Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 28/1/13 en http://economiaparatodos.net/combatir-la-corrupcion-no-es-suficiente-hay-que-mejorar-las-instituciones/
En Argentina la sensación de corrupción por parte de la clase política no es nueva. El gobierno actual no se caracteriza por ser una excepción, sería interminable enumerar los casos de la época K sospechados de corrupción que aún carecen de explicación.
Si bien es innegable que la corrupción es un mal y ciertamente no es deseable, el grado de corrupción que se percibe en los últimos años puede generar la errónea ilusión que lo único que hace falta para arreglar los males del país es combatir este problema cuando el problema es más profundo, es institucional.
Supongamos que avanzamos en el tiempo hasta las elecciones presidenciales. El candidato del oficialismo pierde abrumadoramente las elecciones frente a un opositor cuya promesa electoral consiste en mantener las políticas económicas y sociales Kirchneristas intactas pero con la promesa creíble de que no va a tolerar ningún caso de corrupción por parte de su gabinete ni subordinados. Supongamos, además, que efectivamente lleva a cabo esta sorprendente promesa y se transforma en uno de los gobiernos más transparentes y creíbles que ha tenido el país, quizás en toda su historia, pero no se mueve un ápice del proyecto económico y social K. ¿Qué sucederá con la economía y el desarrollo del país?
Seguramente se percibirán algunos cambios marginales, pero los problemas estructurales de fondo no van a cambiar si se persiste con un cierre virtual a las importaciones, con un cepo cambiario acompañado de una galopante inflación, con una presión tributaria como la actual y con una sistema de coparticipación que da lugar a demasiadas travesuras políticas. ¿Qué decisiones de inversión se van a ver modificadas en este contexto, donde los precios se mantienen regulados, no se pueden girar divisas ni ahorrar en una moneda fuerte?
El nuevo presidente puede cantar poemas de amor a la prensa en sus cadenas nacionales semanales, pero su manifestación de amor incondicional en la pantalla de TV no va a tener ningún efecto si hay un manejo discrecional de la pauta oficial, no se habla con la prensa, se amenaza con expropiar Papel Prensa y cerrar la importación de papel para diario, no se puede acceder a informes públicos y no se puede hablar de números no oficiales de inflación por que el presidente mantiene la política de persecución al que cometa el pecado mortal de pensar distinto y expresarse públicamente.
El hecho que se discuta el problema de la corrupción por encima de las instituciones es un síntoma de dos serios problemas. En primer lugar, lo atrasado que se encuentra el país en cuestiones institucionales y de cultura política. ¿Alguien se imagina al Gobierno K en alguno de los países con el que les gusta compararse, como Alemania, Austria, Nueva Zelanda, etc? No hace falta referirse a los peyorativamente llamados “capitalistas salvajes” de Estados Unidos o Inglaterra, basta mirarse al espejo de países “social demócratas” con fuerte énfasis en un estado de bienestar. Quizás podamos imaginar un gobierno como el K en Vietnam, recientemente visitado por Cristina Kirchner, pero no en Japón. Las diferencias en desarrollo y calidad de vida no son accidentales.
En segundo lugar, muestra que la discusión sobre el post-Kirchnerismo está planteada en el plano equivocado. La corrupción y los modales de los funcionarios públicos no deberían ni ser objeto de discusión Lo que debería discutirse es la inconsistencia de querer ser Corea del Sur aplicando las instituciones de Corea del Norte, querer ser Japón emocionándose con Vietnam. Querer instituciones firmes pero hacer la vista gorda a las reformas necesarias para evitar un presidencialismo con desequilibrio de poder. Hablar de democracia pero tener un sistema que depende de unas pocas personas y no de las instituciones del país.
Estos no son temas menores para una oposición que debe considerar al post-Kirchnerismo a la vuelta de la esquina. Una dirigencia política y un país que no se atreve a pensar distinto es incapaz de cambiar su rumbo, y la brújula del rumbo desde que Nestor Kirchner asumió al poder apunta más hacia un país autoritario con pocas libertades que a uno republicano con libertades individuales. Lo que quizás no era tan fácil de ver al principio de la época K debería, a esta altura, ser bastante evidente.
Nicolás Cachanosky es Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE), y Doctorando en Economía, (Suffolk University). Es profesor universitario.