Politización y partidos políticos.

Por Gabriel Boragina. Publicado el 29/11/14 en: http://www.accionhumana.com/2014/11/politizacion-y-partidos-politicos.html

 

Otras veces hemos llamado la atención sobre la exageración que representa –a nuestro modo de ver- la esperanza que muchas personas, la mayoría en rigor, deposita en la política como una vía idónea para la solución de prácticamente todos los problemas humanos.

Esto ha dado origen a un término que refleja adecuadamente esta tremenda tendencia. Ese término es la «politización». Del mismo se ha dicho:

«J. Ellul sostiene que la politización «[…] no es un fenómeno que se sucede por la naturaleza de las cosas, se debe a la glorificación que nosotros le atribuimos, por la importancia que le asignamos cada uno de nosotros, por el temblequeo frenético exhibido cada vez que el sacramento político -la bandera, el jefe, el slogan- se acerca a nosotros […] Más aún, en lugar de la presencia consoladora -esa experiencia tan deseada por las personas religiosas- el hombre ahora experimenta fe y convicción religiosa en su participación política. Lo que se ha perdido por la Iglesia se encuentra en los partidos […] Entre las definiciones básicas del hombre los dos se vinculan en este punto: homo politicus es por su naturaleza homo religiosus […] Vean cuán llenos de devoción están y cuán llenos de espíritu de sacrificio se encuentran esos hombres apasionados que están obsesionados por la política» (68). Al contrario de lo que a veces se piensa, Ellul sostiene que una de «[…] las condiciones que determina la politización de la sociedad es el crecimiento de la participación individual en la vida política» [1]

Esta verdad se advierte de lleno en los debates que se escuchan o se leen a menudo por todas partes. En tales discusiones siempre aparecen tres partes perfectamente distinguibles: el oficialismo, la oposición y la ciudadanía. A juzgar por muchas de esas polémicas, esta última prácticamente no tendría nada ver con los dos primeros. La ciudadanía concentra sus juicios críticos o elogiosos depositándolos ya sea en el oficialismo o en la oposición, como si la responsabilidad de lo que ocurriere en un país, nación, estado, provincia o municipio dependiera siempre de esta o de aquel, y como si esa ciudadanía que juzga, condena o premia y aplaude no tuviera ningún  compromiso en el actuar política (y en sus consecuencias) respecto de lo que oficialistas y opositores hagan o deshagan. Una de las manifestaciones de la politización puede encontrarse en el hecho de que no son muchas las personas que piensan que los partidos políticos deberían autofinanciarse y no depender de subsidios estatales. Por ejemplo:

«Propiedad privada significa que deben ser privadas las empresas, pero también los partidos políticos, institutos educativos, servicios médicos y cajas de jubilaciones y pensiones; y sin privilegios: en libre competencia. Lo opuesto es la confusión de lo público y lo privado, con abandono de la neutralidad.»[2]

En nuestra sociedad latinoamericana -al menos- que los partidos políticos se autofinancien, es decir que sean completamente independientes de las arcas del estado—nación es algo bastante difícil, por no decir prácticamente utópico, máxime si se tratan de partidos que se alternan en el poder, y por este mismo motivo han tenido acceso a las múltiples fuentes de financiamiento a través de los cuales -en función de gobierno- esos mismos partidos han actuado políticamente durante el periodo que les ha tocado gobernar. Y en cargo de la politización que ya hemos comentado, no existe en la ciudadanía un verdadero consenso en cuanto a dicha independencia, altamente deseable en el discurso, pero difícilmente plasmable en la práctica. Además:

«Todos los partidos políticos tienen uno u otro tipo de «intereses creados» en los movimientos impopulares de su ad­versario. Así, podría decirse que viven de ellos, hallándose siempre listos a destacarlos, exagerarlos, o, incluso, buscarlos cuidadosamente. Pueden llegar, asimismo, a estimular los errores políticos de sus adversarios en la medida en que esto no los obligue a compartir la responsabilidad de los mismos. Esto, junto con la teoría de Engels, condujo a algunos partidos marxistas a vivir a la expectativa de las maniobras políticas realizadas por sus adversarios contra la democracia. En lugar de combatirlas con dientes y uñas, se contentaban con decirles a sus adeptos: «Ved lo que hace esta gente. Eso es lo que llaman democracia. ¡Eso es lo que llaman libertad e igualdad! Acordaos de esto cuando llegue el día de arreglar cuentas». (Frase ambigua que podría referirse igualmente a las elecciones o a la revolución.) Esta política de dejar al adversario que se ponga al descubierto debe conducir al desastre cuando se la extiende a las maniobras contra la democracia. Es la política de los que mucho hablan y nada hacen ante la inminencia de un peligro real y creciente. Es la política consistente en hablar de guerra y actuar pacífica­mente que tan bien les enseñó a los fascistas la inestimable técnica opuesta de hablar pacíficamente mientras se hace la guerra.»[3]

Resulta realmente impresionante la actualidad política de estas palabras de K. R. Popper, que parecen describir patentemente una realidad de nuestros días, en la que oficialistas y opositores se culpan mutuamente de atentar contra los valores democráticos, en tanto ninguno de ambos bandos hace absolutamente nada por evitar la destrucción de esos valores, y -en su lugar- resulta ser cierto que tanto unos como otros contribuyen, ya sea con su acción o con su omisión, a hacer añicos los principios sobre los cuales se construye la democracia, y que ellos «dicen» (declaman, mejor dicho) defender. También es innegable que, tanto oficialistas como opositores, proceden de continuo «a estimular los errores políticos de sus adversarios en la medida en que esto no los obligue a compartir la responsabilidad de los mismos».

Todo esto debería ser una advertencia para la ciudadanía altamente politizada, que exhibe la tremenda paradoja de no confiar en los políticos, pero seguir confiando en la política como una vía factible del cambio social. Ya hemos expuesto muchas veces nuestra posición en cuanto consideramos la política como una consecuencia de otros factores de los cuales depende, directa o indirectamente, entre los cuales encontramos la educación y el ambiente sociocultural de la sociedad en donde la política aparece.

[1] Alberto Benegas Lynch (h) Hacia el Autogobierno. Una crítica al poder político. Emecé. pág. 461-462.

[2] Alberto Mansueti. Las leyes malas (y el camino de salida). Guatemala, octubre de 2009. Pág. 307

[3] K. R. Popper. La sociedad abierta y sus enemigos. Paidos. Surcos 20. Pág. 377

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Die Konvertibilität.

Por Iván Carrino. Publicado el 24/11/14 en: http://www.ivancarrino.com/die-konvertibilitat/

 

La semana pasada se llevó a cabo el Congreso de Economía Austriaca en la Universidad Católica de Rosario. Allí presenté un trabajo que busca puntos de contacto entre las ideas de algunos economistas austriacos y la Ley de Convertibilidad que tuvo vigencia entre 1991 y 2002 en Argentina.

En el prestigioso blog Punto de Vista Económico, Adrián Ravier y Alejandro Sala resumen y hacen algunas observaciones sobre mi ponencia. En líneas generales, todo muy bien y agradezco la referencia. Además, sirve como excusa para intentar aclarar algunas cosas.

Comentarios de Alejandro Sala:

Alejandro sostiene que mi trabajo: “contiene una interpretación no estrictamente ortodoxa de los enfoques austriacos”. Puede ser, aunque no estoy tan seguro, después de todo, no soy el único que cree que los economistas austriacos defendían los tipos de cambio fijo por sobre los tipos de cambio flexibles.

Ahora bien, si la “no ortodoxia” pasa por defender un patrón dólar (el tipo de cambio fijo con el dólar respaldando la base monetaria al 100%) en lugar de un patrón oro, aquí la cosa es diferente. En las citas de mi trabajo Mises se está refiriendo concretamente al patrón oro. Sin embargo, no estoy seguro de que esa sea la postura de Hayek. En la Desnacionalización del Dinero dice: “había considerado necesarios los tipos de cambio fijos por la misma razón por la que ahora defiendo un mercado totalmente libre para todo tipo de monedas”. Como se ve, habla de tipo de cambio fijo, no de patrón oro.

Fue el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) el que hizo la observación de que no era lo mismo el patrón oro que La Convertibilidad y que, por tanto, no eran comparables. Si mal no recuerdo, dijo algo como “no es lo mismo papel con commodity que papel con papel”.

Estoy de acuerdo con la observación. Sin embargo, sí es cierto que ambos sistemas ponen un límite a la emisión monetaria por parte del gobierno, al igual que la propuesta de Hayek (la de 1976)  tiene como por objeto poner ese límite, solo que con otros mecanismos. Es decir, tanto el Patrón Oro, como la competencia de monedas, como el tipo de cambio fijo, como la Convertibilidad argentina de los noventa son mecanismos probados con el fin de limitar la emisión discrecional del gobierno. En ese sentido, sí son plenamente comparables.

Por último, no veo una “corrupción” de la teoría en el trabajo. La idea del mismo es encontrar puntos de contacto entre las ideas de algunos austriacos y el sistema monetario efectivamente llevado a cabo en “los 90″. Creo que esos puntos se han encontrado. Por otro lado, el rechazo que este sistema genera entre todos los intervencionistas, de hecho, es otro punto a favor de mi interpretación.

Comentarios de Adrián Ravier:

Respondiendo punto por punto:

1 y 2. ¡Qué bien! Coincido al 100%.

3. Esta foto generó cierta discordia:

EA + CAVALLO

Debo decir que ¡no es para menos!. En la imagen hay tres académicos y un economista dedicado a la acción política. Eso ya debería “hacer ruido”. Por otro lado, el Ministro Cavallo tomó medidas no solo discutibles desde un punto de vista “austriaco”, sino desde un punto de vista de la vigencia del estado de derecho, algo que debería defenderse a toda costa si se desea vivir en un país normal.

Ahora bien, la imagen es solo eso, una imagen. Tal vez no hubiera chocado tanto si, a los costados, hubiese agregado unos signos de interrogación, para dar marco a la ponencia: ¿existen puntos de contacto entre las propuestas austriacas y la ley de Convertibilidad propuesta por Cavallo en los ’90?

Por otro lado, la imagen de Cavallo es anecdótica, ya que existe una interesante literatura sobre los sistemas de Caja de Conversión como el que tuvo vigencia en Argentina. Los trabajos principales en esta línea se los debemos a Steve Hanke y a Kurt Schuler, este último alumno de, nada menos que Lawrence White. En todo caso, a ellos debería dirigirse la crítica a la Convertibilidad, no al Ministro que fue solo un ejecutor de la política.

4. He aquí un punto complejo. Adrián plantea que la caja de conversión Argentina era “heterodoxa” porque “la base monetaria no fue respaldada con el 100 por cien de reservas netas, sino con el 100 por cien de reservas totales”.

Ahora bien, si tomamos el Balance del BCRA y comparamos la cuenta del activo “Activos Externos Netos: Oro y Divisas” y lo dividimos por la cuenta del pasivo “Base Monetaria Total” vemos que, al menos a partir de octubre de 1992, las reservas de oro y divisas siempre fueron iguales o superiores al total de la base monetaria, con lo que lo propuesto por la ley y por la literatura sobre las Cajas de Conversión, se cumplió.

bcra oro base

Hanke tiene otras críticas al sistema ya que argumenta que el BCRA, si bien debía haberse convertido en una Caja de Conversión, siguió teniendo un limitado rol como prestamista de última instancia, regulando los requerimientos de reservas de los bancos comerciales y podía tener hasta el 30% de las reservas en títulos del gobierno argentino, todas características indeseables para una verdadera caja de conversión.

Ahora bien, incluso cuando esto pueda ser así, no puede acusarse al Banco Central de la crisis que derivó en el abandono de la Convertibilidad. Como intento demostrar en el trabajo, el problema fue el déficit fiscal y el aumento del gasto, que erosionaron la competitividad y nos llevaron a la crisis de deuda.

Espero que este post, así como el de Adrián y Alejandro, hayan ayudado a despejar algunas dudas que quedaron luego del Congreso.

PD: El título del post está en alemán, idioma oficial de Austria.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Trabaja como Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y profesor asistente de Economía en la Universidad de Belgrano.

Un “amigo” de Marx lo critica, dice que la plusvalía no puede explicar el origen del capitalismo.

Por Martín Krause. Publicado el 26/11/14 en: http://bazar.ufm.edu/un-amigo-de-marx-lo-critica-dice-que-la-plusvalia-no-puede-explicar-el-origen-del-capitalismo/

 

Hay economistas que aun hoy sostienen la teoría del valor trabajo y que los precios de equilibrio serían, en definitiva, determinados por las cantidades de trabajo socialmente necesarias para producirlos. Es curioso, porque Eugen von Böhm-Bawerk demolió esa teoría hace más de 100 años. En uno de sus trabajos al respecto (Karl Marx y la Conclusión de su Sistema), publicado en 1896 repasa y amplía su análisis desarrollado antes en otras publicaciones.

Bohm Bawerk

Allí presenta un argumento, entre otros, en palabras de Werner Sombart, un economista y sociólogo con bastante simpatía hacia Marx, pero que no puede evitar señalar los problemas del argumento basado en que la “plusvalía” proviene de la porción variable (trabajo) del capital y no de la constante (maquinarias e insumos). Dice Sombart, citado por Böhm-Bawerk:

“El crecimiento nunca ha ocurrido y ocurre en la forma descripta. Si lo fuera se lo encontraría en operación en el caso de una rama nueva de los negocios. Si esta idea fuera cierta, al considerar el avance histórico del capitalismo, uno tendría que pensar que ocuparía primero aquellas esferas en las que el trabajo vivo preponderara y donde, por lo tanto, la composición del capital estuviera por debajo del promedio (poco capital constante y mucho variable), pasando luego lentamente hacia otras esferas, según el grado en que los precios en esas primeras esferas como consecuencia de la sobreproducción. En una esfera que tuviera una preponderancia de medios (materiales) de producción sobre el trabajo vivo, el capitalismo habría conseguido al comienzo una ganancia tan baja, estando limitado a la plusvalía creada por el individuo, que no hubiera tenido incentivo para ingresar en esa esfera. Pero la producción capitalista en el origen de su desarrollo histórico ocurre aun en cierta medida en ramas de la producción de esta última condición, minería, etc. El capital no tendría razón para dejar una esfera de circulación en la cual esté prosperando, hacia una esfera de producción donde no tuviera la expectativa de una ganancia ‘normal’ existente en la actividad comercial previa a toda producción capitalista.”

“En todos los tiempos, más bien temprano que tarde, los capitales se trasladan desde una esfera de producción a otra, siendo la principal causa de ello la desigualdad en las ganancias. Pero esta desigualdad muy seguramente no proviene de la composición orgánica del capital, sino de alguna causa vinculada con la competencia. Aquellas ramas de la producción que hoy florecen más que otras son precisamente aquellas con capital de muy alta composición, como la minería, las empresas químicas, cervecerías, molinos, etc.”

Concluye Böhm-Bawerk:

“Estos comentarios proveerán material para muchas inferencias contra la teoría marxista. Por el momento presento solamente una directamente vinculada con el argumento que es objeto de nuestra investigación: la ley del valor que, se concede, debe renunciar su supuesto control sobre los precios de producción en una economía donde la competencia se encuentra en plena fuerza, no ha ejercido nunca y tampoco nunca lo podrá una influencia real aún en las condiciones primitivas (del capitalismo).

En resumen: ¿cómo puede haberse desarrollado el capitalismo y la revolución industrial si se obtuviera más valor excedente cuanto más trabajo se contratara y no más maquinarias y equipos? En verdad, la inversión en capital es para hacer al trabajo más productivo, para gastar menos esfuerzo por unidad de producto producida, no más. Al hacer al trabajo más productivo, tiende a ser mejor remunerado: los precios de los productos tienden a reducirse, los salarios tienden e incrementarse. La inversión de capital explica el enorme crecimiento de la riqueza desde la llegada del capitalismo y la revolución industrial.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Carrino-Ravier-Cavallo: Unos breves comentarios y aclaraciones:

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 29/11/14 en: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/11/29/carrino-ravier-cavallo-unos-breves-comentarios/

La ponencia de Ivan Carrino en el congreso “La Escuela Austriaca en el Siglo XXI” en Rosario ha generado ciertas reacciones interesantes de Adrian Ravier y Domingo Cavallo. La ponencia de Carrino consistió en mostrar puntos de contacto entre la convertibilidad en Argentina en la década del 90 y posturas de la Escuela Austriaca.

Aquí la secuencia de posts:

Estos posts ya son de por sí extensos. Sólo quiero aportar algunas aclaraciones sobre la ponencia de Carrino y el intercambio entre Ravier y Cavallo.

En su ponencia Carrino traza paralelismos entre la convertibilidad y la Escuela Austriaca en base a citas de Mises y Hayek. En estas citas se muestran opiniones favorables a tener una moneda internacional y tipos de cambio fijos. No todas las citas tienen sus referencias, por lo que no se exactamente de dónde provienen, pero en principio parecen originarse en Monetary Nationalism and International Stability y Desnacionalización de la Moneda de Hayek y en La Acción Humana de Mises.

Esta me parece una conexión débil. Ambos textos surgen de un contexto con patrón oro donde no hay tipos de cambio (hay paridad) y donde hay una única moneda internacional (el oro.) Además, el tema es tan general que es difícil de decir que haya alguna conexión especial con la “Escuela Austriaca”, y si la conexión no es especial, so what…? Sin embargo, hay por lo menos tres propuestas concretas que se podrían haber mencionado:

En primer lugar, la propuesta de reforma monetaria que Mises agrega en la cuarta parte de su Theory of Money and Credit cuando el libro se traduce y publica en inglés (creo que en 1957). ¿En qué consiste esta propuesta? En imponer un encaje marginal del 100% a los bancos centrales dejando libertad de acción a los bancos comerciales (por ejemplo, para que administren las reservas fraccionarias.) Si cambiamos la moneda oro que es el escenario que Mises tenía en mente por el dolar (moneda internacional hoy día) vemos un paralelismo más claro. ¿Se imaginan a los impulsores de la Ley de Convertibilidad diciendo que estaban inspirados en nada menos que Mises?

En segundo lugar, la competencia de monedas de Hayek (que es distinto al caso de free banking). Este es el punto que Cavallo menciona como particularmente austriaco de su propuesta. En la medida que haya libertad de elección de moneda durante la convertibilidad, esta ley tenía aspectos “en común” con la propuesta de Hayek. De hecho, se puede encontrar una propuesta similar en Benjamin Klein (quien escribió sobre el tema antes que Hayek.) Nash (2002) eleva un argumento similar. Al final del paper dice haber desconocido el trabajo de Hayek al momento de desarrollar originalmente sus ideas y que ambos llegaron a conclusiones parecidas.

En tercer lugar, la propuesta de Selgin en  su libro The Theory of Free Banking. La propuesta de Selgin es simple. Congelar la cantidad de dólares, cerrar la Fed y permitir a los bancos comerciales emitir notas convertibles contra el dólar (que tiene similitudes con el sistema bancario en Irlanda, Escocia, y Hong Kong hoy día.) Luego dejar que el mercado evolucione y transiciones a una mejor moneda base que una cantidad fija de, en este caso, dólares.

Más allá de que estos paralelismo podrían haber sido más concretos, al leer estas propuestas queda en claro que los tres autores se están manejando bajo restricciones políticas. Tres autores prominentes que hacen una explícita distinción entre “las ideas que pueden llevarse a la práctica y aquellas que son imposibles frente a los condicionamientos de la realidad.” Que los Austriacos no tienen sus pies en la tierra es un mito originado en la falta de conocimiento de la literatura que se critica. No obstante, si creo útil e importante distinguir el rol “académico” teórico del “practitioner.” Que el “practitioner” deba enfrentarse a restricciones de la política y de la realidad no hacen desaparecer las consecuencias de las medidas incorrectamente tomadas o que deberían haberse tomado y no se hicieron. El practitioner le objeta al teórico no tener consciencia de lo que es hacer política. El teórico le cuestiona al practitioner no criticar esas restricciones o no haber hecho más reformas. Las medidas ineficientes lo son ya sea que se toman por convicción o restricciones políticas. ¿No es el rol del académico correr el eje del debate ofreciendo ideas que pueden ser inviables hoy día pero de seguro lo serán en el futuro si todos callan detrás del argumento de “restricciones políticas”?

En su respuesta a Adrián, Cavallo menciona lo importante que es que el banco central pueda actuar como prestamista de última instancia. Difiero sobre este punto. No hace falta tener un banco central para tener un prestamista de última instancia, los bancos en Argentina tienen el mundo entero a quien recurrir si se encuentran ilíquidos pero solventes. Distinto es un banco central que salva a bancos insolventes por temor a corridas bancarias o efectos contagio. Si esto es lo que Cavallo considera necesario, entonces difiero pero el punto es claro. A fines del 2001, como menciona Cavallo, el acceso el mercado de crédito internacional estaba cerrado por lo deteriorado que estaba el Tesoro, no por tener o no tener un banco central. El problema era el gobierno, no el rol de un banco central. Se podrá decir que antes la imposibilidad de controlar al Tesoro era necesario tener un banco central, bien o mal, el problema no deja de ser el Tesoro.

El comentario que más ruido me hace es que un sistema de reserva fraccionaria requiere de un prestamista de última instancia para funcionar. Esto va en contra de la historia económica. Los datos históricos, así como las diversas investigaciones de sistemas monetarios sin bancos centrales y libre competencia (que no puede repetirse lo suficiente, no fue el caso de Estados Unidos en la era pre-Fed) son bastante explícitos sobre la estabilidad del sistema sin bancos centrales. Estos son datos históricos, no “opiniones Austriacas.”

Adrián también muestra un gráfico de déficit fiscal (reproducido abajo) que desarrollé para el caso Argentino. Admito que el gráfico se presta a confusión porque no aclara que la serie es consolidada y no sólo a nivel nación. Esto está corregido en el gráfico que reproduzco. Cavallo sostiene que el resultado Nación era positivo y que fueron las provincias quienes arrastraron el déficit por lo que no es justo señalarlo a él como responsable. En la sección de comentarios en su blog se pregunta de dónde obtuve los datos. Los números son datos oficiales de la Secretaría de Hacienda del Ministerio de Economía. El único ajuste que tiene mi serie corresponde a la presidencia Kirchner-Kirchner donde descuento las transferencias de ANSES y BCRA para calcular el déficit.

Deficit Financiero (1981-2013)Un último comentario. En nuestro paper mostramos un gráfico (similar al utilizado por Hanke) para mostrar los desvíos del BCRA respecto de una caja de conversión ortodoxa. Unos de los desvíos es no tener un respaldo 100% en reservas de la base monetaria. Carrino muestra un gráfico donde se ve una relación del 100%. Creo que ambos estamos utilizando al misma fuente, que es el balance del BCRA. Sin embargo, en nuestro paper tomamos el total dereservas netas mientras que Carrino parece tomar oro y divisas. Si al oro y divisas en el BCRA se le suman las contribuciones que la entidad hace a terceros y se le restan los pasivos monetarios, entonces se llega al número de reservas netas que es el que nosotros usamos. Son las reservas netas, no las reservas brutas, las que deben respaldar la base monetaria en una caja de conversión ortodoxa.

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE) y Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. 

Alejandra Salinas – La presencia civilizadora de Juan Bautista Alberdi

Por Alejandra Salinas: Publicado en: 

 

Alejandra M. Salinas es Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y Doctora en Sociología. Fue Directora del Departamento de Economía y Ciencias Sociales de ESEADE y de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas. Es Secretaria de Investigación y Profesora de las Asignaturas: Teoría Social, Sociología I y Taller de Tesis de ESEADE.

Mark Skousen: Production Drives Economies, Not Consumption

Por Belén Marty: Publicado el 25/11/14 en: http://panampost.com/belen-marty/2014/11/25/mark-skousen-production-drives-economies-not-consumption/

 

US economist Mark Skousen has worked for the CIA, headed up nonprofits, and taken leading corporate positions. But as a former professor at New York’s Columbia University, and a current presidential fellow at California’s Chapman University, he’s equally at home in academia.

Skousen seems at ease as he takes a seat in a conference room at the Catholic University in Rosario, Argentina, fresh from speaking at November’s International Conference on Austrian economics. It doesn’t take long for him to extend the PanAm Post an invitation to participate in the next FreedomFest, an annual gathering of “free minds” in Las Vegas, which he produces.

During his conference speech, he proudly told the audience of a lunch he had with Milton Friedman, and an anecdote which was met with laughter and applause. Skousen offered to pay the bill, telling Friedman that his famous axiom — “there’s no such thing as a free lunch” — was thereby disproved. Friedman replied,”Well, it wasn’t free at all. I had to listen to you for two hours.”

The PanAm Post was here to discuss an innovative new proposal in Skousen’s conference speech. Essentially, the economist argued that governments, in their reliance on the traditional GDP metric, are failing to accurately measure national economies. Instead, a new measurement — already being published by the Bureau of Economic Analysis in the United States — might well prove to be the future.

Why should we measure the economy with Gross Output (GO) rather than with GDP?

Normally, GDP is what everybody uses to represent the economy. The problem is that GDP measures only the value of the finished product. It’s like the end product, but how did you get to the end product? What production process, what invention, what entrepreneurship, what investment went into create this product? That requires money, time, creativity, all of the great thinkers like Steve Jobs, that every country has, who put in a lot of work and effort. How do we measure that?

Right now we have a wonderful measure, GDP, to measure the finished products, good and services that we use, but we need something to describe the “make” economy — the production side of the economy. That is where GO comes in play. I’ve been advocating it since I wrote The Structure of Production in 1990, and now it’s become a reality.

In the United States we have quarterly data [on GO] that is coming out, and I think most countries will eventually move towards this measure of the total economy.

What makes this way of measuring the economy revolutionary?

I think is revolutionary because when GDP came out in the 1940s it was incomplete; there are a lot of problems with just using GDP. It implies that consumption drives the economy, because consumer spending is the biggest sector of the GDP. That’s a mistake, because all studies show that economic growth is a result of technology, productivity, and all of these entrepreneurs that drive the economy.

The consumer responds and chose between what products are available and so forth. But they are not very creative. That’s where an entrepreneurial, and inventive class of people, come in.

There’s nothing wrong with GDP per se. It’s just incomplete, so we need a balanced approach of showing the “make” economyand the “use” economy and having the entire process of production and consumption being measured.

This is creating a full view of the economy, before we just had an incomplete view of the economy. In that sense is very revolutionary because it took 50, 60 years for people to figure out that we needed to measure the production side.

Do you believe this will have an impact on economic policy?

It will, because you realize now that the business sector is now more important than the consumer side of the economy. They are both essential, because you need to have a consumer to buy the product, but who comes up with the product?

Steve Jobs often quoted Henry Ford, who said, “If I’d asked the consumer what they wanted, they’d have said ‘a faster horse.’” Steve Jobs and others would say, “Listen, we need to invent new products,” but how do you create new products? It comes from the inventive minds, the production side of the economy.

So, in your opinion, what drives the economy?

What drives the economy is not so much the consumer but the business entrepreneur, the capitalists who provide the money to this entrepreneur versus that entrepreneur. There is limited supply of capital available, and the entrepreneur and the venture capitalists have to decide whether they will give the money to this person or that money.

It has become a little bit easier to raise money but the business side needs to develop more. We need to encourage entrepreneurship, we need to increase the profitability of firms, because if companies become more profitable they pay their workers more, produce more products and a greater variety of quality and quantity. That’s what we want.

We’re holding back if we don’t encourage businesspeople. We need lower taxes, less regulation or better regulation, rather than heavy and excessive regulation. We need more free trade.

What would you say to Walmart employees that are asking for a minimum wage salary of US$15 per hour?

There are many voluntary ways that companies can pay their workers more. I think it’s a big mistake to move towards mandatory, government-imposed minimum wages because that’s interfering with an extremely important relationship: labor and capital. I think it should be the last resort and not the first resort.

So, as I tell my students, there are lots of ways to get a raise: one is to provide a benefit to the company, if you have a way to save money or if you have a way to make more money. If you are more valuable, you can get a raise.

The second one is training and education. All studies show that people that get advanced degrees by going to college and university or special training … become more skilled, so you’ll get paid more because you’re more valuable to your company.

The third one is that if companies become more profitable they have more money to give to the workers. So if Walmart becomes more profitable, it increases its earnings and they can pay their workers more.

It is true that Costco has increased [its profits], they have a billion dollars in cash and they increased their payments to their workers. However, the profit margins are lower than Walmart, so they’re paying a price for doing it. Somehow Walmart and Costco need to earn more money and become more profitable.

One thing that many supply-siders have advocated is a lower corporate tax rate in the United States, since our corporate tax rate is quite high. Canada right now has a 15 percent corporate tax rate versus our 35 percent, so that’s why many companies are considering moving to Canada.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

Oficialismo uruguayo planta la semilla de la reforma constitucional

Por Belén Marty: Publicado el 26/11/14 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2014/11/26/oficialismo-uruguayo-planta-la-semilla-de-la-reforma-constitucional/

A cuatro días de la segunda vuelta electoral en la que se decidirá el próximo presidente uruguayo, el partido del candidato favorito Tabaré Vázquez ya está instalando en la agenda de 2015 una reforma de la Constitución.

Entre las propuestas de la coalición oficialista Frente Amplio (FA) se encuentran eliminar la figura del balotaje, modificar el número de integrantes de la Suprema Corte de Justicia, la descentralización de los municipios y medidas medioambientales.

Felipe Mochelini, senador por el FA y coordinador de la comisión parlamentaria para tratar estos temas dentro de la agrupación progresista, indicó a El País que planean entregar en julio de 2015 una propuesta sobre las reformas de la Constitución, vigente desde 1967.

“Terminado el ciclo electoral, la comisión que estudia el tema debe hacer un informe, más profundo que el inicial, donde señalaba una serie de temas a los efectos de acordar una propuesta dentro del Frente”, indicó el legislador.

Por su parte, Daoiz Uriarte, integrante de la misma comisión argumentó que la reforma es necesaria en muchos aspectos.

“Nos comprometimos a retomar el trabajo tras las elecciones. La Constitución vigente es del año 67 y fue redactada en circunstancias de crisis social, política y económica del país. Hoy estamos en una situación similar a la que existía cuando se redactó la Constitución de 1918″, comentó.

Claves de la reforma constitucional

José Mujica, presidente de Uruguay criticó la actual Constitución y dijo: “Yo tengo hondas preocupaciones por reformar la Constitución, pero no me preocupan los temas electorales, me preocupa que parece una Constitución hecha por estancieros”.

Además manifestó su intención de reformar la Constitución para crear más impuestos. El mandatario recordó que su propuesta para cobrar tributos a las grandes extensiones de tierra fue considerado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia en 2013.

La iniciativa que más ha tomado repercusión es aquella propuesta por el candidato presidencial Vázquez, quien se prepara para enfrentar al candidato opositor Lacalle Pou en segunda vuelta este domingo. Esta ofrece eliminar el balotaje si el candidato supera los 10 puntos porcentuales al segundo mejor colocado.

“Si se tiene menos del 50% pero un candidato saca 10 puntos más que el que está segundo, ¿para qué se va a ir a un balotaje?”, cuestionó.

El 29 de mayo, el candidato progresista había manifestado su deseo de incluir en el texto de la Constitución un artículo que trate el tema de la descentralización de los municipios uruguayos.

En apoyo, la senadora del FA y esposa del actual presidente, Lucía Topolansky, dijo que es necesario reformar la Constitución para tratar temas relacionados al medio ambiente, ya que la actual tiene un solo artículo (el 47.°) que toca estas cuestiones.

Pasos a seguir

Para poder plantear una reformar constitucional, Uruguay debe crear una Asamblea Nacional Constituyente —como la que se plantea en Venezuela— que será la encargada de redactar las reformas que luego serán sometidas a plebiscito.

Otra de las propuestas de reforma de la Carta Magna es armar un mecanismo que permita llamar a elecciones anticipadas e incluir en esos comicios la revocatoria del presidente de la Nación. “Hoy no tenemos ningún mecanismo que haga caer al presidente”, dijo Uriarte.

Se buscará también modificar la cantidad de jueces de la Corte Suprema de Justicia y que los tratados internacionales de derechos humanos que firme Uruguay tengan rango constitucional.

Por último, intentarán incluir el voto desde el exterior y que se les permita a los procesados con prisión tener derechos políticos durante el tiempo de su condena.

“Es un disparate”

Luis Alberto Heber, opositor y miembro del Partido Nacional, criticó los dichos del presidente y dijo que Mujica “no es muy afecto a la Constitución, la violó varias veces” en relación a la época en la que era guerrillero tupamaro y enfrentó gobierno democráticamente elegidos.

Además, el senador Ope Pasquet del tradicional partido Colorado señaló que es “un disparate” asegurar que la Constitución esta elaborada por estancieros y que “cuando algo no les sale cómo quieren [al oficialismo] le echan la culpa a las limitaciones constitucionales”.

Advierten sobre peligros

El investigador y profesor de Análisis Institucional del instituto argentino ESEADE, Mario Serrafero, señaló que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y la ratificación por plebiscito es un procedimiento adecuado para este tipo de reformas.

Sobre la Constitución actual indicó que “siempre es bueno querer mejorar un texto constitucional, pero hasta ahora no fue un impedimento para el desarrollo de la democracia uruguaya”.

El académico agregó que es positivo que el número de los integrantes de la Corte esté fijado en la Constitución “para que no se cambie de acuerdo a las mayorías circunstanciales”.

En relación con la propuesta de que el llamado a elecciones anticipadas incluya la elección de un nuevo presidente, añadió que esta “es una propuesta novedosa para la política latinoamericana que acercaría a Uruguay a un modelo parlamentario. Sería una manera de ‘hacer caer al presidente’. Pero habría que ver si, más allá de la norma, funcionaría en la práctica”.

Finalmente, advirtió sobre los peligros de que ingresen temas como la reelección presidencial durante el debate que ofrecerá la reforma. “En algún sentido, siempre que se reforma una Constitución existe el riesgo de abrir una Caja de Pandora”, concluyó.

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

LA REITERACIÓN DEL ERROR

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Repetir los errores del pasado no parece una manifestación de inteligencia. Ya Cicerón había advertido que el que no estudia y recuerda las equivocaciones del pasado está condenado a repetirlas. Esto resulta central al efecto de progresar y evitar la insistencia en recorrer círculos en torno a los mismos problemas, lo cual desgasta y naturalmente empeora los resultados.

 

Si hablamos del pasado no podemos eludir el tema del tiempo. El enigma del tiempo ha sido objeto de atención de muchos pensadores. San Agustín explicaba que el pasado ya no es, que el futuro aun no es y el presente se fuga cada segundo en el pasado y no entra en el futuro de modo que tampoco se lo puede aprehender. Einstein modificó la idea de Newton del tiempo absoluto al demostrar que los sucesos están en relación a la ubicación del observador. Bergson insistió en la relevancia del tiempo interior más que en el tiempo del reloj. Proust aludía a los tiempos múltiples. Wells imaginaba su máquina del tiempo navegando en direcciones opuestas. Prestley enfatizaba en el movimiento, en el transcurrir, en el contexto de cierta rutina y puntos de referencia como condición del tiempo, por lo que no es pertinente preguntarse que “hacía” Dios -la Primera Causa, el Acto Puro- “antes” de la creación, además de interrogarse acerca de la posibilidad de proceder de la nada puesto que ésta idea remite a la negación del ser. En nuestros días, Víctor Massuh elaboraba en torno al peso relativo del futuro como esperanza del progreso y la importancia del pasado para conocer sobre nuestros orígenes, y así sucesivamente con tantas otras disquisiciones sobre la cuarta dimensión.

 

En cualquier caso, volver a caminar lo caminado en direcciones que han conducido una y otra vez al fracaso constituye una receta altamente desaconsejable. Este proceder es una consecuencia de fallas en la memoria puesto que indudablemente se tiene una imagen desfigurada de los hechos anteriores, de lo contrario solo un suicida se empecinaría en desplazarse hacia el despeñadero.

 

Es curioso porque la memoria es un atributo de la condición humana. Solo metafóricamente decimos que los ordenadores tienen memoria, lo cual no es riguroso del mismo modo que cuando nuestras abuelas decían que para recordar tal o cual acontecimiento hacían un nudo en el pañuelo: no es que seriamente pueda decirse que el pañuelo tenía memoria, del mismo modo que solo metafóricamente sostenemos que el reloj “nos da la hora”.

 

En este contexto, debemos subrayar que las políticas estatistas se suceden en lo que falsamente se denomina democracia que se llevan a cabo bajo la fachada de una parodia de la democracia.  Entre muchos otros, Giovanni Sartori nos ha advertido de cómo el desvío de la columna central de esta idea nos conducirá al regimenes totalitarios.

 

Decíamos que es curioso el desperdicio del valioso recurso del tiempo ya que hechos bochornosos se repiten sin cesar de una manera alarmante. Pongamos el ejemplo (entre tantos otros) de los precios máximos que vienen fracasando desde la época de Diocleciano en la antigua Roma a los casos más recientes de Venezuela y Argentina.

 

Está bien que en las cátedras de introducción a la economía se enseñe a los alumnos recién iniciados los efectos malsanos del control de precios, pero resulta harto aburrido reiterar estas explicaciones a gobernantes que se espera tienen alguna experiencia y conocimiento en la materia.

 

Pues si, hay que volver a explicar el tema como si no se hubiera ensayado cientos y cientos de veces a través de la historia y siempre con los mismos resultados nefastos, pero primero una mención al value free en cuanto a que se mantiene que no es procedente que un científico se incline por una u otra política introduciendo sus escalas de valores personales en lugar de ser aséptico y limitarse a señalar nexos causales.

 

Sé que esta noción puede interpretarse desde diversos ángulos a veces contradictorios, pero es que lo del value free tiene sus bemoles en cuanto a que para que la actividad científica tenga sentido debe prevalecer la honestidad intelectual lo cual implica la introducción de un valor clave y, en segundo término, para que cada uno puede proseguir con sus investigaciones (igual que con su vida) es condición indispensable la libertad, cosa que también significa la introducción de otro valor en el análisis de que se trate. De cualquier manera, si el objetivo es la armónica asignación de recursos, el control de precios no es la política adecuada.

 

Veamos entonces una vez más (aunque lo hayamos hecho infinidad de veces puesto que infinidad de veces se ha ensayado y se ensaya) los tan reiterados efectos de los precios máximos que en todos los casos se traducen en la imposición de precios inferiores a los que se establecen libre y voluntariamente en el mercado debido a las respectivas estructuras valorativas. Coloquialmente se los denomina “precios” máximos pero, estrictamente, no son precios sino números arbitrariamente establecidos puesto que, como queda dicho, aquellos aluden a valoraciones cruzadas entre compradores y vendedores. Decimos que son cruzadas debido a que las partes en las transacciones atribuyen valores distintos a lo que se entrega y a lo que se recibe, por ello es que ambas partes ganan siempre.

 

Los anunciados efectos pueden resumirse en siete. Primero, una vez instalado el así denominado precios máximo hace que invariablemente la demanda excede a la oferta puesto que frente al stock ofrecido al momento hay mayor número de personas que pueden adquirir el bien o servicio en cuestión.

 

Segundo, como consecuencia de lo anterior, se producen un faltante artificial. Es sabido que al precio de mercado nunca, bajo ninguna circunstancia la demanda excede a la oferta ni ésta sobrepasa lo requerido puesto que el precio limpia el mercado: sube o baja lo necesario para producir ese resultado.

 

Tercero, los productores marginales, es decir, los menos eficientes, los que operan con márgenes operativos más reducidos, dejan de ofrecer puesto que entran en la franja del quebranto. Cuarto, debido a la inevitable conducta de los productores marginales se intensifica la antes mencionada escasez artificial.

 

Quinto, en el sistema de precios aparece una grave distorsión ya que bienes y servicios menos reclamados por los consumidores artificialmente obtienen márgenes operativos mayores que los que en verdad se demandan con mayor urgencia. Sexto, debido a este último efecto los siempre escasos recursos son, también artificialmente atraídos hacia áreas menos urgentes. Séptimo, como los salarios e ingresos en términos reales son el resultado de tasas de capitalización, se contraen como consecuencia del mencionado desperdicio de capital.

 

Y séptimo, la contabilidad y la evaluación de proyectos se desdibuja trasmitiendo señales falsas, por lo que lo dicho anteriormente se acentúa juntamente con la baja en el nivel de vida.

 

Si se pretenden camuflar los faltantes artificiales con medidas adicionales como cuotas forzosas se producción se acentuarán los problemas puesto que significan la obligación de asignar más recursos hacia sectores en detrimento de las áreas que la gente considera prioritarias en sus votaciones diarias en el mercado.

 

Es que como se ha explicado tantas veces, el sistema de precios trasmite información que por su naturaleza se encuentra dispersa y fraccionada. Cuando se pretende dirigir este delicado mecanismo recurriendo a la fuerza por parte de gobernantes, se concentra ignorancia con los resultados señalados.

 

No queda claro porqué se pierde o se deforma tan rápido la memoria del pasado sobre estos efectos que se suceden como una calesita descompuesta. Tal vez sea por considerar que precios controlados “bien administrados” generen buenos resultados ya que se estima que los intentos anteriores siempre fueron mal administrados. Pues bien, ya es hora que nos demos cuenta que el problema no reside en la administración de algo que por su naturaleza es perverso aunque pretenda disimular la acción depravadora de aparatos estatales que falsifican moneda culpando a los comerciantes por el incremento de precios.

 

Es un tanto extenuante y sumamente tedioso tener que repetir lo mismo, si por lo menos los errores fueran nuevos y originales la crítica sería más estimulante, pero la reiteración de errores provoca bostezos homéricos. Pensemos en lo que estamos haciendo para bien de la cooperación social y la condición de vida de todos, especialmente de los más necesitados que son los que siempre sufren más los despilfarros.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

La política «farandular»:

Por Gabriel Boragina. Publicado el 15/11/14 en: http://www.accionhumana.com/2014/11/la-politica-farandular.html

 

Resulta de interés destacar -una vez más- la notable similitud (habría que hablar, en realidad, de total identidad) entre la farándula y la política. Hasta el mismo diccionario de la Real Academia Española lo reconoce en su definición. Veamos lo que dice:

farándula.

(Del prov. farandoulo).

  1. f. Profesión y ambiente de los actores.
  2. f. Antigua compañía ambulante de teatro, especialmente de comedias.
  3. f. despect. Arg., Cuba, El Salv., Ur. y Ven. Mundillo de la vida nocturna formado por figuras de los negocios, el deporte, la política y el espectáculo.[1]

Tal como vemos, la tercera acepción del diccionario recoge la expresión farándula identificándola y relacionándola expresamente con el mundo de la política. Y es que, verdaderamente -al menos en la Argentina- la mayoría de la gente vive, recepta, «analiza» y comenta las noticias políticas de la misma manera en que lo hace con las del mundo del espectáculo.

Tampoco es casual -a mi modo de ver- que no sean pocos los artistas (en el sentido de actores y actrices del «arte escénico») que a menudo saltan del escenario televisivo, cinematográfico o teatral a la palestra política, y aparecen postulándose para los más diversos cargos, ya sean estos en el poder legislativo o el ejecutivo. La sola excepción -por ahora- parecería ser la del poder judicial, aunque -al paso que van las cosas y en vista de la profunda degradación moral, cultural, educativa y -por supuesto- económica en la que se desbarranca Argentina- pronto no nos sorprendamos también de enterarnos del brinco de personajes de la farándula que traten de infiltrarse dentro de las filas del poder judicial.

Es que efectivamente, el argentino promedio se posiciona frente a la política y a los políticos como quien ve una representación en la TV, en el cine o en el teatro, y en verdad piensa que todo eso que observa, es algo en lo que él o ella es sólo un simple y mero espectador, que nada puede hacer por modificar la trama de la historia, ni el guion de la película. Sólo se considera a sí mismo un espectador pasivo, inerme para cambiar los roles de los protagonistas en la escena, incapaz incluso de permutar a los actores de reparto (en este caso los políticos mismos).

Es más, cree que no es a él al que le corresponde reemplazar ni a los actores de reparto, ni a la función que está observando, sino que esa acción sólo le cabe al director de la obra, sin siquiera asumir que el director de la obra política siempre es el ciudadano que vota -es decir el mismo- y no un «tercero».

Esta visión farandúlica de la política se extiende también a la mayor parte del denominado periodismo político. Si se observa atentamente el diseño de la difusión, comentarios y análisis político se puede advertir de inmediato que tiene idéntica estructura que la difusión, comentarios y análisis del mundo de la farándula.

De la misma manera que un periodista de cine, televisión o teatro «analiza» si la actriz fulanita se divorció o «se juntó» con el actor menganito, de semejante modo muchos «analistas» políticos describen la «alianza» del político «Juan» con el político «Pedro» ; la «traición» del candidato B al partido C ; el «coqueteo» del candidato X con el «presidenciable» Z ; etc. etc. etc..

Es por ello que, en general, el político argentino está más preocupado por ser un buen actor, que obtenga la mejor posición posible en el «rating», que en qué es lo que «podrá» hacer, «piensa» hacer, o posiblemente «haría» en el caso de resultar electo. Este último aspecto es el menos importante para él.

El argentino promedio «vive» la política como un drama o una comedia, pero dicha «vivencia» siempre le es ajena en su auto-atribuida calidad de espectador, condición esta última a la que raramente renunciará. Y se lamenta y se regocija frente a los sucesos políticos de la equivalente forma en que se divierte mientras disfruta de una comedia televisiva o cinematográfica, o se entristece ante la pantalla o la butaca de una obra trágica. Y observa y habla de los políticos de parecida manera en que lo hace de los actores y actrices del mundo de la escena.

Incluso la mayoría de los comentarios familiares o con amigos de los hechos y protagonistas del mundo político, también tienen semejanzas notables con los que se ven o escuchan en los muy célebres programas televisivos o radiales de «chimentos del ambiente». Esto anima a muchos conductores de programas de chimentos de la farándula a exponer en esos mismos programas hechos o actos políticos, no siendo tampoco extraño ver en esos programas televisivos de chismes del espectáculo a notables figuras de la política.

Esto explica -siempre en mi opinión- la razón por la cual la corrupción, la violación de la ley, el latrocinio estatal, el peculado y la rapacidad burocrática, etc. se ha hecho algo cotidiano entre los argentinos. El promedio de ellos está convencido de que la corrupción es meramente un fenómeno político que no tiene nada que ver con nadie que no actúe en el plano ni en el ámbito de la política. Es «algo» que «sólo se ve por TV», o «se lee en los diarios». «Algo» que hacen «otras» personas que, a la sazón, reciben el nombre de «políticos».

El espectador se posiciona frente al espectáculo como «algo» que es ajeno a él, sobre lo que tiene ningún otro control más que cambiar el canal o la frecuencia de la emisora que está escuchando. Y esta misma actitud la extiende al mundo político, como algo que pasa «fuera de él» y como en una dimensión lejana, que ni siquiera lo roza. Piensa que «el director» de la obra tiene que divertirlo o entretenerlo siempre, y dejarle un mensaje positivo. Y opera mentalmente de la misma manera ante los acontecimientos de la política nacional.

Esto permite a la clase política dominar la escena y -a la vez que dan su espectáculo- esquilmar a los bolsillos de sus espectadores (los ciudadanos).

[1] Diccionario de la Lengua Española – Vigésima segunda edición –

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

MONOPOLIO DE LA FUERZA Y MATRIMONIO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

En medio de los problemas que aquejan al mundo se instalaron debates acalorados sobre como debería ser el matrimonio al efecto de legislar en consecuencia. Estos debates se arrastran desde la instauración del “matrimonio civil”.

 

Muchos de los que idearon esta última visión con razón querían deshacerse del monopolio de las iglesias sobre la materia, especialmente la católica en países que se declaraban oficialmente de esa religión. A tal punto que en una provincia argentina (Santa Fe), en 1867, los que se oponían al matrimonio civil enmarcaron la ley correspondiente, la colgaron en una pared y la fusilaron en la plaza pública mientras el obispo del lugar amenazó con excomulgar al gobernador por ser el autor de la iniciativa legal.

 

En esta materia hay varios puntos que comentar. En primer lugar, ningún país civilizado debería mezclar el poder con la religión en ningún sentido. Esto se puso de manifiesto en la genial “teoría de la muralla” estadounidense para trasmitir esa separación tajante de personas que huyeron de las intolerancias y las espantosas masacres realizadas en nombre de la religión, de la misericordia y de Dios.

 

En segundo lugar,  el aparato estatal no debería inmiscuirse en las relaciones amorosas entre las personas. No debería casar y descasar,  liberando a que cada uno decida como desea manejar estas relaciones íntimas y personalísimas. Si las partes desean dejar constancia del uso de apellidos, de asuntos patrimoniales, los hijos y otras cuestiones lo podrán hacer ante escribano público asumiendo las responsabilidades que correspondan y árbitros privados estipulados en los respectivos acuerdos deciden ante los posibles conflictos entre las partes y con relación a la eventual prole asentando la jurisprudencia del caso en el contexto de un proceso evolutivo, tal como ocurría en el common law y durante la República romana y principios del Imperio.

 

En este sentido, todos los acuerdos de cualquier tipo que sean que no lesionen derechos de terceros deben ser respetados,  respeto que no significa adherir a los mismos por parte de terceros,  se trata de la manera de convivir pacíficamente sin agresiones innecesarias.

 

Y no se diga que algunas de las combinaciones posibles en uniones civiles significan lesionar los derechos de la prole por lo que los aparatos estatales deben prohibir, legislar y reglamentar puesto que con esta visión se sientan las bases de entrometimientos inaceptables de la fuerza que se permite que se filtren hasta hacer la vida imposible. No son  pocos los matrimonios ordinarios que puede anticiparse con facilidad que la prole sufrirá. Muchos pueden ser los problemas: el griterío entre los cónyuges, la mala dieta, la falta de deportes, la mala educación y tantos otros aspectos como la adopción sobre lo que he escrito antes en detalle. Sabemos que los mortales no somos infalibles y que habrán muchos problemas diarios pero éstos empeoran en grado superlativo si se permite que el monopolio de la fuerza la juegue de niñera impuesta.

 

En tercer lugar, para no confundirnos en el lenguaje, el término “matrimonio” tiene un significado preciso y una larguísima tradición en este sentido: alude a la unión formal entre un hombre y una mujer que puede concretarse a través de una iglesia y/o una escribanía, lo cual excluye otras combinaciones que son uniones civiles (o puede recurrirse a neologismos para describirlas). Si bien los diccionarios son libros de historia y evolucionan los significados y los símbolos a través del tiempo, no conviene adelantarse y llamar perro al gato y viceversa al efecto de podernos comunicar. Para los religiosos es un sacramento, para los que no lo son es un compromiso laico.

 

Personalmente estimo que la constitución de una familia en la que se cultivan valores para fortalecer la formación de seres humanos es a través del matrimonio, pero no puede recurrirse a la violencia para atacar otras concepciones por más que otros no las compartan y ni siquiera las entiendan. Esa es la manera de convivir pacíficamente y que cada cual asuma su responsabilidad ante su conciencia, ante los demás y ante Dios. De allí es que la condición central del hombre es su libre albedrío por medio del cual se acierta y se incurre en desaciertos (más de esto último).

 

En el referido contexto, no habría tal cosa como el divorcio en el sentido que hoy se lo entiende con la participación necesaria del gobierno. Serían acuerdos entre las partes que pueden tener fecha de vencimiento, pueden preveer rupturas y toda otra variante que las partes consideren conveniente anticipar (y lo que no se ha anticipado,  naturalmente irá a manos del árbitro según los procedimientos estipulados o, en su caso, los que no se hayan previsto).

 

En este tema también está presente la arrogancia de los gobernantes y la manía de la ingeniería social y la soberbia en cuanto al diseño de sociedades. Como ha escrito Adam Ferguson en A History of Civil Society (1767), nada peor y más peligroso que los “constructores de sociedades” que creen saber más que los interesados y no ven más allá de sus narices, no por perversidad sino por la natural ignorancia que a todos nos embarga por lo que apenas y con dificultad podemos manejar nuestras propias vidas, menos podemos pretender la coordinación de millones de seres humanos.

 

Se dice con razón que todo esto es inseparable de la educación y que, por tanto, hay que esperar a contar con gente educada para recién allí liberarlos de las garras estatales. Y para contar con gente educada, a su vez,  el gobierno debe disponer de instituciones estatales para enseñar al efecto de ayudar a los más pobres. Extraño silogismo en verdad, es como se ha consignado: “no puede dejarse que la gente se meta en una pileta de agua antes que aprenda a nadar”. Un círculo vicioso formidable en el que se coloca la carreta delante del caballo, es claro que si no permite que se entre a la mencionada pileta nunca se aprenderá a nadar.

 

Sin ninguna duda que el problema es educativo, puesto que se trata de fundamentar valores básicos para entender y suscribir el necesario respeto recíproco. En el caso ahora comentado, por un lado el significado de la familia y, por otro, el respeto de otras combinaciones en las que no puede enviarse la fuerza bruta para disolver o modificar. También es llamativa la conclusión de que debe contarse con entidades estatales de educación “para ayudar a los más pobres”. He escrito mucho sobre este tema tan delicado e importante, pero en esta ocasión me limito a reiterar un solo aspecto del problema. Se trata de señalar la grotesca falacia de que los pobres son los beneficiarios de este sistema que curiosamente se denomina “gratuito”.

 

Para desentrañar esta madeja, lo primero es comprender que los salarios e ingresos en términos reales son consecuencia de las tasas de capitalización. No dependen de la buena voluntad de empresarios ni de promesas de políticos. En los países con altas tasas de capitalización los empresarios están obligados a pagar salarios más altos respecto a lo que ocurre en lugares de menores inversiones y los políticos que por decreto pretenden elevar ingresos, inevitablemente generan desempleo.

 

El paso siguiente es percatarse que, por esta misma interrelación entre ingresos y tasas de capitalización, los que se hacen cargo de impuestos para financiar compulsivamente la educación (o lo que fuere por imposición gubernamental) reducen sus inversiones con lo que, por lo dicho, los marginales, a su vez, ven mermados sus salarios, situación que significa que son ellos los que en definitiva pagan la educación con creces.

 

Decimos que lo hacen en definitiva y con creces porque debido a la utilidad marginal, sabemos que -aunque no resulten posibles las comparaciones intersubjetivas- un peso para un pobre no es lo mismo que uno para un rico con lo que concluimos que sobre los de menores recursos recae con más peso el gravamen.

 

Repetimos que los temas de los casamientos y descasamientos estatales derivan de la comprensión o incomprensión de valores: la preservación de las autonomías individuales en un tema tan personal que no se soluciona cargando las tintas sobre los más pobres en materia educativa (además de todos los otros aspectos sobre los que hemos abundado en otras oportunidades respecto a este tema espinoso, que nada tiene que ver con la admirable buena voluntad de los muchos docentes que se desempeñan y se han desempeñado en esas reparticiones estatales).

 

Es importante volver a la fuentes y acostumbrarnos a independizarnos de la idea del papá-estado y, en esta instancia del proceso de evolución cultural, reservar el uso de la fuerza del gobierno para garantizar derechos vía la seguridad y la justicia, y desde luego no entrometerse en el matrimonio y en las uniones civiles de otras naturalezas. Como queda dicho, todo lo que no lesiona derechos de terceros debe ser permitido en una sociedad abierta.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.