Sturzenegger y Macri, destruyendo al mercado

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 23/4/18 en: https://alejandrotagliavini.com/2018/04/23/sturzenegger-y-macri-destruyendo-al-mercado/

 

Es falso que esta suba de tarifas sea inflacionaria y ni siquiera que aumente el IPC. Las prestadoras están subsidiadas por el Estado, de modo que, los ciudadanos -vía impuestos- pagan los subsidios, pero, además, hay que sumar los sueldos de los intermediarios estatales. Así, eliminados los subsidios, aumentada la tarifa, al mercado debería quedarle más dinero en el bolsillo, bajando el IPC que, si hoy aumenta, es porque el Estado no solo no devuelve los impuestos, sino que -al subir la tarifa- aumenta la recaudación ya que las boletas tienen un componente tributario (IVA; Ingresos Brutos, etc.) de un 37%, según el Iaraf.

Dice el macrismo que “los servicios tienen un costo y hay que pagarlo” demostrando que no entienden al mercado que no se mueve por costos sino por ganancias. Las tarifas -en un mercado libre y competitivo- nunca son determinadas por los costos sino por la oferta y demanda que así regula el uso eficiente de los recursos sociales.

Hoy las prestadoras no son empresas libres y competitivas sino monopolios, oligopolios, y algunas estatales. Así, las tarifas propuestas por la oposición y el gobierno -demasiado altas o bajas, no sabremos mientras el mercado no rija- nada tienen que ver con la tarifa justa, eficiente, es solo una discusión política a espaldas del mercado.

Como recuerda Javier Milei, antes de la creación del BCRA en 1935, la base monetaria crecía a una tasa anual promedio de 6,1%, y la inflación era de 3,4%. Durante los primeros 10 años del BCRA, cuando era mixto, la emisión monetaria pasó a crecer al 13,6% anual, promedio, mientras que la inflación trepó al 6%. Desde 1946, la estatización total del BCRA, hasta 1991 la cantidad de dinero creció a un promedio del 176% anual, y los precios al 225%.

Dejando claro que la inflación es la emisión exagerada de moneda -respecto de la demanda del mercado- en tiempo real. Así, quitar dinero circulante una vez emitido no detiene a la inflación producida. Pero Sturzenegger, dijo estar dispuesto a subir la tasa de interés, insistiendo en una política fracasada. Con tasas altas tipo país africano, la inflación en 2018 superó a la de 2017 y la “núcleo”, promedio mensual, viene subiendo de 1,70% en los últimos 12 meses a 2,07% en el último trimestre.

Queda en evidencia que las altas tasas, lejos de bajar la inflación son inflacionarias porque disminuyen la demanda de dinero en tiempo real aumentando el spread con la oferta. La demanda de M1 cayó 1,0% interanual en términos reales en marzo 2018 según el BCRA.

Además, las tasas artificialmente altas -no establecidas naturalmente por el mercado- retrasan el crédito, ergo, la productividad y así disminuye aún más la demanda de dinero. Y todavía más. El problema de fondo es que el gasto estatal no se solventa con recursos genuinos -aquellos voluntariamente aportados por el mercado como por la venta de propiedades estatales- sino con recursos coactivamente obtenidos como impuestos, inflación y endeudamiento exagerado presionando a otro aumento de las tasas.

Los gastos corrientes son el 93% del gasto de la administración nacional. De acuerdo con un reporte de la Universidad de Belgrano, de este gasto corriente, el 49,5% va a la Administración Central que destina el 32% al pago de intereses de la deuda que sumaron $ 224.907 M en 2017, 71% más que en 2016. En 2016 y 2017, la deuda pública nacional interna y externa, en pesos y moneda extranjera, subió en US$ 80.269 M, un crecimiento de 22%.

Ahora, con este aumento -en 2016 y 2017- de deuda que llega al 15% del PIB la economía creció solo 0,6% en total. Aunque la industria cayó 2,6%, en el bienio con respecto a 2015, y el comercio creció apenas 0,1% y entre ambos representan un tercio del PIB. Por cierto, el PIB per cápita está 0,9% por debajo de 2015. La apertura de las importaciones complicó a los industriales dado que es difícil competir con el exterior dada la presión fiscal (impuestos, inflación, créditos inaccesibles, etc).

Incluso la construcción, apalancada desde el gobierno, en estos dos años bajó 2% y aunque el oficialismo muestra que últimamente ha despegado fuertemente, esto tiene olor a burbuja. De hecho, los créditos UVA podrían estallar. Según un informe del CEPA, por ejemplo, a quién tomó un crédito de US$ 100.000, luego de abonar 24 cuotas, la deuda se le ha incrementado en más $ 620 mil (52%) cuando bajo el sistema de crédito tradicional habría caído unos $ 5.200.

Como colofón, y contra caso, mostrando que el manejo de las tasas por parte del Estado acarrea problemas, dadas las bajas tasas de los Bancos centrales de los países desarrollados, la deuda global asciende a US$ 164 B (billones), según datos de 2016. El 225% del PIB mundial, 12% del PIB más endeudado que en el anterior máximo en 2009. Una bomba de tiempo dado el aumento de tasas que viene.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Diferencias y similitudes entre la inflación M y la inflación K

Por Iván Carrino. Publicado el 25/4/18 en: http://www.ivancarrino.com/diferencias-y-similitudes-entre-la-inflacion-m-y-la-inflacion-k/

 

En lo cuantitativo, la inflación de hoy es similar a la de CFK, pero cualitativamente la cosa es muy diferente.

La inflación es un fenómeno monetario. Cuando el dinero es excesivamente abundante, su valor cae, y eso se ve reflejado en el aumento de todos los precios de la economía.

En Argentina hace 10 años que tenemos una inflación promedio del 27%, ocupando los primeros puestos del mundo en este ranking de mala gestión monetaria.

Según datos privados, los precios subieron en 2015 alrededor de 27% y promediaron, en los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, una suba de 25,2% anual.

De acuerdo con datos oficiales, la inflación cerró en 24,8% el año pasado y durante el primer trimestre de este año el dato anualizado es 29,6%. Es decir que durante la gestión de Mauricio Macri –para quien la inflación no iba a ser un tema durante su gobierno- los datos referentes al ritmo de aumento de precios no distan demasiado de los del gobierno de CFK.

Tomando esta realidad como referencia, muchos igualan ambas situaciones, y sostienen que tras todos los cambios introducidos, nada relevante ha pasado con el crucial tema de la inflación.

Similitud cuantitativa, diferencia cualitativa

Ahora si bien al mirar los números, la situación parece similar, lo cierto es que en el aspecto cualitativo, el cambio es significativo.

Es que con CFK prevalecía el modelo chavista de administración económica. Es decir, se emitían billetes para financiar el déficit fiscal, y luego se buscaba reprimir las consecuencias controlando todos los precios de la economía.

Durante la gestión anterior prevaleció el cepo cambiario, un clásico control administrativo del tipo de cambio, que busca regular el precio de todos los bienes y servicios relacionados con el dólar. Además, existía una extendida red de “Precios Cuidados”, los precios de las naftas estaban controlados, y las tarifas de servicios públicos (agua, gas, luz, transporte), se mantuvieron prácticamente congeladas.

Por último, también se cobraban retenciones a las exportaciones, buscando divorciar los precios internos de los internacionales.

Este sistema de controles fue lo que el economista alemán Wilhelm Röpke denominó “inflación reprimida”. Para Röpke, la inflación reprimida “consiste fundamentalmente en que un gobierno promueve la inflación, prohibiendo más tarde, sin embargo, su influencia sobre los precios y los tipos de cambio, sustituyendo las funciones ordenadora e impulsora de los precios por el bien conocido sistema de la economía de tiempo de guerra, consistente en el racionamiento a precios controlados”.

Según el alemán, a quien muchos consideran autor intelectual de la reforma monetaria y la casi total liberación de los precios que llevó a Alemania al “milagro alemán” de la posguerra, “la inflación reprimida es aún peor que la abierta, ya que el dinero acaba por perder, no sólo la función de ordenar el proceso económico actuando como medio de cambio y unidad de cuenta, sino también la no menos importante de estimular la óptima producción de bienes y su distribución al mercado”.

En esto también coincidían dos destacados Premios Nobel de economía. Friedrich A. Hayek consideraba que “la inflación abierta es suficientemente mala. Pero la inflación reprimida por los controles es incluso peor: es el verdadero ocaso de la economía de mercado”. Milton Friedman, por su lado, afirmaba que “la inflación libre es perniciosa, pero la inflación suprimida es peor: el intento de supresión impide que obre el sistema de precios”.

Para resumir,  si bien existe hoy una inflación tan alta como la que prevalecía durante el kirchnerismo, el sistema de precios opera con mucha mayor libertad que antes, con los beneficios que esto implica.

El corto plazo y el futuro de la inflación

Los precios libres son absolutamente indispensables para tener una economía de mercado vibrante. Sin embargo, su liberación a corto plazo suele terminar impactando en los índices con los cuales los estadísticos miden la inflación.

Como se observa en el gráfico de más abajo, al tomar el promedio móvil de tres meses de la inflación mensual en la Ciudad de Buenos Aires, se observa que durante los primeros trimestres de 2016, 2017 y 2018, los precios regulados suben mucho más que la inflación general, impulsando a ésta al alza.

(Nótese la diferencia de valores entre la línea punteada, cuya referencia está en el eje izquierdo, y la línea negra sólida, cuya referencia se encuentra en el eje derecho).

Gráfico 1. Inflación CABA, precios regulados e IPC General.

infla k y m

Fuente: ICYA en base a Estadísticas CABA.

A largo plazo, lo único que determina la inflación es el exceso en la cantidad de dinero. Sin embargo, los ajustes de algunos precios puntuales tienen un efecto de corto plazo que no debería ignorarse.

Ahora bien, si la suba transitoria de la inflación que estos ajustes generan, es el costo que tenemos que pagar para que el sistema funcione mejor, bienvenido sea.

Por último, es obvio que necesitamos una política monetaria más agresiva,  porque los registros inflacionarios siguen muy lejos de las metas. Pero reconozcamos también que la “inflación M” es muy diferente de la “inflación K”.

La estrategia antiinflacionaria del kirchnerismo ignoraba las causas de la inflación y solo buscaba torpemente controlar sus consecuencias.

La estrategia de Cambiemos busca –aunque imperfectamente hasta el momento- corregir las causas de la inflación, pero liberando precios, algo que cualquier defensor de una economía sana debería aplaudir.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

¡Viva Tabarnia!

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 28/4/18 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/viva-tabarnia/

 

El libro ¡Viva Tabarnia!, de Albert Boadella, que se lee de una sentada, es una pequeña joya que ayuda a entender el peligro que representa el nacionalismo para la libertad de todos.

El propio Boadella vivió en sus primeros años en Cataluña “el placer y el privilegio de recrearse en este sentimiento irracional de pertenencia al terruño”, y por eso denuncia al nacionalismo como fundamentalmente xenófobo.

En su estrategia totalitaria, los nacionalistas no pueden dejar de mentir. En eso se parecen a los colectivistas de toda laya, y también en la degradación que suele aquejarlos —hemos asistido estupefactos al despropósito de la alcaldesa de Barcelona, que llamó “facha” al almirante Cervera.

Pero el autor es también crítico con los demás partidos que se desentendieron de Cataluña: “cuando necesito los votos cierro los ojos, no miro lo que pasa y el que venga detrás ya se apañará, y así se han ido pasando el muerto de unos a otros, porque el muerto realmente existía ya desde los inicios: el problema comenzó a existir desde que Pujol empezó a gobernar…ese desentendimiento ha sido mortífero”.

Ningún partido es inocente, porque todos sabían lo que sucedía en los colegios y en la televisión pública, pero callaron, incluido Aznar, que se plegó a las exigencias del siniestro Pujol cuando necesitó sus votos en 1996.

Boadella se centra en los nacionalistas y en el desastre que han perpetrado con sus tres grandes armas: la lengua, la educación y los medios. Es revelador que el sesgo nacionalista en la educación empezó en Cataluña durante la dictadura franquista, es decir, lo mismo que sucedió con el auge del antiliberalismo en la educación en toda España.

El libro despelleja a los próceres del nacionalismo y denuncia la cobardía cómplice del “mundo de la cultura”. Pero no es pesimista. La gente ha salido a la calle el 8 de octubre, arropando a la mitad silenciada de Cataluña.

Y ha surgido Tabarnia, que no es un partido sino un ejemplo del uso antitotalitario del humor. Allí los nacionalistas pierden, porque no son divertidos y propenden a la cursilería. “Son enormemente cursis en su discurso, un discurso entre buenista y progre sentimental, para camuflar un fondo impresentable”.

Cabe terminar como Albert Boadella: “¡Viva Tabarnia!, que es lo mismo que decir: ¡Viva España!”.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Sobre la libertad de expresión y de prensa

Por Gabriel Boragina Publicado el 29/4/18 en: http://www.accionhumana.com/2018/04/sobre-la-libertad-de-expresion-y-de.html

 

Tema siempre latente y de actualidad, la libertad de prensa suele ser analizada bajo la óptica de quienes la defienden contra quienes se oponen a ella, es decir, aquellos que tienen el poder para cercenarla, y que no son otros que los gobiernos del mundo. Veamos cuales son los conceptos que se relacionan con ella.

De acuerdo a la clásica definición del Profesor Ossorio:

«Libertad de prensa. Derecho constitucionalmente garantizado a todos los habitantes de la nación para que publiquen sus ideas por la prensa, sin censura previa. Constituye una modalidad de la libertad de expresión y de opinión (v.).»[1]

Cabe hablar, entonces, de un derecho a la libertad de prensa. Esta se ejerce a través de una vía que es el periodismo que -a su vez- es vehículo de la libertad de expresión. Analizaremos todos estos conceptos más adelante. La fórmula «sin censura previa» no implica que lo que se publique pueda ser cualquier cosa, sino que significa que el material sólo podrá ser censurado una vez publicado y no antes de esta circunstancia. Tampoco involucra la obligación de un medio concreto a publicar las ideas de un tercero. La censura en cuestión se refiere particularmente a la prohibición del gobierno, entendido en sus tres ramas: ejecutiva, legislativa y judicial. Pero no excluye la que pretendan ejercer particulares para evitar coactivamente que alguien dé a conocer sus opiniones.

Distingamos ahora que se entiende por prensa:

«Prensa. A más de la máquina impresora y de la imprenta como tales, el conjunto de publicaciones periódicas. Desde su expansión en el siglo XIX, no ha dejado de suscitar en todas partes los beneficios y riesgos de la libertad de prensa (v.).»[2]

El vocablo prensa -en definitiva- denota un conjunto de publicaciones periódicas que no necesariamente deben estar impresas. La definición acota que, la libertad de prensa (cuya noción expusimos en primer término) en todas partes ha suscitado beneficios y riesgos.

Dado que la libertad de prensa es una modalidad de la libertad de expresión examinemos seguidamente el concepto de esta última:

«Libertad de expresión. Derecho constitucionalmente reconocido a todos los habitantes de la nación para publicar sus ideas por la prensa o verbalmente, sin censura previa.»[3]

La aclaración final «por la prensa o verbalmente» indica que puede ser por escrito u oralmente. Se alude al recurso (o los mecanismos) por el cual se ejerce tal expresión. El derecho apunta y ampara a la acción (expresarse) pero no al contenido de esa expresión. De tal suerte que, si lo que se expresa resulta ser una difamación u ofensa a otra persona, el ofensor estará sujeto a las responsabilidades legales por la posible comisión de un delito de calumnias o injurias que no está respaldado por la ley. Esto es importante aclararlo, porque muchas veces se confunde (en ocasiones intencionalmente) la libertad de expresión con una inexistente «libertad» de difamación, tergiversación, etc. que la ley (al menos la argentina) no protege ni reconoce.

«Libertad de opinión o de palabra. Constituye una modalidad de la libertad de expresión (v.) garantizada constitucionalmente. Esta libertad es aplicable a cualquier forma en que se manifieste, por lo que la libertad de expresión alcanza a las exteriorizaciones verbales también, y no sólo a las impresas, aunque la Constitución no lo diga»[4]

Es una modalidad porque lo que se expresa, en muchas oportunidades, no son opiniones o palabras. Un artista, como puede ser un escultor o pintor, también se expresa mediante de sus obras, aunque excluyan toda verbalización. Este ejemplo se vincula a la anterior definición de la actual. La presente se circunscribe exclusivamente a la verbales, impresas o no impresas. Por lo que preferimos hablar de orales o escritas, que muestran mejor la forma de expresión, ya que ambas son verbales. Relacionado con los anteriores conceptos se encuentra este otro:

«Opinión pública. Manifestación del pensamiento que sobre determinados problemas, generalmente de índole política. tienen los individuos que integran una Colectividad. Puede ser de orden nacional o de orden internacional. En un Estado de Derecho, la opinión pública se concreta mediante la emisión del voto electoral, así como por la libertad de expresión del pensamiento oral o escrita o recogida generalmente por la prensa. En los gobiernos de tipo dictatorial, totalitario o de facto, la auténtica opinión pública o se desconoce por estar cohibida o se expresa en la clandestinidad, pese a los esfuerzos de los detentadores del poder para simular respeto a ella.»[5]

Esta es una idea mucho más amplia, que abarca dos rutas para dicha manifestación: la del voto electoral, por un lado, y la de la libertad de expresión por el siguiente. En realidad, tanto el voto como la publicación son los arbitrios por camino de los cuales se expresa la opinión pública y se hace conocida a todos. En el primer caso, por canal del escrutinio y posterior difusión del resultado comicial y, en el segundo, por la divulgación del pensamiento.

En un sentido algo más amplio, el voto también es una forma de expresar la opinión política, por lo que entendemos que la libertad de expresión comprende e incluye la libertad de votar. Y -por contrapartida- la de no votar. Ya que la libertad estudiada consiste -en suma- en la de expresarse o no hacerlo. Se trata de un derecho, que el sujeto activo puede ejercer o no. De lo contrario no podría hablarse de «libertad» si existiera una obligación general de expresarse. Entendemos por ello que, la libertad de expresarse -por modo del voto- debe incluir la de no hacerlo (no expresarse por intermedio del voto, es decir, no votar si la persona en cuestión no desea hacerlo).

«Previa censura. La que se ejerce, sobre la prensa en especial, antes de darse al público. (V. CENSURA, LIBERTAD DE EXPRESIÓN.)»[6]

En nuestro sistema constitucional está prohibida. Se entiende que se conecta a la censura que terceros pretenden hacer contra la libertad de prensa, y no a la autocensura, que es el caso de cuando alguien se abstiene voluntariamente a dar a conocer su opinión por conducto de la prensa.

[1] Ossorio Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales. -Editorial HELIASTA-1008 páginas-Edición Número 30-ISBN 9789508850553 pág. 554

[2] Ossorio, Ibidem, p. 761

[3] Ossorio, Ibidem, p. 554

[4] Ossorio, Ibidem, p. 554

[5] Ossorio, Ibidem, p. 657

[6] Ossorio, Ibidem, p. 768

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

EL ABORTO Y LA LIBERTAD RELIGIOSA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 29/4/18 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2018/04/el-aborto-y-la-libertad-religiosa.html

 

Una cosa es debatir el tema del aborto con un libertario que sostenga que la madre tiene la libertad de abortar conforme al art. 19, esto es, como una acción privada que no violaría derechos de terceros, y allí el debate es entonces si el embrión es persona o no.

Pero otra cosa es debatir sobre una ley de derecho al aborto como servicio gratuito y obligatorio que todas las instituciones de salud, públicas o privadas, estarían obligadas a proveer, sin aceptar siquiera la objeción de conciencia de un profesional que se negara a practicarlo.

Esto último es claramente totalitario y arrastra una mentalidad estatista que se ha extendido en todo el mundo, a saber, que el estado tiene el derecho de imponer sus planes en materia de educación y salud, sin tener en cuenta la libertad de asociación, la libertad de pensamiento y la libertad religiosa que todos los seres humanos tienen por ser tales.

Esto implica también el olvido sistemático de la noción de derechos individuales, y especialmente el derecho a la libertad religiosa.

Traemos este tema a colación NO porque la oposición al aborto sea una cuestión exclusivamente religiosa, sino porque las comunidades religiosas tienen el derecho a tener instituciones propias según sus propia visión del mundo, y ese es un límite básico a la omnipotencia gubernamental, so pena de convertirse, el gobierno que viole ese derecho, en violatorio ipso facto de derechos humanos tan proclamados como violados.

Se ha olvidado en todo el mundo, incluso en los creyentes, qué significa el derecho a la libertad religiosa. Casi todos lo aceptan bajo el supuesto de que las religiones son creencias irrelevantes desde el punto de vista racional y social. Por ende, haz lo que quieras, total no importa nada de eso.

Wrong.

La libertad religiosa no se basa en que el contenido de las religiones sea irrelevante, irracional o arbitrario, sino en el derecho a la libertad de conciencia, esto es, a seguir las propias convicciones sean acertadas o erradas, en tanto no violen otros derechos de terceros.

Por ende los que así sostenemos la libertad religiosa lo hacemos con la convicción de que alguien, sobre la base de su religión o su agnosticismo, puede hacer algo malo o erróneo, o bueno y verdadero, siempre que ello entre en el artículo 19 de la Constitución.

Por ende todos los que tratan de imponer obligatoriamente su propia visión del mundo desde el gobierno, no tienen idea de lo que la libertad religiosa significa. Ellos piensan: en lo importante, gobierno; en lo irrelevante, libertad.

Los liberales clásicos pensamos, en cambio: en todo, importante o irrelevante, libertad, excepto que se viole el derecho a la vida, propiedad o demás derechos individuales. Y si hay un gobierno, no es para imponer por la fuerza lo que debería ser propuesto libremente a través de la libertad de expresión, religión, asociación, etc.

Por supuesto que si hay un gobierno, tiene que hacer opciones morales en su organización constitucional, y sus legislaciones pueden estar basadas en un ethos cultural no estatal, pero no por ello sus funcionarios tendrán el derecho de violar directamente las concepciones del mundo derivadas de la libertad religiosa.

Por ende los proyectos de aborto que lo sostienen como un servicio obligatorio para instituciones incluso privadas, son intrínsecamente totalitarios y signos lamentables de un autoritarismo cultural que se ha extendido en todo el mundo, bajo el totalitarismo cultural de lo políticamente correcto, y un pensamiento único que, como vemos, NO se ha superado aunque Hitler haya sido vencido o el Muro de Berlín haya caído. No, Occidente ya no es el mundo libre que alguna vez fue. Como dijimos el Domingo pasado, se ha convertido en el dominio totalitario de un pensamiento único frente al cual toda disidencia, como por ejemplo esta, queda sospechosa de nuevos delitos tales como discriminación, ofensa, discurso de odio, etc., nuevos delitos inventados para acabar lentamente –sin la ingenua crueldad de totalitarismos anteriores- con las verdaderas libertades individuales que fueron fruto del ethos judeocristiano.

 

La libertad ya no existe. Ahora, sólo resiste…

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

El tema de la semana: la suba de tarifas

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 27/4/18 en: https://www.portfoliopersonal.com/Research/Noticia/7020

 

El gobierno de Macri se ha visto complicado en las últimas semanas por el problema del ajuste de tarifas. La quita de subsidios que lleva a un incremento en el precio que deben pagarse por estos servicios ha mostrado cierto hartazgo en la opinión pública. Lamentablemente, la oposición se ha visto más inclinada a utilizar este descontento con fines políticos que ha ofrecer soluciones de fondo.

El atraso tarifario es unas de las herencias más costosas que el kirchnerismo le ha dejado a Cambiemos. Es, también, un problema muy pobremente explicado por Cambiemos. Una cosa es entender que al no ajustarse las tarifas de los servicios públicos las mismas deban ser subsidiadas y eventualmente tendrán que ser corregidas. Otra cosa es tener una comprensión de la dimensión y alcance del problema. Cambiemos parece funcionar bajo la ilusión que entender un problema es lo mismo que ser consciente del tamaño del mismo. Es por este motivo que en el cambio de gobierno varios economistas insistían con que se explique en detalle y de forma accesible lo heredado de la gestión K.

Que las tarifas deben ser actualizadas no debería ser tema de discusión. Cuando se fijan precios por debajo de sus valores de equilibrio se generan tres problemas: (1) se produce un faltante de recursos, que se traduce en importaciones y perdida de reservas, (2) se enfrentan otros costos como cortes de energía, servicios de baja calidad, etc. y (3) se facilita la corrupción, donde el funcionario de turno tiene el poder elegir a quien asignar la energía a cambio, por ejemplo, de contribuciones a campañas políticas. La discusión política debería centrarse en cómo ajustar las tarifas y no en si deben o no ajustarse sus valores.

Hay dos motivos por los cuales el aumento de tarifas de niveles irrisoriamente bajos (aunque no en todo el país) a valores razonables ha generado descontento.

En primer lugar, el gobierno no se ha preocupado por explicar la necesidad y el alcance de los ajustes. Las explicaciones de Cambiemos son tardías, poco claras, y terminan sonando a excusa política. Si hay algún tema que amerita una conferencia de prensa o cadena nacional para informar a la opinión pública de problema serios es justamente el ajuste de tarifas. El timbreo y los posts en Facebook y Twitter no alcanzan. Hay que tener en cuenta que hay una generación que nunca ha pagado tarifas razonables. El ajuste que se les pide no es parte de su experiencia de vida. Recordar que hace 15 años se pagaban valores mayores de tarifas poca relevancia tiene para el ánimo presente de la opinión pública.

En segundo lugar, un entendible descontento de la opinión pública con la situación económica. La lluvia esperada de inversiones no ha llegado. La inflación está estancada hace ya varios meses en valores similares a los del gobierno kirchnerista. La presión fiscal sigue estando al límite. Ante este escenario, el gobierno pide a la población que se ajuste aún más mientras al gasto público se lo trata como un bien sagrado. En concreto, mientras a quien apenas llega a fin de mes se le pide que de algún manera pague el aumento de tarifas, el gobierno extiende subsidios a piqueteros. Cambiemos erosiona su propia autoridad moral de pedir repetidamente ajuste al contribuyente mientras el gasto público recibe un trato preferencial. El trato que los legisladores han dado al tema del cambio en efectivo libre de impuestos pasajes de avión es un ejemplo de este problema.

Para que el aumento de tarifas sea soportable para la población, es necesario liberarle recursos por otro lado. Como se viene sugiriendo hace tiempo, una opción es reducir la pesada carga impositiva atada a las tarifas. Quizás algunas de estas tasas sean necesarias y razonables, pero muy difícilmente lo sean en su conjunto. ¿Dónde tiene su mente Cambiemos, si una alternativa que sólo requiere de sentido común se las ha pasado por alto? Ciertamente puede ser difícil bajar varios de estos impuestos dado que no son nacionales, pero nada impide a Cambiemos bajar impuestos bajo su jurisdicción como el impuesto el cheque o IVA.

El tema de las tarifas es, en definitiva, síntoma del problema de fondo, un nivel de gasto público insostenible y nivel de déficit fiscal que debería preocupar más. El gradualismo que ha elegido el gobierno funciona si la opinión pública está dispuesta a recibir malas noticias de manera repetida. Para ello, es necesario que el gobierno no escape a explicar las medidas tomadas. Al no informar de manera clara a la población la dimensión del problema, a la par que la dirigencia política continúa con gastos innecesarios, se perpetúa la ilusión K de que Argentina tiene un nivel de ingresos y recursos mayores a los reales.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

La península coreana se acerca finalmente a la paz

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 26/4/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2129157-la-peninsula-coreana-se-acerca-finalmente-a-la-paz

 

Mañana viernes se reunirán los presidentes de Corea del Norte y Corea del Sur en procura de consolidar la paz entre ambas naciones. Una sensación de moderada esperanza se ha apoderado de muchos. Y no sin buenas razones. Ocurre que la guerra entre las dos Coreas que estallara el 25 de junio de 1955 entre el norte -entonces en manos del comunismo- y el sur -apoyado sustancialmente por los EE.UU.- se interrumpió sin vencedores definitivos e insólitamente nunca pudo cerrarse mediante un tratado de paz explícito.

Antes, la península había sido dividida y ocupada por los EEUU y la Unión Soviética, en 1945, tomando como frontera divisoria al paralelo 38º. La guerra fría mantuvo esa división y las dos naciones coreanas crecieron con modelos socio-económicos diametralmente opuestos.

Más de medio siglo después, Corea del Sur, que abrazara el modelo capitalista, es uno de los países más modernos del mundo y, en cambio, Corea del Norte, con el colectivismo, es uno de los más primitivos del globo, con excepción del desproporcionado músculo militar priorizado por sus gobiernos dinásticos.

Pese a que hace apenas cuatro meses Corea del Norte y Corea del Sur parecían estar al borde de un nuevo conflicto armado, la situación ha cambiado. Ambas naciones se aprestan ahora a reunirse para discutir un tratado de paz, que la consolide. De los ladridos de ayer se ha, de pronto, pasado a analizar juntos el mañana común.

El trámite es acelerado, aunque todavía hay quienes sostienen que la reunión podría fracasar. Esto sería grave, porque el éxito del encuentro entre los presidentes de las dos Coreas parecería ser precondición de una segunda reunión «cumbre» que también está preparándose: aquella que pondría en una misma mesa al presidente Donald Trump, de los Estados Unidos, y a el presidente Kim Jong-un, de Corea del Norte, que en los últimos tiempos intercambiaran mensajes retóricos belicistas, que de pronto han desaparecido. La mencionada reunión entre los EEUU y Corea del Norte está prevista para el próximo mes de mayo o, quizás, para comienzos del mes de junio.

El objetivo central de esas dos reuniones tiene que ver con cómo limitar y controlar el armamento nuclear y misilístico de Corea del Norte, al que se procurará poner algunos bretes. El presidente de Corea del Sur acaba de anunciar que, en su opinión, Corea del Norte está lista para acordar controles y límites.

Mientras la marcha continúa, la sensación es de que las dos Coreas han avanzado en dirección a la paz, aunque todavía debe definirse cuál será el camino crítico a transitar. Y es en esto último, precisamente, donde el esfuerzo se está concentrando. El clima político en la península coreana ha mejorado sensiblemente y flota un ambiente favorable a la formalización del acuerdo de paz. Los detractores de ese acuerdo han, de pronto, desaparecido de las pantallas de televisión y de las agencias de noticias.

Pese a todo, aún no está claro si Corea del Norte aceptará un programa de inspecciones que permita comprobar que los eventuales acuerdos se respetan y definir las conductas necesarias para ello.

El gran escollo a resolver tiene que ver con la presencia de los contingentes militares norteamericanos en Corea del Sur. Hablamos de unos 28.500 efectivos militares. No es imposible que un eventual retiro de esa fuerza sea escalonado, de modo de coincidir con las distintas fases que la «desnuclearización» de la península requiera. Tampoco que, de pronto, asuma un papel -diferente- el de una «fuerza de paz».

Camino a las «Cumbres», los funcionarios de la administración de Donald Trump señalan que Corea del Norte ha abandonado su exigencia de retiro inmediato de las fuerzas militares norteamericanas estacionadas en Corea del Sur.

Las negociaciones en curso han sido históricamente precedidas por esfuerzos similares que, cabe apuntar, terminaron fracasando. Me refiero a aquellos realizados en 1992, 1994 y 2005. Lo que alimenta alguna desconfianza, pero no ha detenido al proceso en marcha.

Cuando uno se pregunta por las razones que puedan estar impulsando a Corea del Norte en dirección a consolidar la paz, las respuestas son muy diversas. Primero, una posible búsqueda de legitimidad política por parte del joven líder norcoreano. Segundo, una eventual estrategia para seguir así ganando tiempo, mientras los intensos programas militares norcoreanos no se interrumpen. Tercero, escapar de las duras sanciones económicas impuestas a Corea del Norte que, en los últimos meses, China pareciera estar poniendo rigurosamente en efecto. Cuarto, el temor de que, como en Siria, el presidente Trump de pronto disponga llevar a cabo acciones militares quirúrgicas, influenciado ahora por el regreso de John Bolton a la administración federal norteamericana, un hombre considerado desde hace rato como un «halcón» respecto de la necesidad de poner límites lo más precisos posible al belicismo de Corea del Norte. Y, quinto, obtener asistencia externa para el financiamiento del crecimiento económico que Corea del Norte requiere.

El presidente Trump ha anunciado que si las conversaciones no alcanzan los objetivos que persigue, las abandonará. Y, por el momento, mantiene en vigor la panoplia de sanciones económicas impuestas a Corea del Norte.

Los avances deberán enfrentar una realidad adicional: el orgullo nacionalista de muchos norcoreanos respecto de la capacidad militar de un país que, cuidado, es una potencia nuclear. Esta visión incluye previsiblemente a algunos de los jefes militares norcoreanos.

Lo cierto es que la retórica dura de Corea del Norte de pronto ha disminuido sensiblemente. Lo mismo ha ocurrido con los amenazadores desfiles militares norcoreanos, que este año aparentemente no se realizarán. Ambas «señales» coinciden en dirección a la distensión.

En Corea del Norte las habituales menciones públicas, siempre adversas respecto de los Estados Unidos, parecen haber desaparecido, siendo reemplazadas por mensajes que aluden a que existen «fuerzas políticas» que procuran «interferir» en el proceso diplomático en curso, que apunta a la paz. Ya no hay mensajes incendiarios, ni acusaciones exageradas expresadas rutinariamente por los medios oficiales norcoreanos.

Las recientes visitas de la hermana del líder norcoreano, Kim Yo Jong y del jefe de estado norcoreano, Kim Jong Nam, a Corea del Sur continúan siendo aludidas insistentemente, acompañadas por mensajes que suenan como aplausos o ponderaciones para el pariente vecino del sur. Lo mismo ocurre con las visitas de artistas y deportistas surcoreanos a Corea del Norte.

Todo esto luce como componiendo un mismo mensaje dirigido al pueblo de Corea del Norte que confirma que, en materia de política exterior, su país ha comenzado a virar hacia la distensión. No obstante, una cosa es la evolución de la retórica y otra, distinta, el cambio de rumbo en su política exterior que Corea del Norte está preanunciando a su propio pueblo.

En paralelo, las conversaciones entre altos funcionarios de los Estados Unidos y Corea del Norte han seguido adelante. El objetivo es contener el programa nuclear militar de Corea del Norte, una de las preocupaciones centrales norteamericanas en materia de paz y seguridad internacionales, recientemente facilitado por la «suspensión unilateral» de ese programa anunciada desde Pyongyang.

Sería la primera vez en la historia que los primeros mandatarios de ambas naciones se reúnen. Ellas han incluido ya una sorpresiva reunión preliminar entre Mike Pompeo, el director de la CIA, y el presidente norcoreano, que tuvo lugar el pasado fin de semana de Pascua.

En síntesis, el ambiente en el que -poniendo fin a 68 años de conflicto- se procura avanzar en dirección a consolidar la paz en la península coreana pareciera ser el adecuado. Al menos hasta ahora. Pero una cosa es el «clima» de las conversaciones y otra, muy diferente, son sus resultados y la «normalización» concreta de las relaciones de Corea del Norte con el resto del mundo. Esto es, poder dejar atrás la extraña categoría de «país ermitaño» en la que está ubicada la todavía aislada Corea del Norte.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

El debate objetivismo-subjetivismo

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 26/4/18 en: https://www.elcato.org/el-debate-objetivismo-subjetivismo

 

En una oportunidad participé de una acalorada discusión entre quienes se decían partidarios de la Escuela Austríaca y los que se identificaban como randianos (partidarios de Ayn Rand). Antes de intervenir naturalmente presté debida atención a lo que cada uno alegaba. Después de un rato me percaté que argumentaban en una dirección perfectamente conciliable, la confrontación se debía a que argumentaban en planos bien distintos. En realidad la coincidencia era plena, por lo menos en este tema ya que en otros hay discrepancias de fondo.

Unos sostenían que las cosas son independientemente de lo que circunstancialmente se opine que son y los otros mantenían que el valor de las cosas depende de criterios subjetivos. Efectivamente, una cosa es me gusta o no me gusta, prefiero o no prefiero y otra son las propiedades de las cosas que siguen siendo tales no importa como se las describa.

En otros términos, en este caso y circunscripto a este tema, a ambos lados les asistía la razón solo que el aparente enfrentamiento, como queda dicho, era debido a que estaban apuntando a planos distintos. Como veremos enseguida,  el problema serio reside en el subjetivismo y el objetivismo radicales y no en lo que se pretendía debatir en esa ocasión.

Es pertinente recalcar que el relativismo epistemológico no solo convierte en relativo al propio relativismo sino que elimina de un plumazo toda posibilidad de investigación ya que no habría nada que investigar, solo gustos dispares y circunstanciales.

En esta línea argumental debe subrayarse que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a posibles refutaciones. No es que no haya verdades que aprehender, sino que la faena es de prueba y error en un proceso evolutivo que no tiene término. Somos seres imperfectos y limitados por lo que nunca llegamos a una meta final en el conocimiento puesto que la ignorancia siempre será mayor de lo que logramos conocer.

Respecto del subjetivismo, reiteramos que una cosa es la teoría del valor donde cada uno tiene sus gustos y preferencias y otra cosa es lo que se ha denominado un “subjetivismo radical” que puede ejemplificarse con economistas (que en otras áreas han realizado contribuciones importantes a la economía) como George L. S. ShackleLudwig M. LachmannDon Lavoie y Alexander H. Shand quienes con mayor o menor énfasis sostienen que lo subjetivo lo abarca todo puesto que no solo el valor es subjetivo sino las características de las cosas también lo son. Desde esta perspectiva las cosas son según lo que cada cual piensa que son, incluso la comprensión en la comunicación es subjetiva (al contrario de lo que nos han enseñado maestros como Umberto Eco John Ellis respecto de los textos, sobre lo que he escrito antes en detalle).

En otra oportunidad también he escrito sobre los ejes centrales del subjetivismo radical que ahora reitero parcialmente. Pensamos que de los autores mencionados en este problema medular del radicalismo subjetivista, quien mejor resume el tema es Don Lavoie por lo que brevemente centramos nuestra atención en su pensamiento que pretende vincular su tesis a la antes mencionada Escuela Austríaca.

En uno de sus ensayos de mayor significación (“Understanding Differently: Hermeneutics and the Spontaneus Order of Comunicative Process”) aparece como acápite un dictum del hermeneuta Hans-Georg Gadamer en el que Lavoie se inspira: “Por tanto, la comprensión no es un procedimiento de reproducción sino más bien uno productivo […] Es suficiente decir que uno entiende de modo diferente cuando uno entiende como tal”. En aquél ensayo de Lavoie en el que conecta el tema a la economía, mantiene que su enfoque “implica el tratar las acciones humanas como ‘textos’ sujetos a interpretación. En este plano encontramos no sólo el tema de cómo los economistas entienden las acciones de los agentes de la economía, sino también el tema de cómo los agentes se entienden unos a otros”.

A continuación Lavoie la emprende contra quienes sostienen que el hermeneuta debe tomar el texto como un proceso de copia, lo más cercano a lo que es un scanner puesto que dice que la comunicación no es un proceso de suma cero por el que se reubica información sino de suma positiva, “un proceso creativo”, ya que no se trata de un fenómeno pasivo. Según este criterio se trata de un proceso de “dar y recibir”, un fenómeno bidireccional y no meramente unidireccional.

Para utilizar un concepto muy central a la teoría de los juegos, la comunicación genera un resultado de suma positiva pero, aunque parezca paradójico, en base a lo que, dentro de lo posible, resulte lo más cercano a la suma cero de los mensajes que se intercambian. Nunca aparecería la suma positiva si cada uno interpreta cosas distintas de lo que el otro quiere significar. La conversación fructífera  nada tiene que ver con la atrabiliaria idea de interpretar el mensaje como le venga a uno en gana, porque entonces no sería un proceso de “dar y recibir” puesto que lo que se da y lo que se recibe se tornarían en mensajes desfigurados y desdibujados debido a interpretaciones caprichosas. De acuerdo a su hermenéutica, “una comunicación exitosa necesariamente se lleva a cabo de manera que un agente entiende lo que se comunica de modo diferente al otro. Hablando estrictamente, la precisión no sólo resulta imposible sino que no es deseable” (sic).

En esta última cita, resulta difícil concebir que se exprese con tanta claridad una aberración como la allí contenida, la cual, de tomarse al pie de la letra, terminarían con toda posibilidad de comunicación. Pero más grave aún es la interpretación retorcida que pretende Lavoie de los trabajos de Carl Menger —el fundador de la Escuela Austríaca— en gran medida en consonancia con Ludwig Lachmann (también inspirados por Gadamer, Richard Rorty, Paul Ricoeur y William James). Dice Lavoie que “Ser un mengeriano no consiste en (mecánicamente) copiar algo con la mayor fidelidad posible desde la cabeza de [Carl] Menger a la nuestra, sino (creativamente) interactuar con él y aprender de sus palabras […] El punto de Menger sobre el subjetivismo puede describirse como un obvio proceso hermenéutico […] Es un tipo de proceso que Menger, si lo pudiéramos imaginar hoy con nosotros, llamaría de orden espontáneo […] Entender la economía de Menger, para parafrasearlo a Gadamer, necesariamente quiere decir entenderlo de manera diferente de la que Menger lo hubiera entendido cuando escribió”.

El esfuerzo mengeriano por explicar la teoría subjetiva del valor que revolucionó la ciencia económica hubiera quedado totalmente opacada si se hubiera seguido la interpretación de Lavoie, quien deriva de la teoría marginalista un relativismo inaceptable para Menger, tal cual como se desprende no sólo en sus dos obras más conocidas sino que expresamente refutó el relativismo en la célebre disputa sobre el método (Methodenstreit) con el representante más conspicuo de la Escuela Histórica alemana (Gustav von Schmoller).

