UNA MAMÁ, UN BEBÉ Y UNA ESPERANZA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 5/3/23 en: https://gzanotti.blogspot.com/2023/03/una-mama-un-bebe-y-una-esperanza.html

UNA MAMÁ, UN BEBÉ Y UNA ESPERANZA

La falta de luz en casa me ha hecho en estos días mudar mi trabajo al bar La Unión, en el corazón de Villa del Parque.

No he podido evitar la sana tentación de observar algunas cosas. Por ejemplo, el momento feliz que unos amigos octogenarios proporcionaron a otro en silla de ruedas que casi no se podía mover. O las múltiples familias que aún quedan con suegros, yernos, cuñadas, matrimonios, niños, sobrinitos y abuelos hablando, mirándose a los ojos, al parecer aún ajenos a una supuesta nueva normalidad que no ha caído aún sobre ellos. 

Una de esas familias me impresionó particularmente ayer. Abuela, madre y bebé y tal vez un tío o un hermano. 

Durante las tal vez dos horas que estuvieron allí, la mamá no paraba de besar y acariciar a su bebé. Todo el tiempo. Y estaba feliz. De vez en cuando la abuela lo tenía en brazos pero luego se lo devolvía a la madre, quien volvía a cubrir a su bebé de besos, abrazos y caricias. 

El bebé, creo, estaba feliz también.

Traté de mirar más allá de lo que se veía.

La madre parecía ajena al mundo. Ella era el mundo, un mundo, sobre el cual no parecía haber caído ninguna ideología, ningún adoctrinamiento, ningún postmodernismo que le impidiera disfrutar de su naturaleza femenina desplegada en su plenitud. 

Me di cuenta de que mis propios mundos interiores se quedaron ensombrecidos mientras miraba una y otra vez a esa madre y a ese bebé. Que estoy seguro eran mujer y varoncito. 

En un momento, tal vez segundos, la madre me miró; claro, se dio cuenta de que era observada. Yo bajé mi vista por supuesto. Tengo la casi certeza de que ella no vio nada malo en mi mirada. Creo que se dio cuenta de mi asombro ante la sencillez de una vida, una vida que es el fundamento de la filosofía y de nuestros valores más humanos y permanentes. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

El poder del cuarto poder.

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2023/01/el-poder-del-cuarto-poder.html

Siempre me impactó la idea que representa ese poder de la prensa cuya importancia le ha merecido ser reconocido incluso por la Constitución de la Nación Argentina y la de otros países, ya sea para otorgarle amplia libertad o la más estricta censura.

Todos los déspotas admiten su trascendencia, y por eso siempre han pujado por tenerla de su lado, por las buenas o por las malas.

Es difícil para el ciudadano común discernir donde se encuentra la delgada barrera que separa a la prensa servil y tributaria al poder de la otra libre e independiente. A veces la distinción es clara, otras difusa, y en una tercera ocasión el servilismo es manifiesto. El problema consiste en donde se posicionan las zonas grises.

Y esto carecería de toda significación si la gente no fuera tan dependiente de la prensa o, mejor dicho, de los que hacen de ella su profesión: los periodistas. Estos tienen un poder enorme del cual muchas veces no parecen conscientes.

La llamada »opinión pública» depende de ellos casi con una sumisión absoluta. Su credibilidad es muchas veces más alta que la que gozan los políticos. Por algún fenómeno psicológico difícil de explicar (al menos para el que esto escribe) es más fácil para la gente dudar de la palabra de un político, que la de un periodista sobre el mismo tema.

Quizás algunas explicaciones puedan ser estas:

  1. El político está más expuesto (cualitativamente) en su palabra, dado que en la acción política debe demostrarla.
  2. Esa misma acción política (ya en curso) muestra que, en un porcentaje cercano al 100%, lo que ha prometido en campaña es total o parcialmente falso.

El periodista, en cambio, no está sometido a estas limitaciones. No está obligado a prometerle nada al votante, ya que su misión se agota en mostrale lo que hacen los demás. Es todo lo que debe realizar, es su principal compromiso: exponer a la gente lo que pasa. Lo que hacen los otros. El público será el que juzgará a esos otros. A veces el periodista se suma a ese juicio y generalmente lo hace coincidente con el de sus espectadores. Su público. De estos: es una mayoría la gente que pasa horas de su vida y de su día a día frente a un televisor mirando constantemente las noticias… de lo que sea. No importa, mientras sean noticias de cualquier cosa.

Ingrese el lector a cualquier red social y deténgase por un rato largo a ver de qué habla la gente y podrá comprobar lo que aquí se dice.

Como los periodistas están más expuestos que los políticos a la exhibición pública, son aquellos los más creíbles, simplemente porque se los escucha más a menudo que a los políticos y no están exigidos a probar la verosimilitud de sus dichos. Basta que dejen deslizar entre sus espectadores un mero »trascendido» sobre un hecho o dicho cualquiera para generar sospechas sobre los protagonistas del mismo y dar el puntapié inicial a interminables polémicas.

El periodista tiene en su público un interés comercial a largo plazo. Y cuenta para ello con algunas ventajas: no está obligado a confiar en la veracidad de las fuentes en las que abreva la información que recaba, excepto, a veces, que sea un periodista de investigación, al que la misma opinión publica le atribuye una responsabilidad mayor, pero -a la vez- una cuota también más grande de credibilidad que al resto de los periodistas de divulgación.

Pero el rasgo en común entre periodistas y políticos es que ambos viven y se deben a su público. Cada uno a su manera, deben ofrecerle a ese público del que dependen un producto que estos demanden. Y como todo consumidor, esos gustos del público van mutando en el tiempo y se van haciendo cada vez más exigentes.

La puja por estar en la TV se acrecienta, ya que la gente que la consume masivamente es más afecta a los medios pasivos de información (audio y video) y menos a los medios activos (lectura).

Un video de un periodista español lo describe a la perfección en muy pocas y ejemplares palabras. Se puede ver aquí: https://t.co/sQ78W7kcut

»Lo que se ve y lo que no se ve» (F. Bastiat)

Si bien el fenomenal polemista francés utilizó dicha frase con otros propósitos, se la tomaremos prestada para ilustrar nuestra idea siguiente.

Posiblemente, lo más trágico del periodismo es aquello que no muestra, muchas veces por desconocimiento y no deliberadamente.

Me refiero a que conozco muchísima gente verdadera y excelentemente capacitada en amplios campos del saber humano (político, económico, cultural, académicos, etc.) que sería tremendamente útil a la sociedad, pero son aquellos que nunca llegan a ninguna parte sencillamente porque »nadie los conoce», ya que -como se dice- »no tienen prensa».

Suelen, sin embargo, en el mejor de los casos, moverse en círculos privados de profesionales calificados, pero podrían aportar mucho más a la sociedad si sus brillantes contribuciones tuvieran masiva difusión.

Mucha gente supera con creces a los mediocres que hoy paradójicamente »sobresalen» en esos campos y en otros, por la única razón de que estos últimos son »personajes» nada más porque aparecen muy seguido, en la TV, radios, diarios. En cambio, los que verdaderamente saben no tienen esa posibilidad, o sólo lo hacen esporádicamente sin la suficiente intensidad como para transcender a posiciones más conocidas.

Habitualmente me pregunto, ¿cuántos deportistas de excelencia hoy serian estrellas del deporte si simplemente hubieran tenido la suerte de ser descubiertos por la persona apropiada que los llevara a los medios de difusión para presentarlos como una verdadera promesa en lo suyo? He aquí donde el poder de la prensa revela, a mi juicio, toda su dimensión.

Y sólo tomo el caso del ‘’deporte’’ y -en especial- el fútbol, porque es la »religión» mayoritaria en numerosas partes del mundo. Pero lo mismo aplica al arte, el espectáculo (cine, teatro, etc.) la ciencia, la política, la economía, y hasta el periodismo incluido también, etc.

Creo que han de ser muchísimas más las veces en la vida donde las verdaderas luminarias sociales se encuentran en el anonimato y no en las tablas de un escenario televisado que, por su propia naturaleza, siempre es limitado.

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

EL DRAMA DE LAS MATERIAS HUMANÍSTICAS EN MEDIO DE LAS DIVERSAS CARRERAS

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 18/12/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/12/el-drama-de-las-materias-humanisticas.html

La presencia de materias humanísticas en diversas carreras, tradicionales o no, parece ser un problema sin solución. Los alumnos no tienen interés en esas materias y todo depende del arte de magia del profesor. Hay muy buenos magos, por cierto, pero un sistema basado en la magia no funciona. 

El problema no tiene solución porque está mal planteado. El tema no es cómo relacionar técnicas, ciencias y humanidades. El problema es la separación entre ciencias y filosofía a partir de fines del s. XIX, uno de los efectos más perjudiciales del positivismo. 

La filosofía siempre había sido, de algún modo, la ciencia, esto es la episteme, conocimiento riguroso (lo cual no quiere decir infalible, sólo metódico o siempre verdadero) a diferencia de la doxa, la opinión en tanto una falta de orden en el conocimiento. Parte de esa episteme era la filosofía de la naturaleza, una de las tres partes de la ciencia especulativa según Aristóteles, que llega así incluso hasta Newton, cuyo gran libro lleva como título, no de casualidad, Fundamentos matemáticos de la filosofía natural. 

La defensa de la ciencia como filosofía no fue en el s. XX tarea exclusiva de lo que ahora se llaman filósofos. Grandes pensadores, de lo que ahora se consideran ciencias independientes de la filosofía, como la Física y la Matemática, fueron los encargados, en el s. XX, de explicar a la ciencia como una evolución de teorías y paradigmas filosóficos. Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend se dedicaron a explicarlo, pero su obra comenzó a ser conocida como una interesante extra-vagancia, llamado el giro histórico de la filosofía de la ciencia, en contraposición a una filosofía de la ciencia concentrada en explicar la inducción y el testeo empírico. 

La Metafísica, por otro lado, quedó como lo ultra contrapuesto a la Física. Nunca lo había sido, claro. La Metafísica fue hasta el Kant pre-crítico una importante parte de la episteme, esto es la ciencia, llamada por Aristóteles filosofía primera. Por comprensibles razones, Kant afirma que la metafísica no puede lograr las demostraciones racionales de las «ideas de la razón pura» y queda por ende contrapuesta a una Física que por primera vez afirma tener el monopolio de la demostración racional. Física y Metafísica quedan contrapuestas y comienza la idea de una Física autónoma de la filosofía, a pesar de que el sistema de Kant era mucho más metafísico de lo que habitualmente se piensa, por su sistema moral. 

La razón queda en el s. XIX dividida en dos: Hegel por un lado, la ciencia empírica por el otro. Los primeros existencialistas, Unamuno y Kierkegaard, reclaman la importancia del sentido de la vida para la existencia humana pero le dejan la razón a la ciencia y al idealismo absoluto de Hegel. Diversos neoaristotelismos intentan reconstruir a un pensamiento más integral (Brentano, Bolzano, neotomismo) intentando dialogar con esa ciencia autónoma pero parece que la nueva criatura tenía sus propios berrinches. Heidegger acusa a toda la razón humana de ser un olvido del ser, pero no es sólo la ciencia la principal desmemoriada, sino toda la metafísica occidental. Se salvaría sólo la mística renana, Holderin, los poetas presocráticos y el pensamiento oriental. 

En medio de todo ese caos, la ciencia experimental, la del famoso testeo empírico, SIN contacto con ese caos, aparece triunfante. Y en medio de todo ello, la universidad pierde su misión. La universidad, el lugar del pensamiento integral, el lugar de los fundamentos, el lugar de la teoría, de las questiones disputadas, el lugar donde Física, Matemática y Metafísica eran una sola cosa, pierde su sentido. Porque la universidad era el lugar de la teoría. Esto es, el lugar que se toma su tiempo, que crea, que discute libremente, el lugar donde las teorías nacen, crecen, se reproducen y no mueren. Su contraposición era la praxis, esto es, las escuelas de artes o oficios. Copérnico fue universitario, Leonardo no. Puede ser que este último fuera más genial, pero la seguidilla Galileo-Kepler-Newton nace de Copérnico, no de Leonardo. Todos teóricos. Ninguno de ellos, gracias a Dios, era el genio de la praxis. 

