Jueves 27/2/2. 19.00 Hs: los esperamos en ESEADE para ver y debatir el documental del InstitutoActon «Pobreza S.A.»
Jueves 27/2/2. 19.00 Hs: los esperamos en ESEADE para ver y debatir el documental del InstitutoActon «Pobreza S.A.»
Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/2/20 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/02/22/justo-jose-de-urquiza-un-personaje-singular/
Justo José de Urquiza
Estas líneas pretenden ilustrar al mundo lo que puede hacerse en cualquier nación donde se han estrangulado todas las libertades si hay las suficientes convicciones para derrotar al autoritarismo. De entrada, dado que Urquiza terminó con la tiranía rosista, es del caso reiterar que cuando un gobierno se arroga la suma del poder público da un golpe a las instituciones libres y por tanto es necesario un contragolpe a los efectos de ejercer el derecho inalienable a la resistencia inserto en todos los documentos republicanos desde John Locke en adelante y continuando por la clara definición en la Declaración de la Independencia estadounidense que reza así: “Cuando cualquier forma de gobierno es destructiva a esos fines [la preservación de las libertades] es el derecho de la gente el alterar o abolirlo y establecer un nuevo gobierno”. Y esto naturalmente va también para los casos en los que el nuevo gobierno ha resultado muchísimo peor que el anterior como sucedió, por ejemplo, con el castro-comunismo en su contragolpe a Batista.
En otras ocasiones he escrito en detalle sobre Rosas pero ahora me circunscribo a la declaración oficial del propio tirano que ilustra y resume el asunto a través de una ley sancionada por la Junta de Representantes el 26 de septiembre de 1851 luego del pronunciamiento de Urquiza, el primero de mayo del mismo año: “Todos los fondos de la Provincia, las fortunas, vidas, fama y porvenir de los Representantes de ella y de sus comitentes, quedan sin limitación ni reserva alguna a disposición de S.E., hasta dos años después de terminada gloriosamente la guerra contra el loco, traidor, salvaje unitario Urquiza”. (citado por Juan González Calderón en El general Urquiza y la organización nacional).
Tal como había escrito Juan Bautista Alberdi en cuanto a que la independencia de España mutó para ser colonos de los propios gobiernos denominados patrios, lo cual continuó en medio de reiterados fracasos de organización nacional a través de pactos incumplidos, constituciones fallidas y declaraciones inconducentes en el contexto de caudillos que una y otra vez obstaculizaban el establecimiento del estado de derecho. Todo esto sin solución de continuidad hasta la Constitución liberal de 1853-60 que permitió que los argentinos se ubicaran a la vanguardia de los países civilizados hasta el golpe fascista del 30 y con mucho mayor ímpetu a raíz del golpe del 43 que sumió al país en desventuras varias que perduran hasta el presente.
Hay mucha bibliografía vinculada al rol emancipador de Urquiza en la historia argentina pero cabe subrayar especialmente la de Isidoro Ruiz Moreno «Vida de Urquiza», Ramón Cárcano «Urquiza y Alberdi. Intimidades de una política», Beatriz Bosch «Urquiza y su tiempo», la antes mencionada obra de González Calderón, de José María Zuviría «Los constituyentes de 1853», de Amancio Alcorta «Las garantías constitucionales» y de José María Sarobe «El general Urquiza. La campaña de Caseros».
Como señalan los autores citados, la organización nacional fue posible merced a las ideas de Alberdi y a la ejecución de Urquiza. Ambos se profesaban gran admiración. En correspondencia del primero al segundo que se reproduce en la obra de Cárcano aquél le rinde homenaje al escribir sobre “nuestra perpetua gratitud, por la heroicidad sin ejemplo con que ha sabido restablecer la libertad de la patria, anonadada por tantos años”, oportunidad en la que le envía las Bases sobre lo cual comenta: “He consagrado muchas noches a la redacción del libro, sobre las bases de la organización política para nuestro país, que tengo el honor de someter al excelente buen sentido de V.E.” (correspondencia fechada en Valparaíso el 30 de mayo de 1852). A esta misiva Urquiza le responde a Alberdi en los siguientes términos: “Su bien pensado libro es a mi juicio un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito ni publicado en mejor oportunidad”. Y más adelante concluye: “A su ilustrado criterio no se lo ocultará que en esta empresa deben encontrarse grandes obstáculos […] Después de haber vencido una tiranía poderosa, todos los demás me parecen menores.” (Palermo de San Benito, julio 22 de 1852).
Después de Caseros, se le encomendó a Bernardo de Irigoyen el contacto con gobernadores vía el Protocolo de Palermo que convocó a la reunión en San Nicolás donde se estableció el célebre acuerdo para sancionar una carta constitucional en Santa Fe (artículo 11 del Acuerdo de San Nicolás).
