El presidente Macri, por la radio, propone cambios en los valores y las ideas. Correcto, pero está sólo.

Por Martín Krause. Publicada el 29/12/16 en: http://bazar.ufm.edu/presidente-macri-la-radio-propone-cambios-los-valores-las-ideas-correcto-esta-solo/

 

El presidente Macri dio una entrevista esta mañana por la radio bien extensa, donde se trataron muchos temas. Apenas terminada, los medios periodísticos comenzaron a buscar qué claves o datos políticos podrían sacarse de lo dicho. No niego que pueda haber señales políticas cuando habla un presidente, pero en este caso, como en otros antes, Macri habla más bien de “valores e ideas”, a punto que parece más un monje que un político.

En definitiva, creo que su actitud refleja una preocupación que ya he comentado antes en este blog: que el destino de una sociedad, en última instancia, depende de los valores e ideas que predominan en ella. En otras palabras, Macri está diciendo que si la gente, si los argentinos, no abandonamos las ideas populistas de las últimas décadas, y en particular, el populismo con esteroides de los últimos años, no hay mucho futuro. Porque no va a mejorar la calidad institucional más allá de haber puesto algo de orden y haber moderado las formas y si eso no cambia no habrá inversiones que lleguen, ni mucho crecimiento económico, ni mejorarán las oportunidades que tenga la gente.

Entiendo ese punto, Macri ha asumido una tarea apostólica, y tal vez titánica, de convencer a los argentinos que abandonen las promesas cortoplacistas del populismo que ya muchas veces nos han dejado en la ruina. Entre otras, esas ideas típicamente son: que los derechos se defienden en la calle, haciendo piquetes, y no en la justicia; que obtener una mayoría circunstancial habilita a ejercer el poder sin ningún tipo de límites; que la política se maneja con dinero y por eso hay que extraer lo máximo posible del estado; que la división de poderes es un invento para eludir a la voluntad popular; que la inflación la genera la avaricia de los comerciantes y empresarios; que es mucho mejor una empresa estatal, con déficit, que varias en competencia que brinden mejores servicios y más baratos; que todos tenemos el derecho a nuestro propio privilegio y que nadie se atreva a tocarlo (ya sea abriendo algún mercado o el comercio internacional o desregulando) porque entonces volvemos al comienzo de esta lista, y así sucesivamente.

Los políticos hacen su propio juego, no es de extrañar. Sus principios se miden por los votos que pueden generarle, no hay que esperar de ellos otra cosa si los votantes están finalmente dispuestos a avalarlos.

Pero si la intención de Macri es la que he esbozado, hay algo que está débil, y es que nadie más en su propio gobierno se preocupa por las ideas y los valores. Se trata de un gobierno de gerentes, tal vez buenos gerentes, que se dedican frenéticamente a su gestión sin sacar a la luz los principios que están en juego. Entonces ninguno de ellos termina contribuyendo a la competencia de ideas en la que se ha involucrado su presidente.

Por ejemplo, en estos días, se discutió en una audiencia pública la posibilidad de abrir el mercado aeronáutico a nuevas empresas aéreas que quieran ingresar o ampliar sus servicios. ¿Alguno de los funcionarios pregonó acaso los beneficios de la competencia para los consumidores, no para las empresas? ¿Alguno mencionó los exitosos procesos de apertura que ocurrieron en Estados Unidos y en Europa? ¿Alguno fue acaso tan osado como para plantear que, como individuos, deberíamos tener el derecho a elegir viajar como se nos dé la gana? ¿No dice el artículo 14 de la Constitución que tenemos derecho a trasladarnos libremente dentro del territorio? Nada de eso, entonces los sindicatos, y la empresa estatal, que viven de los privilegios, presenta esa tibia apertura como un negocio para empresarios. ¿Cuánto cambiaron entonces las ideas populistas? Nada.

En fin, en este campo de los valores y las ideas se juega el destino de esta sociedad. Más sobre el tema en estos posts anteriores:

http://bazar.ufm.edu/wp-admin/post.php?post=713&action=edit

http://bazar.ufm.edu/wp-admin/post.php?post=217&action=edit

http://bazar.ufm.edu/wp-admin/post.php?post=175&action=edit

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

EE.UU. sorprende a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 29/12/16 en: 

 

En el complejo escenario de Medio Oriente , la guerra civil siria y sus atrocidades parecían haber relegado al conflicto entre Israel y los palestinos a un segundo plano. Ocurrió que, pese a que Israel ha mantenido ya tres guerras contra Siria y protagonizado numerosos incidentes fronterizos con duelos de artillería y combates aéreos, lo cierto es que hasta ahora se había mantenido al margen de ese conflicto.

Hablamos de una guerra civil siria que, en esencia, es una confrontación facciosa entre distintas visiones del Islam, en la que la intervención militar directa de la Federación Rusa e Irán han permitido la supervivencia del autoritario régimen de Bashar al-Assad. Muy pocos creyeron, al comienzo del conflicto, que esto podía ser posible. Pero hoy es una realidad.

De alguna manera Israel logró hacerse casi «invisible» con relación a Siria. Consciente, sin embargo, de que los potenciales triunfadores en la guerra civil podían ser países, como Irán, u organizaciones, como la libanesa «Hezbollah», hostiles hacia Israel. Es lo que efectivamente ha sucedido, generando una difícil nueva realidad geopolítica alrededor de Israel. Quizás más peligrosa que nunca.

Mientras el conflicto armado en el país vecino se desarrollaba, Israel pudo recomponer su relación bilateral con Turquía y mantuvo intactas sus relaciones con Jordania. Además, se acercó discretamente al gobierno militar que hoy -tras la etapa que llevara brevemente a la Hermandad Musulmana al poder en el país de las pirámides- conduce a Egipto.

En las fronteras inmediatas de Israel, «Hezbollah» -directamente involucrado en la guerra civil siria- creció muy fuertemente en influencia y, desgraciadamente, también en capacidad militar y, en cambio, «Hamas», más bien disminuida, mantuvo su agresividad, aunque sin intervenir abiertamente en ella.

