Por Gerardo Neugovsen: Publicado en http://eslaeconomiacreativa.blogspot.com/
Mes: enero 2012
Paradojas de la nueva ley anti terrorismo:
Por Roberto Durrieu (h): Publicado el 6/1/12 en : http://www.cronista.com/opinion/Paradojas-de-la-nueva-ley-anti-terrorismo-20120106-0028.html
El Congreso Nacional acaba de aprobar la controvertida ley anti-terrorismo, que reprime penalmente los denominados actos terroristas. Quienes criticaron la nueva ley dijeron, en síntesis, que su vaga e imprecisa definición de acto terrorismo va a contramano de lo que exigen los principios de legalidad y máxima precisión en la tipificación de las normas penales, que busca evitar las dobles interpretaciones.
Sin embargo, estas críticas no se impusieron en el breve y maratónico debate de la promulgada ley. Entre los argumentos a favor de la ley se dijo que su promulgación responde al cumplimiento de compromisos internacionales asumidos previamente por la Argentina. Y puntualmente, en respuesta a los críticas sobre la falta de precisión y detalle de la nueva ley, se dijo que el Congreso se limitó a incorporar la definición de acto terroristacontenida en la Convención de las Naciones Unidas contra el Terrorismo; que fue suscripta y ratificada por más de 120 países, incluyendo el nuestro.
En este contexto, cabe preguntarnos si los citados argumentos por los cuales se avaló la promulgación de la nueva ley son los prudentes. Para dar respuesta a nuestro interrogante debemos comparar la definición de acto terrorista de la nueva ley anti-terrorista con la definición exigida e introducida en la citada Convención Internacionales de Naciones Unidas. Veamos.
El artículo 2 de la Convención define acto terrorista a aquella conducta que tendiente a causar la muerte o a afectar seriamente la integridad física de una persona, tiene como fin el aterrorizar o intimidar a la población civil o bien a obligar a un Estado a hacer un acto o dejar de hacerlo. De este modo, las Naciones Unidas limitó el concepto de acto terrorista a aquella conducta que sea lo suficientemente grave como para matar o lastimar seriamente a las personas, por ejemplo, a través de una bomba o explosivo de gran impacto. Por otro lado, la nueva ley anti-terrorismo recién aprobada por el Congreso definió acto terrorista de manera amplia, incluyendo en su significado a cualquierdelito (ya sea grave o leve) y cuando su comisión sea para atemorizar a la población o desestabilizar al Estado.
Entonces, está claro que la definición de acto terrorista adoptada por nuestro país, va mucho más allá de lo que exigen los compromisos asumidos con la comunidad internacional. Las Naciones Unidas limitan el calificativo de acto terrorista a los delitos contra la vida o integridad física grave contra las personas; mientras que, para la legislación argentina, acto terrorista implica cualquier ilícito, sin restricción de ningún tipo o especie; incluyendo de ese modo a los ilícitos relacionados con los medios de prensa y la economía. Me pregunto: ¿Era necesario que nuestra definición de acto terrorista vaya tan lejos; mucho más allá de lo exigido por las Naciones Unidas?
En base a lo expuesto en estas breves líneas, podemos concluir que las críticas a la vaguedad e imprecisión de la nueva ley anti-terrorismo parecen ser acertadas; no sólo a la luz de las exigencias de Naciones Unidas, sino también acorde con lo que exigen los principios de legalidad y subsidiariedad del derecho penal; que buscan evitar una expansión abusiva e injustificada de normas criminales e imponer un límite al poder del Estado sobre las garantías fundamentales de los ciudadanos.
Roberto Durrieu (h) es Abogado, (UCA), Master en Derecho, (Duke University), y D. Phil in Law, (Oxford University). Ha sido profesor del Master en Derecho Empresario de ESEADE.
Subsidios, cristinismo y Alf:
Por Roberto Cachanosky: Publicado el 8/1/12 en: http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=3348
Al Gobierno le encanta tener los beneficios políticos del populismo, pero destesta asumir los costos de los líos que arma: con este sistema, el modelo terminará igual que Melmac, el planeta de Alf.
Reflexiones —ojalá— apresuradas:
Por Gabriela Pousa: Publicado el 9/1/12 en: http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=3353
El desenlace de la operación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la novedad de que no padece cáncer inevitablemente obliga a pensar en qué se dijo, cómo y por qué.
De no desentrañarse en forma inmediata que no deje lugar a dudas lo acontecido con la salud de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la enfermedad no será un “falso positivo” más sino algo en demasía real, amenazando a toda la sociedad.
Se estiran los límites. Si bien es cierto que el kirchnerismo nunca ha demostrado un ajuste a las normas y menos aún a la ética, esta vez han traspasado una barrera infranqueable. La satisfacción que provoca la salud óptima de la Presidenta se opaca inevitablemente frente al enigma de un subrepticio cambio de diagnóstico y de planes.
