LA CORRUPCIÓN EN BRASIL VISTA A LA DISTANCIA

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 11/5/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/05/11/la-corrupcion-en-brasil-vista-a-la-distancia/

 

Tomamos el caso brasileño como podríamos haber tomado el argentino, el peruano, el ecuatoriano, el venezolano, el cubano, el nicaragüense o el boliviano puesto que lamentablemente la región está rebosante de casos de peculado mayúsculo.

En líneas generales debemos enfatizar que la corrupción de los aparatos estatales está en relación directa con el tamaño del gobierno puesto que los crecientes ministerios, secretarías,  subsecretarías, direcciones y demás parafernalia abren las puertas a la discrecionalidad. De allí es el célebre aforismo del historiador decimonónico Acton; “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Según el diccionario corromper es alterar, descomponer cambiando la naturaleza de una cosa volviéndola mala. Pero una cosa es la corrupción en el sector privado y otra bien distinta es la que ocurre en el contexto de los aparatos estatales. No es para nada que unas personas sean mejores que otras, se trata de incentivos diferentes.

Lo propio se cuida de un modo distinto respecto a lo que pertenece a los demás. De allí es que a partir de Garret Hardin nos referimos a “la tragedia de los comunes”: lo que es de todos en definitiva no es de nadie, lo cual en realidad ya había sido estudiado desde Aristóteles al criticar la propiedad colectiva. La forma en que se toma café y se encienden las luces no es la misma si las cuentas las paga el que consume que si las abona un tercero por la fuerza.

De esto se desprende la virtud de la empresa privada: busca beneficios, situación que logra si da en la tecla con los gustos y preferencias de la gente e incurre en quebrantos si se equivoca en ese objetivo. El cuadro de resultados muestra los éxitos y fracasos en el contexto de marcos institucionales que protegen derechos que son siempre superiores y anteriores a la existencia de los gobiernos.

Desde luego que este proceso no tiene lugar cuando los llamados empresarios se alían con el poder al efecto de obtener privilegios siempre a expensas de la gente, especialmente la más necesitada. Aquellos son en verdad ladrones de guante blanco que en lugar de robar al vecino a mano armada lo hacen a través de los políticos en funciones.

Cuanto más se aparta el gobernante del tronco central de un sistema republicano de Justicia y seguridad, mayores son las oportunidades de corrupción. Cuanto más extendido el poder político en faenas que no le atañen, mayores espacios se abren para las corrupciones lo cual infecta a los clientes del sector privado donde no pocos al vislumbrar una posibilidad de prosperar a través de una coartada indecente proceden en consecuencia en lugar de traspirar para competir y satisfacer necesidades del prójimo.

Y no es que en el sector privado no se produzcan corrupciones, es que la naturaleza del problema es sustancialmente distinta. En primer lugar lo absorben los dueños de su propio peculio y no lo trasladan compulsivamente sobre los patrimonios de otros. En segundo término, están presentes  fuertes incentivos para llevar a cabo auditorias más rigurosas que las politizadas donde no están en juego los propios ingresos.

Conviene reiterar que cuando se declama que el Estado debe hacer tal o cual cosa es el vecino el que se hace cargo coactivamente. Es del caso repetir que el Estado nada tiene que no lo haya detraído del fruto del trabajo ajeno.

En el caso que nos ocupa, David Fleischer, profesor en la Universidad de Brasilia, en un largo y documentado ensayo publicado en la revista académica de la Fundación Konrad Adenauer de Argentina alude a la larga serie de corrupciones gubernamentales en  Brasil desde épocas de la colonia hasta el presente, lo cual no incluye a todos los mandatarios y sus colaboradores pero a buena parte de ellos. Así nos dice que Portugal otorgaba privilegios a sus agentes y cerraba los puertos al comercio extranjero hasta que la corona debió aceptar la ayuda inglesa para trasladarse de Lisboa a Río de Janeiro en 1808 ante la amenaza napoleónica, lo cual obligó a una apertura relativa que se revirtió a partir de la independencia en 1822 que se fue agudizando a través de monopolios legales y otros privilegios durante todo el período imperial hasta su fin en 1889.

A partir de entonces, nos sigue relatando Fleishcher, desde el fin del imperio hasta los años 30 todos los sectores más importantes de la economía brasileña operaron en base a concesiones gubernamentales como la administración de puertos, la electricidad, la telefonía, los ferrocarriles, la minería, el transporte urbano y el petróleo.

A partir de la revolución del treinta de Getulio Vargas todo se estatizó lo cual incluyó el establecimiento de bancos estatales (la banca central se creó en 1965), con lo que la corrupción se incrementó respecto al  ya fallido sistema de las concesiones como gracias otorgadas por el poder de turno. Como una nota al pie recordamos que el dictador Vargas pretendió que Sefan Sweig escribiera su biografía a lo cual el escritor se negó. Y en su lugar escribió una larga descripción de Brasil donde residía en aquel momento (y donde terminó con su vida dejando una carta estremecedora luego acoplada a su autobiografía). En ese libro Sweig sugiere que esa ex colonia portuguesa podría convertirse en “el país del futuro” a pesar de “esa avidez y ese afán de poder” dado que “nuestra Europa se suicida” debido al avance nazi…y pensar que ahora muy paradójicamente reaparecen en ese continente signos muy preocupantes de nacionalismo.

En los noventa se decidió privatizar empresas en Brasil pero traspasando los monopolios gubernamentales a monopolios privados con lo que se dejó de lado la competencia y se abrió el camino a todo tipo de abusos ya llevados a cabo antes por los aparatos estatales solo que ahora la mancha se extendió al sector privado degradando la idea de la privatización.

También escribe David Fleishcher que hasta el día de hoy se mantienen los privilegios de las llamadas reservas de mercado, exenciones fiscales, permisos para importar, tipos de cambio preferenciales, subsidios a través de tasas de interés, privilegios en licitaciones públicas, inmunidades políticas, nepotismo, jubilaciones especiales, protecciones arancelarias, uso de activos gubernamentales para beneficios privados y otras prebendas.

Por su parte, Gustavo Segré, profesor en la Universidad Paulista, nos informa a través de una jugosa columna en Infobae  que en el caso de Luiz Inácio Lula da Silva el juez de primera instancia Sergio Moro ordenó su detención por instrucción del Tribunal Regional No. 4 de Porto Alegre sentenciando al ex presidente a nueve años de prisión y siete de inhabilitación para ejercer cargos públicos. Tres jueces de segunda instancia, por unanimidad, ratificaron lo resuelto con un agravamiento de la pena a doce años de cárcel. Ante esta situación la defensa de Lula interpuso un habeas corpus ante una tercera instancia, el Tribunal  Superior de Justicia, que negaron el recurso por unanimidad de los cinco jueces que lo integran. Pese a lo consignado, nos dice Segré, los abogados defensores interpusieron un segundo habeas corpus ante la Corte Suprema cuyos miembros dieron trámite rápido y por mayoría denegaron nuevamente el recurso en cuestión. A todo lo referido debe agregarse que pesan sobre Lula otras seis causas por corrupción en el ejercicio de su cargo.

Ahora la Fiscalía brasileña presenta una nueva acusación por 40 millones de dólares de corrupción contra Lula, sus entonces ministros de planificación Paulo Bernardo Silva y de hacienda Antonio Palocci y contra la actual presidente del Partido de los Trabajadores y senadora Gleisi Hoffman. También los abogados del ex mandatario acaban de interponer un nuevo recurso que será tratado vía votaciones virtuales.

Se ha dicho que Lula sacó a mucha gente de la pobreza pero lo que no se dice es que lo hizo arrancando recursos a los más eficientes para atender las demandas de los demás y no incrementando la productividad con lo que colocó una bomba de tiempo igual que hizo el kirchnerismo en Argentina.

Todo lo dicho tiene un correlato bastante estrecho con lo que sucede en otros países. Las garras del Leviatán están presentes y la casta política no quiere desprenderse de privilegios y posibilidades de mantener como rehenes a personas y empresas que muchas veces se ven obligadas a ceder espacios que les pertenecen al efecto de no ser liquidadas.

El caso de Brasil es solo un ejemplo, país en el que, a pesar de todo, hoy da ciertas muestras de querer que prevalezcan marcos institucionales compatibles con una sociedad abierta. Y no es del caso volver a aplicar la tesis de la manada de elefantes desviando la atención de los casos de peculado detectados y sancionados para apuntar a otros que también debieran ser penados por los mismos motivos. La cantidad de corruptos no justifica en lo más mínimo el olvido de los casos concretados.

Es de desear que esos signos brasileños produzcan un efecto contagio a otros países en cuanto a una necesaria e higiénica independencia y eficacia del Poder Judicial para en la práctica “dar a cada uno lo suyo” según la célebre definición de Ulpiano donde “lo suyo” remite al derecho de propiedad comenzando por la vida, la libertad de expresar el pensamiento y el uso y disposición de lo adquirido legítimamente.

Frente a estos avances institucionales en Brasil, aparece una luz colorada y es la presencia de un candidato nacionalista para las próximas elecciones en línea con lo que desafortunadamente viene ocurriendo electoralmente en Europa y ahora nada menos que en Estados Unidos. Hay que estar alerta para no derrapar.

Por último, antes de cerrar esta nota señalo un punto que estimo crucial y que acabo de consignar en mi nuevo libro (La posverdad socialista) que se publica a mediados del corriente año, para lo que remito a un relato efectuado por Martín Caparrós que aunque alejado de la tradición de pensamiento liberal sirve a mis propósitos de ilustración. Cuenta Caparrós que en un lugar de Níger conversando con una señora de una pobreza extrema le preguntó que cosas le pediría a un supuesto mago que podría proporcionarle todo lo que le pida, a lo que la interlocutora le respondió “una vaca” y frente a la insistencia del escritor enfatizando que en ese escenario imaginario el mago podría entregarle cualquier cosa, la aldeana en cuestión se manifestó por solicitar “dos vacas” con lo que Caparrós concluye con razón que cuando la miseria es de dimensiones tan enormes “hasta se pierde la capacidad de desear”. Este ejemplo desgarrador lo quiero aplicar a lo que ocurre con muchos que se dicen liberales pero que en la práctica demuestran una colosal incapacidad de soñar nuevos horizontes y se limitan a poco más del statu quo. Esta situación desgraciada naturalmente hace que los de la vereda de enfrente corran el eje del debate con propuestas antiliberales y, como consecuencia de lo cual, los así llamados liberales deben adaptarse a lo que se convierte en un nuevo statu quo y así sucesivamente, hasta que el liberal propiamente dicho se decide a tomar el toro por las astas y apunta a subir la vara. Este es un mensaje que estimo vital para el progreso muy alejado del cómodo apoltronamiento conservador. Este es el modo de minimizar las corrupciones que, como queda dicho, surgen en proporción a los espacios de poder político.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

«La gestión de Macri es muy floja, tímida»

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado en «El País» de Montevideo, Uruguay.

 

Estuvo en Montevideo para dar una charla invitado por la Cámara de Comercio. Cree que el gobierno argentino no ataca los problemas de fondo que dejó el kirchnerismo y corre el riesgo de dilapidar su capital político.

—¿Cómo evalúa la gestión del presidente Mauricio Macri?

Tiene lo que considero un activo (no debería ser así porque debería ser normal) y es que no hay corrupción. Hemos estado acostumbrados a corrupciones horribles. Por eso lo aplaudimos. Respecto a la gestión, es muy tímida y muy floja. La gente tiene problemas graves para llegar a fin de mes y hay problemas sociales. Esto es consecuencia de que le arrebatan recursos. ¿Quién arrebata recursos? En gran medida, es el aparato estatal. Cuando se dice que el Estado tiene que hacer esto o lo otro…, ningún gobernante pone de su peculio. Es el vecino el que está pagando. Todos nosotros, más cerca o más lejos, venimos de la miseria, venimos de las cuevas, venimos del mono y el esfuerzo para mejorar es respetar la choza que se hizo el otro, es respetar el derecho de propiedad, es respeto recíproco por los proyectos de vida del otro, aunque no nos gusten y no los compartamos. Yo creo que el test máximo de la tolerancia se da cuando no compartimos el estilo de vida de otro, pero lo respetamos siempre y cuando no lesione derechos de otros. El viernes 21 de abril sacamos una carta en el matutino La Nación de Buenos Aires cinco colegas, diciendo una vez más que no se trata de hacer más eficiente el gasto público porque si algo es malo y es eficiente es mucho peor. No se trata de podar el gasto porque, igual que en la jardinería, crece más fuerte. De lo que se trata es de eliminar de cuajo ministerios, secretarías, reparticiones, subsecretarías que no sirven para proteger los derechos de la gente sino para conculcarlos.