Pero de pronto la quietud aparente en la que flotaba el conflicto no resuelto entre Israel y los palestinos se alteró dramáticamente. En apariencia, inesperadamente.

En la que fuera -en su origen- una iniciativa de la representación egipcia, un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad generó una enorme sorpresa.

Porque -escrito por los palestinos- ordenaba a Israel detener -inmediata y completamente- la construcción de asentamientos en Cisjordania y en Jerusalén-este. Y los declaraba, expresamente, como ilegales bajo el derecho internacional, definiéndolos como un obstáculo serio para poder avanzar en una solución negociada del conflicto entre ambas partes estructurada bajo la noción de «los dos Estados». Advertía, de paso, que no se reconocerán cambios a la situación en materia de integridad territorial distintos de la realidad existente al 4 de junio de 1967.

Sin perder un minuto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu , ante lo que sucedía, solicitó a la administración de Barack Obama «vetar» el proyecto, en caso de que el mismo siguiera adelante. Además, se comunicó con el presidente electo norteamericano, Donald Trump , y le encomendó específicamente la misión de pedir a Egipto que postergara la discusión y votación del proyecto en el Consejo de Seguridad. Lo que Trump obtuvo a través de una conversación telefónica con el general Abdelfatah al-Sisi, hoy presidente constitucional de Egipto, con el que Trump tiene una buena relación personal.

No obstante, otros cuatro miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela, de pronto hicieron suyo el proyecto de resolución y, descongelándolo, lograron impulsarlo y ponerlo a votación, casi sin demoras.

Y allí vino la enorme sorpresa: los EE.UU., que siempre fueron críticos respecto de los asentamientos en cuestión, pudieron ciertamente vetarlo una vez más, como ya lo habían hecho en el pasado con proyectos similares. Pero esta vez fue distinto. No lo hicieron. Prefirieron abstenerse. El resultado de esta actitud fue que la resolución sobre los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén-este se aprobó rápidamente, por 14 votos contra 0 y una abstención, la de los EE.UU..

Estamos frente a un hecho histórico. Por primera vez el organismo de las Naciones Unidas, responsable principal de las cuestiones de paz y seguridad internacionales, intervino específicamente -con todo su peso- en el conflicto entre Israel y los palestinos. Con definiciones categóricas que de pronto hasta podrían derivar en sanciones contra Israel, si la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén-este no se interrumpe.

De este modo, los EE.UU. modificaron abruptamente la que fuera hasta ahora su tradicional postura. Esto es, la de proteger siempre con su veto a Israel en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas e impulsar, en cambio, la resolución del tema abierto entre Israel y los palestinos exclusivamente a través de negociaciones directas entre las dos partes.

Lo hicieron en lo que implica un fuerte cambio de rumbo, desairando abiertamente a Donald Trump, quien ya había solicitado a Barack Obama el «veto» de la resolución votada, a la que caracterizara de «extremadamente injusta, respecto de Israel».

Lo cierto es que la norma emanada del Consejo de Seguridad es una realidad, con todos los efectos consiguientes. Benjamin Netanyahu la calificó de «vergonzosa» y advirtió, sin rodeos, que Israel no le reconocerá validez. En su entorno, alguno hasta sugiere que todo lo sucedido en esta cuestión ha sido, en realidad, una maniobra urdida por la administración de Barack Obama.

Ante lo sucedido, parece oportuno recordar que cerca de 600.000 israelíes viven hoy en asentamientos del tipo de los que se mencionan en la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No es, para nada, un tema menor.

La resolución comentada, del 23 de diciembre pasado, lleva el número 2334 y refleja la que ha sido -por años- la posición prevaleciente en la comunidad internacional sobre los asentamientos. Define a los asentamientos como una violación «flagrante» del derecho internacional y sostiene que ellos carecen de validez legal. Llama también a que se eviten los actos de violencia contra los civiles y las provocaciones, incluyendo el terrorismo. Convoca, asimismo, a reanudar, sin demoras, las negociaciones para poder completar un acuerdo de paz final entre las partes, estructurado sobre la idea de «los dos Estados».

La resolución, sin embargo, tiene sus problemas. Serios. Primero, es en realidad un paso en dirección a internacionalizar el conflicto, algo que no necesariamente es positivo y puede complicarlo en extremo. Segundo, parecería definir, sin excepciones, a todas las construcciones hechas en Jerusalén-este como asentamientos, incluyendo aquellas realizadas en el propio «barrio judío» de la Ciudad Vieja, lo que naturalmente es difícil de aceptar para cualquier gobierno de Israel. Y obviamente no menciona otros temas que son absolutamente fundamentales para poder avanzar en dirección a la paz, como es nada menos que la necesidad de que todos los involucrados reconozcan expresamente al Estado de Israel como tal, lo que hoy no sucede desde que algunos niegan a Israel el derecho mismo a existir.

Es imposible no pensar que el fuerte cambio de rumbo de la administración de Barack Obama, insólitamente realizado a último momento, no tenga algo que ver con la pésima relación personal que existiera -y existe- entre el presidente Obama y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Lo sucedido puede entonces ser -directa o indirectamente- reflejo de esa desafortunada circunstancia.

Las cosas seguramente van a cambiar con el acceso de la nueva administración norteamericana, aquella que pronto encabezará Donald Trump. Pero la resolución 2234 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es una realidad. Para algunos, no ayudará, sino que hará aún más compleja la solución de un tema muy demorado, el del acuerdo final de paz entre israelíes y palestinos, respecto del cual puede ser cierto aquello de que el paso del tiempo no siempre ayuda. Donald Trump anunció que el próximo embajador de los Estados Unidos ante Israel será David M. Friedman, que rechaza públicamente la alternativa defendida por John Kerry, esto es la idea de «los dos Estados».

Cabe apuntar que la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no fue adoptada bajo el Capítulo VII de la Carta, sino bajo el Capítulo VI. Por ello no es directamente obligatoria. No obstante tiene mucho peso como recomendación y mensaje. Por esto, para Benjamin Netanyahu luce como una lamentable humillación.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Dujovne: ¿Un ministro liberal?