Uno de los obstáculos que se presentaron fue la reiterada tensión entre Buenos Aires y las provincias del interior principal aunque no exclusivamente por el pretendido monopolio comercial de los porteños que se manifestaron a través de las dos batallas de Cepeda, la segunda de las cuales, en 1859, se tradujo en el Pacto de San José de Flores y la consiguiente reforma constitucional de 1860 y la primera de 1820 resultó contundente a pesar de su corta duración (se conoció como la “batalla de los diez minutos” por la brevedad del combate), tuvo lugar también por el desconocimiento de Buenos Aires respecto al interior la cual se tradujo en la disolución del Directorio y el Congreso Nacional. Luego de Pavón finalmente privó la paz y se dio cumplimiento a los pactos preexistentes que menciona la Constitución de 1853 (Pacto Federal, Pacto de Pilar, Pacto Benegas y Tratado del Cuadrilátero, tal como apunta Francisco Arriola en Historia de las instituciones políticas y sociales argentinas y americanas).
El eje central del gobierno libre es la protección de los derechos individuales, es decir la libertad civil. Como escribe Amancio Alcorta en la obra citada: “La confusión de la libertad política y de la libertad civil y la preponderancia de la primera han producido graves perturbaciones en el orden social, porque ello ha importado la confusión del fin con el medio”. Beatriz Bosch -también en el libro de esta autora- cita un pensamiento clave de Urquiza: “El respeto a la persona y a la propiedad, base fundamental para la felicidad de la patria”.
Antes de proseguir con Urquiza, resumo lo que he consignado en otra oportunidad al efecto de ilustrar la catadura moral de Rosas en opinión de distinguidas personalidades. Estimo necesaria esta reiteración como consecuencia de las repetidas falsedades y muy recientes apologías inauditas de la tiranía. Bartolomé Mitre destaca que fundó “una de las más bárbaras y poderosas tiranías de todos los tiempos” (en Historia de Belgrano). Esteban Echeverría: “Su voz es de espanto, venganza y exterminio (en Poderes extraordinarios acordados a Rosas). Domingo Faustino Sarmiento: “Hoy todos esos caudillejos del interior, degradados, envilecidos, tiemblan de desagradarlo y no respiran sin su consentimiento [el de Rosas]” (en Facundo). Félix Frías escribió: “Rosas se proponía por medio de espectáculos sangrientos enseñar la obediencia al pueblo de Buenos Aires (en La gloria del tirano Rosas). Juan Bautista Alberdi: “Los decretos de Rosas contienen el catecismo del arte de someter despóticamente y enseñar a obedecer con sangre” (en La República Argentina 37 años después de su Revolución de Mayo). Por su parte, José Manuel Estrada afirmó: “Ahogó la revolución liberal con la escoria colonial” (en La política liberal bajo la tiranía de Rosas). José Hernández: “Veinte años dominó Rosas esta tierra […] veinte años tiranizó, despotizó y ensangrentó al país” (en Discurso en la Legislatura de Buenos Aires). José de San Martín relata en una misiva: “Tú conoces mis sentimientos y por consiguiente yo no puedo aprobar la conducta del general Rosas cuando veo una persecución contra los hombres más honrados de nuestro país” (en Carta a Gregorio Gómez, septiembre 21 de 1839) y Paul Groussac concluye: “Lo que distinguía a Rosas de sus congéneres, era la cobardía, y también la crueldad gratuita” (en La divisa punzó).
Volvamos entonces a Urquiza ya habiendo calibrado telegráficamente el significado y la trascendencia de haber derrotado a la tiranía. En este sentido Ruiz Moreno pronunció las siguientes palabras con motivo de la presentación de su mencionado libro que caracterizan muy bien el espíritu de Urquiza: “Encontrándose con todo el poder a la mano, decide hacer lo contrario a lo que estaban acostumbrados a hacer sus poderosos aliados y rivales. Urquiza, dueño de la situación luego de derrotar a Rosas en Caseros, decide autolimitarse y organizar constitucionalmente el país, en beneficio de la incipiente nación que se hallaba fatigada luego de largos y cruentos años de guerra civil”.
También Isidoro Ruiz Moreno cita en esa obra palabras de Urquiza que resultan sumamente ilustrativas. “Si alguna gloria he apetecido es la de ofrecer a mi patria un monumento sublime de instituciones liberales, levantado sobre los escombros de la tiranía […] Mi programa es la Constitución, mi programa es la fraternidad, es la paz, es la religiosidad en el cumplimiento de los compromisos nacionales, es el respeto a los derechos de los ciudadanos, a los derechos de los pueblos, es la protección al extranjero. Que no haya proscriptos, que el extranjero halle la seguridad y protección de nuestras leyes, un asilo tan querido como su patrio hogar […] Yo reuní los miembros dispersos de la gran familia argentina, acometiendo con resolución y fe la difícil empresa de ensayar el ejercicio de la libertad y de las instituciones más adelantadas del mundo, allí donde sólo había imperado la dictadura y el absolutismo”.
Juan González Calderón en el libro mencionado concluye: “Urquiza tiene en su haber el pronunciamiento de 1851 contra la dictadura, la batalla redentora de Monte Caseros, el Acuerdo de San Nicolás, la promulgación de nuestra Constitución federal, la primera presidencia constitucional con el histórico gobierno de la Confederación, la reincorporación de Buenos Aires en virtud de la batalla decisiva de Cepeda y, por fin, el sacrificio de su vida en aras de la unidad nacional y la paz interna”.
