North & Thomas plantean las causas del cambio institucional. North luego iría por las ideas y valores

Por Martín Krause. Publicado el 30/5/15 en: http://bazar.ufm.edu/north-douglass-plantean-las-causas-del-cambio-institucional-north-luego-iria-por-las-ideas-y-valores/

 

Con los alumnos de la materia Economía e Instituciones de OMMA-Madrid comenzamos viendo el ya clásico artículo de Douglass C. North y Robert P. Thomas “Una teoría económica del crecimiento del mundo occidental”, (Revista Libertas VI: 10 (Mayo 1989). Allí, los autores elaboran una teoría sobre el cambio institucional. North recibiría luego el premio Nobel por sus contribuciones en este campo, pero en alguna medida cambió su visión más adelante, particularmente en su libro “Understanding the process of economic change”, donde, en vez de presentar a los cambios en los precios relativos y la población como determinantes de esos cambios hace más hincapié en la evolución de los valores e ideas. Pero aquí, algunos párrafos de este trabajo:

North

“En este artículo nos proponemos ofrecer una nueva explicación del crecimiento económico del mundo occidental. Si bien el modelo que presentamos tiene implicaciones igualmente importantes para el estudio del desarrollo económico contemporáneo, centraremos nuestra atención en la historia económica de las naciones que formaron el núcleo del Atlántico Norte entre los años 1100 y 1800. En pocas palabras, postulamos que los cambios en los precios relativos de los productos y los factores de producción, inducidos inicialmente por la presión demográfica malthusiana, y los cambios en la dimensión de los mercados, dieron lugar a una serie de cambios fundamentales que canalizaron los incentivos hacia tipos de actividades económicas tendientes a incrementar la productividad. En el siglo XVIII estas innovaciones institucionales y los cambios concomitantes en los derechos de propiedad introdujeron en el sistema cambios en la tasa de productividad, los cuales permitieron al hombre de Occidente escapar finalmente al ciclo malthusiano. La llamada “revolución industrial” es, simplemente, una manifestación ulterior de una actividad innovadora que refleja esta reorientación de los incentivos económicos.”

“Las instituciones económicas y, específicamente, los derechos de propiedad son considerados en general por los economistas como parámetros, pero para el estudio de largo plazo del crecimiento económico son, evidentemente, variables, sujetas históricamente a cambios fundamentales. La naturaleza de las instituciones económicas existentes canaliza el comportamiento de los individuos dentro del sistema y determina, en el curso del proceso, si conducirá al crecimiento, al estancamiento o al deterioro económico.

Antes de avanzar en este análisis, debemos dar una definición. Resulta difícil asignar un significado preciso al término “institución”, puesto que el lenguaje común lo ha utilizado en formas diversas para referirse a una organización (por ejemplo, un banco), a las normas legales que rigen las relaciones económicas entre la gente (la propiedad privada), a una persona o un cargo (un rey o un monarca), y a veces a un documento específico (la Carta Magna). Para nuestros fines, definiremos una “institución” o una disposición institucional (que es, en realidad, un término más descriptivo) como un ordenamiento entre unidades económicas que determina y especifica la forma en que -estas unidades pueden cooperar o competir.

Como en el caso más conocido de la introducción de un nuevo producto o un nuevo proceso, las instituciones económicas son objeto de innovaciones porque a los miembros o grupos de la sociedad les resulta aparentemente provechoso hacerse cargo de los costos necesarios para llevar a cabo tales cambios. El innovador procura obtener algún beneficio imposible de conseguir con los antiguos ordenamientos. El requisito básico para introducir innovaciones en una institución o un producto es que las ganancias que se espera obtener excedan los presuntos costos de la empresa; sólo cuando se cumple este requisito cabe esperar que se intente modificar la estructura de las instituciones y los derechos de propiedad existentes en el seno de la sociedad. Examinaremos sucesivamente la naturaleza de las ganancias potenciales y de los costos potenciales de tal innovación y exploraremos luego las fuerzas económicas que alterarían la relación de dichos costos y ganancias a lo largo del tiempo.”

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Economía, moral y bien común

Por Gabriel Boragina. Publicado el 30/5/15 en: http://www.accionhumana.com/2015/05/economia-moral-y-bien-comun.html

 

Normalmente se enfrenta el concepto de bien común al de bien particular tendiéndose a identificar a este último con sistemas como el capitalista, en tanto que al primero con el colectivista. No obstante, es cierto que, tanto los partidarios del capitalismo como los del colectivismo, emplean la expresión bien común como se destaca seguidamente:

«Conceptos indefinidos e indefinibles como el interés público o el bien común, que esgrimen tanto los enemigos como los defensores del capitalismo, serían resabios de una visión tribal del ser humano que sólo sirven para escapar de la moral, mas no de guía moral».[1]

Por nuestra parte, hemos sostenido –y lo seguimos haciendo- que la expresión bien común (sin calificaciones) remite al bien de todos los individuos, sea tomados como conjunto como individualmente, lo que implica que la violación de los derechos de una sola persona importa tanto una transgresión particular hacia ella en concreto como –simultáneamente- al bien común, por cuanto si hay por lo menos una persona que resulta lesionada en sus derechos se quiebra el bien comúnpara transformarse en el bien de una mayoría contra el de una minoría.

«La justificación «moral» del capitalismo no está en la afirmación altruista de que representa la mejor forma de lograr «el bien común». Es verdad que el capitalismo permite alcanzar el bien común —si es que esa expresión efectista tiene algún significado—, pero ello constituye solamente una consecuencia secundaria. La justificación moral del capitalismo radica en el hecho que éste es el único sistema concordante con la naturaleza racional del hombre, que protege la supervivencia del hombre en tanto hombre, y cuyo principio rector es la «justicia».[2]

Resulta inaceptable para nosotros el machacón argumento colectivista que opone el bien común al bien particular o viceversa. Entendiendo que los derechos de unos no pueden violar derechos de otros (lo que sería -aparte de paradójico- contradictorio), nadie que ejerza su derecho puede ir en contra del bien común por aplicación de esta misma regla (los derechos no pueden violar derechos). Esto tiene inmediata aplicación práctica, por cuanto quien reclame el ejercicio legitimo de su derecho de propiedad no puede ser acusado de ir «en contra» del bien común. De la misma manera que, nadie en nombre del bien común puede impedir u obstaculizar que otro ejerza su legítimo derecho de propiedad, ya sea en forma individual o por medio de cualquier clase y especie de legislación, y ya fuere un particular quien lo intente o sea el gobierno mismo. En este último caso, quienes estarían violando el bien común serian ese particular o ese gobierno que pretenda restringir derechos de otros, como -por ejemplo- el de propiedad.

«el proceso de elaboración y decisión sobre políticas públicas necesita de sólidas instituciones que permitan su implementación en aras del bien común, evitando las presiones de los sectores afectados y superando los problemas de información e incentivos que afectan al mercado»[3]

Este enfoque parece contraponer el bien común al bien sectorial o de determinados grupos, lo que da a entender la expresión utilizada por el autor («sectores afectados»). De ser esta la interpretación correcta se enmarca dentro de lo que afirmamos en el párrafo anterior. No obstante, no podemos dejar de señalar el peligro que representa la elaboración de políticas públicas por parte de los miembros de las burocracias políticas y gubernamentales, justamente por el fuerte incentivo que estas tienen a favorecer precisamente a «sectores afectados», convirtiéndolos en sectores privilegiados, lo que, nuevamente, a nuestro criterio, viola el bien común. De esto último da buena cuenta la siguiente cita:

«La opinión general -cuidadosamente cultivada, claro está, por el Estado mismo- es que los hombres se dedican a la política o ejercen el gobierno motivados sólo por su preocupación por el bien común y el bienestar general. ¿Qué es lo que confiere a los gobernantes la pátina de una moral superior? Quizás el hecho de que la gente tiene un conocimiento vago e instintivo de que el Estado está involucrado en el robo y la depredación sistemáticos, y siente que sólo una dedicación altruista por parte del Estado hace tolerables estas acciones».[4]

Como han demostrado autores como James Buchanan y Gordon Tullock, las motivaciones que animan a los políticos -ya sea en función de gobierno o como aspirantes a ocupar posiciones de poder dentro del mismo en cualquiera de sus estructuras- es ni más ni menos que la de cualquier otra persona común y corriente. No están inspirados en el bien común más que en sus propios intereses personales, y con la mira puestas en su bien privado y particular como el menor en poder de los ciudadanos. En realidad, están menos infundidos en el bien común que en su bien personal y privado. La visión romántica -e infantil- del político como «defensor» y «representante» del bien común es increíblemente mayoritaria no obstante.

