Los beneficios de la inmigración

Por Martín Krause. Publicada el 15/8/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1928158-los-beneficios-de-la-inmigracion

 

Las migraciones se han convertido en un tema central de discusión en Europa. Más aún luego de los atentados terroristas ocurridos en Bélgica, Alemania y Francia, y del Brexit. También son motivo de debate en la campaña electoral en los Estados Unidos. Las imágenes de este fenómeno nos muestran situaciones dramáticas y esto ha ayudado a que se desaten todo tipo de pasiones sobre el asunto. Sin embargo, un análisis más profundo demuestra que el movimiento de personas, tal como el de bienes y capitales, trae beneficios muy superiores a los costos, aunque éstos puedan ser más visibles.

Los temas en discusión son muchos, y tienen que ver tanto con cuestiones de «derechos» como de los costos o beneficios que se generan y en quien recaen.

Lo primero es responder si existe un derecho a migrar. En general, todos estamos de acuerdo en que existe un derecho a la «salida» -aunque esto no se verifica en todos los casos, como en Corea del Norte o hasta hace poco en Cuba- y consideramos que poner barreras a esto es una violación del derecho a trasladarse que cada persona tiene. ¿Existe, sin embargo, un derecho a la entrada? Aquí el consenso es mucho menor y la constelación de opiniones que lo niegan va de un extremo al otro del espectro político-filosófico.

En principio, pareciera que una barrera a la inmigración violaría el derecho del ciudadano a «invitar» a un extranjero a su casa o a entrar en algún tipo de relación con él. Digamos que quiero contratar a un extranjero para que trabaje conmigo, ¿por qué no podría hacerlo? ¿No resulta violado mi derecho a establecer relaciones contractuales con quien desee?

Los contratos libres entre dos o más partes, sin embargo, pueden generar efectos «externos», o externalidades. En este caso, sin embargo, todo daño que pueda ocasionarse por estas circunstancias no es en nada diferente al que pudieran causar contratos similares entre nativos, cuyas consecuencias han de ser asumidas.

Existen otros efectos «externos» que suelen plantearse como originados por la inmigración. Uno de ellos es la cuestión de si la inmigración perjudica al empleo local.

Según una encuesta de Gallup, un 58% de los residentes de países de altos ingresos señalan que los inmigrantes ocupan empleos que esos mismos residentes no desean ocupar, y un 18% afirma lo opuesto. Esto mismo se repite en los diez principales países receptores de inmigrantes.

Un estudio de la OCDE (2014) informa que en los 10 años hasta 2012 los inmigrantes representaron un 47% del aumento de la fuerza laboral en los Estados Unidos y un 70% en Europa, y que representaron alrededor de un cuarto de todos los ingresos en las ocupaciones que más han declinado en los Estados Unidos (28%) y Europa (24%), básicamente operarios; ocuparon así funciones que, como lo confirma la encuesta, no son consideradas atractivos por los locales.

Un informe del Banco Mundial de 2005 encontró que si los 30 países de la OCDE permitieran un crecimiento del 3% en el tamaño de su fuerza laboral a través de reducir las restricciones a la inmigración, los beneficios para los ciudadanos de los países pobres serían de unos US$ 300.000 millones. Esto es US$ 230.000 millones más que la ayuda internacional que estos países destinan a los países pobres. Si hubiera fronteras abiertas por completo se duplicaría el PIB mundial en pocas décadas, virtualmente eliminando la pobreza global.

Pero no terminan aquí los debates que genera este complejo problema.

¿Son los inmigrantes una carga fiscal? El estudio de la OCDE sugiere que el impacto de olas sucesivas de migración en los últimos 50 años hacia los países más desarrollados es en promedio cercano a cero, rara vez excediendo 0,5% del PIB, tanto sea en términos positivos como negativos. El impacto es mayor en Suiza y Luxemburgo, donde los inmigrantes proveen un beneficio neto estimado de cerca de 2% del PIB a las finanzas públicas. «Contrariamente a la percepción general -dice el estudio-, los inmigrantes con baja educación tienen una posición fiscal [la diferencia entre sus contribuciones y los beneficios que reciben] mejor que sus pares locales. Y cuando los inmigrantes tienen una posición fiscal menos favorable, no es por tener una mayor dependencia de los beneficios sociales sino porque tienen a menudo salarios más bajos y tienden, entonces, a pagar menos».

¿Pueden los inmigrantes trastrocar la cultura local? La existencia de barrios enteros en algunas ciudades europeas y norteamericanas hace temer que esto ocurra, pero de ahí a afirmar que sea posible existe un largo trecho. La cultura occidental, la de los países que más inmigración reciben, es la que les permitió desarrollar las instituciones que permitieron su crecimiento y riqueza. Si han deteriorado sus instituciones ha sido más por modificaciones culturales propias que importadas a través de inmigrantes. Después de todo, las grandes ideologías totalitarias del siglo XX, que causaron estragos y catástrofes en todo el mundo son de origen europeo, no importadas por los inmigrantes. Argumentos similares pueden desarrollarse en relación con el temor que ingresen inmigrantes que cometerán crímenes. La evidencia empírica muestra la tasa de criminalidad de los inmigrantes no es superior a la de los locales, y el argumento se puede extender a todo tipo de migración interna o a la existencia de criminales en los barrios informales, pese a que sean nacionales.

¿Los que se van perjudican a los que se quedan? Este no es, en realidad, un tema de debate, sino la consideración de un hecho que debe ser tenido en cuenta. La llegada de los migrantes, tanto refugiados como laborales, acerca a quienes provienen de sociedades con baja productividad debido a la escasez de capital invertido a otras donde su productividad es mucho mayor. Esto les genera ingresos muy superiores a los de los lugares de origen, siendo éste uno de los principales incentivos para emigrar. Y esos mayores ingresos se han convertido en el programa de ayuda más importante y con mayor sustento moral que pueda imaginarse: las remesas.

El Banco Mundial estima que las remesas en 2015 alcanzaron la suma de US$ 588.199 millones, unas cuatro veces más que toda la ayuda internacional. Para algunos países se han convertido en su principal ingreso. Por ejemplo, las remesas son un 41,7% del PIB de Tayikistán y un 29,9% del de Nepal. En América latina, significan el 22,4% del PIB de Haití, el 17,8% del de Honduras y 16,8% en el caso de El Salvador.

Lentamente, se produce en el mundo un proceso de competencia entre las distintas jurisdicciones de la que la salida y entrada de migrantes es un efecto y un indicador. La calidad institucional es un elemento fundamental en esa competencia y pone presión sobre los países, porque aquellos con buena calidad atraen recursos y los de peor calidad los expulsan, como a los migrantes. Parece haber una tendencia hacia una mejora de esa calidad institucional, aunque muchos eventos presentes o de un pasado cercano generan ciertas dudas y retrocesos. Es un proceso impulsado por esa competencia. En el pasado, ésta tenía un contenido básicamente militar; con la llegada del capitalismo y la globalización es esencialmente comercial y económica. Aunque, como vemos, la primera no ha dejado de estar presente: los refugiados son el resultado de la competencia militar; los migrantes, de la económica.

Cerrar las puertas a ambos limita esa competencia y crea un riesgo: el reemplazo de la competencia económica por la militar. Por cierto, el proceso no está exento de costos, pero podemos razonablemente esperar que continúe ejerciendo presión para lograr una mejora institucional en los países donde hoy no existe y mejoren así las oportunidades de progreso para sus habitantes.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Socialismo, planificación e intervencionismo

Por Gabriel Boragina: Publicado el 28/8/16 en: http://www.accionhumana.com/2016/08/socialismo-planificacion-e.html

 

El socialismo es un concepto que suele aparecer disfrazado bajo otros que -explícita o implícitamente- terminan identificándose con aquel. Pero existen más confusiones adicionales, de las cuales la más notable es la de la fusión bajo la misma noción de medios y fines que hacen al socialismo.

«Esta confusión concierne nada menos que al propio concepto de socialismo. Puede éste tan sólo significar, y a menudo se usa para describir, los ideales de justicia social, mayor igualdad y seguridad, que son los fines últimos del socialismo. Pero significa también el método particular por el que la mayoría de los socialistas espera alcanzar estos fines, y que muchas personas idóneas consideran como el único método por el que pueden plena y prontamente lograrse. En este sentido, socialismo significa abolición de la empresa privada y de la propiedad privada de los medios de producción y creación de un sistema de «economía planificada», en el cual el empresario que actúa en busca de un beneficio es reemplazado por un organismo central de planificación»[1]

Lo que implica que bajo un mismo vocablo (socialismo) se están designando cosas diferentes, las que -a su turno- involucran tanto los objetivos últimos del socialismo como los mecanismos empleados para alcanzar dichas metas. Si bien en la actualidad hay numerosas personas que ven con simpatía la consecución de tales propósitos empleando idénticos medios pero que se rehúsan a sí mismas a tildarse como socialistas, lo cierto es que ello puede ocurrir ya sea porque tales individuos desconozcan en realidad cual es el significado correcto del vocablo socialismo, o bien que, conociéndolo, tratan de infiltrarse en las filas de los partidarios de la libertad para desmoralizarlos, ya sea por vía de una deliberada confusión de términos y conceptos, o bien con el ánimo de convencerlos de sus doctrina.  Mucho se escrito, explicado y demostrado históricamente respecto de la imposibilidad de alcanzar aquellas intenciones con esos métodos. La abolición de la empresa y propiedad privada y los sistemas de economía planificada que se han ensayado y se siguen practicando en el mundo, lejos de alcanzar algún grado de seguridad, igualdad o «justicia social», han tenido como resultado exactamente sus opuestos : inseguridad, desigualdad e injusticia.

«Esto bastaría para crear confusión. Mas la confusión ha aumentado todavía por la práctica común de negar que quienes rechazan los medios aprecian los fines. Pero no es esto todo. Se complica más la situación por el hecho de valer los mismos medios, la «planificación económica», que es el principal instrumento de la reforma socialista, para otras muchas finalidades. Tenemos que centralizar la dirección de la actividad económica si deseamos conformar la distribución de la renta a las ideas actuales sobre la justicia social. Propugnan la «planificación», por consiguiente, todos aquellos que demandan que la «producción para el uso~ sustituya a la producción para el beneficio. Pero esta planificación no es menos indispensable si la distribución de la renta ha de regularse de una manera que tengamos por opuesta a la Justa. Si deseamos que la mayor parte de las cosas buenas de este mundo vaya a manos de alguna élite racial, el hombre nórdico o los miembros de un partido o una aristocracia, los métodos que habríamos de emplear son los mismos que asegurarían una distribución igualitaria.»[2]

No es necesario ser demasiado despierto para darse cuenta que lo que se describe en la cita anterior es un proceso que termina desembocando en un estado totalitario.  Paradójicamente, los mismos medios señalados, los socialistas los indican como apropiados, tanto para lograr una mayor igualdad como cuando se proponen lo contrario, es decir, cuando bajo su concepto de «justicia social» los que deben beneficiarse son un grupo determinado («alguna élite racial, el hombre nórdico o los miembros de un partido o una aristocracia»). De tal suerte, la «planificación económica» (que es el método por excelencia que busca imponer el socialismo) era apoyada, tanto por los nazis, como por los fascistas, comunistas, etc. siendo que estas sectas tenían destinatarios finales diferentes entre ellas. Pero incluso tal planificación es propugnada, además, por partidos que se consideran tanto a sí mismos como por sus simpatizantes como «moderados», franja en la que se engloban la mayoría de los partidos políticos que dicen ser de tendencia socialdemócrata.

En definitiva, abundan las corrientes de pensamiento que adoptan las recetas socialistas inclusive buena parte de los casos- sin saber a ciencia cierta de donde provienen estas. Es así que, es frecuente toparse con personas que no dudan en recomendar la intervención del gobierno en múltiples campos, que van desde el laboral pasando por el comercial y hasta el empresarial, sugiriendo que esta sería la «única manera» de lograr un equilibro entre «fuerzas» que están en pugna y en desigualdad de condiciones. Cuando se les observa que ese modo de pensar es típicamente socialista, se sorprenden como primera reacción, y como segunda lo niegan enfáticamente, con lo que evidencian su más completo desconocimiento del socialismo, al que adhieren sin saberlo y, posiblemente, a su pesar.

No obstante, el intervencionismo es una forma menor de planificación, que se distingue del socialismo y del comunismo por ser un tipo de planificación algo más descentralizada, y un poco menos coercitiva, si bien mantiene en común con estos el hecho de que el que debe planificar es siempre el gobierno, o alguno de sus departamentos. Además, es un tipo de planificación que -en principio- no llega a todos los sectores de la economía, pero, como Ludwig von Mises ha expuesto irrefutablemente, una vez que comienza el proceso intervencionista este se torna indetenible y, de persistir por ese mismo camino, se arribará a un punto donde toda la economía terminará siendo planificada, ya sea centralizada o descentralizadamente. Lo que significa que el espíritu del intervencionismo es, por supuesto, socialista, y también es, lamentablemente, el que inspira la mayoría de los sistemas políticos del mundo actual.

[1] Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. pág. 62

[2] F. A. v. Hayek. Camino….ob. cit. pág. 63

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Opinar diferente también es ayudar al Gobierno

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 28/8/16 en: http://economiaparatodos.net/opinar-diferente-tambien-es-ayudar-al-gobierno/

 

El debate franco siempre genera ganancias para las partes

Cada vez me sorprende más la cantidad de gente que quedó tan asustada con el kirchnerismo que a la más mínima diferencia que uno plantea con las medidas que toma el gobierno de Cambiemos, reaccionan tipo k, es decir con agresión o, los más educados, diciendo que hay que tener paciencia o bien argumentando que hay que apoyar al gobierno como sea.

Si uno descarta a los macristas que reaccionan como los k, se encuentra con un universo que, a mi juicio, lejo está de aportar algo positivo para reconstruir el país y evitar que vuelvan los k, regreso que, creo, es bastante poco probable. Tal vez podría volver el peronismo, pero bajo otro de los múltiples formatos que tienen para tratar de mantenerse en el poder.

Creo que es un grosero error otorgar un cheque en blanco al que se vota. Uno vota a una persona en un momento determinado para que administre la cosa pública, dentro de un gobierno limitado entendiendo por gobierno limitado un gobierno que no puede utilizar el monopolio de la fuerza para violar los derechos individuales. La larga decadencia argentina es consecuencia de idealizar a personas como salvadoras de la patria, cuando en realidad son las instituciones las que salvan a un país. Las que lo hacen progresar. Y las personas son solo administradoras transitorias de la cosa pública dentro de ese marco institucional de un gobierno limitado.

Ahora bien, considero que descalificar o mirar con desconfianza al que opina diferente sobre cómo encarar la herencia recibida del kirchnerismo, no solo implica adoptar un comportamiento igual al del kirchnerismo que no tolera ninguna opinión diferente a la de la mandamás, sino que además no contribuye a lograr el éxito del gobierno diciéndole a Macri sí bwana a todo lo que hace. El apoyo constructivo es mostrar las diferencias cuando se las ve, y queda a decisión de Macri aceptar las opiniones diferentes o rechazarlas. Pero se equivocan quienes creen que no opinar diferente es ayudar al gobierno. Al contrario, de todo debate uno siempre sale fortalecido.

Si yo tengo una opinión sobre cómo encarar un tema y otra persona tiene una visión diferente, del debate pueden surgir dos opciones. Una opción es que la otra persona me convenza que estoy equivocado, en cuyo caso salgo ganando porque me saca del error. La otra opción es que la otra persona acepte que yo tengo razón, en cuyo caso, no gané la discusión, sino que gané confirmando mi teoría.

Insisto, acá no se trata de ganar la discusión, sino de encontrar soluciones a los problemas que dejaron los k. Y en esa búsqueda de soluciones hay diferentes opiniones que el debate franco siempre genera ganancias para las partes.

Pregunta para el debate: la ausencia de un plan económico global que el gobierno no quiere aplicar, ¿aleja o acerca la vuelta de la horda k? El plateo es válido porque si a la gente todo el tiempo la van limando con medidas que afectan su nivel de vida pero no le explican la herencia recibida, para qué se adoptan esas medidas y cuáles serán los resultados finales, la gente vive la transición sin esperanza porque no entiende para qué está haciendo el esfuerzo. Es como poner a dieta a una persona y no explicarle que al cabo de cierto tiempo va a bajar de peso.

Lo peor es que el PRO se esfuerza por mostrarse como un gobierno progresista al punto que tiene a un ministro de economía que viene del progresismo, pero la gente lo identifica como de derecha. Incluso los que los votaron lo ven como un partido de derecha a pesar de continuar con la misma política impositiva, los mismos planes sociales y el mismo nivel de gasto público y estado ineficiente que tenía el kirchnerismo. Así, el PRO paga todos los costos de una política que no asume cambios profundos y continúa con la estructura de la decadencia argentina, pero no cosecha los beneficios políticos del populismo.

Lo que pretendo transmitir es que la mejor contribución que uno puede hacer para que el kirchnerismo quede sepultado para siempre, es contribuir a implementar un plan económico consistente que la gente comprenda rápidamente sus beneficios, para entrar en una sólida senda de crecimiento que destierre el clientelismo político de los planes sociales.

Esa es la mayor objeción que hoy se le puede formular al gobierno. Por miedo a desarmar la estructura estatal que se fue construyendo a lo largo de décadas y explotó en envergadura con el kirchnerismo, el PRO mantiene esa legión de planes sociales y ñoquis entrando en una competencia populista con el peronismo en todos sus formatos.

Nadie pretende que de un día para otro se cancelen todos los planes sociales ni se echen a todos los millones de empleados públicos que hay en el estado, solo se busca iniciar un camino. Decir que el tamaño del estado va a seguir siendo éste pero bien administrado es no comprender el problema. La plata no alcanza para financiarlo y encima ese estado elefantiásico aplasta al sector privado que es el que lo sostiene con los impuestos confiscatorios que cobra el estado.

El gobierno habla que la salida es el crecimiento. ¿Cómo puede crecer el sector privado con un estado que lo aplasta? Y si no hay crecimiento basado en un plan económico consistente, la pobreza y el empleo público seguirán siendo el alimento del populismo y los aspirantes a autócratas.

En definitiva, si el gobierno quiere cambiar en serio este lago proceso de decadencia, quienes decimos lo “políticamente” incorrecto somos los que más contribuimos a cambiar el país, porque cumplimos la misión de decir las cosas que el gobierno, por corrección política, no puede decir. Todos sabemos que hay que bajar el gasto público. Si en el gobierno no se animan a decirlo por razones políticas, los “salvajes” liberales cumplimos una función de oro al decir lo que el gobierno no puede decir.

O sea, los que empujamos hacia el cambio y marcamos nuestra diferencia, somos más útiles que los que le dicen sí bwana a todo lo que dice el gobierno por miedo a que vuelvan los k.

Para salir de este populismo hace falta audacia, no timoratos temerosos de los k que no se animan a formular opiniones diferentes pero constructivas.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

LA IMPORTANCIA DE LA NOCIÓN DE ORDEN EN LA FILOSOFÍA DE LA FÍSICA DE MARIANO ARTIGAS

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 28/8/16 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2016/08/la-importancia-de-la-nocion-de-orden-en.html

 

Advertencia: este trabajo es el borrador de lo que esperemos sea un día un trabajo más largo y más argumentado. No está listo aún para ser presentado en un journal. De todos modos lo publico en el blog como homenaje a Mariano Artigas y para promover el debate entre los interesados en estos temas.

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  1. La noción de orden.

En mi último artículo académico dedicado a la filosofía de la ciencia[1], desarrollé la tesis de que la noción de acercamiento a la verdad de Popper sólo podia salvarse con una filosofía de la Fisica donde ciertos valores considerados habitualmente epistémicos (unidad, simplicidad, coherente) fueran a la vez características ontológicas del mundo físico, y para ello recurrí, obviamente, a la filosofia de la Física de Mariano Artigas[2].

La filosofía de la ciencia de Mariano Artigas constituye, para mí, el más importante programa de investigación de armonía entre la filosofía de la naturaleza de Santo Tomás y toda la Física contemporánea. Lo cual no es poca cosa. En ese programa de investigación, la noción de orden ocupa un lugar central.

Orden es una noción relacional, aunque no se reduce a la categoría de relación. Implica siempre una disposición armónica de elementos en torno a un fin. Artigas se preocupa siempre de distinguir el orden de la organización[3], como un orden de los órdenes, que aparece sobre todo cuando habla de auto-organización de la materia, como veremos más adelante.

En ese sentido la noción de orden aparece como la contraria al caos absoluto, y por ello el orden también puede entenderse como un cuasi-trascendental[4], como una analogía de proporcionalidad extrínseca entre el ser y la nada: el orden es al ser lo que el caos es a la nada.

Desde el principio del pensamiento griego, justamente la búsqueda del arjé era la búsqueda de una explicación de “por qué el orden y no el caos”.  No creo que los griegos se hayan preguntado “por qué el ser y no la nada”, porque esa es una pregunta típicamente cristiana (aunque Heidegger haya intentado patentarla), cuando la noción de creación hace ver la “novedad” del ser, el asombro ente el ser como “dado”. Antes, más bien, la pregunta era en torno a un principio organizador, un demiurgo de una sopa originaria. Frente a esa pregunta se “organiza”, precisamente, gran parte de la filosofia griega.

Aristóteles daría una respuesta que luego sería sabiamente incorporada al pensamiento cristiano por Santo Tomás. Aristóteles vio la forma sustancial precisamente como el principio ordenante de elementos que de otro modo devendrían hacia el caos.

Desde ese momento, sin embargo, una tensión inevitable surgió entre el atomismo pre-socrático y la teoría de la forma de Aristóteles. En el atomismo el principio unitivo entre los átomos era una forma accidental para Aristóteles, no una forma sustancial. Ese fue el problema. La noción de unidad asociada a la forma sustancial chocaba con la multiplicidad, multiplicada ad infinitum, del atomismo clásico. Pero esa tensión tuvo otro momento importante, cuando el neo-pitagorismo cristiano de los siglos XV y XVI[5] organizó nuevamente al mundo físico como una unidad matemática, geométrica, que podía explicar el orden de las novedosas “fuerzas” que movían a lo corpóreo según círculos, parábolas y rectas, pero quedaba nuevamente afuera la noción de forma sustancial del cuerpo, elaborada por Aristóteles.

  1. El tomismo clásico ante ese panorama.

El neo-tomismo de fines del s. XIX y XX no sólo no podía ignorar la nueva ciencia emanada del paradigma copernicano-galileano, sino que tenía el elemento central, que siempre tuvo el aristotelismo cristiano medieval de San Alberto y Santo Tomás, para el diálogo con las ciencias: la noción de un universo ordenado como resultado de la creación[6].

Sin embargo, había que conciliar la forma sustancial con el atomismo de la nueva ciencia. Para ello dieron un paso fundamental: recurrieron a la conocida fórmula de Santo Tomás para lo que clásicamente se llamarían los cuerpos mixtos[7]. ¿Cómo subsisten los elementos (el mínimo natural) en cuerpos –sobre todo los biológicos- que eran ya una organización de elementos, sin caer en la pluralidad de las formas sustanciales en el compuesto? La respuesta fue recuperar la teoría de la presencia virtual del elemento dentro de la química y física actual. La presencia virtual significa que los elementos se hallan en estado de potencia próxima al acto. Llevado eso a los átomos y moléculas actuales, ello implica dos cosas: una molécula de agua como tal tiene ya sus partículas atómicas y sub-atómicas en estado de potencia próxima al acto del acto de la forma sustancial de agua. Des-organizada esa molécula, los elementos –hidrógeno y oxigeno- vuelven al estado de “acto”, pero organizados por la forma, están en “potencia próxima al acto”. La misma molécula de agua, junto con millones de otras, organizadas en tejidos, aparatos y sistemas, organizados a su vez en la unidad de este mono singular, se encuentran a su vez en estado de potencia próxima al acto en relación al acto de la forma sustancial de mono (sostenido en el ser a su vez por el acto de ser dado por Dios en su causalidad essendi permenente).

  1. El segundo paso: Artigas.

Artigas –junto con Sanguineti en sus primeros libros[8]– representa un segundo e indispensable paso en esta dirección. Dada la quinta vía de Santo Tomás, todo el universo creado tiene un dinamismo[9] intrínseco hacia su fin, que es por un lado mantener el eje centra de su estructura organizativa, y por el otro lado ir hacia el fin último, que en el caso del mundo natural coincide con un principio antrópico fuerte[10]. Por lo tanto, el segundo elemento de todo ente natural es su estructuración[11], porque ese dinamismo tiende a su vez haciaestucturas cada vez más complejas y cada vez más unas. La estructura coincide con la noción de forma unificadora de Aristóteles; la mayor complejidad coincide con la evolución de las especies, y el “cada vez más unas” consiste en que el trascendental unum se va dando cada vez más, analógicamente, en los seres vivos superiores hasta llegar al ser humano, donde hay plenamente una unidad estructural alrededor de la cual se unifican sustancialmente los diversos sistemas, aparatos, tejidos, moléculas y átomos. Esa unidad tiene que ver con sistemas centrales de unificación[12], alrededor del ADN, y en esos sistemas centrales se vuelve a dar la noción de sustancia primera, y NO de organización accidental, pues precisamente muerto el organismo, ese organismo como tal deja de ser (allí se da la noción de trans-formación aristotélica).

En esa noción de forma se da también la información en el mundo físico, pues las partes y elementos de los sistemas centrales “saben” qué tienen que hacer[13], donde, nuevamente, la quinta vía de Santo Tomás y la conjetura actual del ADN quedan plenamente armonizadas.

En todo esto, la noción de auto-organización juega un papel central[14]. Es una de las nociones básicas de la filosofía de la Física de Artigas y una de las nociones integradoras de todo su sistema. La auto-organización es la contrario de la entropía: es la tendencia, el dinamismo, al orden, donde Artigas integra las teorías del big-bang, el evolucionismo, con el principio antrópico: hay una evolución del universo, desde sus condiciones iniciales contingentes, hasta la aparición de los primeros seres vivos en nuestro planeta, y la evolución de estos últimos hasta el ser humano. Cómo conciliar esto último con el azar no es complejo para Mariano Artigas. Nuestro autor recuerda que en Santo Tomás hay orden pero no un determinismo mecanicista[15]. La noción de per accidens por un lado, y falla por el otro, estaba plenamente incorporada en la filosofía de la física de Santo Tomás[16]. A su vez, este último habla de per accidens, contingencia y fallas en el universo físico precisamente cuando las concilia con la providencia divina[17](no sólo eso, sino el libre albedrío y el mal[18], aunque eso ya no formaría parte de su filosofia de la Física).  Con esos elementos, Artigas conforma un evolucionismo creacionista. No porque desde la tesis cristiana de la creación se desprenda necesariamente el evolucionismo como hipótesis, sino al revés: porque el evolucionismo como hipótesis NO es incompatible con la tesis cristiana de la creación. ¿Y por qué NO es incompatible? NO porque Dios sea el primer eslabón físico de la cadena, el que “enciende” el big-bang como una causafiendi[19], sino porque Dios es la causa essendi de toda la cadena física del universo evolutivo (que pudo haber existido siempre o no[20]), y porque el margen de azar necesario para esa evolución es totalmente compatible con la providencia divina: el azar de las causas segundas no es contradictorio con el no-azar de la causa primera.

Por lo tanto, ante la recurrencia de los debates actuales sobre Dios y la creación, o ante la insistencia de un Hawking en que la Física actual “probaría” la no existencia de Dios[21], Artigas se presenta como una instancia superadora del debate entre diseño inteligente y evolucionismo. Ese debate no tiene ningún sentido en la filosofía de la Física de Artigas, donde la creación forma parte de un arte divino que, según la famosa perla reitarada varias veces por Artigas, “…La naturaleza no es más que la razón de un cierto arte, a saber el arte divino, impreso en las cosas, por el cual las cosas se mueven hacia el fin determinado; como si el artífice que hace una nave pudiera otorgar a los leños que se moviesen por sí mismos para formar la estructura de la nave”[22].

Por lo demás, alguien podría decir que Artigas no daría el paso hacia el indeterminismo de la Física actual. No creo que sea así, primero porque el evolucionismo ya es un mundo indeterminisa, por la presencia del azar. Segundo porque varias veces Artigas toca el tema de la física cuántica[23], sin ningún problema, pero con un detalle que puede pasar inadvertido: se coloca en la interpretación realista del indeterminismo de la fisica cuántica, posición sostenida únicamente por Popper. Estas coincidencias –también en epistemolgía- entre Artigas y Popper forman parte de su último período, aunque lamentablemente su muerte impidió que le diera a esta punto un tratamiento específico[24]. Nos preguntamos si la tesis de Artigas no hubiera evolucionado a colocar también a la forma sustancial de los sistemas centrales como el principio del cual surge una “propensión” de algo previo a la dualidad onda-partícula a comportarse, dada una situación específica, ya como onda, ya como partícula, mas allá de la presencia del observador…[25] Me pregunto si este “detalle” tomista no sería –para sorpresa de muchos- lo que daría mayor sustento ontolígico al programa de investigación de Popper de una física cuántica realista y a la vez indeterminista…[26]

  1. Conclusión.

Mariano Artigas constutuye una de las filosofías de la física mejor estructuradas e inter-displinarias de mundo actual. Me pregunto si no son fuertes prejucios anti-religiosos los que hacen que sea menos conocida de lo que debería ser por su valor intrínseco. Artigas supera el debaten entre evolucionismo y creacionismo. Supera el debate entre física moderna y finalismo. Supera el debate entre atomismo y forma sustancial. Sugiere una física cuántica realista e indeterminista. Supera el debate entre realismo tomista y conjeturalismo popperiano[27]Supera el debate entre azar, necesidad y existencia de Dios.Supera el debate entre el big-bang y la Providencia. Supera el debate entre mundo físicamente finito, infinito y existencia de Dios. Y, aunque no ha sido objetivo de este modesto artículo reseñarlo, integra una forma sustancial espiritual con su cuerpo físico[28].

La obra de Artigas, como todos los clásicos, no es para repetir: es un método, un espíritu, una serie de tesis centrales abiertas a su propio progreso. Esa es la tarea que sus discípulos tenemos la enorme responsabilidad de asumir.

 

 

[1] “Una argumentación cualitativa a favor del acercamiento de las conjeturas a la realidad”, en Revista de Instituciones, Ideas y Mercados Nº 61 ( 2014)| pp. 135-150.

[2] De Mariano Artigas, ver: Filosofía de la ciencia experimental, Eunsa, 1989;El hombre a la luz de la ciencia, Palabra, Madrid, 1992; Lógica y ética en Karl Popper, Eunsa, 1998; La inteligibilidad de la naturaleza, Eunsa, 1992; La mente del universo, Eunsa, 1999; Filosofía de la naturaleza, Eunsa, 1998; Filosofía de la naturaleza, junto con J.J.Sanguinetiu, Eunsa, 1984; Filosofía de la ciencia, Eunsa, 1999. De todas las obras que hemos citado, La mente del universo es suopus magnus, su síntesis final, su obra maestra.

[3] Filosofía de la naturaleza, 1999, op.cit., cap. IV; La mente del universoop.cit., , cap. 3 punto 1; La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit, cap. IV.

[4] Filosofía de la naturaleza, 1999, op.cit. Sobre este tema en Artigas, ver Miroslaw, K.: Orden natural y persona humana, Eunsa, 2000, p. 29. Este libro es una excelente síntesis de toda la filosofía de la naturaleza de Mariano Artigas.

[5] Al respecto, ver Koyré, A. Del universo cerrado al universo infinito, S. XXI, 1979; Estudios de historia del pensamiento científico, S. XXI, 1977; Estudios Galileanos, S. XXI, 1966; Kuhn, T. La revolución copernicana; Orbis, Madrid, 1985; The Road Since Structure; University of Chicago Press, 2000;La tensión esencial; FCE, 1999;  Feyerabend, P.: Tratado contra el método; Tecnos, Madrid, 1981; La conquista de la abundacia; Paidós, Barcelona, 2001.

[6] Tal la tesis clásica, citada en toda la obra de Mariano Artigas, de Jaki, S.:Ciencia, Fe, Cultura; Ed. Palabra, Madrid, 1990; y The Road of Science and the Ways to God; University of Chicago Press, 1978.

[7] Ver Artigas, Filosofía de la naturaleza, 1984, op.cit., p. 126.

[8] Op.cit.

[9] La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit. cap. VI y cap. I; La mente del universo, op.cit., cap. IV.

[10] La mente del universo, op.cit., Filosofía de la naturaleza, op.cit., cap. X.

[11] La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit cap. I

[12] Op.cit., cap. III, puntos 1 y 2.

[13] La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit., p. 141.

[14] Op.cit., cap. IV punto 4; La mente del universo, op.cit., segunda parte;Filosofía de la naturaleza, 1999, op.cit., cap. IV.

[15] La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit, cap. VI.

[16] Santo Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, Libro III, 72 y 74. Hemos comentado extensamente esta cuestión en nuestro Comentario a la Suma Contra Gentiles, Instituto Acton, Buenos Aires, 2015.

[17] Suma Contra Gentiles, op.cit., Libro III, cap. 96; Libro I, caps. 66 y 67.

[18] Op.cit., Libro III, caps. 71 y 73.

[19] El error de suponer que el big ban es un argumento a favor o en contra de la existencia de Dios está muy bien expicado por J. J. Sanguineti en El origen del universo, Educa, Buenos Aires, 1994.

[20] Filosofía de la naturaleza, 1984, pp. 204-205.

[21] Hawking, S.: Historia del tiempo, Crítica, Barcelona, 1988.

[22] Santo Tomás de Aquino, Comentario a la Física, libro III, cap. 8, lectio 14, citado por Artigas en La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit. p. 406; y La mente del universo, op.cit., cap. IV, punto 3, p. 219.

[23] Filosofía de la naturaleza, 1984,  op.cit., p. 83; Filosofía de la naturaleza, 1999, op.cit, Primera Parte, cap. 1; Filosofía de la ciencia, 1999, op.cit., p. 56.

[24] El que afortunadamente pudo seguir los pasos de Artigas fue Josep Corcó Juviñá, en Novedades en el universo: la cosmovisión emergentista de Karl R. Popper, Eunsa, 1995, con prólogo de Mariano Artigas, especialmente en el cap. IV.

[25] Hemos sugerido este tema en nuestro Comentario a la Suma Contra Gentiles, op.cit. p. 295.

[26] Ver al respecto Popper, K.: Teoría cuántica y el cisma en Física, Tecnos, Madrid, 2011. La importancia de este libro de Popper, donde concuerda con la visión realista de Einstein de la física cuántica pero SIN coincidir en el determinismo absoluto de Einstein, dándole su propia versión indeterminista, ha sido inadvertida o menospreciada por casi todos excepto precisamente por Mariano Artigas.

[27] Al respecto ver Lógica y ética en Karl Popper, op.cit.

[28] La mente del universo, op.cit., cap, 6; La inteligibilidad de la naturaleza, op.cit., cap. VII; El hombre a la luz de la ciencia, op.cit.; Filosofía de la naturaleza, 1999, op.cit., cap. X.

 

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

El contexto internacional será menos favorable para Argentina en 2016

Por Adrián Ravier. Publicado el 12/08/16 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2015/08/12/el-contexto-internacional-sera-menos-favorable-para-argentina-en-2016/#at_pco=smlrebh-1.0&at_si=57bf196a69ba06ad&at_ab=per-2&at_pos=0&at_tot=4

 

La posible suba en la tasa de interés de corto plazo de Estados Unidos, la desaceleración del crecimiento chino y la devaluación de Brasil implicarán un cambio de ciclo para la economía argentina.
 
Las distintas economías latinoamericanas son dependientes del precio de los commodities que representan sus principales productos exportables. Es el caso del crudo en Venezuela y Ecuador, el gas en Bolivia, el cobre en Chile y distintos alimentos e insumos en Argentina, Brasil, Perú y Colombia. Los precios de estos y otros commodities han alcanzado niveles récord en la última década, lo que condujo a estas economías a un afortunado ciclo de crecimiento económico.
¿De qué depende el precio de los commodities?
Como todo precio, también en el caso de los commodities depende de su oferta y su demanda, pero sobre estas dos variables impactan también otros factores. Veamos por ejemplo el caso de la soja. Por el lado de la oferta, es determinante el nivel de producción que pueda ocurrir en Estados Unidos y otras economías productoras de soja. Si hubiera una sequía en el Norte, eso contribuiría a su escasez, lo que puede implicar en una suba en el precio internacional de la soja. Por el lado de la demanda, se apunta especialmente al mercado chino, que demanda este commodity tanto por su uso como insumo como también por su uso como alimento. A medida que China crece, se va desarrollando una clase media que incrementa su consumo, lo que representa a su vez una mayor demanda de soja y presiona sobre su precio hacia arriba.
Si Estados Unidos tuviera cosechas récord, o si China disminuyera su demanda, entonces el precio de la soja podría caer, y eso afectaría tanto a los productores locales como al gobierno argentino, que necesita de estos ingresos fiscales generados por las retenciones para sostener su delicada situación presupuestaria.
 
El rol que juega la política monetaria de la Reserva Federal
Indirectamente, sin embargo, puede haber otros factores, que impacten sobre el precio de los commodities. Nos referimos aquí a la política monetaria que conduce la Reserva Federal, es decir, el banco central de los Estados Unidos. La Fed –como se la denomina comúnmente-, ha aplicado desde fines de 2001 una política de enorme liquidez que infló la burbuja inmobiliaria americana e impactó positivamente en el precio de los commodities en general. Sólo a mediados de 2004 la Fed interrumpió esta política, al observar Alan Greenpsan que existían síntomas de inflación. Esta política contribuyó al desinfle de aquella burbuja, lo que condujo a la economía estadounidense a la gran recesión de 2008. Desde entonces, y para hacer frente a la crisis económica más virulenta desde los años treinta, el gobierno americano ha aplicado numerosos planes de estímulo fiscal, y a la vez, la Fed ha mantenido la tasa de interés de corto plazo en torno al 0 ó 0,25 %. Tras siete años de estímulos monetarios y una política crediticia laxa, los analistas predicen que en 2016 enfrentaremos subas continuas en la tasa de interés, que podrían afectar a todos los precios de los commodities a la baja, y al mismo tiempo, contribuir en la desaceleración del crecimiento chino, pues Estados Unidos es su principal socio comercial.
Un cambio de política monetaria de la Fed, implicaría un cambio de ciclo en el mundo entero, lo que conduciría al desplome de los precios de los commodities, y al mismo tiempo impactaría negativamente sobre la demanda china sobre la soja o el trigo.
 
El rol que juega la devaluación de Brasil
La delicada situación de la economía brasileña, también debiera preocupar a los candidatos a Presidente de la Argentina, puesto que representa a nuestro principal socio comercial.
Brasil tiene hoy una economía estancada, y ha decidido atacar el problema con una devaluación que ha conducido al Real al mínimo de 12 años en su relación contra el dólar. Si bien la Presidente Dilma Rousseff ha manifestado su preocupación por alcanzar el equilibrio fiscal, la situación ha empeorado y el déficit primario más que se triplicó en relación al año pasado. La CEPAL ubicó a Brasil como el segundo país de la región con peor desempeño esperado para este 2015, luego de Venezuela, con una caída del producto estimada del 1,5 %.
Pero su situación local que es de por sí complicada, se podría agravar si la Fed decidiera aumentar la tasa de interés. Cuando esto ocurra, los capitales que han ingresado en Brasil en forma de Inversión Extranjera Directa se irán hacia Estados Unidos atraídos por la mayor tasa de interés. Aquellas economías latinoamericanas que muestran hoy equilibrio fiscal y abultadas reservas en dólares en el Banco Central podrán quizás enfrentar este cambio de ciclo, pero definitivamente este no es el caso de nuestro vecino.
 
Escenario desfavorable para 2016
A la recuperación de la economía argentina que observamos desde 2003, lo acompañó un contexto internacional favorable, que consistía en enorme liquidez, y una performance positiva en China y Brasil como nuestros principales socios comerciales. Es cierto que la economía permaneció bastante cerrada al ingreso de capitales y practicó políticas proteccionistas para vivir de lo nuestro; pero nadie puede dudar el rol que las retenciones a las exportaciones de soja, trigo y demás, generaron sobre el ingreso de fondos que permitieron avanzar en la política social como aspecto central del actual modelo. Un cambio de ciclo, que surja a partir de la suba en la tasa de interés de corto plazo en Estados Unidos, puede afectar negativamente en la actividad económica de China y Brasil, además de hundir el precio de los commodities, lo que impactará negativamente en las delicadas finanzas públicas argentinas.  

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

¿ESCRIBIR SOBRE LA COYUNTURA?

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

En una amable reunión de días pasados donde di una charla sobre la Escuela Austríaca de Economía, entre los interrogatorios me preguntaron cual es la razón por la que habitualmente escribo en mis columnas semanales sobre ideas de fondo y no  sobre los sucesos de coyuntura. Mi respuesta es que las dos cosas son necesarias pero el análisis coyuntural está sobredimensionado mientras que las ideas de fondo son muy poco debatidas. Y es que la coyuntura irá para un lado o para otro según sea la compresión o incomprensión de las ideas que le dan sustento a los sucesos cotidianos.

 

Si nos concentramos solo en la coyuntura estamos comenzando por el final y, más aun, a media que se abandonan las ideas de fondo desde la perspectiva de la sociedad libre, se va encogiendo la posibilidad de debatir ideas porque se engrosa lo “políticamente correcto” que es cada vez más inclinado al estatismo dado que los partidarios de la libertad dejan el terreno inexplorado respecto a los fundamentos éticos, económicos y jurídicos de la sociedad abierta.

 

Ya se sabe que el político no puede ir más allá en la articulación de su discurso de lo que pueda digerir la opinión pública. Si se excede, indefectiblemente pierde apoyo electoral y finalmente es desplazado. ¿Cómo se hace entonces para revertir la situación? La respuesta debe verse en los tan necesarios debates respecto a ideas de fondo y en la medida en que se comprendan en los distintos estadios hasta llegar a la opinión pública el político podrá, recién en esa instancia, articular un discurso en línea con la sociedad libre que apunta a desmantelar un Leviatán engrosado desmedidamente y que todo lo atropella a su paso.

 

Las máquinas infernales de impuestos astronómicos, de gastos públicos siderales, de deudas estatales insoportables y de regulaciones asfixiantes no se revierten automáticamente, requieren explicaciones y debates. No se resuelven simplemente con descripciones de las ocurrencias cotidianas, se necesita fundamentación y argumentación adecuadas.

 

No es que no sea conveniente describir la coyuntura, se necesita saber que sucede, es necesario comentar sobre la noticia del momento, pero mi punto es que, dada la situación imperante, hay un manifiesto desbalance entre el análisis de las ideas de fondo que subyacen en esa coyuntura y la descripción de los sucesos diarios. Por supuesto que no he podido dejar de escribir sobre la coyuntura frente a sucesos tremendos como las Torres Gemelas, los ataques terroristas en Francia, los desvaríos espantosos del dictador venezolano, el significado del Brexit, las características de Donald Trump, el peligroso avance del nacionalismo en Europa, el caso argentino del desplazamiento  kirchnerista, en su momento la atolondrada invasión  a Irak, la deuda estadounidense, las barrabasadas de los Castro, declaraciones estridentes del Papa, las falsas apariencias del Mercosur, las compadradas del sátrapa de Corea del Norte, incluso la irrupción masiva del Pokémon y similares hechos de envergadura que no pueden soslayarse, pero el foco lo concentro en el debate de ideas de fondo por las razones apuntadas.

 

Antes he escrito sobre el significado de la teoría y la práctica pero es del caso volver sobre el asunto. En la mayor parte de las acciones y propuestas para aplicar en el terreno político no hay maldad sino buena voluntad y las mejores intenciones, el tema estriba en la idea que se encuentra tras las conductas, es decir, como se conciben los nexos causales correspondientes, en otros términos, cual es la teoría que fundamenta tal o cual política. “Nada hay más práctico que una buena teoría” ha dicho con mucha razón Paul Painlavé, por lo que se torna imperioso discutir la teoría.

 

Todo lo que ha creado el hombre se basa en una teoría, si el resultado es bueno quiere decir que la teoría es correcta si es malo significa que la teoría es equivocada. Esto va desde el método para sembrar y cosechar, la fabricación de una computadora, hasta la plataforma de un partido político.

 

Ideas y teorías son conceptos que interpretan diversos sucesos, como se ha apuntado tantas veces no se trata de “ideologías” en el sentido de propuestas cerradas e inexpugnables, por el contrario, se trata de procesos abiertos dado que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a refutaciones y en un contexto siempre evolutivo (es por eso que hace poco escribí una columna titulada “Contra la ideología”).

 

Entonces, si la raíz del asunto estriba en las ideas es allí donde debe concentrarse el trabajo: en debates abiertos y en el estudio desapasionado de diversas corrientes de pensamiento ya que la cultura forma parte de un entramado de préstamos y donativos, de recibos y entregas múltiples que se alimentan entre sí conformando una textura que no tiene término.

 

Sin embargo, se observa que la mayoría de quienes desean de buena fe terminar con la malaria paradójicamente se dedican a la coyuntura y a repetir lo que está en los noticieros y que todo el mundo sabe. El relato de la coyuntura no escarba en el fondo del asunto, se limita a mostrar lo que ocurre lo cual ni siquiera puede interpretarse si no se dispone de un adecuando esqueleto conceptual. Más bien, como se ha dicho, es pertinente subrayar que la buena coyuntura se dará por añadidura si se comprende y comparte la teoría que permite corregir lo que haya que corregir.

 

Por parte de los que se dicen partidarios de la sociedad abierta hay un gran descuido de las faenas educativas, muy especialmente en lo que hace a la gente joven en ámbitos universitarios que constituye el microclima del que parirá el futuro. Y no solo eso sino el referido desbalance entre la noticia y el análisis de ideas de fondo. Afortunadamente los medios de comunicación no se circunscriben a dar la noticia sino que se publican columnas de opinión.

 

Muchos son los bienintencionados que estiman que los problemas pueden resolverse dirigiéndose a quienes al momento tienen posiciones de poder sin percatarse de la futilidad de la tarea. Se dice que no hay tiempo que perder y que el trabajo intelecutal es a muy largo plazo, lo cual se viene repitiendo desde tiempo inmemorial. Por otra parte, los espíritus totalitarios operan con notable éxito en la difusión de sus ideas, con lo que han logrado un plafón intelectual de enormes proporciones que naturalmente empujan a discursos políticos en sintonía con esa tendencia. Tienen presente los dichos de Gramsci y Mao que respectivamente rezan de este modo: “tomen la cultura y la educación y el resto se dará por añadidura” y “la marcha más larga comienza con el primer paso”.

 

Está bien ilustrar la idea con la coyuntura como anclaje para algún ejemplo, pero sin perder de vista que es aquella la que marca el rumbo y nada se gana con inundar de series estadísticas si no se tiene clara la teoría que subyace. Es que no pocos de los que se circunscriben a los datos de coyuntura desconocen los fundamentos de la propia filosofía que dicen suscribir. Esto se nota ni bien salen a relucir temas de fondo.

 

La dedicación y los esfuerzos por explicar y argumentar la raíz de los problemas son tanto más necesarias cuanto que los socialismos de diversas tonalidades apuntan a sentimientos de superficie y evitan hurgar en razonamientos que permiten vislumbrar las ventajas de la libertad. En este mismo sentido, el premio Nobel en economía Friedrich Hayek nos advierte que “la economía es contraintuitiva” y el decimonónico Bastiat insistía en que el buen analista hurga en “lo que se ve y lo que no se ve”, lo cual demanda faenas adicionales.

 

Como la energía es limitada y los recursos disponibles también lo son, conviene establecer prioridades para enfrentar los crecientes desmanes de los gobiernos, supuestos defensores de las autonomías individuales. Como queda apuntado, correr tras las coyunturas es poner la carreta delante de los caballos, se requiere como el pan de cada día el prestar debida atención al debate de ideas ya que son éstas precisamente las que generan tal o cual coyuntura.

 

Finalmente, conviene precisar que por el momento no hay ningún mecanismo de gobierno que mejore la marca de la democracia, lo cual no significa rendirse ante espacios por los que se filtra el rostro del autoritarismo con la pretensión de que mayorías circunstanciales expriman y aplasten los derechos de las minorías, por eso se hace necesario estar alerta y reforzar procedimientos para maniatar al Leviatán. En esta línea de pensamiento, debe subrayarse que en el plano político se requiere el consenso y la negociación entre posturas diferentes al efecto de permitir la convivencia, pero lo que destacamos en esta nota periodística es la imperiosa necesidad de esforzarse en incentivar debates abiertos de ideas en la esperanza de que la comprensión de los beneficios de la libertad se hagan más patentes, para lo que el enfrascarse en  mediciones y gráficos de lo que ocurrió no contribuye al objetivo de marras.

 

En otras palabras, circunscribirse a correr tras la coyuntura es un certamen destinado al completo fracaso puesto que los números serán cada vez peores debido, precisamente, a que no se han comprendido las ideas que posibilitan la corrección de datos que constituyen la expresión de lo que ocurre. Comprendo que en la desesperación -porque la barranca abajo a veces es muy empinada- haya quienes se empeñan en batallar con cifras con la pretensión de que se entienda el desastre pero esta tarea es equivalente a correr tras la sombra de uno mismo con el sol a las espaldas que nunca se alcanza, hasta que se decida “tomar el toro por las astas” y encarar el problema de fondo y aclarar las ideas que subyacen a los datos de coyuntura.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

¿Quién es responsable de la gran pobreza en Argentina?

Por Iván Carrino. Publicado el 17/8/16 en: http://es.panampost.com/ivan-carrino/2016/08/17/responsable-mayor-pobreza-en-argentina/

 

Recientemente se conocieron e nuestro país los datos de la pobreza. El dato en sí mismo es toda una curiosidad a nivel internacional. Es que si bien la mayoría de los países cuenta con un ente estadístico nacional que elabora este tipo de relevamientos, el INDEC argentino está en pleno proceso de reconstrucción, luego de años de manipulación política y pérdida de credibilidad.

Durante los últimos años, frente a la incapacidad del gobierno de ofrecer datos sinceros sobre inflación, pobreza y crecimiento, los analistas comenzaron a mirar fuentes privadas de información, y fue la Universidad Católica Argentina la que se transformó en la referencia obligada en la cuestión de la pobreza y la marginalidad a nivel nacional.

Ahora la mencionada Universidad divulgó sus últimas estimaciones. Para los primeros cuatro meses de 2016, calcularon que la pobreza ascendió al 32,6%, un salto desde el 29% con el que había cerrado el año 2015. Si bien la propia universidad fue bastante cuidadosa a la hora de explicar las causas del aumento, lo cierto es que una gran cantidad de analistas y políticos simpatizantes del gobierno anterior no dudaron en acusar al gobierno actual por esta situación de evidente deterioro.

¿Es esto realmente justo? ¿Quién es responsable por estas 1,4 millones de personas que pasaron a formar parte de los pobres en Argentina?

Para entender lo que está pasando me gustaría hacer una analogía con un paciente enfermo. Una persona puede tener una enfermedad grave. Luego de hacerse estudios e investigar bien lo que le sucede, él y su médico coinciden en que la única opción para salvar su vida es operarlo.

Unos días antes de la operación, a pesar de cargar con su delicada enfermedad, el paciente puede caminar, comer y también moverse libremente. Sin embargo, una vez pasada la operación, todo esto se habrá terminado. Nuestro paciente recién operado no puede moverse, no puede siquiera comer, y estará por unos días recostado en una cama tolerando el fuerte dolor post-operatorio.

Frente a esta situación, sin duda que algunos pueden decir que está peor que antes, pero todos sabremos que de no pasar por esta intervención, el fin de la historia iba a ser todavía más negro. Ahora sabemos que va a sobrevivir.

Algo muy similar es lo que le sucede a la economía argentina. Por años padeció la enfermedad llamada “populismo intervencionista”, que creía que la receta para la prosperidad era la inflación y el control de precios. Ahora como la realidad venezolana demuestra, la inflación y el control de precios solo llevan al estallido económico y social. Y la única manera de evitar este derrotero es sincerar la economía, lo que deja al descubierto cuál es la verdadera realidad.

El propio informe de la UCA habla sobre cómo las medidas de “normalización” tuvieron como consecuencia el mayor número de pobres. ¿Ahora cómo puede ser que las medidas que lleven las cosas a su cauce “normal”, generen este tipo de negativas consecuencias?

La mayor cantidad de personas en situación de vulnerabilidad en Argentina se explica principalmente por la liberación del tipo de cambio y el incremento de las tarifas de servicios públicos. Eso generó un aumento del nivel de precios sin un igual incremento de los ingresos. Sin embargo, la responsabilidad debe recaer en el gobierno anterior. Ningún gobierno del mundo tiene que decretar “tarifazos” o liberaciones del tipo de cambio si previamente no se controlaron los precios al mismo tiempo que se incrementó sideralmente la cantidad de dinero.

El kirchnerismo intentó ocultar las desagradables consecuencias de su política inflacionista con la imposición de todo tipo de controles. Una vez que esos controles insostenibles se eliminan, queda en evidencia la verdadera consecuencia del intervencionismo “k”.

La situación es triste, lamentable y nos conmueve a todos los argentinos. En otras palabras, la foto económica y social es mala, pero es la consecuencia inevitable de 12 años de implementar un modelo a todas luces inviable. Cómo termine la película dependerá de lo que haga el gobierno actual, y es mi convicción que cuanto más se aleje de lo que hizo la gestión anterior, mejor nos irá a todos, y mucho menor será la pobreza con el correr de los años.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

MÁS SOBRE KEYNES

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Mucho se ha escrito sobre John Maynard Keynes a favor y en contra, pero es de interés intentar una vez más indagar en aspectos centrales de su tesis al efecto de comprender el cometido con la mayor claridad posible.

 

En el capítulo 22 de su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero Keynes resume su idea al escribir que “En conclusión, afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de inversión no puede dejarse con garantías en manos de los particulares”.

 

En el capítulo 2 del segundo volumen de su Ensayos de persuasión afirma que “Estamos siendo castigados con una nueva enfermedad, cuyo nombre quizás aun no han oído algunos de los que me lean, pero de la que oirán mucho en los años venideros, es decir el paro tecnológico”. Este comentario sobre “la nueva enfermedad” pone de relieve la incomprensión de Keynes sobre el tema del desempleo.

 

Como se ha puntualizado en diversas ocasiones, en una sociedad abierta, es decir, en este caso, allí donde los salarios son el resultado de arreglos libres entre las partes nunca se produce sobrante de aquél factor que resulta esencial (el trabajo manual e intelectual) para la producción de bienes y para la prestación de servicios. En otros términos, no hay desocupación involuntaria (la voluntaria es irrelevante para nuestro estudio como lo es la involuntaria para quienes están en estado vegetativo).

 

Esto es así aunque se trate de un grupo de náufragos que llegan a una isla desierta: no les alcanzarán las horas del día y de la noche para todo lo que deben trabajar. Sin duda que los salarios en términos reales en ese caso serán reducidos por falta de inversión suficiente pero no habrá desempleo. Por su parte la nueva tecnología permite liberar recursos humanos y materiales al efecto de asignarnos en otros emprendimientos que no podían encararse mientras los siempre escasos factores de producción estuvieran esterilizados en las áreas anteriores.

 

Y no es cuestión de centrar la atención en la transición puesto que la vida es una transición permanente. Cualquiera que cotidianamente en su oficina propone un cambio para mejorar está de hecho reasignando recursos hacia otros campos. La mayor productividad produce siempre ese resultado. Los empresarios en su propio interés están interesados en la capacitación en los nuevos emprendimientos.

 

Tampoco tiene sentido aludir a una así denominada “desocupación friccional” puesto que todos pueden trabajar si se adaptan a los salarios ofrecidos según sean las tasas de capitalización del momento. En el extremo, si por arte de magia todo estuviera robotizado (dejando de lado el trabajo para fabricar robots) estaríamos en Jauja puesto que el objeto del ser humano no es trabajar. Pero en la realidad debe verse el asunto como lo hemos ejemplificado tantas veces con el hombre de la barra de hielo cuando apareció la refrigeradora o el fogonero cuando apareció la máquina Diesel. La tecnología incrementa la productividad y, por ende, los salarios e ingresos de la población. En última instancia, el volumen de inversión es lo que diferencia un país adelantado de uno atrasado.

 

La enorme desocupación que observamos en distintos países se debe precisamente a las intromisiones gubernamentales al pretender el establecimiento de salarios por medio del decreto que naturalmente sacan del empleo formal a quienes más necesitan trabajar. La ocupación informal es una respuesta de la gente para sobrevivir en lugar de estar condenados a deambular por las calles sin encontrar empleo a los salarios y con los tributos impuestos por las normas de aparatos estatales irresponsables.

 

  1. R. Steele en su Keynes and Hayek resume bien el aspecto medular del autor a que nos venimos refiriendo al sostener que Keynes paradójicamente aparece como el salvador de un sistema que condena, es decir el capitalismo y concluye que “Keynes considera el capitalismo como estética y moralmente dañino por cuya razón justifica el aumento de las funciones gubernamentales” y afirma muy documentadamente que “Hayek tenía gran respeto por el hombre, pero muy poco respeto por Keynes como economista”.

 

Su conocida visión de que las obras públicas en si mismas permiten activar la economía pasan por alto el hecho de que los recursos del presente son desviados de las preferencias de los consumidores para destinarlos a las preferencias políticas lo cual implica consumo de capital. Si las obras en cuestión son financiadas con deuda, se comprometen los recursos futuros de la gente.

 

Todas las acciones políticas, cualquiera sea su color, son consecuencia de previas elucubraciones intelectuales que influyen sobre la opinión pública que, a su turno, le abren caminos a los buscadores de votos. Muy citado y muy cierto es un pasaje escrito por John Maynard Keynes en la obra mencionada que “Las ideas de los economistas y de los filósofos políticos, tanto cuando están en lo cierto como cuando no lo están, son más poderosas de lo que se supone corrientemente. Verdaderamente, el mundo se gobierna con poco más. Los hombres prácticos, que se creen completamente libres de toda influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto”.

 

El párrafo no puede ser más ajustado a la realidad. Keynes ha tenido y sigue teniendo la influencia más negativa de cuantos intelectuales han existido hasta el momento. Mucho más que Marx, quien debido a sus inclinaciones violentas y a su radicalismo frontal ha ahuyentado a mas de uno. Keynes, en cambio, patrocinaba la liquidación de la sociedad abierta con recetas que, las más de las veces, resultaban mas sutiles y difíciles de detectar para el incauto debido a su lenguaje alambicado y tortuoso. Los ejes centrales de su obra mas difundida a la que hemos hecho referencia consisten en la alabanza del gasto estatal, el déficit fiscal y el recurrir a políticas monetarias inflacionistas para “reactivar la economía” y asegurar el “pleno empleo” ya que nos dice  en ese libro que “La prudencia financiera está expuesta a disminuir la demanda global y, por tanto, a perjudicar el bienestar”.

 

Como hemos recomendado antes, subrayamos nuevamente que tal vez los trabajos mas lúcidos sobre Keynes estén consignados en el noveno volumen de las obras completas de Friedrich A. Hayek (The University of Chicago Press, 1995), en el meduloso estudio de Henry Hazlitt traducido al castellano como Los errores de la nueva ciencia económica (Madrid, Aguilar, 1961) y ahora agregamos el  voluminoso análisis de William H. Hutt  The Keynesian Episode (Indianapolis, IN., Liberty Press, 1979). Numerosas universidades incluyen en sus programas las propuestas keynesianas y no como conocimiento histórico de otras corrientes de pensamiento, sino como recomendaciones de la cátedra. Personalmente, en mis dos carreras universitarias y en mis dos doctorados tuve que estudiar una y otra vez las reflexiones keynesianas en el mencionado contexto. Todos los estatistas de nuestro tiempo han adoptado aquellas políticas, unas veces de modo explícito y otras sin conocer su origen. Incluso en Estados Unidos irrumpió el keynesianismo mas crudo durante las presidencias de Roosevelt: eso era su “New Deal” que provocó un severo agravamiento de la crisis del treinta, generada por las anticipadas fórmulas de Keynes aplicadas ya en los Acuerdos de Génova y Bruselas donde se abandonó la disciplina monetaria.

 

A veces no hay más remedio que reiterar algunos temas debido a la aceptación de algunos conceptos sin analizar debidamente, como algunas de las  terminologías y los neologismos más atrabiliarios que son de factura del autor de marras. No quiero cansar al lector con las incoherencias y los galimatías de Keynes, pero veamos solo un caso que hemos apuntado en otra oportunidad y es el que bautizó como “el multiplicador”. Sostiene que si el ingreso fuera de 100, el consumo de 80 y el ahorro 20, habrá un efecto multiplicador que aparece como resultado de dividir 100 por 20, lo cual da 5. Y préstese atención porque aquí viene la magia de la acción estatal: afirma que si el Estado gasta 4 eso se convertirá en 20, puesto que 5 por 4 es 20 (sic). Ni el keynesiano más entusiasta ha explicado jamás como multiplica ese “multiplicador”.

 

En definitiva, Keynes apunta a “la eutanasia del rentista y, por consiguiente, la eutanasia del poder de opresión acumulativo de los capitalistas para explotar el valor de escasez del capital”. Resulta sumamente claro y específico lo que escribió como prólogo a la edición alemana de la obra mencionada, en 1936, en plena época nazi: “La teoría de la producción global, que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho mas fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia y un grado considerable de laissez-faire”.

 

Resulta esencial percatarse de lo inexorablemente malsano de cualquier política monetaria del mismo modo que es altamente inconveniente la politización de la lechuga o de los libros. Este es el consejo, entre otros, de los premios Nobel en economía Hayek y Friedman en su última versión. Cualquier dirección que adopte la banca central ya sea para expandir, contraer o dejar la base monetaria inalterada, alterará los precios relativos con lo que las señales en el mercado quedan necesariamente distorsionadas y el consiguiente consumo de capital se torna inevitable que, a su turno, empobrece a todos.

 

Por último, para no recargar una nota periodística, es del caso destacar la voltereta de Keynes para apoyar al proteccionismo aduanero que, a diferencia de lo que sostenía con anterioridad, según su último criterio favorece el empleo y la actividad económica tal como, entre otros, subraya R. F. Harrod basado en extensas citas consignadas en La vida de John Maynard Keynes, cuando justamente esa política obliga a una mayor inversión por unidad de producto lo cual naturalmente se traduce en una menor cantidad de productos adquiridos a mayor precio y con una menor calidad, lo cual significa que se reduce la productividad y, por ende, se contraen  salarios e ingresos en términos reales.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Alberdi y el gasto público

Por Gabriel Boragina: Publicado el 15/8/16 en: http://www.accionhumana.com/2016/08/alberdi-y-el-gasto-publico.html

 

El notable inspirador de la Constitución de la Nación Argentina, el prócer Juan Bautista Alberdi, fue quizás el primero en haber hecho un estudio meduloso de la naturaleza, función y el objetivo del gasto público argentino, que siempre ha dado tanto que hablar a los economistas de todos los tiempos. Y así, nos dice en su obra:

«En el estudio de las disposiciones de la Constitución argentina, que se refieren al consumo de las riquezas, vamos a examinar: …. A qué se destina, qué objetos tiene, qué principios respeta el gasto público según la Constitución argentina.»[1]

Rescatamos la noción alberdiana del gasto público como consumo de las riquezas, lo que difiere de la concepción en boga, que ve en el gasto público no una función de consumo sino de inversión. Este trastrocamiento de los conceptos y de los diferentes significados que se le asignan a los vocablos gasto, consumo e inversión resulta de importancia vital para poder comprender de qué hablaba el eminente argentino, y captar en toda su dimensión lo nuclear de su mensaje.

«Si el hombre sabe gastar por el mismo instinto de conservación que le enseña a producir y enriquecer, ¿qué apoyo exige de la ley a este respecto? – En el gasto privado, el de su abstención completa; un apoyo negativo que no le estorbe, que no le restrinja su libertad de gastar o consumir, de que su juicio propio y el instinto de su conservación son los mejores legisladores. En el gasto público, todo el apoyo que exige de la ley, es que ella intervenga sólo para impedir que se distraiga de su verdadero destino, que es el bien general; para impedir que exceda este objeto, y para cuidar que el impuesto levantado para sufragarlo no atropelle la libertad, ni esterilice la riqueza.»[2]

Lamentablemente, las previsiones del insigne en este segundo aspecto no se vieron cumplidas. Fue, justamente, en nombre de ese «bien general» que los gobiernos argentinos -sobre todo desde la segunda década del siglo XX en adelante y hasta nuestros días- se lanzaron cada vez mas desenfrenadamente a lo que hoy conocemos como una incesante expansión del gasto publico. Lo que -en términos de Alberdi- seria el exceso de ese mismo objeto (bien general). De igual manera -y como también esperaba Alberdi que no sucediera- a ese crecimiento casi indefinido del gasto estatal se le sumó (como no podía ser de otro modo) un consiguiente incremento fiscal. A los impuestos directos se le añadieron los indirectos, no sólo en cantidad de ellos, sino asimismo en sus alícuotas, que de proporcionales –como además lo aconsejaba el ilustre Alberdi- rápidamente pasaron a ser progresivas

«En el interés de la libertad, conviene no olvidar que son unos mismos los principios que gobiernan el gasto público y el gasto privado, pues no son gastos de dos naturalezas, sino dos modos de un mismo gasto, que tiene por único sufragante al hombre en sociedad. Como miembro de varias sociedades a la vez, en cada una tiene exigencias y deberes, que se derivan del objeto de la asociación. Llámase gasto o consumo privado el que hace el hombre en satisfacción de sus necesidades de familia, téngala propia o sea soltero; y se llama gasto o consumo público el que ese mismo hombre efectúa por el intermedio del gobierno, en satisfacción de las necesidades de su existencia colectiva, que consiste en verse defendido, respetado, protegido en el goce de su persona, bienes y derechos naturales.»[3]

Estamos aquí frente a uno de los párrafos mas importantes de la obra de este gran erudito, donde nos enseña -con ejemplar maestría- que ya se lo denomine gasto público o gasto privado, en definitiva, estamos hablando de una misma cosa. Lo que denota la unidad entre ambos conceptos es, no otra cuestión, que la fuente de financiamiento de uno o del otro. Y este origen coincide recurrentemente en el mismo punto: quien sufraga ambos tipos de gastos perpetuamente es la misma persona: el contribuyente, o como a veces igualmente se lo denomina: el ciudadano «de a pie». Todavía, es trascedente observar que -hasta donde hemos podido advertir- Alberdi no identifica plenamente el gasto público con el gasto estatal. Más bien, parece tener en mente que el gasto público persistentemente se encuentra compuesto por gastos privados, pero que tienen un destino público, tal como Alberdi lo entendió como «bien general». El gobierno -en este párrafo- vendría a ser un simple intermediario, un proveedor liso y llano de servicios que el hombre no podría (o no debería) procurarse por sí mismo. Claramente se delimitan cuales serian esos servicios: consisten «en verse defendido, respetado, protegido en el goce de su persona, bienes y derechos naturales.»[4]

«Luego que se organiza o erige un gobierno, es menester darle medios de existir, formarle un Tesoro nacional. El gobierno ocupa hombres en el servicio de la administración civil, a quienes debe sueldos en cambio de su tiempo; necesita edificios para las oficinas del servicio, cuya adquisición y sostén cuesta dinero; necesita soldados para hacer respetar y obedecer las leyes y su autoridad; estos soldados viven de su sueldo, consumen municiones de guerra y de boca, y necesitan armas, todo a expensas del Estado, a quien dedican su tiempo y su servicio. Necesita de otras mil cosas que detallaremos al estudiar los objetos del gasto público, pero indudablemente no puede haber gobierno gratis, ni debe haberle por ser el más caro de los gobiernos. Donde se sabe lo que es gobierno, por ejemplo, en Estados Unidos, ni los empleos concejiles o municipales son gratuitos. El sueldo es la mejor garantía contra el peculado, pues el Estado que quiere explotar al empleado no hace más que entregarle sus arcas a una represalia merecida.»[5]

Subyace en este párrafo la idea de un gasto equilibrado y que cumpla con los objetivos que tiene en mente Alberdi al exponer sus ideas sobre la naturaleza y el destino del gasto público. El énfasis contra la gratuidad indica quizás algún debate de su época que apoyara esta última postura. Lo cierto es que -en su pensar- la mejor garantía contra la defraudación hacia el estado Alberdi la hacía afincar en una retribución adecuada al empleo público.

[1] Alberdi, Juan Bautista. Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853.

Pág. 104

[2] Alberdi….Ob. cit. pág. 105

[3] Alberdi….Ob. cit. pág. 105-106

[4] Alberdi….Ob. cit. pág. 105-106

[5] Alberdi….Ob. cit. Pág. 109

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Cuando las reformas económicas se justifican por su ‘eficiencia’ y no por la libertad y los derechos

Por Martín Krause. Publicada el 16/8/16 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2016/08/16/cuando-las-reformas-economicas-se-justifican-por-su-eficiencia-y-no-por-la-libertad-y-los-derechos/#.V7L9nyE6Yt8.facebook

 

Siempre he admirado, o al menos respetado, algunas de las reformas que realizaron en Chile y permitieron a ese país años de progreso. Reformas que, si bien comenzaron en épocas de un gobierno militar, fueron sostenidas y ampliadas en los gobiernos democráticos siguientes. Pero siempre pensé también, que esas reformas tenían bases débiles, en el fondo porque se sostenían en un análisis utilitarista acerca de su ‘eficiencia’ y nunca en una visión más general basada en la libertad de elección y los derechos individuales.

Ahora que se reabre el debate sobre las pensiones, encuentro este artículo de Francisco Belmar, de la Fundación para el Progreso de ese país, con una opinión similar, que comparto: http://fppchile.org/es/el-fracaso-ideologico-de-jose-pinera/

EL FRACASO IDEOLÓGICO DE JOSÉ PIÑERA

Causó furor —para bien o para mal— la reaparición de José Piñera en el debate público chileno. Esta llegada estuvo acompañada de una especie de campaña publicitaria, puesto que él mismo reconoció que jamás se ha ido de Chile. Aun así, se publicitó como un regreso, una especie de repatriación del creador del sistema de AFP. Una imagen que el mismo Juan Manuel Astorga intentó contraponer a la de Hernán Büchi viajando a Suiza.

Piñera llega en un momento complicado. Su llegada se debe también a eso: nuestra economía está lenta y no solo se puede culpar de eso al devenir de la economía internacional. Es conocida su oposición a las políticas del gobierno de Michelle Bachelet y es de esperar que tenga miedo de que el sistema que ayudó a crear caiga en el campo de influencia de la fiebre reformista (algunos dirían populista o revolucionaria) del gobierno. Esa amenaza ya se ha vuelto realidad, sobre todo porque los detractores del sistema han hecho un trabajo de relojería en términos ideológicos. Por lo mismo, la discusión hoy ya no está solo en el plano de las políticas públicas, sino eminentemente de la política. Esto también lo mencionó Astorga, y Piñera, como es esperable en nuestra derecha, lo negó rotundamente.

¿Cuál es el alcance de la aparición de Pepe Piñera? ¿Es útil? ¿Servirá para algo? ¿Logrará salvar la obra por la que se le conoce en todo el mundo? La verdad es que su panorama se ve bastante oscuro y el origen de esa oscuridad es, precisamente, cierta desidia intelectual y una tozudez política y discursiva tremenda. Esta porfía aporta, quién podría dudarlo, una polémica que eleva un debate público que se encuentra dominado por lo estratégico y políticamente correcto. Aun así, también aporta una pobreza argumental que más parece tapada de oídos que discusión racional.

Cuando los civiles del régimen de Pinochet lograron instalar una serie de reformas modernizadoras (entre ellas la capitalización individual), tuvieron que luchar con un poder militar que creía bastante en el poder del Estado. De ahí que, aunque la mayoría de las personas comenzaron a tener AFP para administrar sus ahorros, las Fuerzas Armadas continuaron con un sistema de reparto que les aseguraba buenas pensiones, pero que dilapidaban los recursos del fisco. Cuando la Concertación llegó al poder, quizás prudente al recordar los hechos de los años 60 y 70, se decidió a no tocar el sistema de las Fuerzas Armadas. Los economistas no hicieron nada, no dijeron nada y jamás se insistió en cuán relevante era traspasar a los uniformados al sistema privado. Fuera como fuera, era necesario mantener la igualdad de todos los ciudadanos. Bastó que el caso Andrade se hiciera público para hacer explotar la bomba. Ahora todos piden que se profundice un sistema que el mismo Andrade demostró que solo trae aparejado injusticia y corrupción.

Por eso José Piñera, creo, llegó atrasado. La encuesta Cadem lo demostró hace poco. Que un altísimo porcentaje de la población crea que los fondos de pensiones le pertenecen o a la AFP o al Estado solo nos dice que vivimos en un país que cree que no hay diferencia entre el sistema de reparto y el actual, excepto porque “la caja” sería privada. Lo que Piñera nunca entendió es que nuestra mentalidad sobre las pensiones está anclada en el antiguo sistema y que nunca se adaptó a las características y beneficios de uno de capitalización individual. El cosismo, esa enfermedad que tiene a la derecha con cáncer terminal en las universidades y en la política nacional, está desbaratando todas las reformas que ellos mismos llevaron a cabo. Su ingenuo pensamiento tecnocrático y despolitizador está llevando a término su época de influencia. Algún día tendrán que entender que las batallas no son solo por las políticas públicas, sino también por ideas y que los relatos alrededor de ellas —las ideologías— no son necesariamente sinónimos de totalitarismo y represión. Mal que mal, sus propias reformas fueron posibles gracias al contexto autoritario de la época.

Lo anterior es especialmente notorio cuando vemos el contexto en que las AFP aparecieron. Inicialmente, el modelo estaba pensado para personas que tenían trabajos estables y podían trabajar 40 años. El problema es que, al mismo tiempo, se trataba de instalar un discurso de flexibilidad laboral. En Chile nunca se pudo avanzar en esa línea, así que la adaptación surgió de forma espontánea. El mismo Estado fomentó la contratación a honorarios, muchas veces de forma irregular, para evitar los altos costos de los trabajadores. Los empleados, por su parte, comenzaron a trabajar en este contexto que les impedía cotizar de forma individual. ¿Cuándo se discutió esto? ¿Cómo se podía hacer converger el discurso de la capitalización individual con el de una flexibilidad informal creciente y con el del riesgo que implica el emprendimiento? La posibilidad de las lagunas jamás fue tema, pues siempre se les consideró fruto de la irresponsabilidad. Quienes idearon sistemas como el que tenemos actualmente, no consideraron fundamental crear relatos y discursos unificadores que los explicaran y dieran sentido. La mirada de Piñera, entonces, por correcta que sea, es sumamente esquemática.

Si de verdad se quiere un país de emprendedores, será necesario pensar en el sistema de pensiones desde esa perspectiva. Querámoslo o no, lo que tenemos hoy está pensado más bien para el trabajador asalariado. He ahí el error de discurso, pues, en la sociedad del riesgo, emprender no necesariamente es sinónimo de éxito. No basta ahora con hablar de la perfectibilidad del sistema, sino que es necesario pensar bien en su actualización. Esto porque, hasta ahora, lo único que se ha visto es que se busca convertir a la sociedad chilena en una aún más pasiva, algo que cualquier liberal criticaría sin dudar.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).