Estos hechos ilustrados por Urquiza con la célebre colocación de su sable bajo el texto constitucional como señal de subordinación de la fuerza al derecho parió una prosperidad y bienestar notables desde la promulgación de esa Constitución liberal hasta que irrumpieron los antes mencionados acontecimientos que inauguraron el populismo argentino del que aun no hemos podido zafar. En aquel período de esplendor los salarios e ingresos en términos reales del peón rural y del obrero de la incipiente industria eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. Competíamos abiertamente con Estados Unidos en la atracción de los inmigrantes a nuestras playas y se duplicaban cada diez años. Es de esperar que la batalla cultural en marcha en pos de las ideas liberales logre cuanto antes sus frutos no solo para hacer honor a los Alberdi y Urquiza sino sobre todo para bien de todos quienes moran en la nación argentina.
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h
Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2020/02/intervencionismo-capital-y-salarios.html
«La tendencia propia de la evolución capitalista es a aumentar constantemente los salarios reales. Este es el efecto de la acumulación progresiva de capital por medio del cual se mejoran los métodos tecnológicos de producción.»[1]
El capitalismo librado a sus propias fuerzas apuntará siempre al aumento de los salarios sin necesidad de normas que lo impulsen. Por el contrario, la existencia de tales disposiciones legales lo único que logra es frenar la acumulación de capital y propenden al dispendio del mismo, con lo cual los salarios en términos reales indefectiblemente tenderán a caer elevando el nivel de pobreza de la población en su conjunto, ya sea de los que están empleados como -naturalmente- de aquellos que no lo están.
«No hay medio por el que pueda aumentarse el nivel salarial para todos los que quieran obtener un salario que no sea el aumento de la cuota por cabeza de capital invertido. Siempre que se detiene la acumulación de capital adicional, queda paralizada la tendencia hacia un mayor aumento en los salarios reales.»[2]
Es la inversión per cápita la única que puede determinar el incremento del salario en cualquier tipo de actividad económica que se considerare, no hay al respecto escapatoria de ninguna índole. De este modo, puede afirmarse indefectiblemente que todas aquellas leyes laborales cuyo efecto (querido o no) obstaculice a los empleadores (efectivos o potenciales) a incrementar la cuota de capital por trabajador tendrá como resultado la paulatina disminución de los salarios del sector, y cuanto más se agudice la protección procurada por la ley laboral la situación -necesariamente- empeorará, al punto tal de llegar a lo que se denomina desempleo institucional que no es otra cosa que aquel provocado por razones ajenas a las voluntades tanto del empleador como del empleado respectivamente.
«Si el consumo de capital sustituye a un aumento en el capital disponible, los salarios reales deben caer temporalmente hasta que se eliminen los impedimentos para un mayor aumento de capital. Las medidas del gobierno que retrasen la acumulación de capital o lleven a un consumo de capital (como unos impuestos confiscatorios) van por tanto en perjuicio de los intereses vitales de los trabajadores.»[3]
Cabe destacar que las actuales medidas que se adoptan en materia laboral y todas aquellas leyes que los sindicatos aplauden como «conquistas sociales» son, precisamente, lo contrario a lo que declaman, porque las altas tasas de desempleo que registra la economía mundial y los bajos salarios que se verifican en muchos países y zonas son exclusivamente debidos a la escasez de capital que las predichas legislaciones laborales ocasionan. En tal sentido, la escasez de capital puede ser natural o inducida. La natural aparece cuando aún no se ha invertido en determinada actividad, en tanto que la estimulada surge cuando se dictan leyes laborales o sindicales con el fin supuesto (pero no efectivo) de «proteger» derechos que el capitalismo en modo alguno «ataca». En ese orden, retribuir en cualquier cuantía el trabajo improductivo conlleva consumo de capital y disminuye el salario real de los trabajadores más productivos en su perjuicio, y en beneficio de los menos productivos.
«La expansión del crédito puede generar un auge temporal. Pero esa prosperidad ficticia debe acabar con una depresión general del comercio, un declive.»[4]
Es decir, la etapa del boom anterior a la del crack fruto de la inexistencia de un respaldo real de ese crédito ficticio ilusorio de una riqueza que -en los hechos- nunca fue producida y, por lo tanto, no podrá sostenerse en el tiempo. Los mecanismos son tan conocidos como las veces que fueron reensayados y fracasaron: baja artificial de la tasa de interés, expansión, inflación y crisis. Se trata de un ciclo creado únicamente por medidas gubernamental que no encuentran sus causas en los fenómenos de mercado ni resulta inherente al capitalismo.
«Difícilmente puede afirmarse que la historia económica de las últimas décadas haya ido en contra de las predicciones pesimistas de los economistas. Nuestra época tuvo que afrontar grandes penalidades económicas. Pero no es una crisis del capitalismo. Es la crisis del intervencionismo, de políticas pensadas para mejorar el capitalismo y sustituirlo por un sistema mejor.»[5]
Ludwig von Mises se refiere, por supuesto, al siglo XX, pero en la actualidad no existe mayor diferencia con lo que el sabio economista austriaco se encuentra describiendo. Si bien en menor grado, aquellas desdichas económicas continúan vigentes. Pero ninguna de ellas responde a situaciones que ya no hubieran sido prevenidas por los economistas de la Escuela Austríaca de Economía como por el brillante expositor que estamos comentando. Simplemente, los vaticinios de dichos economistas se han visto cumplidos por encontrarse basados en sólidos principios teóricos que se demostraron en los hechos tal y como fueran descriptos por los teoremas económicos austriacos. Queriendo «mejorar» un sistema evolutivo no creado por nadie como lo es el capitalismo lo único que los gobiernos consiguieron es perjudicarlo, y con ello a las masas que más lo necesitan que son las carenciadas.
