Cara y contracara del mundo empresario

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/10/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/10/22/cara-y-contracara-del-mundo-empresario/

Los empresarios exitosos son los responsables de los medicamentos, los alimentos, las comunicaciones, los transportes, la vestimenta, la vivienda y todo lo que nos rodea. Debemos aplaudirlos cuando operan en el mercado abierto y preocuparnos cuando entran a la casa de gobierno

Estatua del economista escocés Adam Smith, padre del liberalismoEstatua del economista escocés Adam Smith, padre del liberalismo

En el mercado libre el empresario es decisivo para atender las necesidades del prójimo. Su función es detectar arbitrajes entre lo que conjetura son costos subvaluados respecto a los precios finales. Si acierta saca partida por la diferencia, si yerra incurre en quebrantos. El cuadro de ganancias y pérdidas resulta crucial para marcar el rumbo.

En este contexto es que Herbert Spencer sostenía que en lugar de contar con monumentos en las plazas públicas de guerreros blandiendo sables o políticos varios, es pertinente hacerlo con los empresarios exitosos pues ellos son los responsables de los medicamentos, los alimentos, las comunicaciones, los transportes, la vestimenta, la vivienda y todo lo que nos rodea. Este razonamiento lo levanta y subraya Juan Bautista Alberdi.

Todo eso es muy cierto y hay que repetirlo pero cuando el empresario se alía con el poder de turno para obtener privilegios se convierte en un explotador de la gente puesto que vende más caro, de peor calidad o ambas cosas a la vez. Se convierte en un barón feudal o un ladrón de guante blanco: como no queda bien para su status social entrar a la casa del vecino y robarle los muebles lo hace a través del aparato estatal.

Días pasados consigné en Twitter que Adam Smith en su obra de 1776 sobre el empresario que desfigura su misión y se convierte en cortesano del poder: “Es preciso siempre escuchar con los mayores recelos cualquier proyecto de ley que proponga esa clase de personas para el comercio” (Cap. XI, libro primero, parte III). Más aún ese destacado profesor escocés desconfiaba de los prebendarios disfrazados de empresarios que tienen “interés en engañar e incluso oprimir al público” (idem). Como es sabido Smith fue uno de los mayores propulsores de la libertad de comercio y el baluarte de la función bienhechora del genuino empresario.

La riqueza de la naciones, de Adam SmithLa riqueza de la naciones, de Adam Smith

Por ello es que debemos estar agradecidos con los empresarios propiamente dichos, no porque hacen filantropía con sus ventas pues proceden en su interés personal: no tienen más remedio que servir a otros al efecto de mejorar su estado patrimonial pero debemos rechazar con todas nuestras fuerzas a los que negocian y reciben privilegios que siempre hacen mucho daño a la sociedad. Esta es la razón por la que aplaudimos cuando los vemos operar en el mercado abierto pero por los motivos apuntados debemos estar muy preocupados y alarmados cuando los vemos entrar a la casa de gobierno.

El premio Nobel en economía George Stigler en su obra Placeres y dolores del capitalismo moderno escribe que “Han sido ellos [los empresarios] quienes han convencido a la administración federal [en Estados Unidos] y a la administración de los estados de que iniciaran controles sobre instituciones financieras, los sistemas de transporte y las comunicaciones, las industrias extractivas, etc” y concluye que muchos ingenuos piensan que ellos son los únicos beneficiarios pero “el Estado no es una concubina, es una ramera.” Por su parte, desde la Universidad de Harvard Robert Nozick enfatizó que “Gran parte de la regulación gubernamental de la industria está originada y está dirigida a la protección contra la competencia que promueven empresarios establecidos” y el distinguido hombre de negocios estadounidense de los rubros de la refinería de petróleo y agricultura y sus derivados Charles G. Koch quien en el año en curso fue ubicado por Bloomberg Billonaries Index en el puesto quinceavo de las personas más ricas de Estados Unidos. Koch se pregunta “¿Qué está pasando aquí? ¿Los dirigentes empresarios se han vuelto locos? ¿Por qué están autoaniquilándose debido a la voluntaria y sistemática entrega de ellos mismos y sus empresas a manos de reglamentaciones gubernamentales?”.

Es que los hay que piensan que acercándose al calor oficial protegerán su empresa sin percatarse que la están rematando junto con sus familias a las voraces fauces del Leviatán. En ese tren de cosas si no aplauden con entusiasmo los discursos de los burócratas son expoliados. Si se escudan en el mal llamado “proteccionismo” vía aranceles al comercio exterior -que en verdad desprotege a todos por obligarlos a comprar más caro y de peor calidad- al endosar sus ineficiencias sobre las espaldas de los consumidores en lugar de afrontar el asunto con sus propios recursos. Si no pueden hacerlo de ese modo deben vender su proyecto para abrirlo a la participación de otros pero si nadie lo compra es porque la idea es antieconómica y por lo tanto en esa instancia debe abandonarse y no sufragarse coactivamente con el fruto del trabajo ajeno.

En resumen, en esta nota telegráfica por una parte pretendo mostrar los peligros de acciones promovidas por quienes irrumpen camuflados como empresarios pero que en verdad son asaltantes, y por otra mostrar los inmensos beneficios que reporta el verdadero empresario.

El empresario como tal no tiene conocimientos de economía, derecho, filosofía o historia, su fuerte es el olfato y la percepción adecuada para el antes referido arbitraje. Por ello es que es muy común que banqueros no sepan que es el dinero o directores de marketing que desconocen el significado del proceso de mercado. De todos modos, es muy recomendable que en los estudios de grado y posgrado sobre negocios se incluyan asignaturas que pongan de manifiesto la trascendencia del contexto en el que se desenvuelven los empresarios y por tanto la imperiosa necesidad de defender lo que comúnmente se conoce como el sistema de libre empresa. También en esos estudios detenerse a indagar en el nexo entre inversiones y salarios e ingresos en términos reales: la única causa de las mejoras en el nivel de vida son las tasas de capitalización, esa es la explicación por la que unos países son ricos y otros pobres lo cual requiere marcos institucionales civilizados a los efectos de proteger en primer término la propiedad privada que es lo que permite la asignación eficiente de los siempre escasos factores productivos.

En su momento mi desempeño como asesor económico de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, de la Cámara Argentina de Comercio, de la Sociedad Rural Argentina y del Consejo Interamericano de Comercio y Producción me permitió indagar de primera mano en el mundo empresario y antes también en mis quince años de trabajo en una empresa familiar fui expuesto a distintos ajetreos y menesteres de los negocios.

Los pseudoempresarios actúan bajo el síndrome de Estocolmo, una caracterización del psiquiatra Nils Bejerot luego del asalto a un banco de esa ciudad sueca por parte de Jan-Erik Olsson quien trató muy malamente a sus cuatro rehenes a pesar de lo cual éstos protegieron al delincuente.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Otra sandez: segmentar tarifas

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 27/8/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/08/27/otra-sandez-segmentar-tarifas/

Vernon L. Smith

Vernon L. Smith

Dejando de lado los embrollos conceptuales y estadísticos de la declarada segmentación de tarifas en servicios esenciales tales como el atribuir niveles de ingresos por ubicación geográfica del consumidor, es del caso señalar los errores garrafales de la idea de partir precios según los patrimonios de los usuarios.

El dislate se pone de relieve si se extiende la propuesta a todos los bienes y servicios puesto que operan bajo el mismo paraguas conceptual. En esta línea argumental habría que cobrar un precio distinto al millonario que compra pan respecto al pobre y así sucesivamente con todo en el proceso de mercado. Pues si esto fuera así el resultado inexorable de esta guillotina horizontal es la igualación de rentas y patrimonios, lo cual a su turno generaría una miseria también generalizada.

Los precios son mecanismos de información que muestran dónde conviene invertir y donde no hacerlo. Los comerciantes que aciertan en los deseos del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. Esto desde luego es muy distinto cuando los que la juegan de empresarios se alían al gobierno del momento para obtener mercados cautivos y privilegios de diferente naturaleza con lo que explotan a sus semejantes con precios más elevados, calidad inferior o ambas cosas al mismo tiempo.

En este contexto las desigualdades de rentas y patrimonios desempeñan un rol esencial al efecto de mostrar la eficiencia de cada cual para servir a sus semejantes. La pretensión de limar las referidas desigualdades liquida los incentivos y destruye las señales para el uso de los siempre escasos factores de producción. Cuando se va a surtidor a cargar nafta afortunadamente no se cae en la estupidez de cobrar precios diferenciales (segmentados) según la calidad del auto, de lo contrario se sucederían los graves desajustes que hemos marcado.

Lo curioso, por no decir cómico, es que las antedichas segmentaciones haciendo gala de la mayor de las hipocresías se proclaman por los políticos como un acto de “solidaridad” sin entender que la caridad y la solidaridad se llevan a cabo con recursos propios y de modo voluntario. Recurrir al aparato estatal de la fuerza alegando lo dicho se traduce en un atraco puesto que cuando se dice que el gobierno debe hacer tal o cual cosa se esconde que son los vecinos que son violentados en el uso del fruto de sus trabajos. Ningún gobernante solventa nada con sus ingresos, más bien es común que se los lleve de manera delictiva. Tal vez entre todos los economistas que se han pronunciado sobre el asunto de marras, el que con mayor claridad lo ha expuesto ha sido el premio Nobel en economía de 2002, Vernon L. Smith en su célebre ensayo titulado “On Price Formation Theory” y su insistencia en las suculentas equivocaciones por el desconocimiento de la clásica “mano invisible” del proceso de mercado donde las partes se benefician al tiempo que transmiten la información a la que antes aludimos. Dice este galardonado que lo que hoy ocurre en gran medida es la insolente y a todas luces contraproducente “mano visible de los gobiernos” que irrumpe sustentados en “la arrogancia fatal” a qué se refería otro premio Nobel en economía -Friedrich Hayek- todo los destruyen a su paso provocando daños muy especialmente sobre el nivel de vida de los más vulnerables.

Por supuesto que el desmadre de la segmentación de tarifas se acopla a los repetidos desatinos que viene realizando con entusiasmo digno de mejor causa distintos gobiernos de hace largo tiempo principal aunque no únicamente en materia energética.

Cuando un precio es diez en el mercado quiere decir que las partes han acordado ese monto debido a las correspondientes estructuras valorativas de los derechos de propiedad intercambiados. Si el capricho gubernamental impone cinco quiere decir que se ha destruido el sistema y se ha convertido en un simple número sin sentido económico a lo que era un precio. Precisamente en este plano debe tenerse en cuenta que en la medida en que se interfiere el mecanismo de precios, en esa medida se desfigura la contabilidad, la evaluación de proyectos y el cálculo económico en general. En otros términos, en nombre de los más necesitados se los multiplica por doquier en un círculo vicioso que no tiene término en una barranca abajo que indefectiblemente conduce a la miseria, siempre con discursos altisonantes pronunciados por los vagos y chupasangres de siempre que alardean de sentimientos nobles pero son mezquinos que solo piensan en el disfrute de sus asaltos al bienestar.

