Mauricio Macri y su segundo tiempo

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/11/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/11/26/mauricio-macri-y-su-segundo-tiempo/

Sé que el ex presidente está imbuido de las mejores intenciones y quiere lo mejor para la Argentina, pero resultan una pena sus reiteradas referencias al peronismo

Mauricio Macri (Franco Fafasuli)

Mauricio Macri (Franco Fafasuli)

Como es de público conocimiento tuve tres reuniones muy cordiales por zoom con Javier Milei y Mauricio Macri al efecto de acercar posiciones dado que el primero ha instalado en el nivel político un discurso liberal no visto en los últimos largos tiempos desde la perspectiva moral, institucional, jurídica y económica.

También como es sabido la gestión gubernamental de Macri fracasó no solo debido a su posición minoritaria en el Congreso sino porque, por ejemplo, en el Ejecutivo aumentó ministerios junto al gasto público, entregó planes sociales a los piqueteros, acentuó de modo alarmante la inflación y la deuda estatal, implantó nuevamente el cepo cambiario e intentó designar a dos miembros de la Corte Suprema por decreto, todo lo cual fue inaugurado con un bailecito con la banda presidencial en la Casa de Gobierno absolutamente impropio del sistema republicano. También en tren de inauguraciones el ex presidente lo hizo con el monumento a Perón junto a Hugo Moyano.

Ahora con inmensa tristeza y dolor declaro que me vuelve a desilusionar Macri luego de sus declaraciones en el programa televisivo de Morales Solá que resumió al sostener que “si Perón viviera se afiliaría a Juntos por el Cambio”. Una persona que dice que el populismo debe acabar en nuestro país pero pondera al rey del populismo es debido a uno de dos motivos. O no tiene idea de qué sucede o nos toma el pelo, como sé que Macri no es mala persona concluyo lo primero lo cual no lo habilita para conducir un espacio opositor al chavismo local y mucho menos volver a gobernar. En el mejor de los casos el ex presidente incurre en severas contradicciones.

Desafortunadamente en su espacio hay coincidencias varias respecto a las simpatías por el peronismo y afines, aunque no son por suerte todos, esto resulta cuando menos inquietante frente al monótono estatismo que venimos padeciendo en las últimas largas décadas con los calamitosos resultados por todos conocidos. Lo dicho no es óbice para recibir con los brazos abiertos a ex peronistas, es decir aquellos que han optado por abandonar las recetas que condujeron a la decadencia moral y material de nuestro país otrora el aplauso del mundo cuando se aplicaron los valores alberdianos. Se insinuó el abandono de esos principios primero con Juárez Celman que tuvo que rectificar Pellegrini, luego con quien dejó de lado las recomendaciones liberales de Leandro Alem, es decir Yrigoyen a pesar de contar con resguardos institucionales como el notable ministro de la Corte Suprema Antonio Bermejo, un desbarranque que fue acelerado primero por el golpe fascista del 30 y luego con el levantamiento militar del 43 que dio comienzo al peronismo que como han puntualizado entre muchos otros Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa fue el comienzo del derrumbe precipitado argentino que continúa hasta nuestros días.

Al efecto de resumir el significado del peronismo, recuerdo parcialmente algunos aspectos centrales sobre los que escribí con anterioridad. Resulta sumamente curioso pero a esta altura del siglo XXI cuesta creer que existan aun personas que con un mínimo de conocimiento se autotitulen peronistas. Se ha probado una y mil veces la corrupción astronómica del régimen (Américo Ghioldi, Ezequiel Martínez Estrada), su fascismo (Joseph Page, Loris Zanatta), su apoyo a los nazis (Uki Goñi, Silvano Santander), su censura a la prensa (Robert Potash, Silvia Mercado), sus mentiras y adoctrinamiento sistemático en los colegios (Juan José Sebreli, Fernando Iglesias), la cooptación de la Justicia y la reforma inconstitucional de la Constitución (Juan A. González Calderón, Nicolás Márquez), su destrucción de la economía (Carlos García Martínez, Roberto Aizcorbe), sus ataques a los estudiantes (Rómulo Zemborain, Roberto Almaraz), las torturas y muertes (Hugo Gambini, Eduardo Augusto García), la imposición del unicato sindical y adicto (Félix Luna, Damonte Taborda) y la destrucción moral y material en gran escala (Ignacio Montes de Oca, María Zaldívar).

A este prontuario tremebundo cabe agregar apenas como muestra cuatro de los pensamientos de Perón, suficientes como para ilustrar su catadura moral. En correspondencia con su lugarteniente John William Cooke: “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños se quedarán con ella. Los que tomen una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de los gorilas y enemigos del Pueblo. Los Suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro. Esto mismo regirá para los simples soldados que realicen una acción militar” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, Editorial Cultural Argentina, 1956/1972, Vol. I, p. 190). A lo que cabe agregar la vergonzosamente laudatoria carta de Perón a Mao el 15 de julio de 1965 en medio de las horrendas y repetidas masacres de ese nefasto régimen, misiva que comienza con “Mi querido Presidente y amigo”.

También proclamó “Al enemigo, ni justicia” (carta de Perón de su puño y letra dirigida al Secretario de Asuntos Políticos Román Alfredo Subiza). En otra ocasión anunció que “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (discurso de Perón por cadena oficial de radiodifusión el 18 de septiembre de 1947). Por último, para ilustrar las características del peronismo, Perón consignó que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Marcha, Montevideo, febrero 27 de 1970).

Algunos aplaudidores y distraídos han afirmado que “el tercer Perón” era distinto sin considerar la alarmante corrupción de su gobierno realizada principalmente a través de su ministro de economía José Ber Gelbard quien además provocó un grave proceso inflacionario (que denominaba “la inflación cero”) y volvió a los precios máximos de los primeros dos gobiernos peronistas (donde al final no había ni pan blanco en el mercado), el ascenso de cabo a comisario general a su otro ministro (cartera curiosamente denominada de “bienestar social”) para, desde allí, establecer la organización criminal de la Triple A. En ese contexto, Perón después de alentar a los terroristas en sus matanzas y felicitarlos por sus asesinatos, se percató que esos movimientos apuntaban a copar su espacio de poder debido a lo cual optó por combatirlos.

A nuestro juicio la razón por la que se prolonga el mito peronista se basa en la intentona de tapar lo anterior con una interpretación falaz de lo que ha dado en llamarse “la cuestión social” en el contexto de la imposición de un sistema sindical copiado de Mussolini, leyes de alquileres y desalojos que arruinaron los patrimonios de tantas familias de inmigrantes, una inflación galopante que se pretendió disimular con controles de precios para “atacar el agio y la especulación”, con una colosal cerrazón del comercio exterior administrado por el corrupto IAPI, el abrupto aumento de la pobreza y una degradación en todos los niveles gubernamentales.

En este sentido de “lo social”, transcribo una carta del Ministro Consejero de la Embajada de Alemania en Buenos Aires Otto Meynen a su “compañero de partido” en Berlín, Capitán de Navío Dietrich Niebuhr O.K.M, fechada en Buenos Aires, 12 de junio de 1943, en la que se lee que “La señorita Duarte me mostró una carta de su amante en la que se fijan los siguientes lineamientos generales para la obra futura del gobierno revolucionario: ´Los trabajadores argentinos nacieron animales de rebaño y como tales morirán. Para gobernarlos basta darles comida, trabajo y leyes para rebaño que los mantengan en brete´” (copia de la correspondencia mecanografiada la reproduce Silvano Santander en Técnica de una traición. Juan D. Perón y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Buenos Aires, Edición Argentina, 1955, p.56). La cita de Perón es usada también por Santander como epígrafe de su libro.

Economías alambradas, inflaciones galopantes, regulaciones asfixiantes, endeudamientos públicos colosales, gastos astronómicos de los aparatos estatales, impuestos insoportables y demás parafernalia son las indefectibles recetas de los populismos siempre estatistas y corruptos.

Como también hemos señalado en otras oportunidades, el nivel de vida no se mejora con voluntarismos enfundados en decretos sino en incrementos en las tasas de capitalización (a contracorriente de aquello de “combatiendo al capital”), lo cual, a su vez, solo puede lograrse en el contexto de marcos institucionales civilizados donde se respete el derecho de todos. Tortuosos intervencionismos estatales provocan desempleo, especialmente de la gente que más requiere trabajar, al imponer salarios nominales y equivalentes que no se condicen con el nivel de ahorro interno y externo captados en inversiones productivas. Por eso es que en todos los populismos el nivel de vida se contrae lo cual se agrava con el establecimiento de sistemas de pensiones compulsivas y quebradas por un nefasto procedimiento que cualquier análisis actuarial denuncia.

Las redistribuciones de ingresos operadas desde los aparatos estatales necesariamente van a contramano de las asignaciones realizadas por los consumidores según sean sus prioridades y deseos. El machacar con el igualitarismo de resultados siempre conspira contra mejores ingresos para la población puesto que arrancan el fruto del trabajo de los más eficientes que son precisamente los que permiten el ascenso en la pirámide patrimonial a los que vienen desde la base, situación que es bloqueada y saboteada por impuestos que no permiten la movilidad social según la capacidad de cada cual de servir a sus semejantes. En este cuadro de situación se termina por favorecer a pseudo empresarios que se alían con el poder político para usufructuar de privilegios que permiten explotar miserablemente a sus semejantes.

En el caso que nos ocupa principalmente en esta nota, sería bueno para los argentinos que, como primer paso, nos diéramos cuenta de la importancia de respetar principios republicanos elementales y en esa línea argumental que supiéramos leer adecuadamente nuestra propia historia para no repetir los tumbos. En este sentido, tal como he reiterado antes es del caso tener presente las presidencias ejemplares con notables ministros de hacienda como Nicolás Avellaneda con Bonifacio Lastra, el antes mencionado Carlos Pellegrini con Emilio Hansen, Sarmiento con Luis L. Domínguez y Roca con Juan J. Romero.

Es de interés señalar que el balance neto del caso del menemato en el contexto de reiteradas apologías a la tiranía rosista resultó en incrementos del gasto público, el déficit y la deuda en medio de gran corrupción desde el sonado caso inicial de los guardapolvos hasta el contrabando de armas y la explosión de Río Tercero recurriendo a los fueros para evitar la cárcel. El modelo de tipo de cambio fijo y política monetaria pasiva (llamado “convertibilidad”) propuesto por el entonces ministro de Economía ajeno a la corrupción junto con otras medidas con intención meritoria y buenos resultados finalmente explotaron por los aires por lo dicho, junto con las deficiencias de traspasos de monopolios estatales a manos de monopolios privados en cuya situación naturalmente los incentivos operan en una dirección más fuerte para expoliar a los congéneres.

Por su parte, Winston Churchill el jueves 6 de octubre de 1955 -cinco meses después de haber dejado su cargo como Primer Ministro- condensó ante la prensa internacional la política que comentamos en este registro periodístico de la siguiente manera: “Perón es el único soldado que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias.” Ya somos grandes para incurrir en sandeces de la naturaleza señaladas.

Sé que Mauricio Macri está imbuido de las mejores intenciones y propósitos y quiere lo mejor para nuestro país pero resultan una pena sus reiteradas referencias a lo que nos encaja en lo peor de Argentina puesto que no es la primera vez que alude al peronismo en el contexto expresado. En lo personal apunto que es una desazón ya que tenía esperanzas que rectificara los errores de su primera gestión, modificara algunas declaraciones y marcara un rumbo diferente. Por ello es que con pesar digo que tal vez haya que resignarse a que finalmente y después de todo lo suyo sea el fútbol, aunque despejado de su alarmante y gravísima afirmación sobre “la raza superior” de los alemanes con toda su espantosa y horrenda connotación, sobre la cual afortunadamente reconoció su peligrosísimo e inaceptable bochorno.

Cierro con un pensamiento Juan Bautista Alberdi -el padre de nuestra Constitución- que en las antípodas del peronismo y de todo estatismo resume el rol del aparato de la fuerza en una sociedad libre: “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir” (Buenos Aires, Imprenta La Tribuna Nacional, El Proyecto de Código Civil para la República Argentina, Obras Completas, tomo vii, sección iii, p. 90).

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Apuntes en torno al fenómeno de Javier Milei

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/9/2en:

De un tiempo a esta parte irrumpe en nuestro país un cambio en las ideas estatistas que se habían apoderado de muchas personas, comienza una lenta pero esperanzadora transformación desde el estatismo al liberalismo, especial aunque no únicamente en los jóvenes que apuntan a los valores alberdianos.

Esta mudanza intelectual viene trabajándose desde hace tiempo desde la academia pero hoy surge en el nivel político, donde aunque por el momento minoritario, resulta creciente. Este último plano se debe a Javier Milei, que procede a contracorriente de la fracasada y empobrecedora noción de otorgarle al aparato estatal funciones que contradicen la tradición constitucional de circunscribirlas a la protección y garantía de los derechos individuales anteriores y superiores a la constitución de un gobierno.

En este contexto Milei viene batallando con gran mérito y perseverancia en la imperiosa necesidad de liberar energías creadoras de la encerrona que imponen megalómanos, vía regulaciones asfixiantes, gastos colosales, tributos astronómicos, inflaciones galopantes, legislaciones laborales contrarias al trabajo, manipulaciones cambiarias y cerrazones al comercio internacional, junto a manotazos a la independencia de los poderes y amenazas reiteradas a la libertad de prensa, todo a la vista de corrupciones alarmantes.

Asimismo se ha pronunciado categóricamente en contra del homicidio en el seno materno conocido como “aborto”, en línea con pronunciamientos científicos como, en nuestro medio, el de la Academia Nacional de Medicina. Ha explicado los errores del llamado “ambientalismo” como excusa para destruir la propiedad privada a través de figuras como los “derechos difusos” y la “subjetividad plural”, en consonancia con pronunciamientos como los del premio Nobel en física Ivan Giaever, el fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore. Ha propuesto el sistema de vouchers para la educación al efecto de financiar la demanda y no la politización a que inexorablemente conducen los desembolsos para alimentar la oferta, tal como insistía el premio Nobel en Economía Milton Friedman, también aplicables a los sistemas de salud. Y ha detallado sus reformas en tres pasos para salir del enjambre en que estamos.

Se ha dicho equivocadamente que Milei es la antipolítica cuando en verdad una y otra vez se ha pronunciado en contra de la indecencia en la política para reivindicarla en el sentido alberdiano. Esto desde luego no excluye prestar atención a otros paradigmas vinculados al monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, como es el debate referido al dilema del prisionero, la asimetría de la información, los bienes públicos, las externalidades, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibrio Nash. Solo las mentes conservadoras enredadas en pesadas telarañas mentales del statu quo son incapaces de mirar más lejos y entender que el conocimiento no es un puerto sino una navegación, por lo que, como reza el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Como ha apuntado John Stuart Mill, “todas las buenas ideas pasan por tres estadios, la ridiculización, la discusión y la adopción.”

Milei sufre embates en no pocos frentes: los socialistas, los que no pueden digerir los celos y la envidia, los que están en tránsito desde ideologías autoritarias pero aún no pueden masticar píldoras demasiado grandes, operaciones con falsedades de políticos que ven amenazados sus espacios y, desde luego, el siempre presente tontaje bien intencionado. De todos modos es del caso subrayar cómo el personaje de marras ha forzado el corrimiento en el eje del debate en el discurso de otros políticos que están muy alejados del pensamiento liberal pero que han debido mutar la parla para no perder votos; en este sentido no hace falta más que prestar atención a los siempre indiscretos archivos.

Lo dicho en modo alguno significa que tengamos coincidencias en todo lo que expresa este candidato. Los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único; entonces, bienvenidos los intercambios de ideas. Como nos ha enseñado Karl Popper, el conocimiento tiene la característica de las corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones lo cual permite el progreso. Esto no adhiere al relativismo que además de convertir en relativa esa postura, se contrapone al necesario correlato entre el juicio y el objeto juzgado, ya que las cosas son independientemente de nuestras opiniones. La faena de reducir nuestro mar de ignorancia la convierte en un permanente peregrinar en busca de tierra fértil en que sostenernos. Milei ha hecho muchas veces este punto en el contexto de sus marcadas simpatías intelectuales por la Escuela Austríaca encabezada por Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard.

De un largo tiempo a esta parte nuestro país viene devorado por el estatismo, luego de haber sido el aplauso del mundo desde la Constitución liberal de 1853/60 hasta el fascismo del 30 y el peronismo del 43 surgidos de sendos golpes militares, una situación de la que no hemos sido capaces de liberarnos hasta el presente, consumidos por una monotonía alarmante en la sandez permanente que incluye la guillotina horizontal del igualitarismo.

En este cuadro de situación hay quienes critican a Milei por su peinado y por haber recurrido a veces a modos altaneros, pero parece que los críticos no se percatan del peligro que corremos de caer en las garras del chavismo autóctono, por lo que aparentemente han perdido el sentido de la proporción y el equilibrio elemental. Más: en algunos reportajes Javier Milei demuestra una admirable paciencia al ser interrumpido en temas que requieren razonamientos y concatenaciones detenidas. En otros casos aparece la veta del show en ciertos actos públicos. Cada uno tiene su estilo. Pero nuevamente debemos ubicarnos en lo que nos viene ocurriendo desde hace la friolera de casi siglo. Es la primera vez que en la historia argentina aparece un discurso de la naturaleza y profundidad de la que venimos comentando en la escena política.

Como es de público conocimiento participé en tres reuniones por zoom con Milei y Mauricio Macri con la intención de acercar posiciones alejadas en la contienda electoral, las que sucedieron el 23 de diciembre del año pasado, el 28 de enero y el primero de junio del corriente año. Tres encuentros cordiales pero con independencia del resultado en las elecciones y los múltiples esfuerzos por unir principios afines, el testimonio que deja Javier Milei es agradecido por todos los genuinos partidarios de una sociedad libre. Antes del zafarrancho viral en que estamos aun inmersos, tuve una tenida académica con Milei en la Universidad de Belgrano, colmada de jóvenes. Pero antes que la inmensa marea de gente en ese acto, destaco muy especialmente la calidad de preguntas que pusieron de manifiesto, que no eran para lucirse y salir del paso, sino que había mucha biblioteca tras esos sustanciosos interrogantes. Luego, lo del teatro Broadway, presentaciones académicas en las que participamos con colegas por invitación de Milei, con propuestas que apuntan a cerrar los grifos de la inflación.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Para terminar con la estafa a los jubilados

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 25/2/22 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/para-terminar-con-la-estafa-a-los-jubilados-nid25022022/

Es permanente el saqueo a personas que han trabajado décadas, para percibir al cabo de su retiro cifras que no guardan relación alguna con lo que les han descontado cada mes de sus salarios

La estafa a los Jubilados

El tratamiento a los jubilados en nuestro país es una vergüenza. No se necesita ser un experto en matemática financiera ni ser un actuario para percatarse de la estafa monumental de que han sido objeto los jubilados de un largo tiempo a esta parte, comenzando con el peronismo, que arruinó patrimonios de inmigrantes y sus descendientes, en tiempos en que tenían vigencia los valores alberdianos en quienes pudieron ahorrar y comprar terrenitos y departamentos para alquilar y así prever su futuro. Todo esto fue liquidado por las nefastas leyes de alquileres y desalojos, para consolidar el robo con cajas estatales financiadas con aportes obligatorios bajo el sistema de reparto, que está quebrado desde el momento inicial. Esto a diferencia del sistema de capitalización, que permite que cada uno lleve su cuenta en la administración del fruto de su trabajo a interés compuesto.

No son nunca suficientes los calificativos que pueden usarse para describir el permanente saqueo a los jubilados. Son personas que han trabajado décadas y décadas para recibir miserables mendrugos que no guardan relación alguna con lo que les han descontado mes a mes de sus salarios. Un insulto a la inteligencia y, sobre todo, un asalto a la decencia más elemental.

En un momento dado, en medio de corrupciones varias en distintas reparticiones y también en la presidencia pero ajenas al Ministerio de Economía, se ofreció desde ese lugar la opción a los jubilados presentes y futuros de ingresar en un sistema de capitalización, lo cual aceptó la inmensa mayoría de la población. Este sistema encaminado en la buena dirección fue nuevamente objeto de un atraco escandaloso para volver al sistema estatista empobrecedor, para que los megalómanos pudieran echar mano a la propiedad ajena, y otra vez los jubilados se encontraron a merced de burócratas inescrupulosos, al efecto de fortalecer entidades estatales y manotear los ingresos de gente indefensa.

Es importante destacar la errada premisa de sostener que si el aparato estatal no se ocupa de que la gente aporte coactivamente nadie preverá para su vejez. Este disparate conceptual no solo se da de bruces con el antedicho comportamiento de los inmigrantes en nuestro medio, sino que los mismos que suscriben este pensamiento no siguen el razonamiento hasta sus últimas consecuencias: con ese criterio de la irresponsabilidad generalizada, cuando se cobre la pensión habrá que destinar un policía para evitar que el titular se emborrache en el bar de la esquina, con lo que así se cierra el círculo macabro del Gran Hermano orwelliano.

Cada persona debería poder usar y disponer de lo que honestamente obtiene de su trabajo como mejor le parezca, con sistemas de pensiones privados locales o internacionales, inversiones en activos varios o combinaciones distintas que le ofrezcan los mercados liberados de la prepotencia de gobernantes que, además del bochorno señalado, reiteradamente usan las instituciones de jubilados para financiar sus oscuras componendas, cuando no para sus propios bolsillos a través de diversos subterfugios.

Hay varias maneras de resolver el grave problema que confrontamos a raíz de este miserable maltrato a los jubilados, sin caer en el error mayúsculo de pretender retoques circunstanciales que no van al fondo del horror que se está viviendo (si es que puede decirse con justicia que es una forma de vida la que llevan los jubilados, con migajas que en muchos casos ni siquiera les permiten sobrevivir).

Antes de hacer la propuesta es relevante hacer referencia a las mal llamadas “empresas estatales”, pues se conecta con ellas una de las salidas posibles al aludido tormento a jubilados. Decimos mal llamadas pues una empresa tiene la característica de arriesgar capital propio de modo voluntario y no arriesgar recursos de otros por la fuerza; eso es más bien un aparato infernal y no una empresa. Si además estos aparatos son deficitarios, monopólicos y prestan pésimos servicios, la situación no puede ser peor. Pero aun sin estos esperpentos la asignación de los siempre escasos factores productivos se destina a campos a los que la gente no los habría asignado (si el aparato estatal hace lo mismo que las personas hubieran elegido, no tiene sentido la intervención, con los consiguientes ahorros de honorarios). Por último en esta línea argumental, si se dice que hay que hacer excepciones con áreas antieconómicas puesto que ningún privado las encarará, es de gran importancia subrayar que en la medida en que se encaran proyectos antieconómicos se derrocha capital y consiguientemente se contraen salarios e ingresos en términos reales, es decir, se incrementa el empobrecimiento y por tanto se expanden las zonas inviables.

Varias veces he sugerido que una vez que se reduzca el astronómico gasto público y se ponga en un cauce razonable la maraña impositiva vigente, habría que explicitar lo que está hoy implícito y oculto tendiendo a que según la capacidad contribuyente de cada uno se haga cargo de los jubilados para abrir posibilidades de que los futuros puedan destinar lo suyo como les parezca mejor. En este contexto, sin embargo, el pasivo gubernamental referido a las pensiones se convertiría en un pasivo contingente vía un organismo que haga el seguimiento de los pagos y corrija eventuales desvíos cuando un contribuyente se queda sin trabajo o cuando se produzca una baja.

Hace tiempo con Martín Krause publicamos el libro Proyectos para una sociedad abierta (Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1993). En el capítulo “Jubilaciones: cuenta regresiva a la miseria”, detallamos la historia argentina de los sistemas de pensiones y las notables contribuciones de emprendimientos privados para atender la vejez en el pasado, junto a propuestas para desembozarse de los entuertos monumentales del sistema estatista.

Mucha razón le asiste al premio Nobel Friedrich Hayek cuando escribe que hay la manía de abundar en “lo social” sin advertir que ese adjetivo unido a cualquier sustantivo lo convierte en su antónimo. Por ejemplo, justicia social, que significa sacarles a unos lo que les pertenece para entregarlo a otros, a contramano de “dar a cada uno lo suyo”.

También en su momento propuse que las denominadas empresas estatales con patrimonio neto positivo en sociedades anónimas entreguen acciones sin cargo a los empleados de las mismas. Mi hijo Joaquín aludió a la posibilidad de unir ambas preocupaciones en una propuesta, a saber, la entrega de acciones a jubilados y actuales aportantes, que como contrapartida saldaría a valor presente el compromiso de pensiones futuras, lo cual apuntaría a resolver dos problemas en simultáneo: el de los jubilados y fortalecer la propiedad de cada cual para darle en el futuro el destino que estime apropiado, y simultáneamente deshacerse del estropicio de las llamadas empresas estatales que carcomen los ingresos de todos.

En todo caso, se trata de abrir un debate respecto de dos asuntos que revisten la mayor de las importancias, uno referido a la dignidad de los jubilados presentes y futuros y el otro que se remonta a un descalabro que viene arruinando las perspectivas de progreso de un país que en su momento ha sido la admiración del mundo y que parcialmente se ha convertido en una pocilga moral y material merced al avance de un Leviatán desbocado.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

¿No hay plan?, una nota para distraídos

Por Alberto Benegas Lynch (h): Publicado el 11/12/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/12/11/no-hay-plan-una-nota-para-distraidos/?utm_medium=

Un eficiente programa para exterminar los derechos individuales y destrozar las bases del respeto recíproco avanza a pasos agigantados pero invisible a los ojos de muchos

El presidente de Argentina, Alberto Fernández

En otras ocasiones lo he consignado pero en vista del renovado entusiasmo y énfasis con que se esfuerzan los distraídos para denunciar que no hay plan, es necesario reiterar y contradecir a los incautos y anoticiarlos que sí hay plan en tierra argentina.

Un plan tan efectivo para producir resultados inmediatos que ni siquiera los fulanos de marras se percatan que existe quienes miran para otro lado atolondrados por las circunstancias. Es tan eficiente el plan en curso que avanza a pasos agigantados de un modo tal que se hace invisible para ojos muy poco atentos y acostumbrados a que un plan tiene que tener ciertas características que ellos solo conciben como posibles, son mentes estructuradas incapaces de advertir el peligro. Están estructurados en base a fabricaciones preconcebidas con lo que no pueden interpretar otras manifestaciones fuera de su estrecha familiaridad.

Para estos liliputenses solo hay plan si se consignan guarismos tales como el porcentaje de déficit fiscal, el ritmo de expansión monetaria, el comportamiento de la maraña tributaria o la evolución de la deuda, el resto no puede ser un plan aunque se planifique la destrucción de todo vestigio de procedimientos civilizados.

Si le hubieran dicho a Fidel Castro, a Hugo Chávez o ahora a Daniel Ortega o a Kim Jung Un que sus gobiernos no tienen plan se hubieran descostillado de risa.

¿No se ve con toda claridad la celeridad con que el plan totalitario procede sin cortapisas de alguna firmeza, solo rodeados de declaraciones altisonantes y sin resultados concretos? ¿No se ve que ya no tiene sentido la parla sobre la República Argentina puesto que por el momento no hay vestigio de república? Un sistema republicano tiene cinco componentes, la alternancia en el poder, la responsabilidad de los actos de gobierno ante los gobernados, la publicidad de los actos de gobierno en el contexto de la necesaria transparencia, la división de poderes y la igualdad ante la ley. Muy poco queda en pie y sin embargo se insiste en que no hay plan como si nuestras dolencias vinieran por azar.

Tengamos en cuenta que la igualdad ante la ley no es desde luego que todos seamos iguales para ir a un campo de concentración, se trata de la igualdad de derechos atada e inseparable de la noción de Justicia que según la definición clásica es el “dar a cada uno lo suyo” y “lo suyo” remite a la propiedad privada, una institución extremadamente vapuleada en nuestro medio por los atropellos inmisericordes del Leviatán.

Se porfía que no hay plan mientras los planificadores se mofan de la tontera ajena y siguen introduciendo nuevos gravámenes, nuevas expansiones galopantes de la base monetaria, nuevos endeudamientos internos y externos, nuevos subsidios, nuevas legislaciones laborales que aniquilan el trabajo y nuevas regulaciones asfixiantes. Pero los supuestos soldaditos de la cordura aseguran que no hay plan.

Si seguimos rodeados de estos irresponsables pronto todos nos encontraremos en un inmenso Gulag donde cuando ya sea demasiado tarde se reconocerá que ese era el plan impuesto y dirigido por los capitostes que administrarán los alambrados de púa. Para los distraídos si un plan no se anuncia acompañado de una planilla Excel o si no encaja en los criterios de la burocracia del FMI no es un plan. Si no se dice claramente cuál es el rumbo, no hay rumbo aunque los acontecimientos se precipiten machaconamente siempre en la misma dirección. Hasta que el choque contra la pared última no sea patente no hay plan por más que la velocidad de los acontecimientos conducidos por megalómanos exponenciales se acerca a la pared definitiva y por más que se hayan producido reiterados choques espectaculares contra paredes intermedias como avisos de peligro inminente de la catástrofe final. Por más que todo ello ocurra se sigue manteniendo que no hay plan lo cual desdibuja la noción de plan y las trifulcas de palacio que entretienen a tantos con chismografía de segunda, igual que con el cuento del lobo feroz es para comernos mejor.

Tal vez convenga en este contexto alguna reflexión sobre el sentido del derecho a los efectos de escapar de la trampa del no-plan mientras nos devora el si-plan basado en la estrangulación de las autonomías individuales y consiguientemente del derecho. De un largo tiempo a esta parte la noción original de la ley se ha deteriorado significativamente. En la tradición del common law y en buena parte del derecho romano, especialmente durante la República y la primera parte del Imperio, el equivalente al Poder Legislativo era para administrar las finanzas del gobierno mientras que el derecho era el resultado de un proceso de descubrimiento que surgía de otro campo: los fallos de árbitros según los convenios entre partes que el poder de policía se encargaba de hacer cumplir.

El jurisconsulto italiano Bruno Leoni en su célebre obra La libertad y la ley explica que “estamos tan acostumbrados a pensar en el sistema del derecho romano en términos del Corpus Juris de Justiniano, esto es, en términos de una ley escrita en un libro, que hemos perdido de vista cómo operaba el derecho romano […] El derecho romano privado, que los romanos llamaban jus civile, en la práctica, no estuvo al alcance del legislador […] por tanto, los romanos disponían de una certidumbre respecto de la ley que permitía a los ciudadanos hacer planes para el futuro de modo libre y confiado y esto sin que exista para nada escrito en el sentido de legislaciones y códigos” a diferencia de lo que hoy ocurre en cuanto a que cualquier legislación puede modificarse abruptamente en cualquier dirección, en cualquier área o abarcando extensos territorios.

El filósofo del derecho Lon Fuller en The Principles of Social Order concluye que “el juez que tiene claramente en su mente que el principio del contrato puede, sin su ayuda, servir como ordenamiento social abordará su materia con un espíritu diferente de aquel juez que supone que la influencia del contrato en los asuntos humanos deriva enteramente de la legislación fabricada por el Estado”, lo cual expande en su libro titulado The Morality of Law en la que crítica muy documentadamente al positivismo legal (corriente que desafortunadamente hoy predomina en la mayor parte de las Facultades de Derecho en la que los egresados citan legislaciones, incisos y párrafos pero desconocen los fundamentos de la norma extramuros de la ley positiva).

Por su parte, Harold Berman muestra detalladamente el proceso evolutivo y abierto de las distintas ramas del derecho con independencia del poder político en el voluminoso estudio Law and Revolution. The Formation of the Western Legal Tradition. Y esta es precisamente la preocupación de Friedrich Hayek en sus tres volúmenes de Derecho, Legislación y Libertad al efecto de distinguir lo que es el derecho de lo que es mera legislación. En este último sentido, era la preocupación también de Marco Aurelio Risolía en su tesis doctoral titulada Soberanía y crisis del contrato en la que marca los peligros legislativos de las llamadas teorías del abuso del derecho, la lesión, la imprevisión y la penetración que lamentablemente fueron luego incorporadas al Código Civil argentino, y fue la preocupación de Bruno Leoni quien en la obra antes referida escribe que “la importancia creciente de la legislación en la mayor parte de los sistemas legales en el mundo contemporáneo es, posiblemente, el acontecimiento más chocante de nuestra era”.

En sus múltiples publicaciones, Bruce Benson pone de manifiesto el carácter espontáneo del derecho y su evolución equivalente al lenguaje que es tan esencial para el hombre que no puede pensar ni transmitir pensamientos sin esa herramienta vital. El lenguaje es un proceso que no surge de disposiciones legales sino que se va construyendo a través del tiempo (Borges decía que el inglés cuenta con más palabras que el castellano porque en este último caso existe la Academia de la Lengua que, además, es un ex post facto).

En otras palabras, debe subrayarse que constituye un pseudoderecho la facultad de arrancar el fruto del trabajo ajeno, la antes mencionada igualdad es ante la ley no mediante ella. El plan de exterminar los derechos individuales es un plan macabro y muy concreto que destroza las bases del respeto recíproco. Debemos estar atentos a este plan de demolición en proceso, lo cual desde luego no se revierte negando la existencia del susodicho plan que nos está conduciendo al cadalso. Se trata de ser realista y enfrentar el plan con decisión y coraje con planes que operen en la dirección opuesta si pretendemos que los argentinos volvamos a vivir en un país civilizado y próspero moral y materialmente compatible con los valores alberdianos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h