El positivismo jurídico

Por Gabriel Boragina. Publicado en:

‘’La ley es la fuente de derecho predominante en los tiempos modernos, sea por la moda o sea por la vasta influencia del positivismo jurídico. Por lo menos desde los proceso de codificación del siglo XIX en adelante, la ley se ha enseñoreado en el mundo como la fuente de derecho predominante. Como dije en el capítulo anterior, el positivismo jurídico en América Latina es anterior al positivismo jurídico en Europa. El primer gran positivista jurídico en América Latina se llamó Andrés Bello, que fue el codificador chileno que preparó un proyecto de Código Civil que ha estado vigente en la mitad países de América Latina, incluidos varios países centroamericanos por mucho tiempo. Incluso, hay países que hoy día todavía tienen el Código Bello vigente, como Chile y Colombia. De modo que el Código Bello es una institución en América latina’’.[1]

Pero, lamentablemente, no todos los autores están de acuerdo con la afirmación anterior en cuanto a la primacía de América latina respecto de Europa. Y tampoco en -en dicho sentido- parece ser Bello el primer positivista de todos. Podemos citar por ejemplo lo siguiente: »Aspecto histórico– En este aspecto se deben recordar las codificaciones antiguas, que obedecieron a la necesidad de concretar en un todo legislativo las reformas que exigían los movimientos sociales de la época. Tales como la codificación de Solón y la decenviral en Roma. Por otra parte, en la antigüedad se cita como ejemplo clásico de recopilación de leyes al Corpus Iuris Civilis de Justiniano. Esta legislación romana obedeció a múltiples y complejas causas que no es oportuno detallar, que también motivaron la publicación de las recopilaciones prejustinianeas, como las que se concretaron en los códigos de Hermogeniano, Gregoriano y Teodosiano»…’’En el Derecho español se distingue netamente la época de su codificación histórica, entre las que sobresale como ejemplo Las siete Partidas, de Alfonso el Sabio. Esta legislación, conjuntamente con las Leyes de Indias, estuvo en vigencia en la Argentina hasta la sanción de los códigos especiales posteriores al año 1810. La codificación de los tiempos modernos y contemporáneos obedece a causas políticas e ideológicas, además de las que provienen de la necesidad de simplificar y unificar, en medio de la multiplicidad legislativa de los países continentales en la Europa del siglo XVIII, el Derecho vigente’’[2]. Claramente -a diferencia de lo que expresa el autor comentado- Europa fue pionera en materia de codificación positivista.

‘’Bello era un positivista jurídico. Él creía que una ley se deroga sólo por otra ley, que es el principio del positivismo jurídico: sólo la ley deroga la ley. Esto es una ruptura con la tradición romana y romanista en donde la costumbre derogaba a la ley, eso se llamaba la desuetudo. La costumbre derogatoria de la ley era la desuetudo, el desuso derogaba la ley. Con el proceso de codificación y el reforzamiento de la idea de que era la autoridad del rey, la autoridad del príncipe o la autoridad de la asamblea, en el caso francés, la que producía el derecho, se refuerza la idea de que la ley se deroga únicamente por otra ley con lo cual aparece el positivismo jurídico moderno’’.[3]

¿Qué es el positivismo? El Dr. Negri lo explica de este modo: ‘’La filosofía del Derecho debe referirse al Derecho en su totalidad esencial, no reducirse a la descripción de una de sus contingentes expresiones fenoménicas. 16. A pesar de que esto pareciera ser de la mayor obviedad, lo cierto es que han existido varias y reiteradas postulaciones que pretendieron reducir la investigación teorética al ámbito exclusivo de los Derechos puestos. Esta delimitación, así trazada, constituyó y constituye la base del fenómeno ideológico conocido por positivismo (8). Aun en la variedad de sus expresiones, positivismo significó pues, en el aspecto teórico, el centrar el ámbito de investigación jurídica a los Derechos positivos, y él desconoce de la legitimidad de todo posible análisis acerca de los sistemas no afirmados comunitariamente’’[4]. Entonces el positivismo consiste en considerar al derecho positivo como el único derecho existente, lo cual es falso. No debe confundirse pues el derecho positivo con el positivismo dado que no se tratan de sinónimos.

‘’En un periodo semejante, contemporáneo a Andrés Bello, surge Jeremy Bentham, que es el inventor del positivismo jurídico inglés, quien sostiene que la ley es la única fuente del derecho. Hay algunos autores que creen inclusive que Estados Unidos ya no es un país de common law. Si ustedes leen a Gordon Tullock, ilustre padre fundador de la escuela del Public Choice, se dan cuenta que Tullock dice que Estados Unidos ya no es un país de common law, es un país de derecho civil donde la ley es la fuente de derecho predominante y ya no la costumbre por la cantidad de leyes, regulación y normas de toda jerarquía que se producen en Estados Unidos. Tullock dice que nunca lo ha sido, empezando porque tiene Constitución escrita e Inglaterra no la tiene. Porque hasta Escocia es un país de derecho civil’’.[5]

Hay una diferencia importante entre decir que algo ya no es lo que era y afirmar que nunca lo fue. Es bastante probable (y no podría sorprender) que un sistema de common law derive en otro de derecho positivo. Esto resulta de su misma definición la que transcribimos seguidamente: “Common law”. Locución inglesa con una pluralidad de sentidos. Designa en primer término el sistema jurídico de los países que han recogido las bases de su Derecho del inglés, en contraposición a otros sistemas jurídicos, particularmente los de origen romano. También se distingue así el Derecho elaborado jurisprudencialmente, en esos países, en contraposición al de origen legislativo. El common law es asimismo el conjunto de normas elaboradas por los tribunales de Derecho estricto, en contraposición a las derivadas de la jurisprudencia de los tribunales de equity, que originalmente decidían en función de la equidad, para desarrollar luego su propia línea de precedentes. Por último, common law es el Derecho jurisprudencial tradicional inglés, en contraposición al que se ha desarrollado más recientemente, sea por la jurisprudencia o por la legislación»[6]La distinción más importante parece la de origen, ya que -según la definición- hay tribunales que elaboran normas (derecho escrito) y otros que sólo dictan Jurisprudencia (equity).


[1] Enrique Ghersi ‘’El costo de la legalidad’’. publicado por institutoaccionliberal • 16/01/2014 • El costo de la legalidad | Instituto Acción Liberal http://institutoaccionliberal.wordpress.com/2014/01/16/el-costo-de-la-…

[2] Voz »Codificación»… Enciclopedia Jurídica OMEBA Tomo 3-Letra C-Grupo 8 Pág. 8

[3] Ghersi, E. Ibídem

[4] »POSITIVIDAD DE LAS NORMAS JURÍDICAS» Por el Dr. HÉCTOR NEGRI. Enciclopedia jurídica OMEBA TOMO 22 LETRA P-Grupo 15.

[5] Ghersi, E. Ibídem

[6] Ossorio Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales. -Editorial HELIASTA-1008 páginas-Edición Número 30-ISBN 9789508850553, pág. 181

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

Una guerra local al estilo Woody Allen

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/3/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/03/26/una-guerra-local-al-estilo-woody-allen/

Ya hay faltante de productos en algunos supermercados

En la producción cinematográfica Bananas el dictador de turno desde el consabido balcón se dirige -como es habitual- a los alaridos al pueblo hispanoparlante en un clima de guerra contra todo lo sensato y espeta que “desde ahora en este país el idioma oficial será el sueco” lo cual deja estupefacta a la audiencia que desde tiempo inmemorial se ha comunicado en españolEsta estupidez ilustra las repetidas recetas del populismo vernáculo que una y otra vez se repiten con una monotonía que harta al más paciente, pero siempre para satisfacer la glotonería del poder de quienes están ubicados en el centro del monopolio de la fuerza que denominamos gobierno.

Personalmente me resulta una faena de un tedio difícil de describir el tener que repetir advertencias sobre el fracaso rotundo del estatismo. Este año cumplí cincuenta y cuatro años en la cátedra (en 1968 inauguré con Finanzas Públicas) donde entre otros temas analizo los efectos nocivos del estatismo en diversas áreas pero el reiterarlas en mis notas periodísticas porque se aplican con machacona insistencia me parece algo inverosímil y difícil de digerir. Por eso es que la mayoría de mis textos apuntan en nuevas direcciones y pretenden explorar nuevos paradigmas, sin embargo a cada rato hay que intercalar lo mismo pues el capricho estatista irrumpe con renovado entusiasmo sobre sus encendidos fiascos.

En esta ocasión muy brevemente volvemos sobre un quinteto bastante desgraciado por cierto: las retenciones, las mal llamadas empresas estatales, una peculiar noción del ajuste, los controles de precios y el desconcepto sobre la inflación.

En primer lugar dado que en nuestro medio se acaban de anunciar retenciones para productos que exporta el campo, es menester aclarar de entrada que la palabra “retención” de un tiempo a esta parte está muy mal empleada puesto que denota algo transitorio que se devuelve luego de haber sido circunstancialmente retenido. Pues no hay talEn realidad se trata de un impuesto más que se adiciona al fárrago de cargas fiscales sobrepuestas, lo cual naturalmente ahoga al contribuyente al tiempo que desalienta la producción y premia a los expertos tributarios que de no existir la maraña de dobles y triples imposiciones podrían dedicarse a actividades útiles.

En segundo término, nos referimos a la mal llamadas empresas estatales porque una empresa tiene la característica de arriesgar capital propio de modo voluntario y no arriesgar recursos de otros por la fuerza, esto es más bien un aparato infernal y no una empresa. Si además estos aparatos son deficitarios, monopólicos y prestan pésimos servicios la situación no puede ser peor. Pero aun sin estos esperpentos la asignación de los siempre escasos factores productivos se destinan a campos que la gente no hubiera asignado (si el aparato estatal hace lo mismo que las personas hubieran elegido, no tiene sentido la intervención con los consiguientes ahorros de honorarios). Por último en esta línea argumental, si se dice que hay que hacer excepciones con áreas antieconómicas puesto que ningún privado las encarará, es de gran importancia subrayar que en la media en que se encaran proyectos antieconómicos se derrocha capital y consiguientemente se contraen salarios e ingresos en términos reales, es decir, se incrementa el empobrecimiento y por tanto se expanden las zonas inviables.

Tercero, el concepto del tan ajetreado ajuste. Es muy curioso —cómico si no fuera dramático— que se considera un maldito ajuste cuando se propone reducir el gasto público contraproducente que atenta principalmente contra el nivel de vida de los más vulnerables puesto que es la forma más contundente de alejar y dañar las inversiones que constituyen la única causa de incrementos salarios en ingresos en términos reales. Sin embargo, al contrario de toda razón razonable se estima que no es un ajuste el incrementar el antes referido peso tributario que es precisamente lo que destruye la producción y es un atentado directo a los salarios de todos pero de modo especial a los más necesitados.

Cuarto, los tan recurrentes precios máximos con el agregado de la amenaza de la soviética “Ley de abastecimiento” como si resolvieran problemas del costo de la vida en lugar de percatarse del agravamiento de la situación. Como tantas veces se ha dicho, hay entre muchos en la materia un libro titulado 4000 años de controles de precios y salarios. Cómo no combatir la inflación de Robert Schuettinger Edmund F. Butler, sin embargo se persiste en el experimento con rasgos de histeria similares al can que en círculos pretende morderse la cola.

El precio máximo por definición se impone a un nivel inferior al de mercado por lo que invariablemente se suceden consecuencias malsanas. Irrumpe una demanda adicional debido a que el precio es menor al de mercado lo cual conduce al desabastecimiento, es decir, un faltante artificial debido a que por arte de magia no se incrementa la oferta. No solo eso sino que esa oferta de contrae debido a dos factores: en primer lugar porque los productores menos eficientes, los que cuentan con un margen operativo reducido son barridos del mercado y en segundo término porque muchas inversiones son artificialmente atraídas a otros sectores debido a la posición relativa de los beneficios de otras áreas. En otras palabras, el antedicho faltante se agudiza a pesar de las sandeces de cargar las tintas contra “el agio y la especulación” sin comprender que toda acción humana es especulativa en el sentido que el sujeto actuante conjetura que estará en una mejor posición después de haber llevado a cabo el acto (yo estoy ahora especulando con que esta nota resulte clara).

Por último el tema más largo y jugoso: la manifestación de ignorancia supina al apuntar a causas de la inflación fuera de la manipulación monetaria. En realidad los economistas recurrimos al término inflación que oculta su verdadero sentido, a saber una estafa perpetrada por el gobierno.

Para comprender bien este fenómeno conviene ahondar una vez más en las raíces de la inflación. Se suele decir que es “el aumento general de precios” lo cual es constituye un error mayúsculo por dos motivosPrimero, si los precios aumentaran todos no habría problema con este fenómeno ya que no habrían distorsiones entre ingresos y precios ya que el salario es un precio. No habría problema en que los precios y los salarios se incrementaran al cincuenta por ciento anual, mensual o diario. Eventualmente habría que transportar el dinero en carretillas, habría que modificar las columnas en los libros de contabilidad y los dígitos en las calculadoras pero como decimos no habría desequilibrios entre precios e ingresos.

Martín Guzmán, ministro de Económia

En segundo lugar la inflación no está referida al movimiento de precios es la expansión monetaria por causas exógenas su causa y su efecto es la distorsión en los precios relativos, lo cual causa las tremendas angustias debido a los desequilibrios entre precios y salarios. La expansión monetaria (o la contracción) debido a causas exógenas van tocando distintos sectores en distintos momentos lo que altera los precios relativos y, como es sabido, los precios constituyen los únicos indicadores para saber cómo operar en el mercado por lo que su distorsión indefectiblemente conduce a consumo de capital y como las tasas de capitalización son a su vez la causa del aumento de salarios e ingresos en términos reales, estos inevitablemente se contraen, en otros términos, la inflación conducen a la pobreza.

También es frecuente en la parla convencional afirmar que la inflación se genera por expectativas, por subas en los costos o por el incremento en el precio de algún bien estratégico. Pues ninguna de estas tres conclusiones es acertada. Si hay quienes suben precios debido a expectativas de inflación pero que no es convalidada por expansiones exógenas de dinero, deberán bajar esos precios si quieren evitar una contracción en las ventas. Si suben costos de ciertas mercancías no por ello pueden trasladarse a los precios sin que mermen las ventas. Siempre el comerciante venderá al precio más alto que pueda (igual que los que obtienen salarios pedirán lo más que las circunstancias permitan), lo cual no significa que le sea posible cobrar el precio que desea, es el que le permite el mercado. Por último, si sube el precio de un bien (por más que se considere estratégico) habrá dos posibilidades: si la gente desea consumir la misma cantidad del bien en cuestión tendrán que bajar los precios de otras mercancías, de lo contrario se prefiere consumir lo mismo de los otros bienes disminuirá la venta del producto que elevó su precio.

Es de una enorme trascendencia tener presente que en un mercado abierto de dinero como el que plantearemos más abajo, no se traduce en que la cantidad de moneda sea constante. La cantidad dependerá de la utilidad marginal de la unidad monetaria, igual que con otros bienes y servicios. Y cuando la gente valora más el dinero y consecuentemente su oferta aumenta nada tiene que ver con la inflación puesto que se trata de expansión endógena. No es una alteración del sistema sino que se expresa los gustos y preferencias de la gente.

Ahora vamos al tema de fondo. En vista que todas las llamadas autoridades monetarias y todas las épocas han perjudicado el signo monetario, debemos pensar cómo salir del marasmo. No se trata de contar con reguladores y manipuladores buenos, se trata de desprendernos de ellos tal como lo han sugerido premios Nobel en economía como Friedrich Hayek, Milton Friedman, Gary Becker, James Buchanan, George Stigler y Vernon Smith.

El asunto consiste en percatarse que todo banquero central está embretado entre tres posibilidades: a qué tasa emitir, a qué tasa contraer o dejar la base monetaria inalterada. Pues a través de cualquiera de los tres canales elegidos se estará distorsionando los precios relativos respecto de la situación en la que la gente hubiera podido elegir. Y si suponemos que en la banca central está la bola de cristal y consecuentemente se procede según lo que la gente hubiera preferido no hay razón alguna que justifique la intromisión con ahorros en gastos administrativos, pero por otra parte la única manera de saber que es lo que la gente hubiera preferido respecto a los activos monetarios es dejarla actuar.