Sin haber estudiado un ápice de medicina, sé que los médicos no determinan —o no determinaban hasta estos últimos días— una enfermedad con las características del cáncer hasta no tener prueba fidedigna que corrobore la misma. Toda cautela, además, se extrema cuando el paciente no es ni más ni menos que un primer mandatario. Tal es el caso de Cristina.
Hoy, el silencio de radio por parte de los profesionales se asemeja más a una orden que a un devenir espontáneo. Nadie va a lincharlos, el cuerpo humano no es matemático. Parece extraño que ninguna autoridad de los nosocomios donde se llevó a cabo el estudio aparezca explicando, simplemente explicando.
El cáncer, aún cuando no implica las mismas consecuencias que implicara antaño, sigue siendo un vocablo que abre mella no sólo en el paciente sino en su entorno familiar y entre sus afectos en general.
La historia tiene anales generosos en jurisprudencia donde pueden leerse las diferentes reacciones del ser humano frente a un diagnóstico que, en la mayoría de los casos, lamentablemente, nos ha arrebatado a alguien que amamos. Desde el llanto a la desesperación, pasando por la angustia aguda y la depresión hay un sinfín de situaciones que arroja la contundencia del dato.
Ahora bien, la mente humana pergeña acciones que son inexplicables. Creemos que podremos hacer frente a determinados temas y, sin embargo, cuán distinto reaccionamos a la hora de enfrentarlos sin teoría, como protagonistas. Una frase lo sintetiza: “Después supe… ¡Tantas cosas supe después! Todas las que hubiesen cambiado mi vida de haberlas sabido antes” (Silvina Bullrich).
En síntesis, ¿qué hubiera pasado si la Presidenta, ante la noticia, se hubiese hundido en el maremoto de emociones que provoca pensar en la espada de Damocles amenazando nuestra existencia? Ha habido casos en los cuales el paciente opta incluso por producir su propia muerte. De acuerdo: nada de eso ha sucedido en lo fáctico. Sin embargo, el silencio de los médicos, la falta de pedido de disculpas a la sociedad que se preocupó por ello, etcétera, abre un manto de dudas sobre cómo se dieron los acontecimientos.
Más allá del fin, importan los medios. Con la extirpación de la glándula tiroidea se ha extirpado también la escasa confianza que quedaba en la palabra oficial. Hay un síntoma de humanidad que impide manipular temas de una delicadeza extrema, la vida y la muerte son o deberían ser parte de ellas.
Si esta parafernalia del diagnóstico errado no es explicada detenidamente, las especulaciones sobre lo acontecido dejarán más marca en los argentinos de la que pudiera haber dejado el bisturí en el cuello de la “víctima” a quien visten con el misterio de “victimario”.
La alegría no cotiza, el dolor y la angustia también están devaluados, se juega con fuego delante de la nafta. Ni el hombre ni la palabra velan nada. Pero la sorpresa o el asombro tampoco deberían tener cabida ante estas circunstancias. ¿Qué valor se dio a los enfermos de cáncer cuando se descubrió que los medicamentos de la bancaria eran placebos? Sólo importó la interna sindical que arrojó todo ello. Ya no ha quedado ni siquiera un preso.
Cuando la vida es concebida como mercancía, cuando de ésta se saca rédito, cuando no hay explicación para un tema que genera tamaña confusión, el cáncer, a Dios gracias, puede no estar en un dirigente, pero inexpugnablemente está en la política. Y con metástasis incluida.
Gabriela Pousa es Licenciada en Comunicación Social y Periodismo por la Universidad del Salvador (Buenos Aires) y Máster en Economía y Ciencias Politicas por ESEADE. Es investigadora asociada a la Fundación Atlas, miembro del Centro Alexis de Tocqueville y del Foro Latinoamericano de Intelectuales.
Patrón oro: Tipos de cambio fijo o paridad:
Publicado por Nicolas Cachanosky el 9 de enero de 2012: en http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2012/01/05/patrn-oro-tipos-de-cambio-fijo-o-paridad/#more-1632
Con el reciente interés en sistemas monetarios alternativos que la crisis financiera y la situación del Euro parecen haber traído, se ha renovado el interés por sistemas monetarios alternativos. Entre otros, el de patrón oro ha sido uno de los más discutidos. Que varias de las críticas realizadas al patrón oro son incorrectas o imprecisas no es nuevo.
Sin embargo, las presentaciones del patrón oro hacen referencia a tipos de cambio fijo, lo cual es impreciso, por no decir incorrecto. Salvo en un comentario de Larry White en Free Banking, no es fácil encontrar mención de este problema. Esta confusión es importante por dos motivos, (1) muestra que tan bien se comprende el sistema de patrón oro y (2) hace desaparecer algunos de los supuestos problemas del patrón oro.
Las referencias al tipo de cambio fijo se hacen en dos sentidos. Por un lado entre las notas bancarias o billetes y el oro y por el otro entre las notas bancarias de distintos bancos emisores (centrales). De este modo, se da a entender que el sistema de patrón oro consiste en fijar el precio del oro (price level target of one good) y/o tipos de cambio fijo entre las monedas de los distintos países. Si bien estas dos expresiones podrían llegar a considerarse como dos caras de una misma moneda, no dejan de errar al punto.
Hay dos aspectos centrales del patrón oro. En primer lugar no hay varias monedas que fijan su precio contra un bien, sino que hay una sola moneda a nivel internacional: el oro. Los billetes que emiten los bancos centrales no son dinero en sí mismo, sino que son substitutos monetarios en al forma de billetes convertibles. Este no es un mero detalle. La nota bancaria es convertible, que no es lo mismo que poseer un precio en términos de oro. No hay, por ejemplo, un precio entre el título de propiedad de una vivienda y la vivienda. No hay un “pegging” entre un cheque y el monto de su denominación. Ver un tipo de cambio entre los billetes convertibles y el oro no es distinto que ver un tipo de cambio entre un cheque emitido en dólares y los dólares en el que está denominado. Ciertamente no es lo mismo hablar de inconvertibilidad del billete, lo cual claramente implica un default o incumplimiento de contrato, que de “ajustar el peg” del billete contra el oro. Referirse al patrón oro como un sistema que fija el precio del oro es confundir qué es y qué no es dinero en el sistema de patrón oro.
Por exactamente el mismo motivo no hay una relación de tipo de cambio fijo ni flotante entre los distintos billetes convertibles, sino que lo que hay es paridad. El ejemplo del cheque vuelve a ser ilustrativo. Si hay dos cheques emitidos por personas distintas, pero ambos denominados en la misma moneda, la relación de cambio de esos cheques no es un tipo de cambio, sino una paridad de conversión del mismo modo que uno convierte millas a kilómetros (y vice-versa) dado que ambos son dos unidades de medida de lo mismo. Un cheque por 500USD y otro por 1000USD no poseen un tipo de cambio, sino una relación de conversión. Dos billetes de 500USD por uno de 1000USD y vice-versa.
El tipo de cambio, a diferencia de la paridad, es un precio. Es decir, es un ratio de intercambio entre dos bienes. Si la relación entre los billetes convertibles fuese de tipo de cambio, entonces a más cheques de 500USD por cheques de 1000USD la relación entre ambos debería cambiar. Claramente esto no sucede. La relación de cambio, o paridad, no depende de la demanda y oferta como sí sucede con los precios.
Del mismo modo, la relación entre el billete convertibles y el oro no depende de demanda y oferta, sino del monto de conversión. Que al emitirse más billetes convertibles por el mismo monto no se altere la conversión a oro por billete no es fijar ningún precio. El billete, como el cheque, es un título de deuda por cierto monto de oro. Ciertamente que una unidad de oro siga siendo equivalente a una unidad de oro no implica fijar tipos de cambio.
Por supuesto, esto no quita que el precio del oro sí pueda cambiar. Si la demanda de oro se incrementa, su precio se incrementa respecto a otros bienes y servicios (no respecto al billete convertible). El mayor precio relativo del oro incentivará la producción del mismo.
Esto es importante para entender el sistema de patrón oro, y porque la diferencia con el sistema de cambio oro es mucho mayor que lo que la similitud de sus nombres parece indicar. En el segundo sí hay un precio entre el billete y el oro. Al momento que es la autoridad monetaria la que decide el monto de conversión, el billete deja de ser un estricto título de deuda como lo es en el patrón oro para pasar a tener identidad propia. En términos legales puede figurar como una deuda, pero en términos económicos es valuado de manera distinta.
Por este motivo, por ejemplo, Mises clasifica al billete convertible como un sustituto del dinero, pero al credit y fiat money como dinero propiamente dicho. El credit money, en su terminología, corresponde a al billete en el patrón cambio oro.
Si se comprende que en el patrón oro la moneda es el oro, y los billetes convertibles son sustitutos, desaparecen dos problemas importantes:
- Cuál debe ser la política monetaria en un sistema de patrón oro: Justamente no hay lugar para la política monetaria. Si esto fuese posible, entonces el sistema ya no es de patrón oro, sino del patrón de la entidad que administra el sistema (por ejemplo en el patrón cambio oro).
- No hay política de tipo de cambio: El mismo no puede ser fijo ni flotante porque hay una sola moneda. Distinta es la situación si algunos países poseen patrón oro y otros patrón plata. En ese caso, entre la plata y el oro sí hay un precio del mismo modo que lo hay entre el oro y los bienes y servicios. Pero ya sea que se considere que bajo el patrón oro las cosas andaban bien o mal no tiene nada que ver con tipos de cambio fijos o flotante; sino con tener una única moneda.
Algunos economistas suelen objetar a aquellos que prefieren manejar sus escritos en prosa, alegando que el uso de matemáticas evita confusiones y es más claro. Más allá de los beneficios y problemas que el uso de la matemática en economía puede acarrear, el tratamiento del patrón oro como un sistema de tipos de cambio fijo es una muestra no de los problemas de la prosa sino del mal uso de la misma. Es la teoría, no el lenguaje, lo que no está claro. Un uso descuidado del lenguaje no más problema de la prosa de lo que es un problema de la matemática el mal uso de la misma. No se puede criticar a una herramienta si no se le da un uso apropiado. Utilizar el término “precio (o tipo de cambio)” para dos fenómenos sustancialmente diferentes confunde, más que aclarar el funcionamiento de sistemas monetarios alternativos.
Nicolás Cachanosky es Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE), y Doctorando en Economía, (Suffolk University). Es profesor universitario.
Los límites del lenguaje y del diálogo:
Por Gabriel Zanotti: Publicado el 8/1/12 en http://gzanotti.blogspot.com/
Toda mi vida he practicado el diálogo y he escrito sobre él. Bueno, he tenido mis malos días, como todos. Muchas veces no he dialogado cuando debía, muchas veces no he comprendido al otro, y, además, a veces he tenido que dejar de dialogar en defensa propia. Pero sin embargo puedo afirmar que el diálogo es uno de los ejes de mi existencia, muy criticado (o criticada) por aquellos que creen que diálogo es incompatible con la verdad.
Pero esta vivencia del diálogo me ha llevado, últimamente, a darme cuenta de sus límites. Cuidado, no es una renuncia ni una claudicación, casi al contrario, es una re-afirmación, porque no se puede practicar lo irreal.
Mis colegas, por ejemplo, tienen una fascinación por las notas al pie. No sólo porque eso les, nos, permiten publicar esas cosas en el publish or perish, sino porque creo que las suponen análogas a los datos de las ciencias naturales, que obviamente son también una ilusión. Creen que citado el texto, terminado el debate, “se demuestra lo que el autor quiere decir”, y el debate se hace peor si del otro lado hay otra ametralladora de citas y así ad infinitum. Por algo dijo Gadamer que las citas no prueban nada. ¿Quieren la cita?
Tuve una experiencia especialmente delicada una vez que un discipulo brillante me preguntó algo, yo le respondí, y él me dijo que no le había respondido. Yo insistí: ya sé que no estás de acuerdo, pero te respondí. No, no le había respondido, porque no era la respuesta que él esperaba. Impresionante.
Hace poco me pidieron participar en un blog. No tenía muchas ganas pero lo hice, para defender a un amigo. Dije “tal cosa”, y que tal cosa estaba demostrada en mi tesis de doctorado, y obviamente invité a su lectura para que me pudieran refutar si querían. Pero no: mi contra-opinante sostuvo que yo no le había respondido, a lo cual yo respondí que sí, que había respondido, con la salvedad de que una tesis no se puede resumir en un blog. Al menos en mi humilde opinión. Pero obviamente del otro lado siguieron esperando que yo sintetizara toda mi tesis en 20 renglones, y que si no, “no respondía”.
O para dar otros ejemplos, esos debates interminables entre miembros del mismo paradigma. Como los tomistas que han debatido ad infinitum sobre el constitutivo formal de la sustancia, o los actuales austríacos que se siguen matando ad infinitum sobre 100% de reserva o sistema fraccionario. Y todo con acusaciones mutuas de heterodoxia, de “infidelidad” a un supuesto sistema de pensamiento o a un supuesto gran autor. ¿No será que no advierten que hay algo, complejo, que no puede ser “concluído” por una supuesta precisión de un humano discurso? ¿No será que hay un hablar de tal modo que dejemos siempre abiertas al infinito nuestras humanas y razonables certezas? ¿No será que ese infinito es Dios?
Y líbrate Dios de las llamas del infierno si llegas a decir que no puedes o no tienes tiempo o no te llegó el momento vital de leer a tal autor que, para el que te recomienda leerlo, es desde luego “el” autor. ¡Ah, es que estás cerrado a la verdad!!!!!!!!
Todas estas experiencias me han llevado a cierto escepticismo sobre las posibilidades del lenguaje, de los relatos, discursos y del diálogo, o mejor dicho, más que escepticismo, conciencia de sus límites. ¿Qué es un texto sin contexto? Ya sabemos que casi nada. ¿Y qué es el contexto? Es un misterio, tan fascinante como lapidario. ¿Qué es el contexto que lleva a la mutua comprensión? Es una mirada, es una escucha, es un abrazo, es un silencio, es una actitud, es transferencia, es cualquier cosa excepto un texto. Y lo mismo, todo ello, todo ello tan humano es lo que lleva a no comprenderse. Y no hay texto que lo resuelva.
Así que Wittgenstein tenía razón. De lo que no se puede hablar, mejor callar. O, mejor, hablar de otro modo. ¿De qué modo? No lo sé muy bien, o ya lo dije, o no vale la pena decir más. ¿Cómo puedo, además, seguir hablando de esto? ¿Qué texto puede suplir el contexto al que me refiero? Claro, cualquier cosa puede ser “texto”… Persona, acción…. ¿Acaso la creación no es el texto de Dios?
Dentro de poco, para que vean que no me he vuelto escéptico, saldrá un “texto” mío donde hablo de esas cosas que para los neopositivistas no tienen sentido. Pero no tendrá, esta vez, de mi parte, ninguna explicación del contexto para entender el texto. Hay mensajes muy importantes que están en el texto pero no están explícitos. Para los que quieran/puedan leer el contexto, toda aclaración será innecesaria. Para los que no, toda aclaración será insuficiente.
Yo, obviamente, seguiré hablando, pero el silencio, oh divino silencio, será insustituíble.
Gabriel J. Zanotti es Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es profesor full time de la Universidad Austral y en ESEADE es Es Profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.
Hay feminismos y feminismos:
Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 5/1/12 en: http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=7074
Con toda razón nos repugna y alarma la idea de la esclavitud. Nos resulta difícil aceptar que se pudiera implantar esa institución a todas luces espantosa y criminal, pero a veces se pasa por alto la esclavitud encubierta de la mujer en la época del cavernario machismo. Contemplemos la situación de un ser femenino que tuviera alguna ambición más allá de copular, internarse en la cocina y zurcir. Imaginemos a grandes personas como Sor Juan Inés de la Cruz que sugirió asistir a la universidad vestida de varón para poder estudiar y que finalmente lo hizo en el convento, acosada por los atropellos de las mentes inquisitoriales de sacerdotes nefastos que no soportaban que sobresalga una mujer. Imaginemos más contemporáneamente a la extraordinaria Sophie School objeto de burlas por ser mujer y por señalar los crímenes del nazismo en una notable demostración de coraje al distribuir material sobre la libertad en medios universitarios del nacionalsocialismo (fue condenada a muerte, sentencia ejecutada de inmediato para que no dar lugar a defensa alguna). Más cerca aún en el tiempo, imaginemos a la intrépida periodista Anna Politkovskaya, también vilipendiada por ser mujer y asesinada en un ascensor por denunciar la corrupción, los fraudes y el espíritu mafioso de la Rusia después de salir del infierno comunista.
Pero sin llegar a estos actos de arrojo y valentía extremos, la mujer común fue tratada durante décadas y décadas como un animalito que debía ser dúctil frente a los caprichos y desplantes de su marido, sus hermanos y todos los hombres que la rodearan. Han sido vidas desperdiciadas y ultrajadas que no debían estudiar ni educarse en nada relevante para poder hundirlas más en el fango de la total indiferencia, embretadas en una rutina indigna que solo resistían los espíritus serviles.
En realidad, en algunos casos todavía se notan vestigios de aquel machismo troglodita: no hay más que mirarle los rostros a algunos sujetos cuando hace uso de la palabra una mujer sobre temas que consideran son privativos del sexo masculino. Todavía en reuniones sociales se separan los sexos en ambientes distintos: unos para reflexionar sobre “temas importantes” y otro para hablar de pañales y equivalentes. Hay todavía maridos que no parecen percatarse de las inmensas ventajas que le reporta el intercambiar opiniones con sus cónyuges formado un equipo para hacer frente a todos los avatares y andariveles de la vida. Los acomplejados sienten que pierden posiciones o son descolocados si se le diera rienda suelta a las deliberaciones del sexo femenino. En verdad son infradotados que solo pueden destacarse amordazando a otras.
Lo dicho para nada subestima al ama de casa cuya misión central es nada menos que la formación de las almas de sus hijos, por cierto una tarea mucho más significativa y trascendente que la de comprar barato y vender caro, es decir, el arbitraje a que usualmente se dedican los maridos como si se tratara del descubrimiento de la piedra filosofal, en lugar de comprender que se trata de un mero medio para, precisamente, formarse y formar a sus descendientes.
La pionera en el feminismo o en otros términos la liberación de la mujer de la antedicha esclavitud encubierta, fue Mary Woolstonecraft que murió al dar a luz a Mary Godwin, la autora de Frankenstein que contrajo nupcias con Percy Shelley (el del poema Power, like a desolating pestilente/ Pollutes whate`er it touches). Esta extraordinaria precursora escribió en 1792 A Vindication of the Rights of Women, libro en el que se leen párrafos que contienen los siguientes pensamientos: “¿Quién ha decretado que el hombre es el único juez cuando la mujer comparte con él el don de la razón? Este es el tipo de argumentación que utilizan los tiranos pusilánimes de toda especie, ya sean reyes o padres de familia […] Pero si las mujeres deben ser excluidas sin tener voz ni participación en los derechos naturales de la humanidad, demostrad primero, para así refutar la acusación de injusticia y falta de lógica, que ellas están desprovistas de inteligencia […] Deseo sinceramente que desaparezca de la sociedad la diferencia entre los sexos, salvo cuando se trate de relaciones amorosas […] En la Teoría de los sentimientos morales del doctor Smith [Adam] se encuentra una descripción general de los aristócratas que a mi entender podría muy bien haberse aplicado a las mujeres […] ¿Acaso esto demuestra que el alma tiene un sexo? […] Tanto la novela como la música o la galantería tienden a hacer a las mujeres unas criaturas de la sensación; de este modo, su carácter se forma en el molde de la estupidez […] que revelan un grado de imbecilidad que degrada a cualquier criatura racional […] No deseo que tengan poder sobre los hombres sino sobre si mismas [a pesar de que] los hombres a través de sus escritos han intentado con mayor tesón domesticar a la mujeres”.
Pensemos en lo que significaba escribir y publicar en esa época en medio de la más enfática condena social. A esta línea reivindicatoria adhirieron muchas figuras de muy diversa persuasión intelectual desde las liberales Isabel Paterson, Rose Wilder Lane, Voltarine de Cleyre y Suzanne LaFollette hasta, por ejemplo, Rosa Luxemburgo que después de doctorarse en la Universidad de Zurich, publicó varios libros de corte comunista pero con diferencias con Marx (su conocida “teoría del tercer hombre” en la que sostenía que el capitalismo perduraba por factores externos pre-capitalistas, noción que la separaban de la dialéctica hegeliana, lo cual la enemistó no solo con Lenin sino con Bernstein que la combatieron en distintos frentes, aunque fue asesinada por nacionalistas debido, entre otras trifulcas, a su acendrado internacionalismo).
En todo caso, esfuerzos en diversas direcciones para que se reconozca un lugar a las mujeres se desperdician malamente a través del inaudito “feminismo moderno” integrado en su mayor parte por lesbianas y resentidas que confunden autonomías individuales con la imposición de esperpentos de diversa naturaleza y cuotas en instituciones académicas y en lugares de trabajo que naturalmente desvirtúan y perjudican los centros de estudios y los mercados laborales ya que no pueden elegir candidatos o candidatas por grados de excelencia o eficiencias sino por sexo, lo cual, entre otras cosas, degrada a la mujer. La tontera ha llegado a extremos tales que se ha propuesto, por ejemplo, que la asignatura history se denomine herstory y otras sandeces por el estilo que convierten el genérico el en una afrenta a las nuevas feministas que además consideran la función maternal como algo reprobable e indigno.
Comenzó esta tradición Anna Doyle Wheeler quien estaba muy influenciada por Saint Simon y mucho más adelante siguieron Clara Fraser, Emma Golman, Donna Haraway y Sylvia Walburg quienes aplicaron la tesis marxista de la opresión a las reivindicaciones feministas y sostienen que la propiedad privada constituye una institución que debe abolirse tal como lo patrocinan, por ejemplo, la Chicago Women´s Liberation Union y los movimientos de liberación femenina en todos los continentes pero iniciados por Betty Friedan, Audre Lorde y Cherrie Moraga quienes disponen de múltiples medios propios, principalmente revistas de gran porte en todos los idiomas.
Es de esperar que se retome la tradición original del feminismo y se abandone la nueva versión que sirve de pretexto para penetrar con el ideario socialista y que apunta a la liquidación de la familia y, en la medida en que el mundo se torne civilizado y, por tanto, desparezcan las servidumbres de las mujeres en algunos países en los que hoy se las sigue hostigando despiadadamente, recién entonces podrá desaparecer el original y benefactor feminismo porque así, justificadamente, perdería su razón de ser, del mismo modo que hoy en países civilizados desapareció la necesidad de contar con asociaciones para liberar esclavos.
Carlos Grané en El puño invisible denuncia un pretendido arte desde el futurismo al posmodernismo por su banalidad, sadismo, violencia, fealdad, vulgaridad, exhibicionismo, irreverencia, grotesco erotismo, relativismo, escatología, ruido y feminismo de la peor forma. Respecto a esto último escribe que “la filósofa” Luce Irigaray mantiene que “la ecuación de Einstein de e = m.c2 [la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado] es machista. ¿La razón? Privilegia la velocidad de la luz sobre otras velocidades igualmente vitales para el ser humano. En jerga feminista, esto significa que la ecuación de Einstein fomenta la lógica del más rápido, lo cual responde a un típico prejuicio machista”.
En esta materia igual que en otras, el tema medular radica en los procesos educativos al efecto de despejar telarañas mentales. Tarea esta difícil y de largo aliento porque requiere “quemarse las pestañas” y estudiar mucho y actualizarse para poder enseñar. Hay quienes -perezosos y figurones- pretenden saltearse etapas: poner la carreta delante de los caballos, como si se pudiera ejecutar algo antes de haber sido comprendido y actuar en política. Dicen que “hay que ensuciarse en la arena política sacrificándose por la patria” y otras gansadas de índole semejante (naturalmente no se han anoticiado sobre el public choice de Buchanan), en verdad la mayoría busca la foto y el protagonismo. Como ha escrito el muy spenceriano Borges, en gran medida se trata de sujetos que individualmente considerados puede afirmarse en rigor que “ya se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien, para que no se descubriera su condición de nadie”. Personalmente tengo por estos personajes la misma opinión que tienen las palomas por las estatuas.
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía, Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fué profesor y primer Rector de ESEADE.
La competitividad en la Argentina 2011
Por Pablo Guido. Publicado el 21/12/11 en: http://www.fundacionprogreso.com.ar/publicaciones/nota.php?id=138
La señora presidente, al ser investida nuevamente para un segundo mandato el sábado 10 de diciembre pasado, se refirió a la creación de una Subsecretaría de la Competitividad, poniendo de manifiesto la importancia que reviste el tema para su gobierno (“…es el gran desafío que vamos a tener en esta etapa que viene: mejorar la competitividad…”). Según el Reporte Global de Competitividad, publicado anualmente por el Foro Económico Mundial (WEF, sus siglas en inglés), la competitividad es “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. En el libro The Power of Productivity, William Lewis define a la productividad como “…la relación del valor de los bienes y servicios que los consumidores proveen y el monto de tiempo trabajado y capital usado para producir dichos bienes y servicios. Si una empresa produce más bienes y servicios por el mismo esfuerzo o si produce la misma cantidad de bienes y servicios con mejor esfuerzo, su rentabilidad se incrementa”. Simplificando, podríamos afirmar que una empresa competitiva es una empresa que ha logrado alcanzar, mediante un proceso de mejora de su productividad, un nivel de rentabilidad que le permite mantenerse en el mercado.
¿Cuál es la situación del país en lo que respecta a la competitividad? Según el Foro Económico Mundial (WEF) la Argentina, entre un ranking de competitividad global de 142 países, ocupa la posición 85º. Los países latinoamericanos mejor posicionados son Chile (31º), Panamá (49º), Brasil (53º), México (58º), Uruguay (63º), Perú (67º) y Colombia (68º). Los países más competitivos del planeta son Suiza, Singapur, Suecia, Finlandia, EEUU, Alemania, Holanda, Dinamarca, Japón y Reino Unido. Ninguno de estos países tiene un ingreso per cápita menor a los u$s 50,000 anuales, quintuplicando el nivel argentino que apenas llega a los U$S10,600 para este año 2011. Según el reporte del WEF, la Argentina está peor calificada (por debajo del puesto 100º) en derechos de propiedad, independencia de la justicia, favoritismo político, despilfarro del gasto público, en ciertos aspectos de la infraestructura, en la evolución de la inflación, en las regulaciones a los mercados de bienes y servicios, la carga tributaria, las barreras comerciales a las exportaciones e importaciones, las regulaciones y costos de los mercados laborales y financieros, entre los factores más relevantes.
Otro informe, el Doing Business, que publica anualmente el Banco Mundial, mide la facilidad de hacer negocios que tienen los empresarios en un país. Los variables relevadas por el Banco Mundial son la apertura de una empresa, el registro de propiedades, obtención de créditos, protección de inversores, cumplimiento de contratos, pago de impuestos, comercio internacional y resolución de la insolvencia, entre las más importantes. En definitiva se miden y analizan las regulaciones que tiene que enfrentar un emprendedor para iniciar, permanecer y salirse de un negocio. Entre una muestra total de 183 países la Argentina se ubica en el puesto 113. Los países de menores trabas al emprendedor son Singapur, Hong Kong, Nueva Zelanda, EEUU, Dinamarca, Noruega, Reino Unido y Corea del Sur. De nuevo, son países cuyos habitantes alcanzan niveles de ingresos de los más elevados del planeta. Los países latinoamericanos mejor ubicados son Chile (39º), Perú (41º), Colombia (42º), México (53º), Panamá (61º) y Uruguay (90º). La Argentina sufre peores calificaciones en lo que respecta a las regulaciones para iniciar un negocio (cantidad y costos de trámites, días de demora, requisitos mínimos de capital), el registro de la propiedad (procedimientos para transferir un título de propiedad, el tiempo y el costo de cada procedimiento), la protección al inversor (divulgación y responsabilidad en transacciones entre partes vinculadas), el pago de impuestos (pagos, tiempo y tasa de impuesto total) y el comercio internacional (documentos, tiempo y costos).
Por lo tanto, a través de estas dos mediciones podemos observar aproximadamente cuáles son las dificultades que enfrenta un empresario en Argentina. Tanto desde el punto de vista del contexto institucional macro (derechos de propiedad, infraestructura, gasto público, etc.) y las regulaciones que a nivel microeconómico impactan también sobre la empresa. Ambas áreas, la macro y la micro, son tomadas en cuenta al momento de tomar decisiones en términos de inversiones para una empresa que ya se encuentra instalada o para los que están pensando en ingresar al mercado.