«En la medida en que se construían las fábricas y comenzaban a emitir humo, destruyendo las huertas de los granjeros vecinos, éstos demandaban a sus propietarios por daños y solicitaban la intervención de los tribunales para evitar una mayor invasión a sus propiedades. La respuesta de los jueces era: «Sabemos que, lamentablemente, el humo industrial (es decir, la contaminación del aire) invade y lesiona sus derechos de propiedad. Pero hay algo más importante que los meros derechos de propiedad, y es la política pública, el ‘bien común’. El bien común decreta que la industria y el progreso industrial son algo bueno, y por lo tanto sus simples derechos de propiedad privada deben ser abrogados en nombre del bienestar general».[5]

Aquí tenemos la versión colectivista del bien común a la que nos hubiéramos referido al comienzo, en la que se utiliza el bien común por parte de una autoridad (en este caso judicial) para destruir todos los demás derechos (en el ejemplo, el de propiedad que sirve de fundamento a todos los demás derechos).

[1] Ayn Rand. ¿Qué es el capitalismo? Estudios públicos. Introducción. pág. 64.

[2] Rand A. idem anterior, pág. 74

[3] Martín Krause. Índice de Calidad Institucional 2012, pág. 8

[4] Murray N. Rothbard. For a New Liberty: The Libertarian Manifesto. (ISBN 13: 9780020746904). Pág. 74

[5] Murray N. Rothbard, ídem. anterior, Pág. 298.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Paro de bancarios comienza a dejar sin efectivo a los argentinos

Por Belén Marty: Publicado el 27/5/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/05/27/paro-de-bancarios-comienza-a-dejar-sin-efectivo-a-los-argentinos/#.VWW0fjUFShM.facebook

 

Los bancos argentinos comenzaron el martes 26 con un paro de 48 horas, en reclamo de un aumento salarial mayor al 27% propuesto por el Gobierno. Piden que el salario se equipare al menos a la inflación, la cual, según indices anualizados difundidos por el Congreso Nacional, es de 29%.

El paro fue ratificado por el secretario general del gremio convocante, Sergio Palazzo, quien sostuvo que la medida de fuerza podría provocar faltantes en los cajeros automáticos por la falta de reposición.

“Nosotros no estamos pidiendo un aumento del 60%. Buscamos que sea reconocido en los salarios el desfase inflacionario del año pasado”, manifestó.

Dado el feriado del lunes 24, por los festejos de la Revolución de Mayo —fiesta que conmemora el primer Gobierno argentino con autodeterminación—, los ciudadanos del país pasarán cinco días ininterrumpidos sin bancos, ya que el ultimo día de actividad fue el viernes 22.

Además, a raíz de la alta inflación que padece Argentina, los cajeros no se dan abasto con la demanda por billetes, ya que el que tiene más alta denominación representa solo US$8.

Respuestas frente a un posible faltante de efectivo

Desde las redes sociales. centenares de argentinos aseguraron que ya empezó a faltar dinero, a pesar de que es casi fin de mes. Usuarios recomiendan utilizar tarjetas de débito o crédito para no gastar el efectivo.

En Argentina aún funcionan muchos servicios que solo se pueden pagar en efectivo: supermercados chinos, tintorerías, panaderías, taxis, transporte público, algunos bares, verdulerías, mecánicos y quioscos, por lo general no aceptan transacciones electrónicas.

De 43 argentinos que fueron consultados por PanAm Post, la mitad aseguraron no tener ningún problemas de efectivo, y aseguraron que no habían tomado precauciones. Sin embargo, al menos 18 personas informaron que o se prepararon y sacaron dinero del cajero el viernes 22, o están utilizando las tarjetas de débito o crédito para guardar el efectivo.

“En otros lugares del mundo no habría drama, acá es todo cash, así que le saco hasta el último centavo al banco”, expresó Santiago Elizalde.

Una persona indicó que ya no le alcanza el dinero para fin de mes, mientras que otras dos prefirieron utilizar medios alternativos. Por ejemplo, Gonzalo Blousson indicó que él sortea la falta de efectivo con métodos de cashback en farmacias o supermercados habilitados. En estos establecimientos te permiten retirar dinero en efectivo con cualquier compra.

Por último, dos declararon no estar al tanto de la situación porque utilizan bitcoins, la criptomoneda descentralizada.

Las expendedoras de billetes pueden cargar hasta AR$800 mil (US$64.000) si solo llevan al cajero con billetes de AR$100 (US$8), los de más alta denominación. El limite varía según el banco. En algunos casos, permiten extraer hasta AR$8mil con previa autorización, siempre con un máximo de 30 billetes por operación.

El problema de faltante de dinero en los cajeros aparece también en los primeros días de cada mes (con el cobro del salario de cada trabajador), ya que si las personas retiran montos que superan los AR$2.000 (US$160) los billetes pueden agotarse en cuatro horas.

Sin humo blanco

Mientras los usuarios temen quedarse sin circulante, las negociaciones entre el Gobierno y los bancarios lucen estancadas y ya se anuncian nuevas acciones gremiales.

“Ya lo habíamos confirmado, independientemente de que hubo algún tipo de reunión con el ministro de Trabajo y con la cámara Abappra, que lidera la negociación. Modificaron la propuesta [de aumento] del 24% y ofrecieron 27%, no es algo novedoso”, sostuvo Palazzo en conversación con radio La Red.

El gremialista destacó que no aceptarán ninguna propuesta por debajo del 30%. “Nosotros hacía rato habíamos manifestado nuestra negativa a ese número [27%], y al día de hoy no ha habido una nueva propuesta”, precisó.

Sin embargo, otros gremios que pertenecen a la Confederación General del Trabajo, alineada con el oficialismo. arreglaron aumentos en torno al 27%, cifra que propuso el ministro de Economía argentino, Axel Kicillof.

“El ministro puede expresar su voluntad política en el marco de la economía que él prevé en ese número. Nosotros creemos que para esta actividad ese número no conviene, ya que el año pasado se desvalorizó el aumento salarial porque fue más alta la inflación, en función de la rentabilidad de las empresas y de la carga tributaria que tiene la mayoría de los empleados bancarios que pagan [Impuesto a las] Ganancias”, dijo el líder sindical.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

¿COSTO DE LA TRANSICIÓN?

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Parecería que todos o casi todos los analistas de la economía y la política se circunscriben a lo que estiman es una transición puesto que consideran que no resulta posible ir directo a la meta porque es “políticamente incorrecta”).

 

Pero en esto viene un primer asunto que no es para nada menor: muy pocos se refieren a la meta porque en realidad nunca pensaron en que consiste, más bien solo son capaces de concebir lo que creen es “una transición” aunque, como queda dicho, no saben de donde a donde. Ya hemos citado antes a Séneca quien ha consignado que “no hay vientos favorables para el navegante que no sabe hacia donde se dirige”.

 

Por todo esto es que se navega en la mediocridad, más bien haciendo la plancha con pretendidas correcciones que son muy menores o insignificantes que frente a cualquier barquinazo se vuelve a las andadas ya que no se han hecho correcciones de fondo modificando instituciones. Son apenas picotazos a una estructura que se mantiene intacta.

 

Por ejemplo, los adictos a las transiciones consideran que en materia monetaria de lo que se trata es de manipular con menor rudeza la base monetaria y no para financiar el déficit fiscal sino seguir cierta regla monetaria en el contexto de la independencia de la banca central.

 

Tenemos que ver esto con cierto detenimiento. Primero, cualquier decisión de la autoridad monetaria en cuanto a la expansión, contracción o de dejar igual la base monetaria está necesariamente alterando los precios relativos,  lo cual,  a su turno, trasmite señales falsas a los operadores en el mercado que, a su vez, se traduce en consumo de capital que inmediatamente contrae salarios e ingresos en términos reales.

 

Se ha dicho muy equivocadamente que la inflación es la suba generalizada de los precios, pero si esto fuera así (y los salarios también son un precio) no habría problema con el proceso inflacionario aunque los precios se incrementen raudamente de forma cotidiana. Se necesitarán eso sí espacios para más dígitos en las máquinas de calcular,  nuevas columnas en los libros de contabilidad y similares pero el desequilibro entre precios e ingresos no tendría lugar. En verdad, esto último ocurre porque la consecuencia de la inflación consiste en la distorsión de los precios relativos. Además, la inflación no es eso sino su efecto, el origen del proceso inflacionario estriba en la expansión monetaria por causas exógenas al mercado (es decir, causas políticas) y la deflación se debe a la contracción monetaria también por causas exógenas.

 

Por otro lado, no hay tal cosa como la “inflación de costos” como si éstos pudieran trasladarse a los precios sin comprender que de hacerlo se contraería la demanda (todo impuesto es en última instancia siempre al patrimonio). Tampoco hay inflación producida por meras “expectativas” puesto que si no hay expansión monetaria que las convalide las expectativas quedan frustradas y simplemente se reducen las ventas si se remarcan los precios. A veces se ha dicho que el incremento en el precio de un producto estrechamente vinculado a los demás como el caso del petróleo, hará que se disparen los demás precios. Esto tampoco es correcto, si se eleva el precio del petróleo habrá una de dos posibilidades: o se reduce la adquisición de otros bienes y servicios si se desea mantener el mismo nivel de compra de petróleo o se reducirá su compra al efecto de mantener la adquisición de los otros bienes y servicios.

 

Segundo, el objetivo de la política monetaria no es eliminar problemas de caja. Una sociedad puede no tener déficit fiscal y apoderarse el gobierno de la totalidad de la renta de la gente vía presión tributaria. Cuando se sostiene que no debe haber desequilibrio en las cuentas fiscales se entiende -en un sistema republicano- que el nivel del gasto debe ser mínimo para atender las funciones específicas del gobierno de garantizar los derechos de todos.

 

Tercero, una regla monetaria apunta a trasmitir información relevante a los operadores económicos para que “sepan a que atenerse”. Pues bien, esto no es correcto porque, como también queda dicho, la manipulación monetaria (cualquiera) distorsiona los precios relativos con lo que no puede trasmitirse previsibilidad ya que de antemano no se puede anticipar como se moverán los precios en los diversos ramos. Tampoco cabe la idea de expandir al mismo ritmo del producto bruto interno ya que dejando de lado problemas estadísticos, si se procede en esa dirección se estará anulando, por ejemplo, la posibilidad de incrementar las exportaciones que sucederían en paralelo con el aumento del producto (manteniendo los demás factores constantes, los precios tenderán a bajar al existir idéntica base monetaria frente a mayor cantidad de bienes y servicios, lo cual hará que suba el valor de la unidad monetaria que es otro modo de referirse a la baja de precios). En otras palabras, el proceso descripto será anulado por la aludida expansión en correlato con el incremento del producto.

 

Y cuarto, la llamada independencia de la banca central resulta del todo irrelevante a los efectos de lo que venimos comentando puesto que la expansión, contracción o el dejar inmodificada la base monetaria altera los precios relativos (dejarla inmodificada significa colocarla a un nivel diferente de lo que hubiera hecho la gente libremente si hubiera podido elegir el activo financiero de su preferencia para las transacciones, y si la banca central la ubica al mismo nivel de lo que la gente hubiera preferido,  su existencia se torna superflua).

 

En todo caso, el costo de la transición  naturalmente tiene que ser menor que el costo de mantener la política anterior, de lo contrario no tiene sentido introducir las modificaciones pensadas. En esta línea argumental aparecen todas las quejas por los llamados “ajustes” que se pretenden introducir para mitigar los problemas del momento, y esos problemas significan verdaderos ajustes al bolsillo de la gente que es lo que precisamente se pretende aliviar.

 

En este plano de análisis, queda claro que no se quieren incorporar costos de las medidas nuevas propuestas por la sencilla razón de que no se ven los pesados y crecientes costos que se absorben diariamente fruto de los “modelos” vigentes. Se cree que son beneficiosas políticas como el denominado “control de precios”, las “empresas” estatales, los subsidios, la tergiversación del tipo de cambio, la “re-distribución de ingresos”, los altos impuestos, la deuda pública interna y externa, la alianza de empresarios prebendarios con el poder, los sistemas fascistas laborales, el esquema bancario de reserva fraccional, los aranceles aduaneros y, en general, las abultadas regulaciones al comercio, el agro y la industria.

 

Como ya hemos puntualizado, lo primero que debe tenerse en cuenta en el contexto de estas transiciones es que el discurso y la ejecución del político están embretados en una franja de máxima y mínima que deriva del grado de compresión de la opinión pública de los diversos temas. El salirse de ese plafón se paga con menor apoyo electoral. Ahora bien, para correr el eje del debate y poder ampliar el discurso y la consiguiente ejecución es menester actuar en el campo de las ideas.

 

En este debate sobre transiciones, lo que en esta nota quisiera plantear es si esa ejecución debe llevarse a cabo gradualmente para darle oportunidad a que asimilen sus conductas aquellos que se adaptaron a la legislación anterior de buena fe o si deben ejecutarse de una vez las medidas correspondientes.

 

Estimo que es conveniente tener siempre presente que no hay tal cosa como derechos adquiridos contra el derecho. Es decir, para ilustrarlo con un ejemplo muy extremo que hemos usado antes, no podrían otorgarse “derechos adquiridos” a los fabricantes de cámaras de gas en la época de los criminales nazis. Tampoco tiene sentido encaminar una política gradualista para las clínicas de abortos y permitir la exterminación de quienes son personas en el momento mismo de la fecundación del óvulo con toda la carga genética completa (a diferencia de los que adhieren a la magia primitiva de sostener que se produce una mutación en la especie en el instante del alumbramiento). Sin llegar a estos extremos donde está comprometida la vida de seres humanos de modo directo, podemos ejemplificar con empresarios que en la práctica es como si vendieran arena en el Sahara o helados en el Polo Norte. Estos últimos ejemplos pueden parecer ridículos pero en verdad equivalen a todos los casos en los que se presentan operaciones ruinosas como si fueran verdaderos negocios que solo benefician a ladrones de guante blanco que se presentan como empresarios pero que fabrican componendas en la oscuridad de los despachos oficiales y que literalmente arruinan la vida de millones de personas. Son como inmensos vampiros que succionan la sangre de sus congéneres. Vilfredo Pareto ya explicó que “El privilegio incluso si debe costar 100 a la masa y no producir más que 50 a los privilegiados, perdiéndose el resto en falsos costes, será en general bien aceptado, puesto que la masa no comprende que está siendo despojada, mientras que los privilegiados se dan perfecta cuenta de las ventajas de las que gozan”.

 

Como hemos dicho, es distinto si no se comprende ni se comparte la idea. En ese caso no se puede aplicar (eventualmente ni siquiera de forma gradual).  Se trata de proceder en consecuencia una vez que la idea es aceptada y, en ese caso, sugerimos evitar por todos los medios los gradualismos que, además, ponen en riesgo los mismos pasos  y etapas que se proponen. La política de ir al fondo de los problemas de una vez fue lo que, por ejemplo, llevó a cabo Ludwig Erhard quien en contra de las opiniones de todos los comandantes militares de posguerra y una parte importante del empresariado alemán (especialmente los del sector siderúrgico), sorpresivamente anunció la eliminación de todos los controles de precios y subsidios. El resultado fue el llamado “milagro alemán”.

 

Hay que estar prevenidos de los fantoches que se ofrecen para cargos públicos que en verdad son sedientos de poder. Al decir de Borges “ya se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien, para que no se descubriera su condición de nadie”. Son los cortesanos, genuflexos y rastreros de todas las épocas, tal como refiere Erasmo: “¿Qué os puedo decir que ya no sepaís de los cortesanos? Los más sumisos, serviles, estúpidos y abyectos de los hombres y sin embargo quieren aparecer siempre en el candelero”.

 

En resumen, la verdadera carga no es de la transición sino el costo de mantener el sistema estatista en pie por lo que el óptimo pareteano no puede tomarse como guía al efecto de pasar de un sistema estatista a uno liberal porque siempre habrá “perdedores” en el lenguaje de esta esquema referencial, pero, por lo dicho, el balance neto será crecientemente positivo.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

¿Se originan las normas por evolución o por contrato? El ejemplo de los indios Montana y los castores

Por Martín Krause. Publicado el 26/5/15 en: http://bazar.ufm.edu/se-originan-las-normas-por-evolucion-o-por-contrato-el-ejemplo-de-los-indios-montana-y-los-castores/

 

La norma evolutiva, se convierte en una norma general en tanto es aceptada por todos los miembros de una sociedad y esto permite coordinar sus acciones. Puede decirse que las personas han llegado a un “consenso” respecto de la norma. Buchanan llamaría a esto un “contrato” social. En algun punto la barrera que separa el concepto de consenso y el de contrato se vuelve borrosa, sobre todo cuando se interpreta la palabra contrato en sentido informal, o sea, no escrito.

Montanas

Tomemos un conocido ejemplo que comenta Buchanan (2009, p. 47). Se trata de los indios “montanas”, en la península de Labrador, actual territorio de Canadá, ejemplo mencionado por Demsetz (1987) para explicar el origen de los derechos de propiedad privada. Esta población aprovechaba la piel de los castores, sobre los que existía un derecho colectivo basado en el control del territorio por parte de la tribu. Es decir, la tribu reclamaba y defendía el derecho de propiedad sobre cierto territorio, dentro del cual se encontraban los castores pero cualquier miembro de la tribu podía cazarlos, no así los “extranjeros”. Con la llegada de los europeos se inicio el comercio de estas pieles y se origino la conocida “tragedia de la propiedad común”: cada miembro de esa sociedad tenia un incentivo a cazarlos y vender su piel pero nadie lo tenia para limitarse y permitir su reproducción. Como resultado de esto se hubiera producido el colapso y la extinción si no fuera que desarrollaron derechos de propiedad “privada” asignándose distintas parcelas entre si, generando con ello el incentivo a proteger un activo valioso.

Buchanan llama a la aceptación de esta norma por parte de los Labradores un “contrato”. Hayek llamaría a esto, probablemente, como el resultado de un proceso evolutivo, incluso no consciente. Tal vez la diferencia entre estos autores se encuentre en el grado de “raciocinio” que asignan a estos actores. Para Hayek, estarían motivados por su interés personal y la comprensión del problema de depredación que enfrentaban, pero no de la generación de un “contrato” o la introducción de una nueva institución. Los individuos de Buchanan serian más racionalistas[1].

Cómo se produjo realmente el acuerdo no lo sabemos[2]. Podemos especular acerca de las posibilidades:

  1. Una autoridad de la tribu impuso la nueva norma (esto significa también que fue aceptada por el resto, ya que fue cumplida).
  2. Esa misma autoridad propuso la norma y fue aceptada por el resto o por un grupo representativo del resto.
  3. Los miembros de la tribu o sus representantes se reunieron en asamblea, debatieron y adoptaron la nueva norma. Alguno propuso asignar derechos en forma privada.
  4. Unos, al ver que los castores mas cercanos a su propio lugar estaban desapareciendo comenzaron a vigilar la zona y controlar su caza y los demás lo aceptaron, haciendo lo propio en sus lugares cercanos.
  5. Algún grupo pequeño o apartado de la tribu se manejaba ya con su propio entorno como si fuera “privado” y los demás vieron que allí no había problemas de depredación.
  6. Un sentido de posesión de los castores ya existía y cuando deviene la escasez se activa. Dada la primitiva existencia de la posesión, como vimos en el Cap. 1, incluso presente en los animales y ancestros del ser humano, la familia o un grupo de familias podrían ocupar una zona y poseerla pero no preocuparse por limitar el acceso a los castores ya que no eran escasos. Cualquiera podía cazarlos aunque supieran que eran de la “zona de A”. Ahora que con escasos, A formaliza la posesión e impide la caza depredadora.

 

Las tres primeras alternativas se asocian con la visión contractualista, las otras tres con la evolucionista. Queda en manos de los historiadores determinar si fueron unas u otras, o tal vez otras diferentes. Tanto en una como en otra, sin embargo, existe al menos un individuo que tiene la idea, que lleva adelante la propuesta. Puede ser el líder o simplemente alguien que tiene la idea y la propone, o el primero que decide ejercer su derecho preexistente.

A éstos, a los que consciente o inconscientemente quieren producir cambios, los llamaremos empresarios institucionales. Éste es particularmente el caso con los autores que sostienen explícitamente el origen de las instituciones vía actos creativos deliberados, particularmente de un “contrato social”, como Thomas Hobbes, J.J. Rousseau y entre los modernos John Rawls y James Buchanan[3].

[1] “Como firma de internalizar las des-economías externas que fomentaba esta disposición de derechos, las tribus cambiaron de una estructura de uso común a una de propiedad privada. No es necesario que nos ocupemos aquí de  la exactitud histórica de esta versión,  o de la falta de ella. Pero nótese que Demsetz esencialmente “explica” un cambio en la estructura de los derechos recurriendo a un nuevo arreglo contractual que se hace conveniente debido a cambios exógenos en los datos económicos. Utiliza el ejemplo histórico para demostrar la proposición o el principio de que siempre habrá una tendencia a que las características de la estructura de derechos se modifiquen en la dirección que es mas eficiente en las condiciones que afronta la comunidad. No es posible discutir con esto, y se puede reconocer la contribución de Demsetz. Sin embargo,  no deberíamos cometer el error de decir que este enfoque explica el origen o el surgimiento de los derechos entre individuos o familias (tribus)con independencia de un acuerdo contractual, ya sea explicito o implícito. En este  modelo conceptual, los derechos de los varios participantes deben haber sido mutuamente reconocidos por todos los participantes antes de que se pudiera emprender mas negociaciones contractuales para modificar las  características estructurales” (Buchanan 2009, p.45).

[2] Demsetz cita a Leacock, Eleanor (American Anthropologist, American Anthropological Assoc., vol. 56, N° 5, parte 2, informe N° 78) pero de allí no se desprende con claridad como puede haber ocurrido.: “Hacia comienzos del siglo XVIII comenzamos a tener clara evidencia de que los territorios de caza y los acuerdos para atrapar animales por parte de familias individuales se estaban desarrollando en el área alrededor de Quebec. Las primeras referencias de tales acuerdos indican una distribución puramente temporaria de los territorios de caza. Ellos (algonquinos e iroqueses) se dividían a sí mismos en distintos grupos para poder cazar en forma más eficiente. Era la costumbre apropiarse pedazos de tierra de aproximadamente dos leguas cuadradas para cada grupo en los que cazaban en forma exclusiva. La propiedad de zonas de nutrias, sin embargo, ya había sido establecida y, cuando eran descubiertas, se marcaban apropiadamente. Un indio hambriento podía matar y comer las nutrias de otro si se dejaba en poder de su legítimo dueño la piel y la cola.”

[3] Dice Buchanan (2009): “Los preceptos para lograr vivir juntos no van a caer del cielo. Los hombres deben hacer uso de su propia inteligencia para imponer orden en el caos, inteligencia no en un sentido científico, orientada a la resolución de problemas, sino en un sentido mas difícil que implica llegar a un acuerdo entre ellos mismos y mantenerlo” (p.13).

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Cuba’s Clandestine Press Thumb Their Noses at Street Censorship

Por Belén Marty: Publicado el 22/5/15 en: http://panampost.com/belen-marty/2015/05/22/cubas-clandestine-press-thumb-their-noses-at-street-censorship/

 

On Thursday, May 21, the Cuban Patriotic Union (UNPACU) — an illegal opposition party created in 2011 — uploaded a YouTube video of activists in the southern city of Palma Soriano sharing DVDs filled with news and other hard-to-access information with the public.

UNPACU representatives tell the PanAm Post that attitudes on the island toward their activism have shifted over the years. These days, few reject their unauthorized DVDs.

The group explain that while they have been producing this content for over two years, they still are not able to deliver it on the streets as often as they would like.

The largest dissident organization in Cuba has 20 members in charge of selecting, producing, and burning the videos and articles onto each four-gigabyte disc. Their priority, they say, is video and audio content.

UNPACU Executive Secretary José Daniel Ferrer says Cubans are increasingly open to receiving the information they provide, even activists within the Communist Party: “There’s a huge thirst for information, and a growing loss of fear.”

According to Ferrer, most Cubans still never find out about the abuses committed against their fellow islanders: “Except for when someone personally tells them about it, the people from one province have no idea about the crimes that occur in another. The national media don’t cover it.”

His group is committed to using their DVD strategy to counter the official media and censorship: “[The government] has full control over the information they want, and how they want it.” So UNPACU members pack as much information as possible onto each disc, compressing articles and videos to the “smallest possible file size” without compromising quality.

Ferrer says Cubans as of late have been most interested in finding out what happened in Panama during the Summit of the Americas in April.

José Ferrer: behind the censorship cloud, Cubans desperately wanted to know what was going on during the Panama Summit of the Americas in April. (<a href="http://babalublog.com/2013/04/14/jose-daniel-ferrer-fight-for-freedom-is-inside-cuba/" target="_blank">Bubalublog</a>)

“During the Summit, we had to ask our whole team to download footage and news uploaded to YouTube by TV channels such as NTN24, AméricaTV, and TV Martí.”

The UNPACU leader says people on the island constantly asked about the Panama Summit, because they “didn’t believe the information broadcast by Cuba’s communist television stations, nor the way it was being presented by Telesur.”

Castro’s Fears Realized

Luis Enrique Ferrer, an UNPACU international representative, says alternative media on the island is essentially nonexistent.

“Everything is under government control: what people read, and the literature available for purchase, is what the government wants people to read, listen to, or watch.”

Under these conditions, he says, it is impossible to reach a massive audience, but what little they can do is still having an effect: “It becomes a chain reaction. Many people who get the disc, they might go watch it alone or with their families, but others pass it on to friends.”

While the group has faced its share of aggression from government agents and paramilitary, he says they’ve managed to remain somewhat under the state’s radar. Ferrer explains that it’s much more difficult for the Cuban regime to control a dispersed group of activists than to crack down on a public demonstration of hundreds.

“Fifteen years ago or so, in Cuba, when someone was delivered a cassette or a VHS tape, people used to reject them out of fear. Most would still reject them even if they didn’t like the system, because they feared getting into trouble, or they didn’t trust the person handing it out or their reason for doing so.”

Ferrer says one of the Cuban government’s greatest fears is to lose control of “the streets,” because according to the regime’s propaganda, “the streets are for revolutionaries” and not Cuban dissidents.

“So much has changed; if the average Cuban could gain access to a free press, no one would listen to the government.”

Samizdat 2.0

Samizdat is how it was known in the Soviet Union during the 1960s and 70s, the system that residents used to avoid communist censorship.

Forbidden literature and the clandestine press were transmitted with handmade books — many of them handwritten — with covers that would not attract the attention of the intelligence agency. It became the symbol of the rebel spirit of Soviet dissidents, when reading Western literature was an act of civil disobedience.

This phenomenon became a key tactic to disseminate ideas and extended to other aspects of daily life, such as distributing audio cassettes of famous songs by Western rock bands, or speeches by dissident activists.

In the final years of the Soviet Union, Communist Party General Secretary Mikhail Gorbachov authorized the Samizdat press, leading to a more open media that would ultimately contribute to the fall of the Soviet bloc.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

La «normalización» de las relaciones entre Cuba y EE.UU.

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 22/5/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1794799-la-normalizacion-de-las-relaciones-entre-cuba-y-eeuu

 

Esta semana, las tareas de «normalización» de las relaciones bilaterales entre Cuba y EE.UU., destinadas a dejar atrás los fantasmas de la Guerra Fría, continuarán avanzando. Se realizará la cuarta reunión de trabajo conjunta entre los representantes de ambas naciones desde que, el 17 de diciembre de 2014, se anunciara el comienzo de esta nueva etapa, superadora de largos desencuentros.

Hoy está claro que el colapso de la economía venezolana tiene mucho que ver con el proceso de «acercamiento» entre Cuba y Estados Unidos. Durante 2014, las entregas de petróleo crudo por parte del régimen venezolano a Cuba, a cambio de servicios cubanos groseramente sobrevaluados, cayeron dramáticamente. De los 50 mil barriles diarios que Cuba recibía en 2012, hasta apenas la mitad de esa cifra, en 2014. Y no es imposible que esas entregas sigan cayendo en 2015. Y hasta que ellas, de pronto, desaparezcan.

Por eso Cuba decidió cortar esa «dependencia». Escapar de ella. Ocurre que la crisis venezolana es profunda y que, más allá de la retórica, su economía ha sido destrozada por las recetas intervencionistas de los «bolivarianos». Por eso, presumiblemente, la estratégica «huida» cubana del costado de Venezuela.

Volviendo a la «normalización» aludida, esta vez la conversación bilateral se reanudará en la ciudad de Washington, alternando así la sede de las reuniones entre las capitales de los dos países. Las delegaciones estarán lideradas por dos experimentadas mujeres: Josefina Vidal Ferreiro y Roberta Jacobson.

La agenda del nuevo encuentro contiene un paso de enorme simbolismo: nada menos que la reapertura de las respectivas embajadas. Aparentemente, ello podría ocurrir antes del fin de este mes de mayo.

Las conversaciones bilaterales llevan un ritmo sostenido. Lo que, en sí mismo, es toda una señal. Pese a que -como apuntara el propio Raúl Castro en su encuentro cara a cara con Barack Obama- hay que «tener mucha paciencia».

El deshielo entre ambas naciones es bastante evidente y las puertas del futuro, es cierto, ya no tienen más cerrojos. No obstante, los pasos se suceden lentamente. Como podía preverse. Es necesario superar más de medio siglo de desencuentros y encontrar soluciones adecuadas a los problemas -de toda índole- que se han acumulado.

Los avances, sin embargo, comienzan a estar a la vista. En primer lugar está ya en marcha el proceso de exclusión de Cuba de la infamante lista norteamericana de países que apoyan al terrorismo. Con todas sus consecuencias y repercusiones. El Poder Ejecutivo norteamericano ya hizo su parte. Rápido, por cierto. El plazo de 45 días que ahora tiene el Congreso para actuar vencerá el 29 de este mismo mes.

Además, con el impulso de la cercanía geográfica (apenas 145 kilómetros separan a ambos países), ya se han concedido las licencias necesarias a cuatro empresas interesadas en prestar un servicio regular de «ferries» entre ambos países, que podría estar operativo a comienzos del último trimestre de este año. En paralelo, la empresa aérea «Jet-Blue» se apresta a iniciar vuelos regulares que unirán los aeropuertos de la ciudad de Nueva York con el de La Habana. A partir del próximo 3 de julio, a estar a los anuncios formulados. Ya hay asimismo frecuentes «charters» que viajan a Cuba desde Nueva York o Nueva Orleans.

Si el movimiento se demuestra andando, parece obvio que las cosas están en marcha. Lenta, quizás, pero en marcha con un cúmulo de temas pendientes de resolución.

Una de las apuestas más claras que Cuba puede hacer -de inmediato- para mejorar el desalentador estado de su economía y generar divisas, es la de impulsar al sector turístico. La isla recibe hoy unos tres millones de turistas por año. Que llegan desde todas partes. Curiosamente, una tercera parte de ese flujo está compuesta por turistas canadienses. En cambio, apenas un 3% de esa corriente total llega desde los Estados Unidos. Hablamos de unas 90.000 personas por año. Muy poco. Pero ya se nota la llegada de turistas americanos que comienzan a visitar Cuba «antes que todo cambie».

Hay allí, por cierto, una posibilidad de crecer rápidamente, con el efecto dinamizador que ello supone. El turismo es la segunda fuente de ingreso de divisas de Cuba, detrás de la exportación de servicios médicos, con la que Cuba genera ingresos por valor de unos 7.600 millones de dólares cada año. El turismo podría, de pronto, transformarse en la primera fuente de ingreso de divisas.

Por esto seguramente el presidente de Francia, Francois Hollande, en su reciente visita a la isla anunció que dos cadenas hoteleras francesas: Accor y Warwick, pondrán en marcha nuevos proyectos, en Varadero y Jardín del Rey. Apuesto a que pronto habrá nuevas canchas de golf en Cuba, que ya tiene dos, mientras en la República Dominicana hay más de treinta.

Otra de las cuestiones inmediatas a atender es la de las comunicaciones. Especialmente la que tiene que ver con Internet. Hoy, apenas un 26% de los cubanos tiene acceso a la «red». Pero la situación es aún peor que eso, atento a que tan sólo un 3% de ellos tiene, en rigor, acceso internacional. El que, para crecer, importa más.

El gran obstáculo a superar tiene, cuando no, que ver con la libertad. Cuba seguramente querrá continuar con su facultad de censurar el tráfico. Esta es su «normalidad». Allí se sabe que uno es escuchado -o leído- cuando se comunica con el exterior. En otros países esa es una suposición, con mucha frecuencia más real de lo que algunos creen. Pero el tema pasa por mantener -o no- el control de todo que caracteriza al comunismo de Cuba, donde ciertamente no hay libertad de opinión, ni de prensa, ni de información, sino un monótono discurso único – monopólico- que se predica constantemente desde los más variados atriles del Estado que asume siempre el desagradable rol de dueño exclusivo de la verdad.

Hay, además, otra dificultad inmensa, derivada del atraso en que -con un modelo económico fracasado- se ha sumido al pueblo de Cuba a lo largo de medio siglo, que hace que el sueldo promedio de los cubanos sea de apenas unos 19 dólares mensuales y que el costo de una hora de «Internet» se lleve algo así como la quinta parte de esos ingresos mensuales. Delicias propias de un país donde el 70% de los trabajadores son empleados del Estado.

Algunos esperan que haya otros avances pronto. Aquellos que tienen que ver con la democracia y los derechos humanos. Y con las libertades civiles y políticas. Instituciones absolutamente ausentes de Cuba, que está bajo un régimen totalitario: el del partido único. Pero ellos, cabe advertir, no ocurrirán en el corto plazo.

La apuesta en estos temas tan graves apunta al futuro, a la juventud, a una Cuba que, paso a paso, pueda salir de la ruina económico-social en la que está y evolucionar en dirección a la libertad y a la democracia.

La apuesta en estos temas tan graves apunta al futuro, a la juventud, a una Cuba que, paso a paso, pueda salir de la ruina económico-social en la que está y evolucionar en dirección a la libertad y a la democracia.

Por ahora, pensar que Cuba dejará pronto de ser una dura tiranía en nuestra región es, me parece, una ilusión. Todavía hay unos 60 presos políticos en las cárceles de Cuba. Y, más aún, todavía se reprime -duro- a los disidentes. Prueba irrefutable de ello ha sido que el pasado 3 de mayo de propinó una nueva -y siempre cobarde- paliza represiva a las «Damas de Blanco». A las que además se detuvo, esposadas, por largas horas. Con la saña resentida de siempre, alimentada por el odio y los conocidos rencores.

Mientras tanto, Raúl Castro parece querer salir, él mismo, del cascarón del aislamiento. Se reúne con el Papa Francisco en Roma antes de que éste lo visite en la isla. Recibe al gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, rodeado de posibles futuros inversores. Y, enseguida, al presidente de Francia, en la primera visita presidencial de un mandatario galo a la isla.

Las señales de lenta apertura aparecen. Pero no por ello hay que engañarse. Ni entusiasmarse demasiado sobre los posibles efectos de corto plazo del proceso que -a caballo de la «normalización» de las relaciones bilaterales con los EEUU- acaba de iniciarse en Cuba. Del dicho al hecho, hay distancia. Y una cosa es tener esperanza y otra, muy distinta, alcanzar el bienestar.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

La determinación de los precios: ¿Nos sirve el gráfico con las curvas de la oferta y la demanda?

Por Martín Krause. Publicado el 25/5/15 en: http://bazar.ufm.edu/la-determinacion-de-los-precios-nos-sirve-el-grafico-con-las-curvas-de-la-oferta-y-la-demanda/

 

Con los alumnos de Microeconomía de OMMA Madrid, leemos a Eugen von Böhm-Bawerk sobre la determinación del precio y el gráfico de la oferta y la demanda.

En general, todos utilizamos el gráfico de las curvas de oferta y demanda para explicar en las clases la formación de los precios en el mercado. Es, seguramente, el gráfico de mayor utilidad que exista en la disciplina y facilita la compresión de esos conceptos. Pero hay que tener claro que se trata de una simplificación y, como tal, de un primer paso para comprender todo el proceso que involucra las conductas de compradores y vendedores.

Al respecto comenta Böhm-Bawerk (“La ley básica de la determinación del precio”, La Teoría Positiva del Capital): http://library.mises.org/books/Eugen%20von%20Bohm-Bawerk/The%20Positive%20Theory%20of%20Capital.pdf

Bohm Bawerk

Luego de explicar la formación del precio a partir de la interacción de las valoraciones subjetivas, tanto sea de un comprador y un vendedor en un intercambio aislado, como en el más corriente de múltiples compradores y vendedores, y en este caso la relación entre las valoraciones particulares de cada uno de ellos y de qué forma influyen en la formación del precio, sobre todo las de las que denomina “parejas marginales”, aquellos que son los “últimos” en poder realizar un intercambio o los “primeros” que han quedado fuera de esa posibilidad, comenta:

“…Muchos economistas están acostumbrados a emplear en sus exposiciones símbolos matemáticos que les permiten representar situaciones complejas por medio de fórmulas simples. Esto se aplica incluso a economistas que no son partidarios de presentar la ciencia económica de manera matemática. Por ello, cuando los compradores y vendedores hacen valoraciones continuamente cambiantes –hacia arriba o hacia abajo- y estas valoraciones representan ofertas de compra o de venta de cantidades parciales de un bien de mercado, existe una predilección especial a representarlas por medio de curvas ascendentes o descendentes y de indicar, por medio de sus puntos de intersección, la situación del precio que las ofertas competitivas basadas en estas valoraciones están en proceso de desarrollar. Aunque pueda considerarse este método perfectamente aceptable, sigo considerando dudosa la inevitable supresión del punto de vista subjetivo y personal del proceso que hemos expuesto.”…

“Oferta y demanda han sido desde el principio una jerga demasiado amplia y vaga. Ha sido lo suficientemente amplia como para incluir por implicación los conceptos correctos que connotaban; han sido lo suficientemente vagas como para excluir cualquier sujeción a la precisión, y dejar todo tipo de dudas, ambigüedades y errores.”…

“Porque sin la concepción global de todo el problema que se hizo posible solamente a través de la teoría del valor subjetivo, era demasiado fácil desviarse y llegar a interpretaciones y formulaciones incorrectas. Oferta y demanda se concebían demasiado mecánicamente como meras cantidades. E incluso, cuando se hizo habitual tener en cuenta su “intensidad”, esta intensidad era erróneamente atribuida a toda clase de causas dispares y secundarias, simplemente a causa de la ignorancia todavía imperante del factor motivante esencial que se encuentra en las valoraciones subjetivas.”…

“Mi opinión es que el problema encuentra solución si introducimos dentro del marco tradicional el pensamiento sencillo de que el precio es completa y enteramente el producto de las valoraciones subjetivas de los hombres. Este pensamiento explica de la manera más simple y unificada por qué la gente ofrece un bien a la venta o desea comprarlo, explica la intensidad con que hacen esto, la insistencia con que a veces persisten en ofrecer o exigir bienes, así como también la facilidad y rapidez con que otras veces cesan de hacerlo.”

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

No, el mercado no necesita más Estado para desarrollarse

Por Iván Carrino. Publicado el 22/5/15 en: https://igdigital.com/2015/05/el-mercado-necesita-mas-estado-para-desarrollarse/

 

Recientemente, el Ministro de Economía afirmó que se necesitaba más participación del Estado para desarrollar el mercado en Argentina. La pregunta que surge inmediatamente es: ¿Más todavía?

El pasado martes 19, la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA) dio comienzo a su VI Congreso anual, que lleva como título “El futuro del desarrollo argentino”. La sesión inaugural contó con la presencia del actual Ministro de Economía, Axel Kicillof, quien aprovechó para reivindicar “el modelo” y, por tanto, la intervención del Estado en la economía.

Al respecto, afirmó:

“Se discuten cuestiones laterales pero no se habla sobre el modelo de país que se pretende. La única opción de que se desarrolle el mercado es con más participación del Estado”.

Una afirmación semejante me recordó a otro Ministro de Economía que, cuando fue consultado por la inflación en Argentina, no supo qué responder y terminó balbuceando “me quiero ir”. En contraste, Kicillof no tiene el menor problema en decir cosas que, a la luz de la teoría y la evidencia empírica, son rotundamente falsas.

La mayor participación del Estado no puede, de hecho, desarrollar el mercado. Es cierto, claro, que puede favorecer a unos grupos determinados, pero siempre que lo haga, será a costa del perjuicio sobre otros.

Por ejemplo, cuando el Gobierno decide cerrar importaciones, obviamente favorece a algunos actores del mercado, como los productores locales de los bienes que compiten internacionalmente, pero esto se hace a costa de todos los consumidores, que deben pagar más caro por bienes de calidad inferior.

Otro ejemplo es la entrega de subsidios. Claro que el Estado puede mejorar, a corto plazo, la situación de una empresa particular si le entrega un subsidio. Pero, dado que el estado no crea riqueza, los recursos deben extraerse de algún otro lugar de la economía. Así, para pagar el subsidio, deberá cobrar más impuestos, nuevamente beneficiando a un grupo a costa de otro.

Es que, en contraposición con lo que se busca instalar, el Estado es siempre un peso para la economía. Con impuestos, regulaciones y subsidios los gobiernos sólo ponen trabas en el mercado, que no es más que el proceso en el cual, pacífica y voluntariamente, consumidores y productores buscan satisfacer sus necesidades.

Por otro lado, resulta por demás curioso que se afirme que se necesita todavía más participación del estado cuando, en la Argentina actual, la norma ha sido el rol creciente del gobierno en todas las esferas posibles. Desde el 2004, el gasto público creció 13 puntos respecto del PBI de acuerdo con las estadísticas oficiales. Según el FMI, de todo  lo que la economía argentina produce en el año, 43,5% es gasto público. ¿Más participación del Estado quiere Kicillof?

La contracara de este nivel de gasto es una presión tributaria que hoy se encuentra en su nivel máximo histórico y un intrincado sistema impositivo que cuenta con 96 impuestos diferentes si se consideran los niveles nacional, provincial y municipal.

Sin embargo, nada de esto es suficiente, ya que el gobierno hace 6 años que cierra sus balances con déficit fiscal. El año pasado, la diferencia entre ingresos y gastos ascendió a 5,3% del PBI. Ese déficit es el responsable de la megainflación, que incluso tomando en consideración los números del INDEC, es cinco veces superior al promedio mundial. Realmente es difícil puntualizar los beneficios para el desarrollo del mercado de semejantes niveles de aumento de los precios.

Otra cosa que hizo el estado en la economía argentina de los últimos tiempos fue la imposición del cepo cambiario, que no solo no impidió la devaluación ni la pérdida de reservas, sino que al fijar el dólar por debajo de su valor real, tomó por asalto la competitividad de todos los sectores productivos del país. La caída de las exportaciones es un fiel relejo de esta situación.

Por si esto fuera poco, la mayor participación del Estado no se detuvo allí. Por todos los medios posibles, y para intentar sostener el superávit comercial (que hoy se encuentra en niveles mínimos desde el año 2001), el Gobierno reaccionó a la caída de las exportaciones frenando importaciones. Esto dificulta la producción de la industria que depende de los insumos importados, afectando la actividad económica y el nivel de empleo.

Kicillof se equivoca. La mayor participación del estado no es condición ni necesaria ni suficiente para que el mercado se desarrolle. De hecho, el aumento de dicha participación termina siendo su principal obstáculo, como pone en evidencia la historia económica reciente de la Argentina.

Para evitar seguir profundizando los problemas que tenemos, hay que tener claro este punto. Necesitamos más mercado, pero este solo aparecerá cuando el Estado se corra del medio y lo deje desarrollarse en libertad.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Trabaja como Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y profesor asistente de Economía en la Universidad de Belgrano.

Dos interpretaciones sobre el ‘teorema de Coase’: ¿análisis institucional o costos y beneficios?

Por Martín Krause. Publicado el 23/5/15 en: https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2015/05/23/dos-interpretaciones-sobre-el-teorema-de-coase-analisis-institucional-o-costos-y-beneficios/

 

El libro tiene un Capítulo 7 que no estaba en la edición original, donde se trata específicamente sobre el llamado “Teorema de Coase”. Algunos párrafos:

“Hay dos interpretaciones que pueden hacerse de este teorema. En la primera de ellas, se critica a quienes ponen énfasis solamente en que en un mundo de costos de transacción igual a cero la distribución inicial de derechos de propiedad sería una cuestión irrelevante para la eficiencia de la solución alcanzada, ya que los recursos serían canalizados hacia sus usos más valorados. Una interpretación “benigna” de Coase diría que esa no fue simplemente su posición, sino que el sentido del teorema sería destacar que la existencia real de costos de transacción pone relevancia en el papel que las instituciones cumplen en la economía. Según esta interpretación, el modelo “costos de transacción cero” sería similar a lo que se planteó antes respecto al “imaginario estado de equilibrio”: una construcción ideal que nos permitiría comprender el mundo real, donde los costos de transacción se encuentran siempre presentes, e iniciar así un programa de investigación sobre el desarrollo de instituciones que permitan economizarlos[1].

Coase. jpgEste interés por el papel que cumplen las instituciones en el funcionamiento de la economía y cómo las mismas nacen y evolucionan ha sido una preocupación de larga data. Esta fue manifestada por los filósofos escoceses y economistas clásicos (David Hume, Bernard de Mandeville, Adam Ferguson y Adam Smith). La explicación gradual y evolutiva del desarrollo de las instituciones fue retomada especialmente por Hayek (1978, 1988), en relación con el funcionamiento de los mercados y la evolución de las normas e instituciones sociales en general.

Hayek distingue tres niveles de evolución: la genética, la de las ideas y, la cultural operando entre el instinto y la razón. La cultura no sería determinada por la genética ni tampoco diseñada racionalmente; o según aquella frase de Ferguson, que Hayek cita con frecuencia: “el resultado de la acción humana, no del designio humano”. El resultado de una tradición de pautas de conducta aprendidas, cuyo papel es poco entendido aun incluso por aquellos que se sujetan a ellas, y que son transmitidas por un proceso “ciego”, en el sentido de que no es conscientemente planificado o controlado.

Qué normas surgen es una cuestión de accidente histórico, incluso haciendo lugar para el mejor diseño que la mente humana pueda crear, y otra cosa es cuáles sobreviven. Las últimas son determinadas por un proceso de selección que se encuentra en la evolución cultural; un proceso que opera en grupos que comparten las mismas pautas de conducta. Aquellos grupos que tienen éxito en desarrollar las pautas que mejor permiten las interacciones en la sociedad crecerán y desplazarán a otros grupos, o estos aprenderán de los anteriores copiándolas.

Como vemos, todo esto se acerca mucho al análisis que actualmente se hace en el marco de la “teoría de los juegos”, sobre todo a partir de las conclusiones obtenidas de los juegos repetidos del tipo “dilema del prisionero”, como vimos en el capítulo anterior (Axelrod 1984).

La segunda interpretación del teorema también acepta que, en un mundo de costos de transacción igual a cero, la distribución inicial de derechos de propiedad sería una cuestión irrelevante para la “eficiencia” de la solución alcanzada, ya que los recursos serían canalizados hacia sus usos más valorados. Pero la crítica ya no resulta “benigna” con Coase, ya que él puede no haber estado de acuerdo con la posición “eficientista” de Posner, pero dejó la puerta abierta para la misma. Dice Coase (1960, p. 37), refiriéndose a un caso de daños ocasionados por conejos a las plantaciones de maíz de su vecino (el caso Boulston, 1597): “… no es que el hombre que cría conejos sea el único responsable del daño; aquel cuyas cosechas son dañadas es igualmente responsable”[2].

Todo esto habría cambiado cuando se otorgó la prioridad a la eficiencia en la delimitación de derechos de propiedad, ya que los jueces debían decidir ahora quién tenía derecho a qué con base en cuál era la asignación más eficiente. Debían dejar de lado una larga tradición, basada en el derecho de propiedad, y utilizar cómo criterio de decisión solamente la maximización de la riqueza total[3]. El subjetivismo en las valoraciones y la imposibilidad de hacer comparaciones interpersonales de utilidad tornaría a la decisión judicial de maximizar la riqueza económica en algo complicado, si no imposible de realizar.

¿Qué se puede hacer entonces? Las enseñanzas del teorema de Coase señalan que una política para reducir los efectos de externalidades negativas sería delimitar claramente los derechos de propiedad, de tal forma que las partes puedan luego resolver esos problemas por medio de negociaciones. La definición de tales derechos reduciría los costos de transacción entre las partes, ampliando las posibilidades de estas soluciones voluntarias. Esto significa lograr una definición clara tanto de la asignación de la propiedad como de las limitaciones para su uso y disposición. En relación con los ejemplos mencionados, esto significa definir, por ejemplo: ¿cuál es el nivel de ruido, humos u otro tipo de emanaciones que puedo realizar, por encima del cual la situación se convierte en una externalidad que viola el derecho de mi vecino?

Por supuesto que, si bien es esta una solución “voluntaria” entre las partes, demanda que el mecanismo de gobernabilidad funcione. Esa definición de derechos puede obtenerse por la vía de las decisiones judiciales (particularmente en los sistemas de common law), o por la vía legislativa (normalmente resoluciones de gobiernos locales). En ambos casos, estos mecanismos deben funcionar adecuadamente

[1].      Así, Boettke (1997, p. 52), señala: “Tal vez en la mejor biografía intelectual de Coase hasta el momento, Steven Medema (1994) sostiene que Coase estaba interesado en examinar las consecuencias de distintos arreglos legales sobre el desempeño económico, más que en utilizar técnicas económicas para examinar la ley. Esta diferencia en énfasis explica la falta de interés de Coase por el enfoque de la ley y la economía de Posner, un movimiento más preocupado por examinar la eficiencia de distintos arreglos legales. Coase no solamente sugirió un programa alternativo de instituciones comparadas, sino que cuestionó profundamente la coherencia lógica de la economía neoclásica dominante. Parte del ejercicio de equilibrio que ocupó a Coase fue mostrar que perseguir la lógica de la maximización en un entorno de costos de transacción cero llevaba a conclusiones diferentes de las sugeridas por la economía del bienestar pigouviana. Si los costos de transacción fueran cero, los actores económicos negociarían para resolver el conflicto; si los costos de transacción (incluyendo costos de información) fueran positivos, ¿sabrían las autoridades cuál es el nivel correcto de impuesto o subsidio para corregir la situación? El programa de investigación de Coase era tanto una crítica de la práctica prevaleciente y un programa positivo alternativo que está emergiendo ahora en la Nueva Economía Institucional, de la cual Coase es aún el principal representante”.

[2].      Comenta Block: “Previamente, la visión de la profesión [económica] respecto a invasiones contra otra persona o su propiedad era la liberal clásica de causa y efecto. A era el perpetrador, B la víctima”. “Asimismo, en una perspectiva más tradicional, la maximización de riqueza era el subproducto de los derechos a la propiedad privada, no su progenitora. En otras palabras: las consideraciones económicas eran la cola y los derechos de propiedad el perro. Locke, por ejemplo, no se preguntaba si el homesteader era quien utilizaba más eficientemente el territorio virgen. Para este filósofo, era suficiente que una persona fuera la primera en ‘mezclar su trabajo con la tierra’; esto, y solamente esto, era suficiente para convertirlo en el legítimo propietario”. Walter Block, “Ethics, Efficiency, Coasian Property Rights, and Psychic Income: A Reply to Demsetz”, Review of Austrian Economics 8, no. 2 (1995): pp. 61-125.

[3].      “¿Y cuál es el consejo a los jueces que emana de este nuevo enfoque? Estos deben decidir de tal forma que se maximice el valor de la actividad económica. Bajo un régimen de costos de transacción cero, en verdad no importaría —en cuanto se refiere a la asignación de recursos— cuál de las dos partes en disputa recibió el derecho en cuestión. Si este era otorgado a la persona que más lo valorara, bien. Si no, el perdedor podría pagar al ganador para disfrutar de su uso. Pero en el mundo real con costos de transacción significativos, por el contrario, la decisión judicial es absolutamente crucial. Lo que el juez decida permanecerá; no habría oportunidad para intercambios mutuamente beneficios ex post”. (Block 1995, p. 63).

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).