Inflación monetaria: la trampa de la banca central

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 15/3/23 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/inflacion-monetaria-la-trampa-de-la-banca-central-nid15042023/

Edificio del Banco Central

Edificio del Banco Central

La primera vez que publiqué un escrito sobre la imperiosa necesidad de eliminar el Banco Central fue hace cuarenta años, en Fundamentos de análisis económico, que lleva prólogo del premio Nobel en Economía F. A. Hayek y prefacio del exsecretario del Tesoro de los EE.UU. William E. Simon. Desde entonces vengo machacando sobre el mismo asunto, ya que la llamada “autoridad monetaria” solo puede operar en una de tres direcciones: expandir, contraer o dejar inalterada la base monetaria. Cualquiera de esos caminos inexorablemente altera los precios relativos, que son los únicos indicadores para asignar los siempre escasos recursos.

Si se mantiene que la banca central debe ser independiente, Milton Friedman –otro premio Nobel de Economía– señaló que el resultado será el deterioro independiente de los precios, de allí es que este autor concluye que “el dinero es demasiado importante como para dejarlo en manos de banqueros centrales”. Lo mismo sostiene Hayek, quien agrega que “nos demoramos doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar la religión al poder político, es de desear que no nos demoremos otro tanto en darnos cuenta del error y el horror de atar la moneda al gobierno”.

Ahora observamos con satisfacción que en nuestro medio irrumpe un sustancioso debate sobre lo que se ha dado en denominar “dolarización”, aunque entre sus patrocinadores se destaca que se trata de abolir la banca central y el curso forzoso para que la gente elija el activo monetario de su preferencia, por lo cual se conjetura que en un primer paso la inclinación será por el dólar, por ser la divisa más familiar.

En otra oportunidad aludí a mi propuesta en seis etapas influido por colegas con quienes he mantenido repetidas conversaciones, como Adrián Ravier, Javier Milei, Emilio Ocampo, Jorge Ávila, Julio Elias, Alfredo Romano y otros, lo cual no significa comprometer sus opiniones en el esquema que sigue ni el caso extremo que describiré a continuación. Tampoco sugiero desconocer sus propias propuestas. Todo debe ser debatido. Mi sugerencia en aquel entonces se resumió en la siguiente cápsula en seis pasos: 1) Entrega de dólares a los tenedores de pesos (base monetaria) que incluye la venta de oro, lo cual resultará en la ratio que corresponda a esta relación, la cual podrá modificarse, por ejemplo, por la entrada de dólares en circulación de poseedores fuera del circuito o en el exterior. 2) Sustituir títulos y pases por bonos con jurisdicción estadounidense en dólares a la tasa de mercado. 3) Convertir todo el sistema bancario al offshore (Luxemburgo, Singapur, etc.) al efecto de que las instituciones financieras operen de acuerdo con la conveniencia de sus clientes. 4) Abrogar toda la legislación que se oponga a lo dicho (ley penal cambiaria et al). 5) Consecuente liquidación de la banca central y el curso forzoso. 6) Elección por parte del gobierno de la moneda en la cual se pagarán impuestos y equivalentes.

Tengamos en cuenta que, para los avatares extremos que expondré a continuación, es pertinente analizar lo que Harold Demsetz bautizó en 1969 como la falacia de Nirvana, que es tomada de Shakespeare cuando el Duque de Albany le dice al Rey Lear: “Agitándonos para alcanzar lo mejor, a menudo estropeamos lo bueno”. Es decir, en política necesariamente se renuncia a lo ideal para poder ejecutar lo que resulta posible. Esto para nada significa abandonar la mejor meta en beneficio de lo que desconoce la excelencia. Más aún, resulta absolutamente indispensable subir la vara al máximo, lo cual es faena de los intelectuales al efecto de modificar la parla de los políticos.

Vamos ahora al caso extremo en el que desmenuzo la situación en la que no resultara políticamente posible ninguna de las otras vías de reforma sensata por incomprensión del problema, por lo que sugiero que se proceda a la eliminación del curso forzoso y a la liquidación de la banca central en otro contexto. En este caso pueden presentarse dos posibilidades muy extremas que pueden considerarse absurdas, pero sirven para ilustrar el asunto que tenemos entre manos. Que el patrimonio neto refleje un valor mínimo, digamos de un dólar, en cuyo caso el rescate de la base monetaria será a un tipo de cambio colmado de ceros y fracciones infinitesimales, lo cual hace conjeturar que nadie convertirá, por lo que se aplicará ese patrimonio exiguo a rentas generales. La otra posibilidad extrema es que el patrimonio neto sea negativo, en cuyo caso se declara la quiebra.

Pasemos entonces al tema medular de la inmensa bola de títulos como pasivo remunerado junto a la base monetaria frente a lo cual puede seguirse uno de dos caminos: o se le va reduciendo paulatinamente la tasa hasta llegar a cero al efecto de permitir la adecuación de los plazos fijos en los bancos o se recurre a un último y nuevo préstamo global, para atender esos reclamos de los depositantes. En este cuadro de situación debe tenerse muy en cuenta la visibilización de millones de dólares provenientes tanto de la plaza local como del extranjero, hoy defendidos de las garras del Leviatán, pero que volverán a circular en vista de la claridad de objetivos monetarios acompañados por reformas de fondo laborales, previsionales, institucionales y de comercio exterior. A esto deben agregarse las múltiples nuevas inversiones que serán atraídas por el clima civilizado de normas creíbles y duraderas de respeto recíproco. En estas circunstancias, la relación dólar/peso resultará del mercado con los dólares que ingresen al circuito y en vista de que no habrá más emisión de pesos.

En cualquier caso, es indispensable acompañar alguna de estas dos opciones por reformas bancarias para implantar el sistema de free banking o la reserva total, pero dejar sin efecto el sistema vigente de reserva fraccional y así anular la producción secundaria de dinero exógena, para lo cual pueden adoptarse los diversos canales propuestos que son de público conocimiento.

De más está decir que para poder proceder a una reforma monetaria en cualquiera de las instancias que quedan aquí reflejadas resulta indispensable despejar pesadas telarañas mentales en cuanto a un cuarteto clave. Uno, que la inflación “es multicausal”, sin percatarse de que se trata de expansiones exógenas al mercado, es decir, provocadas por razones políticas. Dos, que la inflación se debe a “expectativas” sin percatarse de que por más expectativas no ocurre el fenómeno de la distorsión de precios si no hay convalidación por expansiones exógenas previas. Tres, que la inflación se debe a “costos que inciden en otros bienes y servicios” como, por ejemplo, el petróleo, sin percatarse de que si se incrementa ese precio el consumidor tiene dos opciones: o sigue consumiendo la misma cantidad de petróleo y sus derivados, con lo que disminuirá el consumo en otros bienes y servicios o de lo contrario reducirá su consumo petrolero para poder continuar con el mismo ritmo de consumo en los otros sectores. Y cuatro, que le inflación puede ser importada, lo cual muestra no entender el rol del tipo de cambio libre.

Todo esto va para los clásicos “nosepuedistas” que reiteran que las ideas innovadoras que operan en direcciones distintas del statu quo no pueden ejecutarse… Si por ellos fuera, seguiríamos en las cuevas, ya que todo lo novedoso debería descartarse. En esos casos está presente la falacia ad populumsi todos lo hacen está bien, si nadie lo hace está mal.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Falsa victimización para el privilegio y el despilfarro

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 22/5/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/22/falsa-victimizacion-para-el-privilegio-y-el-despilfarro/

El diputado argentino Javier Milei antes de la presentación de su libro «El Camino del Libertario», en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

El pasado 19 de mayo, Infobae publicó una columna de opinión de Victoria Donda donde se refiere a los dichos expresados por el diputado Javier Milei, el legislador liberal que cuenta con crecientes valoraciones positivas en imagen e intención de votos en el contexto de su carrera presidencial para 2023.

Milei, en la presentación de su último libro “El Camino del Libertario”, hizo referencia al Ministerio de la Mujer y anticipó que, bajo su gobierno, dicho ministerio no existiría. Entre otros, la directora del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), ha salido en defensa de ese ministerio acusando el golpe ya que, junto al INADI, el Ministerio de la Mujer son organismos que, escudándose en la victimización, resultan en la práctica entes homólogos en el ejercicio de la persecución selectiva, la imposición del pensamiento único, el otorgamientos de privilegios cesarianos y cuerpos vigilantes de cancelación y policía del pensamiento. Como si esto fuera poco, en un contexto de 20 millones de pobres y casi 5 millones de indigentes, llevan adelante un inexplicable despilfarro sin la menor rendición de cuentas.

La izquierda más fundamentalista no tiene por costumbre entablar debates honestos; suelen recurrir a falacias ad hominem como las que la propia Ministra de la Mujer, Elizabeth Gómez Alcorta, le profirió a Milei en declaraciones sobre este mismo asunto. En el caso de Donda, en la nota a la que hacemos referencia, fabrica la falacia del hombre de paja. La construcción de este argumento falso, consiste en instalar una posición que la contraparte no suscribe en absoluto para luego refutarla y evitar el tema que realmente se debate. En pocas palabras, es como jugar al fútbol sólo y pretender impresionar a la audiencia goleando a un equipo imaginario.

Esta maniobra, que es evidente hasta para los menos atentos, quedaría solo como otro burdo y deslucido antecedente de la funcionaria pública si no se tratara de dichos y comparaciones ofensivas como el de asociar a Milei con el repugnante movimiento de la supremacía blanca, el Holocausto, la tortura de homosexuales o conectarlo con otras matanzas raciales.

Se debe comprender que la única discriminación condenable es el trato desigual frente a la ley. Con este principio, no hay supremacía de nadie sobre nadie. En marcos de libertad y respeto a las autonomías individuales que, claro está, incluyen el uso y la disposición de la propiedad, sea nuestra casa, nuestra empresa u otra cosa de la que somos titulares, no lesiona derechos en absoluto. Contrariamente a esto, la existencia de estos organismos como el Ministerio de la Mujer y el INADI, son justamente para violar derechos individuales o invadir la propiedad ajena; son para justificar demandas trasnochadas e injustificables que sí asumen la supremacía de unos sobre otros.

El concepto de la llamada “violencia de género” revela el curioso sesgo de repudiar y pedir justicia por actos de violencia solo en especificas circunstancias. Es decir que, la condena de estas acciones deleznables, están reservadas solamente para: a) cuando quienes participan del asunto, son dos protagonistas de naturaleza sexual opuesta y, b) siempre y cuando la acción ofensiva la realice quien tiene naturaleza masculina. En adición a este criterio moral tuerto, sin necesidad de hacer un seguimiento puntilloso de los casos que atienden estos organismos, se notarán otras contemplaciones cuando el agresor comparte determinada ideología política o participa del llamado colectivo verde. Queda así muy lejos y desdibujada la concepción de que la violencia agresiva es siempre condenable y en todas sus formas.

Aunque queda expuesta en una contradicción con lo anterior, la titular del INADI encabeza la nota diciendo lo que, a mi juicio, es lo único acertado de sus declaraciones: “El problema no es lo que tengamos en la entrepierna, sino lo que llevemos en la cabeza”. La diversidad y la inclusión bien entendida, aunque no debe ser forzada, es la capacidad individual de reconocer ideas constructivas y gente talentosa sin importar su altura, color de piel, qué religión profese, qué haga en su intimidad y cuales sean sus preferencias en las relaciones sociales.

Ninguna mujer talentosa se siente representada por el mal llamado feminismo ya que ellas no necesitan del gobierno para satisfacer o financiar sus necesidades, gustos y preferencias. Son personas que, para conseguir lo que se proponen, se abren camino solas y se apoyan en la dinámica de la cooperación social y la división del trabajo como todo mundo. Por el otro lado, las personas partidarias del “feminismo”, (y dejando de lado los casos de inentendibles ruidos guturales, bailes primitivos exponiendo zonas íntimas, destrozos de la vía pública, provocaciones y otras manifestaciones con mensajes poco claros, salvo el de la escasa sofisticación), encuentran cobijo en burócratas que logran constituirse en justicieros de pseudoderechos para establecer aparatos gubernamentales de expoliación y saqueo del cual viven todos, funcionarios y “víctimas”.

En el plano laboral se insiste con más leyes que protejan a las mujeres, igual remuneración que los hombres e igual proporción de hombres que mujeres en las plantillas de las empresas o directorios. No se comprende que todas las legislaciones laborales -incluido el salario mínimo por arriba del salario de mercado- solo ha traído desempleo para hombres y mujeres. Respecto de la remuneración, aquel empresario que pretenda contratar a un hombre o una mujer cuyos servicios en el mercado valen más, no obtendrá ese recurso.

Un empresario tiene todo el derecho de contratar hombres por el hecho de ser hombres o mujeres por el hecho de ser mujeres pero, si obra en consecuencia, notará un deterioro en su Estado de Resultados por no haber hecho foco en la selección de talentos. Al fin y al cabo, “el problema no es lo que tengamos en la entrepierna, sino lo que llevemos en la cabeza”, como expresó correctamente Donda.

Es correcto que Javier Milei pretende limitar el aparato estatal a sus funciones específicas. Es correcto también que pregona la importancia de clausurar organismos que se apoyan en falsas victimizaciones para construir pequeños imperios de inmorales prerrogativas y despilfarro fiscal.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie

Argentina: dos guerras frente a la inflación

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 21/5/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/05/21/argentina-dos-guerras-frente-a-la-inflacion/

Como señaló el premio Nobel en Economía Friedrich Hayek, hemos demorado doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar el poder político a la religión, no tardemos otro tanto en darnos cuenta del error y horror de atar el poder político a la moneda

Alberto Fernández y Vladimir Putin

Afortunadamente hay bibliografía sobre el tema inflacionario que aclara el tema de la expansión exógena -es decir extraña a las decisiones del mercado- como causante de este mal que distorsiona los precios relativos. Tal vez no sea necesario repetir que los precios constituyen los únicos indicadores para saber cómo asignar los siempre escasos recursos frente a necesidades ilimitadas. La referida distorsión inexorablemente conduce al despilfarro lo cual, a su turno, consume capital que conduce a la contracción de salarios e ingresos en términos reales puesto que las tasas de capitalización son el único factor que permite mejoras en el nivel de vida.

Ahora bien, en una sociedad libre que permite que la gente elija el activo monetario de su agrado, este contexto no se traduce necesariamente en el mantenimiento de la cantidad de moneda. Si le otorga mayor valor a la unidad monetaria se transmitirá una señal para aumentar su producción. Por ejemplo, esto ocurría durante el patrón oro: otorgarle mayor precio al metal aurífero conducía a una extracción mayor lo cual es un fenómeno endógeno al mercado. Desde luego que esto no es inexorable ya que también la gente puede preferir una cantidad constante de dinero. En cualquier caso, resulta fundamental clarificar la diferencia analítica entre lo exógeno, es decir, lo político, lo ajeno al mercado, respecto de lo endógeno que alude a las preferencias de la gente.

En este sentido es pertinente mostrar a título de ejemplo que si hay un terremoto devastador naturalmente habrá menor cantidad de bienes a disposición de la gente y con igual cantidad de moneda al momento del sismo los precios subirán que es lo mismo que decir que el poder adquisitivo o el valor de la unidad monetaria disminuyó. Pero este es un fenómeno endógeno, no tiene que ver con manipulaciones políticas o exógenas. Es natural y necesario que este ajuste ocurra para mostrar lo que en verdad está sucediendo. También ocurren modificaciones en los precios relativos cuando algo cambia de moda o cuando los gustos se modifican, son todos hechos endógenos que nada tiene que ver con decisiones políticas extrañas al mercado.

Lo contrario sería entrar en un galimatías de proporciones puesto que la parla seria respecto a una inflación buena o natural (cuando suben los precios debido a causas endógenas) y mala, antinatural o exógena (cuando los políticos se entrometen con la cantidad de dinero). Esta clasificación sería del todo inconveniente e improcedente puesto que los precios y la cantidad de dinero deben reflejar lo que está sucediendo.

Sin duda que si se está en un sistema del patrón plata y se descubren abundante cantidad de yacimientos, la utilidad marginal de ese metal descendería a niveles tales que la gente cambiaría de patrón monetario. Lo mismo podemos decir referente a cualquier otro dinero-mercancía, canasta de moneda fiat o lo que prefiera la gente sin que en ningún caso sean posiciones irrevocables, todo depende de las inclinaciones de la gente.

Todo este razonamiento desde luego supone que hemos dejado de lado la superchería de la llamada “autoridad monetaria” o banca central que como se ha señalado en muchas oportunidades solo tienen tres caminos a su disposición: expandir, contraer o dejar inalterada la base monetaria, con lo cual siempre se alteran los precios relativos, es decir, necesariamente serían distintos de lo que hubieran sido de no haberse entrometido el gobierno. Por otra parte, si se supone que los banqueros centrales hacen lo mismo que la gente hubiera preferido no tiene sentido la intervención con el consiguiente ahorro de honorarios, pero para saber que prefiere la gente el único modo es dejar que se manifieste libremente. Idéntico razonamiento cabe si la autoridad monetaria procede de modo independiente de otros brazos del poder político puesto que se equivocará independientemente. El problema es la banca central.

Como es de público conocimiento, en un ejemplo extremo que tiene sus bemoles, algunos historiadores han señalado “la inflación” producida antaño cuando llegaba a la metrópoli española oro de las colonias pero en rigor esto no es así por lo expresado con anterioridad (dejando de lado posibles manipulaciones de la corona y sus “adelantados” en las colonias). Si no hay manipulación monetaria por la “autoridad” en la materia, técnicamente no hay inflación. Para abundar en ejemplos, si se produce una sequía a gran escala los precios de los productos agropecuarios se elevarán pero por las razones apuntadas no se trata de inflación en el sentido del proceso señalado, a saber, los precios no se modifican debido a lo que tiene lugar en el mercado sino debido al capricho de la política. Claro que en no pocos casos como el señalado solo se elevan los precios de algunos productos lo cual necesariamente hará que disminuyan otros en ausencia de banca central que no convalide esa suba con expansión monetaria. Pero también es posible imaginar subas de todos los bienes disponibles como hemos mostrado más arriba en el caso del terremoto o equivalentes sin entrar en el susodicho galimatías de la “inflación buena, querida por el mercado o consecuencia de lo que sucede en la realidad” y la “mala debida a los entrometimientos de los gobiernos y sus representantes”.

Habiendo dicho esto mencionemos el caso de la guerra, en nuestro caso la invasión criminal de Putin a Ucrania. Como consecuencia de ello hay productos que suben su precio de modo súbito. Esto presenta tres escenarios posibles. Primero, en línea con lo dicho, que la gente quiera seguir consumiendo la misma cantidad de los productos en cuestión con lo que se verán forzados a disminuir el consumo de otros bienes que consecuentemente bajarán de precio. Segundo, que la gente decida reducir su consumo de los bienes que aumentaron sus precios al efecto de poder continuar consumiendo idéntica cantidad de los otros. Y tercero, que simultáneamente el gobierno expanda la moneda con lo cual los precios serán el resultado también de la consiguiente inflación que además de los problemas de la guerra se agrava la situación por este entrometimiento gubernamental en materia monetaria. En otros términos, la guerra como tal no produce inflación, lo que genera es una destrucción de bienes que se traduce en subas de precios, en este sentido igual que un terremoto pero analíticamente es importante diferenciar los fenómenos mencionados.

A diferencia de la adulteración de los precios debido a los tejes y manejes de los gobiernos con la moneda, la modificación de precios por un accidente climático o de otra naturaleza en la realidad son imprescindibles para mostrar lo que en realidad viene sucediendo.

En otros términos, un terremoto o para el caso un tsunami no son inflacionarios puesto que los precios están reflejando lo que sucede lo cual es absolutamente necesario, sin embargo la manipulación monetaria por medio de la banca central y similares no reflejan lo que sucede sino la voluntad de los burócratas, he aquí la desfiguración de la realidad. Hay una diferencia crucial de naturaleza.

También debe tenerse en cuenta que cambios en la demanda de dinero debido a razones endógenas no se traducen en deterioros monetarios, solo esto ocurre cuando esos cambios obedecen a intervenciones del signo dinerario ajenos al mercado, es decir, debidas a razones políticas. Tal vez convenga mencionar como una nota al margen que las criptomonedas presentan algunos interrogantes pues se dan de bruces con el teorema de la regresión monetaria.

La otra guerra en la que no vale la pena detenerse nuevamente pues se ha señalado su sandez ad nauseam, es la decretada por gobiernos contra sus propias políticas de expansión monetaria vía controles de precios y demás absurdos mayúsculos, una y otra vez fracasadas. Estas son las dos guerras distintas a que nos referimos en el título de esta nota telegráfica.

También apunto que dado el debate que se ha suscitado en torno a una eventual reforma monetaria y bancaria argentina, destaco los colegas de los que he aprendido distintas facetas del asunto, quienes han presentado distintas variantes, pero debo subrayar que lo que sigue no significa para nada comprometer sus opiniones (y tampoco lo dicho más arriba, todo es de mi exclusiva responsabilidad). Además, nuevamente apunto que son muy diversos los caminos para llegar a metas de disciplina monetaria. Estos economistas son Adrián Ravier, Federico Struzgenegger, Javier Milei, Emilio Ocampo, Jorge Ávila, Iván Carrino, Martín Krause, Julio Elías, Agustín Etchebarne, Bertie Benegas Lynch y Alfredo Romano. Mi sugerencia se resume en la siguiente cápsula en seis pasos: 1. entrega de dólares a los tenedores de pesos (base monetaria) que incluye la venta de oro lo cual resultará en la ratio que corresponda a esta relación, la cual podrá modificarse por ejemplo por la entrada de dólares en circulación de poseedores fuera del circuito o en el exterior 2. Sustituir títulos y pases por bonos con jurisdicción estadounidense en dólares a la tasa de mercado 3. Convertir todo el sistema bancario al off shore (Luxemburgo, Singapur etc) al efecto que las instituciones financieras operen de acuerdo a la conveniencia de sus clientes 4. Abrogar toda la legislación que se oponga a lo dicho (ley penal cambiaria et al) 5. Consecuente liquidación de la banca central y el curso forzoso; y 6. Elección por parte del gobierno de la moneda en la cual se pagarán impuestos y equivalentes.

A mi juicio si la situación política imposibilitara avanzar con la propuesta hayekiana aquí esbozada sumariamente que abre a un proceso de evolución hacia la solidez monetaria y bancaria, debería por lo menos eliminarse el curso forzoso del peso y concomitantes para permitir la competencia de monedas de facto aun con las debilidades y riesgos institucionales de volver a las andadas, en una primera instancia de una suerte de bimonetarismo con una mayor probabilidad de dolarización dadas las disponibilidades y familiaridad con esa divisa sujeta a las manipulaciones de la Reserva Federal, lo cual sin duda mejoraría la situación local en cuanto al grado del problema más no en su naturaleza. A ver si por un camino u otro podemos zafar de lo que los economistas denominamos elegantemente “inflación” pero que se trata del saqueo solapado más brutal.

Reitero lo consignado por el antes referido premio Nobel en economía Friedrich Hayek en cuanto a que hemos demorado doscientos años en percatarnos del error y el horror de atar el poder político a la religión, no tardemos otro tanto en darnos cuenta del error y horror de atar el poder político a la moneda.

Cierro esta nota con un par de reflexiones que exceden el flanco monetario para abordar telegráficamente aspectos más generales. En primer lugar es pertinente enfatizar que nada en la vida es gratis, toda acción tiene un costo por lo que una cosa es señalar que la adopción de medidas de fondo tendrán un costo y otra bien distinta es la necesidad de subrayar que ese costo será muchísimo menor al costo de no adoptar las políticas convenientes para salir del marasmo. En segundo término, es una verdad de Perogrullo insistir en lo que he repetido antes y es que el lenguaje en el plano académico es muy distinto del político. En el primero se apunta a lo mejor -a la excelencia- mientras que en el segundo se hace lo que resulta posible luego de acordar con las contrapartes, en eso consiste una de las aristas clave del proceso democrático pero es de gran relevancia comprender que el primer campo determina el segundo en cuanto a los corrimientos en el eje de los debates en la opinión pública, de ahí la trascendencia de la batalla cultural.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

¿Qué es la dolarización?

Por Iván Carrino. Publicado el 25/2/2en : https://www.ivancarrino.com/que-es-la-dolarizacion/

¿Tiene Argentina que dolarizar su economía? Recientemente, el diputado libertario Javier Milei dijo que si él fuera presidente, dolarizaría la economía de Argentina para terminar con la inflación.

En el último video subido a mi canal de YouTube explico qué significa dolarizar una economía y cuáles son sus beneficios esperados.

No es idea nueva

Lo primero que hay que decir es que la iniciativa no es nueva. De hecho en el año 1999 el propio presidente de entonces, Carlos Saúl Menem, proponía no solo dolarizar a la Argentina, sino también a todo el Mercosur.

Según el diario español El País, Menem decía que quería “irse del gobierno con la economía dolarizada”. En la misma época, el diario La Nación, de Costa Rica, contaba que:

“Carlos Ménem, quien llevó la idea al punto de proponer el estudio de un mecanismo que permita adoptar el dólar como moneda única no solo en Argentina, sino en todos los países del continente americano, a partir del año 2005, según confirmaron el viernes varios funcionarios del Poder Ejecutivo.”

Más cerca en el tiempo, economistas como Jorge Ávila, Nicolás Cachanosky o Adrián Ravier han propuesto dolarizar la economía. De hecho, en breve saldrá un libro escrito por Nicolás Cachanosky y Emilio Ocampo titulado “Dolarización, una solución para los problemas de Argentina”.

Desde los Estados Unidos, el economista Steve Hanke es el que propone que argentina “elimine el peso” y dolarice su economía. En un artículo publicado en la revista Forbes en el año 2018, Hanke sostenía que:

Después de que se fundó el BCRA, la relación relativamente estable entre el ingreso per cápita en los EE.UU. Y Argentina se rompió, y la economía estadounidense basada en el dólar creció mucho más rápidamente sobre una base per cápita que la economía argentina basada en el peso. En 1935, el PIB per cápita en los EE.UU. era un 28% más alto que en Argentina. En 2016, esta tasa se disparó a un enorme 181%.

Tras enumerar las sucesivas crisis económicas que enfrentamos, y los pésimos números de inflación, además de recordar su vínculo con el ex presidente Menem, Hanke sostiene que:

Para terminar con la pesadilla monetaria interminable de la Argentina, el BCRA, junto con el peso, deberían ser removidos y puestos en un museo. El peso debe ser reemplazado por el dólar de EE.UU. Argentina debería hacer oficialmente lo que hacen todos los argentinos en tiempos de problemas: dolarizarse

¿Qué significa dolarizar?

Ahora bien, ¿de qué se trata la dolarización? De acuerdo con un trabajo del Fondo Monetario Internacional, la dolarización de la economía es un sistema “en virtud de la cual un país abandona oficialmente su propio patrón monetario y adopta como moneda de curso legal la moneda más estable de otro país, en el caso más corriente el dólar de EE.UU.”

Es decir que una vez que la economía se dolariza, no se utilizan más los pesos, que deben ser cambiados, en su totalidad, por dólares. Esto se lleva a cabo mediante el “rescate” por parte del Banco Central, de todos los pesos que emitió. Para ello, claro, deberá entregar a cambio dólares que tenga en sus reservas, un proceso que no está exento de dificultades, que podremos ampliar en otro video.

Ahora bien, ¿cuáles son los beneficios esperados de la dolarización?

De acuerdo con los autores del trabajo que recién comentábamos:

“El atractivo principal de la plena dolarización es que elimina el riesgo de devaluación fuerte o repentina del tipo de cambio del país. Esto puede llevar a que el país pague una prima de riesgo menor en sus empréstitos internacionales. Las economías dolarizadas quizá gocen de un nivel de confianza más elevado entre los inversores internacionales, tasas de interés más bajas para el crédito internacional, menores costos fiscales y niveles más elevados de inversión y de crecimiento.”

Lo que le falta agregar a esta definición es que una dolarización derrumbaría la tasa de inflación. En efecto, se espera que el país que elimina su moneda y adopta la de otro distinto, en este caso, EEUU, tienda a tener la misma inflación que dicho país. Así, si la inflación de Argentina es 50% pero la de Estados Unidos es 8%, es esperable que en un plazo no muy largo, los precios empiecen a subir al 8% anual.

Esto es así porque la dolarización elimina la política monetaria del Banco Central. En un país dolarizado, el Banco Central puede seguir existiendo, pero no tendrá ninguna capacidad de determinar la cantidad de dinero de la economía.

¿Existen países dolarizados en América? La respuesta es sí. Ecuador dolarizó su economía en el año 2000, El Salvador lo hizo en el 2001. Existe otro ejemplo de un país que utiliza el dólar como moneda oficial: Panamá.

En todos estos países, tal como se espera, la inflación es muy baja. En los últimos diez años, la inflación promedio en Panamá, Ecuador y El Salvador es de 1,6% por año. Argentina tiene un nivel de inflación 30 veces superior.

Una advertencia final

Como puede verse, entonces, la dolarización es sin duda un remedio muy poderoso para terminar con la inflación. Sin embargo, debe hacerse una advertencia:

La dolarización es una medida monetaria que ataca problemas monetarios. La dolarización por sí misma, no reduce el déficit fiscal, no reduce el gasto del gobierno, no baja los impuestos, y no puede por sí misma hacer crecer la economía y los salarios.

Es cierto, claro, que al eliminarse el riesgo de devaluación y brindar un mejor horizonte de futuro para las inversiones, contribuye notablemente al crecimiento. Pero si se mantienen regulaciones absurdas, controles de precios, obstáculos para el sector privado, y la deuda pública es insostenible, incluso los países dolarizados seguirán teniendo problemas.

Como dijera Ludwig von Mises al defender el Patrón Oro:

La reforma que se propone en el sistema monetario y el retorno a condiciones monetarias sanas, presuponen un cambio radical en la filosofía económica. No puede ser cuestión del Banco Central solamente mientras que el despilfarro, la desacumulación del capital y la corrupción constituyan características sobresalientes de la forma como se manejan los asuntos públicos.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

Alimentos para el alma frente a dos pandemias que azotan

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 7/8/2en: https://www.infobae.com/opinion/2021/08/07/alimentos-para-el-alma-frente-a-dos-pandemias-que-azotan/

En el presente no solo nos enfrentamos al COVID-19, sino también al Leviatán desbocado

Medio siglo sin William Faulkner, maestro de la narrativa moderna | El  Informador
William Faulkner

Días pasados mantuve un mano a mano por Zoom con Miguel Wiñazki organizado y coordinado por Federico Tessore quien preside Inversor Global que recurre a una plataforma muy apropiada para este tipo de conversaciones.

Como dije en esa reunión, las disertaciones de Miguel sobre temas filosóficos son un bálsamo para el espíritu no solo por el contenido de los temas que trata sino por la forma de presentarlos siempre en tren de exploración, sin certezas y con muchos interrogantes que va deslizando en sus muy amenos discursos en un tono de voz que invita a la reflexión sesuda. De modo magistral va desmenuzando posibles respuestas. Se puede o no compartir todo lo dicho pero queda una amable invitación a pensar, a una formidable modalidad contestataria y a mirar los problemas desde muy diversos ángulos en el contexto del método socrático de preguntas clave al efecto de intentar la dilucidación de asuntos intrincados que este autor los convierte en fáciles de asimilar.

En sus cursos trata los temas más variados tales como la envidia, la soberbia, la austeridad, la ética, el posmodernismo, las revoluciones francesa, rusa y norteamericana sin olvidar la nuestra de mayo, escritores como Borges, Sabato, Cortázar y Victoria Ocampo. Un privilegio escucharlo y acompañarlo en sus jugosos laberintos que siempre dejan enseñanzas de gran calibre y convites para seguir discutiendo y escarbando, puesto que como reza el lema de la Royal Society de Londres, nullius in verba, es decir, no hay palabras finales.

Es del caso apuntar que Wiñazki invita a retomar el hilo de la conversación. Borges escribió que el intercambio con Leopoldo Lugones era difícil pues “era asertivo, terminaba sus frases con un punto y aparte. Para seguir conversando había que cambiar de tema. En cambio, Macedonio Fernández concluía con puntos suspensivos para que el interlocutor siguiera indagando”. Miguel pertenece a este último estilo y bien alejado del primero y en la misma sintonía con lo que transcribimos más abajo de la pluma certera del premio Nobel en literatura, William Faulkner.

Sus enseñanzas se perfilan en momentos en que nos azotan dos espantosas pandemias: la del implacable COVID-19 y la del Leviatán desbocado, siendo esta última mucho más peligrosa e incisiva que la primera puesto que mientras aquella afecta el cuerpo la segunda destroza el alma ya que invade lo más sagrado de la persona que es su dignidad.

En nuestro medio asistimos a la caída libre de los valores republicanos: se atropella la Justicia, se amenaza la liberad de prensa, se instaura la impunidad, aumenta sideralmente el gasto público financiado con impuestos insoportables, inflación astronómica y deuda colosal. Los controles a las actividades lícitas son asfixiantes, se intensifica la estafa a los jubilados, se acentúa la apología a regímenes criminales del exterior al tiempo que se niega apoyo a pueblos en rebeldía contra la opresión totalitaria. Con el pretexto de la primera pandemia se instaura la segunda que, como queda dicho, es de características mucho más devastadoras que la primera. En esta línea argumental, hace cinco años publiqué en este mismo medio un comentario elogioso a un libro de Miguel: Crítica a la razón populista.

En este libro el autor resume el discurso populista como un “método para encubrir el saqueo del dinero público”, la “beligerancia respecto a los sectores productivos” y “la pasión loca por monopolizar la palabra” en otros términos “el fin de la razón”, todo inseparable del veneno nacionalista con “Juan Manuel de Rosas como uno de sus fundadores” y un “Papa que tiene muy buenas relaciones con los regímenes populistas latinoamericanos”.

Abrí este intercambio al que ahora nos convocaron con una cuestión que me viene preocupando y que constituye el cimiento de la sociedad libre y sin embargo es desconocido o negado por muchos de los que se dicen partidarios de la libertad. Se trata nada más y nada menos que de comprender que los humanos no somos solo kilos de protoplasma sino que tenemos estados de conciencia, mente o psique, un tema que originalmente comencé a estudiar a raíz de la magnífica obra del filósofo de la ciencia Karl Popper en coautoría con el premio Nobel en neurofisiología John Eccles que lleva el muy sugestivo título de El yo y su cerebro. En este libro y en otros muchos de la nutrida bibliografía hoy disponible, se explica que de no ser así no habría tal cosa como ideas autogeneradas, no podríamos revisar nuestros propios juicios, no distinguiríamos las proposiciones verdaderas de las falsas, no podríamos argumentar (ni siquiera en defensa del materialismo filosófico), no tendría sentido la responsabilidad individual, ni la moral ni la mismísima libertad puesto que seríamos como loros.

El premio Nobel en física Max Plank distingue entre causas en las ciencias naturales y motivos en las ciencias sociales, del mismo modo que hacen los filósofos Antony Flew, John Hospers y Juan José Sanguineti. Por su parte, Howard Robinson explica que cualquier profesional competente puede investigar, comprobar y detectar todo lo físico en un ser humano que, por así decirlo, es de acceso público pero los deseos y pensamientos son de exclusivo acceso del titular. Es de lamentar -decía yo en ese intercambio con Miguel- que no pocos desconocen aspectos que cubren territorios como el derecho (que se base en las autonomías individuales), la psicología y conexas (a pesar de la genealogía en cuanto a que significa el estudio de la psique) y la economía (sustentada en la elección libre).

Miguel estuvo de acuerdo con esta preocupación y subrayó que el enfoque que refuta al materialismo filosófico “conjuga la libertad” puesto que “las ideas son la libertad misma”. Agregó en ese contexto que aquellas concepciones que operan a contracorriente de la libertad, es decir, los populismos, no solo tienen bases filosóficas endebles sino que arremeten contra los derechos de las personas. Así en nuestro medio clasifica el populismo normal, el originario del peronismo clásico y el corporativismo fascista, el populismo sanguinario de los setenta y lo que denomina el populismo posnormal que se sustenta en la propaganda y en la reiterada y persistente tentativa de invertir y contradecir los hechos en “un relato farsesco”. Pero este último esquema tiene la contracara de posibles refutaciones vía las redes sociales y sus equivalentes, lo cual para nada quiere decir que todo lo que sucede en estos nuevos medios tecnológicos sean susceptibles de alabanza puesto que aparecen mensajes agresivos rodeados de lenguaje insustancial pero que se mezclan con la trasmisión de ideas de valor.

Este análisis Wiñazki lo vincula a las propuestas de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en cuanto a que estos autores sostienen la necesidad de la confrontación como sistema y a la negación de la forma republicana que consideran una utopía que le da entrada a “los poderes hegemónicos” lo cual alejaría de su ideal en verdad totalitario.

Por mi parte, sugerí algo que he detallado antes en distintos medios que es la imperiosa necesidad de abrir un debate entre quienes adhieren a los valores y principios de la sociedad libre en cuanto al urgente establecimiento de nuevos límites al abuso del poder. En este plano de análisis, esto es necesario porque se está disfrazando como democracia de contrabando convirtiéndola en aquello que es en realidad una cleptocracia, a saber, gobiernos de ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida. Como se ha reiterado antes, se está contradiciendo lo dicho por los Giovanni Sartori de nuestra época en cuanto a concluir que la parte medular de la democracia consiste en el respeto de los derechos de la gente y la parte formal es el recuento de votos. Pero resulta que henos aquí que se han invertido los roles y lo secundario ha pasado a ser principal y lo medular se ha borrado de la agenda.

Finalmente mi interlocutor destacó su preocupación por algunas trifulcas entre miembros de la oposición en momentos en que nos encontramos en nuestro país frente al precipicio. Subrayó la relevancia de proponer proyectos que modifiquen sustancialmente la dirección por la que se vienen encaminando los gobiernos argentinos desde hace muchas décadas, de lo contrario nos esperará el horrible cuadro de situación venezolano.

Antes he consignado con satisfacción y ahora reitero los nombres que menciono a continuación con quienes he mantenido un mano a mano en recintos universitarios, centros culturales, programas televisivos o por Zoom (todos se encuentran en Youtube) a los que ahora se agrega la impronta de Miguel Wiñazki, esas personas son: Loris Zanatta, Antonio Escohotado, Santiago Kovadloff, Javier Milei, Gloria Álvarez, Carlos Alberto Montaner, Ricardo Lopez Murphy, Juan José Sebreli, Agustín Laje, Marcos Aguinis, Álvaro Vargas Llosa, Axel Kaiser, Cayetana Álvarez de Toledo, Luis Pazos, Carlos Rodríguez Braun, Álvaro de Lamadrid y Jorge Fernández Díaz.

Todos ellos estoy seguro comparten conmigo la muy sabia recomendación que hemos anunciado al abrir esta nota periodística formulada por el notable Faulkner que constituye una guía de conducta dicha por ese maestro de la narrativa, de los diálogos interiores, de las frases largas y los flash-backs, expresada en 1956 en una entrevista administrada por Jean Stein: “Nunca hay que estar satisfecho con lo que se hace. Nunca es tan bueno como podría serlo. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que es posible hacer. No hay que preocuparse simplemente por ser mejor que los contemporáneos o que los predecesores. Hay que tratar de ser mejor que uno mismo”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Empresarios incoherentes: la disonancia cognitiva

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 10/7/2en: https://www.infobae.com/opinion/2021/07/10/empresarios-incoherentes-la-disonancia-cognitiva/

Por diferentes razones, muchas veces los hombres de negocios actúan en franca contradicción con los principios del libre mercado

Desde el célebre trabajo de Adam Smith en 1776 se viene insistiendo en que la actividad empresaria debe circunscribirse a la faena comercial en el contexto del proceso de mercado libre pues ese es el talento del empresario exitoso: la capacidad de detectar arbitrajes entre costos subvaluados en términos de los precios finales y sacar partida por la diferencia. Subrayamos lo de mercado libre pues es el modo de satisfacer al prójimo como condición para incrementar ganancias, por el contrario si yerra en sus conjeturas incurre en quebrantos.

Lo dicho excluye a los asaltantes que pretenden jugarla de empresarios en conexión con el poder de turno al efecto de obtener privilegios que necesariamente conspiran contra el bienestar ajeno. Adam Smith advertía contra estos fantoches disfrazados de empresarios. Por su parte, en la misma línea argumental, Herbert Spencer explicaba los enormes beneficios de la acción de genuinos empresarios a los que les debemos los progresos en la alimentación, los medicamentos, los transportes, las comunicaciones, la vestimenta y todo cuanto aparece en el mercado. Pero como queda dicho todos esos beneficios se esfuman y se convierten en graves perjuicios ni bien se permite la antedicha cópula hedionda que le da la espalda a la inexorable conexión entre la satisfacción de los demás como requisito ineludible para la propia satisfacción.

Y ya que mencionamos al mercado es pertinente destacar que no se trata de una cosa ni de un lugar sino de un proceso en el que se llevan a cabo transacciones libres y voluntarias entre las partes. Constituye un antropomorfismo inaceptable interpretar que el mercado prefiere o el mercado decide como si se tratara de una persona que opera pues, como queda dicho, se refiere a millones de contrataciones implícitas o explícitas que se llevan a cabo cotidianamente. El mercado somos todos, cuando se dice livianamente que todo no puede dejarse en manos del mercado se está diciendo que las decisiones no pueden dejarse en manos de la gente para en su lugar permitir que megalómanos manejen vidas y haciendas ajenas.

Ahora bien, en no pocas oportunidades observamos que el empresario renuncia a su misión y se coloca como cortesano del aparato estatal e incluso abandona el apoyo a instituciones que trabajan para defender la sociedad libre en la que se desenvuelve el proceso de mercado. Algunas veces esto se hace por pura ignorancia del significado de la sociedad libre ya que el tener olfato para los negocios no remite necesariamente a que conozca los fundamentos de la libertad y en otras muchas ocasiones lo hace a sabiendas de su falta pero equivocadamente considera que personalmente puede sobrevivir mejor de esa manera sin percatarse que está rematando su empresa a manos de burócratas. Este segundo caso está vinculado a la denominada “disonancia cognitiva” que exploramos más abajo, pero en ambos casos se trata de muestras de irresponsabilidad mayúscula y de un suicidio colectivo.

En este contexto es menester subrayar la importancia de cortar amarras con los ladrones de guante blanco mal llamados empresarios en lugar de cambiar la fachada y rotar de “amigos del poder” en una calesita infernal. En esta línea argumental, cito a una persona que no puede estar más en las antípodas de mi pensamiento pero en una frase ilustra el cambio necesario aunque en una dirección distinta, es lo escrito por Arturo Jauretche: “No se trata de cambiar de collar sino dejar de ser perro”.

Es de interés indagar en los motivos que hacen que personas formadas con determinados valores en los que creen, en la práctica de la vida operan a contramano de aquellos principios. En economía hay un precepto que se denomina “la preferencia revelada”: no importa en qué consistan los discursos y las declamaciones, lo relevante son las acciones que en verdad ponen al descubierto los valores que se profesan.

Si una persona dice y repite que lo importante para él es la lectura pero se pasa la vida jugando al tenis, en la práctica, pone de manifiesto que lo prioritario para él es el deporte y no la lectura. Sin duda que también hay que tener en cuenta que pueden sostenerse de buena fe ciertos principios y, en los hechos, se violan debido a que “nadie puede tirar la primera piedra” en el sentido de que todos nos equivocamos. Pero el asunto es la continuidad en el tiempo: si permanentemente se cae en el pantano y no hay esfuerzo alguno para mantener la brújula y subirse a la huella y rectificarse, queda claro el principio que se aplica eclipsa y deglute al declamado. Sin duda que peor que esta situación es olvidarse de los mojones y parámetros de la conducta recta y ni siquiera declamarlos porque, en ese caso, se borra toda esperanza de reencauzar la acción hacia la buena senda.

En este mismo plano, intriga cómo es que muchos estudiantes universitarios que, dados lo tiempos que corren, tienen el raro privilegio de atender clases en las que se exponen las ventajas de la sociedad abierta o quienes han obtenido los beneficios de haber recibido esa educación en sus hogares y adhieren a esa forma de convivencia basada en el respeto recíproco, pero, sin embargo, en los avatares de la vida, en la práctica, renuncian a esos valores. Y lo curioso es que no lo hacen porque deliberadamente abandonan ese modo de pensar, al contrario, insisten en suscribir los pilares de la sociedad libre en el contexto de las relaciones sociales pero, nuevamente decimos, en los actos cotidianos ese pensamiento, de tanto amoldarse a las opiniones que prevalecen, se diluye y finalmente es devorado y triturado por los hechos diarios.