El reporte del Foro Económico Mundial así se refiere a la situación argentina, en términos de competitividad: “El extraordinario potencial competitivo del país…se mantiene sin cumplir por una falta de confianza en sus instituciones y en las grandes ineficiencias en la asignación de sus bienes, como así también en los mercados laborales y financieros”. Quizás la preocupación de muchos emprendedores argentinos no sólo resida en la falta de respuesta de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales en términos de “hacerle la vida” menos difícil a las empresas sino fundamentalmente en la definición que la presidenta hizo de lo que había que hacer en términos de mejora de la competitividad: “…no puede haber reglas generales para todas las empresas ni para todos los empresarios…vamos a ir empresario por empresa, actividad por actividad”. No observamos en esta definición un objetivo de reducir o simplificar todas aquellas regulaciones, costos, trámites que el Estado les genera a los emprendedores privados para de esa manera tener más incentivos a invertir en el país y mejorar así la productividad y competitividad. Lo que se intuye es que los funcionarios a cargo del área de competitividad seguirán actuando de manera discrecional y arbitraria, sin aplicar la necesaria igualdad ante las leyes por parte de los empresarios ni del imperio de la ley por encima de la persona que circunstancialmente ocupe un cargo público. La percepción que generan las palabras presidenciales es que la competitividad de las empresas argentinas se “resolverá” mediante controles de precios y costos (“…la competitividad exigirá que examinemos en forma conjunta utilidades y rentabilidades…). No es una manera eficaz de atraer las inversiones que esta etapa de la economía argentina demanda.
Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina).
Habrá apuestas, pero no tan audaces
Por: Aldo Abram. Publicado el 3/1/12 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2012/01/03/habra-apuestas-pero-no-tan-audaces/
Gran parte del escenario de las inversiones para el año nuevo dependerá de lo que suceda con la Eurozona, afirma a LA GACETA el economista Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso. Y, en este sentido, sostiene que se vislumbran dos potenciales escenarios y claramente distintos:
• Si en los próximos meses los líderes de la Unión Europea logran resolver el problema de confianza del bloque, podrá entonces pensarse que 2012 puede llegar a ser un año bueno para las inversiones en el mundo. “Y esto puede llevar a una suerte de veranito financiero como el que tuvimos desde el segundo trimestre de 2009 hasta fines de 2010″, puntualiza. En ese contexto, puede llegar a subir el valor de los activos financieros, de los inmuebles y hasta del oro. “Los inversores, para volcar sus capitales, requieren de que el clima sea tranquilo, de cierta certidumbre, para volver a apostar por activos con riesgos”, acota. Si este panorama se da, será una buena noticia para las economías emergentes, que pueden llegar a ofrecer a los inversores altos rendimientos y buenas tasas de crecimiento.
• Si la perspectiva es mala, aclara Abram, el segundo escenario será negro y las monedas tendrán una tendencia hacia el alza. Contrariamente, los activos caerán y productos como el oro pueden llegar a ser muy vapuleados por el mercado. En ese escenario, indica el economista, la alternativa será indudablemente el dólar.
“Habrá apuestas de riesgos, porque siempre hay alguien que ve oportunidades en la crisis, pero no serán demasiadas audaces, sobre todo en la Argentina, donde un inversor puede llegar a pensar que si ingresa dólares al país es posible que luego no pueda sacarlos”, indica.
Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .
Defender ¿qué?
Por Carlos Rodríguez Braun: Publicado el 3/1/12 en: http://www.larazon.es/posts/show/defender-que
Leí en El País Semanal un artículo de Jesús Rodríguez muy elogioso sobre los brigadistas; todo en ellos fue “valor y solidaridad…eran jóvenes y no eran soldados; habían militado en el pacifismo. Eran unos soñadores”. Pero eran comunistas, y el autor no pondera qué habría sucedido si hubiesen ganado la Guerra Civil. Y eso que menciona las purgas estalinistas, que afectaron incluso a algunos brigadistas. El endiosamiento de la izquierda frente a Franco tiene el mismo resultado que la demonización de éste y del fascismo en general: tapar los crímenes del comunismo. Recordemos que luchar contra Franco o contra Hitler no le convierte a uno en amigo de la libertad.
En este mismo reportaje aparecen Santiago Carrillo y La Pasionaria, no precisamente unos soñadores pacifistas y liberales. La protagonista, la anciana Lise London, declara, “aún soy comunista…combatimos por la libertad”. Pero esto no puede ser cierto: los comunistas nunca lucharon por la libertad, puesto que el comunismo la arrasó en medio planeta. La clave de la idealización del bando antifranquista la da Jesús Rodríguez cuando habla de los brigadistas y “un hecho sorprendente: nunca renegaron de su aventura española”. Pero esto no es sorprendente: no renegaron porque perdieron. La derrota les permitió fantasear hasta hoy con su pasado, y tapar el horror al que sometieron al pueblo sus camaradas comunistas en todos y cada uno de los países donde ganaron.