«Ningún economista se atrevió nunca a afirmar que el intervencionismo pudiera producir otra cosa que desastre y caos. Los defensores del intervencionismo (los principales de entre ellos, la Escuela Histórica Prusiana y los institucionalistas estadounidenses) no eran economistas. Todo lo contrario. Para promover sus planes negaron directamente que existiera una ley económica. En su opinión, los gobiernos son libres para alcanzar todo lo que pretendan sin verse restringidos por una regularidad inexorable en la secuencia de los fenómenos económicos. Como el socialista alemán, Ferdinand Lassalle, mantienen que el Estado es Dios.»[6]
Fueron muchos en la historia que, intentaron hacerse pasar por economistas e influyeron negativamente en la opinión pública y alcanzaron imponer sus desviadas teorías que tanto perjudicaron a la humanidad. Baste simplemente recordar el peso que -aun hasta nuestros días- siguen ejerciendo Karl Marx y Friedrich Engels y la amplia cantidad de discípulos de ambos. Tal como se deja dicho en la cita, no estaban ni siguen estando animados en encontrar la verdad científica, sino que se mueven impulsados por espurios intereses detrás de los cuales buscan beneficiarse a costa de los demás. La gran mayoría de las personas se mueven bajo este espectro, sobre todo los intelectuales y los políticos.
[1] Ludwig von Mises, Caos planificado, fuente: http://mises.org/daily/2454 (Publicado el 3 de febrero de 2007). pág. 9
[2] L. v. Mises ibidem, pág. 9
[3] L. v. Mises ibidem, pág. 9, 10.
[4] L. v. Mises ibidem, pág. 10
[5] L. v. Mises ibidem, pág. 10
[6] L. v. Mises ibidem, pág. 10
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en @GBoragina
Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 23/2/20 en: http://gzanotti.blogspot.com/2020/02/freud-y-el-cristianismo.html
Nuevos avances sobre Freud, el cristianismo y el liberalismo
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises
Por Martín Krause. Publicado el 21/2/20 en: https://bazar.ufm.edu/explica-la-mayor-menor-informalidad-las-economias-no-acaso-mayor-nivel-impuestos-regulaciones/
Los niveles de informalidad económica varían, por supuesto, según cada país. ¿Cómo se explican estas diferencias? Hay distintas teorías, como lo analiza un artículo titulado ”Explaining cross-country variations in the prevalence of informal sector competitors: lessons from the World Bank Enterprise Survey, de Colin C. Williams & Abbi M. Kedir, Universidad de Sheffield, UK.
Una que parece obvia, los autores la descartan: aquella que dice que cuando más intervención estatal hay, más economía informal encontraremos. Parece obvio, pero ellos se inclinan por otra, que plantea que se debe a que las regulaciones no coinciden con las normas y costumbres sociales no escritas. Tal vez sea así, sobre todo teniendo en cuenta cómo se mide, porque la hipótesis de la intervención estatal mide el gasto público y el nivel de impuestos y eso por cierto que genera informalidad, pero tal vez genera más aún al caudal de normas regulatorias que no aparecen medidas como porcentaje del PIB. En fin, acá el resumen del trabajo:
“Para avanzar en la comprensión del espíritu empresarial del sector informal, el objetivo de este el documento es evaluar y explicar las variaciones entre países en la prevalencia de la informalidad competidores del sector. Para hacerlo, se informan los datos de la Encuesta de Empresas del Banco Mundial (WBES) de 142 países. Esto revela que el 27% de las empresas formales ven la competencia del sector informal como una limitación importante en sus operaciones, aunque esto varía del 72% de empresas formales en Chad a ninguna empresa formal en El Salvador.
Para explicar estos países variaciones, se evalúan cuatro teorías competidoras que ven de manera diversa la informalidad. El emprendimiento y la empresa del sector prevalecerán cuando exista: economía subdesarrollada (teoría de la modernización); altos impuestos y sobreinterferencia estatal (teoría neoliberal); muy poca intervención estatal (teoría de la economía política) o una asimetría entre las leyes y regulaciones de las instituciones formales y las no escritas socialmente compartidas reglas de las instituciones informales (teoría institucional).
Un análisis de regresión probit multinivel confirma la modernización y las teorías institucionales, pero no las políticas neoliberales y políticas teorías Más allá del subdesarrollo económico, por lo tanto, no es demasiado o muy poco intervención estatal que está asociada con la prevalencia de la competencia del sector informal pero más bien, si las leyes y regulaciones desarrolladas por los gobiernos están en simetría con Las normas, valores y creencias de los emprendedores. El documento concluye discutiendo el implicaciones teóricas y políticas de estos hallazgos.”
Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Síguelo en @martinkrause
Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 15/2/20 en: https://younews.larazon.es/desigualdad-demostrada/
El titular de «El País» era contundente: «1.344 películas demuestran la desigualdad en Hollywood». Dos investigadoras españolas, Sofía Izquierdo y María Navarro Paniagua, revisaron todas esas películas, analizando el caché de 267 estrellas entre 1980 y 2015, y comprobaron que no ganan lo mismo las actrices que los actores: «La media es de un millón de euros menos por película».
El artículo transmitía una sensación de denuncia, de identificación entre desigualdad e injusticia. Ello convoca por definición al poder para que repare esa violación de la justicia.
Ahora bien, desigual no es injusto de por sí. Es un hecho que numerosos hombres son más listos y más guapos que yo, pero esa desigualdad no es injusta, porque la injusticia es privarme de lo que me corresponde o pertenece. Y a mí no me corresponde ser listo ni guapo, y no tengo ningún derecho a ello. Lo que me corresponde y me pertenece es mi trabajo y lo que gano con él: si me lo quitan por la fuerza están cometiendo una injusticia.
Si las actrices cobran menos que los actores, ¿es discriminación? Según el DRAE eso es «seleccionar excluyendo», o «dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.».
Discriminar tampoco es injusto de por sí, porque todos somos excluidos y nos tratan de manera desigual en muchos ámbitos y ocasiones en donde no cabría denunciar injusticia alguna.
La clave la da el propio artículo: «Hay cuestiones difíciles de afinar y que escapan de las bases de datos: ¿por qué un actor triunfa y, por tanto, gana más que otro? “No sabemos si hay una elección, y una discriminación, por parte del productor o por parte del público”», aseguran las españolas.
Ahora bien, la diferencia de cachés difícilmente resulte de una discriminación de los productores, porque si dieran la espalda al público sus películas fracasarían. Pero si lo que sucede es que las mujeres y los hombres prefieren ver a un hombre más que a una mujer en el cine (o en el fútbol, el tenis, o donde sea) ¿qué hacemos? Y sobre todo ¿debe hacer algo el poder político y legislativo para evitarlo e imponer por la fuerza unas preferencias distintas?
Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun
Por Martín Krause. Publicado el 21/2/20 en: https://www.clarin.com/opinion/-despues-brexit-argxit-_0_YVRgyhkn.html
El presidente Alberto Fernández realizó una serie de visitas en Europa en las que el principal tema económico considerado fue el apoyo de esos países en el proceso de renegociación de la deuda con el FMI. No hubo mención al tema del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero antes del viaje se había dicho que estaría en la agenda, en particular en la reunión entre Fernández y Macron, ya que ambos estarían descontentos con el acuerdo alcanzado el año pasado y favorecerían una renegociación.
La palabra “renegociación” suena a postergación indefinida, ya que, si tomamos en cuenta los 20 años requeridos para llegar al acuerdo y los que tomaría su aprobación por todos los parlamentos de los países firmantes, si además le agregamos una nueva negociación más vale que nos olvidemos del asunto.
Si no avanza una renegociación, Argentina puede quedar aislada, ya que el año pasado se aprobó que los países del Mercosur podrían aprobar el acuerdo bilateralmente, y Brasil Paraguay y Uruguay han manifestado su voluntad de hacerlo. Si eso ocurriera sería como si Argentina se fuera del Mercosur, una especie de Argxit, pero, a diferencia de la salida de Reino Unido de la UE, no por voluntad del que se va, sino porque los que se van son los otros.
Una situación como esa, en la que el Mercosur pasara a ser un adorno para Argentina, no sería para lamentar si el país avanzara en el camino que parece seguir el Reino Unido con Boris Johnson. En una reciente conferencia en Greenwich, Johnson celebró las ideas de Adam Smith, señalando que el país debía ahora abrirse a todo el mundo. Si quedarse sola llevara a la Argentina a una posición similar sería un gran avance, ya que somos uno de los países más cerrados del planeta.
En estos días se ha dado a conocer la primera edición del Índice Internacional sobre Barreras al Comercio, producido por la Property Rights Alliance, que también elabora un índice internacional sobre la protección de los derechos de propiedad.
Este índice evalúa las restricciones al comercio en 86 países, que representan el 83% de la población mundial, el 91% de todos los bienes y servicios intercambiados y el 94% del PBI global. Toma en cuenta las barreras arancelarias, no arancelarias y a los servicios. Tiene un cuarto componente, la “facilitación” del comercio, que incluye aspectos tales como la protección de la propiedad. Argentina se encuentra en el puesto 71° de 86 países. Singapur y Hong Kong ocupan los dos primeros, y Suecia está 5°. Pese a que todos somos parte del Mercosur, Paraguay está 53°, Uruguay 56° y Brasil, peor que nosotros, 77°. Claro que si estos países firman el acuerdo con la UE avanzarán varias posiciones y probablemente nos dejen al final de la lista.
El tratado con la UE no iba a garantizar el libre comercio para los argentinos. Lo importante del tratado eran las limitaciones institucionales que podía introducir. En un país donde los límites al poder son débiles o inexistentes, un acuerdo como éste podía introducir límites a la discriminación económica desde el poder, que no somos capaces de darnos nosotros. Los lobbies dictan la política comercial y muchas de las políticas sectoriales, pero con el tratado esto podría haberse reducido. No va a ser una apertura el comercio internacional, pero sería una excelente forma de empoderar a los argentinos y dejarlos usar su bien ganado dinero en aquello que estimen más conveniente y de poner límites al uso del poder en favor de los privilegiados.
Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Síguelo en @martinkrause
Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 18/2/20 en: https://www.aier.org/article/dollarization-in-ecuador-after-20-years/
En enero, Ecuador celebró su 20 º aniversario de la dolarización. La Sociedad Bastiat de Guayaquil y el Instituto Ecuatoriano de Economía Política organizaron una conferencia para discutir los pros y los contras del régimen monetario ecuatoriano. Los oradores internacionales que participaron en la discusión incluyeron a Lawrence W. Reed, Manuel Hinds y Carlos E. Gonzales.
La dolarización es un tema delicado en países como Argentina , donde la política monetaria ha sido errática. Entonces fue interesante ver cómo los economistas y no economistas en Ecuador ven la dolarización. A continuación, compartiré dos conclusiones de mi reciente visita a Guayaquil, Ecuador.
La dolarización es el reemplazo de la moneda extranjera (a menudo, pero no necesariamente, el dólar estadounidense) en lugar del dinero nacional. El sucre fue reemplazado por el dólar estadounidense en 2000, y desde entonces ha servido como moneda de Ecuador.
La dolarización tiene pros y contras . Una desventaja es que con la dolarización, un país utiliza la política monetaria de otros países en lugar de la suya. Sin embargo, este inconveniente no es la única característica de la dolarización. Hay profesionales a considerar también. Tal como la posibilidad de que el uso de una política monetaria extranjera pueda ser más eficiente que tener el propio banco central disfuncional. Otro beneficio, especialmente en países con un marco institucional débil, es que puede proporcionar un límite al gasto excesivo del gobierno.
El mensaje común que recibí de todas mis interacciones y conferencias es que los ecuatorianos ven la dolarización como una característica institucional primero, y como una herramienta de política monetaria en segundo lugar. Los ecuatorianos están principalmente preocupados por lo que haría un líder populista si tuviera el poder de financiar los gastos con dinero nuevo. Y con razón. Escuché repetidamente cómo la dolarización salvó a Ecuador de convertirse en otra Venezuela bajo la presidencia de Rafael Correa. Sí, Ecuador sufrió graves problemas monetarios, como las altas tasas de inflación, en los años previos a la dolarización. Sin embargo, su principal preocupación es institucional.
Este es un mensaje importante. En mi experiencia, quienes se oponen a la dolarización generalmente lo hacen porque impide que un país maneje los shocks extranjeros. Presuponen, a menudo con pocas razones para hacerlo, que el banco central gestionará dichos shocks de manera adecuada. Pero, incluso si suponemos que lo harían, uno debe tener en cuenta que los shocks extranjeros no son el único tema a considerar. También hay choques domésticos. Y la dolarización elimina en gran medida las conmociones internas que de otra forma vendrían de la politización de la política monetaria.
Un problema con las reformas institucionales es que las instituciones más débiles están en primer lugar, las reformas más profundas deben ser. Durante la década de 1990, por ejemplo, Argentina estaba bajo un acuerdo de junta monetaria. A principios de la década de 2000, en lugar de pasar a la dolarización total, Argentina abandonó su caja de conversión y separó el peso argentino del dólar estadounidense. Como resultado, los argentinos ahora ven una caja de conversión como una regla no creíble. Dado que los políticos argentinos rompieron ese compromiso monetario antes (y a un costo considerable), hay pocas razones para creer que mantendrían ese compromiso ahora. Eso significa que una caja de conversión ya no es una opción viable en Argentina. Se requiere una reforma más profunda, como la dolarización, para ganar credibilidad y anclar las expectativas.
Los ecuatorianos que abogan por una desdolarización de la economía y un retorno al sucre deben pensar con mucho cuidado sobre lo que están pidiendo. Ciertamente, uno puede imaginar un banco central que funcione bien y que funcione mejor para Ecuador que la dolarización. Pero nuestra capacidad de imaginar tal institución no implica en absoluto que sea probable que resulte. Abandonar el dólar corre el riesgo de quedarse atascado con un banco central a la Argentina, no con el banco central ideal y eficiente que los defensores del Sucre imaginan que obtendrán.
La dolarización no se trata solo de la política monetaria. También se trata de limitaciones institucionales. Los problemas de política monetaria fueron síntomas de debilidad institucional en Ecuador. La dolarización reafirmó esas debilidades institucionales al eliminar la necesidad de un banco central que funcione bien.
Un país con instituciones monetarias débiles necesita más que equilibrar el presupuesto de tesorería para obtener un banco central eficiente. Lo que un país en esta situación necesita son reformas institucionales más profundas que cambiarían los incentivos extractivos de los responsables políticos y mantendrían a los políticos bajo control. Una vez que esas instituciones estén bien establecidas, se puede pensar en abandonar la dolarización. Pero, hasta entonces, es mejor mantener el rumbo.
Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.
Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 11/2/20 en: https://www.actuall.com/persecucion/queman-iglesias-otra-vez-por-carlos-rodriguez-braun/
El incendio de iglesias, por tanto, no es un acto más o menos lógico de “protesta” de unos “manifestantes”. Cuando unos terroristas urbanos queman y saquean los templos cristianos en nombre del progreso anticapitalista, eso constituye un anticipo de su objetivo final: la libertad de todos.
Quema de iglesias en Chile por parte de grupos revolucionarios contrarios a la libertad.
Se entusiasmó Pablo Iglesias ante los disturbios producidos en Santiago y otras ciudades de Chile, y declaró: “Saludo al pueblo chileno”. He criticado su asombrosa asimetría, porque saluda a los pueblos según y cómo: no saludó antes al pueblo chileno cuando votó a Sebastián Piñera y tampoco saludó al pueblo venezolano ni al boliviano en su lucha por la libertad y la democracia. Pero hoy me voy a centrar en una dimensión de los desórdenes: el ataque a las iglesias.
Las imágenes son reveladoras, porque el ataque a las religiones judeocristianas es una señal que unifica los dos regímenes totalitarios más siniestros de nuestro tiempo: el nacional-socialismo y el comunismo. La persecución religiosa, por tanto, indica que no son solo los sentimientos religiosos los que están amenazados.
Nunca faltan excusas rimbombantes para la violencia política. Los nazis mintieron asegurando que los judíos eran un peligro para Alemania, y los comunistas mintieron y siguen mintiendo al proclamar que el socialismo nos va a proteger de los males de la propiedad privada y el mercado. En el propio Chile hubo antes violencia contra iglesias católicas con otra excusa que emplea la izquierda para legitimar sus tropelías: el indigenismo. En 2019 iglesias católicas y protestantes fueron quemadas alegando, como siempre, que el capitalismo causa los padecimientos de los chilenos. Los incendios y saqueos llegaron a afectar monumentos históricos, como la Iglesia de los Sacramentinos, y hasta la catedral de Valparaíso.
El pensamiento antiliberal hegemónico se apresuró a relacionar la violencia con situaciones económicas y sociales concretas, de pobreza y desigualdad. Es una antigua ingenuidad atesorada por los revolucionarios cuyo único objetivo es justificar los desmanes. La verdad es que jamás ha prevalecido el socialismo por condiciones económicas sino que ha utilizado circunstancias económicas y sociales para prevalecer políticamente, que es lo que le interesa. Una vez que prevalece, como es bien sabido, el comunismo agrava todos los males del capitalismo hasta extremos genocidas. Y, por supuesto, arrasa con las religiones judeocristianas de modo implacable.
Nada de esto es casual. No puede implantarse el socialismo en ninguna de sus variantes si no desactiva el papel de las instituciones que protegen a las personas. Por eso ataca siempre la propiedad privada, la familia, las tradiciones, la moral y las religiones que no se pliegan al poder político.
Es, además, posible, e incluso probable, que los acontecimientos de Chile hayan sido organizados. Nicolás Maduro incluso se pavoneó de ello. Ignoro en qué medida es cierto, pero no me extrañaría, porque Chile es un riesgo para la izquierda, que se potencia ahora con la victoria de la derecha en Brasil. Bolsonaro es el nuevo demonio para los supuestos progresistas, con razón, pero él es un recién llegado. En cambio, tantas décadas de prosperidad en el caso de Chile y de una prosperidad tan visible y relacionada con una sociedad liberal, lo convierten en el objetivo ideal para destruir una imagen, y de paso desviar la atención de Venezuela y otros ejemplos de “éxitos” antiliberales.
El incendio de iglesias, por tanto, no es un acto más o menos lógico de “protesta” de unos “manifestantes”, como dijeron bastantes medios. Resulta evidente, como escribió Vanessa Vallejo en PanAm Post, que los creyentes no tienen ninguna responsabilidad de los problemas que aquejan al pueblo chileno.
Cuando unos terroristas urbanos queman y saquean los templos cristianos en nombre del progreso anticapitalista, eso constituye un anticipo de su objetivo final, de lo que en realidad querrían quemar, y de hecho quemaron muchas veces durante el último siglo: la libertad de todos.
Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun
Por Roberto Cachanosky. Publicado el 18/2/2020 en: https://www.infobae.com/economia/2020/02/18/el-kirchnerismo-copia-el-gradualismo-y-el-ir-viendo-de-cambiemos/?fbclid=IwAR0nimoxUc6biD6mjP0L6cJOvnHNrf54iIbSVztDoTn2QoHQ0sPlRIEdZxQ
Una vez más, desde el Gobierno sostienen la falacia que no pueden explicitar un plan económico hasta tanto no se resuelva el tema de la deuda pública
El ministro de Economía, Martín Guzmán, frente a la Cámara de Diputados.
El informe que presentó el ministro de Economía Martín Guzmán en el Congreso, la semana pasada, tuvo un contenido más de barricada política que explicaciones de política económica que permitan visualizar un plan económico que explique cuál va a ser el rumbo económico.