Por Iván Carrino. Publicado el 29/12/16 en: http://inversor.global/2016/12/dujovne-un-ministro-liberal/

 

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El flamante Ministro de Hacienda escribió a favor de abrirse al comercio, bajar impuestos, reducir el poder sindical y congelar el gasto público. ¿Se viene el liberalismo?

En el año 2014 estuve en Ecuador, invitado por la Universidad San Francisco de Quito a un evento para conmemorar los 15 años de la dolarización. Uno de los paneles los compartí con el prestigioso economista, Lawrence White, quien fue consultado acerca del rol de los economistas en la política pública.

La respuesta de White fue bien concreta: los economistas están en la gestión pública para alertar a los políticos acerca de lo que no deben hacer. Así, frente a los planes megalómanos de los  políticos en  funciones, los economistas deben enfatizar las restricciones presupuestarias y las consecuencias no intencionadas de las políticas intervencionistas.

Por ejemplo, si el  gobierno quiere imponer un precio máximo, el economista le dirá que eso generará escasez y que mejor no tomar dicha medida. Si el gobierno, por otro lado, desea regalar viviendas a los necesitados, ahí estará el economista para sostener que eso implicará un aumento del gasto público que deberá financiarse con más impuestos, afectando el crecimiento económico.

Es en este marco donde siempre genera preocupación la salida de un Ministro de Economía. Durante los últimos años especialmente, la salida de los ministros o altos funcionarios del área económica del kirchnerismo implicaba eliminar un obstáculo a la hora de profundizar el intervencionismo.

Fue el caso de Lavagna, cuando gobernaba Kirchner, o de Martín Redrado, presidente del Banco Central durante el mandato de CFK.

Sin embargo, el cambio decidido por el gobierno de Macri hace pocos días no generó ningún nerviosismo. Además, tampoco parece implicar un mayor intervencionismo. De hecho, sería todo lo contrario.

Quien asumirá como Ministro de Hacienda a partir del lunes es Nicolás Dujovne, ex economista jefe del Banco Galicia y conocido por sus columnas periódicas en el Diario La Nación y en la señal de televisión Todo Noticias.

Su rol como columnista hace fácil la tarea de averiguar quién es y cómo piensa el futuro funcionario.

A la luz de sus notas, es probable pensar que estemos frente a un ministro contrario al intervencionismo y que entienda el valor de la libertad económica.

Nicolás Dujovne siempre fue crítico con kirchnerismo. En una nota de julio de 2015, lo definió como “un nacionalismo populista que expandió el gasto público y la influencia del Estado tanto como pudo, apropiándose para ello de cuanta caja se le cruzó por el camino” y que “cuando las cajas ‘heterodoxas’ se agotaron, los mecanismos de estiramiento del no ajuste se tornaron más costosos y derivaron en la imposición de medidas cada vez más disfuncionales (el cepo, las restricciones a las importaciones)”

Con elegancia y suavidad en los términos, la crítica de Dujovne no deja de ser demoledora.

Otro de los temas que tocó fue el debate por el tipo de cambio. El 26 de septiembre de este año sostuvo que el tipo de cambio no era el problema fundamental de la competitividad argentina, sino “los altísimos costos del transporte interno, el proteccionismo y la presencia de numerosos impuestos muy distorsivos”.

En su nota apuntó directamente contra el sindicalismo y especialmente al gremio de Camioneros, que “controla 15 ramas de actividad, que van desde todo el transporte de cargas por camión a nivel nacional e internacional, la logística petrolera, la distribución de alimentos…”.

Respecto del proteccionismo y la política comercial, Dujovne sostiene que trabar importaciones impide exportar, debido a que incrementa el costo de los insumos:

Si todos los insumos cuestan más en la Argentina, sólo les podemos exportar manufacturas a países con una estructura de protección similar a la nuestra, es decir, con insumos caros. No es casual que 60% de las exportaciones industriales de la Argentina vayan a Brasil, país con el que compartimos la anticuadísima estructura arancelaria que determina el Mercosur.

Otro problema que destaca del proteccionismo es el alto precio que pagan las familias por bienes como la indumentaria, la electrónica y los juguetes. Una economía más libre implicaría, de acuerdo al flamante Ministro:

… un fuerte aumento del ingreso disponible de las familias. A nivel macroeconómico, aumentar el ingreso disponible de las familias por esta vía implicaría un mayor nivel de inversión, y a nivel microeconómico, habría más familias capaces de acceder a una vivienda, de mejorar la educación de sus hijos o de ahorrar dinero en el banco o gastar en otros bienes: nacerían empresas que aún no conocemos y que nadie defiende.

Concluyendo que “sólo podemos ir en una dirección: más apertura, más competencia y mejores salarios.”

Amén.

El 5 de septiembre, el nuevo ministro también abordó la cuestión fiscal, y sostuvo que había tres claves para tener un país normal: banco central independiente, democracia republicana y un “fisco bajo control”.

En esa nota destacaba que el gobierno de Cambiemos tenía los dos primeros elementos dentro de su cartera,  pero que todavía faltaba para controlar al fisco. Dos semanas después, afirmaría que el gobierno jugaba “al fleje” en esta materia, sugiriendo que el exceso de gradualismo era una estrategia riesgosa.

Para combatir el déficit público, de sus notas se extrae que el gobierno debería tener una menor cantidad de empleados públicos y que, como Brasil, debería congelar el gasto en términos reales, al menos hasta 2026.

Las ideas que esbozó Dujovne durante este último tiempo como columnista de La Nación son todas muy razonables y necesarias para que la economía del país crezca de manera sostenible en el futuro.

Argentina necesita menos costos de producción, más apertura comercial y un sector público más chico. Sobre el nivel del gasto público, a uno le gustaría que, en lugar de congelarse, bajara en términos reales, pero debemos celebrar que un ministro de Hacienda esté dispuesto a debatir en serio sobre este tema.

La duda que tengo es si, en su rol de Ministro de Hacienda podrá llevar a la práctica siquiera alguna de estas ideas. La política es un mundo difícil y hoy en día deberá coordinarse con al menos otros 7 ministerios, un jefe de gabinete y dos vicejefes que toman todas las decisiones.

Dicen que cuando los teóricos y analistas llegan al poder, dejan las convicciones en la puerta de los ministerios. Esperemos que no sea éste el caso de Nicolás Dujovne.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

ANTHONY DE JASAY: UNA MENTE ORIGINAL

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Se trata de uno de los intelectuales más sobresalientes en el campo de las ciencias sociales, específicamente de la economía y la ciencia política. De Jasay nació en Hungría en 1925, en Budapest completó su carrera de grado en ciencias agrarias y trabajó de periodista hasta que tuvo que fugarse de la opresión soviética en 1948. Se radicó en Austria durante dos años, luego de lo cual viajó a Australia país en el que estudió economía en la Universidad de Western Australia donde permaneció hasta que fue invitado como Research Fellow en el Nuffield College de la Universidad de Oxford, casa de estudios en la que permaneció de 1955 a 1962, período en el que publicó diversos trabajos en el Economic Journal y en el Journal of Political Economy.

 

En 1962 se radicó en Paris donde operó como banquero y financista hasta que en 1979 se mudó a Normandía, allí escribió sus obras más relevantes que fueron The State (Basil Blackwell, 1985), Social Contract, Free Ride: A Study of the Public Good Problem (Clarendon Press, 1989),  Market Socialism: A Scrutiny (Institute for Economic Affairs, 1990), Choice, Contract and Consent: A Restatement of Liberalism (Institute for Economic Affairs, 1991), las colecciones de ensayos bajo los títulos de Against Politics (Routledge, 1997) y Justice and its Sunrroundings (Liberty Fund, 2002). Esta última institución de Indianapolis, recientemente agregó dos nuevas colecciones bajo los títulos Economic Sense and Non Sense y Social Justice and the Indian Rope Trick.

 

La dedicatoria de uno de mis libros (sobre Jean Gustave Courcelle-Seneuil) publicado hace cinco años por la Universidad del Desarrollo en Chile rezaba así: “En homenaje al insigne maestro Anthony de Jasay, el más original, prolífico y sofisticado de los autores contemporáneos en el área de las ciencias sociales”.  Siendo rector de ESEADE lo invité a dictar clase, traduje varios de sus ensayos en la revista académica Libertas, organicé un seminario patrocinado por Liberty Fund en Buenos Aires en el entonces Plaza Hotel, dedicado a estudiar uno de sus libros en el que estuvieron presentes, entre otros, el propio autor, el premio Nobel  en economía James M. Buchanan, Hartmut Kliemt, Bruce Benson, Guido Pincione. Lo encontré en diversos foros, lo invité en mi carácter de miembro del Programa Académico de la Mont Pelerin Society como orador a la reunión en Río de Janeiro y tuvo la generosidad de comentar por la vía epistolar un ensayo de mi autoria que preparé para un seminario en el que participé en Seúl en 1995, trabajo titulado “Towards a Theory of Autogovernment” (publicado en Values and the Social Order, Aldershot, UK, Avebury Series in Philosophy, 1997, Gerard Radnitzky, ed., libro para el que también escribió de Jasay aunque no pudo estar presente en esa oportunidad). Seminario en el que tuvieron una destacada participación presencial Gordon Tullock, Antony Flew, Angelo Petroni, el antes mencionado Bruce Benson y Hans-Hermann Hope.

 

Para una magnífica síntesis del pensamiento de este tratadista al que hoy rendimos homenaje, puede consultarse la entrevista que le realizó Harmut Kliemt en “The Intellectual Portrait Series” A Conversation with Anthony de Jasay también de Liberty Fund. Por su parte, James M. Buchanan escribe sobre la antedicha Against Politics que “Aquí se encuentra la filosofía política como debería ser: temas serios discutidos con elocuencia, agudeza, coraje y un genuino conocimiento” y Richard A. Epstein anota sobre el mismo libro que “Su posición corresponde a una minoría sobresaliente de pensadores serios […] Los liberales clásicos partidarios del gobierno limitado siempre están empujados desde la izquierda, pero es importante reconocer que uno de los desafíos más potentes provienen del otro lado del espectro político”.

 

En estos temas como en otros, debe estudiarse con la mente abierta y sin prejuicios. Puede concordarse o no con el autor pero primero es menester escuchar con atención y sin telarañas mentales sus sofisticada y sesuda argumentación basada principalmente en la teoría de los juegos. Hay tres pasajes de Anthony de Jasay -Tony para los que tuvimos el privilegio de conocerlo- que ilustran y resumen muy bien el eje central de su tesis. En su ensayo titulado “La amarga medicina de la libertad” dice de Jasay que “Amamos la retórica y la palabrería de la libertad a la que damos rienda suelta más allá de la sobriedad y el buen gusto, pero está abierto a serias dudas si realmente aceptamos el contenido sustantivo de la libertad”. En el titulado “Hayek: algunas piezas ausentes” concluye que “La teoría más reciente sugiere que incluso el cumplimiento de contratos puede proveerse voluntariamente por parte de aquellos que pretenden beneficiarse con el respeto a esos arreglos, y no hay evidencia que un poder estatal organizado para su cumplimiento sea más eficiente y menos gravosos en términos de costos totales de transacción respecto a la provisión descentralizada y privada”, trabajos en los que trata de modo magistral las diversas facetas del dilema del prisionero, los bienes públicos, las asimetrías de la información y la externalidades en el contexto de lo que se ha denominado “la elección racional”.

 

Por último, la tercera cita la tomamos de una entrevista que en 2011 Aschwin Wolf concretó en The Independent Review (16, No. 2, otoño) en el que de Jasay consigna que “se elaboran bellísimas constituciones basadas en valores liberales como la libertad, la propiedad y el estado de derecho, la  independencia del poder judicial y así sucesivamente, explicando la superioridad moral y las ventajas prácticas del orden liberal que una constitución de este tipo produciría, lo cual muestra una confianza y una ingenuidad patéticas en que la constitución soñada producirá el resultado soñado”.

 

Desde luego que no es cuestión de rechazar sin más los detenidos estudios de Anthony de Jasay, lo cual demostraría cerrazón mental, escasa profesionalidad y muy poco entrenamiento académico, sino que su producción demanda análisis con detenimiento, digerirlos y, en su caso, discutirlos. Como queda dicho, puede coincidirse o disentir con el autor, pero lo que no puede desconocer el académico actualizado y vinculado a las ciencias sociales es la producción intelectual de este autor. En el mundo académico propiamente dicho, se coincida o no con trabajos de estatura intelectual, la averiguación está siempre abierta para examinar y debatir nuevas líneas de investigación.

 

Las ponderaciones sobre su obra son de muy diversas procedencias intelectuales: Roderik T. Long afirma que su trabajo “es inusualmente rico, provocativo y cubre un vasto territorio”, el antes referido Aschwin Wolf sostiene que “es el más grande pensador social de nuestro tiempo” y Frank van Dun concluye que “es uno de los más poderosos pensadores en temas políticos y sociales de todas las épocas”.

 

No en todos los casos los escritos de este autor son de fácil comprensión. A mí por lo menos, buena parte de sus textos me resultan dificultosos y me exigen varias lecturas para entender el significado de lo escrito. La versación de Anthony de Jasay es notable, sus miradas son siempre originales y su grado de elaboración para las explicaciones, argumentaciones de gran calado y concatenación de razonamientos resultan en verdad llamativas.

 

En el trabajo aludido de este autor sobre esa contradicción en términos conocida como “socialismo de mercado”, entre otras muchas cosas, explica lo autodestructivo que resulta la manía de sostener que aún aplicando la guillotina horizontal puede funcionar la competitividad. De Jasay refuta la peregrina idea de que es posible largar en la carrera por la vida desde posiciones patrimoniales niveladas por los gobiernos y, al mismo tiempo, cada cual estará incentivado a participar en el evento esforzándose por ganarlo, sin percibir que si se es consistente con las antedichas nivelaciones habrá que proceder de igual manera a la largada de la siguiente carrera con lo que se bloquea la posibilidad de que los ganadores trasmitan su patrimonio a la próxima generación, lo cual destruye los necesarios incentivos para el certamen (por si fuera de algún interés, consigno al margen que mi tesis de doctorado en economía aprobada en la Universidad Católica Argentina se tituló Influencia del socialismo de mercado en el mundo contemporáneo: una revisión crítica de sus ejes centrales).

 

De Jasay me recomendó muy diversas lecturas en distintas ocasiones. Todas fueron muy provechosas para mí. La última sugerencia fue la obra de Leslie Green The Authority of the State publicada por Oxford University Press de la que destaco muy especialmente el texto bajo el siguiente subtítulo: “The Prisoner´s Dilemma Dilemmas”, una cadena argumentativa densa pero sumamente fértil y elocuente.

 

En lo personal, ni bien se publicó el libro de mayor difusión de Thomas Piketty sobre el igualitarismo, escribí una crítica y después de ello he leído varios ensayos de gran valor sobre el tema, algunos centrados en puntos conceptuales y otros apuntan a su manejo (o desmanejo) estadístico, pero recientemente he leído el formidable de Anthony de Jasay que me parece el mejor de todos de lejos: “The Python that Eats Itself by the Tail: A Self-Contradictory Theory of Capitalism”.

 

Hace poco, Carlos Rodríguez Braun me propuso desde España que editemos juntos en castellano ensayos de este coloso del pensamiento. Aun no hemos conseguido financiación para lograr este objetivo. De Jasay estaba informado de este proyecto que recibió con entusiasmo, lo cual puso de manifiesto en varios correos que nos ha enviado a los dos con diversas reflexiones sumamente atinadas.

 

Lo dicho hasta aquí basta para una nota periodística sobre este escudriñador de la economía y la filosofía política que se ha apartado de la visión convencional para invitar a la exploración de un paradigma y un andamiaje conceptual diferente. Es inmensa la gratitud de  todos los que tuvimos el placer de tratarlo. Como queda consignado, hasta hace muy poco hemos mantenido numerosos contactos por la vía electrónica, a pesar de su edad y las dificultades que venía arrastrando en su capacidad ocular y otros problemas de salud más recientes (en uno  de mis últimos contactos epistolares le comenté un  libro reciente –The Problem of Political Authority de Michael Huemer- a lo que me contestó que ya no podía leer y que sus mails se los leían y se los escribían (conjeturo que su encantadora mujer a quien conocí en Cannes hace años). De cualquier modo, siempre fue muy solícito y generoso para atender consultas y comentarios varios. Sus enseñanzas perduran y algún día serán reconocidas más allá del mundo académico.  Recuerdo que hacen ya muchos años, la primera vez que escuché hablar del autor que vengo comentando fue por una recomendación de Emilio Pacheco, en vuelo Buenos Aires-Bariloche para un seminario en esta última ciudad.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

¿Queremos vencer al terrorismo?

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 28/12/16 en: http://www.laprensa.com.ni/2016/12/28/opinion/2156668-queremos-vencer-al-terrorismo

 

Parece tonta la pregunta, pero no lo es. Ciertamente los fabricantes y traficantes de armas se benefician enormemente con los conflictos armados y, entonces, los alientan. Sé que enojo a mis amigos de derecha, pero lo cierto es que, por lugares como el Pentágono se pasean “importantes señores” azuzando a los “halcones” para que aumenten el uso y el gasto en armas… y, generalmente, no son negocios limpios.No llama la atención, pues, que las armas de los mismos fabricantes, aparezcan en bandos opuestos, como la guerra en Siria, donde la confusión es tan grande que nadie sabe si Occidente apoya o ataca a su presidente. El sitio de Alepo lleva dos años y medio y más de 250,000 sirios han sido víctimas de las milicias afines al régimen de Al Asad como los milicianos chiíes iraquíes, los partisanos del Hizbolá libanés, los comandos iraníes y la aviación rusa que luchan contra los yihadistas.

El asesinato del embajador ruso en Turquía no fue obstáculo para que ministros de Rusia, Irán y Turquía —países que apoyan a distintos bandos— se reunieran en Moscú “en busca de una salida diplomática a la guerra siria”, o sea, que se repartirán el botín entre ellos.Pero dejemos estos crudos intereses y veamos si realmente cada uno de nosotros quiere terminar con el terrorismo, que no es un hecho aislado, porque nada está aislado en el mundo, sino que todos los seres humanos nos interrelacionamos de modo que somos responsables, aunque sea de modo muy indirecto y aunque nuestra responsabilidad sea infinitesimal.En primer lugar, el terrorismo no busca el triunfo militar frontal sino, precisamente, infundir temor y, entonces, reinar. De modo que lo primero que debemos hacer es no temerles y no responderles con violencia. Así tiene razón la canciller Angela Merkel, que pidió, tras el atentado en el mercadillo navideño de Berlín, que el miedo no paralice a los alemanes. Recordemos que, en 2011, en Oslo un individuo disfrazado de policía primero puso una bomba y luego fue hasta un campamento juvenil del Partido Laborista y abrió fuego a mansalva matando alrededor de 70 personas. El primer ministro reaccionó diciendo que esperaba que su país fuera aún más abierto y tolerante, demostrando que no tienen miedo, ya que es la violencia la que no es legítima. Desde entonces Noruega, donde los escasos agentes de Policía no portan armas, no ha sufrido ningún incidente.En segundo lugar, tenemos que dejar de crear las condiciones. La marginalidad —alimentada por la guerra contra las drogas iniciada por EE.UU.—, la desocupación instalada por los gobiernos con leyes como el salario mínimo —que impide que trabajen los que ganarían menos— y la pobreza creada a partir de impuestos expoliadores, son excelentes caldos de cultivo para formar terroristas.Y finalmente, Occidente debe dejar de apoyar a la tiranía saudí, sin dudas el mayor promotor global del fanatismo islámico a la vez que desoír la islamofobia original de Trump —y de sus principales asesores, como el general Flynn— que identificó al islam con el terrorismo y anunció el cierre de las fronteras, aunque después se moderó.Al terrorismo solo se le vence con libertad y paz, las armas, que son siempre opresoras y liberticidas lo potenciarán. Por tanto es una exigencia humana el terminar con todas las guerras, incluida la guerra “contra el terrorismo” e incluida también la muy atroz guerra “contra las drogas”.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Tracey Rose en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires

Por Delfina Helguera. Publicado el 21/12/16 en: http://www.arte-online.net/Notas/Tracey_Rose_en_el_Museo_de_Arte_Moderno_de_Buenos_Aires

 

La artista sudafricana Tracey Rosa fue convocada por el Museo de arte moderno a crear una nueva obra que pudiera reflexionar sobre otra mirada de la humanidad con una mirada lúdica y aguda.

Tracey Rose es una artista sudafricana nacida en c en 1974, ha participado de la Bienal de Venecia y Lyon, en la última Bienal de San Pablo entre otras exhibiciones de importancia y ahora exhibe por primera vez en nuestro país. Son obras de sitio específico, pensadas para el contexto local, en un momento en donde en el museo se exhiben una serie de papeles inéditos de Antonio Berni y una muestra histórica de obras en papel de Pablo Picasso. Justamente para dialogar con muestras históricas es que el equipo curatorial del museo propone una exhibición de una artista contemporánea, en palabras de Victoria Noorthorn su directora “para balancear una mirada muy histórica y masculina y que tuviera un gran poder de enunciación”, y además la considera una de las grandes artistas de hoy. El foco principal de las obras en Rose es la reflexión sobre los abusos de poder del hombre con el énfasis en el apartheid, un proceso de segregación racial que estuvo en vigencia en su país hasta el año 1992.

La exhibición ocupa la gran sala del segundo subsuelo y simula ser un campo de juegos para niños, con una gran colchoneta para tirarse, un puente de colores que invita a cruzarlo y paredes pintadas por chicos. Esta elección es deliberada ya que la artista tiene un hijo pequeño que viajó con ella y su intención fue crear un espacio en donde los chicos pudieran jugar libremente no como en un espacio de museo.

Cueva de las manos en pleno montaje

La fuerza de la propuesta reside en su ambigüedad, nada es literal. En el centro de la sala la colchoneta es un gran continente de colores pastel, la Pangea, aquel que reunía América con África y otros continentes del mundo en una gran tierra, en el otro extremo replica la Cueva de Las Manos en la provincia de Santa Cruz en honor a los pueblos originarios en donde ha escrito los nombres las regiones del país con mayor índice de esclavitud, así como los barrios de Buenos Aires que registraron más esclavos en la colonia. En el centro un retrato a modo de caricatura de Adolf Hitler y Eva Braun en referencia a la teoría de que escaparon de Europa en un submarino y vivieron el resto de sus días felizmente en la Patagonia. El nazismo como concepción política de la que se nutre el apartheid, y las reverberaciones que ha tenido en la historia reciente.

La cabeza de Tsafendas

En una de las paredes laterales una gran escultura de arcilla que representa la cabeza de Tsafendas, el hombre que asesinó al creador del apartheid en 1966 y enfrentada a ésta un gran arco iris, el mismo que la artista vió dos veces en su vida, la primera de ellas fue cuando murió Nelson Mandela. La tensión se mueve entre el horror y la esperanza, entre la inocencia de la niñez y el espanto de lo que puede llegar a hacer el hombre. Los dibujos en la pared fueron hechos por Lwandle, el hijo de Rose y su amigo Tomás así como las pequeñas manos impresas en la cueva son de ellos y sus amiguitos. La producción de la muestra estuvo a cargo del museo, y la exposición fue gestada a partir de conversaciones entre Rose y Noorthorn durante un intenso año. Es interesante la posibilidad que se abre de traer artistas extranjeros contemporáneos que trabajen con materiales in situ, le aporta un aire fresco a la escena local y le brinda al público una experiencia distinta,

 

Delfina Helguera: Es Licenciada en Letras (UBA). Ha sido co-representante de Sotheby’s filial Argentina. Socia fundadora de la Asociación Amigos de Malba. Dirige Lavinia Subastas de Arte. Es profesora de Curaduría I y de Mercado de Arte y es Directora del Departamento de Arte y Diseño en el Instituto Universitario ESEADE.

Por qué seguir diviendo el Ministerio de Economía es un error

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 27/12/16 en: http://www.infobae.com/opinion/2016/12/27/por-que-seguir-diviendo-el-ministerio-de-economia-es-un-error/

 

De acuerdo a las declaraciones del jefe de gabinete, Marcos Peña, el cambio no se produce por cómo hay que manejar la economía sino por una cuestión de trabajo en equipo. De esa afirmación se desprende, en principio, que no debería haber demasiados cambios en la política económica en marcha que, por cierto, carece de un plan económico global.

No veo que con la llegada de Dujovne se anuncie un plan económico global porque se sigue dividiendo el ministerio de Economía lo cual hace inmanejable la economía. Francamente lo veo más como un problema de interna del gobierno. De personalidades y de ambiciones de poder. No veo el cambio como un tema de fondo. Es decir, coincido con Marcos Peña, no hay un cambio para cambiar la política económica, sino por una cuestión de enfrentamientos personales.

Creo que dividir el Ministerio de Economía en tantos compartimentos alegando que hay trabajo en equipo no sirve. La herencia k es terrible. Lo que dejó el kirchnerismo es tan dramático que, bien explicado a la población y a los otros partidos políticos y con medidas consistentes.

La división en el manejo de la economía en tantas partes refleja, a mi juicio, que Macri está leyendo mal el problema. No advierte que la economía requiere de consistencia en las medidas y una cabeza que tenga todo el plan, junto con un buen equipo de colaboradores.

El ascenso de Luis Caputo como ministro de Finanzas muestra que se seguirá utilizando el endeudamiento externo para financiar la brecha fiscal, lo cual puede terminar afectando el comercio exterior por caída del tipo de cambio real.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Una decisión política que abre interrogantes

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 27/12/16 en: http://www.infobae.com/opinion/2016/12/27/una-decision-politica-que-abre-interrogantes/

 

Si bien las expectativas económicas para el segundo semestre, así como las metas fiscales e inflacionarias prometidas por Alfonso Prat-Gay al inicio de su gestión, no se han cumplido, su salida del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas responde más a cuestiones políticas que económicas. Este no sólo es el mensaje que ha dado a entender el jefe de gabinete, Marcos Peña, sino que Prat-Gay ha seguido una política muy gradualista, acorde con las preferencias del Gobierno. Los mayores desacuerdos que se mencionan son la falta de juego en equipo, con cortocircuitos en la reforma del impuesto a las ganancias como la gota que rebalsó el vaso.

Sin dudas las medidas más importantes de Prat-Gay se encuentran al inicio de su gestión: la salida del cepo cambiario y el arreglo con los holdouts. A estas dos medidas se suma también un inicio de normalización en las relaciones internacionales de Argentina. Sin quitar mérito a estas medidas, es importante contextualizarlas. La dificultad en la salida del cepo y el arreglo con los holdouts era más una cuestión política que técnica. El desafío que el kirchnerismo no pudo superar fue tomar la decisión más que diseñar un complejo plan económico. En el caso de los holdouts, tampoco había mucho margen de opción dado el fallo en firme del juez Thomas Griesa. Así como es justo contextualizar estas medidas, también es justo no minimizar estos logros de Prat-Gay.

La misma audacia y velocidad que se vio en la salida del cepo y el arreglo con los holdouts, sin embargo, no se vio en la corrección del mayor desequilibrio macro de la economía argentina: el déficit fiscal con una carga tributaria récord. Con una economía regulada, asfixiada con impuestos y un Estado insostenible, no debería ser sorpresa que la esperada lluvia de dólares no se haya materializado. Podría decirse que el mismo Prat-Gay desconfiaba de los resultados de su cartera, dado que ha apelado a un discurso del miedo, en lugar de confianza, para atraer recursos vía el blanqueo de capitales. El argumento de Prat-Gay consistía en avisar que quien no blanquease no iba a tener dónde esconderse, no en seducir con un consistente y sólido plan económico. Lamentablemente no se puede repetir demasiado, el problema que sigue sin solución es el déficit fiscal en un contexto donde ya no es factible seguir subiendo impuestos. El 2016 no va a mostrar una gran mejora en esta larga serie de desenfreno en el gasto público.

Sin embargo, dado que la salida de Prat-Gay sería más por cuestiones políticas que económicas, la decisión de removerlo por parte de Mauricio Macri abre algunos interrogantes. Cambiemos asumió el gobierno con una situación económica crítica, no asumió una economía estable que necesitase quizás ajustes menores. Lo que hace falta es cirugía mayor, no una aspirina para un resfrío pasajero. Es necesaria una reforma tributaria integral, una reforma del Estado integral, una reforma regulatoria integral, etcétera. Sin embargo, las decisiones económicas han quedado dispersas en quizás hasta diez personas distintas (ver nota). Imaginemos que las decisiones de salud o educación públicas estuvieran divididas en hasta diez personas, ¿esperaríamos grandes cambios y eficiencia, o esperaríamos lentitud, ruido entre los secretarios y problemas de gestión? ¿Por qué sería distinto en economía, justamente cuando el país necesita grandes cambios?

