Por qué el acuerdo con el FMI es necesario, pero lejos estará de ser suficiente

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 7/12/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/12/07/por-que-el-acuerdo-con-el-fmi-es-necesario-pero-lejos-estara-de-ser-suficiente/

Alcanzar consensos en las variables macroeconómicas es parte de las negociaciones, poco se habla de las reformas estructurales en diversos frentes

En los últimos días el tema económico sobre el que todo el mundo habla es si el gobierno argentino llega a un acuerdo con el FMI (EFE)

En los últimos días el tema económico sobre el que todo el mundo habla es si el gobierno argentino llega a un acuerdo con el FMI.

En primer lugar, al 31 de octubre la deuda pública sumaba USD 348.346 millones de los cuales USD 43.294 millones son con el FMI, es decir, solo el 12% de la deuda de la Administración Central corresponde al Fondo Monetario. La mayor parte se concentra en bonos del Tesoro con privados, tanto en pesos como en dólares.

El Gobierno, repite constantemente que la deuda con el FMI que tomó Mauricio Macri debe ser revisada por el organismo porque fue irresponsable al otorgar esa deuda y, además, “por que estamos en una situación crítica por tener que pagar esa deuda”.

Sin dejar de reconocer que hubo groseros errores de política económica en la gestión de Cambiemos cuya responsabilidad cae en los economistas que vendieron humo con el gradualismo y nunca presentaron un plan económico consistente, lo concreto es que, en todo caso, este Gobierno no solo viene tomando deuda en forma más acelerada que el anterior, encima es más inmanejable.

En efecto, sin tomar la contraída por el BCRA que es impagable, el Frente de Todos aumentó la deuda pública en USD 35.046 millones desde que llegó al poder en diciembre de 2019. Mientras que los compromisos asumidos por el ente monetario con colocación de Leliq y Pases en las entidades financieras se elevaron en el equivalente a USD 25.148 millones.

De ahí que, en total, en 2 años el actual gobierno aumentó la deuda pública en el equivalente a USD 60.194 millones, bastante más que lo que se le debe al FMI que tanto se quejan los máximos representantes del kirchnerismo.

En Argentina un gobierno tras otro se queja de la deuda que heredó del anterior. En la época de Raúl Alfonsín se quejaban de la deuda que había contraído gobierno militar. Luego Duhalde y los Kirchner se quejaban de la deuda que había contraído Menem y ahora se ahora se quejan de la deuda que contrajo Macri.

El tema es que la deuda no surge por generación espontánea, sino que es consecuencia del déficit fiscal. Gobierno tras gobierno gasta más de lo que recauda y termina emitiendo moneda y tomando deuda para financiar ese déficit. Por eso cada tanto explotan la inflación y entramos en default, porque el populismo lleva a destruir la moneda y a tomar deuda para financiar un gasto público que la economía no está en condiciones de pagar.

Sin dejar de reconocer que las deudas hay que honrarlas y se debe acordar con el FMI, tampoco hay que hacerse ilusiones con que llegando a ese acuerdo quede despejado al camino al crecimiento.

Origen de la deuda

Al respecto cabe recordar que a fines de 2000 el entonces presidente Fernando de la Rúa lograba el blindaje, que no era otra cosa que un respaldo financiero conjunto del FMI, otros organismos multilaterales, España y las entonces AFJP. El monto de ese blindaje era de USD 39.700 millones que fue anunciado a principios 2001 y a valores actuales era un apoyo financiero de USD 63.106 millones ajustado por la inflación de EE.UU. en los últimos 20 años. En aquel momento, el Presidente dijo: “Qué lindo es dar buenas noticias” y pronosticaba un 2001 de crecimiento y mejora.

La realidad fue que en marzo de 2001 renunciaba José Luis Machinea, entonces ministro de Economía. Asumía Ricardo López Murphy que estuvo apenas un par de semanas en el cargo, y lo reemplazaba Domingo Cavallo que inició el proceso de megacanje, que consistía en postergar los vencimientos de ese año hasta el 2010.

También se estableció en forma “transitoria” el Impuesto a los Créditos y Débitos Bancarios. Eso no alcanzó para revertir la confianza y a mediados de año se anunció el déficit fiscal cero, por el cual se iba a gastar solo lo que ingresara en impuestos.

Como la gente seguía inquieta y se iniciaba un retiro de depósitos de los bancos, el Congreso sancionó la ley de intangibilidad de los depósitos que, finalmente, fueron tangibles. Llegó el corralito, renunció De la Rúa, asumió Rodríguez Saá que anunciaba la suspensión del pago de la deuda pública, anuncio que fue aplaudido por casi todos los legisladores como el gran logro de independencia económica y soberanía nacional. En pocos días fueron pasando un presidente detrás de otro hasta que llegó Duhalde, salió de la convertibilidad, devaluó el peso, pesificó los depósitos en dólares e hizo un gran zafarrancho económico que solo se vio favorecido por el viento de cola que comenzó a llegar a mediados de 2002.

La decisión de devaluar y pesificar los depósitos en dólares todavía hoy tiene impacto en la economía argentina porque fue una ruptura de los contratos que forzó el mismo estado. Es decir, Argentina perdió total credibilidad porque demostró que el mismo Estado era capaz de romper incluso los contratos entre privados. Esto le dio tal grado de imprevisibilidad a la Argentina que tendrán que pasar décadas de buena letra para que el mundo vuelva a confiar en las instituciones argentinas.

Por lo anterior, el eventual acuerdo que pueda lograrse con el FMI no es garantía de nada. Las reformas estructurales que tiene que llevar a cabo Argentina son independientes de un acuerdo con el Fondo. Es más, la dirigencia política argentina cree que el acceso al crédito o un acuerdo financiero son sustitutos de las reformas estructurales. Es decir, que esos apoyos financieros no liberan de una reforma monetaria, fiscal, del sector público, laboral, desregulación de la economía, integrar la economía argentina al mundo y transformar los planes sociales en trabajo genuino.

Al creer que los arreglos financieros evitan tener que hacer las reformas, Argentina termina más hundida porque sigue con los problemas estructurales y, encima, carga con una deuda pública mayor.

En síntesis, acá se está poniendo el foco en el punto equivocado. No es un acuerdo con el FMI lo más relevante. En todo caso un eventual acuerdo puede alargar un poco más la mecha de la bomba que es el descalabro económico que rige y profundizó este gobierno.

Tampoco se soluciona nada retocando algo las tarifas de los servicios públicos o modificando la política cambiaria. El maquillaje de los precios relativos no cambia nada.

El problema de fondo a resolver es lograr un gobierno creíble y un plan económico consistente de largo plazo con sólidas reformas estructurales.

El resto es puro humo y no hay acuerdo con el FMI que pueda evitar encarar las reformas estructurales por más que le disguste a gran parte de la dirigencia política.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

El optimismo y entusiasmo de Cambiemos taparon la ficción K

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 21/5/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/05/21/el-optimismo-y-entusiasmo-de-cambiemos-taparon-la-ficcion-k/?fbclid=IwAR3EORouYZ6kFODiYLi4FIHNnIgtWV0Mxw-HdUaS7N7C6rdSNId5usx_OlM

 

Algún día, alguien, va a tener que ponerse a hacer las reformas de fondo o la Argentina va a terminar como la Rebelión de Atlas de Ayn Rand

Al poco tiempo de asumir Cambiemos, publiqué una nota haciendo lo que no hacía el Gobierno, describí la herencia recibida del kirchnerismo. En ese momento di un ejemplo que luego se viralizó y fue utilizado por funcionarios, obviamente sin nombrarme, no vaya a ser cosa que fueran a nombrar a un liberal: «supongamos que una familia vende su casa, el auto, toma todos sus ahorros, deja de trabajar y se va a Europa. Se aloja en los mejores hoteles, come en los mejores restaurantes, alquila los autos más caros y disfruta hasta que se le acaba el dinero. Cuando vuelve a Argentina esa familia no tiene donde vivir, ni trabajo, ni ahorro para mantenerse».

Si alguien les preguntara: ¿cuándo estaban mejor, cuando estaban en Europa o ahora que habían vuelto? Obvio que la respuesta iba a ser cuando estaba en Europa, el tema era que ese nivel de vida era insostenible. Una ficción.

Sin duda que Cambiemos hizo un pésimo diagnóstico de la herencia que recibía del kirchnerismo. Subvaluaron la herencia que recibían y sobrevaloraron la imagen de Macri para atraer inversiones. Es más, volvieron de Europa y en vez de poner a trabajar (hacer las reformas) se endeudaron. Pero lo cierto es que quienes se ilusionan con una vuelta a Europa a pasarla bien con un eventual regreso del kirchnerismo, como di en el ejemplo, se equivocan de punta a punta.

En primer lugar, el kirchnerismo recibió un gasto público consolidado de 29% del PBI y lo dejó en 46%. Lo aumentó en 17 puntos porcentuales, escondiendo la desocupación en el empleo público, duplicando la cantidad de jubilados incorporando a los 3 millones de jubilados otros 3,5 millones que nunca habían aportado, regalando planes sociales en cantidades industriales y manteniendo artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos destruyendo el sistema energético, las rutas, los puertos y la infraestructura en general. Entre 2006, que comenzaron a subsidiarse las tarifas de los servicios públicos, y 2015, el kirchnerismo gastó la friolera de USD 161.318 millones en subsidios económicos.

Como puede verse en el gráfico, el kirchnerismo gastaba USD 2.866 millones en 2006 y entregó un gasto en subsidios económicos de USD 26.656 millones, lo multiplicaron por 9; y Cambiemos pagó el costo político de tener que reducirlos. Algo que todos los economistas no k decíamos que había que hacer. En términos de PBI, llegaron a gastar casi 5 puntos en subsidios económicos.

El gasto público voló y la recaudación también aumentó fenomenalmente. La presión tributaria consolidada pasó del 26,2% del PBI en 2002 al 39,4% en 2015. El kirchnerismo recibió una recaudación de USD 16.182 millones anuales y terminó recaudando USD 166.150 millones, casi USD 150.000 millones más que con lo que empezó. Un plan Marshall entero a valores actuales.

A pesar de todo, el recorrido fiscal consolidado que tuvo fue desastroso. De tener un superávit fiscal consolidado de 3,54% del PBI pasó a dejar un déficit de 7,24% del PBI. Un recorrido de caída de casi 11 puntos del PBI.

Es decir, el kirchnerismo dejó una situación tan grave como la de 2001 pero sin pagar los intereses de la deuda pública. Realmente un desastre de administración de la cosa pública a pesar de haber tenido un precio de la soja promedio en los 12 años k de USD 371 la tonelada contra un promedio que tuvo De la Rúa de U$S 179, aunque Cristina Fernández de Kirchner disfrutó de un precio promedio de la soja de USD 484 en su primer mandato y de USD 467 en el segundo mandato.

Con lo que cobraban por retenciones y el aumento de ganancias por no ajustar por inflación las utilidades y los mínimos no imponibles, igual tuvieron un horrible recorrido fiscal. Tampoco le fue mejor en materia de inflación.

A pesar de haber mantenido planchado el tipo de cambio y con tarifas de servicios públicos congeladas, más los controles de precios, Néstor Kirchner empezó con una inflación del 3,5% anual y Cristina Fernández de Kirchner dejó una inflación del 27,8% (desde 2007 tomo el IPC Congreso). El kirchnerismo multiplicó por 8 la inflación manteniendo tarifas artificialmente bajas al estilo Ber Gelbard y pisando el tipo de cambio. Aclaremos que Cambiemos la duplicó pero corrigiendo las tarifas de los servicios públicos.

En términos de actividad económica, a pesar de tener un fuerte viento de cola, el kirchnerismo no logró un gran crecimiento de la economía. Es más, durante todo el segundo mandato de Cristina Fernández la economía estuvo prácticamente estancada ya que creció solo el 1,5%, lo que significa un aumento del 0,37% anual a pesar de los buenos precios de la soja.

En definitiva, la gestión económica del kirchnerismo fue horrible y Cambiemos manejó la herencia espantosamente y encima no contó lo que había recibido. No obstante, si alguien cree que con el kirchnerismo vuelve a Europa a estar de fiesta, se equivoca. En ese momento financiaron el populismo con el stock de capital acumulado en los 90, con el viento a favor del exterior, confiscando nuestros ahorros en las AFJP, cerrando las exportaciones de carne y consumiéndonos 12 millones de cabezas del stock ganadero, cerrando tambos y dilapidando las reservas.

La única chance que le quedaría al kirchnerismo si quisiera reeditar la fiesta de consumo del período anterior, sería entrar en default para no para no tener que pagar la cuenta de los intereses de la deuda y hacer un plan Bonex para cancelar las Leliq. Pero insisto, si alguien piensa que con el kirchnerismo vuelve la fiesta de consumo, se equivoca.

Al igual que se equivoca quien piense que si gana Cambiemos van a solucionar los problemas económicos en base a optimismo y entusiasmo y olvidándose de la ciencia haciendo las reformas estructurales o creer que con Roberto Lavagna podrá recuperarse la economía con más consumo interno en un país donde hay solo 44 millones de habitantes, con un tercio de pobres y el resto con el agua en la nariz.

Esto se resuelve haciendo las reformas estructurales para atraer inversiones y va a llevar mucho tiempo. La herencia k nunca se resolvió y Cambiemos solo apeló a endeudarse para financiar la herencia k.

Algún día, alguien, va a tener que ponerse a hacer las reformas de fondo o la Argentina va a terminar como la Rebelión de Atlas de Ayn Rand.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky 

La Argentina pide a gritos un plan económico consistente

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 19/2/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/02/19/la-argentina-pide-a-gritos-un-plan-economico-consistente/

 

El Acuerdo con el FMI es sólo un programa de estabilización de la inflación

La economía requiere mucho más que anuncios aislados de baja de los costos para las pymes regionales

La economía requiere mucho más que anuncios aislados de baja de los costos para las pymes regionales

 

Es bastante obvio que las medidas adoptadas a partir del acuerdo con el FMI solo apuntan a tratar de llegar a las elecciones sin sustos en el mercado de cambios. Claro que el costo fue una fenomenal recesión difícil de digerir para una sociedad que está agobiada por la carga tributaria y el reajuste de las tarifas de los servicios públicos.

Se supone que la estrategia es tratar de mover algo la economía con las exportaciones, dado que tanto el consumo interno como la inversión no serán motores durante este año. Tal vez las exportaciones aumenten algo por la mejor cosecha que se espera y lo que veamos sea una sustitución de importaciones más que un impulso exportador, con lo cual la reactivación sería moderada.

Ahora bien, se supone que luego del salto cambiario, el BCRA debería evitar que caiga el tipo de cambio real, en otras palabras, que el tipo de cambio nominal no crezca a un ritmo menor al de la tasa mensual de inflación.

El gráfico muestra la evolución del tipo de cambio a pesos constantes de enero de 2019 desde noviembre 2015 que fue el último mes completo del gobierno kirchnerista. En otra escala, pero está repitiéndose el mismo dibujo que cuando se salió del cepo cambiario en diciembre de 2015.

En febrero de 2016 el tipo de cambio pegó un salto y luego el tipo de cambio real tuvo una clara tendencia  decreciente que no fue producto de la esperada lluvia de inversiones, sino que fue el resultado de un fuerte arbitraje o especulación tasa versus dólar que ofreció el BCRA vía las Lebac y que algunos economistas aplaudieron como una genialidad de política monetaria.

Cualquiera que hubiese vivido las crisis cambiarias anteriores o al menos hubiese leído algo de historia económica reciente, sabía en qué podía terminar semejante arbitraje. Y terminó como era previsible.

Algunos atribuyen la corrida cambiaria del año pasado a los anuncios de diciembre de 2017, cuando dijeron que iban a bajar la tasa de interés para reactivar la economía. Puede ser que ese haya sido el disparador, pero si no formulaban esos anuncios el famoso 28 de diciembre de 2018, cualquier otro factor hubiese disparado la crisis cambiaria.

Al fin del cuentas, y salvando las distancias de magnitud del problema, el famoso 6 de febrero de 1989, cuando Machinea anunció que el BCRA no vendía más dólares, no fue la causa de la hiperinflación, ese 6 de febrero era previsible en cuanto al hecho, más allá de la fecha. Lo mismo pasa con la tan mentada fecha del 28 de diciembre de 2017. ¿Acaso no había una clara
inconsistencia técnica en la política económica?

Solo un improvisado en temas económicos podía comparar la tasa de interés con la tasa de inflación y llegar a la conclusión de que el modelo convergía al equilibrio porque la apuesta a la tasa no era que le ganara a la inflación sino al aumento del tipo de cambio . Solo un improvisado podía sostener que la deuda de las Lebac se licuaba porque la tasa de interés era negativa en términos reales versus la inflación.

Volviendo al tema del tipo de cambio actual, en el gráfico previo vemos como desde el pico que alcanzó en agosto de 2018 cayó en términos reales 18% y está 52% por arriba del de noviembre de 2015.

Si uno toma los últimos 48 años de evolución mensual del tipo de cambio real a pesos de enero de 2019, se encuentra con que está en uno de los puntos más bajos de la serie histórica, quitando los picos del 75, de la crisis del 82 y de la hiperinflación del 89. Sin embargo, este tipo de cambio actual que está algo más alto que el de enero de 1981 con el fin de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y del fin de la convertibilidad, no responde a reformas estructurales que hayan generado un flujo de inversiones en el sector real de la economía ni a una explosión de exportaciones que  justifiquen su baja respecto a períodos anteriores.

Es más, hoy tenemos más ineficiencia en la economía por el nivel récord del gasto público consolidado. Por lo tanto, en mi opinión acá tenemos un tema de altas tasas de interés que siguen generando especulación entre el tipo de cambio y la tasa de interés .

El primer problema es, entonces, que se desarmó el tema de las Lebac pero sigue con las Leliq. El segundo problema es que no queda muy claro cómo piensa cerrar la brecha fiscal el Gobierno con un nivel de actividad que se desplomó por las altísimas tasas de interés que aplicó para frenar la suba del tipo de cambio. En otras palabras, el costo de frenar la suba del dólar implica menor actividad y menos recaudación.

En efecto, si uno toma los ingresos fiscales de enero de 2019 y los compara contra enero de 2018 ve que aumentaron el 39%, unos 10 puntos porcentuales menos que la inflación. Ahora, si quita los derechos de exportación que subieron notablemente por el aumento del tipo de cambio, el incremento interanual es del 35%, 14 puntos por debajo de la inflación.

Puesto en otras palabras, la dinámica de esta estrategia económica no es consistente con la meta de reducir el déficit fiscal primario porque la recesión genera menos ingresos fiscales y obliga a bajar el gasto público, cosa que el Gobierno no está haciendo cuando se incluyen los intereses de la deuda pública . Con esta política se achica al sector privado que es el que mantiene la estructura del sector público.

Yo diría que a esta altura del partido, Nicolás Dujovne hace lo que puede dentro de las restricciones políticas que tiene. El gran interrogante es si ese hacer es suficiente para llegar a las elecciones de octubre sin sobresaltos cambiarios . Después de octubre se escribirá otra historia económica que nadie tiene la más mínima idea de cuál puede ser considerando la incertidumbre política existente.

Lo que tenemos por ahora, es algo muy precario y doloroso para el sector privado con el solo objeto de llegar a octubre. Veremos si alcanza, de lo que estamos seguros es que ni por casualidad este es un plan económico para ser pensado como el modelo de crecimiento de largo plazo. Argentina pide a gritos un plan económico en serio para salir de esta larga decadencia.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Un debate económico entre dos populismos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 15/1/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/01/15/un-debate-economico-entre-dos-populismos/?fbclid=IwAR3gfVUJTRcUXt8WG1b22RIWCUSsV2mRe7OOkleNompTRN-O0U3xL_Mma5o

 

De cara a las elecciones 2019, el oficialismo no tendrá muchos argumentos económicos como para mostrar su éxito de gestión durante sus 4 años de gobierno

Dos estilos de gobernar, el Presidente la Nación, la mandataria Santa Cruz

Dos estilos de gobernar, el Presidente la Nación, la mandataria Santa Cruz

A lo máximo que puede aspirar Cambiemos en términos económicos durante la campaña electoral es llegar a las elecciones con el mercado de cambios bajo control, con una inflación que sea la mitad de la de 2018 y con un nivel de actividad que no siga cayendo e, idealmente, muestre algún signo de recuperación.

Para llegar a octubre sin convulsiones en el mercado de cambios, sugiero el cambio de LELIQs por algún bono de largo plazo del tesoro, bonos que el tesoro le entregaría al BCRA a cambio de las letras intransferibles que viene acumulando desde la era K.

Cambiemos ya no podrá argumentar la herencia recibida para explicar el complicado escenario económico de Argentina. En ese caso estaría hablando de su propia herencia. La oportunidad para mostrar el destrozo que había dejado el kirchnerismo ya pasó.

Lamentablemente el marketing político estuvo por encima de las necesidades de cambios profundos que requerían mostrar la cruda realidad heredada de la gestión K. Hoy día la gente protesta por el ajuste de las tarifas de los servicios públicos. Nunca el gobierno mostró datos muy elementales como cuántos recursos dilapidó el kirchnerismo en mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos.

Si Cambiemos hubiese mostrado este simple gráfico en que se ve que entre 2006, cuando empiezan a darse subsidios para las tarifas de servicios públicos (subsidios que han dado lugar a casos de corrupción que hoy se investigan) y 2015, el kirchnerismo revoleó USD 161.318 millones, la gente podría haber entendido la gravedad de la herencia recibida y del sacrificio que le esperaba para poder tener nuevamente energía, gas, transporte, etc. en calidad razonable.

Para que el lector tenga una idea de magnitudes, el plan Marshall que lanzó Estados Unidos en 1948 para ayudar a 16 países que habían estado en la Segunda Guerra Mundial fue de USD 13.000 millones de ese momento, equivalente a USD 130.000 millones actuales. Es decir, el kirchnerismo gastó en subsidios para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos un monto mayor a todo el plan Marshall.

Como el grueso de los subsidios se concentró en energía y transporte, el Gobierno podría haber mostrado este otro gráfico:

Entre 2006 y 2015 se destinaron USD 138.896 millones a financiar tarifas «baratas» de energía y transporte, el 86% de los recursos destinados a financiar subsidios económicos se concentró en esos dos rubros. El kirchnerismo llegó a destinar 5 puntos del PBI a este revoleo de recursos para ganar votos.

Para seguir ejemplificando, el total de recursos destinados solamente a subsidios económicos, equivale a la construcción de 70.000 Km de rutas. O sea, con esos recursos se podrían haber hecho 20 rutas de norte a sur de Argentina o 50 rutas de este a oeste de Argentina.

no agrego el revoleo de plata en planes sociales, jubilados que nunca aportaron al sistema o crecimiento del empleo público porque sería muy extensa la nota.

Pero insisto, todavía sigue siendo imperdonable que el gobierno no haya informado el 10 de diciembre de 2015 a la población el deplorable estado en que dejaba la economía el kirchnerismo.

Ahora, muy astutos como son, los kirchneristas harán el relato que con ellos se vendían más televisores, celulares, autos y demás bienes de consumo durable y no durable y con Cambiemos tienen recesión.

Como ejemplifiqué alguna vez y funcionarios del gobierno usaron el ejemplo sin citar al autor. Mi ejemplo era el siguiente: durante la era K era como si una familia hubiese vendido la casa, el auto, juntado todos sus ahorros y se hubiese ido a Europa de vacaciones alojándose en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes y alquilando los autos más lujosos. Al volver no iban a tener ni casa, ni auto ni trabajo. Si alguien les preguntaba cuándo estaban mejor, ¿cuándo estaban en Europa o a la vuelta? Obvio que la respuesta iba a ser cuando estaban en Europa, aunque claramente la fiesta de consumo en Europa era insostenible.

Eso hizo el kirchnerismo. Nos consumimos las reservas de gas, el sistema energético, las rutas, 12 millones de cabezas de ganado, los trenes, etc. para que la gente pudiera comprar más televisores, celulares y ropa. Al final nos quedamos sin energía, rutas, agua potable, gas, etc. pero ellos ya se habían ido.

Era función de Cambiemos pagar la cuenta política de lo que dejaba el kirchnerismo. ¿Y qué hizo Cambiemos? Pago el costo político pero no arregló el problema económico.

Cuál es el fondo de cada propuesta de gobierno

Y aquí viene un punto a considerar sobre cuál es en el fondo la propuesta económica del kirchnerismo y de Cambiemos. Además de la matriz corrupta del kirchnerismo y del populismo más grosero, el kirchnerismo busca redistribuir hasta lo que no hay con tal de conseguir votos. El kirchnerismo llegó a consumirse stock de capital para financiar la redistribución del ingreso, que en realidad no redistribuía ingreso sino que al final redistribuía stock de capital.

Cambiemos no apunta a terminar con la redistribución y el asistencialismo. Continúa con la cultura de la dádiva al punto que la ministro Carolina Stanley acaba de afirmar que los que reciben subsidios no tienen que agradecerle a nadie porque ese subsidio es un derecho que tienen, sin explicar quién y por qué tiene la obligación de pagar ese subsidio. Pero Cambiemos luce más racional en lo económico, aunque en el fondo no lo es tanto ya que lo que dice Cambiemos es quiere que la economía crezca para que el estado pueda cobrar impuestos para luego redistribuirlos.

Es algo así como decir, inviertan y trabajen para que yo pueda ganar votos repartiendo el trabajo de Uds. Ellos creen que son racionales porque primero proponen producir y luego redistribuir, pero la propuesta es muy irracional porque nadie va a invertir para que luego venga el Estado a confiscar impositivamente parte de ese ingreso para financiar la redistribución de Cambiemos.

En definitiva, acá tenemos un serio problema de cara al futuro.

Los dos principales partidos políticos con mayores chances de llegar al poder solo piensan en continuar con la cultura de la dádiva, financiándola de manera diferente, pero ninguno de los dos está pensando en la cultura del trabajo. Si la idea es seguir expropiando con impuestos a los que producen, imaginar inversiones y crecimientos es una utopía.

Por eso, para terminar, insisto una vez más, el problema económico argentino es el emergente de un problema de los valores que imperan en la sociedad, en que hay oferta y demanda de populismo y ninguna fuerza política ofrece una propuesta no populista posible para salir de nuestra larga decadencia.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE 

Los costos del gradualismo están a la vista

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 30/7/18 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2018/07/30/los-costos-del-gradualismo-estan-a-la-vista/

 

Macri va a tener que pensar seriamente si, aquellos que le sirven para ganar elecciones, le sirven para gobernar

A casi un año de las PASO, se hace mucho más complicado poner en orden el desorden económico heredado del kirchnerismo y agravado por un gradualismo extremo. Desde el punto de vista político y social, porque la gente está mucho más agotada de las idas y venidas sin ver un horizonte de claridad hacia dónde marcha la economía y porqué está haciendo el esfuerzo que está haciendo sin resultados a la vista.

En lo que hace al aspecto estrictamente económico, todo esfuerzo fiscal que haga el gobierno para tratar de ordenar las cuentas públicas se hace cuesta arriba porque hoy se está pagando el costo del gradualismo.

El gráfico 1 muestra la evolución del peso de los intereses sobre la recaudación tributaria del Sector Público Nacional sin incluir los intereses intra sector público, si se incluyen esos intereses trepa cómodamente por encima del 23%. Si bien Cambiemos regularizó la deuda pública que quedaba en default, el grueso del incremento de la deuda se origina en el financiamiento del déficit fiscal. Como puede verse en el gráfico 1, el año pasado, por cada $ 100 recaudados, $ 20 se destinaron a pagar los intereses de la deuda. En el primer semestre de este año el acumulado de dicha relación da 18,4% contra 16,8% que dio el primer semestre de 2017.

Antes de continuar deseo aclarar que, en mi opinión, no es válido relacionar stock de deuda pública/PBI, porque el PBI es el ingreso que genera la economía en un año y la deuda vence en varios años. Es como si uno tomara una deuda hipotecaria a pagar en 20 años y toda esa deuda la dividiera por los ingresos de un solo año. Esa relación no dice nada.

Continuando, es importante resaltar que entre 2001 y 2004 los intereses de la deuda pública sobre la recaudación caen del 27,4% al 6,8%. ¿Fue un genio de la economía Néstor Kirchner? En absoluto, es que a fines de 2001 Rodriguez Saá, en su breve paso por la presidencia, declaró el default o la suspensión del pago de la deuda y los intereses de la deuda pública con casi todos los legisladores aplaudiendo de pie y festejando nuestra muerte como merecedores de crédito como nación. Sin intereses que pagar, con el gasto público licuado por Duhalde en base a la llamarada inflacionaria y cambiaria de 2002, un tipo de cambio cercano a los $ 3, retenciones ya establecidas y mejora en el precio de las commodities, tuvo una holgura fiscal que, en su carrera populista, lo llevó a pasar de un superávit fiscal consolidado del 3,5% del PBI a entregar el gobierno en 2015 con un déficit fiscal consolidado del 7,24% del PBI. Es decir una pérdida de solvencia fiscal con un recorrido de casi 11 puntos del PBI. Una brutalidad única que fue heredada por Macri que, justamente, no toleraba el tratamiento gradualista que se aplicó y hoy complica más la política económica.

A modo de ejemplo, el gobierno pagó el costo político de incrementar las tarifas de servicios públicos, en particular energía. El ahorro en subsidios económicos corrientes del primer semestre 2018 versus el primer semestre de 2017 fue de $ 9.831 millones. Comparando los mismos dos primeros semestres los intereses pagados subieron en $ 34.101 millones. Puesto de otra forma, en el primer semestre, Cambiemos bajó el gasto primario en $ 38.461 millones, sin incluir los intereses de la deuda pública, y aumentó el gasto en intereses para financiar el gradualismo en $  34.101 millones. El escaso esfuerzo que hizo para bajar el gasto primario haciéndolo recaer todo sobre el sector privado incrementando las tarifas de los servicios públicos, se le fue en financiar el gradualismo.

Si comparamos los números fiscales de 2017 versus los números fiscales de 2016 vemos que el resultado primario muestra un aumento del déficit fiscal de $ 60.6156 millones y los intereses pagados crecieron en $ 93.647 millones.

Acá hemos llegado a una situación límite producto del gradualismo. Si tomamos el déficit fiscal consolidado para 2018, ya que las provincias y los municipios también tienen que financiar su déficit, se llevan el 47% del total de los depósitos del sector privado si se financian con deuda interna. Eso implica dejar casi sin crédito al sector privado y generar un proceso recesivo que, posiblemente, impacte sobre la recaudación impositiva, haciendo más difícil cumplir la meta fiscal.

Insisto, queda demostrado que el gradualismo era la medicina no indicada para la pesada herencia recibida. Su costo es mayor a sus beneficios, medidos tanto en la paciencia social como en resultados económicos que están a la vista. La economía en recesión a un año de las elecciones, la inflación en niveles de dos dígitos altos, el sector privado agonizando por la carga impositiva y los números fiscales siguen siendo difíciles de dominar.

El primer día de gobierno en 2015 Macri tenía más poder que nunca, aunque no tuviera mayoría en ambas Cámaras, podía tener todo el apoyo de la población mostrando con crudeza la herencia recibida y  presentando un plan consistente para dominarla. Con esas dos cosas podría haber logrado un amplio apoyo de la gente que iba a hacer imposible que la oposición no lo acompañara en el camino de reformas estructurales.

Me parece que Macri va a tener que pensar seriamente si, aquellos que le sirven para ganar elecciones, le sirven para gobernar, porque le han hecho meter la pata de una forma increíble en el campo económico y hemos perdido otros dos años y medio con el cuento del optimismo y el entusiasmo pero con poca ciencia económica al momento de dominar la economía.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Sobre la corrida contra el peso y el FMI

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 10/5/18 en:  https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2018/05/10/sobre-la-corrida-contra-el-peso-y-el-fmi/

 

Desde hace alrededor de una semana Argentina está sufriendo una crisis cambiaria. El peso se depreció de manera significativa y la situación llegó al punto de recurrir, a las apuradas, al FMI para obtener asistencia financiera.

¿Qué pasó? Creo que se ha dado una combinación de varios factores. Algunos externos, otros internos.

Factores externos

  1. Principalmente el aumento en la tasa de interés de Estados Unidos. Aumento que era cantado podía suceder en cualquier momento.

Factores internos

  1. El cambio en las metas de inflación el 28 de diciembre afectó de manera negativa la credibilidad y la independencia percibida del BCRA. El problema no fue tanto el cambio de metas, sino el cómo se cambiaron las metas. Metas creíbles de inflación ayuda a anclar expectativas. La metas eran no creíbles. Subir las metas de inflación a un valor que el mercado considere creíble puede volver a anclar expectativas. Sin embargo, la imagen que quedó del anuncio fue un BCRA sometido a las necesidades políticas de la Jefatura de Gabinete: Los especialistas en economía del BCRA deben restringirse a las directivas políticas del Casa Rosada.
  2. Una acelerada e importante emisión de Lebacs (bonos emitidos por el BCRA). El BCRA puede comprar reservas emitiendo pesos o emitiendo bonos, que es postergar la emisión a algún momento futuro. Esta es una jugada peligrosa, dado que genera la llamada “bicicleta financiera”, donde le inversor adquiere pesos para recibir los altos intereses pagados por las Lebacs y eventualmente comprar dólares. Esta bicicleta deja ganancias si el tipo de cambio se deprecia más lento que la tasa de interés. El inversor piensa en dólares, no pesos. Y lamentablemente no existe el inversor que devengue ganancias para siempre. Si la demanda de dinero comienza a crecer, en principio se puede desarmar la posición de Lebacs de manera gradual sin aumentar la inflación. Esta estrategia posee dos riesgos. En primer lugar, que la emisión de Lebacs sea tal que dicho escenario se vuelva muy poco probable. Así es, de hecho, como se gestó la hiperinflacion de Alfonsín. En segundo lugar, que algún evento asuste a los inversores, o cambie el análisis de costo/beneficio, y deseen liquidar sus posiciones todos juntos. La estrategia de comprar reservas con Lebacs es similar a utilizar la tarjeta de crédito de manera exponencial para comprar dólares. Si el peso no se deprecia, eventualmente voy a tener problemas para pagar mi tarjeta de crédito. Una alternativa que varios hemos propuesto es que el Tesoro le cambie al BCRA las Letras Intransferibles por bonos transferibles. De este modo el BCRA puede esterilizar la emisión vendiendo bonos de su activo en lugar de tener que emitir Lebacs.
  3. El avance de la oposición en el Congreso con una ley para retrotraer el aumento de tarifas de los servicios públicos. La imagen que esto produce es un gobierno políticamente débil. Pero no sólo débil, es débil frente una oposición que no sabe hacer otra cosa que poner palos en la rueda. Una oposición con un patente oportunismo político sin propuestas concretas. ¿Qué sería de Cambiemos si enfrente hubiese una oposición seria?
  4. El nuevo impuesto a la renta financiera que alcanza a no residentes. Este impuesto entró en vigencia estos días. Sólo a los políticos argentinos se les puede ocurrir crear nuevos impuestos, y festejarlos, en un contexto económico tan delicado y con una carga impositiva que les debería causar vergüenza. Este impuesto fue incluso festejado en Twitter en su momento por el Lucas Llach, el actual Vice Presidente del BCRA.

En este contexto el gobierno aparece medio perdido. Se entiende. Han insistido que comprar reservas con deuda no es problema. A veces casi con tono sobrador. A la par de estas explicaciones se habla de reservas récord, sin embargo hubo que salir corriendo al FMI y pedir una línea de crédito con el Bank of International Settlements (BIS). En el 2018 y 2019 hay vencimiento de deuda en dólares. Resulta ser, como se viene avisando hace tiempo, que las reservas se pueden usar para rescatar Lebacs o pagar la deuda del Tesoro, pero no ambas cosas a la vez.

De obtener un crédito con el FMI, se abren dos posibilidades. Por un lado, como viene anunciado el gobierno, continuar con la misma política hiper-gradual. Creo que esto sería un error, es este hiper-gradualismo el que genero la vulnerabilidad en la que se encuentra la economía Argentina estos días. Esto sugiere un error de diagnóstico por parte del gobierno. La otra alternativa es hacer lo que, creo, se debería haber hecho de entrada. Utilizar estos fondos para aplicar cambios de fondo, el tan denostado “shock.” El shock no es, como ridiculiza Cambiemos, “hechar un millón de empleados públicos de golpe” o medidas por el estilo. El shock es anunciar un plan económico integral y profundo, por más que el mismo se ejecute “paso a paso.” Actualmente le gradualismo no tiene destino concreto. Es, en definitiva, una secuencia de parches que pueden o no estar alineados y coordinados. Uno de los riesgos del gradualismo es que falle y tener que aplicar un shock a las apuradas y sin recursos. En este complicado escenario se suele culpar al shock de los costos del fallido gradualismo.

Percibo también signos de una lectura errada sobre el origen de lo acontecido estos días. La interpretación que está tomando forma es que esta crisis se debe a un shock externo inesperado. Por lo tanto, no hay nada que podría haberse hecho al respecto. Esta es una postura común en algunas áreas de la literatura económica (por ejemplo, el real business cycle theory). En esta lectura, errores de política monetaria no son posibles. Creo que esta lectura no aplica por dos motivos. En primer lugar, la vulnerabilidad de Argentina es creación propia. Si al jugar con fuego en una destilería se produce un incendio, no se le puede echar la culpa al alcohol. En segundo lugar, lo inesperado de un shock puede ser cuándo va a suceder, pero no si va suceder o no. Que una corrida como la de los últimos días podía suceder no es sólo de manual. Es también típica de la historia económica argentina. Quizás en Argentina estemos sufriendo lo que Rogoff y Reinhart llamaron el síndrome de “Esta vez es diferente.”

Mal que le pese a Cambiemos, los liberalotes (Fernado Iglesias) plateistas (Rodrigo Pena) que son “el tano Pasman de la economía” (Nicolás Massot) venían avisando de este escenario desde hace tiempo. En lugar de lidiar con los argumentos de estos denostados economistas con la altura que corresponde, decidieron gastar sus energías en pelearse con los mismos.

El gobierno insiste con que hacer reformas más audaces es muy costoso. No parece preguntarse, sin embargo, cuál es le costo de no hacer reformas más audaces.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

No es cierto que la inflación esté bajando

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 17/4/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/04/17/no-es-cierto-que-la-inflacion-este-bajando/

 

Cuando uno ve que empiezan a justificar la inflación porque subieron las tarifas de los servicios públicos, la carne, comenzaron las clases o los repollitos de bruselas, entonces no están dando una explicación del problema

Cuando uno ve que empiezan a justificar la inflación porque subieron las tarifas de los servicios públicos, la carne, comenzaron las clases o los repollitos de bruselas, entonces no están dando una explicación del problema inflacionario sino que está buscando excusas.

Claramente el BCRA cometió dos errores al errarle en sus metas de inflación. Para 2017 se había establecido una meta de inflación del 12/17 por ciento y terminó siendo del 24,7%. Para el año en curso habían establecido una meta del 10%, luego la corrigieron al 15% y hoy esa meta ya parece inalcanzable. La inflación promedio mensual abril-diciembre debería ser del 0,84% mensual para cumplirse con la meta del 15%.

Un BCRA que carga sobre sus espaldas haber destruido 5 signos monetarios desde 1935 y encima errar la meta de inflación dos meses seguidos, lamentablemente no genera la confianza como para que el peso sea creíble.

El primer dato a considerar es que la inflación núcleo que estima el INDEC no contempla los bienes con estacionalidad, ni los que tienen alto componente impositivo, vivienda, electricidad, transporte público, etc. Justamente en marzo, la inflación núcleo se disparó alcanzando el 2,6% de incremento en marzo respecto a febrero. Es más, el IPC da un aumento del 25,4% marzo 2018 versus marzo 2017 y la inflación núcleo, en el mismo período, tiene un aumento del 22,4%, es decir, seguir insistiendo con que la inflación es causa de las tarifas de los servicios públicos o el bife de chorizo no parece muy razonable desde el punto de vista económico. Puede ser que, puntualmente, los aumentos de tarifas de los servicios públicos o del tipo de cambio impacten en el IPC, pero esos aumentos puntuales no pueden explicar una inflación sostenida.

Gráfico 1

El otro argumento que usan desde el gobierno es que la inflación está bajando. En ese punto también tenemos un problema de interpretación. Depende con qué momento se compare, ¿la inflación está bajando o no? Si comparamos 2017 contra 2016, hay una baja por el ajuste de tarifas y salida del cepo cambiario, pero luego la inflación se mantiene en el orden del 25% anual que es la misma inflación que había en la era k.

Gráfico 2

El gráfico 2 muestra que la inflación del 2017 efectivamente fue menor a la de 2016 pero está en los mismos niveles que en la era k desde el 2007 cuando, salvo en 2009 por la crisis mundial, bajó la tasa de expansión monetaria. Si tomamos marzo 2018 versus marzo 2017 la inflación se mantiene en el 25% anual.

Lo que ocurre es que el gobierno compara contra el 2016 y muestra esa baja en la tasa de inflación que puede verse en el gráfico 2 al comparar 2017 con 2016 que tuvo una inflación del 40,7% contra el 24,7% de 2017. Pero el dato es engañoso.

Y el dato es engañoso porque si uno observa la evolución del IPC de los últimos 11 meses puede ver que, efectivamente baja respecto a 2016 pero claramente la inflación está estancada en un piso del 23% y un techo del 25% anual cuando se van comparando cada uno de los meses con igual mes del año anterior, como puede verse en el gráfico 3

Gráfico 3

Lo que muestra el gobierno es la baja respecto al 2016, pero no muestra el estancamiento que se ve en el círculo a partir de junio de 2017.

El problema que tiene el gobierno para quebrar la inflación es el déficit fiscal. Es falso que la suba de salarios o cualquier otro costo de producción generen inflación. Los precios de los costos de producción los determinan los precios que la gente esté dispuesta a pagar por cada bien. Dicho de otra manera, es falso que una empresa pueda sumar cualquier costo de producción, agregarle una utilidad y así establecer el precio de venta de sus productos. En la realidad el sistema funciona al revés. Es el precio que el mercado está dispuesto a pagar por cada producto y la cantidad que la empresa puede vender de ese producto, el que determina los costos de producción.

Supongamos que contrato 20 secretarias, 30 economistas, alquilo las oficinas más caras de Buenos Aires y me muevo en una limousine con chofer. Sumo todos esos costos, le agrego mi utilidad y por cada conferencia mía sobre la situación económica pido U$S 1 millón. Dudo que alguien vaya a contratarme. Lo que hago es estimar cuántas conferencias puedo dar, estimar qué precio el mercado está dispuesto a pagar por mis conferencias y en base a esos ingresos puedo establecer en que costos de producción puedo entrar para sostener mi estudio. Exactamente lo mismo le pasa a las empresas. Por eso, no es cuestión de controlar precios, costos de producción o márgenes de utilidad. Esa es una burrada típica del pensamiento fascista para controlar los precios.

Gráfico 4

La clave del problema inflacionario está en el gráfico 5. El BCRA está emitiendo a una tasa anual que está en el rango del 27 al 35 por ciento anual. ¿Con esa tasa de emisión monetaria pretenden bajar la  inflación? Y la razón de esa emisión monetaria es el déficit fiscal.

Dardo Gasparré explica en su nota del sábado pasado (http://bit.ly/2HpZMjn) que la economía está subordinada a las necesidades electorales del gobierno. En otras palabras, toda la política económica está al servicio de las necesidades electorales del gobierno. Es cierto que ese mecanismo le está sirviendo para ganar las elecciones…por ahora, pero también es cierto que seguir subordinando la economía a las necesidades políticas del gobierno incrementa el problema heredado del kirchnerismo. Al lío del gasto público, presión impositiva, distorsión del tipo de cambio, sobredimensionamiento del sector público y déficit fiscal, ahora le sumamos un monumental stock de LEBACs, junto con una creciente deuda pública que no es sostenible en el tiempo como forma de financiar el déficit fiscal, además de agregar problemas como la distorsión del tipo de cambio y el déficit de cuenta corriente del balance de pagos.

En definitiva, la inflación no baja porque el gobierno no está dispuesto a pagar el costo político de bajar el gasto público heredado del kirchnerismo. Opta por privilegiar votos antes que solucionar el problema económico, algo que, a mi entender, es un error, porque tal vez el gobierno podría invertir parte de su capital político para bajar el gasto público, equilibrar las cuentas del estado y reducir la inflación con el consiguiente beneficio político. Bajar la inflación mediante la reducción del gasto público, podría generar grandes dividendos políticos a la hora de contar los votos. Salvo, claro está, que la apuesta sea a que, dada la presencia de opositores que espantan votos, es mejor sostener esta inflación que la gente parece bancarse porque la opción política es peor y continuar apostando a que el financiamiento externo se mantenga indefinidamente.

Finalmente, subir la tasa de interés si la inflación no cede, no es a mi juicio una solución. En todo caso aumentará el arbitraje tasa versus dólar y generará una mayor gasto cuasifiscal.

Que se entienda, las medidas financieras o cambiarias no son sustituto de las reformas estructurales.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

¿Estábamos mejor con el kirchnerismo?

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 31/10/16 en: http://economiaparatodos.net/estabamos-mejor-con-el-kirchnerismo/

 

De manera que si bien es cierto que con el kirchnerismo Argentina era una fiesta, era una fiesta que no podía seguir eternamente

Dicen que mucha gente afirma que estaba mejor con los Kirchner que ahora. ¿Es cierta esta afirmación en caso que haya gente que afirme que estaban mejor con los Kirchner? Mi respuesta es sí pero basado en una ficción.

Veamos, durante 12 años el kirchnerismo utilizó, para estimular el consumo artificial, además del viento de cola, el stock de capital existente. Nos confiscó nuestros ahorros en las AFJP y usó esos ahorros de largo plazo para financiar el consumo artificial. Limitó las exportaciones de carne e hizo que la carne fuera artificialmente barata pero a costas de consumirnos 12 millones de cabezas de stock ganadero, por eso hoy cuesta una fortuna hacer un asado. Frenó los aumentos de tarifas de los servicios públicos dejando que se cayera el sistema energético. Lo que la gente dejaba de pagar por la cuenta de luz, lo destinaba a pagar la cuota del celular y los ejemplos al respecto pueden seguir.

Supongamos que vendo mi casa y el auto y me voy 1 año de viaje por Europa disfrutando de los mejores hoteles, restaurantes y comodidades. Cuando se me acaba la plata vuelvo a la Argentina y no tengo dónde ir a vivir, no tengo auto y encima me tengo que poner a trabajar. ¿Estaba mejor cuándo estaba en Europa? Obvio, lo que no cuento es cómo financié ese viaje y la ficción que fue vivir sin trabajar durante un año. Eso es lo que hizo el kircherismo. Reventó el stock de capital acumulado, además de destruir impositivamente a un sector de la sociedad, para financiar una fiesta de consumo artificial. Entonces ahora puede ser que algún despistado diga que antes estábamos mejor, lo que no dice es que esa forma de consumir no era sostenible en el tiempo. Que recurrieron a una gran ficción y que si hubiese ganado las elecciones el kirchnerismo o Cristina Fernández hubiese seguido en el poder, estaríamos peor que ahora (ver el caso Venezuela con el chavismo) y camino a una sistema cada vez más autoritario. La Argentina hubiese sido un calco de lo que describe von Hayek en Camino de Servidumbre.

De manera que si bien es cierto que con el kirchnerismo Argentina era una fiesta, era una fiesta que no podía seguir eternamente. Me parece que esto es lo que le falta explicar a la gente de Cambiemos. Transmitir con sencillez porque la gente cree que antes se vivía mejor que ahora.

De lo anterior no se desprende que yo coincida con la política económica del macrismo. Si bien el macrismo quitó las medidas económicas más guarangas que había dejado el kirchnerismo, como el cepo, la deuda con los holdouts, los controles de precios, etc., claramente no se animó ni a corregir los precios relativos (sigue regulando el tipo de cambio vía la tasa de interés), ni a hacer una reforma impositiva de fondo, ni a encarar una reforma del estado, ni a proponer una reforma laboral. Obviamente que no estoy diciendo que todas estas medidas estructurales tendría que haberse hecho en los casi 11 meses que lleva el macrismo en el poder, pero tampoco quedarse paralizados o incluso profundizar las medidas k como cuando funcionarios del gobierno se enorgullecen de que ahora hay más planes sociales que en la era k.

Mi punto es que hoy estamos peor que en la era k porque la era k fue una ficción de consumo, pero podríamos estar no tan mal si Macri hubiese elegido otro camino que el progresismo por el que optó.

Acá hay un dato que es relevante que el gobierno no quiere hacerse cargo que es que a Macri le vendieron el cuento de que es posible esquivar cualquier reforma y baja del gasto público. Le vendieron que por un efecto mágico la economía va a crecer y, por lo tanto, el gasto público va a disminuir su peso sobre el sector privado. Nada indica que ese efecto mágico vaya a producirse. Este gasto público aplasta y asfixia al sector privado sin dejarlo producir. Recordemos que la contrapartida del gasto público es la carga impositiva, el endeudamiento interno que genera el desplazamiento del sector privado del mercado crediticio, el endeudamiento externo que hace caer el tipo de cambio real afectando las exportaciones o la emisión monetaria que produce inflación.

Por ejemplo, lo que podría hacer el gobierno es, en vez de tomar deuda para financiar el déficit fiscal o hacer obras públicas, tomar deuda para financiar las indemnizaciones del sector público y reducir la enorme planta de personal. Baja el gasto y puede reducir la presión impositiva. La menor presión impositiva es un ingrediente para crecer y con el crecimiento de largo plazo se paga la deuda tomada para financiar la reducción del empleo público que dejó el kirchnerismo.

Respecto a los planes sociales, se puede utilizar la plata de fútbol para todos y algunos programas más para financiar escuelas de artes y oficios que podrán ser manejadas por las parroquias de cada barrio. Hoy en día faltan carpinteros, gasistas, electricistas y mil oficios más para las cuales podrían calificar quienes hoy reciben planes sociales. Una vez terminado el curso, podría ganarse la vida y el estado en menos de un año empezar a recortar la ayuda que los contribuyentes le brindan a quienes reciben un subsidio. El que vive sin trabajar empieza a generar riqueza con su trabajo y el contribuyente puede consumir más o ahorrar más por la menor carga tributaria que tiene que soportar. Todos mejoran su nivel de vida, salvo el que vivía de un subsidio si es que no le gusta trabajar.

Volviendo al tema de la deuda, a mí entender es mucho más lógico endeudarse para sanear el sector público y mejorar los flujos futuros de ingresos y egresos que endeudarse para seguir sosteniendo un estado que no le sirve a nadie.

Acá lo primordial es atraer inversiones para absorber la mano de obra que anualmente se incorpora al mercado laboral. Además hay que generar puestos de trabajo para los que viven de subsidios. Unos conseguirán mantenerse con los oficios que aprendan y otros podrán ir a trabajar al sector privado al igual que los empleados públicos.

Argentina necesita crear las condiciones institucionales necesarias para tener una tasa de inversión del orden del 30% del PBI de manera de crear los puestos de trabajo necesarios para solucionar el problema de flujo (jóvenes que anualmente se incorporan al mercado laboral) y stocks (gente que vive de subsidios y empleo público).

En síntesis, si uno dice que en la era k estábamos mejor, está diciendo una verdad a medias porque no aclara que era una ficción. Por otro lado, parte de la mala situación que hoy vive la gente es herencia del desastre que dejó el kircherismo, pero claramente podríamos estar mucho mejor si el gobierno dejara esa tendencia progre y se pusiera en serio a cambiar las reglas de juego para lograr esa inversión necesaria para crear puestos de trabajo.

Mientras tanto es obvio que no vamos a estar como estábamos en la fiesta populista k, pero se puede cambiar el rumbo sin dejar a la gente abandonada. El tema es dejar esa manía progre por la cual el estado “cuida” a la gente y empezar a liberar a la gente de las ataduras que le impone el estado para que la gente pueda desarrollar su capacidad de innovación.

Solo cuando se animen a empezar a bajar gasto público y a reducir la carga tributaria, la economía comenzará a transitar una senda de crecimiento de largo plazo y entonces, seguramente con el tiempo, se podrá afirmar que estamos mejor que con el kirchnerismo, pero en serio y no en forma artificial como en la era k.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Segundo semestre sin magia

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 3/7/16 en: http://economiaparatodos.net/segundo-semestre-sin-magia/

 

Se equivocan quienes creen que la sola presencia de Mauricio Macri en el sillón de Rivadavia es condición necesaria y suficiente generar un tsunami de inversiones

Finalmente llegamos al segundo semestre y nada mágico pasó porque nada mágico tenía ni tiene que pasar. Se equivocan quienes creen que la sola presencia de Mauricio Macri en el sillón de Rivadavia es condición necesaria y suficiente generar un tsunami de inversiones.

Por otro lado es tal el destrozo económico e institucional que hizo el kirchnerismo en estos 12 años, que recuperar el país de semejante destrucción va a llevar tiempo. Diría que en realidad llevamos como mínimo 70 años de destrucción populista y eso no se revierte en un semestre. Cualquier país que uno analice cómo salió de la pobreza y creció (Irlanda, Corea, España, etc.) muestra que a partir del momento que se volvieron racionales y dejaron de lado el estatismo, intervencionismo y populismo, les llevó 20 años alcanzar niveles de ingreso per capita del orden de los 20.000 a 25.000 dólares anuales.

Por ahora el PRO logró remover las políticas económicas más guarangas heredadas del kirchnerismo, como el cepo cambiario, los controles de precios, los derechos de exportación y terminar de arreglar con los holdouts por citar algunos ejemplos.

En rigor lo más problemático era salir del cepo sin que estallara el sistema financiero y cambiario, y el gobierno lo logró. Bajar los derechos de exportación está perfecto, pero tampoco fue una medida tan complicada. Lo que ingresaba al fisco por derechos de exportación de trigo, maíz, girasol, etc. eran monedas, de manera que no sacrificó nada eliminando ese impuesto. En el caso de la soja, la baja de 5 puntos porcentuales es un incentivo para recuperar parte de rentabilidad que este grano había perdido por efecto del aumento de los costos internos. Los productores más alejados del puerto veían que los números no cerraban. Pero en términos fiscales lo que se pierde por bajar 5 puntos el impuesto se gana con el aumento del tipo de cambio de manera que el gobierno adoptó una medida correcta con los derechos de exportación pero tampoco fue algo muy complicado de aplicar. Diría que lo más insólito es que el kirchnerismo se haya encaprichado durante años en mantener una medida que claramente no le convenía desde el punto de vista fiscal. Solo la ignorancia y el resentimiento que siempre dominó al kirchnerismo pueden explicar semejante capricho.

El segundo semestre seguramente va a ser más tranquilo que el primero. El primer semestre tuvo una inflación más alta por la salida del cepo y el consiguiente aumento del tipo de cambio, por el incremento parcial de las tarifas de los servicios públicos. Además en el primer semestre el BCRA tuvo que lidiar con la liquidación de las ventas a futuro que realizó el gobierno anterior generando una pérdida de $ 53.000 millones.

Es muy probable que el segundo semestre tenga una tasa de inflación más baja que en el primer semestre pero todavía muy alta para pretender ser un país normal.

En términos de actividad económica tendremos sectores funcionando muy bien como el agropecuario y otros complicados como la industria manufacturera por la recesión en Brasil. Todo parece indicar que el promedio de la actividad económica dará una suerte de estancamiento. Tal vez tengamos un segundo semestre con estancamiento e inflación del 20% anualizada. Solo Dios sabe el número final.

Pero el punto que más me preocupa no es tanto embocar el número de inflación del segundo semestre o cuánto subirá o bajará el PBI. El dato relevante y central consistirá en ver si el gobierno comienza a torcer el timón de esta nave populista que durante 70 años nos ha lanzado a esta persistente decadencia.

Nadie está pidiendo que en los próximos seis meses el gobierno resuelva los problemas de los últimos 70 años. Sería una locura. Pensemos en la generación del 80 que construyó una Argentina próspera. Luego de la batalla de Caseros en febrero de 1852, se sanciona la Constitución de 1853 pero recién en 1880 el país termina su proceso de organización nacional. A esos líderes políticos, verdaderos estadistas, como Mitre, Sarmiento y Avellaneda les llevó 27 años culminar el proceso de organización nacional. El punto es que esos estadistas, que tenían sus diferencias, apuntaban hacia el mismo modelo de país: integrado al mundo, con respeto por los derechos de propiedad, previsibilidad en las regla de juego para atraer inversiones, en fin, lo que se denominan instituciones de buena calidad.

Decir que el kirchnerismo dejó una bomba de tiempo económica es ya una obviedad. Pero en el fondo la economía argentina tiene recurrentes crisis (1975, 1981, 1985, 1987,  1989, 1999 y 2001) entre otras causas por tener un estado sobredimensionado que destruye la riqueza que genera el sector privado.

El desafío del segundo semestre, a mi juicio, es que el gobierno empiece a mostrar un camino totalmente diferente al seguido hasta ahora. Es decir, comenzar a tener un estado más chico y eficiente. Hoy tenemos un estado gigantesco que no ofrece ni el más mínimo servicio de seguridad que debería ofrecer el estado.

Seguramente el gobierno podrá argumentar que no tiene la fuerza política en el Congreso para poder imponer un cambio de rumbo. Es un argumento posible, aunque uno escucha a varios de los funcionarios del actual gobierno y muchas veces solo parecen querer diferenciarse del kirchnerismo en que ellos administrarán más eficientemente un sistema corrupto e ineficiente. Limitan todo a un problema de personas cuando en rigor es un problema de sistema.

Argentina dejó de ser un desierto para pasar a ser uno de los países más prósperos de la tierra cuando dejó de ser gobernada por caudillos y comenzó a ser gobernada por instituciones. La Constitución de 1853. Y entró en decadencia cuando abandonó las instituciones como forma de gobierno y volvió a ser gobernada por caudillos (Perón, Menem, Duhalde, Kirchner).

El desafío es volver a ser gobernados por instituciones y no por caudillos. Eso significa cambiar el sistema económico e institucional, no administrarlo eficientemente como dicen ahora en el PRO. Veremos qué camino elige Macri.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Por ahora el ajuste es para el sector privado

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 20/4/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1891026-por-ahora-el-ajuste-es-para-el-sector-privado

 

En momentos en que el Gobierno de Macri aumenta las tarifas de los servicios públicos mucha gente habla de ajuste. En rigor, si hay un ajuste es porque antes hubo un desajuste. Para ponerlo en términos más sencillos, no es que el Gobierno aumentó las tarifas de luz, gas y transporte porque goza viendo cómo la gente sufre en el bolsillo el impacto de esos aumentos. La realidad es que aunque hubiese ganado las elecciones Scioli hubiera tenido que aumentar las tarifas de los servicios públicos o dejar a la gente sin energía, transporte, agua, etc. Es, a mi entender, la pobre política de comunicaciones del Gobierno la que le genera todos los costos políticos de tener que arreglar el destrozo económico que dejó el kirchnerismo.

¿Tan complicado era para el Gobierno decirle a la gente que entre 2006 y 2015 los recursos destinados a subsidiar la energía pasaron de $ 4032 millones a $ 170.000 millones, o sea, que se multiplicó por 42 los recursos destinados el gasto en ese subsidio? Claramente esos subsidios, como los del transporte, etc. estaban concentrados en CABA y provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 50% del padrón electoral. El kirchnerismo no era tonto a la hora de buscar votos, en tanto que el catamarqueño, el salteño o el rionegrino pagaban el costo de esos subsidios para que los disfrutásemos los que vivíamos en Capital y Gran Buenos Aires.

El presidente Macri habló aproximadamente una hora ante la asamblea el 1 de marzo pasado. Media hora la dedicó a describir la herencia recibida. Los economistas sabemos que media hora es muy poco tiempo para informarle a la gente el fenomenal destrozo económico que dejó el kirchnerismo.

Dicen que la gente no quiere oír hablar del pasado. ¿Qué estudio serio de opinión muestra que la gente no quiere saber sobre el destrozo que dejó el kirchnerismo en materia energética, de gasto público, de situación patrimonial del Banco Central, y el listado sigue?

¿Qué hubiese sido de la Argentina que progresó a pasos agigantados si Sarmiento hubiese mandado a hacer un estudio de opinión pública para ver si impulsaba la educación luego de descubrir que el 70% de la población era analfabeta de acuerdo al primer censo en 1869? Los líderes asumen riesgos y marcan el camino al resto de la población.

Explicar la necesidad de poner orden en las cuentas públicas para poder bajar la presión impositiva y la tasa de inflación es clave para que la gente comprenda por qué tiene que afrontar ciertas restricciones y cómo debe distribuirse la carga de corregir los desajustes heredados del kirchnerismo.

Por ejemplo, aquí se habla de ajuste salvaje en el sector público y sin embargo entre 2003 y 2015 los empleados públicos de la Nación aumentaron en 148.000 personas. Hasta ahora, de acuerdo a información dada oportunamente por el ministerio de Modernización, solo disminuyeron en 10.900 la planta de empleados estatales, es decir, solo 7% del aumento y únicamente el 2,8% del stock de empleados.

Al mismo tiempo, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, acaba de reconocer que en los últimos 4 meses el sector privado redujo la cantidad de empleados en 27.000 personas.

La demora en corregir el impuesto a las ganancias, no solo a las personas que trabajan en relación de dependencia sino también a los autónomos y a las empresas, el aumento de las tarifas y la suba de la tasa de interés muestran que el Estado no ha hecho ningún ajuste y el que sobrelleva el peso de corregir los desajustes heredados del kirchnerismo es el sector productivo de la economía. Es decir, el sector privado. Salvo por las ruidosas manifestaciones de unos pocos ñoquis y militantes k que dejaron de vivir a costa del trabajo ajeno, el grueso del llamado ajuste sigue recayendo sobre el sector privado. Es el que sigue teniendo privaciones económicas para no tocar a la legión de empleados estatales que hay a nivel nacional, provincial y municipal sin que haya mejorado la salud, la seguridad o la educación.

En 2003 el Estado ya estaba sobredimensionado. En 2015 el Estado explotaba de gordo y ya pesa tanto sobre el sector privado que lo terminó asfixiando, no dejándolo producir y, por lo tanto, generar la riqueza para financiarlo mediante impuestos.

Dicen que no se puede reducir la cantidad de empleados públicos hasta tanto no haya inversiones que generen puestos de trabajo para que absorba a esa gente que quedaría desocupada.

Mi impresión es que esas inversiones no van a aparecer hasta tanto no se deje de ajustar al sector privado impidiéndole invertir para crear puestos de trabajo.

A esta historia ya la vivimos infinidad de veces y siempre terminó mal. Ajustar al sector privado para no ajustar al sector público es un clásico de la economía argentina.

Es posible que con el arreglo con los holdouts la Nación, las provincias y los municipios consigan endeudarse en el exterior para financiar el gasto público. Pero eso no significa solucionar el problema, solo implica postergarlo acumulando más deuda. Financiar el desequilibrio con acceso al crédito que hasta ahora no disponíamos.

Hasta que los argentinos no terminemos con esta historia de que el Estado es la vaca sagrada que nadie puede tocar y el sector privado siga siendo el que continúa achicándose y pagando la fiesta populista, la Argentina no podrá revertir su tendencia decadente. Algún día le tendrá que tocar el turno al Estado depredador. El que se anime a hacerlo, será un verdadero estadista que pondrá de pie a la Argentina.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE