El impuesto al capital y a la renta

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2020/08/el-impuesto-al-capital-y-la-renta.html

«4′ Teoría: el impuesto goza de determinados fines de reforma social. Pertenece a la escuela del socialismo de Estado y su expositor más encumbrado es Adolfo Wagner. Para este tratadista, son los impuestos un instrumento fiscal y un instrumento de política social. Como instrumento fiscal tienen los impuestos la finalidad de crear el patrimonio del Estado para afrontar las cargas públicas; como instrumentos de política social deben ser aprovechados por el Estado para intervenir en la distribución de riquezas y modificarlo para hacerlo más ecuánime. Lo que esencialmente anhela el socialismo de Estado es un «justo medio», un «terreno de conciliación» entre el individualismo y el socialismo.»[1]

Como se podrá apreciar, no existe -salvo algunas pequeñas diferencias semánticas- ninguna disimilitud con la teoría expuesta y criticada anteriormente (es decir la 3° teoría, que hemos llamado marxismo fiscal). Reformar o transformar el régimen económico es exactamente lo mismo a reformar o transformar el régimen social, no existe ninguna desemejanza entre uno y otro, por la sencilla razón de que la economía es una ciencia social. No hay una economía animal, vegetal o mineral, la economía siempre es una ciencia social. Separar economía de sociedad es un error tan absurdo como frecuente, tal -por ejemplo- lo hacen los autores en estudio. Y los socialistas son los más entusiastas partidarios de este yerro. Creen que la economía es una especie de «fenómeno extraño» a la sociedad que, quizás, imaginen viene impuesto por seres sobrenaturales o extraterrestres, porque hablan de una y otra como si fueran cosas desiguales y -particularmente- de la economía como si se tratara de un cuerpo extraño dentro de la sociedad.

Digamos también (como ya lo hubiéramos aclarado en otras partes) que el «socialismo de estado» no tiene -en lo sustancial- ninguna disparidad con el socialismo sin calificativos. Todas las variantes del socialismo persiguen el mismo objetivo: abolir la propiedad privada, y sus discrepancias son nada más que de estilo y metodología. El socialismo marxista -que es el paradigma del socialismo- proponía un método de implementación por las vías violentas. Los restantes socialismos propician rutas más «moderadas» o sutiles, pero todos los socialismos apuntan siempre al mismo fin: a la abolición completa de la propiedad privada.

Sin duda que, como ya dijimos, el impuesto cumple un rol clave en los socialismos «moderados»; es la forma más tenue e inadvertida de derogar, gradual y paulatinamente, toda propiedad, e implantar el socialismo completo. Por eso los socialistas actuales la prefieren a cualquier otra clase de revolución violenta. Es el mecanismo más «indoloro» para expoliar a la gente.

Luego, sobre la falacia acerca de la existencia de «algo» llamado «estado» y sus supuestas «necesidades» como ente orgánico vivo, con voluntad e inteligencia propia con independencia de los individuos que lo componen, ya hemos dicho suficiente en los párrafos precedentes. Nada de eso existe.

Recordemos también que el «estado» no puede distribuir riqueza, sólo puede redistribuirla, ya que la distribución de la misma se hace (y sólo puede hacerse) a través del mercado.

«Wagner es, en esta tendencia, una fuente de sugestiones vasta y compacta. Considera la renta como fuente normal y principal del impuesto, aunque no desecha del todo los impuestos sobre el capital. En efecto, admite este tratadista que los impuestos sobre el capital establecido de una manera permanente terminarían por perturbar la producción, reducir los salarios y arruinar las industrias. Pero, ello, no obstante, debe tenerse en cuenta: a) Hay casos en los que está justificada la gravación del capital; b) Que no debe identificarse, como suele hacerse, la imposición sobre el capital «nacional», con la imposición sobre el capital «individual*. Según este autor, para saber en qué casos se puede y debe acudir al capital individual como fuente de impuestos, es preciso considerar: el «origen» del capital; el «empleo» del capital, y el «empleo del producto del impuesto sobre el capital».»[2]

Nada de lo que Wagner diga tiene antagonismo alguno con lo que han predicado -salvo matices más o menos fuertes- todos los socialistas del pasado y del presente.

Padece de los mismos errores que -del lado opuesto- sufrían los autores clásicos cuando se inquietaban por encontrar una explicación plausible a la fuente de la renta y no la hallaron, creyendo -en suma- que era una suerte de composición entre el trabajo y «otra cosa» que no dieron en la tecla en descubrir. Quedó, pues, diseminada la falsedad que la renta era una suerte de entelequia, cuya existencia no podía darse con prescindencia del trabajo.

Naturalmente, la renta no es «fuente» del impuesto, lo cual es una aberración conceptual, sino que es objeto de rapiña por parte del impuesto. Sea que el impuesto se cobre sobre el capital o sobre la renta sus efectos destructivos son análogos en un caso o en el otro. En su proporción, el impuesto no deja piedra sobre piedra en rentas, capitales y todo bien o servicio que resulte gravado, con independencia de los rótulos y calificativos que se le quieran dar. El impuesto siempre es demoledor, nunca constructivo. No interesa si el impuesto es «permanente o transitorio»; la perturbación que Wagner admite para un impuesto permanente es la misma que la de un impuesto transitorio. La única distinción es que, en un caso la perturbación es permanente y en el otro es transitoria. Por lo demás, los impuestos al capital -una vez adoptados y legislados- difícilmente sean derogados posteriormente. En Argentina -por ejemplo- el impuesto a las ganancias fue instituido en el año 1935. En la ley de creación, se hacía énfasis en la transitoriedad del impuesto, lo que nunca sucedió posteriormente hasta la fecha en que estas líneas se escriben.

En ningún caso se justifica la gravación del capital, y menos aún existen pretendidos contrastes entre capital nacional e individual. El capital sólo puede ser individual, porque únicamente los individuos (solos o asociados entre sí) lo pueden crear. El origen de todo capital siempre es individual, porque en el mundo natural y social los únicos que existen son los individuos.


[1] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» en Enciclopedia Jurídica OMEBA, TOMO 15 letra I Grupo 05.

[2] Goldstein, M. ibidem.

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

HEMOS CRUZADO UNA LÍNEA QUE NUNCA DEBERÍAMOS HABER CRUZADO. PERO……

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 30/8/20 en: http://gzanotti.blogspot.com/2020/08/hemos-cruzado-una-linea-que-nunca.html

Como ya he dicho varias veces, la razón por la cual NUNCA hay que violar derechos personales en nombre de la seguridad (como lo creyeron Videla, Buch y Dick Cheney) es que una vez que violas el debido proceso, y secuestras, matas y torturas, todo en nombre del bien, entonces has desatado un infierno que tú pensabas que podías controlar.

Lo mismo en nombre del virus. Se ha cruzado una línea que jamás debía cruzarse. No importa qué tan virulento sea un virus. Los derechos individuales no deben nunca (nunca: NUNCA) quedar sujetos a la arbitrariedad de médicos y políticos. Ellos no son los dueños de otros seres humanos. No son dueños de una nueva granja de esclavos a los que cuidan “por su bien”.

Las inevitables consecuencias no intentadas ya se ven por doquier. La violencia y la arbitrariedad policial, el reglamentarismo bestial de diversos funcionarios, la banalidad del mal de sus respuestas, propias de toda dictadura, no son “excesos” a una regla buena en sí misma. Son consecuencias propias y necesarias de toda dictadura, de todo poder ilimitado, ahora y siempre.

Pero……… ¿Por qué el “pero”? Porque, lamentablemente, no deberíamos sorprendernos de nada. ¿Qué se puede esperar de sociedades -la nuestra es una más- que han perdido hace tiempo la mas mínima noción de lo que es la libertad? No importa que no fueran La Unión Soviética o Corea del Norte. La mayor parte de los estados occidentales se han organizado con una burocracia férrea de órdenes y mandatos, con una estructura militar, disfrazada de nobles ideales, tal cual Weber lo describió. Somos herederos de la fuerza ilimitada de los estados iluministas, donde el abuso de la razón, denunciado por Hayek, se ha cumplido estrictamente desde el inicio. Ministerios de educación con poderes ilimitados, e igualmente, ministerios, secretarías o como se llamen sóviets de salud pública, de comercio, de economía, de transporte, etc., etc., etc.,  etc., que han convertido a los derechos individuales (de expresión, de religión, de enseñanza, de asociación, de reunión) en letra muerta hace ya muchas décadas. Sumemos a ello los grupos de presión de lo políticamente correcto, y la complacencia, ignorancia e indolencia de la mayor parte de las personas convertidas en tristes ovejitas eficientes de la máquina del estado, muchas de ellas con 5 doctorados, 6 idiomas, 70000 sacos y corbatas, 80000 togas, premios y distinciones, con resplandor mágico de personas serias, de ser miembro del paradigma dominante, de ser los que saben ante los imbéciles disidentes. Quien tenga oídos, oiga.

Pero todo esto, hace décadas, MUCHAS décadas.

Por lo tanto, el terror al virus encontró a Occidente sencillamente casi muerto bajo el peso de su propia dialéctica del Iluminismo. Tal vez nunca se sepa cuánto hubo de planificación, de estupidez o de lo que fuere en todo esto que está pasando, pero sí puedo afirmar con seguridad que nunca hubiera sucedido si el horizonte cultural hubiera sido diferente. Ni siquiera, como en otros tiempos, esta nueva Unión Soviética encontró la firme oposición de un Wyszynski, un Wojtila, un Pacelli. Líderes religiosas de todo el mundo han eliminado el derecho a la libertad religiosa por el temor a un virus. Impensable.

Y pensar que a veces se discute la falta de corroboración empírica de la predicción de Hayek en Camino de Servidumbre. Durante mucho tiempo se creyó que Europa y EEUU estaban gozando de una socialdemocracia light y benévola mientras que las libertades estaban bien custodiadas, y cuán equivocado estaba Hayek en haber predicho el desastre. Miren ahora. Ojalá hubiera estado equivocado. El y unos pocos, desde la Mont Pelerin Society, los Liberty Funds, la pionera Foundation for Economic Education, la UFM en Guatemala y no mucho más, advirtieron contra corriente, todo el tiempo, todo ello, siendo objeto de burla y desprecio por parte de los señores serios, creyentes y agnósticos, que nos miraban y aún nos miran bajo la soberbia del funcionario, del experto, de la OMS, la ONU, los comités científicos oficiales y todos los conicetitos y coneaucitas del mundo. Son los partidarios de la cuarentena obligatoria. Son los ideólogos y ejecutores de los diagnósticos de Hayek, Feyerabend, Adorno y Horkheimer, sobre el abuso de la razón humana, la nueva ciencia, la nueva religión, donde sus sacerdotes e inquisidores han vuelto con la soberbia de creer que no lo son. La ausencia de la conciencia de pecado. Lo peor de lo peor.

Gabriel, danos algo de esperanza. Sí, gente, Dios existe. Y deja al hombre en manos de su propia decisión (SI, 15,14). 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises

Mercados impredecibles y cuando la división hace a la fuerza (de Apple)

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 30/8/20 en: https://alejandrotagliavini.com/2020/08/30/mercados-impredecibles-y-cuando-la-division-hace-a-la-fuerza-de-apple/

El anuncio de presidente de la Fed de que flexibilizará la política respecto a la inflación, es decir, que todavía por algún tiempo habrá dinero, ha logrado que Wall Street quede desacoplada de los continuos anuncios de bancarrotas, cierres de empresas o despidos de trabajadores en EE.UU. Es que, en realidad, los mercados bursátiles no son la economía como explicaba en una nota anterior.

              El índice más rezagado, el Dow Jones de Industrials sube 2,6% en la semana y apenas 0,4% en el año. El S&P 500 repunta 3,24% en los últimos siete días y 8,5% en 2020. Por último, el Nasdaq 100 sube 3,81% en la semana y 37,4% desde enero. Desde hace tiempo vengo señalando que Wall Street luce sobrevalorado gracias al dinero que, literalmente, regalan en EE.UU. Este gráfico de The Market Ear, muestra que el Nasdaq Composite sube 48% interanual mientras que las ganancias caen 30%.

                   Como señala Michael Hartnett de Bank of America, con el S&P ya en 3.500, le faltan solo 130 puntos -menos del 4%- para quedar en los 3.630 el día de las elecciones y así alcanzar el récord de todos los tiempos en este rally, en cuanto a velocidad y magnitud, superando el rally de los mínimos de 1938.

                    En particular, desde Zerohedge, destacan que Apple (AAPL), que batió el récord global, está a solo 2% de superar a todo el Russell 2000 sumado. “Delirante”.

                      Cuando finalice la negociación, Apple entregará a sus accionistas cuatro acciones por cada una, en tanto que Tesla completará una división de cinco por una. Y, en parte, el fraccionamiento de las acciones habría empujado la suba al facilitar la entrada de pequeños ahorradores sumando así inversores. Apple trepó 32% desde que anunció ganancias trimestrales sorprendentemente sólidas el mes pasado, junto con la división. Tesla subió 57% desde la noticia de la movida de sus acciones el 11 de agosto, extendiendo un poderoso repunte en ausencia de información nueva sobre el estado de su negocio.

                      Algunos creen que, si otros los copian con sus propias divisiones, podría formarse “un mercado espumoso” de tantas burbujas. Otros muestran este gráfico que muestra cómo, por el contrario, las divisiones y los precios de las acciones fueron en sentido contrario.

                    Otras dos tecnológicas alcanzaron niveles muy altos: Alphabet, cuyas acciones superaron los USD 1.600 y Amazon, que superó los USD 3.400. Así, el valor combinado de las cinco empresas más grandes del S&P 500: Apple Inc (AAPL.O), Amazon.com Inc (AMZN.O), Microsoft Corp (MSFT.O), Facebook Inc (FB.O) y la matriz de Google, Alphabet Inc ( GOOGL.O) ahora asciende a más de US$ 7 B , casi el 25% de la capitalización de mercado del índice. Esto da a pensar que, si estas empresas se caen, se cae todo Wall Street.

                    Y Michael Kramer escribió que la volatilidad podría dispararse; los indicios apuntan a una venta masiva provocada por las tecnológicas. Amenazas tienen. Por un lado, legisladores estadounidenses las acusan de sofocar la competencia, pero la verdad es que son demasiado poderosas y los políticos fáciles de comprar. La única amenaza real, al menos en el corto plazo, es que se pinche la burbuja cuando los inversores encuentren mayor rentabilidad por ejemplo en los bonos.

                     En fin, el petróleo WTI rondaba los USD 42,97l, el oro los USD 1.972,20 y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años estaba en 0,724% en tanto que el dólar perdía terreno frente al euro, con un cambio de 1,189.

Argentina y la suba de impuestos  

                  En tanto este país sigue en su esfuerzo por ahuyentar inversores, desalentar el trabajo cuando no prohibirlo y, así, destruir el país como si hubieran utilizado una aplanadora John Deere. Lo último es la reforma tributaria que buscará recaudar más, es decir, dar una señal hacia la “sostenibilidad fiscal” que es lo que exige el más que estatista, troglodita, FMI, para que le puedan devolver su dinero.

                    A raíz de esto se ha puesto otra vez de moda la curva -escrita en una servilleta en 1974- de Laffer a quién Trump ha condecorado, a sus 79 años, con la Medalla Presidencial de la Libertad. En este gráfico, que publicó Nery Persichini en Twitter, puede verse una buena descripción de la curva:

                      A ver, en principio es cierto que, si la carga o tasa impositiva es cero la recaudación también lo será, y que si la tasa es del 100% la recaudación será cero porque nadie trabajaría para entregar todo. Pero definitivamente no está nada claro qué ocurre dentro de la curva. Como escribió el economista español José Hernández Cabrera, esta curva es un instrumento estatista al servicio de la mayor confiscación en términos absolutos. Es como si un esclavo le dijera a su amo: “Si me castigas demasiado vas a salir perdiendo”.

                     Y, aunque muchos ingenuos no lo vean, los políticos no tienen reparo en hacer daño a sabiendas y reducir la recaudación si con ello se obtiene una utilidad mayor. Por ejemplo, en Venezuela, Chávez destruyó moral y económicamente su país como medio para perpetuarse en el poder.

                     Es hora de descubrir a los demagogos y decir que todos los impuestos caen sobre los más débiles. De hecho, el Estado, la violencia que monopoliza- siempre destructiva- sin dudas es el principal creador de pobreza, sino el único. Cuando quita coactivamente recursos a una empresa, esta tiene que cubrir ese bache porque existe para obtener ganancias y así atraer inversiones y poder crecer en el servicio que presta a la comunidad.

                      Entonces, cubrirá ese costo, por ejemplo, aumentando precios o bajando salarios. O sea, cuanto mayor es la capacidad económica de una persona, con más fuerza derivará los impuestos hacia abajo hasta llegar al desempleado que tiene que absorber el aumento de precios sin poder trasladarlo al no tener ingreso para aumentar.

                      Dicen los demagogos que el dinero coactivamente retirado del mercado vuelve en asistencia social. En primer lugar, poco de lo recaudado termina en asistencialismo y luego, lo que teóricamente se dirige a los pobres pasa por una burocracia -y corrupción- que consume buena parte y, entonces, lo que llega al pobre es menos de lo que se le quitó: así es como existe la pobreza, por culpa de la violencia estatal.

                       Así las cosas, en general -siempre hay excepciones y cisnes negros- no hay inversión para un conservador en Argentina. Por casos, desde que se llegó al acuerdo por la deuda a  principios de mes, el S&P Merval cae en el orden del 20% en dólares y los bonos alrededor del 15%. Ni los Cedears son recomendables, además de que corren con la inseguridad jurídica argentina, dependen del CCL de trayectoria imprevisible, de hecho, retrocedió 6,8% a $125,84, por lo que el spread con la cotización mayorista bajó hasta el 70,1%, cuando una semana atrás superaba el 80%.

                        Y podría resultar cierto que el gobierno lo baje a patadas. Mariano Gorodisch, escribió que si el 7S no baja el dólar Bolsa, el Gobierno saldrá a intervenir. El 7 de septiembre el BCRA tendrá poder de fuego en el mercado de cambio visto que tiene unos USD 15.000 M en títulos que son elegibles para el canje, entre los cuales serán las nuevas referencias del mercado de dólar Mep y CCL. Así, a través de una intensa operatoria diaria de venta de bonos se podrá disminuir el diferencial entre ambos mercados.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

LA EMPRESA

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 25/8/20 en: https://alejandrotagliavini.com/2020/08/25/la-empresa/

Génesis y esencia

          Para la teoría económica neoclásica -hoy la más popular- cuya característica consiste en que cree en el equilibrio del mercado, lo que implica el conocimiento perfecto, y, por tanto, que éste es estático y rígido, la empresa es solo una función productiva, o un conjunto de posibilidades de producción, un medio para transformar insumos o aportes en productos o servicios. En definitiva, queda modelada como un actor egocéntrico que se encuentra ante una serie de decisiones poco relevantes: qué nivel de producción alcanzar, cuánto emplear de cada uno de los factores, y poco más. Cuando lo cierto es que una empresa debería ser algo mucho más creativo. 

          Un modo de visualizar estas organizaciones del modo en que las conocemos hoy -en mercados lejos de ser naturales- es a través de la teoría marginal de los límites de la empresa. Según la cual, al ser una reunión en función de las ventajas de la economía de escala, sus límites estarán donde ésta escala deje de funcionar: cuando el costo de organizar cada transacción marginal a través de la estructura empresarial sea igual al costo de organizarla en el mercado externo. Y una de las teorías más acertadas a la pregunta ¿qué es o por qué existen las empresas?, argumenta que es un equipo de personas que han desarrollado un conocimiento y capacidades difíciles de duplicar de las que dependen sus márgenes de ganancia, de donde se deducen las estrategias, y las decisiones sobre producción y compras[1]

          Pero lo cierto es que una empresa no es más que “una acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza”, según la Real Academia Española, lo que no es poco decir. Es, en definitiva, una reunión de personas, en función de la naturaleza social del hombre, con la intención de realizar una acción con consecuencias económicas, que luego el mercado natural definirá. No es, por tanto, según veremos, un diseño de la razón humana.

          Aun cuando está claro que la Escuela Austríaca tiene la idea más acertada acerca del mercado natural, entre todos los “economistas”, lo cierto es que nunca encararon, frontalmente, una teoría de la empresa. Más allá de algunos intentos aislados y recientes, en los que hay que destacar los muy buenos aportes al estudio del proceso del mercado y de la función empresarial.

          Hasta ahora se ha visto a la empresa como una organización en donde, en definitiva, las decisiones son centralizadas -en el sentido de planificadas- y no como un orden espontáneo. Debido, entre otras cosas, a ciertas rigideces[2] y a la idea de autoridad ya que no se suele reconocer otra que no sea coercitiva, violenta. Y, como una empresa es una organización con una dirección y recursos propios lo que implica, de suyo, la existencia de una autoridad, tienen que justificar, finalmente, una empresa que, en última instancia, sea de tipo militar, es decir, jerárquica –piramidal- fundamentada en una autoridad coactiva. Pero, como la verdadera autoridad no es violenta y, consecuentemente, no sólo respeta -tanto interna como externamente- al mercado natural, sino que surge de éste y conduce a la empresa con mayor éxito en tanto más lo refleje.

          Nicolai Juul Foss, que intenta paliar la deficiencia de la Escuela Austríaca, afirma que “los austriacos no proporcionan principios económicos que puedan discriminar entre la empresa y el mercado sobre la base de la eficiencia”[3]. Por otro lado, reconoce que existe una tensión entre el liberalismo clásico – la Escuela Austríaca- y la moderna teoría de la empresa que pretende, sino resolver al menos clarificar. Pero, finalmente, lo que logra es, a mi modo de ver, una teoría racionalista de la justificación de la existencia de las empresas fallida al punto en que llega a afirmar que la empresa no es un “orden espontáneo” sino “planificado”. Incluso Richard N. Langlois[4], que pareciera tener una idea más acertada, llega a afirmar que las empresas “no planifican”; pero que existen porque “han planificado”(?!).

          Cuando lo cierto es que, en el mercado natural, los empresarios y ejecutivos, en definitiva, lo único que hacen es, tanto al fundar una empresa como al dirigirla, tantear al mercado intentando responderle con la mayor eficiencia, y siempre trabajando en tiempo real. Pero nunca saben, hasta que los hechos se produzcan, que tan acertadas han sido sus decisiones y acciones. De modo que mal pueden planificar o haber planificado. Para el orden natural una empresa es aquello que el mercado, finalmente, decida que sea, si es que tiene que ser. Y lo cierto es que, todos los días se fundan compañías y, más allá de lo que se propongan sus fundadores, muchas quiebran y otras tienen grandes éxitos. Pero todas terminan siendo solo lo que el mercado decide.

          Es decir, que no se trata más que de una acción, resultado de una intención intuitiva y genérica, que luego se verá en qué medida resulta acertada[5]. La empresa, finalmente, no es más que la consecuencia actual de la proyección de una intención. Justamente, el éxito empresario dependerá, en gran parte, de la capacidad de prever un futuro lo suficientemente amplio, no planificado, de modo de tener la mayor posibilidad de acertar; y de la capacidad de formar un orden, lo suficientemente espontáneo y natural, no planificado, de modo que pueda rápidamente adaptarse a lo que sobrevenga[6].

          Una empresa de alquiler de automóviles, por caso, surgió no porque su dueño la hubiera planificado sino debido a que compró un automóvil para uso personal tan llamativo que la gente empezó a llamarlo para que se lo alquilara. Unos ingenieros civiles, se juntaron para fundar una constructora de edificios para oficinas y terminaron construyendo barrios privados porque la gente se lo demandaba. Y así, innumerable cantidad de ejemplos.

      Ahora, ciertamente es posible planificar dentro de un sistema en la medida en que sea estatista, coercitivo. Efectivamente, si Usted consigue que el gobierno le otorgue -información anticipada “perfecta” que le permita el “equilibrio” del mercado- el monopolio de la fabricación de helicópteros, por caso, puede planificar ésta empresa, del modo que quiera, con el método de producción y de ventas que prefiera, siempre egocéntricamente, por cierto, porque eso es planificar. Y tendrá éxito porque su empresa no responde al mercado natural -al prójimo- sino a la previa planificación racional del funcionario estatal que le dio el privilegio en cuestión. Es decir, por muy ineficiente que sea la empresa, seguirá adelante gracias a que el monopolio lo aísla del mercado permitiéndole cobrar altas tarifas para solventar su caprichosa planificación. La coerción estatal habrá logrado “necesariamente” planificar, adelantar “información”, “adivinar el futuro”.

La función empresarial y la creación humana

      La función empresarial es, fundamentalmente, una función creativa en pos del mejoramiento social que supone -lo que es propio de la creación humana- el hallazgo de información tal que sea conocimiento que previamente se desconocía que podía existir[7]. De aquí que, “…prescindir de las típicas características de imaginación, atrevimiento y sorpresa equivale a eliminar enteramente la naturaleza humana del proceso de elección”[8], asegura Israel Kirzner. Así, para Jesús Huerta de Soto “La función empresarial (pura) no exige medio alguno…, la empresarialidad no supone coste alguno y, por tanto, es esencialmente creativa (y)… se plasma en que la misma da lugar a unos beneficios que, en cierto sentido, surgen de la nada y que denominaremos beneficios empresariales puros. Para obtener beneficios empresariales… Basta darse cuenta de la situación de desajuste o descoordinación que existe entre A y B para que surja, de inmediato, la oportunidad de un beneficio puro”[9].

      Así es que, en principio, cualquier persona pueda ser empresario o toda actividad puede ser encarada como empresa. Un enfermero, por caso, podría ser una empresa de servicios de enfermería. Las trabas más grandes que impiden que cada uno sea su propio empresario, son las impuestas coactivamente por los burócratas y la carga impositiva, generadas por el Estado.

      “La empresarialidad consiste… en la capacidad… humana para crear y descubrir en forma continua nuevos fines y medios…. Y si los fines, los medios y los recursos no están dados, sino que la acción empresarial del ser humano los crea sin cesar desde la nada, es claro que el planteamiento ético… deja de consistir en cómo distribuir equitativamente ‘lo existente’, y empieza a concebirse… como la manera más conforme a la naturaleza humana de fomentar la creatividad… (así) ‘todo ser humano tiene derecho natural a los frutos de su propia creatividad empresarial’… porque, de no ser así, estos frutos no actuarían como incentivo capaz de movilizar la perspicacia empresarial y creativa del ser humano… ” por otro lado “… (antes de que creara no existía aquello que creó, por lo cual su creación no perjudica a nadie y, como mínimo, beneficia al actor creativo, si es que no beneficia también a muchos otros seres humanos)”, asegura Jesús Huerta de Soto[10].

      Así es que, lo que el proceso económico natural -y la función empresarial- realmente produce, no son sólo bienes materiales sino, fundamentalmente, creaciones ideológicas -tecnología, procesos, modelos y demás- que potencian los recursos puramente físicos en un proceso que no tiene límite superior de tal modo que, es lícito decir, que en definitiva los recursos que tiene el hombre son ilimitados.

      Así, cuando el Estado coercitivo al planificar, al suponer datos futuros como ciertos, establece una cantidad de información que, en definitiva, es falsa, porque se basa en la suposición de que el cerebro humano es capaz de adivinar exactamente el futuro, atenta directamente contra la función empresarial, su carácter creativo y, consecuentemente, la naturaleza humana. Así es que, el paradigma autoritario de la administración, se basa en el supuesto de que, para un buen administrador es posible asimilar todo el conocimiento disponible en una organización. Y, a partir de aquí, diseñar un plan maestro que coordine las acciones de todos. En un sistema como éste, cada uno se limita a realizar el trabajo que se le asigna en el plan, perdiendo las personas todos los incentivos para trastocar la misión común, a partir de que los administradores suponen que conocen las aptitudes de cada persona y los esfuerzos que realiza[11].

      En definitiva, en el mercado natural importan las personas que son quienes deciden lo que las empresas deben hacer, a partir de una autoridad moral de algún modo establecida. Consecuentemente, el empresario no puede planificar, sencillamente, porque nunca sabrá de antemano lo que la gente querrá. Pero si el gobierno impone coercitivamente regulaciones -por ejemplo, obliga al uso de cinturones de seguridad, los empresarios sabrán que la gente demandará estos aparatos- podrán tener “información” anticipada. Ahora esta información no es tal que antes no sabíamos que existía, es decir, no es creativa, sino simple decisión del burócrata. Teniendo esta anticipación, el empresario puede olvidarse de crear, de servir a la gente y, en cambio, hacer según el gobierno manda.

       Por ejemplo, en muchos países para ejercer determinadas profesiones -medicina, abogacía, ingeniería, etc.- se necesitan títulos habilitantes, por imposición coactiva estatal, otorgados por universidades autorizadas. Conclusión, si Usted consigue la respectiva autorización, puede instalar una casa de altos estudios con el privilegio de que tendrá un mercado potencial asegurado, ya que muchos querrán ejercer estas profesiones y, consecuentemente, necesitarán del título correspondiente. Entonces, puede planificar buena parte de su actividad. Por un lado, de antemano conoce los programas y de aquí puede deducir los costos -necesidad de aulas, horas profesor, y demás- y, por el otro, en función de este costo, puede estimar la relación cantidad de alumnos/aranceles y, consecuentemente, su presupuesto.

       Si en el mercado no existiera esta imposición coercitiva, no tendría asegurado ningún alumno y debería competir con los otros programas de las distintas universidades. De modo que no podría planificar nada: ni el costo, ni la relación alumno/arancel. Lo más que puede hacer es estudiar al mercado natural, de manera de ver qué parece de interés para potenciales alumnos, y luego, enseñar esto al menor costo posible. Seguramente, para cuando empiece las clases el resultado será -por exceso o defecto- muy diferente a lo que imaginó. Entonces, deberá ajustar las cosas. Para cuando las haya ajustado, aparecerán nuevas variables -una computadora nueva, o lo que fuera- que lo obligarán a ajustarse otra vez, y así en un proceso creativo sin fin en función del servicio a las personas.

       Corolario: en el mercado natural, un empresario sólo pone la intención y proyecta el futuro, pero ni antes de empezar, ni después, planifica nada. Por el contrario, participa de un permanente proceso creativo tendiente al perfeccionamiento personal y social. La planificación la hará el mercado natural en tiempo real.[12]

Empresa y sociedad

         Según Jesús Huerta de Soto, todo acto empresarial descubre, coordina y elimina desajustes sociales que implican una oportunidad de negocios -por aquello del lucro a partir del servicio a las personas- y, en función de su carácter competitivo, si estos desajustes no son percibidos y eliminados por el empresario en cuestión, lo que ocurrirá es que la competencia lo hará, desplazándolo. Luego continúa afirmando que “Podría pensarse que… el proceso social movido por la empresarialidad podría llegar… a detenerse… una vez que… hubiese descubierto y agotado todas las posibilidades de ajuste social…” sin embargo, lo cierto es que, en el inagotable proceso de la creación siempre aparecerán “…nuevos desajustes que suponen nuevas oportunidades de ganancia empresarial… en un proceso dinámico que nunca se termina, y que hace avanzar la civilización”[13].

         Así, en un mercado natural, el único modo que tiene una organización para ganar dinero es sirviendo al público -eliminando desajustes sociales- de modo que a las personas les convengan sus servicios y los utilice provocándole ganancias. No tiene posibilidad de cobrar impuestos coercitivamente. En caso contrario, es decir, en caso de que se instale la violencia institucional en el mercado otorgando, por ejemplo, un privilegio monopólico, entonces, las relaciones sociales habrán sido degeneradas. Y la empresa ya no será lo que la naturaleza manda sino un grupo de personas haciendo, ahora sí, planificando, negocios a espaldas del mercado.

        De modo que, es imposible lucrar sin servir a la gente. Insisto, siempre que se respeten aquellos principios básicos de la naturaleza humana, es decir, su libre albedrío y el mercado natural, en todos sus aspectos: comerciales, laborales, y demás. De otro modo, podrían obtenerse grandes ganancias, pero a costa de privilegios de tipo coercitivos. Y, esta coerción, lo que estaría ocasionando, es una distorsión en este proceso de tendencia equilibrante entre las necesidades de los clientes, los empleados y los proveedores, una distorsión de los desajustes sociales de los que ya hablamos.

        El racionalismo supone que todo puede conocerse anticipadamente y así planifica y llega a imponer coactivamente reglas que, necesariamente, serán distintas al orden natural. Una vez impuesta esta situación estática, el proceso de búsqueda de desajustes y la información que los resuelva, deja de tener sentido porque la “información” ya está dada por el planificador. Así, si recordamos que la moral es la adecuación del hombre al orden natural, la ética, al contrario de lo que normalmente hoy se pregona, consiste en obtener el mayor lucro posible.

Organización interna y persona humana               

                   “Puedes tener todo lo que quieras…si estas deseoso de ayudar a otros, lo suficiente de modo que obtengan lo que quieren primero. Y cuando pusimos esa idea en práctica, cuando empezamos a ver a las otras personas como creadas por Dios con sueños propios,…entonces nuestro negocio empezó a crecer espectacularmente”, Jan Severn[14].                                                                                                                                                                                                                                                                                      

        Tenemos aquí, pues, dos métodos de organización distintos: por un lado, el estatismo coercitivo y, por el otro, el mercado natural con su inevitable autoridad moral, esencialmente basado en el servicio y la cooperación voluntaria. La planificación, en función del propio ego, por un lado, y el ordenamiento en función del prójimo, por el otro.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

        Si una empresa, por caso, que es única en el país tiene asegurada la no competencia exterior por vía aduanera, es decir, por vía de la fuerza policial estatal tiene, en principio, asegurados los clientes. En consecuencia, su política no estará dirigida a servirlos, sino que hasta puede despreciarlos. Y, además, no necesitará ser eficiente. Pero a partir de la eliminación de la coerción surge la competencia que obliga a servir mejor y a ser eficiente. Y esto conlleva un tipo de empresa diametralmente opuesto. Y un tipo de dirección empresaria totalmente diferente: será tanto más exitosa cuanto más íntima y verdadera sea su vocación de servicio y su sentido de cooperación[15].                                                                                                                                                                                                                                                                                    

        Ahora sabemos que, en un mercado natural, el trabajo es el servicio a la gente. Por otro lado, el verdadero servicio no es sino ayudar a la vida de las personas, que es el objeto del orden natural. En definitiva, entonces, la eficiencia no es sino la medida de la adecuación del trabajo al orden natural, en toda su dimensión: el hombre es uno en cuerpo y alma. Esto es, que no sólo significa éxito económico, sino realización de la vocación personal. En consecuencia, profunda satisfacción por el trabajo que se realiza y, finalmente, fuerte enriquecimiento humano y espiritual al ser, el trabajo, motivo de ayudarse y ayudar. Dos exitosos empresarios citados por James Robinson en su libro “Empire of Freedom” aseguran que “…empezaron no porque querían estar en los negocios sino por…ayudar a la gente…” y encontraron que “…ningún programa social, ningún esquema de bienestar social o caridad…”[16] podía mejorar efectivamente a la sociedad como podía hacerlo una empresa trabajando en un mercado sano.

        En fin, una consecuencia importante del mercado con ausencia de coerción institucional es la gran movilidad y agilidad que existe como resultado de la falta de trabas burocráticas[17]. Una empresa de cualquier rubro puede, rápidamente, cambiar a otra actividad. En cambio, formar una persona es cuestión de muchos años. La consecuencia directa es que, el equipo humano, tiende a convertirse en el capital más importante. Y así las compañías se definen, cada vez más, en función de las personas que la conforman, antes que por su actividad[18]. Este motivo, lleva a que las empresas se preocupen por cada uno de sus miembros, su futuro y sus familias. Aunque a muchos les cueste creerlo, lo cierto es que esto significa que, cada persona, por muy discapacitada que esté, no sólo encontrará un lugar, sino que, además, su trabajo rendirá lo suficiente para sí y para las personas que la rodean.

        En contraposición, las intervenciones coercitivas del Estado en el mercado laboral, producen discriminación hacia los de más escasos recursos, hacia los más débiles físicamente como veremos al estudiar “Las intervenciones coercitivas en el mercado laboral” en el siguiente Capítulo VI. Provocado, además, una verdadera degeneración de las relaciones en el trabajo, creando leyes laborales, luchas de clases y otras cuestiones, que enfrentaron a los miembros de una misma empresa, cuando resulta obvio que deberían ser los primeros en preocuparse por conformar un equipo cohesionado.

        Entonces, como el capital más importante tiende a ser el humano y, por otro lado, el servicio bien entendido empieza por casa la primera prioridad para la compañía es la inversión en sus miembros. En otras palabras, cuanto más dinero se invierta en sueldos, formación, capacitación y demás, mejor equipo humano tendrá y mejor empresa será. Luego vendrá la inversión en bienes materiales, siempre y cuando éstos sirvan para mejorar la calidad de vida, primero, de sus propios miembros.

        Así, formando una organización con un equipo humano de alta calidad, con verdaderas y sólidas virtudes humanas y bien remunerado, es decir, con altas condiciones para servir, la empresa puede ser altamente eficiente, una organización fuertemente preparada y motivada para lo que el mercado natural exige -una acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza- esto es, el servicio y la cooperación voluntarias. Y es a partir de aquí que los clientes, los servidos, la recompensaran con creces. “Cada persona que contacta su empresa está al comienzo de una larga línea de potenciales clientes; resuelva en su favor sus problemas y le retornarán más de lo que usted dio”, escribió Thomas Petzinger Jr[19].

        Realizándose, de este modo, el círculo virtuoso propio y excluyente del orden natural. De modo que, virtudes como la lealtad, la honestidad, la seriedad, el liderazgo[20], entendido como capacidad de sacrificio en pos del servicio a los demás, y la amistad, de donde surge el conocimiento del cliente y, en consecuencia, el modo de servirlo, no son ya valores para discursos, sino realidades cotidianas de alta cotización económica. Recordemos otra vez que el hombre es sólo uno: cuerpo y alma.

        Por nombrar un ejemplo, el precio de mercado de Amway Japan, por allá por 1995, era de 5.100 millones de dólares. Lo sorprendente es que sus bienes materiales eran solamente una pequeña parte de este monto. El resto era virtual, era el precio que el mercado estaba dispuesto a pagar por sus relaciones interpersonales, por la lealtad y demás virtudes, dentro de esta empresa de venta directa.

        Como consecuencia de estas virtudes humanas, el ambiente diario es un ambiente natural -con el consiguiente ahorro en salud por falta de stress- en donde no se pierde tiempo en luchas internas y se gana al ayudar a los demás. De esta manera, la empresa se convierte en un círculo virtuoso que se auto genera. Por el contrario, la cruda “competivitis”, en donde, de lo que se trata, es de eliminar al enemigo, nada tiene que ver con el mercado natural, sino que es el resultado de la sociedad artificial, que introduce violencia dentro de las relaciones laborales y sociales[21].

        Por otro lado, la disminución de la coerción institucional en los mercados da lugar a la consolidación de la verdadera autoridad, la moral, que en el interior de la empresa se transforma en un aumento del liderazgo por influencia por sobre los sistemas de tipo militar. Esto, de ninguna manera conlleva falta de conducción o de autoridad sino que significa dar mayor campo de acción a cada miembro, de modo que pueda explotar al máximo sus calidades personales lo que, por el contrario, concluye en mayor orden, mayor adecuación al orden natural. Por otro lado, esto lleva a esquemas cada vez más horizontales incluyendo, en muchos casos, a la propiedad: cada vez hay más miembros en las empresas que son accionistas.

       Como consecuencia de esta libertad, horizontalidad y de la dedicación al servicio real, las empresas son, cada vez más, organizaciones abiertas y transparentes, en donde todo se comunica y se discute con los empleados, accionistas y hasta con el público en general.

        Recordemos que, en una economía planificada desde el gobierno, los empresarios tienen cierta cantidad de información anticipada -aunque ésta es falsa- y, como la gran disyuntiva entre la empresa autoritaria y la natural es que, en la primera, se eliminan los costos de transacción internos, lo que queda superado por la enorme ventaja en cuanto al modo de conseguir más información en las segundas, se impone el primer método de administración, por cuanto, al ser la información anticipada, no existe la ventaja de las segundas y, en cambio, le quedan los altos costos de las transacciones internas.

        En otras palabras, al anular el Estado coercitivo el proceso creativo no tiene sentido, y es muy costoso, darles libertad a los empleados porque éstos la utilizarán, de modo necesario, para ejercer su creatividad que chocará, naturalmente, con la planificación impuesta provocando un desgaste inútil.

        Los organigramas naturales resultan, entonces, de la eliminación de la coerción y la planificación[22] logrando una organización más ordenada, más fuerte y más eficiente, con tendencia a emular internamente el proceso del mercado natural, según sabemos. Así, la antigua organización de tipo piramidal, casi militarizada, en donde sólo existen iniciativas en la cúpula, deja paso a organizaciones de tipo rastrillo, luego divisionales, poli funcionales, en donde ya la iniciativa es de muchas unidades y más tarde a las unidades por proyecto. Y hasta llegar a lo que, probablemente, es lo último hoy en día que es el networking, que se caracteriza por estar conformado por personas hablando con personas, punto a punto, sin esquemas militarizados, sino con relaciones de tipo profesionales empresariales, cambiando jerarquías por liderazgos[23].

        En el networking se liberan las iniciativas, lo que las multiplica ampliando notablemente el horizonte de la empresa. Además el sistema retribuye directamente por ayudar a otros, lo que crea una tremenda fuerza entre de los distintos miembros. Este sistema provoca, además, una gran sinergia entre profesión y familia lo que a su vez da fuerzas reales a las personas. Es un sistema basado en relaciones interpersonales, a partir de fuertes virtudes humanas, y estas son difícilmente destructibles, de modo que es mucho más fácil que caiga una empresa piramidal a que caiga una empresa de este tipo.

       Por otro lado, es un sistema que no sólo admite los errores, sino que solamente evalúa el resultado positivo efectivo -medido, básicamente, en cuanto a capacidad de ayudar a los demás- lo que significa que dejan de tener sentido los currículos. Por el contrario, la existencia de la organización jerárquica dentro de la empresa da lugar a un costo burocrático que, según Paul Milgrom[24], se debe a “actividades de los subordinados destinadas a obtener influencia”, es decir, que son tentativas estratégicas de modificar las acciones de sus superiores en su propio provecho: el lobby y las luchas internas.

        Una característica de las organizaciones de tipo militar consiste en que la información es negada hacia abajo, se escamotea en una actitud egocéntrica propia de un sistema de desconfianza, debido a que no está basada en la verdad. Recordemos que, las empresas de tipo militar son incentivadas por la planificación estatista, la información falsa. En cambio, las nuevas organizaciones se caracterizan por el rápido y veloz intercambio de la información entre todos ya que la verdadera función empresaria, consiste en eliminar desajustes sociales que implican desinformación. Señalemos que el avance tecnológico tiene mucho que ver con la rapidez y apertura con que se intercambia conocimiento siendo ésta, probablemente, la causa por la que se auto acelera[25].

        Para terminar, quiero señalar algo que no es poco importante. La cultura moderna nos ha hecho creer que el resultado neto positivo del trabajo de cada persona -sobre todo en los niveles más bajos- es algo que tiende a desaparecer. Efectivamente, una vez terminada la labor, se obtiene un resultado -por ejemplo, el sueldo- que uno puede gastar, con lo que lo trabajado desaparece, o que puede invertir con lo que, probablemente, perdurará un tiempo más. Pero la verdad es otra. Efectivamente, cuando Usted construye una casa, por ejemplo, el resultado de su trabajo no desaparece. Pero aún más, si Usted la alquila, no sólo conserva el capital que formó con su trabajo sino que éste aumenta. Y esto es lo propio del orden natural: lo realizado queda proyectado -y potenciado- hacia el futuro de modo inevitable. Si el trabajo hoy se termina con el sueldo del mes, es porque el Estado coercitivo está interfiriendo negativamente todo el proceso creativo -de suyo imperecedero y creciente: plante una semilla y verá cómo crece sola- convirtiéndolo en algo circunstancial, perecedero. Los nuevos sistemas, por ejemplo, el networking, están, cada vez más, ayudando a revertir esta situación, y así el trabajo de cada persona se multiplica exponencialmente a medida que crece la red que, como nunca muere, proyecta el trabajo hacia el futuro.


[1] Ver Armen A. Alchian y Harold Demsetz, ‘Production, Information Costs, and Economic Organization’, American Economic Review (1972): 777-95; Oliver Hart, ‘An Economist’s Perspective on the Theory of the Firm’, Columbia Law Review, vol. 89, 1989; G.B. Richardson, ‘The Organization of Industry’, en G.B. Richardson, ‘Information and Investment’, Claredon Press, Oxford 1990; David J. Teece, ‘Economies of Scope and the Scope of the Enterprise’, Journal of Economic Behavior and Organization 1 (1980): 223-47.

[2] De aquí, de esta rigidez, los paradigmas que rigen la administración empresarial y la economía (en el racionalismo) sugieren que los mercados internos, que son la base del proceso naturalmente espontáneo, están condenados al fracaso. Porque una ‘empresa’ comercial es, esencialmente, una estructura jerárquica de ‘autoridad’, ¿de qué otro modo puede ejercerse la ‘autoridad’ coercitiva? Entre muchos, este punto de vista queda claramente establecido por tres destacadas personalidades de la economía empresarial: Ronald Coase, Oliver Williamson y Alfred Chandler. Coase, premio Nóbel de economía en 1991, sugirió, en un famoso artículo escrito en 1937, que las firmas comerciales existían para reducir los costos de transacción. Desde este punto de vista, la esencia de la organización era la sustitución del intercambio de mercado por la planificación y la autoridad. Supuestamente, al someter las diversas partes de una industria a una propiedad común (rígida), los administradores de la empresa reducen y hasta eliminan los costos resultantes de la búsqueda de proveedores y clientes, las negociaciones, la necesidad de garantizar la calidad y el cumplimiento de los contratos. Según ellos, cuando las ineficiencias, de la planificación y el manejo autoritario, exceden los costos de transacción emergentes de la participación en los mercados (es decir, cuando ya no se puede justificar la inexistencia de los mercados internos), las firmas comerciales permanecen separadas y llevan a cabo tratos recíprocos en el mercado. En verdad, Coase más tarde se dedicó a identificar los incentivos que motivan a los administradores a adoptar diferentes formas de organización empresarial, olvidando, en alguna medida, la cuasi oposición entre ‘mercados’ y ‘organizaciones’. Ver, por ejemplo, una conversación con Coase en Steven Cheung, ‘The Contractual Nature of the Firm’, Journal of Law and Economics, 1983 (Ver Jerry Ellig, ‘Fijación de precios internos para servicios corporativos’, Libertas, no. 25, ESEADE, Bs. As., Octubre de 1996, p. 122).

[3] ‘La Teoría de la Empresa: Los austriacos como precursores y críticos de la teoría contemporánea’, Libertas, no. 26, ESEADE, Buenos Aires, Mayo de 1997, p. 27. Por su parte, Peter G. Klein, asegura que “El modelo de la empresa según los libros de texto ha venido causando una frustración cada vez mayor a los economistas. La ‘empresa’ de la microeconomía intermedia es una función productiva, una misteriosa ‘caja negra’ cuyo contenido le está vedado a la teoría económica respetable (más bien está relegado a las disciplinas menores de la administración, la teoría de la organización, la psicología industrial, etc.). Ese modelo es útil en ciertos contextos, pero se ha demostrado que no puede explicar diversas prácticas comerciales que se llevan a cabo en el mundo real: integración vertical y lateral, diversificación geográfica y en el ramo de producción, franquicias, contratos comerciales a largo plazo, fijación de precios de transferencia, empresas colectivas de investigación, y muchas otras. Los economistas han buscado una alternativa a esta concepción de la empresa como función productiva y se han volcado hacia una serie de obras en las cuales se la considera como una organización, merecedora en sí misma de un análisis económico. Esta bibliografía, que está empezando a surgir, es la parte mejor desarrollada de lo que se ha dado en llamar ‘la nueva economía institucional’ (Puede encontrarse una visión de conjunto de la nueva economía institucional y de la teoría de la empresa en Ronald H. Coase, ‘The Institutional Structure of Production’, American Economic Review 82 1991: 713-19; Eirik Furubotn y Rudolph Richter, ‘The New Institutional Economics: An Assessment’, Texas A&M Press, College Station, Texas, 1991; Bengt R. Holmström y Jean Tirole, ‘The Theory of the Firm’, en Richard Schmalensee y Robert D. Willig (eds.), Handbook of Industrial Organization, vol. 1, North-Holland, Amsterdam, 1989, pp. 61-133; R. N. Langlois, ‘The ‘New’ Institutional Economics’, en Boettke (ed.), 1994, pp. 535-40; y el Journal of Institutional and Theoretical Economics, marzo de 1993, de 1994 y de 1995; en Howard A. Shelanski y P. G. Klein, ‘Empirical Research in Transaction Cost Economics: A Review and Assessment’, Journal of Law, Economics and Organization 11 (2) 1995: 335-61, se realiza un estudio del trabajo empírico relacionado). Esta perspectiva diferente ha mejorado y enriquecido muchísimo nuestro conocimiento acerca de las empresas y otras organizaciones, hasta tal punto que ya no podemos estar de acuerdo con la afirmación que Ronald Coase hizo en 1988, según la cual ‘el porqué de la existencia de las empresas, qué es lo que determina el número de empresas, y lo que estas hacen… no son cuestiones que interesen a la mayoría de los economistas’ (‘The Firm, the Market and the Law’, U. of Chicago Press, 1988, p. 5)”, ‘La empresa y el cálculo económico’, Libertas, no. 27, ESEADE, Bs. As., Octubre de 1997, pp. 83-4.

[4] Ver ‘¿Planifican las Empresas?’, Libertas no. 26, ESEADE, Bs.As, Mayo de 1997.

[5] Para que no quede duda alguna de que el cerebro humano, por muy ‘preparado’ que esté, no puede planificar por sobre el mercado veamos lo que pasó con Long Term Capital Management LP (LTCM), firma que operaba en Wall Street desde 1993, llegando a ser la mayor reunión de ‘cerebros’ en la historia de Wall Street, juntando a 25 Ph. D. (doctorados), muchos profesores de la escuela de negocios de Harvard University, incluidos dos premios Nóbel, Robert Merton y Myron Scholes. En tanto que el fundador tenía amplia y exitosa experiencia en firmas del prestigio de Salomon. En 1994, el retorno anual a los inversores, después de comisiones, fue del 19,9 por ciento, cuando la media en Wall Street era del 16 al 17 por ciento. Pero en 1995 este retorno trepó hasta el 42,8 por ciento, en tanto que 1996 llegó al 40,8 por ciento, siempre después de comisiones. Semejantes éxitos, los llevaron a la soberbia actitud de creer que el cerebro humano era capaz de planificar, de adelantar el futuro, y así le aseguraban a todos los clientes que ellos tenían el cerebro, el prestigio y la experiencia necesaria como para realizar los mejores negocios. Pero la realidad tardó poco en desenmascararlos. Y, mientras LTCM caía en picada, un consorcio de 14 bancos y entidades financieras de primera línea (los nuevos dueños), tuvieron que aportar, en septiembre de 1998, un total de 3.625 millones de dólares, a instancias de la Reserva Federal, para rescatar a la empresa de los ’25 Ph. D.’ y, así, ‘salvar al sistema’ (ver el Wall Street Journal, New York, Monday November 16 1998, p. A1).

[6] Un acercamiento, en este sentido, puede verse en la teoría de la administración basada en el mercado, según la cual, el éxito de la empresa depende esencialmente de la habilidad para reproducir, dentro de la organización, características propias del mercado. Ver, por ejemplo, Jerry Ellig, ‘Internal Pricing for Corporate Services’, Documento de Trabajo, Center for the Study of Market Processes, George Mason University, 1993; y Wayne Gable y Jerry Ellig, ‘Introduction to Market-Based Management’, Center for Market Processes, Fairfax, Va., 1993. Los mercados internos, que se empezaron a utilizar en el tipo de organización empresaria multidivisional, básicamente consisten en dividir a la empresa en sectores de modo que cada uno actúe con respecto al otro como si fueran empresas distintas, vendiéndose y comprándose mutuamente; ver William Halal, ‘The New Capitalism’, Wiley, New York, 1986, ch. IV.

[7] Ver Esteban Thomsen, ‘Prices and knowledge: A market process perspective’, Londres y Nueva York: Routledge, 1992, p. 61.

[8] I. Kirzner, ‘El descubrimiento empresarial y el proceso competitivo del mercado: el punto de vista austriaco’, en ‘Competencia y Empresarialidad’, Unión Editorial, Madrid 1998, p. 263. Ver Ernest Pasour, ‘Economic efficiency and inefficient economics: another view’, J. Post-keynesian Econ., primavera 1982, 4 (3), pp. 454-9; N. Moldofsky, ‘Market theoretical frameworks-which one?’, Econ. Rec., junio 1982, 58 (161), pp. 152-168; George L.S. Shackle, ‘Epistemics and Economics: A critique of economic doctrines’, Cambridge: Cambridge University Press, 1972; James M. Buchanan, ‘Natural and artifactual man’, en ‘What should economists do?’, Indianapolis: Liberty Press, 1979, pp. 93-112.

[9] ‘Socialismo, cálculo económico y función empresarial’, Unión Editorial, Madrid 1992, p. 60. Recordemos que, para santo Tomás de Aquino, crear es hacer algo a partir de la nada de donde, en rigor, como El Creador es Dios, sólo El es capaz de crear algo de la absoluta nada, el hombre sólo puede participar de esta creación. Así, la característica de la ‘creación’ humana es que ésta consiste en encontrar información que antes ni siquiera sabíamos que existía, pero nunca crear información de la nada como pretende el racionalismo. Nótese que encontrar significa una actitud (‘empírica’) volcada hacia lo preexistente, en tanto que ‘crear de la nada’ significa una (abstracción racionalista) actitud egocéntrica: es el yo que crea, para tener todo ‘ego controlado’ desde su origen.

[10] ‘Socialismo, Corrupción Ética y Economía de Mercado’, Libertas no. 27, ESEADE, Buenos Aires, Octubre de 1997, p. 266.

[11] Quizás el caso más sintomático sea el tipo de organización que imaginó Frederick Taylor (‘Principles of Scientific Management’, Norton, New York, 1911) que desarrolló en base a su teoría de la ‘administración científica’ que tiene, de hecho, grandes similitudes con las propuestas de una planificación económica centralizada por el Estado. Ambas propugnan la creación de planes ‘racionales’, articulados para pre coordinar la conducta humana.

[12] Así David Parker y Ralph Stacey aseguran que “Solamente la firma adaptable basada en el aprendizaje en ‘tiempo real’ y rápida reacción- la firma inherentemente flexible- puede contender con el desconocido futuro. Estas firmas operan exitosamente con una combinación de ambas ordinarias y extraordinarias reglas de dirección. En otras palabras, son las firmas que operan con (bounded instability) equilibrio inestable, como los sistemas creativos en la naturaleza”, ‘Chaos, Management and Economics’, IEA Hobart Paper 125, London 1994, p. 70.

[13] ‘Socialismo, cálculo económico y función empresarial’, Unión Editorial, Madrid, 1992, p. 78.

[14] Citado por Rich DeVos en ‘Compassionate Capitalism’, Ed. Plume-Penguin, USA, 1994, p. 27.

[15] Edward B. Roberts, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), asegura que “Entre las compañías no técnicas (en los EE.UU.) …el índice de fracasos es de hasta 90 por ciento en sus dos o tres primeros años… Yo les diría que no funden una empresa mientras el mercado no de muestras de que pueden hacerlo. Es preciso que usen su habilidad no sólo para poner a punto sus ideas, sino también para probar su eficacia en el mercado. ¿Estará la gente dispuesta a comprar mi producto o servicio? No deben actuar… tomando como base su propio ego. Lo más importante de todo es averiguar cuáles son los deseos del cliente”, ‘Como crear una compañía de alta tecnología’, Facetas no. 100, USIA, Washington DC 2/93, pp. 47 y 51. En fin, entre los muchísimos artículos de actualidad puede leerse ‘Le client, valeur montante de l’entreprise’, Le Figaro Economie, Paris, 23 Novembre 1998, p. 35 y ss.

[16] Op. cit, Ed. Prima, USA, p. 144.

[17] Tengamos en cuenta que existen empresas aparentemente libres porque en su rubro en particular, por ejemplo, la edición de diarios, no existen regulaciones estatales que las coarten. Pero, en el fondo, tienen tantas regulaciones coercitivas (leyes impositivas, laborales, ordenanzas municipales en cuanto a la comercialización, y demás) que son libres solamente en la superficie. Por ejemplo, en algunos países, la legislación obliga a que, quienes manejan las rotativas, estén afiliados al sindicato gráfico. Entonces, si el dueño del diario, decidiera cambiar a una empresa de construcciones no podría hacerlo porque, por un lado, no puede echar a los obreros dado que la legislación se lo impide (o se lo encarece desproporcionadamente), y, por el otro, no puede obligar a los obreros del sindicato gráfico a pasarse a la construcción.

[18] “Michael Milken (financiero norteamericano, creador de los llamados ‘bonos basura’), quien sabe lo suyo con respecto a inversiones, ha resumido la situación en ocho palabras: ‘El capital humano ha sustituido al capital monetario’. … el conocimiento pasa a ser el sustituto definitivo, el recurso crucial de una economía avanzada. Y a medida que esto sucede, su valor sube como la espuma”, Alvin y Heidi Toffler, ‘La creación de una nueva civilización’, Plaza & Janés Editores, España 1996, p. 48.

[19] The Wall Street Journal, New York, November 8, 1996, p. B1.

[20] Hablando de autoridad moral, “Lo definiremos de la siguiente manera…: El liderazgo es aquel proceso mediante el cual una persona determina el objetivo o dirección de otra u otras personas, y logra que ellas se conduzcan juntas con él y juntas entre sí en esa dirección con habilidad y total compromiso”, Elliot Jacques y Stephen D. Clement, ‘Cualquier persona es capaz de ejercer un liderazgo efectivo’, El Cronista Management, no. 49, Buenos Aires, Julio de 1997, p. 1. En la misma revista puede leerse un artículo interesante de Jorge A. Rumbo cuyo título resume el contenido: ‘La influencia, en lugar de la coerción, genera resultados muy positivos’, p. 10.

[21] Al igual que en cualquier deporte, la competencia ayuda doblemente lejos de perjudicar: alienta las virtudes sanas, crea el ‘compañerismo’, edifica la nobleza en el juego y así, finalmente, promueve el progreso social, espiritual y material. Efectivamente, para poder jugar tenis, por ejemplo, Usted necesita a un competidor que le devuelva la pelota desde el otro lado de la cancha. Pero, además, éste lo incentivará a mejorar su juego de modo que Usted disfrute aún más. Por caso, tres competidores querían construir barrios cerrados en tierras alejadas. Cada uno, por su parte, no podía hacerlo porque no había, hasta la zona en cuestión, una ruta en buen estado. Pero, a pesar de ser competidores o, mejor dicho, a raíz de que eran sanos competidores, se pusieron de acuerdo y, entre los tres, sí construyeron la ruta. Y, ahora, cada uno, compitiendo en el mismo lugar, puede realizar su negocio a la vez que favorecer a la comunidad en general al construir un nuevo camino. Si, en cambio, la ruta hubiera sido construida en forma coercitiva por el Estado con dinero de toda la sociedad, entonces, estos tres competidores no hubieran tenido la oportunidad de colaborar mutuamente y, probablemente, lo que hubieran hecho es tratar de convencer (sino sobornar) al funcionario en cuestión, para que la ruta favoreciera a cada uno dejando a los otros dos fuera de la competencia. Y así es como se introduce la violencia y la corrupción en la sociedad.

[22] Según Andy Kessler, “El Proyecto Manhattan” (memorable por su faraónica ineficiencia) “fue la empresa más centralizada de su tiempo… todos… estaban compartimentalizados de manera de realizar su trabajo específico, reportando hacia arriba una cadena de comando militarizada”. En cambio, “Internet fue un muy complejo proyecto que, sin embargo, fue construido esencialmente sin nadie a cargo. La gente discutía sobre, y ocasionalmente se ponían de acuerdo, una serie de especificaciones. Todos sabían todo, así y todo, de alguna manera, el trabajo se dividió entre los participantes”, ‘The Upside-Down World of High-Tech’, The Wall Street Journal, New York, July 19, 1999.

[23] Justamente el éxito de estas organizaciones depende de la rapidez y eficacia con que cada persona pueda recabar información en el mercado para adaptarse en ‘tiempo real’ a lo que demanda, en un proceso creativo sin fin.

[24] ‘Employment Contracts, Influence Activities and Efficient Organization Design’, Journal of Political Economy, 96, 1988: 42-60. 

[25] “Boeing fue capaz de construir su avión 777 dos años antes de lo que hubieran sido capaces sin integración por redes informáticas… lo cortaron en secciones, juntaron equipos alrededor del mundo y los hicieron trabajar juntos muy eficientemente. Y, además, probablemente tuvieron un 20 o 30 por ciento de aumento en la productividad”, aseguró John Chambers, cabeza de Cisco Systems (‘Big shift in corporate attitudes on electronic commerce’, Financial Times, London July 2 1997, p. 2 FT-IT). Por otra parte, estos avances tecnológicos están provocando la inevitable integración de todo el mundo de modo cada vez más rápido y efectivo, a la vez que la tecnología permite cada vez más obviar las fronteras nacionales coactivas.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

Programa Entrepreneur e Innovación

10 Septiembre 2020

¿Qué hay detrás del éxito de compañías como Ford, General Motors, Procter&Gamble, Coca-Cola, Disney, BMW, Wal-Mart, HP, Intel, Microsoft, McDonald’s y Starbucks, entre otras? La respuesta está en el espíritu emprendedor de los líderes que las crearon y las transformaron a lo largo del tiempo. El seminario se enfoca en el rol de los emprendedores y su importancia para el crecimiento de la economía y la mejora en la calidad de vida de las personas.

DICTADO POR: DR. ALEJANDRO GOMEZ.

Basado en el Libro: Creadores de Riqueza. Emprendedores que cambiaron nuestras vidas 

https://www.eseade.edu.ar/landingpage/seminario-entrepreneur-e-innovacion/

Alejandro O. Gomez se graduó de Profesor de Historia en la Universidad de Belgrano, en el Programa de Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Master of Arts in Latin American Studies por la University of Chicago y Doctor en Historia por la Universidad Torcuato Di Tella. Es profesor de Historia Económica en la Universidad del CEMA. Sigue a @AleGomez63

Otra vez sobre Donald Trump

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 25/8/20 en: https://eleconomista.com.ar/2020-08-otra-vez-sobre-donald-trump/

Estados Unidos, el otrora baluarte del mundo libre, viene declinando de modo alarmante de un tiempo a esta parte respecto a los extraordinarios valores y principios de los padres fundadores. Esto lo consigné en mi libro “Estados Unidos contra Estados Unidos” originalmente publicado por el Fondo de Cultura Económica donde abarco temas institucionales, económicos y culturales de muy diversa naturaleza.

En estos momentos, ese gran país está en una encrucijada pues el actual morador de la Casa Blanca ha incrementado sideralmente el gasto público, el déficit y la deuda gubernamental con lo que ha engrosado notablemente el Leviatán a contracorriente de lo estipulado por los antedichos padres fundadores y buena parte de la tradición estadounidense, tal como entre otros explica David Stockman, el exDirector de Presupuesto de Ronald Reagan

La encrucijada radica en que en las próximas elecciones se escuda en el Partido Demócrata una peligrosa izquierda que promete inflar aún más el aparato estatal elefantiásico. Quedan, eso sí del lado del activo, numerosas instituciones de gran valía que trabajan denodadamente para explicar y difundir las bases de la sociedad abierta. Las reservas morales en Estados Unidos son afortunadamente enormes pero se enfrentan electoralmente al problema que apuntamos con preocupación pues cualquier resbalón en esa nación afecta de modo crucial al mundo libre. Nunca es tarde para revertir lo que viene ocurriendo y no hay nada inexorable en la historia.

Se han desengañado con esta administración, desde encumbrados empresarios que por esos motivos han renunciado al consejo asesor empresario, a historiadores de renombre, inclusive su propio biógrafo, a senadores de su propio partido, a periodistas de muy diversos medios orales y escritos. Se han referido a sus modales del todo impropios para la Presidencia, a sus berrinches con la prensa al pretender echar de la Casa Blanca a críticos como si el inmueble le perteneciera, sus exabruptos respecto a jueces que emiten fallos en su contra, sus ofensas y “guerras comerciales” con gobernantes de países tradicionalmente aliados de Estados Unidos, su xenofobia, sus maltratos y reemplazos intempestivos con funcionarios varios incluyendo el director del FBI, el Secretario de Seguridad, dos de sus voceros y su Jefe de Gabinete, así como el despido del Secretario de Interior y el Secretario de Defensa. Su abogado de mayor cercanía termina en la cárcel por mentir y concluye que “Trump no merece confianza” (el Presidente ahora lo llama “rata”, a lo cual el ex procurador federal y colaborador de Fox News, Andrew McCarthy, le recuerda que esa palabra es usada por la mafia para aludir a quienes confiesan la verdad a las autoridades).

Cabe agregar a lo consignado que aquellos que apoyan al inquilino de la Casa Blanca por el mero hecho de haber reducido impuestos sin importarles los avasallamientos a la división de poderes y las antedichas extralimitaciones, me recuerdan a los indios sudamericanos en la época de la conquista española que por la entrega de espejitos de colores y otras chucherías se dejaban engañar vendiendo su libertad para someterse a instituciones esclavistas como la mita y el yanaconazgo.

En todo caso mencionamos aquí el caso de Rex Tillerson, el primer Secretario de Estado designado por actual mandatario (que más bien actúa como mandante), quien ha llevado a cabo una carrera descollante en el mundo de los negocios. Es ingeniero civil y antes de asumir esa cartera se desempeñaba como presidente del directorio y CEO de ExxonMobil que, como es sabido, es la tercera empresa con mayor facturación del mundo. Pues bien, Tillerson, luego de dejar ese cargo (tercero en la línea sucesoria a la presidencia de Estados Unidos) al ser malamente despedido por Twitter e insultado por Trump, ha sostenido desde prestigiosas tribunas universitarias, militares y empresarias que Trump le ha insistido “en reiteradas oportunidades encarar actividades claramente ilegales”, que “no respeta los límites de su cargo”, que “permanentemente hace afirmaciones que no se condicen con los hechos” y que “no comprende las ventajas del comercio libre”.

Ahora Maryanne Trump Barry, exJuez Federal en EE.UU. y hermana mayor de Donald fue grabada por su sobrina Mary Trump (la autora de “Too Much and Never Enough: How my Family Created the Wold´s most Dangerous Man”), grabaciones que fueron reproducidas por el Washington Post el 22 de agosto de 2020 donde entre otras cosas dice que su hermano “no tiene principios”, “es cruel”, “miente” y “no se puede confiar en él”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Menos política y más familia, más vida

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 25/8/20 en: https://alejandrotagliavini.com/2020/08/25/menos-politica-y-mas-familia-mas-vida/

La Convención del partido Republicano recibió a Donald Trump en un auditorio de Charlotte, Carolina del Norte, para intentar durante cuatro días convencer a los votantes de que el 45º presidente de EE.UU. merece un segundo mandato. Sin competencia, fue abrumadoramente nominado para enfrentar al Partido Demócrata que lleva a Joe Biden.

                  En un show efectista, Trump viajó por sorpresa para aceptar la nominación y habló durante una hora a pesar de que, en un momento, dijo “para terminar” y aun proseguir 20 minutos más. Ha moldeado el Partido a su antojo tanto que el Comité Republicano anunció que, por primera vez en su historia, no adoptará un nuevo programa electoral, sino que “continuará apoyando la agenda de América Primero”. “Ya no es el Partido Republicano. Es un culto a Trump”, lamentaba el analista Bill Kristol.

                  Poco antes, su jefa de campaña, Kellyanne Conway, que lleva con el presidente desde 2016, anunció que dejará la Casa Blanca terminando una situación sorprendente: una de las consejeras más cercanas al presidente es, a su vez, esposa de una de las voces más críticas del mandatario, el abogado George Conway, miembro de The Lincoln Project, un grupo de republicanos que pugnaba contra su reelección.

              Nadie sabe cómo no se han divorciado. “Discrepamos en muchas cosas, pero estamos unidos en lo que más importa: los niños”, afirma Kellyanne. “Por ahora, por mis queridos hijos, será menos drama y más mamá”, añade. El marido también anunció que deja el grupo opositor para dedicar tiempo a su familia.

             Kellyanne es una estrella, inventora de la expresión “hechos alternativos” para justificar errores, como cuando exageraron la cantidad de personas que asistieron a la jura del cargo presidencial o el inexistente atentado terrorista de Bowling Green. Entretanto, su esposo atacaba al mandatario al punto que “Tú. Estás. Loco” escribió así con puntos separados. A lo que Trump respondió en Twitter, llamándole “perdedor total” y “marido infernal”.

          Las clases en remoto de sus cuatro hijos por culpa de las cuarentenas han empeorado las cosas. La hija, Laura, de 15 años, es una celebrity. En junio, la niña empezó a usar TikTok con el nombre ShortFakeBlonde (FalsaRubiaBajita) para dar criticar a Trump, luego a su madre y, finalmente, a su padre. Entre otros posteos, aparece haciendo twerking (“menear la cola”) en la cocina de su casa con música de hip-hop y letras describiendo el aparato genital femenino. Finalmente, anunció que iría a los juzgados a pedir que sus padres dejen de tener tutela sobre ella. 

“Más familia y menos drama”. No es casual que la actividad política destruya familias, por el contrario, suele suceder. Hay muchos tipos de empresas, pero para el caso, veamos los extremos. Las del tipo militar, piramidales, jerárquicas, como el Estado que se basa en el monopolio de la violencia -tu ganas, yo pierdo- con el que, al imponerse sus leyes, instala el conflicto. Y, en el otro extremo dentro del sector privado, el networking donde las personas interactúan y cooperan voluntariamente para beneficio de todos: tu ganas, yo gano.

        En las primeras el conflicto y, por ende, el egocentrismo es el modus operandi, en las segundas el sistema retribuye por ayudar a otros, creando una gran fuerza entre los distintos participantes, es un sistema basado en relaciones interpersonales, en virtudes humanas, y crea una gran sinergia entre profesión y familia.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

Argentina: un caso de decadencia económica (1910-2016)

Por Pablo Guido. Publicado el 25/18/20 en: https://puntodevistaeconomico.com/2020/08/25/argentina-un-caso-de-decadencia-economica-1910-2016-pablo-guido/

Pablo Guido habla de las causas que han convertido a Argentina en un país económicamente decadente cuando ya había alcanzado un despegue económico superior al de cualquier país latinoamericano después de la Segunda Guerra Mundial. Una economía cerrada comercialmente, gasto público creciente a lo largo del siglo XX, déficit fiscal crónico, récord de inflación, endeudamiento, población ahorcada con impuestos, intervenciones del Estado en el mercado y protección arancelaria, entre otros, son factores que en su opinión han provocado el desplome que se ha venido dando en una sucesión de crisis.

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Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina).Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.

Un paralelo estrecho entre el rosismo y el peronismo

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 22/8/20 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/08/22/un-paralelo-estrecho-entre-el-rosismo-y-el-peronismo/

En ambos casos el abuso del poder ilimitado conculcó derechos básicos

Juan Manuel de Rosas-Juan Domingo Perón
Juan Manuel de Rosas-Juan Domingo Perón

Florencio Varela en su texto titulado “Juicio sobre el gobierno de Rosas” recopilado junto con otros escritos del mismo autor bajo el título Rosas y su gobierno consigna que ese tirano repetía “hasta empalagar las palabras leyes, republicanismo, sentimiento americano. Y, sin embargo, en donde quiera que gobiernan Rosas y sus amigos, no hay un solo pueblo donde los gobernadores no sean constantemente reelegidos y donde no estén investidos de facultades extraordinarias; es decir, donde no esté suspendida toda ley, toda garantía y aniquilada completamente la división de poderes públicos que forma la esencia de toda constitución republicana para reemplazarlos por la irresponsable voluntad de un soldado”.

Como es sabido, el doctor Varela -un distinguido representante de la célebre generación del 37- fue asesinado en su exilio de Montevideo, escapando de las fauces rosistas que finalmente le dieron alcance. Muchas otras distinguidas personalidades se vieron forzadas a buscar refugio en tierras uruguayas durante el rosismo, lo cual también ocurrió durante el peronismo y tal como me comentó un amigo de Montevideo: “Decimos que Hernandarias nos trajo la ganadería y Kirchner nos trajo la agricultura debido a los argentinos llegados a nuestras costas fugados de los zarpazos de ese gobierno”. Si las cosas no cambian, se prepara una cuarta oleada a la hospitalaria banda oriental.

No tiene sentido que políticos inescrupulosos se llenan la boca con aquello de “República Argentina” cuando va quedando poco de republicanismo puesto que su columna vertebral consiste en la igualdad ante la ley -la antítesis del estatismo- anclada al inseparable concepto de Justicia de “dar a cada uno lo suyo” y lo suyo remite al derecho de propiedad y, asimismo, la división horizontal de poderes la cual queda anulada cuando el Ejecutivo avanza sobre el Judicial para disimular hechos de corrupción y demás latrocinios al tiempo que coloniza al Legislativo. “Al enemigo ni justicia” -que entre muchos otros transcribe Juan José Sebreli- resume la faceta más tenebrosa del peronismo y por su parte la mazorca rosista expone del modo más horrendo la persecución a opositores.

Antes de repasar algunos hechos claves de ambos regímenes al efecto de ilustrar lo dicho, es del caso hurgar en las probables razones por las que se sigue alabando el espíritu totalitario. Estimo que un motivo central estriba en la propaganda que se han llevado a cabo desde diferentes ministerios de educación a través de la imposición de textos que suscriben variantes del estatismo vía la inspiración rosista y peronista. Por esto insisto una vez más que para comenzar a revertir los graves problema argentinos debe antes que nada comprenderse que el proceso educativo inexorablemente implica competividad y las consecuentes auditorías cruzadas en un contexto evolutivo de prueba y error donde nadie debe tener la facultad de imponer estructuras curriculares desde el vértice del poder. La búsqueda de la excelencia académica solo puede lograrse en un clima de libertad puesto que nadie tiene la precisa en cuanto a las asignaturas que deben impartirse, se requiere un sistema abierto donde las corroboraciones provisorias estén sujetas a refutaciones en ausencia de esa contradicción en términos que es la policía educativa. La politización debe estar ajena a un área tan delicada y trascendental como el aprendizaje y el consiguiente desarrollo de las potencialidades exclusivas de cada cual.

Al recordar hechos y dichos del andamiaje rosista-peronista es del caso subrayar un pensamiento de Ortega y Gasset en 1930 que apunta al corazón del problema, en cuanto a que “este es el mayor peligro que hoy amenaza a la civilización: la estatificación de la vida, el intervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad social por el Estado”. Por otra parte, entre muchos otros distinguidos autores argentinos se estableció el correlato que ahora marcamos en esta nota periodística, así Jorge Luis Borges resumió en 1986: “Pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror.” En cuanto a las primeras damas también hay correlación estrecha, lo cual señaló Américo Ghioldi en 1952 de este modo: “Como Encarnación Ezcurra de Rosas, Eva Duarte ocupará un lugar en la historia de la fuerza y la tiranía americana.” Y respecto al uso desaprensivo de los pobres que ambas políticas hicieron para hacerlos más pobres mientras aquellos gobernantes se enriquecieron ilegítimamente, es del caso citar a San Agustín en su célebre carta 157 (que de paso va también para predicadores desviados): “si el mérito de aquel pobre hubiese sido su pobreza y no su justicia, no lo hubiesen llevado los ángeles al seno de Abraham, pues Abraham era rico. No honró Dios la pobreza por ella misma, ni condenó en el rico las riquezas.” Ambos gobiernos -rosistas y peronistas- extremadamente centralistas bajo la hipócrita fachada federal.

En otra oportunidad he escrito sobre Rosas, pero es oportuno transcribir nuevamente algunas de las opiniones que dejaron escritas notables personajes sobre ese sujeto en vista de haberse publicado en estos días renovados panegíricos sobre el tirano de marras. Bartolomé Mitre destaca que fundó “una de las más bárbaras y poderosas tiranías de todos los tiempos” (en Historia de Belgrano), Esteban Echeverría: “Su voz es de espanto, venganza y exterminio (en Poderes extraordinarios acordados a Rosas), Domingo Faustino Sarmiento: “Hoy todos esos caudillejos del interior, degradados, envilecidos, tiemblan de desagradarlo y no respiran sin su consentimiento [el de Rosas]” (en Facundo). Félix Frías escribió que “Rosas se proponía por medio de espectáculos sangrientos enseñar la obediencia al pueblo de Buenos Aires (en La gloria del tirano Rosas), Juan Bautista Alberdi: “los decretos de Rosas contienen el catecismo del arte de someter despóticamente y enseñar a obedecer con sangre” (en La República Argentina 37 años después de su Revolución de Mayo). Por su parte José Manuel Estrada afirmó que “Ahogó la revolución liberal con la escoria colonial” (en La política liberal bajo la tiranía de Rosas). José Hernández: “Veinte años dominó Rosas esta tierra […] veinte años tiranizó, despotizó y ensangrentó al país” (en Discurso en la Legislatura de Buenos Aires), José de San Martín relata en una misiva que “Tú conoces mis sentimientos y por consiguiente yo no puedo aprobar la conducta del general Rosas cuando veo una persecución contra los hombres más honrados de nuestro país” (en Carta a Gregorio Gómez, septiembre 21 de 1839) y Paul Groussac concluye que “Lo que distinguía a Rosas de sus congéneres, era la cobardía, y también la crueldad gratuita” (en La divisa punzó).

También he escrito antes sobre Perón y el consiguiente peronismo, pero en vista de las machaconas reincidencias que son del dominio público, se hace necesario volver sobre el asunto. Ilustra la catadura moral del sujeto lo que le escribió a su lugarteniente John William Cooke: “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños se quedarán con ella. Los que tomen una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de los gorilas y enemigos del Pueblo. Los Suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro. Esto mismo regirá para los simples soldados que realicen una acción militar” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, Editorial Cultural Argentina, 1956/1972, Vol. I, p. 190).

En otra ocasión anunció: “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (discurso de Perón por cadena oficial de radiodifusión el 18 de septiembre de 1947, Buenos Aires). También Perón consignó: “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Marcha, Montevideo, febrero 27 de 1970).

Algunos aplaudidores y distraídos han afirmado que “el tercer Perón” era distinto sin considerar la alarmante corrupción de su gobierno realizada principalmente a través de su ministro de economía José Ber Gelbard quien además provocó un grave proceso inflacionario (que denominaba “la inflación cero”) y volvió a los precios máximos de los primeros dos gobiernos peronistas (donde al final no había ni pan blanco en el mercado), el ascenso de cabo a comisario general a su otro ministro (cartera curiosamente denominada de “bienestar social”) para, desde allí, establecer la organización criminal de la Triple A. En ese contexto, Perón después de alentar a los terroristas en sus matanzas y felicitarlos por sus asesinatos, se percató que esos movimientos apuntaban a copar su espacio de poder debido a lo cual optó por combatirlos.

En este contexto es pertinente transcribir una carta del Ministro Consejero de la Embajada de Alemania en Buenos Aires Otto Meynen a su “compañero de partido” en Berlín, Capitán de Navío Dietrich Niebuhr O.K.M, fechada en Buenos Aires, 12 de junio de 1943, en la que se lee que “La señorita Duarte me mostró una carta de su amante en la que se fijan los siguientes lineamientos generales para la obra futura del gobierno revolucionario: ´Los trabajadores argentinos nacieron animales de rebaño y como tales morirán. Para gobernarlos basta darles comida, trabajo y leyes para rebaño que los mantengan en brete´” (copia de la misiva la reproduce Silvano Santander en Técnica de una traición. Juan D. Perón y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Buenos Aires, Edición Argentina, 1955, p.56).

En un artículo publicado por Claudia Peiró en Infobae el 8 de julio de 2017 se reproduce una misiva de Perón a Mao de la que transcribimos apenas las primeras líneas: “Madrid, 15 de julio de 1965. Al Sr. Presidente Mao Tse Tung. Mi querido Presidente y amigo, desde este difícil exilio, aprovecho la magnífica oportunidad que brinda el viaje de los jóvenes dirigentes peronistas del MRP, gentilmente invitados por Uds. para hacerle llegar junto con mi saludo más fraternal y amistoso, las expresiones de nuestra admiración hacia Ud., su Gobierno y su Partido; que han sabido llevar a la Nación China el logro de tantas e importantes victorias, que ya el mundo capitalista ha comenzado por reconocer y aceptar”.

En los dos casos, en el rosismo y en el peronismo, la debacle institucional y económica fue monstruosa en un contexto de alarmante corrupción tal como consignan intelectuales de la talla de Joseph Potage, Félix Luna, Juan González Calderón, Vicente Fidel López, Bernardo Gonzáles Arrili, Lucio V. Mansilla, Carlos García Martínez, Uki Goñi, Roberto Aizcorbe, Hugo Gambini, Isidoro Ruiz Moreno, Ignacio Montes de Oca, Rómulo Zemborain, María Zaldívar y Nicolás Márquez, quienes además subrayan la antedicha persecución a los disidentes, la mordaza a la libre expresión y la obligación de la divisa punzó en un caso y los lutos y emblemas forzados en el otro.

Muy lejos están estos megalómanos de comprender el significado de “la mano invisible” de Adam Smith que coordina procesos espontáneos en las relaciones sociales que saca partida del conocimiento disperso puesto que tienen siempre la manía de concentrar ignorancia con sus absurdas directivas. Afortunadamente no tienen acceso al comando de los movimientos del planeta Tierra que suspendida en el espacio gira en torno a su eje a razón de 1600 kilómetros por hora y en torno al Sol a 30 kilómetros por segundo y sin piloto, de lo contrario la supervivencia no sería posible.

En los dos casos que tratamos en esta nota periodística, el abuso del poder ilimitado conculcó derechos básicos. Por ello, entre otras cosas, constituye una sandez superlativa la parla sobre rosisimo o peronismo “racional o republicano”. Es de esperar que pueda revertirse la interpretación falaz de la historia para bien de todos los argentinos. Los aparatos estatales elefantiásicos consecuencia de gastos públicos exorbitantes, impuestos insoportables, deudas gigantescas, manipulaciones monetarias inauditas, regulaciones asfixiantes y corrupciones alarmantes derivan en el caso argentino de tozudas, perseverantes y profundas raíces rosistas-peronistas que vuelven una y otra vez cual calesita macabra.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Una economía en terapia no se cura con analgésicos

Por Aldo Abram: Publicado el 16/8/20 en: https://www.cronista.com/columnistas/Una-economia-en-terapia-no-se-cura-con-analgesicos-20200816-0018.html

Algunos remarcan la contradicción de un Presidente que, en un momento, dice no creer en lanzar planes y, luego, anuncia que dará a conocer 60 medidas para relanzar la economía. Lo primero es tener claro que no hay ninguna contradicción entre estos dichos. El mandatario se refirió a que no presentará ningún programa económico como el que reclaman los economistas a los que, usualmente nos identifican como «ortodoxos». Él y los funcionarios que lo acompañan no creen, como nosotros, que Argentina va de crisis en crisis por negarse a realizar las reformas estructurales que, los países que prosperan, implementaron en las últimas décadas.
Del mismo modo, tampoco piensan en el sector productivo como gestor de recuperación económica. Para ellos, la deuda era el verdadero escollo y no la consecuencia de no solucionar los problemas de fondo. Conseguida la
reestructuración, indican que el Estado generará el crecimiento. Para ello, los funcionarios les dirán a trabajadores y empresarios cómo deben hacer sus respectivas actividades; los premiarán o castigarán según vayan o no en el rumbo señalado; y modificarán las reglas que determina el mercado y el funcionamiento de la economía por otras mejores, fruto de sus ingenios extraordinarios.
Además, según su sabio criterio, invertirán mucho desde el sector público multiplicando el crecimiento, pagados con tributos e impuesto inflacionario que le sacarán a trabajadores y productores.
Puesto así, es entendible el anuncio de 60 medidas que seguramente implicarán: bajas de retenciones; subas de reintegros y otros privilegios, que se asignarán arbitrariamente a sectores que consideran hay que beneficiar para desarrollar la economía.

Algunos serán aliviados de la carga que le impone al conjunto el excesivo «costo argentino» que, dicho sea de paso, nadie quiere resolver y, de hecho, es esperable que esta gestión incremente.
Si esta carga no disminuye, ni siquiera los sectores elegidos para la «salvación», se lanzarán a realizar grandes inversiones. Sólo podrán beneficiarse más del período de recuperación y el moderado crecimiento que es esperable en lo
inmediato; para, luego, «surfear» mejor la crisis que sobrevendrá en el corto o mediano plazo.

¿Por qué? Sólo imaginémonos que la economía argentina, gravemente convaleciente de la crisis económica que se desató a partir de 2018, está cruzando la calle y lamentablemente la atropella el camión de la «cuarentena». La llevan al hospital con un montón de huesos rotos y el médico que la atiende recomienda darle un analgésico especial para cada uno de los incontables dolores que tiene en el cuerpo; pero no trata los traumatismos ni las infecciones preexistentes que la tienen en una situación terminal. Es probable que logre aliviar coyunturalmente algunas de sus penurias y hasta sienta alguna mejora temporal; pero terminará falleciendo por falta de un tratamiento adecuado.
Es imposible pensar que la inversión va a fluir si el Estado no deja de gastar mucho más de lo que los argentinos pueden pagar. Estos niveles de expendio son garantía que en el futuro volveremos a reestructurar los bonos que se entregarán a cambio de los que se espera canjear actualmente.
Tampoco es factible que el sector productivo crezca. Argentina está en el puesto 21, de 190 países, entre los que más exprimen con impuestos a sus empresas. Según el mismo informe del Banco Mundial, si las PyMes pagaran todos sus
impuestos, la mayoría quebraría.
Además, recién el 3 de agosto, la mayoría de los argentinos dejará de trabajar para pagar gravámenes y empezará a hacerlo para sí y sus familias. Es imprescindible una reforma del Estado que lo ponga al servicio de los ciudadanos y no de la política; pero que además su gasto se pueda pagar con una presión tributaria aceptable.
Por otro lado, nuestros funcionarios se sorprenden de que haya tanta informalidad. Ya vimos cómo el sistema impositivo la incentiva; además hay más de 67.000 regulaciones que ellos siguen aumentando todos los días. Es imposible que un emprendedor o Pyme puedan cumplirlas. Sólo una gran empresa podría hacerlo, pagando un ejército de asesores y
gestores.

Si se lograra reformar el Estado y desregular la economía, volverá la inversión productiva de argentinos y extranjeros.Sin embargo, lo harán tratando de contratar la menor cantidad de empleados posibles. Tenemos una
legislación laboral, con bases arcaicas, que desincentiva la creación de puestos de trabajo productivo.
Si se toma cualquiera de los últimos 20 años, en los que hubo algunos de fuerte crecimiento y gobiernos de todos los colores, y se elige cualquiera de ellos, más del 40% (posiblemente más del 50%) de los argentinos estaba desempleado,
en la informalidad o con un seguro de desocupación disfrazado de empleo público inútil o plan asistencial.
La gestión de Cambiemos demostró que se puede lograr alguna recuperación económica impulsada por un incremento de credibilidad coyuntural. Sin embargo, si no se resuelven los problemas de fondo, será sólo un «espejismo» al que seguirá una crisis. Los países que encararon las reformas estructurales de fondo, en los siguientes 20 años, lograron más que duplicar el poder adquisitivo de los salarios de sus trabajadores. Hoy, tienen bajo desempleo y llevaron la pobreza e inflación a un dígito. Mientras tanto, nosotros seguimos apostando a los milagros y esperando la próxima crisis

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) . Síguelo en @AbramAldo