Una vez más desde el Gobierno sostienen la falacia que no pueden explicitar un plan económico hasta tanto no se resuelva el tema de la deuda pública. La razón sería que sin conocer la resolución de ese tema no se puede hacer un presupuesto porque se desconocen los intereses a pagar y como el presupuesto es el plan económico, dicen, sin resolver el problema de la deuda, no se pueden calcular los intereses. Sin esto no hay presupuesto y sin presupuesto no hay plan económico.
La ley de Emergencia Económica es contraria al artículo 29 de la Constitución Nacional que dice: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.
El presupuesto deja de ser el centro de la política económica y, por lo tanto, de hecho, aunque ya estuviera arreglado el problema de la deuda pública, no habría presupuesto y, en palabras de algunos miembros del oficialismo, tampoco habría plan económico dado que el presupuesto es un monto que el gobierno puede gastar a su antojo modificando partidas presupuestaria. Un presupuesto así no es un presupuesto.
En un país con un gobierno con poderes limitados, el presupuesto es fundamental. El problema es que en Argentina se considera que el que más votos tiene adquiere poderes tipo monarca, porque la mayoría le da derecho a hacer lo que quiere. Es decir, una democracia ilimitada, como la denominó Hayek, que es un democracia que no respeta límites legales apelando a la mayoría de las urnas, cuando en realidad esa mayoría solo establece quién va a administrar la cosa pública dentro de los límites que le establece la Constitución Nacional.
Alberto Fernández y Kristalina Georgieva
En definitiva, no es cierto que para poder tener un plan económico primero haya que tener el presupuesto y eso depende del arreglo de la deuda externa. En todo caso, para poder resolver el problema de la deuda pública hay que explicitar un plan económico que le de cierta confianza a los acreedores que la economía va a crecer y, por lo tanto, van a poder cobrar al menos los intereses de la deuda pública.
Por ejemplo, parte de un plan económico sería una reforma laboral que no necesita pasar por el presupuesto, o una propuesta de integración económica al mundo, que tampoco exige de una pasar por el presupuesto, o una regla monetaria que le de previsibilidad al poder al poder adquisitivo de la moneda. Un plan económico se compone de más elementos que el presupuesto.
Por el momento, el plan económico del gobierno se limita a licuar buena parte de las jubilaciones para ir igualando hacia abajo las jubilaciones hasta que todos cobren la mínima, licuar el gasto en salarios, congelar las tarifas de los servicios públicos por un tiempo y apelar a Precios Cuidados.
Dicho sea de paso, Precios Cuidados no empezó con buena estrella. En enero, el rubro Alimentos y Bebidas no Alcohólicas aumentó el 4,7% respecto a diciembre, cuando en diciembre había aumentado el 2,8% con relación a noviembre.
Pero hay otro tema a considerar del discurso de Guzmán. Dijo el ministro no habrá equilibrio fiscal hasta 2023, es decir, todo el mandato de Alberto Fernández transitaría con desequilibrio. Si va a manejarse con déficit fiscal, el gran interrogante es: ¿cómo financiará el bache fiscal? Hay cuatro maneras de cerrarlo: 1) aumentando impuestos, 2) tomando deuda interna, 3) tomando deuda externa, 4) emitiendo moneda.
Aumento de impuestos ya hubo, salvo que tengan en mente seguir subiendo la presión tributaria. El mercado crediticio interno es mínimo, así que si el Estado sigue tomando el escaso ahorro interno que hay, al sector privado le quedarán monedas para financiarse, acentuando la recesión.
Si no piensan tomar los USD 11.000 millones que restan del FMI es de imaginar que tampoco saldrán a pedir prestado al mercado voluntario de deuda (aunque sin pagar los intereses dudo que esa puerta se vaya a abrir). Es decir, no es imaginable que financien el déficit fiscal con deuda externa.
Queda la emisión monetaria como último recursos para financiar el déficit fiscal, con lo cual se estará comprando un piso de inflación alto para los 4 años de mandato de Fernández y no sabemos si esa inflación no termina desbordándose.
El ministro también afirmó que en este contexto no es posible un ajuste fiscal porque produciría más recesión. El ajuste existe con el impuestazo que le aplicaron al sector privado y con la licuación de las jubilaciones y de los sueldos de la administración pública. Hay un feroz ajuste que recae sobre el sector privado, no sobre el sector público, como de costumbre.
En definitiva, Guzmán dio un discurso en el Congreso con más contenido político que con precisiones económicas y, por ahora, sigue mostrando que carece de un plan económico para empezar a cambiar el rumbo de la economía.
Curiosamente se da una situación parecida a la de Cambiemos. Mauricio Macri nunca quiso tener un plan económico global: siempre apelaron al gradualismo y al tratar de solucionar problemas puntuales. Era “ir viendo” todos los días cómo solucionar algún problema. El kirchnerismo encara un proceso igual. Aplica gradualismo fiscal diciendo que hasta 2023 habrá déficit fiscal y no explicita un plan económico. Es una política, al igual que la de Cambiemos, de “ir viendo”.
Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky