Verdes y sin hambre

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 29/4/16 en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/verdes-sin-hambre_307100

 

Hay versiones para todos los gustos. Los hay incluso -científicos serios, por cierto- que niegan el calentamiento y muestran, entre otras pruebas, que el hielo del Ártico, observable en fotos de la NASA, no ha variado en promedio desde 2002 hasta 2014. Están también los que dicen que sí hay un cambio climático, pero que se debe a causas naturales y no a la mano del hombre ni al efecto invernadero producido por el CO2.
Y ahora tenemos un nuevo estudio que asegura que, más allá de que existe el calentamiento global provocado por el hombre, la cantidad de gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera llegan casi al 0,04% del aire que respiramos, pero insólitamente el mundo es más verde. Es que los vegetales se ven beneficiados por estos gases, según un estudio publicado en Nature Climate Change, y entonces la Tierra ha ganado 36 millones de kilómetros cuadrados de superficie verde, unas tres veces el tamaño de Europa.
Desde 1983 la biomasa terrestre ha aumentado en el 40% de la superficie de la Tierra, mientras que se ha reducido en solo el 4% debido al CO2, un potente fertilizante. Aumento verde que, en un círculo virtuoso, habría contribuido a frenar el efecto invernadero al absorber los gases tóxicos causantes.
Acción universal
Ahora, el pasado 22 de abril -el “día de la Tierra”- se realizó una Cumbre en la ONU y casi 200 países aprobaron un texto que supone la primera acción universal que busca reducir el impacto del cambio climático. El problema es que, suponiendo que los gobiernos efectivamente tengan la voluntad de cumplir y que no sea solo una declaración demagógica, sus postulados serán coactivamente impuestos sobre la sociedad utilizando el monopolio de la violencia, el poder de la policía, y la violencia solo sirve para destruir.
Y esto suponiendo que, entre todas las teorías, la oficial sea la verdadera. ¿Qué si no lo es, si el calentamiento global no existe? Después de todo nadie tiene la verdad absoluta. En cualquier caso, “está claro que los peores ofensores en el proceso de degradación ambiental… son las de orientación mesiánica, agencias de ‘interés público’. Existen alrededor de 22.000 lugares conteniendo residuos peligrosos en EEUU. Muchos son depósitos municipales. Solamente las bases militares tienen más de 4.000 basureros químicos”, aseguraba Jorge E. Amador, veinte años atrás.
Y el Premio Nobel de la Paz, Obama, días después, el 25 de abril en Hannover, Alemania, pidió a la Unión Europea que aumente su gasto militar: “cada miembro de la OTAN debe contribuir con… un 2% (unos US$ 250.000 millones) del PIB”, el doble de lo que hoy gasta el gobierno alemán. Mucho dinero, como para darle de comer a cien millones de personas al año, con lo que podrían erradicarse las muertes por inanición que llegan a casi 10 millones al año en el mundo.
Por el contrario, el verdadero defensor de la naturaleza siempre fue el público, las personas, la actividad privada. Porque son parte de ella. Quién no quiere verde, aire fresco y bajos ruidos en su casa u oficina. Cuánto más cuesta un terreno en tanto tenga árboles, agua natural limpia, aire puro y no tenga ruidos molestos, en fin, cuanto más respetada sea la naturaleza. El mercado incentiva con fuerza, y lo premia con un aumento en el precio, el respeto al medio ambiente. Está claro, pues, que el mercado natural cuidará a la naturaleza del mercado. Y en paz.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

¿Un acierto estratégico o un matrimonio mal avenido?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 26/4/16 en: http://www.rionegro.com.ar/diario/un-acierto-estrategico-o-un-matrimonio-mal-avenido-8138413-9539-nota.aspx

 

La importancia histórica de la relación comercial entre Argentina y Brasil constituyó desde el inicio un hecho subyacente, pues se podía observar que la intensidad de los intercambios entre ambos países estaba sujeta a la tensión latente de sus relaciones y a las circunstancias que súbitamente derivaban en situaciones de conflicto.

En parte, dicha ambivalencia se explica por el pasado colonial. Ambos países heredaron una rivalidad existente entre dos imperios europeos, español y portugués, cuyo punto de encuentro en América del Sur fue la frontera que osciló durante más de tres siglos bajo las formas de migraciones, tratados y armas.

Más tarde, la emancipación de Argentina y Brasil −en más y menos doscientos años de historia, respectivamente− no produjo grandes cambios en el proceso de intercambio comercial entre ambos países, ya que también estuvo caracterizada por turbulencias y disputas, y no por una correspondencia mutua de armonía y cooperación. Sin embargo, a pesar de sus gobiernos, ambos países se han convertido en la actualidad en los principales socios comerciales de Latinoamérica.

La relaciones comerciales argentino-brasileñas siempre fueron muy relevantes, pero rara vez han figurado en el primer plano de las prioridades estratégicas de los dos países. Así lo expresó el empresario Fernando Barra en importante evento privado, semanas atrás, en la sala del Paraninfo –Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral−, edificio que ha trascendido porque ha sido sede en dos oportunidades de la Convención Nacional Constituyente, 1957 y 1994.

La tensión bilateral, lejos de terminar con la independencia de ambos países, se puso de manifiesto por la creciente presencia del Estado y, consecuentemente, menor esfera del mercado. Quizás no se ha advertido con el debido rigor que para poder importar es necesario exportar; de lo contrario, no habrá posibilidades de comprar en el extranjero.

Al eliminarse las barreras aduaneras, la mayor cantidad de bienes y servicios disponibles reportará mayores ingresos y salarios en términos reales, pues se podrán comprar bienes a un precio más bajo e incluso artículos de mejor calidad. Como se ha dicho, el nivel de importación dependerá de las posibilidades previas de exportación y esa es la razón por la cual resulta imperativo comprender que proteccionismo significa protección para unos pocos y desprotección para el conjunto de la comunidad.

Frente a los hechos, la solución intentada por los gobiernos ha sido implementar una especie de colusión regional. El Tratado de Asunción, de 1991, sentó las bases para la constitución de un mercado común entre la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, el Mercosur. Naturalmente, se erigieron barreras y aranceles externos hacia otros países.

Alianzas de este tipo se caracterizan por perseguir diferentes tipos de objetivos, tales como: reducir y eliminar gradualmente las trabas al comercio; impulsar el desarrollo de vínculos de solidaridad y cooperación; promover el desarrollo económico y social de la región en forma armónica y equilibrada a fin de asegurar un mejor nivel de vida para sus pueblos; renovar el proceso de integración y establecer mecanismos aplicables a la realidad regional; crear un área de preferencias económicas, teniendo como objetivo final una armonización plena de sus políticas macroeconómicas, con el fin del establecimiento real de un mercado común.

Pero la globalización no se trata de crear bloques defensivos contra otras regiones, sino de abrirse al mundo y aprovechar en su magnitud y cuantía las ventajas del comercio.

No es el Mercosur la manera más eficiente de abrirse al mundo, sobre todo porque las prácticas recientes de ambos lados de las fronteras no obedecen a una estrategia de largo plazo sino, simplemente, a un sinnúmero de atajos para atender la coyuntura. Medidas que encajan exactamente en el viejo aforismo popular que dice: «De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno». Pues de nada sirven los «buenos propósitos» si no se tienen en consideración los derechos de sus socios comerciales y se vulnera reiteradamente el marco institucional.

Tanto Brasil como Argentina, con gobiernos fuertemente populistas (al menos hasta los mutuos escándalos de corrupción), han convertido la justicia social en el argumento más efectista de la discusión política. Y, al amparo de esas prácticas, se ha defendido todo tipo de abusos, arbitrariedades y caprichos. Quizás como el matrimonio mal avenido, de reflejo correcto para la sociedad, se obligan a continuar la relación muy a su pesar.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

Argentina: Porqué el gobierno no debe endeudarse

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 25/4/16 en: http://independent.typepad.com/elindependent/2016/04/argentina-porqu%C3%A9-el-gobierno-no-debe-endeudarse.html

 

La mayoría de los economistas, que pretenden imponer planes de vida a los demás, afirman que no es bueno ni malo que lo gobiernos se endeuden y,  continúan diciendo, que todo depende cuáles son los motivos que dan origen a la deuda en cuestión. En la Argentina de hoy, el gobierno tuvo que acudir al empréstito externo ante un fallo judicial adverso, consecuencia de  15 años de default, pero en modo alguno una situación extraordinaria debe convertirse en regla de política económica.

Desde el sito oficial del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas, se afirma que el ministro Alfonso Prat-Gay calificó como “tremendamente exitosa” la emisión de bonos de deuda que lanzó la Argentina (con una demanda de más de 60 mil millones de dólares), del pasado martes 19 de abril. Al mismo tiempo, la principal autoridad del ministerio afirmó que ahora “empieza un nuevo camino que nos llevará a la inversión y al trabajo digno”.

Con igual fuente, se destacan otras opiniones del ministro: “Esta es la demanda más grande de la historia para un bono o acción de un Gobierno o empresa de mercados emergentes. Está posiblemente entre las 20 más grandes de la historia para una emisión de un país que todavía hoy está en default”. Prat-Gay también resaltó que el Gobierno no está “en una etapa de ajuste; al contrario, estamos poniendo el foco fiscal en los más débiles y vulnerables”, “la salida del default supone un impulso para la atracción de inversiones que permitirán el desarrollo del ambicioso plan de infraestructura que tiene el Gobierno del Presidente Mauricio Macri”.

En razón de lo expuesto, el ministro estaría dispuesto a volver a colocar deuda en el segundo semestre del año si observa (como estima el equipo de Finanzas) que las tasas posteriores al pago a los holdouts se reducen considerablemente. Todo ello, presuntamente sujeto a una hipotética mejora de los indicadores económicos.

Pues bien, ¡las cartas están echadas! Como indica el antiguo y popular axioma del derecho: a confesión de parte, relevo de pruebas. El gobierno implementará medidas activas de política económica sustentadas en la fundamentación keynesiana, dicho sea de paso, a pesar de los esfuerzos realizados por el Banco Central y a pesar de la generalizada creencia de que el gobierno de Macri es de raíz liberal.

Este tipo de argumentación sugiere que se formule la siguiente pregunta, ¿es necesario confiar al gobierno, una vez más, como en los últimos setenta años, el tipo de políticas que nos llevaron a esta crisis? La opinión de Axel Leijonhufvud deja en claro una interesante visión al respecto: “En nuestros días, muchos economistas prominentes entienden que la obra de Keynes tiene fallas tan profundas, está incluso tan colmada de errores, que no es necesario estudiarla. De hecho, prevalece la opinión de que la revolución keynesiana en lo tocante a la política macroeconómica fue un interludio infortunado que hoy ya ha sido superado”.

Pero no es cierto que «Keynes ha muerto», el intervencionismo de los gobiernos es una amenaza cierta y creciente para la economía del globo. Y el keynesianismo, en sus múltiples vertientes, representa la más sofisticada estrategia para socavar los derechos de los contribuyentes. En los hechos, su síndrome florece en las oficinas de Hipólito Irigoyen 250 de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la República Argentina −antes con Axel Kicillof, ahora con Alfonso Prat-Gay−.

Kicillof, en su infructuoso intento de financiar el déficit con endeudamiento externo, tuvo que ajustarse al único instrumento que le quedaba, la expansión monetaria. Prat-Gay, en cambio, hará realidad el sueño de su antecesor: dar rienda suelta a la deuda pública.

Se debe tener bien presente que la deuda pública a largo plazo es un argumento extraño y perturbador, principalmente, porque en ninguna empresa humana existen valores eternos. La deuda pública a largo plazo presupone la estabilidad del poder adquisitivo del dinero. Y esa idea de estabilizar el poder adquisitivo de la moneda surgió del deseo de crear una esfera inmune al incesante fluir de las cosas humanas, tal la soberbia exposición de Ludwig von Mises.

Manera extraña, si la hay, de ver a la ciencia económica, y que llevó a conjeturar la asunción de una tasa libre de riesgo. Un concepto teórico de la economía que consiste en la existencia de una alternativa de inversión sin riesgos para el inversionista. El planteamiento ofrece un rendimiento seguro en unidades monetarias a plazos prefijados, donde no existen riesgos crediticios ni de reinversión ya que, vencido el período, se dispondrá inexorablemente del efectivo. En la práctica, se suele asociar el concepto con el rendimiento de los bonos a diez años del Tesoro Estados Unidos. Como la inversión es libre de riesgo, se considera que la probabilidad de no pago de un bono emitido por Estados Unidos, al plazo indicado, es cero.

Países como el nuestro, en cambio, y todos los demás del orbe, según su riesgo implícito serán catalogados conforme la metodología del J. P. Morgan Chase. Un estándar de puntos básicos que expresa la prima de riesgo con base al comportamiento de la deuda soberana. La penalidad será más alta cuanto menor sea la certeza de que el país honre sus obligaciones, y viceversa.

Los préstamos públicos rara vez han sido redimidos honrando el reembolso de su capital. Más bien, la corriente ha sido siempre ir acumulando nuevas deudas sobre las antiguas, así lo refleja la historia financiera del último siglo. Y su resultado, además de ahuyentar los capitales privados invertidos en esos países, son la pobreza y el atraso de los supuestos beneficiarios.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

Bastiat: ¿Si salimos a romper vidrios contribuimos a reactivar la economía?

Por Martín Krause. Publicada el 29/4/16 en: 

 

Frédéric Bastiat (1801-1850) fue un gran divulgador y polemista. Sus trabajos, por supuesto, no son “académicos”, pero eso no implica que no estén basados en ideas que lo son. En unpost reciente, por ejemplo, presentaba la llamada “ley de Say”. Los alumnos de Economía van a leer una breve colección de sus artículos con el título de “Lo que se ve y lo que no se ve”.

Es particularmente importante para los estudiantes de Economía ya que se trata de aprender las consecuencias de las acciones humanas más allá de sus efectos inmediatos. Por ejemplo, y en relación a lo que analizara Say, esto dice Bastiat en un artículo titulado “El cristal roto”:

“¿Ha sido usted alguna vez testigo de la cólera de un buen burgués Juan Buenhombre, cuando su terrible hijo acaba de romper un cristal de una ventana? Si alguna vez ha asistido a este espectáculo, seguramente habrá podido constatar que todos los asistentes, así fueran éstos treinta, parecen haberse puesto de acuerdo para ofrecer al propietario siempre el mismo consuelo: ‘La desdicha sirve para algo. Tales accidentes hacen funcionar la industria. Todo el mundo tiene que vivir. ¿Qué sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?’

Mas, hay en esta fórmula de condolencia toda una teoría, que es bueno sorprender en flagrante delito, en este caso muy simple, dado que es exactamente la misma que, por desgracia, dirige la mayor parte de nuestras instituciones económicas. Suponiendo que haya que gastar seis francos para reparar el destrozo, si se quiere decir que el accidente hace llegar a la industria cristalera, que ayuda a dicha industria en seis francos, estoy de acuerdo, de ninguna manera lo contesto, razonamos justamente. El cristalero vendrá, hará la reparación, cobrará seis francos, se frotará las manos y bendecirá de todo corazón al terrible niño. Esto es lo que se ve.

Pero si, por deducción, se llega a la conclusión, como a menudo ocurre, que es bueno romper cristales, que esto hace circular el dinero, que ayuda a la industria en general, estoy obligado a gritar: ¡Alto ahí! Vuestra teoría se detiene en lo que se ve, no tiene en cuenta lo que no se ve.

No se ve que, puesto que nuestro burgués a gastado seis francos en una cosa, no podrá gastarlos en otra. No se ve que si él no hubiera tenido que reemplazar el cristal, habría reemplazado, por ejemplo, sus gastados zapatos o habría añadido un nuevo libro a su biblioteca. O sea, hubiera hecho de esos seis francos un uso que no efectuará.

Hagamos las cuentas para la industria en general. Estando el cristal roto, la industria cristalera es favorecida con seis francos; esto es lo que se ve. Si el cristal no se hubiera roto, la industria zapatera (o cualquier otra) habría sido favorecida con seis francos. Esto es lo que no se ve.

Y si tomamos en consideración lo que no se ve que es un efecto negativo, tanto como lo que se ve, que es un efecto positivo, se comprende que no hay ningún interés para la industria en general, o para el conjunto del trabajo nacional, en que los cristales se rompan o no.

Hagamos ahora las cuentas de Juan Buenhombre. En la primera hipótesis, la del cristal roto, él gasta seis francos, y disfruta, ni más ni menos que antes, de un cristal. En la segunda, en la que el accidente no llega a producirse, habría gastado seis francos en calzado y disfrutaría de un par de buenos zapatos y un cristal.

O sea, que como Juan Buenhombre forma parte de la sociedad, hay que concluir que, considerada en su conjunto, y hecho todo el balance de sus trabajos y sus disfrutes, la sociedad ha perdido el valor de un cristal roto. Por donde, generalizando, llegamos a esta sorprendente conclusión: ‘la sociedad pierde el valor de los objetos destruidos inútilmente’ — y a este aforismo que pondrá los pelos de punta a los proteccionistas: ‘Romper, rasgar, disipar no es promover el trabajo nacional’, o más brevemente: ‘destrucción no es igual a beneficio’.

¿Qué dirá usted, Moniteur Industriel, que dirán ustedes, seguidores de este buen Sr. De Saint-Chamans, que ha calculado con tantísima precisión lo que la industria ganaría en el incendio de París, por todas las casas que habría que reconstruir? Me molesta haber perturbado sus ingeniosos cálculos, tanto más porque ha introducido el espíritu de éstos en nuestra legislación. Pero le ruego que los empiece de nuevo, esta vez teniendo en cuenta lo que no se ve al lado de lo que se ve. Es preciso que el lector se esfuerce en constatar que no hay solamente dos personajes, sino tres, en el pequeño drama que he puesto a su disposición. Uno, Juan Buenhombre, representa el Consumidor, obligado por el destrozo a un disfrute en lugar de a dos. El otro, en la figura del Cristalero, nos muestra el Productor para el que el accidente beneficia a su industria. El tercero es el zapatero, (o cualquier otro industrial) para el que el trabajo se ve reducido por la misma causa. Es este tercer personaje que se deja siempre en la penumbra y que, personificando lo que no se ve, es un elemento necesario en el problema. Es él quien enseguida nos enseñará que no es menos absurdo el ver un beneficio en una restricción, que no es sino una destrucción parcial. — Vaya también al fondo de todos los argumentos que se hacen en su favor, y no encontrará que otra forma de formular el dicho popular: ‘¿Que sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?’”

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

El matrimonio Kirchner y la ambigüedad del término «social»

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 5/4/16 en: http://www.rionegro.com.ar/diario/el-matrimonio-kirchner-y-la-ambiguedad-del-termino-social-8114236-9539-nota.aspx

 

Cuando se admite la existencia de determinadas convenciones es evidente que no resultará fácil apartarse de ellas y formular con precisión cualquier idea que difiera de la tradicional manera de ver las cosas. Por ello, son numerosas las dificultades con que tropieza el análisis y juicio de nuestras propias concepciones, ya que muchas de las más difundidas convicciones se encuentran a cubierto de toda crítica.

Este es el caso particular de la cuestión social. Desde este punto de vista, Carballeda se anima a decir que lo social refiere a un conjunto de circunstancias que interpelan a la sociedad (no sólo se relaciona con la pobreza, sino también con sus formas, procesos e impactos que toman forma cotidianamente en la vida de las personas); o Grassi, en «Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame», alude a la política social como «la denominación genérica de la forma política de la cuestión social», opinión que en su universo teórico, también discutible por cierto, muestra el sentido de la acción estatal en la «producción de la vida».

Dichas interpretaciones anclan en el análisis de la problemática social en las sociedades capitalistas modernas, prestando atención al proceso político de «producción de la realidad de la pobreza» y el desempleo. Tal como se supone, un principio de desigualdad cuya génesis se halla en la relación de subordinación directa del trabajo con respecto a la primacía del capital.

Según se dice, la cuestión social acompaña la evolución del capitalismo desde sus orígenes, como efecto y causa de sus procesos de creación y desarrollo. De allí que los cambios y transformaciones en todos los campos de la vida social que esta implicaba, las intervenciones sociales del Estado a que dieron lugar y sus consecuencias recientes (las políticas sociales que dieron lugar a los más grandes abusos de la historia económica en la República Argentina) fueron y serán objeto de debate entre las distintas miradas y posturas teóricas y políticas.

Hayek por su parte, en su obra «The Fatal Conceit: The Errors of Socialism», explica que, aun cuando es equívoco el sustantivo sociedad, mucho más lo es el adjetivo social, probablemente la principal fuente de confusión del vocabulario moral y político. La perplejidad provocada por la clase de palabra que denota cualidades, propiedades y relaciones de diversa naturaleza es la respuesta al intento de describir no sólo determinadas circunstancias de algún fenómeno de colaboración, sino de ciertas modalidades que promueven la creación y preservación de diversos órdenes de la sociedad.

Desde el carácter dicotómico del término social se intenta reemplazar el concepto de bueno mediante lo que se considera aceptable desde el punto de vista moral. Pero Wieser nunca dejó de insistir en que ser social nada tenía que ver con ser justo o bondadoso, ni probo a la luz de Dios. La extensión de tal proceso ha tenido lugar a partir de la Alemania de Bismark y su poderosa influencia ha alcanzado todas las regiones de mundo, incluso en la actualidad.

En efecto, una vez creadas las condiciones, la facción guiada por el impulso de oscuros intereses en nombre de la cuestión social conculcó los derechos de ciudadanos y subvirtió la protección y garantías de sus gobernados. La planificación consciente supone autorizar al gobernante para que, por su exclusiva decisión y amparo, resuelva e imponga: el método de Néstor y Cristina Kirchner.

En este sentido, el adjetivo social se ha convertido, cada vez más, en un conjunto de exhortaciones o consignas tendientes a desplazar la idea moral tradicional (aun cuando sea tan equívoco su significado) por los beneficios de unos pocos. Así se ilustra en el grotesco de La Cámpora o modo nacional y popular que permite calificar por sí mismo a cada uno de sus integrantes, pero que proscribe al resto de las personas de hacerlo −implícita o explícitamente−, quienes por oposición a los intereses en juego no serían ni nacionales ni populares. «A defender al gobierno nacional y popular. No a la extorsión de la Sociedad Rural. Sí a la redistribución de la riqueza. Sí a las retenciones. ¡Viva Cristina!» Agrupación La Cámpora, 2008.

«El término social se ha convertido en lo que algunos norteamericanos suelen denominar un ‘término comadreja’, expresión sin duda derivada del verso de Shakespeare: ‘De cualquier canción puedo extraer la melancolía, al igual que la comadreja sorbe el jugo del huevo’. La comadreja, en efecto, es capaz de vaciar un huevo sin perturbar la envoltura. Pues bien, de manera semejante, también el término ‘social’ suele vaciar de contenido a cualquier palabra que se le aplique, aunque aparentemente nada anormal haya sucedido. Se recurre a la palabra comadreja cuando se quiere seguir haciendo uso de vocablos de los que no es posible prescindir y, al mismo tiempo, evitar las implicaciones de las propias premisas ideológicas».

Parafraseando a Hayek: ¡la comadreja es al huevo lo que la justicia social, a la ecuanimidad; o la corrupción, a la obra pública!

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

ACERCA DE LA CREATIVIDAD

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

El proceso creativo es a mi juicio uno de los temas de mayor interés. Hace unos años escribí en torno a este asunto, pero  es pertinente volverlo a hacer con el análisis de otros ángulos. De entrada digamos que hay que tener muy presente que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles por una sola vez en la historia de la humanidad. Esto nos da una enorme responsabilidad para estar atentos a que hacemos con nuestras vidas. Si estamos al acecho de cual es nuestra razón de ser en el corto lapso en esta tierra o si consideramos que podemos consumir el tiempo que nos es dado para divertirnos, alimentarnos, copular y hacer nuestras necesidades fisiológicas. El llamado interior es nuestra vocación, se trata de actualizar nuestras muy diversas potencialidades, como ha escrito Octavio Paz, “al descubrir nuestra vocación nos descubrimos a nosotros mismos”.

 

La creatividad supone el poner al descubierto algo que estaba oculto siempre teniendo en cuenta que la originalidad resulta sumamente difícil (“para novedades, los clásicos” reza el conocido adagio), pero por lo menos el poner sobre la mesa algo no recordado, algo no evidente o dificultoso para el momento.

 

La creatividad opera en muy diferentes planos y campos, en  algunos se destaca más algún viso de originalidad (por ejemplo en el arte) y en otra se trata más bien de descubrir nexos causales en lugar de creación propiamente dicha (por ejemplo, en la ciencia).

 

De todos modos, ¿como ocurre el proceso creativo?. Con la concentración y el interés en el estudio de determinada materia se va archivando información en el subconsciente y en ese contexto de trabajo en cierta instancia el nivel conciente traba relación con el antedicho archivo y se produce el “momento eureka”. Es el resultado de la perseverancia, la constancia y la atención en la materia que interesa. Muchas veces en este proceso, la creatividad o el descubrimiento sorprende puesto que alumbra una idea colateral. Casi como en la ciencia médica en la que muchas de las líneas de investigación en un área dan por resultado un descubrimiento en otra.

 

Cuanto mayor el valor de la creatividad, mayor es el grado de soledad que requiere el investigador y muchas veces a contracorriente de lo que opinan los demás. Contar con el temple para continuar en el camino es requisito para la creatividad sin dejarse influir por otros. En el extremo está el  conocido experimento tan citado del acuerdo con el organizador de un grupo de personas -menos una- que se les solicitó sostener que en una serie de cuadros que se les exhibía decir que un  bastón es más grande que otro cuando en realidad no era así. La única persona que no estaba informada del truco, al principio se sorprendió de las respuestas de los colegas pero a medida en que se sucedieron los cuadros y las respuestas erróneas que se daban por verdaderas, el sujeto en  cuestión optó por contestar equivocadamente tal como lo hicieron los demás. Es la presión del grupo, es la masificación, es la abdicación de la individualidad, es la renuncia a la honestidad intelectual, es la entrega del yo en pos de los demás, es la desaparición de la condición humana.

 

Sin duda que la creatividad no es ex nihilo para los mortales puesto que se basa en la incorporación de conocimiento provisto por otros y por sucesos externos a quien crea. Por supuesto que hay muy diferentes grados de creatividad en base a talentos muy distintos. En otra oportunidad he señalado que Stefan Sweig nos recuerda que Mozart componía sin borradores como si alguien le estuviera dictando para escribir con rapidez en el pentagrama. Beethoven en cambio necesitaba muchos borradores antes de la obra final y Balzac para escribir a la velocidad que lo hacía inventó una especie de taquigrafía para estar a la par de sus pensamientos,  al contrario de Gothe que tardó sesenta y cuatro años de intenso trabajo para escribir Fausto. Durero requería de varios croquis y mucho ejercicio en el lienzo para pintar, mientras que van Gogh pintaba hasta tres cuadros por día.

 

Como hemos consignado la creatividad humana no procede de la nada, se sustenta en información previa, procesada, digerida y reformada con el correspondiente  valor  agregado. Giovanni Papini sostenía metafóricamente que si a uno le abren el cerebro se encontrarán miles y miles de carteles con los nombres de quienes influyeron en la persona para elaborar tal o cual cosa. No solo se trata de la influencia del prójimo sino de situaciones y circunstancias varias.

 

A diferencia del reino animal, vegetal y mineral, el ser humano no está determinado por otras causas anteriores sino que opta y decide debido al libre albedrío. Tal como explica el premio Nobel en física Max Planck en su ¿Hacia donde va la ciencia? : “Se trata de una degradación inconcebible que los seres humanos, incluyendo los casos más elevados de mentalidad y ética, fueran considerados como autómatas inanimados en las manos de una férrea ley de causalidad […] El papel que la fuerza desempeña en la naturaleza como causa de movimiento, tiene su contrapartida, en la esfera mental, en el motivo como causa de la conducta […] ¿Qué conclusión podemos deducir respecto del libre albedrío? En medio de un  mundo donde el principio de causalidad prevalece universalmente ¿qué espacio queda para la autonomía de la volición humana?  Esta es una cuestión muy importante, especialmente en la actualidad, debido a la difundida e injustificada tendencia a extender los dogmas del determinismo científico [determinismo físico en la terminología de Karl Popper] a la conducta humana, y así descargar la responsabilidad de los hombros del individuo”.

 

 

Tengamos en cuenta que la creatividad no está reservada “a los del más alto coeficiente intelectual (IQ)”, ya que como han puesto de manifiesto autores como Howard Gardner (Inteligencias múltiples) e Isaac Asimov (Thinking About Thinking), no hay posibilidad alguna de establecer un ranking universal de inteligencias (inter legum) puesto que todos somos inteligentes solo que para asuntos muy distintos. El profesor brillante en su especialidad puede ser incapaz de colocar un foco de luz o de recitar una declinación en latín, el agricultor puede desconocer la matemática, el mozo en un restaurante puede recordar cada uno de los múltiples platos que solicitan muchos comensales y relacionarlos entre sí pero es incapaz de entender el significado de la física cuántica y así sucesivamente. Como bien ha dicho Einstein “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos”, lo cual está vinculado con las muy diversas capacidades sea en cuanto a la memoria o la inteligencia.

 

El producto de la creatividad se traduce en una inmensa satisfacción difícil de trasmitir en palabras que alimenta el intelecto de todos cuando está dirigida a lo ético, estético y, en general, a contribuciones que permiten mejorar la condición de vida de los semejantes. Es una bendición que debe ser cultivada y aprovechada.

 

Por esto es que resulta en interés de quien contrata gente supuestamente debe pensar en distintos puestos de trabajo el considerar con cuidado el clima laboral al efecto de lograr los mejores resultados. Si quien es contratado se desempeña en  ámbitos conflictivos y poco amigables naturalmente su rendimiento será deficiente.

 

Por otra parte, para desarrollar la mayor energía creativa posible es indispensable un clima de libertad lo cual significa respeto recíproco y no las imposiciones de reglamentaciones asfixiantes que pretenden el tratamiento  de  personas como si fueran autómatas del poder político de turno. Se pierde una dosis inmensa de energía si las personas deben atender con el fruto de su trabajo los desmanes del Leviatán. Hay lugares en que el contribuyente debe trabajar más de la mitad del año para satisfacer la voracidad fiscal del gobierno y eso sin contar con la enmarañada papelería y trámites engorrosos que exige el aparato estatal, además de tener que responder a preguntas insolentes impresas en formularios absurdos. En este contexto hostil naturalmente decae rápidamente la creatividad.

 

Entre lo mucho escrito sobre la creatividad, hay una obra de especial interés titulada The Courage to Create de Rollo May, en la que enfatiza la traición a uno mismo si no se expresa lo que se piensa sin subterfugio alguno. Por supuesto que esto no es incompatible con la educación: no significa que a una mujer fea se le haga notar su fealdad, May se refiere a la competencia por valores y principios. Tampoco excluye sino más bien requiere que permanentemente se revisen las propias conclusiones ya que el conocimiento es provisorio sujeto a refutaciones. May destaca el ejemplo de Alexander Solzhenitsyn “que enfrentó solo el poder de la burocracia soviética” (en este sentido es menester recordar la obra de Leonard Read titulada The Courage to Stand Alone). Rollo May no alude al coraje físico ni a la temeridad sino al coraje moral, estrechamente vinculado a la honestidad intelectual. Explica la importancia de dejar testimonio con total independencia de lo que piensa la mayoría. Rechaza lo que hoy se conoce como lo políticamente correcto donde se propone que la gente “se ajuste a la tendencia del momento” y subraya que esto es más necesario que nunca en la actualidad donde “el fascismo, el socialismo, el conformismo y el poder militar hacen que el individuo no solo se siente perdido sino que está perdido”.

 

Como ha sentenciado Cervantes “cada quien es hijo de sus obras” pero la creatividad se ahoga y queda aplastada por el espíritu autoritario; Mafalda ha dicho bien que “la vida es como un río, lástima que hayan tantos ingenieros hidráulicos”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

La revocatoria de mandato en Venezuela

Por Alejandra Salinas: Publicado el 29/4/16 en: https://es.scribd.com/doc/310929584/La-Revocatoria-de-Mandato-en-Venezuela

 

Comparado con el resto de los países de la región, Venezuela presentó un panorama de alternancia política y relativa estabilidad hasta 1998, cuando irrumpió en la escena política Hugo Chávez al triunfar en las elecciones presidenciales de ese año. Sin mayoría legislativa, Chávez intentó reformar el sistema de gobierno. Mediante el referéndum de abril 1999 el electorado aceptó convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, y en diciembre una nueva Constitución fue aprobada por el voto popular. Las principales reformas se relacionaron con cambios en la estructura legislativa y ejecutiva: se extendió el mandato presidencial de cinco a seis años con una reelección, se introdujo un nuevo mecanismo de juicio político, y se limitaron los poderes de emergencia. También se estableció un Poder Legislativo unicameral, reduciendo el total de bancas, y se introdujo el referéndum revocatorio de todos los cargos electivos una vez cumplida la mitad del mandato.

En julio de 2000 Chávez fue reelecto Presidente. Debido a una intensa política demagógica y de confrontación, hacia principios de 2004 el contexto político estaba marcado por fuerte divisiones políticas, un deterioro en la calidad de vida, violaciones a los derechos y un incremento en la violencia. La coalición opositora Coordinadora Democrática solicitó entonces la revocatoria del mandato presidencial, y a tal fin recolectó más de 3.400.000 de firmas. El Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno, cuestionó al Tribunal Supremo de Justicia que había declarado válidas las firmas y ordenado programar la votación. El Tribunal Supremo defendió la decisión de convocar el referéndum con el argumento de la legitimidad de respetar el proceso democrático.

Finalmente el 15 de agosto de 2004 los votantes dieron a conocer su opinión si debía permitirse al Presidente completar su mandato. Con un 70% de asistencia electoral, el SI triunfó con el 59.3 % de los votos, y el NO obtuvo un 40.6%. Entre las explicaciones del fracaso del No, se mencionó la heterogeneidad de la coalición opositora, la ausencia de un líder carismático, y la falta de una alternativa frente a la exitosa estrategia electoral oficial. También se mencionó el hecho de que las demoras en la recolección y certificación de las firmas dieron tiempo a que la economía se recuperara; que el gasto oficial en la campaña fue decisivo (financiado por los ingresos petroleros en aumento), así como el hecho de que el gobierno registrara dos millones de nuevos votantes.

A partir de entonces la carrera política de Chávez fue sometida a frecuentes votaciones populares. En diciembre de 2006 ganó las elecciones presidenciales con el 62% de los votos; un año más tarde, el 50,7 % del electorado rechazó su propuesta de adoptar la reelección presidencial ilimitada, decisión que fue revertida en el referéndum de febrero de 2009 que le permitió presentarse y ganar las elecciones de 2012. Fallecido poco tiempo después, su Vicepresidente y sucesor Nicolás Maduro en nada modificó el estilo cesarista y autoritario del régimen bolivariano.

Considerando el curso de los eventos y las reiteradas denuncias sobre las irregularidades y violaciones a los derechos humanos cometidas en Venezuela a partir de 1999, la “democracia participativa” instaurada en ese país pisoteó de manera sistemática el ideal republicano de un gobierno limitado que respete las libertades individuales, los procedimientos institucionales y la apertura a un diálogo pluralista. Contra esta lamentable trayectoria se instaura hoy una nueva posibilidad de recurrir al referéndum para revocar el mandato de Maduro, continuador del régimen chavista. Esta semana el Consejo Nacional Electoral entregó el formulario a la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para recoger las firmas necesarias para convocar a la votación. Más de un millón de personas firmaron la petición, que ahora deberá ser validada por la CNE para autorizar una segunda ronda de recolección de firmas. La nueva instancia requiere de un aval mínimo del 20% del padrón electoral para poder convocar al referéndum revocatorio. A su vez, el resultado de éste deberá mostrar que una mayoría de más de 7.587.532 votos aprueba la salida de Maduro, y en caso afirmativo se llamaría a nuevas elecciones presidenciales.

Resulta claro que los obstáculos al nuevo proceso revocatorio serán muchos y complejos. Maduro hará todo lo posible por interrumpir o demorar los procedimientos, y la coalición opositora necesitará del apoyo explícito de la comunidad regional y de los organismos internacionales para llevar adelante su proyecto de forma exitosa. Hay que evitar repetir la experiencia del 2004: afortunadamente el fisco está hoy muy debilitado, el carisma del líder ha desaparecido, y el pueblo venezolano sufre cansancio y hambre. En este contexto, las probabilidades de la revocación son mejores que hace doce años, aunque cualquier resultado es posible bajo un régimen autoritario.

 

Alejandra M. Salinas es Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y Doctora en Sociología. Fue Directora del Departamento de Economía y Ciencias Sociales de ESEADE y de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas. Es Secretaria de Investigación y Profesora de las Asignaturas: Teoría Social, Sociología I y Taller de Tesis de ESEADE.

El gran programa para destruir el empleo

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 28/4/16 en http: http://www.libertadyprogresonline.org/2016/04/28/el-gran-programa-para-destruir-el-empleo/#.VyIOa4-1op0.facebook

 

Las centrales obreras y partidos políticos de la oposición están proponiendo prohibir/encarecer los despidos para todos los empleados actualmente. Esto es modificar retroactivamente los contratos. De buenas intenciones está sembrado el camino al infierno. Y la impericia asegura fracasos.

¿Usted arriesgaría capitales y esfuerzos personales en un país que cambia retroactivamente condiciones contractuales fundamentales? Como el contrato laboral. ¿Se sentiría invitado a participar de la aventura de crear riqueza en semejante contexto? Por más que los funcionarios lo inviten a invertir, los empresarios e inversores se espantarían ante riesgos tan palmariamente inmanejables e imprevisibles. Si el Congreso aprobase una ley impidiendo despidos, ¿qué esperanzas tendrían los millones de desempleados y los jóvenes buscando empleos y mejorar sus condiciones actuales? Adiós ilusiones.

Una prohibición lleva a otra. La Argentina tiene un récord mundial espantando a empresas y trabajadores con prohibiciones retroactivas desde hace demasiado tiempo. Congelar desalojos destruyó la construcción y la oferta de alquileres durante decenas de años, restando posibilidades de mejorar las condiciones de vida a millones de familias. Congelar depósitos bancarios redujo el sistema financiero hasta la menor expresión entre las naciones de la región. El default nos cortó el ingreso de capitales y la inversión. Prohibir lo que es legal en el mundo no logró más que ahuyentar oportunidades de progreso para el conjunto de los argentinos.

El caso opuesto son los países avanzados y los que verdaderamente progresan. En los EE.UU. la total libertad para decidir el “está despedido” alimentó el mercado laboral más dinámico del planeta y, actualmente, la desocupación es superbaja, un 5%. Las naciones europeas, donde el despido es más dificultoso, tienen mucho mayor desempleo. Pero a nadie se le podría ocurrir modificar los contratos retroactivamente, como pretenden sindicatos y partidos políticos ahora en nuestro país.

¿Usted iría a una invitación si no está seguro de poder salir? ¿Contrataría con alguien si el Gobierno pudiese alterar sorpresivamente las condiciones previamente pactadas? ¿Qué harían los mismos proponentes de los congelamientos de los despidos si cualquiera de sus decisiones y logros pudiesen alterarse retroactivamente por voluntad de un tercero? ¿Cómo quitarles la casa/auto que compró?

El PBI y el empleo miden las actividades para generar riqueza. Y la riqueza de una nación es la suma de los derechos individuales de propiedad y calidad de vida. Un conjunto de contratos. Con la modificación de las condiciones contractuales acordadas, toda la estructura de creación de riqueza y derechos personales se desmoronaría. Justamente, las naciones más retrasadas del planeta son aquellas donde los derechos individuales son menos resguardados. Si las reglas pudiesen modificarse retroactivamente, ni el fútbol, deportes organizados y actividades productivas pudiesen tener el actual esplendor. Por eso, el lema de la Revolución Francesa “una misma ley (un mismo contrato y medida) para todos los hombres, para todos los tiempos” encendió las esperanzas de la humanidad. La incertidumbre generada por el rompimiento de los contratos por iniciativa gubernamental es el peor enemigo del progreso. No nos suicidemos.

 

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Es Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE.

Cervantes versus Maduro

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 26/4/16 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/expansion/cervantes-versus-maduro/

 

Las políticas intervencionistas tienen malos resultados, salvo en un campo en el que se defienden bastante bien: las ideas. Puede razonarse teóricamente y demostrarse empíricamente que el control de precios desemboca en la escasez de aquellos bienes que el poder pretende abaratar artificialmente mediante la coacción política y legislativa. Y, sin embargo, vemos esa estrategia estéril repetida una y otra vez desde el emperador Diocleciano hasta los sátrapas bolivarianos.

Dirá usted: lo que pasa es que los déspotas emprenden políticas antiliberales porque no saben economía. Sospecho que la cosa es bastante peor: no es que no sepan economía, sino que saben una economía que es simplemente basura. Sea como fuere, no es necesario estudiar economía para comprender que el poder es capaz de violentar libertades, pero le es mucho más difícil impedir las consecuencias de su intervencionismo.

Para entender que no se pueden fijar coercitivamente los precios por debajo de los costes de producción y al mismo tiempo contar con una oferta creciente no es necesario que Nicolás Maduro empiece a estudiar economía de verdad, y no la propaganda marxista que seguramente cultiva. Basta con que lea a Cervantes.

Berganza, uno de los perros del célebre Coloquio, explica a propósito del aprovisionamiento de Sevilla el funcionamiento del mercado: “Y como en Sevilla no hay obligado de la carne, cada uno puede traer la que quisiere, y la que primero se mata, o es la mejor o la de más baja postura, y con este concierto hay siempre mucha abundancia”.

Cervantes puede enseñarle mucho a Maduros. Concretamente, puede enseñarle que el abastecimiento depende crucialmente de que los mercados sean libres. Así explican Luis Perdices de Blas y John Reeder los excelentes resultados en Sevilla: “en el abasto de la carne no hay obligado, es decir, no hay una persona que abastezca de carne a la ciudad a un precio fijado con el ayuntamiento y, por lo tanto, que tenga el monopolio en la introducción de dicho producto”.

Si el déspota venezolano quiere leer un poco más, puede consultar el ensayo de estos autores, “Arbitrismo y economía en el Quijote”, incluido en L. Perdices de Blas y M. Santos Redondo eds.,Economía y Literatura, Madrid: Ecobook, 2006.

Los arbitristas, el tema que trató Jean Vilar, guardaban relación con los problemas económicos y hacendísticos de España: estos autores elevaban arbitrios o memoriales al Rey para allegar recursos y afrontar dificultades diversas. Prácticamente nunca proponían medidas liberalizadoras y casi siempre se inclinaban (ya entonces…) por aumentar los impuestos. Son criticados por ello en elQuijote, donde el barbero dice: “tiene mostrado la experiencia que todos o los más arbitrios que se dan a Su Majestad, o son imposibles, o disparatados, o en daño del rey o del reino”.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Marcelo Grosman en la galería Nora Fisch

Por Delfina Helguera. Publicado el 12/4/16 en: http://www.arte-online.net/Notas/Marcelo_Grosman_en_la_galeria_Nora_Fisch

 

La humana máquina

Sobre la avenida Córdoba en el nuevo circuito de galerías de Villa Crespo, la vidriera de la galería Nora Fisch está clausurada. Es necesario entrar para ver la nueva exhibición de Marcelo Grosman, un artista que no escatima recursos para la presentación de sus muestras: en este caso La humana máquina, en la que explora las imágenes producidas por los hombres y que circulan libremente en medios digitales y gráficos. La apuesta de Grosman es doble ya que no importa solo qué muestra sino cómo lo hace.

En un juego ambivalente titula a sus imágenes y secciones de su muestra con emociones humanas: confusión, euforia, pasión, temor, devoción que nos dan solamente una pista de lo vemos. Tomando esas emociones es que agrupa imágenes ya producidas y en circulación en dispositivos visuales diferentes. Es esto lo que  interesa a Grosman, trabajar con el uso masivo de las imágenes no sólo como punto de partida sino a manera de reflexión de la propia herramienta:  la fotografía cuyo resultado son imágenes sacadas con una máquina, “la investigación o interrogación sobre su propia característica de medio industrial” citando al autor. Este medio industrial que produce objetos industriales va a ser, de alguna manera, reflejo o depositaria de nuestras emociones, de ahí su elección de los títulos. Es interesante el concepto de “imagen residual” que propone Ariel Schettini en su texto que acompaña la muestra, lo que queda en nuestra memoria o lo que terminamos recordando.

La sala está dividida por un módulo que parece una biblioteca con luces empotradas de donde penden unas imágenes en blanco y negro tomadas de grabaciones (¿caseras?), en el sector del frente hay dos mapas intervenidos: uno en una mesa y el otro colgado; en el sector del fondo, imágenes que parecen infografías en las paredes. Los mapas son aéreos o satelitelales en donde la yuxtaposición de pequeñas imágenes con marcos de colores conforman un derrotero, un camino posible o marca zonas, de la pasión, por ejemplo.En el mapa-mesa hay distintas lupas para poder distinguir de cerca esas imágenes, siempre jugando con el cerca-lejos, la impresión que nos causa la imagen entera del mapa al mirar desde arriba y el esfuerzo que significa acercarse y entrar en un contacto íntimo con esa imagen elegida.

En esta muestra hay dos líneas de trabajo que Grosman sigue explorando, como lo hizo en Guilty! Por un lado la del archivo, con la idea de que con tantas imágenes disponibles no es necesario producir más para la generación de sentido. Y, por el otro, la imagen del cuerpo bajo la mirada de las instituciones con poder: el hospital, el neuropsiquiátrico, la cárcel, la escuela, por ejemplo. Los panfletos para llevar que se apilan en la estantería son justamente descripciones desde la ciencia de las emociones elegidas para la exhibición, ¿qué significa la euforia? Al leerlos uno siente una distancia extraña, de esa ambivalencia se nutre esta exhibición.

  • Marcelo Grosman
    L.H.M.[Confusión]
    Diseño #7
    1/5
    120cm x 80cm
    Impresión en tinta sobre papel de algodón, madera, vidrio y metal.
    2015
  • Marcelo Grosman
  • Marcelo Grosman
  • Marcelo Grosman

 

 

Delfina Helguera: Es Licenciada en Letras (UBA). Ha sido co-representante de Sotheby’s filial Argentina. Socia fundadora de la Asociación Amigos de Malba. Dirige Lavinia Subastas de Arte. Es profesora de Curaduría I y de Mercado de Arte y es Directora del Departamento de Arte y Diseño en el Instituto Universitario ESEADE.