GAYS, TRANS, LESBIANS, FEMINISTAS RADICALES: CUÁL ES EL PROBLEMA.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 27/5/18 en: http://gzanotti.blogspot.com/2018/05/gays-trans-lesbians-feministas.html

 

Soy –como creo que ya todos saben- un liberal clásico iusnaturalista. Como tal, siempre he defendido la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad religiosa, de enseñanza, la libertad de asociación, la propiedad y el derecho a la intimidad de todos los individuos, sea cual fuere su raza, religión, nacionalidad u orientación sexual.

Por lo tanto, si alguien quiere vivir como gay, transexual, lesbiana, tiene el derecho a la intimidad para ello y por ende todo mi respeto a su libertad individual.

Y si alguien quiere opinar y decir que todo ello es bueno moralmente, tiene su derecho a la libertad de expresión, derecho que yo siempre le defenderé.

Yo puedo opinar, de igual modo, que “en sí mismas” tales conductas son contrarias a mi visión del derecho natural, al mismo tiempo que no juzgo la conciencia de nadie ni impido su libertad individual, de acuerdo a su derecho a la intimidad y el ejercicio del art. 19 de la Constitución (me refiero a la Argentina de 1853).

A su vez, cualquiera de ellos podría debatir conmigo libremente sobre el asunto, con todo respeto de ambas partes, sin que nadie se sienta ofendido, discriminado u odiado.

ESO es una sociedad libre, esto es, eso era el proyecto original del liberalismo clásico.

Pero eso se perdió.

Y ESE es el problema.

Esto es, el problema NO es que alguien quiera ser gay, trans, lo que fuere, vivir conforme a ello u opinar conforme a ello. Tiene todas las libertades individuales para ello, y quien piense diferente, también.

O sea, ese no es el problema político.

EL problema es que quienes así piensan pretenden que los que pensamos diferente no tengamos la libertad de pensar diferente, y por ello han comenzado, y están triunfando, una encarnizada lucha para encarcelarnos, bajo pretendidos delitos de discriminación, odio, racismo, etc.

Para mayores aclaraciones –que serán inútiles para quien no quiera escuchar en paz- hay que decir que si tiempo atrás era al revés –que lo fue- NO me pueden reclamar eso a mí ni a nadie que sea liberal clásico. No están hablando con un fascista, un comunista soviético o un miembro de Ku Kluk Klan. Están hablando con un liberal clásico que siempre ha defendido las libertades de todos desde que comenzó a leer a Mises en 1974.

Volvamos entonces al problema.

Es verdad que en un estado liberal clásico, los organismos públicos deben contratar a las personas sin otra condición que su idoneidad y que lo contrario sería un delito de discriminación (caso A).

Es verdad que una organización privada, si quiere despedir a alguien, por su condición sexual o racial, alegando NO idoneidad, miente y comete delito de discriminación (como el famoso caso imaginario de la película Philadelphia).

Pero las organizaciones privadas tienen derecho a tener sus propios estatutos. Puede ser que esos estatutos estén moralmente mal, pero tienen derecho legal a tenerlos siempre que no atenten contra derechos de terceros. Podrán quedar muy mal pero en el futuro reivindicados, o muy bien y en el fututo ridiculizados, pero así es una sociedad libre. Por ende tienen derecho a no contratar.

A su vez, toda persona tiene el derecho de decir lo que le parece sobre la homosexualidad y etc. siempre que no impida coactivamente a otro ejercer el mismo derecho. No es discriminar porque no está incurriendo en el caso A. Si está odiando o no, ello no es punible judicialmente. Si está incurriendo en algún “delito a través de la prensa” (calumnias) ello debería dictaminare posteriormente en los tribunales.

Pero entonces, ¿cuál es el problema filosófico?

Que feministas radicales, lobby LGTB, indigenistas, etc., no admiten de ningún modo esta libertad individual. Y no la admiten porque han re-convertido su posición en una nueva teoría marxista de la lucha de clases.

El pacto político básico de las libertades individuales se rompe cuando alguien atribuye a un colectivo que no existe (la clase, los blancos, los negros, los homo, los hetero, etc) la estructura explotador-explotado, ante la cual el explotado tiene derecho a la resistencia violenta.

Por ende, las feministas han construido el colectivo del hetero-patriarcado explotador; los gays, lesbianas y trans, el del heterosexual explotador; los indigenistas, el de los blancos-europeos, y así sucesivamente.

Y todo ello a su vez afirmando que esos nuevos colectivos explotadores son la nueva expresión de la clase explotada, bajo el capitalismo liberal, del cual esas libertades individuales, que hemos defendido, no son más que su super-estructura de discurso explotador.

Por supuesto, todo ello es falso porque la teoría de la explotación de Marx es falsa y porque su colectivismo ontológico hegeliano es radicalmente falso. Por eso quienes hayan entendido a Mises, Hayek y Popper jamás pueden caer jamás en la creencia de que dichos colectivos existen. Pero claro, he nombrado a los más malos de los malos, a los cuales me agrego por haber afirmado, además, que ese individualismo metodológico tiene su mejor fundamento en la ontología de Santo Tomás de Aquino.

Mientras tanto, las consecuencias políticas ya son gravísimas. El pacto político originario de la Declaración de Independencia de los EEUU se ha quebrado. Ahora estos grupos han obtenido sus legislaciones, y ante ellas sólo serás físicamente libre mientras no te caiga una denuncia por discriminación, discurso de odio, homofobia, etc. Y si te niegas a usar los pronombres plurales, como Jordan Peterson, terminarás como él, sospechado de ser un criminal ante el Congreso de Canadá, o peor, directamente encarcelado en las nuevas sociedades “igualitarias” que hemos logrado, donde nadie odia a nadie, claro…

Liberales clásicos, atención, hemos perdido la batalla cultural. El Estado de Derecho se ha convertido en una farsa y sólo quedan valientes actos de re-sistencia. En EEUU, Rusia, China y Europa queda algo de libertad económica –muy poca- pero se acabaron los derechos individuales. La diferencia es que en EEUU se puede intentar “volver” aún –con gran heroísmo- a lo fue fueron. Otros lugares no lo fueron nunca.

 

La libertad ya no existe, sólo resiste.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

LA VIRTUD DE LAS «PROPER MANNERS», EL «PARA SERVIRLE», EL «REI» Y EL «OMOTE/URA»

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 15/1/17 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/01/la-virtud-de-las-proper-manners-el-para.HTML

 

Hace poco vi un video sobre “por que es difícil hacer amigos en Japón”, y el latino en cuestión que hablaba demostró cuán difícil le era entender dónde estaba. Dio la misma razón se afirma habitualmente para ambientes anglosajones: que son fríos.

¿Fríos? Yo me pregunto si un ser humano puede ser frío, y respondo: no. Todos tienen pasiones y sentimientos. Todos sienten amor, odio, ira, alegría, todos tienen ganas de abrazar, ganas de matar, todos sienten dolor por la traición, todos se mueren de amor por un bebé. Todos.

Sencillamente, hay algunas culturas, como las criticadas por las latinas, que han aprendido a custodiar algo que nosotros no: la intimidad.

¿Es fácil hacer amigos en Argentina? Oh, claro, seguro que sí. Todos te reciben y te tratan como si fueras el hermano de toda la vida. Qué lindos los abrazos, los besos, el “entrar en confianza”. Pero el problema es que eso es más hipócrita de lo que suponemos. No sólo vienen los comentarios por atrás, las maledicencias mientras te llenan de abrazos, las traiciones posteriores, tan efusivas como el abrazo inicial, sino que aunque no pase nada de ello, hay algo que queda expuesto desde el principio: la intimidad personal.

No se debe invadir el fondo del corazón del otro. Hay que llegar lentamente, hay que ir pidiendo permisos, hay que ir mostrando nuestro sacrosanto respeto, para que el templo de lo más íntimo del otro se vaya develando. Lleva su tiempo, lleva sus caminos de diálogo, de pruebas de nuestra sinceridad, de mostraciones permanentes en nuestro mirar y en nuestro hablar, que ratifiquen que no vamos a agarrar al corazón del otro y hacerlo pedazos como una basura que sólo merecería el descarte.

Y para eso hay normas de etiqueta. Nos pueden parecer frías, pero eso es no entender la naturaleza humana. El pudor no es una moralina sexual. Es taparse, precisamente, porque desconocemos si el otro nos respet a en tanto nosotros o no. Es abrirse lentamente en la medida que descubramos el corazón limpio del otro. Es saber que hay cosas que no pueden ser públicas porque la mirada de los otros puede ser malvada, cruel, hiriente.

Cuando no lo sabemos, estamos desprotegidos. Ciertas culturas –como ciertas costumbres de algunos porteños (no todos)- pueden parecer cálidas al principio, pero en verdad estamos desprotegidos. El otro cree que tiene el derecho a tratarte desde el principio como si fueras directamente una especie de hermano gemelo, y la realidad es que no es así. Y es tan NO así que luego vienen las grandes peleas: ¿cómo, vos no eras mi amigo? No, la verdad es que no lo eras y nunca lo fuiste. Así de triste.

Las formas, las proper manners anglosajonas o las normas de etiqueta japonesas, que tanto nos cuesta entender, tienen como función cultural la protección de la intimidad. Cuando finalmente hay amistad, es más en serio, mas cálida en verdad, porque el fondo del corazón puede realmente descansar. Las juegos de lenguaje forman parte de esa etiqueta. Aquí en Guatemala, que es una cultura latina, pero no “canchera y confianzuda”, tiene un Español  lleno de delicadísimas formas que lejos están de la hipocrespía, sino que son formas de convivir precisamente con el que no conocemos; formas que nos protegen del conocimiento disperso, como diría Hayek. Pase adelante, para servirle, qué manda, no tenga pena, fíjese que (para no decir directamente que no), etc…

Hay juegos de lenguaje de algunos argentinos que lo que tienen por detrás es una agresividad latente por más que digan que ya están acostumbrados. Che boludo, boludo, che tarado, qué hacés papá, dale tarado, no seas pelotudo, etc., y todas dichas desde el principio, sin mediación, sin aviso, en medio de las palmadas en la espalda. Claro, van luego a EEUU –y ni que hablar de Japón- y no entienden nada. Pero qué fríos que son estos tipos. Hay que portarse bien, claro –el porteño tiene terror al ridículo- pero qué aburrido no? ¡Volvamos por favor, a ver si nos agarramos a las piñas con alguien o nos morimos!!!!

La intimidad, los amigos verdaderos, son muy pocos, y está perfectamente bien que sea así. Para los demás, está la cordialidad en el trato, las palabras amables, totalmente compatibles con la sinceridad cuando hay un corazón respetuoso. La intimidad es un templo sagrado. El que no lo entiende es como el general romano que entró con su caballo al templo de Israel. Frente al horror, seguramente contestaba

“y a vos qué te pasa?”

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación

NO HA MUERTO UN ESTADISTA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 27/10/12 en http://www.gzanotti.blogspot.com.ar/

Como todos los 27 de Octubre, lo reiteramos, y lo seguiremos reiterando todos los 27 de Octubre, siempre. Este año habría que destacar especialmente: «…Se rodeó de las peores personas, llenas de resentimiento y enloquecidas de odio, verdaderas personalidades psicopáticas en cuyas manos puso prácticamente al país y así seguimos».

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DOMINGO 31 DE OCTUBRE DE 2010
NO HA MUERTO UN ESTADISTA
Los que me conocen saben que no acostumbro contar en público las costumbres religiosas que sean privativas de mi intimidad. Pero dadas las circunstancias diré que, apenas me enteré de la muerte de Néstor Kirchner, dirigí mi mirara hacia la imagen de la Virgen de Lourdes que tengo en mi escritorio y recé una oración por su alma, como lo hago por todos los difuntos.

Por lo demás, vamos a decir algunas obviedades, que en este país nunca parecen serlo.

Acompañamos en el dolor a sus familiares, Señora Presidente incluída, por supuesto.

Entendemos el dolor sincero de todos sus seguidores y de todos los que pensaban como él. 

Pero que dirigentes que, hasta el martes, lo criticaban duramente, incluso en términos personales, lo llenen ahora de elogios y hasta lo presenten como un gran estadista “a pesar de las diferencias” nos suena a la más barata hipocresía.

Tal vez el problema es que muchos han atacado personalmente al ex presidente. Y ese es el problema. Nunca los ataques deben ser personales, sino a las políticas y acciones que realicen las personas en su función pública, Y en ese sentido, en fácil posición estamos los que siempre hemos señalado la peligrosidad de sus ideas y acciones independientemente del juicio sobre su persona que sólo compete a Dios. Esto es, los que siempre hemos señalado el daño espantoso que Néstor Kirchner ha implicado, lo seguiremos haciendo; su muerte no borra en absoluto lo que hizo y ninguna muerte convierta a un cuasi dictador en un estadista. Se es estadista antes de morir, no después.

Nestor Kirchner revivió el odio y la venganza de los terroristas que en los 70 asesinaron en nombre de Marx y la liberación, y puso a varios de ellos en el gobierno. Juzgó para un solo lado, y ese doble standard borra toda autoridad moral a su política de derechos humanos. O todos son juzgados o todos son perdonados.

Nestor Kirchner incentivó el odio, y su estilo de “crispación” era la coherente expresión de aquél que piensa que de un lado están los explotados y del otro los explotadores. De ese modo, violó permanentemente el orden constitucional republicano donde esa dialéctica marxista no tiene cabida. Siempre fue coherente. Manipuló a los jueces y desobedeció a lo corte. Ignoró al poder legislativo. Persiguió a los que pensaban diferente y podían hacerle sombra. Digno discípulo de Juan Domingo Perón.

Provocó con todo ello una enorme anomia institucional.

Confiscó los fondos de las AFJP. No es que cambió el sistema: confiscó los fondos de los depositantes.

Comenzó a perseguir a la prensa libre; creó una ley de medios especialmente pensada para suprimir a todo pensamiento diferente.

Subió la carga impositiva, expandió el gasto, comenzó a emitir, liquidó al banco central independiente, intentó controlar precios, re-estatizó empresas, subsidió a las empresas de servicios públicos con más gasto público, generó clientelismo político, privó de libertad a las provincias con el control de sus fondos, llevando a la economía hacia una nueva crisis que aún no se ha desencadenado del todo.

Concentró, consiguientemente, todo el poder.

Se rodeó de las peores personas, llenas de resentimiento y enloquecidas de odio, verdaderas personalidades psicopáticas en cuyas manos puso prácticamente al país y así seguimos.

A nivel internacional, se alió con Chavez, en una alianza profunda cuya peligrosidad, en tanto a la cubanización de toda América Latina, pocos llegaron a advertir, y muchos siguen sin advertir. Sostuvo a los peores dictadorzuelos latinoamericanos y logró manipular la absurda Unasur para ese servicio, bajo la complicidad o indolencia de los demás dirigentes.

Promovió el aborto, promovió un tema grave como la ley de matrimonio homosexual por motivos políticos y al principio de su gobierno no logró entender ni convencerse de que no era el Papa y que la remoción de los obispos no estaba en sus manos.

Y, por último, siguió gobernando bajo el mandato formal de su esposa, usurpando el poder, siendo por ende presidente de facto, burlándose de todo el orden institucional y dejando a su mujer en una situación humillante.

Nada de eso se borra porque haya muerto. Quienes sepan todo esto, por favor, no sean hipócritas y en todo caso cállense por unos días, como hizo muy dignamente Elisa Carrió.

No ha muerto un estadista ni nada que se le pareciera. Ha muerto un cuasi-dictador que ha inflingido un daño irreparable a la república 

Gabriel J. Zanotti es Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA).  Es profesor full time de la Universidad Austral y en ESEADE es Es Profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.