Ahora se alardea con los jóvenes idealistas y otros dislates en relación a los ponebombas y criminales que apuntaban a intensificar problemas en lugar de resolverlos y convertir a nuestro país en la islacárcel cubana. Entre las muchas documentaciones sobre las intenciones totalitarias de los terroristas se encuentra el formidable libro de Graciela Fernández Meijide en coautoría con Héctor Ricardo Leis titulado El diálogo. El encuentro que cambió nuestra visión sobre la década del 70.
Pero en estas líneas centramos la atención en el origen marxista de lo ocurrido, no solo entre laicos sino también entre miembros de la Iglesia. De allí es que, por ejemplo, el Padre Carlos Mugica haya declarado públicamente que «Marx y Engels no hicieron más que parafasear al Evangelio», y que «Mario Eduardo Firmenich, es un cristiano ejemplar» (La Razón, Julio 16, 1970). Y ese es el motivo por el que el Papa Francisco ha declarado el 11 de noviembre de 2016, en una entrevista al diario italiano La Repubblica: «Son los comunistas los que piensan como los cristianos», y la explicación por la cual uno de sus primeros actos de su pontificado fue el concelebrar misa con el Padre Gustavo Gutiérrez, el creador de la llamada Teología de la Liberación.
Recordemos que la primera influencia de Jorge Bergoglio en su juventud provino de la marxista doctora Esther Balestrino y su mentor en su período de ordenación fue Monseñor Enrique Angelelli, quien celebraba misa bajo la insignia de los Montoneros. Esto explica sus textos y declaraciones varias.
En este contexto, es oportuno reproducir una cita que recoge preocupaciones aun antes del actual pontificado y en pleno resurgir de las propuestas iniciadas primero en Medellín y más adelante en Puebla, expuestas por el sacerdote polaco Miguel Poradowski -doctor en teología, doctor en derecho y doctor en sociología- quien escribe en su libro El marxismo en la Iglesia: «No todos se dan cuenta hasta dónde llega hoy la nefasta influencia del marxismo en la Iglesia. Muchos, cuando escuchan algún sacerdote que predica en el templo, ingenuamente piensan que se trata de algún malentendido. Desagraciadamente no es así. Hay que tomar conciencia de estos hechos porque si vamos a seguir cerrando los ojos a esta realidad, pensado ingenuamente que hoy día, como era ayer, todos los sacerdotes reciben la misma formación tradicional y que se les enseña la misma auténtica doctrina de Cristo, tarde o temprano vamos a encontrarnos en una Iglesia ya marxistizada, es decir, en una antiIglesia».
LOS JUICIOS
Estimamos de especial interés subrayar que en los documentos originales promulgados por el ex Presidente Alfonsín (no los que adulteraron el prólogo de Ernesto Sábato a la Conadep y otras alteraciones) se pretendía no solo juzgar a los militares por sus conductas aberrantes sino juzgar a los terroristas y a los primeros por sus pares al efecto de proceder de acuerdo al juez natural (lo cual en su momento no fue bien comunicado, situación que mal informó a muchos sobre el debate circunscripto al concepto del juez natural, incluyendo en una primera etapa al que estas líneas escribe).
Esta iniciativa fue finalmente dejada de lado pues de manera inaudita los militares en funciones se pronunciaron en el sentido de aprobar las aberraciones llevadas a cabo por el régimen militar, cosa que no se conoce en la medida suficiente.
Es del caso señalar que durante el referido régimen militar en su inmensa mayoría la población estaba engañada respecto a los procedimientos a todas luces indecentes a que se recurría de modo oculto en los embates antisubversivos y muchos estábamos concentrados en criticar públicamente las medidas económicas y políticas sumamente desacertadas del régimen.
Se daba por sentado la honorabilidad de los representantes de las Fuerzas Armadas y su empeño en poner coto al terrorismo lo cual era naturalmente apoyado por todos los que queríamos vivir en paz en una sociedad libre. Recién fueron saliendo a la luz -para horror y sorpresa de todos- los asesinatos, las torturas y los secuestros que se cometían con independencia de lo sucedido en las batallas contra atentados y matanzas diarias provocadas por el terrorismo.
En este sentido, es también pertinente recordar que los generales Juan Antonio Buasso, Arturo Corveta y Rodolfo Clodomiro Mujica insistieron en que una vez eliminada la Cámara Federal en lo Penal se llevaran a cabo juicios con las debidas defensas en sede militar, lo cual fue respondido por la cúpula con el pase a retiro de los referidos oficiales.
Y el general Alejandro Agustín Lanusse con toda razón declaró el 29 de diciembre de 1970 ante sus camaradas de armas: «En la lucha contra el enemigo subversivo debe evitarse la fácil tentación de emplear los mismos métodos que los terroristas ya que ello deterioraría gravemente la eticidad de nuestra posición y destruiría el fundamento de nuestra lucha».
Mucho horror, angustia y pena se hubiera ahorrado de seguir estos consejos en lugar de emplear el método criminal de los encapuchados para liberar la guerra antisubersiva.
Pero en todo caso, en esta nota periodística destacamos el rol de las ideas marxistas presentes en muchos políticos y dirigentes argentinos. Lo que se ha bautizado como La tragedia de los comunes hace estragos pues lo que es de todos no es de nadie como ya había puesto de manifiesto Aristóteles en su refutación al comunismo de Platón. Cierro con una frase de Borges que utilizaba muchas veces al despedirse de su audiencia y que ilustra el problema de la colectivización: «Me despido de cada uno y no digo de todos porque cada uno es una realidad, mientras que todos es una abstracción».
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h
«… así como Seligman y Wagner, partidarios todos por su justicia intrínseca del impuesto progresivo, representan la teoría socialista que propicia dicha política fiscal que, por otra parte, no está defendida solamente por los socialistas sino por autores y tratadistas que pertenecen a otras alas de las corrientes ideológicas.»[1]
Si el robo es injusto no vemos porque el impuesto que es robo «legal» podría ser «justo» sin violar el principio de no contradicción. Si es proporcional será un robo proporcional, si es progresivo será un robo progresivo. Esa es toda la diferencia. Y eso es en esencia el socialismo: un robo, no sólo a la inteligencia sino al patrimonio, el socialismo sólo sabe robar. Hay muchos socialismos, no un sólo tipo del mismo. Y esas distintas variantes de socialismos -con frecuencia- niegan ser socialistas cambiándose rótulos y etiquetas para evitar ser confundidos con el socialismo único. Algo así está intentando el autor examinado desde el comienzo mismo de su trabajo cuando juguetea con diversas denominaciones y etiquetas para disfrazar su ideología, llegando al extremo de hacerse pasar por «liberal-demócrata», cuando podría tener mucho de demócrata, pero de «liberal» queda claro que Goldstein no tiene absolutamente nada. Se trata de otro impostor intelectual como tantos de los que pululan entre nosotros. En cambio, quienes nos hemos abocado seriamente al estudio del liberalismo estamos en condiciones de afirmar tajantemente que todos estos autores son unos farsantes.
«Hay así una corriente que responde a la denominación de teoría compensadora, sostenida principalmente por el presidente Walker, de los Estados Unidos de Norteamérica, en 1883, fundada «en el hecho de que la diferencia de capital y renta se debe, en pequeña escala, al descuido por parte del Estado, en proteger a los hombres contra la violencia y el fraude», y además en que «las diferencias de fortunas son debidas, en cierto modo, a los actos del Estado que no tienen una finalidad política, como tratados de comercio, tarifa, legislación monetaria, embargos, guerras, etcétera». Estas dos consideraciones fundamentales para explicar la «teoría compensadora», hacen pensar al autor de que ha habido una creación artificiosa de riqueza y bienestar individual, atribuible únicamente a la legislación. Siendo esto así, sostiene Walker, «si la más alta sabiduría humana, con perfecto desinterés, hubiera de forjar un plan contributivo, estoy perfectamente persuadido de que el principio progresivo seria admitido en cierto grado».»[2]
Existe un punto en el que Walker tiene razón, y es que si «la violencia y el fraude» las comete el «estado» entonces la consecuencia inevitable de eso será «la diferencia de capital y renta». No sabemos exactamente en qué sentido pronuncia Walker su frase, pero el que dimos es el más correcto de todos, porque es el gobierno el que practica violencia y fraude contra sus gobernados mediante sus leyes opresivas y violatorias de la propiedad. Pero si también quiso referirse a que el gobierno no atiende a la seguridad y justicia protegiendo la propiedad de los particulares asimismo le asistiría razón. Pero es incierto el significado preciso de sus palabras.
