Sin ajustes, señora

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 7/5/23 en: https://www.larazon.es/opinion/ajustes-senora_202305076456d5d3f921370001a494af.html

Llamar «ultraliberal» a la derecha es simplemente un dislate, porque ni lo es ni lo ha sido nunca

Hay días en que la prensa progre está sembrada. Leí hace poco en «El País» esta sucesión de maravillas: «Las pensiones dan oxígeno a la coalición y presionan al PP…La clave del 28-M será asociar a Feijóo con las rebajas al Estado de bienestar…Mientras en Francia puede caer el Ejecutivo por los recortes, en España se pacta una reforma sin ajustes». Como dijo el sabio de Ubrique: en dos palabras, impresionante.

Primero, las pensiones solo podrían oxigenar al Gobierno Frankenstein si resolvieran el desequilibrio del sistema, y eso es algo que solo cree el propio Gobierno. Ha habido, en efecto, consenso entre los analistas, que señalaron que habrá más déficit, y por lo tanto el horizonte de los contribuyentes es inquietante. Visiblemente molesto, el autor de la reforma, el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, aseguró en el mismo periódico que sus críticos no solamente se equivocan siempre sino que además obedecen a oscuros intereses: «recomendaría analizar las fuentes de financiación de estos estudios». Como mínimo, el ministro estuvo poco fino, considerando que el soborno era la única explicación del disenso del grueso de los expertos con el diagnóstico oficial.

Segundo, lo del PP enemigo del Estado de bienestar es una broma de mal gusto, como recordarán los contribuyentes que padecieron al trío calavera Rajoy-Montoro-Guindos, que los hostigaron sin descanso, precisamente para defender dicho Estado, al que nadie del PP, y mucho menos Alberto Núñez Feijóo, pretende reducir. Llamar «ultraliberal» a la derecha es simplemente un dislate, porque ni lo es ni lo ha sido nunca.

Y tercero, e imbatible, es el bulo que asocia los ajustes sólo con la derecha. Asombrosamente, los medios progres no son capaces de detectar la flagrante contradicción del Gobierno. En la misma entrevista con Escrivá, que acabo de citar, el ministro afirma: «la sostenibilidad de las cuentas públicas tiene que abordarse reforzando los recursos públicos», y al mismo tiempo, preguntado por si van a aumentar las cotizaciones sociales, responde, tajante: «No, en ningún caso».

En suma, prepárese usted, señora, porque van a por usted. Y cuando le suban a usted las cotizaciones, o los impuestos, o, con más probabilidad, ambas exacciones al mismo tiempo, recordará usted a los chamanes de «El País» que le aseguraron que el Gobierno progresista de España pactó una reforma de las pensiones «sin ajustes».

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y fue miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun Su blog es: http://carlosrodriguezbraun.com

Coparticipación fiscal y federalismo

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 6/5/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/05/06/coparticipacion-fiscal-y-federalismo/

A lo largo de buena parte de su historia, en Argentina se declama sobre el federalismo mientras se aplica un férreo unitarismo

Dr. Martin Luther King, Jr

Dr. Martin Luther King, Jr

Vuelvo sobre este tema tal proclamado del federalismo y en la práctica tan renegado. Desde hace largas décadas que en nuestro país no hay vestigio de federalismo, se aplica un unitarismo de la peor calaña al efecto de domesticar a las provincias. En nuestras tierras, ya en el Virreinato la centralización era mayúscula. Luego en la Asamblea del año 13 y el 9 de julio vino aquello de las Provincias Unidas del Río de la Plata pero las constituciones del 19 y del 26 fueron unitarias. Durante la tiranía rosista el unitarismo llegó a extremos inauditos. Recién con la Constitución liberal de 1853/60 cambió el rumbo, para luego caer en las mismas de antaño con el golpes fascistas del 30 y del 43, situación que venimos arrastrando a los tumbos desde entonces a la fecha con agregados en legislaciones del 73 y el 80.

En nuestro caso no se estableció una confederación que otorgaría plena soberanía a las provincias con facultades de escisión pero el sistema federal si bien las concibe como parte de la república en su conjunto se concibieron como instancias autónomas tal como entre otros explica José Manuel Estrada. Pero como queda dicho, en medios argentinos se viene arrastrando un doble discurso digno de mejor causa. En buena parte de su historia y hasta nuestros días se declama sobre el federalismo mientras se aplica un férreo unitarismo.

En Estados Unidos se estableció un sistema federal luego de largos debates constitucionales entre los célebres textos publicados en diarios de New York por Madison, Hamilton y Jay bajo es seudónimo de Polibius y luego con los llamados antifederalistas, paradójicamente más federalistas que los federalistas encabezados por Bryan, Lee, Winthorp, Lansing y Gerry que desconfiaban aún más de las facultades del gobierno central y que tuvieron decisiva influencia en las primeras diez enmiendas constitucionales.

En todo caso como han apuntado juristas de la talla de Joseph Story, John Marshall y entre nosotros autores como Amancio Alcorta, Augusto Montes de Oca y Juan González Calderón, lo que se conoció como Los papeles federalistas inspiraron a los artífices de nuestra Constitución fundadora y fueron la base para el establecimiento de un gobierno con poderes limitados a la protección de derechos en el contexto de la igualdad ante la ley y no mediante ella como ocurrió en nuestro medio a partir del estatismo que nos invadió con los resultados lamentables por todos conocidos vía la destructora guillotina horizontal del absurdo y contra natura igualitarismo. Como se ha señalado la igualdad ante la ley está indisolublemente atada a la idea de Justicia de “dar a cada uno lo suyo” lo cual a su vez inexorablemente implica la propiedad privada como eje central del derecho junto con la vida y la libertad, puesto que aquella igualdad no significa que todos sean iguales para ir a un campo de exterminio, se trata del respeto recíproco a través de la Justicia.

Alexis de Tocqueville en La democracia en América consideraba a Los papeles federalistas como “un libro excelente que debiera ser familiar a los gobernantes de todos los países” y Gottfried Dietze en su formidable tratado The FederalistA Classic on Federalism and Free Government apunta que el trabajo de los federalistas estadounidenses constituyeron un ejemplo notable para el mundo libre, entre los cuales “cabe destacar el caso de la obra magistral de Alberdi en la organización de la República Argentina”.

En esta nota centramos la atención en el régimen federal como factor decisivo para la descentralización del poder, del mismo modo que en el orden internacional desde la perspectiva de la sociedad libre la única razón para la constitución de naciones es la de evitar el riesgo de concentración de poder que significaría un gobierno universal. Ese fraccionamiento del planeta a su vez permite que cada nación libre se fraccione en provincias o estados locales también divididos en municipalidades. No es para tomarse las fronteras en serio al bloquear o dificultar el comercio y los movimientos migratorios, es solo para lo que consignamos. A pesar de los graves avatares por los que atraviesa nuestro mundo, si se concentrara el poder en un gobierno universal tal como sugieren algunos autoritarios y algunas agencias internacionales de factura muy peculiar, la situación sería mucho más peligrosa de la que es.

En este contexto es que debemos cuestionar el fondo del tema de la coparticipación fiscal. Economistas como Ronald Coase, Harlod Demsetz y Douglas North nos han enseñado el valor de los incentivos. No se trata de malas o buenas personas, se trata del andamiaje de incentivos en cada cual. No es lo mismo la forma en que gastamos cuando nos debemos hacer cargo de las cuentas respecto a cuando se obliga a otros a hacerlo con el fruto de sus trabajos.

En este plano del debate se torna imprescindible revertir por completo la manía de los gobiernos centrales de recurrir “al látigo y la billetera” para manipular a las autoridades provinciales al antojo de las centrales. En nuestra propuesta sugerimos reconsiderar toda la legislación en la materia al efecto de hacer que sean las provincias las que coparticipen al aparato estatal de la capital de la República que estrictamente no es federal y va dejando de ser República. En este plano la coparticipación de marras debiera circunscribirse para alimentar las relaciones exteriores, la defensa y la Justicia a nivel nacional.

Como queda dicho, nuestros constituyentes tomaron como modelo la Constitución estadounidense que al aplicarse transformó las colonias originales en la experiencia más extraordinaria en lo que va de la historia de la humanidad, lo cual lamentablemente de un tiempo a esta parte se ha venido revirtiendo a pasos agigantados tal como lo destaco en detalle en mi libro Estados Unidos contra Estados Unidos. En todo caso en ese modelo los estados miembros competían entre sí en un contexto donde incluso se discutió en dos sesiones de la Asamblea Constituyente norteamericana no contar con un gobierno central lo cual no prosperó puesto que ello remite a una confederación y no un régimen federal.

En nuestro caso, dejando de lado inclinaciones feudales de algunos gobernadores en la situación que dejamos planteada cada una de las jurisdicciones estarán interesadas, por una parte, en que no se muden sus habitantes a otra provincia y, por otra, a la necesidad de atraer inversiones con lo que se verían impelidos a contar con impuestos razonables y, por tanto, en un nivel del gasto adecuado a esas circunstancias.

No es cuestión entonces de formular propuestas timoratas al pretender “una coparticipación más justa” sino, como queda expresado, a un cambio de sustancia empujado por incentivos de otra naturaleza al tiempo que se mantiene al gobierno central en brete pero que vía una legislación nacional establezca estricto límite al endeudamiento de las provincias. He aquí el genuino federalismo.

El sistema republicano se basa en cinco preceptos: la igualdad ante la ley, la división de poderes, la alternancia en el poder, la responsabilidad de los actos de gobierno frente a los gobernados y la transparencia de esos actos.

La antes aludida igualdad ante la ley, el respeto a las facultades del Legislativo para promulgar normas compatibles con el derecho, el Ejecutivo para administrar el respeto recíproco y el contrapoder Judicial para controlar la constitucionalidad junto con el cuarto poder de la libertad de prensa, la rotación en los cargos electivos, el sometimiento a la ley de los gobernantes lo cual se traduce en la terminante prohibición de la impunidad y la exposición pública de todos los actos de los representantes del aparato estatal. En algunas constituciones como la estadounidense y la original argentina no se menciona la expresión democracia sino que se alude a la república pues se estimaba que resultaba un término más apropiado e inclusivo respecto a los principios que son anteriores y superiores a la existencia misma del gobierno en cuanto a los derechos individuales. Hoy día lamentablemente en gran medida se ha reemplazado la democracia como forma de gobierno cuyo aspecto medular es el respeto a los derechos de los gobernados mutada por una cleptocracia, en las antípodas de lo reiterado por los Giovanni Sartori de nuestra época en cuanto a la necesaria limitación al poder. La cleptocracia hace caso omiso al aspecto medular de la democracia para circunscribirse a la sumatoria de votos al estilo de lo que hoy se entiende, por ejemplo, en tierras venezolanas, a saber gobiernos de ladrones de sueños de vida, propiedades y libertades.

Es imprescindible trabajar en la educación cuyo eje central es precisamente el respeto recíproco al efecto de sortear estos problemas graves. Es indispensable que cada uno, independientemente de a qué se dedique, contribuya a clarificar las ideas de la libertad y el consiguiente respeto recíproco en nuestro caso comenzando por el espíritu federal para lo cual es pertinente recordar lo dicho por Martin Luther King: “No me asustan los gritos de los violentos, me aterra el silencio de los mansos”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Dolarizar Argentina es posible y deseable

Por Adrián Ravier.  Publicado el 29/4/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/04/29/dolariza-argentina-es-posible-y-deseable/

Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

La opción de la dolarización de la economía local es uno de los temas del debate electora de este año (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

Los datos del IPC de este primer trimestre 2023 muestran que Argentina ya ha superado la inflación del 100% para los últimos doce meses.

Resumiendo la historia reciente, la convertibilidad de 1991 a 2001 le ha dado a la Argentina los 10 últimos años de estabilidad monetaria. El kirchnerismo (2003-2015) cambió las reglas, y con ello volvió la inflación. Federico Sturzenegger, bajo el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), fracasó en el último intento de configurar un programa de estabilización. Y bajo el gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) se han sucedido diversos ministros de economía que jamás tuvieron en carpeta la idea de estabilizar los precios, y si lo hicieron, fue a través de un fallido intento de controlar algunos precios. La situación actual, sin embargo, no es una excepción por una sucesión de malas gestiones de la moneda. Desde la creación del Banco Central de la República Argentina en 1935 esta situación de inestabilidad ha sido la norma.

Las propuestas de dolarización se habían multiplicado hacia fines de la década de 1990 como consecuencia del posible abandono de la convertibilidad. De hecho, Carlos Menem llegó a proponerla primero en 1999 ante la devaluación de Brasil, y luego como su plan de gobierno en 2003, cuando abandonó el ballotage que lo hubiera enfrentado a Néstor Kirchner. Entre aquellas propuestas quizás la que más ruido hizo fue la de Steve Hanke, un economista extranjero que contribuyó a que otros países tomaran ese camino, como fue el caso de Ecuador y El Salvador. En ese mismo momento, el propio Domingo Cavallo, padre de la convertibilidad, había rechazado la propuesta, lo mismo que la mayoría de los economistas locales, con escasas excepciones.

En la coyuntura de los últimos años las propuestas vuelven a emerger, aunque ahora con una representación más local. Por un lado, junto a Nicolás Cachanosky presentamos una propuesta de reforma del sistema financiero en 2014, pero el gobierno de Mauricio Macri la ignoró. Emilio Ocampo, también con Nicolás Cachanosky, presentaron una propuesta más completa en un libro de reciente publicación titulado “Dolarzación. Una solución para la Argentina”. Junto a Jorge Avila y Osvaldo Schenone, también publicamos otro libro con un carácter un poco más institucional titulado “Populismo, restricciones constitucionales y dolarización oficial para Argentina”. Y se puede mencionar también la propuesta de Alfredo Romano en otro libro titulado “Dolarizar”. Los tres libros contienen diferencias en el margen, pero resuelven muchos de los mitos que hoy circulan entre los críticos.

Comencemos por definir las dos posibilidades de dolarización. La primera implica mantener el peso, y plantear un sistema bimonetario, donde la circulación del dólar no tenga restricciones. Implica por supuesto eliminar el cepo cambiario, pero además suprimir el curso forzoso. Los argentinos podrían realizar contratos en la moneda que deseen, sea el peso o el dólar, pero también se abre una competencia entre muchas otras monedas. Como decía Friedrich Hayek en un libro titulado “La desnacionalización del dinero”, bajo este esquema operaría la Ley de Gresham, en la cual la moneda buena desplazará a la moneda mala. Presuponemos que los argentinos utilizarán los pesos para realizar sus pagos de impuestos y gastos, pero dejarán el dólar para otras funciones como reserva de valor. Si además el Banco Central propone una regla en la que no seguirá expandiendo la cantidad de pesos en circulación, entonces el esquema podría ir permitiendo que Argentina reduzca la tasa de inflación mes a mes, sin generar temor en gran parte de la población.

El obstáculo que algunos economistas observamos en esta propuesta es que un futuro populismo no tiene más que romper esa regla para volver a abusar de la posibilidad de monetizar los desequilibrios presupuestarios, lo que nos devolvería a la inflación en un futuro cercano, reduciendo previsibilidad a quienes quieran invertir en el país.

La segunda propuesta es un poco más audaz, pues implica eliminar el peso. Para ello se le pedirá a los argentinos algo que ya hicieron en 1991 cuando se estableció la convertibilidad. En aquella oportunidad los argentinos se presentaron a la caja de un banco y cambiaron sus australes por dólares a una tasa de cambio de 10.000 australes por 1 peso. La ley de convertibilidad a su vez fijaba una paridad de 1 peso = 1 dólar. No sólo ello. El Banco Central además estaba imposibilitado de imprimir nuevos pesos, si no se sumaba nuevos dólares en reserva.

En estos tiempos de la era digital la conversión sería bastante más sencilla, pues bastaría un click en home banking para gran parte de la población para convertir sus tenencias en pesos por dólares a la tasa de conversión pre-fijada.

La pregunta que surge aquí es posiblemente la que más preocupa a la población, y a muchos economistas. ¿Cuál sería la tasa de conversión elegida en un país que no tiene dólares? Para quien escribe es curioso que haya economistas profesionales que sostengan que no hay dólares en Argentina. La respuesta, sin embargo, abre varias opciones, pues la tasa de conversión dependerá de numerosos factores políticos que varían de acuerdo a quienes construyen sus propuestas. Veamos algunos de estos.

Quizás la primera cuestión es manifestar el volumen de pesos que hoy circula en la economía, o el que potencialmente circulará el 10 de diciembre de 2023 cuando emerja eventualmente en las urnas el próximo Presidente con ánimo dolarizador. Estos pesos implican el circulante que utilizamos los argentinos para transacciones, pero también todos aquellos pesos que los argentinos o algunos instituciones argentinas han depositado a plazo fijo en los bancos, los que a su vez, depositaron este dinero en el Banco Central animados por una atractiva tasa de interés. La preocupación es tal que puede ocurrir que para el momento de intentar dolarizar los pasivos del Banco Central multipliquen por cuatro el circulante para transacciones. ¿Cómo es posible que alguien pretenda dolarizar esta cantidad de pesos sin dólares en reserva?

La respuesta técnica a esta pregunta tiene muchas opciones también, pero la más pertinente hoy es la que han ensayado Ocampo y Cachanosky en el libro mencionado. Para analizar este esquema debe observarse el Balance del Banco Central, donde estos pasivos se ven respaldados por una serie de activos cuya cotización en el mercado es muy baja, pero que eventualmente bajo un gobierno que genere mejores expectativas, podría intentarse canjearlos por nuevos activos a una tasa de interés menor. La idea es interesante en lo político porque implicaría una menor devaluación de la que muchos analistas proponen, al mismo tiempo que se evita que los depositantes pierdan sus activos, o se les deprecien.

Aquí emerge entonces un elemento clave. El gobierno dolarizador no puede plantear simplemente un esquema de dolarización a secas. Esa medida fracasaría de inmediato. La medida debe plantearse en el marco de un esquema integral que incluya entre otras medidas un presupuesto base cero, el equilibrio o mejor aun un superávit fiscal, la baja de impuestos, la desregulación de varias áreas claves de la economía incluyendo la legislación laboral, la apertura económica, una reforma previsional y la privatización de una serie de empresas públicas hoy deficitarias. En este esquema Argentina abriría un espacio de optimismo entre inversores que tendrían interés en apostar por un país que hoy está lejos de aprovechar su potencial.

Si este cambio de reglas ocurre, entonces dolarizar es posible y deseable. Es posible porque Argentina podrá acceder a una cantidad de dólares que permitan sustituir el circulante en pesos. De ahí en adelante los argentinos harán sus contratos en dólares, los trabajadores cobrarán dólares, los impuestos se pagarán en dólares, e incluso el gasto público será en dólares. El Banco Central estará cerrado y el peso dejará de circular como de hecho lo hizo el Austral.

En mi paso por Ecuador en 2020, invitado para participar de los 20 años de dolarización, tuve la oportunidad de conversar con varios expertos en la materia entre quienes destaca Gabriela Calderón. Esta economista me comentaba -en función de su experiencia ecuatoriana- que luego de dolarizar, los dólares que los residentes argentinos tienen hoy debajo del colchón, en cajas fuertes, cajas de seguridad, o incluso en otros países como Uruguay o Suiza, podrán emerger en Argentina para comprar los activos cuyo valor hoy están deprimidos. Argentina es un gigante dormido, y su potencial es abismalmente mayor que el que se observa hoy.

Algunos críticos afirman que si Argentina avanzará en todos estos frentes entonces no necesita introducirse en este esquema de dolarización. El problema es que el programa de estabilización que se requiere como contrapartida tomaría bastante más tiempo del que puede disponer el próximo gobierno para estabilizar la moneda. Ya hemos visto la experiencia de Sturzenegger, quien técnicamente comprendía la causa monetaria de la inflación. La dolarización tiene muchas ventajas, una de las cuales es precisamente la estabilidad inmediata del nivel de precios. Sin este objetivo cumplido, es muy difícil poder avanzar en los otros frentes.

Decíamos además que la dolarización es deseable. Lo es porque eleva el costo de des-dolarización. No fue tan difícil romper con la convertibilidad, aun cuando los argentinos votaron a Fernando De la Rúa en 1999 para que hiciera lo posible por sostenerla. Aquí se utiliza el ejemplo del ex Presidente Correa en Ecuador, quien deseaba recuperar el Sucre y con ello las políticas inflacionarias y devaluatorias, pero el ecuatoriano lo rechazó. Es posible que ante un gobierno populista futuro el argentino manifiesta una preferencia por el dólar, que ya no se le derretirá en las manos.

Es deseable, además, porque al eliminar la inflación y el riesgo de devaluación, la Argentina tendrá tasas de interés de un dígito, lo que implica recuperar el crédito y con ello el crecimiento económico. Este plan integral de gobierno implicaría un cambio radical en las reglas de juego, lo que permitirá tener una década de expansión económica que no se ha visto en los últimos tiempos.

Existen otros argumentos falaces que arrojan los críticos y confunden a la opinión pública, como el caso de Carlos Melconian, quien afirma que 180 países tienen Banco Central. Podría argumentarse que España, Italia, Francia, Portugal, Irlanda hoy no disponen de un Banco Central que le permita monetizar sus desequilibrios presupuestarios. España abandonó la peseta, y eso le permitió terminar con la inflación y las devaluaciones, lo que le permitió experimentar un crecimiento inédito en su economía en las dos décadas siguientes. No ignoro, por supuesto, la importancia del aspecto comercial de la Unión Europea, pero es por ello que Argentina tiene que acompañar la reforma con la apertura económica y la integración comercial con otros bloques económicos extra-Mercosur.

Otros críticos observan que Argentina perderá soberanía y pasará a depender de Estados Unidos. Personalmente no veo a España perdiendo soberanía por más que haya renunciado a la peseta.

Por lo pronto, Argentina tiene la dolarización en la mesa de debate. Empresarios, banqueros y políticos lo están considerando como una opción real, y pienso que es una reforma posible y deseable que pueden contribuir a ordenar una herencia que es muy costosa para el pueblo argentino.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Sigue a @AdrianRavier

Hoja de ruta para una rápida salida del cepo con libre opción de monedas

Por Aldo Abram: Publicado el 23/4/23 en: https://www.ambito.com/opiniones/hoja-ruta-una-rapida-salida-del-cepo-libre-opcion-monedas-n5704752

En cuanto asuma, el futuro Presidente deberá lanzar su programa de reformas estructurales, aunque sea las más urgentes y necesarias.

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Si hay algo que queda claro es que hay que salir del cepo lo más rápido posible, porque está llevando a una quiebra absoluta al Banco Central (BCRA). De hecho, de los 22 cepos que tuvimos antes que este a 21 los intentaron sostener y terminaron en crisis cambiarias y monetarias. Tres de ellos, terminaron en las tres hiperinflaciones que tuvo Argentina. Así que hay una discusión sobre cómo salir del control de cambios, manteniendo el peso o con una dolarización.

Si este cepo estalla, iremos a una hiperinflación, que no es otra cosa que una dolarización desordenada. La actual aceleración de la suba de los tipos de cambio paralelos y de la inflación responden a la creciente pérdida de poder adquisitivo que se genera de sumarle, a la gran emisión de pesos, una merma cada vez mayor de su demanda. La gente se cansa de que el BCRA la estafe sacándole cada vez más poder adquisitivo de sus pesos para financiar al gobierno y disminuye la cantidad de moneda local que tiene para que le puedan quitar menos. Una hiperinflación se da cuando la gente termina repudiando el peso y, por ende, este tiende a valer cero. Por eso es que todos los precios suben enloquecidamente medidos en esa unidad de cuenta que se no tiene valor.

Si esto sucediera, la única salida lógica, es ordenar la dolarización desordenada; porque a partir de abandonar el peso, se va a una estabilidad que permite recuperar la economía. Intentar hacer la salida con el peso implica muchísima más incertidumbre sobre las probabilidades futuras de estabilidad y, por ende, mucho más riesgo que retrasará la recuperación de los argentinos del empobrecimiento causado por la hiperinflación. Además, si la gente repudió el peso; porque se cansó de que la estafen, ¿qué sentido tiene dejarle al estafador la posibilidad de volver hacerlo?

Lo mejor es buscar a otro que lo haga mejor y es claro que los argentinos ya habrán optado por la Reserva Federal. Como cada día que se pasa en hiperinflación implica un enorme empobrecimiento de la gente, hay que tener listos los instrumentos para encarar el problema y, por ello, la Fundación “Libertad y Progreso” está colaborando en el desarrollo de los mismos.

Sin embargo, ¿qué pasa si tenemos la suerte de llegar a la asunción del futuro Presidente sin un estallido? La mayoría de los actuales candidatos con posibilidades de asumir el 10 de diciembre preferirían mantener una moneda local; pero recibirán un banco central quebrado como pocas veces estuvo en el pasado. Sólo en los períodos de hiperinflación. Por lo tanto, no tendrán mucho tiempo para salir del cepo; ya que pocos liquidarán divisas en la expectativa de la necesaria unificación cambiaria o, en su defecto, de la explosión que resultará de no hacerlo rápido.

La pregunta es cómo se abandona el control de cambios manteniendo una moneda propia con un BCRA muy insolvente y con el menor costo social posible. Cabe aclarar que este último siempre será infinitamente menor el de una crisis. Pues, un nuevo gobierno asumirá con el apoyo de la gente, incluso de muchos que no lo votaron. Ese Presidente gobernará durante 4 años, así que más vale que resuelva los problemas del país. Esta confianza es mayor cuanto más grave es la situación económica y será mucho peor que hoy. Ningún político en su sano juicio se tira contra la esperanza de la mayoría de los ciudadanos; porque es piantavotos. Por eso, en todo el mundo, existe lo que se suele llamar “Luna de miel” del inicio de un mandato. El problema es que, en EEUU cuando asume un mandatario, ese capital (confianza) se lo dan en dólares. En la Eurozona, se lo dan en euros; pero acá se lo darán en pesos que, si el gobierno no lo invierte rápido en la ejecución de las soluciones de fondo, se le diluirán en meses y quedará a merced de una oposición que ya demostró en el pasado su capacidad de desestabilización.

Por lo tanto, en cuanto asuma, el futuro Presidente deberá lanzar su programa de reformas estructurales, aunque sea las más urgentes y necesarias. Esto es presentar los proyectos de ley necesarios y llamar de inmediato a extraordinarias al Congreso. Para las que no requieran este nivel de normativa, explicar con lujo de detalles cómo se hará y cuál es el cronograma de acción. Es decir, darle a aquellos argentinos y extranjeros que perdieron la fe en Argentina, la hoja de ruta de cómo se va a volver un país normal en los próximos años. Esto aumentará la credibilidad en el futuro y, sobre esta mejora en las expectativas, se debe salir del cepo en las siguientes semanas. Seguramente, implicará una suba del tipo de cambio oficial; pero tenderá a ubicarse por debajo de lo que valgan los dólares libres. Cuanto mayor sea el compromiso que transmita el gobierno en avanzar en las reformas estructurales, el valor único del dólar se ubicará más por debajo de los paralelos. Sería un error retrasar la unificación cambiaria; ya que la retención de la liquidación de exportaciones hará más costosa la salida. En cambio, si se sale rápido, le jugará a favor a un BCRA que llegará sin divisas propias.

Definido cuando hay que salir del cepo, ahora veamos cómo se lo hace. Dentro del paquete de leyes o “ley ómnibus” que hay que mandar al Congreso el primer día de gestión para que se trate en sesiones extraordinarias tienen que estar, por lo menos, la reforma de las leyes de Carta Orgánica del BCRA y la que rige al sistema financiero.

La primera debe establecer que la institución será absolutamente independiente del poder político en su accionar para lograr su única prioridad, mantener una moneda estable y confiable. Tras un período de tiempo determinado para ajustar las enormes distorsiones de precios que se están acumulados, se debería ir a un sistema con metas de inflación que serían fijadas en el Presupuesto de la Nación. Así se cumple con lo que manda la Constitución Nacional, el Congreso es el que debe fijar el valor de la moneda (art. 75, inciso 11) y determinar los impuestos (artículo 4), la inflación lo es.

Además, deberían establecerse los mecanismos de control del Parlamento sobre el cumplimiento de esos objetivos por parte del BCRA, la presentación de las razones por los incumplimientos y, si no resultan convincente, la posibilidad de remoción de sus autoridades.

Por otro lado, se debería garantizar en esta ley la prohibición de que el BCRA financie al gobierno de cualquier forma posible y cómo se transformará la deuda estatal que no sea líquida en bonos que sean comercializables, para que tengan un valor y capitalizar a la institución. A partir de allí, no podrá adquirir más títulos del Tesoro; pero sí venderlos para controlar la liquidez o pagar sus pasivos remunerados, que deberían tender a cero y prohibirse nuevo endeudamiento de este tipo. Una vez eliminada la deuda remunerada de la institución, los motivos de expansión monetaria deberían ser solamente el pago de dividendos al Tesoro o la compra de activos externos líquidos y de bajo riesgo.

Respecto a las ganancias del BCRA, se podrían distribuir dividendos; pero una vez saneado el patrimonio de la entidad, contabilizando sus activos a valor de mercado. Por supuesto, habrá que eliminar todas las restricciones cambiarias y obligaciones de liquidación de divisas. En algunos casos puede ser necesario un período corto de transición para lograrlo. Una vez alcanzada esta meta, la entidad quedará inhabilitada para reimplantarlas.

Otra norma que se debe presentar es una reforma del sistema financiero que lo adapte al nuevo esquema monetario y en el que se prohíba el uso de los depósitos en entidades privadas para dar créditos sectoriales subsidiados y toda otra intromisión en lo que hace a los préstamos y depósitos bancarios, excepto los que hagan a los instrumentos prudenciales. Cabe tener en cuenta que cuando un ahorrista hace un depósito en un banco está eligiendo quién va a administrar su dinero, que no son los funcionarios de turno que quieren hacer demagogia con los ahorros bancarios. Esto no implica que el Estado no pueda promover sistemas de subsidios de tasa, financiadas con rentas generales, y que los bancos puedan adherir libremente si es que les conviene. La idea es que no se use al sistema financiero como financiador de subsidios de ningún tipo. Además, debe garantizar que la legislación promueva la competencia, con reglas claras y generales que cuiden la solvencia y liquidez de los bancos.

Si bien hay otras normas que hay que modificar, como la que rige el Mercado de Capitales; por lo menos deben estar estas dos en el paquete inicial para fijar la hoja de ruta de la reforma monetaria. Para ayudar a quienes trabajan en este tema en los equipos económicos de los candidatos a Presidente, la Fundación “Libertad y Progreso”, también, está desarrollando una salida a un mercado en el que la gente pueda optar libremente por la moneda que quiera usar, siempre que consiga una contraparte con la misma preferencia. Lo más probable es que se termine en un sistema bimonetario; ya que, por tradición y costumbre, la opción mayoritaria será el peso y el dólar.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso. Sigue a @AbramAldo

Inflación monetaria: la trampa de la banca central

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 15/3/23 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/inflacion-monetaria-la-trampa-de-la-banca-central-nid15042023/

Edificio del Banco Central

Edificio del Banco Central

La primera vez que publiqué un escrito sobre la imperiosa necesidad de eliminar el Banco Central fue hace cuarenta años, en Fundamentos de análisis económico, que lleva prólogo del premio Nobel en Economía F. A. Hayek y prefacio del exsecretario del Tesoro de los EE.UU. William E. Simon. Desde entonces vengo machacando sobre el mismo asunto, ya que la llamada “autoridad monetaria” solo puede operar en una de tres direcciones: expandir, contraer o dejar inalterada la base monetaria. Cualquiera de esos caminos inexorablemente altera los precios relativos, que son los únicos indicadores para asignar los siempre escasos recursos.

Si se mantiene que la banca central debe ser independiente, Milton Friedman –otro premio Nobel de Economía– señaló que el resultado será el deterioro independiente de los precios, de allí es que este autor concluye que “el dinero es demasiado importante como para dejarlo en manos de banqueros centrales”. Lo mismo sostiene Hayek, quien agrega que “nos demoramos doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar la religión al poder político, es de desear que no nos demoremos otro tanto en darnos cuenta del error y el horror de atar la moneda al gobierno”.

Ahora observamos con satisfacción que en nuestro medio irrumpe un sustancioso debate sobre lo que se ha dado en denominar “dolarización”, aunque entre sus patrocinadores se destaca que se trata de abolir la banca central y el curso forzoso para que la gente elija el activo monetario de su preferencia, por lo cual se conjetura que en un primer paso la inclinación será por el dólar, por ser la divisa más familiar.

En otra oportunidad aludí a mi propuesta en seis etapas influido por colegas con quienes he mantenido repetidas conversaciones, como Adrián Ravier, Javier Milei, Emilio Ocampo, Jorge Ávila, Julio Elias, Alfredo Romano y otros, lo cual no significa comprometer sus opiniones en el esquema que sigue ni el caso extremo que describiré a continuación. Tampoco sugiero desconocer sus propias propuestas. Todo debe ser debatido. Mi sugerencia en aquel entonces se resumió en la siguiente cápsula en seis pasos: 1) Entrega de dólares a los tenedores de pesos (base monetaria) que incluye la venta de oro, lo cual resultará en la ratio que corresponda a esta relación, la cual podrá modificarse, por ejemplo, por la entrada de dólares en circulación de poseedores fuera del circuito o en el exterior. 2) Sustituir títulos y pases por bonos con jurisdicción estadounidense en dólares a la tasa de mercado. 3) Convertir todo el sistema bancario al offshore (Luxemburgo, Singapur, etc.) al efecto de que las instituciones financieras operen de acuerdo con la conveniencia de sus clientes. 4) Abrogar toda la legislación que se oponga a lo dicho (ley penal cambiaria et al). 5) Consecuente liquidación de la banca central y el curso forzoso. 6) Elección por parte del gobierno de la moneda en la cual se pagarán impuestos y equivalentes.

Tengamos en cuenta que, para los avatares extremos que expondré a continuación, es pertinente analizar lo que Harold Demsetz bautizó en 1969 como la falacia de Nirvana, que es tomada de Shakespeare cuando el Duque de Albany le dice al Rey Lear: “Agitándonos para alcanzar lo mejor, a menudo estropeamos lo bueno”. Es decir, en política necesariamente se renuncia a lo ideal para poder ejecutar lo que resulta posible. Esto para nada significa abandonar la mejor meta en beneficio de lo que desconoce la excelencia. Más aún, resulta absolutamente indispensable subir la vara al máximo, lo cual es faena de los intelectuales al efecto de modificar la parla de los políticos.

Vamos ahora al caso extremo en el que desmenuzo la situación en la que no resultara políticamente posible ninguna de las otras vías de reforma sensata por incomprensión del problema, por lo que sugiero que se proceda a la eliminación del curso forzoso y a la liquidación de la banca central en otro contexto. En este caso pueden presentarse dos posibilidades muy extremas que pueden considerarse absurdas, pero sirven para ilustrar el asunto que tenemos entre manos. Que el patrimonio neto refleje un valor mínimo, digamos de un dólar, en cuyo caso el rescate de la base monetaria será a un tipo de cambio colmado de ceros y fracciones infinitesimales, lo cual hace conjeturar que nadie convertirá, por lo que se aplicará ese patrimonio exiguo a rentas generales. La otra posibilidad extrema es que el patrimonio neto sea negativo, en cuyo caso se declara la quiebra.

Pasemos entonces al tema medular de la inmensa bola de títulos como pasivo remunerado junto a la base monetaria frente a lo cual puede seguirse uno de dos caminos: o se le va reduciendo paulatinamente la tasa hasta llegar a cero al efecto de permitir la adecuación de los plazos fijos en los bancos o se recurre a un último y nuevo préstamo global, para atender esos reclamos de los depositantes. En este cuadro de situación debe tenerse muy en cuenta la visibilización de millones de dólares provenientes tanto de la plaza local como del extranjero, hoy defendidos de las garras del Leviatán, pero que volverán a circular en vista de la claridad de objetivos monetarios acompañados por reformas de fondo laborales, previsionales, institucionales y de comercio exterior. A esto deben agregarse las múltiples nuevas inversiones que serán atraídas por el clima civilizado de normas creíbles y duraderas de respeto recíproco. En estas circunstancias, la relación dólar/peso resultará del mercado con los dólares que ingresen al circuito y en vista de que no habrá más emisión de pesos.

En cualquier caso, es indispensable acompañar alguna de estas dos opciones por reformas bancarias para implantar el sistema de free banking o la reserva total, pero dejar sin efecto el sistema vigente de reserva fraccional y así anular la producción secundaria de dinero exógena, para lo cual pueden adoptarse los diversos canales propuestos que son de público conocimiento.

De más está decir que para poder proceder a una reforma monetaria en cualquiera de las instancias que quedan aquí reflejadas resulta indispensable despejar pesadas telarañas mentales en cuanto a un cuarteto clave. Uno, que la inflación “es multicausal”, sin percatarse de que se trata de expansiones exógenas al mercado, es decir, provocadas por razones políticas. Dos, que la inflación se debe a “expectativas” sin percatarse de que por más expectativas no ocurre el fenómeno de la distorsión de precios si no hay convalidación por expansiones exógenas previas. Tres, que la inflación se debe a “costos que inciden en otros bienes y servicios” como, por ejemplo, el petróleo, sin percatarse de que si se incrementa ese precio el consumidor tiene dos opciones: o sigue consumiendo la misma cantidad de petróleo y sus derivados, con lo que disminuirá el consumo en otros bienes y servicios o de lo contrario reducirá su consumo petrolero para poder continuar con el mismo ritmo de consumo en los otros sectores. Y cuatro, que le inflación puede ser importada, lo cual muestra no entender el rol del tipo de cambio libre.

Todo esto va para los clásicos “nosepuedistas” que reiteran que las ideas innovadoras que operan en direcciones distintas del statu quo no pueden ejecutarse… Si por ellos fuera, seguiríamos en las cuevas, ya que todo lo novedoso debería descartarse. En esos casos está presente la falacia ad populumsi todos lo hacen está bien, si nadie lo hace está mal.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La economía, con la mirada en octubre

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 21/3/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/21/la-economia-con-la-mirada-en-octubre/

La inflación de febrero del 6,6%, junto con un aumento interanual del 102%, abren interrogantes sobre si es posible, sin un plan consistente y un gobierno sin credibilidad, evitar la aceleración de los precios

La aceleración de la inflación en febrero generó señales de alerta. Antes de avanzar, es importante destacar que un estadio de hiperinflación no se produce a partir de determinado tasa de aumento de los precios, sino que se da cuando la gente huye del dinero cada vez más rápido y se manifiesta en remarcaciones diarias, o hasta varias veces en el día.

Cuando se produjo la hiperinflación de 1989, los años anteriores la tasa de aumento interanual del IPC del Indec se fue duplicando, pero nada hacía presagiar que a partir del 6 de febrero de 1989 todo se iba a desbarrancar tan aceleradamente.

Hay un dato actual que se asemeja mucho al entonces bautizado Plan Primavera, que fue el último intento del equipo económico de esos años para llegar a las elecciones anticipadas a mayo de 1989. En ese momento el Banco Central absorbía la casi totalidad de los depósitos que recibían los bancos, y los instrumentos que se utilizaban para inmovilizarlos en el BCRA eran varios, pero básicamente se llamaban “indisponibles” y tenían tasas de interés crecientes.

Hoy, el equivalente son las Leliq y equivalen a 2 veces la base monetaria y al 77% del total de los depósitos del sector privado; generan un déficit cuasifiscal superior al déficit fiscal primario de la Administración Central

Como puede verse en el gráfico, las tasas de inflación anuales previas a la hiperinflación fueron duplicándose.

Cabe recordar que en 1985 se implementa el Plan Austral de estabilización de precios que posibilitó bajar en 1986 la inflación de poco más de 1.000% anual a 81,9%, pero luego empieza a duplicarse año tras año hasta que en 1989 se dispara la hiperinflación.

Considerando que el argentino mayor de 40 años está acostumbrado a sobrevivir los procesos inflacionarios y sabe cómo defenderse, no es de descartar que el proceso se pueda acelerar, y se manifieste en mayor huida del dinero. Eso no quiere decir que se avanza inevitablemente por ese camino.

Cambio de ritmo de la actividad

A este escenario complicado se le agrega la caída que se observa en el estimador mensual de actividad económica en los últimos 4 meses de 2022, que se traducen en un aumento de la recaudación impositiva por debajo de la tasa de inflación. En febrero 2023 los ingresos tributarios aumentaron 82,3% mientras la inflación fue 102% respecto de un año antes, más allá que gravitó el menor ingreso de derechos de exportación, por liquidaciones anticipadas y la sequía.

La drástica baja esperada en el resultado de las cosechas determinará un importante faltante de dólares de exportación -se estiman en USD 20.000 millones-, para satisfacer las necesidades de los importadores de insumos para que puedan producir, excepto que el Gobierno disponga acelerar la tasa de devaluación del peso, para impulsar otras actividades exportadoras y desalentar importaciones de bienes de consumo.

En ese caso, habrá aumentos de costos en los insumos que, o se trasladan a precios o, si el mercado no absorbe esos aumentos de precios, cae la oferta.

Más cantidad de pesos que la gente no quiere volcados al mercado y menos oferta de bienes y servicios, es la tormenta perfecta para desatar un proceso inflacionario agudo, si genera un incremento notable en los tipos de cambio libres (blue, MEP o CCL) que lleve al retiro de depósitos para cubrirse contra la inflación.

Ese retiro de depósitos obligaría al BCRA a cancelar el equivalente en Leliq emitiendo pesos que llevarían a acelerar el proceso inflacionario. Nada tan diferente a lo que ocurrió en 1989 con los depósitos indisponibles.

La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)

En definitiva, el Gobierno está en un serio problema para tratar de llegar a las elecciones generales de octubre sin una crisis inflacionaria y cambiaria. La sequía le complicó más los planes porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica, en tanto las cuentas fiscales no cierran salvo que se licuen los gastos vía inflación. En ese caso la suba de los precios pasaría a ser un instrumento transitorio de “estabilización”, un verdadero oxímoron.

No se ve tan claro que el kirchnerismo duro vaya a tolerar un 2023 electoral sin un “plan platita” para hacer populismo y, sobre todo, tratar de sostener a los intendentes del conurbano.

No vaya a ser cosa que el ajuste vía licuación del gasto público (jubilaciones, sueldos de empleados, planes asistenciales, etc.) además de la inseguridad, le haga perder al oficialismo el bastión del conurbano donde la pobreza y el clientelismo político son sus armas predilectas para sostenerse en el poder.

En definitiva, para llegar a octubre todavía falta un largo recorrido, pero todo puede pasar en esta economía sino aparece un plan consistente de estabilización.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Los bancos centrales no pueden hacer crecer los árboles hasta el cielo

Por Aldo Abram: Publicado el 20/3/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/20/los-bancos-centrales-no-puede-hacer-crecer-los-arboles-hasta-el-cielo/

La torre del Bank for International Settlements (BIS), en Basel, Suiza. Es el banco central de los bancos centrales (REUTERS/Arnd Wiegmann/File Photo)

La torre del Bank for International Settlements (BIS), en Basel, Suiza. Es el banco central de los bancos centrales (REUTERS/Arnd Wiegmann/File Photo)

Sólo algunos “agoreros” advertíamos que seguir con esa política monetaria expansiva, superada la pandemia, no era sostenible e, incluso, podía terminar en una nueva crisis mundial

Como siempre, los políticos y los funcionarios de los bancos centrales del mundo salieron a buscar culpables del actual tembladeral internacional. Como en 2007-2008, se señala que el problema es la desregulación del sistema financiero y, como entonces, no hay tal falta de normativas, en realidad son excesivas.

Es cierto que, en la crisis anterior, el estallido empezó en el sector hipotecario de EEUU. Simplemente porque el gobierno decidió, demagógicamente, facilitar ese tipo de crédito para “que todos los estadounidenses tuvieran acceso a una vivienda”. Por lo tanto, relajaron las condiciones para que dos grandes instituciones semiestatales pudieran recomprar hipotecas, Fannie Mae y Freddie Mac. Para ese entonces, desde los bancos centrales, liderados por la Reserva Federal, venían inyectando enormes excesos de liquidez. Esto hizo que los rendimientos fueran ínfimos en los mercados de bajo riesgo, por lo que los inversores buscaron más rendimientos asumiendo más riesgo. Así que uno de los grandes negocios fue prestarle a gente de pocos recursos a tasas altas y venderles esas hipotecas a estas instituciones semiestatales. Cuando estos deudores empezaron a no poder cumplir sus compromisos, se produjo la explosión.

No es que los excesos de emisión de los bancos centrales de los países desarrollados no estuvieran generando burbujas en todos los mercados de activos, sino que el mercado hipotecario de EEUU fue el que tuvo más incentivos para recibir más de esa liquidez. Es como si todos empezáramos a inflar globos, todos van a estallar en algún momento, sólo que aquel del que sople más fuerte reventará primero y, los demás, después. Así fue y se convirtió en una crisis mundial.

Ahora, volvemos a las andadas. Con motivo de las restricciones que se gestaron a partir de la pandemia, los bancos centrales salieron a emitir moneda para sostener la economía. Sin embargo, cuando la emergencia se superó, siguieron incrementando la liquidez, argumentando que no generaría inflación. Obviamente, se equivocaron, la depreciación de las monedas hizo que los precios empezaran a subir. Al inicio, lo justificaron en “problemas de logística” o “de escasez de oferta”, al mejor estilo de los funcionarios y políticos argentinos. Por supuesto, ese no era el problema de fondo y, por ello, no debería extrañar que la inflación siguiera escalando. Entonces, los banqueros centrales dijeron que no nos preocupáramos, que sería sólo coyuntural, pero no lo fue y en algunos países desarrollados superó el 10% interanual.

El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker (REUTERS/Eduardo Muñoz)El expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker (REUTERS/Eduardo Muñoz)

La realidad es que nadie quería cortar la fiesta, en donde los que apuestan a los mercados financieros tienen garantizadas las ganancias y los políticos creen que pueden impulsar artificialmente la economía para ganar votos. Por supuesto, los árboles no crecen hasta el cielo y, en economía, no hay magia. Si algo crece artificialmente, como los precios o el nivel de actividad, deberá caer, como en las leyes de la física. Sólo algunos “agoreros” advertíamos que seguir con esa política monetaria expansiva, superada la pandemia, no era sostenible e, incluso, podía terminar en una nueva crisis mundial.

La realidad es que, hasta fines de 2021, los bancos centrales estuvieron inflando “burbujas” en todos los mercados de activos y, de haber seguido aumentando la liquidez, seguramente hubieran estallado el año pasado. Un ejemplo de las inversiones que se vieron incentivadas artificialmente por esta excesiva de dinero fueron las “criptomonedas”, cuyos valores subieron espectacularmente y ahora se desploman.

Si bien las autoridades monetarias empezaron a ser más austeras a partir de 2022, las cartas están jugadas y nos balanceamos en el desfiladero. Ahora, tienen que salir a salvar a las instituciones que, debido a los excesos de liquidez y los bajos rendimientos generados por los bancos centrales, fueron incentivadas a invertir en activos de alto riesgo, cuyos precios se desbarrancan. Por otro lado, no se puede volver a la “fiesta de emisión” sin arriesgarse a una debacle mucho mayor.

Esto también ya lo vivió el mundo con la crisis de los ´70, mal llamada “del Petróleo”. Los desmanejos monetarios de la Reserva Federal en los ´60, volvieron insostenible el patrón oro que regía por entonces, así que tuvieron que abandonarlo. El resultado fue una fuerte depreciación del dólar, debido a los anteriores excesos de emisión. Todos los precios subieron, aunque es cierto que el del petróleo lo hizo en mayor medida. Se intentó enfrentar la escalada inflacionaria con austeridad monetaria; pero, cuando aparecieron los costos en términos de pérdidas de capital y caída de nivel de actividad, los bancos centrales volvieron a los excesos de liquidez.

Eso hizo que la crisis durara una década, hasta que asumió como Presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, y anunció que recuperaría la confianza en un dólar estable. A esa altura, con una inflación desmadrada, tuvo que encarar una contracción monetaria fenomenal, mucho mayor a la que hubiera sido necesaria si se hubiera hecho el ajuste a tiempo. La historia es tristemente conocida, a principios de los ´80, muchos de los países emergentes a los que habían ido los excesos de liquidez en busca de rendimientos, terminaron en la quiebra, entre ellos, Argentina.

Se logró estabilizar la economía de EEUU y el mundo; pero a un costo fenomenal. Desde entonces, los bancos centrales volvieron a generar “burbujas” y nuevas crisis, demostrando que sus funcionarios son incapaces de aprender. Siguen pensando que son magos que pueden “hacer crecer los árboles hasta el cielo”. Lástima que, luego, los que se pegan flor de porrazo al caerse de lo alto de esos “árboles” son el resto de los mortales que sufrimos las consecuencias de sus errores.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso. Sigue a @AbramAldo

¿Qué diablos quiere decir que hay que “hacer un ajuste”?

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 5/3/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/04/que-diablos-quiere-decir-que-hay-que-hacer-un-ajuste/

Insistir en que los actuales niveles del gasto público deben hacerse eficientes es tan desatinado como sostener que el robo debe ser eficiente

Frédéric Bastiat

Frédéric Bastiat

Hay quienes insisten en que para corregir los entuertos que vivimos los argentinos hace falta “un ajuste” por lo que es pertinente detenernos en esta palabreja a los efectos de aclarar su significado. Antes nos hemos referido al asunto pero en vista de que se reiteran casi a diario una y otra vez las recomendaciones del ajuste, es del caso volver sobre este tema con la intención de despejar telarañas mentales.

Ajustar tiene la connotación de algo doloroso y casi cruel. En este contexto se pregunta y repregunta en diversos medios cuando se sugieren medidas de fondo para revertir la situación hasta que punto sangrará la comunidad al adoptar tal o cual política considerada necesaria.

A nuestro juicio el asunto está mal planteado. El ajuste, el dolor, la crueldad y el sangrado ocurren como consecuencia de no adoptar medidas correctivas que precisamente nos liberen del espantoso ajuste cotidiano que venimos soportando desde hace décadas. Un verdadero ajuste a la garganta de cada cual. Se requieren entonces medidas que nos liberen del ajuste que sufre la comunidad argentina, muy especialmente sobre las espaldas de los más vulnerables. Hay que demandar medias anti-ajuste para liberar la energía creadora aplastada con gastos exorbitantes, impuestos insoportables, inflación inaguantable, regulaciones asfixiantes, legislación laboral contraria al trabajo y cerrazón al comercio internacional que obligan a pagar más caro y de peor calidad. Estos ajustes brutales son al cinturón de la gente que respira con dificultad como consecuencia del apriete inmisericorde. Por tanto debemos liberarnos del ajuste crónico que siempre provoca el estatismo.

El reducir el monstruoso aparato estatal libera recursos para que puedan emplearse de modo productivo y no parasitario que empobrece a todos. Del mismo modo que se liberó al hombre de la barra de hielo cuando apareció la heladera, al cartero cuando se generalizó el uso del correo electrónico o los fogoneros cuando aparecieron las locomotoras Diesel, de ese modo y con mucha mayor razón y urgencia se libera fuerza laboral para emplearse en faenas útiles en lugar de paralizarlas en poner palos en la rueda. A su vez el empresario deseoso de sacar partida de nuevos arbitrajes estará especialmente interesado en capacitar para incrementar sus ganancias en nuevos renglones.

A los que, dentro o fuera del gobierno, se alarman por los llamados “ajustes” debo decirles que tienen razón en preocuparse, así como cuando se proponen medidas de shock. Ya bastantes ajustes y shocks sufre la población en nuestro medio desde que amanece hasta que se acuesta como para absorber otros reveses.

A partir del golpe fascista del 30 y mucho más desde el peronismo y sus imitadores venimos chocando contra una pared. Es momento de escuchar otras voces que no sean las de repetir la misma cantinela estatista de los últimos largos tiempos.

El asunto es precisar que si en verdad se quiere aliviar la situación de la gente, es imprescindible engrosar sus bolsillos, para lo cual deben transferirse recursos desde el Leviatán, que ha venido saqueando el fruto del trabajo ajeno al acumular funciones incompatibles con un sistema republicano. No se trata entonces de ajustes y shocks adicionales, sino de restituir e incrementar el poder adquisitivo de los gobernados.

No se trata tampoco de disimular el gasto elefantiásico con el incremento del producto bruto para modificar la ratio respectiva; se trata de eliminar facultades que se han arrogado con inaudita insolencia los aparatos estatales, pero que son propias del ciudadano.

Entre otros, el decimonónico Frédéric Bastiat en su obra titulada La ley, explica con claridad que no se puede recurrir a subterfugios para disfrazar las recaudaciones gubernamentales que exceden las funciones específicas de una sociedad abierta, las cuales, subraya, se traducen en mero “robo legal”.

Ilustremos esto con un ejemplo extremo referido a la zoncera del gradualismo: supongamos que un ladrón arranca la billetera de un transeúnte; seguramente si es apresado se hará que el delincuente devuelva el botín a la víctima, pero no gradualmente, sino lo antes posible. De lo que se trata no es de implantar la justicia con cuentagotas, sino de restituir la propiedad.

Del mismo modo ocurre con un gobierno completamente desordenado en sus cuentas. Si se gasta más de lo que ingresa en un contexto de gasto hipertrofiado, no puede evitarse la bancarrota de una empresa o los efectos nocivos del desorden en el seno de una familia. Pero estemos atentos también en esto, no se trata simplemente de equilibrar las cuentas que puede lograrse succionando la totalidad de los recursos de la gente lo cual significaría convertir en esclavos a todos sin déficit fiscal. De lo que se trata es de respetar los derechos y consecuentemente el fruto del trabajo ajeno limitando el manotazo fiscal a lo imprescindible para garantizar el respeto recíproco.

No se trata de causar dolor, sino alivio y mejora en la condición social de la gente. Lo relevante es que el balance neto entre costos y beneficios abra de par en par las puertas del progreso para todos, muy especialmente la de los más necesitados. No hay magias posibles, no puede engullirse la torta y tenerla al mismo tiempo.

El desorden conlleva costos altísimos que los pagan principalmente los más débiles económicamente, ya que los ahorros y las inversiones se contraen. Por supuesto que todo en la vida tiene un costo. No hay acción sin costo. El lector incurre en costos al leer esta nota, puesto que para hacerlo debe abstenerse de prestar atención a otros asuntos de su preferencia según la secuencia de prioridades de cada cual. En economía esto se denomina costo de oportunidad. En el caso que nos ocupa, en un primer momento absorberán costos quienes deben amoldarse a otros destinos al efecto de ser reabsorbidos en tareas distintas que no podían encararse, precisamente debido a que se encontraban esterilizadas en las órbitas de los aparatos estatales. Pretender el progreso sin cambio constituye una contradicción mayúscula puesto que el progreso es cambio. Recordemos que los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, a diferencia de Jauja siempre hay todo por hacer y sin trabajo no se concibe la producción de bienes ni la prestación de servicios incluyendo la robotización que también libera trabajo para nuevos oficios.

En este sentido, como queda consignado, la liberación de factores humanos y materiales permite encarar otras tareas, hasta el momento imposibles de concebir, lo cual presenta nuevos negocios y las consecuentes capacitaciones. Debe hacerse foco en el sufrimiento, especialmente el de la gente de menores ingresos sobre la que recae el peso de verse obligada a mantener funcionarios cuyas faenas consisten en asignar recursos en direcciones distintas de las que hubiera decidido la gente en libertad (si el gobierno decidiera lo mismo que prefiere la gente sería superfluo el uso de la fuerza que en todos los casos demanda la intervención estatal). La vida es corta, esta situación injusta que se viene prolongando clama a los cielos.

Solo proteger derechos es la función del monopolio de la fuerza. La herencia recibida es catastrófica, pero no podemos consumir nuestras existencias maldiciendo ese estado de cosas, sino tomar el toro por las astas y revertir el problema en lugar de agravarlo tal como viene ocurriendo. Liberar recursos se torna indispensable, insistir en que los actuales niveles del gasto público deben hacerse eficientes es tan desatinado como sostener que el robo debe ser eficiente.

En este contexto, es crucial comprender que los salarios e ingresos en términos reales dependen de las tasas de capitalización. Esta es la diferencia entre países prósperos y países pobres. No son los recursos naturales que a veces crean la falsa ilusión de riqueza per se, es un tema de marcos institucionales confiables.

De todos modos, cualquiera que sea la situación, quienes estiman necesario ayudar en mayor medida al prójimo lo pueden hacer, por ejemplo, a través de una ONG de amplio acceso público donde cada uno ingresa su donación. Con esto, los políticos y sus socios dejarían de recurrir a la tercera persona del plural en sus discursos y, en su lugar, todos lo harían en la primera del singular asumiendo responsabilidades. En este supuesto no se usaría a los pobres para campañas electorales y se finiquitaría con la hipocresía de sostener que los gobiernos (es decir los vecinos) deberían ayudar a otros de modo coactivo.

Como queda dicho, debe enfatizarse otra sandez cual es priorizar a todo trapo el orden en las cuentas fiscales al tamaño del aparato estatal, las dos cosas son importantes pero como ha dicho Milton Friedman es mejor un déficit del fisco del 10% del producto con impuestos del 2% y no cuentas equilibradas con una succión estatal del 80% del producto. El problema medular es el tamaño desmedido del aparato estatal que provoca un ajuste fenomenalmente dañino en la vida de la gente.

Se hace necesario retomar la tradición alberdiana y recordar que nuestro país estaba a la vanguardia del mundo libre cuando se adoptó. En resumen, debemos escapar de la dialéctica del ajuste como salvación para en su lugar implantar medidas anti-ajuste o anti-apretada para permitir que florezca el progreso propio de un clima liberal. Sugiero se recurra a la expresión “liberar fuerzas productivas” hoy encarceladas por el estatismo, es decir, el “robo legal” un concepto clave a contracorriente del positivismo que fue estampado por la célebre pluma de F. Bastiat a quien hemos mencionado más arriba en esta nota. Los costos de la liberación de recursos son siempre infinitamente menores que mantener las botas sobre cuerpos indefensos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La Argentina rezagada

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 12/03/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/12/finde-la-argentina-rezagada/

Se podrían perfeccionar las instituciones y procedimientos en vigencia aprovechando las enseñanzas de las naciones avanzadas

Con la violencia caótica centrada en Rosario, se comprueba que la ineptitud de los gobiernos restringe las seguridades y disfrutes personales

Con la violencia caótica centrada en Rosario, se comprueba que la ineptitud de los gobiernos restringe las seguridades y disfrutes personales

Los economistas neoclásicos suelen suponer la ausencia de costos de decidir, la automaticidad de ponerse de acuerdo, hallando las alternativas mejor competitivas, sin esfuerzos ni gastos.

No obstante, las imperfecciones del mundo real se trasladan a que todas las normas, leyes, contratos, acuerdos, sean inevitablemente incompletos. Tales imperfecciones requieren adaptaciones en cada caso particular para hacerlas más satisfactorias a cada uno de los distintos contratantes singulares.

Actualmente, con la violencia caótica centrada en Rosario, se comprueba que la ineptitud de los gobiernos restringe las seguridades y disfrutes personales, junto también con los intercambios comerciales. Se podrían perfeccionar las instituciones y procedimientos en vigencia aprovechando las enseñanzas de las naciones avanzadas.

Al efecto, cabe reiterar las diferencias de ingresos promedio entre los países, desde USD 300 al año por habitante en Burundi, y USD 100.000 en Irlanda, radica en sus organizaciones respectivas, a través del tiempo.

Régimen monetario y reglas estables

Así, para mejorar cualquier sistema monetario se deben ajustar las reglas básicas: la unidad de cuenta; el ancla verdadera (la regla de emisión o el nivel del índice de precios objetivo (en la Convertibilidad, el valor de la intervención al que BCRA compraba y vendía dólares); los medios de pagos; y la organización de la oferta monetaria (sistema, normas bancarias y financieras).

Por su parte, las reglas elementales de propiedad deben regular el uso del bien, la obtención de la corriente de sus servicios, trasformaciones y ubicación. Incluyendo la cesión del todo o parte de un bien a un precio y condiciones pactadas con otra persona. La inestabilidad de la propiedad es el impedimento principal de la prosperidad de las sociedades, destacaba David Hume.

Las reglas fiscales de limitación del gastos e ingresos del Estado son claves para garantizar la credibilidad de los compromisos públicos.

En su última reunión, los empresarios más importantes del país cuestionaron al modelo económico: “Es inevitable que Argentina para desarrollarse pretenda políticas económicas normales. Durante largos años hemos carecido de moneda doméstica respetada, sufrimos una muy elevada y distorsionada presión tributaria, con cambios permanentes en las reglas de juego, varios tipos de cambio, injerencias indebidas en las empresas, controles de precios, o múltiples restricciones al comercio exterior; por nombrar algunas anomalías”.

Además de los objetivos generales de cualquier estructura institucional, las sociedades avanzan con la comprensión de cómo los individuos reaccionan anticipando ciertas circunstancias. Resaltaba Frank Knight, en Riesgo, Incertidumbre y Beneficios”, 1922: “Es necesario considerar a la naturaleza humana tal como la conocemos” para hacer buenos pronósticos. En especial, el oportunismo como una condición endémica con la cual las organizaciones deben contender. Con reglas confusas o cambiantes eso ya no sería probable.

Precisamente, es el orden general el que hace previsibles las reacciones del público en los espectáculos, las obras de teatro y los cuerpos colegiados; a los comportamientos individuales según las diferentes empresas y entidades constituidas; a los empleados estatales y los privados; a los gerentes de los dueños. Ese orden convierte a la economía en una ciencia. Según se ordene el país será más o menos previsible.

El desorden lo heredan las futuras generaciones, a menos que hubieran fortalecido las reglas sobre las que se edificaron las estructuras institucionales.

El quebrantamiento de las instituciones de la Convertibilidad, del pago de la deuda pública y de los servicios públicos competitivos, en 2002, y en 2008, la estatización del sistema privado de jubilaciones, AFJP; todavía imponen altos costos en la actualidad, deteriorando los ingresos del conjunto de los argentinos.

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Fue Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE. Sigue a @blascogar

El FMI es una verdadera vergüenza

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 11/3/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/11/el-fmi-es-una-verdadera-verguenza/

Este organismo ha permitido abrir los grifos de la inflación mundial y se transformó en prestamista de gobiernos corruptos y fallidos

Henry Hazlitt

Henry Hazlitt

Nuestros gobiernos mendigan préstamos para financiar un aparato estatal elefantiásico que carcome todo vestigio de productividad en el contexto de cargas tributarias insoportables, déficit crónicos, inflaciones astronómicas, regulaciones asfixiantes, economía cerrada y mercado laboral anti-trabajo, y henos aquí que en una segunda ronda alardean con que no hay que “pagar con el hambre del pueblo” (que los mismos gobernantes provocan) sin percatarse que los acreedores no pretenden cobrase con hambrunas sino con dólares.

Henry Hazlitt el economista estrella de Newsweek durante décadas y el célebre autor de La economía en una lección y del detallado y voluminoso análisis de la teoría keynesiana titulada Los errores de la nueva economía, escribió una columna el 11 de noviembre de 1963 que parece preparada para las instancias que corren. Se titulaba “Deshagan el FMI” donde explica que esa institución se estableció en reemplazo de la disciplina monetaria que establecía el patrón oro clásico al efecto, en su lugar, de dar rienda suelta a los procesos inflacionarios. Una vez establecidos los Acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 que permitieron abrir los grifos de la inflación a través de las bancas centrales, se instaló este “banco central de bancos centrales” que luego se transformó en prestamista de gobiernos fallidos. Hazlitt recuerda que “los padres de la entidad fueron Harry Dexter White por los Estados Unidos y Lord Keynes por Inglaterra. White sirvió como director ejecutivo del FMI quien en 1945 fue denunciado por el FBI como espía ruso lo cual fue ratificado por la Justicia en Estados Unidos […] Y Keynes -el mayor apóstol de la inflación de todos los tiempos- en el Parlamento británico el 23 de mayo de 1944 aseguró:”Si tengo alguna autoridad para decir en que es y que no es la esencia del patrón oro, diría que este plan es su exacto opuesto es decir el derrumbe de la moneda independiente del poder político”.

En esta línea argumental es pertinente recordar que en su prólogo a la edición alemana de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en 1936, en plena época nazi, Keynes escribió que “la teoría de la producción global que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia”.

En este contexto Hazlitt concluye que “la solución real consiste en desmantelar el Fondo Monetario Internacional […] ya que es una gigantesca máquina de inflación mundial” y más adelante subraya que “es realmente asombroso que este sistema fabricado en Breton Woods en 1944 es no solo tolerado sino considerado sacrosanto”.

Por su parte el cuatro veces candidato a la presidencia en Estados Unidos y ex congresista Ron Paul en el Ron Paul Institute, el 24 de marzo de 2015, en una columna titulada “Eliminen, no reformen al FMI” reitera que esa institución es coactivamente financiada por los contribuyentes de distintos países para dar sustento a gobiernos corruptos y quebrados como consecuencia de aplicar medidas estatistas, y cuando están por renunciar o reconocer sus fracasos reciben carradas de dólares a tasas de interés menores a las de mercado y con repetidos períodos de refinanciación y perdones de diversa envergadura. A título de ejemplo muestra la financiación que recibía del FMI Saddam Hussein y al último apoyo escandaloso a Grecia.

Al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell esta institución sirve para financiar a gobernantes ineptos empujados por la realidad de sus desaciertos, en lugar de permitir que se reviertan sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos del Fondo. Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en Argentina, México, Bolivia, República Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, Turquía, El Salvador, Egipto y Etiopía.

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukouvsky -uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Alexander Solzhenistin- informó que luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno”.

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko que usurpó el poder en Zaire que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación a su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

A lo consignado debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz (la coautora con el premio Nobel en Economía Milton Friedman de la muy difundida historia monetaria estadounidense) titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y el libro de la doctora en economía por la Universidad de Oxford Dambisa Moyo titulado Cuando la ayuda es el problema, en donde se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

La sede del FMI en WashingtonLa sede del FMI en Washington

En el contexto de la deuda pública externa, es de interés recordar que cuando Thomas Jefferson siendo embajador en París recibió la flamante Constitución norteamericana escribió que “si hubiera podido agregar una cláusula adicional la concretaría en la prohibición al gobierno de contraer deuda” que como lo expresó otro premio Nobel de Economía, James M. Buchanan, “significa comprometer coactivamente patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir al gobierno que contrajo la deuda.”

Entonces el Fondo Monetario Internacional alimenta a burócratas que son remunerados con honorarios colosales a costa de los contribuyentes para en definitiva incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de todos pero muy especialmente de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo.

En este escenario, los gobiernos que se encuentren en serias dificultades por sus mayúsculos desaciertos tendrán dos opciones: rectificar sus errores abriendo el mercado y fortaleciendo marcos institucionales civilizados o, de lo contrario, continuar con los desatinos pero financiados por Corea del Norte, Cuba o similares…si es que allí encontraran dólares, pero no de parte de Washington y sus aliados. Entonces, el fondo del Fondo estriba en terminar cuanto antes con esta entidad que tanto daño ha causado y lo sigue haciendo.

Recomiendo a los lectores interesados en este tema que consulten los muchos textos recopilados en el Ludwig von Mises Institute donde múltiples autores coinciden en base a muy diversas documentaciones que el FMI debe liquidarse a la brevedad para bien del mundo libre. En ese escenario, como queda dicho, las pesadas burocracias desaparecerían y la banca privada dirigirá sus recursos donde predominen marcos institucionales serios y, por ende, una economía exenta de estatismo crónico y de corrupciones alarmantes.

En Britannica se lee que “El impacto de los préstamos del FMI ha sido ampliamente debatido. Oponentes al FMI argumentan que sus préstamos incentivan a que los estados miembros apliquen muy malas políticas económicas domésticas, sabiendo que si lo necesitan el FMI los sacarán del apuro. Esta red de contención, sostienen los críticos, demoran las necesarias reformas y crean dependencias de largo plazo. Los oponentes también apuntan que los rescates del FMI se extienden a la banca que ha realizado préstamos a insolventes, por ende los alientan a que aprueben inversiones aun más riesgosas.”

Se podrá preguntar y repreguntar cómo es posible que el FMI insista en prestar una y otra vez a gobiernos espantosamente irresponsables pero debe advertirse que a diferencia de los que prestan asumiendo riesgos con recursos propios, los burócratas de esta entidad internacional lo hacen coactivamente con el fruto del trabajo ajeno y -vuelvo a remarcar- percibiendo ellos salarios monumentales. No es para hacer algo ad hominem sino al solo efecto ilustrativo pero es preciso subrayar que a esta altura necesitamos una política cristalina y no Kristalina.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h