La inconveniencia de la pauta oficial

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 10/5/23 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-inconveniencia-de-la-pauta-oficial-nid10052023/

Hace un tiempo, un diplomático retirado organizaba como dueño de casa reuniones en torno a una mesa muy bien servida a efectos de debatir sobre diversos temas de actualidad. Además de los aspectos gastronómicos atractivos, al contrario de lo que suele ocurrir en reuniones sociales, donde el tartamudeo es habitual, en este caso la condición era que cada uno hablara brevemente por riguroso turno sin interrupciones. En uno de esos encuentros el tema fue la libertad de prensa, oportunidad en que un destacado editor de un diario de nuestro medio se quejó amargamente sobre lo que, estimaba, era una discriminación inaudita a su periódico por parte de la agencia oficial de noticias.

Cuando me tocó el uso de la palabra, manifesté que el tema no consiste en criticar la habitual distribución de la pauta oficial por razones políticas, sino en eliminar Télam, entidad de raigambre fascista creada por Perón en 1945 para domesticar al periodismo independiente (una redundancia, pero dado lo que venimos consignando vale el pleonasmo). Afortunadamente, en esa ocasión mutó la conversación en línea con la liquidación de entidades de esa naturaleza para navegar en un sistema compatible con una sociedad libre, lo cual fue, entre otros comensales, también suscripto por otro conocido periodista presente.

En este contexto, igual que ocurre en los países civilizados, cuando el gobierno tiene algo que decir lo hace público en el Boletín Oficial y vía conferencia de prensa o se opta por la tercerización. La libertad de prensa constituye una garantía fundamental en el sistema republicano, donde se apunta a la estricta limitación al poder. La crítica al poder político es parte medular de la sociedad libre, junto con todo lo que el opinante considere que debe ventilarse. Lo contrario, la cerrazón decretada por los mandones del momento, es característico del espíritu totalitario. La protección al cuarto poder resulta vital también para aprender en el curso de debates abiertos, ya que, como nos ha enseñado Karl Popper, el conocimiento tiene la característica de la corroboración provisoria. Por eso es tan ilustrativo del lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba: no hay palabras finales.

En nuestro medio viene ocurriendo un proceso de suma gravedad que afecta de lleno a la libertad de prensa. Como es sabido, en un ámbito de libertad cada propietario hace lo que estime pertinente en su espacio sin que medie regulación de ninguna naturaleza que pretenda administrar lo que pertenece a cada cual. Pero hoy hay medios que aparecen camuflados como privados aunque al ser alimentados por pautas publicitarias colosales son, en verdad, estatales, con lo cual lo que hacen y deshacen se torna en censuras, con el disfraz de “privado” para contar con la facultad de dejar sin efecto programas y voces en nombre del derecho de propiedad. Es una grosera cosmética que apunta a disimular el ataque a la libertad de prensa.

Cabe subrayar que debieran liquidarse todos los medios radiofónicos, televisivos y gráficos pertenecientes al Gobierno, puesto que, además, implican un derroche de los siempre escasos recursos, como ocurre en todas las mal llamadas “empresas estatales”, una contradicción en los términos, puesto que una empresa supone asumir riesgos con el propio patrimonio, y no a la fuerza con el de otro, que necesariamente se destina a fines distintos de los que habría elegido la gente si hubiera tenido la oportunidad de disponer del fruto de su trabajo. Decimos además, puesto que en el caso que nos ocupa se lesiona la libertad de prensa, convirtiéndola en un mecanismo de control político para atender los caprichos de quienes ocupan cargos en monopolio de la fuerza.

Todos los políticos inescrupulosos se hacen de estas herramientas estatistas para alentar sus campañas electorales y transmitir apoyos que de otro modo no tendrían. Son caraduras que mantienen una supuesta parla republicana y, tras bambalinas, arremeten contra todo vestigio de decencia y limitación al poder en una andanada a contramano de la libertad de prensa.

No caigamos en el consabido error garrafal de sostener que no se puede privatizar. En mi libro Maldita coyuntura –donde sugiero debates de fondo y no meras descripciones circunstanciales– transcribo un texto extraordinario de los marxistas de la revuelta del mayo francés, escrito en grafiti por todos lados: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Y las izquierdas, en verdad, son realistas, puesto que de tanto pechar con sus ideas logran marcar agendas, al contrario de lo que hacen no pocos de los supuestos defensores de la libertad, que son timoratos y se adaptan a lo “políticamente correcto”, con lo que se pierde la batalla cultural.

Afortunadamente pasaron los tiempos del Index Expurgatorius, en el que papas pretendían restringir lecturas de libros, pero hoy irrumpen en la escena comisarios que limitan o prohíben, lo cual, al decir del decimonónico Richard Cobden, en última instancia “son impuestos al conocimiento”. La formidable invención de la imprenta por Pi Sheng en China y la contribución extraordinaria de Gutenberg no han sido del todo aprovechadas, sino que, a través de los tiempos, se han interpuesto cortapisas de diverso tenor y magnitud, pero en estos momentos han florecido (si esa fuera la palabra adecuada) megalómanos que arremeten con fuerza contra el periodismo.

Esto ocurre debido a la presunción del conocimiento de gobernantes que, sin vestigio alguno de modestia y a diferencia de lo sugerido por Einstein en cuanto a que “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos”, se autoproclaman sabedores de todo cuanto ocurre en el planeta, y se explayan en vehementes consejos a obligados, obsecuentes y serviles escuchas en imparables verborragias.

En una sociedad libre no hay “delitos de prensa”; hay delitos, del mismo modo que no hay delito de pistola o delito de cuchillo, sino que se puede cometer delito vía estas armas, el delito eventualmente puede cometerse a través de la prensa, como cuando se hace la apología del delito, por ejemplo, invitando a que “se asesine a los rubios”, lo cual abre la posibilidad a que algún rubio acuda a la Justicia en su resguardo, la que se pronunciará sobre el caso o las calumnias, agravios e injurias que los estrados judiciales estimen punibles. En parte, es lo que se conoce como la controvertida y a veces manipulada “doctrina de la real malicia” iniciada en Estados Unidos (real malice) con el caso New York Times vs. Sullivan en 1964, figura incorporada por la Corte Suprema de Justicia argentina con suerte dispar. El contrapoder o Poder Judicial en un sistema republicano tiene siempre la última palabra.

Viene muy al caso reproducir una cita de la obra clásica de John Bury, Historia de la libertad de pensamiento: “El mundo mental del hombre corriente se compone de creencias aceptadas sin crítica y a las cuales se aferra firmemente […] Las opiniones nuevas son consideradas tan peligrosas como molestas, y cualquiera que hace preguntas inconvenientes sobre el porqué y el para qué de principios aceptados es considerado un elemento pernicioso”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Gabriel Zanotti responde a: Otra amable respuesta a “Liberalismo, biología y personas trans – Respuesta a Gabriel Zanotti”, de Iván Carrino.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 16/4/23 en: https://gzanotti.blogspot.com/2023/04/otra-amable-respuesta-liberalismo.html

Van mis respuestas en itálicas.

Liberalismo, biología y personas trans – Respuesta a Gabriel Zanotti

Iván Carrino / Lunes 10 de abril de 2023 / Dejá un Comentario

Gabriel Zanotti, gran profesor, filósofo y destacado referente del liberalismo en el mundo hispanoparlante, escribió una amable respuesta a mi posteo sobre el liberalismo y las personas trans.

Con Gabriel siempre hemos conversado (a través de posteos, comentarios a los posteos, y también con café de por medio) sobre estos asuntos de forma muy civilizada, algo que claramente no es frecuente ver en redes sociales.

Así que, como ha expresado algunos puntos de coincidencia y otros de disidencia con honestidad intelectual y dedicación personal al asunto, procederé a dar una respuesta a algunos de sus comentarios.

En primer lugar, Gabriel dice que sumarse al “bullying mediático” y tratar a las personas trans como “enfermos mentales, degenerados, pedófilos o simplemente desviados y anormales” (cosas que digo yo que se hacen), “no es la forma de encarar el debate”. Esto es importante porque, así, se está separando de una militancia que es directamente negadora de toda la cuestión trans, tachando a ésta de “ideología de género”, como si las personas trans no existieran, sino que fuesen producto de una ideología.

Exactamente, sabés que esos modos nunca fueron mi camino.

El punto delicado, sin embargo, es la ironía. La ironía siempre está a milímetros de la ofensa. Pero a veces es una reacción a algo que ha legado al ridículo (ver por ejemplo https://www.perfil.com/noticias/policia/no-soy-fernando-soy-amanda-femicida-dice-ser-mujer-evitar-condena.phtml). Yo mismo la he utilizado, para otros temas, y tal vez no siempre bien. Pero si alguien dice por ejemplo “me autopercibo persona no tributante y por ende no voy a pagar impuestos”, no creo (faliblemente) que sea una ofensa. Es una crítica velada al relativismo total. Pero tenés razón, ni siquiera esas ironías sirven para un debate en serio.

En lo que sigue de su posteo hay varios comentarios a fragmentos del mío en donde, si bien existe algún matiz, en general estamos de acuerdo.

Luego viene el párrafo que cito abajo, en respuesta a mi planteo de que el debate sobre el trato que deben recibir las personas tránsgenero no es biológico, sino moral, jurídico y político. Gabriel sostiene lo citado abajo, que dividiré en puntos para comentar uno por:

(1) EL problema es poner presos a quienes no quieran usar los pronombres llamados inclusivos, a los padres que NO quieran que sus hijos reciban educación trans, cosa que llega incluso hasta mandarles el FBI. ESE es el problema.

(2) El problema se produce también cuando te violan las normas de un contrato y te meten a la fuerza a competir con un trans, y más aún cuando el trans en cuestión te destroza la cara en el boxeo, y más aún cuando un trans te golpea porque protestás públicamente por ello siendo una gimnasta mujer,

(3) y más aún cuando un trans se mete en el baño de tus hijas y protestás por ello y entonces te mandan al FBI…. En una sociedad libre cada club de gimnasia tiene derecho a poner las normas que quiera pero hay que respetar los contratos pre-existentes.

(4) Y además la libertad de enseñanza presupone que los padres tengan derecho a elegir o no qué educación sexual querrán sin que ello tenga que ser decidido por el Estado o de lo contrario vas preso……………

(5) ¿Y los bloqueadores de hormonas y mutilaciones de pechos y penes OBLIGATORIAMENTE impuestos por sobre la voluntad de los padres porque un pedíatra o un docente los recomienda? ¿Te parece eso compatible con la libertad de enseñanza, con los derechos de los padres sobre los menores? ¿Es ese poder del Estado sobre los hijos compatible con una sociedad libre? Y si un padre protesta contra eso, también es procesado jurídicamente. ¿Es eso compatible con la libertad de expresión en una sociedad libre? De vuelta, lo que está en juego son las libertades de expresión, religiosa, de asociación…. Que sabés que tengo autoridad moral para defenderlas porque yo las he defendido siempre, para creyentes y no creyentes, siempre…………………

Respecto del planteo número 1, es necesario hacer precisiones. En primer lugar: ¿qué es la “educación trans”? ¿Explicarles a ciertos alumnos de cierta edad que las personas transgénero existen, así como explicarles que hay homosexuales, o que hay parejas divorciadas, y que todas merecen respeto es “educación trans” o “ideología de género”? Profundizo sobre este tema en el punto 4.

EL problema radica en los contenidos educativos por parte del Estado obligatorios para todo el mundo. Y el problema adicional es que en esos contenidos se incluyen contenidos obligatorios sobre la sexualidad so pena de diversas penalidades si los padres se oponen, desde ir preso, mandarte el FBI, multas, etc. ESE es el problema. Lo que yo defiendo allí es la libertad de enseñanza.

En segundo lugar, debe dejarse en claro que no hay nadie preso en Argentina (ni con una causa que pueda terminar así) por no utilizar el pronombre elegido por su contraparte en la comunicación. También aclarar que la “Ley de Identidad de Género”, en su artículo 12, sostiene que “deberá respetarse la identidad de género adoptada por las personas”, pero no hay penas previstas por incumplimientos a dicho artículo.

Bueno, no es cuestión de a dónde lega la legislación o qué legislación es mejor o peor. El asunto es tender a la derogación de toda legislación, conforme a lo que Hayek distingue como “Law, Legislation and Liberty”. Pocas veces se explica ese título: la “Liberty” es el resultado de haber reducido sanamente la “legislation”, como mucho, a la Constitución Federal, a un Bill of Rights…..

En cualquier caso, creo que vamos a coincidir con Gabriel en que los liberales no queremos leyes que obliguen a ser amables a las personas.

OK

 Pero eso no debería llevarnos a apoyar a cualquiera que sea deliberadamente poco amable, o incluso más, inquisidor, estigmatizante y agresor de la dignidad de los demás. Los liberales defendemos a ultranza la libertad de expresión, pero eso no quiere decir que apoyemos cualquier expresión, menos cuando ésta sea una expresión de odio de clase, odio racial, o -en este caso- de género. Para ser claros, defendemos que Juan Grabois diga todo lo que quiera sobre el capitalismo y los ricos de Argentina, pero no compartimos ni avalamos ninguna parte del contenido de sus expresiones.