A veces la tropelía llega al tope de lo concebible cuando se mantiene alegremente que algo sea gratuito cuando en verdad nada es gratis, todo tiene un costo que podrá ser monetario o no monetario pero indefectiblemente toda acción humana requiere que se renuncie a un valor a los efectos de obtener otro. Como todo no puede hacerse al mismo tiempo hay que dejar de lado prioridades. Si se acepta la gratuitidad es porque otro se hace cargo que si es por la fuerza significa que se lesionan derechos. Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todo para todos todo el tiempo, la escasez obliga a asignar factores productivos para lo que sirven los precios que en la media en que se vulneran aparece la posibilidad de “tirar manteca al techo” que es lo mismo que decir que se remata todo para encaminarse a la pobreza.

Resulta crucial comprender que la única igualdad compatible con una sociedad libre es la igualdad ante la ley que no es mediante ella sino que se refiere a que todos deben ser protegidos en sus derechos de la misma manera. La igualdad de resultados es una noción completamente distinta y opuesta a lo dicho. Como se ha consignado en muchas ocasiones, la igualdad ante la ley está indisolublemente atada a la Justicia que es el “dar a cada uno lo suyo” y “lo suyo” destaca la propiedad, esto es el uso y disposición de lo que pertenece a cada cual. La absurda redistribución de ingresos equivale a lo que en ciencias políticas se conoce como “la tragedia de los comunes”, a saber lo que es de todos no es de nadie que conduce a que se le otorguen pésimos empleos y cuidados a los bienes y servicios disponibles.

El establecimiento de una marca igualitaria conduce a que los que se encuentran ubicados arriba de la misma al enterarse que serán confiscados por la diferencia naturalmente tenderán a no producir lo que está más allá de esa línea y los que están por debajo de esa marca esperarán en vano la redistribución que naturalmente nunca llegará puesto que se dejó de producir la mencionada diferencia. En otros términos un fraude por donde se lo mire. Y si los politicastros fueran sinceros en sus preocupaciones por los que menos tienen deberían donar parte de sus remuneraciones y dietas, pero como son caraduras pretenden hacerlo recurriendo a la violencia con el fruto del trabajo ajeno. Por otra parte es de gran interés estudiar lo sucedido allí donde impera la libertad en cuanto a las extraordinarias obras filantrópicas para ayudar a los más necesitados, situaciones que desde el luego no tiene lugar en la isla-cárcel cubana y sus imitadores, siempre megalómanos enriquecidos con recursos mal habidos.

Salvando las enormes distancias puede establecerse un correlato entre el estatismo y las academias de la lengua. Enormes distancias puesto que lo primero implica violencia mientras que lo segundo son dictámenes que no recurren a la violencia. Pero es interesante este paralelo ya que las academias de la lengua pretenden dirigir un idioma cuando éste en verdad surge de la parla popular que lo enriquece. Borges apuntaba que el inglés es más rico en palabras que el español debido a que no cuenta con una academia de la lengua. Juan Bautista Alberdi escribe que “el idioma es el hombre de que es expresión, está sujeto a cambios continuos sin dejar de ser el mismo hombre en su esencia […] dos grandes leyes fundamentales, peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo […] El arcaismo y el neologismo no son incompatibles; su juego armónico, al contrario, mantiene al idioma […] queda al cuidado del pueblo mismo que es el legislador soberano de los idiomas […] Los idiomas no son obra de las Academias.” Lo cual en mayor grado aún va para gobiernos autoritarios que pretenden imponer desde el poder estropicios como el invento estrafalario del “lenguaje inclusivo” y afines tan criticados por destacados escritores y literatos. Estos autoritarios confunden la importancia de la dirección y la naturaleza del asunto: es de abajo que surgen los cambios en un proceso de orden espontáneo como el mismo mercado, no es impuesto desde arriba.

Estos comentarios remiten a un plano más amplio de la epidemia del intervencionismo estatal que venimos padeciendo los argentinos hace décadas. Este plano son las mal llamadas empresas estatales. Decimos mal llamadas porque una empresa se caracteriza por arriesgar recursos propios, si se ponen en riesgo por la fuerza recursos de otros se trata de una organización política o una apoyada por ella que asalta vecinos. En el momento en que se establece la denominada empresa estatal se está necesariamente alterando prioridades de la gente puesto que hubiera destinado sus recursos en otras direcciones. Y si la llamada empresa estatal hace lo mismo que hubiera hecho la gente no tiene sentido su intervención con el consecuente ahorro de sueldos. La única manera de saber que quiere la gente es dejarla actuar lo cual se traduce en sus votaciones en el supermercado y afines al comprar y abstenerse de hacerlo.

Lo llamativo del asunto es que luego de que el consumidor vota en el mencionado plebiscito cotidiano del mercado, a la salida el gobierno decreta la redistribución de ingresos que inexorablemente se traduce en volver a distribuir por la fuerza en una dirección distinta de la que distribuyó voluntariamente la gente. A su vez, la así concebida redistribución, por las razones apuntadas significa derroche de capital que a su turno implica disminución de salarios e ingresos en términos reales puesto que la única causa de ello es la tasa de capitalización, es decir ahorros y consecuentes inversiones en maquinarias, equipos, instalaciones y conocimiento relevante que hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar rendimientos. Esta es lo único que explica la diferencia entre países ricos y países pobres en el contexto de marcos institucionales civilizados.

Si se dice que deben establecerse empresas estatales para atender aquellos lugares y actividades que no son rentables y por ende ninguna empresa privada las servirá, debe tenerse muy en cuenta que cada una de estas aventuras antieconómicas también se traducen en despilfarro con lo que se extenderán los lugares inviables económicamente considerados hasta convertir a todo el país en una pocilga. No hay magias en economía sus principios deben cumplirse en todas las latitudes pero con más razón allí donde la situación es difícil.

En resumen, la segmentación opera a contramano de los nexos causales presentes en la economía por lo que afecta negativamente a toda la comunidad pero, como queda dicho, de manera muy especial sobre la condición de los más pobres. Segmentar es contradecir el conocimiento más elemental de la economía y no resulta posible mejoras materiales destruyendo los procesos que permiten aprovechar recursos. Se trata en definitiva de una trampa para incautos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

RAÍCES DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO ARGENTINO: presentación del libro en UCEMA

Por Adrián Ravier.  Publicado el 5/8/22 en: https://puntodevistaeconomico.com/2022/08/05/raices-del-pensamiento-economico-argentino-presentacion-del-libro-en-ucema/


Posted on  por Adrián Ravier

Este libro del Dr. Adrián Ravier intenta rastrear las raíces del pensamiento económico argentino, ideas que en muchos casos surgen con revoluciones y contrarrevoluciones científicas originadas en Europa, luego importadas a nuestras tierras. Para la tarea fueron convocados historiadores y economistas de diversas universidades púbicas y privadas del país, conocedores de las distintas escuelas o tradiciones de pensamiento, quienes detallan la manera en que las ideas penetraron el Argentina, y luego se desarrollaron y evolucionaron. El lector podrá observar que el siglo XIX ha estado marcado por ideas liberales clásicas, provenientes del Laissez Faire y el pensamiento clásico e impactando en los primeros economistas como Belgrano y Vieytes, para luego llegar a la Generación del 37 y en concreto a las Bases constitucionales de Juan Bautista Alberdi; incluso en autores marxistas parece prevalecer una posición librecambista como se puede ver en los escritos de Juan B. Justo. Pero ya con la crisis de 1930, la revolución keynesiana tuvo su eco en nuestro país, alcanzando luego una dimensión local propia con el estructuralismo de Raúl Prebisch, Julio Olivera y Roberto Frenkel. A ese intervencionismo y proteccionismo creciente, han surgido esfuerzos múltiples para contenerlos y revertirlos, importando ideas de la Escuela Austríaca, la Escuela de Chicago, la Economía Social de Mercado, la Nueva Economía Institucional y la Escuela de la Elección Pública. Estos esfuerzos intelectuales, sin embargo, si bien han contribuido a formar economistas en algunas universidades privadas han tenido escaso impacto en la sociedad y en la política económica. Si en el siglo XIX prevalece un pensamiento liberal en el marco constitucional, en el siglo XX y lo que va del siglo XXI lo hace su antítesis lo que se ha traducido en reformas constitucionales y un cambio notable de aquellas reglas e instituciones.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Publica como @AdrianRavier

El bochorno de la cobardía moral

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 25/86/22 en : https://www.infobae.com/opinion/2022/06/25/el-bochorno-de-la-cobardia-moral/

Todas las personas que se consideran partidarias de la libertad tienen la responsabilidad de contribuir a que la sociedad libre exista, a partir del estudio y la difusión de sus fundamentos. Nada está garantizado. Nada subsiste si no se defienden los valores del respeto recíproco

La Madre Teresa en El Salvador (AFP)

Estamos ante una encrucijada gigante. Hay quienes piensan que pueden circunscribirse a sus asuntos personales puesto que el respeto a lo suyo vendrá automáticamente o, en todo caso, son otros a los que les cabe la responsabilidad por cuidar y defender la libertad de cada uno. No se percatan de la responsabilidad moral de cada cual para contribuir a que exista tal cosa como la sociedad libre. Nada está garantizado. Como ha insistido Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es la eterna vigilancia”. Es muy legítimo y necesario que cada uno se dedique a sus menesteres pero éstos no pueden sobrevivir si no se estudian los fundamentos del respeto recíproco y si no se difunden. No basta con ser una buena persona que atiende los quehaceres domésticos y laborales. Nada subsiste si no se defienden los valores del antedicho respeto recíproco desde la perspectiva ética, jurídica, histórica y económica.

Se sabe que es más reconfortante dedicarse a la vida pacífica en la familia y en el trabajo, pero nuevamente reiteramos que no es posible evitar el inmenso riesgo que se atropellen esos derechos si no se vela por ellos. No es suficiente con no fornicar, no robar y no matar. Alexis de Tocqueville consignó que el problema básico irrumpe en las sociedades en las que ha habido gran progreso moral y material y se da eso por sentado. Se requiere -se demanda- un esfuerzo constante. No se trata de abandonar las faenas en las que uno está, se trata de destinar una parte aunque más no sea pequeña para que aquellas faenas puedan continuar de modo pacífico.

Hay muchas maneras de proceder en este sentido, la más eficaz es la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo pero en modo alguno esto se agota en estas actividades para los que no tengan posibilidad de acceder. Por ejemplo, una forma muy fértil consiste en los ateneos de lectura donde se reúnen en casa de familia cuatro o cinco personas para debatir un buen libro: por turno uno expone y el resto debate. Esto tiene inmenso efecto multiplicador en las familias, en las reuniones sociales y en los ámbitos de trabajo. No tiene sentido sostener que uno no está preparado para esas cuestiones, nadie nace con la preparación, todos deben hacer esfuerzos para capacitarse. Es muy cómodo alegar que otros tienen la vocación por defender los principios de la sociedad libre, a todos les atrae mucho más dedicarse a ganar dinero y aplicarlo a los placeres de la vida armoniosa y gratificante, pero a todos les compete la mencionada responsabilidad. No puede esperarse a que la invasión de los bárbaros destruya todo. Cuando no quede nada en pie será tarde para los lamentos.

Como se ha dicho, el asunto no es preocuparse sino ocuparse y no valen las exclamaciones y las críticas de sobremesa para luego de haber engullido alimentos dedicarse a los intereses personales cortoplacistas. El abandono de las aludidas responsabilidades indelegables conduce indefectiblemente al desastre. En verdad el darle la espalda a esta misión inherente a la civilización es nada menos que cobardía moral.

No se trata de actuar como si estuviéramos en una inmensa platea mirando al escenario donde supuestamente estarían los que deben ocuparse, se trata de contribuir a sostener la conducta civilizada, lo contrario es una buena receta para que se desplome el teatro. No puede pretenderse ser free-riders de otros (garroneros en criollo) por más que en general se trate de muy buenas personas que creen en la libertad.

Resulta paradójico en verdad que se diga que la suficiente difusión de las buenas ideas es el único camino para retomar uno de cordura y, sin embargo, se concluye que es altamente inconveniente pretender expresarlas ante el público. Parecería que estamos frente a un callejón sin salida, pero, mirado de cerca, este derrotismo es solo aparente.

Ortega escribe en el prólogo para franceses de Rebelión de las masas: “Mi trabajo es oscura labor subterránea de minero. La misión del intelectual es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que el político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban” y en el cuerpo del libro precisa que en el hombre masa “no hay protagonistas, hay coro” y en el apartado titulado “El mayor peligro, el Estado” concluye que “el resultado de esta tendencia será fatal. La espontaneidad social quedará violentada una vez y otra por la intervención del Estado; ninguna nueva simiente podrá fructificar. La sociedad tendrá que vivir para el Estado; el hombre, para la máquina del Gobierno”.

Por su parte, Le Bon en La psicología de las multitudes afirma que “las transformaciones importantes en que se opera realmente un cambio de civilización, son aquellas realizadas en las ideas” pero que, al mismo tiempo, “poco aptas para el razonamiento, las multitudes son, por el contrario, muy aptas para la acción” y, en general, “solo tienen poder para destruir” puesto que “cuando el edificio de una civilización está ya carcomido, las muchedumbres son siempre las que determinan el hundimiento” ya que “en las muchedumbres lo que se acumula no es el talento sino la estupidez”.

Entonces, ¿cómo enfrentar la disyuntiva?. Los problemas sociales se resuelven si se entienden y comparten las ideas y los fundamentos de la sociedad abierta pero frente a las multitudes la respuesta no solo es negativa porque la agitación presente en ellas no permite digerir aquellas ideas, sino que necesariamente el discurso dirigido a esas audiencias demanda buscar el mínimo común denominador lo cual baja al sótano de las pasiones. Como explica Ortega en la obra referida, “el hombre-masa ve en el Estado un poder anónimo y como él se siente a sí mismo anónimo -vulgo- cree que el Estado es cosa suya” y lo mismo señala Friedrich Hayek en Camino de servidumbre en el capítulo titulado “Por qué los peores se ponen a la cabeza”.

Desde luego que, como hemos apuntado en otras ocasiones, la paradoja no se resuelve repitiendo los mismos procedimientos puesto que naturalmente los resultados serán idénticos. El asunto es despejar telarañas mentales y proponer otros caminos para consolidar la democracia y no permitir que degenere en cleptocracias como viene ocurriendo de un largo tiempo a esta parte. La perfección no está al alcance de los mortales, de lo que se trata en esta instancia del proceso es minimizar los desbordes del Leviatán.

Hay quienes en vista de este panorama la emprenden irresponsablemente contra la democracia sin percatarse que en esta etapa cultural la alternativa a la democracia es la dictadura con lo que la prepotencia se arroga un papel avasallador y se liquidan las pocas garantías a los derechos que quedan en pie. Confunden el ideal democrático cuyo eje central es el respeto de las mayorías por el derecho de las minorías, con lo que viene ocurriendo situación que nada tiene que ver con la democracia sino más bien con dictaduras electas.

Y para fortalecer las ideas lo último que se necesita es un líder puesto que, precisamente, cada uno debe liderarse a sí mismo lo cual es completamente distinto de contar con ejemplos, es decir referentes que es muy diferente por la emulación a que invitan no solo en el terreno de las ideas sino en todos los aspectos de la vida (esto a pesar de los múltiples cursos sobre liderazgo que en el sentido de mandar y dirigir están fuera de lugar, incluso en el mundo de los negocios donde se ha comprendido el valor de la dispersión del conocimiento y el daño que hace el énfasis del verticalismo.)

El núcleo de las ideas es siempre iniciado por una minoríaAlbert Jay Nock escribió un ensayo en 1937 reproducido en castellano en Buenos Aires (Libertas, Año xv, octubre de 1998, No. 29) titulado La tarea de Isaías (“Isaiah´s Job”). En ese trabajo subraya la faena encargada al mencionado profeta bíblico de centrar su atención en influir sobre la reducida reserva moral (remnant en inglés): “De no habernos dejado Yahvéh un residuo minúsculo, como Sodoma seríamos, a Gomorra nos pareceríamos”. A partir de lo consignado, Nock elabora sobre lo decisivo del remnant al efecto de modificar el clima de ideas y conductas y lo inconducente de consumir energías con multitudes. Concentrarse en ser personas íntegras y honestas intelectuales en lugar de los timoratas que tienen pánico de ir contra la corriente aun a sabiendas que lo “políticamente correcto” se encamina a una trampa fatal. Necesitan el aplauso, de lo contrario tienen la sensación de la inexistencia. Borges escribió sobre aquellos que se ufanan por aparecer como alguien “para que no se descubra su condición de nadie.”

Hay incluso quienes podrían ofrecer contribuciones de valor si fueran capaces de ponerse los pantalones y enfrentar lo que ocurre con argumentos sólidos y no con mentiras a medias, pero sucumben a la tentación de seguir lo que en general es aceptado. No se percatan de la inmensa gratificación de opinar de acuerdo a la conciencia y de la fenomenal retribución cuando aunque sea un alumno, un oyente o un lector dice que lo escuchado o leído le abrió nuevos horizontes y le cambió la vida. Prefieren seguir en la calesita donde en el fondo son despreciados por una y otra tradición de pensamiento puesto que es evidente su renuncia a ser personas íntegras que puedan mirarse al espejo con objetividad.

Y no es cuestión de alardear de sapiencia, todos somos muy ignorantes y a medida que indagamos y estudiamos confirmamos nuestro formidable desconocimiento. Se trata de decencia y sinceridad y, sobre todo, de enfatizar en la imperiosa necesidad del respeto recíproco. Si estuviéramos abarrotados de certezas la libertad no tendría sentido.

Por otro lado, si nos quejamos de los acontecimientos, cualquiera éstos sean, el modo de corregir el rumbo es desde el costado intelectual, en el debate de ideas y en la educación. Como se ha señalado en incontables oportunidades, los socialismos son en general más honestos que supuestos liberales en cuanto a que los primeros se mantienen firmes en sus ideales, mientras que los segundos suelen retroceder entregando valores a sabiendas de su veracidad, muchas veces a cambio de prebendas inaceptables por parte del poder político o simplemente en la esperanza de contar con la simpatía de las mayorías conquistadas por aquellos socialistas debido a su perseverancia.

Ya he puesto de manifiesto en otra ocasión que la obsesión por “vender mejor las ideas para tener más llegada a las masas” es una tarea condenada al fracaso, principalmente por dos razones. La primera queda resumida en la preocupación de Nock en el contexto de “la tarea de Isaías”. El segundo motivo radica en que en la venta propiamente dicha no es necesario detenerse a explicar el proceso productivo para que el consumidor adquiera el producto. Es más que suficiente si entienden las ventajas de su uso. Cuando se vende una bicicleta o un automóvil, el vendedor no le explica al público todos los cientos de miles de procesos involucrados en la producción del respectivo bien, centra su atención en los servicios que le brindará el producto al consumidor potencial. Sin embargo, en el terreno de las ideas no se trata solo de enunciarlas sino que es necesario exponer todo el hilo argumental desde su raíz (el proceso de producción) que conduce a esta o aquella conclusión. Por eso resulta más lenta y trabajosa la faena intelectual. Solo un fanático acepta una idea sin la argumentación que conduce a lo propuesto. Además, los socialismos tienen la ventaja sobre el liberalismo que van a lo sentimental con frases cortas sin indagar las últimas consecuencias de lo dicho (como enfatizaba Hayek, “la economía es contraintuitiva” y como señalaba Bastiat “es necesario analizar lo que se ve y lo que no se ve”).

Por eso es que el aludido hombre-masa siempre demanda razonamientos escasos, apuntar al común denominador en la articulación del discurso y absorbe efectismos varios. Por eso la importancia del remnant que, a su vez, genera un efecto multiplicador que finalmente (subrayo finalmente, no al comienzo equivocando las prioridades y los tiempos) llega a la gente en general que a esa altura toma el asunto como “obvio”. Para esto las minorías que abren camino a las ideas deben ser apoyados y alimentados por todas las personas responsables. Y si la idea no llega a cuajar debido a la descomposición reinante, no quita la bondad del testimonio, son semillas que siempre fructifican en espíritus atentos aunque por el momento no puedan abrirse paso.

Tal como ha escrito Juan Bautista Alberdi en 1841 donde vaticinó lo que sería su largo esfuerzo de prédica que comenzó en 1836 con su tesis doctoral que se negó a jurarla por el tirano Rosas y que culminó en la Constitución liberal argentina de 1853/60: “Siendo la acción la traducción de las ideas, los hechos van bien cuando las ideas caminan bien: necesitamos pues hacer un cambio de las actuales ideas” (Obras completas, tomo II, p. 134).

En resumen, debe dejarse de lado la comodidad y poner manos a la obra. No estaríamos en la situación en la que estamos si todos los que se dicen partidarios de la libertad contribuyeran a estudiar y difundir sus fundamentos. Estimo que es pertinente para ilustrar cómo es que nunca se desperdician las contribuciones bienhechoras de las personas íntegras -aún operando en soledad- lo apuntado por la Madre Teresa de Calcuta cuando le dijeron que su tarea era de poca monta puesto que “es solo una gota de agua en el océano” a lo que respondió “efectivamente, pero el océano no sería el mismo sin esa gota”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Alem y Milei, dos caras de la misma moneda

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 30/4/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/04/30/alem-y-milei-dos-caras-de-la-misma-moneda/

La estrecha conexión entre la libertad y las condiciones sociales de la población ha movilizado mentes como las del fundador del radicalismo y del dirigente de La Libertad Avanza

Javier Milei y Leandro Alem

Es de gran interés anotar la similitud entre el pensamiento liberal de dos personas que cambiaron la historia política de nuestro país. El decimonónico Leandro N. Alem y quien ahora está en proceso: Javier Milei. En ambos casos no ha habido situaciones de esa envergadura y profundidad con discursos en el plano político radicalmente liberales.

Para esta nota periodística me limito a ejemplificar con el primero de los nombrados en su participación en el célebre debate sobre la federalización de Buenos Aires en la legislatura provincial. En esa ocasión Alem dijo que “La tendencia autoritaria se desenvuelve entre nosotros de una manera alarmante. Son los partidarios de esa escuela que atribuyen al ´poder social´ derechos absolutos e independientes, sin penar que solo es un encargado de armonizar y garantir los derechos de los asociados. Son los que pretenden en la ´autoridad suprema´, puesto que sus órdenes deben ser cumplidas y acatadas sin observación ni control de ninguna especie […] No es esta nuestra teoría, ni ha de ser, por cierto, la de todos aquellos que aman sinceramente nuestras instituciones democráticas […] Más el poder es fuerte, más la corrupción es fácil. Para asegurar el poder legítimo, es necesario impedir a todo trance que él exagere sus facultades y es indispensable buscarle el contrapeso que prevenga lo arbitrario […] En economía como en política, estrechamente ligadas, porque no hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y a todas las actividades […] Si, gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad […] esto es la autonomía, comenzando desde el individuo, garantida en sus manifestaciones regulares pero nada más que garantida”.

Esto es solo una muestra del pensamiento y los valores del fundador del Partido Radical. Desafortunadamente con el tiempo ese partido fue cambiando de rumbo hasta producir un tajo -también radical- y separarse de los principios sobre la base de su constitución original, especialmente a partir de la Declaración de Avellaneda en 1945 y luego su incorporación a la Internacional Socialista con lo que se le dio la espalda al liberalismo inicial del todo consistente con las propuestas alberdianas insertas en nuestro texto constitucional de 1853/60.

Recientemente Mauricio Macri subrayó las ideas originales de Alem y su espíritu liberal y he intercambiado ideas en un mano a mano por Zoom con dirigentes radicales como Álvaro de Lamadrid quien suscribe plenamente lo dicho y también con mi ex alumno de la UBA Julio Goldestein en aquel momento integrante de Franja Morada hoy parte de la juventud radical con una mirada explícitamente liberal. Hay muchos otros dirigentes radicales que apuntan a retomar el origen de su partido y abandonar recetas estatistas que tanto daño le han hecho a nuestro país: a todos sus miembros pero muy especialmente a los más vulnerables.

Respecto a Javier Milei no hace falta repasar sus propuestas puesto que lo tenemos en vivo y en directo y son de actualidad pública cotidiana en muy diversos canales. Basta con mencionar mi columna publicada en este mismo medio titulada “Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos” donde resumo sus ideas en forma de decálogo, un texto que Milei decidió junto a la Editorial Planeta que encabece su último libro. De cualquier modo, reitero que sus proyectos políticos liberales no se han escuchado desde hace mucho tiempo en ese plano con el rigor del caso, modernizados por sus exitosas incursiones en ámbitos académicos, especialmente debidas a las fértiles contribuciones de la Escuela Austríaca. Por todo ello estimo que todos los partidarios de la sociedad libre le debemos agradecimiento y rechazamos las críticas basadas en los celos, la envidia y la incomprensión de la tradición de pensamiento liberal en base a pretextos inauditos como pantalla para ocultar resentimientos y fracasos varios, buscando la “quinta pata al gato” como si se ignorara la gravedad de la situación argentina.

El jeffersoniano y doctor en jurisprudencia Leandro N. Alem se pronunció con elocuencia y detenimiento sobre temas de derecho, filosofía y de la economía en sus muy diversas facetas monetarias, fiscales, laborales y de comercio exterior. Los trabajos de mayor peso que resumen con tonalidades diversas el pensamiento de Leandro Alem son los de Enrique de Gandía, Telmo Manacorda, Bernardo González Arrili, Francisco Barroteveña, Félix Luna y Ezequiel Gallo. La impronta de Alem fue desdibujada en varios tramos, primero por Hipólito Yrigoyen que como escribió el fundador del radicalismo en 1895 al aludir al “pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen” (su padre era casado con Marcelina Alem, hermana de Leandro). Desvío luego confirmado por lo consignado más arriba, desde luego en sentido contario debe destacarse la importantísma actuación del gobierno de Alfonsín en cuanto al juicio a las juntas militares por los procedimientos aberrantes e inaceptables en el combate al canalla y siempre criminal terrorismo en el contexto de lo escrito, por ejemplo, por Graciela Fernández Meijide, aunque en el resto de los asuntos sociales ese gobierno fracasó rotundamente por no haber prestado atención a los consejos y reflexiones demandadas por Alem en muy diversas circunstancias como una ruta para lograr el bienestar de nuestro país.

Es del caso recordar algunos aspectos de los gobiernos de Yrigoyen en cuanto a sus 18 intervenciones federales a las provincias (14 de las cuales sin ley del Poder Legislativo), su desprecio por el Congreso al cual no visitó para la alocución inaugural, su rechazo a las muchas propuestas de interpelaciones parlamentarias, su insistencia con el incremento de la deuda estatal vía empréstitos, el aumento del gasto público, el incremento de gravámenes como el de las exportaciones, su indiferencia por la marcha de la Justicia quedando vacante la cuarta parte de los juzgados federales, la “semana trágica”, el comienzo del control de precios a través de los alquileres que derivó en el célebre voto en contra de tamaña disposición por parte de Antonio Bermejo en la Corte (escribió que “la propiedad no tiene valor ni atractivo, no es riqueza, propiamente, cuando no es inviolable por la ley y en el hecho”), las acusaciones de dolo no atendidas por hechos imputados en relación al área de ferrocarriles y la disposición de fondos públicos para lo que se denominó Defensa Agrícola y la clausura de la Caja de Conversión lo cual sentó la primera base para el deterioro del signo monetario.

Como una nota al pie, al efecto de ilustrar el ambiente del momento a contramano de todo lo propugnado por Alem, transcribo las declaraciones del ministro de gobierno -Carlos María Puebla- del primer gobernador radical de Mendoza José Néstor Lencinas (aunque luego enemistado por razones de poder político con Yrigoyen): “La Constitución y las leyes son un obstáculo para un gobierno bien intencionado”. Por su parte, a Yrigoyen no lo caracterizaba la modestia, por ejemplo -en lo que puede entenderse de su lenguaje oscuro y generalmente incomprensible- escribió en Mi vida y mi doctrina“Estoy profundamente convencido de que he hecho a la patria inmenso bien y poseído de la idea de que quien sabe si a través de los tiempos seré superado por alguien, y ojalá que fuera igual”.

Luego de la primera presidencia de Yrigoyen se sucedió el interregno de los “antipersonalistas” de la mano de la excelente presidencia de Alvear para luego recaer en el segundo mandato de Yrigoyen, depuesto por la revolución fascista del 30 con la creación de la banca central, las juntas reguladoras, la destrucción del federalismo fiscal y el establecimiento del impuesto a los réditos, para más adelante -con el golpe militar del 43- acentuar notablemente el estatismo en medio de corrupciones alarmantes, controles cambiarios, de precios, de arrendamientos y alquileres, detenciones y persecuciones arbitrarias y torturas lo cual se agudizó en la última etapa con las matanzas de la Triple A, imposición de un sistema quebrado para los jubilados, ataques a la libertad de prensa y el establecimiento de sindicatos autoritarios basados en el fascismo mussoliniano que perjudicaron (y perjudican) especialmente a los más necesitados.

Como escribió Emilio Hardoy en Confieso que he vivido “los militares que conspiraron y triunfaron, además de acatar incondicionalmente la autoridad del general José. F. Uriburu, estuvieron imbuidos de las ideas de Acción Francesa de Charles Maurras y el fascismo italiano de Benito Mussolini, habían difundido en círculos intelectuales.” Esto a pesar de la lucha de algunos para contrarrestar esta infame tendencia, especialmente en su defensa de los aliados en el concierto internacional en medio de simpatías con los totalitarismos. Y más adelante consigna que “los conservadores que institucionalizamos el fraude electoral y con torpeza incomparable impedimos que Marcelo T. de Alvear fuera de nuevo presidente y, en definitiva, conseguimos que lo fuera Perón.”

Es del caso detenernos una vez más en la estrecha conexión entre la libertad y las condiciones sociales de la población, lo cual ha movilizado mentes como las de Leandro Alem y moviliza la de Javier Milei, con formas distintas pero con el mismo fondo. En este sentido es de gran importancia percatarse que la única causa de salarios e ingresos en términos reales son las tasas de capitalización, es decir, equipos, maquinaria, instalaciones y conocimiento relevante que hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar sus rendimientos. No es lo mismo arar con las uñas que con un tractor, no es lo mismo pescar a cascotazos que hacerlo con una red de pescar. Esa es la diferencia entre países prósperos y países pobres, no se trata de voluntarismo sino de incrementar el ahorro interno y externo que permite ensanchar las inversiones y por ende las condiciones de vida.

Por último, en este resumen, es habitual -y generalmente con la mejor de las intenciones- que se haga referencia a “las clases sociales” en el contexto del intervencionismo de los aparatos estatales, sin percatarse de la genealogía de esa expresión ni de su significado preciso. Pertenecer a distintas clases sociales remite a distinta naturaleza, lo cual es un desatino mayúsculo cuando se aplica a seres humanos ya que todos compartimos la misma condición.

Más aun, la expresión “clase baja” resulta repugnante, la “alta” es de una frivolidad alarmante y la “media” resulta del todo anodina. Se argumenta que no es a la naturaleza de las personas a que se refiere la clasificación de marras sino que se alude a los ingresos bajos, medios y altos y las circunstancias varias que rodean a estas situaciones. Pues si de eso se trata es mejor decirlo abiertamente, es decir, referirse a ingresos bajos, medios y altos. Por otra parte, tengamos siempre presente que todos tenemos en común que descendemos de las cuevas y de la miseria más brutal.

Sé que no pocos encuestadores, sociólogos y colegas economistas recurren con pasmosa inocencia a esa terminología de las clases sociales pero recordemos que la clasificación proviene del marxismo que efectivamente consideraba a personas de distinta naturaleza según “la clase” -estructuras lógicas distintas reza el polilogismo sin precisar en qué se diferencian del silogismo aristototélico- y Hitler y sus secuaces luego de infinitos embrollos clasificatorios finalmente adoptaron el criterio de Marx por lo que rapaban y tatuaban a sus víctimas para distinguirlas de sus victimarios y concluir que el tema era “mental” para separar al “ario” del “judío”.

En este contexto se suele hablar también de “clase trabajadora” lo cual es otro sandez puesto que esta sola referencia está avalando la teoría de la explotación, a saber, que habría una clase que trabaja y otra que la explota sin percatarse que en un mercado libre las relaciones contractuales derivan del antedicho proceso de inversión que a su vez es consecuencia de marcos institucionales civililzados. Solo en un sistema estatista hay quienes obtienen ingresos como consecuencia de la exacción del trabajo ajeno y solo los empresarios prebendarios aliados al poder de turno succionan prepotentemente el ingreso de los demás. En el proceso de mercado cada cual para mejorar su situación patrimonial se ve obligado a mejorar la condición social de su prójimo y el que yerra incurre en quebrantos y el que acierta en las necesidades de otros obtiene ganancias. El empresario en la sociedad abierta es tan trabajador como el que realiza faenas manuales. Decir que las negociaciones salariales tienen lugar entre el capital y el trabajo es tan insensato como decir que puede haber un círculo cuadrado ya que el capital no negocia, se trata de una estructura inanimada.

Entre nosotros Juan Bautista Alberdi insistía en preguntarse y responderse “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra.” Y los postulados de los Padres Fundadores en Estados Unidos -tan admirados y ponderados tanto por Leandro Alem como por Javier Milei- consideraban fundamental el derecho de propiedad, de responsabilidad individual y de desconfianza al poder gubernamental. James Madison, el padre de la Constitución, escribió en 1792 que “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad de todo tipo […] Éste es el fin del gobierno, solo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La Escuela Austríaca de Economía en la Argentina

Por Adrián Ravier.  Publicado el 23/10/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/10/23/la-escuela-austriaca-de-economia-en-la-argentina/

La corriente de pensamiento destaca el valor de las libertades por sobre las regulaciones extremas y el crecimiento del Estado en la vida pública

La Escuela Austríaca de Economía nace en Viena, en 1871, con los aportes de Carl Menger

La Escuela Austríaca de Economía nace en Viena, en 1871, con los aportes de Carl Menger. Su mayor protagonismo lo alcanza entre 1920 y 1930 con las obras de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, y en concreto con debates importantes frente a los socialistas, frente a los macroeconomistas de Cambridge como John Maynard Keynes y también frente a John Clark y Frank Knight sobre temáticas específicas como la teoría del capital.

En la Argentina, sin embargo, las ideas de la tradición austríaca recién penetran en los años ‘40, seguramente como respuesta al abandono de las ideas liberales presentes en las bases constitucionales de Juan Bautista Alberdi, y al abrazo de un intervencionismo y un proteccionismo creciente en la década anterior.

A partir de 1942 en un aula de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, se reunían cada dos semanas Carlos Luzzetti (quien completó sus estudios en Oxford), William Chapman (quien luego fue Decano de la mencionada casa de estudios), Alberto Benegas Lynch (miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas) y José Santos Gollán (h) (más tarde Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA) para estudiar el libro de Gottfried Haberler: Prosperidad y depresión, publicado originalmente en inglés en 1937.

Haberler, asociado hoy con la Universidad de Chicago, había participado como asistente en el seminario privado de Mises en Viena, y había escrito este libro para estudiar las diversas teorías existentes sobre los ciclos económicos. El libro cita a Böhm Bawerk, Mises, Hayek, Lionel Robbins Fritz Machlup, entre otros autores destacados de la tradición.

Interesado en profundizar en esas ideas Alberto Benegas Lynch contactó a la Foundation for Economic Education (FEE) y tomó contacto con su presidente, Leonard Read, quien a su turno hizo posible su visita a Nueva York, lo que abrió un canal de diálogo y encuentros con Mises y Hayek.

Ya en la década siguiente, y en concreto en 1957, Benegas Lynch funda el Centro de Estudios sobre la Libertad, el que desarrolla al menos tres grupos de actividades fundamentales para comprender la raíz del pensamiento austríaco en Argentina:

1. Traduce y publica varios libros de economía austríaca al español. Entre esas publicaciones destaca una revista titulada “Ideas sobre la Libertad” que permitió la expansión de las ideas tanto en Buenos Aires como en el interior.

2. El Centro invitó a los mencionados Read, Mises y Hayek a disertar en Buenos Aires, a los que luego se sumaron Hans Sennholz, Bruno Leoni, Lucas Beltrán y Percy Greaves, entre muchos otros. Las seis conferencias de Mises en la Universidad de Buenos Aires quizás fueron las más destacadas, hoy compiladas en un libro titulado: Política económica (Unión Editorial).

Las seis conferencias de Mises en la Universidad de Buenos Aires quizás fueron las más destacadas, hoy compiladas en un libro titulado: Política económica

3. El Centro becó a numerosos jóvenes para que pudieran doctorarse en Estados Unidos, destacándose la figura de Juan Carlos Cachanosky, quien completó su doctorado bajo la dirección de Hans Sennholz en 1983.

En una entrevista que tuve la fortuna de hacerle, Juan Carlos comenta que fueron los trabajos de Henry Hazlitt los que movieron las estanterías de su formación keynesiana. Escribió una carta a FEE, y fue precisamente Leonard Read quien le facilitó el teléfono de Benegas Lynch, con quien rápidamente entró en contacto, y le prestó varios libros de los austríacos, que en esa época eran muy difíciles de conseguir.

En la misma entrevista, Juan Carlos destaca que en aquella época, como estudiante de economía en la UCA, conoció a Alejandro Chafuén, y juntos empezaron a participar en las actividades de la Escuela de Educación Económica del Contralmirante Sánchez Sañudo.

La posta de todos estos (y otros) esfuerzos de Benegas Lynch, la toma su hijo, quien en mayo de 1978 invita a Juan Carlos Cachanosky a incorporarse al Departamento de Investigaciones de la Sociedad Rural Argentina. (Posiblemente sea correcto afirmar que Benegas Lynch y Cachanosky son los dos apellidos más importante en las raíces del pensamiento austriaco en Argentina).

Origen de Eseade

Unos meses después, en agosto, Alberto Benegas Lynch (h) y un grupo de empresarios fundan Eseade, la primera Escuela de Negocios que ofrece estudios de posgrado en la Argentina.

La casa de altos estudios forma un departamento de investigaciones con nombres destacados para la Escuela Austríaca en Argentina, cada uno de los cuales requeriría una nota aparte: Juan Carlos Cachanosky, Gabriel Zanotti, Federico Thomsen, Alfredo Irigoin, Eduardo Zimmermann, Ricardo Manuel Rojas, Enrique Aguilar, entre otros. La incorporación de Ezequiel Gallo como director de ese Departamento le dio un vuelvo fundamental, convirtiendo a jóvenes entusiastas en académicos profesionales. Más tarde, el propio Juan Carlos Cachanosky será director.

Juan Carlos Cachanosky y Alberto Benegas Lynch (h), primeros referentes de la Escuela Austríaca de Economía en la Argentina

Alberto Benegas Lynch (h) fue Rector de Eseade durante 23 años, y durante ese tiempo sus cuatro programa de Maestría en Economía y Administración de Empresas, en Economía y Ciencias Políticas, en Derecho Empresario y en Finanzas, formaron centenares de graduados muchos de los cuales hoy dirigen las empresas más importantes del país. Esa formación incluía e incluye hoy día cursos donde el emprendedor es el motor de la economía, y el proceso de mercado aunque siempre en desequilibrio no es caótico, sino que permite coordinación.

En 2001 Alberto Benegas Lynch (h) deja Eseade para presidir la Fundación Friedrich Hayek, y deja el cargo a Martín Krause, quien también lo sucede como titular de cátedra de economía en la Facultad de Derecho de la UBA. Krause convoca a Gabriel Zanotti a dirigir el Departamento de Investigaciones, donde aparece una nueva generación de intelectuales interesados por la obra de Hayek y la Escuela Austríaca. Destacan allí Eduardo Stordeur y Eliana Santanatoglia en el área de derecho, Constanza Mazzina en ciencias políticas, Ricardo López Gottig en historia y yo personalmente estudiaba temas económicos.

Este departamento de investigaciones recibía frecuentemente la visita de académicos de diversa ideología, desde un Axel Kicillof hasta un joven Javier Milei, alcanzando siempre un diálogo respetuoso que nos nutría a todos desde un enfoque multidisciplinar.

En paralelo con la trayectoria de Alberto Benegas Lynch (h) en Eseade, Juan Carlos Cachanosky tomaba la dirección de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala, llevando un cuerpo docente argentino (del cual tuve la fortuna de participar) a dictar clases en programas internacionales.

Juan Carlos siempre insistió a su cuerpo docente que debían doctorarse para alcanzar el más alto nivel, y ello le permitió contar con un equipo de alta calidad donde destacaban Alejandro Gómez en historia económica, Pablo Guido y Sebastián Landoni en economía, y Florencia Roca en Finanzas.

Poco tiempo después Ricardo Manuel Rojas se convierte en director de la Fundación Hayek y el departamento de investigaciones de Eseade se traslada a esas oficinas bajo la dirección de Osvaldo Schenone, doctor en economía de Chicago, y con Gabriel Zanotti como sub-director. A ese departamento de investigaciones se suman nuevos jóvenes investigadores como Nicolás Cachanosky, hijo de Juan Carlos, quien poco después completa su doctorado en economía en Boston, y se convierte en profesor de tiempo completo en Denver, Estados Unidos.

Ediciones en la Argentina

Alrededor del 2007, Unión Editorial desembarca en Argentina, ya no sólo con envíos de miles de libros, sino con la intención de tener ediciones propias en América Latina. Se trata, en el mundo hispano, de la principal editorial en publicar libros de la Escuela Austríaca, actividad iniciada por Juan Marcos de la Fuente y seguida hoy por su hijo Juan Pablo Marcos. En Argentina Rodolfo Distel es quien dirige Unión Editorial, la que ha publicado en la última década centenares de obras clásicas y nuevos títulos que se exportan al interior, a los países limítrofes, e incluso llegan a todo el continente.

El trabajo entusiasta de Javier Milei está expandiendo las ideas de la Escuela Austriaca en Argentina (Franco Fafasuli)

Sería injusto no mencionar al profesor Francisco Navarro Vilches en formar austríacos en Mendoza; lo mismo con Rogelio Pontón y su esfuerzo por formar jóvenes austríacos en Rosario; Federico Fernández por ejemplo ya lleva organizados más de diez Congresos Internacionales de la Escuela Austríaca en esa ciudad con la Fundación Bases que preside; y por supuesto habrá que mencionar tantas otras instituciones para las cuales aquí ya no tenemos espacio.

Sin dudas que el trabajo entusiasta de Javier Milei está expandiendo las ideas de la Escuela Austriaca en Argentina, pero vale la pena señalar la plataforma sobre la que se sostiene este proceso, destacando el trabajo de hormiga de muchas personas e instituciones que también contribuyeron a ese fin.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

En torno a un análisis del fenómeno Milei

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 18/9/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/09/18/en-torno-a-un-analisis-del-fenomeno-milei/

Javier Milei, candidato a diputado nacional

El aspecto clave de este asunto, mucho más allá de los resultados electorales del presente, es el haber trasladado al nivel político las ideas liberales que estaban ausentes en ese plano desde hace ocho décadas con esa profundidad. Este proceso tan fértil ha abierto avenidas en el público en general, principios que hasta la irrupción de Milei se encontraban en el tan necesario plano académico y en alguna manifestación parcial en el terreno periodístico.

Sin duda que la faena intelectual es decisiva para que pueda presentarse en el discurso político. Debe haber alguna base de sustentación en la educación entre el público para que pueda expresarse desde la tribuna política.

La tarea del político es muy diferente a la del académico. En el primer caso, inexorablemente para dirigirse a la opinión pública tiene que haber un mínimo de comprensión de lo que se dice. Si un hablante en idioma sueco pretende entendimiento y aceptación de lo que dice es requisito esencial que la audiencia entienda sueco de lo contrario no solo nadie entenderá nada sino que el orador no contará con público puesto que ese idioma para ellos estrafalario provocará una desbandada segura. En cambio, el profesor que asume la cátedra inquiriendo qué desean escuchar sus alumnos estará perdido como profesor, es indispensable que abra nuevos surcos en el aula. Ese es el comienzo de toda idea: el cenáculo que poco a poco va abriéndose paso tal como ocurre con una piedra arrojada en un estanque que en círculos concéntricos va tocando superficies mayores.

En nuestro país Juan Bautista Alberdi y sus colegas de la generación del 37 (así denominada por el año en el que se inauguró el célebre Salón Literario) en sus estudios, seminarios y tertulias absorbieron ideas de liberales ilustres como Algernon Sidney, John Locke, Condillac, Adam Smith, Montesquieu, Benjamin Constant, J.B. Say, Tocqueville, Pellegrino Rossi, Bastiat y Guizot. Todos autores enseñados principalmente en la cátedra de filosofía por el notable Diego Alcorta en el entonces Departamento de Jurisprudencia (hoy Facultad de Derecho) de la universidad establecida por Rivadavia en 1821.

Como es sabido, Alberdi se negó a jurar por Rosas y se graduó exiliado en Uruguay y luego revalidó el título en Chile donde se instaló en Valparaíso, lugar en el que además de ejercer su profesión fundó el Club de la Constitución para continuar debates sobre la tradición liberal. También Alberdi fue el responsable de contratar el primer profesor liberal en la Universidad de Chile ya que le aconsejó a su amigo Félix Frías – en aquellas épocas corresponsal de El Mercurio en París- para que con la anuencia de profesores locales lo invitara a instalarse en Santiago a Jean Gustave Courcelle-Seneuil al efecto de ocupar la cátedra de Economía Política en la mencionada universidad donde dictó clase desde 1855 hasta 1863 (por mi parte detallo sus enseñanzas y las actividades de sus valiosos discípulos en mi libro Jean Gustave Courcelle-Seneuil. Un adelantado en Chile publicado en Santiago por la Universidad del Desarrollo en 2010).

Tal vez el pensamiento alberdiano pueda resumirse en un pasaje donde consigna la función gubernamental como la protección a los derechos a la vida, propiedad y libertad en su obra más conocida de 1854: “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir”.

Esta idea capital que fue plasmada en la Constitución de 1853/60 permitió que nuestro país se colocara a la vanguardia de las naciones civilizadas con salarios superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España, motivo por el cual la población de inmigrantes se duplicaba cada diez años con indicadores todos que competían con Estados Unidos. Luego vino la revolución fascista del 30 y peor aún el derrumbe con el golpe militar del 43 por el que nos asedió el estatismo en el que aún nos debatimos con indicadores de pobreza moral y material cada vez peores.

Ya con los valores liberales eclipsados, mi padre en 1942 en plena aceleración del desbarranque institucional que se preanunciaba y que como queda dicho ocurrió al año siguiente, descubrió en un seminario en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires un libro de Gottfried Haberler traducido ese año por el Fondo de Cultura Económica con el título de Prosperidad y depresión. Haberler era uno de los asistentes regulares al seminario de Ludwig von Mises en Viena por lo que transmitía en esa obra algunas de las enseñanzas de la Escuela Austríaca, especial aunque no exclusivamente la teoría del ciclo que encandiló a los muy pocos asistentes a ese seminario en la UBA. En la década siguiente, mi padre fundó el Centro de Estudios sobre la Libertad e invitó a muchos profesores a disertar en esa tribuna, el primero de los cuales fue precisamente Mises. También becó a jóvenes para estudiar a Estados Unidos, publicó regularmente la revista Ideas sobre la Libertad , tradujo y editó libros y organizó cursos en distintos lugares del país con lo que reflotó nuevamente las ideas liberales hasta ese momento desconocidas pues fueron tapadas por socialistas, keynesianos, cepalinos y marxistas que habían copado las aulas debido a la dejadez de tantas personas que consideraron muy equivocadamente que el progreso estaba garantizado.

A partir de ese resurgimiento piloteado por mi padre y los colegas que lo acompañaron en los trabajos educativos, afortunadamente pudieron aparecer otras manifestaciones liberales a partir de los 70. Por mi parte, en 1978 establecí con un grupo de empresarios la primera institución de posgrado privada (ESEADE) de la que fui 23 años Rector, donde se presentaba la tradición de la Escuela Austríaca que se contrastaba con otras corrientes de pensamiento en las distintas maestrías. Antes, en 1972, publiqué el libro que introdujo en el mundo hispanoparlantes por vez primera en forma de texto universitario aquella concepción austríaca, que fue prologada por el premio Nobel en economía Friedrich Hayek, también discípulo de Mises en el referido seminario vienés y que usé en mis cátedras como profesor titular en cinco carreras de la UBA y en mis clases en los doctorados en economía en la UCA y en la Universidad Nacional de La Plata.

Como queda dicho, a partir de entonces hubieron otras muy meritorias publicaciones académicas y asumieron la cátedra también profesores muy solventes que asimilaron la tradición decimonónica iniciada por Carl Menger y continuada por Eugen Bhöm- Bawerk, Franz Bretano, Friedrich von Wiser y más contemporáneamente los mencionados Mises y Hayek a los que debe agregarse Israel Kirzner y Murray Rothbard. Autores estudiados en otras entidades académicas y también en muy activas fundaciones argentinas ubicadas en Tucumán, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Corrientes y Buenos Aires que reúnen estudiantes de gran valor con tesis doctorales de peso y trabajos de difusión sumamente productivos y esclarecedores.

En este contexto es que aparece Javier Milei quien venía desarrollando muy fecundas tareas docentes desde hacía décadas. Lo conocí a raíz de un almuerzo al que me invitó en La Biela de Buenos Aires, oportunidad en la que los dos prolongamos nuestras conversaciones hasta avanzada la tarde, ocasión en la que quedé impresionado tanto de sus lecturas de la doceava edición de mi texto antes aludido como de diversos aportes académicos de la referida escuela de pensamiento y, sobre todo, me llamó la atención su capacidad de síntesis y entrenamiento didáctico.

Luego me fui anoticiando de sus contribuciones muy relevantes en materia monetaria, laboral, fiscal y de comercio exterior junto con sus elaboraciones referidas a los marcos institucionales y propuestas de reformas e incluso sus investigaciones sobre textos que discuten el monopolio de la fuerza, un debate inconcluso pero muy provechoso que dicho sea al pasar la primera vez que publiqué un libro sobre el tema fue en 1993 (Hacia el autogobiernoUna crítica al poder político con prólogo de otro premio Nobel en economía, James M. Buchanan). Estos asuntos terminaron girando en torno a bienes públicos, externalidades, asimetría de la información, el dilema del prisionero, el teorema Kaldor-Hicks y el denominado equilibrio Nash.

En otro orden de cosas de gran trascendencia, en momentos en que se parlotea sobre “derechos humanos” sin entender su significado (una redundancia puesto que los derechos solo pueden ser humanos), surge con claridad meridiana que Milei considera el llamado aborto como homicidio en el seno materno, entre muchos otros, en consonancia con genetistas de renombre y las declaraciones oficiales de la Academia Nacional de Medicina local que enfatizan el fundamento científico del aserto.

En una fiesta de liberales en La City en Buenos Aires, uno de los amigos que venía realizando interesantes contribuciones en el mundo intelectual me consultó sobre su inclinación de participar en política y como respuesta le formulé la siguiente pregunta retórica: “¿Qué hubiera sido del mundo si Einstein en lugar de dedicarse a la física hubiera sido intendente de Chivilcoy?”. En esa instancia Milei pensaba seguir en el mundo académico publicando libros y dictando clases, pero más adelante estimó que era el momento para incrustar el mensaje liberal en el campo político por lo que, como es sabido, se postuló como pre-candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires con los alentadores resultados por todos conocidos…y en noviembre, para sobrevivir, hago votos fervientes para que todos los antichavistas autóctonos cierren filas frente a un enemigo común, a pesar de las diferencias de cada cual. La derrota del chavismo en el nivel nacional en las PASO abre esperanzas.

En lo personal, me emocionó muchísimo que se transmitiera el canto a la libertad de Va Pensiero de Nabucco en oportunidad del discurso de Milei la noche de las elecciones ya que era la cortina musical del programa televisivo que tenía con Carlota Jackisch en Buenos Aires y también de mi programa radial en Colonia.

Pero como decimos, más allá del recuento de votos, lo relevante es no solo el haber pasado el mensaje vigoroso y sin concesiones en el terreno político, sumamente debilitado en el plano político desde hacía décadas y décadas -un campo absorbido por el estatismo de diversos colores con el interregno liderado por los meritorios esfuerzos de Álvaro Alsogaray- sino por ser el responsable de haber corrido el eje del debate en el mundillo de la política y modificado agendas de otros competidores que aunque no creyeran en el mensaje se vieron obligados a sustituir su discurso incorporando aquí y allá cápsulas liberales. Es por esto que todos los argentinos partidarios de una sociedad libre le debemos inmenso agradecimiento a Javier Milei por esta faena descomunal y con la característica de enorme generosidad. Esto quedará en los anales de nuestro país como un paso decisivo en una batalla ganada que es de esperar sea aprovechada y continuada por otros.

En una oportunidad, en un intercambio público que mantuve con Milei en la Universidad de Belgrano pude constatar el entusiasmo de los participantes que colmaron el aula magna a la que se acoplaron aulas contiguas con pantallas. Pero lo más importante no era el grosor de la audiencia sino la calidad de las preguntas que no eran de circunstancia sino que pusieron de manifiesto que había mucha biblioteca atrás de los muy jugosos interrogantes.

Habiendo dicho todo esto vuelvo a reiterar lo que le he comentado a Javier en privado y en público: no estoy para nada de acuerdo con algunos de sus modos. Creo que nunca se justifican, pueden denunciarse con énfasis maniobras y zancadillas y refutarse con vigor argumentos estatistas pero no recurrir a lenguaje soez puesto que estamos hablando de batalla cultural y una manifestación de la cultura son los modales. Y como he manifestado, la última vez en el antedicho encuentro académico en la Universidad de Belgrano, personalmente no uso improperios en público no porque carezca de imaginación puesto que se me ocurren intervenciones bastante creativas en esa línea, me abstengo porque de lo contrario contribuiría a acentuar la cloaca que ya de por sí está bastante esparcida en nuestro medio.

No se me escapa que hay quienes centran su atención en algunos de los modos de Milei como pretexto para ocultar la fenomenal envidia que los carcome y desvela debido al muy abultado arrastre que tiene especialmente entre los jóvenes. Hay otros tilingos que no hacen nada para contribuir a despejar ideas y desde sus poltronas critican algún exabrupto o su peinado sin percatarse que hay otros bien peinados -claro, los que conservan algún vestigio en el cuero cabelludo- y no dicen malas palabras pero nos agreden diariamente con sus inauditos atropellos.

Mi querido amigo Armando Ribas insistía en que Alberdi fue un milagro argentino, en mi caso digo que Javier Milei constituye otro milagro, un milagro distinto pero milagro al fin. En resumen, muchas gracias Milei por lo realizado hasta el momento y con los deseos que siga haciendo mucho más en los distintos territorios en los que ha incursionado, pues necesitamos con urgencia tiempo para seguir con la batalla cultural cuyo aspecto medular es el incalculable valor moral del respeto recíproco.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La zoncera de las clases sociales y la suma cero


Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 11/9/2
en: https://www.infobae.com/opinion/2021/09/11/la-zoncera-de-las-clases-sociales-y-la-suma-cero/

Las palabras son para pensar y luego para comunicarnos, si recurrimos a un lenguaje pastoso, pastosos serán nuestros pensamientos

World news: Disney CEO said 'Hitler would have loved social media'
Adolf Hitler en Munich en 1932

Es habitual -y generalmente con la mejor de las intenciones- que se haga referencia a las clases sociales sin percatarse de la genealogía de esa expresión ni de su significado preciso. Pertenecer a distintas clases sociales remite a distinta naturaleza, lo cual es un desatino mayúsculo cuando se aplica a seres humanos ya que todos compartimos la misma condición.

Más aun, la expresión “clase baja” resulta repugnante, la “alta” es de una frivolidad alarmante y la “media” resulta del todo anodina. Se argumenta que no es a la naturaleza de las personas a que se refiere la clasificación de marras sino que se alude a los ingresos bajos, medios y altos y las circunstancias varias que rodean a estas situaciones. Pues si de eso se trata es mejor decirlo abiertamente, es decir, referirse a ingresos bajos, medios y altos. Por otra parte, tengamos siempre presente que todos tenemos en común que descendemos de las cuevas y de la miseria más brutal.

Sé que no pocos encuestadores, sociólogos y colegas economistas recurren con pasmosa inocencia a esa terminología de las clases sociales pero recordemos la genealogía que proviene del marxismo que efectivamente consideraba a personas de distinta naturaleza según “la clase” y Hitler y sus secuaces luego de infinitos embrollos clasificatorios finalmente adoptaron el criterio de Marx dado que rapaban y tatuaban a sus víctimas para distinguirlas de sus victimarios y concluir que el tema era “mental” para separar al “ario” del “judío”.

En mi columna de la semana pasada sobre el marxismo, anuncié que me explayaría sobre el tema que ahora abordamos. Tal como hemos apuntado, Marx sostuvo que el proletario y el burgués son de una clase distinta porque tienen una estructura lógica diferente, lo cual se denominó polilogismo. Ni Marx ni ningún marxista explicaron en qué se diferencian las ilaciones lógicas y los silogismos respecto a lo estampado por Aristóteles. Como hemos dicho antes, no explica qué le ocurre en su estructura lógica al proletario que se gana la lotería, al burgués que se arruina o al hijo de un burgués y una proletaria.

No caigamos entonces en esta zoncera al parlotear de clases sociales puesto que las palabras son para pensar y luego para comunicarnos, si recurrimos a un lenguaje pastoso, pastosos serán nuestros pensamientos.

En este contexto se suele hablar también de “clase trabajadora” lo cual es otro sandez puesto que esta sola referencia está avalando la teoría de la explotación, a saber, que habría una clase que trabaja y otra que la explota sin percatarse que en un mercado libre todos los que obtienen ingresos corresponden la fruto del trabajo. Solo en un sistema estatista hay quienes obtienen ingresos como consecuencia de la exacción del trabajo ajeno y solo los empresarios prebendarios succionan prepotentemente el ingreso de los demás. En el proceso de mercado cada cual para mejorar su situación patrimonial se ve obligado a mejorar la condición social de su prójimo y el que yerra incurre en quebrantos y el que acierta en las necesidades de otros obtiene ganancias. El empresario en la sociedad abierta es tan trabajador como el que realiza faenas manuales. Decir que las negociaciones salariales tienen lugar entre el capital y el trabajo es tan insensato como decir que puede haber un círculo cuadrado ya que el capital no negocia, son instalaciones, equipos, maquinarias, tecnología, aparatos y equivalentes que no piensan ni actúan puesto que son inanimados.

Otra acepción del mismo tenor es la referencia a “clase privilegiada” para aludir a los más ricos, lo cual naturalmente remite a un privilegio, o a varios, situación que resulta del todo incompatible con la sociedad libre que por definición decide la absoluta abolición de todo privilegio ya que todos son iguales ante la ley. Y dicho sea al pasar, esta igualdad de derechos está indisolublemente atada a la noción de Justicia que según la definición clásica significa “dar a cada uno lo suyo” y recordamos que “lo suyo” se refiere al derecho de propiedad. Desde luego que lo de la clase privilegiada tiene mucho sentido cuando nos referimos a los antedichos prebendarios o a una casta política que se apropia de lo ajeno y se excede en su misión específica de proteger y garantizar derechos.

Claro que es otro cantar si se usa en un sentido metafórico lo de “privilegiada” en el sentido del disfrute de la capacidad de poder vivir holgadamente gracias al propio esfuerzo, lo cual es a contracorriente del otorgamiento de un favor que brinda el aparato estatal que consiste en una excepción.

En esta misma línea argumental, hay quienes declaman a favor de los emprendimientos chicos en oposición a los grandes como si la ambición de los pequeños no fuera ser grandes y como si los grandes no hubieran parido como chicos. El tamaño de la empresa o el comercio depende exclusivamente de la opinión de terceros en el mercado que con sus compras y abstenciones de comprar van marcando la dimensión del negocio.

Esto último no termina de comprenderse porque desafortunadamente está muy instalada la peregrina idea que lo que a uno le falta es porque a otro le sobra. Esto en teoría de los juegos se denomina suma cero pero en el mercado libre toda transacción libre y voluntaria inexorablemente significa que ambas partes ganan, por ello es que en los diferentes comercios las dos partes se agradecen luego de la transacción.

Tal vez el argumento central que alimenta el resentimiento y la envidia es la noción de lo que se conoce con el nombre del “dogma Montaigne”, es decir, que la pobreza de los pobres se debe a la riqueza de los ricos (aunque en última instancia todos somos pobres o ricos según con quién nos comparemos). En el siglo XVI, Michel Montaigne concluyó en su ensayo número veintidós que “no se saca provecho para uno sin perjuicio para otro” en el contexto de todas los intercambios.

Éste es el punto de partida de un error garrafal. Como queda dicho, al contrario, en toda transacción libre y voluntaria en el mercado, ambas partes ganan siempre. Para seguir con la terminología de la teoría de los juegos, en esta situación hay suma positiva. En cambio, cuando tiene lugar la violencia, sea gubernamental directa o indirecta a través de que acepta la intimidación sindical o, como hemos apuntado, al otorgarle mercados cautivos a empresarios prebendarios, hay suma cero, es decir, lo que gana uno lo pierde otro del mismo modo que ocurre cuando se asalta un banco.

Es muy frecuente que se piense que la pobreza relativa de unos se debe a la riqueza de otros y que si unos tienen “demasiado” no queda para otros. Esto es un completo error. La riqueza no es algo estático. Los recursos naturales de hace siglos eran iguales o mayores aun que los actuales y, sin embargo, en la actualidad la gente en general vive mejor respecto de la época de Montaigne en la que la condición natural era las hambrunas, las pestes y la miseria (incluso los reyes morían por una infección de muelas). Esta mejora se debe a marcos institucionales que respetan derechos de propiedad, lo que al destapar la olla de la energía creadora hace que se multiplique y extienda la riqueza y que el obrero de un país civilizado pueda vivir mejor con posibilidades tales como calefacción, automóvil, agua potable y medios de comunicación y, por cierto, más tiempo que un príncipe de la antigüedad.

En física se ha visto desde la formulación precaria de Lucrecio pasando por Newton, Lavoisier y Einstein que nada se pierde y todo se transforma. La cuantía de la masa de materia, incluyendo la energía es la misma en el universo pero lo relevante para el aumento de la riqueza no es el incremento de lo material sino su valor. Puede ser que artefactos tales como un teléfono antiguo contengan más materia que un celular moderno pero el servicio de este último y su precio son sustancialmente distintos.

La creación de riqueza es creación de valor en el contexto de un proceso dinámico. En la medida en que el empresario ofrece en el mercado bienes y servicios que la gente acepta, incrementará su patrimonio y en la medida en que no acierte lo disminuirá. Dejando de lado la lotería, solo hay dos maneras de enriquecerse: sirviendo a los demás o robando a los demás. El primer método es el de la sociedad abierta y los mercados libres, el segundo es el de los regímenes socialistas e intervencionistas en los que el favor oficial establece los patrimonios de los allegados y amigos y condena a la miseria al resto.

Los menos eficientes deben su prosperidad a las tasas de capitalización que generan los más productivos, eventualmente como una consecuencia no buscada pero inexorable pues esa es la razón y la causa de la suba de salarios. Solo por eso es que los ingresos de Alemania son más elevados que los de Uganda, no es porque los alemanes sean más generosos y los ugandeses más avaros es por la diferente inversión per capita.

No es reclamando que se lesione el derecho de quienes crearon riqueza lícitamente la forma de prosperar, sino contribuyendo a crear el propio patrimonio sirviendo a otros. Hoy resulta en verdad triste el espectáculo que ofrecen debates de candidatos a cargos electivos que reinciden en errores gruesos de tiempo inmemorial que han empobrecido a los pueblos.

Entre nosotros Juan Bautista Alberdi insistía en preguntarse y responderse “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra”. Y los postulados de los Padres Fundadores en Estados Unidos consideraban fundamental el derecho de propiedad, de responsabilidad individual y de desconfianza al poder gubernamental. James Madison, el padre de la Constitución, escribió en 1792 que “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad de todo tipo […] Éste es el fin del gobierno, sólo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo”.

¡Qué lejos estamos de los principios de libertad cuando observamos que de un tiempo a esta parte gobernantes y futuros gobernantes del baluarte del mundo libre se han dejado seducir por el bochornoso síndrome de la suma cero! Pensemos lo que queda para países con tradiciones menos civilizadas. Es imperioso retronar a las bases sólidas de la sociedad libre a través de una educación más esmerada y cuidadosa respecto de valores fundamentales.

En resumen, las palabras y los conceptos resultan fundamentales para entendernos, por tanto, dejemos de emplear la peligrosa zoncera de las “clases sociales” y abandonemos la falacia de la suma cero y recién entonces estaremos en condiciones de prosperar.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

En Brasil se privatizan las cárceles­

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 17/8/2en: https://www.laprensa.com.ar/505495-En-Brasil-se-privatizan-las-carceles.note.aspx

En otras oportunidades he escrito sobre las contradicciones del actual gobierno brasilero por lo que no repetiré el tema. En esta ocasión me centro solo en un aspecto que no hace a este o aquel gobierno sino en la idea misma de abandonar la sandez de contar con cárceles fabricadas y mantenidas por los aparatos estatales con el agravante de que se deja de lado a la víctima y monopolizan el rol los burócratas.­

Resultan del todo irrelevantes las características de los gobernantes del país vecino, como queda dicho, lo interesante es detenerse a considerar la propuesta de privatizar las cárceles. Ya sabemos de los desastres de los mal llamados emprendimientos empresarios del plano político por lo que no abundaremos en esta nota periodística puesto que ya lo hemos hecho en otras circunstancias.­

Aquí solo centramos nuestra atención en la tremenda injusticia de endosar los costos de financiar el mantenimiento de delincuentes compulsivamente con el fruto del trabajo de quienes no delinquen, incluso con el bolsillo de las propias víctimas de los atropellos y crímenes de los encarcelados.­

Si se abre la posibilidad de cárceles privadas, los reclusos pagan por su mantenimiento además de sufragar los costos para resarcir a las víctimas (aunque estrictamente en muchos casos el daño causado sea imposible de compensar). En otros términos, para los dueños de las empresas carcelarias habrá el incentivo del negocio y la competencia en el ofrecimiento de los servicios correspondientes respecto a la calidad de la atención a los presos que será de una calidad infinitamente mejor que con el actual sistema donde son verdaderas pocilgas y tormentos las cárceles estatales.­

­FALACIA AD POPULUM­

Y no se caiga en la estupidez de la falacia ad populum: si todos lo hacen está bien, si nadie lo hace está mal, puesto que de haber seguido esta línea argumental no hubiéramos pasado de la cueva, el taparrabos y el garrote ya que nadie tenía una choza, un vestido ni arco y flecha por lo que debían ser rechazados si se seguía aquel razonamiento estrafalario.­

Antiguamente en comunidades primitivas se aplicaba la ley del Talión y hoy desafortunadamente no pocos adhieren al abolicionismo en base a una concepción de lo que Karl Popper bautizó como determinismo físico que niega la posibilidad de actos libres, es decir, en este contexto no se debe castigar al criminal porque no sería responsable de sus actos. En este plano de análisis es muy ilustrativa la lectura de la obra del médico psiquíatra Stanton E. Samenow titulada Inside the Criminal Mind donde explica detenidamente el fundamento de la responsabilidad individual.­

De todos modos, fue un adelanto colosal el abandonar la venganza y la tortura por la privación de la libertad en el contexto de debidos procesos con las garantías correspondientes de defensa en juicio. Cesare Beccaria, el pionero del derecho penal, subraya en De los delitos y las penas la trascendencia del debido proceso y condena enfáticamente la tortura puesto que «Un hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del juez […] o el delito es cierto o incierto, si cierto no le conviene otra pena que la establecida por las leyes y son inútiles los tormentos porque es inútil la confesión del reo, si es incierto no se debe atormentar a un inocente porque tal es un hombre cuyos delitos no están probados»

Pero resulta que en nuestros medios la cárcel estatal constituye un tormento psíquico y físico de proporciones mayúsculas y la tortura de cualquier tipo y especie es condenada severamente por toda persona que se considere civilizada.­

Beccaria se pregunta y responde en ese libro «¿Quereís evitar delitos? Haced que las leyes sean claras y simples y que toda la fuerza de la nación esté empleada en defenderlas, ninguna parte en destruirlas»

En estrecha conexión con este asunto, el mencionado autor también en esa obra tan celebrada por penalistas de renombre concluye respecto al derecho de tenencia y portación de armas que «las leyes que prohíben llevar armas no contienen más que a los no inclinados ni determinados a cometer delitos (…) Empeoran las condiciones de los asaltados, mejorando la de los asaltadores, no minoran los homicidios sino que los aumentan, porque es mayor la confianza en asaltar los desarmados».­

­PALABRAS HUECAS­

En otras palabras, dejemos de palabrería hueca respecto a los delincuentes y hagamos esfuerzos para mitigar los atropellos a la vida, la propiedad y la libertad para lo cual los integrantes del monopolio de la fuerza deben dar el ejemplo en lugar de cometer crímenes legales tal como los denominó el decimonónico Bastiat en su tan ponderado texto que lleva por título La ley, donde también explica que el derecho se basa en mojones y puntos de referencia extramuros de la norma positiva por lo que una ley es injusta si arremete contra esos principios. Y una de las maneras de combatir el delito estriba en las condiciones de las cárceles.­

En el contexto de lo acabamos de expresar, cierro con un pensamiento de Juan Bautista Alberdi estampado en su trabajo de 1854 que explica el significado de la Constitución argentina: «El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado, en nombre de la utilidad pública»

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

En la Argentina, la propiedad privada está en jaque

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 13/7/2en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/en-la-argentina-la-propiedad-privada-esta-en-jaque-nid13072021/

Avellaneda, movilizada. Unas 10.000 personas se concentraron ayer en Avellaneda, el punto central de la protesta por la expropiación de Vicentin. Hubo allí productores y dirigentes agropecuarios, pero también mucha gente que se opone a la expropiación y que dejó al Gobierno un mensaje contrario a cu
Avellaneda, movilizada. Unas 10.000 personas se concentraron ayer en Avellaneda, el punto central de la protesta por la expropiación de Vicentin.

Es del caso abrir esta nota periodística con un pensamiento escrito por al mayor artífice de nuestra Constitución fundadora de 1853/60. Así, Juan Bautista Alberdi consignó: “Pero no basta reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en su principio y desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso: en el uso y disponibilidad de sus ventajas […] El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado en nombre de la utilidad pública”.

La propiedad privada constituye el eje central de una sociedad libre y su ataque es la piedra angular del régimen totalitario, por ello es que Marx y Engels, en El manifiesto comunista, de 1848, han dicho: “Pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada”.

Como los bienes no crecen en los árboles y no hay de todos para todos todo el tiempo, se hace necesario asignar derechos de propiedad a los efectos de darles el mejor uso a los siempre escasos recursos. En este contexto, los comerciantes y equivalentes, para mejorar su situación, se ven obligados a atender las necesidades del prójimo. De este modo, el que acierta obtiene ganancias y el que yerra incurre en quebrantos. Desde luego que esto no ocurre cuando mal llamados empresarios se alían con el poder para obtener privilegios, lo cual siempre atenta contra el bienestar de la gente.

Alberdi había bebido en fuentes sólidas; en este sentido, cabe recordar que James Madison, el padre de la Constitución estadounidense –la carta magna que nos sirvió de modelo–, resumió su pensamiento al escribir: “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad”. Como es sabido, la propiedad remite a la protección de la vida, la expresión de los propios pensamientos y el uso y disposición de lo propio. En esta línea argumental es pertinente señalar que la Justicia, según la definición clásica, significa “dar a cada uno lo suyo”, y lo suyo se traduce en la propiedad. En otros términos, no hay Justicia sin propiedad, son términos inseparables.

De un tiempo a esta parte se está jugando con fuego en nuestro medio al insinuar que puede expropiarse un bien que el aparato estatal considere “improductivo”. Antes he escrito sobre este asunto, pero se hace necesario insistir, dado el recrudecimiento del embate de marras. Ser productivo no es producir más cosas; es producir las consideradas de mayor valor. Dadas las actuales circunstancias, no es mejor producir un millón de botones que producir diez tractores. En esta misma línea argumental, debe tenerse muy en cuenta que las mayores producciones de valores no son los bienes tangibles: los estados de felicidad cuando se constituye una buena familia, cuando se observa una buena puesta de sol, una partida de ajedrez entre amigos y equivalentes son algunos ejemplos de vida productiva. Más bien la producción de bienes materiales es en general un medio para producir valores de otra especie y rango.

El significado de la eficiencia, entre otros, lo ha explicado bien el premio Nobel de Economía James M. Buchanan cuando escribió: “Mientras los intercambios se mantengan abiertos y mientras no tengan lugar la fuerza y el fraude, aquello sobre lo cual se acuerde se define como eficiente”. Cuando se sostiene que puede expropiarse lo no productivo a criterio de ciertos burócratas en el poder, se están sentando las bases para las mayores iniquidades. ¿Cuántas habitaciones se usan diariamente en una casa? ¿Acaso no son “improductivas” las que no se usan habitualmente? ¿No deberían expropiarse? Y así sucesivamente con la ropa, con parques y jardines que se disfrutan con la mirada, pero que no “producen cosas” en el sentido corriente de la expresión.

Por otro lado, quien ahorra en un terreno baldío, quien ahorra en dólares bajo el colchón, quien ahorra para coleccionar automóviles antiguos o acumula obras de arte, lo hace porque, dadas las circunstancias, es lo que estima más productivo. Si se equivoca, consume su capital, y si acierta, lo acrecienta. También, si miramos el globo terráqueo, observamos que hay muchos recursos marítimos, forestales y territoriales que al momento no son explotados en el sentido al que habitualmente se alude, lo cual se debe a que, como queda dicho, los factores de producción son escasos. Solo hay dos maneras de establecer prioridades para qué hacer con esos bienes: que decida la gente o que decida el aparato estatal. Si se decidiera por esto último, a contracorriente de las preferencias de la gente, inexorablemente habrá consumo de capital y, por ende, más pobreza.

La propiedad privada hace que cada cual cuide de lo suyo en contraste con lo que modernamente se ha dado en llamar “la tragedia de los comunes”, donde lo que es de todos no es de nadie, un concepto que ya había sido desarrollado por Aristóteles cuando refutó el comunismo de Platón.

La institución de la propiedad permite el establecimiento de precios como reflejo de las estructuras valorativas de las partes contratantes, puesto que se trata de transacciones de derechos de propiedad. Cuando se afectan derechos de propiedad necesariamente se distorsionan precios, lo cual desdibuja la contabilidad y la evaluación de proyectos. En el extremo donde se decide la abolición de la propiedad desaparecen por completo los precios, pero el problema surge aun sin llegar a este extremo cada vez que se lesiona aquel derecho.

La reflexión alberdiana con que abrimos esta nota nos lleva al programa del fascismo. El comunismo es más sincero: pregona el uso y la disposición directa de la propiedad por el aparato de la fuerza, mientras que el fascismo permite el registro de la propiedad a nombre de particulares, pero usa y dispone de ella el gobierno. Es el sistema que más éxito tiene en el llamado mundo libre. Veamos el sistema educativo, donde en gran medida las instituciones privadas están privadas de independencia debido a las imposiciones de pautas y estructuras curriculares por parte de ministerios de educación; veamos el sistema bancario y financiero, en gran medida dirigido por la banca central, y así sucesivamente hasta ámbitos como el de los taximetreros, dirigidos en sus tarifas, horarios y color con que están pintados, lo que hace que los verdaderos dueños sean los alcaldes de la ciudad.

Como bien explica William H. Hutt, la tesis de estimular la producción con inyección estatal de dinero en áreas al momento consideradas “ociosas” no solo empobrece vía la inflación, sino que convierte usos que en esa instancia se estiman convenientes en usos inconvenientes a criterio de la gente. Los megalómanos no toman en cuenta y desprecian las preferencias de la gente, puesto que consideran sus recetas las mejores para manejar a su antojo vidas y haciendas ajenas.

Energúmenos como Hugo Chávez, que con su machacón “exprópiese” ha arruinado uno de los países más ricos del orbe para convertirlo en una situación de desesperante miseria; este dictador del Orinoco vociferaba: “La propiedad privada no tiene cabida en la revolución socialista” (salvo para sus secuaces y familiares, que se embolsan lo ajeno con total impunidad, como siempre ocurre con esta canallada). Es de gran importancia percatarse de que la lesión al derecho de propiedad perjudica a todos, pero muy especialmente a los más vulnerables.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h