Política, población y capitalismo

Por Gabriel Boragina. Publicado el 3/1/15 en: http://www.accionhumana.com/2015/01/politica-poblacion-y-capitalismo.html
Cuando hablo de capitalismo/socialismo no me refiero a «sistemas políticos», sino a sistemas «económicos». La mayor parte de las confusiones existentes en materia de política y economía es que se cree que son «la misma cosa», y aunque existan relaciones de interdependencia indudables entre ambas, de idéntica forma tampoco puede vacilarse que son campos de acción por completo diferentes y bien delimitados entre sí.
De tal suerte que, la política -en su faz activa- sólo puede obrar como freno, obstáculo o valladar al capitalismo, por lo cual exclusivamente en su faz pasiva puede contribuir o colaborar con el capitalismo. En términos más sencillos: el capitalismo solamente puede operar y brindar todos sus beneficios a la comunidad en la medida en que la política se abstenga de impedírselo. Esto es todo lo que cualquier político -de cualquier parte del mundo- debe hacer si realmente aspira a tener en su país una organización capitalista: no imposibilitárselo.
El capitalismo no puede «imponerse» desde el poder político, lo que es tan absurdo como creer que, si un determinado día un gobierno quisiera dictar una ley que dijera que «A partir del día de la fecha el sistema económico de este país será el capitalismo» ello no implicaría automáticamente que tal ley podría ser de cumplimiento efectivo ni obligatorio, en tanto y en cuanto no estén dadas las demás condiciones necesarias como para que aparezca en dicho lugar una genuina estructura capitalista. Pero una ley que indicara lo contrario, en el marco de un entorno económico capitalista, sería letal para este mismo. En suma, se puede prohibir políticamente que en determinado territorio exista un orden económico capitalista (de hecho es lo que sucede en la mayor parte del mundo), pero no se puede -desde el poder- obligar a lo contrario. Porque ninguna clase de capitalismo funciona en base a las leyes jurídicas, sino que el capitalismo únicamente responde a las órdenes de precisas y determinadas leyes económicas, que no han sido creadas por ninguna mente humana, ni individual ni colectiva (si existiera tal cosa).
Y si bien la política no puede hacer nada a favor del capitalismo (salvo dejarlo en paz) el capitalismo puede hacer mucho por la política, ya que las sociedades capitalistas son considerablemente más estables y democráticas políticamente, con una calidad de convivencia muy superior a la de cualquier otro tipo de sociedad.
Tanto la teoría como la historia económica han probado que la pretensión de la mayoría de mezclar «lo bueno» del capitalismo y del socialismo y descartar «los vicios» de ambos, siempre ha conducido al más estrepitoso fracaso. Tales engendros «mixtos», «híbridos», «intervencionistas», «duales», «terceristas» y otras denominaciones que se les han dado y se les siguen dando, son los que imperan en el mundo de nuestros días con resultados cada vez peores en cada lugar donde se ponga la mira y se los estudie.
Esa «hibridez», «mixtura», etc. se viene ensayando desde hace decenios por doquier, incluso en los EEUU (país que muchos llaman «capitalista» y que cada vez lo es menos y menos), cosechando fracaso tras fracaso hasta hoy día. Y es el actual modelo imperante, origen de la presente pobreza y miseria mundial. Los partidarios de tales «mecanismos mixtos» no solamente demuestran ser fenomenales ignorantes en economía, sino también en otros campos del saber, cómo -por ejemplo- la historia, la antropología, la sociología, la filosofía, la sociología y distintas ramas afines. Evidencian desconocer -asimismo- la naturaleza humana. Meramente desde una posición de semejante confusión y mezcolanzas conceptuales pueden proponer «combinar» socialismo y capitalismo. Esa miscelánea sugerida revela -en un grado análogo y proporcional- el revoltijo de ideas indefinidas y contradictorias que abrigan en su cerebro. No saben -en suma- «donde están parados» conceptualmente.
Es por esta razón que, no entienden tampoco que no depende de «cómo» se «implemente» el sistema el éxito o fracaso del mismo. Ni el capitalismo puede implementarse de acuerdo a uno (o a más de uno) de los postulados socialistas, ni el socialismo puede realizarse conforme a uno (o a más de uno) de los postulados capitalistas. Sostener lo contrario, implica tanto como insistir que es posible fusionar sin problemas y por completo el agua con el aceite. Es decir, una tremenda barrabasada, producto del analfabetismo económico más supino y vergonzoso.
Tampoco las diferencias entre el capitalismo y el socialismo penden del grupo poblacional ni de su composición étnica como se ha dicho alguna vez.
El capitalismo ha triunfado en cualquier país donde se lo haya puesto en práctica, con independencia de cualquier «grupo poblacional». En cambio, y por el contrario, el socialismo ha fracasado, con independencia de cualquier «grupo poblacional» de la misma manera, pero inversamente al caso del capitalismo. Esto es lo que dice la historia económica mundial y nuestra experiencia actual. Por lo tanto, la pregunta crucial a responder es «qué» o «cuál» sistema funciona. Y exclusivamente el capitalismo ha demostrado hacerlo. Precisamente, porque ya sabemos el «cómo» lo hace. Justamente por esto último. Como también sabemos por qué el socialismo no funciona, porque también conocemos ya como lo hace.
Sustentar lo inverso a esto último importa tanto como avalar antiguas y tenebrosas teorías racistas y/o xenófobas, o cualquier otra que pretenda que existirían diferencias raciales insalvables entre los seres humanos. Unos serian «aptos» para adoptar y entender el capitalismo (o el socialismo) y otros no. Poca diferencia se encuentra entre los que esto afirman y lo que pensaban «gentes» como Adolf Hitler y sus secuaces, junto con sus «teorías» de la raza «elegida por el destino». La «pureza» racial de la raza «superior».
Ni el capitalismo ni el socialismo estriban para su éxito o fracaso, de la contextura racial, étnica, ni mental, ni lógica de la población habitante de los lugares donde se decida su ejecución.
Si obedece, en cambio, a factores educativos y culturales, que de ninguna manera son estáticos ni estancos como aseveran los modernos racistas y xenófobos anticapitalistas, sino que son cambiantes y dinámicos. Quienes hoy en día alegan barbaridades como la que criticamos, nos recuerdan al tristemente célebre K. Marx quien aseguraba que el primer país en el que se implantaría el socialismo sería Gran Bretaña, porque -según él- sus condiciones socioeconómicas eran las más favorables para el cambio. Contrariamente a sus pronósticos se dio en Rusia, donde también según K. Marx las circunstancias raciales y/o culturales no la hacían apta para el socialismo.
Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

El intervencionismo económico genera empresarios amigos del poder, no de los consumidores.

Por Martín Krause. Publicado el 21/10/14 en: http://bazar.ufm.edu/el-intervencionismo-economico-genera-empresarios-amigos-del-poder-no-de-los-consumidores/

Mises escribe (“The Myth of the Failure of Capitalism”):

“Antes que existiera la economía política, se creía que cualquiera que tuviera poder y la determinación de usarlo podía hacer lo que quisiera. Pero aun si el poder de quienes sustentaban autoridad era considerado ilimitado y omnipotente, los sacerdotes advertirían a los gobernantes que debían moderarse en el uso de su poder para la salvación de sus almas.

Esta visión fue destruida con la fundación de la sociología y el trabajo de una gran número de intelectuales, entre los cuales los nombres de David Hume y Adam Smith brillan en forma destacada. Se descubrió que el poder social es algo moral e intelectual, no algo material o ‘real’ en el sentido vulgar del término, como antes se pensaba. Y se comprendió que existe una unidad inevitable en los fenómenos del mercado que ni siquiera el poder puede destruir. Se descubrió que en la arena social hay algo funcionando que incluso los que detentan el poder no pueden torcer y que, al buscar sus objetivos, se deben ajustar a ello no muy diferente de como se someten a las leyes de la naturaleza. En toda la historia del pensamiento humano y las ciencias, nunca hubo un descubrimiento mayor.”

“Comenzando con el reconocimiento de las leyes del mercado, la economía política demuestra los efectos cuando el poder político y la fuerza intervienen en el funcionamiento del mercado. Una intervención aislada no puede alcanzar los fines para los que fue aplicada por las autoridades y lleva a consecuencias que son indeseables aun desde la perspectiva de quienes detentan el poder. Así, aún desde la perspectiva del intervencionista, los efectos son inútiles y dañinos.”

“El argumento utilizado para hacer responsable al capitalismo de por lo menos alguna de estas cosas se basa en la idea de que los emprendedores y capitalistas ya no son liberales sino que se han vuelto intervencionistas y estatistas. Esto es cierto, pero las conclusiones son erróneas. Esas conclusiones se basan en una visión marxista insostenible de que los emprendedores y capitalistas protegieron sus especiales intereses de clase a través del liberalismo durante el auge del capitalismo, pero ahora, en el período de su declive, protegen sus intereses a través del intervencionismo. Así, supuestamente se muestra que la ‘economía regulada’ bajo el sistema intervencionista es un sistema económico históricamente necesario para esa fase del capitalismo en la cual nos encontramos ahora. Pero la idea que la Economía Clásica y el Liberalismo eran la ideología (en el sentido marxista del término) de la burguesía es una de las tantas doctrinas marxistas absurdas. Si los emprendedores y capitalistas pensaron como liberales en Inglaterra en 1800 y piensan como intervencionistas, estatistas y socialistas en la Alemania de 1930, la razón de esto es que incluso los emprendedores y capitalistas están en manos de las ideas predominantes del momento. Los emprendedores tienen intereses especiales que podrían haber sido protegidos por el intervencionismo y dañados por el liberalismo en 1800 no menos que en 1930.”

“Ahora, a los grandes emprendedores se los llama ‘líderes económicos’. La sociedad capitalista no conoce de ‘líderes económicos’. La diferencia característica entre una economía socialista y una capitalista se basa precisamente en el hecho de que los emprendedores y los dueños de los medios de producción no siguen otro liderazgo que no sea el del mercado. La costumbre de llamar a los directores de grandes empresas como líderes económicos significa que esas posiciones generalmente se consiguen no a través del éxito económico sino de otros medios.”

“En el estado interventor ya no es de crucial importancia para el éxito de una empresa que el negocio se maneje de una forma que satisfaga la demanda de los consumidores de la mejor y menos costosa forma. Es mucho más importante que uno tenga “buenas relaciones” con las autoridades políticas que la intervención actúe en beneficio y no en perjuicio de la empresa. Un poco más de protección arancelaria para los productos que la empresa fabrica y un poco menos para los insumos que utiliza puede ser mucho más beneficios que una mayor eficiencia manejando el negocio. No importa cuán bien se maneje una empresa, fracasará si no sabe proteger sus intereses en el diseño de aranceles y en la relación con las autoridades. Tener “contactos” se vuelve más importante que producir bien y barato.”

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

 

¿Deben los científicos sociales especializarse en un campo de estudio o ser más bien generalistas?

Por Adrián Ravier. Publicado el 17/1/13 en http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2013/01/17/deben-los-cientificos-sociales-especializarse-en-un-campo-de-estudio-o-ser-mas-bien-generalistas/

 Ante esta pregunta, existen dos citas de Ludwig von Mises que vienen a mi mente:

“Lean todo lo que sus profesores les indican leer. Pero no lean solo eso. Lean más. Lean todo acerca de un tema, desde todos los puntos de vista, ya sean socialista-marxista, intervencionista o liberal. Lean con mente abierta. Aprendan a pensar. Solo cuando conozcan su campo desde todos los ángulos podrán decidir que es correcto y que es falso. Solo entonces estarán preparados a responder a todas las preguntas, inclusive las que les hagan sus opositores”.

Ludwig von Mises; “Autobiografía de un liberal”, 1973.

“Nadie puede ser un buen economista a menos que esté versado en matemática, física, biología, historia y jurisprudencia, además de un buen manejo de idiomas”.

Ludwig von Mises; “El fundamento último de la Ciencia Económica”, 1962.

Si pudieramos hoy entrevistar a autor clásicos como Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill e inclusive a Karl Marx, mi impresión es que todos afirmarían que Mises tiene razón. Marx fue un experto en varios temas, desde la filosofía y la economía, hasta la sociología y la historia. Aun John Maynard Keynes tiene contribuciones en diversos campos. Independientemente del acuerdo o desacuerdo que tengamos con sus aportes, Friedrich Hayek o Paul Samuelson han obtenido fama justamente por ser de los pocos economistas modernos que jamás abandonaron el estudio multidisciplinar.

El mundo, sin embargo, ha cambiado. Hoy un economista que maneja el inglés posiblemente no necesita saber alemán, francés o español. Desde luego, que sería mejor que sí conozca estas lenguas, pero la mayor parte de las contribuciones hoy se realizan en inglés.

Al mismo tiempo, las revistas científicas exigen un nivel de especialización en los artículos que reciben, que necesariamente son el resultado de una visión acotada de sus autores. La literatura es tan amplia en cada uno de los campos, que si alguien quiere contribuir a cualquiera de ellos, necesita especializarse.

Pienso ahora mismo en los autores modernos que generalmente citamos en este blog: Roger Garrison se especializó en macroeconomía; Lawrence H. White o George Selgin se especializan en teoría monetaria; Gabriel Zanotti se especializa en filosofía de la ciencia y en particular en la epistemología de la economía; Martín Krause es experto en temas institucionales; Peter Klein es conocido por sus contribuciones sobre teoría de la firma, Roberto Cortés Conde o Ezequiel Gallo son grandes historiadores, etc etc etc. Por supuesto que todos ellos tienen cierto conocimiento sobre historia del pensamiento económico y hasta pueden ofrecer un curso general de introducción a la economía cubriendo todos los campos de la disciplina. Pero difícilmente tengan un manejo profundo de la literatura de todos los campos, y desde la perspectiva de los diversos enfoques.

¿Cuál es entonces la mejor estrategia a seguir? Ser generalista, como lo fueron en otros tiempos los autores clásicos, aun a costa de perder un lugar en las revistas más renombradas. O ser un especialista, lograr un lugar destacado en los mejores journals, pero a costa de perder una más completa y compleja lectura del mundo.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.