OK (como ves, importantes acuerdos).

Resumiendo el punto. Estoy de acuerdo en que nadie debe ir preso ni recibir una pena impuesta por el gobierno por usar pronombres incorrectos (aunque sí apruebo la condena social o el rechazo de terceros cuando dicho acto ocurre). Además, considero que hay que aclarar a qué nos referimos con “educación trans” para evitar caer en debates que carecen de los debidos fundamentos.

Ok, creo que ya aclaré mi punto sobre la libertad de enseñanza.

Respecto del planteo número (2) yo considero que no hay nada de anti-liberal en que una competencia se organice de acuerdo a patrones biológicos. Entiendo perfectamente los argumentos de los que reclaman en el caso de Lia Thomas, porque sí existen diferencias biológicas que -en ocasiones específicas- afectan temas específicos. Esos casos deben ser atendidos y cada organización deberá resolver intentando generar un máximo nivel de justicia e igualdad de condiciones en la competencia.

Ok. En una sociedad libre cada club de gimnasia tiene derecho a organizarse según las normas que sus asociados acepten. Pero está el principio de la “buena fe en los contratos”, lo cual presupone aceptar las normas anteriores, y si hay vacíos jurídicos, ir a la justicia, pero sin perseguir, insultar o agredir, como se hace ahora, a las chicas que cuestionen que de repente tengan que competir con trans.

Al menos ese es mi punto de vista. Si no quisieran hacerlo, no podemos ir contra la voluntad de las organizaciones deportivas.

Ok, ese punto estaba implícito en lo que comenté recién.

 Ahora el problema es cuando se utilizan estos casos para continuar la campaña de agravios, marginación y rechazo de cualquier individuo trans. Ese es mí problema con este asunto.

Pero ahora las agraviadas, las insultadas, perseguidas y etc son las chicas que consideran injusta la situación. Finamente lo mismo de siempre: insultos y persecuciones de un lado y del otro…….

Respecto del punto (3) me pregunto, Gabriel, qué opinás de los baños sin género o mixtos que se pusieron en la planta baja de ESEADE. Desde un punto de vista de respeto de la propiedad privada, cada institución debería ser libre de poner el tipo de baño que se le ocurra.

Ningún problema con eso.

 Y, por supuesto, cualquiera es libre de entrar y salir de él o bien de ser parte, o no, de dicha organización. Nadie fuerza a la gente a ir al baño y, en cualquier caso, los padres podrán siempre hacer que sus hijos vayan al baño que ellos quieran. Incluso pueden acompañarlos dentro del baño si así lo desean, nadie se los impide.

No veo un gran problema en el tema de los baños salvo que creamos en la naturaleza netamente violenta y abusiva de los hombres biológicos, algo más propio de cierto feminismo radical que de personas razonables.

EL problema son los contratos implícitos anteriores. Hay padres que no creen jurídicamente correcto que la escuela primaria o secundaria, estatal o privada, donde asisten sus hijos, declaren de golpe que van a colocar baños mixtos. Eso debe ser aclarado previamente o consultado a los padres porque se trata de menores. Vuelvo a decirte, hay casos que rozan lo ridículo que luego generan reacciones, indebidas, pero comprensibles desde el punto de vista de un papá que no está debatiendo académicamente el tema. Hace poco un tipo no sólo se declaró trans sino que se autopercibió menor y comenzó a pasearse desnudo en el baño de las niñas de una institución. ¿Vos como padre te quedás tranquilo?

Sobre el punto (4), de la educación sexual, opiné en este post.

Sobre ese post, te cito: “…El problema no es el contenido en particular, sino la imposición”.

 ESE es el problema que afecta a la educación estatal desde siempre en todos los países. Como sabés yo soy partidario de una solución gradual del problema, ante la demanda cultural generalizada de que el Estado eduque. Pero como mínimo hay que permitir la libertad de planes y programas de estudio de los privados, cosa que a los redactores de la ESI ni se les pasó por la cabeza…………………

En cuanto al punto (5) hice muchas aclaraciones en este otro post sobre cuáles son los procedimientos, las edades, y los requisitos (médicos Y FAMILIARES), que la Asociación de Profesionales de la Salud Trans sugiere se adopten en casos de personas con disconformidad de género. Así que, si nos preguntamos sobre el derecho de los padres sobre los menores, habría que decir que las recomendaciones médicas y la legislación argentina -a priori- exigen que los padres estén de acuerdo con los procedimientos médicos.

Ahora bien, cuando un padre quiere apoyar a su hijo trans, ahí aparecen los que hasta hace poco decían “con mis hijos no te metas” y ponen el grito en el cielo. Yendo a la pregunta de Gabriel, si padres de hijos trans mayores de 10-14 años (dependiendo del caso) apoyan -con asesoramiento médico- que éstos utilicen hormonas que demoren su pubertad, eso es compatible con “los derechos de los padres sobre los menores”.

Puede gustar, o puede no gustar, obviamente, no es un tema sencillo y no hace falta tener una posición (desde afuera) sobre cómo deben proceder los padres en este caso. Pero es compatible con el derecho de ellos a decidir.

OK en principio. Pero EL problema hoy es no sólo que los padres que se oponen a ese tratamiento están siendo perseguidos jurídicamente, sino que incluso lo son quienes se oponen a que sus hijos sean mutilados por una orden médica apoyada por el Estado y contraria a su voluntad. Ese es el problema más grave hoy y que está generando todas esas reacciones que, luego, parecieran ser el problema de origen……….

Dije “en ppio” porque luego haré consideraciones adicionales.

Además, en Argentina, la ley exige hasta para el cambio del nombre en el DNI que la solicitud en caso de menores de 18 años sea presentada por “sus representantes legales y con expresa conformidad del menor”. Lo mismo se exige para tratamientos hormonales. Y cuando se trata de cirugías, además de los padres (representantes legales en la mayoría de los casos), se exige la “conformidad de la autoridad judicial” (artículo 11).

Mm, sobre el tema de las cirugías, me explayo después.

A la luz de estos datos: ¿Cuál derecho de los padres se está vulnerando?

Se podría argumentar aquí algo distinto. Que es el estado el que debe decidir por el mejor interés del menor, y que entonces debería prohibir todo tratamiento de este tipo incluso cuando el menor, sus padres y su médico deseen llevarlo a cabo. Esta posición supone que los menores de 18 años (en conjunto con sus padres y los médicos cercanos) no son capaces de tomar ninguna determinación de este tipo, pero que el estado sí puede hacerlo. Es un argumento que puede generar sus adhesiones, que entiendo que algunos apoyen, pero que no resulta fácilmente defendible desde el liberalismo.

Mm, sobre esto, me explayo después un poquito más…………….

Para ir cerrando, agradezco a Gabriel por sus líneas y sus comentarios. Espero su próxima respuesta, ya que sus consultas y comentarios han generado en mí también otras preguntas y comentarios. Pero también espero que este intercambio sirva para, al menos, seguir aclarando temas y no discutir sobre hombres de paja.

OKOK por supuesto.

Por último, me gustaría volver a referirme a lo que llamo campaña de bullying mediático contra las personas trans y preguntarle a Gabriel -o a cualquier liberal honesto y bienintencionado- qué piensa de estos doce ejemplos que tomé en una rápida búsqueda por Twitter:  unodostrescuatrocincoseissieteocho,  nuevediezoncedoce

OKOK, si, ya los vi, sabés que no apoyo esos caminos. Pero esto me hace acordar al famoso tema de las guerras. Los abusos siempre son indebidos de un lado y del otro, pero, ¿quién la comenzó? Muchos padres están hartos de levantarse un día y enterarse de que son ellos los que ahora son los criminales por defender su derecho a educar  a sus hijos en sus propios valores. Y eso, ¿es culpa de ellos?

¿Debemos los liberales apoyar esto solo por el miedo al aumento del gasto público, a los cupos de género y a una potencial lesión a la libertad de expresión?

Valentina Verbal escribió lo siguiente al respecto y cierro esta entrada con la cita completa:

¿Deberían los liberales apoyar, como lo hace Kaiser, el «derecho a ofender»? ¿Deben, moral y políticamente, los liberales expresar discursos que apuntan a la deshumanización de las minorías, en particular de las personas LGBTIQ+? No, porque si el liberalismo cree en el derecho de todos a buscar su propio destino, debería partir de la base que todas las personas y todas las identidades sexuales son parte de la humanidad desde la cual pueden reclamar ese derecho. El liberalismo siempre ha creído, en primer lugar, en la igualdad moral de todos los seres humanos. Por eso, entre los liberales, no deberían caber analogías agraviantes, o que apunten a menoscabar a las personas, especialmente cuando poseen una identidad sexual minoritaria.

Bueno, volvemos con esto al tema de la libertad de expresión. Estoy convencido de que el lobby LGBT no la respeta, como tampoco la respetaban antes los conservadores que querían meter presos a todos los que sostuvieran teorías de género nuevas. Yo siempre he defendido la libertad de expresión de todos……………… Lo cual me lleva a tres puntos generales:

1.    Ahora parece que son los católicos los que defienden las libertades de expresión, de asociación, de enseñanza, etc., ante el avance del Estado con la agenda LGBT. Claro, si nunca habían defendido esas libertades, pero ahora lo hacen, carecen de autoridad moral. Pero, ¿es mi caso? Yo defiendo las libertades de todos desde hace mucho tiempo, sean creyentes o no creyentes. Yo no defiendo la libertad de…etc “como católico” sino como ciudadano partidario del liberalismo clásico. Sabés que POR ESO los católicos ultra-antiliberales me detestan.

Por lo demás, está el tema de la “ofensa”. Hay católicos que defienden la libertad de expresión aunque ofenda a los trans, pero no la defienden cuando los ofende a ellos. Mi caso no es así: yo he opinado que incluso en esos casos debe intervenir la justicia y nunca una legislación general propuesta por el ejecutivo. (Ver https://institutoacton.org/2018/05/09/la-libertad-de-expresion-y-el-derecho-a-ofender-gabriel-zanotti/ y https://institutoacton.org/2015/01/13/yo-soy-el-respeto/ ),

2.    Yo siempre he defendido al derecho a la libertad religiosa como “el” modelo de libertad individual pero no “por católico” sino por liberal convencido de la no imposición de la verdad por la fuerza, que llega en el tema religioso a su máxima exigencia de coherencia. Esto es, si yo, que considero al bautismo lo mejor que te puede pasar, defiendo tu derecho jurídico a NO ser bautizado, por eso voy a defender luego tu derecho jurídico a NO a no tener seguro social obligatorio, a no tener contenidos educativos obligatorios, etc, a no tener salud estatal obligatoria, etc. El convencimiento de que la libertad debe ser defendida sobre todo cuanto más verdadero es algo es la garantía total de la libertad del liberalismo clásico. El escepticismo y el post-modernismo está llevando a muchos que defiendan la libertad en lo (supuestamente) NO importante pero no en lo (supuestamente) importante, que ahora pasa por la ciencia. Ver al respecto https://revistas.unsta.edu.ar/index.php/Studium/article/view/723https://revistas.unsta.edu.ar/index.php/Studium/article/view/757, y https://gzanotti.blogspot.com/2021/12/sin-feyerabend-no-se-entiende-que-esta.html .

3.    Por último, lo más delicado, por lo cual me caerán muchas críticas pero debo decir lo que pienso en este contexto. Me parece que han surgido nuevas circunstancias históricas que superan lo que las teorías liberales habituales nos dicen. Ya no es tan simple como en los 80, donde el debate era Nozick versus Rawls y era sencillo. Creo que han surgido nuevos temas donde el liberalómetro es al menos dudoso y en ese sentido todos debemos respetar nuestras dudas. Y con respecto al tema de los menores, yo dudo. Los derechos personales son: in abstracto (su definición en sí misma) e in concreto (su plasmación jurídica concreta). Y en nuestro sistema jurídico, los menores habían tenido, hasta ahora, un fuero. Y dentro de ese fuero, las mutilaciones físicas a los menores estaban prohibidas, y yo sigo estando de acuerdo con eso. No sé (dudo) si eso es “liberal o no”, pero no creo que un menor pueda decidir sobre su cuerpo en un tema irreversible. Creo que debe ser protegido jurídicamente contra un error irreversible. Claro, el tema de los 18, 18 y medio o 19 o etc es una convención, pero no tenemos más remedio que “convenir en una convención”. Mi excepción es la circuncisión en la religión judía, por motivos milenarios; sé que esa excepción me pone en contradicción, pero así son las cosas cuando tomamos una posición en lo contingente de lo evolutivo y lo histórico. Así que en esto, mi querido Iván, no sé si soy liberal o no, tal vez no lo sea, pero creo que nadie, ni siquiera los padres con apoyo de jueces o médicos, deben mutilar irreversiblemente los cuerpos de sus hijos.

Bueno, ha sido un gusto debatir contigo, y espero que este diálogo, así en este tono, se pueda seguir con Gloria Alvarez, José Benegas y etc.

Un abrazo enorme, tu amigo de siempre,

Gabriel. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

La democracia se esfuma y la economía se debilita cuando los funcionarios incumplen mandatos

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 14/01/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/01/14/la-democracia-se-esfuma-y-la-economia-se-debilita-cuando-los-funcionarios-incumplen-mandatos/

Multitudes gritaban contra la Convertibilidad, en 2000 – 2001. En verdad, reclamaban para recomponer las pérdidas de especular contra el dólar

Durante una década, en la Argentina rigió una paridad fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar (Reuters)

Durante una década, en la Argentina rigió una paridad fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar (Reuters)

El PBI en dólares de la Argentina venía cayendo desde 1998 por la crisis del sudeste de Asia, la devaluación del real en Brasil y el default ruso.

Pero la contracción económica de 2002, superior al 60% del PBI, no tiene antecedentes. Fue el resultado de la redistribución forzada de riquezas lograda a través de la decisión de disponer una brusca devaluación y la pesificación asimétrica entre depósitos y préstamos en dólares en el sistema bancario.

Fue el triunfo de los amigos del poder.

Las constituciones y derechos se van modificando con las leyes, decretos, resoluciones, continuamente. Intentos que los argentinos sufrimos intensamente, con la consecuencia de que el país se ha vuelto cada vez más corrupto.

Un durísimo informe de Human Rights Watch (HRW) sobre la Argentina, que toma Infobae, destaca: “Se ha socavado de forma progresiva el Estado de derecho”.

La organización no gubernamental resaltó la retórica hostil que emplean el presidente Alberto Fernández y su vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner contra el Poder Judicial y la prensa independiente. Los detalles de un crudo análisis de la actualidad del país en materia política, económica y social.

“En Argentina existen problemas de derechos humanos”. Así comienza el informe anual de HRW sobre la actualidad del país, que resume los sucesos de 2022.

La organización se refirió a la relación del Gobierno y la Justicia e hizo foco en el pedido del presidente Alberto Fernández de avanzar con un Juicio Político a la Corte Suprema. Y en un apartado que resume el relevamiento, cuenta: “En Argentina, la retórica hostil hacia los jueces por parte de autoridades, las demoras en la designación de jueces y otras autoridades de alto nivel y la corrupción, también presente en el poder judicial, han socavado de forma progresiva el Estado de derecho”.

Sobre la avanzada contra el máximo tribunal, desde HRW recuerdan el proyecto de ley para avanzar con la ampliación de cinco a quince el número de integrantes de la Corte Suprema. En ese sentido, considera que “el gobierno de Fernández y sus aliados introdujeron varias reformas al sistema de justicia que podrían socavar la independencia de los tribunales y de los fiscales.

La organización no gubernamental resaltó la retórica hostil que emplean el presidente Alberto Fernández y su vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner contra el Poder Judicial y la prensa independiente (NA)

La organización no gubernamental resaltó la retórica hostil que emplean el presidente Alberto Fernández y su vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner contra el Poder Judicial y la prensa independiente (NA)

“En septiembre, legisladores oficialistas y de otros partidos aprobaron un proyecto de ley en el Senado que amplía la Corte Suprema de 5 a 15 magistrados, una medida que gobiernos anteriores han utilizado para cooptar la Corte. El proyecto no había sido tratado en la Cámara de Diputados al momento de la redacción de este informe”, consigna HRW.

En ese contexto, el informe de marras menciona las causas que involucran a Cristina Fernández de Kirchner: “Investigan la presunta participación de la vicepresidenta en hechos de corrupción”.

Asimismo, HRW destaca los inconvenientes por lo que atraviesa la Argentina y que “la crisis política, potenciada por las dificultades económicas y la polarización, ha creado un contexto desafiante para que existan mejoras en derechos humanos”.

Impacto socioeconómico

Acerca de la economía argentina, el informe de Human Rights Watch resalta las dificultades que atraviesan las personas de bajos recursos y los niños en el país: “Una larga crisis económica, que se profundizó durante la pandemia de Covid-19, afecta de manera desproporcionada a las personas de bajos ingresos y limita severamente la capacidad de las personas de ejercer sus derechos económicos”.

Y agrega: “Los niños y las niñas se vieron particularmente afectados: más de la mitad de los niños menores de 14 años vivían en la pobreza y más de uno de cada diez en la indigencia”, se apunta en el reporte de la ONG.

El nivel de inflación fue uno de los puntos que tampoco dejó pasar la investigación: “El Banco Central proyectó que la inflación podía superar el 100% en 2022, lo que dificultaría aún más las posibilidades de que las personas puedan satisfacer sus necesidades básicas”.

Sobre los derechos humanos

“En Argentina existen problemas de derechos humanos que incluyen el abuso policial, condiciones carcelarias deficientes y violencia endémica contra las mujeres. La prolongada crisis económica en el país afecta especialmente a las personas que viven en situación de pobreza”, afirma HRW en su publicación.

La organización alertó además en su último informe anual que la ofensiva del Gobierno sobre la Justicia, las demoras en la designación de jueces y de otros cargos, como el Procurador General, y la corrupción, incluida en el poder judicial, han socavado el estado de derecho en la Argentina. Y brindó también un lúgubre panorama sobre el estado de los derechos fundamentales en América latina.

“En la Argentina, la retórica hostil hacia los jueces por parte de autoridades, las demoras en la designación de jueces y otras autoridades de alto nivel y la corrupción, también presente en el poder judicial, han socavado de forma progresiva el Estado de derecho”, advirtió el informe de HRW.

Periódicamente, publico en esta columna la compilación de datos del PBI por habitante por parte del informe de Perspectivas de la Economía Mundial del FMI (WEO), en que el se aprecia con claridad como actualmente hay países con un ingreso medio anual por habitante de USD 300, como es el caso de Sudan del Sur, y otros con más de USD 90.000 en Suiza y Noruega, y superior a USD 100.000 en Irlanda.

Semejante, brecha se explica en gran parte por la ausencia (en el primer caso) y predominio (en los segundos” de las actividades competitivas con reglas estables. Sin reglas justas no existirían las democracias maduras y pujantes.

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Fue Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE. Sigue a @blascogar

¿Son inteligentes los servicios de inteligencia?

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 14/1/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/01/14/son-inteligentes-los-servicios-de-inteligencia/

Harry S. Truman

Harry S. Truman

En los últimos tiempos observamos con cierta alarma que los aparatos estatales teóricamente encargados de velar por los derechos de los gobernados son en realidad atacantes y en la materia de esta nota periodística espían a la gente con lo que se invade su privacidad. Como ha escrito Milan Kundera “si se pierde la privacidad se pierde todo”.

Es sumamente curioso que el ciudadano se vea obligado a financiar con impuestos acciones que lo persiguen y aplastan. Antes he escrito sobre este tema de los llamados servicios de inteligencia, pero en vista que vuelva a surgir el asunto es del caso reiterar lo dicho.

El adagio consigna que si a uno lo engañan una vez, la vergüenza corresponde a quien engaña, pero si nos vuelven a engañar con lo mismo, la vergüenza es para uno. Resulta de interés preguntarse y repreguntarse qué grado de compatibilidad o incompatibilidad existe entre los llamados servicios de inteligencia y el sistema republicano de gobierno. Como es sabido, uno de los ejes centrales de esta forma de concebir el aparato político consiste en la transparencia de sus actos.

Conviene llevar a cabo el ejercicio de una mirada crítica sobre estas reparticiones tan peculiares. Prácticamente todos los gobiernos cuentan con servicios de inteligencia, lo cual no invalida el interrogante. Cuando menos, llama la atención que una sociedad libre se desplace simultáneamente por dos andariveles tan opuestos.

Por una parte, se insiste en la necesidad de que los funcionarios gubernamentales sean responsables de sus actos y que éstos estén en conocimiento de los gobernados y, por otro, se procede de modo clandestino, echando mano a fondos reservados para propósitos de espionaje y otros menesteres non sanctos que se mantienen en las sombras. Parecería que hay aquí un doble discurso y que se entroniza una hipocresía digna de mejor causa.

Agentes dobles, contrainteligencia, secretos de Estado, escuchas y detenciones sin orden de juez, violaciones de domicilio y en otros partes del mundo se agregan asesinatos, sabotajes y en la mayor parte de los casos lados seguimiento de los dirigentes de partidos políticos de oposición son sólo algunos de los hechos que producen los más renombrados “servicios”. Esto es en el “mundo libre”, ya que en los países totalitarios se añade la tortura y la implacable persecución a quienes no adhieren al poder de turno.

En los Estados Unidos, actualmente existen veinticuatro “oficinas de inteligencia”, entre las que se destaca la CIA, creada a fines de la década del 40. En Inglaterra, el M15 y el M16; en Canadá, la CSIS; la BND en Alemania; el Mossad en Israel, y la FSB, sucesora de la KGB, en Rusia son sólo algunas de las caras visibles de este entramado de espionaje, contraespionaje y guerra subterránea.

El periodista de la BBC de Londres Paul Reynolds puso en tela de juicio la eficiencia de los servicios de inteligencia más destacados del mundo a raíz de la célebre invasión de Irak, en una columna titulada “¿Podemos confiar en los servicios de inteligencia?”. Por su parte, Harry Browne señala los fiascos de los servicios de inteligencia estadounidenses en Vietnam, Corea, Somalía y Haití, e incluso tiende un manto de sospechas sobre los que operaron durante la Segunda Guerra Mundial, en la que se terminó entregando a Stalin aproximadamente las tres cuartas partes de Europa.

Es que siempre los burócratas están tentados a utilizar este y otros departamentos y oficinas para fines políticos, y cuando no hay claros límites al poder y se permite recurrir a la clandestinidad los abusos no deben sorprender, sin contar con las traiciones, las falsas denuncias y las delaciones internas y ex amistades, como ocurría con la policía secreta de Sha de Persia, incluso con Ben Laden y en la CIA.

Por esto es que León Hadar, del Cato Institute, sugestivamente titula su ensayo “Los servicios de inteligencia no son inteligentes” que inspira el título del presente texto. Allí muestra con profusión de datos cómo la alegada seguridad nacional está en riesgo con estos procedimientos oscuros en los que, por definición, no hay control de gestión propiamente dicho. Hadar se refiere a los Estados Unidos. Imaginemos qué le cabe, por ejemplo, a lo que fue nuestra SIDE creada por Perón, luego SI y hoy AFI. Cambios de nombres pero con una alarmante y persistente continuidad de procedimientos aberrantes que incluyen casos espantosos y muy sonados en todos los rincones del planeta como es el del fiscal Alberto Nisman.

David Canon, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Indiana, en su trabajo titulado Inteligencia y ética, alude a las declaraciones de un agente de la CIA que explica que lo importante es lograr los objetivos sin detenerse en los medios: “Los temas legales, morales y éticos no me los planteo, igual que no lo hacen los otros [integrantes de la CIA]”, dice, y documenta la cantidad de “sobornos a funcionarios, derrocamiento de gobiernos, difusión deliberada de mentiras, experimentos con drogas que alteran la mente, utilización de sustancias venenosas, contaminación de alimentos, entrega de armas para operar contra líderes de otros países y, sobre todo, complotar para asesinar a otros gobernantes”.

En esta dirección ofrece ejemplos de operaciones de la CIA en Costa Rica, Corea, Colombia, Laos, Guatemala, Irán, China e Indonesia. Asimismo, el ex presidente estadounidense Harry S. Truman 15 años después del comienzo de la oficina de inteligencia declaró a la prensa: “Cuando establecí la CIA, nunca pensé que se entrometería en estas actividades de espionaje y operaciones de asesinato”.

Pero, como bien destaca Norman Cousins, el establecimiento de entidades de estas características “necesariamente tiene que terminar en un Frankenstein”. Idéntica preocupación revela Drexel Godfrey en la revista Foreign Affairs, en un artículo titulado “Ethics and Intelligence”, en el que añade las encrucijadas del célebre embajador Joseph Wilson, quien contradijo los informes de inteligencia ingleses y norteamericanos respecto de la patraña de las armas de destrucción masiva.

No se avanza mucho aunque se establezcan estrictos controles republicanos, división horizontal de poderes y, en general, los indispensables límites al poder político si puede deslizarse por la puerta trasera todo tipo de abusos, sin rendir cuenta al público, por más que se tejan subterfugios más o menos elaborados a través de comisiones parlamentarias.

Los servicios de inteligencia son compatibles con regímenes totalitarios de factura diversa, pero parecen del todo inadecuados en el seno de una sociedad libre. No en vano en los Estados Unidos se extiende la utilización de la expresión rusa “zar” para el máximo capitoste del espionaje.

Es útil cuestionar y someter al análisis temas que habitualmente se dan por sentados. Si no se procede a esta revisión periódica, podemos encontrarnos con que estamos avalando ciertas políticas que resultan nocivas, pero que continúan en vigencia sólo por inercia, rutina o molicie. John Stuart Mill decía que todas las buenas ideas pasan invariablemente por tres etapas: la ridiculización, la discusión y la adopción. Este tema de los llamados servicios de inteligencia se vincula con muchos otros que también requieren limpieza de telarañas mentales para su mejor comprensión.

Ahora se informa que miembros del servicio de inteligencia del gobierno anterior en Brasil ayudaron en los actos de vandalismo a la sede de los tres poderes, tomando como ejemplo el bochorno de Donald Trump que además de alentar el ataque al Capitolio con el apoyo logístico de algunas reparticiones de los servicios, desconoce los resultados electorales a pesar de estar certificados por los cincuenta estados, por sesenta y un jueces federales y locales y su propio Vicepresidente.

En conexión con la llamada “inteligencia” menciono cuatro áreas adicionales al correr de la pluma. En primer término, la seguridad. Paradójicamente, en no pocos lugares para proteger este valor se lo conculca. Esto ocurre hoy, en gran medida, con la lucha antiterrorista. En última instancia, el terrorismo apunta a desmantelar y liquidar las libertades individuales. Pues lo curioso del asunto es que, por ejemplo, en lo que ha sido el baluarte del mundo libre –los Estados Unidos–, con el argumento de proteger aquellos derechos se los lesiona, con lo que en la práctica se otorga una victoria anticipada a los criminales del terror. Tal es el ejemplo de la vergonzosa denominada “ley patriótica”.

En segundo lugar, para mitigar las convulsiones que hoy tienen lugar, debería hacerse un esfuerzo mayor para no caer en la trampa mortal de las guerras religiosas y para distinguir un asesino de quien suscribe determinada religión. Hay que insistir en los graves peligros y acechanzas que aparecen al vincular el aparato estatal con una denominación confesional.

El tercer capítulo, emparentado con el surgimiento de los servicios de inteligencia para contrarrestar las guerras, son las epidemias de nacionalismos, xenofobias y racismos a que nos hemos referido la semana pasada en este mismo medio y que toman los lugares de nacimiento como un valor y un desvalor para el extranjero, como si las fronteras tuvieran algún sentido fuera de la descentralización del poder.

Por último, no estaría mal revisar exhaustivamente el papel de las Naciones Unidas, de la que dependen innumerables oficinas que pregonan a los cuatro vientos, en sus publicaciones y en las declaraciones de sus directivos, políticas socializantes que conducen a la pobreza y a la guerra, al tiempo que muchas veces se constituyen durante largos períodos en observadores incompetentes, tal como ha ocurrido hasta el momento en el caso actual de Hezbollah e Israel.

Un comentarista de la televisión mexicana proclamó: “Nosotros también somos observadores, pero de la inoperancia de las Naciones Unidas”. En este sentido es recomendable la lectura de gruesos volúmenes como The Fearful Master, A Second Look at the United Nations de Edward Griffin en su época el periodista radial de mayor audiencia en CBS Network y UN: Planned Tyranny del profesor de economía de la Universidad de Harvard Orval Watts donde se detallan las ideas de planificación socialista de los organizadores originales de la institución en 1945 y sus propósitos de extender sus idearios a los países miembros confirmadas luego en algunas de las entidades que han surgido de esa fundación como es el caso resonante de la CEPAL que ha propiciado el estatismo en América Latina, una tendencia en otros casos consignada en estatutos a veces apoyados en distintas operaciones por servicios de inteligencia. Todo lo cual no significa desconocer que algunos de los miembros han denunciado políticas a contramano aquellas medidas muchas de las cuales intensifican los problemas que se anuncia se quieren resolver.

De todos modos, al efecto de ilustrar preocupaciones justificadas con un ejemplo extremo, el dictador de Uganda Idi Amin Dada -”el caníbal con refrigerador”, como lo denomina Paul Johnson en A History of the Modern World debido a la forma en que engullía a sus prisioneros, además de hacer alarde de sus servicios de inteligencia criminales- el autor relata minuciosamente en el libro de referencia que el primero de octubre de 1975 la Asamblea General de las Naciones Unidas le brindó una ovación de pie por parte de todos los delegados cuando llegó al podio el dictador y otra después de su incendiario discurso lleno de amenazas al mundo libre, en el contexto de las sumamente pastosas actitudes de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas donde ahora el régimen de la tiranía cubana ocupa un sitial de peso.

Entonces, en nuestra línea argumental de fondo, no sólo debemos concentrar la atención en la naturaleza y los alegados servicios que prestan las estructuras de “inteligencia”, sino también prestar atención a las causas que dan lugar al debate que ahora pretendemos abrir, al efecto de seguir averiguando los graves inconvenientes de este tipo de organizaciones. A esta altura del partido y en vista de los antecedentes truculentos de estos llamados servicios, tal vez debiera abandonarse el uso de la expresión “inteligencia” y sustituir esos departamentos por otros bajo auditorias y controles solo para evitar ataques a los derechos en diversas manifestaciones pero nunca provocar atropellos a las libertades individuales, que como queda dicho constituyen actos contra los principios más elementales de la civilización.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

El poder del cuarto poder.

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2023/01/el-poder-del-cuarto-poder.html

Siempre me impactó la idea que representa ese poder de la prensa cuya importancia le ha merecido ser reconocido incluso por la Constitución de la Nación Argentina y la de otros países, ya sea para otorgarle amplia libertad o la más estricta censura.

Todos los déspotas admiten su trascendencia, y por eso siempre han pujado por tenerla de su lado, por las buenas o por las malas.

Es difícil para el ciudadano común discernir donde se encuentra la delgada barrera que separa a la prensa servil y tributaria al poder de la otra libre e independiente. A veces la distinción es clara, otras difusa, y en una tercera ocasión el servilismo es manifiesto. El problema consiste en donde se posicionan las zonas grises.

Y esto carecería de toda significación si la gente no fuera tan dependiente de la prensa o, mejor dicho, de los que hacen de ella su profesión: los periodistas. Estos tienen un poder enorme del cual muchas veces no parecen conscientes.

La llamada »opinión pública» depende de ellos casi con una sumisión absoluta. Su credibilidad es muchas veces más alta que la que gozan los políticos. Por algún fenómeno psicológico difícil de explicar (al menos para el que esto escribe) es más fácil para la gente dudar de la palabra de un político, que la de un periodista sobre el mismo tema.

Quizás algunas explicaciones puedan ser estas:

  1. El político está más expuesto (cualitativamente) en su palabra, dado que en la acción política debe demostrarla.
  2. Esa misma acción política (ya en curso) muestra que, en un porcentaje cercano al 100%, lo que ha prometido en campaña es total o parcialmente falso.

El periodista, en cambio, no está sometido a estas limitaciones. No está obligado a prometerle nada al votante, ya que su misión se agota en mostrale lo que hacen los demás. Es todo lo que debe realizar, es su principal compromiso: exponer a la gente lo que pasa. Lo que hacen los otros. El público será el que juzgará a esos otros. A veces el periodista se suma a ese juicio y generalmente lo hace coincidente con el de sus espectadores. Su público. De estos: es una mayoría la gente que pasa horas de su vida y de su día a día frente a un televisor mirando constantemente las noticias… de lo que sea. No importa, mientras sean noticias de cualquier cosa.

Ingrese el lector a cualquier red social y deténgase por un rato largo a ver de qué habla la gente y podrá comprobar lo que aquí se dice.

Como los periodistas están más expuestos que los políticos a la exhibición pública, son aquellos los más creíbles, simplemente porque se los escucha más a menudo que a los políticos y no están exigidos a probar la verosimilitud de sus dichos. Basta que dejen deslizar entre sus espectadores un mero »trascendido» sobre un hecho o dicho cualquiera para generar sospechas sobre los protagonistas del mismo y dar el puntapié inicial a interminables polémicas.

El periodista tiene en su público un interés comercial a largo plazo. Y cuenta para ello con algunas ventajas: no está obligado a confiar en la veracidad de las fuentes en las que abreva la información que recaba, excepto, a veces, que sea un periodista de investigación, al que la misma opinión publica le atribuye una responsabilidad mayor, pero -a la vez- una cuota también más grande de credibilidad que al resto de los periodistas de divulgación.

Pero el rasgo en común entre periodistas y políticos es que ambos viven y se deben a su público. Cada uno a su manera, deben ofrecerle a ese público del que dependen un producto que estos demanden. Y como todo consumidor, esos gustos del público van mutando en el tiempo y se van haciendo cada vez más exigentes.

La puja por estar en la TV se acrecienta, ya que la gente que la consume masivamente es más afecta a los medios pasivos de información (audio y video) y menos a los medios activos (lectura).

Un video de un periodista español lo describe a la perfección en muy pocas y ejemplares palabras. Se puede ver aquí: https://t.co/sQ78W7kcut

»Lo que se ve y lo que no se ve» (F. Bastiat)

Si bien el fenomenal polemista francés utilizó dicha frase con otros propósitos, se la tomaremos prestada para ilustrar nuestra idea siguiente.

Posiblemente, lo más trágico del periodismo es aquello que no muestra, muchas veces por desconocimiento y no deliberadamente.

Me refiero a que conozco muchísima gente verdadera y excelentemente capacitada en amplios campos del saber humano (político, económico, cultural, académicos, etc.) que sería tremendamente útil a la sociedad, pero son aquellos que nunca llegan a ninguna parte sencillamente porque »nadie los conoce», ya que -como se dice- »no tienen prensa».

Suelen, sin embargo, en el mejor de los casos, moverse en círculos privados de profesionales calificados, pero podrían aportar mucho más a la sociedad si sus brillantes contribuciones tuvieran masiva difusión.

Mucha gente supera con creces a los mediocres que hoy paradójicamente »sobresalen» en esos campos y en otros, por la única razón de que estos últimos son »personajes» nada más porque aparecen muy seguido, en la TV, radios, diarios. En cambio, los que verdaderamente saben no tienen esa posibilidad, o sólo lo hacen esporádicamente sin la suficiente intensidad como para transcender a posiciones más conocidas.

Habitualmente me pregunto, ¿cuántos deportistas de excelencia hoy serian estrellas del deporte si simplemente hubieran tenido la suerte de ser descubiertos por la persona apropiada que los llevara a los medios de difusión para presentarlos como una verdadera promesa en lo suyo? He aquí donde el poder de la prensa revela, a mi juicio, toda su dimensión.

Y sólo tomo el caso del ‘’deporte’’ y -en especial- el fútbol, porque es la »religión» mayoritaria en numerosas partes del mundo. Pero lo mismo aplica al arte, el espectáculo (cine, teatro, etc.) la ciencia, la política, la economía, y hasta el periodismo incluido también, etc.

Creo que han de ser muchísimas más las veces en la vida donde las verdaderas luminarias sociales se encuentran en el anonimato y no en las tablas de un escenario televisado que, por su propia naturaleza, siempre es limitado.

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

Fundamentos morales de la tradición de pensamiento liberal


Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/11/22
 en: https://independent.typepad.com/elindependent/2022/11/fundamentos-morales-de-la-tradici%C3%B3n-de-pensamiento-liberal.html#more

Discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (2 de noviembre de 2022)

Señor Presidente, miembros de esta Academia, señoras y señores. Agradezco en primer término la invitación para esta honrosa incorporación, agradezco también las muy generosas palabras de presentación de mi distinguido amigo y académico Manuel Solanet y le rindo tributo una vez más a mi padre quien fuera presidente de esta Corporación que con su infinita paciencia y perseverancia me mostró “otros lados de la biblioteca”, lo cual me permitió explorar avenidas muy poco trabajadas en nuestras aulas universitarias. También me familiaricé con esta Academia por pertenecer al Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales y por haber pronunciado alguna conferencia en el Instituto de Política Económica.

Soy consciente que el origen del nombre de esta Academia proviene del uso de la expresión “ciencias morales” para referirse a las ciencias sociales por contraste con la denominada en épocas remotas como “filosofía de la naturaleza” para aludir a las ciencias naturales. De todos modos, en el contexto actual el plano moral que apunta a las relaciones sociales hace alusión a los vínculos intersubjetivos puesto que los intrasubjetivos escapan a aquella esfera, por ello es que con razón se ha dicho que el derecho es un “minimun de ética”. El campo del fuero interno que no se vincula a las relaciones con el prójimo es privativo de cada cual.

En esta línea argumental es del caso subrayar que a todo derecho corresponde una obligación. Si una persona obtiene en el mercado mil, hay la obligación universal de respetar ese ingreso, pero si ganando lo dicho el aparato estatal le entrega dos mil esto se traduce en que se habrá confiscado el fruto del trabajo ajeno por la diferencia, lo cual constituye un pseudoderecho. Desafortunadamente en gran medida en la actualidad vivimos la era de los pseudoderchos a contracorriente de la mejor tradición constitucional que desde la Carta Magna de 1215 se apuntaba a la limitación del poder para hoy convertirla en no pocos casos en una carta blanca a un Leviatán desbocado con la consiguiente destrucción de marcos institucionales civilizados y el consecuente empobrecimiento moral y material.

Este desvío se debe a lo que viene ocurriendo en muchos facultades de derecho en las que no egresan abogados -que significa defensor del derecho- para producir memorizadores de legislaciones, párrafos e incisos pero sin la menor idea de mojones y puntos de referencia extramuros de la ley positiva con lo que el precepto republicano de la igualdad ante la ley muta en igualdad mediante la ley donde la guillotina horizontal hace estragos. En lugar de abrir paso a que los que mejor sirven a sus semejantes obtengan ganancias y los que yerran incurran en quebrantos, se establece un sistema nefasto que iguala en la mediocridad y en la miseria, solo permitiendo que ladrones de guante blanco mal llamados empresarios puedan explotar al prójimo con privilegios y mercados cautivos fruto de una cópula hedionda con el poder de turno.

Por su lado, en la mayor parte de las cátedras de economía se persiste en enseñar modelos incompatibles con procesos abiertos de mercado -neoclásicos y keynesianos por igual- tal como lo han reconocido, entre muchos otros, dos de las figuras que han sido las más representativas de aquella tradición: Mark Blaug y John Hicks. El primero escribe en Appraising Economic Theories que “Los Austríacos [se refiere a la Escuela Austríaca] modernos van más lejos y señalan que el enfoque walrasiano al problema del equilibrio a los mercados es un cul de sac, si queremos entender el proceso de la competencia más bien que el equilibrio final tenemos que comenzar por descartar aquellos razonamientos estáticos implícitos en la teoría walrasiana. He llegado lentamente y a disgusto a la conclusión de que ellos están en lo correcto y que todos nosotros hemos estado equivocados.” El segundo consigna en Capital y tiempo que “He manifestado la afiliación Austríaca de mis ideas, el tributo a Böhm- Bawerk y a sus seguidores es un tributo que me enorgullece hacer. Yo estoy dentro de su línea, es más, comprobé, según hacía mi trabajo que era una tradición más amplia y extensa de lo que al principio parecía.”

En uno de mis primeros libros fabriqué una definición de liberalismo que tengo la satisfacción que intelectuales que aprecio mucho la usan y dice que “el liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros”. Esto en modo alguno remite a que suscribamos el proyecto de vida del vecino, incluso nos puede resultar repugnante pero si no hay lesiones al derecho de terceros no es posible recurrir a la fuerza en una sociedad libre. Más aun, la prueba de fuego de la tolerancia se pone en evidencia cuando no se emplea la violencia a menos que, como queda dicho, se infrinjan derechos. En realidad la expresión “tolerancia” infunde cierto tufillo inquisitorial, por eso es más apropiado recurrir a “respeto” ya que los derechos no se toleran, se respetan. Este es el modo de dar paso a la convivencia civilizada y la cooperación social donde los actos privados están reservados a la responsabilidad y consciencia de cada uno. Este es el eje central de la moral en el sentido antes enunciado. Todo lo que lo altere es inmoral e inaceptable en una sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana). Es en esta dirección por lo que las constituciones liberales resumen su aspecto medular en el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.

En este sentido es pertinente señalar que los derechos de propiedad son la base de las relaciones pacíficas y productivas. Sin propiedad, como pretenden los marxistas y sus imitadores, no hay posibilidad de contabilidad, de evaluación de proyectos y de cálculo económico en general. Para ilustrar con un ejemplo extremo, si se ha abolido la propiedad no hay precios ya que estos son el reflejo de arreglos contractuales en transacciones donde se intercambian derechos de propiedad, si se decide eliminar la propiedad decimos no se sabe si conviene construir los caminos con oro o con asfalto y si alguien mantiene que con el metal aurífero es un derroche es porque recuerda los precios antes de la antedicha abolición. Los precios son los únicos indicadores en los mercados para conocer donde invertir y donde no hacerlo. Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todo para todos todo el tiempo, es indispensable la institución de la propiedad al efecto de asignar del mejor modo los siempre escasos recursos puesto que, de lo contrario, el despilfarro atenta contra el nivel de vida de todos pero muy especialmente contra el de los más vulnerables. Las tasas de capitalización -es decir, maquinaria, instalaciones, equipos y conocimiento relevante- son la única causa de crecimiento de salarios e ingresos en términos reales, esa es la diferencia entre países ricos y pobres.

Viene ahora un tema muy poco entendido y es la versión moderna de la economía en contraste con la mirada socialista de entenderla como circunscripta a lo monetario, a lo material, a lo crematístico, para en cambio abarcar toda la acción humana. Esta es la visión comenzó con la Escolástica Tardía, la primera camada liberal de la Escuela de Salamanca. La segunda la formaron los diputados a las Cortes de Cádiz donde ocurrió el bautismo oficial de la palabra “liberal” como sustantivo para oponerse a los “serviles”, hasta entonces el uso generalizado de aquél término era como adjetivo. Los integrantes de aquella camada original fueron pensadores de la talla de Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria y sus asociados. Esta tradición luego fue ampliada por Hugo Grotius, Samuel Pufendorf y Richard Hooker, más adelante por Algernon Sidney y John Locke, contribuciones extendidas por la Escuela Escocesa de Adam Smith (especialmente en su primera obra titulada Teoria de los sentimientos morales), David Hume y Adam Ferguson para finalmente establecer otro salto cuántico por medio de los notables aportes de la Escuela Austríaca liderada por autores como Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard, aportes que a su vez han influido en múltiples vertientes de confección liberal.

Claro que cuando decimos “finalmente” tenemos que ser cautos puesto que como es sabido el conocimiento no es un puerto sino una permanente navegación, andamiaje conceptual muy bien ilustrado por el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, esto es, no hay palabras finales. El antes referido Karl Popper nos ha enseñado que el conocimiento tiene la característica de la provisonalidad sujeta a refutaciones. El positivismo mantiene que una verdad debe estar sustentada en la verificación empírica, pero como ha destacado Morris Cohen esa misma afirmación no es verificable empíricamente y, por otro lado, nada en la ciencia es verificable, como hemos subrayado es corroborable provisoriamente.

Esto para nada suscribe el relativismo que además de convertir en relativa esa misma postura, desconoce que una proposición verdadera demanda correlato entre el juicio y el objeto juzgado puesto que las cosas son independientes de nuestras opiniones. Todo lo cual no solo va para el relativismo epistemológico sino también para el hermenéutico tal como ha mostrado Umberto Eco y el cultural como explica Eliseo Vivas.

Todos los autores mencionados en la larga tradición liberal ya insinuada por Sócrates, la Grecia clásica, la Roma republicana y el common law inglés son desde luego susceptibles de revisión y desacuerdos. Como hemos repetido, los liberales no somos una manada y detestamos en pensamiento único, las desavenencias son bienvenidas pero siempre que el tronco moral del liberalismo se mantenga intacto cual es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, a saber, el respeto recíproco lo cual no significa abstenerse de criticar y opinar lo que se estime conveniente.

Respecto a lo que adelantamos del significado moderno de la economía, la referida Escuela Austríaca en sus diferentes vertientes ha puesto de manifiesto que toda acción significa elegir, optar y preferir entre diversos medios para la consecución de específicos fines o metas. Esto es precisamente la economización. Todas las acciones del hombre apuntan a obtener una ganancia, siempre psíquica y algunas veces también monetaria pero en toda ocasión el sujeto actuante especula con estar mejor desde su peculiar punto de vista respecto a la situación anterior al acto. Todos actuamos en nuestro interés personal, lo cual es una verdad de Perogrullo pues se lleva a cabo el acto porque está en interés de quien lo ejecuta. La acción puede ser ruin o noble pero todas las personas somos especuladores en el sentido que conjeturamos que vamos a incorporar valores que son mayores a los costos en que indefectiblemente incurrimos para obtener ese valor o ganancia subjetiva. El respeto a estos procesos lo vincula a la moral.

Entre muchos otros, Santo Tomás de Aquino explica magníficamente el tema del interés personal: “amarás a tu prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor al hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que se tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo moldeado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo, que al prójimo.” (Suma Teológica, 2da-2da, q. xxvi, art.iv), en consonancia con lo escrito por Erich Fromm en Man for Himself en cuanto a que “el valor supremo de la ética humanista no es la renuncia a si mismo sino el amor propio, no la negación del individuo sino su afirmación”. Es como dice el Padre Ismael Quiles en Como ser si mismo referido al absurdo de renunciar a si mismo: “Ser para no ser nada es una contradicción sin significado alguno” y muestra como “individualidad significa no dividido”, agregamos nosotros que la contradicción es similar a cuando se sostiene seriamente el imposible de “no hay que juzgar” como si esa aseveración no fuera un juicio.

En nuestro medio desde hace casi un siglo venimos aplicando con una monotonía digna de mejor causa las recetas fracasadas del estatismo desde las revoluciones militares fascistas del 30 y el 43. La adopción de la Constitución liberal de 1853/60 permitió un progreso moral y material en tierras argentinas que fueron la envidia del mundo. Los salarios del peón rural y del obrero de la incipiente industria eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España. La población se duplicaba cada diez años, teníamos exportaciones a la altura de Canadá y los indicadores más relevantes solo comparables a Estados Unidos. Cuando nos visitó una delegación de la Academia Francesa en el Centenario, compararon los debates parlamentarios argentinos con los que tenían lugar en esa Corporación debido a la versación e independencia de criterio de los legisladores locales. Luego la sandez nacionalista y sus socios autoritarios irrumpieron en escena con los resultados por todos conocidos.

Alexis de Tocqueville en El antiguo régimen y la Revolución Francesa marca que es frecuente que en países donde ha reinado gran prosperidad eso se da por sentado y ese es el momento fatal porque ocupan espacios, especialmente en las aulas las corrientes opuestas. Esto ha sucedido en nuestro país, donde nos carcomieron las propuestas de la CEPAL, los keynesianismos, los socialismos llamados “cristianos”, los marxismos y demás recetas estatistas que todo lo invadieron frente a muchos abandonados que pensaron que otros eran los encargados de resolver problemas en lugar de cada uno preocuparse y ocuparse de lo que todos están interesados, en otros términos que se los respete no importa a que se dedique cada uno. Thomas Jefferson insistía que “el costo de la libertad es su eterna vigilancia” y Martin Luther King decía “no me asustan los gritos de los violentos, me aterra el silencio de los mansos”. Mansos que al decir de Miguel de Unamuno son “mamíferos verticales”, como dice Giovanni Papini “almas deshabitadas” o como expresa Mario Vargas Llosa individuos “sin mayor trastienda.”

Haciendo gala de la mayor de las hipocresías los politicastros proclaman sus barrabasadas como un acto de “solidaridad” sin entender que la caridad y la solidaridad se llevan a cabo con recursos propios y de modo voluntario. Recurrir al aparato estatal de la fuerza alegando lo dicho se traduce en un atraco puesto que cuando se dice que el gobierno debe hacer tal o cual cosa se esconde que son los vecinos violentados en el uso del fruto de sus trabajos. Ningún gobernante solventa nada con sus ingresos, más bien es común que se los lleve de manera delictiva. Tal vez entre todos los economistas quien se han pronunciado sobre el asunto con mayor claridad ha sido el premio Nobel en economía de 2002, Vernon L. Smith en su célebre ensayo titulado “On Price Formation Theory” y su insistencia en las suculentas equivocaciones por el desconocimiento de la clásica “mano invisible” del proceso de mercado donde las partes se benefician al tiempo que trasmiten información fraccionada y dispersa a través de los precios. Dice este galardonado que lo que hoy ocurre en gran medida es la insolente y a todas luces contraproducente “mano visible de los gobiernos” que irrumpe sustentados en “la arrogancia fatal” a que se refería otro premio Nobel en economía -el antes citado Hayek- que todo los destruye a su paso provocando daños muy especialmente sobre el nivel de vida de los más necesitados. Hay que evitar a toda costa las “mascaradas de libertad” de que nos habla el decimonónico Gaston Boissier.

Y si los politicastros fueran sinceros en sus preocupaciones por los que menos tienen deberían donar parte de sus remuneraciones y dietas, pero pretenden hacerlo recurriendo a la violencia con ingresos de otros. Por otra parte, es de gran interés estudiar lo sucedido allí donde impera la libertad en cuanto a las extraordinarias obras filantrópicas para ayudar a los más pobres, situaciones que desde el luego no tiene lugar en la isla-cárcel cubana y sus imitadores, siempre megalómanos enriquecidos con recursos malhabidos.

Decíamos que vivimos la era de los pseudoderechos a lo que agregamos que en buena parte esto se debe a la manía inmoral del igualitarismo de resultados sin percibir que es una bendición la desigualdad de cada cual desde el punto de vista anatómico, bioquímico y sobre todo psicológico, de lo contrario la división de trabajo y la cooperación social resultarían sumamente dificultosas pues todos tendrían los mismos talentos, gustos y vocaciones. La misma conversación resultaría en un tedio insoportable pues sería lo mismo que hablar con el espejo. En este punto se ha sostenido la inconveniencia de la herencia para lo cual se recurre a un desafortunado correlato con una carrera de cien metros llanos y se concluye que cada uno debería contar con los méritos que le permite su propio esfuerzo, habilidad y destreza deportiva pero no ser apoyado por lo que hacen sus ancestros, de ahí es que se objeta la trasmisión gratuita de bienes. Como bien ha mostrado Anthony de Jasay, esta metáfora deportiva es autodestructiva pues a poco andar los primeros en llegar a la meta se darán cuenta que su esmero ha sido inútil pues sus descendientes serán nuevamente nivelados en la próxima largada en la carrera por la vida. También como hemos apuntado, debe enfatizarse que las mayores rentas y patrimonios en una sociedad libre necesariamente trasmiten su fortaleza a los más débiles vía las antedichas tasas de capitalización. En cambio, todo impuesto a la herencia es un atentado directo al ahorro y la inversión y por tanto al nivel de vida. En el plebiscito diario del mercado la gente al poner de relieve sus necesidades decide las aludidas diferencias de ingresos y cuando nos referimos al mercado es pertinente indicar que no se trata de un lugar ni una cosa sino de un proceso en el que todos los humanos participamos: el sacerdote cuando compra la sotana, el verdulero cuando vende su producto, el cirujano cuando opera, al usar el celular, tomar un taxi y así sucesivamente.

La inmoralidad se extiende cuando se establecen impuestos progresivos, lo cual ha sido aplicado incluso en el denominado baluarte del mundo libre, a saber, en Estados Unidos a contracorriente de los valores y principios adoptados por los Padres Fundadores por lo cual esa medida requirió una reforma constitucional conocida como la Revolución del Año 13 por haber sido implementada en 1913 junto con la incorporación de la banca central que también requirió esa enmienda, tema sobre el que nos pronunciamos enseguida.

En todo caso, en materia fiscal como es sabido hay dos grandes formas tributarias: la proporcionalidad y la progresión. En el primer caso se trata de establecer tasas o alícuotas iguales con lo que naturalmente quienes demuestran mayor capacidad de pago realizan mayores desembolsos en valores absolutos. Sin embargo, el tributo progresivo remite a cuatro efectos negativos centrales. El primer lugar, son en verdad regresivos puesto que la carga recae principalmente sobre los marginales que se convierten en contribuyentes de facto debido a la contracción en los niveles de inversión de los contribuyentes de jure. Segundo, altera las posiciones patrimoniales relativas, es decir, las previas asignaciones de los siempre escasos recursos se reasignan en proporciones distintas de las establecidas por los consumidores lo que a su vez implica despilfarro que, como se ha apuntado, empobrece a la comunidad. Tercero, dificulta la tan necesaria movilidad social puesto que los que vienen ascendiendo dificultosamente desde la base patrimonial son castigados más que proporcionalmente lo que también establece una injustificada protección a los que se encuentran en el vértice de la mencionada pirámide. Por último, el gravamen progresivo constituye un castigo a la eficiencia.

Respecto a la banca central, aun suponiendo que los más idóneos y eficaces ocupen el directorio de esta institución estarán siempre embretados en uno de tres caminos: expansión de la base monetaria, contracción o dejarla inalterada. Pues cualquiera de las tres variantes desdibuja y distorsiona los precios relativos que, como queda dicho, son los únicos indicadores para conocer las prioridades de la gente por lo que estas manipulaciones indefectiblemente empobrecen. Si la banca central es independiente de los dictados del Ejecutivo o Legislativo, las aludidas desfiguraciones se harán independientemente y si se conjetura que se procederá como hubiera preferido la gente, no hay razón para la intromisión con el ahorro de honorarios, pero la manera de saber que activo monetario prefiere el público es dejar que se exprese. Por eso es que premios Nobel en economía como el referido Hayek, Milton Friedman, James M. Buchanan y Gary Becker han propuesto la liquidación del banco central y la abrogación del curso forzoso para dejar de lado el fetiche de la denominada “autoridad monetaria” que en su cartas orgánicas estipula la preservación del poder adquisitivo de la unidad dineraria aun que ningún banco central de la historia ha hecho semejante cosa, comenzando con el Banco de Inglaterra y continuado con todos los creados durante el siglo veinte, responsables de haber provocado la crisis de los años 30 y sucesivas debacles enancadas al sistema bancario de reserva fraccional. La manipulación gubernamental de la moneda es un tema esencialmente moral ya que se traduce en una succión solapada e inmisericorde a los ingresos de la población.

En un cuadro más amplio referido a lo moral-institucional, en el llamado mundo libre debe advertirse que la tan bien definida democracia por los Giovanni Sartori de nuestra época está convirtiéndose en cleptocracia. Como ha descripto Juan González Calderón, los demócratas de los números ni de números entienden pusto que parten de dos ecuaciones falsas: 50%+1%=100% y 50%-1%=0%. Con el criterio de solo tomar en cuenta el aspecto formal, secundario y mecánico de la democracia y dejar de lado el esencial respeto a los derechos de todos, podríamos llegar al desatino de sostener que el asesino serial de Hitler fue un demócrata porque ascendió al poder con la primera minoría de los votos.

Todo lo consignado no es óbice para seguir escarbando en nuevos paradigmas en cuanto a los debates sobre el dilema del prisionero, las externalidades, los bienes públicos, la asimetría de la información, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibro Nash. Estos debates operan a contracorriente de las telarañas mentales de conservadores en el sentido de mantener inalterado el statu quo, que si por ellos fuera no hubiéramos pasado del taparrabo y el garrote de nuestros anscestros pues el primero que usó el arco y la flecha era algo nuevo e inaceptable para los que rinden pleitesía a la falacia del ad populum.

Para todo lo que venimos comentando resulta esencial que en la educación esté ausente el adoctrinamiento fruto de la politización bajo la peregrina idea que desde el vértice del poder deben imponerse estructuras curriculares, en lugar de dar paso a la competencia con las consecuentes auditorías cruzadas en busca de excelencia académica para disfrutar de las indispensables mentes abiertas que se oponen a los basurales abiertos que todo lo reciben a la par y donde prima el deshecho. Tal como ha escrito Ángel J. Battistessa “la cultura no es una cosa de minorías porque cuesta cara, sino porque cuesta trabajo.”

Para cerrar acoto que salvando las enormes distancias puede establecerse un correlato entre el estatismo y las academias de la lengua. Enormes distancias puesto que lo primero implica violencia mientras que lo segundo son dictámenes que no recurren a la violencia. Pero es interesante este paralelo ya que las academias de la lengua pretenden dirigir un idioma cuando éste en verdad surge de la parla popular que lo enriquece. Borges escribió que el inglés es más rico en palabras que el español debido a que no cuenta con una academia de la lengua. Juan Bautista Alberdi nos dice en el sexto tomo de Escritos póstumos que “el idioma es el hombre de que es expresión, está sujeto a cambios continuos sin dejar de ser el mismo hombre en su esencia […] dos grandes leyes fundamentales, peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo […] El arcaismo y el neologismo no son incompatibles; su juego armónico, al contrario, mantiene al idioma […] queda al cuidado del pueblo mismo que es el legislador soberano de los idiomas. Los idiomas no son obra de las Academias.” Lo cual en mayor grado aun va para gobiernos autoritarios que pretenden imponer desde el poder estropicios como el invento estrafalario del “lenguaje inclusivo” y afines tan criticado por destacados escritores y literatos. Estos autoritarios confunden la importancia de la dirección y la naturaleza del asunto: es de abajo que surgen los cambios en un proceso de orden espontáneo como el mismo mercado, no es impuesto desde arriba, confunden la moral con el latrocinio. Muchas gracias.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

UN NUEVO (PERO SEGURAMENTE VANO) INTENTO DE ACERCAR POSICIONES ENTRE LOS LIBER-PROGRESS Y LOS LIBER-CONSERVATIVES

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 6/11/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/11/un-nuevo-pero-seguramente-vano-intento.html

 1. ¿Es nueva la grieta?

No. Siempre existió. Lo que ocurría, como hemos dicho varias veces, es que antes de la caída del muro, la lucha contra los soviéticos nos mantenía a todos los liberales, libertarios y conservadores del mismo lado excepto tal vez los ultra-anarco-capitalistas y los paleo-libertarios. Tampoco había surgido la ideología de género y el lobby LGBT ETC.

2.       La nueva circunstancia histórica.

Después de la caída del muro, la mayoría de liberales clásicos y conservadores creyó que verdaderamente venía una etapa de libre comercio mundial y democracia global. Nos creímos el título del famoso fin de la historia de Fukuyama y no fuimos demasiado capaces de distinguir entre los neo-cons y el pensamiento verdaderamente libertario. Eso no nos permitió evaluar bien lo que estaba sucediendo. Ya la ONU y sus organismos principales (OMS, UNESCO, etc.) estaban inclinados hacia la izquierda pero se fueron radicalizando. Las políticas que defendían, financiaban y exigían a nivel mundial eran cada vez más marxistas y post-modernas. La perduración en el tiempo de dictaduras comunistas clásicas como la china, la coreana del norte y la cubana tampoco permitieron ver bien al enemigo invisible: las políticas de la ONU violatorias de las libertades individuales.

3.       A favor de los liber-progress.

Vamos a trata de ser justos con ambas posiciones. Los liber-progress tienen varios puntos a su favor.

3.1. Los liber-progress reaccionan contra movimientos conservadores que nunca se caracterizaron por distinguir bien entre lo moral y lo legal, convirtiendo estos últimos a posiciones morales en políticas públicas impuestas desde el Estado. Es verdad que el Estado no debe ser neutro moralmente, pero ello no niega que incluso en una sana sociedad secular (laicidad) las diversas concepciones filosóficas y religiosas del mundo deben convivir en un sistema de libertad religiosa. Muchos conservadores han criticado severamente a Rawls por este punto, pero tanto Rawls, con sus constitional essentials, Mises, con su libertad de juicios de valor en la cooperación social, e incluso Maritain con su fe secular, dan en la tecla de que la esencia del problema político es siempre la convivencia de los diferentes: la diversidad. Sí, es verdad que los fundamentos neokantianos de Rawls y Mises no son los metafísicamente adecuados, pero sus propuestas son más prácticas que teóricas, lo cual es otro modo de decir, en términos muy conservadores, que la política siempre es en hipótesis, casi nunca en tesis.

3.2. Los liber-progress heredan una sana herencia de la affirmetive-action. Si, es verdad que en términos libertarios los Estados nunca deben dar cuotas de contratación a nadie, pero la circunstancia histórica de los EEUU de los 60 implica que sean comprensibles esas políticas de inclusión. Los primeros movimientos de libertad de los homosexuales no hacían más que igualar su situación con la del racismo para con los afroamericans y, desde el punto de vista de la persecución sufrida, tenían razón, aunque no en las políticas concretas que proponían.

3.3. El “limitad government” siempre ha sido una cuestión política más que de moral individual. Es verdad que ello mismo es lo que admite precisamente conservadores morales más libertarios en lo político (los paleo-libertarians) pero al mismo tiempo ello implica que el liberalismo clásico esté por sí mismo más abierto a filosofías políticas más escépticas en temas de moralidad individual, aunque sus escritores fueron ellos mismos irreprochables desde el punto de vista moral (como Mises y Hayek). En última instancia, es verdad que el liberalismo clásico, y no sólo el liberalismo de Rawls, nunca fue un predicador de la moral individual, sino un predicador de los límites del Estado, que no es lo mismo.

4.       A favor de los liber-conservatives.

4.1. Si, el liberalismo clásico no es un programa de reforma moral, pero las tradiciones morales han sido a veces muy importantes en muchos de sus escritores, como parte de la base moral de una sociedad libre. Allí hay autores importantísimos que ningún liber-progress puede sacar de la tradición liberal, como un Burke, un Lord Acton, un Tocqueville, un Constant, un Adam Smith y, para ir a autores contemporáneos muy influyentes, Hayek y Popper.

4.2. No se puede borrar del mapa a la tradición católica del liberalismo ius-naturalista, comenzando por los escolásticos del s. XVI y el liberalismo católico del s. XIX: Montalembert, Lacordaire y Ozanam en Francia; Lord Acton en Inglaterra, Romini y Sturzo en Italia. Esos pensadores son los que influyen luego en M. Novak y en R. Sirico, los inspirador y fundador, respectivamente, del Acton Institute en EEUU. Ningún liberal o libertario tiene que pensar como ellos pero tampoco los puede descartar del escenario de ideas que constituyen una tradición importante del liberalismo clásico. Y si lo dudan, pregunten a los defensores de La Acción Francesa qué opinan del liberalismo católico del s. XIX.

4.3. En los años que van desde la Revolución Norteamericana hasta los avanzados 70 u 80 del s. XX, los debates, los issues sobre ciertas libertades individuales, eran otros. El tema de la libertad de enseñanza era la ausencia de monopolio estatal en la enseñanza; el tema de la libertad de expresión era que los privados no fueran perseguidos por el Estado, y la libertad religiosa era frecuentemente entendida desde la laicidad de los EEUU más que desde el laicismo de la Revolución Francesa. Ese modo de entender esas libertades sigue siendo a veces el modo de entenderlas de los liber-conservatives, por lo cual las invectivas, a veces muy violentas, del relato del lobby LGBY contra el “hetero-capitalismo explotador”, los ha encontrado con la guardia baja. 

5.       Una perspectiva superadora para ambos grupos.

El art. 19 de la Constitución argentina de 1853 es clave para superar ciertos debates irreconciliables, a pesar de estar escrito a mediados del s. XIX. La clave del liberalismo clásico, del libertarianismo y también de conservadores, debe ser la defensa del derecho a la intimidad personal o derecho a la privacidad, garantía jurídica de la verdadera diversidad. Las acciones privadas de los seres humanos que no ofendan la moral pública ni perjudiquen derechos de terceros quedan sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados. Como vemos, no se dice que las acciones privadas sean todas buenas o todas malas, simplemente se afirma que ellas, esto es, las que no afectan los derechos de terceros, están exentas de la autoridad de los magistrados (y en ese sentido “reservadas a Dios”, expresión que un no creyente puede tomar como un símbolo jurídico de distinción entre ley humana y ley moral). La moral pública siempre va a existir allí donde existan bienes públicos, cosa que ni siquiera una free city podría evitar (ver al respecto toda la obra de Buchanan y el Public Choice), y obviamente es una zona reservada al Poder Judicial, que puede ser perfectamente un common law NO estatal.

5.1. Crítica a ambos liberalismos.

Desde este último punto de vista, ambos grupos olvidan o no dan importancia a ciertas cosas muy relevantes.

5.1.1.       Es un error grave decir que “el liberal DEBE” estar a favor de la homosexualidad, la prostitución, etc. El “deber” del liberal es estar a favor de la NO intromisión del Estado allí donde se trate de acciones privadas que no violen derechos de terceros, que incluye la homosexualidad, heterosexualidad o etc., que incluye ya la prostituta que atiende en su casa o la más perfecta virgen por motivos religiosos. O sea que el liberal, lo que defiende, es el derecho a la intimidad personal, NO el “derecho a tal cosa o tal otra”. El liberalismo sigue siendo en ese sentido una doctrina del límite a la acción estatal, y por eso el liberal puede ser perfectamente conservador en lo moral. O no. Pero lo que lo define como liberal clásico o libertario no es que sea cristiano o agnóstico en materia moral.

5.1.2.       El liberal, libertario o conservador, desde su filosofía política, no tiene, en tanto tal, posición sobre las diversas teorías sobre el género. Puede tenerlas como filósofo, como biólogo, como teólogo, y pueden ser muy diversas, pero desde su posición política, lo que pide es que el Estado, ya sea federal, estadual o municipal, no coaccione a nadie a pensar, decir o hacer de un modo o del otro, como sí pretende la ideología de género, a la cual le es imposible entender libertades individuales importantísimas como la libertad de expresión, religiosa, de asociación, de enseñanza, etc.  

5.1.3.       Ambos grupos tienden a defender su posición, a veces, desde supuestos facts objetivos o desde una ciencia objetiva, y para ambos grupos es un tiro por la culata, porque Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend ya han advertido la carga de teoría filosófica de las ciencias, y tanto Popper, Lakatos y Feyerabend fueron plenamente conscientes de las implicaciones políticas peligrosísimas de la unión entre ciencia y Estado. No se puede recurrir a una biología conjetural para combatir a la ideología de género: sólo se puede estar en contra de la auto-percepción de género desde una antropología filosófica, y desde el liberalismo nada debe prohibirse a quien quiera auto-percibirse como quiera, excepto que obligue a otros a percibirlo de igual modo y para colmo pagarle con fondos estatales toda su auto-percepción.

Espero haber ayudado en algo pero, realmente, lo dudo. Esta grieta parece tener bases psicológicas más que teóricas y ha llegado, al parecer, para quedarse, tal vez por mucho tiempo. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

¿CÓMO PUEDE SER QUE LOS LIBERTARIOS SEAMOS LLAMADOS FASCISTAS DE ULTRADERECHA?

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 30/10/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/10/como-puede-ser-que-los-libertarios.html

¿Cómo puede ser que los que defendemos la Constitución Norteamericana de 1789, el Bill of Rights y la Declaración de Independencia de 1776 seamos llamados fascistas?

¿Así que que todos los seres humanos han sido creados iguales por Dios con sus derechos a la libertad, vida y búsqueda de la felicidad fue redactado por Mussolini?

¿Cómo puede ser que los que defendemos la libertad de asociación, la libertad religiosa, el free speech y la libertad de enseñanza seamos llamados fascistas?

¿Será que con todos esos derechos el no creyente está protegido legalmente, pero el creyente también?

¿Será que molesta tanto que, por ende, con esas libertades individuales el creyente tenga derecho a rechazar la agenda LGBT sin ser perseguido por el FBI o ser declarado “domestic terrorist”?

Con esas libertades individuales, si querés hablar con e, con x o con u, hablá, pero el que NO quiere hablar así, ni dirigirte a vos así, también tiene el derecho de hacerlo.

Con esas libertades, podés enseñar a tu hijo lo que quieras, y por ende, habrá padres que enseñen a sus hijos lo que quieran sobre sus creencias religiosas y cosmovisión del mundo.

Con esas libertades, si sos adulto y querés mutilarte el pene, hacelo, pero lo que no podrás hacer es perseguir como terroristas a los padres que protejan a sus hijos de esa mutilación.

Con esas libertades, si sos adulta y querés mutilarte los pechos, hacelo, pero lo que no podrás hacer es mandar el FBI a los padres que se opongan a que su nena lo haga.

Con esas libertades, si querés festejar tu boda gay, hacelo, pero lo que no podrás hacer es obligar al pastelero de la vuelta a que te haga tu torta.

¿Será eso lo que molesta?

¿ESE liberalismo clásico molesta?

¿Defender ESAS libertades es “fascismo, ultraderecha, etc”?

¿Será que no distingues entre respetar las libertades, por un lado, y por el otro bajar por la fuerza la agenda LGBT de las Naciones Unidas convirtiendo en delincuente al que se opone?

Y desde esa “claridad de ideas”, ¿llamas fascista al libertario que defiende la libertad individual de todos, la tuya, pero también la del creyente, la del venusino y la del marciano?

Alguien me dijo una vez “subite el barbijo, Gabriel, yo sé que tu libertad, pero…..” ¡NO! ¡No era “mi” libertad!!! ¡Era la tuya también!!! ¡La tuya y la de todos!!!!!!!

¿O será que, en el fondo, odias tanto a la religión que si un creyente va preso por ser creyente lo dejas pasar, no te importa, o lo alientas?

¿Y cuando tú vayas preso porque ahora se le está dando a la ONU el mismo poder que tuvieron precisamente Mussolini, Hitler y Stalin?

¿En nombre de qué autoridad moral defenderás tu libertad?

Y sabes que no me puedes decir a mí que no tengo autoridad moral para defender la libertad.

Que la izquierda totalitaria de todo el mundo hable de fascismo para referirse a los libertarios, ok, pero que lo hagan liberales que tienen una ermita erigida a Macron y a Trudeau, es un síntoma de una decadencia ideológica entre nuestras filas que producirá una grieta tan grande que ya no podremos hablar de “nosotros” nunca más. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

El Papa Francisco, apostol de la miseria

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 30/9/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/09/30/el-papa-francisco-apostol-de-la-miseria/

Pretendemos poner de relieve lo corrosivo que resulta para la civilización y el mensaje de Cristo, que representantes de la Iglesia promuevan el redistribucionismo y la demonización del exitoso

Cuesta entender por qué el Papa le tiene desprecio a los ricos por el hecho de serlos

Cuesta entender por qué el Papa le tiene desprecio a los ricos por el hecho de serlos

En referencia a temas sociales y económicos, el cardenal Bergoglio, antes de ser Papa, ya daba alarmantes signos de comulgar con principios colectivistas. Su nombramiento como Sumo Pontífice en marzo de 2013, le ha dado una mayor propagación a su prédica debido a la relevancia que le otorga ser la máxima autoridad dentro de la Iglesia Católica.

Desde entonces, muchos fanáticos católicos, encandilados por las sotanas y encerrados en la falacia de la autoridad, buscan desesperadamente salidas a los cortocircuitos morales que el fanatismo les impide resolver. Quedan en ridículo exponiendo justificaciones o interpretaciones retorcidas a un discurso papal certero que no necesita exégesis alguna.

Muchos de los mensajes papales, ajenos a su prédica ex cathedra, resultaron y resultan sumamente destructivos, como en aquella misa en Santa Marta que el Papa Francisco I sostuvo que “el dinero es el estiércol del diablo”. Esto deja a muchos católicos perplejos y a muchos sacerdotes lanzando homilías condenatorias a la riqueza material y relacionando a los ricos con la injusticia y la deshonestidad. Claro que, llegado el momento de pasar la bolsita de las ofrendas y las limosnas, aquellos sacerdotes no parecen mayormente avergonzados por su incoherencia.

Pero esta tendencia, de no pocos representantes de la Iglesia, viene construyéndose desde hace mucho tiempo. Salvo algunos extractos de Encíclicas y formidables declaraciones de Juan Pablo II -debido a la influencia de Michael Novak y Friedrich von Hayek en la década de los ochenta- y algunas otras ejemplares manifestaciones escritas en Encíclicas y exposiciones de León XIII y Pío XI, la Doctrina Social de la Iglesia ha sido, en gran medida, una caja de resonancia de recetas equivocadas que, sin juzgar sus intenciones, contribuyen grandemente a la proliferación de la miseria y el impulso político de fascistas y dictadores.

Como católicos y difusores de la palabra de Dios, tenemos el deber moral de cuidar el mensaje de Cristo. Nos enseña la Biblia, en Gálatas 1:8, que “si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema”.

Al igual que debemos acudir en defensa de la democracia cuando tiranos pretenden valerse de ella para convertirla en una tiranía de mayorías, cuando se distorsiona el Evangelio con incorrectas interpretaciones de la pobreza de espíritu o se pregonan principios que atentan contra el mandamiento de “no robarás” y “no codiciarás los bienes ajenos”, tenemos el deber de rechazarlo con toda nuestra fuerza, aun cuando muchas veces se recurra a la investidura o autoridad papal para callar voces críticas. La falaz extorsión de “si se critica al Papa, se está contra el catolicismo”, son sofismas y recursos cazabobos que pretenden anular juicios sobre un liderazgo malsano.

El pasado 25 de septiembre, el Papa tuiteó: “Al rico no le queda ni el nombre, el pobre, en cambio, tiene nombre, Lázaro, que significa ‘Dios ayuda’. Incluso en su condición de marginación, mantiene intacta su dignidad porque vive en la relación con Dios, esperanza inquebrantable de su vida”.

Cuesta entender por qué el Papa le tiene desprecio a los ricos por el hecho de ser ricos. ¿Acaso José de Arimatea no era el amigo rico y cercano de Jesús, quien lo acompañó hasta sus últimos días? José de Arimatea, que es Santo, fue también el que se preocupó por rescatar el cuerpo de Jesús muerto y darle sepultura en su tumba. Salvando las distancias, ¿acaso el tan citado Enrique Shaw no era rico, así como tantos otros cientos de miles de empresarios y emprendedores que nos hacen menos angustiante nuestro paso por este valle de lágrimas? Los buenos y malos valores no tienen conexión alguna con la cantidad de ceros que tenga nuestra cuenta bancaria, ni la cantidad de zapatos que se posea en el ropero.

Desconozco la vida espiritual de Jeff Bezos y su equilibrio con las cosas materiales, cuestión que queda reservada a su fuero íntimo. Pero Bezos, como también otros innumerables empresarios, ha auxiliado a millones de personas y familias enteras de clientes en todo el mundo, a colaboradores, y a la gigantesca cadena de valor que directa o tangencialmente se benefició de su proyecto. Sus inversiones permitieron mejorar salarios reales de gente que ni siquiera conoce a Bezos, gente que nunca ha comprado algo a través de Amazon e incluso gente que no tiene internet.

En este contexto, vale traer a colación que, la Teoría del Derrame con la que equivocadamente se describe al liberalismo y sobre la que el Papa Francisco I insiste, denota una incomprensión supina de los procesos de mercado, la cooperación social y la división del trabajo. Bezos no hubiera podido siquiera iniciar un garaje sale sin lograr el beneficio de sus colaboradores y socios desde un primer momento. Pobre de nuestro futuro si dependiéramos de la caridad para subsistir o de la colectivización de los bienes, tal como pregona el Papa con el asunto del destino universal de los bienes.

Por eso, si de combatir la pobreza material se trata, flaco favor se les hace a los pobres si autoridades eclesiásticas se suman al embate feroz que ya existe contra la generación de riqueza mediante las consignas del igualitarismo para reemplazar la igualdad ante la ley y la malintencionada resignificación de la solidaridad y la justicia para perpetrar el robo y la corrupción de la ley

Algunos ciegos defensores de lo indefendible hablan de que el Papa condena los bienes suntuarios. Lo que se debe comprender, en primera instancia, es que la pobreza es siempre una referencia relativa. Mi caso, como el de casi todos los lectores, es una situación miserable respecto del nivel de bienestar de Rockefeller. ¿Qué se considera suntuario? ¿Los zapatos del sacerdote cuando hay niños que nunca vistieron sus pies, o la vestimenta limpia de los cardenales en relación con gente que no se puede dar el lujo de tener un cambio de ropa? ¿Cuántas bocas alimentarían las riquezas del Vaticano?

Entonces, sin ánimo de fomentar la expoliación del Vaticano, muy por el contrario, pretendemos poner de relieve lo corrosivo que resulta para la civilización y el mensaje de Cristo, que representantes de la Iglesia promuevan el redistribucionismo y la demonización del exitoso porque, no solamente se oponen al séptimo y décimo mandamiento de la Ley de Dios, sino que destrozan los incentivos que permiten crear riqueza y mejorar la condición de todos.

