No es que faltan dólares, no los hay al precio artificialmente bajo que quiere el Gobierno

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 11/2/2020 en: https://www.infobae.com/economia/2020/02/11/no-es-que-faltan-dolares-no-los-hay-al-precio-artificialmente-bajo-que-quiere-el-gobierno/

 

Las autoridades se están metiendo en un problema del cual le será cada vez más complicado salir. Pisan los precios claves de la economía pero siguen emitiendo moneda que la gente no quiere. Eso no termina bien

Si se compara el tipo de cambio promedio de octubre 2019 contra el tipo de cambio enero 2020, se observa un aumento del 3,6%, en tanto la inflación en el mismo período fue del 12% asumiendo una inflación del 3,2% en enero (Shutterstock)

Si se compara el tipo de cambio promedio de octubre 2019 contra el tipo de cambio enero 2020, se observa un aumento del 3,6%, en tanto la inflación en el mismo período fue del 12% asumiendo una inflación del 3,2% en enero (Shutterstock)

El presidente Alberto Fernández acaba de afirmar, refiriéndose al control cambiario, que “el problema que nos dejó Macri es que no hay dólares en Argentina, y como no hay divisas, y las que hay las necesitamos usar muchas veces para pagar insumos y producir, preferimos preservar esos dólares”.

Si bien desde esta misma columna he manifestado en reiteradas oportunidades mis diferencias con la política de endeudamiento del anterior gobierno, así como el endeudamiento del BCRA y la política cambiaria, me parece oportuno aclarar que actualmente, en realidad, no hay dólares suficientes al precio que el gobierno quiere que haya dólares, es decir al tipo de cambio oficial de 63 pesos. No es que falten dólares, faltan dólares a un precio artificialmente bajo.

Por otro lado, los dólares que ingresan por exportaciones tampoco son de la Argentina, ni del BCRA, ni del Gobierno. Pertenecen a quienes produjeron y exportaron. Imaginemos que no existe la intermediación del exportador, cuando el productor de soja, maíz o lo que sea que se exporta vende sus productos está entregando algo que es de su propiedad y recibe dólares que también son de su propiedad. De manera que esos dólares que ingresan por exportación son de legítima propiedad de quienes produjeron un bien para ser exportado. Que el Estado se los quede por la fuerza y a un precio artificialmente bajo, no significa que sean dólares del Estado, son dólares que el Estado le quitó al exportador por la fuerza y a cambio le entregó unos pesos que nadie quiere porque se deprecian continuamente. Encima que el Estado le quita al exportador sus dólares, se los quita entregándoles menos pesos que los que el mercado está pagando. Es decir, le quita los dólares y además le entrega menos pesos por dólar de los que debería entregarle.

Pero, por otro lado, hay una inconsistencia en la política cambiaria oficial. El Presidente dijo que faltan dólares. Una de las maneras que se genera ingreso de dólares es con exportaciones. Sin embargo, el exportador es castigado con un dólar artificialmente barato y, además, con un impuesto a las exportaciones que desestimula las exportaciones. Por ejemplo, el productor de soja no recibe el artificial tipo de cambio de $63 por cada dólar exportado, sino que recibe $44 menos todos los impuestos, pero tiene que pagar los insumos a precio de tipo de cambio de 63 pesos. O sea, al sector que más exporta se los castiga con el tipo de cambio y con impuestos generando todos los desestímulos posibles para que ingresen dólares por el lado de las exportaciones.

Otra manera de generar ingreso de divisas es mediante inversiones. Teniendo en cuenta la política impositiva que decidió aplicar el gobierno frenando el ajuste por inflación de los balances y aumentando la carga tributaria, tampoco se estimula el ingreso de dólares por inversiones que, en última instancia, es la única manera de crecer: aumentando la inversión para crear más puestos de trabajo, bajar la desocupación y en el mediano plazo mejorar los ingresos reales de la población para que pueda mejorar el consumo.

En definitiva, a los dos factores fundamentales que podrían generar el ingreso de dólares que hoy tanto preocupa al gobierno, se les aplicó los desincentivos necesarios para que no vengan, así que la escasez de dólares va a seguir existiendo. Esto lleva a adoptar una política como la del “cepo” para que la gente no pueda comprarlo que es un ingrediente más que frena el ingreso de dólares para invertir, porque nadie va a ingresar divisas a un país para luego no poder sacarlas si así lo desea. Nadie se mete solo en una jaula, cierra con llave y tira la llave lejos para quedar atrapado al lado del feroz fisco argentino.

Acá el problema de fondo es que el gobierno no quiere que el dólar suba, por lo tanto mantiene un precio artificialmente bajo y lo raciona vía el cepo cambiario. El problema es que al mantener artificialmente bajo el tipo de cambio, se afecta el tipo de cambio real.

Si comparamos el tipo de cambio promedio de octubre 2019 contra el tipo de cambio enero 2020, se observa un aumento del 3,6%, en tanto la inflación en el mismo período fue del 12% asumiendo una inflación del 3,2% en enero. Es decir, Argentina tiende a ser cara en dólares y esto lleva a que se compliquen las exportaciones y se estimulen las importaciones.

Lo que aparentemente está intentando hacer el gobierno es utilizar la vieja receta de pisar el tipo de cambio y los precios de ciertos productos (precios cuidados y tarifas de los servicios públicos) para frenar la inflación. Sin embargo, con tarifas congeladas, precios cuidados y tipo de cambio pisado que subió solo 3,2% en los últimos 3 meses, la base monetaria tuvo un aumento, considerando los promedios mensuales, del 22% comparando enero 2020 versus octubre 2019.

Alberto Fernández (REUTERS/Matías Baglietto)

Alberto Fernández (REUTERS/Matías Baglietto)

En definitiva, el Gobierno se está metiendo en un problema del cual le será cada vez más complicado salir. Pisa los precios claves de la economía pero sigue emitiendo moneda que la gente no quiere. Eso no termina bien. Es imperativo que revea su estrategia.

Finalmente, todo parece indicar que el presidente Alberto Fernández está intentando reeditar el gobierno de Néstor Kirchner en la parte económica. En ese punto tiene que tener presente que las condiciones son totalmente diferentes. En primer lugar no hay un stock de capital heredado en infraestructura como el que dejó Menem como para consumírselo sin afectar los servicios públicos. Me refiero al sistema energético, rutas, puertos, etc. Algo se recuperó en el gobierno de Macri pero no todo y se hizo con deuda que ahora hay que pagar y no se va a pagar.

En segundo lugar, ya no hay viento de cola con precios de las commodities volando. En 2001 el precio de la soja, a precios actuales, cotizaba en el mercado de Chicago a USD 243 la tonelada; en 2002 a USD 268 y en 2003 cotizó a USD 323 la tonelada. O sea, a precios constantes, Néstor Kirchner se encontró con una soja que había aumentado el 33% respecto al 2001 y el 21% respecto al año anterior. Hoy esos aumentos de las commodities no existen ya que la soja está igual que en 2019 y 16% más baja a precios constantes que en 2016 que fue el pico de precio que le tocó a Macri.

Por otro lado, el gasto público consolidado que recibió Néstor Kirchner era de 29% del PBI y actualmente está en 46% del PBI. De manera que el margen para financiar más gasto público es nulo. Ni siquiera se puede financiar este nivel de gasto público consolidado. Las condiciones hoy son totalmente diferentes a las que había en 2003 y, por lo tanto, replicar el modelo de ese momento es inviable.

El presidente Fernández tiene que cambiar por completo lo que se hizo tanto en la era K como lo que se hizo con Cambiemos en materia económica. Claro que para eso tiene que cambiar su filosofía política y económica, porque seguir por este rumbo lo lleva a un callejón sin salida.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

La Argentina está muriendo sepultada bajo el peso del populismo

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 23/4/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/04/23/la-argentina-esta-muriendo-sepultada-bajo-el-peso-del-populismo/

 

Curiosamente, Cambiemos encara las elecciones de octubre adoptando medidas populistas como son los acuerdos de precios con una nefasta ley de Lealtad Comercial, para que no venga otro populismo

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: “los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos”

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: “los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos”

En declaraciones de ayer lunes, el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: «los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos», lo que significa que, una vez más, se verifica que cuando se establece un precio artificialmente bajo, hay que racionar por cantidad porque a ese precio artificialmente bajo no hay suficiente cantidad de oferta para abastecer la demanda que aumenta por ese fenómeno.

Dicho en otras palabras, por más que los gobiernos se empeñen en tratar de derogar la ley de la oferta y la demanda, ésta sigue con vida y goza de buena salud.

Uno puede entender que sea una simple aspirina para llegar a las elecciones, pero francamente haber desperdiciado cuatro años en un gradualismo que fue inmovilismo, termina en el riesgo de la vuelta de un populismo con tendencias autocráticas como es el kirchnerismo.

Si bien mucha gente puede recordar la fiesta de consumo del kirchnerismo, la realidad es que esa fiesta de consumo no va a poder reeditarse tan fácilmente. Para hacer populismo hay que tener recursos, sean propios o confiscados, y no creo que vaya a quedar un centavo en la Argentina si CFK se perfilara como ganadora en la segunda vuelta.

En varias oportunidades di el siguiente ejemplo sobre la fiesta de consumo del kirchnerismo: esa fiesta fue como si hubiese vendido mi casa, mi auto; hubiera dejado el trabajo y sacado todos mis ahorros del banco; y me hubiese ido a Europa, alojándome en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes y alquilando los autos más caros. A la vuelta de Europa, me encontraría con que no tengo dónde vivir, ni auto, ni ahorros, ni trabajo.

Si me preguntaran cuándo estaba mejor, ¿cuándo estaba en Europa o a la vuelta?, es obvio que diría que cuando estaba en Europa, lo que ocurre es que ese lujo en Europa era insostenible. Solo financiable hasta dónde dieran los recursos consumidos. Eso hizo el kirchnerismo, por un lado dilapidó los ingresos fiscales que recibió de los precios de la soja y por otro lado se consumió el sistema energético, los trenes, las rutas, nuestros ahorros en las AFJP y 12 millones de cabezas de ganado para financiar tarifas de servicios públicos artificialmente bajas y tener asado artificialmente barato.

En términos de recaudación tributaria, en 2002 los ingresos fiscales fueron USD 16.182 millones y en 2015 la recaudación llegó al equivalente a USD 166.150 millones. En otras palabras, el kirchnerismo aumentó sus ingresos fiscales por retenciones y matando con impuestos a la gente, en USD 149.968 millones.

Se dilapidó el equivalente a un Plan Marshall

Para tener idea de lo que significa esta cifra, el plan Marshall, implementado luego de la Segunda Guerra Mundial, fue de USD 14.000 millones de ese momento, unos USD 140.000 millones de hoy, repartido entre 18 países. A Alemania le tocaron unos USD 14.500 millones actuales, con lo cual no es cierto que Alemania se haya recuperado gracias al plan Marshall, sino que se recuperó gracias a la política económica de libre mercado que implementó Ludwig Erhard, a pesar de la oposición de los aliados que en ese momento estaban con las ideas keynesianas y del estado de bienestar.

Volviendo a nuestro caso, el kirchnerismo recaudó el equivalente a un plan Marshall completo y 10 veces el apoyo que recibió Alemania del plan Marshall y sin embargo dejó destruida la economía argentina.

El fenomenal consumo de stock de capital más lo gran caja que tuvo el kirchnerismo lo condujo a regalar planes sociales, jubilaciones y empleo público que llevó el gasto público consolidado a 48% del PBI.

¿Qué hizo Cambiemos frente a esta herencia recibida?

En vez de contar la herencia recibida, el Gobierno se limitó a esperar una lluvia de inversiones que nunca llegó; lluvia que mágicamente iba a producir un crecimiento económico que terminaría licuando el gasto público sobre el PBI a menos del 48%. Así, el peso del Estado sería licuado por el mágico crecimiento sin necesidad de bajar el gasto público, ni tocar el revoleo de planes sociales, empleo público y un sistema previsional quebrado que se heredó de CFK; y la ministra Carolina Stanley sigue entusiastamente regalando la plata de los contribuyentes a todo aquél que corte la Avenida 9 de Julio exigiendo vivir del trabajo ajeno.

El gradualismo significaba tomar deuda pública y financiar el déficit fiscal hasta que llegara la lluvia de inversiones y mágicamente pudiésemos salir de la brutal herencia k sin sacrificios de ningún tipo. El mayor milagroso crecimiento iba a producir más ingresos fiscales y eso iba a cerrar la brecha negativa con los gastos antes del pago de intereses.

El resultado que tenemos es que a la herencia K hay que sumarle la herencia Cambiemos y mi visión es que es un verdadero delirio creer que de este lío salimos estimulando el consumo interno. El discurso populista de: hay que ponerle plata a la gente en el bolsillo para que consuma y así crecemos, es un verdadero delirio.

Con un mercado interno de 44 millones de habitantes, de los cuáles un tercio es pobre, no hay consumo interno que lleve a ninguna inversión. Un poco parece ser la propuesta del kirchnerismo y de Lavagna. En Cambiemos todavía están esperando la lluvia de inversiones.

La cruda realidad es que la única salida de crecimiento de largo plazo que tiene Argentina es volver a ver el mundo como una oportunidad. Es decir, la salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.

La salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.(Adrián Escandar)

La salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.(Adrián Escandar)

Para poder incrementar las exportaciones hay que tener inversiones porque se requieren volúmenes de producción muchos mayores y para tener inversiones se requiere: 1) una legislación laboral que incentive a las empresas a contratar personal; 2) una carga tributaria que sea competitiva a nivel mundial; y 3) seguridad jurídica.

Días atrás, Infobae publicaba el trabajo del Banco Mundial en el que Argentina es el segundo país en el mundo que más impuestos le cobra a las empresas.

En efecto, Argentina le aplica una carga tributaria a las empresas del 106% sobre las utilidades. Esto es posible porque las empresas no pueden ajustar sus balances por inflación y, por lo tanto, se aplica el impuesto a las ganancias sobre el stock de capital. Es decir, el Estado se está comiendo parte del capital de las empresas con el Impuesto a las Ganancias más el resto de los delirantes impuestos nacionales, provinciales y municipales.

En definitiva, durante décadas hicimos populismo y eso nos llevó a caer en una crisis tras otra. El kirchnerismo llevó ese populismo hasta niveles insospechados, y Cambiemos se limitó a financiar con deuda pública ese populismo a la espera de la milagrosa lluvia de inversiones que todo lo resolviera, pero ninguno parece estar dispuesto a encarar en serio las reformas mencionadas para ser competitivos para exportar y así captar inversiones en cantidades suficientes que permitan bajar la tasa de desocupación y la pobreza.

Todo el arco político argentino sabe que la situación económica es terriblemente complicada, pero ninguno está pensando en proponer las reformas estructurales. Todos están imaginando cómo seguir financiando esta locura populista y esperar que mágicamente tengamos una lluvia de kamikazes dispuestos a invertir en Argentina para ser sometidos por la nueva Ley de Lealtad Comercial, tasas del 68% anual, una legislación laboral que implica adoptar de por vida a cualquier persona que se tome en relación de dependencia, a que lo esquilmen con impuestos y demás barbaridades económicas.

Argentina está muriendo sepultada bajo los escombros del populismo del empleo público y los planes sociales y nadie de la dirigencia política parece estar tomando debida nota de lo dramático de la situación. Siguen delirando con más populismo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

El 2019 será todo un desafío económico para Cambiemos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 17/12/18 en: https://www.ambito.com/el-2019-sera-todo-un-desafio-economico-cambiemos-n5005402

 

Las tensiones en el mercado de cambios y financiero y la inflación serán predominantes para ver cómo llega el oficialismo a las elecciones de octubre.

El 2019 será todo un desafío económico para Cambiemos

El 2019 va a estar económicamente condicionado por factores políticos y otros puramente económicos. El factor político tiene que ver, obviamente, con las elecciones presidenciales, dato que en Argentina no es un tema menos porque vamos a los bandazos entre populismos autocráticos y populismos menos agresivos con los derechos individuales, pero ambos populismos al fin.

En lo estrictamente económico, el nivel de actividad, las tensiones en el mercado de cambios y financiero y la inflación, serán predominantes para ver cómo llega el oficialismo a las elecciones de octubre.

En lo que hace al nivel de actividad, los motores de la economía son tres. A saber: 1) consumo interno, 2) inversiones y 3) exportaciones.

Siendo que el ingreso real depende de la tasa de inversión y considerando que esta está estancada, se hace muy difícil imaginar que en los próximos meses el salario real vaya a recuperar terreno en forma significativa como para movilizar la economía. Es difícil imaginar un aumento artificial del consumo interno como en la era k porque ya no queda stock de capital para ser utilizado para financiar el consumo interno. Recordemos que en la era K el estímulo al consumo interno se basó, entre otras cosas, en consumirnos 12 millones de cabezas de ganado para tener, durante un tiempo, barato el asado de tira. Que nos consumimos el sistema energético estableciendo tarifas artificialmente bajas y financiando solo la compra de insumos dejando que el sistema energético se cayera a pedazos. Lo mismo se hizo con el agua potable, el transporte público, las rutas, los trenes, etc. Lo que la gente se ahorraba por consumir servicios públicos artificialmente bajos, se destinaba a pagar la cuota del televisor, el celular, etc., mientras se caía a pedazos la infraestructura del país.

También se financió el consumo confiscando los ahorros de aquellos que habíamos aportado a las AFJP, decisión que fue letal para el crecimiento económico porque se le quitó financiamiento de largo plazo a la economía argentina.

Todos estos artificios para financiar consumo interno no están a la vista y el acceso al crédito internacional para aumentar el gasto público y estimular el consumo interno va a estar restringido, por no decir ausente. De manera que se podría descartar el consumo como factor que movilice la economía. Lo mejor que podría ocurrir es que el salario real deje de caer.

Delirio

Suponer que la inversión se va a transformar en el motor del crecimiento económico en los próximos meses es casi un delirio. Nadie va a invertir en un país con la incertidumbre política que en particular tiene la Argentina ante cada elección, dada la inestabilidad en las reglas de juego. Hoy las encuestas muestran cierta paridad en intención de voto entre Macri y Cristina Fernández. Ambos tienen un núcleo duro de votantes de aproximadamente el 30% y el resto está desconforme con la gestión de Cambiemos pero tiene miedo a que vuelva el kirchnerismo. Todo parece indicar que la elección se va a definir entre la billetera y el rechazo a la vuelta del kirchnerismo. Ahí la clase media y la clase media baja van a definir el partido.

Ahora bien, como decía antes, supongamos que llegando a las elecciones se despejara el horizonte político y mostrara a un Macri ganando cómodamente las elecciones, ¿ese escenario podría traducirse en un mayor flujo de inversiones en el sector real de la economía que contrate personal, baje la tasa de desocupación, incremente la masa salarial y el consumo interno? Francamente veo bastante complicado que con encuestas que muestren una baja probabilidad de retorno del kirchnerismo vaya a producirse la lluvia de inversiones que no se produjo en estos 3 años que gobierna Cambiemos. Es que los cambios estructurales que se necesitan para atraer inversiones parecen ir más allá de la mayoría que necesitaría el oficialismo en el Congreso para implementarlas. Más bien todo parece indicar que no está en el espíritu o la filosofía de Cambiemos ir hacia las reformas estructurales necesarias, especialmente en materia de reforma del estado, del sistema tributario y de la legislación laboral.

Tanto el Presidente como sus principales laderos parecen despreciar la importancia de la macroeconomía y consideran que todo es un problema de gestión. Es decir, administrar eficientemente el Estado y los recursos de los contribuyentes. En definitiva, el principal error de Cambiemos es creer que un sistema intrínsecamente ineficiente, el populismo, puede transformarse en eficiente con un buen managment. Con esta carga tributaria, esta legislación laboral, este nivel y calidad del gasto público es impensable hasta una garúa de inversiones, de manera que hay que descartar que las inversiones vayan a movilizar la economía en 2019 aun con encuestas que muestren el escenario político despejado. ¿Por qué Cambiemos modificaría su política económica si no lo hizo en 2015 cuando tuvo oportunidad de contar en detalle la herencia recibida, ni en 2017 luego de haber ganado en forma categórica las elecciones de medio término?

El único motor que le queda para llegar hasta octubre con una economía que deje de caer como actualmente ocurre, será el de las exportaciones, siempre y cuando no dejen caer nuevamente el tipo de cambio real como hicieron en 2017. Si el tipo de cambio real se mantiene en estos niveles. Tanto el sector agropecuario, como las economías regionales, el turismo y alguna sustitución de importaciones puede frenar la caída en el nivel de actividad, pero tampoco debe esperarse una estampida de reactivación. Solo frenar el proceso recesivo en el que estamos al momento de redactar estas líneas.

En términos de actividad, el escenario es, a mi juicio, el planteado más arriba, sin embargo la mayor preocupación debería estar en no tener una crisis cambiaria y financiera.

Sabemos que el gradualismo requirió de endeudamiento externo para financiar el déficit fiscal. También sabemos que esos dólares de crédito externo había que transformarlos en pesos para pagar los sueldos, las jubilaciones, etc. y que el BCRA compraba esos dólares contra expansión monetaria que le entregaba al tesoro a cambio de las divisas de la deuda. Luego retiraba los pesos emitidos colocando Lebac, que lo llevó a acumular un stock de Lebac de $ 1,3 billones que se transformaron en inmanejables.

Esas Lebac fueron reemplazadas por las Leliq y a fines de año el BCRA tendrá un stock de Leliq de aproximadamente $800.000 millones pero pagando una tasa de interés todavía sustancialmente mayor a las que pagaban las Lebac. ¿Qué hace pensar que el cambio de las Lebac por las Leliq aleja el peligro cambiario y financiero?

El hecho que las Leliq las tengan los bancos y no los particulares no es un cambio estructural porque los bancos compran esas Leliq con los fondos de sus depositantes. El depositante no compara la tasa de interés contra la tasa de inflación. Compara la tasa de interés que le paga el banco contra el tipo de cambio esperado. Si estima que la tasa le va a ganar al dólar, sigue apostando a la tasa. Si cree que el tipo de cambio va a subir más que la tasa, retira su plazo fijo y compra dólares. Esta historia la vimos muchas veces en Argentina.

Supongamos que el inversor decide retirar sus depósitos a plazo fijo de los bancos, la pregunta es: ¿con qué le paga el banco si tiene Leliq en su activo? El banco tendrá que pedirle al BCRA que le de los pesos a cambio de las Leliq y el BCRA no tiene los pesos para pagar las Leliq. Tiene que emitirlos. De manera que el cambio de Lebac por Leliq no solucionó nada.

¿Qué puede llevar al inversor a salir del plazo fijo y pasarse a dólares? En primer lugar ningún inversor devenga indefinidamente sus ganancias. En algún momento las realiza. En segundo lugar, si el escenario político mostrara alta incertidumbre sobre el resultado de las elecciones de octubre podría generar un cambio de cartera. En tercer lugar, estos arbitrajes siempre saltan en el momento menos pensados y por la causa menos sospechada. Son muy inestables.

En síntesis, 2019 se presenta complicado para el Gobierno, no solo porque es un año electoral, sino porque tiene que lograr llegar a las elecciones con la economía dejando de caer en su nivel de actividad y rezando para que los inversores no decidan realizar sus ganancias en dólares antes de octubre por el arbitraje tasa versus dólar.

No será un año fácil en lo económico para la gente y para Cambiemos en particular 2019 se presenta como todo un desafío.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE  

El tema no es solo ganancias, es el gasto público

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 11/12/16 en: http://economiaparatodos.net/el-tema-no-es-solo-ganancias-es-el-gasto-publico/

 

Lo que están buscando tanto el oficialismo como la oposición es simplemente buscar el máximo de la curva de Laffer

Francamente me parece patético el debate sobre ganancias. El oficialismo ofrece disminuir un poco la expoliación de los que pagan impuestos y la oposición propone expoliar menos que el oficialismo pero busca otras fuentes alternativas de aplicar impuestos. Todo se concentra en ver hasta dónde se puede exprimir al contribuyente, pero no se emitió una sola palabra sobre el gasto público, porque en definitiva, cada peso que se gaste tendrá que salir de impuestos, deuda pública (impuestos futuros) o consumo de stock de capital como ya ocurrió con el kirchnerismo que nos dejó con el sistema energético destrozado, nos consumimos 12 millones de cabeza de ganados, las rutas destruidas y sigue el listado.

El problema de la carga impositiva no se resuelve retocando las escalas de un impresentable impuesto a las ganancias. Además es demagógico de punta a punta en cualquiera de las propuestas porque no se permite el ajuste por inflación de los balances de las empresas, que son las que van a dar el trabajo del que tanto pide Macri en sus discursos, y a los autónomos nos siguen pisando la cabeza sin piedad, por no hablar de lo que hacen con  los monotributistas.

Por empezar, la carga impositiva siempre va a ser mayor en la medida que el gasto público crezca. Podrá suplantarse por un tiempo con el impuesto inflacionario, pero la pérdida de poder adquisitivo de la gente continuará.

Lo que están buscando tanto el oficialismo como la oposición es simplemente buscar el máximo de la curva de Laffer.

Cuadro 1

lafer

En el eje horizontal se muestran las tasas del impuesto y en el eje vertical cuánto se recauda a cada nivel de tasa de impuesto. En la medida que se va aumentando la tasa del impuesto, crece la recaudación. Pero llega un punto máximo, el C, a partir del cual el estado recauda menos porque las empresas dejan de producir dado que la carga impositiva es insostenible, la gente pasa al mercado informal o las empresas se van del país.

Viendo cómo evoluciona la recaudación impositiva, como el sector privado despide gente porque sufre el ajuste y se achica y la cantidad de gente que trabaja en negro, parece bastante claro que el gobierno actual y el anterior se fueron del otro lado de la curva de Laffer, digo pasaron del punto C hacia la derecha y por eso están intentando volver al punto C. El problema es a quién cobrarle más impuestos teniendo el menor costo político. Los políticos que siempre esgrimen argumento para no bajar el gasto público, buscan expoliar a un sector de la población que tenga un peso electoral menor para beneficiar a un sector de la población con un peso electoral mayor.

Estoy convencido que tratar de ponerle parches a este sistema impositivo es inconducente. Basta con recordar que para pagar impuestos hay que pagar el impuesto al cheque, un verdadero disparate, para advertir que el sistema impositivo argentino enloqueció.

Mientras la oposición y el oficialismo no se sienten a debatir la baja del gasto público, vamos a ver este debate ridículo en el que todos pretenden mostrarse como progresistas diciendo que hay que cobrarle más impuestos a los que más ganan. Es decir, se sigue castigando el éxito y por esa razón Argentina es un fracaso. La única idea que se les cae a los políticos es igualar hacia abajo. Al que más ganan hay que perseguirlo, por lo tanto, la inversión no llega y la pobreza sigue aumentando.

Se equivocan los políticos cuando pretenden usar el sistema impositivo para redistribuir el ingreso. Los impuestos deben ser lo menos distorsivos posibles y limitarse a generar ingresos para financiar el sector público. Si los políticos quieren redistribuir que lo hagan vía el gasto público, especificando a quién, por qué y el monto de lo que el resto de la sociedad le va a transferir.

En la medida que no se presente un plan económico global para liberar al sector privado del aplastante sector público, continuarán las discusiones superficiales que estamos viendo en las que el oficialismo acusa a la oposición de no ser responsable con su proyecto impositivo y la oposición acusa al oficialismo de no querer cumplir con sus promesas de campaña.

En la medida en que nadie se ocupe de proponer una baja del gasto público, todo va a limitarse a un debate muy parecido a una competencia populista para ver a quién se puede seguir expoliando impositivamente con el menor costo político.

En otras palabras, veo un debate en el que ambos bandos tratan de maximizar su conveniencia política, pero ninguno de los dos ofrece una solución en serio por la madre de todas las batallas: bajar el gasto público.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Saqueo de supermercados: hijo del saqueo institucional

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 21/12/12 en http://economiaparatodos.net/saqueo-de-supermercados-hijo-del-saqueo-institucional/

 El saqueo de la economía y el saqueo de las instituciones republicanas tienen como resultado el saqueo de los supermercados

De este fenómeno de los saqueos que estamos viendo en distintos puntos del país, y ante el fuego cruzado de acusaciones entre el gobierno y dirigentes sindicales, hay un solo dato que para mí es el definitivo: en un país sin la pobreza, la indigencia, el clientelismo político, la inflación y la falta de trabajo que impera en Argentina, esto no ocurre. Podrán pasar otro tipo de cosas, pero si no hay un caldo de cultivo que genere violencia, no hay saqueos.

Es cierto quien se roba un televisor y otros electrodomésticos no es por hambre, pero se sabe que cuando ocurren este tipo de cosas, el saqueo es indiscriminado. Si es el mismo tipo de saqueos que vimos en el 2001 cuando lo voltearon a De la Rúa.

Leyendo información en los medios y recibiendo algo de información, se sabe que es común que a fin de año grupos de gente que vive en asentamientos muy precarios suelen ir a los supermercados a exigir que les armen paquetes de comida navideños. Por más pobreza que haya, tolerar este tipo de aprietes es inamisible. Pero más inadmisible es que la misma dirigencia política, en este caso el gobierno, acepte este mecanismo de, o me das la canasta familiar o te rompo todo.

Pero yendo al fondo del problema, si algo ha quedado en evidencia es el total fracaso de este populismo barato del kircherismo que lo único que buscó en todos estos años fue crear una fiesta artificial de consumo que hoy no puede mantener a costas de crear una creciente masa de pobres.

El relato oficial se cae solo ante los saqueos. Si el país creció como dice el relato oficial. Si tantos puestos de trabajo se crearon. Si la Asignación Universal por Hijo es un logro porque le permite a la gente alimentar a su familia a cambio de que sus hijos vayan al colegio. Si el mundo maravilloso que desde el atril nos describe Cristina Fernández existiera realmente, dudo que un grupo de dirigentes sindicales estuvieran en condiciones de organizar una serie de saqueos en diferentes puntos del país. ¿Quién les prestaría atención si, como dice el gobierno, casi se terminó la pobreza, el salario de Argentina es el mal alto de toda América Latina, el modelo de sustitución de importaciones ha sido un éxito y todas las otras virtudes que suelen describir de una política económica que, todos sabemos, es totalmente inconsistente? Si hay saqueos es porque hay caldo de cultivo para que se produzcan.

Pero los saqueos no son solamente los que vemos en los supermercados. Aquí se ha saqueado el país destruyendo el sistema energético, las rutas, el stock ganadero, el ingreso de la gente con la inflación, la propiedad privada, los ahorros que la gente tenían en las AFJP, el sistema ferroviario y los subterráneos, todo para financiar el populismo más exacerbado.

Pero además se saquearon las instituciones de la república. Se bastardeó la democracia. Se atropelló a la justicia. Si ignoraron los fallos de la Corte Suprema de Justicia. Se utilizó a los organismos recaudadores como mecanismos de presión. En definitiva, en nombre de un 54% que no es tal, se estableció un ambiente de irritación, violencia verbal, enfrentamiento entre argentinos, descalificaciones de personas y todo tipo de agresiones verbales para imponer un sistema hegemónico. Y ese proyecto necesita de una creciente población pobre que sea sumisa a los dictados del oficialismo.

El kirchnerismo ha creado este clima de violencia. Nunca buscó la paz y la concordia, sino el enfrentamiento y la agresión.

Lo que vemos hoy en saqueos, si es organizado o no, no lo sabemos. Pero sí sabemos que fue el gobierno el que creó todas las condiciones de pobreza y violencia verbal para que veamos, como 11 años atrás, disturbios en la calle con violencia.

Si el kirchnerismo hubiese aprovechado las condiciones excepcionales que imperaron en la economía mundial para hacer crecer el país y terminar realmente con la pobreza y la indigencia, hoy no habría este caldo de cultivo para los saqueos, los cuales, dicho sea de paso, si están organizados, también habría que ver quien realmente los organizó.

Lo concreto es que las condiciones excepcionales del mundo fueron utilizadas para hacer populismo barato. El kirchnerismo fue una máquina de crear pobreza e indigencia. La misma que hoy volvemos a ver saqueando supermercados.

El saqueo de la economía y el saqueo de las instituciones republicanas tienen como resultado el saqueo de los supermercados.

El kirchnerismo lo hizo.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA)y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.