El ideal de soberanía y nuestra relación con el mundo.

Por Guillermo Luis Covernton. Publicado el 7/10/19 en: https://issuu.com/desafioexportar/docs/desafio_exportar_n__171

 

La concepción del ámbito de autonomía de los gobernantes actúa como un lastre que impide el crecimiento y afecta fuertemente nuestra credibilidad como nación moderna.

 

La historia de la Argentina es muy rica en términos de su lucha por la libertad y por sus intentos de establecer un sistema jurídico que le permita expresar la autonomía de la voluntad de sus ciudadanos.

Pero si bien, en este primer aspecto, en su lucha por la libertad, ha podido exhibir éxitos notables y ha conquistado un lugar merecido en el consenso de las naciones, no se puede decir lo mismo de su accionar político e institucional, tendiente a establecer bases sólidas para que la autonomía de la voluntad de sus ciudadanos y sus intereses últimos se expresen y puedan ser defendidos eficazmente. En estos momento de gran virulencia electoralista es muy frecuente ver que la discusión cotidiana se enfoca en lo que debería hacer el presidente Macri. Para luego pasar a intentar delimitar lo que podría hacer el gobernante actual. Y para, luego, pasar a discutir qué es lo que apenas lograría cambiar un eventual gobierno alternativo de los candidatos Fernandez – Fernandez.

Y el problema sobre el que queremos reflexionar es que no parece que se alcance a ver que lo que está en juego no es el ejercicio de la autonomía de la voluntad de un gobernante, o de un equipo de gobierno alternativo. Sino que, en esencia lo que estamos discutiendo es la posibilidad de poder asumir un lugar en el consenso de las naciones que nos convierta en un país previsible, con objetivos claros, con políticas de largo plazo, creíbles, posibles y en las cuales exista un compromiso de sustentabilidad en el tiempo.

La concepción de Sarmiento de que la soberanía, lejos de residir en el gobernante, debe residir en el ciudadano, nos hace reflexionar sobre la necesidad de un accionar político en el que sean nuestros conciudadanos los que construyan, determinen y diseñen, con su accionar cívico, las líneas de política a implementar desde el gobierno. [i]

Debemos abandonar cuanto antes esta idea tan generalizada y mesiánica de que el camino para salir del pantano en que se encuentra hoy la Argentina, va a ser delineado por la mente preclara de un líder con capacidad innata de estadista, que tomará todas las decisiones acertadas que sean necesarias. Mientras el resto de los gobernados lo mira perplejo desde una tribuna. Especialmente, porque no estamos buscando líderes nuevos y que surgen de un consenso, entre quienes no han tenido actuación política en los últimos años. Sino que se pretende intentar alternativas diferentes, con los mismos protagonistas.

Pero, además, porque esto es una quimera. Un capricho adolescente. Una falta total de realismo político. Porque el problema no es Macri. Ni son Fernández y Fernández. Ni lo es el Fondo Monetario Internacional. Ni la política expansiva de China en Sudamérica. El problema es que, para que un gobernante pueda tomar las decisiones que las distintas facciones en pugna pretenden que asuma, haría falta renunciar a nuestras instituciones democráticas, a nuestros principios individuales y dinamitar todos los derechos individuales consagrados por nuestra carta magna. Lo cual es un inaceptable salto al vacío.

El único camino verdadero es sencillamente, resignarnos a aceptar que deberemos convertirnos en un país normal. En donde los contratos se respeten, la propiedad sea inviolable, las confiscaciones estén al margen del derecho argentino y la más absoluta libertad de comercio, asociación e inversión sea el verdadero motor del crecimiento.

El problema no es el precio del dólar. Claramente, no es mantener un tipo de cambio estable. Ni el alto nivel de las tasas de interés. Ni las “dificultades” que plantean las autoridades económicas para mantener los flujos de comercio exterior. Ni la escasez de capital para desarrollar las espectaculares posibilidades de crecimiento que tienen nuestras exportaciones.

El problema es que los desequilibrios que impone a la actividad privada la irresponsabilidad fiscal de los sucesivos gobiernos, desde los últimos 80 años, como mínimo, derivan en una emisión desmesurada de dinero, en primera instancia y luego de deuda pública, al agotarse esta primera posibilidad. Esto devalúa nuestra moneda y confisca los ahorros del público. Dispara a niveles exorbitantes las tasas de interés. Absorbe en su totalidad la masa de fondos prestables, que al ir a financiar al estado asfixia a la actividad privada. Que pierde competitividad internacional al no poder bajar costos al ritmo de los países competidores, ya que no iguala las tasas de inversión, ni mucho menos las tasas de capitalización para tener eficiencia productiva y economías de escala. Esto impide que la producción de bienes y servicios crezca como el crecimiento vegetativo de nuestra población lo requiere. Y una baja productividad deriva en salarios reales estancados desde hacen décadas. Asimismo, tasas de interés deliberadamente intervenidas por el gobierno, que más que reflejar la preferencia temporal de los ahorristas, apenas intentan anticipar expectativas inflacionarias, hacen imposible el cálculo económico de calidad que permitiría diseñar e implementar proyectos de inversión complejos, que demandan mucho tiempo, pero que son precisamente los que incrementan la productividad y las economías de escala.

Todas estas calamidades nos impiden comprometernos en políticas de crecimiento sostenido de nuestras exportaciones, que nos permitirían desarrollar los mercados externos que resultan imprescindibles para explotar nuestras ventajas competitivas.

Lejos de eso, la inestabilidad de nuestros flujos de comercio exterior hace imposible mantener un mercado cambiario que refleje las tendencias del comercio con el mundo y que, al mantenerse estable, nos permita encarar las necesarias inversiones que movilicen el crecimiento.

Gobiernos acorralados, que pretendan solucionar estos problemas, que como hemos descripto son estructurales, mediante controles cambiarios, reglamentación que traben nuestra vinculación comercial con el mundo y asimismo pretendan seguir manteniendo ficticiamente la cotización de una moneda doméstica devaluada, solo aceleraran el camino de la decadencia.

Y como hemos descripto al inicio, se llevarán por delante a todo nuestro sistema institucional, violentando las garantías constitucionales, lo cual alterará el funcionamiento de las instituciones republicanas y solo puede mantenerse sin solucionar los problemas de fondo, si se llega al apocalipsis de derribar el sistema democrático, como ya hemos visto que se ha hecho en otros países de la región. Sumiendo a los ciudadanos en una larga noche, atados al yugo de la tiranía.

Por todo esto, urge que los dirigentes asuman una realidad que no implica aceptar una pérdida de la soberanía. Sino, por el contrario, reconocer  que no son más que meros administradores de las decisiones y de la voluntad de los ciudadanos. Que son los verdaderos soberanos. Y que, en el ejercicio de esos actos de administración, deben velar por las instituciones y por el mantenimiento de las reglas de juego que hacen a la convivencia civilizada, en las naciones modernas y libres.

 

[i] DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (1811–1888)  Por Héctor Félix Bravo. Recuperado el 26/9/19 de http://www.ibe.unesco.org/sites/default/files/sarmientos.PDF

 

 

Guillermo Luis Covernton es Dr. En Economía, (ESEADE). Magíster en Economía y Administración, (ESEADE). Es Profesor Titular de Finanzas Públicas, Macroeconomía, y Emprendimiento de Negocios en la Pontificia Universidad Católica Argentina, Santa María de los Buenos Aires, (UCA). Ha sido profesor de Microeconomía, y Economía Política en la misma universidad. Fue Profesor Titular de Proceso Económico en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, (UFM). Fue secretario de Confederaciones Rurales Argentinas, corredor de granos y miembro de la Cámara Arbitral de Cereales de la Bolsa de Comercio de Rosario. Fue asesor de la Comisión Nacional de Valores para el desarrollo de mercados de futuros y opciones. Fue director académico de la Fundación Bases. Es empresario y consultor.  Preside la asociación de Ex alumnos de ESEADE.

El «efecto trinquete » explica por qué no crece la Argentina

Por Adrián Ravier.  Publicado el 25/1/19 en: https://www.cronista.com/columnistas/El-efecto-trinquete-explica-por-que-no-crece-la-Argentina-20190125-0004.html

 

La economía argentina no crece desde 2011. Peor aun, no crece desde 1998, que fue el pico de ingresos de la década de 1990. ¿Por qué no crecemos? Porque no hay suficiente inversión. ¿Por qué falta inversión? Porque los impuestos son elevados, porque la deuda eleva las tasas de interés y porque la monetización del déficit fiscal conduce a una alta inflacion. ¿Y por qué tenemos tan alta presión tributaria, además de tomar deuda y emitir? Porque el gasto publico es demasiado elevado.

¿Y cuáles son los fundamentos de la expansión del Estado moderno en la Argentina? Esa es la pregunta central que debemos intentar responder.

El historiador económico Robert Higgs ofreció una respuesta al estudiar la historia de los Estados Unidos. En su libro Crisis y Leviatán sostuvo que la causa la podemos encontrar en el ratchet efect o “efecto trinquete”, el que describe la forma característica en la que el gobierno, bajo las condiciones ideológicas modernas, crece durante una situación que se percibe como una emergencia nacional.

El tamaño, alcance y poder del gobierno crece abruptamente cuando el gobierno actúa para “hacer algo” con el fin de disipar la amenaza. Luego, a medida que la amenaza se elimina o reduce, el gobierno se contrae, pero no hasta el nivel que se habría llegado sin la crisis. Por tanto, cada crisis desplaza la trayectoria del crecimiento del gobierno hacia un mayor tamaño, alcance y poder.

En la crisis de 2001 y 2002 encontramos el fundamento de la expansión del Estado argentino. El lector podrá pensar que esta crisis no fue la única, y que en otros casos, la expansión del Estado argentino no alcanzó esta dimensión. Pero la crisis de 2001 sí fue única en su alcance social. La pobreza superó el 50% y el desempleo el 20%. La crisis social fue tan grande que la demanda por un “Estado presente” llevó al kirchnerismo a incrementar la asistencia en niveles nunca conocidos en la Argentina. A través de múltiples planes y subsidios el gasto público consolidado se elevó de 25 al número sorprendente de 45 % del PIB. Contribuyó, claro, que las retenciones a las exportaciones, aplicadas sobre commodities cuyos precios estaban inflados ofreció recursos al gobierno para hacer posible tal proceso. Cuando estos precios se desinflaron, también se desinfló la recaudación, y con ello quedó un déficit fiscal alarmante.

Agrega Robert Higgs, que en su “formulación, las razones para el efecto trinquete son varias: una es la inercia política y legal; otra es la persistencia institucional generada por quienes operan o se benefician de las agencias gubernamentales o la nueva autoridad desencadenada por la crisis; y todavía hay una más –quizá la más importante- y es el cambio ideológico asociado a que el público llega a acostumbrarse al ejercicio de los nuevos poderes gubernamentales y a los esfuerzos concurrentes del gobierno para justificar estos poderes.”

Otros economistas e historiadores habían descrito el efecto trinquete, pero la mayoría de ellos lo habían restringido al crecimiento fiscal. Ninguno de ellos había desarrollado el componente ideológico con el mismo detalle que lo ha hecho Higgs. El cambio ideológico, desencadenado por la superación aparentemente exitosa de una crisis importante, predispone al gobierno a crear, y al público a aceptar, un crecimiento todavía mayor del gobierno cuando la crisis siguiente tenga lugar.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Es director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

Cinco obstáculos que sigue viendo el mercado para rebotar

Por Adrián Ravier.  Publicado el 5/9/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/09/05/cinco-obstaculos-que-sigue-viendo-el-mercado-para-rebotar/

 

Los anuncios del lunes a la mañana fueron, a grandes rasgos, correctos. Mauricio Macri se ocupó de la política, hablando con el corazón, mientras que Nicolás Dujovne ofreció las medidas técnicas para alcanzar equilibrio fiscal primario en el próximo presupuesto 2019, lo que el oficialismo entiende que es la madre de todos los problemas.

Del 2,7% de déficit fiscal primario sobre PBI se financiará la mitad con nuevos impuestos, especialmente con las retenciones a las exportaciones; mientras que la otra mitad se fundamenta en recortes de obra pública y un achicamiento de la estructura del Estado, reduciendo la cantidad de ministerios. El planteo me parece correcto, porque una reducción del déficit fiscal permite reducir la dependencia del financiamiento externo, en un momento en que los inversores prefieren abandonar las economías emergentes y buscar activos más seguros. Con equilibrio fiscal ya no se requiere monetizar, lo que ayuda a paliar la inflación. Tampoco se requiere seguir tomando deuda, y las tasas de interés pueden empezar a bajar para financiar proyectos de inversión reales. Con equilibrio fiscal, además, se puede empezar a revisar la estructura tributaria, y evaluar su reducción y simplificación.

El mercado, sin embargo, miró para otro lado y el dólar siguió escalando. ¿Qué faltó? A la estanflación que vive la Argentina desde hace algunos meses se suman al menos cinco condimentos:

1.¿Más impuestos? Si algo necesita la economía real, es menos impuestos, no más. Que la mitad de la corrección del déficit fiscal primario sea por medio de más recaudación en lugar de baja del gasto nunca es una buena señal para el mercado. En especial cuando las medidas revierten el rumbo que se había tomado durante este mismo gobierno.

2.Déficit financiero. El déficit cero por el que trabajará el Gobierno en 2019 es el primario, pero eso no incluye los intereses de deuda. Hace tiempo que los economistas señalamos que las metas deben ser sobre el déficit financiero, que incluye estos intereses en dólares, en lugar del déficit primario. Por otro lado, el Gobierno minimiza la importancia de los intereses de deuda, relacionándolos siempre con respecto al PBI, en lugar de hacerlo frente a la recaudación. El número es preocupante, especialmente después de la devaluación, porque los intereses son en dólares y la recaudación, en pesos.

3.Renegociación con el FMI. El acuerdo con el Fondo exigía que la tasa de inflación no supere el 32% en este 2018. Las estimaciones tras la nueva crisis cambiaria muestran que la inflación superará ampliamente este valor, incluso trepando arriba del 40 por ciento. Dujovne viaja a Washington y renegociará las condiciones. Si vuelve con apoyo para mantener el acuerdo y adelantar fondos, esto puede contribuir a tranquilizar a los mercados.

4.Credibilidad y cambio de nombres. Si bien se redujo la estructura del Estado y algunos ministros pasarán a ser secretarios, no se observan caras nuevas. Los ministros actuales han perdido credibilidad y llevará tiempo que puedan reconstruirla. Un cambio de nombres que contengan esa credibilidad permitiría dar confianza al mercado de que los anuncios no serán solo palabras.

5.Elecciones 2019. No hay garantías, sin embargo, de que avances en estos tres frentes sean suficientes para el mercado, porque Macri está debilitado para las elecciones 2019, y el mercado ya descuenta el riesgo de un cambio de gestión.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Cuando las Teorías Conspirativas le Ganan a la Racionalidad

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 4/7/18 en: https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2018/07/04/cuando-las-teorias-conspirativas-le-ganan-a-la-racionalidad/

 

Los últimos meses han traído a superficie la delicada situación económica del país. Dos corridas cambiarias que terminaron con el desplazamiento de las autoridades del Banco Central, pérdida de reservas que llevaron a un apurado llamado al Fondo Monetario Internacional, aumento de tasas de interés, mayores tasas de inflacion, marchas y contramarchas en política económica, cambio de ministros, etc. Por más que desde Cambiemos hablen de meros sobresaltos, lo cierto es que el cuadro es claramente de crisis. También es cierto que esta situación se venía avisando desde hace tiempo.

Es normal que en un contexto de estas características surjan varias interpretaciones. También es normal que algunas de esas interpretaciones se dejen atraer por explicaciones que apelan más a las emociones que a la racionalidad. Populares e inmortales mitos se transmiten sin mayores fundamentos que el apelar a lo que emocionalmente se cree debe ser correcto. Las explicaciones emocionales son más sencillas que las racionales. Son también un caldo de cultivo de mitos y falsedades. La reciente columna de Jorge Fernández Díaz es un buen ejemplo de este tipo de sesgos.

La columna parte de una tesis errada que se ha vuelto doctrina indiscutible en el gobierno así como en gran parte de la sociedad Argentina. Esta tesis sostiene que al asumir el gobierno había sólo tres alternativas:

  1. Seguir adelante y terminar como Venezuela
  2. Hacer una sangrienta política monetarista de shock y volar por los aires
  3. Ejecutar un programa gradual y rogar que las condiciones climáticas de mercado le permitieran llegar a la otra orilla

En otras palabras, es el gradualismo o no es nada. El error se encuentra en el punto 2. La doctrina consiste en creer que shock implica, necesariamente, un ajuste social. Nada menos que “sangriento” en las palabras de Fernández Díaz. El problema es que este punto es facticamente incorrecto. Existen casos históricos de shock sin costos sociales. Quizás el ejemplo más emblemático sea el de los países de la ex Unión Soviética. Estos países satélite han aplicado reformas de distinta profundad y velocidad. Partiendo de una situación similar, el resultado es claro. Aquellos países que aplicaron políticas de shock tuvieron un mejor desempeño económico sin mayores costos sociales. Parece que a nadie se la ha ocurrido estudiar tamaño caso para aprender qué y cómo implementar en Argentina.

Lo cierto es que una política de shock puede estar bien diseñada e implementada, o hacerse a las apuradas y terminar siendo mal implementada. Es un error creer que shock es siempre lo segundo, mientras que gradualismo es siempre lo primero. También es un error creer que shock es sinónimo de corte brutal de gasto público de la noche a la mañana. A veces parece ser que los críticos del shock no se han detenido a leer en qué consisten de hecho las propuestas de shock, mucho menos en estudiar casos históricos como los mencionados en el párrafo anterior. De la columna de Fernandez Díaz se desprende que el problema no son los errores del gradualismo, sino esos molestos economistas neoliberales ortodoxos (como él los llama), y sus voceros, que alertan sobre los problemas a venir y terminan siendo funcionales al peronismo. El problema no es la politica económica del gobierno, el problema son los economistas. El problema no es el paciente sedentario con una mala dieta. El problema es el médico que alerta los peligros. Sin embargo, es el médico a quien hay que desenmascarar de sus ocultas intenciones. Fernández Díaz hace una curiosa correlación entre shock y dictaduras o golpes militares. No debe haber tenido en mente a Martínez de Hoz y su defensa del gradualismo durante la última dictadura militar.

El problema también es el mercado, que en lugar de ser un orden espontáneo de incontables interaccciones entre individuos, parece ser una persona o un ente con objetivos determinados. Por ejemplo, no es que una política inconsistente eventualmente produce costos, sino que es el mercado quien pone en aprietos al gobierno. No es mi mala dieta la que me produce problemas, es el colesterol que complota en mi contra. Vale recordar también, que Argentina es una de las economías más reguladas (y aisladas) del mundo.

Las criticas al gradualismo se han enfocado en dos puntos. En primer lugar, al no haber un plan económico, la política de gradualismo sólo posterga y agranda los problemas a resolver. En segundo lugar, el gradualismo es demasiado lento, lamentablmente no hay tiempo. Es cierto que el kirchnerismo dejó una bomba de tiempo. El problema es que el gradualismo de Cambiemos es más lento que la cuenta regresiva. No hace falta, por lo tanto, como sugiere Fernández Díaz “rogar que las condiciones climáticas de mercado” nos permitiesen llegar a orilla sanos y salvos. Existe la cuarta opcion dejada de lado: Implementar un plan consistente (el mal llamado shock sangriento) que permita cambiar rumbo de una buena vez. El defensor del gradualismo parece tener la falsa ilusión de sostener que dado que el shock no es viable, entonces el gradualismo ha de ser viable.

Sin embargo, de alguna manera Fernández Días ofrece la lectura inversa. Los críticos del gradualismo son en verdad personas a desenmascarar que sólo buscan agrandar la crisis. Es, lamentablemente, una estrategia demasiado común. En lugar de lidiar con la crítica del oponente, se lo cuestiona moralmente al sostener que en verdad tiene objetivos moralmente cuestionables. Esta estrategia se protege, convenientemente, con un envoltorio de teoría conspirativa. De esta manera, cualquier cosa que el oponente sostenga no hace más sumarse a la evidencia de la conspiración.

No parece ser una tesis a considerar que los críticos del gradualismo interpretan la situacion de otra manera. ¿Será posible, quizás, que los críticos del gradualismo vean que estos planes suelen fallar y entonces se termina aplicando un shock a las apuradas, mal diseñado, y mal implementado? ¿No será posible que la mala prensa que el shock tiene en Argentina se deba a los crónicos fracasos del gradualismo?

Argentina está transcurriendo una seria situación económica. La sociedad, y el gobierno en particular, debería escuchar más, y dejar de lado el voluntarismo y dar más cabida a un análisis más racional y menos emocional.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

No se cumplirán las metas de inflación

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado  el 30/3/17 en:

 

Solo un “milagro” podría hacer que se cumpla cualquiera de las metas del gobierno. No veremos ni el crecimiento, ni las inversiones prometidas, ni las metas de inflación a pesar de casi todos los pronósticos a favor. Ahora, lo más preocupante de esto -y que realmente pone al país en jaque- no es tanto que los objetivos no se logren, sino que no sucederá porque son pura fantasía, no hay argumentos racionales detrás de esas metas.

Existen todo tipo de “explicaciones” irracionales acerca de por qué la base monetaria creció 31.7% -según figura en el pasivo de la hoja de balance del BCRA- en 2016 pero la inflación la superó en 9 puntos llegando a 40.9%, según el Indec, superando en más de 11 puntos la suba del 2015 (29.2%), suponiendo que estos datos sean reales. Dicen que se debió a una “inflación reprimida atrasada” (¿?) y otras tantas excusas.

Ese aumento que no pueden explicar se debe en buena parte a las Lebacs -y ahora los pases- que son precisamente el instrumento preferido del BCRA para “combatir la inflación”. Así, las “metas” de la autoridad monetaria no solo tienen ningún fundamento, sino que el propio BCRA es su peor enemigo. Ya les gustaría a los políticos que las Lebacs fueran anti inflacionarias, así podrían emitir todo lo que quisieran -el sueño keynesiano- total después “neutralizan” la inflación absorbiendo billetes con la venta de papeles.

Las Lebacs -y ahora los pases- por el contrario, son “doblemente inflacionarias”: porque lo son en sí mismas -estrictamente- y porque terminan reduciendo la producción de bienes y servicios al desviar fondos hacia la bicicleta financiera. El error de creer que son anti inflacionarias proviene de un equivocado ejemplo neo clásico -la teoría económica hoy más popular- muy difundido: si hay diez pesos y diez manzanas cada manzana vale un peso (por relación directa), lo que es falso.

La inflación nada tiene que ver con el precio de las manzanas -solo indirectamente- sino que es un problema intrínseco, propio de la moneda, es un problema de exceso de oferta y por sobre la demanda, independientemente del precio de la manzana.

Así, lo que ocurre en la realidad es lo siguiente. Si hay diez pesos y diez personas quieren comprar manzanas, cada una podrá ofrecer hasta un peso por manzana. Pero si luego se emiten otros diez pesos, entonces, cada persona que sigue demandando dinero para comprar diez manzanas, ahora puede pagar hasta dos pesos por manzana.

Y la inflación ya está producida, ya no tiene vuelta atrás porque se da en tiempo real. Como dice la sabiduría popular: los precios nunca bajan. Entonces, lo que el gobierno pretende es absorber dinero de modo de provocar una deflación que contrarreste a la inflación, lo que no tiene sentido.

Lo que ocurre es lo siguiente. Supongamos que el gobierno ofrece Lebacs con el fin de absorber los diez pesos excedentes. Lo que provoca es un aumento de las tasas de interés, logrando que -estimemos- 6 personas en lugar de pensar en manzanas prefieran dejar ese dinero “invertido”. Como el gobierno absorbe los excedentes, quedan los diez originales, pero ahora hay seis personas que ya no quieren comprar manzanas, quedan solo cuatro que demandan dinero para comprar y como hay diez pesos en el mercado (los originales), estas cuatro personas pueden pagar hasta dos pesos con cincuenta por cada manzana. O sea que aumentó la inflación por culpa de las Lebacs.

Pero, además, este desvío de fondos hacia la bicicleta financiera hunde la productividad y por tanto provoca un aumento de precios -del IPC- que no es lo mismo que inflación. A la vez la caída en la productividad provoca una disminución en la demanda de dinero.

Y aquí existe otro error en la economía neo clásica: confundir aumento del IPC con inflación. Insisto, la inflación es un fenómeno intrínseco de la moneda y, por tanto, directamente independiente del IPC. Eventualmente un aumento del IPC puede darse como consecuencia de la baja en la productividad por descapitalización del mercado, aunque no exista emisión excesiva.

Como caso interesante está el “ajuste de tarifas” encarado por Macri como consecuencia de la baja en los subsidios. En primer lugar, los precios deben ser fijados por el mercado en tiempo real y no digitados desde el gobierno, luego lo cierto es que los subsidios eran pagados por los contribuyentes que, además, solventaban la burocracia intermediaria.

Lo que debió hacerse, entonces, era descontar los impuestos con los que se pagaban los subsidios más la burocracia, y luego cobrar las tarifas sin subsidios produciéndose un círculo virtuoso porque ahora, el contribuyente, pagaría tarifas más altas pero le sobraría lo que se gastaba en la burocracia. Y el IPC no habría aumentado, e incluso bajado.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Análisis y preguntas sobre Mises y las causas de las crisis económicas

Por Martín Krause. Publicado el 1/8/14 en: http://bazar.ufm.edu/analisis-y-preguntas-sobre-mises-y-las-causas-de-las-crisis-economicas/

 

Los alumnos leyeron a Mises sobre las crisis económicas. Va un resumen de los presentados, preguntas y respuestas.

RESUMEN

Una producción planificada debe manejarse por el empresario y los dueños de los medios de producción y no por un organismo que centraliza el orden de la actividad económica de un país (idea socialista). Si el consumidor satisface sus necesidades, el empresario debe aprovechar el uso de los bienes de capital y de trabajo (propiedad privada de medios de producción) para estimular el deseo de sus ganancias, guiándose a su vez por la fuerza de las preferencias del consumidor. La intercepción de este proceso de mercado puede significar un desequilibrio entre la oferta y la demanda que cause una crisis económica. Los intentos por reducir las tasas de interés de manera artificial mediante la expansión del crédito bancario, pueden causar una sobreinversión en algún sector económico que de otra forma no hubiera sucedido, causando burbujas de crecimiento que terminan explotando y conduciendo a una recesión, “secuela inevitable de un boom”. Cabe señalar que el autor escribió su pensamiento durante la crisis de la década de 1930 por lo que refiere a este evento también como el resultado de la expansión del crédito. Puntualiza que el desempleo es causado por las tasas salariales que rebasan el promedio que impone la oferta y la demanda de empleo: si las tasas disminuyen, habrá mayor demanda de empleo; pero cuando aumentan (quizá por la presión que ejercen los sindicatos), la productividad de la empresa baja y no es posible emplear a muchos trabajadores, causando desempleo. Asimismo, intentos del gobierno de mantener los precios de productos primarios mediante aranceles o subsidios proteccionistas, terminan siendo infructuosos ya que impacta al consumidor vía impuestos más altos, lo cual en ocasiones toma un semblante de carácter político haciendo de las crisis económicas, crisis de finanzas públicas.

 

Preguntas

El autor comenta que un aspecto alrededor de las crisis económicas podría ser la insuficiencia de la producción de oro aunque luego aclara que no hay razones puras para asumir esta aseveración. Por las fechas de su escrito, el sistema patrón cambio oro ya habría sido cancelado. En la actualidad es más común mantener reservas en moneda de dólares americanos. El Sr. Mises consideraría que ahora una mayor circulación de dólares en los países ayudaría a mitigar las crisis económicas. Muchos analistas internacionales utilizan la razón financiera reservas a importaciones para aludir a la capacidad de pagos que erogarían para cumplir con las deudas contraídas por las importaciones.

Respuesta: No veo una pregunta allí. No obstante, no creo que Mises viera con buenos ojos una mayor circulación de dólares, todo lo contrario.

Considera el autor que en el sistema económico capitalista el intervencionismo del gobierno es solamente un tema político proteccionista o será que las empresas son también causantes de tal intervencionismo debido a sus demandas para evitar la pérdida o reducción de su rentabilidad? Esta misma pregunta fue planteada en la guía 1, pero considero importante tener la apreciación de las distintas escuelas, que en este caso es la austriaca.

Respuesta: Por supuesto, los políticos son quienes finalmente impulsan e implementan medidas intervencionistas pero no solamente respondiendo a sus propias ideas sino también a las presiones y los intereses de quienes los apoyan, los que pueden ser tanto empresarios como sindicalistas, e incluso los mismos votantes.

Las políticas de expansión del crédito fueron una preocupación considerada por el autor. El Sr. Mises consideraría más eficiente la administración del sistema bancario de las naciones a través de un banco central administrado por el gobierno o por un órgano independiente? En su caso, quiénes debieran integrar la “junta de gobierno” de tal banco central (los políticos, los inversionistas particulares, los economistas consultores, los analistas internacionales, otros gobiernos, etc.)?

Respuesta: Mises no creía que un banco central fuera una buena alternativa para la administración de un sistema monetario. Es más, prefería un sistema monetario que no fuera “administrado” o que lo fuera en la menor medida, como el patrón oro. Se habla de “política monetaria” pero no hay peor combinación que la política con la moneda.

¿Es el libre mercado una de las causas de las crisis económicas?

Respuesta: Este es el punto detrás de toda la discusión sobre las crisis económicas. ¿Son de tipo “endógeno”, es decir, inherentes al funcionamiento del mercado? Así pensaban, con sus diferencias, tanto Marx como Keynes. ¿O son de tipo “exógeno”, ocasionadas por algún factor externo al funcionamiento de los mercados? Esto es lo que plantea Mises, para quien las crisis son el resultado de la manipulación monetaria con el objetivo de bajar las tasas de interés, generando así las burbujas y el ciclo económico.

¿Cuál es el rol real de los consumidores en una economía capitalista?

Respuesta: Mises señala que son quienes guían la producción con sus decisiones de comprar, y de no comprar. Van indicando lo que se debe producir, y también los ingresos que recibirá cada uno de los productores.

¿Cuáles son las diferencias del rol del consumidor en una economía capitalista y una economía socialista?

Respuesta: En una economía socialista quienes deciden quien produce y qué ingresos tendrá son los funcionarios de la planificación económica. En la economía de mercado con los consumidores, tal como se plantea en la respuesta anterior.

¿Qué tipo de influencia tienen los sindicatos en las crisis económicas?

Respuesta: Originalmente los sindicatos brindaban un servicio a sus miembros que incluía información acerca de las oportunidades de trabajo que se presentaba y dónde. Luego adquirieron el poder de determinar o influir substancialmente en el nivel de los salarios, pero al buscar niveles superiores a los de mercado inevitablemente generan desempleo, sobre todo entre quienes no son miembros del sindicato, como los jóvenes que buscan su primer empleo.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Shocks productivos y ajuste de precios

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 5/2/14 en: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/02/05/shocks-productivos-y-ajuste-de-precios/

 

En varias ocasiones hemos mencionado en este blog la diferencia entre estabilizar el nivel de precios cuando hay incrementos de productividad o dejar que el nivel de precios ajuste a la baja manteniendo MV (por unidad de factor de producción) estable. Desde un punto de vista abstracto, un cambio en nivel de producto por cambios tecnológicos debería producir un cambio en el precio del dinero (1/P) dado que las cantidades relativas cambian.

Otra forma de ver los beneficios de dejar que el nivel de precios oscile de manera inversa al nivel de producto (ante cambios de productividad) es, como hace Selgin en Less than Zero, viendo la cantidad de precios que deben ajustarse.

 

Supongamos que hay f factores de producción y n bienes (finales) donde f < n. Supongamos también que hay un shock de productividad que afecta a m < nbienes.

Si mantenemos el ingreso nominal (MV) constante, entonces m precios deben ajustar a la baja. Si en cambio queremos combatir la deflación expandiendo M, entonces n + f precios deben ajustarse al alza hasta que el nivel de precios se mantenga constante. En este caso los m precios afectados por productividad disminuirán, pero en menor proporción que si se mantiene MV constante. Esto quiere decir que, en términos de cantidad de precios que deben ajustar, mantener P constantes es más costoso que mantener MV constante (dejando de lado el problema de que los precios relativos -incluida las tasas de interés- pueden verse afectadas).

Sin embargo, es teóricamente posible que mantener P constante afecte menos precios que mantener MV constante. Pero para ello es necesario (1) que f < ny (2) que el shock productivo afecte en la misma proporción a todos los bienes de modo tal que los precios relativos no deban verse modificados.

Si bien es teóricamente posible que mantener P constante afecte menos precios que mantener MV constante, las condiciones para que ello ocurran son tales que hace dificil que una política monetaria de estabilidad de precios sea una opción superior a la estabilidad de ingreso nominal (o equilibrio monetario).

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE) y Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.