La luna de miel de «PPK» con los peruanos

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 29/9/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1942373-la-luna-de-miel-de-ppk-con-los-peruanos

 

El 62% de los peruanos aprueba la labor del nuevo gobierno de su país. Aquel que encabeza Pedro Pablo Kuczynski (PPK), cuya popularidad personal -cabe apuntar- es aún más alta, desde que asciende al 63% de los encuestados. Lo que se complementa con que un 52% de los entrevistados manifiesta sentirse «cercano» a PPK. En contrapartida, apenas un 17% de los peruanos desaprueba su gestión. Esas son las cifras que arroja una encuesta reciente de «El Comercio-Ipsos». El entusiasmo inicial con las nuevas gestiones de gobierno es característico del Perú de los últimos tiempos. También lo es una actitud muy crítica al cierre de las mismas.

Las principales razones para aplaudir a PPK incluyen, según la gente, a: «sus buenas ideas»; «su trabajo en pro de mejorar la economía»; «su experiencia»; «su capacidad personal»; su ímpetu por «mejorar la educación y la seguridad ciudadana»; su perfil innovador»; y su «honestidad personal». No es poco.

Curiosamente, un 83% de los encuestados expresa, además, su satisfacción personal por el reciente primer viaje al exterior -de cuatro días- de PPK a China en busca de inversiones que apunten a la obra pública y a la actividad minera peruana. La relación con China es consecuencia de quienes -en la década de los 90- reorganizaron la economía peruana que entonces miraba a los Estados Unidos, de modo que apuntase, más bien, hacia Asia.

En China, PPK se reunió con los tres hombres más importantes del Partido Comunista chino. Me refiero al presidente Xi Jing-ping; al primer ministro, Li Keqiang; y al presidente de la Asamblea Popular Nacional, Zhang Dejiang. A lo largo de su visita, PPK destacó que llegaba en busca de inversores y no de crédito. A la manera de respaldo implícito, en esos mismos momentos una enorme empresa constructora china confirmó su decisión de ir adelante con la construcción de la represa y central hidroeléctrica de San Gabán III. Y una petrolera de ese país (CNTC) anunció el descubrimiento de importantes reservas de gas en uno de los lotes peruanos en los que opera.

PPK fue extremadamente claro en definir cuáles son, puntualmente, las prioridades de su gobierno en materia de obra pública: los servicios básicos y sociales, como la educación, el agua potable y la salud. También mejorar la situación del agro (donde se concentra buena parte de la pobreza peruana) y la de Lima, una urbe en donde hoy viven unos 20 millones de personas, con carencias que atender.

PPK ve a China como su aliado natural para la revolución social que propone: la de la modernización. Porque sabe bien que la mejora social china se materializó con una prolongada revolución en su infraestructura. Construyendo ciudades modernas, con todos los servicios, y equipándolas además con tecnologías capaces de edificar seguridad personal en sus distintos rincones.

El apoyo que hoy genera PPK se compara naturalmente con la baja aprobación que simultáneamente reciben sus adversarios políticos. Keiko Fujimori -que lidera a la llamada Fuerza Popular (hoy el partido político más organizado y con mayor capacidad de movilización del Perú)- sólo recoge un 41% de aprobaciones. A su vez, Verónika Mendoza, la esperanza de la izquierda marxista peruana, recibe un escuálido 32% de endosos. Menos de un tercio de sus propios partidarios, queda visto, están conformes con su liderazgo.

Como Mauricio Macri, PPK no tiene mayoría en el Congreso de su país, donde Fuerza Popular es la agrupación dominante. Por ello, puesto que entre ambos espacios políticos existen más coincidencias que disidencias en los principales temas sustantivos, si PPK lograra generar un clima de cooperación genuina con el espacio de Keiko Fujimori, su gestión se facilitaría enormemente. Keiko Fujimori, por su parte, debe advertir que el fracaso de la gestión de PPK no la beneficiaría a ella, sino a la izquierda.

Las primeras señales son alentadoras. Tan es así, que el propio PPK acaba de señalar, sin rodeos: «Fuerza popular ha hecho cosas positivas para nosotros».

Lo cierto es que Perú -que lleva más de una década de constante crecimiento, apostando a la apertura económica y a la economía de mercado- mantendrá el rumbo exitoso y hasta apunta a acelerar su modernización si PPK y Fuerza Popular construyen -y son capaces de operar- los acuerdos necesarios para poner en marcha la mejora urgente que su roída infraestructura física está requiriendo, visiblemente.

Visto desde afuera, Perú parece -como alguno acaba de señalar- una suerte de propicio «reino de la moderación». Sin mayores discursos destemplados, ni confrontaciones inútiles, ni posturas cerradas e inflexibles.

Lo que socialmente urge ahora es garantizar la seguridad; desterrar la corrupción y construir un Estado eficaz. Y la enorme mayoría de los peruanos parece entenderlo.

Esos son, precisamente, tres objetivos centrales en los que la perversa fantasía bolivariana ha fracasado rotundamente. Venezuela es -por cierto- la experiencia testigo. Ha sido destruida por el fanatismo miope de Hugo Chávez y la increíble ineptitud de la gestión de Nicolás Maduro. Es el país más inseguro de nuestra región; el más corrupto; y el que exhibe mayor incompetencia y falta de realismo en su administración. Las recientes experiencias políticas lamentables de la Argentina y Brasil, así como las realidades de Bolivia, Ecuador y, peor, la de una Nicaragua transformada en un feudo de la familia Ortega, parecen confirmar cuan rápido los gobiernos de la izquierda bolivariana se enlodan en el pantano de corrupción que ellos mismos generan. Quizás porque la corrupción está en su ADN.

Perú parece exhibir decisión, optimismo y proyectar la cuota de paciencia necesaria para -manteniendo el rumbo que ha probado ser exitoso- construir un diálogo inclusivo que genere consensos amplios. Donde los éxitos y los resultados puedan ser compartidos.

Dos de sus regiones, por rezagadas, requieren una atención especial: Puno y Cuzco. Con razón se las ha calificado de «laboratorios de gobernabilidad». PPK es plenamente consciente de esta urgencia.

Los primeros cien días de la gestión del nuevo gobierno han sido auspiciosos. La coexistencia de las fuerzas que apoyan a PPK con el «fujimorismo» ha resultado pacífica. Casi sin escaramuzas. El perfil tecnocrático y la personalidad afable de PPK han ayudado. Mucho. La actitud no revanchista de Fuerza Popular, también lo ha hecho. Lo que, entre otras cosas, ha posibilitado que el nuevo jefe de la autoridad impositiva, la llamada SUNAT, Carlos Bruce, cuya capacidad y experiencia son notorias, provenga del «fujimorismo».

En el comienzo de una nueva etapa en su tránsito hacia el futuro, Perú vive un «clima» casi impecable. Todo parece seguir en su curso normal. Por ejemplo, Perú acaba de lanzar, sin estridencias, su primer satélite al espacio. El más moderno de la región. Servirá para garantizar la seguridad nacional, controlar mejor las actividades mineras no autorizadas y combatir la tala ilegal de los bosques tropicales. En otro andarivel, casi sin ser advertida, la acción de una empresa minera peruana, Hochschild Mining (que también opera en nuestro país), se convirtió de pronto en la acción más rentable del mundo. En sólo un año, se valorizó un 432%, según Bloomberg, en otro éxito que exhibe los colores del Perú.

Otra encuesta reciente (en este caso, una de la revista «Semana Económica») consagra a PPK (86%) y a Keiko Fujimori (82%) como las dos personas del mundo político con más poder real en el Perú actual. Es obvio que de ellas dos depende ahora, precisamente, la posibilidad de edificar los consensos programáticos y esquemas de cooperación que permitan conducir una etapa decisiva, no sólo para poder seguir creciendo saludablemente, sino para consolidar rápidamente a su país como una nación cada vez más moderna y con menos pobreza.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Elecciones presidenciales en Perú

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 5/4/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1886288-elecciones-presidenciales-en-peru

 

El próximo domingo 10 de abril habrá nuevamente elecciones presidenciales en Perú. Para reemplazar, en este caso, a Ollanta Humala, quien culmina su mandato sin pena ni gloria. Nos referimos a la primera vuelta electoral, claro está. Cuando ya el 58% de los más de 22 millones de peruanos que están habilitados para votar dice haber decidió la forma en que lo hará.

La incansable candidata de «Fuerza Popular», Keiko Fujimori, ha liderado cómodamente las intenciones de voto todo a lo largo de la extensa campaña y llega al final de su esfuerzo con un notable 37% de las preferencias. Su pase a la segunda vuelta parece entonces estar casi asegurado. Más de un tercio de los peruanos la apoyan abiertamente.

La siguen, el economista de centro Pedro Pablo Kuczynski con 15,5% de las intenciones y Verónika Mendoza, la candidata que, desde la izquierda, corre con colores «bolivarianos» con un 15%. Mendoza -que viene del oficialismo, desde que en su momento militara activamente en el Partido Nacionalista Peruano- está envuelta en especulaciones que parecen ligarla a Nadine Heredia, la esposa del presidente Humala. Es claramente la candidata que más luce como «anti-sistema».

Atrás de ellos están, entre otros: Alfredo Barnechea (otra opción política moderada, de centro-izquierda) con un 10% de las intenciones y el eterno candidato aprista: Alan García, un histórico camaleón de la política, que exhibe sólo un flojo 5,9%. Muy lejos aparece el ex presidente Alejandro Toledo, con un desdibujado -y sugestivo- 0,8%, que habla de la falta de apoyo que lo afecta desde hace rato.

En función de esos guarismos, la gran incógnita parecería ser quién será en definitiva el contendor de Keiko Fujimori en la segunda vuelta, prevista para el 5 de junio. Lo cierto es que Pedro Pablo Kuczynski y Verónika Mendoza son realmente opciones muy diferentes. Opuestas, más bien. Edificadas desde el centro y la izquierda del espectro de la política, respectivamente. Al cierre de la campaña, las encuestas sugieren que Keiki Fujimori podría hoy vencer a ambos, aunque con mayor holgura a Mendoza que a Kuczynski.

Las encuestas también proyectan que el partido de Keiko Fujimori tendría la mayor representación en el Congreso, con un 35,8% de las intenciones de voto. Lo que supone que se quedaría con nada menos que 64 de las 130 bancas que, en total, tiene en Congreso peruano. Seguida por el partido de Pedro Pablo Kuczynski, con el 18,6% y 25 escaños; el de Verónika Mendoza, con el 8,9% y 24 bancas; y el de Alfredo Barnechea, con el 7,3% y 5 bancas.

Pese a que el liderazgo de Keiko Fujimori es amplio, su imagen negativa también lo es. Un 49% de los consultados manifiesta que jamás la votaría, por ningún concepto. Por eso, el resultado de la segunda vuelta podría ser ajustado y nada está aparentemente asegurado, para nadie.

Kieko Fujimori está -pese a todo- frente a una nueva oportunidad. La que sugiere que una mujer podría esta vez llegar finalmente a la presidencia de Perú. Ella, recordemos, apareció en el escenario de la política cuando sus padres se divorciaron y tuvo, de pronto, que oficiar de «primera dama» del entonces presidente, Alberto Fujimori. A su caída, Keiko hizo un paréntesis académico en EE.UU., regresando a la política peruana recién en el 2005 y resultando elegida parlamentaria en el 2006.

Su apellido es a la vez un activo y un pasivo. Sin él, Keiko no sería nadie, presumiblemente. Pero el feo final de la gestión de su padre, todavía encarcelado, influye adversamente. Mucho. Le debe ciertamente la notoriedad a su padre, pero es evidente que también los desaciertos paternales se proyectan sobre Keiko. Por todo esto fue derrotada por Ollanta Humala en el 2011, aunque por escasos 400.000 votos.

Ahora, habiendo dejado de lado a los militantes del ala «dura» de su partido, Keiko procura mostrar una imagen menos controvertida y más flexible. Desde el centro del espectro político y predicando la continuidad del modelo económico, abierto y de mercado, que ha hecho crecer vigorosamente al Perú. Aquel que precisamente se instalara en el país en los primeros tiempos de la gestión de Alberto Fujimori.

Uno de los principales activos de Keiko es su labor incansable. Durante la campaña, recorrió pacientemente todo el país, como ninguno de sus contendores en el mundo de la política. Por esto tiene un alto nivel de apoyo en el interior peruano. Otro de sus activos es su credencial de severidad, sino de dureza, cuando de asegurar la seguridad personal se trata. Ese es un tema que aún no ha sido resuelto en Perú y que preocupa a muchos.

Como telón de fondo de los debates electorales que ya llegan a su final, aparece una economía peruana desacelerada, pero sana. Que sigue creciendo pese al enfriamiento de la economía mundial y a la baja del precio de las materias primas de exportación. El FMI confirmó que, tras la tasa de crecimiento del 2,4% registrada en 2014, en el 2015 el crecimiento peruano no se detuvo. La tasa del 2015 estaría en el orden del 3,3% del PBI peruano. Frente a las circunstancias, nada mal.

Perú apuesta a crecer vinculada al eje del Pacífico. Con Chile, Colombia y México. Esas cuatro economías, sumadas, conforman el 38% del PBI de América Latina y el Caribe y son la octava economía del mundo y el octavo polo exportador. Son, asimismo, el 50% del comercio exterior latinoamericano y reciben el 47% de toda la inversión extranjera directa en la región.

Perú, como Paraguay, Colombia o Chile, ha destruido sistemáticamente pobreza a lo largo de la última década. Particularmente en el ámbito rural. Pero, pese a ello, aún tiene un 22% de su población sumergida en ella, lo que nos muestra que aún hay mucho por hacer en ese capítulo social. Perú -sin embargo- todavía está lejos del grado de desarrollo de su vecina Chile, cuya pobreza se ha reducido al 7,5% de la población. Pero su rumbo es ciertamente bueno y, salvo resultados inesperados, será presumiblemente mantenido.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Cambiando la camiseta

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado en: http://www.elheraldo.hn/opinion/columnas/912562-469/cambiando-la-camiseta

 

Las exportaciones de América Latina y el Caribe caerán, por tercer año consecutivo, este año 14%, según el BID, por la baja de los precios de los bienes exportados y la débil demanda china.

Lideran los descensos Venezuela (-49 %), Colombia (-35 %), Bolivia (-32 %) y Ecuador (-28 %).

Según el Centro de Desarrollo de la OCDE, la Cepal y CAF, los flujos comerciales con China se multiplicaron por veintidós desde el 2000, frente a un incremento mundial del triple.

Los créditos concedidos por Beijing a América Latina desde 2010 alcanzaron los $94 mil millones.

Así las cosas, según el FMI, el PIB de la región caerá -0.3 % en 2015 y crecerá levemente, 0.8 %, en 2016. Los que más caerán serán Venezuela (-10 %), Brasil (-3 %) y Argentina y Ecuador, “alrededor de cero”.

En cuanto a la Argentina, a pesar del cambio de gobierno, caería en -0.7% en 2016 contra un crecimiento del 2.8% para Colombia, 2.5% Chile, 3.3% Perú, 2.2% Uruguay y 3.8% Paraguay.

Consecuentemente, los gobiernos están cayendo en descrédito, sobre todo los “populistas”, que requieren crecientes recursos para sus “políticas sociales”.

Perdió el kirchnerismo, luego el chavismo, Dilma está acorralada, Bachelet se desprestigia, pareciera que Rafael Correa no se presentará a la reelección y la derechista Keiko Fujimori ganaría en Perú en segunda vuelta por 11 puntos.

China salva a Ortega y a Morales. La construcción del canal nicaragüense incrementaría el PIB del país hasta los $20,800 millones en 2025 -11,800 millones sin el proyecto- creciendo al 9% anual, frente al 4.5% sin el canal. A Morales, Beijing le concederá un crédito de $7,000 millones y, eventualmente, otro por $10,000 millones.

Ahora, la división entre populismo y antipopulismo es solo cambio de camiseta, de lenguaje y de amistades, porque las políticas son casi las mismas. La derecha suele recortar gastos en “políticas sociales” que compensa aumentando militares y “políticas de desarrollo empresario”. La gobernadora Vidal, principal aliada de Macri, acaba de anunciar un aumento del gasto del 42%. La oposición al chavismo, el MUD, no tiene un programa coherente, es solo oposición.

Michelle Bachelet insiste en que logrará la educación gratuita en Chile. Macri quiere aumentar el gasto en educación “pública y gratuita”. Pura demagogia, nada es gratuito. Esta “educación”, supuestamente, es solventada por empresas y ricos que pagan impuestos. Pero las empresas los derivan hacia abajo vía precios o baja de salarios. Así, pagan los pobres y estudian los ricos. Según diversos relevamientos, solo 5% del quintil más pobre accede a la educación superior, y 75% del mayor quintil.

En las universidades “gratuitas”, solo 2% de los alumnos pertenece al quintil más bajo, 10% al más alto y el resto está en el medio.

El mundo progresa por evolución, nunca por revoluciones y menos las violentas.

El muro de Berlín cayó gracias a acciones pacíficas en las que el papa Juan Pablo II tuvo que ver, mientras que la “primavera árabe” que se caracterizó por los bombardeos de la OTAN terminó empeorando las cosas.

De modo que populismo y antipopulismo -izquierda o derecha- no implican un cambio real de políticas de fondo que son, básicamente, comprender que como la violencia -coacción- destruye, el crecimiento de un país es proporcional al levantamiento de políticas coactivas, sean de izquierda o derecha

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Elecciones: cambiar todo para que nada cambie

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el28/10/15 en: http://www.eluniversal.com/opinion/151028/elecciones-cambiar-todo-para-que-nada-cambie

 

Hay dos principios que rigen al cosmos que la opinión pública, impaciente, suele olvidar. El primero, que nada en la naturaleza -ni la sociedad humana- se desarrolla por revolución sino por evolución, como las plantas que crecen lentamente y los niños que tardan años en llegar a adultos. Por esto el cambio radical produce miedo y las personas suelen ser conservadoras, más allá del discurso «revolucionario» que suele ser puro gatopardismo.

El segundo principio es que todos, en alguna medida y de alguna manera, somos responsables de lo que ocurre -es la «comunión de los santos», diría la teología católica- incluso aquellos que teóricamente ven los problemas con cierta claridad, al actuar suelen cometer o inducir los mismos errores y así se produce la continuidad. Por otro lado, es inevitable que los políticos terminen hastiando porque basan su «gobierno» en el monopolio de la violencia que se arroga el Estado -poder policial y militar- con el que imponen leyes que solo llevan a la destrucción, como toda violencia.

Así, el mundo parece moverse como un péndulo según van hastiando los gobernantes: se eligen izquierdistas, luego de derecha y, más tarde otra vez de izquierda pero sin que en el fondo ocurran grandes cambios. La buena noticia es que, en estos vaivenes del péndulo, sus extremos se acortan: la izquierda hoy es mucho más moderada de lo que solía ser y lo mismo la derecha. Hoy, pareciera que el péndulo se inclina hacia la derecha.

Mientras el deshielo entre Cuba y EEUU deja sin argumentos al marxismo más recalcitrante, Brasil tiene una presidenta que fue guerrillera, que se ha moderado mucho, y que es acosada por la centroderecha que se perfila para el próximo gobierno, en tanto que la socialista Michelle Bachelet está provocando en Chile -el país más promercado del continente- gran desilusión. En Perú, la líder del derechista Keiko Fujimori, con 33% ocupa el primer lugar de las preferencias para las elecciones presidenciales del próximo año, mientras el presidente Humala -examigo de Chávez- aunque finalmente mantuvo las políticas de centroderecha de su antecesor- tiene una desaprobación del 85 %.

En las recientes elecciones para alcaldes y gobernadores en Colombia, la izquierda fue la gran derrotada que, entre otras cosas, perdió Bogotá tras doce años de gobierno, destacándose la elección de independientes mostrando el hartazgo que la gente tiene –de los políticos– en todo el mundo. El colmo fue Jimmy Morales, independiente, que será presidente de Guatemala, luego de superar ampliamente a su rival en la segunda vuelta electoral. Morales ha logrado ganar, irónicamente, basándose en su inexperiencia política, es decir que le bastó con sonreír para resultar el más creíble de todos los candidatos políticos: ni corrupto ni ladrón… hasta ahora… luego será político.

En fin, quizás las elecciones más sintomáticas hayan sido las de Argentina. El cuasi empate entre el oficialista Daniel Scioli y Mauricio Macri obliga a dirimir la presidencia en una segunda vuelta, el próximo 22 de noviembre, en la que ganaría el opositor que se presenta como de centro derecha «pro mercado» pero que, en la práctica, ha aumentado impuestos, gastos y empleados públicos, ayudando al crecimiento del estatismo y a la falta de libertad, según la ley de que de algún modo todos somos culpables -y no solo el oficialismo- de la fuerte decadencia argentina.

 

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Las turbulencias políticas sacuden a Perú

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 26/5/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1796149-las-turbulencias-politicas-sacuden-a-peru

 

Más allá de toda duda, los primeros diez años del siglo XXI han sido fuertemente positivos para Perú, que ha seguido creciendo con solidez, abrazado a una actitud de apertura al mundo, así como a la economía de mercado. Logró una mejora generalizada en su productividad y competitividad, con largos períodos de crecimiento al 7% de su PBI. Por eso, el 50,6% de los peruanos pertenece hoy a la clase media. Esa es la gran consecuencia de crecer a altas tasas por espacio de dos décadas: disminuir la pobreza.

La crisis del 2008 golpeó, no obstante, al Perú y redujo el ritmo de su desarrollo, sin paralizarlo. Para 2015, el Banco Central del Perú estima que el país crecerá al 3,9% de su PBI, impulsado fundamentalmente por el sector de la pesca y por la minería metálica. Para 2016 se proyecta, en cambio, una tasa interesante, del 4,5%.

Perú, con una envidiable tasa de inflación del 2,7% anual, tiene claro que para crecer es necesario, a la vez, poder atraer a la inversión y proyectar confianza. Por eso el gobierno del presidente Ollanta Humala acaba de promulgar la ley 30.327, en busca de acelerar las inversiones, con trámites más expeditivos que nunca, de modo de contribuir a sostener los actuales niveles de vida y de consumo alcanzados con una política económica cuya esencia pocos cuestionan.

Pese a ello, la actual desaceleración del crecimiento de la economía peruana ha incrementado las tensiones políticas. El porcentaje de aprobación a la gestión del presidente Ollanta Humala, que en el 2011 fuera de un sólido 55%, ha caído ahora a un realmente escuálido 21%. Ocurre que su gestión luce ineficaz y que su capacidad de liderazgo aparece mermada.

Los episodios violentos acaecidos desde hace dos meses en derredor del enorme proyecto cuprífero de «Tía María» lo han desgastado visiblemente. Y las explosiones de la corrupción en su derredor no cesan. Incluyendo la que específicamente tiene que ver con su ex asesor Martín Belaúnde Lossio, a quien se investiga por sus eventuales nexos financieros con la esposa del presidente y por su vinculación con un presunto financiamiento bolivariano de la campaña electoral que en su momento llevara a Humala a la primera magistratura de su país. Cuando estaba por ser extraditado al Perú desde Bolivia, el mencionado Belaúnde Lossio ha vuelto a fugarse en lo que es un nuevo episodio espectacular que seguramente perjudicará la debilitada imagen de Humala.

Lo cierto es que Perú va camino a elecciones presidenciales que tendrán lugar el 10 de abril del año que viene, con una casi segura segunda vuelta el 12 de junio de 2016. En menos de un año, entonces.

Las encuestas de opinión sugieren que Keiko Fujimori (Fuerza Popular) es la que encabeza el fervor popular, con un sólido 33/38% de apoyo. Aunque cabe señalar que Keiko tiene asimismo un alto porcentaje de opiniones negativas. Le sigue en los números de las encuestas el prestigioso economista Pedro Pablo Kuczynsky (Perú Más), un respetado ex ministro de Alejandro Toledo, con el 15/18% de la intención de voto, del quien se afirma que estaría coqueteando con Ollanta Humala. Keiko, recordemos, tiene 40 años. Pedro Pablo, por su parte, 80 -jóvenes- años. Dos universos, ciertamente, distintos.

Tras ellos aparece el veterano Alan García, pero con sólo un 10% de las intenciones de voto. El año pasado García, que busca ahora su tercer mandato, era una suerte de «caballo del comisario». Ya no lo es. Sin embargo, los observadores recuerdan su tremenda capacidad política y sus exitosos empellones de última hora y no lo descartan, en modo alguno.

Si sumamos los apoyos a esos tres diferentes candidatos presidenciales, parecería estar bastante claro que la izquierda hoy no tiene demasiadas posibilidades de modificar el exitoso rumbo económico peruano. Pero es también cierto que el universo político del Perú ha sido históricamente generador de sorpresas. Y ellas no se descartan nunca. No obstante, el tremendo fracaso económico del recordado «Plan Inca» del izquierdista gobierno militar peruano que se instalara en 1968, es por todos conocidos. De allí que las recetas populistas, de cualquier color que ellas sean, no tengan en Perú el espacio que pueden generar en otros rincones de nuestra región.

Hay, es cierto, una ola de duras protestas sociales que se iniciaron a fin del año pasado. Con cortes de rutas, ocupaciones, y disturbios. En general, ellas se refieren a diferentes reclamos locales, que son específicos. Pero algunos, frente a ellas, señalan que advierten una concertación de acciones y recuerdan -con una cuota de alarmismo quizás exagerada- el conocido dicho de Mao: «Una chispa puede incendiar la pradera».

Una década de estabilidad política parece haber dejado huellas positivas en el Perú. La economía de mercado no luce amenazada, aunque ahora esa visión esté acompañada por un saludable complemento: el de las políticas de inclusión social. El futuro de corto plazo peruano y su notable ciclo expansivo -después de veinte años de estabilidad y crecimiento económicos y de diez años de estabilidad política- no parecen estar en peligro.

Pese a lo cual, los consensos sobre lo que finalmente depararán las elecciones presidenciales del año próximo no aparecen. Aunque sí parezca evidente que Keiko Fujimori estará en una segunda vuelta, que todos dan por segura. Y tendrá entonces una nueva oportunidad para consagrase como la primera mujer que llega a la más alta magistratura del Perú. Tarea que será todo lo compleja que ha sido hasta ahora. Porque la sombra de su padre, pesa. Y mucho. Si, de pronto, ella desapareciera, el camino de la pragmática Keiko sería presumiblemente otro. Más expedito y menos áspero. Mientras tanto, una tercera parte de los electores peruanos parece acompañarla. No es poco..

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.