A través de esta singular interpretación que intenta Lavoie se revertiría uno de los aportes más significativos de Menger y, por tanto, de la Escuela Austríaca respecto de la pretensión de recurrir al caso histórico como sustituto del método de la ciencia económica. El relativismo de la Escuela Histórica negaba la universalidad de los postulados de la ciencia económica y sostenía que, según la nación y “la raza”, debían aplicarse distintas recetas y, aun en el mismo lugar, las teorías debían ser diferentes según el momento histórico. Rechazaban la posibilidad de conocimientos abstractos, en favor de procedimientos casuísticos.

En cuanto al orden espontáneo a que alude Lavoie, Menger lo refiere de un modo muy distinto. Por ejemplo, cuando aplica el concepto a la evolución del dinero, se refiere a procesos que son consecuencia de millones de arreglos contractuales que no son el fruto del invento o construcción deliberada de nadie y que tienen lugar debido a intereses muy fragmentados que producen como resultado un orden no-diseñado conscientemente. En el mercado, el orden espontáneo resultante constituye un proceso de coordinación que tiene lugar a través de la información dispersa que trasmiten los precios.

Antes de proseguir con la materia objeto de nuestro estudio, dada la importancia del tema, detengámonos un instante en el significado de la mencionada coordinación de información dispersa. Es frecuente que esta coordinación del orden espontáneo no sea percibida y se sostenga que si no interviene el aparato de la fuerza el resultado será el más completo desorden: ¿y si todo el mundo decidiera estudiar ingeniería y no hubieran médicos? ¿y si todos producen pan y no hubiera leche? Estas y otras preguntas se formulan debido al desconocimiento de procesos tipo “mano invisible”, sin percibir que el desorden precisamente tiene lugar cuando una junta de planificación concentra ignorancia en lugar de permitir que el sistema de precios recoja la antes aludida información dispersa.

Y no se trata de que la información es mucha y muy compleja. No es un problema de almacenamiento de información o de insuficiente memoria en los ordenadores. Esta es una cuestión posible de resolver, el asunto estriba en que la información no está disponible ex ante. Si a alguno de nosotros nos pidieran que hiciéramos una conjetura de lo que haríamos en caso de quiebra podríamos, por ejemplo, elaborar una lista de prioridades respecto de los activos que venderíamos, pero llegada la situación de quiebra cambiaríamos la lista puesto que las circunstancias se modificaron. No sabemos lo que nosotros mismos haríamos en un futuro inmediato, no sabemos qué conocimientos tendremos dentro de cinco minutos, no podemos manejar lo que ocurre en nuestro propio cuerpo porque excede nuestra capacidad analítica y, sin embargo, se tiene la arrogancia de pretender el manejo de vidas ajenas.

Entonces, el orden espontáneo no guarda relación alguna con lo que interpreta Lavoie, haciéndole decir a Menger lo que no ha dicho. Las consecuencias no previstas o no queridas que surgen de la acción, nada tienen que ver con dar rienda suelta a la imaginación para interpretar textos que no dicen lo que el intérprete circunstancial quiere que digan. Se trata de una extrapolación ilegítima de un plano para el cual fue concebida una explicación a otro plano de naturaleza sustancialmente distinta.

En resumen, el debate que mencionamos al abrir esta nota entre objetivistas y subjetivistas no tiene asidero a menos que se trate del subjetivismo radical o que el objetivismo pretenda abarcarlo todo —objetivismo radical— y así desconocer la teoría subjetiva del valor, retrotrayéndonos a interpretaciones erradas de antaño que rechazaran la utilidad marginal que tantas penurias costó su parición.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

El socialismo igualitario

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 24/4/18 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/expansion/el-socialismo-igualitario/

 

Hace tiempo nos ocupamos aquí de Looking Backward, la novela que el socialista estadounidense Edward Bellamy publicó en 1888 para describir el mundo paradisíaco que podía lograr el socialismo, eliminando la propiedad privada (cf. https://bit.ly/2Jb3SZU y https://bit.ly/2F09CmY). Ahora veremos su secuela, Equality, publicada en 1897.

Bellamy fantasea con que el fin del capitalismo “eleva a todos hacia arriba a un gran nivel de vida y de felicidad, de bienestar material y de dignidad moral”. El mismo bulo de Marx, que en la Crítica del Programa de Gotha auguró que con el socialismo correrían “a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva”, cuando en verdad el comunismo produjo miseria y hambre, siempre.

El autor no emplea las palabras socialismo o comunismo sino “Revolución” e “igualdad”, que imagina iba a ser su resultado con el estallido que, según anticipó correctamente, tendría lugar a comienzos del siglo XX.

Como iban a decir los socialistas siempre, y mintiendo siempre, Bellamy fantasea con que la revolución se debería a la miseria y la desigualdad, nada menos que en EE UU, que vivía entonces una gran prosperidad, atrayendo a trabajadores de todo el mundo. Los camelos progresistas se suceden uno tras otro, como que los ricos monopolizan el poder, e impiden a los demás progresar, es decir, justo lo contrario de lo que podría ver él mismo con sus propios ojos. No había libertad, que según él es una conquista sólo posible cuando se liquida la propiedad privada y todo está en manos del Estado.

Mientras que en el socialismo se alcanza el bienestar porque se suprime el dinero, en el capitalismo reina la desigualdad y la miseria. Llega a decir que el trabajo asalariado era “más abyecto que la esclavitud”, porque al menos el esclavo mantenía la mente libre. Esta basura refleja otra característica del socialismo: su desprecio hacia los trabajadores que pretende representar y defender.

La falacia de la suma cero está presente en todo el libro: los ricos causan la pobreza. Como siempre en todo el socialismo, hay un profundo odio a la herencia, a que los trabajadores puedan esforzarse para legar algo a sus hijos; nadie debe legar nada, el Estado ya se ocupa de nuestro bienestar. Algunas fantasías de su imaginado socialismo son muy reveladoras: las joyas han sido suprimidas…salvo en los edificios públicos.

Y hay un insistente mensaje según el cual el socialismo libera a la mujer oprimida por el macho capitalista, precisamente lo contrario de lo que hizo el socialismo real. Se verán más más falacias, pero dejemos constancia aquí que repite la fábula de lo malo que es el mercado, e insiste en que el socialismo que imagina se impuso por el empobrecimiento de los estadounidenses entre 1860 y 1890, precisamente cuando el salario real de los norteamericanos ¡se duplicó!

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Cómo hicieron muchos países para bajar los índices de pobreza

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 24/4/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/04/24/como-hicieron-muchos-paises-para-bajar-los-indices-de-pobreza/

 

Esa es la vara que eligió el presidente Mauricio Macri para que se evalúe su gestión a fin del mandato.

 

No parece una mala unidad de medida para evaluar su gestión económica. Obviamente que el tema ocupación o creación de puestos de trabajo va a ser clave para poder terminar en serio con la pobreza en la Argentina.

Lograr inversiones que contraten mano de obra para que millones de personas dejen de hacer como que trabajan en el sector público, cuando en realidad muchos de ellos son desocupados encubiertos en el Estado, y legiones de piqueteros que viven del trabajo ajeno, es todo un desafío.

Cómo lograr salir de la pobreza es una receta conocida. Disciplina fiscal, bajos impuestos y gasto público, flexibilidad laboral y respeto por los derechos de propiedad. A partir de estos lineamientos se crean las condiciones para que la gente desarrolle su capacidad de innovación.

No van a ser los burócratas los que nos van a guiar con su «sabiduría» qué tenemos que producir, en qué cantidades y a qué precios. Eso ya lo probamos y tenemos una larga experiencia de decadencia económica.

Al respecto no hay mucho para inventar. Basta con ver el Índice de Libertad Económica que todos los años elabora The Heritage Foundation y el Wall Street Journal para advertir que a mayor libertad económica, mejor nivel de vida de la población.

Recordemos que el Índice de Libertad Económica incluye ítems como respeto por los derechos de propiedad, disciplina fiscal, flexibilidad laboral, carga impositiva, apertura comercial, eficacia judicial y otros rubros más. Es decir, es una combinación de calidad institucional y políticas económicas.

Por ejemplo, tomando los 10 primeros países de mayor libertad económica y los 10 con menor libertad económica e incluyendo el índice de flexibilidad laboral se observan los siguientes resultados.

Como puede verse en el cuadro previo, los diez primeros con mayor liberad económica tienen, al mismo tiempo, una elevada flexibilidad laboral,  tomando 100 como mejor puntaje. Y como puede verse, las tasas de desocupación están, en la mayoría de los países, en niveles muy bajos.

Singapur tiene un índice de flexibilidad laboral de 92,6 y una tasa de desocupación de solo 2,1% de la oferta laboral.

Por supuesto que la tasa de desocupación no la define solamente la flexibilidad laboral, pero ayuda porque no es una barrera que frene la contratación de mano de obra como es en el caso argentino.

La última columna muestra el ingreso per capita de cada país en dólares corrientes. El que tiene un ingreso por habitante más bajo es Estonia con USD 17.737 pero eso tiene una explicación: estuvo sometida por la ex Unión Soviética y luego de independizarse inició un proceso de liberación de la economía. Revertir 70 años de comunismo no era tarea sencilla.

Como dato ilustrativo, comparemos el ingreso per capita en dólares constantes de 2011 entre la Argentina y Estonia para ver lo que puede la libertad económica.

Luego de la caída del muro de Berlín, nosotros teníamos un ingreso per capita, de acuerdo a los datos de Angus Maddison, que superaba en un 42% al de Estonia; en 2016 esa brecha se revirtió al 32% a favor del país europeo, luego de que nos empezara a superar en 2001, y sacó amplias ventajas a partir de 2011, segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Punto de giro singular

Hong Kong, que lidera el índice de libertad económica, es otro caso interesante para compararnos. Recuerdo que en la década del 70 aquí se solía descalificar las reformas económicas del país asiático, argumentando que ellos vivían en condiciones infrahumanas y comiendo un plato de arroz.

En 1960, nosotros, los genios del vivir con lo nuestro y el intervencionismo, teníamos un ingreso per capita que superaba en un 126% al de Hong Kong. En 2016, siempre en base a los datos de Angus Maddison, el país asiático sacó una ventaja del 156%; semejante giro es lo que pudo lograr la libertad económica versus el intervencionismo, el estatismo, la economía cerrada y las regulaciones junto con el populismo económico.

Otro ejemplo del efecto del ajuste fiscal

Comparémonos ahora con Irlanda. En 1960 nuestro ingreso per capita era 12,7% más alto que el de Irlanda. Los irlandeses, llegado un punto, tuvieron que decidir si iban a incorporarse a la Unión Europea o se mantendrían alejados del mundo. Optaron por incorporarse e hicieron un fenomenal ajuste del gasto público en términos nominales.

Sí, algo que aquí sería tildado de ajuste salvaje por parte de los populistas y progres. El resultado es que en 2016 Irlanda tuvo un ingreso per capita un 200% más alto que el nuestro y no para de atraer inversiones ya que le cobra a las corporaciones un impuesto a las ganancias de solo el 12,5 por ciento.

Con cualquiera de los 10 países que nos comparemos con mayor libertad económica, respeto por los derechos de propiedad e integración económica al mundo, somos una lágrima. Países que, con soberbia, mirábamos por arriba del hombro como Singapur, hoy nos superan.

En 1960 teníamos un ingreso per cápita 123% mayor a de ellos y en 2016 nos superaban en 248%. Insisto que todos los gráficos están basados en la última actualización del proyecto Angus Maddison. La fuente es esa.

Si tomamos los 10 países con menos libertad económica, es decir los que están en el final de la tabla, observamos que en tasa de desocupación hay escasa información y lo mismo ocurre con algunos casos del ingreso per cápita que, para los países que disponen de información, están a años luz de los 10 primeros países de la tabla.

La lógica y la evidencia empírica demuestran que a mayor grado de libertad económica, integración económica al mundo, disciplina fiscal, bajos impuestos y gasto público, respeto por los derechos de propiedad, justicia eficiente y flexibilidad laboral, mayor crecimiento e ingreso per capita de la población. En definitiva, mayor bienestar y menos pobreza. El objetivo que busca Macri.

La receta es clara, la duda es si gradualismo o shock

En definitiva, Mauricio Macri no tiene que inventar nada para lograr su objetivo de bajar la pobreza. Ya está todo escrito. La receta es conocida. Solo le queda estudiar si esos países fueron muy graduales al momento de llevar a cabo las reformas estructurales o aplicaron políticas de shock.

Es importante resaltar que en el ideario popular hay países que se creen que aplican políticas socialistas. Si uno revisa el Índice de Libertad Económica se encuentra que Suecia está en el puesto 15, Noruega en el 23 y Finlandia en el 26. Es decir, los países nórdicos, identificados como países socialistas, tienen economías libres. Hace rato que dejaron el socialismo.

Otro dato interesante es que varios de los países que estaban detrás de la cortina de hierro se liberaron del comunismo y aplicaron políticas de shock de libre mercado como los casos de Estonia, Lituania, la República Checa o Letonia que están entre los primeros 30 países con mayor libertad económica y muy fuertes incrementos de sus ingresos per cápita. Luego de estar 73 años bajo la bota comunista, estos países llevaron a cabo importantes reformas económicas pro mercado.

Por eso, aquellos que dicen que nosotros no podemos crecer porque tuvimos 70 años de peronismo, tienen que mirar al resto del mundo y ver como países cuyas poblaciones tuvieron el cerebro lavado por el comunismo o estuvieron bajo políticas populistas como Irlanda, lograron revertir su decadencia.

No busquemos más excusas. No soy peronista y nunca voté al peronismo, pero tampoco compremos el argumento que porque tuvimos peronismo no nos podemos recuperar más.

Me parece que el problema nuestro es que los gobiernos no peronistas terminaron aplicando el populismo del peronismo y por eso el abanico de oferta electoral actual tiende a ser bastante populista en su conjunto, con lo cual la conclusión es que nuestro grave problema económico tiene que ver más con los valores que imperan en la sociedad. La cultura de la dádiva, del proteccionismo, en definitiva del estado sobredimensionado que ahoga la capacidad de innovación de las personas.

El partido político que cambie su oferta electoral y en vez de populismo, proteccionismo y redistribución del ingreso ofrezca las reglas de los países exitosos y logre convencer a una mayoría de los beneficios de terminar con el populismo es el partido político que logrará lograr otro milagro económico como el que consiguió, en su momento, la generación del 80.

 

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE