto él, él se vio a sí mismo nuevamente en cuanto quién era.

Esta “experiencia de lo humano” nos lleva a una primera respuesta de una pregunta que ha estado planteada desde el principio: ¿cómo saber quién soy?

Una vez que hemos tenido una primera mirada de la habitación más profunda de nuestro yo, pero sin saber muy bien qué hacer con ella; una vez que hemos adquirido conciencia de la capacidad contemplativa de nuestro yo y de nuestra libertad interior, estamos en condiciones de dar una primer respuesta: búscate en los ojos de los que verdaderamente te conocen y te aman.

Pero para eso, tu mirada tiene que cambiar. Está bien que mires a las personas, diariamente, en cuando sus funciones y oficios. Este me vende una entrada, aquél me sirve en tal restaurant, aquél otro es mi jefe, aquellos son mis subordinados en el trabajo. Ok. Pero todos ellos son algo más: personas cuyo “yo” no se reduce a lo que momentáneamente “hacen” sino “yoes” con inteligencia y libertad, y con una dignidad, por ende, que supera sus haceres momentáneos o permanentes. Y una primera fase del re-enfoque de nuestra mirada es mirar a otro en tanto otro, que tiene una dignidad que debe ser respetada, dignidad que no se respeta si lo miras sólo (sólo) como un instrumento a tu servicio: el otro es un tú (Buber), no sólo un “esa cosa” que se usa y se tira. Tu mirada debe cambiar. Cuando alguien te venda algo, míralo con ese nuevo enfoque, míralo a los ojos, sonríe levemente y dile “gracias” manteniendo tu mirada tanto cuanto dure el “gracias”. Pero no como una actuación, sino como un lenguaje gestual que nace espontáneamente del re-enfoque: al otro lo estoy mirando en tanto otro, en tanto persona, y no sólo como el que me vende algo, que podría ser igual a una máquina expendedora, a la cual incluso podría patear con enojo si no funciona. Las personas no “funcionan”: son, y a ese ser tu mirada debe dirigirse.

Con esa mirada, comienzas a dar algo: respeto, y, en cierto sentido, algo de afecto. Pero surge entonces la posibilidad de plantearse lo siguiente: hay miradas “así” que siempre te han llamado más la atención que otras. Hay “otros” diferentes. Hay enfermos, hay alumnos, hay clientes de tales o cuales formas de emprendimiento, hay espectadores…. Y en el “ser en función de ellos” has sentido a veces un “llamado” especial: llamar, vocare, de allí “vocación”: como Leonard se reconoce en los ojos de Eudora, el yo se re-conoce en los ojos de los tú que de algún modo nos llaman: nos llaman, no a cualquier cosa, sino a desplegar las alas de nuestro yo, y en ese despliegue el yo se re-conoce.

Las alas del yo, desplegadas, son tus virtudes. Estate atento a ellas: andan sueltas, como indicadoras de tu yo. Algunas se despliegan más que otras, como un yo oculto que dice “soy yo”. En tu energía, en tu decisión, en tu paciencia, en tu hablar…. En todo ello se manifiesta quién eres, en función del “estar con los otros” donde “sientas” (contemples) que tu yo está “como en casa”. No es un des-cubrir instantáneo y completo, es incompleto y progresivo, pero es un des-cubrir. En mi caso, por ejemplo, la primera vez que, siendo un adolescente, me puse delante de un pizarrón y comencé a hablar a un grupo de amigos, allí comenzó un largo des-cubrimiento, que aún no ha terminado, obviamente. De lo que estoy seguro es esto: ese era yo.

La vocación individual, el descubrimiento el yo, que es obviamente individual, no es una elección. Es des-cubrir quién eres. Uno no elige arbitrariamente quién es, sino que uno es quien es. Lo que sí está en tus manos, en esa libertad interior de la que hablábamos, es la fidelidad a uno mismo. Eso sí.

Pero la vida es muy complicada. La mayor parte de las veces “hacemos” lo que podemos, como podemos. Nuestro yo quedó oculto en un sin fin de circunstancias tan infinitamente complejas que ese ocultamiento es totalmente entendible. ¿Pero qué ocurre si comenzamos a des-cubrirnos “cuando ya es tarde”? No, no es tarde. En ese caso, re-enfoca tu mirada, y, hagas lo que hagas, sirvas a quien sirvas, los aspectos olvidados de tu yo comenzarán a manifestarse. Tal vez algo haya que cambiar, pero no se trata de un “cambio de oficio” sino más bien de actitud. Comienza a descubrir quién eres “y todo lo demás se dará por añadidura”. Claro, puede haber consecuencias (de este descubrimiento) que causen algo de temor, pero si escapamos nuevamente (como Leonard cuando se hace nazi) pateamos para adelante todo. Pero alguna vez, siempre, nuestro yo nos alcanza.

Y no sólo des-cúbrete, sino “pide asilo” en los ojos de quienes verdaderamente te amen y te reconozcan. La vida tiene a veces momentos que equivalen a volver de una guerra. Es aquí donde quiero citarte a una de las filósofas y pensadoras más grandes del s. XX, Edith Stein: “…Cuando las tropas que marchaban en fila por las calles se dispersaban, cada hombre que estaba antes unido a los demás en el mismo paso y tal vez apenas consciente de su personalidad, vuelve a ser un pequeño mundo que se basta a sí mismo. Y si los curiosos, al borde del camino no distinguían más que una masa indiferenciada, sin embargo, para la madre o para la novia, aquel que ella espera es el ser único al que ningún otro es semejante: en cuando al misterio de su esencia del cual el amor de la madre o de la novia adivina algo, sólo la mirada de Dios que penetra todo, lo conoce”[1].

Quién eres, por lo tanto: eres aquel cuyos ojos son mirados por quien verdaderamente te ama. No trates de pasar esta respuesta por la razón que calcula, mide, planifica. Tu inteligencia, como nos hemos dado cuenta, es esencialmente contemplativa. Con esa contemplación, reflexión, introspección sobre ti mismo, descubres: a) que eres; b) que eres y puedes no ser; c) que eres un yo, corpóreo, con inteligencia y voluntad libre, d) orientado esencialmente a la capacidad del amar al otro en tanto otro; e) y que ese amor genuino te devuelve a la esencia de tu yo, perdido en la existencia inauténtica del correr y del hacer.

1.2.La esencia de tu yo.

Pero, ¿en qué se funda que nuestro yo, que tanto trabajo nos cuesta des-cubrir, sea, como habitualmente se dice, único, irrepetible? Como hemos visto, no es tanto lo que haces lo que te define como tal: eres radicalmente único, individual, aunque luego tu comportamiento pueda ser parecido al de los demás, justificada o injustificadamente.

Eres radicalmente único porque toda persona tiene su esencia individual, de manera mucho más transparente que las demás cosas. Toda persona humana es humana, y en tanto humana es igual a cualquier otra persona, y en ese sentido tienen todas las personas igual dignidad y merecen igual respeto. Y esa naturaleza no es algo en el aire: esa naturaleza humana existe realmente y totalmente, no parcialmente, en todos los seres humanos: Juan y Pedro son ambos totalmente humanos. Pero su nombre propio no es una concesión, como hacemos como una mascota. Revela una especial y más evidente individualidad: su nombre propio muestra su esencia individual, aquello por lo cual Juan es Juan y no otro. Y ese “aquello”, hemos visto, no es la historia de tu vida, no es tu naturaleza desplegada (virtudes) o tapada (defectos): es quien radicalmente eres, aunque hayas estado siempre oculto. Es quien eres esencialmente, siempre, desde el primer segundo de tu vida hasta el último. Ese yo tiene, como vimos, dos potencialidades muy importantes y especiales, a través de las cuales se despliega: su conciencia de sí (inteligencia) y su capacidad de decisión (voluntad). Pero aunque estas hayan estado también cortadas, tapadas, enmudecidas, tu yo, allí está, como ese Leonard (otro Leonard) que buscaba el Dr. Sayer en la película Despertares.

Cuando estás en plena conciencia de ti mismo, cuando estás lo más lúcido y libre que puedes estar, en nuestras siempre limitantes circunstancias humanas, el yo, como dice Edith Stein, es como el centro en el espacio del alma[2]. En ese sentido sí eres el centro del universo, porque el universo no es ya el espacio infinito de Newton, sino tu mundo circundante, alrededor de ti, y tú mismo, como un automóvil, circulas por él, y tú eres el centro, que, en el lugar del conductor, conduce. Pero el centro no se mueve. ¿Qué quiere decir ello? Que tu esencia individual es siempre la que es. Cuando la des-cubres, descubres a su vez que tus acciones más genuinas son resultados más bien espontáneos de ese propio modo de ser que, actuando, se despliega. Tus acciones de-fectuosas, más que acciones, han sido en realidad omisiones de lo que podrías haber hecho a partir de la esencia de tu yo. Te has movido, sí, pero en dirección contraria a tu yo, como un auto que da marcha atrás, se da contra una columna y se abolla.

1.3.Las no vividas vidas[3].

Pero, ¿qué es de lo que “hemos podido ser y no hemos sido”? ¿Qué son de aquellos sueños, ilusiones, que sabemos, en nuestro interior, que no son meros caprichos, sino parte de la esencia de nuestra yo?

Es verdad que nuestra vida pudo haber tomado caminos auténticos, y que, por circunstancias diversas, no pudimos seguir. Aceptar ello es aceptar nuestra humana condición. Pero ello muestra que la esencia del yo –como nada de lo real- no es algo unívoco, sino análogo, múltiple, que se despliega de manera concéntrica a un punto. Pero, las “no vividas vidas” ¿no implican que no se pudieron desplegar? En cierto sentido sí, en cierto sentido no. En cierto sentido sí, porque hay aspectos de la esencia de nuestro yo que hubieran implicado un camino que no se tomó. Hay que aceptarlo, porque cuanto más rica es esa esencia, más van a ser los caminos no tomados, paradójicamente. Pero, por el otro lado, esos caminos viven en ti, porque se despliegan, se abren paso, inevitablemente, a través de las ventanas de tu alma: tus virtudes, los otros a quienes miras y escuchas, tus actitudes vitales más profundas ante el camino que ya estás caminando. Siempre eres tú: en el camino que caminas se despliega también el camino no recorrido. De un modo imperceptible a veces. No, no va a salir en ningún test de los inventados por la razón calculante. Va a salir en la intimidad de tu mirada, en la vida, sanamente inadvertida, de tu razón amante.


[1] Stein, Edith: Ser finito y ser eterno, FCE, 1996, p. 523.

[2] Stein, Edith: Obras Selectas, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1998, p. 445.

[3] Ver Mallea, E., citado por Luis J. Zanotti en La hora de encontrarse a sí mismo, Ed. De Belgrano, Buenos Aires, 1994, Introducción.

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Mauricio Macri y su segundo tiempo

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/11/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/11/26/mauricio-macri-y-su-segundo-tiempo/

Sé que el ex presidente está imbuido de las mejores intenciones y quiere lo mejor para la Argentina, pero resultan una pena sus reiteradas referencias al peronismo

Mauricio Macri (Franco Fafasuli)

Mauricio Macri (Franco Fafasuli)

Como es de público conocimiento tuve tres reuniones muy cordiales por zoom con Javier Milei y Mauricio Macri al efecto de acercar posiciones dado que el primero ha instalado en el nivel político un discurso liberal no visto en los últimos largos tiempos desde la perspectiva moral, institucional, jurídica y económica.

También como es sabido la gestión gubernamental de Macri fracasó no solo debido a su posición minoritaria en el Congreso sino porque, por ejemplo, en el Ejecutivo aumentó ministerios junto al gasto público, entregó planes sociales a los piqueteros, acentuó de modo alarmante la inflación y la deuda estatal, implantó nuevamente el cepo cambiario e intentó designar a dos miembros de la Corte Suprema por decreto, todo lo cual fue inaugurado con un bailecito con la banda presidencial en la Casa de Gobierno absolutamente impropio del sistema republicano. También en tren de inauguraciones el ex presidente lo hizo con el monumento a Perón junto a Hugo Moyano.

Ahora con inmensa tristeza y dolor declaro que me vuelve a desilusionar Macri luego de sus declaraciones en el programa televisivo de Morales Solá que resumió al sostener que “si Perón viviera se afiliaría a Juntos por el Cambio”. Una persona que dice que el populismo debe acabar en nuestro país pero pondera al rey del populismo es debido a uno de dos motivos. O no tiene idea de qué sucede o nos toma el pelo, como sé que Macri no es mala persona concluyo lo primero lo cual no lo habilita para conducir un espacio opositor al chavismo local y mucho menos volver a gobernar. En el mejor de los casos el ex presidente incurre en severas contradicciones.

Desafortunadamente en su espacio hay coincidencias varias respecto a las simpatías por el peronismo y afines, aunque no son por suerte todos, esto resulta cuando menos inquietante frente al monótono estatismo que venimos padeciendo en las últimas largas décadas con los calamitosos resultados por todos conocidos. Lo dicho no es óbice para recibir con los brazos abiertos a ex peronistas, es decir aquellos que han optado por abandonar las recetas que condujeron a la decadencia moral y material de nuestro país otrora el aplauso del mundo cuando se aplicaron los valores alberdianos. Se insinuó el abandono de esos principios primero con Juárez Celman que tuvo que rectificar Pellegrini, luego con quien dejó de lado las recomendaciones liberales de Leandro Alem, es decir Yrigoyen a pesar de contar con resguardos institucionales como el notable ministro de la Corte Suprema Antonio Bermejo, un desbarranque que fue acelerado primero por el golpe fascista del 30 y luego con el levantamiento militar del 43 que dio comienzo al peronismo que como han puntualizado entre muchos otros Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa fue el comienzo del derrumbe precipitado argentino que continúa hasta nuestros días.

Al efecto de resumir el significado del peronismo, recuerdo parcialmente algunos aspectos centrales sobre los que escribí con anterioridad. Resulta sumamente curioso pero a esta altura del siglo XXI cuesta creer que existan aun personas que con un mínimo de conocimiento se autotitulen peronistas. Se ha probado una y mil veces la corrupción astronómica del régimen (Américo Ghioldi, Ezequiel Martínez Estrada), su fascismo (Joseph Page, Loris Zanatta), su apoyo a los nazis (Uki Goñi, Silvano Santander), su censura a la prensa (Robert Potash, Silvia Mercado), sus mentiras y adoctrinamiento sistemático en los colegios (Juan José Sebreli, Fernando Iglesias), la cooptación de la Justicia y la reforma inconstitucional de la Constitución (Juan A. González Calderón, Nicolás Márquez), su destrucción de la economía (Carlos García Martínez, Roberto Aizcorbe), sus ataques a los estudiantes (Rómulo Zemborain, Roberto Almaraz), las torturas y muertes (Hugo Gambini, Eduardo Augusto García), la imposición del unicato sindical y adicto (Félix Luna, Damonte Taborda) y la destrucción moral y material en gran escala (Ignacio Montes de Oca, María Zaldívar).

A este prontuario tremebundo cabe agregar apenas como muestra cuatro de los pensamientos de Perón, suficientes como para ilustrar su catadura moral. En correspondencia con su lugarteniente John William Cooke: “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños se quedarán con ella. Los que tomen una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de los gorilas y enemigos del Pueblo. Los Suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro. Esto mismo regirá para los simples soldados que realicen una acción militar” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, Editorial Cultural Argentina, 1956/1972, Vol. I, p. 190). A lo que cabe agregar la vergonzosamente laudatoria carta de Perón a Mao el 15 de julio de 1965 en medio de las horrendas y repetidas masacres de ese nefasto régimen, misiva que comienza con “Mi querido Presidente y amigo”.

También proclamó “Al enemigo, ni justicia” (carta de Perón de su puño y letra dirigida al Secretario de Asuntos Políticos Román Alfredo Subiza). En otra ocasión anunció que “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (discurso de Perón por cadena oficial de radiodifusión el 18 de septiembre de 1947). Por último, para ilustrar las características del peronismo, Perón consignó que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Marcha, Montevideo, febrero 27 de 1970).

Algunos aplaudidores y distraídos han afirmado que “el tercer Perón” era distinto sin considerar la alarmante corrupción de su gobierno realizada principalmente a través de su ministro de economía José Ber Gelbard quien además provocó un grave proceso inflacionario (que denominaba “la inflación cero”) y volvió a los precios máximos de los primeros dos gobiernos peronistas (donde al final no había ni pan blanco en el mercado), el ascenso de cabo a comisario general a su otro ministro (cartera curiosamente denominada de “bienestar social”) para, desde allí, establecer la organización criminal de la Triple A. En ese contexto, Perón después de alentar a los terroristas en sus matanzas y felicitarlos por sus asesinatos, se percató que esos movimientos apuntaban a copar su espacio de poder debido a lo cual optó por combatirlos.

A nuestro juicio la razón por la que se prolonga el mito peronista se basa en la intentona de tapar lo anterior con una interpretación falaz de lo que ha dado en llamarse “la cuestión social” en el contexto de la imposición de un sistema sindical copiado de Mussolini, leyes de alquileres y desalojos que arruinaron los patrimonios de tantas familias de inmigrantes, una inflación galopante que se pretendió disimular con controles de precios para “atacar el agio y la especulación”, con una colosal cerrazón del comercio exterior administrado por el corrupto IAPI, el abrupto aumento de la pobreza y una degradación en todos los niveles gubernamentales.

En este sentido de “lo social”, transcribo una carta del Ministro Consejero de la Embajada de Alemania en Buenos Aires Otto Meynen a su “compañero de partido” en Berlín, Capitán de Navío Dietrich Niebuhr O.K.M, fechada en Buenos Aires, 12 de junio de 1943, en la que se lee que “La señorita Duarte me mostró una carta de su amante en la que se fijan los siguientes lineamientos generales para la obra futura del gobierno revolucionario: ´Los trabajadores argentinos nacieron animales de rebaño y como tales morirán. Para gobernarlos basta darles comida, trabajo y leyes para rebaño que los mantengan en brete´” (copia de la correspondencia mecanografiada la reproduce Silvano Santander en Técnica de una traición. Juan D. Perón y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Buenos Aires, Edición Argentina, 1955, p.56). La cita de Perón es usada también por Santander como epígrafe de su libro.

Economías alambradas, inflaciones galopantes, regulaciones asfixiantes, endeudamientos públicos colosales, gastos astronómicos de los aparatos estatales, impuestos insoportables y demás parafernalia son las indefectibles recetas de los populismos siempre estatistas y corruptos.

Como también hemos señalado en otras oportunidades, el nivel de vida no se mejora con voluntarismos enfundados en decretos sino en incrementos en las tasas de capitalización (a contracorriente de aquello de “combatiendo al capital”), lo cual, a su vez, solo puede lograrse en el contexto de marcos institucionales civilizados donde se respete el derecho de todos. Tortuosos intervencionismos estatales provocan desempleo, especialmente de la gente que más requiere trabajar, al imponer salarios nominales y equivalentes que no se condicen con el nivel de ahorro interno y externo captados en inversiones productivas. Por eso es que en todos los populismos el nivel de vida se contrae lo cual se agrava con el establecimiento de sistemas de pensiones compulsivas y quebradas por un nefasto procedimiento que cualquier análisis actuarial denuncia.

Las redistribuciones de ingresos operadas desde los aparatos estatales necesariamente van a contramano de las asignaciones realizadas por los consumidores según sean sus prioridades y deseos. El machacar con el igualitarismo de resultados siempre conspira contra mejores ingresos para la población puesto que arrancan el fruto del trabajo de los más eficientes que son precisamente los que permiten el ascenso en la pirámide patrimonial a los que vienen desde la base, situación que es bloqueada y saboteada por impuestos que no permiten la movilidad social según la capacidad de cada cual de servir a sus semejantes. En este cuadro de situación se termina por favorecer a pseudo empresarios que se alían con el poder político para usufructuar de privilegios que permiten explotar miserablemente a sus semejantes.

En el caso que nos ocupa principalmente en esta nota, sería bueno para los argentinos que, como primer paso, nos diéramos cuenta de la importancia de respetar principios republicanos elementales y en esa línea argumental que supiéramos leer adecuadamente nuestra propia historia para no repetir los tumbos. En este sentido, tal como he reiterado antes es del caso tener presente las presidencias ejemplares con notables ministros de hacienda como Nicolás Avellaneda con Bonifacio Lastra, el antes mencionado Carlos Pellegrini con Emilio Hansen, Sarmiento con Luis L. Domínguez y Roca con Juan J. Romero.

Es de interés señalar que el balance neto del caso del menemato en el contexto de reiteradas apologías a la tiranía rosista resultó en incrementos del gasto público, el déficit y la deuda en medio de gran corrupción desde el sonado caso inicial de los guardapolvos hasta el contrabando de armas y la explosión de Río Tercero recurriendo a los fueros para evitar la cárcel. El modelo de tipo de cambio fijo y política monetaria pasiva (llamado “convertibilidad”) propuesto por el entonces ministro de Economía ajeno a la corrupción junto con otras medidas con intención meritoria y buenos resultados finalmente explotaron por los aires por lo dicho, junto con las deficiencias de traspasos de monopolios estatales a manos de monopolios privados en cuya situación naturalmente los incentivos operan en una dirección más fuerte para expoliar a los congéneres.

Por su parte, Winston Churchill el jueves 6 de octubre de 1955 -cinco meses después de haber dejado su cargo como Primer Ministro- condensó ante la prensa internacional la política que comentamos en este registro periodístico de la siguiente manera: “Perón es el único soldado que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias.” Ya somos grandes para incurrir en sandeces de la naturaleza señaladas.

Sé que Mauricio Macri está imbuido de las mejores intenciones y propósitos y quiere lo mejor para nuestro país pero resultan una pena sus reiteradas referencias a lo que nos encaja en lo peor de Argentina puesto que no es la primera vez que alude al peronismo en el contexto expresado. En lo personal apunto que es una desazón ya que tenía esperanzas que rectificara los errores de su primera gestión, modificara algunas declaraciones y marcara un rumbo diferente. Por ello es que con pesar digo que tal vez haya que resignarse a que finalmente y después de todo lo suyo sea el fútbol, aunque despejado de su alarmante y gravísima afirmación sobre “la raza superior” de los alemanes con toda su espantosa y horrenda connotación, sobre la cual afortunadamente reconoció su peligrosísimo e inaceptable bochorno.

Cierro con un pensamiento Juan Bautista Alberdi -el padre de nuestra Constitución- que en las antípodas del peronismo y de todo estatismo resume el rol del aparato de la fuerza en una sociedad libre: “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir” (Buenos Aires, Imprenta La Tribuna Nacional, El Proyecto de Código Civil para la República Argentina, Obras Completas, tomo vii, sección iii, p. 90).

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La inflación distorsiona todas las cuentas, los déficit fiscal y cuasifiscal

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 26/11/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/11/26/la-inflacion-distorsiona-todas-las-cuentas-los-deficit-fiscal-y-cuasifiscal/

La economía enfrenta las consecuencias de la carencia de una contabilidad integrada entre lo monetario y las finanzas públicas

Diferentes analistas están advirtiendo sobre los potenciales riesgos del crecimiento de los instrumentos de deuda del Banco Central (la “explosión” de las Leliqs) y los déficits ocultos en el balance de esa institución (Reuters)

Diferentes analistas están advirtiendo sobre los potenciales riesgos del crecimiento de los instrumentos de deuda del Banco Central (la “explosión” de las Leliqs) y los déficits ocultos en el balance de esa institución (Reuters)

Desde hace más de 40 años, el economista Ricardo Arriazu viene explicando la urgencia de disponer de una contabilidad integrada, inclusiva de los impactos monetarios, de la cuentas externas y resultados patrimoniales.

No obstante, diferentes analistas se focalizan en aspectos parciales y están advirtiendo sobre los potenciales riesgos del crecimiento de los instrumentos de deuda del Banco Central (la “explosión” de las Leliqs) y los déficits ocultos en el balance de esa institución por los intereses que se pagan por esa deuda (déficit cuasi fiscal). Miradas incompletas que urge integrarlas.

En 1982, en un trabajo con Alfredo Leone y Ricardo López Murphy, examinaron el tema de los “déficits ocultos”, las sorpresas de registrar deudas sin exponer los desequilibrios que las originaron (ocurre ahora con las pérdidas del dólar soja).

Para obtener datos más valiosos, se necesita consolidar los estados contables de las diferentes instituciones del sector público y una medición en tres unidades de cuenta distintas: valores corrientes (para visualizar los efectos monetarios), en dólares (para estimar el impacto en las cuentas externas) y en moneda constante (para medir su impacto patrimonial).

Los valores nominales del balance del Banco Central parecerían mostrar que las advertencias son válidas; al 7 de noviembre el valor del stock total de esos instrumentos era de $9,2 billones (con un crecimiento de $4,2 billones en el año) y los intereses devengados se elevaron a $2,4 billones (por el crecimiento de la deuda y de la tasa de interés).

Cuando se comparan esos pagos de intereses con el resultado primario del sector público nacional (cerca de 1 billón en 10 meses) parecería que el déficit del BCRA es 2,5 veces más grande que el déficit primario reportado.

(Foto: Franco Fafasuli)(Foto: Franco Fafasuli)

No obstante, la realidad es más compleja. La variación del patrimonio neto nominal del BCRA durante este período fue positiva en $879 mil millones, lo que implica que las alarmas dejan de lado el hecho que la entidad también tiene activos que devengan intereses y actualizaciones. Por lo tanto, la discusión debe incorporar el verdadero valor del debe y el haber de la hoja de balance.

Al mismo tiempo, la inflación distorsiona todas las mediciones. Medidos en valores de hoy el stock de esos instrumentos de deuda solo creció $186 mil millones, y la tasa implícita de interés sobre la deuda promedio fue el 37,4% (muy inferior a la tasa de inflación).

Adicionalmente, el Banco Central se benefició del impuesto inflacionario (la base monetaria cayó 2,2 billones en moneda constante). Claramente, el monto de los intereses está distorsionado por la tasa de inflación.

Hasta aquí parecería que en moneda constante el problema no fuese importante; sin embargo, el ítem más relevante en el activo son las tenencias de títulos públicos ($12,1 billones, con un crecimiento de $5,4 billones en el año), y aquí aparece el primer problema: estos títulos devengan un ajuste similar a la tasa de inflación y gran parte de la mejora patrimonial del Banco Central está asociado a esa suba de valor, mientras que el Tesoro trabaja en base caja (existe un balance devengado que nadie utiliza) y no contabiliza como gasto la suba del valor de la deuda hasta que se paga el bono.

En otras palabras, el que oscurece el déficit es la Administración Central.

Brechas nominales y reales

La inflación también afecta las cuentas del Tesoro, y no sólo por los conocidos rezagos en los ingresos y en los gastos. Si la deuda pública fuera el 50% de un PBI de 100 pesos, con una tasa de interés real del 5%. Sin inflación, el pago de intereses sería el 2,5% del PBI-, pero con inflación del 100% la tasa nominal se elevaría al 105%, el pago de intereses sería de $52,5, lo que representaría el 26,25% del PBI. Al igual que en el sector privado, en un contexto de alta inflación, los balances nominales pierden sentido.

La mayor parte de la deuda pública está dolarizada, atada al dólar, o a la tasa de inflación, en parte a decisión de los acreedores. Pero el resultado fiscal no incluye los incrementos en el valor de ese pasivo, distorsionando aún más las cifras fiscales.

Por último, el supuesto “beneficio” del Banco Central al “licuar” su deuda con la inflación es justamente el impacto de la emisión que se desea evitar. Por ello, lo importante es medir cuales son los desequilibrios que contribuyen a la inflación. La única manera de medir estos desequilibrios es cuantificando el “déficit consolidado de inflación cero”, es decir consolidando los balances devengados de ambas instituciones, eliminando los efectos de la inflación sobre las cuentas. No es un cálculo sencillo, pero Ricardo Arriazu arriesga a que es mayor que el actual déficit primario del Tesoro, pero mucho menor que el que resultaría de adicionar al déficit del Tesoro los intereses de la deuda del BCRA.

Todas estas distorsiones se evitarían suprimiendo la inflación. Para eso, la condición necesaria es eliminar la emisión de pesos no demandada.

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Fue Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE. Sigue a @blascogar

Jornada informativa sobre el mejor Diploma en Macrofinanzas del mercado I ESEADE I miércoles 23 de noviembre, 17 hs.

En este programa podés aprender en sólo un año y con total flexibilidad la buena economía (del mainline economics) y también las buenas finanzas (invertir en valor).

El programa dura un año, lo podés hacer 100 % en zoom y tenés un excelente cuerpo docente.

1er semestre

Análisis económico (48 hs.) – Adrián Ravier
Mercado de capitales (24 hs.) – Diego Martínez Burzaco
Cartera de inversión con instrumentos de renta fija (24 hs.) – Manuel Oyhamburu
Matemática y estadística para administradores (48 hs.) – Matías Larra

2do semestre

Economía Superior (24 hs.) – Roberto e Iván Cachanosky
Elementos para la toma de decisiones económicas (24 hs.) – Aldo Abram e Iván Cachanosky
Valuación de empresas (30 hs.) – Florencia Roca
Análisis Técnico (18 hs.) – Julián Yosovitch
Análisis de contratos financieros derivados (18 hs.)  Manuel Oyhamburu
Administración de Carteras de Inversión (30 hs.) – Gustavo Neffa

Aquí más información del programa.

Inscribite aquí a la jornada informativa de este miércoles 23 de noviembre, 17 hs.

El federalismo tan proclamado y tan poco entendido

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/11/2en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-federalismo-tan-proclamado-y-tan-poco-entendido-nid22112022/

En la Argentina se declama un sistema federal mientras se aplica un férreo unitarismo; en ese contexto cabe cuestionar el fondo del tema de la coparticipación fiscal

Como es bien sabido en medios argentinos se viene arrastrando un doble discurso digno de mejor causa. En buena parte de su historia y hasta nuestros días se declama sobre el federalismo mientras se aplica un férreo unitarismo.

En Estados Unidos se estableció un sistema federal luego de largos debates constitucionales entre los célebres textos publicados en diarios de Nueva York por Madison, Hamilton y Jay bajo el seudónimo de Polibius, y luego con los llamados antifederalistas, paradójicamente más federalistas que los federalistas encabezados por Bryan, Lee, Winthorp, Lansing y Gerry, que desconfiaban aun más de las facultades del gobierno central y que tuvieron decisiva influencia en las primeras diez enmiendas constitucionales.

En todo caso, como han apuntado juristas de la talla de Joseph Story, John Marshall y entre nosotros autores como Amancio Alcorta, Augusto Montes de Oca y Juan González Calderón, lo que se conoció como Los papeles federalistas inspiró a Alberdi y fue la base para el establecimiento de un gobierno con poderes limitados a la protección de derechos en el contexto de la igualdad ante la ley, y no mediante ella, como ocurrió en nuestro medio a partir del estatismo que nos invadió con los resultados lamentables por todos conocidos.

Aquí centramos la atención en el régimen federal como factor decisivo para la descentralización del poder, del mismo modo que en el orden internacional desde la perspectiva de la sociedad libre la única razón para la constitución de naciones es evitar el riesgo de concentración de poder que significaría un gobierno universal. Ese fraccionamiento del planeta a su vez permite que cada nación libre se fraccione en provincias o estados locales también divididos en municipalidades. No es para tomarse las fronteras en serio al bloquear o dificultar el comercio y los movimientos migratorios, es solo para lo que consignamos. A pesar de los graves avatares que atraviesa nuestro mundo, si se concentrara el poder en un gobierno universal, tal como sugieren algunos autoritarios, la situación sería mucho más peligrosa de lo que es.

En nuestras tierras, ya en el virreinato la centralización era mayúscula. Luego, en la Asamblea del año 13 y el 9 de julio, vino aquello de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero las Constituciones del 19 y del 26 fueron unitarias. Durante la tiranía rosista, el unitarismo llegó a extremos inauditos. Solo con la Constitución liberal de 1853/60 cambió el rumbo, para luego caer en las mismas de antaño con el golpes fascistas del 30 y el 43, situación que venimos arrastrando a los tumbos desde entonces hasta la fecha, con agregados en legislaciones del 73 y el 80.

Es en este contexto que debemos cuestionar el fondo del tema de la coparticipación fiscal. Economistas como Ronald Coase, Harlod Demsetz y Douglas North nos han enseñado el valor de los incentivos. No se trata de malas o buenas personas, se trata del andamiaje de incentivos en cada cual. No es igual la forma en que gastamos cuando nos debemos hacer cargo de las cuentas que cuando se obliga a otros a hacerlo con el fruto de sus trabajos.

En este plano del debate se torna imprescindible revertir por completo la manía de los gobiernos centrales de recurrir “al látigo y la billetera” para domesticar a las autoridades provinciales. En nuestra propuesta sugerimos reconsiderar toda la legislación en la materia al efecto de hacer que sean las provincias las que coparticipen al aparato estatal de la capital de la república, que estrictamente no es federal y va dejando de ser república. En este plano, la coparticipación de marras debiera circunscribirse para alimentar las relaciones exteriores, la defensa y la Justicia a nivel nacional.

Como queda dicho, Alberdi y sus colegas tomaron como modelo la Constitución estadounidense, que, al aplicarse, transformó las colonias originales en la experiencia más extraordinaria en lo que va de la historia de la humanidad, lo cual lamentablemente de un tiempo a esta parte se ha venido revirtiendo a pasos agigantados, tal como lo destaco en mi libro Estados Unidos contra Estados Unidos. En todo caso, en ese modelo los estados miembros competían entre sí en un contexto donde incluso se discutió en dos sesiones de la Asamblea Constituyente norteamericana no contar con un gobierno central, lo cual no prosperó, puesto que ello remite a una confederación y no a un régimen federal.

En nuestro caso, dejando de lado inclinaciones feudales de algunos gobernadores, en la situación que dejamos planteada cada una de las jurisdicciones estará interesada, por una parte, en que no se muden sus habitantes a otra provincia, y por otra, en la necesidad de atraer inversiones, con lo que se verían impelidas a contar con impuestos razonables y, por tanto, a un nivel del gasto adecuado a esas circunstancias.

No es cuestión entonces de formular propuestas timoratas al pretender “una coparticipación más justa”, sino, como queda expresado, un cambio de sustancia empujado por incentivos de otra naturaleza, al tiempo que se mantiene al gobierno central en brete, pero que, vía una legislación nacional, establezca estricto límite al endeudamiento de las provincias. He aquí el genuino federalismo.

El sistema republicano se basa en cinco preceptos: la igualdad ante la ley, la división de poderes, la alternancia en el poder, la responsabilidad de los actos de gobierno frente a los gobernados y la transparencia de esos actos.

La antes aludida igualdad ante la ley está atada a la noción de Justicia, que según la definición clásica de Ulpiano significa “dar a cada uno lo suyo”, y “lo suyo” remite al concepto de propiedad, una institución que viene muy castigada dese hace tiempo en nuestro medio, lo cual desdibuja los precios, que son el reflejo de transacciones de derechos de propiedad, con lo que la asignación de los siempre escasos recursos se transforma en derroche que conduce al empobrecimiento. Además de los horrendos crímenes, esta ha sido una de las razones centrales del derrumbe del Muro de la Vergüenza. No se trata entonces de la igualdad ante la ley escindida de la Justicia, puesto que no sería aceptable que todos fueran iguales ante la ley para marchar a un campo de concentración.

Dado el espectáculo que vivimos cotidianamente, no parece que debamos consumir espacio para referirnos a los otros cuatro elementos. La Constitución estadounidense y la original argentina no mencionaron la expresión democracia, sino que se refirieron a valores republicanos. De cualquier manera, es del caso apuntar que lo que tradicionalmente se ha entendido por democracia, según los escritos de los Giovanni Sartori de nuestra época, en gran medida viene mutando en cleptocracia, a saber, en gobiernos de ladrones de sueños de vida, propiedades y libertades. El aspecto medular de la democracia del respeto a los derechos de las personas se viene dejando de lado para sustituirlo por su aspecto secundario, accesorio, mecánico y formal de la suma de votos. Es imprescindible trabajar en la educación, cuyo eje central es precisamente el respeto recíproco, al efecto de sortear estos problemas graves, por lo que conviene recordar una vez más lo escrito por Ángel Battistessa: “La cultura no es una cosa de minorías porque cuesta cara sino porque cuesta trabajo”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Premio Nobel al estudio y la regulación del sistema bancario

Por Iván Carrino. Publicado el 10/10/2en : https://www.ivancarrino.com/premio-nobel-al-estudio-y-la-regulacion-del-sistema-bancario/

Resumo los aportes de los premiados y comento la posición de la escuela austriaca de economía sobre ellos.

El Premio Nobel de economía de este año 2022 fue otorgado a tres autores estadounidenses: Ben S. Bernanke, Douglas W. Diamond, y Philip H. Dybvig. Según la academia sueca, a los premiados se los destaca por sus investigaciones acerca de los bancos y de las crisis financieras. Sostienen que “sus descubrimientos mejoraron la forma en que la sociedad lidia con las crisis financieras”.

¿Qué significa esto? En primer lugar, Diamond y Dybvig (DyD) publicaron un paper en 1983 que tiene alrededor de 12.000 citaciones de otros autores. Es decir, que una gigantesca cantidad de estudiosos de la economía tomaron dicho trabajo como base para posteriores investigaciones.

¿Qué decían DyD allí? Dos puntos importantes: el primero, que los bancos comerciales cumplen un rol clave en la sociedad que es el de intermediar entre ahorro y crédito y, especialmente, entre distintos plazos de depósito e inversión. Según explican en Suecia, los bancos tienen deudas de corta duración (los depósitos de la gente), mientras que sus activos son créditos de largo plazo (por ejemplo, la compra de una casa o la construcción de una fábrica). Y el rol que han desarrollado históricamente las instituciones financieras es calzar estos plazos, haciendo que los depositantes puedan disponer sin problemas de sus depósitos en el plazo deseado, al mismo tiempo que a los inversores-deudores no se les exige amortizar anticipadamente sus préstamos.

Esta es la realidad de todos los días de alguien con una cuenta bancaria. Tenés $ 100.000 depositados en el banco, y parte de ese dinero es prestado a un inversor que está pensando en ser el próximo Mercado Libre. La magia del banco es que permite que tanto vos como el inversor puedan disponer “del mismo dinero, al mismo tiempo”. Esto ocurre así porque los bancos operan con un sistema de reserva fraccionaria. Es decir, de tu depósito de $ 100.000, se prestan $ 90.000. Ahora bien, si vos querés retirar tus $ 100.000, no hace falta que el banco le pida al futuro Galperín que pague su crédito ya. Puede usar los $ 100.000 de otro depositante para darte a vos el dinero que pedís.

Esto nos lleva al segundo aporte de DyD.

Es que el Segundo punto que hicieron fue sostener que este mecanismo puede llegar a ser inestable si los depositantes comienzan a impacientarse por cualquier motivo y entonces se abalanzan a exigir sus depósitos en forma masiva. Desatada una corrida bancaria, entonces el banco corre un alto riesgo de irse a la quiebra, ya que dado su sistema de reserva fraccionaria, no es capaz de responder a la demanda de un gran número de depositantes al mismo tiempo.

Sumada a esta tesis aparece un trabajo de Bernanke que sostiene que las crisis económicas se ven reforzadas por los pánicos bancarios. El jurado sueco destaca precisamente este trabajo de Bernanke, donde el autor muestra que gran parte de la caída del PBI durante la crisis del ’30 se debió a la debacle del sistema bancario.

Así que los aportes de Diamond, Dybvig y Bernanke muestran la importancia de los bancos para una economía de mercado, pero al mismo tiempo la importancia de evitar que haya pánicos bancarios. Para esto último, los primeros autores especialmente, ofrecieron una solución: que el estado intervenga el sistema ofreciendo seguros para los depósitos y, también, que el Banco Central opere como prestamista de última instancia. Es decir que, si los bancos no pueden atender la demanda de sus depositantes, siempre debe haber otra institución (el Banco Central), lista para emitir el dinero necesario.

esto fue nada menos lo que Ben Bernanke hizo cuando fue presidente de la Fed durante la crisis financiera de 2008. Redujo a cero la tasa de interés, y multiplicó por 4 la base monetaria con sucesivos programas de “Quantitative Easing”.

Se cierra así un círculo que va desde la influencia de los trabajos académicos en otros académicos, a la influencia en materia de políticas públicas, todo lo cual hace que entendamos por qué este año el premio fue para estos autores. Ahora bien, ¿qué críticas podemos encontrar?

El debate “austriaco” por la reserva fraccionaria

Entre los economistas de la escuela austriaca de economía, existe una divisoria de aguas precisamente por el tema en cuestión: el sistema bancario y financiero. Algunos coinciden perfectamente con el diagnóstico de Diamond y Dybvig, que el sistema de banca con reserva fraccionaria es inherentemente inestable, aunque no coinciden con que la solución pase por establecer un prestamista de última instancia o un seguro de depósitos estatal.

Para este grupo de autores (Huerta de Soto o Rothbard), la solución es aún más drástica: se debe prohibir el proceso de “transformación de plazos”, y establecer un coeficiente de caja del 100%. Es decir, se debe prohibir el sistema bancario tal cual funciona en todo el planeta en la actualidad y transformarlo por completo.

Lejos de esta tesis, pero también de la de Diamond y Dybvig, está otro grupo de economistas que defienden una política de “free banking”. Es decir, una política pública donde no exista un prestamista de última instancia ni un seguro pagado por el estado, sino que cada banco sea libre de organizarse como mejor le parezca. La idea no es antojadiza. De hecho, según George Selgin, ni DyD descartan de plano una solución privada a eventuales corridas bancarias.

Además, se enfatiza que el prestamista de última instancia puede evitar los costos de una corrida, pero incrementando la toma de riesgos excesiva de los bancos asegurados, lo que se conoce como “Riesgo Moral”. Un sistema puramente privado, en cambio, donde los accionistas se hagan cargo 100% de sus éxitos y fracasos, tendría los incentivos en línea para generar un buen manejo del riesgo. Y claro, esto no evitaría la quiebra de los bancos malos, pero sí podría evitar los pánicos generalizados (véase White aquí).

Estos autores no hablan solo de teoría. Lawrence White y George Selgin se han ocupado de investigar casos históricos de sistemas desregulados y llegan a la conclusión de que no es necesario un Banco Central para conseguir la estabilidad financieraUn trabajo más reciente llega a la misma conclusión en el caso de los sistemas bancarios en países dolarizados, donde el Banco Central, puesto que no puede emitir dólares, no puede directamente funcionar como prestamista de última instancia.

Ahora bien, ni las regulaciones sobre las reservas bancarias ni el problema del riesgo moral son ignorados por la Swedish Academy of Sciences. Al final de su breve explicación del trabajo de los laureados, sostienen que:

La investigación no puede proporcionar respuestas finales sobre cómo debe regularse el sistema financiero. Los seguros de depósitos no siempre funcionan según lo previsto; pueden alentar a los bancos a participar en inversiones riesgosas donde son los contribuyentes los que pagan la cuenta si las cosas salen mal. La necesidad de salvar el sistema bancario durante las crisis también puede conducir a ganancias inaceptables para los propietarios y empleados de los bancos. Otros tipos de reglas sobre el capital bancario y que limiten el monto de los préstamos en la economía pueden, por lo tanto, ser necesarias.