La explicación consiste que en numerosos casos, la persona aún manteniendo en las palabras esos principios, percibe que en el mundo que lo rodea las conductas son muy otras y, para sobrevivir, como si se tratara de un instinto inconsciente de supervivencia, aplican los valores opuestos en lugar de hacer frente a los acontecimientos e intentar revertirlos para mejorar la situación.

Internamente se pretende el autoengaño que, para suavizar la tensión subyacente, aparentan mantener los principios en los que racionalmente adhieren pero todos sus dichos y hechos apuntan en la dirección opuesta. Muchas veces de tanto simular terminan creyendo en sociedades autoritarias de diverso grado. Al fin y al cabo, como ha escrito Nathaniel Hawthorne en La letra escarlata: “Ningún hombre puede por un período considerable de tiempo usar una cara para él mismo y otra para la multitud sin finalmente confundirse acerca de cuál es la verdadera”.

Independientemente de las concepciones del psicólogo Leon Festinger en otros ámbitos, fue él quien bautizó en 1957 la idea de la referida tensión (aunque aplicada a casos y, en cierto sentido, contextos diferentes a los aquí expuestos) como “disonancia cognitiva”. Un neologismo fértil para explicar el fenómeno al que nos venimos refiriendo.

Hay otra situación a la que también aplicamos la antedicha noción de “disonancia cognitiva” y es cuando una persona sostiene que procede convencida de la más alta calidad de un bien pero queda a todas luces patente que su conducta obra por snobismo, show-off, para llamar la atención o simplemente para esconder algún complejo. Es cuando se encandila por precios altos de un bien y está atraída a su compra, no tanto por el contenido de lo que adquiere sino precisamente por el precio especialmente elevado.

Como es sabido, en economía se enseña que cuando el precio aumenta la demanda decrece (según sea su elasticidad). Sin embargo, se sostiene que en el caso comentado no tiene lugar la mencionada ley puesto que cuando el precio se incrementa se incrementa también la cantidad demandada. Esto no es así. Hay un espejismo que se conoce como “la paradoja Giffen” (por Robert Giffen, a quien Alfred Marshall le atribuyó la autoría del concepto). En realidad la ley se mantiene inalterada, lo que ocurre es que aparece un nuevo bien que se superpone al anterior y es el snobismo o sus antes referidos equivalentes que hacen de nuevo producto, para el que al elevarse el precio naturalmente se contrae la demanda.

Nadie declara que procede por snobismo, incluso puede pensarse que no se opera en base a esa tontera pero, en la práctica, la tensión interna hace que tenga lugar el autoconvencimiento de que se compra el bien en cuestión debido a “la calidad superior del mismo”. Dicho sea de paso, esa es, por ejemplo, la razón por la que la botella del vino Petrus se cotice a cinco mil dólares ya que no hay fundamentos enológicos para tal precio en comparación con otros vinos de igual o mejor calidad pero sin el mercadeo y la presentación de aquel (reflexión que para nada se traduce en que el valor deja de ser puramente subjetivo y dependiente de la utilidad marginal). Esto también ocurre con la pintura, la moda y otras manifestaciones públicas de variado tenor y especie pero, de más está decir, esta no es la tendencia prevaleciente en el mercado ya que la gente elige microondas, comida, televisores y demás bienes por su calidad y no por snobismo (de lo contrario, con suficiente mercadeo y publicidad se podría convencer a la gente que use candelas en lugar de luz eléctrica, carpas en lugar de edificios, monopatines en lugar de automóviles etc).

Otro ejemplo -lamentablemente de gran actualidad por estos días- es el método Ponzi (llamado así por el célebre estafador Carlo Ponzi emigrado a Estados Unidos de Italia en 1903) que se basa en un esquema piramidal en el que se prometen altos rendimientos sustentado en ingresos de nuevos inversionistas engatusados por grandes retornos y no debido a prometidas pero inexistentes colocaciones de fondos tomados de los clientes. Ha habido sonados casos de quienes sospechaban el fraude pero se autoconvencían de supuestos éxitos y habilidades de los tramposos. Otra vez, la “disonancia cognitiva”. Esto va también para sistemas de inseguridad antisocial conocidos como “sistema jubilatorio” administrados por quienes se presentan con la máscara de supuestos empresarios estatales. Y no se trata de introducir más regulaciones estatales e intentar hacer bien lo que está mal con retoques al fraude, sino de abrir paso a la completa libertad en el sector privado para que cada uno pueda usar y disponer del fruto de su trabajo.

En todo caso, el punto central de esta nota consiste en destacar esos raros y un tanto misteriosos vericuetos internos que apuntan al alivio de tensiones entre posiciones opuestas a través del autoengaño o la “disonancia cognitiva” que como hemos apuntado al abrir esta nota periodística se refiere de modo destacado y reiterativo a los pseudoempresarios de nuestro tiempo que constituyen un peligro manifiesto y presente para la preservación de los derechos de las personas.

Afortunadamente en estas épocas no estoy solo en las referidas preocupaciones respecto a los asaltantes de guante blanco (con o sin “disonancia cognitiva”), son muchos los que alzan su voz. En este sentido para ilustrar el asunto cierro con una referencia anecdótica que refuerza lo dicho en relación a personas de gravitación con quienes he intercambiado ideas en diversas oportunidades sobre la seria amenaza de los empresarios prebendarios y con quienes he mantenido un mano a mano en recintos universitarios, centros culturales, programas televisivos o por Zoom (todos se encuentran en Youtube) que me han resultado altamente enriquecedores, y ellas son: Loris Zanatta, Antonio Escohotado, Santiago Kovadloff, Javier Milei, Gloria Álvarez, Carlos Alberto Montaner, Ricardo Lopez Murphy, Juan José Sebreli, Agustín Laje, Marcos Aguinis, Álvaro Vargas Llosa, Axel Kaiser, Cayetana Álvarez de Toledo, Luis Pazos, Carlos Rodríguez Braun, Álvaro de Lamadrid y Jorge Fernández Díaz.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Sturzenegger y Macri, destruyendo al mercado

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 23/4/18 en: https://alejandrotagliavini.com/2018/04/23/sturzenegger-y-macri-destruyendo-al-mercado/

 

Es falso que esta suba de tarifas sea inflacionaria y ni siquiera que aumente el IPC. Las prestadoras están subsidiadas por el Estado, de modo que, los ciudadanos -vía impuestos- pagan los subsidios, pero, además, hay que sumar los sueldos de los intermediarios estatales. Así, eliminados los subsidios, aumentada la tarifa, al mercado debería quedarle más dinero en el bolsillo, bajando el IPC que, si hoy aumenta, es porque el Estado no solo no devuelve los impuestos, sino que -al subir la tarifa- aumenta la recaudación ya que las boletas tienen un componente tributario (IVA; Ingresos Brutos, etc.) de un 37%, según el Iaraf.

Dice el macrismo que “los servicios tienen un costo y hay que pagarlo” demostrando que no entienden al mercado que no se mueve por costos sino por ganancias. Las tarifas -en un mercado libre y competitivo- nunca son determinadas por los costos sino por la oferta y demanda que así regula el uso eficiente de los recursos sociales.

Hoy las prestadoras no son empresas libres y competitivas sino monopolios, oligopolios, y algunas estatales. Así, las tarifas propuestas por la oposición y el gobierno -demasiado altas o bajas, no sabremos mientras el mercado no rija- nada tienen que ver con la tarifa justa, eficiente, es solo una discusión política a espaldas del mercado.

Como recuerda Javier Milei, antes de la creación del BCRA en 1935, la base monetaria crecía a una tasa anual promedio de 6,1%, y la inflación era de 3,4%. Durante los primeros 10 años del BCRA, cuando era mixto, la emisión monetaria pasó a crecer al 13,6% anual, promedio, mientras que la inflación trepó al 6%. Desde 1946, la estatización total del BCRA, hasta 1991 la cantidad de dinero creció a un promedio del 176% anual, y los precios al 225%.

Dejando claro que la inflación es la emisión exagerada de moneda -respecto de la demanda del mercado- en tiempo real. Así, quitar dinero circulante una vez emitido no detiene a la inflación producida. Pero Sturzenegger, dijo estar dispuesto a subir la tasa de interés, insistiendo en una política fracasada. Con tasas altas tipo país africano, la inflación en 2018 superó a la de 2017 y la “núcleo”, promedio mensual, viene subiendo de 1,70% en los últimos 12 meses a 2,07% en el último trimestre.

Queda en evidencia que las altas tasas, lejos de bajar la inflación son inflacionarias porque disminuyen la demanda de dinero en tiempo real aumentando el spread con la oferta. La demanda de M1 cayó 1,0% interanual en términos reales en marzo 2018 según el BCRA.

Además, las tasas artificialmente altas -no establecidas naturalmente por el mercado- retrasan el crédito, ergo, la productividad y así disminuye aún más la demanda de dinero. Y todavía más. El problema de fondo es que el gasto estatal no se solventa con recursos genuinos -aquellos voluntariamente aportados por el mercado como por la venta de propiedades estatales- sino con recursos coactivamente obtenidos como impuestos, inflación y endeudamiento exagerado presionando a otro aumento de las tasas.

Los gastos corrientes son el 93% del gasto de la administración nacional. De acuerdo con un reporte de la Universidad de Belgrano, de este gasto corriente, el 49,5% va a la Administración Central que destina el 32% al pago de intereses de la deuda que sumaron $ 224.907 M en 2017, 71% más que en 2016. En 2016 y 2017, la deuda pública nacional interna y externa, en pesos y moneda extranjera, subió en US$ 80.269 M, un crecimiento de 22%.

Ahora, con este aumento -en 2016 y 2017- de deuda que llega al 15% del PIB la economía creció solo 0,6% en total. Aunque la industria cayó 2,6%, en el bienio con respecto a 2015, y el comercio creció apenas 0,1% y entre ambos representan un tercio del PIB. Por cierto, el PIB per cápita está 0,9% por debajo de 2015. La apertura de las importaciones complicó a los industriales dado que es difícil competir con el exterior dada la presión fiscal (impuestos, inflación, créditos inaccesibles, etc).

Incluso la construcción, apalancada desde el gobierno, en estos dos años bajó 2% y aunque el oficialismo muestra que últimamente ha despegado fuertemente, esto tiene olor a burbuja. De hecho, los créditos UVA podrían estallar. Según un informe del CEPA, por ejemplo, a quién tomó un crédito de US$ 100.000, luego de abonar 24 cuotas, la deuda se le ha incrementado en más $ 620 mil (52%) cuando bajo el sistema de crédito tradicional habría caído unos $ 5.200.

Como colofón, y contra caso, mostrando que el manejo de las tasas por parte del Estado acarrea problemas, dadas las bajas tasas de los Bancos centrales de los países desarrollados, la deuda global asciende a US$ 164 B (billones), según datos de 2016. El 225% del PIB mundial, 12% del PIB más endeudado que en el anterior máximo en 2009. Una bomba de tiempo dado el aumento de tasas que viene.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

LA RESURRECCIÓN DEL LIBERALISMO EN ARGENTINA

Por Iván Carrino. Publicado el 3/5/17 en: https://elliberal.igdigital.com/2017/05/03/la-resurreccion-del-liberalismo-argentina/

 

Después de años de populismo y demonización de las ideas liberales, en Argentina somos testigos de su resurgimiento.

Las canciones de amor suelen tener algo en común. Por lo general, cuentan la historia de una persona que, solo cuando perdió a su ser amado, se da cuenta de lo que realmente lo valoraba. La tristeza, en ese marco, pasa por pensar cuán diferente hubiera sido todo si le hubiese dado a esa persona la importancia que tenía. Con la libertad pasa algo similar.

Recientemente fui invitado a disertar en un evento organizado por la Fundación Club de la Libertad, de Corrientes. En el marco del mismo evento, ofrecieron interesantísimas charlas el politólogo Agustín Laje, el filósofo Gustavo Hasperué, el diputado nacional José Luis Patiño y la también politóloga y activista venezolana, Valeria Denisse Lozano.

Valeria es representante en Buenos Aires de Vente Venezuela, el partido político que dirige María Corina Machado, una de las más férreas opositoras al régimen de Maduro y quien primero alertó del inevitable camino a la dictadura que iba a transitar el chavismo socialista.

Una de las cosas que me llamó la atención de su alocución fue la indicación de que Vente Venezuela era el primer partido de corte liberal de toda la historia venezolana. Es decir, hubo que esperar que el chavismo invadiera todos los ámbitos de la propiedad privada y que llevara al país al colapso para que emergiera una fuerza verdaderamente liberal.

Cuando tuve la oportunidad, le comenté que en Argentina había sucedido algo similar. Y hoy me animo a reafirmar que nadie ha hecho más por las ideas de la libertad en Argentina que los dos períodos de gobierno kirchnerista. Es que, como en las canciones de amor, a veces solo nos damos cuenta de la importancia de la libertad una vez que ésta se pierde.

El kirchnerismo fue un proceso político y económico enmarcado en el auge del “Socialismo del Siglo XXI”. A diferencia de los socialismos del pasado, el del Siglo XXI ya no buscaba derrocar a la “democracia burguesa” y sustituirla por la dictadura del proletariado de manera violenta, sino que intentó socavar las bases de la democracia liberal “desde adentro”.

La economía K

En términos económicos, el kirchnerismo incrementó el gasto público a niveles siderales –nada menos que del 26,6% al 47,1% del PBI-, incurrió en déficits fiscales crónicos y crecientes, generó una de las inflaciones más altas del mundo y, para colmo de males, hiperreguló al sector privado, terminando por asfixiarlo.

Los resultados de la parafernalia intervencionista son estremecedores. Una economía estancada por 5 años, alta inflación y deterioro del poder de compra. Además, una pobreza que cayó desde los elevados niveles de la “post-convertibilidad”, pero que quedó estancada en niveles altos, creciendo año tras año durante el segundo gobierno de CFK. Hoy en día 3 de cada diez argentinos son pobres y la bomba que dejó el kirchnerismo todavía no termina de desactivarse.

Más estado, menos libertad

El avance del estado sobre la economía tuvo su correlato en las libertades individuales, tal como lo predijo Friedrich A. Hayek en su obra magna Camino de Servidumbre, publicada en 1944. El gobierno abusó de la cadena nacional, escrachó opositores públicamente, restringió la libertad de prensa y hostigó a todos los considerados opositores políticos con controles impositivos y otros artilugios legales.

Por si esto fuera poco, llegó a perseguir judicialmente a quienes publicaban índices con estadísticas de precios, algo que no hubiera ocurrido jamás si el ente estadístico oficial hubiese publicado cifras confiables. En resumen, todo mal.

Ahora bien, a toda acción suele corresponder una reacción, y es esto lo que estamos viendo en la actualidad. A fines de 2015, la gente expresó en las urnas la voluntad de cambio. Incluso si hubiera triunfado la opción peronista, se trataba de un populismo más mesurado, algo que se evidencia en las palabras de los referentes económicos del candidato Scioli, quienes celebran hoy las reformas emprendidas por Macri.

El liberalismo a primera plana

Pero eso no es todo. En la actualidad, no pasa un día sin que exponentes de peso y con sesudos argumentos en defensa de la libertad en todas sus formas, participe de un programa de televisión, radio o medio escrito.

Algunos economistas son los que tienen más protagonismo. Entre ellos, cabe destacar el enorme trabajo de José Luis Espert, quien recientemente publicó su primer libro, La Argentina Devorada. Otro economista que está haciendo furor es Javier Milei, que con profundos argumentos y un carácter visceral, defiende sin tapujos la libertad económica.

Por el lado de los no economistas, debemos destacar al mencionado Agustín Laje y también a Gloria Álvarez, la politóloga guatemalteca, furor en redes sociales, que defiende la economía de mercado a capa y espada. Por último, y junto a ella, hay que mencionar el trabajo incansable de la Fundación Libertad y Progreso, quienes están detrás de videos famosos, muchos de los cuales protagoniza Álvarez, y otros que tienen a su director general, Agustín Etchebarne, como cara visible.

Obviamente, esto no hubiera sido posible sin el trabajo de años en defensa de la libertad de una innumerable cantidad de personas y fundaciones, como Alberto Benegas Lynch (h), Roberto Cachanosky, Martín Krause, José Benegas, la Fundación Libertad de Rosario, la Fundación Bases, los periodistas Mariano Grondona y Pablo Rossi, el profesor Juan Carlos Cachanosky y muchos otros nombres que merecen reconocimiento.

Algo está cambiando en la cultura argentina, así como en América Latina. El liberalismo ya no es una mala palabra y, de hecho, está empezando a recuperar su buena reputación.

Esperemos que la tendencia continúe y se refuerce. Después de todo, como decía el filósofo marxista Antonio Gramsci, “tomen la cultura… el resto se dará por añadidura”.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

«El ranking de los 9 cargos públicos más insólitos del Gobierno Nacional»

Por Belén Marty: Publicado el 22/11/16 en: http://cadenaba.com.ar/nota.php?Id=39583

 

Durante la década del ’90 habían 32 subsecretarías; hoy son más de 180. Los nombres de los puestos ya parecen sacados de un truco de juego de memoria. Propios de estructuras colectivistas, con tamaño mamut y con tantas subcategorías como la imaginación lo permita. Permutaron soldados de La Cámpora por militantes amarillos. 

Nadie se enteró, pero hemos sido invadidos. Argentina ha sido invadida. Tal como un virus se apodera de nuestro cuerpo para hacernos sentir improductivos, flojos, somnolientos, lo mismo le sucedió a nuestro país que ha sido atacado y colonizado por cientos de miles de empleados públicos.

El profesor universitario y experto en reformas administrativas Gerardo Sanchís Muñoz hasta describe al empleo público como la «actual espada de Damocles» del presidente Macri, simbolizando el peligro que detentan aquellos en posiciones de gran poder.

El abultado empleo público con el que cuenta hoy el país, casi el doble que lo que domina a la media de la región, se espació como el cáncer por todo el cuerpo, digo, país llegando a todos los escalones del organigrama oficial. Para poner un poco de contexto sobre el tema, durante la década del ’90 habían 32 subsecretarías; hoy son más de 180. Los nombres de los puestos ya parecen sacados de un truco de juego de memoria. Propios de estructuras colectivistas, con tamaño mamut y con tantas subcategorías como la imaginación lo permita.

Los generales de la invasión (¿los estrategas políticos?) fueron armando la silenciosa batalla a fuerza de puestos. Permutaron soldados de La Cámpora por militantes amarillos. La estructura hoy, permanece casi intacta. Un poco de maquillaje post electoral, pero las células con la enfermedad (digo, los nuevos puestos) se siguen creando a diestra y siniestra. El torrente sanguíneo es la red de inagotables favores políticos con una mezcla de impunidad y corrupción.

Acá la virtud del funcionario público, eso que tanto nos han explicado desde Educación Cívica en el segundario, se desdibuja en favores para obtener un sueldo (la mayoría de las veces super inflado en comparación a la actividad privada) y nada más.

Por supuesto, como ha mencionado el economista Javier Milei varias veces por los medios, no hay empresa que aguante la presión tributaria presente. Es muy difícil que el sector privado pueda absorber esta cantidad de empleo si desde el Gobierno no le tiran un centro. O al menos un cabezazo.

Entre mi top 1 de los 9 de puestos ridículos se encuentra «La Dirección Nacional de Transporte NO MOTORIZADO» que tiene la Dirección de Movilidad en Bicicleta y la Dirección de Movilidad Peatonal. O sea, hay una dirección de Movilidad Peatonal. ¿Nos están, realmente, tomando el pelo?

Entre los más de 3,5 millones de empleados públicos se encuentran (acá siguen los 8 otros puestos públicos de mi ranking):

2. Cargo Extraescalafonario de Subcordinadora de Padrinazgo/Madrinazgo Presidencial de la Subsecretaria General de la Secretaria General de la Presidencia de la Nación.

3. Director de la Dirección para el Desarrollo de Capacidades de Innovación de la Dirección Nacional de Innovación Pública unidad dependiente de la Subsecretaría de Innovación Pública y Gobierno Abierto de la Secretaría de Gestión e Innovación Pública del Ministerio de Modernización.

4. Gerente Operativo de la Gerencia Operativa Seguimiento de la Dirección General Control de Gestión de la Secretaría de Planificación, Evaluación y Coordinación de Gestión  de la Jefatura de Gabinete de Ministros.

5. Coordinador de Productos y Servicios relacionados con la Identidad Cultural de la Dirección Nacional de Promoción de la Comercialización dependiente de la Subsecretaría de Comercialización de la Economía Social de la Secretaría de Organización y Comunicación comunitaria del Ministerio de Desarrollo Social.

6. Subgerente Operativo de la Subgerencia Operativa Proyectos Especiales de la Gerencia Operativa Herramientas de Comunicación Participativa de la Dirección General Comunicación Participativa de la Subsecretaría de Comunicación.

7. Gerente Operativo de la Gerencia Operativa Ingeniería Urbana Inclusiva de la Dirección General Hábitat de la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión del Ministerio de Hábitat y Desarrollo Humano.

8. Coordinador de la Coordinación de Análisis de Procesos de la Dirección de Ingeniería de Procesos e integraciones de la Dirección Nacional de Sistemas de Administración y Firma Digital de la Secretaría de Modernización Administrativa del Ministerio de Modernización.

9. Coordinador de la Coordinación de Aplicación de Políticas Transversales de Recursos Humanos de la Dirección Nacional de Coordinación Interministerial de Recursos Humanos de la Subsecretaría de Relaciones Laborales y Fortalecimiento del Servicio Civil del Ministerio de Modernización.

En términos monetarios, el costo de un gerente operativo es para el Estado de mínimo 61 pesos brutos por mes, y el de un subgerente operativo es de unos 48.600 pesos por mes. Una ganga lo que reciben.

Por supuesto, me dirán que reducir el tamaño del Estado minimizando la cantidad de este tipo de empleos no va a mover la aguja del déficit estatal. Es solo sacar un litro de agua de una pileta.  Pero ¿cómo podés reducir el resto de los gastos si tenés la casa en des-orden? Si tu propio cuerpo todavía está enfermo es imposible que puedas mejorar. Siempre, siempre, siempre, el cambio comienza en casa.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

«La inflación ya es el ajuste»

Por Belén Marty: Publicado el 14/2/16 en: http://cadenaba.com.ar/nota.php?Id=35366

 

Ayer fui a cenar a una parrilla porteña con mi prima de Suiza (hija de un argentino y una peruana) y cuando estábamos por terminar de comer se nos acerca el dueño para preguntarnos si estaba todo bien. Mi prima lo felicita por el lugar y por el ambiente (muy agradable por cierto) y le pregunta: «¿desde qué empezaste con el negocio, has tenido que aumentar los precios?».

Y claro. Es muy difícil para un suizo entender de inflación cuando una gaseosa cuesta 1 franco suizo desde tiempos inmemoriales. A un ritmo de inflación de entre 3 y 4% mensual como la que estamos viviendo ahora la correcta pregunta hubiera sido: «¿has tenido que aumentar los precios este mes también?«.

Cuando Cristina Kirchner aseguró en Harvard que si el país hubiese estado teniendo una inflación del 25% anual, Argentina «estallaría por los aires». Imagínense ustedes lo que estamos viviendo cuando las estimaciones más optimistas sostienen que este 2016 la inflación rondará el 29%.

«¿Pero cómo hacen para vivir así?«, pregunta mi prima. Y yo me río. E improvisé una clase de economía de países populistas casi sin pestañar. Le muestro un billete de $100 y le digo que hoy el billete de más denominación vale algo así como unos 5 euros.

El aumento generalizado de precios (consecuencia de la inflación) se da por una creciente desvalorización del peso. No es que las cosas cuesten más todos los meses, sino que el precio del peso bajó. Nadie lo quiere. No lo atesoramos sino que buscamos deshacernos de él con la compra de bienes y servicios.

El Banco Central imprime billetes idénticos a los que ya están en circulación y que tienen exactamente el mismo poder de compra para financiar un 8% de déficit fiscal. El problema es que los nuevos billetes son físicamente iguales a los que ya están circulando entonces la gente no puede discriminarlos y los termina aceptando. Y como sucede siempre, a demanda estable, si aumenta el número de un bien (en este caso el peso), baja su precio. No hay que tener un doctorado en economía para entenderlo.

Además, como siempre, los que reciben estos nuevos billetes son los que están más cerca del poder (sindicatos, empresas contratistas) y pueden comprar productos o servicios antes de que aumenten de precios. Es un dinero que no recibieron de manera honesta ni de ahorros sino que cayó del cielo (o de la máquina de imprimir billetes).

El economista liberal Javier Milei lo explicó en su ultimo artículo en el cual citó a Milton Friedman: «Puede que los empresarios sean voraces, los sindicatos ambiciosos, los consumidores despilfarradores, los jeques árabes hagan subir el precio del petróleo y las condiciones meteorológicas a menudo sean malas. Todo esto puede conducir a aumentos de precios de bienes individuales, pero no puede llevar a un incremento general de los precios de los productos. Pueden provocar una suba temporal de la tasa de inflación, pero no pueden ser la causa de una inflación continua por una razón muy simple: ninguno de estos aparentes culpables posee la máquina de imprimir estos trozos de papel que llevamos en nuestros bolsillos».

Por tanto, los dueños de restaurantes (por ejemplo) o el resto de los comerciantes tiene que enfrentar todos los meses la gran pregunta: ¿subo los precios? Y si los subo, ¿a cuánto? Antes, cuando el precio de los productos los ponía Guillermo Moreno o Augusto Costa, las excusas de los comerciantes eran válidas y como tenían las manos atadas, justificaban el desabastecimiento, la mala calidad de los productos, la reducción de los tamaños, en las arbitrarias decisiones de la política pública nacional. Pero ahora, que tienen libertad deberán decidir qué día del mes aumentan los precios y cuánto.

El dueño del restauran le aseguró a mi prima que sabe que si su proveedor de confianza con el que trabaja hace 15 años aumenta los precios de la carne es «porque no le queda otra».

Una de las consecuencias de la inflación es la destrucción de los precios relativos. Como nadie sabe cuánto cuestan realmente las cosas, nadie sabe si lo que está pagando por cierto bien o servicio es caro o es barato. Ciertos bienes aumentan antes de precio, los comerciantes no pueden saber ni especular el comprotamiento real de la demanda. Ir a comer a un restorán de servilletas de tela termina costando lo mismo que comer en un bodegón de barrio.

La inflación le complica la vida a la gente. En primer lugar, le licúa el sueldo a todos los trabajadores (en especial a aquellos más alejados del poder politico que reciben más tarde los pesos falsificados por la máquina de imprimir), modifica los comportamientos de la gente (¿a dónde fueron a parar todas las monedas?), desestabiliza la estructura de precios interviniendo el mercado y embarrando la cancha, e impide u obstaculiza los planes a largo plazo (¿quién va a invertir en un contexto tan incierto?).

Mi prima se escandalizó. «Esto no es normal», me dijo seriamente. «Ustedes estan todos locos». Mientras Macri decidió tomar un plan gradualista para evitar el ajuste y evitar asi terminar con la inflacion este año, mi prima me mira y me dice «pero si la inflación ya es el ajuste». Y entendió todo.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.