Financial bubbles and macro prudential policy

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 30/9/15 en: http://soundmoneyproject.org/2015/09/financial-bubbles-and-macro-prudential-policy/

 

In the field of monetary policy, there is one question that must necessarily be addressed: what should a central bank do in light of a financial bubble? Should it try to burst the bubble as soon as it arises or engage in damage control after a financial crisis occurs?

Personally, I don’t think that there is any one answer to this question- it would depend on too many variables. But there’s one solution that central bankers might consider: not creating bubbles in the first place. After all, bubbles don’t fall from the sky: for financial bubbles to occur, monetary policy must deviate from monetary equilibrium

For whatever reason, however,  mainstream analyses aren’t discussing the sources of financial bubbles. It is taken for granted that financial bubbles occur unpredictably as a result of irrational behavior and so central banks are simply tasked with either bursting bubbles or taking on the costs of a financial crisis.

A financial bubble occurs when the price of assets are with respect to what the fundamentals would justify. For instance, if the price of a stock of a company is justifiable by how well the company is doing and expected to do, then there is no bubble. But if the price is higher than the company’s value based on its actual performance and outlook, then there is a bubble. Because the price of stocks is expected to grow in the mid and long terms in a healthy and growing economy, rising prices of financial assets do not suggest that there is monetary disequilibrium.

The problem is that expectations of higher financial stock prices are not enough to explain a bubble. If I suspect that stock prices are constantly rising, then I can buy a stock and sell it afterwards. To do this, however, I need the resources to buy the stocks in the first place. The extra money used to buy financial assets need to come from either 1) consumption or 2) savings. The price of goods should fall or interest rates should rise; both effects counteract the incentive to buy financial stocks.

It would be a different story if the required monetary resources were to come from newly printed money. Miscalculated expectations would still need to be financed through a monetary policy deviation on behalf of the central bank. Instead of focusing on price levels, unemployment and output, central banks should instead focus on monetary equilibrium, allowing other variables to work their way to their own equilibriums. After all, a central bank is a key participant in the money market. As an institution that affects the supply of money, it’s ideal goal should be to keep an equilibrium between the money supply and money demand. This is the central idea behind the so-called “Hayek’s rule” or NGDP targeting.

Having the right target really is the best macroprudential policy.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

¿Cuál es la ideología del papa Francisco?

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 23/6/2015 en: http://es.panampost.com/editor/2015/06/23/cual-es-la-ideologia-del-papa-francisco/

 

Acusado de «socialista», defiende políticas de libre mercado con acento en la redistribución, señalan expertos

Poco después de la elección del papa Francisco, los comentaristas comenzaron a reflexionar: ¿es el papa un socialista? Este fue el caso especialmente en Estados Unidos. Algunas de las declaraciones en su nueva encíclica papal seguramente reavivarán el debate.

Los términos que mejor podrían describir las opiniones sobre economía política del papa, tales como “peronismo sin corrupción”, “seguidor de la Tercera Vía,” o “corporativista”, son demasiado difíciles de explicar al lector u oyente promedio. Así que no es de extrañar que el adjetivo “socialista” comenzó a aparecer con frecuencia en los medios de comunicación de Estados Unidos en conjunción con “papa Francisco”, especialmente entre los presentadores populares de radio con orientación conservadora, como Rush Limbaugh o Mark Levin.

El socialismo generalmente es considerado como de izquierda, por lo que es natural que la gente se pregunte: ¿es el papa izquierdista?

Como soy economista, a veces veo todo por el lente de mi disciplina. “Izquierdista” en mi vocabulario, significa alguien que defiende y promueve un mayor papel del Estado en la economía; que quiere ampliar el control gubernamental de los medios de producción; que promueve una redistribución que no respeta los derechos de propiedad; y que apoya y defiende los regímenes que promueven políticas similares, como Cuba o Venezuela.

Pero no todo es economía o política. Consideremos el tema de la familia, por ejemplo. Muchas ideologías de izquierda, como el marxismo, atacaron a la propiedad privada y la familia tradicional, casi con la misma pasión. En este tema, el papa no encaja en el molde del ala izquierda.

En Argentina, en su papel como cardenal Bergoglio, tuvo declaraciones fuertes contra aquellos que estaban tratando de redefinir el matrimonio. Incluso definió la iniciativa como una “campaña diabólica”. Él nunca se alineó con la rama de la Teología de la Liberación que se apoyaba en el marxismo como principal base de su economía política. Además, durante el Gobierno militar, no era un crítico tan fuerte como la izquierda esperaba que fuese.

Un izquierdista nunca habría nombrado al cardenal George Pell para ser el primer prefecto de la recién creada Secretaría de Economía, que tiene autoridad sobre todas las actividades económicas de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano. Pell no avala gran parte del alarmismo por el cambio climático, y entiende la importancia del papel de la libre empresa para lograr sociedades prósperas y virtuosas.

El año pasado, en un prefacio de “Pobre para los Pobres”, un libro publicado por el Vaticano, el Papa Francisco escribió: “esta es una gran verdad. El dinero es una herramienta que de alguna manera —como la propiedad— amplía y mejora las capacidades de la libertad humana, lo que le permite operar en el mundo, actuar, dar sus frutos. En sí mismo es una buena herramienta, como casi todas las cosas que el hombre tiene a su disposición que expanden nuestras oportunidades”. Pero advirtió que la misma herramienta podría ser utilizada para objetivos malvados. Unos meses después, remarcó: “el dinero es el estiércol del diablo”.

El papa piensa que si los actores clave en los Gobiernos, las empresas y la fuerza laboral, simplemente se comportaran bien, entonces todos estaríamos mejor, especialmente los pobres. Puede considerarse como un nacionalista, optimista del intervencionismo económico. Pero, ¿izquierdista? No en muchos frentes.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

Sistema de salud cubano: Una mentira forrada en propaganda

Por Belén Marty: Publicado el 30/9/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/09/30/sistema-de-salud-cubano-una-mentira-forrada-en-propaganda/#.Vgw67QUmk98

 

La visita a un hospital en una zona no turística de La Habana desmorona el mito comunista de la «calidad universal» del sistema de salud cubano

 

cuba

Los hospitales de La Habana se caen a pedazos. Literalmente. Se cae también con ello el discurso propagandístico de la elite castrista sobre las bondades del sistema de salud cubano, apenas piso los primeros escalones de la guardia de un hospital en el barrio (no turístico) de San Miguel en La Habana.

Entro vestida como cubana y con la recomendación de no hablar; mi acento argentino me iba a delatar apenas dijera “hola”. Un disidente y miembro del Partido Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) me acompaña. El será mi guía y mi mentor en este viaje al corazón de la medicina comunista.

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Cuando entramos, a las 22 horas de un sábado cualquiera, tres de los cuatro pisos del hospital —uno de los 270 que hay en el país— no estaban funcionando por el horario. Solo estaba habilitada la zona de urgencias.

“Hace cuatro horas que estamos esperando la ambulancia”, grita un cubano a quien, vestido de verde, pareciera ser un médico. Lo escucho mientras me siento en la única hilera con cuatro asientos de plástico en la sala de espera. Mi amigo permanece inmóvil y me hace una seña para que permanezca en silencio y para que escuche los comentarios de los pacientes y sus familiares.

Pasan 20 minutos y todo seguía igual. El hombre que había gritado, permanecía al lado de su madre, tendida en una camilla improvisada, ya cada vez menos paciente. Parecían dos personajes de la obra Esperando a Godot.

El ambiente bien podría simular un campamento sanitario por la falta de equipamiento médico básico.

Me levanto para seguir recorriendo el establecimiento sanitario. Dos enfermeras me miran pero no dicen nada, mientras entramos a la parte que alberga a los pacientes más críticos. Allí comienza el área con aire acondicionado.

Mi acompañante —que vive de manejar un taxi para cubanos, con un recorrido fijo por las calles de La Habana— me indica que todos los médicos presentes estaban todavía en la escuela. Los miro y ninguno de ellos superaba  los 25 años. De todas maneras, no teníamos forma de corroborarlo.

Los familiares, como camilleros. (PanAm Post)

El único baño disponible en el hospital tenía un solo inodoro, la puerta no cerraba —había que hacer sus necesidades a la vista de todos—, no había papel higiénico y estaba totalmente sucio y antihigiénico.

Los cubos de basura de la sala tenían a simple vista residuos biológicos. Las camas estaban sin sábanas, y con un suero colgante como única tecnología. Los carteles de los consultorios estaban escritos a mano. Fuera de ellos, unas cuatro personas en cada uno. La espera mínima, de unas tres horas.

No vi camilleros. Llega otro hijo con su madre, empujándole la camilla, y se queda esperando al lado de los pacientes que a su vez, esperaban la ambulancia.

Las bondades del sistema

El sistema de salud cubano depende del Ministerio de Salud Pública, quien se encarga de centralizar la política pública sanitaria en el país. El sistema, gratuito para los cubanos, ha sido siempre utilizado por el régimen castrista como propaganda del régimen.

“La garantía de atención médica gratuita a toda la población cubana se convirtió desde los primeros momentos del triunfo de la Revolución en uno de los paradigmas sociales fundamentales. Esto se corresponde con la esencia humanista y de justicia social que caracteriza a nuestro proceso revolucionario”, precisa Granma, el medio del Partido Comunista, en uno de sus artículos.

 

https://soundcloud.com/panampost/que-se-terminen-las-mentiras-en-cuba

 

Cuba está, además, calificada año tras año por organismos como la Unicef como un país desarrollado por sus bajos índices de mortalidad infantil.

El gasto total en salud como porcentaje del PIB en Cuba es del 8,8%. En la región, Argentina invierte 7,3 por ciento, y Estados Unidos, 17,1%, mientras Canadá destina un 10 por ciento, según datos del Banco Mundial para el período 2010-2014. En estos países, sin embargo, a diferencia de Cuba, la estimación incluye tanto inversión pública como privada.

“La garantía de atención médica gratuita a toda la población cubana se convirtió desde los primeros momentos del triunfo de la Revolución en uno de los paradigmas sociales fundamentales. Esto se corresponde con la esencia humanista y de justicia social que caracteriza a nuestro proceso revolucionario”, explican desde Granma.

Las bandejas con restos de comida. (PanAm Post)

El cineasta Michel Moore en 2007 publicó un documental en el que ciudadanos estadounidenses visitaban Cuba para una atención gratuita en salud. En el film aclara que a los protagonistas se les presta atención de la misma calidad que a cualquier ciudadano cubano de a pie.

“La única cosa que los cubanos sí tienen es un servicio universal gratuito de salud. Son conocidos en el mundo entero por tener no solo uno de los mejores sistemas de salud universales, sino también por ser un país generoso en proveer médicos y equipos a países del Tercer Mundo”, explica Moore en su película Sicko.

Yilian Jiménez Expósito, directora general de la Comercializadora Servicios Médicos Cubanos, destacó en una entrevista con Granma que “el secreto es el resultado de un médico formado en un sistema socialista, don­de nunca se ve al paciente como una mercancía o un cliente; donde cada ciudadano tiene el derecho a la cobertura de salud desde que nace hasta que muere, sin distinciones”.

Por su parte, Hilda Molina, neurocirujana devenida en opositora al régimen, sostuvo que el sistema de salud es totalmente controlado por el Estado. Es decir, se eliminaron las modalidades de medicina privada y cualquier otra organización independiente.

Cubanos entrando con todo tipo productos al hospital. (PanAm Post)

“Estas arbitrarias medidas, además de sus múltiples implicaciones negativas, tuvieron nefastas consecuencias desde el punto de vista ético: se sustituyó la sagrada relación médico-paciente, por una impersonal relación Estado-paciente. Cuando los enfermos están obligados a atenderse con los médicos y en los centros que decide el Gobierno, sin otras opciones, viven consciente o inconscientemente inmersos en una angustiosa sensación de inseguridad”, advirtió la médica cubana.

Indicó asimismo que el sistema de salud es absolutamente politizado: “jamás el régimen comunista ha garantizado a los que habitamos esta isla, ni igualdad ni equidad en lo que a servicios médicos se refiere. La élite gobernante, sus familiares, amigos y protegidos, han recibido siempre una atención diferenciada, superior a la de la población”.

Me retiro de aquel hospital luego de un par de horas de observación. Ya en la calle alcanzo a preguntarle a mi amigo cubano qué era lo que un grupo de personas estaban llevando en sus manos al ingresar al edificio.

Me dice: “Bueno, chica, que quieres, se traen todo porque allí no les dan nada. Almohadas, sábanas, medicamentos. Qué más: todo”.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

La herencia no es solo económica

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 30/9/15 en: http://opinion.infobae.com/nicolas-cachanosky/2015/09/30/la-herencia-no-es-solo-economica/

 

Independientemente de quién sea electo, el próximo presidente deberá afrontar una seria herencia económica. Inflación, un abultado déficit fiscal, una presión fiscal récord, serios problemas en la administración del Banco Central, cepo cambiario y default, entre otros problemas. En una nota anterior comentaba que el kirchnerismo puede estar dejando indicadores económicos peores a los que el menemismo dejó a de la Rúa. La herencia que el kirchnerismo deja al próximo Gobierno, sin embargo, no es solo económica.

¿Qué herencia deja el Frente para la Victoria en temas, por ejemplo, como corrupción, eficiencia de Gobierno y calidad del marco regulatorio? El kirchnerismo ha estado en el Gobierno por doce años con mayoría en el Congreso, ¿qué mejoras se perciben en la calidad de Gobierno y administración durante tan larga gestión? El siguiente gráfico  muestra la percepción en control de corrupción, eficiencia de gobierno, calidad regulatoria, imperio e igualdad ante la ley (rule of law), y transparencia y rendición de cuentas (libertad de expresión, representación de los políticos). Los valores pueden oscilar entre -2,5 (peor) y 2,5 (mejor).

WGI

Si bien el último dato disponible es al 2013, los valores no dejan de ser representativos, dado que no se han dado importante mejoras en ninguna de estas variables. Los valores del 2013 se contrastan con dos puntos de referencia, el fin del menemismo (1999) y el inicio del kirchnerismo (2003). Dos lecturas se desprenden de estos datos. En primer lugar, doce años de gestión K no dejan una administración con una percepción claramente superior a la del fin del menemismo. Por ejemplo, el fin del mandato K muestra un leve empeoramiento en eficiencia de Gobierno y calidad regulatoria. En otras palabras, Argentina estaría algo mejor regulada por el menemismo, más allá de lo pobre que podamos considerar su desempeño. En segundo lugar, el kirchenismo muestra más empeoramientos que mejoras respecto al 2003.

Eficiencia de Gobierno, calidad regulatoria, y transparencia y rendición de cuentas es donde se ve un mayor retroceso. No hay, sin embargo, significativos avances en otras variables. Estos indicadores, a su vez, no capturan los eventos sucedidos del 2014 a la fecha (Hotesur, ausencia de indicadores de pobreza, fraude en las elecciones de Jujuy, etc.) Tras doce años catalogados como “década ganada”, el kirchnerismo no ha podido mostrar mejoras significativas al público en ninguno de estos indicadores. ¿Dónde han estado los avances en control de la corrupción? ¿Eficiencia de Gobierno o mejoras en el marco regulatorios? Menos aún en transparencia y rendición de cuentas, donde ni siquiera se puede confiar en las variables más elementales del Indec, como inflación.

Entre los países con mejor percepción institucional y de Gobierno se encuentran Finlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia y Noruega. Con indicadores similares a los de la gestión K se encuentran países como Armenia, Algeria, Etopía, México, Colombia, Rusia, Ecuador y El Salvador, entre otros. El partido que lleva en estas elecciones a Daniel Scioli muestra serias falencias no solo en materia económica, sino también en materia institucional.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

¿QUÉ SON LOS HÉROES?

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Personalmente no me gusta la expresión “héroe” porque está manchada de patrioterismo y atribuida generalmente a personas que en realidad han puesto palos en la rueda en las vidas de su prójimo. Por otra parte, Juan Bautista Alberdi escribió en su autobiografía que “la patria es una palabra de guerra, no de libertad” puesto que hay otras formas de expresarse menos pastosas para referirse al terruño de los padres.

 

El manoseo creciente de las palabras héroe y patria ha hecho que se desfiguren y trastoquen. La primera,  según el diccionario  es la “persona que ha realizado una hazaña admirable para la que se requiere mucho valor”.

 

Me inspiró esta nota una parte de uno de los libros de John Stossel (No, They Can´t) que alude a los héroes  preocupado porque la mayor parte de la gente los relaciona con políticos y militares pero aclara que esos en general han manipulado vidas y haciendas ajenas, por lo que para él los verdaderos héroes son pioneros y empresarios creativos y los intelectuales de la libertad que han contribuido enormemente a mejorar la vida de todos.

 

Señalo que esto que apunta Stossel tiene una larga tradición que descubrí comienza de manera sistemática con el decimonónico Herbert Spencer en su libro titulado El exceso de legislación. En esta obra Spencer despotrica muy fundadamente contra los aparatos estatales que destrozan autonomías individuales y subraya la arrogancia de gobernantes a pesar de que “todos los días registra la crónica algún fracaso, todos los días reaparece la idea de que no hace falta más que una ley del Parlamento y una tropa de empleados para llevar a cabo un fin cualquiera apetecido”, y agrega “siempre he estado predicando el desengaño: no pongaís vuestra confianza en la legislación”.

 

En esta dirección, Spencer subraya que “la iniciativa privada ha hecho mucho, y lo ha hecho bien. La iniciativa privada ha roturado, desecado y fertilizado el país y edificado ciudades, ha excavado minas, tendido vías de comunicación, abierto canales y establecido ferrocarriles; ha inventado y llevado a perfección arados, telares, máquinas de vapor, prensas de imprimir e innumerables máquinas; ha construido nuestros buques, nuestras vastas manufacturas, nuestros muelles; ha establecido bancos, sociedades de seguros y periódicos; ha cubierto el mar con líneas de vapores y la tierra de telégrafos eléctricos. La iniciativa privada es la que ha traído a la altura en que al presente se encuentran la agricultura, la industria y el comercio y las está desenvolviendo con creciente rapidez”.

 

Para no decir nada de la medicina que ha estirado la expectativa de vida de modo notable y tantos descubrimientos e iniciativas resultado de tecnologías que en la época de Spencer sonarían  a magia imposible. En este contexto, la mayor parte de las veces los aparatos estatales teóricamente encargados de velar por la justicia y la seguridad se convierten en un implacable Leviatán que todo lo destruye a su paso.

 

La antedicha tradición spencerina fue retomada por Alberdi, quien en el tomo octavo de sus Obras completas concluye que “si recordamos, dice Herbert Spencer, que toda la historia está llena de los hechos y gestos de los reyes, en tanto que los fenómenos de la organización industrial, visibles ellos son, no han logrado sino recientemente atraer un poco de atención; si recordamos que todas las miradas y pensamientos se dirigen a las acciones de los que gobiernan, que nadie hasta estos últimos tiempos tenía ojos ni pensamientos para los fenómenos vitales de cooperación espontánea a los cuales deben las naciones su vida, su crecimiento y progreso”.

 

Los usos reiterados del héroe y la patria afloran en obras que encierran el germen de la destrucción de las libertades individuales como el “superhombre” y “la voluntad de poder” de Nietzsche o “el héroe” de Thomas Carlyle. Este último, en su célebre conferencia en Londres del 22 de mayo de 1840 estimó que “puede reconocerse como el más importante entre los Grandes Hombres aquél a cuya voluntad o voluntades deben someterse los demás […] es resumen de todas las figuras del Heroísmo […] toda dignidad terrena y espiritual que se supone reside para mandar sobre nosotros, enseñarnos continua y prácticamente, indicarnos que tenemos que hacer día tras día, hora tras hora”.

 

Difícil resulta concebir una visión más cavernaria, de más baja estofa, de mayor renunciamiento a la condición humana y de mayor énfasis y vehemencia para que se aniquile y disuelva la propia personalidad en manos de forajidos, energúmenos y megalómanos que, azuzados por poderes omnímodos, se arrogan la facultad de manejar vidas y haciendas ajenas, siempre en el contexto de cánticos sobre patriotas y héroes.

 

Este tipo de razonamientos y propuestas inauditas son los que dieron píe a los Hitler de nuestra época. De las ideas de Carlyle, esto dice Ernst Cassirer, el filósofo político, autor de numerosas obras, ex Rector de la Universidad de Hamburgo y profesor en Oxford, Yale y Columbia: “los primeros indicios del misticismo racial”, “una defensa abierta al militarismo prusiano” y “la divinización de los caudillos políticos y una identificación del poder con el derecho”. Por su parte Borges, consigna en su prólogo a la obra que reúne seis conferencias de Thomas Carlyle sobre la heroicidad que “los contemporáneos no lo entendieron, pero ahora cabe una sola y muy divulgada palabra: nazismo […él] escribió que la democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan […] abominó de la abolición de la esclavitud […] declaró que un judío torturado era preferible a un judío millonario”.

 

La manía del héroe y el líder indefectiblemente conducen a la prepotencia, al abuso de poder y, finalmente, al cadalso en nombre de la patria. Por eso resulta tan pernicioso que se les enseñe a estudiantes la historia como una narración bélica con elogios y salvas para la guerra y los guerreros, cuando no deben memorizar los pertrechos de cada bando sin entender el porqué de tanta trifulca. Lamentablemente, es cierto que la historia está colmada de hechos violentos pero enseñarla como algo glorioso, un hito y algo que debe ser venerado y objeto de admiración resulta sumamente destructivo y una buena receta para perpetuar y acentuar el mal.

 

Cada uno debe constituirse en líder de si mismo. Los caudillos y tiranuelos que son aclamados como líderes no hacen más que expropiar lo más preciado que posee el ser humano, cual es el uso de su libre albedrío para la administración de su propio destino al realizar sus potencialidades únicas e irrepetibles. Dice la primera acepción de héroe en el Diccionario de la Real Academia Española: “Entre los antiguos paganos, el que creía haber nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le reputaban más que hombre y menos que dios”. Si bien es cierto que hay otras acepciones como la que consignamos más arriba, la expresión de marras está teñida de un pesado tufillo a guerra, sangre, batalla, violencia y ferocidad.

 

Pero, en todo caso, si se insiste en recurrir a la expresión “héroe” debería aplicarse a personas excepcionales como Ana Frank, Sophie Scholl, Sor Juana Inés de la Cruz, Lucretia Mott, Voltairine de Cleyre, Rose Wilder Lane, Mary Wollstonecraft, Germaine de Staël, Isabel Paterson, Hannah Arendt, Taylor Caldwell, Mariquita Sánchez de Thompson, Victoria Ocampo, Alicia Jurado, Anna Politkovskaya, Edith Stein, Ayn Rand o Mallory Cross Johnson, solo para citar unos pocos nombres del mal llamado sexo débil que han dado extraordinarios ejemplos de fortaleza y coraje moral frente a cualquier signo de autoritarismo. Agrego el nombre de una joven que hoy vive en la isla-cárcel cubana desde donde se debate con una perseverancia arrolladora: Yoani Sánchez (cuando la revista Time la incluyó entre las cien personas más influyentes y apareció bajo el subtítulo de “héroes y pioneros”, ella escribió que prefiere “la simple categoría de ciudadana”).

 

El día en que en las plazas aparezcan las efigies de estas personalidades, podremos conjeturar que el mundo va en buena dirección…ya que como tituló uno de sus libros Jerzy Kosinski: No Third Path. En esta misma línea de mantener la brújula firme y los principios en alto, Albert Camus escribe en la introducción de El hombre rebelde: “No siendo nada verdadero ni falso, bueno ni malo, la regla consistirá en mostrarse mas eficaz, es decir, el mas fuerte. Entonces el mundo no se dividirá ya en justos e injustos, sino en amos y esclavos”.

 

Las inmundicias de los Stalin, Pol Pot, Mao, Hitler y Mussolini  de este planeta son consecuencia de las alabanzas al “hombre fuerte” en el poder, el carismático, para los que se tejen todo tipo de cánticos que rebalsan en referencias a lo heroico y grandioso a cuales les siguen personajes detestables tales como los Perón, Trujillo, Stroessner, Pérez Jiménez, Somoza y Rojas Pinilla que, si los dejan, se ponen a la altura o incluso superan en saña a sus maestros. En esta instancia del proceso de evolución cultural, solo hay la opción entre la democracia y la dictadura, no importa de que signo sea y, éstas, están siempre paridas de libros, artículos y conferencias que ensalzan al héroe como el mandamás de las multitudes.

 

Transcribo una anécdota horripilante de Paul Johnson en Commentary de abril de 1984 en la que relata uno de los casos en que se trata como héroe a un canalla: “en las Naciones Unidas en ocasión de la visita oficial de Idi Amin, presidente  de Uganda, el primero de octubre de 1975. Para esa fecha ya era un notorio asesino serial de una crueldad indescriptible; no solo había liquidado personalmente algunas de sus víctimas sino que las desmembraba y preservaba partes de las anatomías para consumo futuro: el primer caníbal con refrigerador […] A pesar de ello fue electo presidente de la Organización para la Unidad Africana y, en esa capacidad, fue invitado a dirigirse a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Su discurso fue una denuncia a lo que denominó “la conspiración zionista-nortemericana” contra el mundo “y demandó no solo la expulsión de Israel de las Naciones Unidas sino su extinción […] La Asamblea le brindó una ovación de pie cuando llegó, lo aplaudieron periódicamente en el transcurso de su discurso y, nuevamente, se pusieron de píe cuando dejó el recinto. Al día siguiente el Secretario General de la Asamblea [Kurt Waldheim] le ofreció una comida en su honor”.

 

Como he escrito antes, resulta que en medio de los debates para limitar y, si fuera posible, eliminar las acciones extremas que ocurren en lo que de por sí ya es la maldición de una guerra como los denominados “daños colaterales”, aparece la justificación de la tortura por parte de gobiernos considerados baluartes del mundo libre, ya sea estableciendo zonas fuera de sus territorios para tales propósitos o expresamente delegando la tortura en terceros países, con lo que se retrocede al salvajismo mas brutal.

 

También en la actualidad se recurre a las figuras de “testigo material” y de “enemigo combatiente” para obviar las disposiciones de las Convenciones de Ginebra. Según el juez estadounidense Andrew Napolitano el primer caso se traduce en una vil táctica gubernamental para encarcelar a personas a quienes no se les ha probado nada pero que son detenidas según el criterio de algún funcionario del poder ejecutivo y, en el segundo caso, nos explica que al efecto de despojar a personas de sus derechos constitucionales se recurre a  un subterfugio también ilegal que elude de manera burda las expresas resoluciones de las antes mencionadas convenciones que se aplican tanto para los prisioneros de ejércitos regulares como a combatientes que no pertenecen a una nación.

 

Termino con un pensamiento referido al proceso electoral para elegir gobiernos que si se toma con cuidado y responsabilidad, entre otras muchas cosas, puede modificarse la noción errada del héroe. Y no es con cuidado y responsabilidad que se encara la elección si de entrada afloran tremendas confusiones en el uso del lenguaje. La semana pasada Luis Alberto Lacalle -el ex presidente de Uruguay- muy atinadamente me dijo que resultaba un disparate aludir al recinto donde se vota como “cuarto oscuro” puesto que naturalmente en esas condiciones no se puede ver nada, por lo que es un pésimo comienzo para elegir bien, se trata del cuarto secreto como dicen los uruguayos.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

“Sabemos que el Papa Francisco no es el libertador de Cuba”

Por Belén Marty: Publicado el 29/9/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/09/29/sabemos-que-el-papa-francisco-no-es-el-libertador-de-cuba/#.VgsDL-2S7TQ.facebook

 

Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, instó al Pontífice a que reaccione frente a las constantes represiones que padecen los disidentes en la isla.

damas de blanco

“Bienvenidos a Cuba, ojalá puedan contar lo que sucede aquí con los derechos humanos”, dice cordialmente Berta Soler, la líder de las Damas de Blanco en las puertas de la iglesia de La Merced en La Habana, Cuba. A su lado se encontraban unas 20 mujeres que caminan todos los domingos junto a ella para pedir por la liberación de los presos políticos de la isla.

Cuba podrá ser conocida, por gran parte de la opinión pública, como un país con supuestos médicos excelentes, o por un servicio de salud envidiable —aunque se ha demostrado harta veces que no lo es—, pero para Soler Cuba es una prisión para todo aquel que piense diferente y se anime a expresarlo.

La defensora y activista por los derechos humanos accede a conversar con PanAm Post en en la húmeda y calurosa tarde jueves, tres días después de que el Papa Francisco se fue de la isla, rumbo a Estados Unidos.

Durante la conversación, algunas personas de la organización que Soler lidera la rodean, curiosas por la entrevista. Otras son muchachas que le sacan fotos con sus teléfonos celulares, y otros son agentes de seguridad del Estado, vestidos de civil.

Las Damas de Blanco marchan todos los domingos para pedir por la liberación de los presos políticos. (PanAm Post)

¿Esos son de la seguridad del Estado?

“Claro que sí, muchos visten de civil, pero ya los conocemos”

En Cuba se vive, se huele, se siente, se mira y se habla con miedo.

¿Qué le hubiese dicho al Papa, si hubiese tenido la oportunidad?

Le daría las gracias por llegar a Cuba y bendecir a su pueblo que está necesitado. Le diría que abogara por la libertad de los presos políticos y que orara por la libertad del pueblo de Cuba; que se pronunciara ante el régimen cubano para que cese la violencia policial, y que le pidiera al régimen libertad religiosa.

¿Qué piensa del mensaje del joven que le leyó una carta al pontífice para que en Cuba se respete a quien piense diferente?

Eso es correcto. Hay muchas palabras que dio, pero para que se puedan cumplir se necesita libertad, sino no se pueden cumplir. Lo más importante para el pueblo de Cuba es la libertad. Sabemos que el Santo Padre no es libertador de Cuba, ni que venía a conocerla, por que ya conoce de América Latina.

Esperábamos que se pronunciara a favor de que cesen las violaciones a los derechos humanos, especialmente la violencia policial. Por 22 domingos consecutivos, antes o después de misa, somos detenidas. Eso lo sabe el cardenal Jaime Ortega y también lo sabe el nuncio porque se lo hemos podido decir. También está todo en las redes sociales. En internet se sabe que está pasando.

Hay muchos cubanos exiliados que piensan que Las Damas de Blanco no han conseguido nada hasta ahora. ¿Qué les respondería?

Realmente la perseverancia triunfa algún día. Para los que no entienden, el régimen cubano tiene el poder, la fuerza, pero la fuerza moral y la verdad están de este lado. Para poder obtener algo tienes que superar obstáculos y pasar por muchas cosas negativas. La persistencia y la constancia vale mucho.

¿Cuáles son las próximas actividades de su organización?

Nosotras venimos desde el 30 de marzo de 2003 para quedarnos. Primeramente llegamos para abogar por la libertad de los presos políticos, del grupo de los 75, nuestros seres queridos. Luego nos ampliamos para abogar por la libertad de todos los presos políticos y también por el respeto por los derechos humanos.

Mientras existan presos políticos y sigan ingresando presos políticos vamos a seguir luchando. Cuando ya Cuba sea democrática nosotros vamos a ayudar a los niños que necesiten de nosotras, y otras obras sociales.

¿Por qué las reprimen si ustedes son pacíficas?

El régimen tiene miedo que se nos sigan uniendo personas del pueblo. Hay muchas damas de blanco que eran personas de pueblo que se nos han unido y que sienten lo mismo que sentimos las que tenemos familiares presos. Sienten y quieren una Cuba libre, democrática y soberana.

Saben bien que si nosotras salimos y no nos reprimen, van a haber muchas, pero muchas mujeres más al lado nuestro.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

¡¡Proyecto Solidario!!

 

ESEADE junto a Desde tu Lugar, estara colaborando con la FUNDACIÓN TEMAS, recoletando útiles escolares para talleres de aprendizaje comunitario.
Estaremos recibiendo las donaciones en la recepción de ESEADE (Uriarte 2472).
Necesitamos: Lápices negros + lapiceras azul o negra + goma de borrar + marcadores de colores + marcadores para pizarra + marcadores gruesos + plasticolas + afiches + cartulinas + cuadernos de tapa dura rayados (48 hojas).

¡¡Muchas Gracias!!

El costo de aislarnos del mundo

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 29/9/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1832109-el-costo-de-aislarnos-del-mundo

 

Uno de los grandes dramas de la economía argentina ha sido cerrarse al comercio mundial.

Aislarnos por miedo a competir. Aislamiento que trajo un creciente deterioro de la productividad y aumento de la pobreza.

Pero resulta que ahora no sólo se habla de sustituir importaciones, el nefasto mecanismo por el cual se somete al consumidor a la oferta de unos pocos productores locales que venden productos de baja calidad y a altos precios, sino que quieren inventar la pólvora lanzando la idea de sustituir exportaciones, entendiendo por tal cosa que en vez de exportar mercaderías hay que ponerle barreras a las exportaciones de esos productos para que se consuman internamente.

En rigor, este «invento» ya lo llevó a cabo el kirchnerismo limitando las exportaciones de carne para que se consumiera internamente. El resultado fue que se liquidaron 12 millones de cabezas de ganado vacuno y hoy comer carne es un verdadero lujo. La sustitución de exportaciones hizo que, finalmente, la carne fuera más cara y se perdieran miles de puestos de trabajo por la cantidad de frigoríficos que tuvieron que cerrar.

Lo mismo ocurrió con las restricciones a las exportaciones de lácteos, que derivó en el cierre de miles de tambos y familias enteras sin trabajo. O con el trigo, que al limitarse su exportación lo que se ha conseguido es que este año se siembre la misma cantidad de hectáreas que se había sembrado 100 años atrás.

Tomando datos de la Organización Mundial del Comercio, a principios del siglo XX las exportaciones argentinas representaban entre el 2 y el 3 por ciento del total de las exportaciones mundiales. Esta participación se mantiene hasta casi fines de la década del 40, es decir, el primer gobierno de Perón y un poco más allá del fin de la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, comienza una continua declinación de nuestra participación en las exportaciones del mundo llegando en la actualidad representar solo el 0,4% del total de las exportaciones mundiales. En toda la década del 90 y de la era kirchnerista las exportaciones argentinas representan el 0,4% de las exportaciones del mundo.

Si la Argentina se hubiese integrado al mundo como lo hicieron, por ejemplo, Canadá y Australia, y mantuviésemos un 2,5% del total de las exportaciones del mundo, las exportaciones argentinas deberían ser del orden de los U$S 475.000 millones anuales en vez de los U$S 60.000 millones que se exportarán este año.

Quienes defienden la sustitución de importaciones y de exportaciones debería formularse la siguiente pregunta: ¿Cuántos puestos de trabajo y riqueza dejaron de generarse por aislarnos del mundo? ¿Cuánta pobreza creamos al aislarnos del mundo?

Los datos muestran que cuando nos integramos al mundo, fines del siglo XIX y principios del XX, el PBI por habitante crecía al 3,6% anual y que, cuando nos aislamos del mundo, empezamos a crecer a una tasa anual del 1 por ciento.

La brecha del ingreso per cápita entre la Argentina y otros países se fue agrandando en detrimento nuestro. De acuerdo a los datos de Angus Maddison, en la década del 40, cuando definitivamente nos aislamos del mundo, la Argentina tenía un ingreso per cápita que era un 113% más elevado que el de España. En 2010, último dato disponible de la serie de Angus Maddison, España tenía un ingreso per cápita que era un 64% más alto que el nuestro.

Si hacemos la comparación con Irlanda, nosotros teníamos un ingreso per cápita que era un 48% más alto. En 2010, los irlandeses tenían un ingreso per cápita que era 115% más alto que el nuestro.

En la década del 40% el ingreso per cápita de Australia era un 52% más alto que el nuestro. En 2010 la diferencia llegaba al 150%. Con relación a Chile, en la década del 40 nuestro ingreso per cápita era 36% más alto que el de nuestro vecino y en 2010 el ingreso per cápita de Chile superaba al de la Argentina en un 35%.

Al cerrar la economía, la competitividad disminuye porque al vender sólo al mercado interno los costos fijos aumentan por unidad producida ya que se produce sólo para 40 millones de personas, algo totalmente diferente a producir para miles de millones de consumidores que podríamos captar en el mundo. Al mismo tiempo, el volumen de inversiones que se necesita para producir sólo para el mercado interno es mucho menor al que se necesita si se produce para el mundo. La inversión es menor, los puestos de trabajo se generan en menor cantidad y la productividad es tan baja que deriva en salarios reales cada vez menores.

El primer suicidio económico de la Argentina fue aislarse del comercio internacional mediante la sustitución de importaciones. Como si esto no hubiese alcanzado, ahora quieren sustituir exportaciones, algo que de hecho ya ocurrió al perder competitividad y tener una decreciente participación en el comercio mundial.

De ser un desierto, la Argentina se transformó, a partir de 1880 con la consolidación nacional, en una potencia económica. Una ola de inmigrantes, que no venían a buscar un plan social sino a trabajar, llegó a la Argentina. El valor del esfuerzo y el trabajo imperaban en estas tierras. Las inversiones fluían y las exportaciones no paraban de crecer. Ese resultado no fue casualidad, hubo un marco institucional llamado Constitución Nacional de 1853/60 que fue la base sólida sobre la cual se construyó un país que era admirado en el mundo.

Es seguro que ese enorme potencial que tenemos para crecer puede repetirse. Por supuesto que no bajo la locura de la sustitución de exportaciones e importaciones ni del populismo depredador. Puede lograrse recuperando los valores que imperaron en la Constitución que nos legó Juan Bautista Alberdi, ese genio tan ignorando en estos tiempos y que nos indicó que la integración al mundo era el camino.

Por ignorar a nuestros sabios próceres como Alberdi tiene un costo. Y así nos va.

 

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

LOS ESTADOS NACIÓN, LOS NACIONALISMOS Y EL ODIO A LOS INMIGRANTES

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 27/9/15 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2015/09/los-estados-nacion-los-nacionalismos-y.html

 

Cual marciano recién aterrizado, pero basándome en Ludwig von Mises (¿habrá sido él uno de ellos? :-)) ) insistí muchas veces en las ventajas económicas de la libre entrada y salida de capitales y de personas. Por supuesto que Donald Trump está equivocado en creer que la economía norteamericana se resentirá por la libre entrada de mexicanos, por supuesto que la Unión Europea está totalmente equivocada en su política de fronteras cerradas, porque pierden desarrollo y productividad; por supuesto que con una economía libre, cada persona es una fuente de producción, no un problema, y por supuesto que los estados providencia no han hecho más que agudizar el problema, al establecer una torta fija de redistribución que, por supuesto, es un juego de suma cero, como mucho: más para uno, menos para otro.

He señalado muchas veces, también, la contradicción de los que son partidarios de esas políticas intervencionistas y estatistas y luego reclaman solidaridad para inmigrantes y refugiados, al no darse cuenta de que producen precisamente las causas por los cuales todas esas personas quedan excluidas de la sociedad que intentan habitar.

Por supuesto que todo esto es difícil de entender y que además hay grupos de presión que no tienen ningún interés de entender nada, entre los cuales empresarios y sindicalistas son los peores.

Pero hay un problema más grave.

Después de la creación constructivista de los estados-nación del iluminismo, se produce (pocos los han visto, entre ellos, autores tan dispares como Feyerabend y Fromm (1)) una vuelta de campana con respecto a lo sagrado y fundamental en las sociedades. El problema de la cristiandad medieval no fue lo sagrado de la religión, como el problema del agua no es la humedad: el problema fue la relación casi solamente instrumental del “príncipe secular” a la autoridad religiosa. Pero, cuando después de siglos agitados se impone la secularización de la Revolución Francesa, el problema es peor. Como medios para lograr la unidad nacional bajo la secularización, se crean los símbolos nacionales: las banderas, los himnos, y toda la liturgia secularizada que los acompaña. Y a todo ello se lo “sacraliza”: se lo hace intocable. El pecado mortal, ahora, es no respetar esos símbolos que cumplen ahora el rol que cumplía antes la unidad religiosa. Claro, que la religión sea sagrada es, como dijimos, que el agua sea mojada, pero que esos símbolos NO religiosos sean sociológicamente sagrados no fue precisamente una evolución.

Muchos de estos estados-nación intentan superar la diversidad racial, pero no lo logran, y eso es gravísimo. A los símbolos nacionales, a la lengua nacional, a la salud y educación públicas y obligatorias, se agrega, más a-sistemáticamente, una unidad relativamente racial. Los blancos caucásicos son la mayoría de los estados nación europeos, y a pesar de que algunos estados-nación latinoamericanos, como la Argentina, tienen un porcentaje fundamental de inmigración europea, esa es la “sociológicamente aceptada”. Si, Argentina será una nación de inmigrantes, pero europeos. El típico nieto o bisnieto de españoles e italianos NO es “el otro”: esos son ya “nosotros”. El otro es el de los países limítrofes, ese sí es “el extraño” para el cual se practica un racismo vergonzante y escondido. Pero ese racismo no es fruto de la malicia, es fruto de que los horizontes culturales antiguos –herederos de las monarquías nacionales- juntan sus razas originarias con los nuevos estados-nación en una mezcolanza que escapa a la planificación del mundo feliz iluminista, produciendo en todo el mundo un racismo incorporado como parte del horizonte cultural.

Estados Unidos fue un caso único en la historia. Primero porque es el único caso en la historia donde la dicotomía laicista y racionalista entre lo estatal-secular y lo religioso-privado NO sucede: es una “nación” donde lo religioso tiene (¿tuvo?…) unadimensión pública NO estatal, cuestión muy difícil de entender para europeos y latinoamericanos. Segundo, porque es la única “nación” cuyo pacto fundacional NO está en orígenes nacionales-europeos comunes (por eso es una “nación” entre comillas) sino en la adhesión al pacto constitucional. Lo que constituye (¿o constituía?) a un norteamericano como tal es su adhesión a la Constitución, a la Declaración de Independencia y al Bill of Rights. No era la lengua, la raza, el aspecto, la religión, la cosmovisión: era el trabajar juntos bajo los mismos derechos. Y Maritain dijo muy claramente que el racismo contra el negro era una espina contradictoria clavada en la historia de los EEUU que debían superar o perecer. Pueden burlarse de Maritain, pero juzguen por ustedes mismos la historia posterior.

¿Demasiado bueno para ser verdad? Si, tal vez. El blanco, americano y protestante como bandera era una deformación mental tal vez inevitable luego del pecado original, es el Caín presente en medio del Abel Constitucional. Pero más evitables eran, tal vez, las políticas estatistas que fueron convirtiendo a los Estados Unidos en todo aquello contra lo cual Estados Unidos fue Estados Unidos. Ya sé que los rothbard-boys me van a decir que el problema estaba en la Constitución Federal; respeto esa opinión pero no me termina de convencer. De la Constitución Federal no derivaban (ni tenían que necesariamente derivar) el Welfare State, la Reserva Federal, los impuestos a la renta, la CIA o ser la policía del mundo. Pero todo ello sí que generó el muro que Donald Trump quiere levantar.

Aún hay esperanzas, tal vez. El afro-americano es ya un norteamericano. No está fuera de su casa, no es extranjero, es “afro” americano. Pero el racismo sigue presente, de un modo sutil e invisible. En los los wasp, por supuesto, y es visible, PERO fundamentalmente en aquellos que se consideran a sí mismos “latinos”. Es la línea argumental de la película Spanglish, la más racista de toda la historia del cine, donde la identidad de la protagonista es “ser hija de” su madre latina. Si yo me hiciera ciudadano de los EEUU, me molestaría que me llamaran “latino”: no, sería norteamericano, porque lo que me identificaría como tal es el juramento a la Constitución, en relación al cual mi raza es TOTALMENTE contingente. Pero los primeros ofendidos por mi postura serían la mayor parte de los argentinos.

El problema de la inmigración es, pues, este curioso racismo cultural, que Mises, cual profeta en un desierto, como siempre, trató de evitar en su gran libro Nation, State and Economy, de 1919. Pero parece que es imposible luchar contra el Caín que llevamos dentro. Los argentinos nietos y bisnietos de inmigrantes europeos se resisten por lo bajo a que cambie su raíz genética. No lo dicen, pero el no-europeo es para ellos inferior y “no argentino”. ¿Qué sucedería si recibiéramos una inmigración latinoamericana, negra y asiática en un 80 o 90 % que superara a “nuestros” genes europeos? Claro que en el dificilísimo caso de que tuviéramos una economía de mercado, ellos serían la solución económica, no el problema, pero el racismo biliar que nos constituye saldría por las orejas de modo vergonzante, precisamente porque creeríamos que “nuestra nación” está en peligro………….. Y es lo mismo que ahora sienten muchos norteamericanos y europeos. Claro, los Trump y etc no hacen más que ser re-transmisores, repetidoras culturales de todo ese odio inconsciente. Si, tal vez se necesiten más Gandhis, más Mandelas y más Luther Kings pero………… ¿Debemos fundar nuestras esperanzas en la rara aparición de esos cristos seculares?

El liberalismo clásico, la economía de mercado, no es una nación, precisamente. Es tal vez lo único que puede generar otras creencias con respecto al “extranjero”: en un “país” liberal no hay extranjeros, todos los que pisan el territorio y adhieren a la Constitución son ipso facto miembros de la comunidad política.

¿Pero no será el liberalismo clásico sólo el contrapeso de la historia de Caín? ¿No será por ello que el liberalismo clásico, el respeto al individuo, donde el otro es un par constitucional, sólo pudo emerger en una cultura judeo-cristiana? Pero si es así, ¿no será que su realización práctica será siempre muy imperfecta e inestable, porque sólo es la resistencia ante los poderosos muros del odio que nos constituye luego de la expulsión del paraíso?

 

Puede ser, pero ese no es motivo de desaliento: al contrario, es el ideal regulativo que debemos seguir defendiendo para evitar el infierno total, hasta que la segunda venida de Cristo nos libere para siempre de Caín.

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(1) «………El nacionalismo es nuestra forma de incesto, es nuestra idolatría, es nuestra locura. Su culto es el «patriotismo». No es necesario decir que por patriotismo entiendo la actitud que pone a la nación propia por encima de la humanidad, por encima de los principios de la verdad y la justicia, y no el interés amoroso por la nación de uno, que es interés por el espíritu de la nación tanto como por su bienestar material, pero no por su poderío sobre otras naciones. Así como el amor por un individuo que excluye el amor por todos los demás no es amor, el amor por el país propio que no forma parte del amor por la humanidad no es amor, sino culto idolátrico.

El carácter idolátrico del sentimiento nacional puede advertirse en la reacción contra las violaciones de los símbolos del clan, reacción muy diferente de la que se produce contra la violación de los símbolos religiosos o morales. Figurémonos que un individuo pisotea en medio de la calle, en una ciudad del mundo occidental y a la vista de las gentes, la bandera de su país. Muy afortunado tendría que ser para no morir linchado. Casi todo el mundo experimentaría un sentimiento de indignación furiosa, que no permite pensar objetivamente. El individuo que había mancillado la bandera habría hecho algo indecible, habría cometido un crimen que no es un crimen como los demás, sino el crimen, el único crimen imperdonable. No tan enérgica, pero, no obstante, cualitativamente igual, sería la reacción contra el individuo que dijera: «No amo a mi país», o, en el caso de guerra: «No me importa nada que gane mi país.» Esas palabras serían un verdadero sacrilegio, y el hombre que las pronunciara se convertiría en un monstruo, en un forajido, a los ojos de sus compatriotas. Para comprender la cualidad particular del sentimiento que esas cosas suscitan, podemos comparar esa reacción con la que tendría efecto si un individuo dijera: «Soy partidario de matar a todos los negros, o a todos los judíos; soy partidario de emprender una guerra para conquistar nuevos territorios.» Indudablemente, la mayor parte de la gente pensaría que era aquélla una opinión inmoral, inhumana; pero lo esencial es que no se produciría el especial sentimiento de una indignación profunda e indominable. Esa opinión es, desde luego, «mala», pero no es un sacrilegio, no es un ataque a «lo sagrado». Aun cuando un individuo hablara despectivamente de Dios, no despertaría el mismo sentimiento de indignación que se produce contra el crimen, contra el sacrilegio que es la violación de los símbolos del país. Es fácil racionalizar la reacción contra la violación de los símbolos nacionales diciendo que el individuo que no respeta a su país revela falta de solidaridad humana y de sentimiento social; pero, ¿no es eso igualmente cierto del individuo que defiende la guerra, o la matanza de gentes inocentes, o que explota a otros en su propio provecho? Indudablemente, la falta de interés por el país propio es una expresión de falta de responsabilidad social y de solidaridad humana, lo mismo que los otros actos que hemos mencionado; pero la reacción contra la violación de la bandera es fundamentalmente distinta de la reacción contra la carencia de responsabilidad social en todos los demás aspectos. Una de las cosas es «sagrada», es un símbolo del culto del clan, y las otras no lo son. Como las grandes revoluciones europeas de los siglos XVII y XIX no consiguieron transformar «la libertad de» en «libertad para», el nacionalismo y el culto del estado se convirtieron en síntomas de una regresión a la fijación incestuosa. Sólo cuando el hombre logre desarrollar su razón y su amor más que hasta ahora, sólo cuando pueda organizar un mundo a base de solidaridad humana y de justicia, sólo cuando pueda sentirse enraizado en un sentimiento de fraternidad universal, habrá encontrado una forma nueva y humana de arraigo, habrá transformado su mundo en una patria verdaderamente humana» (Fromm, E.: Psicoanlàlisis de la sociedad contemporànea, FCE, 1992 2da edición, pp. 55-56).

 

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

¿Qué es el cepo cambiario y cuáles son sus efectos en la Argentina?

Por Iván Carrino. Publicado el 25/9/15 en: 

 

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.