Tal vez el mayor fetichismo del momento sea la supuesta necesidad de manipuladores monetarios, incluyendo la sandez de referirse a la soberanía monetaria que no se diferencia de una supuesta “soberanía de la zanahoria”. Todo está montado para que los aparatos estatales succionen el fruto del trabajo ajeno junto con la presión tributaria y el endeudamiento gubernamental. El espíritu conservador en el peor sentido de la expresión no permite despejar telarañas mentales y salir de la prisión del statu quo.

Si se preguntara qué cantidad de moneda debe haber es igual a preguntarse qué cantidad de papas debe haber. La elección de la moneda no será de un bien cuya existencia sea demasiado abundante pues no resulta cómodo pagar el medio de transporte con mil millones de algo y tampoco será un bien cuya escasez sea muy marcada pues no es expeditivo pagar con varios ceros antes de la coma que ubica los respectivos decimales.

Como queda dicho la historia monetaria finalmente luego de un período de selección prefirió el oro y la plata. No puede anticiparse cuál será la moneda del futuro y tampoco es necesario. No sabemos si será una canasta de monedas, si será esta o aquella mercancía o si será digital (a pesar de lo controvertido de esto último debido su incompatibilidad con el teorema de la regresión monetaria). Lo que sí se puede anticipar es que la eliminación de curso forzoso y la banca central permitirá elecciones que tiendan a proteger ahorros y que el saqueo sistemático no tendrá lugar.

En todo caso tengamos en cuenta que la tendencia a indexar como una medida que supuestamente corrige los males de la inflación no es relevante pues sube los precios de modo uniforme según un índice como si los precios fueran afectados de la misma manera, lo cual hace que se ubiquen a niveles más altos en valores absolutos pero la distorsión naturalmente se mantiene.

Ha sido frecuente la receta de emitir a un ritmo constante según el crecimiento de la economía “para que los operadores sepan a qué atenerse y la expansión se sustente en la tasa que revele el producto bruto interno”. Esta apreciación es equivocada por dos razonesEn primer lugar los operadores no sabrán a que atenerse pues, como hemos reiterado, los precios no se mueven al mismo ritmo. En segundo término, si la expansión se sustenta en el indicador del producto esto hará, por ejemplo, que se anule el crecimiento de las exportaciones debido a la disminución de precios debido al mayor crecimiento, se contraigan las importaciones y una serie de cambios que no se sucederán debido a que la expansión los anuló.

Para finiquitar la inflación se torna imperioso eliminar la banca central y el curso forzoso en un contexto de reforma bancaria que deje sin efecto el sistema de reserva fraccional actualmente imperante. Es de desear que nuestra política no remede más las producciones hilarantes de Woody Allen… En líneas generales ochenta años de ensayar lo mismo es más que suficiente.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

QUE EL PAPA FRANCISCO NOS SIRVA DE ENSEÑANZA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 19/6/20 en:

Las últimas decisiones de Francisco (como por ejemplo, remover al Obispo de San Juan, Puerto Rico, o cerrar el Convento de Santa Catalina en Italia) han llevado el tema de la obediencia al Romano Pontífice a una tensión que no se veía desde hace décadas, al menos en los sectores partidarios de una obediencia al llamado Magisterio Ordinario como se lo entendía en tiempos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

El problema no es tanto Francisco y sus acostumbradas peculiaridades, sino el tema de la autoridad pontificia desde la declaración de infalibilidad del Concilio Vaticano I. Creo que Francisco debe aprovecharse como una buena oportunidad para replantear el tema.

Ningún buen católico tuvo nunca dudas sobre la Primacía de Pedro para definir en materia de Fe junto con un concilio dogmático universal. Pero Pío IX consideró prudente declarar la infalibilidad ex cátedra como desde entonces se la entendió. El argumento de los antiinfabilistas era la oportunidad del planteo (como Lord Acton, de donde sale su famosa admonición sobre el abuso del poder) y si era conveniente excluir en esos casos el concurso de los obispos. Por eso el Cardenal Fillipo María Guidi propuso una fórmula conciliadora, que los integrara, que ocasionó la famosa frase de Pío IX, “la tradición soy yo”, rechazando de plano la sugerencia de Guidi.

Dollinger, por otra parte, historiador eximio, intentó demostrar que de hecho varios pontífices habían cometido errores doctrinales graves, aunque no hayan quedado en las fórmulas dogmáticas de los concilios previos al Vaticano I. Dollinger, como se sabe, fue olvidado y silenciado (a parte de excumulgado en su momento), y su solo recuerdo es para cualquier buen católico un doloroso callo en el pie de su Fe. Newman quedó flotando entre dos aguas. Lord Acton se salvó de ser excomulgado por milímetros. Mons. Dupanloup hizo lo que pudo. Pero alea iacta est.

Una evaluación retrospectiva nos acerca a la hipótesis de que el tema de la infalibilidad era para Pío IX parte esencial de la segunda parte de su pontificado, donde el rechazo global a toda modernidad fue la clave de la cuestión. De allí la adhesión cuasi-fanática de los ultramontanos a Pío IX y las dudas de quienes tenían una visión menos monárquica de la Iglesia misma. No lo queremos admitir, pero la declaración de la infalibilidad, aunque fuera correcta, fue concebida en pecado político y oscurecida por ello. Luego ya sabemos cómo siguió la Historia. Por un lado los pontífices fueron prudentes en su aplicación, y varios teólogos del Vaticano II afirmaron todo lo que decían Dollinger, Acton y etc SIN afirmarlo, entre líneas. Por el otro, el abuso de poder predicho por Lord Acton se cumplió plenamente. En materia social, los papas comenzaron a afirmar absolutamente todo lo que querían ut si infalibilitas daretur. Y comenzaron las interminables discusiones sobre la validez del magisterio ordinario. Se produjo además una inflación de textos pontificios que llevó obviamente a una depreciación de su autoridad. La moneda de “custodia a tus hermanos en la Fe” se devaluó gravemente, como ya hemos dicho en otra oportunidad (https://institutoacton.org/2016/04/12/la-devaluacion-del-magisterio-pontificio-gabriel-zanotti/)

En todo este panorama, los sectores conservadores NO lefebvrianos descansaban tranquilos con Juan Pablo II y con Benedicto XVI. Al primero le seguían en TODO lo que dijera, aunque fuera una opinión sobre la mejor pasta de dientes, y al segundo le toleraron en silencio sus discursos en los que hablaba como si fuera F. Hayek. Porque el liberalismo el pecado excepto que el pecador sea Benedicto XVI.

Pero con Francisco se les vino el mundo abajo, y comenzaron a aprender a hacer distinciones que yo  había hecho desde 1985 cuando comencé a decir explícitamente que se podía ser un buen católico y estar de acuerdo con el libre mercado, cosa que parecía una herejía ante las dos primeras encíclicas sociales de Juan Pablo II. Luego cuando salió la Centesimus annus mis amigos conservadores pro free market entronizaron a esta última y olvidaron a las dos primeras. Lo de siempre. La inflación de los textos pontificios ocasiona, a todos, una excelente ocasión para recortar y pegar, con lo cual la llamada Doctrina Social de la Iglesia es un caos. Pero los primeros responsables de ello son los pontífices. Desde el punto de vista de la mezcla de niveles y el autoritarismo de su estilo, NO hay diferencia entre la Quanta cura y la Laudato si.

Ahora sería el momento de aprender. No es cuestión de que si Mons. Schneider saliera elegido Papa en unos años, los conservadores se olvidaran de la sana desobediencia en materias opinables que ahora tienen. No es cuestión que los próximos Papas hagan lo mismo que Francisco pero del otro lado. Es cuestión de que la doctrina y praxis de los próximos pontífices nos vayan acostumbrando a un magisterio más depurado de cuestiones opinables y más concentrado en la defensa de la Fe de siempre, que estaba muy clara ANTES de Gregorio XVI y Pío IX.

Pero creo que falta mucho para eso. Mientras tanto, que cada uno siga su conciencia, en medio de una Iglesia que, en su lado humano, se ha convertido en la arbitrariedad y en el caos más increíble de sus 2000 años. Los Borgia fueron un desastre pero la Fe no giraba en torno a ellos. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Rusia: terror blanco, terror rojo y terror a secas

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 19/3/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/03/19/rusia-terror-blanco-terror-rojo-y-terror-a-secas/

El sistema actual en Rusia es uno de mafias enquistadas en el poder: el terror a secas

Una mujer reacciona frente a los bloques de apartamentos destruidos tras los bombardeos en el distrito de Obolon, en el noroeste de Kiev, el 14 de marzo de 2022 (Aris Messinis / AFP)

Dadas las circunstancias espantosas que hoy se vive en Ucrania debido a la invasión del criminal Putin, se hace imprescindible volver sobre el historial ruso. Machacar con verdades resulta necesario en la esperanza de influir sobre algunas mentes nobles que deben ser sacudidas de tanta propaganda totalitaria.

Como introducción a esta nota periodística consigno que en su discurso inaugural de 2019 en Ucrania, el flamante presidente Volodimir Zelensky dijo a los legisladores: “No quiero mi foto en sus oficinas: el presidente no es un ícono, un ídolo o un retrato. Cuelguen las fotos de sus hijos y miren a ellos cada vez que ustedes tomen una decisión”. Fue un ejemplo de higiene moral para todos los políticos del mundo.

Se ha dicho muy liviana y estúpidamente que el régimen actual ruso es de “capitalismo de amigos” lo cual constituye una contradicción en los términos puesto que el capitalismo o liberalismo es un sistema que inexorablemente conlleva la división de poderes, libertad de prensa, partidos políticos en competencia y libertad de mercado todo lo cual es abolido en la Rusia actual, además de persecuciones implacables a toda disidencia, envenenamiento de opositores y encarcelamiento de toda manifestación de protesta contra las botas del régimen. El capitalismo no se agota en transferencias bancarias, es antes que nada un sistema moral basado en el respeto recíprocolo cual está a todas luces ausente en el actual sistema dominado por una banda de forajidos.

En este sentido cabe destacar que Alexei Navalny —dirigente de la oposición en la clandestinidad y uno de los envenenados por Putin, rescatado por médicos alemanes— ahora desde su presido en Moscú alienta a sus connacionales a continuar con las protestas debidas a la invasión a Ucrania por las que en estos días suman más de trece mil detenidos, mientras los ataques de las fuerzas rusas ni siquiera respetan hospitales materno-infantiles, ni escuelas, ni corredores humanitarios ni a periodistas acreditados. Todo en abierta violación a las Convenciones de Ginebra que convierten a los invasores, además del atropello a territorio ajeno, en criminales de guerra.

Vladimir Putin inició la invasión a Ucrania el pasado 24 de febrero

La monumental obra de Richard Pipes titulada La Revolución Rusa es solo comparable a la de William Herny Chamberlin aún no traducida a nuestra lengua: The Russian Revolution. En el primer libro mencionado de 1045 páginas en la edición Barcelona-Debate el autor se detiene en el régimen zarista implantado en 1547 por Iván IV (’El Terrible’), con el tiempo se caracterizó por los atropellos de la policía política (Ojrana) con sus reiteradas requisas, prisiones y torturas, la censura, el antisemitismo, los siervos de la gleba en el contexto del uso y disposición de la tierra por los zares y sus acólitos sin ninguna representación de los gobernados en ninguna forma. Hasta que por presiones irresistibles y cuando ya era tarde debido a los constantes abusos, Nicolás II consintió la Duma (tres veces interrumpida) en medio de revueltas, cavilaciones varias y una influencia desmedida de Alejandra (“la alemana” al decir de la oposición en plena guerra) basada en consejos atrabiliarios de Rasputín. Finalmente, el zar abdicó primero y luego se constituyó un Gobierno Provisional que en última instancia comandaba Kerenski quien prometía “la instauración de la democracia” pero que finalmente entregó el poder a los bolcheviques (cuando Hitler invadió la Unión Soviética en 1941, Kerenski, desde Nueva York, le ofreció ayuda a Stalin por correspondencia la cual no fue respondida, una señal de desprecio que merecen aquellos que pretenden actuar a dos puntas).

Imaginemos la situación de toda la población campesina en la Rusia de los zares, nada instruida que absorbía las posiciones más radicalizadas del largo período desde 1905 que comenzaron las revueltas hasta 1917 en que estalló la revolución primero en febrero y luego en octubre cuando los soviets se alzaron con el poder bajo el mando de Lenin. Imaginemos a estas personas a quienes se les prometía entregarles todas las tierras de la nobleza frente a otros que proponían limitar el poder en un régimen de monarquía constitucional y parlamentaria. Sin duda para esa gente resultaba mucho más atractivo el primer camino y no el de “salvar a la monarquía del monarca”. Cuando hubo cesiones de algunas tierras se instauró el sistema comunal que algunos pocos dirigentes trataron sin éxito de sustituir por el de propiedad privada (en primer término debido a los denodados esfuerzos de Stolipin). Es que la tierra en manos de la nobleza como una imposición hacía creer que toda propiedad era una injusticia, extrapolando el privilegio a las adquisiciones legítimas.

De las cuatro revoluciones que más han influido hasta el momento sobre los acontecimientos en el mundo, la inglesa de 1688 que destronó a Jaime II por María y Guillermo de Orange donde con el tiempo se recogieron en grado creciente las ideas de autores como Algernon Sidney y John Locke, la norteamericana de 1776 que marcó un punto todavía más profundo y un ejemplo para todas las sociedades abiertas en cuanto al respeto a las autonomías individuales, la Revolución Francesa de 1789 que consagró las libertades del hombre, especialmente referidas a la igualdad de derechos (art. 1), esto es, la igualdad ante la ley y la propiedad (art.2), aunque la contrarrevolución destrozó lo anterior y, por último la Revolución Rusa de 1917 que, desde la perspectiva de la demolición de la dignidad del ser humano, constituyó un golpe de proporciones mayúsculas que todavía perdura sin el aditamento de “comunismo” porque arrastra el recuerdo de cientos de millones de masacrados y otras tantas hambrunas. Del terror blanco pasar al terror rojo empeoró las cosas y, como es sabido, el sistema actual en Rusia es uno de mafias enquistadas en el poder: el terror a secas.

Refugiados se despiden tras cruzar la frontera (REUTERS/Edgard Garrido)

Antes hemos escrito sobre Vladimir Bukovsky —el disidente con mayor peso junto a Solzhenitsyn— pero ahora agregamos algo muy poco conocido de su reclamo a las naciones libres: “Miles de libros se han escrito en Occidente y cientos de doctrinas se han creado por políticos prominentes al efecto de encontrar un compromiso con este tipo de régimen. Todos están evadiendo la única solución correcta, la oposición moral. Las democracias occidentales se han olvidado de su pasado y su esencia, esto es que la democracia no consiste en una casa confortable, un automóvil elegante o un beneficio en el trabajo, pero antes que nada es la habilidad y el deseo irrenunciable de defender los derechos individuales.” La Unión Soviética provocó el mayor genocidio de la historia de la humanidad: cien millones de asesinatos desde 1917 a 1989 como lo muestra, además de la obra de Pipes, el Libro negro del comunismo escrito por seis investigadores encabezados por S. Courtois.

Ya dijimos que Garry Kasparov —más conocido por el ajedrez— escribió que el actual presidente Vladimir Putin celebró nada menos que la historia de la KGB, imprimió efigies del asesino Félix Dzerzhinsky, eliminó el debate sobre si Lenin debe ser removido del lugar de honor que ocupa en la Plaza Roja, puesto que afirmó que “hacerlo sería decirles a los rusos que ellos han venerado valores falsos”. Asimismo, Kasparov señaló que en los textos difundidos por la Universidad de Moscú se tergiversan los hechos más importantes de la historia soviética y “las invasiones de Hungría y Checoslovaquia son descritas como operaciones conjuntas del Pacto de Varsovia para preservar la integridad del sistema socialista”. Kasparov, con razón, se indignó frente al hecho de que las autoridades rusas —a diferencia de lo que ocurrió después del holocausto hitleriano o la reciente inauguración de La Casa del Terror, en Hungría— no han producido ni el más mínimo mea culpa. Insiste en que Putin “es el mayor enemigo del mundo libre”, con quien “no hay diálogo posible” y “nada es cierto de lo que dice de Ucrania”, invadida por la canallada gubernamental rusa… Un escándalo internacional para todas las personas decentes.

La situación actual de Rusia, como queda dicho, dominada por la antigua nomenclatura, se ha adueñado por parte de aquellos hampones de lo más importante de la actividad económica de aquel país. En medio de intimidaciones y cercenamiento de la prensa y amenazas cada vez que hay simulacro de procesos electorales y de violencia institucionalizada, esta parodia grotesca significa un peligro para la civilización además de una catástrofe para el sufrido pueblo ruso que debe absorber dictámenes desde el poder en cuanto a que proyectos de vida son aprobados y cuales desaprobados. Tengamos presente que la tradición liberal implica el respeto irrestricto a los proyectos de vida de otros, es decir, solo puede recurrirse a la fuerza defensiva cuando hay lesiones de derechos de terceros; todo lo demás debe ser respetado independientemente de las opiniones que se puede tener sobre las características del proyecto de vida del vecino. El respeto es irrestricto, solo merece bloquearse la invasión a los derechos individuales cosa que —entre otros muchos temas— el matón y mandamás ruso no está dispuesto a aceptar. En esta línea argumental hay quienes han incurrido en el dislate de sugerir que para entender lo que sucede debemos tratar de recurrir a la lógica incrustada en la pandilla de Putin como si hubiera la posibilidad de dos lógicas en un contexto donde se confunde las reglas universales de la lógica con errores de apreciación, en verdad se trata de valores opuestos: la libertad frente a la tiraníaUn plano es el de lógica o ilógica y otro es el de proposiciones verdaderas o falsas.

Equipos de rescate trabajan junto a un edificio residencial dañado por los bombardeos, mientras continúa el ataque de Rusia a Ucrania, en Kiev, Ucrania, en esta imagen publicada el 15 de marzo de 2022 (REUTERS/Servicio de prensa del Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania)

Ahora la muy digna coordinación de la defensa de Ucrania por parte del Presidente Volodimir Zelenski en la valiente y conmovedora lucha metro a metro a pesar de su manifiesta inferioridad de fuerzas ha incentivado a Estados Unidos y a Europa a enviar armamentos y a establecer severas sanciones financieras al autócrata ruso. Son verdaderamente conmovedoras las escenas transmitidas por el periodismo de mujeres y niños refugiados en otros lares para dejar atrás a maridos y padres en la guerra defensiva de un ataque brutal. Putin, un asesino a la enésima con 6000 cabezas nucleares pero la defensa ucraniana es aguerrida al tiempo que el avance ruso sufre bajas también de generales de alta graduación y los aparatos militares se quedan sin nafta, se les pinchan las gomas, sufren serios desperfectos mecánicos e incluso hay soldados rusos que se cambian de bando en medio de drones y bazookas que destrozan sus tanques. Todo en medio de reiteradas muestras de disconformidad en diversas áreas en las altas esferas rusas, pero mientras el daño que infringen las botas invasoras a ucranianos es horripilante.

Ucrania es parte de Europa Oriental, de seiscientos mil kilómetros cuadrados, de cuarenta millones de habitantes se remonta al año 882 y luego de invasiones de mongoles y rusos puede consolidar su territorio en 1919 en la Conferencia de Paz en París lo cual es desconocido por la URSS en medio de siempre criminales “limpiezas étnicas” hasta el derrumbe del Muro de la Vergüenza y en 1991 se declaró estado independiente con altibajos de diversa magnitud hasta el presente por todos conocido (incluso el pro-ruso Viktor Yanvkovich que finalmente huyó luego de haber decretado fusilamientos de estudiantes rebeldes y otras tropelías mayúsculas).

Equipos de rescate trabajan junto a un edificio residencial dañado por los bombardeos, mientras continúa el ataque de Rusia a Ucrania, en Kiev, Ucrania, en esta imagen publicada el 15 de marzo de 2022 (REUTERS/Servicio de prensa del Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania9

Debe destacarse la impronta de gran excelencia de la Universidad de Kiev, la notable producción agrícola e industrial de Ucrania, la elegancia de los edificios de sus ciudades, la gastronomía de alta calidad, la música lugareña y sobre todo el espíritu religioso, cordial y solidario de su pueblo. Por ahora la catástrofe humanitaria infringida a ese sufrido pueblo sigue su cruel y espantoso curso. En momentos de estar redactando la presente nota no sabemos cómo terminará este episodio bochornoso para la elemental conducta civilizada, pero cualquiera sea el desenlace Ucrania habrá ganado holgadamente en el plano más relevante: el plano moral, el plano de la dignidad, el plano del coraje y de los valores más caros a lo que es inherente a lo propiamente humano, mientras que Putin y sus secuaces se han hundido en lo más profundo del estiércol de la historia.

La tarea para aquellos que pretenden vivir en una sociedad libre consiste en salir al encuentro de las falacias del estatismo, cualquiera sea la denominación a que se recurra para que el Leviatán atropelle los derechos de las personas. La obligación moral de todos quienes pretenden ser respetados es la de contribuir a enderezar y fortalecer los pilares de la libertad. No hay excusas para abstenerse de una misión de tamaña envergadura. En esta instancia del proceso de evolución cultural, es imperioso establecer límites adicionales al poder político para no correr el riesgo de convertir el planeta en un inmenso Gulag en nombre de una democracia que en verdad se está degradado en dirección a cleptocracias de distinto grado. Hoy el mayor peligro son personajes repugnantes como Putin, solo admirados por espíritus esclavistas.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Guerra a la inflación, ¿o a la producción?

Por Aldo Abram: Publicado el 18/3/22 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/guerra-a-la-inflacion-o-a-la-produccion-nid18032022/

Se anunció la guerra contra la inflación y los especuladores, dejando claro que los culpables son los formadores de precios y avaros empresarios que, ante el aumento de la demanda, suben los precios y no la inversión y la producción. También, que las políticas que se implementarán serán las mismas que se han utilizado hasta ahora y que, según algunos funcionarios de la gestión, ya fracasaron.

Excepto Brasil, que tiene 10,5% de inflación, todos los demás países limítrofes tienen un dígito anual. Me imagino una conversación telefónica de nuestro Presidente con alguno de sus colegas de dichas naciones hermanas. “¿Cómo hicieron para domesticar a sus empresarios formadores de precios y para que los congelamientos anden tan bien como para tener una inflación tan baja?” Del otro lado, educadamente, le explicarán que ellos no andan domesticando empresarios y no tienen congelamientos como los argentinos. Sus bancos centrales priorizan respetar a sus ciudadanos dándoles una moneda estable y confiable; lo cual implica darles la cantidad que ellos demandan para que no pierda valor o lo haga mínimamente.

Al colgar el teléfono, el Presidente debería analizar qué es lo que ha pasado en los casi 90 años de vida del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Notará que durante más del 70% del tiempo, en mayor o menor medida, su prioridad ha sido financiar los excesos de gasto de los gobiernos de turno. Para eso imprime un papelito que no vale nada y se lo da al Estado que aumenta su gasto. ¡Magia! Para nada, como nadie quiere ese billete porque sabe que pierde valor, pasa como cuando aumenta la producción de naranjas y no hay más demanda, su precio baja. Pero acá hablamos de nuestra moneda, en la que ahorramos, que baja su poder adquisitivo, del que se apropia el BCRA con el impuesto inflacionario y se lo transfiere al gobierno para que pueda gastar más. Obvio, a costa de empobrecer a los argentinos que podrán consumir menos.

Luego uno va al súper y, cuando llega a la caja, le dirán: “Eso que se quiere llevar vale lo mismo que antes y los pesos que me quiere dar valen menos, me va a tener que dar más.” Y cuando llame al gasista por el calefón escuchará: “Mi trabajo vale lo mismo que antes, pero esos pesos valen menos, me va a tener que dar más.” Eso es lo que llamamos inflación, la pérdida de poder adquisitivo de la moneda. Por supuesto, este tipo de gobiernos no va admitir que es así; ya que debería dejar de gastar más a costa del BCRA. Entonces, los culpables tienen que ser los avaros empresarios formadores de precios y los especuladores. Ahora veamos los resultados de castigarlos por “empobrecer” a los argentinos.

Un productor al que le congelan los precios, verá subir sus costos con la inflación que sigue generando el BCRA y cada vez, ganará menos; por lo que también producirá menos. Igual sucederá con los acuerdos “voluntarios” de “Precios Cuidados”, que es obvio no tienen nada de voluntarios. Por otro lado, si se le prohíbe exportar o se le ponen retenciones a un sector para que baje sus precios domésticos, también producirá e invertirá menos. Lo mismo que si se los amenaza con esas medidas para que tengan que poner plata “voluntariamente” en un fideicomiso para subsidiar los consumos de ciertos bienes.

Imagínense un empresario argentino o extranjero que está evaluando el país para invertir y generar empleo productivo, es decir bienestar económico para nuestros habitantes. Dirá, “el gobierno seguirá generando inflación para financiarse y, luego, me echará la culpa a mí, castigándome con todas esas medidas”. Sumará que, según el Banco Mundial, estamos en el puesto 21, entre 191 países, como los que más exprimen con impuestos a sus empresas y que, como ni así le alcanza, el Estado toma la mayor parte del poco crédito local disponible e invertirá en otro lado. ¡Chau empleos productivos y bienestar para los argentinos!

Lamentablemente, dada las medidas que está por tomar el gobierno, no le está declarando la guerra a la inflación, sino a los trabajadores y empresarios que todos los días tratan de producir los bienes y servicios que necesitamos. La mala noticia es que esa guerra sí la están ganando y se observa en la decadencia económica y el empobrecimiento de los argentinos.

Conclusión, los gobiernos no quieren bajar el gasto estatal con el que ellos financian la política. Por ende, como ciudadanos tenemos que exigirles y presionarlos para que el BCRA tenga la misma prioridad que los países vecinos: darnos una moneda estable y confiable. Si no, en el mejor de los casos, acostumbrémonos a vivir con alta inflación y, en el peor escenario, a pasar por una cuarta hiperinflación, con el enorme costo social que eso implica.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso.

LA LIBERTAD, ESA DESCONOCIDA.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 6/3/22 en: http://gzanotti.blogspot.com/2022/03/la-libertad-esa-desconocida.html

¿Quiere comulgar en la boca o en la mano? Comulgue como quiera y no condene al resto. Y trate el tema con argumentos.

¿Misa tradicional o reformas post-Vaticano II? Que cada obispo, como el Vaticano II establecía, hago lo que le parezca. Pero no condene el resto y discuta el tema con argumentos. No insulte.

¿Quiere que sus hijos tengan educación sexual en su escuela? Mándalos a una que tenga ese programa. ¿No lo quiere? Mándela a otra que no lo tenga. Y deje que cada escuela, estatal o privada, decida sus programas de estudio. Y argumente a favor o en contra. Pero no imponga al resto su visión del mundo. 

¿No quiere una jubilación del Estado? Contrate un seguro privado. ¿Cree que la mejor jubilación es la del Estado? Disfrútela. Pero no impida por la fuerza la primer opción ni imponga por la fuerza la segunda. 

¿Quiere casarse con alguien de su mismo sexo? Hágalo con un contrato privado. ¿Quiere casarse con alguien de sexo distinto? Hágalo también un contrato privado. Pero en ambos casos no llamen al Estado para que los case. Que no haya matrimonio estatal y punto terminado. 

¿Quiere educar a sus hijos en una escuela estatal con valores kirchneristas? Hágalo. ¿Quiere educar a sus hijos en su propia casa? Hágalo. Y en el primer caso, no impida la segunda opción. 

¿Quiere que en el directorio de su empresa haya un 70% de mujeres? Hágalo. ¿Quiere que haya sólo rubios con un zapato negro? Hágalo. ¿Quiere que estén sólo los más capaces? Hágalo. Pero no llame a la fuerza del Estado para cualquiera de sus opciones. 

¿Considera que no hay que comer animales? No lo haga. ¿Cree que la contaminación es terrible? No viaje en avión ni en automóvil. ¿Quiere comer carne? Hágalo. ¿Quiere viajar en automóvil? Hágalo. ¿Cree que la contaminación afecta a terceros? Espere al final de esta entrada. 

¿Hay un virus peligroso y usted quiere encerrarse en su sótano con un traje de astronauta? Hágalo. ¿Hay un virus peligroso y usted quiere salir como siempre? Hágalo. ¿Considera que el virus no es peligroso? Dígalo. ¿Considera que sí, que es terrible? Dígalo. Pero no condene al resto, haga lo que quiera, diga lo que quiera, y discuta con argumentos.

¿Quiere darse la vacuna contra el bicho 19? Désela. ¿No quiere dársela? No se la de. ¿Considera que la vacuna es segura? Argumente. ¿Considera que no? Argumente. Pero haga lo que quiera, diga lo que quiera y no condene al resto.

¿Prefiere la medicina china a la medicina occidental? Ok. ¿Prefiere la segunda? Ok. Pero no imponga por la fuerza ni la una ni la otra. 

¿Considera que el daño a terceros (contaminación incluida) justifica el uso de la fuerza? Considérelo. ¿Sabe que, al respecto, hay una enorme literatura sobre bienes públicos, externalidades y la sociedad libre? Si no lo sabe, léala. ¿No quiere leerla? No la lea. ¿Quere NO leerla y seguirme insultando? Hágalo. Y yo tengo la libertad de no responder a sus insultos. 

Pero no. Policía, corridas, persecuciones, denuncias, arrestos, palos, disparos, violencia. Si no te quedás en tu casa te pongo preso. Si comulgás con la boca te cierro el seminario y te mando a la miércoles….

Violencia.

Pero la libertad….. Nunca. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Tarifas de luz: otra vez la guillotina horizontal

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 5/3/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/03/05/tarifas-de-luz-otra-vez-la-guillotina-horizontal/

La segmentación que impulsa el gobierno nacional constituye un error que afectará la asignación de los recursos escasos y tendrá como resultado peores condiciones de vida para todos

El ministro de Economía, Martín Guzmán

En nuestro medio considera segmentar el país al efecto de cobrar distintas tarifas de electricidad según sea el barrio del caso y consecuentemente según la ubicación de cada cual con la idea que paguen más los que viven en lugares de mejor edificación y menos los de lugares más pobres.

Dejando de lado el desatino de lo dicho pues el estar en un barrio más elegante no asegura que quien habita allí tenga un ingreso más alto, debe subrayarse que esto tiende a la manía empobrecedora del igualitarismo. Como, entre muchos otros, ha destacado Robert Barro el delta, es decir, la diferencias de ingresos y patrimonios en una sociedad libre resulta esencial a lo efectos de usar los siempre escasos recursos del mejor modo posible puesto que los que dan en la tecla con los requerimientos del prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren el quebrantos. El cuadro de resultados muestra lo que ha votado la gente en el plebiscito diario del mercado con sus compras y abstenciones de comprar. Esto a su vez se traduce en mayores salarios e ingresos en términos reales ya que las tasas de capitalización se maximizan. Esto último, las tasas de inversión, constituye la única causa que explica movimientos de ingresos. Por ende, el limar las aludidas diferencias atenta muy especialmente contra los que menos tienen, los más vulnerables, los más desprotegidos que ven mermar sus salarios.

La igualdad ante la ley se contrapone a la igualdad mediante la ley. Lo primero está indisolublemente atado a la noción de justicia ya que no se trata de iguales ante la ley en la esclavitud, por tanto, el referido anclaje es a “dar a cada uno lo suyo” y “lo suyo” remite al derecho de propiedad, comenzando por el propio cuerpo, por los pensamientos de cada cual y por el uso y disposición de lo adquirido legítimamente. En los países donde hay mayor desigualdad de rentas y patrimonios es donde hay mayor prosperidad para todos, en especial para los que vienen ascendiendo en la pirámide patrimonial que ven incrementados sus ingresos merced a la acumulación en la otra punta que al destinar sus inversiones hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar su rendimiento. En cambio en los países cuyos gobiernos imponen la guillotina horizontal todos son más pobres.

Habiendo dicho esto vuelvo a la idea mencionada al comienzo de hacer que el monto de las tarifas de luz sea de acuerdo al barrio. Esto es lo mismo que imponer la sandez que se pague el pan, la verdura, la vestimenta y todo lo demás según los ingresos de cada uno. Esto llevado al extremo nivelaría rentas y patrimonios con lo cual desaparecen los premios y castigos, es decir, desaparecen ganancias y pérdidas como motores en la asignación de factores de producción con lo que se desmorona el sistema.

En realidad constituye una verdadera bendición que todos seamos desiguales de donde se desprende la antedicha diferencia de ingresos. Si fuéramos iguales se destruiría la división del trabajo puesto que todos quisieran por ejemplo ser médicos y no habría ingenieros ni panaderos, además, la misma conversación resultaría de un tedio insoportable puesto que sería lo mismo que hablar con el espejo y las posibilidades de incrementar el conocimiento serían sumamente magras puesto que no habrían diversas perspectivas, teorías y refutaciones indispensables para el progreso de las ciencias.

Desafortunadamente ha calado hondo la errada idea de la suma cero, a saber que lo que gana uno lo pierde otro lo cual es exactamente al revés en los mercados abiertos donde ambas partes ganan que para seguir con la terminología de la teoría de los juegos se trata de suma positiva, de lo contrario no hay transacción posible.

Por otra parte ha hecho mucho daño la peregrina idea de la llamada “justicia social” que en el mejor de los casos constituye una redundancia puesto que la justicia no puede ser vegetal, mineral o animal, es inexorablemente social. En el peor de los casos –el más generalizado por cierto- se trata de sacarles por la fuerza a unos lo que les pertenece para dárselo a otros lo que no les pertenece.

También se ha dicho recurriendo a una metáfora deportiva que es importante que todos larguen en la carrera por la vida sin ventajas debido a la riqueza de sus progenitores y luego se verá la colocación de cada uno en la llegada de la carrera. He aquí otro estropicio: el que se esfuerza y llega primero en esa competición a poco andar se dará cuenta que su esfuerzo fue inútil puesto que sus descendientes nuevamente serán nivelados en la próxima carrera y así sucesivamente lo cual revela que este correlato deportivo es autodestructivo.

En realidad a estos efectos es del todo irrelevante cuanto hereda tal o cual persona puesto que la prueba de su competencia o incompetencia se verá en el mercado y quien no sepa administrar bien lo recibido será desplazado por otros más eficientes y así los recursos cambian de mano. No hay posiciones irrevocables, todo depende de la aptitud de cada uno para servir a los demás.

Sin duda que todo esto no ocurre donde irrumpen empresarios prebendarios que viven de los privilegios otorgados por los gobiernos a los cuales se alían para explotar miserablemente a la gente con mercados cautivos y otras dádivas obtenidas en la cópula hedionda con el poder político del momento.

Lo que dejamos consignado no significa que deba abandonarse la idea del gravamen proporcional que se traduce en la misma tasa para todos en materia impositiva por lo que desembolsan más los de mayor capacidad contributiva pero se da de bruces con la idea de la progresividad, en otras palabras, cuando la alícuota se mueva según el contribuyente una situación que destruye las posiciones patrimoniales relativas establecidas en el mercado, bloquea la movilidad social, es un castigo a la eficiencia y perjudica a los menos favorecidos puesto que contrae la inversión.

Es realmente llamativo que a esta altura de los acontecimientos se siga machacando con la idea que atacando a los que producen puede favorecerse a los menos pudientes. El asunto es exactamente al revés, el embate a la producción achata los salarios y empobrece. En este contexto es por eso que resulta tan trascendental contar con un mercado libre de trabajo con sindicatos que no bloqueen la libertad de asociarse y contratar. Por eso también resulta tan perjudicial el voluntarismo imponiendo salarios por decreto sin ver que esto indefectiblemente conduce al desempleo.

En no pocas oportunidades se ha citado la noción de igualdad de la revolución francesa -antes de la contrarrevolución de los jacobinos- cuando precisamente los dos primeros artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre se refieren a la igualdad de derechos y la propiedad privada al contrario del igualitarismo a que nos veníamos refiriendo. La mencionada política de la segmentación en el caso de las facturas de la luz desconoce la igualdad ante la ley pues otorga distintos derechos a las distintas personas. No puede jugarse con fuego y en algún momento debe ponerse punto final a la monotonía del estatismo y retornar a los valores alberdianos que hicieron de nuestro país uno de los más prósperos del planeta para luego abrazar los atropellos del Leviatán responsable de la feroz decadencia en la que nos debatimos desde hace largas décadas.

En este contexto Juan Bautista Alberdi subraya que “para proteger mejor el fin social de la riqueza, la Constitución ha preferido la distribución libre a la distribución reglamentaria y artificial. La distribución de la riqueza se opera por sí sola, tanto más equitativamente cuanto menos se ingiere el Estado en imponerle reglas”, de ahí su conclusión al preguntarse y responder “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra.”

En resumen, la idea de la segmentación de tarifas constituye un error de proporciones que afecta la asignación de los recursos escasos que redunda en peores condiciones de vida para todos pero, como queda dicho, especialmente perjudican a los de menores ingresos. Esta idea en nuestro medio está estrechamente vinculada al eventual arreglo con el Fondo Monetario Internacional sobre el que ya hemos puntualizado en otra publicaciones que es una institución nefasta dedicada a financiar a gobiernos fallidos con fondos coactivamente detraídos de los contribuyentes de otros países, lo cual no significa que puedan contraerse deudas y luego pretender la desatención de los compromisos contraídos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Superabundancia: cada vez hay más recursos pese a que la población mundial crece

Por Martín Krause. Publicada el 3/3/22 en: https://bazar.ufm.edu/superabundancia-vez-mas-recursos-pese-la-poblacion-mundial-crece/

Marian Tupy y Gale Poolery renuevan el desafío que planteara Julian B. Simon cuando, ante la preocupación por el crecimiento demográfico y la escasez de recursos, en un libro titulado Superabundancia, donde muestran lo siguiente:

A generaciones de personas se les ha enseñado que el crecimiento de la población hace que los recursos sean más escasos. En 2021, por ejemplo, un informe ampliamente publicitado argumentó que “la población mundial en rápido crecimiento está consumiendo los recursos naturales del planeta a un ritmo alarmante. . . el mundo actualmente necesita 1,6 Tierras para satisfacer la demanda de recursos naturales… [una cifra que] podría aumentar a 2 planetas para 2030”. ¿Pero es eso cierto?

Después de analizar los precios de cientos de productos básicos, bienes y servicios a lo largo de dos siglos, Marian Tupy y Gale Pooley descubrieron que los recursos se volvían más abundantes a medida que crecía la población. Eso fue especialmente cierto cuando observaron los «precios del tiempo», que representan el tiempo que las personas deben trabajar para comprar algo.

Para su sorpresa, los autores también encontraron que la abundancia de recursos aumentó más rápido que la población, una relación que ellos llaman superabundancia. En promedio, cada ser humano adicional creó más valor del que consumió. Esta relación entre el crecimiento de la población y la abundancia es profundamente contraria a la intuición, pero es cierta.

¿Por qué? Más personas producen más ideas, lo que lleva a más invenciones. Luego, la gente prueba esos inventos en el mercado para separar lo útil de lo inútil. Al final de ese proceso de descubrimiento, las personas se quedan con innovaciones que superan la escasez, estimulan el crecimiento económico y elevan el nivel de vida.

Pero las grandes poblaciones no son suficientes para sostener la superabundancia, solo piense en la pobreza en China e India antes de sus respectivas reformas económicas. Para innovar, se debe permitir que las personas piensen, hablen, publiquen, se asocien y estén en desacuerdo. Se les debe permitir ahorrar, invertir, comerciar y obtener ganancias. En una palabra, deben ser libres.

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

La función del Estado bajo la lupa

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 3/3/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/03/03/la-funcion-del-estado-bajo-la-lupa/

El redistribucionismo encuentra su fundamento en la llamada justicia social, término que necesita del adjetivo “social” para darle a la justicia una velada resignificación antitética, parecida a la que Fidel Castro le dio a la palabra libertad cuando se refería a la “libertad revolucionaria” del pueblo cubano

Una bandera argentina flamea sobre la Casa Rosada, sede del Estado Argentino (REUTERS/Carlos Garcia Rawlins)

En un contexto intolerable de progresiva asfixia a la producción y pérdida de libertades básicas a manos de un estado voraz, depredador, desaprensivo y prepotente; la gente comienza a preguntarse más seriamente cuál es el rol del estado. El caso argentino aporta otro ejemplo a lo que el filósofo Michael Huemer define como la irracionalidad de la política porque, en los últimos cincuenta años, la Argentina insistió con el discurso político de la ayuda a los más necesitados solo para triplicar el tamaño del estado y aumentar once veces la cantidad de pobres.

Desde que tengo uso de razón se viene machacando sobre el redistribucionismo, práctica basada en la inmoralidad de robar a unos los que les pertenece para dárselo a otros lo que no les pertenece. Pero, sus promotores y quienes nos gobiernan hace décadas, solo lo enuncian bajo un falso romanticismo para ganar voluntades y concretar la tiranía de las mayorías a efectos de perpetrarse en el poder.

El redistribucionismo encuentra su fundamento en la llamada justicia social, término que necesita del adjetivo “social” para darle a la justicia una velada resignificación antitética, parecida a la que Fidel Castro le dio a la palabra libertad cuando se refería a la “libertad revolucionaria” del pueblo cubano. El término aberrante de la justicia social se ha instalado en muchos ámbitos; está incluso incorporado en el vocabulario de gente bien intencionada pero que no repara en sus implicancias corrosivas e incivilizadas. El sistema educativo no queda libre de culpas; muy por el contrario, es uno de los motores que propaga éste y otros desvalores del socialismo. Gracias a la posibilidad de estar en contacto con gente joven, recibo innumerables contenidos de colegios secundarios y universitarios con este tipo de postulados destructivos. Esto no es nuevo ya que mi generación también fue diariamente rociada con estas teorías. Recuerdo que, un profesor, a la clásica definición de justicia de Ulpiano de “dar a cada uno lo suyo”, le agregaba “según méritos y necesidades” proponiendo así la rapiña y la corrosión más absoluta de los marcos de respeto y el orden civilizado.

El problema de la Argentina es que ha instaurado la legalización del saqueo. Y es así como el argentino de bien vive en estado de permanente alerta, a la defensiva, tratando de zafarla y se le va la vida en ello.

El argentino que se vale por sí mismo y tiene ánimo de superación, trabaja de sol a sol para llegar a su casa, prender la televisión y escuchar a los crápulas que, con el tiempo hemos permitido que manejen nuestras vidas, anunciar más impuestos, pérdida de más libertades, referirse a una “crisis habitacional” en contextos de tomas de campos, terrenos y casas; imponer cepos, más regulaciones y otros atropellos a la propiedad privada.

Está claro que el cambio no va a venir de la gente que ha creado el sistema esclavizante del cual parasita. Es importante que ciudadanos de buenos valores se involucren y rechacen las trasnochadas teorías basadas en la expoliación porque es imposible que prevalezcan los incentivos productivos que llevan al crecimiento y al bienestar cuando, el fruto de nuestro trabajo, debe ser expuesto a un entorno de piratas y salteadores de caminos.

Hay que comprender que el capital no tiene patria y que, nuestro situación desesperante, no permite darnos el lujo de ahuyentarlo hacia climas más seguros para la inversión. Incluso hoy, el capital más valioso, el humano, se está yendo también a climas más seguros para su vida, sus ideas, su esfuerzo, su libertad y su propiedad. Las cifras del éxodo de jóvenes son tristes y escalofriantes. Para sólo mencionar las más recientes, en los últimos 50 días, cada 24 horas, se fueron al exterior 82 argentinos para no volver.

Los argentinos de trabajo, cuyo costo de oportunidad de mudarse al exterior aún es caro o los que se quedaron “a pelearla”, son cada vez menos y son considerados por el estado como ciudadanos de segunda categoría, como siervos de la gleba que están al servicio del señor feudal.

El ya raquítico sector productivo tira de un carro con ruedas cuadradas en el barro impositivo y regulatorio cargando a más del 60% de la población que viaja sobre él. Cuando visitamos países decentes o tratamos de explicarles a amigos extranjeros esta locura, nos damos cuenta de que se nos va la vida siendo un engranaje del aparato estatal que solo se limita a trabajar, pagar impuestos y elegir entre irse de vacaciones una semana a Mar Chiquita o seguir aprovechando la suerte de pocos de poder ahorrar el 25% del sueldo para comprar un dos ambientes después de 45 años de trabajo.

Mientras la Argentina se desangra, los políticos, los sindicalistas, los fieles arlequines de la pauta oficial y los explotadores de privilegios comerciales que tienen la osadía de llamarse empresarios, viajan y se hospedan en hoteles cinco estrellas, vuelan en clase business y compran camisas de algodón italiano; todo en el contexto del despilfarro de fondos públicos en algún congreso caribeño de agenda irrelevante, que promete vida social, baños de mar y las esperadas tardes libres para visitar algún local de Gucci y así reconocerle a alguien favores secretos de regreso a Buenos Aires.

A diferencia de cualquier empleado o empresario honesto, las cuentas bancarias de la casta política y sus cortesanos, no dependen de las valoraciones del mercado, es decir, de los aciertos tendientes a mejorar el nivel de vida de su prójimo; dependen únicamente de cuán cerca estén del estado al momento de producirse la repartija del botín de la “justicia social”.

En este país de la cultura del saqueo legalizado, mientras una empresa hace una reunión de directivos para posicionarse mejor con sus clientes o calcular indemnizaciones por despidos para resistir el último embate fiscal, hay otra reunión en Hipólito Yrigoyen 370 pensando nuevos criterios para subir alícuotas impositivas o crear un nuevo impuesto.

El rasgo distintivo de buena parte de quienes integran la red que vive del sudor del sector privado, es la hipocresía y la envidia. A estos acólitos de la religión del estado no les importa que su prédica contribuya a empobrecer el país siempre y cuando ellos puedan beneficiarse de los privilegios del politburó.

Todos, absolutamente todos los gobiernos de las últimas décadas, se han alejado de los principios y valores liberales de Alberdi y sus amigos. Siempre parece que tocamos un nuevo fondo. Estos últimos dos años no son la excepción; fueron marcados por la corrupción y robo de vacunas del “gobierno de científicos” con el vacunatorio VIP, fiestitas de Olivos durante una cuarentena política inaceptable mientras se fundían decenas de miles de emprendedores valiosos. Tenemos 40% de pobres en el que fuera el “granero del mundo” y la emisión monetaria está al borde de la hiper. La cultura de la toma de deuda política -que pagan generaciones presentes y futuras-, está a niveles inauditos y, como si esto fuera poco, el infierno fiscal imposibilita que cualquier Excel tenga números negros.

Santiago Maratea

En las últimas semanas, mientras la Provincia de Corrientes perdía el 10% de su extensión territorial (equivalente a 43 veces la Capital Federal) bajo un fuego imparable, el Ministro de Medioambiente visitaba el Caribe y, el Presidente de la Nación, intentaba atajar un penal en la playa de Mar de Ajó para promocionar el turismo. Alberto Fernández terminó mandando saludos al “norte argentino” y la provincia de La Rioja cuando fue forzado por un periodista a que se expida sobre la catástrofe de la zona mesopotámica.

La solidaridad, otro término que los socialistas pretenden corromper, se realiza con recursos propios y de forma voluntaria; tal como el espíritu argentino demostró con donaciones a Corrientes encabezadas por múltiples instituciones y a nivel particular. Marcando un contraste notable con la desidia estatal, en menos de dos días, el influencer Santiago Maratea, cuyo buen nombre y transparencia se ha ganado la confianza del público, logró que el sector privado -aun atravesando una gran crisis- le confíe 150 millones de pesos para ayudar a los correntinos. La Argentina fue un ejemplo de estos gestos nobles antes de que la mayoría de las entidades filantrópicas, sociedades de fomento y el mutualismo de comunidades de inmigrantes, fueran perseguidas por el peronismo para nacionalizar la “solidaridad” y convertir a Eva Perón en la precursora del clientelismo político a través de la Fundación Eva Perón.

El contraste con la estructura pública, es elocuente. El Ministerio de Medioambiente que tiene más de 250 empleados con sueldos por $1.600 millones y un presupuesto de $20.300 millones, no hizo absolutamente nada. La gente se pregunta, ¿qué hubiera hecho el sector privado si no hubiera sido saqueado con $20.300.000.000 para establecer ese Ministerio, ese kiosko político impresentable? ¿Qué hubiera hecho el mercado con ese dinero al servicio de los incentivos comerciales para prevenir y resistir esta tragedia? ¿Cuánto más potente podría ser la respuesta solidaria con menos peso de la estructura pública?

Revisando el detalle absolutamente demencial de los presupuestos municipales, provinciales y nacionales, tan alejados de las muy limitadas funciones específicas que debe tener el estado, la pregunta que se hace la gente es ¿qué sería de la Argentina sin la sustracción violenta del Estado y los recursos en manos de los legítimos dueños? Los recursos están, los sigue generando el sector privado. ¿Cómo serían los niveles educativos y sanitarios de los que hoy nos quejamos si no fueran devorados por el estado? No es un tema de eficiencia, es un tema de incentivos y reconocer que solo el mercado (es decir, la gente) puede establecer las prioridades correctas para satisfacer las cambiantes carencias en un marco de ilimitadas necesidades y recursos escasos.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie