Producción e intercambio

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2023/03/produccion-e-intercambio.html

‘’El aumento de la producción de bienes generalmente no tiene por objeto el disfrute directo de quien los produce, porque la cantidad que se produce con división del trabajo fácilmente excederá sus necesidades o deseos. Pero no son «excedentes», en el sentido de «sobrantes», como muchas veces se dice en las explicaciones sobre comercio. Se trata de una producción deliberadamente destinada a intercambiarse por un activo más líquido, el dinero’’[1]

Tampoco serian excedentes si los necesitara para su consumo personal, porque esa evaluación sólo puede ser subjetiva y originaria del propio sujeto que los produce. Pero cuando se habla de ‘’excedentes exportables’’ en comercio exterior lo que se quiere significar es que se ha abastecido a todo el mercado interno y la producción adicional se va a destinar al mercado externo, con lo cual la expresión cobra otro significado.

Ahora bien, obviando esta última aclaración es cierto que nada de lo que se produce es en sí un excedente, excepto que quede una parte sin colocarse, pero dicha condición no es permanente.

‘’La producción, convertida en dinero en el mercado, constituye el poder de compra del productor, con el cual satisface sus propias necesidades’’[2]

Todos los bienes del mercado son intercambiables por dinero y viceversa. Es lo mismo decir que los bienes compran dinero como su inverso: que el dinero compra bienes, aunque estemos más acostumbrados a expresarnos de esta última manera.

‘’Quien se abstiene de confeccionar su propia ropa, zapatos o muebles, para especializarse en el cultivo de maíz, por ejemplo, no lo hace porque consuma gran cantidad de maíz, sino porque intercambia sus derechos de propiedad sobre el maíz por el derecho de propiedad que otros tienen sobre otros bienes que él necesita’’[3]

En realidad, como agudamente se ha señalado, lo que se intercambian no son bienes entre si sino derechos de propiedad sobre esos bienes. Esto es importante tenerlo en cuenta desde el punto de vista legal cuando bandas de asaltantes intercambian productos obtenidos de sus respectivos atracos. Aquí se intercambian bienes ajenos y no derechos de propiedad sobre tales artículos. Es una situación análoga a cuando los gobiernos dicen que ‘’redistribuyen recursos’’ ya que operan en el mismo sentido que una banda de salteadores.

‘’Naturalmente, una persona no sacrificará su autosuficiencia e independencia si, después de negociar con su maíz, no disfruta de más o de mejor ropa, usa más o mejores zapatos, y dispone de más y mejor mobiliario de los que hubiera podido confeccionar directamente con los recursos y en el tiempo que utilizó para producir maíz’’[4]

Es una forma sencilla de explicar que nadie trabaja ni intercambia el fruto de su trabajo a pérdida. Sólo se intercambia con los demás por necesidad, y no por gusto, ni por propensión, ni impulsos. El intercambio se lleva a cambio cuando se anticipa un beneficio neto en términos de costos (tiempo y trabajo). En el ejemplo que nos pone el autor en comentario, el dueño del maíz no volverá a negociarlo por otros bienes si estos no satisfacen sus expectativas. En este último supuesto, preferirá producir menos maíz y hacerse su propia ropa, zapatos o muebles

‘’El intercambio de derechos de propiedad en el mercado es «triangular»: es decir, no se basa en un trueque directo, sino indirecto, utilizando el dinero (o divisa) como medio. Así se multiplican las oportunidades de división del trabajo para crear y difundir la riqueza, y alcanzar un mayor bienestar. ’’[5]

El dinero cumple una función primordial en el comercio tornándolo más ágil y dinámica. Ello surge como evidente, si se piensan en los inconvenientes del cambio directo (trueque) que hacían necesario que –por ejemplo- un profesor de violín que necesitara un par de zapatos buscara y encontrara a un zapatero interesado en recibir clases de violín a cambio de sus zapatos. Pero si el zapatero necesita, por caso, tabaco y el violinista pudiera conseguírselo, allí el intercambio se mediatiza y al mismo tiempo se simplificaría. De hecho, en la historia monetaria se buscó y se halló una mercancía que cumpliera ese rol mediador y facilitador, y allí nació lo que luego se conoció como moneda.

‘’Dado que los intercambios voluntarios tienen lugar sólo si ambas partes prevén que recibirán más que su costo de oportunidad (lo que entregan en el intercambio), la diferencia es ganancia’’[6]

En este caso, el costo de oportunidad es aquello que se está dispuesto a perder por obtener otra cosa. Si lo que se entrega es una cosa -como un plato- se está renunciando al uso de este artículo que se traspasa como precio para obtener –por ejemplo- un vaso. Si, en cambio, lo que se da es dinero se renuncia a la oportunidad que este brinda para comprar otra cosa (como podría ser una camisa). En ambos casos tanto el vaso como la camisa representan la ganancia del comprador. Y el plato o el dinero son la ganancia del vendedor.

‘’Y, puesto que las personas siempre tendrán otras satisfacciones alternativas, elegirán comerciar con quienes las enriquecen más. ’[7]

Es decir, con quienes les proveen de mayores satisfacciones y de mejor calidad. O lo que es lo mismo, mayor cantidad de bienes que tengan la misma finalidad.

‘’En consecuencia, en una economía de mercado -en que los intercambios son voluntarios por definición- no se puede hacer fortuna a costa de otros, sino sólo ofreciéndoles a los demás una mejor opción; es decir, haciéndolos más ricos o, lo que es lo mismo, menos pobres’’.[8]

Resultado de esta verdad es que, en los lugares donde las autoridades políticas más interfieren con el mercado, los indicies de pobreza son mayores.

En los países intervencionistas las transacciones tienden a convertirse en juegos de suma cero, donde lo que gana uno es porque el otro lo pierde. Estas economías giran en torno a un estancamiento que parece -a primera vista- permanente pero que analizado más a fondo va denotando un franco retroceso económico.


[1] Manuel F. Ayau Cordón Un juego que no suma cero La lógica del intercambio y los derechos de propiedad Biblioteca Ludwig von Mises. Universidad Francisco Marroquín. Edición. ISBN: 99922-50-03-8. Centro de Estudios Económico-Sociales. Impreso en Guatemala. Pág. 40

[2] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 40

[3] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 40

[4] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 40

[5] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 40

[6] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 41

[7] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 41

[8] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 41

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

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