Husserl intenta rescatar la teoría. Pero parece que fue tarde.

La universidad se va convirtiendo en carreras prácticas. Derecho, Medicina, Ingeniería, que desde siempre eran las excepciones, se convierten en la regla. La cuestión es un entrenamiento en la parte más práctica del un paradigma para poder ejercer un oficio. Ya no hay creación y debate de teoría, sino repetición de la parte práctica del paradigma. Los alumnos aprenden fórmulas exitosas para poder solucionar problemas, en un aprendizaje memorístico, repetitivo, sin diálogo, sin contacto con la Historia y menos aún con la Filosofía, ese lugar eminente de la teoría que ahora aparece como un florero bonito. Muy bonito el florero pero adorno al fin. No te quejes, adorno: todavía que te limpiamos de vez en cuando, no te quejes. Agradecé que aún queda demanda para conocer tu inútil Historia. 

Así las cosas, desgajadas las ciencias de la filosofía, todas las carreras universitarias se convierten en tecnicaturas, en escuelas de artes y oficios con métodos inductivos. Los que se reciben son técnicos. Pocos se quieren quedar enseñando, pero además constituyen la parte dura del paradigma. Son la nueva casta sacerdotal, el oráculo, los custodios de los misterios que serían facts y no admiten discusión.

En medio de todo ello, se colocan «materias humanísticas». No, ya es tarde, todo mal planteado. El positivismo es ya un sistema cultural donde el imperio de la praxis ya ha anulado todo pensamiento teórico. Querer colocarlo de vuelta en medio de ese ambiente adverso ya no funciona. De vez en cuanto algunos profesores de humanidades logran hacer ver al alumno la riqueza infinita del origen que se había perdido. Les hacen tocar a Dios cuando ya tienen que salir al mundo del no tiempo en absoluto, de la no contemplación en absoluto. Es una tortura para ambos. Estás en el desierto, te muestro el agua, pero ya te tienes que ir a beber arena y vender arena. 

No, buen ingeniero, no pongas filosofía en medio de la Física y la Matemática que se enseña hoy. Simplemente, enseña verdaderamente Física y Matemática, esto es, enséñalas con su historia, con sus fundamentos, con sus debates, y entonces verás cómo estás enseñando filosofía. ¿Que no tendrás profesores? Puede ser. ¿Que no tendrás alumnos? Puede ser. ¿Que no tendrás mercado? Puede ser. Pero al menos ten conciencia de lo que estás haciendo just in case de que lo quieras seguir haciendo. No, científico social, no intentes enseñar ciencias sociales como si fueran Física (que tampoco es Física (1)) y luego le pones una filosofía por el medio. Enseña las ciencias sociales como lo que son, esto es, estudios de órdenes espontáneos, y sus fundamentos, Adam Smith y los escolásticos del s. XVI, y verás que no necesitas la filosofía por encima, porque ya está por adentro. No, comunicólogo de buena voluntad, la comunicación no es «estrategias comunicativas» (que es una contradicción); la comunicación es Gadamer, Wittgentein, Habermas, esto es, filosofía. Y así sucesivamente. No, religioso de buena voluntad, no hagas de vuelta carreras como las que ya hay «pero» con filosofía, teología y etc por el medio. Vuelve a un lugar que no te debería ser extraño, a la Edad Media, vuelve a la teoría, a las questiones disputadas, al trivium y al quadrivium y desde allí revoluciona todo. ¿Que no puedes? Puede ser. ¿Que no te dejan? Puede ser. Pero, ¿no es eso ser cristiano? ¿Cuándo ha sido cómodo serlo? (2)

¿Está todo mal planteado? ¿Hemos hecho todo mal?

Si.

Hemos separado las ciencias de la filosofía y a partir de allí, todo mal. 

No es cuestión de materias humanísticas en medio del desierto. Es una concepción global de la cultura y de la universidad que se ha perdido. 

¿Se puede volver al principio? Sí, se puede. ¿Es casi imposible? Si. ¿Es totalmente necesario? También. 

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(1) «Sir Karl Popper has taught me that natural scientists did not really do what mot of them not only told us that they did but also urged the representatives of other disciplines to imitate» (Hayek, 1966, Freface a sus famosos «Studies»). 

(2) Y a los médicos, ingenieron y abogados mejor no les digo nada………………………………………………………………………………………………………..

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

LOS TRES GIROS DE LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 4/12/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/12/los-tres-giros-de-la-filosofia.html

1.     Introducción.

Es habitual que en la Escuela Austriaca de Economía se hable de “conocimiento disperso”. Sin embargo, desde los ensayos fundacionales del tema[1]knowledge e information se han usado como sinónimos, indistintamente, y ello sigue sucediendo. Es nuestra intención en este artículo mostrar que se trata de cuestiones muy diferentes, y que dicha distinción afecta a las cuestiones básicas de epistemología de la Escuela Austriaca y que incluso se relaciona con la antropología filosófica y la psicología evolutiva de la cual se ha producido un revival gracias a The Sensory Order de Hayek[2].

2.     El paradigma de la información.

¿A qué llamamos “paradigma de la información”?

Es una noción de conocimiento muy difundida culturalmente. Sus orígenes son filosóficos pero lo interesante es que se absorbe en la vida cotidiana, y se manifiesta en nuestros usos del lenguaje cotidianos. De algún modo suponemos que hay “hechos”, que son “objetivos”, más allá de las interpretaciones del sujeto del conocimiento. Ante estos “hechos”, el sujeto es pasivo: ellos “caen” en el sujeto, que es “informado” por los hechos y a su vez “informa” sobre los hechos. O sea que presuponemos que hay muchas ocasiones donde el conocimiento es un sujeto pasivo que recibe “datos” ante los cuales no queda otra que “informarlos objetivamente” o callar o mentir.

Claro, muestro horizonte cultural nos dice, también, que hay ámbitos de la vida humana donde la interpretación del “sujeto cognoscente” es fundamental: la literatura, el arte, la filosofía, la religión… Pero todo ello supone a su vez que si uno quiere ser “objetivo” entonces debe “poner entre paréntesis” esas “opiniones personales” y, nuevamente, ir a los hechos. Los hechos están dados, sobre todo, por números, cifras (hasta que alguien pregunta “qué es un número”…), “los datos de las ciencias”, los sucesos históricos incuestionables, los acontecimientos cotidianos, políticos y económicos (aquí la comunicación social y el periodismo tienen a la “objetividad” como un deber moral de su profesión)…. Y hasta en humanidades se considera a veces que hay “hechos”: ellos estarían representados por los textos, que “objetivamente señalan lo que un autor dice” más allá de nuestras opiniones sobre el autor, doctrina o lo que fuere…

Sobre esta noción cultural tan afianzada se ha atrincherado una versión de verdad como correspondencia afirmada sencillamente como “correspondencia con los hechos”. Desempeña esto un papel muy importante en las acusaciones de mentira o sinceridad, en las sentencias de los tribunales, en las diversas ideologías políticas que se acusan las unas a las otras de “negar los hechos y no ver lo evidente” y hasta en los enojos de los diversos gobiernos con los comunicadores sociales que “no informan objetivamente de los hechos”[3].

Obsérvese que hasta ahora no hemos dicho de qué modo son afectadas las ciencias sociales por esta cuestión, pero el lector ya podrá deducir por sí mismo las implicaciones que esto ha tenido sobre epistemología de la economía, tema al cual volveremos más adelante.

Pero, ¿cuál es el origen histórico (me refiero a historia de la filosofía) de este paradigma de la información?

Faliblemente, mi hipótesis tiene dos momentos principales.

Uno está en Descartes. Pero no acusándolo de todos los males del mundo, como hacen algunos heideggerianos, tomistas o algunos liberales. Descartes quiere salir al rescate del escepticismo del s. XVI[4]. Para ello, como se sabe, reconstituye primero la certeza en el yo y, desde allí, la certeza en el “mundo externo”. Allí se da un fuerte impulso para concebir al conocimiento como la relación entre sujeto y objeto, donde este último, el objeto, se concentra en un mundo físico matemáticamente conocido. Ese último tiene “objetividad”. Pero Descartes era un filósofo más sutil que lo que da a entender la aparente claridad de sus escritos. La certeza del mundo externo tenía en su sistema, como garantía, la existencia de Dios. Cuando las críticas posteriores de Hume tiraron abajo ese presupuesto, cayó también la garantía de la certeza y surgió nuevamente el escepticismo. Kant intentó rescatar al conocimiento, nuevamente, de ese escepticismo, pero ya con un sistema filosófico donde se abandonaba la certeza de la “cosa en sí” (la esencia de ese mundo físico cartesianamente conocido) para pasar a la certeza de unas categorías a priori que reconstruyen la certeza racional sobre la física y la matemática, dejando a la metafísica (tan importante en Descartes) en el rol de la creencia, la fe. El sujeto pasa a tener un papel más activo, por las categorías a priori, pero no por ello “el objeto” deja de tener importancia: al contrario, se refuerza la idea de una física-matemática como el lugar del conocimiento racional.

Esto influye, aunque no directamente, en el segundo momento: el positivismo del s. XIX y el neopositivismo del s. XX. Menos sutilmente, se enfatiza en este caso el papel de las ciencias naturales como el conocimiento racional y objetivo, como el lugar de los “datos” sobre los cuales puede haber un “lenguaje informativo”, no afectado por las arbitrarias interpretaciones del sujeto (es más, se relega a la metafísica como un “sin-sentido”, un non-sense (ya lo había dicho Hume), un engaño del lenguaje. Es esto lo que influye decididamente en toda nuestra cultura, en las ciencias sociales, en el periodismo, en nuestro lenguaje cotidiano: el conocimiento ideal es el que se acerca a la objetividad de los hechos que las ciencias logran “informar”.

Logra conformarse así el siguiente paradigma:

a)     Conocimiento es igual a información. Esto es, sujeto que recibe pasivamente los hechos e informa sobre los hechos.

b)     La verdad es igual, por ende, a la correspondencia entre el mensaje informado y los hechos.

c)     El lenguaje es “especular”: es locutivo: la sintaxis, la semántica y las palabras son un espejo, un reflejo de los “hechos”. La palabra “silla” es un espejo de la silla física.

3.     Los tres grandes giros de la filosofía del s. XX.

Este paradigma sufre una crisis con tres “giros” típicos de la filosofía del s. XX: el giro hermenéutico, el giro lingüístico y el giro epistemológico. Los voy a exponer como habitualmente son interpretados.

El giro hermenéutico, que habría comenzado con Heidegger, podría estar representado fundamentalmente con Gadamer y sus “horizontes” desde los cuales pre-comprendemos el mundo. Ya no hay sujeto y objeto sino círculo hermenéutico, un sujeto que proyecta su horizonte desde ese mismo horizonte. Ya no habría objeto en el sentido habitual del término. El título del libro clásico de Gadamer, Verdad y método[5], contrapone el método de las ciencias positivas al conocimiento que se logra por la comprensión del acto de la interpretación. Gadamer es visto muchas veces como fuente de autores post-modernos, aunque él mismo se mantuvo distante de ello, como se puede ver por sus debates con Derrida[6].

El giro lingüístico, representado sin duda por el segundo Wittgenstein, destruye la concepción especular del lenguaje para sustituirlo con su noción de “juegos de lenguaje”[7], donde el lenguaje es acción: no “describimos cosas” con el lenguaje sino que “hacemos cosas” con el lenguaje[8]. El lenguaje ya no es copia de un hecho objetivo, sino constitutivo de una forma de vida.

Finalmente, el “giro epistemológico”, representado por Popper y toda la filosofía de la ciencia post-popperiana en adelante (Kuhn, Lakatos, Feyerabend). Este es el que más sorprende, sobre todo porque afecta al núcleo de la creencia cultural todavía vigente de que las ciencias son las que se “salvaron” de la interpretación y la subjetividad humana. Con todas sus diferencias, estos autores aceptan la crítica central que Popper hace al inductivismo ingenuo de sus amigos neopositivistas, inductivismo que consistía en suponer que podía  haber “observaciones” que sean “neutras” de nuestras teorías e hipótesis[9]. Popper plantea claramente que las hipótesis preceden a la observación y la guían; que la “base empírica” es interpretada por nuestras hipótesis, y que la metafísica, incluso, ocupa un lugar central en la historia de las ciencias[10]. Popper defendió luego enfáticamente su realismo ante lo que supuestamente sería el relativismo de Kuhn y Feyerabend[11], pero es obvio que después de él la ciencia ya no consiste en hechos que pasivamente se depositan en un sujeto llamado científico, sino en audaces hipótesis que ese sujeto plantea a priori de sus observaciones empíricas (que de “empíricas” ya tienen poco…).

4.     Un sabor a escepticismo.

Sin embargo, de estos tres giros quedó un sabor a escepticismo. Nosotros pensamos que son plenamente compatibles con el realismo, pero no es esa la opinión habitual. Y no es para menos. Si la interpretación es el eje central del conocimiento humano, si el lenguaje no describe al mundo sino que al parecer lo constituye; si la ciencia ya no es el lugar de los hechos sino de nuestras subjetivas hipótesis, ¿dónde quedan la verdad, la realidad, la certeza?

Es que el paradigma de la información parece haber “monopolizado” la propiedad de estas tres últimas. La verdad (más la certeza y la noción de realidad) parecen haberse depositado en el banco de los “hechos objetivos”. Quebrado ese banco, se quiebra consiguientemente la verdad, y no parece haber moneda que la sustituya excepto cierto post-modernismo escéptico…

5.     El mundo de la vida de Husserl al rescate.

La clave de la cuestión, en nuestra opinión, se encuentra en el olvido de una nueva visión de “mundo” que debemos a la fenomenología de Husserl. La visión habitual de Husserl es su insistencia sobre el “polo del sujeto” en cuya conciencia intelectual se da la “descripción objetiva de las esencias” poniendo entre paréntesis la existencia concreta del “mundo externo”. Que su libro Ideas I[12] sea uno de sus más leídos y el énfasis que él mismo puso sobre dicho libro ayudaron a que se difunda una versión de Husserl donde no solo él seguiría aferrado a la distinción sujeto-objeto, sino también a cierto idealismo.

Sin embargo, en ese mismo libro se encuentra un epílogo donde Husserl se defiende enérgicamente de la acusación de idealismo, distinguiendo entre idealismo psicológico e idealismo trascendental, y extrañándose (con razón a nuestro juicio) de cómo sus críticos pudieran confundir una cosa con la otra. Por otra parte, investigaciones actuales demuestran[13] que ya desde esa época (1913 en adelante) él estaba trabajando sus fundamentales nociones de “mundo circundante” y “mundo de la vida”, y la noción de intersubjetividad, que plasma posteriormente en Ideas IIMeditaciones Cartesianas y La crisis de las ciencias europeas[14].

Esto es fundamental, porque la clave está precisamente en sustituir la noción de mundo como cosa física por la noción de mundo como mundo de la vida, de la vida humana, inter-subjetivo, co-personal. “Mundo” es ante todo el conjunto de relaciones intersubjetivas en las cuales y desde las cuales conocemos. Para dar el famoso ejemplo de Schutz, “entendemos” si estamos en una conferencia, una ceremonia religiosa o un juzgado no por la disposición de sillas y escritorios, sino por las relaciones entre las personas que asignan roles, suponiendo una acción humana intencional[15]. Si no tuviéramos in mente esos esquemas cognitivos fruto de nuestras relaciones intersubjetivas no podríamos “comprender” nada, como nos ocurre cuando “vemos” restos físicos de una civilización antigua y “no entendemos lo que vemos”. Lejos de llevar a cualquier relativismo, esto re-constituye la noción de conocimiento, realidad, verdad y certeza. El conocimiento no es entonces la relación de un sujeto pasivo a un dato objetivo, sino “vivir en”, “estar en” un mundo de vida y por ende “entender”: por eso el comprador o vendedor pueden entender lo que es un precio, porque en su mundo de vida hay relaciones inter-subjetivas donde “se vive” el intercambio comercial, ya sea en Chichicastenango o Nueva Cork. La relación es “persona-mundo” y no “sujeto-objeto”. La realidad es ese mundo de la vida: es “real” que estoy comprando tal cosa, o escribiendo este artículo, o que el rector de la universidad me pide algo, etc. A partir de allí es que puedo “ver” las realidades físicas como reales, cuando están insertas en un mundo de vida que les da “sentido”, en sus usos inter-subjetivos cotidianos: es real que el agua “sirve para beber y bañarnos”; y qué sea el agua sin ese mundo de vida es algo humanamente incognoscible. La verdad, a su vez, ya no es la “adecuación con” un mundo externo, sino que, dado que “estoy en” un mundo de la vida (del cual no soy “externo”) puedo expresarlo sin mentir: la verdad es la expresión de un mundo de vida habitado. Y de esa expresión (ejemplo: “estoy en una reunión”) puedo tener “certeza” precisamente porque habito ese mundo.

6.     Los tres giros desde el mundo de la vida.

Desde la fenomenología del mundo de la vida de Husserl, los tres “giros” aludidos no tienen sentido relativista[16].

La hermenéutica, el acto de interpretación, ya no es –como habitualmente se la entiende– “algo sobre algo”: la opinión adicional de un sujeto sobre un objeto (que puede ser un texto, una cosa física, una situación social). Interpretar ya no es la opinión sobre “el hecho” de que Adam Smith sea el autor de La Riqueza de las Naciones: interpretar es conocer, vivir en. La interpretación es, directamente, conocimiento como habitar, estar en, vivir en, ser en. Por ende entender que Adam Smith sea el autor de La Riqueza de las Naciones es ya interpretar, porque para entenderlo debemos “vivir en” un mundo de vida tal que nos haga ello comprensible. Los horizontes de Gadamer son los mismos mundos de la vida de Husserl, con un énfasis en su historicidad intrínseca.

Y por ende es obvio que el lenguaje no es copia de un mundo físico externo, sino un aspecto concomitante de un mundo de vida co-personal y por ende intrínsecamente hablado. Con nuestra acción humana vamos conformando los mundos de la vida, y parte de ello es el lenguaje como acción (aspecto ya visto por Mises[17]). No tiene nada de “idealista” que decir o no decir “buenos días” implique una diferencia en el mundo de vida que habito; y lo que suponemos “información” (acto “locutivo” del lenguaje), como por ejemplo “el baño está al fondo a la derecha”, implica la decisión, la acción humana de suponer que ese aspecto de la realidad es relevante y que el otro tiene la expectativa de compartir esa misma relevancia. Los juegos del lenguaje de Wittgenstein son la expresión lingüística de los mundos de la vida de Husserl[18].

Finalmente, las hipótesis, los “paradigmas” científicos forman parte de los horizontes de los diversos mundos de la vida que habitamos. “Suponemos” que un cuerpo se cae por la gravedad con la misma naturalidad que el habitante del mundo de vida medieval suponía, con todo sentido, que un cuerpo cae porque tiende a su lugar natural, que es el centro de la Tierra. Newton en un caso, Ptolomeo en el otro: teorías, discursos, relatos que forman parte de los supuestos de nuestro mundo de la vida. Y que supongamos que Newton “es verdad” porque sirva para entender y calcular trayectorias (desde piedras hasta naves espaciales) es tan natural como al marino medieval le era natural suponer la verdad de Ptolomeo porque le servía para guiarse por sus viajes en el océano. Que tengamos razones filosóficas para suponer a Newton más cerca de la verdad que Ptolomeo no le quita a uno u otro su carácter esencialmente humano en cuanto a hipótesis interpretativas del mundo físico. Que los mundos de la vida sean anteriores a las teorías científicas, siendo aquello que las dota de sentido, fue la principal tesis de Husserl en su libro sobre la crisis de las ciencias europeas, donde además criticó al neopositivismo de su tiempo con mayor precisión filosófica y menor tono dialéctico y apocalíptico que el más conocido caso de la escuela de Fráncfort.

Por ende, los tres grandes giros de la filosofía contemporánea (hermenéutico, epistemológico y lingüístico) no son en sí mismos post-modernos. Todos son perfectamente capaces de ser fundamentados en la fenomenología de Husserl fundamentada a su vez en la metafísica y antropología de Santo Tomás de Aquino.


[1] Ver Hayek, F. A. von: “Economics and knowledge”, en Individualism and Economic Order, Chicago University Press, Midway Reprint, 1980.

[2] University of Chicago Press, [1952]; 1976.

[3] Lamentablemente en todo esto desempeña un papel importantísimo en toda la doctrina y jurisprudencia del llamado “derecho a la información” y el “derecho a réplica” contrapuestos las más de las veces a la “mera libertad formal” de la “libertad de expresión”.

[4] Ver García Morente, M.: Prólogo a Descartes, R.: Discurso del método y Meditaciones metafísicas, Espasa-Calpe, Madrid, 1979.

[5] Ed. Sígueme, Salamanca, 1991.

[6] Ver Gadamer, H.G.: “Reconstrucción y hermenéutica” [1988], en El giro hermenéutico, Cátedra, Madrid, 1998.

[7] Ver su clásico Investigaciones filosóficas, Crítica, Barcelona, 1988.

[8] Ver especialmente op.cit., n.os 1 a 11.

[9] Michael Friedman desafía esta interpretación en su libro Reconsidering Logical Positivism (Cambridge University Press, 1999). Su tesis principal es que el núcleo central del neopositivismo era neokantiano más que sencillamente empirista, pero ello no salva el problema del rol que los horizontes metafísicos desempeñan en la interpretación de los llamados “datos”.

[10]  Ver especialmente “La demarcación entre ciencia y metafísica” [1955], en Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1983.

[11] Nosotros no creemos que dichos autores sean “relativistas”, como habitualmente se los presenta. Hemos intentado demostrarlo en Hacia una hermenéutica realista, Austral, Buenos Aires, 2005.

[12] FCE, 1986.

[13] Ver San Martín, J.: Presentación a Husserl, E.: Problemas fundamentales de la fenomenología; Alianza, Madrid, 1994.

[14] Respectivamente:  Ideas… Second book [1928 aprox.], Kluwer Academic Publishers, 1989; Meditaciones cartesianas, Tecnos, Madrid, 1986 [1931]; The Crisis of European Sciences [1934-1937 aprox.]; Northwestern University Press, 1970.

[15] Ver Schutz, A.: On Phenomeology and Social Relations, University of Chicago Press, 1970, p. 197.

[16] Esto es independiente del debate sobre si Gadamer, Wittgenstein, Popper, Kuhn o Feyerabend son “relativistas”. Yo creo que no lo son, y que reaccionan sobre todo ante una noción positivista de verdad, desarrollando para ello nuevas categorías y lenguajes que no encajan con los paradigmas realistas tradicionales como el aristotelismo y el neotomismo (de allí los interminables malentendidos). Pero lo que ahora queremos decir es que, aunque lo sean, sus “giros” pueden ser re-interpretados desde la fenomenología del mundo de la vida de modo perfectamente realista.

[17] Ver Teoría e Historia, [1957]; Unión Editorial, Madrid, 1974, cap. 10, punto 6.

[18] Ver Leocata, F.: Persona, Lenguaje, Realidad, UCA, Buenos Aires, 2003.

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Fundamentos morales de la tradición de pensamiento liberal


Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/11/22
 en: https://independent.typepad.com/elindependent/2022/11/fundamentos-morales-de-la-tradici%C3%B3n-de-pensamiento-liberal.html#more

Discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (2 de noviembre de 2022)

Señor Presidente, miembros de esta Academia, señoras y señores. Agradezco en primer término la invitación para esta honrosa incorporación, agradezco también las muy generosas palabras de presentación de mi distinguido amigo y académico Manuel Solanet y le rindo tributo una vez más a mi padre quien fuera presidente de esta Corporación que con su infinita paciencia y perseverancia me mostró “otros lados de la biblioteca”, lo cual me permitió explorar avenidas muy poco trabajadas en nuestras aulas universitarias. También me familiaricé con esta Academia por pertenecer al Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales y por haber pronunciado alguna conferencia en el Instituto de Política Económica.

Soy consciente que el origen del nombre de esta Academia proviene del uso de la expresión “ciencias morales” para referirse a las ciencias sociales por contraste con la denominada en épocas remotas como “filosofía de la naturaleza” para aludir a las ciencias naturales. De todos modos, en el contexto actual el plano moral que apunta a las relaciones sociales hace alusión a los vínculos intersubjetivos puesto que los intrasubjetivos escapan a aquella esfera, por ello es que con razón se ha dicho que el derecho es un “minimun de ética”. El campo del fuero interno que no se vincula a las relaciones con el prójimo es privativo de cada cual.

En esta línea argumental es del caso subrayar que a todo derecho corresponde una obligación. Si una persona obtiene en el mercado mil, hay la obligación universal de respetar ese ingreso, pero si ganando lo dicho el aparato estatal le entrega dos mil esto se traduce en que se habrá confiscado el fruto del trabajo ajeno por la diferencia, lo cual constituye un pseudoderecho. Desafortunadamente en gran medida en la actualidad vivimos la era de los pseudoderchos a contracorriente de la mejor tradición constitucional que desde la Carta Magna de 1215 se apuntaba a la limitación del poder para hoy convertirla en no pocos casos en una carta blanca a un Leviatán desbocado con la consiguiente destrucción de marcos institucionales civilizados y el consecuente empobrecimiento moral y material.

Este desvío se debe a lo que viene ocurriendo en muchos facultades de derecho en las que no egresan abogados -que significa defensor del derecho- para producir memorizadores de legislaciones, párrafos e incisos pero sin la menor idea de mojones y puntos de referencia extramuros de la ley positiva con lo que el precepto republicano de la igualdad ante la ley muta en igualdad mediante la ley donde la guillotina horizontal hace estragos. En lugar de abrir paso a que los que mejor sirven a sus semejantes obtengan ganancias y los que yerran incurran en quebrantos, se establece un sistema nefasto que iguala en la mediocridad y en la miseria, solo permitiendo que ladrones de guante blanco mal llamados empresarios puedan explotar al prójimo con privilegios y mercados cautivos fruto de una cópula hedionda con el poder de turno.

Por su lado, en la mayor parte de las cátedras de economía se persiste en enseñar modelos incompatibles con procesos abiertos de mercado -neoclásicos y keynesianos por igual- tal como lo han reconocido, entre muchos otros, dos de las figuras que han sido las más representativas de aquella tradición: Mark Blaug y John Hicks. El primero escribe en Appraising Economic Theories que “Los Austríacos [se refiere a la Escuela Austríaca] modernos van más lejos y señalan que el enfoque walrasiano al problema del equilibrio a los mercados es un cul de sac, si queremos entender el proceso de la competencia más bien que el equilibrio final tenemos que comenzar por descartar aquellos razonamientos estáticos implícitos en la teoría walrasiana. He llegado lentamente y a disgusto a la conclusión de que ellos están en lo correcto y que todos nosotros hemos estado equivocados.” El segundo consigna en Capital y tiempo que “He manifestado la afiliación Austríaca de mis ideas, el tributo a Böhm- Bawerk y a sus seguidores es un tributo que me enorgullece hacer. Yo estoy dentro de su línea, es más, comprobé, según hacía mi trabajo que era una tradición más amplia y extensa de lo que al principio parecía.”

En uno de mis primeros libros fabriqué una definición de liberalismo que tengo la satisfacción que intelectuales que aprecio mucho la usan y dice que “el liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros”. Esto en modo alguno remite a que suscribamos el proyecto de vida del vecino, incluso nos puede resultar repugnante pero si no hay lesiones al derecho de terceros no es posible recurrir a la fuerza en una sociedad libre. Más aun, la prueba de fuego de la tolerancia se pone en evidencia cuando no se emplea la violencia a menos que, como queda dicho, se infrinjan derechos. En realidad la expresión “tolerancia” infunde cierto tufillo inquisitorial, por eso es más apropiado recurrir a “respeto” ya que los derechos no se toleran, se respetan. Este es el modo de dar paso a la convivencia civilizada y la cooperación social donde los actos privados están reservados a la responsabilidad y consciencia de cada uno. Este es el eje central de la moral en el sentido antes enunciado. Todo lo que lo altere es inmoral e inaceptable en una sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana). Es en esta dirección por lo que las constituciones liberales resumen su aspecto medular en el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.

En este sentido es pertinente señalar que los derechos de propiedad son la base de las relaciones pacíficas y productivas. Sin propiedad, como pretenden los marxistas y sus imitadores, no hay posibilidad de contabilidad, de evaluación de proyectos y de cálculo económico en general. Para ilustrar con un ejemplo extremo, si se ha abolido la propiedad no hay precios ya que estos son el reflejo de arreglos contractuales en transacciones donde se intercambian derechos de propiedad, si se decide eliminar la propiedad decimos no se sabe si conviene construir los caminos con oro o con asfalto y si alguien mantiene que con el metal aurífero es un derroche es porque recuerda los precios antes de la antedicha abolición. Los precios son los únicos indicadores en los mercados para conocer donde invertir y donde no hacerlo. Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todo para todos todo el tiempo, es indispensable la institución de la propiedad al efecto de asignar del mejor modo los siempre escasos recursos puesto que, de lo contrario, el despilfarro atenta contra el nivel de vida de todos pero muy especialmente contra el de los más vulnerables. Las tasas de capitalización -es decir, maquinaria, instalaciones, equipos y conocimiento relevante- son la única causa de crecimiento de salarios e ingresos en términos reales, esa es la diferencia entre países ricos y pobres.

Viene ahora un tema muy poco entendido y es la versión moderna de la economía en contraste con la mirada socialista de entenderla como circunscripta a lo monetario, a lo material, a lo crematístico, para en cambio abarcar toda la acción humana. Esta es la visión comenzó con la Escolástica Tardía, la primera camada liberal de la Escuela de Salamanca. La segunda la formaron los diputados a las Cortes de Cádiz donde ocurrió el bautismo oficial de la palabra “liberal” como sustantivo para oponerse a los “serviles”, hasta entonces el uso generalizado de aquél término era como adjetivo. Los integrantes de aquella camada original fueron pensadores de la talla de Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria y sus asociados. Esta tradición luego fue ampliada por Hugo Grotius, Samuel Pufendorf y Richard Hooker, más adelante por Algernon Sidney y John Locke, contribuciones extendidas por la Escuela Escocesa de Adam Smith (especialmente en su primera obra titulada Teoria de los sentimientos morales), David Hume y Adam Ferguson para finalmente establecer otro salto cuántico por medio de los notables aportes de la Escuela Austríaca liderada por autores como Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard, aportes que a su vez han influido en múltiples vertientes de confección liberal.

Claro que cuando decimos “finalmente” tenemos que ser cautos puesto que como es sabido el conocimiento no es un puerto sino una permanente navegación, andamiaje conceptual muy bien ilustrado por el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, esto es, no hay palabras finales. El antes referido Karl Popper nos ha enseñado que el conocimiento tiene la característica de la provisonalidad sujeta a refutaciones. El positivismo mantiene que una verdad debe estar sustentada en la verificación empírica, pero como ha destacado Morris Cohen esa misma afirmación no es verificable empíricamente y, por otro lado, nada en la ciencia es verificable, como hemos subrayado es corroborable provisoriamente.

Esto para nada suscribe el relativismo que además de convertir en relativa esa misma postura, desconoce que una proposición verdadera demanda correlato entre el juicio y el objeto juzgado puesto que las cosas son independientes de nuestras opiniones. Todo lo cual no solo va para el relativismo epistemológico sino también para el hermenéutico tal como ha mostrado Umberto Eco y el cultural como explica Eliseo Vivas.

Todos los autores mencionados en la larga tradición liberal ya insinuada por Sócrates, la Grecia clásica, la Roma republicana y el common law inglés son desde luego susceptibles de revisión y desacuerdos. Como hemos repetido, los liberales no somos una manada y detestamos en pensamiento único, las desavenencias son bienvenidas pero siempre que el tronco moral del liberalismo se mantenga intacto cual es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, a saber, el respeto recíproco lo cual no significa abstenerse de criticar y opinar lo que se estime conveniente.

Respecto a lo que adelantamos del significado moderno de la economía, la referida Escuela Austríaca en sus diferentes vertientes ha puesto de manifiesto que toda acción significa elegir, optar y preferir entre diversos medios para la consecución de específicos fines o metas. Esto es precisamente la economización. Todas las acciones del hombre apuntan a obtener una ganancia, siempre psíquica y algunas veces también monetaria pero en toda ocasión el sujeto actuante especula con estar mejor desde su peculiar punto de vista respecto a la situación anterior al acto. Todos actuamos en nuestro interés personal, lo cual es una verdad de Perogrullo pues se lleva a cabo el acto porque está en interés de quien lo ejecuta. La acción puede ser ruin o noble pero todas las personas somos especuladores en el sentido que conjeturamos que vamos a incorporar valores que son mayores a los costos en que indefectiblemente incurrimos para obtener ese valor o ganancia subjetiva. El respeto a estos procesos lo vincula a la moral.

Entre muchos otros, Santo Tomás de Aquino explica magníficamente el tema del interés personal: “amarás a tu prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor al hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo moldeado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo, que al prójimo.” (Suma Teológica, 2da-2da, q. xxvi, art.iv), en consonancia con lo escrito por Erich Fromm en Man for Himself en cuanto a que “el valor supremo de la ética humanista no es la renuncia a si mismo sino el amor propio, no la negación del individuo sino su afirmación”. Es como dice el Padre Ismael Quiles en Como ser si mismo referido al absurdo de renunciar a si mismo: “Ser para no ser nada es una contradicción sin significado alguno” y muestra como “individualidad significa no dividido”, agregamos nosotros que la contradicción es similar a cuando se sostiene seriamente el imposible de “no hay que juzgar” como si esa aseveración no fuera un juicio.

En nuestro medio desde hace casi un siglo venimos aplicando con una monotonía digna de mejor causa las recetas fracasadas del estatismo desde las revoluciones militares fascistas del 30 y el 43. La adopción de la Constitución liberal de 1853/60 permitió un progreso moral y material en tierras argentinas que fueron la envidia del mundo. Los salarios del peón rural y del obrero de la incipiente industria eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. La población se duplicaba cada diez años, teníamos exportaciones a la altura de Canadá y los indicadores más relevantes solo comparables a Estados Unidos. Cuando nos visitó una delegación de la Academia Francesa en el Centenario, compararon los debates parlamentarios argentinos con los que tenían lugar en esa Corporación debido a la versación e independencia de criterio de los legisladores locales. Luego la sandez nacionalista y sus socios autoritarios irrumpieron en escena con los resultados por todos conocidos.

Alexis de Tocqueville en El antiguo régimen y la Revolución Francesa marca que es frecuente que en países donde ha reinado gran prosperidad eso se da por sentado y ese es el momento fatal porque ocupan espacios, especialmente en las aulas las corrientes opuestas. Esto ha sucedido en nuestro país, donde nos carcomieron las propuestas de la CEPAL, los keynesianismos, los socialismos llamados “cristianos”, los marxismos y demás recetas estatistas que todo lo invadieron frente a muchos abandonados que pensaron que otros eran los encargados de resolver problemas en lugar de cada uno preocuparse y ocuparse de lo que todos están interesados, en otros términos que se los respete no importa a que se dedique cada uno. Thomas Jefferson insistía que “el costo de la libertad es su eterna vigilancia” y Martin Luther King decía “no me asustan los gritos de los violentos, me aterra el silencio de los mansos”. Mansos que al decir de Miguel de Unamuno son “mamíferos verticales”, como dice Giovanni Papini “almas deshabitadas” o como expresa Mario Vargas Llosa individuos “sin mayor trastienda.”

Haciendo gala de la mayor de las hipocresías los politicastros proclaman sus barrabasadas como un acto de “solidaridad” sin entender que la caridad y la solidaridad se llevan a cabo con recursos propios y de modo voluntario. Recurrir al aparato estatal de la fuerza alegando lo dicho se traduce en un atraco puesto que cuando se dice que el gobierno debe hacer tal o cual cosa se esconde que son los vecinos violentados en el uso del fruto de sus trabajos. Ningún gobernante solventa nada con sus ingresos, más bien es común que se los lleve de manera delictiva. Tal vez entre todos los economistas quien se han pronunciado sobre el asunto con mayor claridad ha sido el premio Nobel en economía de 2002, Vernon L. Smith en su célebre ensayo titulado “On Price Formation Theory” y su insistencia en las suculentas equivocaciones por el desconocimiento de la clásica “mano invisible” del proceso de mercado donde las partes se benefician al tiempo que trasmiten información fraccionada y dispersa a través de los precios. Dice este galardonado que lo que hoy ocurre en gran medida es la insolente y a todas luces contraproducente “mano visible de los gobiernos” que irrumpe sustentados en “la arrogancia fatal” a que se refería otro premio Nobel en economía -el antes citado Hayek- que todo los destruye a su paso provocando daños muy especialmente sobre el nivel de vida de los más necesitados. Hay que evitar a toda costa las “mascaradas de libertad” de que nos habla el decimonónico Gaston Boissier.

Y si los politicastros fueran sinceros en sus preocupaciones por los que menos tienen deberían donar parte de sus remuneraciones y dietas, pero pretenden hacerlo recurriendo a la violencia con ingresos de otros. Por otra parte, es de gran interés estudiar lo sucedido allí donde impera la libertad en cuanto a las extraordinarias obras filantrópicas para ayudar a los más pobres, situaciones que desde el luego no tiene lugar en la isla-cárcel cubana y sus imitadores, siempre megalómanos enriquecidos con recursos malhabidos.

Decíamos que vivimos la era de los pseudoderechos a lo que agregamos que en buena parte esto se debe a la manía inmoral del igualitarismo de resultados sin percibir que es una bendición la desigualdad de cada cual desde el punto de vista anatómico, bioquímico y sobre todo psicológico, de lo contrario la división de trabajo y la cooperación social resultarían sumamente dificultosas pues todos tendrían los mismos talentos, gustos y vocaciones. La misma conversación resultaría en un tedio insoportable pues sería lo mismo que hablar con el espejo. En este punto se ha sostenido la inconveniencia de la herencia para lo cual se recurre a un desafortunado correlato con una carrera de cien metros llanos y se concluye que cada uno debería contar con los méritos que le permite su propio esfuerzo, habilidad y destreza deportiva pero no ser apoyado por lo que hacen sus ancestros, de ahí es que se objeta la trasmisión gratuita de bienes. Como bien ha mostrado Anthony de Jasay, esta metáfora deportiva es autodestructiva pues a poco andar los primeros en llegar a la meta se darán cuenta que su esmero ha sido inútil pues sus descendientes serán nuevamente nivelados en la próxima largada en la carrera por la vida. También como hemos apuntado, debe enfatizarse que las mayores rentas y patrimonios en una sociedad libre necesariamente trasmiten su fortaleza a los más débiles vía las antedichas tasas de capitalización. En cambio, todo impuesto a la herencia es un atentado directo al ahorro y la inversión y por tanto al nivel de vida. En el plebiscito diario del mercado la gente al poner de relieve sus necesidades decide las aludidas diferencias de ingresos y cuando nos referimos al mercado es pertinente indicar que no se trata de un lugar ni una cosa sino de un proceso en el que todos los humanos participamos: el sacerdote cuando compra la sotana, el verdulero cuando vende su producto, el cirujano cuando opera, al usar el celular, tomar un taxi y así sucesivamente.

La inmoralidad se extiende cuando se establecen impuestos progresivos, lo cual ha sido aplicado incluso en el denominado baluarte del mundo libre, a saber, en Estados Unidos a contracorriente de los valores y principios adoptados por los Padres Fundadores por lo cual esa medida requirió una reforma constitucional conocida como la Revolución del Año 13 por haber sido implementada en 1913 junto con la incorporación de la banca central que también requirió esa enmienda, tema sobre el que nos pronunciamos enseguida.

En todo caso, en materia fiscal como es sabido hay dos grandes formas tributarias: la proporcionalidad y la progresión. En el primer caso se trata de establecer tasas o alícuotas iguales con lo que naturalmente quienes demuestran mayor capacidad de pago realizan mayores desembolsos en valores absolutos. Sin embargo, el tributo progresivo remite a cuatro efectos negativos centrales. El primer lugar, son en verdad regresivos puesto que la carga recae principalmente sobre los marginales que se convierten en contribuyentes de facto debido a la contracción en los niveles de inversión de los contribuyentes de jure. Segundo, altera las posiciones patrimoniales relativas, es decir, las previas asignaciones de los siempre escasos recursos se reasignan en proporciones distintas de las establecidas por los consumidores lo que a su vez implica despilfarro que, como se ha apuntado, empobrece a la comunidad. Tercero, dificulta la tan necesaria movilidad social puesto que los que vienen ascendiendo dificultosamente desde la base patrimonial son castigados más que proporcionalmente lo que también establece una injustificada protección a los que se encuentran en el vértice de la mencionada pirámide. Por último, el gravamen progresivo constituye un castigo a la eficiencia.

Respecto a la banca central, aun suponiendo que los más idóneos y eficaces ocupen el directorio de esta institución estarán siempre embretados en uno de tres caminos: expansión de la base monetaria, contracción o dejarla inalterada. Pues cualquiera de las tres variantes desdibuja y distorsiona los precios relativos que, como queda dicho, son los únicos indicadores para conocer las prioridades de la gente por lo que estas manipulaciones indefectiblemente empobrecen. Si la banca central es independiente de los dictados del Ejecutivo o Legislativo, las aludidas desfiguraciones se harán independientemente y si se conjetura que se procederá como hubiera preferido la gente, no hay razón para la intromisión con el ahorro de honorarios, pero la manera de saber que activo monetario prefiere el público es dejar que se exprese. Por eso es que premios Nobel en economía como el referido Hayek, Milton Friedman, James M. Buchanan y Gary Becker han propuesto la liquidación del banco central y la abrogación del curso forzoso para dejar de lado el fetiche de la denominada “autoridad monetaria” que en su cartas orgánicas estipula la preservación del poder adquisitivo de la unidad dineraria aun que ningún banco central de la historia ha hecho semejante cosa, comenzando con el Banco de Inglaterra y continuado con todos los creados durante el siglo veinte, responsables de haber provocado la crisis de los años 30 y sucesivas debacles enancadas al sistema bancario de reserva fraccional. La manipulación gubernamental de la moneda es un tema esencialmente moral ya que se traduce en una succión solapada e inmisericorde a los ingresos de la población.

En un cuadro más amplio referido a lo moral-institucional, en el llamado mundo libre debe advertirse que la tan bien definida democracia por los Giovanni Sartori de nuestra época está convirtiéndose en cleptocracia. Como ha descripto Juan González Calderón, los demócratas de los números ni de números entienden pusto que parten de dos ecuaciones falsas: 50%+1%=100% y 50%-1%=0%. Con el criterio de solo tomar en cuenta el aspecto formal, secundario y mecánico de la democracia y dejar de lado el esencial respeto a los derechos de todos, podríamos llegar al desatino de sostener que el asesino serial de Hitler fue un demócrata porque ascendió al poder con la primera minoría de los votos.

Todo lo consignado no es óbice para seguir escarbando en nuevos paradigmas en cuanto a los debates sobre el dilema del prisionero, las externalidades, los bienes públicos, la asimetría de la información, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibro Nash. Estos debates operan a contracorriente de las telarañas mentales de conservadores en el sentido de mantener inalterado el statu quo, que si por ellos fuera no hubiéramos pasado del taparrabo y el garrote de nuestros anscestros pues el primero que usó el arco y la flecha era algo nuevo e inaceptable para los que rinden pleitesía a la falacia del ad populum.

Para todo lo que venimos comentando resulta esencial que en la educación esté ausente el adoctrinamiento fruto de la politización bajo la peregrina idea que desde el vértice del poder deben imponerse estructuras curriculares, en lugar de dar paso a la competencia con las consecuentes auditorías cruzadas en busca de excelencia académica para disfrutar de las indispensables mentes abiertas que se oponen a los basurales abiertos que todo lo reciben a la par y donde prima el deshecho. Tal como ha escrito Ángel J. Battistessa “la cultura no es una cosa de minorías porque cuesta cara, sino porque cuesta trabajo.”

Para cerrar acoto que salvando las enormes distancias puede establecerse un correlato entre el estatismo y las academias de la lengua. Enormes distancias puesto que lo primero implica violencia mientras que lo segundo son dictámenes que no recurren a la violencia. Pero es interesante este paralelo ya que las academias de la lengua pretenden dirigir un idioma cuando éste en verdad surge de la parla popular que lo enriquece. Borges escribió que el inglés es más rico en palabras que el español debido a que no cuenta con una academia de la lengua. Juan Bautista Alberdi nos dice en el sexto tomo de Escritos póstumos que “el idioma es el hombre de que es expresión, está sujeto a cambios continuos sin dejar de ser el mismo hombre en su esencia […] dos grandes leyes fundamentales, peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo […] El arcaismo y el neologismo no son incompatibles; su juego armónico, al contrario, mantiene al idioma […] queda al cuidado del pueblo mismo que es el legislador soberano de los idiomas. Los idiomas no son obra de las Academias.” Lo cual en mayor grado aun va para gobiernos autoritarios que pretenden imponer desde el poder estropicios como el invento estrafalario del “lenguaje inclusivo” y afines tan criticado por destacados escritores y literatos. Estos autoritarios confunden la importancia de la dirección y la naturaleza del asunto: es de abajo que surgen los cambios en un proceso de orden espontáneo como el mismo mercado, no es impuesto desde arriba, confunden la moral con el latrocinio. Muchas gracias.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

En todo el mundo, los padres enseñamos a los hijos con los mismos comportamientos: con distintas frecuencias

Por Martín Krause. Publicada el 11/10/22 en: https://bazar.ufm.edu/mundo-los-padres-ensenamos-los-hijos-los-mismos-comportamientos-distintas-frecuencias/

Creo que ya existe un consenso sobre la influencia tanto de la herencia cultural como genética para explicar la conducta de los seres humanos. Esto explica tanto las coincidencias como las diferencias en conductas en distintas partes del mundo. La revista Evolution and Human Behavior, publica un artículo titulado “Parental teaching behavior in diverse cultural contexts”, cuyos autores son Moritz Köster, Faculty of Education and Psychology, Freie Universität Berlin; Marta GinerTorréns, Institute of Psychology, University of Regensburg, Joscha Kärtner Department of Psychology, University of Münster; Shoji Itakura Center for Baby Science, Doshisha University, Kyoto; Lilia Cavalcante Department of Behavior Theory and Research, Federal University of Pará, Belém, Brazil y Patricia Kanngiesser, University of Plymouth, School of Psychology, Plymouth, United Kingdom: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2022.07.002

“Los seres humanos, a diferencia de cualquier otra especie, se han adaptado a diversos entornos en todo el mundo debido al conocimiento, las habilidades y las prácticas culturales. En la primera infancia, las interacciones entre padres e hijos juegan un papel fundamental en el aprendizaje cultural, pero las controversias sobre lo que constituye la enseñanza han obstaculizado la evaluación sistemática de la variación y las similitudes en la enseñanza de los padres entre culturas. Usamos una definición funcional de la enseñanza como un comportamiento que evolucionó para facilitar el aprendizaje en otros y observamos a los padres y a su hijo de dos años (N = 106) en un entorno estandarizado (hora de comer) en cinco contextos culturales diversos (rural: Brasil, Ecuador ; urbano: Argentina, Alemania, Japón). La codificación detallada de la enseñanza de los padres (8520 eventos de enseñanza en 1898 minutos de interacciones) reveló que seis comportamientos de enseñanza (indicaciones para hacer, indicaciones para detenerse, comunicación abstracta de conocimiento, demostraciones, brindar opciones, retroalimentación negativa) ocurrieron con frecuencia (> 5%) en todo el mundo. contextos. Al mismo tiempo, encontramos que las frecuencias relativas de estos comportamientos variaban entre contextos: los padres en contextos rurales usaban con frecuencia indicaciones hacia sus hijos. Los padres en contextos urbanos a menudo usaban comunicación abstracta, demostraciones y la provisión de opciones. También identificamos diferencias matizadas entre las muestras urbanas con respecto a las demostraciones de los padres (Japón) y la provisión de opciones (Alemania). Nuestros hallazgos sugieren que los padres de todos los contextos se basaron principalmente en un conjunto de cinco comportamientos de enseñanza, pero que hubo una variación transcultural en la frecuencia con que ocurrieron los comportamientos. Nuestro estudio proporciona un mapa cultural de las experiencias de aprendizaje temprano de los niños que sientan las bases ontogenéticas para la diversidad cultural humana.”

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Los «antisistema»


Por Gabriel Boragina. Publicado en:
http://www.accionhumana.com/2022/09/los-antisistema.html

Cada tanto suelen aparecer personajes que dicen que todo está mal y que quieren y pueden cambiar todo de raíz.

Se suelen presentar y denominar como los antisistema. Son una especie de revolucionarios, pero esta palabra no los representa, porque una revolución evoca procesos signados por la violencia, y un individuo »antisistema» lo que propone es algo así como una »revolución sin revolución» (es decir, sin violencia mediante) pero tampoco reivindica una evolución.

En el mejor de los casos, no pasan de ser los utópicos que han existido en todas las épocas. Su notoriedad nace de su excentricidad. Se creen genios, y es mucha la gente que los toma por tales. Pero tal supuesta genialidad no es más que pura extravagancia. Este se podría catalogar como un primer grupo de personajes antisistema. Pero hay diversos tipos de ellos.

En otros casos son personas comunes, pero un poco más inteligentes que los del grupo anterior, con un insaciable ansia de protagonismo enorme, que saben que lo que proponen es humanamente imposible, pero de cualquier manera, su objetivo pasa no por hacer lo que proclaman sino por adquirir esa notoriedad que los conducirá a beneficios personales económicos o de fama, o ambas cosas a la vez. Es decir, salir del anonimato que tanto los agobia y no más que eso. Son peligrosos porque, en realidad, son conscientes de su utopía, y si consiguen seguidores incautos es a través del engaño.

Pero vamos a hacer de cuenta que los tomamos en serio por un momento (aunque no lo merezcan) y analizar si su discurso (de revolución sin revolución ni evolución) es factible.

El primer problema que tienen estos personajes es que creen que la única manera de cambiar un sistema es ‘’desde dentro’’ mismo del sistema que se quiere cambiar o eliminar. A poco de meditar sobre el tema, podemos advertir lo contradictorio del asunto.

Pongamos un ejemplo muy gráfico y concreto pero que servirá para ilustrar el punto. Si quiero demoler un edificio que amenaza ruina, está claro para cualquier persona racional que, para dinamitarlo yo debo hacerlo desde fuera de él y no desde dentro, porque junto con el edificio yo mismo desaparecería con él. El ejemplo ilustra el principio general que los sistemas (edilicios o no) sólo se puede cambiar o destruir desde fuera de ellos y no formando parte de los mismos.

Cuando al Señor Jesús los fariseos lo acusaron de echar demonios en nombre de Beelzebú (el príncipe de los demonios) Nuestro Señor Jesucristo los refutó precisamente con ese mismo argumento (que en rigor es Suyo y no mío).

Jesús les contestó (con lógica impecable) que si El echaba demonios por el nombre de Beelzebú, significaría que el diablo estaría dividido contra sí mismo. »Una casa dividida contra si misma o un reino dividido contra sí mismo no podría permanecer» les respondió. El reino desaparecería junto con el rey. Jesús estaba completamente fuera del sistema demoníaco, por eso podía combatirlo y vencerlo con total comodidad. No podría haberlo hecho si formaba parte del sistema.

Este principio es válido para absolutamente todo y no solamente en materia religiosa o filosófica. También aplica a la política y la economía que son los campos que más hemos estudiado.

Hay más ejemplos que son hasta de sentido común y de experiencia de vida. Veamos algunos pocos por falta de espacio.

La gran mayoría de las personas tenemos tendencia a ver con mayor facilidad los defectos ajenos que los propios. El maestro puede enseñar porque no es el alumno y puede ver con más claridad que es lo que el alumno sabe o no sabe y corregirlo.

Exactamente lo mismo sucede con la sociedad y las instituciones que la representan. Por eso, es más simple reformar las cosas externas que las internas.

Siguiendo con los ejemplos arquitectónicos, para ver una rajadura en la pared es obvio que tenemos que estar fuera de la pared y no dentro de ella. Para vernos a nosotros mismos necesitamos un espejo, que es un objeto externo a nosotros, caso contrario no podríamos. Lo mismo sucede con los sistemas, para poder ver sus defectos y modificarlos o destruirlos tenemos que hacerlo desde fuera de ellos, no desde dentro.

Es a través del cliente (sujeto externo) que el comerciante o empresario se da cuenta de que anda mal en su comercio o empresa, y no a través de sí mismo. Cuando se trata de temas sociales, los cambios siempre se producen por conducto de referencias externas y no internas, porque somos seres sociales.

Todos somos propensos a minimizar nuestros defectos y a justificarlos. Precisamente, en esto se traduce el mayor esfuerzo que implica cambiarse a uno mismo que modificar a otros. Esto no quiere decir que seamos siempre malos y los demás buenos. Corregir a otros es necesario, porque nadie es perfecto. Solamente estoy hablando de perspectivas y sus ángulos. Por ello, también necesitamos de los otros (fuera de nuestro sistema de comportamiento) para corregirnos a nosotros mismos.

Muchas compañías tienen predisposición a creer que sus servicios, productos y empleados son excelentes. Sin embargo, la lógica del mercado, la competencia (que es un elemento externo a la empresa) es la que les indicará fortalezas y debilidades y, en base a ese mecanismo de mercado, deberán hacer los cambios necesarios, o ser barridos por la competencia.

Los políticos llamados ‘’antisistema’’, que ingresan a la política con el burdo y hasta pueril pretexto de ‘’cambiarla’’ o ‘’destruirla’’ desde ‘’adentro’’ se contradicen a sí mismos y se mienten (en el mejor de los casos) y están ex profeso traicionando a sus electores (en el peor).

Conclusión: si se quiere cambiar el sistema se debe hacerlo desde fuera de él. Si se quiere hacerlo desde dentro se terminará formando parte del sistema en lugar de cambiarlo, y mucho menos se logrará ‘’destruirlo’’. Por el contrario, una vez dentro se tenderá a justificarlo y la proclividad al cambio se irá perdiendo por ese conservadurismo que todos tenemos en nuestras propias cosas, costumbres, tradiciones, ideas, modos de vida etc. El sistema te cambiará a ti y no tú a él.

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

DOWNTON ABBEY Y LOS CAMBIOS SOCIALES

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 4/9/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/09/downton-abby-y-los-cambios-sociales.html

La impecable serie británica Downton Abbey (https://es.wikipedia.org/wiki/Downton_Abbey) nos genera una reflexión muy importante para los tiempos actuales.

La serie (perfectamente actuada, guionada y dirigida) narra la vida de una familia aristocrática británica entre 1912 y 1925, enfocándose en los graduales cambios en las costumbres sociales que Gran Bretaña y el mundo enfrentan en esa época.

En todos los personajes, rígidos usos y costumbres tienen que adaptarse a ciertas flexibilidades y moderaciones que algún conservador podría considerar una involución. Pero veremos que no es así.

Robert, el pater familis, está adherido sin darse mucha cuenta a su posición social y a la rígida moral victoriana, pero tiene un buen corazón que le permite perdonar y comprender. Da la imagen del custodio de tradiciones que juzga, pero va apareciendo gradualmente un salomon que dicta muchas veces la palabra final de una justicia adaptada a la misericordia y la comprensión.

Cora, su esposa norteamericana, lo ayuda en esos cambios. Su personaje actúa muchas veces a través de miradas y gestos totalmente elocuentes. Viene de EEUU, sabe lo que es la igualdad bañando como un suave aceite a los engranajes delicados de la aristocracia de la que ahora forma parte.

Violet, la madre de Robert, sin duda uno de los personajes mejores logrados y actuados, encarna a la perfección la defensa de las tradiciones inglesas. Pero de esas tradiciones puede surgir, precisamente, una sabiduría práctica, a veces tragicómica, que le permite resolver para bien los osados cambios que llegan, inevitablemente, a través de la vida de sus nietas y las nuevas circunstancias de la Inglaterra posterior a la Primera Guerra. En la sexta temporada tiene unas líneas escritas, al parecer, por Hayek: la aristocracia es la defensa de la libertad individual ante el avance del Estado. Cora le responde: ya no estamos en 1215. No. Lamentablemente no.

Mary, la hija mayor, tiene un super yo aristocrático casi tan enorme como la Abadía de Westminster. Pero la pérdida de su virginidad prematrimonial, pecado social terrible para una mujer de su posición, la muerte de su primer esposo, su enamoramiento posterior de un noble sin recursos y las peleas con su hermana Edith la van ablandando hasta convertirla en heredera de la comprensión de su padre.

Edith es la que más sufre ante la condena social de su tiempo. Tiene una hija extramatrimonial a la que ama entrañablemente pero se ve obligada a ocultarla. Pero, lentamente, todos se van enterando, y todos, a su modo, tienen que aprender a amar y aceptar, incluso la rígida madre de su segundo gran amor. Edith, además, sale adelante como editora de una revista femenina en Londres. Es una mujer emprendedora. Sin abandonar a su familia, sale en conquista de su lugar en el mundo.

Sybil, la menor, es la más revolucionaria. Convierte a su cuasi-castillo familar en un hospital de campaña durante la primera guerra, donde ella misma hace de enfermera, y no tienen problemas en enamorarse y casarse con el chofer de la familia, de cuyas ideas laboristas se enorgullece. Muere trágicamente al dar a luz quedando envuelta en un halo de santidad revolucionaria.

Tom es el chofer “socialista”, anti-monárquico, que se casa con Sybil. Impresionante cómo Tom, y a la vez Robert, Violet y también Mary, tienen que cambiar su mirada. Ambos grupos aprenden que puede haber decencia de ambos lados. Tom sabe comprender y a la vez guardar distancia, y sabe dar el giro a la izquierda sin provocar accidentes.

Y así sucesivamente. Esta entrada no pretende describir todos los personajes. Sólo estoy dando algunos ejemplos.

La relación con la “servidumbre” es también conmovedora. Los Crawley saben que su trabajo no los convierte en esclavos y los tratan con amor y dignidad. Entre la llamada servidumbre se ven los tironeos de los tiempos. Carson es la defensa de la tradición. Daisy es la revolucionaria. Molesley es elevado a maestro de la escuela de Downton, porque se había educado a sí mismo (cosa que hoy, en tiempos supuestamente más audaces, NO se podría hacer); Beryl, la cocinera, instala su propia posada; Anna y Bates encarnan un amor entrañable e inquebrantable. Barrow es homosexual y todos, hasta él mismo, aprenden a amarlo, a convivir con él, a aceptarlo. Afín a pequeñas intrigas maquiavélicas al principio, tal vez como resultado del rechazo social, su corazón también se ablanda y crece en la comprensión hacia los demás.

Tal vez alguien pudiera pensar que estas tensiones entre lo viejo y lo nuevo deberían ser mal vistas por algún defensor de valores morales objetivos. De ningún modo. Dentro de la moral está la comprensión, la misericordia, la tolerancia, la convivencia con la imperfección, el abstenerse de juzgar a los demás, el saber que nadie puede tirar la primera piedra. Que ello se confunda con relativismo es comprensible pero no es así. Mary no tenía que ser considerada “material averiado” por haber perdido su virginidad, y menos aún Edith por haber tenido un hijo fuera del matrimonio, que debía ser aceptado y amado, como finalmente ocurrió. Tom enseña con su prudencia que él era un igual en dignidad y nobleza, aunque no fuera “noble”, y su matrimonio con Sybil así lo demuestra. La comprensión de Robert y Violet ante los problemas de su familia y de su tiempo no es debilidad: es fortaleza y justicia.

Alguno me va a decir por qué no veo con tan buenos ojos a los cambios que actualmente propone el lobby LGBT. Muy simple: porque yo no acepto la coacción. Sí, hace perfectamente bien toda la familia Crawley en NO denunciar a Barrow a la policía, pero a Barrow no se le ocurre que un mundo al revés pudiera ser justo, o sea, un mundo donde los denunciados a la policía (bajo acusaciones de odio y discriminación) somos todos los que pensamos diferente.

La diversidad de posiciones morales y sociales, sobre la base del respeto mutuo, era la bandera del liberalismo clásico. Esa era la verdadera diversidad, la que iba avanzando sobre una moral victoriana que era cruel en su juicio y ejecución. La diversidad proclamada por el lobby LGBT y ETC es una farsa, sólo esconde el intento totalitario de cancelar, precisamente, a todo lo diverso a lo LGBT. En un mundo liberal clásico no hay persecuciones mutuas. Sólo hay personas y relaciones entre personas que ejercen su liberad individual. Dentro de la cual está la libertad del error de ser intolerante y cruel con el que piensa diferente: quien cometa ese error se quedará solo, mascullando sus prejuicios, pero sólo lo que atenta contra la vida, propiedad y libertad está prohibido.

Downton Abbey, desde mi intentio lectoris, es liberal clásica. Quienes la interpreten diferente (no sé sus guionistas) no advierten la diferencia entre le evolución y la violencia, entre la convivencia y el relativismo. Sí, la diversidad llegó para quedarse, pero la diversidad no es violencia, la diversidad es libertad. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Promoting The Free Economy In Brazil

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 30/3/21 en:  https://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2022/08/07/promoting-the-free-economy-in-brazil/?sh=f0a0f255dc7c

Latin America is going bad – very bad. Many of the region’s large economies have lurched toward leftist populism in recent years. With the election of former guerrilla leader Gustavo Petro to the presidency, Colombia seems to be another victim of the trend. But for such leftists, the big prize is still to be captured: Brazil.

With almost half of South America’s economy and population and bordering ten countries, what happens in Brazil is always relevant for the Americas and the world. The country’s upcoming presidential election is a case in point. The two leading candidates, Luiz Inácio Lula da Silva and Jair Bolsonaro, both have plenty of detractors. Local and foreign media cover their campaigns and road to the election. There is seldom coverage of those who work outside the political party system to try to influence Brazil’s future. I want to highlight some of them here.

I will only focus on non-religious organizations of Brazilian civil society that, despite having very different goals, are favorable to a free economy. These range from conservatives to libertarians, Christians to Randians (followers of the late Russian-born novelist Ayn Rand). I will also mention a couple of influencers. As in the United States, some social media players have more impact than many organizations in policy debates.

Among Brazilian think tanks, the oldest I know is the Instituto Liberal (IL) in Rio de Janeiro, founded in 1983. I met the founder, Donald Stewart, Jr., in 1987. At the time, the think tank’s goal was to plant the seeds of future pro-free-economy policy research by publishing translations of the main works of Ludwig von Mises, F.A. Hayek, and other classic economists. This think tank still exists but now is one among many, rather than the dominant one. It is currently gaining new energy, and new funds, under businessman Salim Mattar. Mattar, who founded a successful car rental company, became minister of privatization (desestatização) in the Bolsonaro government and is now primarily devoted to promoting pro-free-society policies. At their most recent major event, in June 2022, IL went beyond traditional free-market think tanks and circles by inviting two former presidents, Michel Temer of Brazil (president from 2016-2018) and Mauricio Macri of Argentina (2015-2019). On its website, IL lists several scholars with diverse views who have collaborated with the think tank. They range from classical liberals and conservatives to libertarians of different stripes. Having promoted Austrian economics for quite some time, IL can take credit for some of the fruits of these efforts. The leading think tank promoting Austrian economics in Brazil is Mises Institute Brazil, located in São Paulo.

Six Brazilian Free Economy Think Tanks

Six Brazilian Think Tanks that promote a free economyALEJANDRO CHAFUEN

Graduates of the University of Chicago – especially those who studied under Milton Friedman or other market-oriented scholars – also promote the benefits of the free economy. Of course, the most famous «Chicago boy» in Brazil is the current minister of economics Paulo Guedes. Guedes is associated with the Instituto Millenium (IM)which started to take form in 2005 and launched during the 2006 Liberty Forum (Foro de Liberdade). The forum is a product of another essential player in Brazilian civil society, the Instituto de Estudos Empresariais (IEE). The deputy economic minister of Brazil, Roberto Fendt, is also a graduate of the University of Chicago and has had a long history of collaboration with free-market think tanks. Patricia Carlos de Andrade, who founded Instituto Millenium, is a businesswoman well trained in economics and philosophy. Andrade emigrated to the United States but remained active in Brazil behind the scenes. Another former IM leader is Paulo Uebel, who left IM to finish graduate studies at Columbia University. Uebel returned to Brazil to occupy crucial public service positions in São Paulo and later on the national level, with Salim Mattar as his deputy in the Bolsonaro government.

Donald Stewart Jr, Helio Beltrão, Patricia Andrade, and Salim Mattar were all from the business world. Before them, Henry Maksoud (1929-2014) promoted free-market views mainly as individuals rather than as part of any organization.

Brazilian businessmen supporting think tanks that promote the free economy

Pro free economy Brazilian businessmen from the past and present. Pictured left to right top: Donald … [+]ALEJANDRO CHAFUEN

There was a period of good growth at the Instituto Liberal of São Paulo when led by another businessman, Jorge Simeira Jacob. But when Simeira Jacob’s business ran into trouble during the late 90s, impacted by a sudden change in monetary policy, the hope for a significant expansion of Brazilian free-market think tanks dissipated. With the leaders of other Liberal Institutes in the country, Simeira Jacob wanted a well-funded hub to support the best efforts in the Liberal Institute network. The current Instituto Liberal in São Paulo is a new organization founded in 2014 and unrelated to the original.

Another businessman I met in 1987 is Winston Ling, who introduced Paulo Guedes to Bolsonaro a few years before his election. Winston Ling also studied at the University of Chicago.

Earlier I mentioned the Instituto de Estudos Empresariais (IEE), which has remained consistently strong. It is also mainly led by businesspeople, in this case, young entrepreneurs who have been perfecting their main product, the Foro de Liberdade. This Liberty Forum is the largest pro-free economy event in the world. Among Brazilian free-market groups, IEE is perhaps the most influenced by entrepreneurs who follow Ayn Rand’s individualist view of capitalism. But the requirement that IEE members be actual entrepreneurs has made these Randians much less ideological and more pragmatic than their counterparts in other countries. Alan Greenspan and John Allison, the retired chairman of BB&T, are examples of Randians who remind me of the young businessmen and businesswomen who have shaped the IEE.

Until recently, I could not find clusters of pro-free-market economists at any university in Brazil. A change occurred in 2015 with the Center for Economic Freedom founding at the prestigious Mackenzie Presbyterian University. Unlike most of the work of other think tanks, which focuses on translations, short articles, and events, the Center produces and publishes well-grounded research founded on original micro- and macroeconomic studies. Given the university’s academic prestige, the Center can become a valuable source of new talent for the Brazilian policy world. One can only hope its work will inspire imitators at other Brazilian academic institutions.

Mackenzie was founded in 1870 by graduates of Princeton University. Though Presbyterian, the university has had students and professors from all denominations who have contributed significantly to the free society. Given the importance of the rule of law and the many challenges today, I will mention Dr. Ives Gandra, the most crucial figure in the Brazilian legal scene among those who work for the free society. Although he is in his late eighties, Dr. Gandra is still going strong and has created a meaningful legacy through his many students and leadership in many organizations. Angela Gandra, one of his daughters, is the current Deputy Minister for the Family. One of his sons, Ives, Jr., is a judge with significant expertise in labor law.

Other Brazilian NGOs for a free economy

Leading Brazilian organizations promoting a free economy. Social media traffic from early June 2022. … [+]ALEJANDRO CHAFUEN

Looking to the past, Brazil’s history of free-market efforts features several prominent academics. For instance, we can point to historian Antonio Paim (1927-2021) and economist Og Leme (1922-2004), who worked side by side with Donald Stewart, Jr. in helping build IL. Some of those trained in economics, like Roberto Campos (1917-2001), entered public service and had relevant posts in various Brazilian administrations.

Media companies that promote free enterprise

The work of scholars and writers associated with these think tanks and centers receives wider attention thanks to a few media efforts. Gazeta do Povo and BrasilParalelo are the two most important. Founded over 100 years ago, Gazeta has a long history and is clear on what they stand for. Their home page links to «Our vision,» where they state the view of the outlet’s owners in 28 different areas, from ethics and economics to family issues and democracy. Several of their regular authors and contributors have a long history of collaboration with think tanks, such as Rodrigo Constantino, Paulo Uebel, and Maria Clara Vieira Rousseau.

While other efforts for a free society measure their impact in thousands or hundreds of thousands, BrasilParalelo counts it in millions. One of their historical films, 1964-O Brasil entre armas e livros (1964-Brazil between books and weapons), passed 10 million YouTube views. On policy issues, their provocative film on the AmazonAMZN -2.9%Cortina de Fumaça (Smokescreen), already has over two million views. Their newest production, Entre Lobos (Among Wolves), is a series on crime in Brazil. Its hour-long introduction alone attracted more than one million views. BrasilParalelo has had similar success with their films about the United States, Argentina, and Venezuela. They also produce several programs that include intellectuals who collaborate with Brazilian think tanks.

Jovem Pan also has some conservative and pro-free economy positions; it is one of the largest radio networks in Brazil. For those who know the US scene, some of the Brazilian classical liberals describe it as a «centrist Fox News.» However, as in most other countries, most of the more established media is unsympathetic to the free economy, creating and repeating false narratives. For example, a long recent piece in the newspaper Valor Económico blamed economic liberalism for lower growth rates during the last three decades. In the competing indices produced by the Fraser Institute and the Heritage Foundation, Brazil still ranks very low in economic freedom, especially free trade.

One of the fastest-growing segments in the US policy scene are think tanks and organizations devoted to the legal defense of victims of state intervention. Few countries have such organizations, especially in the conservative and pro-free enterprise camps. But there is an exception in Brazil, the Instituto Brasileiro de Direito Religioso (IBDIBD -0.5%R). Religious liberties are an essential aspect of a free society, and IBDR works to protect them. Its work is similar to that of the Alliance Defending Freedom (ADF) in the United States. Some key players, like Jean Regina, are ADF-associated scholars and even file amicus briefs in US courts, as they did with the recent case that led to the reversal of Roe v. Wade.

A last nod goes to pro-freedom groups working with students, another of the fastest-growing sectors in the United States. In Brazil, leadership in this area belongs to Students for Liberty which mostly aligns with libertarian positions.

The Brazilian market is ready for more organizations focusing on judicial reform, litigation, and investigations; more academic centers with safeguards for intellectual independence; and more conservative or free-market student groups. I apologize if this outline has left out any crucial organizations. I will include them in future analyses if they come onto my radar with convincing arguments. Those who think that ideas shape the world sooner or later, should be grateful to those involved in the organizations mentioned here. Elections are essential, but as Ed Feulner, the great builder of the Heritage Foundation, frequently reminds us that we never have permanent victories or permanent losses in politics. In the long run, the battle of ideas is essential. Brazil, which one month from now, September 7th, will celebrate the bicentennial anniversary of its independence, needs to find a more stable road toward freedom and prosperity. The efforts of the many intellectual entrepreneurs who have created and invested in the organizations mentioned in this piece give me hope that a free and prosperous Brazil is not an impossible dream.

Matheus Resende and Juan Cruz Isetta conducted research for this piece. A shorter version was presented at the 2022 Estoril Political Forum, June 28, 2022

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE. Síguelo en @Chafuen 

INTRODUCCIÓN A MI LIBRO SOBRE LA OBRA DE LUIS JORGE ZANOTTI, QUE ESTÁ PRÓXIMO A APARECER

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 7/8/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/08/introduccion-mi-libro-sobre-la-obra-de.html

“¡Maestros somos, y con ese gran gozo en el alma vamos adelante en la labor!

¡Ah vosotros: poetas, filósofos, artistas del sonido o del color; vosotros: soñadores de siempre; vosotros: los que sentís vibrar el espíritu ante lo bello; vosotros: los altos, los puros, los idealistas; acordaos ya de los maestros!

También nosotros sentimos el alma infinitamente grande cuando estamos en el aula”.

“¡Maestros somos! Seguros estamos de nuestra gran labor, de que realizamos una tarea magnífica y nobilísima. Luchamos, sin embargo, contra la incomprensión general, contra la falta de recursos, contra la falta de estímulo, contra la mediocridad ambiente, contra la maledicencia, contra la maldad de la gente, contra los incapaces de entender nuestro apostolado. Luchamos contra todo lo malo, para no dejar que caiga de todo ello ni una partícula sobre nuestros niños, para que no se contaminen sus mentes de los errores de los adultos. Luchamos para defender a los niños; luchamos para defender a los hombres, a los futuros hombres, de los otros hombres, de los que ya lo son.

Y en esta tremenda y desigual contienda, tan sólo una fe nos mantiene, un solo ideal nos alienta, un solo entusiasmo nos mueve, un solo faro nos alumbra, una sola estrella nos marca el rumbo, una sola frase nos lo dice todo:

¡Maestros somos y con ese gozo en el alma vamos adelante en la labor!” (12 de abril de 1948).

“…Maestro se es siempre, no sólo en la hora de la clase. Maestro se es cuando se duerme. El sacerdote no deja de ser tal porque no oficie, o porque no confiese. Lo es siempre. Y el maestro también…”

¡Ah! Ha de llegar un día en que se forme la “Agrupación Argentina de Maestros”. Llevaremos, cada integrante, un símbolo en el ojal del saco. El dirá: “A.A.M.”. Y todos sabrán que somos maestros. Y nos reconoceremos los colegas por las calles. Y actuaremos sabiendo que lo somos, dignificando lo que somos. La gente dirá: “Es un maestro”. Y nosotros, al sentirlo, nos enorgulleceremos, con el legítimo orgullo del que ostenta un galardón bien ganado. Y subiremos al tranvía, o tomaremos un café, o pasearemos por la calle, simplemente, pensando en el distintivo que lucimos en el pecho.” (15 de febrero de 1948).

“…hablé, en dos recreos[1], con otros tantos alumnos sobre sus ambiciones, a raíz de unas composiciones que sobre las mismas habían redactado. Uno me dijo que estaba preocupado por lo que yo había expresado en el sentido de que era necesario encontrar una vocación. Le contesté que por ahora se tranquilizara, que ya surgiría esa vocación, que aún era joven, y que en tanto leyera y cultivara su espíritu. Le pregunté si tenía al menos la vocación de ser “bueno”, y ante su respuesta afirmativa le dije que ya tenía bastante que hacer para ir cumpliéndola. Y por fin lo estimulé en su afición literaria.

El otro alumno es un muchacho que trabaja como “aparador” de calzado, y que en la composición había expresado que esperaba tener un taller propio, y, en general, prosperar en su oficio. Es un alumno muy atrasado en el cual se nota, o se notaba, que la escuela no le interesaba en lo más mínimo. Traté de persuadirlo de que debe saber escribir bien, pues en el mañana lo necesitará, ya que si llegara a tener un taller propio le será indispensable cierta instrucción.

Pasado revista, pues, a todo, me doy por contento. Puedo decir:

¡Loado sea Dios! ¡Hoy he sido maestro!” (21 de abril de 1948).

“En la segunda hora enseñé un tema nuevo de Aritmética: descomposición de números en sus factores primos. Sentí que la clase estaba entusiasmada y que trabajaba a la par mía. Y de pronto tuve la prueba palpable de ello. ¡Ah, qué satisfacción! ¡Cómo se siente uno grande, poderoso, cómo se siente uno “maestro” cuando pasa algo así, y cómo recuerda a Gentile cuando éste habla de la compenetración espiritual entre alumno y profesor!

Yo había dicho, hacía sólo un instante, que en vez de poner: 2(4) = 2 x 2 x 2 x 3, se podía poner 2(4) = 2 (3) x 3. Esto lo habían llegado a descubrir los mismos alumnos luego de varios equívocos. Y bien: puse después, de intento así, que 4 (8) = 2 x 2 x 2 x 2 x 3, y al hacerlo ya sentí detrás de mí las voces de varios: “¡No, señor, no, no, así no!”. Entonces (radiante mi espíritu) me di vuelta y dije: “¿Cómo, pues?”. Fue ahí cuando muchas voces, cuando “la clase” en síntesis, me respondió: “2 (4) x 3”; sin mucha disciplina es cierto, sin niños bien sentados en sus bancos que levantaran correctamente sus manos para contestar recién cuando se les preguntase, sino niños que estaban “viviendo” su aprendizaje” (17 de junio de 1948).

Este joven venteaniero, idealista, apasionado, con un Español unamuniano, este joven maestro, que mientras tanto estudiaba Pedagogía y soñaba con grandes ideas y reformas, este caballero andante que cuidaba fieramente a sus niños de 11 y 12 años como Don Quijote a sus Dulcineas, este joven que fuera luego el hombre que intentó liberar a los galeotes, este joven efusivo, este joven samurai al servicio de su señor, la niñez,… Era mi padre.

Devino luego el joven en el hombre maduro y de exquisitas formas que conocieron sus amigos, alumnos y familiares, su Español fue más orteguiano, de estilo claro, bello, preciso y de escondida pasión. Se convirtió en el profesor, de palabra medida y justa, en el hombre de consulta y de acción, en el escritor, en el docente, periodista, en el pater familis, en el gran pedagogo y estudioso de Política Educacional, pero nunca dejó de ser el joven apasionado que escribió esas líneas que luego ocultaba con íntimo pudor.

Murió tempranamente, en 1991, a los sesenta y tres años, dejando no sólo el testimonio de su vida, sino sus libros, sus artículos, sus revistas académicas y sus propuestas de reforma. Todo ello constituye un legado que quisiera rescatar y ofrecer a las nuevas generaciones, porque junto con sus circunstancias históricas, hay en sus escritos una pedagogía perenne, un ideal de libertad que parece hoy más olvidado que nunca pero que por eso mismo debemos recordar, en ese recordar que proyecta el futuro y da nueva vida a lo que parece acabado por las miserias humanas, esas de las que él quería proteger a sus alumnos y a todos, con dos brazos que no daban abasto a todo lo que quería hacer y escribir.

Espero que este libro pueda servir a los que aún no han bajado los brazos ante este mundo actual tan opresivo de esa libertad que fue siempre el ideal regulativo de sus escritos, que se fue develando progresivamente hasta ser un verdadero paradigma alternativo al entrenamiento casi inhumano que se esconde hoy bajo el término educación[2].


[1] Extractos de su primer libro, autopublicado, a los 19 años, La generación del medio siglo, de 1949. Todos sus libros y artículos, excepto éste, están publicados on line en www.luiszanotti.com.ar. En esa edición on line (quedan en poder de mi hermano y yo algunos ejemplares físicos: Luis Jorge Zanotti, Su Obra Fundamental, Tomos I y II, Instituto de Investigaciones Educativas, 1993) el lector podrá encontrar una introducción biográfica escrita por mi hermano Pablo y yo. Aquí la hemos reproducido como Apéndice uno. Aconsejamos al lector que lo lea ya mismo si quiere, porque el autor es inseparable de su mundo de la vida (Husserl) o sea la circunstancia en términos de Ortega.

[2] El lector se preguntará en qué medida el análisis que un hijo hace sobre su padre puede ser “objetivo”. Esa preocupación está marcada, sin embargo, por un paradigma dominante cultural positivista que ha dividido al mundo en lo subjetivo y lo objetivo. No es así. El conocimiento tiene que ver con el habitar un mundo de la vida, vida no como ADN, sino con la “ontología de la vida” analizada por García Morente, la “circunstancia” de Ortega, el “mundo de la vida” de Husserl, el “horizonte” de Gadamer. Para explicar este tema, siempre pregunto a mis alumnos: háblame de alguna actividad extra-escolar que hagas, que te guste. Surgen muchas respuestas. Por ejemplo, “juego al tenis”. Entonces le pido que me hable, que nos hable, de ese “mundo que habita”. Y lo hace con toda naturalidad. Entonces le pregunto por qué ha podido hablar de ello “sin tener que estudiar para un examen”. Luego de unos momentos de perplejidad, todos se dan cuenta de que ha podido hablar de ello porque el habla (el juego de lenguaje, Wittgnestein) surge de un conocimiento que es igual a “habitar un mundo”. Un habitar que implica una vivencia, una empatía donde intelecto y voluntad son una sola cosa. Y entonces añado: lo que estás diciendo, ¿es tu interpretación? Como la palabra es ya peyorativa en nuestra cultura, el alumno se defiende diciendo que no, que “es verdad”. Sí, precisamente, le digo, es verdad porque habitas en ese mundo y por ende, lo puedes interpretar, que es igual a conocer. Por ende a mayor radicación en ese mundo de la vida, mayor interpretación y, por ende, mayor verdad. ¿O a quién prefieren que les explique literatura inglesa? ¿A Borges o a mí? Después de algunas sonrisas, la respuesta es obvia: Borges. Allí se ve que la presencia del sujeto es indispensable para la verdad. Por ende mi presencia en el mundo de vida de mi padre, mi habitar ese mundo, no garantiza infalibilidad, pero sí, presupuesta la sinceridad y el no mentir, una mayor verdad. Por supuesto, al explicar un autor hay que diferenciar (Eco) entre la intentio auctoris y la intentio lectoris. La primera es qué quiso decir el autor, la segunda, la conjetura interpretativa a la que llega el lector sobre lo primero, desde el horizonte de preocupaciones del lector. Las dos no se pueden separar y entre las dos se da un círculo hermenéutico (Gadamer). Por ende es obvio que yo, como cualquiera, leo a Luis J. Zanotti desde mi intento lectoris, tratando de explicar al lector la obra de mi padre, pero obviamente atravesada por mi conjetura interpretativa de qué quiso decir, influida necesariamente por mi propio horizonte de preocupaciones. Yo podría haber escrito otra introducción aclarando al lector cuál es ese horizonte propio, pero no lo quisiera predisponer a una confusión entre mis preocupaciones y las de mi padre, que no fueron las mismas. El lector irá descubriendo ambas a medida que el texto avance. Sobre todos estos temas, remito a mi libro La hermenéutica como el humano conocimiento, Arjé, Guatemala, 2019. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises