Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos

Por Alberto Benegas Lynch (h): Publicado el 27/11/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/11/27/javier-milei-una-pildora-demasiado-grande-para-timoratos/?outputType=amp-type

Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos (Adrián Escandar)

Los argentinos desde hace décadas venimos transitando épocas muy difíciles rayanas en la peligrosidad extrema. Los discursos políticos resultan anacrónicos y fracasados por donde se los mire. Todos padecen la situación pero de modo especial los más vulnerables. De un corto tiempo a esta parte irrumpe en el escenario político Javier Milei con un discurso a contracorriente de lugares comunes y propone nada más y nada menos que la libertad con una profundidad no vista en los últimos largos tiempos en nuestro medio con lo que ha influido a mucha gente y corrido notablemente la parla de otros espacios políticos.

Milei reitera que ha venido “a despertar leones y no a guiar corderos”, que su presencia es transitoria y que lo relevante son las ideas y no las personas en cuyo contexto combate con vigor toda manifestación totalitaria y para contrarrestarlas formula propuestas que en esta nota periodística vamos a resumir a vuelo de pájaro algunas pocas al efecto de ilustrar las posiciones que representa su partido. Lo hacemos en forma de decálogo.

Primero, el ambientalismo. De un tiempo a esta parte los socialismos se han agazapado en el llamado ambientalismo como una manera más eficaz de liquidar la propiedad privada: en lugar de decretar su abolición al estilo marxista, la tragedia de los comunes se patrocina con mayor efectividad cuando se recurre a los llamados “derechos difusos” y la “subjetividad plural” a través de lo cual se abre camino para que cualquiera pueda demandar el uso considerado inadecuado de lo que al momento pertenece a otro.

El fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman, el premio Nobel en física, Ivar Giaever y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore, sostienen que el denominado ambientalismo se basa en un fraude en el sentido de tergiversación de estadísticas. El aumento en la temperatura en el planeta Tierra se ha elevado medio grado en el transcurso del último siglo y fue antes de que aparecieran los gases que fueron inyectados por los humanos en la atmósfera (principalmente dióxido de carbono). También apuntan que en la época de los dinosaurios, en la Tierra el nivel de dióxido de carbono era entre cinco y diez veces superior al actual lo cual contribuyó a la riqueza de la vegetación, épocas en las que la Tierra era a veces más calurosa y húmeda y otras de enfriamiento y sequedad.

Respecto a la preocupación por la extinción de especies animales. Por ejemplo, es cierto que muchas especies marítimas están en vías de extinción debido a la antes mencionada tragedia de los comunes. Esto hoy no sucede con las vacas, aunque no siempre fue así: en la época de la colonia, en buena parte de América Latina el ganado vacuno se estaba extinguiendo debido a que cualquiera que encontrara un animal podía matarlo, engullirlo y dejar el resto en el campo para las aves de rapiña. Lo mismo ocurría con los búfalos en Estados Unidos. Esto cambió cuando comenzó a utilizarse el descubrimiento tecnológico de la época: la marca, primero, y el alambrado luego que clarificaron los derechos de propiedad. Lo mismo ocurrió con los elefantes en Zimbabwe, donde, a partir de asignar derechos de propiedad de la manada se dejó de ametrallarlos en busca de marfil.

En cuanto al temor por la desaparición del agua, el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe: “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas”. El planeta está compuesto por agua en sus dos terceras partes, aunque la mayoría es salada o está bloqueada por los hielos. Sin embargo, hay una precipitación anual sobre tierra firme de 113.000 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000. Eso deja un neto de 41.000, capaz de cubrir holgadamente las necesidades de toda la población mundialSin embargo, se producen millones de muertes por agua contaminada y escasez. Tal como ocurre en Camboya, Ruanda y Haití, eso se debe a la politización de la recolección, el procesamiento y la distribución del agua. En esos países la precipitación es varias veces superior a la de Australia, donde no tienen lugar esas políticas y en consecuencia no ocurren esas tragedias.

En otras palabras, con el argumento de cuidar la propiedad del planeta Tierra se liquida la institución de la propiedad vía las antedichas figuras lo cual daña gravemente al planeta.

Segundo, la banca central cuya política solo puede encaminarse en una de tres direcciones: expansión, contracción o dejar inalterada la base monetaria. Cualquiera de estos caminos distorsionan los precios relativos, los cuales son los únicos indicadores para operar en el mercado por lo que se estimula el derroche que indefectiblemente repercute negativamente en los salarios e ingresos en términos reales. Por ello es que resulta indispensable la liquidación del Banco Central y el curso forzoso permitiendo que la gente revele su preferencia en cuanto al activo monetario tal como, entre otros, ha sugerido una y otra vez el premio Nobel en economía Friedrich Hayek, como pionero de la nutrida bibliografía hoy disponible.

Tercero, contar con una legislación en materia laboral compatible con una sociedad libre que no trabe la contratación de trabajo, la abrogación de la personería gremial con todos los abusos que de ello se desprende en desmedro de los genuinos trabajadores y la liberación de una patética y sistemática estafa monumental incrustada por un sistema nefasto de inseguridad antisocial jubilatorio.

Cuarto, en relación con el llamado aborto en concordancia con lo consignado por genetistas de renombre internacional y con lo expresado por la Academia Nacional de Medicina de nuestro país: “El niño por nacer, científica y biológicamente es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción”. A veces se ha mantenido que “la madre es dueña de su cuerpo” lo cual es absolutamente cierto pero no es dueña del cuerpo de otro. Es cierto que está en potencia de muchas cosas igual que todo ser humano independientemente de su edad por lo que constituye una arbitrariedad superlativa inventar un momento de la gestación para proceder a la liquidación de esa vida humana como si se produjera una mágica mutación en la especie, lo cual, dicho sea de paso, es una lógica tan arbitraria que puede conducir a la justificación del infanticidio. Un embrión humano contiene la totalidad de la información genética: ADN o ácido desoxirribonucleico. En el momento de la fusión de los gametos masculino y femenino -que aportan respectivamente 23 cromosomas cada uno- se forma una nueva célula compuesta por 46 cromosomas que contiene la totalidad de las características del ser humano.

Solo en base a un inadmisible acto de fe en la magia más rudimentaria puede sostenerse que diez minutos después del nacimiento estamos frente a un ser humano pero no diez minutos antes. Como si antes del alumbramiento se tratara de un vegetal o un mineral que cambia súbitamente de naturaleza. Quienes mantienen que en el seno materno no se trataría de un humano del mismo modo que una semilla no es un árbol, confunden aspectos cruciales. La semilla pertenece en acto a la especie vegetal y está en potencia de ser árbol, del mismo modo que el feto pertenece en acto a la especie humana en potencia de ser adulto.

Quinto, la distinción entre empresarios que para mejorar su situación patrimonial deben ofrecer bienes y servicios que atiendan las necesidades de su prójimo respecto de los prebendarios que aliados al poder de turno explotan miserablemente a los demás a través de privilegios de distinta índole.

Sexto, la insistencia en preservar la democraciaal estilo de los Giovanni Sartori de nuestra época y evitar que se convierta en cleptocracia cuando se desconoce su aspecto medular, cual es el respeto por los derechos de todos en lugar de otorgar prelación al mero recuento de votos tal como ocurre en territorios como el venezolano (que además encajan fraudes groseros).

Séptimo, la trascendencia de la integración al mundo vía el comercio exterior libre de trabasOctavo, la reducción de cargas tributarias para ubicarlas en un nivel para atender con prontitud la seguridad y la JusticiaNoveno, revisar todo el organigrama gubernamental al efecto de reducir el gasto público en aquellas faenas que exceden a la misión específica de una sociedad abierta del modo en que también han insistido otros premios Nobel en economía como Milton FriedmanGeorge Stigler y Gary Becker. En esta línea argumental, facilitar la implementación del genuino federalismo y la consiguiente descentralización del poder en todos los niveles.

Y décimo, apuntar a la no renovación de deuda externasobre la base, por un lado, que implica comprometer patrimonios de futuras generaciones que no han participado en la elección del gobierno que contrajo la deuda y por otro para embretar al monopolio de la fuerza a financiarse exclusivamente con recursos presentes una vez eliminada la denominada autoridad monetaria y cerrado el camino del antedicho endeudamiento externo, lo cual ha sido expuesto en primer lugar por el premio Nobel en economía James M. Buchanan.

Ya sabemos que los liberales no somos una manada y que detestamos el pensamiento único, son esperables disidencias de matices en varias direcciones, desacuerdos que tenemos con nosotros mismos cuando repasamos un texto anterior y nos damos cuenta que podríamos haber mejorado la marca, puesto que como decía Borges “no hay tal cosa como un texto perfecto”, lo cual es aplicable para todos los órdenes de la vida. Hay algunos comentarios que provienen de quienes parece no se percatan en que país vivimos ni que está ocurriendo. Pero en el caso de Milei resultan inauditas algunas de las críticas echadas a correren primer lugar naturalmente por todo el espectro estatista que discrepa radicalmente con la libertad, pero también por envidiosos que buscan pantallas y “la quinta pata al gato” para disfrazar su mala fe y celos crecientes en medio de inventos mentirosos, también por los que no pueden despegarse de “lo políticamente correcto” ni de las telarañas mentales del statu quo y por aquellos que al provenir de tradiciones de pensamiento muy alejadas del liberalismo aunque en tránsito hacia la libertad se alarman y estiman que las propuestas de marras se tornan en una píldora demasiado grande para digerir.

Sin embargo, si las ideas tan sólidas expuestas por Milei se llevaran a la práctica nuestro país volvería a ser ejemplo del mundo civilizado tal como ocurrió cuando los preceptos alberdianos se aplicaron desde la Constitución liberal de 1853 que permitió que los salarios del peón rural y del obrero de la incipiente industria fueran muy superiores a los de Alemania, Francia, Italia y España. Fue la razón por la que la población se duplicara cada diez años y que tuviéramos indicadores equivalentes a los de Estados Unidos. Luego vino la revolución del 30 primero y luego a partir del golpe militar del 43 que sin solución de continuidad hasta nuestros días se vienen aplicando medidas estatistas en grados diversos y, por tanto, con sucesivas crisis que empujan a bajar escalones en todos los rubros y ámbitos posibles que hacen a la calidad de vida, juntamente con una degradación creciente de las instituciones republicanas.

Javier Milei en su previa incursión en los ámbitos académicos ha mostrado gran pericia y conocimiento en las materias de su incumbencia, con especial referencia a los extraordinarios aportes de la Escuela Austríaca liderados por pensadores de la talla de Carl Menger en el origen y continuados por Ludwig von MisesIsrael Kirzner y Murray Rothbard lo cual aquel personaje moderno de la política argentina ha transmitido con gran eficiencia a generaciones jóvenes para que cada uno sepa valorar su independencia y autonomía individual. Estos rasgos han sido destacados por la prensa mundial, como por ejemplo por The Economist de Londres, La Gaceta de Madrid, Le Monde de París y El País de Montevideo que también subrayan el carácter eminentemente moral de ese emprendimiento.

Por último y para cerrar este breve apunte, es pertinente destacar que una cosa es el necesario tendido de puentes electorales con espacios afines para evitar caer en las garras del chavismo local y otra bien distinta es la conducta de un liberal en el Congreso que debe poner de manifiesto su independencia de criterio y no proceder al voto en bloque convirtiendo al Parlamento en una escribanía donde todos proceden como monos en una jaula, lo cual no quita la oposición conjunta a sugerencias del estatismo vernáculo. Esta independencia fue uno de los rasgos que enfatizaron con admiración de los legisladores argentinos los representantes de la Academia Francesa cuando nos visitaron con motivo de la celebración del Centenario en 1910.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Sobre ambientalismo

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/7/20 en: https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/alberto-benegas-lynch/ambientalismo.html

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Con gran ingenuidad y la mejor de las intenciones, es común incurrir en equívocos respecto al cuidado del planeta. Con la idea de proteger la propiedad de la Tierra se suele destruir la propiedad privada con lo cual se termina afectando al globo terráqueo. De un tiempo a esta parte los socialismos se han agazapado al ambientalismo como una manera más eficaz de liquidar la propiedad privada: en lugar de decretar su abolición al estilo marxista, la tragedia de los comunes se patrocina con mayor efectividad cuando se recurre a los llamados “derechos difusos” y la “subjetividad plural” a través de lo cual se abre camino para que cualquiera pueda demandar el uso considerado inadecuado de lo que al momento pertenece a otro.

Antes que nada, subrayamos que toda invasión a la propiedad debe ser castigada, ya se trate de un asalto o de la emisión de monóxido de carbono o del desparramo de ácidos, basura, contagio irresponsable de un virus o cualquier otra acción que lesione derechos de terceros. De más está decir que no se trata de eliminar toda polución, de lo contrario habría que dejar de respirar debido a la contaminación por la exhalación de dióxido de carbono.

Vamos entonces al denominado calentamiento global. El fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman, el premio Nobel en física, Ivar Giaever y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore, sostienen que se trata de un fraude en el sentido de tergiversación de estadísticas puesto que, por una parte, el aumento en la temperatura en el planeta Tierra se ha elevado medio grado en el transcurso del último siglo y fue antes de que aparecieran los gases que fueron inyectados por los humanos en la atmósfera.

El efecto invernadero es controvertido. La opinión dominante es también refutada por  científicos de peso como Donald R. Leal, Fredrik Segerfeldt, Martin Wolf, Terry L. Anderson y Ronald Bailey. Según estas opiniones, en las últimas décadas hay zonas donde se ha engrosado la capa de ozono que envuelve el globo en la estratosfera. En otras se ha debilitado o perforado. En estos últimos casos, los rayos ultravioletas, al tocar la superficie marina, producen una mayor evaporación y, consecuentemente, nubes de altura, que dificultan la entrada de rayos solares. Esto conduce a que mediciones apropiadas en períodos de tiempo razonables revelen enfriamiento neto.

Muchas especies marítimas están en vías de extinción. Esto hoy no sucede con las vacas, aunque no siempre fue así: en la época de la colonia, en buena parte de América latina el ganado vacuno se estaba extinguiendo debido a que cualquiera que encontrara un animal podía matarlo, engullirlo en parte y dejar el resto en el campo. Lo mismo ocurría con los búfalos en Estados Unidos. Esto cambió cuando comenzó a utilizarse el descubrimiento tecnológico de la época: la marca, primero, y el alambrado, luego, clarificaron los derechos de propiedad. Lo mismo ocurrió con los elefantes en Zimbabwe, donde, a partir de asignar derechos de propiedad de la manada se dejó de ametrallarlos en busca de marfil.

Respecto al temor por la desaparición del agua, el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe: «El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas». El planeta está compuesto por agua en sus dos terceras partes, aunque la mayoría es salada o está bloqueada por los hielos. Sin embargo, hay una precipitación anual sobre tierra firme de 113.000 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000. Eso deja un neto de 41.000, capaz de cubrir holgadamente las necesidades de toda la población mundial. Sin embargo, se producen millones de muertes por agua contaminada y escasez. Tal como ocurre en Camboya, Ruanda y Haití, eso se debe a la politización de la recolección, el procesamiento y la distribución del agua. En esos países, por ejemplo, la precipitación es varias veces superior a la de Australia, donde no tienen lugar esas políticas y en consecuencia no ocurren esas tragedias.

Julian Simon y Herman Kahn se detienen a considerar el tema de los recursos naturales referido a los conceptos de sustitución, reciclaje y la tecnología. Estos autores mantienen que hay dos métodos de calcular reservas de recursos naturales. Uno es el de los ingenieros y el otro es el de los economistas. El de los ingenieros se limita a extrapolar el precio y el ritmo de consumo en relación a las reservas físicas estimadas al momento. El método de los economistas, en cambio, consiste en no considerar la extrapolación de una situación estática sino comprender que cuando se considera más urgente un bien el precio se eleva y por ende las reservas se estiran.

Finalmente, la genética ha producido una llamativa revolución al posibilitar mejoras extraordinarias en la calidad de vida en muy diversos planos.  Nos estamos refiriendo a plantas resistentes a plagas y  pestes que, por ende, no requieren el uso de plaguicidas y pesticidas químicos, a la posibilidad de incrementar el valor nutriente, a la capacidad de incorporar ingredientes que fortalezcan la salud (incluyendo la disminución de alergias) y el enriquecimiento de los suelos, tal como ha explicado entro otros el biólogo molecular, premio Nobel en medicina, Richard Roberts. De más está decir que lo que aquí dejamos consignado no es incompatible con que simultáneamente se trabajen otros procedimientos como los alimentos orgánicos para lo que se recurre a fertilizantes producto de la composta o abono orgánico que son el resultado de residuos animales y vegetales.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Para proteger el planeta hay que cuidar la propiedad

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 12/6/17 en http://www.lanacion.com.ar/2032685-para-proteger-el-planeta-hay-que-cuidar-la-propiedad

 

 

Muchos no entienden que si cada uno cuida lo suyo, los recursos naturales también estarán protegidos, sin necesidad de que el Estado se entrometa demasiado

El objeto de esta nota no es debatir la posición del presidente de los Estados Unidos respecto del medio ambiente, basada en su contraproducente noción del mal llamado «proteccionismo», que en verdad desprotege a los consumidores, y el consecuente control estatal del comercio exterior. Tampoco aludirá a las trifulcas internas entre dirigentes políticos estadounidenses respecto del tema en cuestión. En cambio, centra su atención en los lugares comunes a los que adhieren muchos ecologistas que no atienden el rol que cumple el derecho de propiedad para preservar del mejor modo posible los recursos naturales.

A todos nos interesa el futuro del planeta, puesto que en él vivimos y nos afectan las perspectivas para el bienestar de nuestros descendientes. Sin embargo, debemos estar atentos a lo que se ha dado en denominar «la tragedia de los comunes», que puede resumirse en la siguiente idea: lo que es de todos no es de nadie. La asignación de los derechos de propiedad, en cambio, hace que cada uno cuide lo suyo. Quien no lo hace adecuadamente pierde patrimonio. Esto es importante, porque no pocos ambientalistas se basan en «el derecho difuso» y la «subjetividad plural» para intervenir en la propiedad del prójimo aunque no haya nexo causal con una lesión al derecho de quien demanda. Este canal comenzó a utilizarse después del derrumbe del Muro de la Vergüenza en Berlín, como un modo de estatizar. Con el pretexto de cuidar la propiedad del planeta se destruye la institución de la propiedad.

Veamos el caso de la preocupación por la extinción de especies animales. Muchas especies marítimas están en vías de extinción. Esto hoy no sucede con las vacas, aunque no siempre fue así: en la época de la colonia, en buena parte de América latina el ganado vacuno se estaba extinguiendo debido a que cualquiera que encontrara un animal podía matarlo, engullirlo en parte y dejar el resto en el campo. Lo mismo ocurría con los búfalos en Estados Unidos. Esto cambió cuando comenzó a utilizarse el descubrimiento tecnológico de la época: la marca, primero, y el alambrado, luego, clarificaron los derechos de propiedad. Lo mismo ocurrió con los elefantes en Zimbabwe, donde, a partir de asignar derechos de propiedad de la manada se dejó de ametrallarlos en busca de marfil.

Respecto del agua, indispensable para la vida del hombre, el premio Nobel en Economía Vernon L. Smith escribe: «El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas». El planeta está compuesto por agua en sus dos terceras partes, aunque la mayoría es salada o está bloqueada por los hielos. Sin embargo, hay una precipitación anual sobre tierra firme de 113.000 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000. Eso deja un neto de 41.000, capaz de cubrir holgadamente las necesidades de toda la población mundial. Sin embargo, se producen millones de muertes por agua contaminada y escasez. Tal como ocurre en Camboya, Ruanda y Haití, eso se debe a la politización de la recolección, el procesamiento y la distribución del agua. En esos países, por ejemplo, la precipitación es varias veces superior a la de Australia, donde no tienen lugar esas políticas y en consecuencia no ocurren esas tragedias.

En cuanto a la polución, no se trata de eliminarla por completo: respirar supone la exhalación de monóxido de carbono. Se trata de proteger los derechos de propiedad que se infringen cuando se emiten gases tóxicos en cierta escala. En este caso deben preservarse los pulmones y castigar a los infractores, tal como se hace si se arroja basura al jardín del vecino o si altos decibeles molestan al vecindario. Ahora la tecnología permite a través de remote sensoring y de tracers detectar los emisores, sean automotores, fábricas o fuentes equivalentes.

Por su parte, la lluvia ácida se traduce en precipitaciones que incluyen ácido nítrico y ácido sulfúrico provenientes de algunas industrias. Especialmente, de plantas eléctricas que generan emisiones de dióxido de sulfuro y óxido de nitrógeno, que afectan los vegetales e incorporan acidez en los ríos y lagos, con consecuencias negativas para las especies que allí se desarrollan.

El efecto invernadero, al igual que los otros casos mencionados, es controvertido. La opinión dominante es refutada por academias y científicos de peso como Robert C. Balling, Donald R. Leal, Fredrik Segerfeldt, Julian Simon, Martin Wolf, Terry L. Anderson y Ronald Bailey. Según estas opiniones, en las últimas décadas hay zonas donde se ha engrosado la capa de ozono que envuelve el globo en la estratosfera. En otras se ha debilitado o perforado. En estos casos, los rayos ultravioletas, al tocar la superficie marina, producen una mayor evaporación y, consecuentemente, nubes de altura, que dificultan la entrada de rayos solares. Esto conduce a un enfriamiento del planeta, que se verifica con adecuadas mediciones tanto desde la tierra como desde el mar.

Se sostiene también que el fitoplancton consume diez veces más dióxido de carbono que todo el liberado por los combustibles fósiles. Y que las emisiones de dióxido de sulfuro a través de aerosoles compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que produce el mencionado enfriamiento. El Executive Committee of the World Meteorological Organization de Ginebra concluye: «El estado de conocimiento actual no permite realizar predicciones confiables acerca de la futura concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima».

En cualquier caso, siempre debe tenerse muy presente el balance neto de cada medida que se adopta. Por ejemplo, al conjeturar que los clorofluorcarbonos destruyen las moléculas de la capa de ozono a causa del uso de refrigeradoras y aparatos de aire acondicionado, combustibles de automotores y ciertos solventes para limpiar circuitos de computadoras, hay que considerar las intoxicaciones que se producen debido a refrigeraciones y acondicionamientos deficientes de la alimentación, como también de los accidentes automovilísticos debido a la fabricación de automotores más livianos.

En resumen, no cabe repetir un lado de la argumentación por el hecho de que el poder de lobby sea mayor, como el que se pone de manifiesto en el Acuerdo de París. En cambio, debemos analizar con detenimiento las distintas posiciones, sobre todo cuando se trata de un tema tan delicado. A veces la arrogancia impide advertir que los cambios más radicales en el planeta tuvieron lugar antes de la Revolución Industrial, lo cual incluye las notables bajas en el mar (se podía cruzar a paso firme el estrecho de Bering y las especies y las temperaturas se modificaron grandemente).

En estos debates es necesario prestar atención a los diversos andamiajes analíticos y despejar telarañas mentales. Tampoco encerrarse en la creencia de que los aparatos estatales deben intervenir, apartándose de su misión específica en una sociedad libre en relación con la protección de los derechos de propiedad. En este contexto, cuando hay lesiones a los derechos, los responsables deben ser penados. Si el Estado se entromete en otras direcciones, habrá desajustes y arbitrariedades. Esperemos que no ocurra, como apunta Gustave Le Bon: «No es más fácil discutir con el poder de las muchedumbres que con los ciclones».

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

DEBATE SOBRE ECOLOGÍA

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Otras veces he escrito sobre este delicado e importante tema, en esta ocasión repito lo dicho puesto que ha vuelto a surgir el asunto con renovada fuerza. Nada es perfecto al alcance de los mortales, de lo que se trata es de minimizar problemas y facilitar la vida de la gente en todo lo que resulte posible.

 

La vertiente más popular que pretende encarar los problemas del medio ambiente aparece también como la forma mas contundente de estrangular las bases de la sociedad abierta. Paradójicamente, en este caso, para preservar la propiedad del planeta se destruye la propiedad a través de las figuras de la “subjetividad plural” y los “derechos difusos” que permiten demandar frente a cualquier uso considerado indebido de lo que pertenece a otro, alegando la defensa de “la humanidad”. Garret Hardin acuñó la expresión “ la tragedia de los comunes” para ilustrar el despilfarro y el uso desaprensivo de lo que es de todos que, en la práctica, no es de nadie, en contraste con los incentivos de cuidar y mantener lo que es propio cuando se asignan derechos de propiedad.

 

Con razón se considera el agua indispensable para la vida del ser humano. Somos agua en un setenta por ciento y el planeta está compuesto en sus dos terceras partes por agua aunque la mayor proporción sea salada y en otra se encuentre atrapada por los hielos. F. Segerfeld nos informa que la precipitación anual sobre tierra firme es de 133.500 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000, lo cual deja un neto de 41.500 que significa nada menos que 19.000 litros por día por persona en el planeta. A pesar de esto, se mueren literalmente millones de personas por año debido a la falta de agua o por agua contaminada.

 

El autor explica que esto se debe a la politización de ese bien tan preciado, situación que no ocurre cuando la recolección, purificación y distribución se encuentra en manos privadas, que si quieren prosperar deben atender los requerimientos del público sin favores ni componendas con el poder gubernamental del momento. Ejemplifica con los casos de Ruanda, Haití y Camboya donde las precipitaciones son varias veces mayores que en Australia, pero en los primeros casos hay crisis de agua mientras que esto no ocurre en el segundo por las razones apuntadas. Por esto es que el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe que “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas” y, en el mismo sentido, Martin Wolf, editor asociado del Financial Times, apunta que “el agua es demasiado importante para que no esté sujeta al mercado”.

 

La conservación de especies animales es un caso paradigmático. Las ballenas se extinguen, lo cual no sucede con las vacas. Esto último no siempre fue así. En la época de la colonia se aniquilaban las vacas simplemente para usar un trozo de cuero o para comer algo de carne, situación que hizo que muchos mostraran su preocupación por la posible extinción de esos animales, hasta que apareció la revolución tecnológica del momento: primero la marca y luego el alambrado que permitieron asignar derechos de propiedad y así conservar y reproducir el ganado vacuno.

 

En África, se asignaron derechos de propiedad sobre la manada de elefantes en Zimbabwe, mientras que en Kenya es de propiedad común. En este último caso en solo once años la población de elefantes se redujo de 167.000 a 16.000, mientras que en el mismo período se elevó de 40 a 50.000 en Zimbabwe a pesar de contar con un territorio mucho más desventajoso que el de Kenya. En este caso se incentiva a que se ametrallen elefantes en busca de marfil ya que nadie está interesado en conservar y multiplicar la manada como sucede en el primer lugar.

 

Claro que la institución de la propiedad privada no significa que se conservarán todas las especies animales, por ejemplo, es poco probable que el hombre deje de consumir antibióticos para conservar bacterias ya que esto pondría en riesgo la supervivencia de la especie humana. Tampoco es probable que se deseen conservar las cucarachas. En la misma línea argumental, si bien es cierto que las emanaciones de monóxido de carbono deben ser castigadas puesto que significan la lesión de derechos de terceros, la polución cero es imposible puesto que requeriría que nos abstengamos de respirar ya que al exhalar estamos contaminando.

 

En estos momentos se debate acerca del “efecto invernadero” o calentamiento global debido al debilitamiento o perforación de la capa de ozono que envuelve al globo en la estratófera. Sin embargo, hay científicos como D.L. Hartmann y D. Doeling que sostienen en un trabajo publicado en el Journal of Geophisical Research que en muchas extensiones ha habido un engrosamiento de la capa de ozono y allí donde se ha perforado hace que al penetrar los rayos ultravioletas y tocar la superficie marina se genere mayor evaporación y, consecuentemente, nubes de altura, lo cual, a su vez, dificulta la entrada de rayos solares y esto provoca un enfriamiento del planeta.

 

Por su parte, R.C. Balling señala que “La atmósfera de la Tierra se ha enfriado en 0.13 grados centígrados desde 1979 según las mediciones satelitales […] A pesar de que modelos computarizados del efecto invernadero predicen que el calentamiento mayor ocurrirá en la región ártica del hemisferio norte, los registros de temperatura indican que el ártico se ha enfriado en 0.88 grados centígrados durante los últimos cincuenta años”. El mismo autor enfatiza que, debido a su efecto de enfriamiento, el dióxido de sulfuro provocado por aerosoles mas que compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

 

En este último sentido y debido a las alarmas del tipo de las expuestas recientemente en nuestro país por Al Gore, es de interés citar una declaración del Excecutive Committee of the World Metereological Organization en Ginebra, que mantiene que “el estado presente del conocimiento no permite ninguna predicción confiable respecto del futuro de la concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima”. También es importante subrayar que el fitoplancton consume dióxido de carbono en una proporción mayor que todo lo liberado por los combustibles fósiles y que los desajustes cíclicos en la capa de ozono se deben en buena medida a fenómenos metereológicos como las erupciones volcánicas.

 

Por otro lado, en estas situaciones siempre hay trade-offs que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, se afirma que los clorolfuorcarbonos son responsables de la destrucción de las moléculas de la capa de ozono debido a las emisiones que provocan los refrigeradores, equipos de aire acondicionado, combustibles de automotores y ciertos solventes para limpiar circuitos de computadoras. El trade-off aparece cuando se documentan las intoxicaciones que se producen debido a la deficiente refrigeración y acondicionamiento de la alimentación y cuando se exhiben estadísticas de los aumentos de accidentes viales debido a la fabricación de automotores mas livianos.

 

En cualquier caso, donde se detecta una lesión al derecho debe procederse a la rectificación pero para cuidar los recursos naturales debe despolitizarse el proceso y abstenerse de la actitud arrogante de pretender la manipulación del ecosistema por parte de la burocracia estatal y permitir que la compleja información dispersa pueda ponerse de relieve a través de los precios. Cuando se conjetura que cierto recurso será mas escaso o se atribuye mayor valor para usos alternativos, los precios se elevan lo cual fuerza a reducir el consumo, al tiempo que se incentiva la investigación y desarrollo de variantes sustitutivas y, en su caso, el reciclaje.

 

La sociedad abierta permite establecer los ritmos de crecimiento óptimos y asignar los recursos de la manera mas adecuada a las necesidades presentes y futuras. La intromisión del aparato estatal en la producción a través de ideas como la del llamado “desarrollo sustentable”, no hacen más que distorsionar el uso y la asignación de recursos. Por ejemplo, la “tragedia de los comunes” irrumpe cuando se mantienen campos de forestación en manos fiscales que incentiva la tala irracional, en cuyo caso nadie se ocupa de forestar para que otros saquen partida. Si se estima que un recurso como la arboleda resulta esencial, el incentivo para la plantación de las especies requeridas operará en paralelo a las valorizaciones correspondientes a través de los precios del caso.

 

La presunción de conocimiento ha hecho que ya en el época de la Revolución Industrial se sugiriera el establecimiento político de cuotas para el carbón al efecto de “aprovechar ese recurso no renovable” que, a poco andar, fue reemplazado por le petróleo. Hoy es frecuente que se señale que existen determinadas reservas para tal cantidad de años sin percibir que no es posible extrapolar precios a situaciones distintas puesto que, precisamente, el movimiento de precios modifica la duración de las reservas.

 

Esta línea argumental se aplica también a los transgénicos que permiten notables aumentos en la productividad, plantas resistentes a plagas y  pestes que, por ende, no requieren el uso de plaguicidas y pesticidas químicos, la posibilidad de incrementar el valor nutriente, la capacidad de incorporar ingredientes que fortalezcan la salud (incluyendo la disminución de alergias) y mejoren el medio ambiente y el enriquecimiento de los suelos. De todos modos, si la preferencia fuera por productos orgánicos es la gente la que debiera decidir en mercados abiertos en el contexto de auditorias privadas en competencia que asumen las responsabilidades (y sus respectivas reputaciones y consiguientes supervivencias) a través de sus dictámenes sobre calidad, pero nunca politizar temas de esta naturaleza.

 

T.L. Anderson y D.R. Leal en su obra Free Market Enviromentalism escriben que “El tratamiento del medio ambiente a través del mercado libre enfatiza que el crecimiento económico y la calidad del medio ambiente no resultan incompatibles. De hecho, los ingresos altos permiten afrontar una mayor calidad del medio ambiente, además de los bienes materiales. No es ningún accidente que los países menos progresistas tienen mas polución y mas riesgos ambientales”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

DEBATE SOBRE ECOLOGÍA

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Otras veces he escrito sobre este delicado e importante tema, en esta ocasión repito lo dicho puesto que ha vuelto a surgir el asunto con renovada fuerza. Nada es perfecto al alcance de los mortales, de lo que se trata es de minimizar problemas y facilitar la vida de la gente en todo lo que resulte posible.

La vertiente más popular que pretende encarar los problemas del medio ambiente aparece también como la forma mas contundente de estrangular las bases de la sociedad abierta. Paradójicamente, en este caso, para preservar la propiedad del planeta se destruye la propiedad a través de las figuras de la “subjetividad plural” y los “derechos difusos” que permiten demandar frente a cualquier uso considerado indebido de lo que pertenece a otro, alegando la defensa de “la humanidad”. Garret Hardin acuñó la expresión “ la tragedia de los comunes” para ilustrar el despilfarro y el uso desaprensivo de lo que es de todos que, en la práctica, no es de nadie, en contraste con los incentivos de cuidar y mantener lo que es propio cuando se asignan derechos de propiedad.

 

Con razón se considera el agua indispensable para la vida del ser humano. Somos agua en un setenta por ciento y el planeta está compuesto en sus dos terceras partes por agua aunque la mayor proporción sea salada y en otra se encuentre atrapada por los hielos. F. Segerfeld nos informa que la precipitación anual sobre tierra firme es de 133.500 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000, lo cual deja un neto de 41.500 que significa nada menos que 19.000 litros por día por persona en el planeta. A pesar de esto, se mueren literalmente millones de personas por año debido a la falta de agua o por agua contaminada.

El autor explica que esto se debe a la politización de ese bien tan preciado, situación que no ocurre cuando la recolección, purificación y distribución se encuentra en manos privadas, que si quieren prosperar deben atender los requerimientos del público sin favores ni componendas con el poder gubernamental del momento. Ejemplifica con los casos de Ruanda, Haití y Camboya donde las precipitaciones son varias veces mayores que en Australia, pero en los primeros casos hay crisis de agua mientras que esto no ocurre en el segundo por las razones apuntadas. Por esto es que el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe que “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas” y, en el mismo sentido, Martin Wolf, editor asociado del Financial Times, apunta que “el agua es demasiado importante para que no esté sujeta al mercado”.

 

La conservación de especies animales es un caso paradigmático. Las ballenas se extinguen, lo cual no sucede con las vacas. Esto último no siempre fue así. En la época de la colonia se aniquilaban las vacas simplemente para usar un trozo de cuero o para comer algo de carne, situación que hizo que muchos mostraran su preocupación por la posible extinción de esos animales, hasta que apareció la revolución tecnológica del momento: primero la marca y luego el alambrado que permitieron asignar derechos de propiedad y así conservar y reproducir el ganado vacuno.

 

En África, se asignaron derechos de propiedad sobre la manada de elefantes en Zimbabwe, mientras que en Kenya es de propiedad común. En este último caso en solo once años la población de elefantes se redujo de 167.000 a 16.000, mientras que en el mismo período se elevó de 40 a 50.000 en Zimbabwe a pesar de contar con un territorio mucho más desventajoso que el de Kenya. En este caso se incentiva a que se ametrallen elefantes en busca de marfil ya que nadie está interesado en conservar y multiplicar la manada como sucede en el primer lugar.

 

Claro que la institución de la propiedad privada no significa que se conservarán todas las especies animales, por ejemplo, es poco probable que el hombre deje de consumir antibióticos para conservar bacterias ya que esto pondría en riesgo la supervivencia de la especie humana. Tampoco es probable que se deseen conservar las cucarachas. En la misma línea argumental, si bien es cierto que las emanaciones de monóxido de carbono deben ser castigadas puesto que significan la lesión de derechos de terceros, la polución cero es imposible puesto que requeriría que nos abstengamos de respirar ya que al exhalar estamos contaminando.

 

En estos momentos se debate acerca del “efecto invernadero” o calentamiento global debido al debilitamiento o perforación de la capa de ozono que envuelve al globo en la estratófera. Sin embargo, hay científicos como D.L. Hartmann y D. Doeling que sostienen en un trabajo publicado en el Journal of Geophisical Research que en muchas extensiones ha habido un engrosamiento de la capa de ozono y allí donde se ha perforado hace que al penetrar los rayos ultravioletas y tocar la superficie marina se genere mayor evaporación y, consecuentemente, nubes de altura, lo cual, a su vez, dificulta la entrada de rayos solares y esto provoca un enfriamiento del planeta.

 

Por su parte, R.C. Balling señala que “La atmósfera de la Tierra se ha enfriado en 0.13 grados centígrados desde 1979 según las mediciones satelitales […] A pesar de que modelos computarizados del efecto invernadero predicen que el calentamiento mayor ocurrirá en la región ártica del hemisferio norte, los registros de temperatura indican que el ártico se ha enfriado en 0.88 grados centígrados durante los últimos cincuenta años”. El mismo autor enfatiza que, debido a su efecto de enfriamiento, el dióxido de sulfuro provocado por aerosoles mas que compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

 

En este último sentido y debido a las alarmas del tipo de las expuestas recientemente en nuestro país por Al Gore, es de interés citar una declaración del Excecutive Committee of the World Metereological Organization en Ginebra, que mantiene que “el estado presente del conocimiento no permite ninguna predicción confiable respecto del futuro de la concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima”. También es importante subrayar que el fitoplancton consume dióxido de carbono en una proporción mayor que todo lo liberado por los combustibles fósiles y que los desajustes cíclicos en la capa de ozono se deben en buena medida a fenómenos metereológicos como las erupciones volcánicas.

 

Por otro lado, en estas situaciones siempre hay trade-offs que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, se afirma que los clorolfuorcarbonos son responsables de la destrucción de las moléculas de la capa de ozono debido a las emisiones que provocan los refrigeradores, equipos de aire acondicionado, combustibles de automotores y ciertos solventes para limpiar circuitos de computadoras. El trade-off aparece cuando se documentan las intoxicaciones que se producen debido a la deficiente refrigeración y acondicionamiento de la alimentación y cuando se exhiben estadísticas de los aumentos de accidentes viales debido a la fabricación de automotores mas livianos.

 

En cualquier caso, donde se detecta una lesión al derecho debe procederse a la rectificación pero para cuidar los recursos naturales debe despolitizarse el proceso y abstenerse de la actitud arrogante de pretender la manipulación del ecosistema por parte de la burocracia estatal y permitir que la compleja información dispersa pueda ponerse de relieve a través de los precios. Cuando se conjetura que cierto recurso será mas escaso o se atribuye mayor valor para usos alternativos, los precios se elevan lo cual fuerza a reducir el consumo, al tiempo que se incentiva la investigación y desarrollo de variantes sustitutivas y, en su caso, el reciclaje.

 

La sociedad abierta permite establecer los ritmos de crecimiento óptimos y asignar los recursos de la manera mas adecuada a las necesidades presentes y futuras. La intromisión del aparato estatal en la producción a través de ideas como la del llamado “desarrollo sustentable”, no hacen más que distorsionar el uso y la asignación de recursos. Por ejemplo, la “tragedia de los comunes” irrumpe cuando se mantienen campos de forestación en manos fiscales que incentiva la tala irracional, en cuyo caso nadie se ocupa de forestar para que otros saquen partida. Si se estima que un recurso como la arboleda resulta esencial, el incentivo para la plantación de las especies requeridas operará en paralelo a las valorizaciones correspondientes a través de los precios del caso.

 

La presunción de conocimiento ha hecho que ya en el época de la Revolución Industrial se sugiriera el establecimiento político de cuotas para el carbón al efecto de “aprovechar ese recurso no renovable” que, a poco andar, fue reemplazado por le petróleo. Hoy es frecuente que se señale que existen determinadas reservas para tal cantidad de años sin percibir que no es posible extrapolar precios a situaciones distintas puesto que, precisamente, el movimiento de precios modifica la duración de las reservas.

 

Esta línea argumental se aplica también a los transgénicos que permiten notables aumentos en la productividad, plantas resistentes a plagas y  pestes que, por ende, no requieren el uso de plaguicidas y pesticidas químicos, la posibilidad de incrementar el valor nutriente, la capacidad de incorporar ingredientes que fortalezcan la salud (incluyendo la disminución de alergias) y mejoren el medio ambiente y el enriquecimiento de los suelos. De todos modos, si la preferencia fuera por productos orgánicos es la gente la que debiera decidir en mercados abiertos en el contexto de auditorias privadas en competencia que asumen las responsabilidades (y sus respectivas reputaciones y consiguientes supervivencias) a través de sus dictámenes sobre calidad, pero nunca politizar temas de esta naturaleza.

 

T.L. Anderson y D.R. Leal en su obra Free Market Enviromentalism escriben que “El tratamiento del medio ambiente a través del mercado libre enfatiza que el crecimiento económico y la calidad del medio ambiente no resultan incompatibles. De hecho, los ingresos altos permiten afrontar una mayor calidad del medio ambiente, además de los bienes materiales. No es ningún accidente que los países menos progresistas tienen mas polución y mas riesgos ambientales”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.