La Biblia es clara respecto de la pobreza. Su referencia, tal como lo explica también San Agustín, es a la pobreza de espíritu, es decir, ser humildes, reconocer nuestra imperfección y la necesidad de poner foco en la trascendencia y el fin último de la vida. Si el Evangelio condenara a los titulares de posesiones materiales y la riqueza, considerando el nivel de vida que lleva el Sumo Pontífice respecto de la mayoría de los mortales, debería darle por lo menos intranquilidad.

Mateo 6:24 dice: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará a otro, o querrá mucho a uno y despreciará a otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”. Esto no quiere decir que debamos desprendernos de todos los bienes materiales y subir desnudos a una palmera para bajar cocos con las muelas. Nuestra vida sería tan miserable que, incluso, nuestros naturales instintos, prevalecerían sobre cualquier posibilidad de vida espiritual. Menudo encuentro tendríamos al final de nuestros días con el Creador si desperdiciamos los distintos talentos, inteligencia y habilidades con las que nos bendijo.

Cabe agregar que esas gracias de Dios, tal como consigna León XIII, han sido concedidas de forma desigual: “Afánense, en verdad, los socialistas; pero vano es este afán, y contra la naturaleza misma de las cosas. Porque ha puesto en los hombres la naturaleza misma, grandísimas y muchísimas desigualdades. No son iguales los talentos de todos, ni igual el ingenio, ni la salud, ni la fuerza; y a la necesaria desigualdad de estas cosas le sigue espontáneamente la desigualdad en la fortuna, lo cual es por cierto conveniente a la utilidad, así de los particulares como de la comunidad” y también agregaba que, el camino hacia la prosperidad y la condición para aliviar a los pueblos, era la inviolabilidad de la propiedad privada.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie

Cuando los bomberos incendian

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 6/8/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/08/06/cuando-los-bomberos-incendian/

Esto sucede cuando asumen gobiernos cuya misión consiste en garantizar y proteger derechos de los gobernados pero terminan por conculcarlos

Ray Bradbury

Como es bien sabido una de las novelas más conocidas de Ray Bradbury titulada Farenheit 451 se ocupa de una sociedad del futuro donde los libros estarán prohibidos y los bomberos -los comisarios del conocimiento- tienen a su cargo la misión criminal de quemar a su paso todas las obras que estén a su alcance, es decir la bestialidad contracultural llevada al extremo.

La novela de marras relata lo ocurrido con un bombero arrepentido que se une a las fuerzas de la resistencia, pero en el mundo real se piensa que solo en el régimen nazi y en el comunista del pasado han sucedido estos hechos aberrantes de la censura más brutal. No es así, no solo en los regímenes totalitarios de hoy se sucede con más o menos desparpajo la acción de la policía de pensamiento sino en lugares que se dicen parte del mundo libre se llevan a cabo episodios de muy diversas maneras de censura encubierta y no tan encubierta vía restricciones a la libertad de prensa.

Pero en esta nota periodística quisiera mantenerme en el eje central de la trama que nos presenta Bradbury: bomberos que incendian. Eso es precisamente lo que tiene lugar cuando asumen gobiernos cuya misión consiste en garantizar y proteger derechos de los gobernados pero henos aquí que los conculcan, los atropellan, los barren aunque pretendan disfrazar las medidas con cosméticas varias para engañar a incautos. Pero falsos bomberos que en verdad incendian, vaya paradoja macabra.

Como se ha dicho una y otra vez los pronosticadores que más han acertado con los sucesos del futuro son los Julio Verne de antes y de ahora. Aldous Huxley en su memorable Mundo feliz revisitado constituye otro caso sobresaliente donde el autor reexamina su obra original de 1932 y corrige algunos conceptos clave y publica en 1958 esta nueva versión que resulta extraordinaria excepto su preocupación sobre el exceso de población planetaria con que abre su libro.

Me detengo un minuto en este aspecto inicial para luego zambullirme en otros de sus lados muy fértiles por cierto. Ya Malthus había escarbado y advertido sobre el asunto de la llamada sobrepoblación lo cual fue actualizado por el Club de Roma. Ambas posiciones erradas son refutadas por la experiencia de crecimientos vegetativos inmensos y simultáneamente mejoras notables en el nivel de vida, lo cual ilustra del mejor modo Thomas Sowell. Este último autor invita a considerar un ejercicio muy ilustrativo que llevó a cabo en los 70: tomar toda la población del orbe y dividirla por cuatro para acercarse a una familia tipo y colocarla en la imaginación en el estado de Texas lo cual daba como resultado 650 metros cuadrados por familia que es el equivalente del espacio habitacional de una familia tipo en Estados Unidos. También muestra que Somalía y Estados Unidos tienen la misma densidad poblacional, igual que ocurre con Calcuta y Manhattan. Esta gimnasia la realiza Sowell para demostrar que el problema no es de sobrepoblación sino de marcos institucionales que en unos casos conducen a la pobreza y en otros a la prosperidad. Agregamos nosotros al margen que las características en general de las estadísticas poblacionales ponen de manifiesto una caída en el crecimiento con lo que aparece un envejecimiento con los consiguientes problemas agudos que ponen aun más al descubierto la trampa de los sistemas de inseguridad antisocial basados en procedimientos que no se necesita ser un actuario para descubrir la encerrona y la necesidad de abandonar los sistemas de reparto quebrados para recostarse en los de capitalización.

Pero dejemos estas disquisiciones respecto a los andamiajes poblacionales para ir a las reflexiones de Huxley en línea con la trama de Bradbury. En primer lugar, el espanto que se traduce en los consejos de “ajustarse a los demás” lo cual destruye la individualidad que es lo más preciado y característico del ser humano. En lugar de estimular lo distinto, lo creativo, lo diferente se aplasta al ser humano insistiendo que la nivelación es constructiva, repitiendo como loros que la uniformidad y la igualación es la meta con lo que se convierte a lo humano en animalismo. Escribe Huxley que “cuando se subordina los fines a los medios aparecen los Hitler y Stalin” y concluye en este apartado que debe estarse muy alerta y prevenidos con los ingenieros sociales que pretenden imponer desde el poder sus esquemas.

Mantiene este pensador que las muchedumbres son peligrosas ya que “son caóticas puesto que no tienen propósitos propios y son incapaces de nada excepto de acciones inteligentes y pensamiento realista. Reunidas en asambleas la gente pierde su capacidad de razonar de elección moral. Se sugestionan fácilmente a un punto que dejan de lado juicios personales y voluntad propia. Son sensibles a la propaganda, a los slogans vacíos y alas sobresimplificaciones.” Es por ello que destaca la importancia decisiva de la lectura que es una faena privada y no colectiva que requiere silencio y concentración.

Este es el cuadro de situación que permite que afloren los demagogos, es decir “la imbecilidad moral” que convierten a los súbditos en cosas que hay que manipular a costa de ellos mismos. Los cánticos, las marchas y los gritos sofocan todo indicio de razonabilidad.

Todos nosotros, dice Huxley, decimos que “queremos la paz y la libertad pero muy pocos de nosotros mostramos entusiasmo por los pensamientos, los sentimientos y las acciones que conducen a la paz y la libertad. También se dice que se rechaza la guerra y la tiranía pero son muchos los que se regocijan con las ideas, sentimientos y acciones que conducen a la guerra y a la tiranía. Las mayores tonteras que avergonzarían a cualquiera que las escribiera o dicha puede ser cantada y coreada” en grupos vociferantes puesto que “el propio gobierno está en relación inversa a los números” en cuyo contexto “los grandes temas del día deben ser tratados a lo más en cinco minutos” ya que “el método para vender a los candidatos políticos como si fueran desodorantes”.

Y viene luego el clímax del libro con el adoctrinamiento en lugar de la educación y en última instancia la invención de químicos que haga dóciles a la gente. En este sentido el Gran Hermano de Orwell -Eric Blair pues lo orwelliano era un pseudónimo- muestra el horror de la bota totalitaria pero la trama de Huxley va más allá y sugiere la ayuda de químicos que darán la sensación de felicidad como cobertura para imponer los caprichos del aparato estatal. En otros términos si bien es horrendo el cuadro orwelliano de los abusos del poder político esto que sugiere Huxley es mucho peor pues son las personas las que pedirían ser esclavizadas no solo vía los químicos sino a través del uso desaprensivo y temerario de herramientas tecnológicas para el control y el vaciamiento de todo vestigio humano.

Para dejar de lado a Huxley no puedo resistir la tentación de reiterar una vez más una de las conclusiones vitales de este pensador de fuste. Escribe en Ends and Means que “En mayor o menor medida, entonces, todas las comunidades civilizadas del mundo moderno están formadas por un pequeño grupo de de gobernantes corruptos por demasiado poder y por una cantidad grande de gobernados corruptos por demasiada obediencia pasiva e irresponsable.”

Entonces el asunto radica en fortalecer la educación que remite a la trasmisión del valor central del respeto recíproco y en el plano político debemos abrir debates al efecto de introducir nuevos límites al poder porque lo que viene ocurriendo es que se naturalizan avasallamientos a las libertades que conducen a los peores resultados, especialmente para los más vulnerables. Tenemos que repensar las salvaguardas del sistema para no ser ahogados en mares embravecidos que no nos darán tregua a menos que encontremos los botes salvavidas.

Es muy pertinente referirnos a cuatro opiniones de muy distintas épocas para ilustrar el tema del abuso del poder en el contexto de la falsificación de la democracia. En primer lugar en la antigüedad el tribuno Cicerón: “El imperio de la multitud no es menos tiránico que el de un hombre solo y esta tiranía es tanto más cruel cuanto que no hay monstruo más terrible que esa fiera que toma la forma y nombre de pueblo”. En segundo lugar el padre de la Constitución estadounidense James Madison que diferencia una facción de un partido político: “Por una facción entiendo un número de ciudadanos, sea mayoría no minoría, a los que guía el impulso, la pasión o los intereses comunes en dirección al conculcamiento de los derechos de otros ciudadanos”. En tercer lugar el decimonónico Herbert Spencer: “La gran superstición política del pasado era el derecho divino de los reyes. La gran superstición política del presente es el derecho divino de los parlamentos”, Y por último el contemporáneo Bertrand de Jouvenel: “Para proclamar la soberanía de cada uno sobre sí mismo es preciso que cada miembro de la sociedad tenga un dominio propio en donde sea su propio señor […] La soberanía del pueblo no es, pues, más que una ficción y es una ficción que a la larga no puede ser más que destructora de las libertades individuales.”

Los bomberos que incendian no debieran ser tolerados, de lo contrario terminamos como vaticinó Algernon Sidney -el precursor de John Locke- ”unos pocos tienen coronas sobre sus cabezas mientras que todos los demás tienen monturas sobre sus espaldas”.

Antes he apuntado que Leonard E. Read subrayaba su admiración a los Padres Fundadores en Estados Unidos pero escribió que se equivocaron al recurrir a una expresión que venía de larga data y es “gobierno” ya que significa mandar y dirigir y concluía que cada uno debe hacer eso con su persona, “lo contrario es el mismo desacierto que llamarlo gerente general al guardián de una empresa”. Efectivamente, “gobierno” deriva del verbo latino “gubernare” que es “controlar” que remite al sustantivo “mens” que aplica en última instancia al control de la mente. En base a eso es que uno de mis libros lleva el título Hacia el autogobierno publicado en Buenos Aires, por EMECÉ en 1993 con prólogo del premio Nobel en economía, James M. Buchanan. En realidad para ser precisos el monopolio de la fuerza debiera denominarse Agencia de Seguridad, Agencia de Justicia o equivalentes, precisamente dos responsabilidades que en gran medida se eluden para encarar otras actividades que son impropias de un sistema republicano. Sin duda que mucho más importante que la cuestión semántica es la dimensión deformada y sobredimensionada del aparato estatal cualquiera sea la denominación que adopte.

Cierro este texto con una referencia autobiográfica que remite a cinco pensamientos que me resultan decisivos para calibrar una buena vida y para defenderse de los falsos bomberos que pretenden incendiar. El primero es de William Faulkner: “Nunca hay que estar satisfecho con lo que se hace. Nunca es tan bueno como podría serlo. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que es posible hacer. No hay que preocuparse simplemente por ser mejores que los contemporáneos o que los predecesores. Hay que tratar de ser mejor que uno mismo”. Segundo Kim Bassinger para eliminar la soberbia: “Si lo quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, que se vincula con la reflexión de Viktor Frankl que puede aparecer como contrapuesta pero que bien mirada es complementaria para alimentar proyectos sin cerrazones mentales y consecuentes dogmatismos: “No dejes que lo que es alcance a lo que debe ser”. Cuarto, Rosa Montero como proyecto de epitafio: “Nunca se conformó con lo que sabía”. Y por último una autodefinición que me recuerda a una producción cinematográfica en la que Jack Nicholson era su protagonista que hacía de psicólogo que reunía a un grupo y les pedía a cada uno que se defina a sí mismo. Cuando habló el primero comenzó a recitar su curriculum a lo que Nicholson interrumpe para aclararle que no pidió saber qué hace cada uno sino quien es, lo cual es un ejercicio muy fértil. En esta línea argumental, Inés Berton transmitió una autodefinición con la que me siento identificado: “Soy una persona-esponja puesto que absorbo mucho y pretendo entregar mucho”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h