Nadie (ni la Fed) salvará a la Argentina

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 10/6/19 en: http://www.elefete.com/opinion-nadie-ni-la-fed-salvara-a-la-argentina/?fbclid=IwAR2tsuXR-5LYN1ayr-YtyN5r41xKmrfhRS1l13fnNl3hccVF-rOxWb5BJ6E

 

¿Por qué, si la base monetaria se mantiene constante, la inflación no cede? Constante gracias a tasas cercanas al 70% de las Leliq, con las que se absorbe circulante que demandaría dólares. Peor aún, en un círculo vicioso, al mantener congelados los pesos en circulación la inflación hace que se achiquen en términos reales… pero la inflación sigue.

El Informe Monetario Mensual de mayo, del BCRA, muestra que por octavo mes consecutivo se cumplió el objetivo monetario -el plan de emisión 0%, que fijó la meta de base monetaria en $1,343 B hasta diciembre- con un promedio mensual de $1,3426 B.

Ahora, ya el jueves pasado el stock de Leliq tocó un récord: $1,135 B. En los ocho meses del plan Sandleris el volumen se multiplicó por 2,6 y a este ritmo en diciembre alcanzará $1,4 B. Es decir, lo mismo que la base monetaria. Semejante crecimiento demanda niveles muy altos de tasa que, ya lo sabemos, matan a la producción y planchan al dólar perjudicando a los exportadores.

Algunos dicen que las Leliq son “inflación futura” porque habrá que emitir para el rescate y los intereses. No es así, no es futura, sucede en el momento en que salen al mercado, y por eso no cede la inflación que es el exceso de oferta monetaria respecto de la demanda, en tiempo real. Entonces, cuando se absorbe dinero del mercado con tasas artificiales, lo que se logra es achicar la demanda de dinero -ajustando salvajemente porque ese dinero iría a producción y consumo- agrandando el gap con la oferta.

En algún momento el BCRA podría no poder pagar tasas lo suficientemente competitivas con la inflación y, entonces, los plazos fijos se volcarán a dólares. Es una bola de nieve ya que el stock de pesos en letras crece por la propia necesidad de absorber los intereses de la supertasa.

Por otro lado, desde el último desembolso del FMI del 9 de abril, se perdieron el 15,8% de las reservas del BCRA poniendo en duda la capacidad de pago que tendrá Argentina en 2020. Este año, la situación luce controlada. En 2020 los vencimientos -capital e intereses- sumarán US$ 42.311 M y el FMI desembolsará solo US$ 5.900 M.

Para el año que viene, la Secretaría de Finanzas prevé un superávit primario de US$ 5.200 M, adelanta el desembolso del FMI del 2021, supone una alta refinanciación de los bonos domésticos y nuevas colocaciones por US$ 5.200 M. Extremadamente optimista.

Prácticamente imposible lograr ese superávit dado que, sin dudas, el PBI caerá en 2020 -ergo, la recaudación-, y difícilmente se renueven todos los títulos que hacienda calcula. De modo que el gobierno debería buscar en los mercados más de US$ 30.000 M, siendo que unos US$ 15.000 M son en dólares, moneda que, para entonces, rondará por las nubes.

Si hoy Argentina tuviera que salir a los mercados internacionales a tomar deuda, debería convalidar una tasa de un 12%. Y va para peor ya que, dada la situación, el riesgo país no tiene techo y, así, de poco sirve que la Fed baje las tasas.

Durante abril, las ventas de bonos argentinos por parte de los fondos internacionales superaron los US$ 2400 M -logrando que su precio baje un 10% en promedio- y va para peor. Por aversión al riesgo global se escapan de los emergentes y baja el rendimiento de los bonos del Tesoro de EE.UU. El de los bonos a 10 años cayó hasta un mínimo de 2,060% -aunque cerró el viernes a 2,084%- el valor más bajo desde septiembre de 2017 y algunos estiman que terminará, a fines de 2019, en 1,85%.

La creación de empleo en EE.UU. se moderó en mayo -75.000 nuevos ocupados frente a 185.000 estimados- y el desempleo se mantiene en 3,6%, el más bajo en cinco décadas. Así, dado que las perspectivas económicas se deterioran, la Fed bajaría las tasas hasta dos veces este año.

En Wall Street, algunos como en NatWest Markets, estiman un 50% de probabilidades de que recorte la tasa en un cuarto de punto en julio -cosa que podría insinuar en su próxima reunión del 18 y 19 de junio- si se confirma, este miércoles 12 cuando se conozca el índice de precios al consumidor, que la inflación sigue baja: se espera 1,9% -anualizada- en mayo comparada con el 2% de abril.

En fin, la perlita de la semana fue que el “comunista” Banco Central chino advirtió que tiene un “tremendo” margen de maniobra para ajustar la política monetaria si la guerra comercial empeora. Pero, aclaró que no está “casado” con la idea de fijar un nivel a su moneda, sino que su valor debería quedar fijado por el mercado, idea que debería adoptar el BCRA.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini 

Cuenta corriente del balance de pagos: El otro déficit preocupante en la Argentina

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 27/3/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/03/27/cuenta-corriente-del-balance-de-pagos-el-otro-deficit-preocupante-en-la-argentina/

 

La vuelta de los déficits gemelos, déficit fiscal y déficit de la cuenta corriente del balance de pagos, obliga recordar que el financiamiento externo no es para siempre y, si no se apuran las reformas estructurales, las tendencias a la devaluación del peso continuarán obligando al BCRA a seguir vendiendo reservas para evitar la suba del tipo de cambio.

Desde el Gobierno suelen argumentar que la relación deuda pública/PBI es baja. Que como el kirchnerismo no tenía acceso al crédito externo, la deuda externa que dejó es baja y queda margen para poder seguir tomando deuda sin que se produzcan complicaciones.

Si no se apuran las reformas estructurales, las tendencias a la devaluación del peso continuarán obligando al BCRA a seguir vendiendo reservas

En rigor relacionar deuda pública/PBI es conceptualmente un error. No es indicador de nada.

Veamos. Imaginemos que Ud. tiene una deuda hipotecaria a 20 años por $3.000.000 y que su ingreso mensual es de $40.000, es decir, un ingreso anual de $480.000. Para ver su capacidad de pago, ¿dividiría los $3.000.000 millones que le vencen a lo largo de 20 años por sus ingresos de un año? Claramente es una cuenta disparatada.

Lo que corresponde es dividir el stock de deuda que vence a lo largo de los 20 años por el ingreso de 20 años. En el caso de dividir la deuda pública, que vence a los largo de varios años, por el PBI es como dividir por el ingreso de un año dado que el PBI es el ingreso que genera la economía en un año.

Indice de cobertura de la deuda externa

Para ver si la deuda es sostenible en el tiempo, otros economistas calculan los intereses de la deuda con relación a las exportaciones, algo que no comparto porque los intereses de la deuda son del Estado y las divisas provenientes de las exportaciones son del sector privado, por lo tanto, el Estado tiene que tener los pesos suficientes para comprar los dólares en el mercado para pagar los intereses de la deuda y esos pesos tendrían que salir del superávit fiscal.

Los intereses de la deuda son del Estado y las divisas provenientes de las exportaciones son del sector privado

En rigor, la mejor medida para evaluar si la deuda pública es sustentable en el tiempo es analizar si el superávit primario alcanza para pagar los intereses de la de deuda pública.

El problema es que hoy no tenemos superávit primario y eso lleva a un crecimiento de la deuda y de los intereses a pagar por el mayor stock de deuda.

Como primer dato podemos decir que los intereses de la deuda pública (incluidos los intereses intrasector público) representaron el 20% de la recaudación en 2016 y el 27,6% en 2017. En otras palabras, el gradualismo lleva a tener una mayor carga de intereses a pagar que le quita recursos al estado para afrontar los gastos corrientes impidiendo la baja de impuestos para atraer inversiones.

Competitividad cambiaria

Pero el otro tema es que al tomar deuda externa y subir la tasa de interés para absorber los pesos que emite el BCRA para dárselos al Tesoro, se genera un arbitraje tasa versus dólar que hace bajar el tipo de cambio. Los agentes económicos venden sus dólares en el mercado para hacerse de pesos y colocarse a tasa. Esto deteriora el tipo de cambio real e impacta en la cuenta corriente del balance de pagos.

Recordemos que la cuenta corriente incluye el saldo de balance comercial, el neto de turismo, de utilidades y dividendos, transferencias unilaterales e intereses de la deuda externa.

En la medida que el tipo de cambio cae en términos reales por el arbitraje tasa versus dólar y el estado toma más deuda y, consecuentemente, tiene que pagar más intereses de la deuda externa, el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos tiende a crecer.

Incluso el tipo de cambio real artificialmente bajo induce a déficit en el saldo de turismo y con un balance comercial que tiende a ser negativo.

El gráfico previo muestra la relación entre la cuenta corriente del balance de pagos y el PBI. Actualmente el déficit de la cuenta corriente está en casi 5 puntos del PBI.

Un alto desequilibrio sostenido derivó en crisis sistémicas

Con la crisis de la tablita cambiaria de Alfredo Martínez de Hoz, en febrero de 1982, se produjo con un déficit de 6 puntos del PBI. Entre el 97 y el 99 estuvo levemente por encima de 4% del PBI y la convertibilidad del 1 a 1 en los noventa, se aguantó la crisis del sudeste asiático, la crisis rusa y la devaluación de Brasil en enero de 1999, que además venía de bancarse la crisis del tequila en 1995.

De manera que no me animaría a poner un número de déficit de cuenta corriente a partir del cual se termina el financiamiento externo, pero sí podemos afirmar que el modelo no es sustentable porque en la medida que aumente el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos hay mayor tensiones de devaluación del peso salvo que ingresen más capitales.

¿Por qué el déficit de cuenta corriente del balance de pagos genera tensiones de devaluación del peso? Porque la demanda de divisas es mayor a la oferta.

El saldo de balance comercial tiende a ser negativo por el atraso del tipo de cambio y por los intereses de la deuda externa que crecen en la medida que crece el stock de deuda para financiar el déficit fiscal.

El ingreso de dólares

¿Qué tipo de dólares pueden ingresar para evitar la devaluación del peso?

Capitales de corto plazo que apuestan a la zanahoria de la tasa de interés.

Capitales para ser invertidos en el sector real de la economía o deuda que toma el sector público.

Actualmente nos movemos con ingresos de dólares por la zanahoria de la tasa y por la deuda externa, aunque últimamente las presiones sobre el mercado de cambios obligaron al BCRA a desprenderse de más de USD 1.700 millones para evitar una abrupta suba del tipo de cambio, lo cual indica que ya no estamos en un mercado libre de cambios.

En rigor nunca lo estuvimos porque antes que el BCRA saliera a vender divisas al mercado para frenar la suba, lo frenaba indirectamente subiendo la tasa de interés.

Déficit gemelos

El riesgo que hoy se observa es que la existencia de déficit gemelos genera tensiones en el mercado de cambios. Si uno observa nuevamente el gráfico se puede ver que luego de la devaluación del 2002 y la suerte de embocar altos precios para las materias primas, el superávit de cuenta corriente empieza a bajar hasta ser negativo en 2010 en la medida que el tipo de cambio real va cayendo al punto que Cristina Fernández establece el cepo a los pocos días de lograr la reelección y va mantenerse en todo su segundo mandato con un cepo cambiario cada vez más feroz.

El superávit de cuenta corriente empieza a bajar hasta ser negativo en 2010 en la medida que el tipo de cambio real va cayendo

Si bien se eliminó el cepo cambiario, no se eliminó el problema de fondo que es el déficit fiscal. Antes se financiaba con emisión monetaria y ahora contra deuda externa que también se transforma en pesos y por eso no pueden bajar la tasa de inflación.

Pero lo cierto es que a partir del 2010 el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos va aumentando y hoy todo depende del ingreso de capitales. Dado que no se produjo la lluvia de inversiones, el modelo ya no es hiperdependiente de un feroz cepo cambiario, sino de conseguir financiamiento externo, es decir, que el gobierno logre mantener un flujo de ingresos vía deuda pública.

Ese financiamiento nadie sabe cuánto puede durar. Pueden ser años o meses. Por eso mejor abrir el paraguas antes que se largue con todo y todos sabemos qué significa abrir el paraguas a tiempo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

 

 

Gasto público, Estado y Poder

Por Gabriel Boragina Publicado  el 2/7/17 en: http://www.accionhumana.com/2017/07/gasto-publico-estado-y-poder.html

 

Hay quienes parecen creer que un gasto público elevado queda “justificado” cuando los recursos de los que dispone el gobierno son mayores a ese gasto, es decir cuando existe un superávit primario. Una situación que se presentó en algún momento en -por ejemplo- el caso brasileño :
“Para un observador externo, podría parecerle que el gobierno brasileño lleva una vida consistente, ganando más de lo que gasta. Cada día el gobierno cuenta con más y más mecanismos técnicos para recolectar impuestos, y la lucha contra la evasión fiscal es cada vez más eficiente.
Sin embargo, todas estas mejoras en la eficiencia tributaria no parecen verse reflejadas en la calidad del gasto público. Las inversiones en educación básica, infraestructura y salud no han corregido un estilo de vida bastante desigual entre los brasileños.”1
El autor citado centra su critica en la “mala calidad” del gasto. Lo que permite inferir que, si -a criterio de él- la calidad del gasto fuera mejor, toda la parafernalia tributaria se encontraría -de alguna manera- “justificada”. De ser esta la interpretación correcta del párrafo anterior, ya hemos expresado de nuestro lado la opinión de que el superávit fiscal -cualquiera sea su causa- podría ser considerado un síntoma de “buena salud fiscal”, lo que significará -en todos los casos- otro en sentido contrario O sea, -por contrapartida- ha de ser visto como otro síntoma equivalente pero de mala salud en el sector privado.
La prensa, muchos académicos y -por supuesto- los políticos suelen presentar como una buena noticia la aparición de cualquier superávit fiscal, cuando -nuevamente- representa una buena noticia para el sector público, y la misma noticia sera muy mala para el sector privado. En cualesquier caso significará que se le están quitando a la gente más recursos de los que esa misma gente estaría dispuesta a entregar al gobierno, suponiendo que puedan tomarse los gastos previstos en el presupuesto como una “expresión” del voto de la ciudadanía (cuestión -a nuestro juicio- bastante alejada de la realidad).
“Si Brasil desea establecer un ejemplo exitoso para sus vecinos, deben seguirse algunos puntos:[…] aprobar instrumentos legales para contener el crecimiento del Estado, al tiempo que se fortalece su papel de guardián de la seguridad pública, proveedor de la educación básica y fuente de políticas para combatir problemas relacionados con la pobreza (por ejemplo, reducción del gasto público y/o disminución de la carga tributaria)”2
Un estado mínimo garantizará -en cualquier caso- una mayor eficiencia económica Pero, bien puede ocurrir que la sociedad y sus dirigentes -no especializados precisamente en materia económica- piensen en conjunto que es “misión” de los gobiernos proveer a todas las necesidades de la gente. Esta errónea concepción económica y legal (porque, asimismo, implica una determinada teoría sobre derechos y obligaciones que incluyen tanto al estado-nación como a sus miembros) es la que tiene -como inexorable consecuencia- los gobiernos elefantiásicos que estamos tan acostumbrados a ver. En nuestra opinión, el tamaño del “estado” no ha de medirse tanto por la cantidad de funciones que este cumple, sino más bien por la cuantía de los recursos que los gobiernos destinan a esas actividades.
Otro caso similar al antes analizado de Brasil se presenta en el Ecuador:
“Para que un país alcance una calificación alta, deberá proveer protección segura de la propiedad privada, asegurar el cumplimiento de los contratos y contar con una moneda estable. También debe mantener bajos impuestos, limitarse en la creación de barreras al comercio doméstico e internacional, y depender completamente en los mercados antes que en los gastos del gobierno y las regulaciones en la asignación de recursos y bienes.”3
Lamentablemente, estas sanas recomendaciones -que son enteramente aplicables, no solamente al Ecuador sino, a todos los países del mundo sin distinción de tiempos- son poco atendidas Por su propia naturaleza, los gobiernos tienden a crecer, y cuando esto ocurre el efecto que aparece indefectiblemente es el de una disminución de la actividad económica privada, presentándose el resultado de un juego de suma cero, es decir, un gobierno grande significará siempre un sector privado pequeño. Quienes más se perjudican de esta consecuencia serán las pequeñas y medianas empresas y los particulares, en especial los asalariados.
“En el Ecuador la función judicial ha estado influenciada por los partidos políticos que continuamente han forcejeado para conseguir una cuota de miembros de la Corte Suprema y otras organizaciones del sistema judicial a nivel regional, así como de los tribunales electorales y organismos de control del gasto público”.4
Algo similar ha ocurrido en la Argentina y -seguramente- lo indicado ha de ser un problema en varios países de la región. Aquí es oportuno recordar que, la esencia de un sistema republicano reside -precisamente- en la división de podres. Su vigencia -entre otros efectos- contribuye a mantener un gasto público en niveles reducidos, ya que, en el punto, un poder deberá hacer de balance y contrapeso de los restantes. Pero, cuando los políticos pujan por predominar en todos los poderes (no solamente el judicial, sino también el ejecutivo y el legislativo) el sistema republicano se resiente y se desvirtúa, toma dimensiones crecientes la corrupción y esto -obviamente- eleva a proporciones importantes el gasto estatal.
De alguna forma, la cita siguiente expresa lo anterior:
“La mayor parte de los gobiernos reconoce los nuevos retos pero enfrenta la realidad cotidiana de cotos de poder, presiones por aumentar el gasto público, llamadas a resolver problemas particulares y a aplicar conceptos que ya no operan, pero que siguen dominando el discurso político y el debate burocrático.”5
Hay una cierta uniformidad en la acción de todos los gobiernos que desdibuja sus posibles o declamadas diferencias ideológicas. Quien aspira a gobernar se ve -de cierta forma- condicionado por el estado cultural de su pueblo y las inclinaciones ideológicas dominantes dentro de la sociedad. Esto hace que los gobernantes (pese a tener conciencia de lo malo que significa encarar políticas de neto corte estatista) se inclinen, por razones de índole electoral y a pesar de sus intimás convicciones, a adoptarlas.
No estamos seguros que -como dice la cita- sea la situación de “La mayor parte de los gobiernos”. Quizás resulte un tanto exagerada la generalización si tenemos en cuenta que, dentro del vocablo “gobierno” englobamos los tres “poderes” del mismo (ejecutivo, legislativo y judicial). Quizás fuera más realista decir que muchos miembros de esos poderes reconocen la predicha problemática.
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1Claudio Djissey Shikida. Instituto Liberdade, Brasil, “Brasil: De la Substitución de Importaciones al siglo XXI: ¿Qué queda por hacer?”. En Libre Comercio en las Américas. Editado por Juan Carlos Hidalgo. ISBN 1-905041-11-X. publicado por International Policy Network, Reino Unido. pag. 23
2Djissey Shikida, C. Ob. Cit. Pág 24.
3Enrique Ampuero Pareja. Instituto Ecuatoriano de Economía Política, Ecuador.“El Ecuador no puede prosperar con un Estado de Derecho Débil”. En Libre Comercio en las Américas. Editado por Juan Carlos Hidalgo. ISBN 1-905041-11-X. publicado por International Policy Network, Reino Unido. Pág 33
4Ampuero Pareja, E. Op. Cit. Pág 35
5Rolf Lüders. Luis Rubio-Editores. Estado y economía en América Latina. Por un gobierno efectivo en la época actual. CINDE CIDAC. Pág 3.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Para qué aprobar un Presupuesto.

Por Aldo Abram: Publicado el 16/9/14 en: http://opinion.infobae.com/aldo-abram/2014/09/16/para-que-aprobar-un-presupuesto/

 

El proyecto de Presupuesto 2015 que presentó ayer el Gobierno en el Congreso de la Nación está más cerca del relato que de la realidad de los argentinos. Muestra una administración que sigue pretendiendo dibujar el gasto, el superávit y el índice de precios.

A esto se suma la irresponsabilidad de algunos legisladores nacionales que aprueban y convalidan presupuestos alejados de la realidad como éste, incumpliendo uno de sus roles como representantes de la ciudadanía, que es sancionar y controlar de qué manera el Gobierno gasta el dinero de los contribuyentes.

La primera mentira del Presupuesto tiene que ver con los cálculos que se vienen haciendo desde hace años en cada presupuesto con respecto al Gasto Primario y al Superávit Primario, sin asidero en la realidad.

El Gobierno alimenta el relato del Presupuesto desde hace años. En 2012 remitió al Congreso un Presupuesto que estimaba una suba en el Gasto Primario del 15,5%, cuando en realidad en todos los años de gestión de los Kirchner esta suba nunca fue menor al 20%, y en los años de los gobiernos de Cristina Kirchner nunca fue menor al 29%. Sin embargo, en 2012, el oficialismo insistió en que la suba de este gasto no iba a superar el 15,5%.

Podría decirse entonces que se equivocaron, que a cualquiera le puede pasar. Pero cuando se ve que en el Presupuesto 2014 estimaron la suba del Gasto Primario en un 15,6%, queda claro que no se trata de un error. Con los datos ya conocidos a junio, la suba del gasto en 2014 sería al menos el triple que ese 15,6 por ciento.

La mentira se vuelve más obvia aun cuando el Ejecutivo presenta el Presupuesto 2015 asumiendo que el Gasto Primario en el próximo año va a subir solamente un 13,1%, cuando como vienen las cosas hasta el momento, es probable que el gasto termine siendo cuatro veces esa cifra.

La pregunta es por qué y para qué se aprueba un Presupuesto si el Gobierno termina gastando lo que quiere, sin límites y hasta tiene la facultad delegada -e inconstitucional- de cambiar a su antojo el destino de las partidas.

Algo análogo sucede con el Superávit Primario. En 2013 se lo estimó en 59.256 millones de pesos y en realidad no sólo no existió tal superávit, sino que se produjo un déficit de 22.479 millones. Luego, para 2014, se presupuestó un Superávit Primario de 78.117 millones y es probable que este año volvamos a tener déficit a niveles parecidos a los del año pasado. Es insólito que vuelvan a insistir en que van a tener Superávit Primario, cuando es evidente que eso no sucederá.

 

Datos falseados

La segunda mentira del Presupuesto 2015 tiene que ver con los datos económicos que allí se exhiben. Este Presupuesto 2015 es la confirmación de que el cambio en las estadísticas en el Indec ha quedado en la historia. El hecho de que en el proyecto estimen un crecimiento del 0.5% cuando hay recesión en todos los sectores y la caída de la actividad es evidente habla de que este nuevo Presupuesto es un dibujo y de que el Gobierno sigue acomodando el relato para ocultar la recesión y la inflación.

Cuando se dio a conocer el nuevo Indice de Precios oficial en enero se generó entusiasmo entre los diversos actores de la economía, porque la nueva medición oficial reflejaba cerca del 80% de lo que medía el cálculo de inflación de los privados (IPC Congreso). Pero a medida que transcurrieron los meses el nuevo índice fue alejándose más y más de la realidad, registrando hoy una brecha del 50% respecto del IPC Congreso. De seguir así, y de acuerdo a lo que marca la evolución de precios que se calcula en el Presupuesto 2015, la tendencia a futuro sería que el Indice de Precios oficial sólo refleje el 35 o 40% de lo que pasa realmente con los precios. Esto quiere decir que los ciudadanos seguirán siendo engañados por las estadísticas oficiales de precios y que habrá que despedirse de cualquier posibilidad de normalizar la relación con el Fondo Monetario Internacional y demás organismos multilaterales.

 

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .

Importante deterioro fiscal

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 2/6/14 en: http://economiaparatodos.net/importante-deterioro-fiscal/

Con una demora difícil de entender, Secretaria de Hacienda finalmente informó el resultado fiscal (base caja) del mes de marzo. Este era un dato que estaba siendo esperado, no sólo para ver la evolución de las deterioradas cuentas fiscales, sino porque cierra los datos del primer trimestre del 2014. Las dudas sobre los números fiscales no son menores. El desprestigio de los indicadores económicos trasciende al Indec (incluso sobre las series “corregidas”). La contabilidad creativa de Secretaria de Hacienda y la demora (sin explicaciones) generan entendibles dudas sobre la precisión de los números informados. Incluso el BCRA no siempre parece comportarse de acuerdo al nivel de reservas que dice tener.

No obstante, si tomamos los números informados por hacienda, vemos un importante deterioro fiscal. ¿Cuál es la situación al cierre del primer trimestre y que proyección dan estos números para el resto del 2014? ¿Y cuál es el impacto de esta proyección sobre la inflación futura?

Los resultados fiscales arrojan un superávit primario de 3.570 millones de pesos. Sin embargo, se ve un récord de transferencias del BCRA y ANSES (principalmente BCRA) por unos 12.900 millones. El superávit primario, por lo tanto, se reduce a un déficit de -9.330 millones. Si a este ajuste le sumamos la salida y entrada de recursos por pagos y cobros de intereses el déficit financiero de marzo se encuentra en -17.300 millones.  El resultado financiero de enero y febrero fue de -6.200 millones y -9.500 millones respectivamente, llegando a un acumulado de -33.300 millones en el primer trimestre. En el 2013, este nivel de déficit financiero se encuentra entre los meses de junio y julio. En el 2012 lo encontramos entre agosto y septiembre. Es decir, el deterioro de las cuentas fiscales muestra una importante aceleración.

En términos de PBI (base 2004), el déficit financiero del 2012 y del 2013 fue de un 3.1% y 3.7% respectivamente. Para ver la situación al primer trimestre del 2014 podemos estimar el PBI nominal al primer trimestre usando el promedio de caída en la actividad económica de marzo contra marzo de distintos indicadores de actividad económica [EMAE, EMI, ISAC, IGA(OJF), IPI (OJF) e IPI (FIEL)]. Con esta estimación del PBI trimestral el déficit financiero se ubica en un 1.2%, lo que, de mantenerse la tendencia, da un 4.6% a fin del 2014. Prácticamente un punto más sobre el PBI que el año pasado.

El siguiente cuadro muestra la evolución marzo 2013 contra marzo del 2014 de los distintos componentes de los ingresos y los gastos junto a la tasa de inflación (la inflación de 12 meses de marzo 2014 es la mayor desde enero del 2003). Del cuadro resaltan dos cosas importantes. En primer lugar, el resultado financiero (ajustado) es más del doble de lo que lo era en marzo del 2013. En segundo lugar, el único ingreso que ha aumentado en términos reales son las transferencias del BCRA y ANSES (rentas de la propiedad). Las contribuciones de seguridad social muestran un claro deterioro real. Si bien los ingresos tributarios no muestran una caída real, es importante tener en cuenta la presión fiscal ha ido en aumento (por ejemplo, al no actualizar los mínimos no imponibles). Por el lado de los gastos, el único que ha crecido menos que la inflación es la seguridad social (notable resultado para un gobierno que no se cansa de levantar la bandera de la consciencia social, lo “progre”, y ser “Nac&Pop”).

CUADRO 1

El deterioro de las cuentas fiscales tiene, a su vez, un impacto en las expectativas inflacionarias a futuro. El BCRA no expande la base monetaria para dar liquidez al mercado financiero, sino que lo hace para financiar al tesoro. De allí que el déficit financiero y la inflación estén correlacionados en Argentina. El siguiente gráfico muestra el déficit financiero acumulado para el 2012 (rojo), el 2013 (azul), y el proyectado para el 2014 (negro). El 2014 muestra los datos conocidos hasta marzo y en punteado proyecta una evolución fiscal que es el promedio de la evolución fiscal de los años 2012 y 2013. Es decir, es un escenario “optimista” donde se asume que la situación fiscal de aquí en adelante no es menor ni peor a la de los dos últimos años (en promedio.) Hay razones, sin embargo, para sospechas que la situación fiscal puede empeorar. Todos los indicadores de actividad están dando a la baja, por lo que la recaudación fiscal puede desacelerarse (o incluso reducirse). Se han firmado nuevos planes sociales (los “ni-ni”) que pueden aumentar el gasto público. O el  primero desembolso del pago al Club de París.

Gráfico 1

Esta proyección resulta en un déficit financiero de -290.800 millones a para el 2014. ¿Qué implica esto para la presión inflacionaria? En lo que queda del año, tomando esta proyección como escenario base, quedan por financiar unos 256.900 millones. La base monetaria a fin de marzo se encuentra en unos 349.000 miles de millones. Si el déficit restante se financia con emisión monetaria, entonces la base monetaria debe expandirse un (ciertamente importante) 74%. Desde el 2006 que la base monetaria no supera una expansión del 40% anual (38% y 22.8% para el 2012 y 2013 respectivamente.) De no haber caída en la actividad económica y de no disminuir la demanda de persos, lo que resta del año puede resultar en una presión inflacionaria del 74% (a distribuirse en varios meses, la expansión monetaria afecta precios con lags importantes).

En los últimos meses se ha sugerido, desde ciertos sectores del oficialismo, que la inflación estaba en baja. Esta postura se basa en dos datos, menores tasas de inflación en febrero/marzo y una reducción en la base monetaria por parte del BCRA (-7.5% para el primer trimestre del 2014). El primer argumento es prematuro, dado que la inflación de febrero y marzo suele ser menor a la del promedio anual (estacional). De hecho, la inflación de febrero y marzo del 2014 fue superior a la de los mismos meses del 2013. El segundo argumento es curioso cuando tanto énfasis se pone en negar que la inflación sea un fenómeno monetario (y mucho menos responsabilidad del BCRA.) Hasta que se dieron a conocer los datos fiscales de marzo había dos fuerzas tirando las expectativas de inflación en sentido contrario. Por un lado la reducción de base monetaria y por el otro el déficit fiscal. El deterioro que marcan los datos de marzo muestran altas probabilidades de que la inflación se acelere de aquí en adelante.

Es necesario, sin embargo, hacer dos aclaraciones. En primer lugar, la inflación no depende, estrictamente hablando, de la base monetaria, sino que depende de agregados monetarios más amplios como M2. La base monetaria y M2, sin embargo, se vienen expandiendo al mismo ritmo; pero este no tiene por qué ser el caso, como sucede en Estados Unidos desde la crisis subprime (dato elemental que los defensores del modelo parecen ignorar y tanto los confunde en por qué no hay alta inflación en el país del Norte). En segundo lugar, el efecto en el nivel de precios de la expansión monetaria tiene un lag de varios meses (otra cuestión elemental que los economistas K parecen ignorar al querer comprar expansión monetaria e inflación año a año en lugar de tomar períodos más largos para capturar los lags).

Debería ser evidente para quienes se dicen opositores al modelo, que una seria discusión sobre como reestructurar el gasto público es necesario, por no decir apremiante a medida que avanza el tiempo. Si la oposición se niega a cortar el déficit de programas de “bajo impacto social” como Futbol Para Todos o el de Aerolíneas Argentinas, van a tener que ser muy creativos para poder solucionar estos desequilibrios. La primera lección de política económica es que no son las buenas intenciones las que generan buenos resultados económicos, sino las consistentes políticas económicas.

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE) y Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.