La mentalidad anticapitalista chilena

Por Carlos Newland: 

 

Hace algunos años con el economista húngaro Pal Czegledi elaboramos un índice mundial de mentalidad económica pro mercado. Las conclusiones de ese trabajo parecen particularmente relevantes a la luz de los recientes episodios de violencia y caos en Chile y el cuestionamiento, en ciertos ámbitos, al “modelo chileno”.  El índice y los trabajos mostraban que en el mundo los países no poseen una cultura económica popular homogénea. Las naciones con poblaciones cuya ideología es más afín a la economía de mercado son las pertenecientes a lo que se ha denominado “Anglósfera” (EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda). Allí el reconocimiento de las ventajas de la iniciativa privada y de la competencia y las desventajas de una excesiva regulación e intervención estatal forman parte de la cultura. No es sorprendente que estas naciones tengan las instituciones más libres, lo que en gran parte explica su elevado nivel de ingreso per capita. El segundo conglomerado más pro capitalista es el correspondiente a los países de Europa del Norte, seguidos en el ranking por las naciones de la Sinósfera” (Japón, Taiwan, China, etc).

 

La publicación índice ha dado lugar a un debate respecto al lugar que ocupan algunos países (abajo se incluye el ranking). No sorprende encontrar casi al final del listado a la Argentina. Al fin y al cabo, el segundo himno nacional, la marcha peronista (que incluso ha sido entonada recientemente en reuniones macristas) contiene en sus estrofas un llamado “a combatir al capital”. Cerca de la posición argentina se encuentra Rusia y Ucrania, países que han sufrido décadas de adoctrinamiento comunista, lo que parece haber condicionado su apreciación por las ventajas de una economía libre. Pero lo que más nos sorprendió fue que la mentalidad anti-mercado chilena (digamos hacia 2010) era prácticamente idéntica a la argentina. Cuando presentamos nuestro índice en Santiago, e incluso en Buenos Aires, cuestionaron nuestros resultados argumentando que no podía ser que en Chile, luego de décadas de reformas pro-mercado incuestionablemente exitosas, no se hubiera desarrollado una mentalidad más favorable a la competencia y los mercados.

 

Nuestra respuesta sobre la falta de identificación popular chilena con instituciones económicas asociadas al sistema de mercado tenía que ver con la forma en que se habían implementado. La liberalización (para nosotros exitosa) de su sistema económico no tenía que ver con ninguna plataforma política de un partido elegido democráticamente, sino que fue impuesta por un gobierno militar en contra de la ideología popular predominante. Al fin y al cabo muy poco tiempo antes una alta proporción del electorado había confirmado como Presidente al marxista Salvador Allende. Pero, se nos decía, los gobiernos democráticos posteriores no anularon las reformas inicialmente impuestas por la fuerza. Esto lo aceptábamos ya que estimábamos que el sistema había tenido a mediano plazo un éxito indudable reconocido por la mayor parte de los dirigentes. Pero, decíamos, se había creado un equilibrio inestable ya que la mentalidad anticapitalista seguía vigente y bastaba que algún líder carismático radical accediera al poder para anular los éxitos obtenidos. Finalmente se nos dijo que en la última elección había sido el candidato pro mercado quien había accedido a la presidencia, por el voto popular.

Debo reconocer que este hecho nos desconcertó. Lo único que atinamos a observar es que Piñeira había sido elegido por una atomización del voto de izquierda y ante la ausencia de un candidato opositor medianamente carismático.  Creemos que esta tensión entre la ideología popular y la política económica en Chile es uno de los factores que explica el estallido social de la última semana.

¿Debemos ser entonces totalmente pesimistas sobre el futuro de Chile? Seguramente una buena cantidad de las medidas adoptadas (que consideramos positivas) terminaran siendo revertidas, como la educación superior arancelada. Pero otras, ante su efecto benéfico obvio, seguramente se mantendrán, como la integración al comercio  internacional  y la estabilidad de su moneda. Al fin y al cabo, muchos de sus países vecinos del Pacífico han adoptado políticas económicas pro mercado a través del voto.

 

Índice Mundial de pensamiento pro capitalista (ranking, país, índice). De mayor a menor apoyo a la economía de mercado (solo se incluyen los países con mayor y menor valores).

 

1 Estados Unidos 0.697
2 Nueva Zelanda 0.686
3 Suiza 0.671
4 Taiwan 0.646
5 Canada 0.621
6 Noruega 0.615
7 Suecia 0.611
8 Gran Bretaña 0.600
9 Australia 0.596
10 Hong Kong 0.575
66 Jordania 0.364
67 Poland 0.359
68 India 0.359
69 Turquia 0.346
70 Algeria 0.343
71 Zambia 0.339
72 Argentina 0.323
73 Chile 0.316
74 Hungria 0.301
75 Kazakhstan 0.283
76 Ucrania 0.283
77 Rusia 0.241

 

 

Carlos Newland es Dr. Litt. en Historia. Profesor y Ex Rector de ESEADE.

20: JE JE.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 9/12/18 en: http://gzanotti.blogspot.com/2018/12/20-je-je.html

El llanto de Macri revela algo importante: él cree en todo esto.

Los demás presidentes y dictadores que estuvieron, también. Tal vez el que menos cree, por suerte, es Trump. Pero finalmente se reunió con el dictador chino. ¿Será un efecto de las empanadas?

O sea, Macri y los demás creen en los gobiernos, en sus tratados multilaterales, en sus regulaciones y en sus acuerdos. Y en el Banco Mundial, el Fondo Monetario, la ONU, la Unesco, etc., como organismos supranacionales que regulan todo y deciden todo.

Los liberales, en cambio, creemos en el libre comercio, en que un ciudadano de Argentina llame a otro de Canadá y arreglen por whatsap que se van a unir para venderle lo que fuere a un norteamericano, y listo, sin que Trump, Macri o Trudeau tengan nada que ver. Nada, sencillamente nada.

Pero no. Ha sido todo inútil. La dinámica de la real politik del mundo posterior a la 2da guerra ha llevado a un sistema donde gobierna un club de amigos que se miran de reojo a ver cuán amigos son, y un resto de paisitos que integran una especie de protectorado para no entrar en default y esas cosas. Grandes y chicos coinciden en un estatismo intenso, altamente regulado, en economía, educación, salud y sencillamente todo, donde “lo privado” tiene que adaptarse a ello o desaparecer (o NUNCA aparecer, como sucede, porque la consecuencia de todo ello es la creatividad humana colonizada por la razón instrumental).

Un llamado capitalismo de amigos, una economía altamente regulada, un estatismo educativo total, la agenda del género y el aborto altamente financiada, y ya está. Ese es el mundo que tenemos. La verdadera libertad circula por mercados negros en un ajedrez permanente contra la regulación. EEUU, Rusia y China como la trinidad hobbesiana, todos los demás como socios menores o adiós. Una pax romana, inestable pero re-acordada año tras año. Y así parece que ad infinitum.

Las izquierdas y las derechas extremas reaccionan contra todo eso, curiosamente, porque creen que eso es el “capitalismo liberal”. No leyeron a Mises, desde luego, quien denunció todo eso en Liberalismo, en Omnipotent Govertment, en Nation, State and Economy, en Human Action. Cuando finalmente, ya cansado, el último caballero del liberalismo se vio a sí mismo en medio de todo ese infierno, no tuvo más que afirmar, con pena, que no le quedaba sino ser un historiador de la declinación. Y pensar que eso fue en 1942. Si renaciera, se haría seppuko.

Y así con todos nosotros. Ese es el mundo que nos toca y no esperemos mayores milagros. Como ya dije una vez, podemos seguir defendiendo la libertad para que las garras trituradoras del totalitarismo no se cierren totalmente… O ni siquiera para eso: sencillamente para hacer lo que se debe hacer. Pero mientras tanto, no nos hagamos ninguna ilusión. English I know, porque por lo menos fue el idioma de la Declaración de la Independencia de 1776. Ruso y Chino, no sabré. Japonés es Marte y Español es Don Quijote.

Que Dios nos ayude. Je je.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

PACTO POLÍTICO E INMIGRACIÓN.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 4/11/18 en: http://gzanotti.blogspot.com/2018/11/pacto-politico-e-inmigracion.html

 

 

Una caravana de miles de personas se dirige a los EEUU (¡qué raro!!! ¿Por qué no van a Venezuela??). Sí, seguramente ha sido manipulada y politizada. Por aquellos que, seguramente, no tienen necesidad de emigrar hacia ninguna parte.

Todos están criticando a Trump porque “no los va a dejar entrar” (como si no hubiera leyes que estén por encima de él). Pero me pregunto quién tiene autoridad moral para criticar a Trump. Me pregunto quiénes eliminarían todas las fronteras, todas las aduanas, todos los aranceles, para sus propios países. ¿Quiénes?

El que no quiera aduanas para su propio país, el que no quiera pasaportes y etc. para que otros entren a su propio país, que arroje la primera piedra.

Bien, déjenme entonces encontrar una buena piedra.

Pero entonces, vos y los demás liberales y libertarios, ¿están locos?

Sí, claro, somos liberales, obvio que estamos locos, pero en este caso analicemos esta locura específica.

¿Cómo debe haber libre emigración e inmigración de capitales y de personas? Sí, porque ello se llama libertades individuales y libre comercio.

¿Y la propiedad? ¿Puede entrar cualquiera a la propiedad de otro? No, claro. Pero mientras haya estados nacionales con caminos, puertos y aeropuertos como bienes públicos estatales, eso no es así.

¿Y si alguien quiere entrar a cometer delitos? Bueno, eso no se puede saber hasta que se lo cometa, pero si tiene antecedentes penales en otro país, se le puede pedir una visa.

Y si viene de una nación cuyo gobierno ha cometido actos terroristas contra el nuestro, se le puede pedir una visa.

El problema es que gran parte de los inmigrantes actuales no se sienten individuos que van a entrar a un Estado de Derecho donde se supone que va a trabajar y a ejercer en paz sus libertades individuales. Porque ESE es el pacto político que posibilitó la inmigración masiva a la Argentina y a EEUU en siglos anteriores. Ahora ese pacto político, parece que se ha perdido. Por algún motivo difícil de discernir, ahora entran masas de individuos que se sienten parte de un colectivo, con sus propias normas, que no están dispuestas a respetar el Estado de Derecho del país al que ingresan. Tal vez sean masas bien manejadas. Tal vez sean masas de gente que huyen desesperadas sin saber lo que es el Estado de Derecho del lugar a donde van.

La cuestión es que donde van, habitualmente, hay una redistribución de ingresos a nivel nacional. Parece que algo hizo creer a nacionales y extranjeros que puede haber medicina, salud, vivienda y etc. gratis para todos. A donde van, hay sindicatos que prohíben el ingreso de trabajadores extranjeros, porque algo hizo creer, a nacionales y extranjeros, que si no es así los cerdos capitalistas explotan a los pobres trabajadores. A donde van, si no tienes los títulos oficiales educativos de ese país en cuestión, no puedes trabajar, porque algo convenció a todo el mundo de que el estado certifica quién es apto para el mercado y quién no. O sea, los inmigrantes buscan entrar a un paraíso estatista, que se ha desarrollado “a pesar de” los capitales privados que sostienen a este estado pseudo-providente.

Me pregunto qué pasaría si miles y miles de inmigrantes entraran a una nación donde no hubiera seguros sociales estatales y obligatorios.  Donde no hubiera sindicatos con poderes coactivos. Donde a nadie le sería requerido un certificado estatal de sus habilidades. Donde todos pudieran educar a sus hijos según sus convicciones, y hablar y vivir según sus convicciones, pero que se dieran cuenta que si sus convicciones son violar las libertades de los otros, que estarán fuera más rápido de lo que entraron. Donde los ciudadanos pudieran ejercer libremente su derecho a la legítima defensa. Me pregunto qué pasaría. Me pregunto si en ese caso el pacto político no se re-instauraría de modo espontáneo. Sólo me lo pregunto.

 

Mientras tanto, qué hermoso que un lamentable desierto como la Argentina fuera un lugar así. Para poder decir a esas miles de personas: vengan para acá. No los espera el estado, sino sólo el Estado de Derecho, que es otra cosa. Sólo con eso pueblen la Patagonia, el noreste, el noroeste, y todos los desiertos que constituyen este desperdiciado territorio. Recursos naturales en abundancia, casi sin terremotos, tifones, tornados o tsunamis. Sólo gente que quiera trabajar en paz y un Estado de Derecho liberal. Ya fue posible. Parece que ahora ya no. Parece que ahora ya fue. Ya no hay gente. Sólo quedan gobernantes. Sólo quedan sus esclavos.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

GAYS, TRANS, LESBIANS, FEMINISTAS RADICALES: CUÁL ES EL PROBLEMA.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 27/5/18 en: http://gzanotti.blogspot.com/2018/05/gays-trans-lesbians-feministas.html

 

Soy –como creo que ya todos saben- un liberal clásico iusnaturalista. Como tal, siempre he defendido la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad religiosa, de enseñanza, la libertad de asociación, la propiedad y el derecho a la intimidad de todos los individuos, sea cual fuere su raza, religión, nacionalidad u orientación sexual.

Por lo tanto, si alguien quiere vivir como gay, transexual, lesbiana, tiene el derecho a la intimidad para ello y por ende todo mi respeto a su libertad individual.

Y si alguien quiere opinar y decir que todo ello es bueno moralmente, tiene su derecho a la libertad de expresión, derecho que yo siempre le defenderé.

Yo puedo opinar, de igual modo, que “en sí mismas” tales conductas son contrarias a mi visión del derecho natural, al mismo tiempo que no juzgo la conciencia de nadie ni impido su libertad individual, de acuerdo a su derecho a la intimidad y el ejercicio del art. 19 de la Constitución (me refiero a la Argentina de 1853).

A su vez, cualquiera de ellos podría debatir conmigo libremente sobre el asunto, con todo respeto de ambas partes, sin que nadie se sienta ofendido, discriminado u odiado.

ESO es una sociedad libre, esto es, eso era el proyecto original del liberalismo clásico.

Pero eso se perdió.

Y ESE es el problema.

Esto es, el problema NO es que alguien quiera ser gay, trans, lo que fuere, vivir conforme a ello u opinar conforme a ello. Tiene todas las libertades individuales para ello, y quien piense diferente, también.

O sea, ese no es el problema político.

EL problema es que quienes así piensan pretenden que los que pensamos diferente no tengamos la libertad de pensar diferente, y por ello han comenzado, y están triunfando, una encarnizada lucha para encarcelarnos, bajo pretendidos delitos de discriminación, odio, racismo, etc.

Para mayores aclaraciones –que serán inútiles para quien no quiera escuchar en paz- hay que decir que si tiempo atrás era al revés –que lo fue- NO me pueden reclamar eso a mí ni a nadie que sea liberal clásico. No están hablando con un fascista, un comunista soviético o un miembro de Ku Kluk Klan. Están hablando con un liberal clásico que siempre ha defendido las libertades de todos desde que comenzó a leer a Mises en 1974.

Volvamos entonces al problema.

Es verdad que en un estado liberal clásico, los organismos públicos deben contratar a las personas sin otra condición que su idoneidad y que lo contrario sería un delito de discriminación (caso A).

Es verdad que una organización privada, si quiere despedir a alguien, por su condición sexual o racial, alegando NO idoneidad, miente y comete delito de discriminación (como el famoso caso imaginario de la película Philadelphia).

Pero las organizaciones privadas tienen derecho a tener sus propios estatutos. Puede ser que esos estatutos estén moralmente mal, pero tienen derecho legal a tenerlos siempre que no atenten contra derechos de terceros. Podrán quedar muy mal pero en el futuro reivindicados, o muy bien y en el fututo ridiculizados, pero así es una sociedad libre. Por ende tienen derecho a no contratar.

A su vez, toda persona tiene el derecho de decir lo que le parece sobre la homosexualidad y etc. siempre que no impida coactivamente a otro ejercer el mismo derecho. No es discriminar porque no está incurriendo en el caso A. Si está odiando o no, ello no es punible judicialmente. Si está incurriendo en algún “delito a través de la prensa” (calumnias) ello debería dictaminare posteriormente en los tribunales.

Pero entonces, ¿cuál es el problema filosófico?

Que feministas radicales, lobby LGTB, indigenistas, etc., no admiten de ningún modo esta libertad individual. Y no la admiten porque han re-convertido su posición en una nueva teoría marxista de la lucha de clases.

El pacto político básico de las libertades individuales se rompe cuando alguien atribuye a un colectivo que no existe (la clase, los blancos, los negros, los homo, los hetero, etc) la estructura explotador-explotado, ante la cual el explotado tiene derecho a la resistencia violenta.

Por ende, las feministas han construido el colectivo del hetero-patriarcado explotador; los gays, lesbianas y trans, el del heterosexual explotador; los indigenistas, el de los blancos-europeos, y así sucesivamente.

Y todo ello a su vez afirmando que esos nuevos colectivos explotadores son la nueva expresión de la clase explotada, bajo el capitalismo liberal, del cual esas libertades individuales, que hemos defendido, no son más que su super-estructura de discurso explotador.

Por supuesto, todo ello es falso porque la teoría de la explotación de Marx es falsa y porque su colectivismo ontológico hegeliano es radicalmente falso. Por eso quienes hayan entendido a Mises, Hayek y Popper jamás pueden caer jamás en la creencia de que dichos colectivos existen. Pero claro, he nombrado a los más malos de los malos, a los cuales me agrego por haber afirmado, además, que ese individualismo metodológico tiene su mejor fundamento en la ontología de Santo Tomás de Aquino.

Mientras tanto, las consecuencias políticas ya son gravísimas. El pacto político originario de la Declaración de Independencia de los EEUU se ha quebrado. Ahora estos grupos han obtenido sus legislaciones, y ante ellas sólo serás físicamente libre mientras no te caiga una denuncia por discriminación, discurso de odio, homofobia, etc. Y si te niegas a usar los pronombres plurales, como Jordan Peterson, terminarás como él, sospechado de ser un criminal ante el Congreso de Canadá, o peor, directamente encarcelado en las nuevas sociedades “igualitarias” que hemos logrado, donde nadie odia a nadie, claro…

Liberales clásicos, atención, hemos perdido la batalla cultural. El Estado de Derecho se ha convertido en una farsa y sólo quedan valientes actos de re-sistencia. En EEUU, Rusia, China y Europa queda algo de libertad económica –muy poca- pero se acabaron los derechos individuales. La diferencia es que en EEUU se puede intentar “volver” aún –con gran heroísmo- a lo fue fueron. Otros lugares no lo fueron nunca.

 

La libertad ya no existe, sólo resiste.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

¿El principio del fin del liderazgo de EEUU?

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 25/11/16 en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/principio-del-fin-del-liderazgo-eeuu_628421

 

Algunos latinoamericanos vienen inclinándose por el libre comercio y la apertura (México, Chile, Perú y Colombia, etc.) aunque muchas veces, como el caso de Argentina, sean solo bonitos discursos, mientras EEUU que siempre lo pregonó parece haber caído en la “trumpa”. El primer error de Trump, fue nombrar para la transición en el Tesoro a un defensor del embargo a Cuba, que no es otra cosa que prohibirles -coartar la libertad- a los americanos, el comercio con la isla.

El presidente electo de EEUU hizo unos anuncios entre los que llama la atención que no mencionara el muro (que, en rigor, ya existe en casi la mitad de su extensión), ni la derogación del Obamacare, ni la restricción de la entrada de musulmanes o presuntos terroristas. Sí anunció que reemplazaría, por acuerdos bilaterales “justos”, al TPP que incluye a 12 países del Pacífico (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam) que suman el 40% del PIB global y cuyo fin era contener a China.

Irónicamente, durante la reciente cumbre de la APEC (21 países que suman el 49% del comercio mundial), en Lima, se reafirmó la apertura de los mercados y su anfitrión, el presidente peruano -que tiene 50% de aprobación gracias a su política de libre comercio y privatizaciones lo que conduciría a un crecimiento del PIB del 4,2% este año- insinuó que si EEUU se retira podría ser reemplazado por China que adquiriría mayor peso global.

Si sumamos que algunos empiezan a ver a Alemania como el líder global de la libertad -en contraposición a las políticas de Trump- y como todo lo que sube cae en algún momento, quizás sea este el principio del retraso de EEUU como líder global.

Anuncios positivos han sido la eliminación de las restricciones al fracking y que, por cada regulación nueva, se eliminarán dos, con lo que se beneficiaría mucho el sector financiero. Sucede que, independientemente de si las regulaciones tienen buenas intenciones, no es con violencia (regulaciones coactivas basadas en el poder de policía, en el monopolio de la violencia estatal) como se solucionan las cosas.

Ahora, en cuanto a la expectativa de crear empleo a partir de la eliminación de restricciones a la producción de carbón, vale recordar que a mediados de los 80 este sector empleaba a 250.000 trabajadores y hoy solo a 50.000 y, con la explosión del “fracking” que ha abaratado al gas, su cuota en la provisión energética ha caído del 21% al 16%. De modo que la política de Trump es contradictoria, porque no se puede fomentar el gas natural y el carbón al mismo tiempo.

El posible aumento del gasto militar, las restricciones a la entrada de trabajadores, y la prohibición a altos cargos de ejercer de “lobbyistas” en los 5 años posteriores a su salida del Ejecutivo -como si la corrupción tomara en cuenta la ley- no son buenas noticias.

Así las cosas, el casi utópico referéndum de independencia (Calexit) de una California dominada por los demócratas, previsto para el 13 de marzo de 2019, podría tomar color dada la oposición que Trump genera. Esta California, la sexta economía del mundo, que -junto con otros tres Estados- acaba de aprobar el uso recreativo de la marihuana, el paso hacia la legalización del cannabis. Claramente estas drogas son muy dañinas, pero su prohibición -la represión violenta- solo conduce a más violencia, a esta atroz guerra contra las drogas.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Elecciones: cambiar todo para que nada cambie

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el28/10/15 en: http://www.eluniversal.com/opinion/151028/elecciones-cambiar-todo-para-que-nada-cambie

 

Hay dos principios que rigen al cosmos que la opinión pública, impaciente, suele olvidar. El primero, que nada en la naturaleza -ni la sociedad humana- se desarrolla por revolución sino por evolución, como las plantas que crecen lentamente y los niños que tardan años en llegar a adultos. Por esto el cambio radical produce miedo y las personas suelen ser conservadoras, más allá del discurso «revolucionario» que suele ser puro gatopardismo.

El segundo principio es que todos, en alguna medida y de alguna manera, somos responsables de lo que ocurre -es la «comunión de los santos», diría la teología católica- incluso aquellos que teóricamente ven los problemas con cierta claridad, al actuar suelen cometer o inducir los mismos errores y así se produce la continuidad. Por otro lado, es inevitable que los políticos terminen hastiando porque basan su «gobierno» en el monopolio de la violencia que se arroga el Estado -poder policial y militar- con el que imponen leyes que solo llevan a la destrucción, como toda violencia.

Así, el mundo parece moverse como un péndulo según van hastiando los gobernantes: se eligen izquierdistas, luego de derecha y, más tarde otra vez de izquierda pero sin que en el fondo ocurran grandes cambios. La buena noticia es que, en estos vaivenes del péndulo, sus extremos se acortan: la izquierda hoy es mucho más moderada de lo que solía ser y lo mismo la derecha. Hoy, pareciera que el péndulo se inclina hacia la derecha.

Mientras el deshielo entre Cuba y EEUU deja sin argumentos al marxismo más recalcitrante, Brasil tiene una presidenta que fue guerrillera, que se ha moderado mucho, y que es acosada por la centroderecha que se perfila para el próximo gobierno, en tanto que la socialista Michelle Bachelet está provocando en Chile -el país más promercado del continente- gran desilusión. En Perú, la líder del derechista Keiko Fujimori, con 33% ocupa el primer lugar de las preferencias para las elecciones presidenciales del próximo año, mientras el presidente Humala -examigo de Chávez- aunque finalmente mantuvo las políticas de centroderecha de su antecesor- tiene una desaprobación del 85 %.

En las recientes elecciones para alcaldes y gobernadores en Colombia, la izquierda fue la gran derrotada que, entre otras cosas, perdió Bogotá tras doce años de gobierno, destacándose la elección de independientes mostrando el hartazgo que la gente tiene –de los políticos– en todo el mundo. El colmo fue Jimmy Morales, independiente, que será presidente de Guatemala, luego de superar ampliamente a su rival en la segunda vuelta electoral. Morales ha logrado ganar, irónicamente, basándose en su inexperiencia política, es decir que le bastó con sonreír para resultar el más creíble de todos los candidatos políticos: ni corrupto ni ladrón… hasta ahora… luego será político.

En fin, quizás las elecciones más sintomáticas hayan sido las de Argentina. El cuasi empate entre el oficialista Daniel Scioli y Mauricio Macri obliga a dirimir la presidencia en una segunda vuelta, el próximo 22 de noviembre, en la que ganaría el opositor que se presenta como de centro derecha «pro mercado» pero que, en la práctica, ha aumentado impuestos, gastos y empleados públicos, ayudando al crecimiento del estatismo y a la falta de libertad, según la ley de que de algún modo todos somos culpables -y no solo el oficialismo- de la fuerte decadencia argentina.

 

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

La URSS: esto no va a funcionar. El Socialismo del Siglo XXI debería decirnos cómo va a hacerlo

Por Martín Krause. Publicado el 20/8/15 en: http://bazar.ufm.edu/la-urss-esto-no-va-a-funcionar-el-socialismo-del-siglo-xxi-deberia-decirnos-como-va-a-hacerlo/

 

En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos con los alumnos de la UBA en Derecho. Su segunda conferencia se tituló “Socialismo” y trata ese tema. Anticipa por 20 años el fracaso de la URSS. Mises comenta:

Mises1

“Probablemente me pregunten ‘¿Qué hay de Rusia? ¿Cómo manejan los rusos este asunto?’ Esto cambia el problema. Los rusos operan su sistema socialista dentro de un mundo en el cual existen precios para todos los factores de producción, para materias primas, para todo. Por lo tanto, ellos pueden emplear, para su planificación, los precios en el exterior, en el mercado mundial. Y dado que existen ciertas diferencias entre las condiciones en Rusia y las mismas en EEUU, el resultado es que muy a menudo los rusos consideran algo como justificado y aconsejable – desde su punto de vista económico – que los americanos no lo considerarían económicamente justificable en absoluto.

El ‘experimento soviético’, como fue denominado, no nos prueba nada. No nos dice nada sobre el problema fundamental del socialismo, el problema del cálculo económico. Pero, ¿podemos hablar de ello como un experimento? No creo que exista cosa alguna como un experimento científico en el campo de la acción humana y de la economía. No pueden realizarse experimentos de laboratorio en el campo de la acción humana porque un experimento científico requiere que se haga la misma cosa bajo condiciones diferentes, o que se mantengan las mismas condiciones cambiando solamente un factor. Por ejemplo, si se inyecta una medicación experimental en un animal canceroso, el resultado puede ser que el cáncer desaparezca. Puede probarse esto con varios animales del mismo tipo, que sufran el mismo tumor maligno. Si se trata a algunos con el nuevo método y no se trata al resto, entonces pueden compararse los resultados. Esto no puede hacerse en el campo de la acción humana. No existen experimentos de laboratorio en la acción humana.

El así llamado ‘experimento soviético’ simplemente muestra que el nivel de vida es incomparablemente más bajo en la Rusia Soviética que en el país que es considerado, por todo el mundo, como la muestra del capitalismo: los EEUU. Desde ya, si se le dice esto a un socialista, él dirá: ‘Las cosas son maravillosas en Rusia’ Y se le contesta: ‘Puede que sean maravillosas, pero el nivel de vida es mucho más bajo’ Y él responderá: ‘Sí, pero recuerde lo terrible que era para los Rusos vivir bajo los zares y la terrible guerra que tuvimos que soportar’

No deseo entrar en una discusión sobre si ésta es o no es una explicación correcta, pero si se niega que las condiciones sean las mismas, se niega que fuera un experimento. Lo que se le debe decir (que quizás sea mucho más correcto): ‘El socialismo en Rusia no provocó un mejoramiento en las condiciones del hombre promedio que pueda ser comparado con el mejoramiento de las condiciones, durante el mismo período, en los EEUU’

En los EEUU se escucha sobre algo nuevo, sobre alguna mejora, casi cada semana. Estas son mejoras generadas por los negocios, porque miles y miles de empresarios intentan día y noche encontrar algún producto nuevo que satisfaga al consumidor, mejor o más barato de producir, ó mejor y más barato de producir que los productos existentes. No hacen esto por altruismo, lo hacen porque quieren ganar dinero. Y el efecto es que se tiene una mejora del nivel de vida en los EEUU que es casi milagroso, cuando se compara con las condiciones que existían cincuenta o cien años atrás. Pero en la Rusia Soviética, donde no se tiene ese sistema, no existe una mejora comparable. Así que aquella gente que nos dice que debemos adoptar el sistema soviético, están terriblemente equivocados.

Hay algo más que debe mencionarse. El consumidor americano, el individuo es tanto un comprador como un patrón. Cuando se sale de una tienda en los EEUU, se puede encontrar un cartel que dice: ‘Gracias por su visita. Por favor, vuelva’. Pero cuando entra en una tienda en un país totalitario – sea en la Rusia de hoy o en la Alemania bajo el régimen de Hitler – el tendero dice: ‘Debe agradecer al gran líder por darle esto’ En los países socialistas, no es el vendedor quien debe mostrarse agradecido, sino el comprador. El ciudadano no es el patrón; el patrón es el Comité Central, la Oficina Central. Estos comités y líderes y dictadores socialistas son supremos, y la gente simplemente tiene que obedecerles.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).