El segundo entrecomillado de la cita (también atribuido a Walker) es totalmente cierto y alude claramente a actos del gobierno que interfieren con los negocios privados y los perjudican de manera notable generando inmensas diferencias de rentas y de patrimonios por lo que ya hemos explicado en detalle: toda intromisión del gobierno en los negocios de los particulares ocasiona siempre y en todo lugar pobreza. A mayor intervención mayor índice de pobreza. La historia atestigua en cada una de sus páginas esta realidad. También es absolutamente correcto que «ha habido una creación artificiosa de riqueza y bienestar individual, atribuible únicamente a la legislación».
Pero la conclusión de Walker va en contra de sus propias y anteriores afirmaciones, con lo cual denota que no les da el mismo sentido que le damos nosotros. Y llega a un desenlace errado que, en lugar de solucionar los problemas que el mismo Walker plantea, los agravaría, ya que «el principio progresivo» perturbaría en mayor medida los efectos que correctamente ha previamente señalado, y los agudizaría en lugar de eliminarlos o siquiera reducirlos. En su remate, Walker está totalmente errado. Además, hay un cierto misticismo y alguna pizca de megalomanía en su afirmación acerca de «la más alta sabiduría humana, con perfecto desinterés» donde pareciera atribuirse a sí mismo estas cualidades. No luce verdaderamente demasiado modesto en tal aseveración.
«Con anterioridad al nombrado mandatario americano, y sobre bases muy similares, en 1860, Mlle Royer, con motivo de la Conferencia Internacional sobre el impuesto celebrada en Laussane, defendió el principio de la progresividad, sosteniendo que es deber del Estado compensar a los individuos por los «resultados acumulados de iniquidades legales», y que «el presente debe reparar la herencia de injusticia legada por el pasado».»[3]
Cabría la hipótesis de que esas «iniquidades legales» aludan al hecho que la intervención del gobierno -como decía Walker- hizo injustamente ricas a unas personas a costa de otras que -por tal motivo- resultaron empobrecidas. Si es así, esto es absolutamente cierto como dijimos en el párrafo anterior y, en ese sentido, tanto Walker como Royer tendrían razón. Ahora bien, lo que uno y otro proponen para «solucionar» esas iniquidades es aplicarles a esos ricos (fruto de esas intervenciones del gobierno) un impuesto progresivo con el cual prevén «compensar» a los pobres creados a partir de aquellas mismas intervenciones. Es decir, intervenir nuevamente en el mercado, pero en sentido contrario o inverso, quitándoles a los injustamente enriquecidos para darles de allí a los injustamente empobrecidos. La intención es loable, pero no es esa la manera de solucionar el problema. Un error no justifica otro error igual o mayor que el primero.
La única solución viable en dichas situaciones (que son muy frecuentes y generales) es bajar o -mejor- eliminar impuestos y demás intervenciones del gobierno en la economía, dejar en libertad a los agentes económicos, y permitir operar a sus anchas al libre mercado y no profundizar las anteriores intervenciones con mayores intervenciones aún. La experiencia histórica demuestra que, cuando un gobierno trata de solucionar los problemas creados por ese mismo gobierno los termina agravando.
[1] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» en Enciclopedia Jurídica OMEBA, TOMO 15, letra I, Grupo 05.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en @GBoragina
En Abril del año pasado hice una serie de preguntas, en un diálogo imaginario, a un médico pro-cuarentena obligatoria. (http://gzanotti.blogspot.com/2020/04/coronavirus-que-esta-pasando-v-y-final.html). Creo que ha llegado el momento de actualizarlas. Colocaré entre comillas a las preguntas de entonces y les agregaré luego, en negrita, mi comentario actualizado.
En En esto he insistido varias veces (por ejemplo, http://gzanotti.blogspot.com/2021/02/una-vez-mas-no-se-debe.html), pero es lo más incomprensible para la cultura autoritaria actual mundial. La analogía más gráfica es la comparación con el gobierno del 76, que tampoco gustó nada a muchos. En ese entonces se nos dijo: hay que violar libertades individuales porque el terrorismo amenaza la seguridad. Muchos (muchos de los que hoy despotrican contra el gobierno militar del 76) lo aceptaron, igual que hoy muchos aceptan la violación de las libertades individuales por el famoso tema del contagio. Y entonces, lo mismo. En ese entonces se nos preguntaba, ¿y entonces cómo frenar al terrorismo? Ah, no sé, no soy estratega, sólo le digo: eso es inmoral. Ahora, lo mismo. Se nos pregunta: ¿cómo frenar al virus? Ah no sé, no soy médico, sólo le digo: cuarentenar a los sanos, violar todas sus libertades, llamar a la delación pública, etc, ES INMORAL. Pero la moral de las circunstancias, donde no hay principios morales absolutos, conduce, como vemos, al totalitarismo. Esto lo aceptaban muchos católicos que en el 93 se llenaron la boca hablando de la Veritatis splendor de JPII. Ahora, reina la incoherencia. Peor aún en liberales que justifican este atropello.
——————————————————————————————————————————-
“ 2. ¿Pensó usted en la cuestión económica? ¿No, porque primero está la vida? Disculpe doctor, pero creo que usted de economía mucho no entiende. Porque la economía está al servicio de que, precisamente, la gente no se muera de hambre, frío, inanición, falta de higiene, etc. Me parece que usted ignora lo intrincado y complejo que es el proceso de división del trabajo y de conocimiento que está detrás del desarrollo económico que impide, precisamente, que la gente se muera. Usted desconoce lo delicado de la cadena de producción y distribución de todos los bienes y servicios, que usted cree que puede cortar de golpe. Usted parece creer que su tratamiento es un valor superior a la desocupación, quiebre de grandes y pequeñas empresas, etc. Usted parece creer que “no estar infectado” es un valor superior a morirse de hambre y, permítame decirle, usted no puede decidir eso por la fuerza”.
Hoy, a más de un año y meses de la locura general, esto es ilustrado por la experiencia. La pobreza y la miseria originada en vastos sectores, que literalmente los mata, parece no preocupar, y menos aún a aquellos que creen que un Estado dando subsidios es la solución. El virus mata, a veces, y la pobreza también, muchas veces. ¿Bajo qué endiosamiento muchos envían coactivamente a la segunda alternativa?
——————————————————————————————————————————-
“ 3. A usted parece no importarle las consecuencias psiquiátricas que tiene la medida que toma, parece que minimiza la baja de defensas por la angustia y depresión, parece negar –como usted dice que yo niego el número de muertos- la importancia de los suicidios que ya están ocurriendo. No, es que es “menos” importante. ¿Ah sí? ¿Quién lo dice? En una sociedad de la “diversidad”, del “respeto al pluralismo”, de la “libertad de elegir” lo importante lo decide usted y el presidente que asesora?”
Igual que el punto anterior: los suicidios, las depresiones -con la baja de defensas que ello implica- son muertes también. Presentes y futuras, porque la depresión predispone a la muerte. ¿Y quiénes son los médicos, los gobiernos, para decir que es peor morir de Covid que de depresión y-o baja de defensas?
——————————————————————————————————————————-
“…4. Pasemos ahora al tema del contagio. Me va a decir que nadie tiene derecho a contagiar a otro. Pero eso tiene que ver, doctor, con el tema de los bienes públicos, que usted no ha estudiado nunca. Claro que las calles son bienes públicos (estatales o privados) donde compartimos el aire y otras cosas. Claro, el aire por ahora no puede ser privado como el pañuelo que llevamos en el bolsillo. Pero creo que usted sabe hace mucho tiempo que las sociedades toleran el inevitable contagio de ciertas enfermedades como gripe, neumonía, bronquitis, angina, etc., excepto que cubramos a todos los seres humanos de un traje espacial obligatorio. Usted me va a decir: esto es más grave. Espere. En principio no se lo niego. Volvamos al contagio. ¿AHORA todos lo han descubierto? ¿Ahora todos se dan cuenta de la cantidad de cosas de las que se pueden enfermar, de las que se enferman, de las que enferman a otros o pueden enfermar a todos? ¿Ahora todos se dan cuenta de en cuántos cumpleaños, navidades y fiestas hemos disparado al infinito miles de gotitas de Flugge llenas de virus y bacterias? ¿Ahora se dan cuenta de con cuántos abuelitos han cometido con ello el asesinato perfecto? ¿Ahora se dan cuenta, todos (usted también, porque hasta Febrero de este año no lo veía tan preocupado) de la importancia de lavarse las manos, usar alcohol, barbijo y no abrazar al otro si estamos algo enfermos, sacarse los zapatos, etc., cosa que los japoneses hacen hace mucho? ¿Ahora se dan cuenta todos de lo que se pueden contagiar con solo VIVIR? Sí, ahora, porque antes, en general, funcionaba el sistema inmunológico (NO en los inmunodeprimidos, que son millones) pero aún así año tras año hay MILLONES de muertes por gripes y neumonías y la vida humana no se suspendía. Me va a decir: esto es más grave. De vuelta lo mismo: aunque usted tenga razón, hay otros criterios diagnósticos y tratamientos. Segundas opiniones, que deben ser escuchadas y consideradas”.
Este tema ya lo hemos actualizado: http://gzanotti.blogspot.com/2020/11/seamos-coherentes-con-el-peligro-de.html Hasta antes de la locura decretada por la OMS, había un consenso en compartir espacios públicos con personas que tuvieran diversos virus corina y neumococos que NO se habían convertido en enfermedad. Lo mismo con el bacilo de Koch. Si no, NO se puede vivir una vida humana. O frenamos este nuevo terror pánico o nos conducimos a formas de super-vivencia que NO son humanas.
——————————————————————————————————————————-
“…5. Me parece que usted no está explicando bien, doctor, la diferencia entre infectado, enfermo y muerto. Infectados con virus y bacterias patógenas, hay miles de millones, que NO se enferman porque el sistema inmunológico funciona (por eso fue tan terrible la situación en los 80 con los infectados de SIDA). Usted sabe, y por ende es cuestión de que todos tomen conciencia, de que en este mismo momento millones y millones de personas tienen dentro virus de gripes, bacterias de anginas, neumonitis y neumonías, y NO se enferman porque su sistema inmunológico mantiene a raya a tan antipáticos intrusos. Usted sabe que hay millones de personas que tuvieron varicela de niños y NO desarrollan el Herpes Zóster porque el sistema inmunológico mantiene latente al virus. Usted sabe que millones de personas respiran el Bacilo de Koch todos los días y no les pasa nada por el mismo motivo.
Por lo tanto infectado es una cosa, enfermo es otra, y mortalidad es otra, porque de los muchos que se enferman de gripe y neumonía no todos mueren, aunque sabe que anualmente son millones los que se mueren por eso, sobre todo porque tienen otras enfermedades, son mayores o son inmunodeprimidos, fumadores o diabéticos o etc.
Ahora bien. Como dice el estatista (yo de economía no entiendo nada…) yo de números no sé nada pero la buena noticia es que si el virus es tan contagioso como usted dice, millones y millones y miles de millones lo podemos tener en este momento. Yo, usted, y el lector. Y no pasa nada, porque el sistema inmunológico nos protege. Ahora le pido que relacione el número de infectados con el número de enfermos y verá que la probabilidad de enfermedad es baja, y compare el número de muertos con el número potencialmente infinito de infectados y verá que la mortandad es baja. Por lo demás, “estar enfermo o no” no es dicotómico. Puede ser muy leve, y también puede agravarse, sí. Usted me va a decir: pero esto es peor. De vuelta, lo dice porque el nro. de muertos es “muy alto”. ¿Muy alto en relación a qué? ¿Al número de infectados? No, como ve, es muy bajo….”
En este tema la obsesión sigue, pero ahora hay más denuncias de que el famoso PCR NO NECESARIAMENTE da certeza en cuando al resultado. Por eso el informe dice “detectable” y “NO detectable”. Por ende no se sabe quién tiene el famoso Covid 19 (que además, es dudoso que haya sido secuenciado) y quién no.
————————————————————————————————————————-
“…6. Lo que sí le admito es que el virus es nuevo y por ende el sistema inmunológico se tiene que acostumbrar. Eso sí ha provocado más muertes. Pero entonces, ¿por qué no deja que el sistema inmunológico de los pacientes produzca los anticuerpos contra el virus? Me va a decir: cuidado con los mayores y los inmunodeprimidos. Sí, ¿pero ese cuidado lo tenemos que tener TODOS los años no? Es bueno que lo hayamos descubierto. Nos cuidaremos más de estornudar como bestias delante del abuelo”.
Lo que ahora habría que agregar es: ¿y si las cuarentenas para los sanos no hacen más que deprimir su sistema inmunológico? ¿Y si ellas han producido que, una vez “suelto el rebaño” los contagios aumenten? Por lo demás, ¿cómo explican casos como los de Texas y Florida, donde está todo abierto y los casos y muertes han bajado totalmente?
——————————————————————————————————————————-
“…7.Cuando usted dice “número de pacientes muertos”, ¿no hay que distinguir, como siempre, tipos de pacientes? Los que son fumadores, diabéticos, oncológicos, inmunodeprimidos, y un largo etc. que usted conoce. Pero eso sucede todos los años y nadie se entera…. ¿Por qué enterarse este año y otros no? No, no me diga que destacar el nro. de muertos por otras enfermedades es minimizar el coronavirus. Al revés, es darnos cuenta de la importancia de todas las enfermedades, es advertir que tenemos que ser más cuidadosos, y no por ello recurrir a un régimen soviético. Por lo demás, hay un tipo de pacientes, proclives a enfermarse, que a usted parece no importarle: los desocupados, angustiados, deprimidos, hambrientos, los NO vivirán más en una casa digna. Y parece que no le importa porque usted y su presidente los han aumentado”
Es verdad que parecen haber aumentado los casos de tente SANA que tiene problemas respiratorios con peligro de muerte por el Covid 19. Pero eso se debe a que el Covid 19 parece ser un virus corona que produce una respuesta inflamatoria del sistema inmune para la cual los tratamientos alternativos han sido prohibidos. Lo cual implica que nos están matando. ¿Cuántos han pasado directamente del problema respiratorio a la intubación y a la muerte, SIN tratamientos preventivos y activos anti-inflamatorios? ¿A cuántos esta locura ha matado? ¿Cuántos médicos son directamente responsables de ello, por acción y omisión?
——————————————————————————————————————————-
“…8. Por lo demás, los primeros muertos por coronavirus, y los actuales, ¿estuvieron bien diagnosticados y tratados? Muchos colegas suyos piensan que no, pero ustedes los médicos, como casi siempre, siempre piensan que el OTRO médico está equivocado. Muchos colegas suyos, sigo, afirman que en Italia los médicos no estaban preparados para la terapia intensiva de este tipo de enfermedades. Creo que usted tendría que al menos considerarlo, ¿no? Otros están diciendo que en Lombardía existía el mayor número de pacientes oncológicos por el amianto. Pero usted ni lo considera. Dice “muertos por coronavirus” y listo”
Exactamente el punto anterior, y ahora lo estamos viviendo en Argentina. Para colmo muchos dicen “cuando se te muera alguien, ya vas a ver”. Lo que estoy viendo son muertes por casos mal tratados…
——————————————————————————————————————————-.
“…9. Otros colegas suyos dicen, de acuerdo a lo anterior, que hay que distinguir entre muerto CON coronavirus y POR coronavirus. ¿No le importa la distinción? ¿No? ¿Por qué?”
Esto, claro, ya no parece importar a nadie, pero la mentira en los casos inflados por no hacer esa distinción es alevosa. Los números falsos aumentan, aumenta el pánico, la baja de defensas, el encierro, el autoritarismo…………..
——————————————————————————————————————————-
“…10. Y el diagnóstico, ¿es correcto? Algunos colegas suyos sostienen que la complicación no es la neumonía, sino una inflamación alveolar que no se trata con respiradores sino con antibióticos y antiinflamatorios. ¿No le importa? Porque si fuera así, entonces ustedes nos están matando….”
Exactamente el punto 7.
——————————————————————————————————————————-
“…11. Otra cosa importante. Usted estuvo de acuerdo con la suspensión lisa y llana de toda la atención médica excepto guardias. De vuelta, porque “al lado de esto NO eran importantes”. O por el contagio. Señor, deje esa opción a los pacientes, a los sanatorios y a otros colegas. ¿Hizo usted el número de personas que se van a morir o enfermar porque hace ya meses que hay enfermedades NO diagnosticadas a tiempo y tratamientos NO comenzados o interrumpidos? ¿No pensó en ello? ¿Qué NO es importante? ¿Usted? ¿Y usted quién se cree que es? ¿Dios? Por lo demás, el contagio. Señor mío, si me tengo que hacer una biopsia que decide si el quiste es maligno o benigno, le acepto que me cubra con un látex gigante, pero que la biopsia se haga igual. Si nadie me la quiere hacer es otro problema, pero usted respete la libertad de opciones.”
Esto es cada día peor. Los muertos por enfermedades no tratadas van aumentando y a nadie importa. Una vergüenza moral. Pero no, claro, los únicos muertos que importan son los de Covid 19………..
——————————————————————————————————————————-
“…12. Otra pregunta (perdone doctor, pero soy paciente y tengo derecho a hacer preguntas aunque sé que habitualmente le molesta). ¿Qué va a suceder con los que se van a enfermar de dolencias habituales como anginas, otras gripes, catarros, etc.? ¿Van a estar aterrados de ser enviados a la isla de los leprosos? ¿Van a reprimir sus estornudos incluso en su casa, porque ahora TODO es coronavirus? ¿No los van a atender? ¿Ya se enteró del número de muertos por NO haber sido atendidos? Ah, “eso no es importante…”.
Esto ha producido una situación in-vivible, de una paranoia social e hipocondríaca nunca vista. Si estornudas, aíslate en un sótano. No sólo si el PCR da positivo. Por cualquier cosa también. Y, de vuelta, AHORA hemos descubierto elementales normas de higiene tales como no estornudar a lo loco en un lugar público?
——————————————————————————————————————————-
“…13. ¿Y la crisis hospitalaria? Nadie la niega, pero usted no considera que hay sistemas de salud pública que en todo el mundo YA están en crisis hace mucho por la ineficiencia de la estatización del sistema de salud. Ah, cerdo capitalista, me dirá… Pero con eso no me responde. ¿No hay una corrida hospitalaria por el pánico que usted, entre otros, ha producido? La corrida hospitalaria, ¿quién la produce? ¿El pánico o el virus?”
Lo que más hay que agregar ahora es algo de lo cual la mayoría de los médicos nada saben: la planificación central no permite generar nuevo conocimiento, y eso en todo, salud inclusive. Han tratado esta supuesta pandemia al mejor estilo socialista soviético. La OMS bajo directivas, y eso es lo único prescrito, desde gobiernos para abajo. Todo tratamiento alternativo y opinión alternativa, aunque sean Premios Nobeles de medicina, han quedado silenciadas y prohibidas. Una ignorancia total y completa del orden espontáneo en todas las áreas (http://gzanotti.blogspot.com/2021/01/el-orden-espontaneo-y-el-covid-19.html). Pero a esto agreguemos el desastre de las vacunas: la ya casi obligatoriedad de introducirse un compuesto que NO es un antígeno, que NO ha sido probado en animales, que tiene sólo meses de testeo en humanos y cuya industria está protegida penalmente de toda demanda. Y todo el mundo feliz, jugando a la ruleta rusa………………..
——————————————————————————————————————————-
14. En fin, doctor, me puedo haber equivocado, me puedo haber olvidado de muchas cosas. Pero usted también. No, yo no, me va a decir. Claro, usted no se equivoca. Mire doctor, su fatal arrogancia no me preocuparía tanto si no fuera que usted cree que su supuesto saber lo habilita a ser el nuevo dueño de la nueva granja de esclavos en la que usted, la OMS y casi todos los gobiernos del mundo han producido.
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises
Matías Almeyda, aún con su perfil bajo y humildad, es conocido por ser un benefactor de Azul, su ciudad natal de la provincia de Buenos Aires. A pesar de que actualmente vive y se desarrolla profesionalmente en San José, una ciudad californiana al sur de San Francisco, “El Pelado” Almeyda nunca olvidó sus raíces, su lugar y su gente.
Hace pocos días, se conoció otro gesto de inmensa generosidad del ex futbolista y actual DT de San José Earthquakes, que consistía en la intención de financiar todo lo implicado en la vacunación contra el COVID19 para todos los azuleños aún no vacunados. Hace unos meses, los padres de Matías -Oscar y Silvia-, estaban internados juntos en el Hospital Pintos con tratamientos por COVID-19 pero, a principios de marzo, lamentablemente Oscar muere. El padre del conocido DT, estaba anotado en la lista para vacunarse, pero murió esperándola. Es imposible no indignarse por está y otras tantas muertes en el contexto de los escándalos del incalificable Vacunatorio VIP y la desaprensiva y lamentable gestión sanitaria del gobierno.
Matías, lógicamente conmocionado por la pérdida personal y la de otros compueblanos y amigos, se encargó de reunir los contactos necesarios para traer las vacunas e inmunizar a toda la población de la ciudad que lo vio nacer. Sin embargo, (aunque no trascendió con qué político se contactó), se topó con la máquina de impedir estatal. La insólita negativa encontró la justificación en que, la relación con los laboratorios, la provisión y la inoculación es materia exclusiva de los Estados.
Sin embargo, mientras más apremiante sea la emergencia, más decisiva es la participación del interés empresario para proveer servicios tendientes a paliar la desgracia. Contrariamente a esto, en nombre del igualitarismo, la arrogancia dirigista del mandón de turno, prefiere el suicidio colectivo en lugar de permitir que el mercado haga su aporte. Lo que resulta algo más incomprensible aún es que los Estados bloqueen la posibilidad de llevar adelante acciones solidarias. La maniobra de obstruir el espíritu caritativo, pone de relieve cuán desviados están los intereses políticos de las necesidades de la gente; y nos recuerda cuando Eva Perón persiguió a centenares de instituciones caritativas de la Argentina a efectos de nacionalizar la “solidaridad” como base de la estrategia clientelista.
La ciudad de Azul tiene poco más de 60.000 habitantes y, mientras que han muerto alrededor de 200 personas, los responsables sanitarios del gobierno regional, hacen alharacas y se sacan fotos por la adquisición de dos respiradores para el Hospital de Niños de Azul. Almeyda, en una entrevista radial con toda lógica dijo que “hay muchos privados que estarían dispuestos a colaborar”.
A partir del debate que suscitó la iniciativa de Almeyda se sostiene que no es posible hacer compras privadas porque existe una ley nacional que monopoliza esas adquisiciones a los Estados nacionales y las provincias. También se agrega que, conforme a la fase que atraviesa cada vacuna, el laboratorio en cuestión, perdería la trazabilidad y el seguimiento estadístico de casos acerca de su eficacia y efectos secundarios; además de las derivadas legales que puedan implicar posibles contingencias con privados. Los eventuales impedimentos con particulares, se podrían resolver con disclaimers y protocolos privados de trazabilidad. Nada debería ser un impedimento para reforzar las gestiones de vacunación siendo los laboratorios entidades justamente dedicadas a salvar vidas.
Lo que sí parecería algo infranqueable es la burocracia. Carlos Bianco, Jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires, tuvo apariciones públicas para referirse a este tema y recordó la ley nacional que monopoliza la gestión en el gobierno central. También informó Bianco que la vacunación en la Provincia de Buenos Aires “se está haciendo conjuntamente y de forma cooperativa con Nación”. No obstante esto, dice preferir que el gobierno nacional centralice todo porque lo hace “equitativamente” y de forma más “justa y solidaria”. Es increíble que el Jefe de Ministros diga esto sin al menos sonrojarse teniendo en cuenta los criminales casos de corrupción en el tema vacunas y que, a la fecha, la gestión pública cuenta solo con 1.5M de vacunados con dos dosis. A este ritmo, llevaría 5 años vacunar a menos de la mitad de la población.
Bianco agregó que “toda la gestión y el trabajo que se hace, se lleva adelante con los intendentes”. Sin embargo, Infobae, en una nota a Alejandro Vieyra, Jefe de Gabinete de la Municipalidad de Azul, da cuentas que el municipio no lleva ningún registro de los vacunados y se enteran por “allegados” al gobierno provincial. Vieyra, en la entrevista mencionada, en lugar de estar informado como lo exige su cargo, se expresa en términos condicionales: “Se cree que habría, solo con la primera dosis, entre 10 y 12 mil vacunados”
Los partidarios del colectivismo no creen que sea una buena idea la de respetar las autonomías individuales e insisten en corregir los resultados de la cooperación social y los acuerdos constituidos voluntariamente. Creen que la naturaleza del hombre necesita guía, conducción y un rumbo distinto del que pretende cada individuo para sí mismo. La existencia de las decisiones privadas, confronta al socialismo y su trasnochada idea del intruso omnipotente que somete vidas, sueños y patrimonios.
El gobierno nacional insiste torpemente en centralizar la gestión sin percibir que, con la increíble generosidad de Matías Almeyda, la ciudad de Azul sería un problema menos. Por otro lado, si se liberara este tema a privados, empresas vacunarían a sus empleados y otras muchas colaboraciones ayudarían a resolver esta gestión impresentable del gobierno.
Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie
“No te va a contestar”, le decía Maradona al Mono Navarro Montoya cuando, en el partido más caliente que recuerde, el arquero quería que el árbitro Castrilli le respondiera sus preguntas.
Algo similar me pasa a mí con Rodrigo Quiroga, bioquímico investigador del CONICET y militante feroz de las restricciones estatales.
Quiroga escribió un hilo en Twitter pidiendo una cuarentena total por 14 días. En varios de sus tuits agregué preguntas que no serán respondidas y, probablemente, tampoco leídas, porque el algoritmo de Twitter no se las mostrará, o porque probablemente haya silenciado mi cuenta.
Ahora bien, para que queden claros algunos de los agujeros de su teoría, copio aquí abajo su hilo (en cursiva) y mis comentarios en forma de pregunta (resaltados en negrita):
Sé que no hay plata (ni en el gobierno ni en los hogares), sé que no hay ánimos para una cuarentena estricta, pero permitanmé contarles, como un cuento, un escenario posible al que nos podrían llevar las restricciones “intermedias” que se rumorea se discuten en presidencia:
1- Supongamos que se concreta lo de restricciones absolutas los fines de semana (tipo fase 1) y durante la semana más o menos se sigue como hasta ahora, con restricciones nocturnas a partir de las 20, y prohibición de actividades puertas adentro (aunque se controla poco y nada).
2- Dependiendo del acatamiento, estas medidas tendrían un impacto modesto en la curva. Podrían ser insuficientes para generar un descenso rápido y contundente del número de casos. Supongamos que en dos semanas estamos en 32500 casos. Recordemos q medidas impactan 1 semana dps!
¿32.500 casos sobre cuántos testeos totales? Ayer la cantidad de tests fue récord, y la tasa de positividad fue 31,6%, manteniéndose en el mismo rango desde fines de marzo.
3- Se prolongarían las medidas 14 días. 14 días después estamos en 25000 casos diarios. Los fallecidos son 600 por día y 90000 totales. La falta de socialización empieza a afectarnos. El acatamiento comienza a disminuir por cansancio. Se empieza a volver a movilizar la población
4- Los casos empiezan a subir de nuevo. Una semana después estamos de nuevo en 30000 casos, 500 fallecidos por día y acercandonos a los 100000 fallecidos totales. Qué hacemos ahí? No queda absolutamente nada para hacer!
¿Cómo que no? Siempre queda poner la cuarentena estricta que cada dos semanas proponés. Porque según tu criterio si así llegamos a 100.000, ¿por qué no vamos a llegar a 200.000? ¿No es deseable entonces ponerla para evitar esas 100.000 muertes adicionales que planteás?
5- Por este escenario deprimente y de terror, me permito sugerir que es nuestra última oportunidad de implementar una cuarentena estricta que permita bajar los casos de la manera más veloz y contundente posible, aclarando que no se prolongará más allá de los 14 días.
¿Y si no bajan los casos / muertes tanto como vos creés que es deseable (¿cuál es el estándar que se debe alcanzar?), por qué la levantarías a los 14 días?
6- Pasados estos 14 días, podríamos empezar a ir levantando las restricciones, de a poco, permitiendo de arranque reuniones al aire libre de hasta 5 personas. Eso ya daría un aire importante al humor social, y permitiría encarar mejor lo que sigue.
¿Qué hacés con un grupo de 10 personas que, durante tus restricciones totales, salen a tomar mate en la plaza? ¿Cuál es tu enforcement ideal? ¿Cárcel, multas, pedidos gentiles?
7- Quizás sea nuestra última oportunidad para evitar un colapso total y prolongado del sistema de salud. Recordemos que hay al menos 10 provincias (más CABA) que ya están en una situación crítica de UTIs y aún no están entrando los q corresponden a los 40000 casos de hoy.
8- Si queremos evitar el desastre, quizás no quede otra que un cierre estricto. Tomar medidas “intermedias” podría llegar a funcionar, pero el riesgo de que no funcionen es muy alto. Creo que no podemos permitirnos correr ese riesgo.
¿El “quizás” que utilizás lo hacés porque admitís que hay otras soluciones posibles? ¿O es que todo lo que dijiste arriba solo es una probabilidad que tal vez no se cumple ni de cerca incluso sin las restricciones que pedís? NO ES UN TEMA MENOR, ¿NO TE PARECE?
9- Encima muchos en la oposición ponen palos en la rueda porque es todo ganancia para ellos. Defienden “la educación”, “el trabajo” y “la libertad” y después culpan al gobierno de las decenas de miles de fallecidos. Esto aplica a algunos gobernadores incluso.
¿Qué valor le das a educación, trabajo y libertad? ¿Por qué querés que todo el mundo tenga la misma valoración que vos?
Eso es todo. No creo que tenga buenas respuestas a ninguna de las preguntas. Motivo por el cual hay que tomar con pinzas sus proyecciones, su teoría y, por supuesto, descartar de plano su propuesta.
Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino
No constituye una originalidad el consignar que los aparatos estatales en diversas partes del mundo libre se extralimitan en su poder y avasallan los derechos de las personas. Eso queda patente con el incremento permanente en los gastos gubernamentales, los impuestos insoportables, las manipulaciones monetarias aberrantes, las deudas públicas astronómicas y las regulaciones asfixiantes para las actividades legítimas de sus ciudadanos.
Como varias veces he consignado, entre muchos otros, el constitucionalista argentino Juan González Calderón destaca la degradación de la democracia que viene ocurriendo a contramano de lo estipulado una y otra vez por los Giovanni Sartori de nuestra época. Así, González Calderón sostiene que «»los demócratas de los números ni de números entienden puesto que parten de dos ecuaciones falsas: 50% + 1% = 100% y 50% – 1% = 0%»».
Lamentablemente se ha trastocado la idea democrática estableciendo su aspecto formal, secundario y accesorio de los votos de mayorías o primeras minorías confundiéndolo con lo principal cual es el respeto a los derechos de todos, en especial del de las minorías. Lo contrario conduce a la absurda conclusión que, entre otros, el régimen venezolano actual o el anterior nazi serían representaciones de un régimen democrático.
Ahora bien, antes de que el globo terráqueo se convierta en un inmenso Gulag en nombre de una democracia inexistente que ha mutado en cleptocracia, es decir, el gobierno de ladrones de propiedades, de libertades y de sueños de vida, antes que ello ocurra decimos, debemos usar las neuronas e imaginar nuevos límites a la desmesura del poder. Es más bien suicida el esperar siempre a próximas elecciones en lugar de arremangarse y pensar en nuevas salvaguardas para la sociedad libre.
CUATRO PROPUESTAS
En este sentido propongo meditar en las siguientes cuatro propuestas que si no se consideran efectivas hay que proponer otras pero, como queda dicho, no estarse con lo brazos cruzados esperando un final horrendo imposible de revertir.
En primer lugar, parte de las propuestas del premio Nobel en economía Friedrich Hayek en cuanto a la no reelección de legisladores a lo cual es de interés agregar lo que viene ocurriendo en algunos estados norteamericanos en cuanto a que los cargos electivos son de tiempo parcial al efecto de, por una parte, minimizar los riesgos de la sobrelegislación y, por otra, la imperiosa necesidad que los miembros del Congreso sepan lo que es trabajar en el sector privado y no hagan de la política un negocio.
En segundo término, lo propuesto por Bruno Leoni para el área judicial en cuanto a abrir de par en par la posibilidad de árbitros privados para poner de manifiesto que el derecho es un proceso de descubrimiento en el contexto de fallos en competencia y no un fenómeno producto de la ingeniería social o el diseño.
Tercero, implantar lo más terrible para los populismos puesto que se quedarían sin audiencias cautivas: establecer, igual que sucedía en Dinamarca antes de 1933, que los que reciben ayudas monetarias del gobierno -es decir del fruto del trabajo de los vecinos- no puedan ejercer el derecho al voto hasta que se independicen.
Cuarto, lo aparentemente más chocante de todo: adoptar para el Ejecutivo el consejo de Montesquieu en su obra más conocida: El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia, lo cual naturalmente conduce a que cualquiera mayor de edad que acepte entrar en el sorteo pueda gobernar. Esto conduce a redoblar incentivos de autoprotección que a su vez se canaliza vía el fortalecimiento de marcos institucionales de protección a la vida, libertad y propiedad.
Esto es precisamente a lo que apuntaba Karl Popper cuando refutaba la idea del filósofo rey de Platón al mantener que lo relevante son las instituciones y no los hombres para que «el gobierno haga el menor daño posible» (al fin y al cabo nadie sabe quien es el primer ministro suizo, mientras que en otros lares se está pendiente de caudillajes más o menos cavernarios). Este fue el sistema aplicado en las repúblicas de Venecia y Florencia antaño. En resumen, esta nota periodística es una invitación urgente para abrir debates sobre estos asuntos cruciales y despegarse de las telarañas mentales del conservador que no puede salir del statu quo y considerar otros caminos para fortalecer el respeto recíproco como la base sustancial para vivir en libertad.
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h
«El mismo Seligman hace una historia de las diversas iniciativas que en los tiempos primitivos señalaron, aunque sea en forma de esbozo, un intento de materializar el impuesto progresivo. Y en este sentido recuerda el antecedente de Guicciardini, que, en el año 1549, en su obra La décima scala in Firénze, se ocupó ya del tema. Las tentativas se registraron también en los tiempos de la Revolución francesa, bajo cuyo imperio se sancionó una ley de limitación de las rentas. En Francia, precisamente, habían de señalarse los más serios intentos para llegar al impuesto progresivo, mereciendo recordarse a M. Dufay, verdadero paladín, quien en su obra L’impot progressiff sur le capital est sur le renta, dice: «La tributación debe mantener en un justo límite la apropiación particular de la riqueza producida, al menos indirectamente, por el trabajo de todos. Debe mantener entre los hombres cierta igualdad real, corrigiendo y atenuando los efectos del egoísmo individual y la extrema desigualdad natural. En otras palabras, concluye, la misión del impuesto es liberar el trabajo en lugar de estorbarlo y coartarlo, como ocurre en el presente. En consecuencia, debe él restar su excesivo poder al capital y dar al trabajo su poder social, que tiene hoy en grado insuficiente».»[1]
Los franceses han sido histórica y tradicionalmente en su mayoría socialistas, o han tendido hacia esa ideología, a veces más, otras menos. Raras han sido las excepciones, entre las cuales es obligado citar al notable decimonónico Frederic Bastiat y, más modernamente, al notable Jacques Rueff, por supuesto entre otros. Ya hemos visto antes que, Marx y Engels ubicaron en el segundo lugar de importancia de su plan para imponer el comunismo a nivel mundial la creación de impuestos progresivos fuertes a las personas. Y ciertamente no creemos causal que la mayoría de los países del planeta hayan adoptado los mismos sin tener ninguna vinculación con el influjo marxista ejercido y expandido por todo el orbe, inclusive hasta nuestros días. Pero, desde luego, ni Marx ni Engels fueron precursores de este impuesto, ya los hubo antes que ellos.
En Francia siempre ha predominado -desde los tiempos de la Revolución Francesa en adelante- un socialismo de tipo gramsciano (por Antonio Gramsci, el célebre pensador marxista italiano) que propone la lenta pero persistente infiltración marxista por vías «no» violentas a través de la educación y diversos medios de comunicación social. Su paralelo en Inglaterra ha sido la sociedad Fabiana. Pero las ideas gramscianas y fabianas han tenido mayor repercusión y aprobación en Francia más que en otras partes. Hoy están extendidas por todo el mundo.
Aceptan el marxismo en sus planteos básicos y fundamentales, y sólo discrepan en la metodología de implementación. De allí que, condenen la propiedad privada de rentas, capitales y patrimonios, y vean en los impuestos la manera más sutil y mejor implementada de expoliación. Mediante la doctrina de la «justicia social» cambiaron la palabra expoliación por expropiación, pero el artilugio es vano para quien lo medite superficialmente: se trata de lisa y llana expoliación. La ley impositiva pende como Espada de Damocles sobre la cabeza del «contribuyente» que vive en una constante amenaza entre pagar o ser severamente castigado.
Desconocen cómo funciona el mercado, y que este es el que mantiene «en un justo límite la apropiación particular de la riqueza producida» mediante el mecanismo de distribución de la misma que, conforme a los mandatos de los consumidores, el propio mercado cumple. Son los consumidores y no los productores los que determinan cuanta riqueza poseerá cada miembro de la comunidad. El impuesto no puede cumplir con esta función porque es contrario a su naturaleza, por eso lo más que puede hacer es destruirla. Esta ruina se consuma mediante la redistribución de rentas y patrimonios llevada a cabo por medio de instrumentos fiscales y otras vías de ataques a la propiedad privada.
Cuando alude al «trabajo de todos» quiere referirse a lo que Marx llamaba el «trabajo socialmente necesario» para producir cualquier cosa fincando el valor de las cosas en esa fórmula. Pero el valor de las cosas no surge del trabajo sino de su utilidad marginal, como hemos explicado en todas nuestras obras.
Paradójicamente para muchos, la «igualdad real» que busca el autor se obtiene a través del «egoísmo individual» como ya lo advirtiera en 1776 Adam Smith en su obra magna investigación sobre la causa y naturaleza de la riqueza de las naciones. No hay otra manera de acercarse a ella. Este egoísmo -para sorpresa de muchos ignorantes- es también la solución (como la historia lo ha demostrado donde se lo ha dejado actuar) a «la extrema desigualdad natural» y en cuanto a que «la misión del impuesto es liberar el trabajo en lugar de estorbarlo y coartarlo, como ocurre en el presente» es precisamente al revés, y plantea una misión imposible, porque el impuesto jamás ha podido, ni puede, ni podrá nunca liberar el trabajo. Esto es un absurdo. Y lo de «estorbarlo y coartarlo, como ocurre en el presente» es lo que ha sucedido en el pasado y sucederá en el futuro, por cuanto se quiere hacer del impuesto algo que es contrario a su naturaleza. El impuesto es un robo, y por más que se lo adorne con hermosas palabras, frases maravillosas, y los mejores deseos seguirá siendo lo que fue en el pasado y es en el presente: un despojo violento, una expoliación.
Respecto de que el impuesto «debe él restar su excesivo poder al capital y dar al trabajo su poder social, que tiene hoy en grado insuficiente» es una expresión poco feliz, porque al restar el poder del capital resta el del trabajo, habida cuenta que sin capital no hay trabajo, pero la ignorancia económica hace decir sandeces a muchos según se aprecia, como que el capital se «opone» al trabajo y viceversa lo que es algo a luces vista ridículo y pueril. «Combatir al capital» como dice la letra de la marcha peronista -tan celebrada por las masas hoy en día- es destruir el trabajo y multiplicar la pobreza, creando riqueza para los burócratas, sus familias y amigos.
[1] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» en Enciclopedia Jurídica OMEBA, TOMO 15, letra I, Grupo 05.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en @GBoragina
En nuestro medio se ha agudizado la manía del igualitarismo, pero no es una tendencia original, puesto que lamentablemente se observa en muy distintos países, incluso en algunos de los que han tenido una tradición de respeto recíproco y que la han abandonado en pos de la guillotina horizontal. Resulta de gran importancia subrayar la igualdad ante la ley, es decir, la igualdad de derechos; en cambio, la pretendida igualdad de resultados indefectiblemente empobrece a todos, muy especialmente a los más vulnerables.
Las diferencias de rentas y patrimonios son la consecuencia directa de lo que la gente hace en el supermercado y afines. Por eso resulta tan contraproducente cuando los gobiernos proceden a redistribuir ingresos, puesto que inexorablemente significa contradecir los deseos y preferencias de la gente que distribuyó pacífica y voluntariamente sus recursos, para imponer por la fuerza otras direcciones de los siempre escasos factores de producción. Incluso Thomas Sowell –senior research fellow de Hoover Institution– aconseja no recurrir a la expresión “distribución de ingresos, puesto que los ingresos no se distribuyen, se ganan”.
Aun al apartarse del consejo de Sowell, producción y distribución son dos caras del mismo proceso: quien produce recibe como contrapartida su ingreso. Por eso resulta tan disparatada la aseveración, seguramente bienintencionada, de que “primero hay que producir y luego veremos cómo se distribuye”, sin comprender que nunca habrá producción si se está en manos arbitrarias para distribuir en un sentido distinto de quienes producen.
En esta misma línea argumental se insiste en el atrabiliario concepto de “justicia social”. Esta entelequia solo puede tener dos significados: por un lado, una grosera redundancia, puesto que la justicia no puede ser mineral, vegetal o animal, es solo social, y por otro lado la acepción más generalizada de sacarles a unos lo que les pertenece para darles a otros lo que no les pertenece, situación que contradice la definición clásica de “dar a cada uno lo suyo”, y “lo suyo” remite al derecho de propiedad, que es en este caso contradicho. Por eso es que el premio Nobel de Economía Friedrich Hayek ha escrito que todo sustantivo seguido del adjetivo “social” lo convierte en su antónimo: constitucionalismo social, derechos sociales, democracia social y naturalmente justicia social.
Tal como nos enseña el profesor de Harvard Robert T. Barro, “el determinante de mayor importancia en la reducción de la pobreza es la elevación del promedio ponderado del ingreso de un país y no disminuir el grado de desigualdad”, y otro premio Nobel de Economía, James M. Buchanan, consigna: “Mientras los intercambios se mantengan abiertos y mientras la fuerza y el fraude queden excluidos, aquello sobre lo cual se acuerda es, por definición, lo que puede ser clasificado como eficiente”.
Anthony de Jasay –célebre profesor de Oxford– muestra cómo la metáfora deportiva es autodestructiva cuando se dice que lo razonable es que cada uno largue en igualdad de condiciones en la carrera por la vida y que es injusto que unos tengan ventajas sobre otros debido a diferencias patrimoniales. Pero a poco de andar se percibe que en ese esquema el primero en llegar a la meta se percatará de que ha realizado un esfuerzo inútil, puesto que en la largada de la carrera siguiente lo nivelarán nuevamente y, por lo tanto, en este correlato deportivo con las diferencias de ingresos, no podrá transmitir el resultado de su energía a sus descendientes.
El punto medular en este análisis consiste en que, en una sociedad abierta, los que mejor atienden las necesidades de su prójimo obtienen ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. Y no es que en el proceso de cooperación social se proceda de este modo por razones filantrópicas, es que se está obligado a actuar de esa manera si se quiere el propio mejoramiento. Y lo trascendental del asunto es que esas ganancias significan tasas de capitalización más elevadas, lo cual constituye la única causa de aumentos de salarios en términos reales. Esa es la diferencia entre países ricos y pobres, y, a su vez, esas inversiones mayores son el resultado de marcos institucionales que establecen el respeto recíproco.
Como hemos señalado en otra oportunidad, hoy en día, en gran medida, ocurre con los gobiernos lo que describía Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451: bomberos que incendian, es decir, gobernantes que en lugar de garantizar derechos, los conculcan.
Uno de los canales más frecuentes que apuntan a la aplicación de la guillotina horizontal es el impuesto progresivo. Como es sabido, ese tributo se traduce en que la alícuota progresa a medida que progresa el objeto imponible, a diferencia del gravamen proporcional, que, como su nombre lo indica, implica uniformidad en la tasa. La progresividad produce tres efectos dañinos centrales. En primer lugar, altera las posiciones patrimoniales relativas, a saber, la gente con sus compras y abstenciones de comprar va distribuyendo ingresos, con lo que consecuentemente surgen distintas posiciones relativas de ingresos entre los destinatarios. Pues bien, la progresividad cambia esas directivas, con lo que se modifica la asignación de recursos, contradiciendo las citadas indicaciones, lo cual se traduce en derroche, que a su turno afecta salarios.
En segundo término, bloquea la tan necesaria movilidad social, ya que dificulta el ascenso y descenso en la pirámide patrimonial. Y por último, la progresividad es en verdad regresividad, ya que por las razones apuntadas, al mermar la inversión debido a los mayores pagos progresivos de los contribuyentes de jure disminuyen los ingresos de los marginales, que se convierten en contribuyentes de facto.
Para recurrir a la terminología de la teoría de los juegos, es pertinente destacar que en toda transacciónlibre y voluntaria ambas partes ganan, que es otro modo de decir que son de suma positiva, a diferencia de lo que se conoce como el “Dogma Montaigne”, donde se supone que quien gana es el que recibe la suma monetaria y pierde el que la entrega en la transacción. Esto es el resultado de obsesionarse con el lado dinerario del intercambio sin atender que la entrega de dinero es para recibir un bien o un servicio que el interesado valora en más. Aquella perspectiva se extiende al comercio internacional, en el que equivocadamente se atribuye valor a las exportaciones y se subestima el peso de las importaciones, cuando precisamente se exporta para poder importar, del mismo modo que nosotros vendemos nuestros servicios para poder adquirir lo que necesitamos.
Por último mencionamos una idea que, prima facie, aparece atractiva y razonable, pero esconde un problema medular. Se trata de la “igualdad de oportunidades”. La sociedad libre brinda mejores oportunidades, pero no iguales; la mencionada igualdad es ante la ley, no es mediante ella; las oportunidades no son a costa de arrancar el fruto del trabajo ajeno. Si a un amateur en el tenis se le diera igualdad de oportunidades de jugar con un profesional, habría que, por ejemplo, obligar a que este utilizara el otro brazo al que está acostumbrado a emplear en ese deporte, con lo que se habrá lesionado su derecho. El igualitarismo anula los efectos beneficiosos de liberar las energías creativas, en especial para los más necesitados.
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h
El individualismo no se concibe sin ser parte del estrecho trinomio que se completa con la libertad y la propiedad. Ningunos de estos valores se preserva sin la existencia de los otros dos.Por esta razón, los ataques de los colectivistas al liberalismo tienen origen muchas veces en un incomprendido (y, en muchos casos, malicioso) concepto del individualismo que se asocia equivocadamente con un desvalor, con el egoísmo, la avaricia, la desaprensión por el prójimo y el aprovechamiento desleal de la situación de los más necesitados. Cuando los colectivistas combaten el concepto del individualismo saben que, de forma elíptica, impugnan los valores de la libertad y la propiedad.
Los socialistas de buena fe y honestidad intelectual debe comprender que, la única manera lícita de enriquecerse, es satisfaciendo al prójimo mediante la oferta de bienes y servicios de buena calidad y a buen precio.El exitoso, es un benefactor de la humanidad (aún tratándose de un egoísta) porque, buscando su propio beneficio, supo mejorar la condición de vida de sus semejantes. Para ser exitoso en un emprendimiento, el empresario debe primero arriesgar ahorros destinándolos a lo que supone ex ante es una buena idea. Arriesgar capital implica someterlo a la dura y cambiante aprobación del mercado, es decir, de la gente. Si no obtiene dicha aprobación, quiebra; mientras sus clientes validen con su compra, gana. Pero además, el empresario no sólo contribuye a mejorar la vida de sus clientes, la de su proveedores directos y la de los participantes de toda su cadena de valor sino que activa ramificaciones productivas de lo más insospechadas.No es menor el hecho que las inversiones también contribuyan a mejorar las tasas de capitalización afectando positivamente salarios de quienes ni siquiera conocen al inversor.
La aplicación de supuestos contrarios al individualismo, llevan al deterioro de los incentivos más elementales que impulsan la productividad y la prosperidad. La desconfianza en la seguridad jurídica pone gravemente en peligro el atractivo que tiene la obtención del fruto del trabajo y la inversión. Nadie mantiene una vaca lechera para que otro le quite la leche sin obtener un beneficio por ello y nadie pasa con sus posesiones más valiosas por sendas tomada por salteadores de caminos. El capital no tiene patria, va donde existe una posible rentabilidad y donde hay marcos institucionales basados en el derecho de propiedad. ¿Y por qué es importante atraer capital e inversiones? Porque el capital aporta herramientas que aumentan la productividad del trabajo, mejora los salarios y, por consiguiente, mejora nuestro bienestar y nivel de vida.
Es corriente también escuchar críticas que, en el sistema liberal, se establecen relaciones sociales basadas en lo que denominan efecto derrame. Esto se debe a que no se comprende la esencia del liberalismo. El falso postulado del efecto derrame, supone que de la mesa de la abundancia de unos pocos ricos, caen las migajas al resto de la comunidad. Muy por el contrario, se debe entender que el éxito de cualquier emprendimiento necesita de la cooperación social, el interés personal, el individualismo y la división del trabajo de todas las partes implicadas, sin importar su posición económica relativa.
En este sentido, si un acaudalado empresario, con el ánimo de emprender un negocio gastronómico, le ofrece a un postulante para la cocina un salario inferior al de mercado, en vano será mostrarle el saldo imponente de su cuenta bancaria o fotos de su mansión y su colección de autos. El cocinero simplemente le dará la espalda y se alejará conteniendo la risa.
El individualismo está íntimamente implicado en la división del trabajo y la cooperación social porque supone que todos somos distintos y que tenemos distintas competencias, habilidades y ambiciones. Para que exista cooperación social las partes deben encontrar un beneficio en la transacción. Ludwig von Mises en El Socialismo nos enseña: «Gracias a la cooperación social los hombres son capaces de realizar trabajos que sobrepasan las fuerzas de los individuos aisladamente, y se mejora el resultado de los trabajos que ellos hubiesen podido llevar a cabo solos».
Lamentablemente, la gran mayoría de las personas, en distinto grado, aceptan el colectivismo implicado en la intervención estatal. Una explicación es, sin dudas, el fenomenal trabajo realizado en el plano educativo. Dejar la educación en manos del Estado, necesariamente va a servir a los intereses y objetivos políticos. Antonio Gramsci,conocido por su compromiso con la revolución socialista, sostenía que el cambio de paradigamas tenían siempre un punto de partida en las instituciones educativas, culturales y en los medios de propaganda. El sueño de Gramsci de«tomen la cultura y la educación, y el resto se dará por añadidura», se hizo realidad en gran parte del mundo.
Por otra parte, no es menor el hecho que los políticos, tejen a su alrededor una malsana red de intereses subóptimos o improductivos compuesta por impenetrables estructuras políticas, millones y millones de empleados públicos -muchos de los cuales solo se presentan para cobrar- y carradas de recursos destinados a preservar el indigno voto clientelista. Cabe aclara que existen notables profesionales en la contratación pública, gente desaprovechada por estar bajo las directrices políticas que, claro está, persiguen objetivos políticos.
Otro actor que se contrapone y se resiste a la libertad, es el cazador de privilegios. Adam Smith decía que el empresario es un benefactor de la humanidad pero, se transforma en la peste más dañina, cuando transita por las oficinas gubernamentales en búsqueda de favores. Ya en el siglo XIX los mercantilistas, al tener privilegios para comerciar y navegar, se oponían a las ideas de los fisiócratas y su conocida petición de laissez-faire, laissez passer, el grito liberal para abrir el mercado, terminar con las regulaciones, los privilegios y poder competir. Sin embargo, los mercantilistas preferían seguir con sus privilegios y los mercados cautivos. Después de más de un siglo, continúan la búsqueda de prebendas quienes deshonran la palabra empresario para acercarse al poder político y beneficiarse de favores palaciegos. Estos ladrones de guante blanco, son uno de los motivos por los cuales también mucha gente tiene un equivocado concepto acerca de los empresarios, el mercado, el interés personal y el individualismo.
Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie
La crisis producida por el Covid-19 ha generado pequeñas grietas en la imagen mental que la ciudadanía no especializada ha sostenido sobre la ciencia, que podrían, aún contra todo pronóstico, situarnos frente a otro período de oscurantismo generalizado.
Pandemia y crisis | ROTTONARA / PIXABAY
Podría decirse sin que medie un excesivo margen de error, de que uno de los ejes de la evolución del ser humano se encuentra en el denodado esfuerzo individual y colectivo por combatir la incertidumbre. Desde aquel momento en que decidimos asentarnos para formar pequeñas comunidades que ya no subsistirían en base a la sumamente aleatoria caza y recolección, sino a partir de una clase de rudimentaria ganadería y agricultura, hasta hoy, hemos intentado como especie disminuir lo desconocido y garantizarnos una protección creciente contra lo imponderable, siglo tras siglo.
De más está decir que la lucha, como reza el tango, ha sido cruel y mucha. Los períodos de oscuridad intelectual han resultado más bien la regla, que la excepción, y aun cuando por momentos hemos conquistado niveles técnicos y científicos fabulosos, como en la Babilonia antigua o la Roma algo más reciente, también hemos vivido luego recaídas profundas en las que la pérdida de conocimiento adquirido (o incluso su prohibición manifiesta), nos llevaron al patio de las sombras en donde mejor germina el más perverso dogmatismo oscurantista.
En este sentido, vale decir que el progreso científico e intelectual de la humanidad jamás ha tenido una senda unívoca, recta, ni garantida. Sin embargo, el gran desafío que se presenta, cuando se intenta señalar esta verdad histórica, es que las últimas dos o tres generaciones han vivenciado una evolución tecnológica masiva, que los invita a fortalecer un sesgo contrario; uno que sugiere falazmente, que el conocimiento progresa de forma lineal, del modo que han ido evolucionando los artilugios tecnológicos que han invadido nuestra vida en los últimos veinte o treinta años.
Sin embargo, considero que la crisis producida por el Covid-19 ha generado pequeñas grietas en la imagen mental que la ciudadanía no especializada ha sostenido sobre la ciencia, que podrían, aún contra todo pronóstico, situarnos frente a otro período de oscurantismo generalizado.
Mencionaba al comienzo la tendencia natural del ser humano a combatir la incertidumbre. En los últimos siglos, en tal sentido, las certezas que alguna vez provinieron de la Fe y de la verdad revelada, fueron sustituidas por el método de acumulación de conocimiento propio del iluminismo: la ciencia. Este proceso que puede ser poéticamente sintetizado a partir de la histórica frase «Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado”, de Friedrich Nietzsche, ha sido en términos históricos, concomitante con el prodigioso desarrollo humano con el que convivimos hoy, fundando en gran medida en el éxito científico.Por tanto, que la población global asocie acríticamente a la ciencia, con la certeza y con la verdad, no es del todo caprichoso, aunque no sea, del mismo modo, del todo correcto.
La ciencia, como supo advertir Karl Popper, no avanza en base a aciertos sino a refutaciones. Desde el advenimiento de esta afirmación, sabemos que ninguna teoría representa una verdad absoluta, sino que, conforme avanza el tiempo, esta puede ir acumulando progresividad empírica (experimentos que sostienen su validez) o caer en desuso, conforme la evidencia creciente demuestra su falibilidad. Aún más lejos llegó Thomas Kuhn, a partir de la publicación en 1962 de La estructura de las revoluciones científicas, al afirmar que lejos de ese proceso dialógico, abierto y ordenado que muchas veces se le atribuye al mundo científico, el progreso en este campo se asemejaba a revoluciones en las cuales la acumulación de evidencia en contrario llevaba, más por presión general que por animada aceptación, a la ruptura de los paradigmas imperantes y al surgimiento de otros nuevos. Y si quisiéramos ir más lejos, podríamos incluso traer al presente a Paul Feyerabend, quizá el más destacado de los discípulos de Karl Popper, que se animó a desafiar la coherencia de un único método científico, llegando a postular un anarquismo metodológico, que generó profundos debates que se sostienen hasta hoy día.
Desde ya que todo esto no suele estar en las conversaciones cotidianas de la ciudadanía. Y quizá sea justamente por ello, que la enorme expectativa que suele pesar sobre la certeza científica, haya sufrido un vasto golpe de realidad en este último año y medio, desde la declaración de la pandemia.
A partir de entonces, y como no podía ser de otro modo frente a una enfermedad desconocida, el mundo orientó su atención a los dos fenómenos modernos que se erigen como principales antídotos contra ese factor, percibido generalmente como un mal perverso, que es la incertidumbre: la ciencia y los estados. Sin embargo, desde principios de 2020, ambos han mostrado su verdadera naturaleza falible. La atención sobre la primera, ha permitido a millones en el mundo observar que los científicos avanzan a tientas sobre lo desconocido, que no tienen siempre certezas para compartir y que su progreso está signado, inevitablemente, por debates, aciertos, refutaciones, groseros yerros, y todo ese heroísmo y miseria del que es capaz cualquier tipo de organización humana.
Del mismo modo, los estados han demostrado que, aun considerando los diferentes resultados obtenidos en cada país, también son presa de esa incertidumbre que siempre impera, aunque por momentos la hagamos retroceder tácticamente. Sin embargo, el verdadero problema surge cuando la inmediatez propia de la política y sus intereses, colisiona de lleno con el habitual proceso científico y, sobre todo, cuanto esto ocurre frente a la mirada desesperada de estos cientos de millones de personas hambrientas de decisiones y certezas. De este modo, la multiplicidad de papers científicos, con datos parciales y teorías en proceso de construcción, se vuelven armamento pesado que los políticos utilizan irresponsablemente para denostar a sus contrincantes y justificar sus propias decisiones de administración. El gran costo de este culebrón de dimes y diretes con visos de cientificidad, es la potencial pérdida del prestigio que la ciencia ha ido adquiriendo en el tiempo.
Así las cosas, por delante no debiera sorprender si muchos en el mundo comienzan a dudar de que la ciencia pueda satisfacer, como alguna vez lo hicieron los dogmas de fe, nuestra necesidad tan humana de certidumbre, lo cual puede tener, entre otras, dos consecuencias opuestas: una sana, en que el aprendizaje con respecto al verdadero proceso de conocimiento científico nos invite no solo a tolerar el constante desafío de lo incierto sino también a un sano ejercicio de la prudencia, aquella virtud política prodigada por la gran mayoría de los pensadores clásicos; y una sombría, en la que millones se vuelquen a alguna variante de pensamiento mágico, propiciando dogmas y mesianismos, como ha ocurrido en el pasado, más de una vez.
Mauricio Alejandro Vázquez es Título de Honor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias del Estado por la Universidad del CEMA, Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella y coach certificado por la International Coach Federation. Ha trabajado en la transformación de organismos públicos y empresas. Actualmente es docente de Teoría Política, Ética, Comunicación, Metodología y administración en UADE y de Políticas Públicas en Maestría de ESEADE. También es conferencista y columnista en medios como Ámbito Financiero, Infoabe, La Prensa, entre otros.Síguelo en @triunfalibertad