Las coincidencias entre Mises y Keynes sobre la expansión del dinero y el crédito

Por Guillermo Luis Covernton: Ponencia presentada en el VII Congreso Internacional «La Escuela Austríaca de Economía en el Siglo XXI»

 

 

Guillermo Luis Covernton es Dr. En Economía, (ESEADE). Magíster en Economía y Administración, (ESEADE). Es Profesor Titular Ordinario de Finanzas Públicas, Macroeconomía, y Emprendimiento de Negocios en la Pontificia Universidad Católica Argentina, Santa María de los Buenos Aires, (UCA). Ha sido profesor de Microeconomía, y Economía Política en la misma universidad. Fue Profesor Titular de Proceso Económico en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, (UFM). Fue secretario de Confederaciones Rurales Argentinas, corredor de granos y miembro de la Cámara Arbitral de Cereales de la Bolsa de Comercio de Rosario. Fue asesor de la Comisión Nacional de Valores para el desarrollo de mercados de futuros y opciones. Fue director académico de la Fundación Bases. Es empresario y consultor.  Preside la asociación de Ex alumnos de ESEADE.

G 20: burocracia a pleno, los niños desnutridos

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 19/9/18 en: https://alejandrotagliavini.com/2018/09/19/g-20-burocracia-a-pleno-los-ninos-desnutridos/

 

Si hay una reunión incoherente es la del G 20. Integrado por Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea, representa el 85% del producto bruto, dos tercios de la población  y el 75% del comercio mundial.

Es el principal foro para “la cooperación económica, financiera y política y busca generar políticas públicas que los resuelvan”, o sea, ver cómo los Estados interfieren al mercado dejándolo con menos libertad, imponiéndole regulaciones coactivas cuando el mercado es solo cooperación pacífica y voluntaria entre las personas.

Dado que este año la presidencia recae en el presidente argentino, Macri, la próxima Cumbre del G-20 se realizará Buenos Aires -primera vez en Sudamérica- entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. Merkel, Trump, Putin, Xi Jinping, Macron, May y Shinzo Abe serán algunos de los mandatarios presentes. Pero previamente, se realizarán “solo” unas 50 reuniones -que comenzaron en diciembre de 2017- entre equipos técnicos y ministros en 11 ciudades del país.

Además, fueron invitados Chile y Holanda y España que es invitada permanente, y otros países representando bloques como Caricom (Jamaica), Asean (Singapur), Nepad (Senegal) y la Unión Africana (Ruanda). También estarán presentes el Banco Mundial, el FMI, la OCDE, el BID, el CAF, la OMC, la ONU, el FSB, la OIT y todas las siglas imaginables hasta agotar el abecedario de burócratas.

Si le parece poco, se desarrollan reuniones del B-20 (empresarios), el C-20 (ONGs), el L-20 (sindicalistas), el S-20 (científicos), el T-20 (think tanks), el W-20 (mujeres), y el Y20 (jóvenes). En total viajarán más de tres mil personas.

El Gobierno gastará al menos US$ 120 millones a lo que hay que sumarle los siderales viáticos de todos estos viajeros, más el sueldo de todos estos burócratas, en un país donde la pobreza ronda el 30% de la población y crece. Uno de los gastos más fuertes será en elementos como balas de goma y gases lacrimógenos: para reprimir Macri tiene dinero.

El más irónico de los temas a discutir será el de “Un futuro alimentario sostenible”. Hasta el oficialista Programa Mundial de Alimentos de la ONU reconoce que “Uno de los mitos más comunes… es que no hay suficientes alimentos en el mundo… los hay. El hambre… es una cuestión de acceso.” O sea, si hay hambre y desnutrición es porque la comida no llega a los más pobres debido a regulaciones e impuestos estatales que complican la distribución.

Por caso, los impuestos -como para solventar estas Cumbres- son una de las principales causas de pobreza desde que -aunque las cargas fiscales estén dirigidas a los más ricos- cuanto más alta es la capacidad económica de una persona con más fuerza los deriva hacia abajo: por ejemplo, algunos empresarios los pagan subiendo precios o bajando salarios.

Pero, además, se prohibirá el desarrollo normal de actividades y trabajo. Más allá de innumerables cierres de calles, los aeropuertos de Buenos Aires (Aeroparque, Palomar, San Fernando, Morón y 25 km a la redonda) estarán cerrados durante tres días y sólo recibirán oficiales. Hasta el Aeropuerto Internacional de Ezeiza se verá afectado. Y el 30 de noviembre será feriado -en la Ciudad de Buenos Aires- para “garantizar la logística” de la Cumbre.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

La política y sus traidores

Por Sergio Sinay: Publicado el 3/9/18 en: http://sergiosinay.blogspot.com/2018/09/la-politica-y-sus-traidores-por-sergio.html

 

 

Un general avanza peligrosamente mientras el gobierno empantana al país con sus dislates y furcios económicos y la oposición peronista (toda) protege a la jefa espiritual de los corruptos. El que avanza es el general descontento. Sus tropas incluyen el enojo, el malestar, la decepción y la desesperanza. Varios estudios y encuestas conocidos en los últimos días indican que la imagen de gobernantes, funcionarios, opositores, virtuales candidatos y demás ejemplares de la fauna política no cesa de caer. En algunos casos más, en otros menos pero, como el peso, cotizan a la baja. Diecisiete años después de 2001, el descontento de hoy no aparenta ser explosivo como el de entonces. Por una parte, la realidad demostró cómo “que se vayan todos” se traduce en que todos se quedan, envueltos en sus trajes de amianto y confiados en la dureza de sus caras. Se quedan, transmutan (muchos ni eso) y reinciden. Según una de esas encuestas (Grupo de Opinión Pública) un 45% de los consultados busca en vano una alternativa fuera de las caras conocidas. Según otra (Opinaia), un 70% cree que todos los políticos son corruptos y no confía en la política. “Allí donde los hombres conviven en un sentido histórico-civilizatorio, hay y ha habido siempre política”, afirma la ineludible Hannah Arendt (1906-1975), en La promesa de la política (Paidós). Desconfiar de la política sería, entonces, como abdicar de la posibilidad humana de convivir. Desde el momento en que la diversidad es característica esencial de la especie, naturalmente habrá siempre ideas, opiniones, prioridades, intereses, creencias y cosmovisiones distintas. La supervivencia dependerá de la posibilidad de articularlas. Eso es la política. Su misión y su fin “es asegurar la vida en el sentido más amplio”, dice Arendt. “Es ella quien permite al individuo perseguir en paz y tranquilidad sus fines”. No puede haber libertad sin política y viceversa, señala la pensadora. La política es un ámbito que permite dar durabilidad a los asuntos humanos, continúa. Esto significa un ámbito que permita la trascendencia, ir más allá de lo inmediato, andar en dirección de una visión. La promesa de la política es la de aprender a vivir juntos en lo diverso, de organizar comunidades esenciales a partir del caos absoluto de las diferencias, Arendt dixit. Todo ámbito compartido (la pareja, la familia, un consorcio, el trabajo, un barrio, todo tipo de organización, independientemente de su fin) es un ámbito político en el que se toman decisiones políticas. Desentenderse de la política o no creer en ella es como autoexiliarse de lo humano o no creer en su posibilidad. Por esto es muy grave la traición a la promesa de la política. La corrupción es una traición imperdonable. La manipulación de los instrumentos políticos en función de intereses personales, corporativos o sectoriales también lo es. El sometimiento de la política a la economía (al totalitarismo de mercado) es una traición de alto grado. Del mismo modo que el desprecio por la política o el asumir funciones de gobierno (incluso las más altas) siendo políticamente ignorante y, más aún, exhibiendo esa ignorancia como un mérito. El general descontento avanza con sus tropas sobre el terreno previamente depredado por quienes traicionan y vienen traicionando a la política, desvirtuando su promesa, usando su nombre en vano. O peor, valiéndose de su nombre para empeorar y envilecer la vida de la comunidad. Quienes traicionan a la política no tienen pudor en usar palabras como “pueblo”, “felicidad”, “patria”, “gente”, “futuro”, “verdad”. Para ellos estas palabras son solo cebos, carnadas. Hay quienes pican porque, como dice Arendt, “sufrimos menos cuando quedamos atrapados en los movimientos totalitarios o en los ajustes de la psicología moderna”. O cuando compramos promesas de brotes verdes que nunca florecen. Pero, advertía la filósofa, con la facultad de sufrir se pierde también la virtud de resistir. Y perdida esa virtud, todo el campo es de los traidores a la política.

 

Sergio Sinay es periodista y escritor, columnista de los diarios La Nación y Perfil. Se ha enfocado en temas relacionados con los vínculos humanos y con la ética y la moral. Entre sus libros se cuentan “La falta de respeto”, “¿Para qué trabajamos?”, “El apagón moral”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “En busca de la libertad” y “La masculinidad tóxica”. Es docente de cursos de extensión en ESEADE.

 

Raíces y evolución del pensamiento económico de la Tradición Austríaca

Por Adrián Ravier.  

 

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Alberto Benegas Lynch con Eduardo Feinmann (17-09-18)

Participación del Dr. Alberto Benegas Lynch (h), en el programa de Eduardo Feinmann, por la señal A24.

 

 

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

EL CASO DE JUDAS EXTENDIDO

Por Alberto Benegas Lynch (h).

 

Tal vez la traición más denostada, conocida y escandalosa sea el caso de la llevada a cabo contra Jesús. Mateo relata que “Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote fue donde los sumos sacerdotes y les dijo ´Qué me quereís dar y yo os lo entregaré?´ Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle”. Como es bien sabido, Jesús anticipó el hecho según consigna el mismo Mateo: “Al atardecer, se puso a la mesa con los doce. Y mientras comían dijo: ´Yo os aseguro que me entregará uno de vosotros´ ”.

 

Judas fue el traidor más famoso pero por cierto no el único y también debe destacarse la patraña más vergonzosa al imputar de traidor a Dreyfus por la tristemente célebre judeofobia denunciada por el gran Zola en ese caso y por tantos otros en muchas otras de esas infames y espantosas persecuciones.

 

Originalmente en la historia romana la traición se refería a conceptos militares de entrega al enemigo (perduellio) y en la historia inglesa y estadounidense también hay signos de lo mismo que en el primer caso aludía a la lealtad al rey. Así hubieron debates sobre el Treason Act de 1695 en Inglaterra y sobre la Sección 3 de la Constitución estadounidense junto a las reflexiones de Madison en el número 43 de los Papeles Federalistas y las medidas precautorias al efecto de evitar abusos contra las libertades individuales en nombre de la “traición a la patria”.

 

En cualquier caso, en este escrito apunto en otra dirección. Es común la traición, esto es la deslealtad a valores convenidos, la entrega al enemigo, el darle la espalda a lo acordado, pero hay otra forma de traición a la que me refiero en esta nota periodística, y es la traición a uno mismo que esta presente en toda traición pero ahora la circunscribo a lo interindividual, a no ser fiel a las propias convicciones. Igual que la traición en general, a veces se lleva a cabo de modo conciente como cuando se dice o hace algo que pretende desconocer lo que está bien y otras de modo inconciente. En el fuero interno ocurre lo mismo, muchas veces se procede de modo deliberado y conciente y otras sin detenerse a analizar lo que se piensa o lo que se hace.

 

Como queda dicho, en el caso de este escrito apunto a un aspecto clave de lo que hacemos con nosotros mismos independientemente de cómo procedemos con quienes nos rodean. Sabemos que para la convivencia civilizada es menester que exista el respeto recíproco, sin embargo hay quienes, por una parte, proceden de un modo que no conduce al referido respeto y, por otra, hay quienes sin participar activamente en esa dirección son pasivos frente a los desmanes. Actúan como observadores de hechos como si fueran ajenos a lo ocurrido y solo se quejan cuando directamente les faltan el respeto a ellos mismos, lo cual hace que resulte tarde para reaccionar puesto que se dejó que la falta de respeto a otros avanzara demasiado y se enquistara en las costumbres y se naturalizaran los atropellos.

 

La traición  a uno mismo es seguramente la peor de las traiciones pues es un abandono a la propia dignidad. La genealogía de lo digno proviene de merecer un trato lo cual aplicado al ser humano remite a su libre albedrío, a su libertad, consecuentemente a sus derechos. Entonces todas las actitudes tendientes a coartar o enmudecer las autonomías individuales son contrarias a la dignidad humana.

 

No pocos espíritus autoritarios la emprenden contra la dignidad en provecho propio y concientes de su atropello, pero otros reclaman medidas contra la dignidad sin saberlo pensando que están por el buen camino. Los primeros se traicionan  a sabiendas, los segundos lo hacen inconcientemente pero en todo caso se trata de traidores a la naturaleza humana, con lo que por añadidura se empobrecen no solo moralmente sino materialmente puesto que obstruyen y aplastan la energía creadora y destrozan los mecanismos de cooperación social al atacar el derecho de propiedad.

 

Pero en todo esto hay cortocircuitos que hay que tratar  de evitar. Por ejemplo, el tema del Fondo Monetario Internacional. Los liberales y las izquierdas coinciden en que es una institución nefasta. Los liberales se oponen a esa entidad, en primer lugar, porque se financia coactivamente con recursos detraídos de los contribuyentes de distintos países y, en segundo lugar, porque el FMI es para ofrecerles apoyos a gobiernos fallidos. En los momentos que están por renunciar o corregir sus desatinos en cuanto al estatismo rampante, resulta que llegan carradas de dólares con tasas de interés inferiores a las del mercado y con períodos de gracia extendidos.

 

Las izquierdas se oponen porque estiman que se trata de una organización capitalista, pero como han señalado innumerables autores es una entidad que nada tiene que ver con el capitalismo y que habría que liquidar cuanto antes. Una concepción bastante retorcida, purulenta y absurda del significado del capitalismo. En verdad, el FMI en última instancia hace de apoyo logístico para mantener y alimentar a los antedichos gobiernos fallidos que son tales precisamente por adherir al estatismo (además de haber pasado por alto tremendas corrupciones como lo atestiguan países africanos y casos como el de Rusia y Turquía).

 

Todas las personas de buena fe quieren el bienestar de sus semejantes pero lo relevante consiste en centrar la atención en los medios idóneos para lograr ese cometido. No da lo mismo proceder en cualquier dirección. Se trata en primer lugar de contar con marcos institucionales civilizados al efecto de permitir la mayor dosis posible de ahorro interno y externo para que los salarios e ingresos en términos reales resulten lo más altos posibles. El rol del empresario es clave en este proceso: en un mercado libre está obligado a atender los reclamos de sus congéneres si desea prosperar y si no atiende satisfactoriamente a su prójimo incurre en quebrantos. Esto debe ser claramente separado de los prebendarios que se alían con el poder político para explotar a la gente a través de mercados cautivos.

 

En realidad el Judas moderno es el que traiciona los valores y principios de la moral y la responsabilidad individual para entregarse a las fauces del Leviatán que termina por crucificar la libertad. Antes he citado un pasaje de Aldous Huxley de su libro Ends and Means que estimo es la mejor descripción de lo que nos ocurre en el mundo de hoy: “En mayor o menor medida, entonces, todas las comunidades civilizadas del mundo moderno están constituidas por una cantidad reducida de gobernantes, corruptos por demasiado poder y por una cantidad grande de súbditos, corruptos por demasiada obediencia pasiva e irresponsable”.

 

Así es, por una parte la corrupción que significa el abuso del poder. A veces se circunscribe la corrupción al robo de dinero pero las corruptelas pueden ser de muy diversas maneras y tal vez la más ponzoñosa y generalizada sea precisamente el atropello a los derechos de otros de la entidad supuestamente encargada de proteger y garantizar esos derechos. En el otro caso a que apunta Huxley aparecen los timoratos que se dejan manosear de la manera más ofensiva.

 

En este sentido también lo he citado a Leonard Read que en su obra Government an Ideal Concept señala lo que a su juicio ha sido un error del comienzo al consignar que “nosotros en Estados Unidos nos equivocamos al recurrir a la expresión ´gobierno´ puesto que significa mandar y dirigir lo cual debemos hacer cada uno de nosotros con nosotros mismos pero no con el prójimo. Usar esta palabra es lo mismo que referirse al guardián de una fábrica como gerente general”. Exactamente eso, la idea original alude en verdad a una agencia de protección y no al gobernar, mandar o administrar las vidas y haciendas ajenas. Es en este contexto que Etienne de la Boétie ha escrito con razón que “Son, pues, los propios pueblos lo que se dejan, o mejor dicho, se hacen encadenar que con solo dejar de servir romperían sus cadenas”. Si nadie hace caso a los disparates gubernamentales el gobierno no se sostiene.

 

Ese es el sentido de la recomendación de Thomas Jefferson en su correspondencia a James Madison el 30 de enero de 1787 en el sentido de que “Sostengo que una pequeña rebelión aquí y allá es una buena cosa, tan necesario en el mundo político como lo son las tormentas en el físico” y agrega que un gobierno republicano “no debería desalentarlas demasiado. Es una medicina necesaria para la firme salud del gobierno” al efecto de mantenerlo en brete. Más aún, Jefferson, en la misma carta, afirma que una de las formas de la sociedad es “sin gobierno como entre los indios” lo cual dice que “no está claro en mi mente si esa condición no es la mejor”. Esto es para mostrar el espíritu presente en los Padres Fundadores, muy lejos de las bellaquerías del presente, un espíritu que hizo de los Estados Unidos la tierra de la libertad y el respeto recíproco. Lamentablemente de un tiempo a esta parte ese coloso del Norte ha terminado por copiar la adoración al aparato estatal y a subestimar el valor primordial de las autonomías individuales. Se han traicionado esos valores y, pero aun, muchos son los que piden con sus votos que los traicionen. Muchos se han convertido en animalitos que demandan un dueño.

 

El sentido de autoestima se ha perdido en gran medida. Y para los que miran la debacle pasivamente, hay que recordar lo apuntado por  José Ortega y Gasset  en La rebelión de las masas “Si usted quiere aprovecharse de las ventajas de la civilización, pero no se preocupa usted por sostener la civilización, se ha fastidiado usted. En un dos por tres se queda usted sin civilización. Un descuido y cuando mira usted en derredor todo se ha volatilizado”.

 

Es indispensable retomar en rumbo perdido y tener el coraje moral (en el hombre siempre es moral, pero dados los sucesos del momento vale el énfasis) y asumir la condición humana  y la propia responsabilidad y no traicionarse, humillarse y rebajarse al nivel de las bestias. No podemos convertirnos en Judas de nuestro propio ser por más cantos de sirenas gritadas por las mentes autoritarias para imponer sus nefastos designios.

 

En todos lados ha habido gente digna que da voces de alarma  e intenta contribuir a que se pongan las cosas en su lugar. En el caso argentino es del caso repasar con mucha atención los trabajos de Juan Bautista Alberdi, el autor intelectual de la Constitución liberal argentina de 1853, quien dicho sea al pasar siguió los consejos de autores dedicados a sentar las bases de la sociedad abierta como el filósofo moral y economista Adam Smith. Debemos cifrar las esperanzas en los que no aceptan ser dominados por los Judas de nuestra época que renuncian a los valores insustituibles del respeto recíproco.

 

Termino con un pasaje shakeaspeareano de Hamlet en su idioma original y que resulta de una contundencia didáctica notable: This above all, to thine own self be true.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

EL DILEMA DEL SABER: ENTRE LA VERDAD Y LA DUDA

Por Alberto Benegas Lynch (h).

 

A estudiantes hay que trasmitirles un  equilibrio imprescindible en la extraordinaria aventura del conocimiento. Reza el adagio latino: ubi dubiun ibi libertas, es decir, donde hay duda hay libertad. Si todas fueran certezas no habría necesidad de elegir, de decidir entre opciones, de preferencias entre medios diferentes y para el logro de fines alternativos. El camino ya estaría garantizado, no se presentarían encrucijadas. De antemano la acción estaría resuelta. En rigor no habría acción propiamente dicha ya que ésta implica deliberación al efecto de evaluar opciones. En este caso no habría nada sobre lo cual deliberar solo seguir la certeza.

 

Esto último es la antítesis de lo humano, del libre albedrío, de la libertad en lugar de seguir caminos predeterminados. Casi podría concluirse que con tener un libreto adecuado solo habría que detectar la certeza del caso pero no requeriría meditación, evaluación y mucho menos corrección. Todo sería lineal, sería el fin de la vida humana.

 

Este es el sentido de lo que consigna Emmanuel Carrére: “lo contrario de la verdad no son las mentiras sino las certezas”, no es para nada que la verdad carezca de importancia pues es el quid del asunto, es el objetivo último pero precisamente las certezas conspiran contra la posibilidad de incorporar verdades puesto que bloquean el método para lograr esa meta noble, verdad como correspondencia (adecuación) entre el juicio y el objeto juzgado. Quienes están encerrados en certezas no están abiertos a encontrar verdades puesto que consideran que ya la tienen por lo que estiman superflua cualquier indagación y debate.

 

La duda es la gran auxiliar al efecto de estar bien predispuesto para la aventura del pensamiento. Y subrayemos con el mayor de los énfasis que la duda no significa en lo más mínimo relativismo o escepticismo. Independientemente del absurdo al descubrir que el relativismo implica que esa misma postura es relativa, las cosas son no importa que se opine de ellas, de allí la importancia de los departamentos de investigación en ámbitos universitarios. Si todo fuera relativo no habría nada que investigar, no habrían nexos causales, hechos y procesos fuera de lo que circunstancialmente se opina. La vida esté compuesta de juicios (proposiciones verdaderas o falsas), por ello resulta tan contradictoria aquello de que “no hay que juzgar” sin percibir que este es un juicio.

 

Tampoco es el caso de poner en tela de juicio nuestro único y fundamental instrumento para conocer, cual es la razón. El escéptico para ser consistente no podría afirmar como verdad su escepticismo (Aristóteles sostenía que el escéptico desciende a la condición de vegetal). La fertilidad de la duda consiste en estar sentado en la punta de la silla abierto a posibles refutaciones para progresar. El conocimiento es provisorio sujeto a refutaciones. Hay en este sentido en las ciencias corroboraciones momentáneas nunca verificaciones como sugiere el positivismo.

 

La duda se asimila a la condición de seres imperfectos inmersos en un proceso evolutivo. Los mortales nunca llegan a una instancia final, se trata de un trayecto sembrado de prueba y error. De esta situación de apertura y atención no se desprende que en las diversas etapas del conocimiento se adopte una posición débil frente a eso que se conoce al momento. Las defensas de esa situación deben argumentarse con toda la fuerza necesaria lo cual no quita que se esté atento a contra-argumentos que en cualquier instancia pueden irrumpir.

 

Una persona segura de si misma considera que está en condiciones de defender lo que estima verdadero, situación, repetimos que no es óbice para la apertura mental. La vida intelectual es un permanente peregrinaje entre albas y crepúsculos, es una búsqueda de tierra fértil en el mar de ignorancia que nos envuelve. Entonces, del hecho de sabernos imperfectos y limitados ubicados en un estado evolutivo en todos los órdenes de la vida, no quita un ápice de la firme convicción que se tiene de lo obtenido hasta el presente.

 

En realidad los que se ocultan en los fortines de las certezas y se abstienen de presentarse en las batallas intelectuales cotidianas son personas esencialmente inseguras que requieren de esa muralla artificial para proteger su vacío existencial, he aquí el dogmatismo.

 

De allí las ideologías, una palabrota que es la antítesis del conocimiento, no en el sentido inocente del diccionario de conjunto de ideas ni en el sentido marxista de falsa conciencia de clase, sino en el sentido más generalizado y difundido de algo cerrado, terminado, impenetrable e inexpugnable. Es así que la ideología equivale a una mente clausurada, imposible de acceder a otra cosa que no sea su mundo liliputenense.

 

Por eso es que los sistemas educativos deben prioritariamente enseñar a pensar, a cuestionar y a debatir pero nunca a repetir, nunca a dejar de ser voz para convertirse en eco. Esta es la quintaesencia de la enseñanza. No es para nada condenable la defensa enfática de lo que al momento se sostiene en base a los sólidos razonamientos del caso, lo reprobable es la cerrazón y el  operar como si siempre lo concluido inexorablemente será igual por tiempo indefinido. Todo puede ser distinto solo hace falta una refutación fundamentada, en eso consiste el progreso del conocimiento.

 

Como hemos dicho al comienzo, este delicado equilibrio debe ser trasmitido a los estudiantes y a todos los que se interesen por el saber, cualquiera sea el terreno que se transite. Es muy atractivo observar la defensa de valores y principios que al momento se muestran como necesarios, pero al mismo tiempo el estar atentos a otras campanas refuerza lo conocido o permite explorar lo desconocido al efecto de incorporar la antedicha tierra fértil.

 

Por ejemplo, Karl Popper ha rebatido el argumento de que en realidad no estamos viviendo sino que todo se trata de un sueño y así sucesivamente con una serie de asuntos que damos por sentado sin analizarlos debidamente. Puede aparecer a primera vista como un ejercicio inútil pero se revela como una gimnasia relevante al efecto de contestar sobre lo que tomamos como evidente que a poco andar resulta que no lo era tanto.

 

Popper escribe en Knowledge and the Body-Mind Problem que la teoría que mantiene que solo yo existo y que todo es producto de mis sueños la discute al concluir que lo que veo en mi supuesto sueño como las obras de los Shakeaspeare y Miguel Ángel me está demostrando que no estoy solo ya que esas genialidades superan ampliamente lo que puedo hacer.

 

En la línea argumental de la necesidad de la indagación podemos agregar otro ejemplo para ilustrar lo dicho que he desarrollado en detalle en otras oportunidades. Como bien han apuntado, entre otros, autores como el premio Nobel en neurofisiología John Eccles en La psique humana  y el premio Nobel en física Max Planck en ¿Hacia donde va la ciencia? el ser humano no está constituido solamente por kilos de protoplasma sino que tiene estados de conciencia, psique o mente que trascienden los nexos causales de la carne, hay más que lo puramente material en el hombre que nos permite tener ideas autogeneradas, argumentar, detectar proposiciones verdaderas y falsas, tener responsabilidad individual, moral y libertad. Es decir, no somos loros y no estamos determinados sino que contamos con libre albedrío que nos distingue de todas las especies conocidas.

 

De esta argumentación se sigue que esa característica -habitualmente denominada espiritual- no se descompone como la materia y, por ende, perdura y nos permite vislumbrar vida después de la vida terrenal. Este es un buen ejemplo para comprobar los que se cierran a esta posibilidad porque su inseguridad necesita de la certeza de que nada existe más allá de la vida humana. Por supuesto que todo, y la extensión de la vida también, está sujeta a posibles refutaciones pero no puede aceptarse la coartada de la negación sin argumento lo cual proviene de una concepción antireligiosa en su aspecto racional (y no de dogmas) que va más lejos. Y esta lejanía centra su negación de una Primera Causa como si pudiéramos existir si las causas que nos engendraron puedan ir en regresión ad infinitum.

 

Podría contradecirse lo anterior afirmando que tanto la posición que niega todo lo que pueda ocurrir después de la vida terrenal como la que afirma su extensión, en ambos casos se persigue la certeza y existe la cerrazón. Pero no es así, la postura negacionista cierra la posibilidad de duda, sin embargo, la que concluye en la extensión de la vida del espíritu no cierra la duda, por el contrario la mantiene puesto que no puede mostrar como concretamente es la vida más allá de la muerte y esto desespera a los partidarios de las certezas absolutas por lo que la cerrazón trasmite seguridad a los inseguros que si no están anclados firmemente en un mismo lugar no pueden vivir. No pueden entender que el conocimiento es un andar de fronteras móviles.

 

Seguramente a esta altura hubiera sido más productivo poner otro tipo de ejemplos en esta nota periodística de los innumerables que hay a mano pero precisamente he mostrado este por lo controvertido del tema en nuestro tiempo. Como ha señalado Antony Flew (el filósofo ex ateo militante de mayor relevancia) en consonancia con Albert Einstein, la existencia de una Primera Causa es inexorable, aunque ambos rechazan las religiones oficiales. Einstein escribió que “Mi idea de Dios se forma de la profunda convicción respecto a la presencia del poder de una razón superior”. También lo escrito por el antes citado Planck “Donde quiera que miremos, tan lejos como miremos, no encontraremos en ningún sitio la menor contradicción entre religión y ciencia natural”. En esta línea argumental,  Flew explica la verisimilitud del Big Bang, un fenómeno contingente que  no excluye sino que necesita del fenómeno necesario.

 

Me he valido de este ejemplo y no otros muchos disponibles pues considero que la religiosidad en el sentido expuesto alude a la necesaria humildad y ausencia de arrogancia del ser humano en lugar de mirarse el ombligo como si fuera un ser autocreado y autocreada toda la naturaleza que lo rodea. Hubiera sido para mi mucho más fácil elegir otros ejemplos pero elegí meter el dedo en la llaga de un asunto muy poco comprendido.

 

La petulancia y soberbia de que no hay orden superior a nuestra propia existencia también conduce a “la arrogancia fatal” expuesta por Friedrich Hayek en otro contexto. Paradójicamente la inseguridad demanda seguridad y certezas que excluyen otras posibilidades que no han sido ni remotamente expuestas por los Kai Neilsen, Paul Edwards y Roland Hophurn tan bien refutados por James J. Sadowsky y otros pensadores. El racionalismo constructivista también explicado por Hayek aparece como una valla formidable a la modestia y a la “razón razonable” tal como titulé uno de mis libros hace tiempo.

 

Comprendo  que en este tema haya quienes desconfían de la religión (religatio con lo que nos excede e invita a la autoperfección) debido a los desmanes y atropellos llevados a cabo por miembros de religiones oficiales,  pero esto no debiera provocar alejamientos de nuestra propio interés vital.

 

Por último, no quiero complicar lo dicho en esta nota pero es menester que agreguemos que el exhibir una pretendida teoría, hipótesis o propuesta en cualquier sentido que no pueda ser refutada no necesariamente significa que aquella sea válida. Y cuando decimos que no puede ser refutada no nos estamos limitando a lo físico, ni siquiera a contrafácticos indirectos sino a que no puede ser contradicha con contra-argumentos puesto que la teoría en cuestión no fue formulada con argumentos suficientes, se trata de una simple afirmación. Mucho de lo que existe no se ve como los campos gravitatorios, las ondas electromagnéticas y las partículas subatómicas y otros relacionados con los fenómenos sociales complejos se sustentan en argumentos bien razonados. Un eventual disparate gigantesco puede que no sea posible su refutación precisamente porque es una construcción que flota sin basamento alguno.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

ENTREVISTA A ADRIÁN RAVIER: Un proceso monetario que divide la biblioteca entre los economistas

Por Adrián Ravier.  Publicado el 16/9/18 en: https://www.lagaceta.com.ar/nota/783675/actualidad/proceso-monetario-divide-biblioteca-entre-economistas.html

 

¿La economía argentina puede adoptar en estos momentos un esquema de convertibilidad o de dolarización? La pregunta se sigue realizando en todos los ámbitos luego de que un asesor del presidente de los Estados Unidos, Larry Kudlow, sugiriera “atar el peso al dólar”. Ahora bien, ¿qué implica ese proceso? Según el economista Eduardo Robinson, hay que tomar en cuenta una serie de factores:

• Convertibilidad implica, que el peso pueda convertirse en dólares de manera inmediata. Hoy no alcanzan las reservas del Banco Central para adoptar este régimen.

• Implica establecer un tipo de cambio fijo, como el que rigió entre 1991 y 2001, pero no es lo adecuado en momentos en que se necesita flexibilidad del tipo de cambio y en momentos en que el dólar se fortalece con respecto a otras monedas.

• La economía argentina tiene problemas de competitividad y no puede adoptar una moneda fuerte como el dólar, porque su productividad es baja para impulsar el comercio exterior.

• En estos momentos la convertibilidad sería contraproducente, el país necesita exportar, para poder expandir la economía y acrecentar la oferta de dólares provenientes del comercio.

• La solución no es la convertibilidad, en esta coyuntura, hay que avanzar con disciplina fiscal, no emisión de moneda.

• Dolarizar una economía relativamente grande como la argentina, no es es sencillo, implica todo un mecanismo de adecuación del sistema bancario, caída de los salarios para dotar a la economía de competitividad.

Opiniones dispares

“Las segundas partes suelen ser peores que las primeras. La propuesta de dolarizar la economía (eliminar el peso como moneda de curso legal y usar el dólar para todas las transacciones y contratos) no es la excepción. Ya se propuso a fines de los 90, bajo el régimen de convertibilidad, cuando la economía ya estaba dolarizada de facto. Se vuelve a proponer ahora en una situación bastante diferente”. De esa manera se pronunció el economista Constantino Hevia. En el blog http://focoeconomico.org, el doctor en Economía por la Universidad de Chicago indicó que, entre los costos de la dolarización, pueden mencionarse a la pérdida de instrumentos monetarios que facilitan el ajuste ante shocks externos y la pérdida del señoreaje asociado al crecimiento económico.

A su criterio, los costos exceden a los beneficios. “Coincido con que la emisión monetaria excesiva asociada a la financiación de déficits fiscales ha sido la mayor fuente de inestabilidad macroeconómica de nuestra historia”, indica. Sin embargo, advierte, no es creíble que simplemente eliminando el peso también eliminaremos la indisciplina fiscal. Además de una historia inflacionaria, tenemos una historia de defaults y confiscaciones. “Si no podemos usar la emisión, es esperable que usemos con mayor frecuencia esas otras herramientas”, finaliza.

Desde el punto de vista del doctor en Economía Aplicada, Adrián Ravier, desde que existe el Banco Central, en 1935, la inflación promedio superó el 50%. “Personalmente desconfío que, mientras exista el Banco Central, se tenga estabilidad monetaria”, puntualiza a nuestro diario.

Si bien aclara que no propone la dolarización a economías como la chilena, la mexicana o la uruguaya, que cuentan con relativa estabilidad monetaria, en el caso argentino es diferente. “Tal vez la dolarización le traiga algunos beneficios, como una inmediata estabilidad monetaria, una baja de la tasa de interés y del riesgo país”, enumera.

Ravier sostiene, además, que todo esto puede contribuir a la reducción del factor incertidumbre, de tal manera que el país atraiga inversiones genuinas y se generen más empleos. “La llegada de capitales disminuyen el riesgo de devaluación; además, la inflación tiende a desaparecer y un país puede llegar a tener un amoneda que es considera buena en el mercado”, subraya.

¿Qué puede suceder en la transición hacia ese proceso? El economista indica que, al no hablar de dolarización, puede pensarse en la desnacionalización de la moneda, porque “la gente quiere al dólar desde hace décadas ya sea como reserva de valor, para el intercambio en operaciones inmobiliarias o para escaparle a la inflación y, así, no perder su poder adquisitivo”.

Ravier, en suma, considera que hay distintas situaciones que contribuyen a pensar que el rumor no es sólo eso, sino una propuesta que está en ciernes. Por caso, citó no sólo la opinión que emitió el director para Asuntos Económicos de Trump (“la única forma que tiene la Argentina de salir del dilema es atar su moneda, el peso, al dólar. La gente del Tesoro está en eso”), sino la misión del Fondo Monetario Internacional que ha llegado, en los últimos días, a la Argentina de forma sorpresiva para analizar los pasos que seguirá el gobierno del presidente Mauricio Macri. “Todo esto me parece que hace que la iniciativa deje de ser sólo un rumor, sino algo viable, posible y, a mi criterio, necesario”, remarca.

Según su opinión, si la Argentina no avanza hacia un proceso similar a la dolarización, es probable que en el corto plazo vuelva a sufrir los efectos de un atraso cambiario que se acumulará hasta las elecciones del año que viene y, frente a ese panorama, “en enero estemos devaluando de nuevo”.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Otra vez sobre la importancia de dolarizar

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 17/9/18 en: https://www.cronista.com/columnistas/Otra-vez-sobre-la-importancia-de-dolarizar-20180916-0010.html

 

Otra vez sobre la importancia de dolarizar

 

En estos días volví a publicar sobre la dolarización como un medio para salir del maléfico proceso inflacionario que carcome salarios a pasos agigantados. Estoy con esta cantinela desde que me incorporé hace tiempo a la Academia Nacional de Ciencias Económicas en la que titulé mi presentación “Dolarización, banca central y curso forzoso”.

 

Es un pretexto para abandonar la nefasta institución de la banca central creada por los conservadores del 30 y para que la gente pueda elegir libremente la moneda con la que prefiere llevar a cabo sus transacciones. El premio Nobel en economía Friedrich Hayek ha escrito que “hemos tardado doscientos años en darnos cuenta del bochorno de unir a la religión con el poder político, es de desear que no demoremos otro tanto en darnos cuenta que la unión del dinero con el poder político es solo para succionar el fruto del trabajo ajeno”.

 

Desde luego que dolarizar no implica una medida de naturaleza distinta sino una cuestión de grado ya que se ata la moneda local a otra autoridad monetaria, pero si se elimina el curso forzoso al peso o si se comienza por instaurar el curso legal también al dólar para que cada uno puede revelar sus preferencias en los contratos, ese primer paso abre las posibilidades para futuros caminos de libertad.

 

Es de gran interés recordar que, por ejemplo, en la declaración de la Unión Cívica Radical encabezada por Leandro Alem se lee que “El banco oficial constituye siempre un peligro permanente, porque siempre será un medio político sujeto a la influencia de las pasiones partidarias”. Y en el discurso de Alem en la legislatura con motivo del debate sobre la federalización de Buenos Aires, aconsejó: “gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad”. Por su parte, Juan Bautista Alberdi, el padre de nuestra Constitución fundadora, escribió “Mientras el gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno el poder omnímodo  vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de la Constitución”.

 

Como he consignado antes, no repitamos tropelías nacionalistas en cuanto a que la moneda es símbolo de soberanía puesto que sería lo mismo que alegar la soberanía de la zanahoria o la papa. Tal como reza el cuento del lobo feroz, el manejo del dinero por el gobierno es solo para comernos mejor. Es como ha escrito Milton Friedman, otro premio Nobel en economía, en su última contribución sobre temas monetarios: “el dinero es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de banqueros centrales”.

 

Por su puesto que si seguimos con gastos públicos elefantiásicos, impuestos insoportables y deudas colosales, no habremos resulto nuestros problemas acuciantes, pero si se dolariza en el sentido apuntado o a través de otras combinaciones que llegan al mismo puerto, por lo menos habremos eliminado la desgracia superlativa de la inflación.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.