El débil desempeño de la economía argentina en el segundo semestre no se debe a la falta de juego en equipo de Prat-Gay, sino a la falta de decisiones económicas más audaces. El gradualismo pasó de ser una promesa de reformas lentas a ser un gradualismo tortuga, a ser finalmente un gradualismo en sentido contrario al necesario. El nivel de empleo público, el déficit fiscal comenzaron a aumentar en lugar de caer de manera gradual. No va a ser suficiente para revertir la situación económica de manera consistente y sostenible que Nicolás Dujovne y Luis Caputo jueguen en equipo más que Prat-Gay; es necesario comenzar a enviar señales claras de reformas de fondo. Cambiemos no debe darse el lujo de que el gradualismo implique que se vayan los cuatro años de gobierno sin reformas serias. En los próximos meses veremos si el nuevo equipo económico mantiene el gradualismo de Prat-Gay (más despacio no se puede ir) o si se aceleran las reformas económicas (una postura más shock, por más que le pese al actual Gobierno el uso de esta palabra).

La división de la cartera económica en dos, a su vez, invita a cuestionarse si en realidad hay un ministro de Economía o si lo que tenemos son secretarios (mini-ministros), donde en los hechos el ministro de Economía es la Casa Rosada. Esta es una audaz y peligrosa jugada política, dado que si la economía no repunta como se espera y no se percibe una clara autoridad económica, el costo político caerá en la Casa Rosada y no en los ministros, que pueden funcionar como fusibles políticos. Pasado ya un año de gobierno de Cambiemos, el nuevo cambio en la cartera de Economía pone otro tiempo de espera en el que el nuevo equipo económico debe asumir y comenzar a tomar sus decisiones. Así, mes a mes el gradualismo se va comiendo tiempo preciado para reformar la economía argentina de una buena vez.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

Una meta fiscal que no se cumplió, porque no había convicción para concretarla

Por Adrián Ravier. Publicado el 27/12/16 en: http://www.lagaceta.com.ar/nota/713018/economia/meta-fiscal-no-se-cumplio-porque-no-habia-conviccion-para-concretarla.html

 

Con Mauricio Macri nace una nueva forma de hacer política, parecida, quizás, al modo de administrar una empresa. Se fijan metas, se deja trabajar y luego se evalúa la performance. Ha llegado el momento de evaluar a los ministros y Alfonso Prat-Gay tenía una meta fiscal que no cumplió, porque jamás estuvo convencido de ella.

En este primer año se priorizó ordenar la economía, tras la pesada herencia representada en los tres grandes desequilibrios: fiscal, monetario y cambiario. Comenzando por este último, Prat-Gay y Federico Sturzenneger, titular del Banco Central, trabajaron en conjunto para levantar el cepo cambiario, para arreglar con los holdouts y para acceder al crédito externo que le ayude al Gobierno en su estrategia de gradualismo. Sturzenegger, además, logró convencer al mercado de que las metas de inflación son viables, pero Prat-Gay no sólo no logró sus objetivos del segundo semestre, sino que tampoco pudo alcanzar la meta fiscal de 4,8 % de déficit primario que se había planteado. Si el déficit no fue mayor al actual se debe a que el blanqueo ofreció recursos extraordinarios que resultaron en una rueda de auxilio.

El incumplimiento de esta meta fiscal puede recibir variadas lecturas y hasta justificarse por medidas que incluyeron aspectos que estaban fuera del alcance del ministro saliente. Pero las metas de 2017, necesariamente, deben ajustar las tuercas de la cartera de Hacienda y Prat-Gay no está convencido de ello. No sólo descree que sea oportuno ajustar el déficit por las elecciones próximas, sino que su modo de entender la economía desaconseja apuntar al déficit fiscal en un contexto recesivo.

Está fuera de mi alcance comprender si la decisión es política, por la forma individualista de hacer política económica de Prat-Gay y su poco entendimiento con el jefe de Gabinete (Marcos Peña), pero me gustaría creer que Macri comprendió que fomentar la demanda agregada mediante gasto público en 2017 bien puede ser de ayuda para ganar las elecciones y mostrar cierto crecimiento, pero esa tendencia peligrará en 2018 si se pierde otro año en materia de metas fiscales. Me gustaría creer que Macri comprendió que el problema madre que tiene la Argentina es fiscal, y que sólo mediante un ajuste su Gobierno puede terminar con una economía en auge sostenible.

Nicolás Dujovne ha sido la persona elegida para avanzar en el desafío fiscal, y tiene más perfil docente que experiencia en el sector público. El Frente Renovador emitió algún comentario que identifica a Dujovne como un economista ortodoxo que acelerará el ajuste fiscal. Mi lectura, sin embargo, es diferente. Dujovne continúa el gradualismo y el foco se coloca en la comunicación. Vale como ejemplo la siguiente referencia suya: “si el Gobierno lograra mantener el gasto congelado, por los próximos cinco años, y si la economía creciera 3% por año, el gasto en relación con el PBI bajaría de 45% a 39% en 2021. Y si esa estabilidad del gasto permaneciera por diez años, caería hasta 34% del PBI en 2026.”

Con Dujovne no habrá ajustes o recortes de gasto. Las críticas de Dujovne a Prat-Gay o a Sturzenegger no son de fondo sino de forma. Mi lectura de sus notas es que cuestiona la estrategia de comunicación, más que las propias metas fijadas. Da la sensación de que mantendrá el foco en las mismas metas de déficit primario de 3,3% para 2017 (aún cuando el Presupuesto lo estima en 4,2 %); del 1,8 % para 2018 y del 0,3 % para 2019, pero con alguien que está convenido de su importancia.

Además pondrá foco en dos temas centrales: la fuerte presión tributaria, que a Dujovne le parece injusta e inviable, y la enorme proporción de empleo informal, que daría lugar a cierta flexibilización. El mercado ha reaccionado con tranquilidad ante este cambio. El dólar y el Merval prácticamente operaron sin cambios. Pero es más un cambio de nombres que de fondo y sustancial en la política fiscal. Sería deseable que las metas fiscales se construyan sobre el déficit consolidado y no sobre el primario, especialmente en una serie de años donde la Argentina acumulará nueva deuda con su consecuente pago de intereses.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.