Conclusión

El Premio Nobel de economía de este año fue para tres autores que estudiaron la importancia y los riesgos del sistema bancario en las economías modernas. A juzgar por su influencia en casi todo el mainstream de la profesión, y también en las políticas públicas que se generan sobre la temática, es un premio muy bien otorgado.

No obstante, también debe destacarse que otros pensadores –escribiendo sobre la misma temática- arriban a conclusiones distintas. El sistema bancario no es un sector intrínsecamente distinto al resto de la economía y, por lo tanto, no necesita sí o sí de entes estatales, seguros públicos y regulaciones específicas para funcionar de forma adecuada. Tal vez los autores de la escuela austriaca de economía sean los que más y mejor han enfatizado este punto. Un excelente debate entre estas dos posiciones puede verse en este link.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Investigador Asociado del Centro FARO, de la Universidad del Desarrollo de ChileEs Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

En defensa del progreso… Malthus estaba equivocado, pero la superabundancia no es un destino inevitable

Por Martín Krause. Publicada el 21/11/22 en: https://bazar.ufm.edu/defensa-del-progreso-malthus-estaba-equivocado-la-superabundancia-no-destino-inevitable/

Ya he publicado antes algún comentario sobre el libro Superabundance: The Story of Population Growth, Innovation, and Human Flourishing on an Infinitely Bountiful Planet de Marian Tupy y Gale Pooley. Claro, la superabundancia no está ya determinada para todos los países, hay que hacer las cosas bien o nos quedaremos fuera del barco que lleva a ese destino. No es un destino inevitable, depende del marco institucional que vayamos a darnos.

El libro es presentado y comentado por Robert Zubrin en Quillette en un artículo titulado: “Malthusian Theory Has Always Been False”: https://quillette.com/2022/09/08/in-defence-of-progress/

Así comienza:

“Durante los últimos 200 años, los apologistas de la opresión han argumentado que el número de seres humanos, las actividades y las libertades deben estar severamente restringidos porque simplemente no hay suficiente para todos. Dado que tales políticas requieren la existencia de señores supremos facultados para imponer las restricciones necesarias, los intelectuales que exponen esta línea de pensamiento nunca han carecido de patrocinadores.

El miembro más influyente de esta tribu fue Thomas Malthus (1766–1834). Empleado del East India Company College (rebautizado como Haileybury College en 1862), la teoría de Malthus de que la pobreza es causada por la reproducción humana que supera los recursos proporcionó una justificación útil para las políticas brutales de su empleador en la India y los intereses aliados en Irlanda en su propio tiempo, y , como discuto en mi libro Merchants of Despair, ha servido como base ideológica para la mayoría de los peores desastres causados ​​por humanos durante los dos siglos transcurridos desde entonces. Enfrentando a todos contra todos y, en última instancia, genocida en sus implicaciones, la teoría de la población de Malthus sigue siendo hoy quizás la mayor amenaza que existe para el futuro humano. Necesita ser refutado. En Superabundancia: la historia del crecimiento de la población, la innovación y el florecimiento humano en un planeta infinitamente generoso, Marian L. Tupy y Gale L. Pooley se propusieron la tarea vital de hacer exactamente eso.

Los autores comienzan comparando a los malthusianos de hoy con Thanos, el villano de la exitosa película Avengers: Infinity War, cuyo objetivo era matar a la mitad de todos los seres vivos del universo para preservar sus recursos supuestamente escasos. Luego pasan a mostrar con considerable detalle por qué, en el mundo moderno, tal pensamiento no solo es profundamente malvado sino completamente contrafactual. Es decir, mientras que el número de seres humanos se ha cuadruplicado en todo el mundo desde la década de 1950, en prácticamente todas las categorías el bienestar humano ha mejorado radicalmente. El ingreso personal promedio ha aumentado un 315 % en los EE. UU., un 278 % en el Reino Unido, un 82 % en el África subsahariana, un 690 % en la India y un 1936 % en China, para un promedio general del 307 %. Entonces, mientras que la teoría maltusiana predeciría que el ingreso per cápita disminuiría cuando la población se cuadruplicara, en realidad se multiplicó por cuatro, y el ingreso mundial total se multiplicó por dieciséis. Malthus dijo que el crecimiento de la población superaría el suministro de alimentos, porque la población aumenta geométricamente mientras que la producción de alimentos aumenta aritméticamente. ¡Pero durante los últimos 70 años (de hecho, durante los últimos 200 años), el ingreso mundial total ha aumentado como el cuadrado del aumento de la población!”

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Sigue a @martinkrause

¿Por qué me alejé de Ayn Rand?

Por Iván Carrino. Publicado el 5/10/2en : https://www.ivancarrino.com/por-que-me-aleje-de-ayn-rand/

En mis días como estudiante en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA -créase o no- había una cierta aceptación del hecho de que una economía de mercado era el mecanismo adecuado para producir bienes y servicios de manera eficiente, crear riqueza, etc. Sin embargo, nadie estaba muy cómodo con ello. Era como si se aceptara la realidad, pero a regañadientes. En el fondo, el problema con el capitalismo era que estaba basado en ese sentimiento antipático, mal visto… éticamente inferior: el egoísmo.

Ni siquiera los seguidores de Adam Smith, el clásico autor de “la mano invisible” y de la búsqueda del interés propio, estaban dispuestos a defender el egoísmo a secas.

Entonces llegó Ayn Rand. El título de su libro, “La Virtud del Egoísmo”, ya decía mucho. La “reserva moral” que casi todo el planeta tiene con la economía de mercado, estaba a punto de ser cuestionada.

Yo tenía alrededor de 20 años… Y el libro me fascinó. No solo Rand estaba dando una batalla que -desde mi conocimiento- nadie había dado antes (el debate por el estatus ético de la economía de mercado y de la libertad humana), sino que lo hacía sin ningún tipo de ambages

Tras devorar “La Virtud…”, leí “Los Que Vivimos”, una extraordinaria novela histórica sobre la revolución rusa, “Capitalismo: el ideal desconocido”, e “Himno” que -debo decir- no llamó particularmente mi atención.

Pero me pregunto ahora, en retrospectiva: ¿qué me cautivó más de La Virtud del Egoísmo de Rand, la lógica de los argumentos o lo encendido de sus discursos? ¿Lo coherente de su hilo conductor, o la facilidad que la autora mostraba para tratar a cualquiera que se opusiera a sus ideas, de comunista o fascista?

Tiempo después, lo que entonces consideré que era la fortaleza de Ayn Rand, fue lo que me terminó alejando de sus planteos fundamentales.

Me pasó que, de repente, me vi a mí mismo como una persona que por leer algunos libros ya había encontrado la verdad, no solo en términos de conocer provisionalmente los medios adecuados para alcanzar un fin determinado, sino en términos de cuál es la moral, la ética, verdadera, la correcta, la superior. Acto seguido, terminé tratando (o al menos juzgando) a cada uno que no coincidía conmigo, como un inmoral, un irracional, un nazi o un comunista.

Y algo me hizo ruido de esa circunstancia. ¿Habrá algo en los escritos de esta autora norteamericana que justifique las sensaciones que ahora les comparto?

Entiendo que sí, y ofreceré a continuación los dos temas fundamentales que, creo, fueron los me alejaron de la “filosofía de Rand”. El primero es la ausencia de medias tintas. El segundo, lo que entiendo es una falla epistemológica. A mi juicio, por más que podamos coincidir en la “superioridad moral” del capitalismo, no ofrece Rand argumentos suficientes para sostener la afirmación.

Vamos primero al primer punto. En un video, que me pasó un joven entusiasta de las ideas de la libertad, se escucha a Ayn Rand hablar sobre el altruismo. Como forma de ilustrar su relato, podemos ver a un hombre que va quitándose nada menos que pedazos de estómago para dárselos a otras personas. Me pregunto: ¿no es un montón? Ni el más autopercibido altruista considerará que una forma lógica de ilustrar su forma de ser es sacándose hígados e intestinos para prestarlos a otros. ¿Para qué tamaña exageración?

Yendo a mi querido “La Virtud”, Rand destaca la importancia de la razón, del uso de la mente, para lograr producir y, con eso, contribuir al sostenimiento de la vida de cada individuo. Pero sostiene, en este punto, que la diferencia entre “enfocar la mente” o no hacerlo es la diferencia entre la vida o la muerte. La realidad, no obstante, es que a veces podemos no enfocar nuestra mente y no estamos, por ello, arriesgando nuestra vida. Siguiendo con el mismo tema, sostiene Rand que “el hombre es libre para elegir no ser consciente, pero no es libre para escapar a la sanción que merece la falta de conciencia: su destrucción” (p. 32). Nuevamente, vida o muerte, pensamiento o destrucción. ¿No será mucho? Sí, lo es.

Para dar un ejemplo más sobre este asunto, en la página 46, Rand dice algo que suena bien, pero no resiste el análisis detenido y frío: “El hombre que no se valora a sí mismo no puede valorar a nada o a nadie”. Me pregunto: ¿Qué pasa con el que se valora a sí mismo, pero no al 100%? ¿No estamos todos acaso en dicha situación, lidiando más o menos con temas de autoestima? ¿Y no amamos, o valoramos, acaso, en un 20%, 50% o 100% a los demás de todas formas?

La frase en cuestión puede estar muy bien para una charla de café, un consejo a un amigo o un grafiti en un baño, pero no llamemos a esto alta filosofía ni verdad objetiva. Además, no hay una fundamentación, un hilo lógico ni una prueba que nos convenza realmente.

Y este es el problema más general que le encuentro a su defensa del egoísmo, una faceta del comportamiento humano que yo también defiendo -aclaro- pero donde entiendo que Rand no logra probar su punto. Es que la autora no busca simplemente decir que el egoísmo no tiene efectos sociales adversos, o que está bien moralmente perseguir objetivos individuales. Intenta demostrar que toda forma de manejarse que se aleje de su definición de egoísmo es una irracionalidad. Y que toda política que atente contra la persecución de dichos objetivos individuales es lo mismo que el nazismo y el comunismo.

Para Rand existe un valor objetivo, un “valor supremo” (p. 24), que es la vida humana o “vida del hombre” (p. 33). Además, sostiene que no se trata de cualquier vida, sino la de “un ser racional”, lo que quiere decir alguien que no solo sobreviva de forma “momentánea o meramente física” (p. 35), que no sea un “playboy” (p.35), sino que tenga como “propósito fundamental” el “trabajo productivo” (p.36). Este individuo, además, debe perseguir la felicidad, pero no cualquier felicidad. Por ejemplo, no podría perseguirse la felicidad del “corredor de autos de carrera”. Él tiene una “aparente felicidad”, pero dicho sujeto es en realidad un “irracionalista” que, a través del placer momentáneo que le genera la carrera, intenta aliviar su estado de “terror crónico” (p.41).

Uno lee esto y piensa: ¿en serio? ¿Y vos quién sos para juzgarlo?

¿Cuál es el problema con el corredor de autos de carrera? Para el caso, cuál es el problema con toda una industria mundialmente famosa y pujante. Por dar solo un dato, los 10 pilotos mejor pagos de la Fórmula 1 en el año 2022 cobrarán aproximadamente 175 millones de dólares, dinero que sale de los auspiciantes que, a su vez, esperan así vender más de sus productos a los cientos de millones de fanáticos en todo el planeta. ¿Estamos hablando de cientos de millones de irracionales?

Desde mi punto de vista, Ayn Rand parte de una falacia, comúnmente llamada “falacia naturalista” que consiste en sostener que, porque algo ocurre en la naturaleza, entonces debe ocurrir de esa forma. Cuando uno aplica ese criterio a lo que hacen las plantas, no hay muchas formas de saber si el razonamiento es erróneo. La planta hace fotosíntesis, entonces suponemos que “debe hacer” fotosíntesis, que si no la hace muere, y que eso es “malo” para la planta.

El problema es que el mismo razonamiento no es válido para los seres humanos. El ser humano respira, pero no podemos concluir de ahí que el ser humano “deba respirar”, que ese sea su deber moral. Los casos de eutanasia deberían probar este punto.

¿Qué pasa cuando individuos libres deciden no preservar su propia vida? ¿Son irracionales? ¿Su ética conduce al fascismo? No veo cómo.

Sin embargo, Rand sostiene que para vivir de acuerdo a los designios de la naturaleza los hombres racionales deben producir su sustento con su propio esfuerzo, sin sacrificar a nadie en el proceso. De aquí se deriva su “principio social básico”:

“El principio social básico de la ética objetivista es que, así como la vida es un fin en sí misma, todo ser humano viviente es un fin en sí mismo, y no el medio para los fines o el bienestar de los otros (…) el hombre debe vivir para su propio provecho, sin sacrificarse por los demás y sin sacrificar a los demás para su beneficio” (p.39)

Hagamos un punto ahí: ¿qué pasa con el que no vive de su trabajo? ¿Qué pasa con el heredero, o el hijo de millonarios? Por otro lado, ¿qué cuenta como sacrificio?

Está claro que asaltar al vecino es sacrificar lo suyo por lo mío. Ahora, ¿cobrar impuestos es lo mismo? Por otro lado, yo coincido en que esta forma de vivir es mejor que otras, ¿pero demuestra Rand eso alegando que “la naturaleza” dispuso que así sea?

Es la propia Rand la que rechaza, por un lado, éticas sociales o éticas religiosas, pero en estas afirmaciones naturistas parecería estar reemplazando a Dios por la Naturaleza.  Peor aún, ni siquiera por “la naturaleza”, sino por su propia interpretación de lo que es la naturaleza. Nuevamente, no hay pruebas ni argumentaciones lógicas que demuestren que, “como la naturaleza así lo dispuso, así es como debemos actuar”. Hay solo postulados, afirmaciones contundentes, sin medias tintas, con tono enojado. Pero eso no reemplaza la argumentación sólida.

Volvamos a la cuestión del sacrificio… De acuerdo con la moral objetivista, nadie debe exigir el sacrificio de un tercero para su propio beneficio. Si así lo hiciera, sería considerado un parásito. Rand observa:

“Si algunos hombres intentan sobrevivir por medio de la fuerza bruta o el fraude, saqueando, robando, estafando o esclavizando a los que producen, sigue siendo cierto que su supervivencia solo es posible por el esfuerzo que han realizado sus víctimas (…) los saqueadores, les confiscan. Son parásitos incapaces de sobrevivir…” (p. 34)

Y agrega más adelante:

“El principio político básico de la ética objetivista es: ningún hombre tiene el derecho de iniciar el uso de la fuerza física contra otro (…) hombre, grupo, sociedad o gobierno tiene el derecho de asumir el rol de un criminal…” (p. 47).

Ahora bien, cabe preguntarse aquí por qué, entonces, Ayn Rand no era anarquista. Es que siguiendo esta lógica, no puede justificarse la existencia de la policía pagada con impuestos. Dado que la policía le cobra impuestos a José para proteger la propiedad de Jimena, esto implica que el estado “saquea”, aunque sea en una pequeña proporción, a José para beneficio de Jimena. Para ser coherente con el planteo del sacrificio CERO (no ser un “parásito”), cada cual debería protegerse de la inseguridad sin exigir la “ayuda compulsiva” de nadie, cosa que hacen los impuestos.

Para Rand “el único propósito correcto, moral, de un gobierno es la protección de los derechos del hombre” (p. 47), pero como argumenta Rothbard (1982), el gobierno no puede realizar esa protección de los derechos sin, a la vez, violar esos derechos. ¿Cómo se sale de ese encierro? Desde mi punto de vista, o aceptando que hay ciertos “saqueos”, “fuerzas brutas”, “fraudes”, “robos”, que son correctos, o abandonando por completo toda la retórica incendiaria y repensando nuevamente el origen de la vida en sociedad.

De nuevo, no es un tema de que uno no valore el capitalismo de laissez faire, la economía de mercado, las libertades individuales. Es un tema de no compartir la fundamentación de su defensa.

Para Rand, las cosas son sencillas. Hay “hechos” o hay “caprichos” (p.20), y los hechos se corresponden con “la realidad objetiva”, con “la naturaleza de las cosas” (p. 20), porque “A es A” y A no puede ser No A. Tras ello sostiene que entonces la naturaleza dispone que los hombres tengamos vidas de “seres racionales” –con todo lo que Ayn Rand considera que es la vida de un ser racional- de la misma forma que la naturaleza dispone que las plantas hagan fotosíntesis y los leones cacen ciervos. Pero, de nuevo, esto deja afuera la búsqueda de la felicidad como valor supremo (y, como podrá comprenderse, enteramente subjetivo) y lo sustituye por el valor objetivo de la vida productiva de la mente enfocada.

La pregunta es: ¿por qué? Y la respuesta es que no hay muchos por qué, sino la necesidad de justificar –en algo aparentemente híper-ultra-súper-mega sólido- la idea de que ningún individuo, ni grupo de ellos, puede ni debe atentar contra la propiedad privada de otro individuo.

No se trata de decir que ir contra la propiedad privada generará determinados fines que no valoramos… se trata de encontrar argumentos ad-hoc para poder sostener que ir contra la propiedad privada no solo es contraproducente, sino inmoral, irracional, parasitario, autodestructivo… Pero la justificación no es correcta. A es A, y un estado intervencionista no viola el hecho de que A sea A. Lo mismo la vida de un ladrón. Un ladrón no es irracional. Es despreciable, claro, pero su conducta es perfectamente racional, y su ética puede ser reprochable, pero no es CONTRA-NATURA.

Entonces: ¿qué hacemos? Bueno, cometeré una herejía para la filosofía de Rand pero voy a decir lo siguiente: ¿qué tal si, a diferencia de lo que plantea Ayn Rand, la ética sí fuera una cuestión subjetiva? ¿Qué tal si los individuos tuviesen como principio ético fundamental perseguir “sus deseos”? ¿Estaríamos condenados entones a “odiar, temer y luchar los unos contra los otros…” (p. 43)? ¿Caeríamos irremediablemente en un mundo dominado por “el renunciamiento, la resignación, la negación de uno mismo y toda forma de sufrimiento, incluyendo la autodestrucción” (p. 49)?

Mi respuesta es contundentemente negativa. Y es que, precisamente, el liberalismo no es una filosofía de cómo vivir tu vida, sino una filosofía política que aspira a garantizar la vida pacífica y armoniosa de una comunidad. Y precisamente lo que se ha encontrado, desde una perspectiva liberal, para garantizar esto, es el máximo respeto por cada ética, moral, religión, y forma de vida individual humanamente posible, siempre y cuando no se invada –de forma violenta- la esfera de desarrollo de otro individuo.

John Stuart Mill nos decía algo de eso ya a mediados del siglo XIX. Para el filósofo inglés, cada uno debía ser libre de elegir su “modo de ser”, sin importar que otros lo juzgaran negativamente:

“El principio de la libertad humana requiere la libertad de gustos y de inclinaciones, la libertad de organizar nuestra vida siguiendo nuestro modo de ser, de hacer lo que nos plazca, sujetos a las consecuencias de nuestros actos, sin que nuestros semejantes nos lo impidan, en tanto que no les perjudiquemos, e incluso, aunque ellos pudieran encontrar nuestra conducta tonta, mala o falsa”

Ahora bien, la persecución de nuestros fines personales no es ilimitada, y por eso no lleva necesariamente al choque de intereses, al menos no en un orden político liberal. Es que, para Mill, junto con otros muchos pensadores de la tradición liberal, la acción individual tiene un límite claro: el daño o amenaza de daño a terceros. Nuevamente Mill:

“Ningún hombre puede, en buena lid, ser obligado a actuar o a abstenerse de hacerlo, porque de esa actuación o abstención haya de derivarse un bien para él (…) Éstas son buenas razones para discutir con él, para convencerle, o para suplicarle, pero no para obligarle o causarle daño alguno, si obra de modo diferente a nuestros deseos. Para que esta coacción fuese justificable, sería necesario que la conducta de este hombre tuviese por objeto el perjuicio de otro (…) Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano.”

En la misma línea, Rallo nos recuerda las palabras de Herbert Spencer, quien sostenía que “todo hombre tiene derecho a reclamar la más amplia libertad para el ejercicio de sus facultades que sea compatible con la posesión de esa misma libertad por el resto de los hombres”.

O sea que un orden liberal no basado en la percepción randiana de los mandatos de la naturalezano tiene por qué derivar en una lucha eterna de deseos en conflicto, incluso cuando no exija el seguimiento de ciertos valores morales únicos. Dentro de un marco de reglas adecuadas, que defiendan los derechos individuales, podrán convivir múltiples moralidades, religiones, múltiples formas de llevar adelante la vida individual, familiar, amorosa, vincular, sin que nada de esto represente un peligro para la supervivencia de la libertad humana. Y sin que eso sea un atentado contra la razón.

Ahora bien, habrá algunos valores que, en la medida que a través de la cultura terminen influyendo en el marco institucional en el que nos manejamos, pueden llevar al abandono de la libertad. Pero de nuevo, eso no hace que esos valores sean irracionales, o antinaturales, simplemente hace que sean muy indeseables, malos, nefastos, ridículos, si lo que queremos es una sociedad donde cada persona puede realizarse a sí misma, gozando de la máxima libertad posible, compatible con la máxima libertad de sus conciudadanos.

Para cerrar, espero haber sido relativamente claro. Estoy de acuerdo en todas las conclusiones prácticas de Ayn Rand. Y valoro enormemente el magnífico trabajo hecho en la difusión de unos valores que creo urgentemente necesarios. Es solamente que no comparto los fundamentos lógicos en que estas conclusiones se basan. Espero que en los próximos minutos tengamos un buen debate sobre estos asuntos.

Muchas gracias,

IC

El debate completo que tuvimos a continuación con Yaroon Brook, Tara Smith y Marcos Falcone, puede verse haciendo click aquí abajo:

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Investigador Asociado del Centro FARO, de la Universidad del Desarrollo de ChileEs Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

Reunión informativa de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas I ESEADE I martes 22 de noviembre de 2022, 19 hs.

Este programa de Maestría es multidisciplinar, y ofrece un cuerpo docente compuesto por doctores en filosofía, economía, ciencia política, historia económica y derecho, con larga trayectoria académica y experiencia en investigación.

Nuestro enfoque es el del Mainline economics, lo que incluye la economía austriaca (Friedrich Hayek), pero también la relación entre la economía con la política (James M. Buchanan, Gordon Tullock), con el derecho (Ronald Coase), con la psicología (Vernon Smith), además de la Nueva economía institucional (Douglass North) o la Escuela de Bloomington (Elinor Ostrom), por citar algunos autores representativos.

El plan de estudios se compone de cuatro cuatrimestres, con las siguientes materias y docentes:

1er cuatrimestre

Pensamiento Político – Enrique Aquilar, Alvaro Perpere Viñuales (48 hs)
Análisis Económico – Adrián Ravier (48 hs)
Seminario I: Enfoques Económico Institucionales – Alberto Benegas Lynch (h) (24 hs)
Seminario II: Historia Económica Argentina – Alejandro Gómez (24 hs)

2do cuatrimestre

Pensamiento Económico – Marcelo Resico, Gerardo Sanchis Muñoz (48 hs)
Ciencia Política Contemporánea – Joaquín Migliore (48 hs)
Seminario III: Econometría – Daniel Lema (24 hs)
Seminario IV: Economía del Sector Público y Public Choice – Pablo Guido (24 hs)

3er cuatrimestre

Políticas Públicas – Mauricio Vazquez, María José Romano Boscarino (48 hs)

Instituciones, Derecho y Economía – Martín Krause (24 hs)
Relaciones Internacionales – Pablo Anzaldi (24 hs)
Economía Internacional – Marcos Hilding Ohlsson, Eugenio Mari (24 hs)
Taller de Tesis – Deborah Motta (24 hs)

4to cuatrimestre

Análisis Institucional – Constanza Mazzina, Leticia Bontempo (48 hs)
Economía Superior – Roberto Cachanosky, Iván Cachanosky (24 hs)
Elementos para la Toma de Decisiones Económicas – Aldo Abram, Iván Cachanosky (24 hs)
Teoría Social – Agustina Borella (24 hs)
Metodología de la Investigación Social – Agustina Borella (24 hs)

Aquí más información del programa

Aquí se puede inscribir a la jornada informativa del martes 22 de noviembre, 19 hs.

Gobernantes inmorales: estamos contratando a los peores miembros de la sociedad, o muy debajo del promedio

Por Martín Krause. Publicada el 21/11/22 en: https://bazar.ufm.edu/gobernantes-inmorales-estamos-contratando-los-peores-miembros-la-sociedad-debajo-del-promedio/

Michael Huemer es uno de mis filósofos políticos preferidos, entre los jóvenes contemporáneos. Su libro The problem of Authority es muy recomendable. Aquí escribe sobre este tema, una columna titulada “Immoral Rulers: https://fakenous.substack.com/p/immoral-rulers

“El problema del poder

Uno de los problemas clave con la idea misma del gobierno: contratas a algunas personas para que vigilen a otros y eviten que se porten mal. Tienes que dar a los observadores suficiente poder para hacer cumplir las reglas morales correctas. Pero estos observadores no son más morales que las personas a las que vigilan. Entonces, ¿qué les impedirá usar ese poder para salirse con la suya con el mismo tipo de actos inmorales que se supone que deben prevenir?

Ese es un problema prácticamente insoluble dentro del paradigma del gobierno. Pero el problema es peor de lo que parece, porque no se trata solo de que los observadores sean humanos con las mismas debilidades y defectos que todos los demás. Una vez que hay posiciones de poder, las personas que terminan en ellas suelen ser más inmorales, más deshonestas, más propensas a aprovecharse de los demás, que las personas sobre las que gobiernan.

Piensa en la reputación de los políticos. No son exactamente conocidos por ser las personas más honestas y honorables, ¿verdad? Todo lo contrario. Junto con los abogados, tienen la peor reputación de honestidad u honorabilidad de cualquier profesión. (Dejando de lado las «profesiones» como ladrón o traficante de drogas). Parece que estamos contratando, quizás no a las peores personas de la sociedad, pero sí a personas que están muy por debajo del promedio, para gobernar a todos los demás.”

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Sigue a @martinkrause