—Voceros del gobierno dicen que se esperará a las elecciones legislativas de octubre para comenzar a abatir el déficit fiscal. ¿Qué le parece?

Ahora la nueva receta parece ser esperar a las elecciones. A mí me parece que quizás los liberales no mandamos bien el mensaje de la conexión que hay entre las malas políticas económicas, el derroche, un Leviatán muy adiposo y el salario de la gente.

Me parece que es muy importante abrir las economías, establecer sistemas competitivos y eliminar esos ladrones de guante blanco que son los empresarios que tejen alianzas con el poder. Es el gobierno de los últimos 70 años en la Argentina. Argentina desde la constitución liberal de 1853 hasta el golpe fascista de 1930 era la vanguardia del mundo libre, en los primeros puestos de salarios e ingresos del peón rural y del obrero de la incipiente industria. Toda la debacle comenzó con el golpe nazi-fascista del año 30 y se acentuó muchísimo con el peronismo. No se trata de malos y buenos, se trata de ideas, valores y principios para salir de este marasmo. El tema es el gasto público.

—¿Pero cómo puede conciliar Macri la necesidad de consolidar su poder y tener un buen resultado en octubre con la de reducir el déficit fiscal?

El político si tiene sentido práctico va a tratar de apuntar a lo que la opinión pública puede digerir y no ir más allá porque empieza a perder votos. El político que se sube a la tribuna y dice «yo voy a hacer lo que me da la gana y no me importa lo de la opinión pública» está perdido como político. El profesor que entra a una clase y dice «yo voy a averiguar lo que quieren los alumnos para decirlo», está perdido como profesor. Ahora, (Douglas) MacArthur, en un terreno distinto, en el militar, decía «si uno es comandante, tiene que comandar, y si no mejor que se vaya a su casa». La tarea no es explicar porqué las cosas no anduvieron. El asunto es hacer. El premio Nobel de Economía Milton Friedman decía que si un gobierno quiere rectificar algunos rumbos, lo tiene que hacer entre los primeros seis y diez meses de su gestión, cuando está en la luna de miel. Si se permite sufrir un desgaste y que la oposición se reagrupe, es cada vez más difícil.

—¿Macri ya perdió la oportunidad?

Yo quiero creer que no perdió la oportunidad a raíz de este oxígeno que fue la marcha del 1° de abril. Pero he dicho que no se la debe tomar como que haya sido un apoyo a Macri, sino que debe ser tomada como una defensa de la República y del sistema democrático debido a los comentarios que se han hecho diciendo que el presidente se tiene que ir en helicóptero, como Fernando de la Rúa.

Comparto que hay que tener cuidado y equilibrio, pero en lugar de tener un gasto público a 100, no digo bajarlo a 30, pero al menos a 99, para por lo menos marcar un rumbo para decir «estamos en esa dirección, no nos pueden decir que no trabajamos sobre el gasto público porque hemos hecho tales y tales cosas».

—Hay quienes dicen que el macrismo es «kirchnerismo con buenos modales».

Yo comparto eso. No están en cadena nacional, a los gritos e insultando. Eso no lo tiene este gobierno. Pero cuando se pierden las oportunidades, es una pena enorme. El déficit fiscal es ahora de ocho puntos del producto, más alto que en la época de (Néstor) Kirchner. Cuando Thomas Jefferson era embajador en París y le llevaron la constitución nueva de Estados Unidos dijo que si tuviera que cambiarle algo diría que debería prohibir la deuda pública. Usando términos futboleros, se está pateando la pelota para adelante. Se está comprometiendo el patrimonio de futuras generaciones que ni siquiera habrán elegido a los gobernantes que contrajeron la deuda. La presión fiscal en Argentina es una de las más altas del mundo. La gente tiene que trabajar entre seis y siete meses al año para mantener el aparato estatal. Eso es lo que hay que modificar y cuando antes mejor.

—¿Pero el gobierno no ha tenido algún éxito en mejorar el clima para la inversión, en dar más estabilidad?

Yo no veo ninguna regla estable. Todos los paros que ha habido muestran una cosa muy zigzagueante. Está bien abrirse al mundo, pero uno se tiene que preguntar ¿para qué abrirse al mundo, para mostrar la misma cosa populista, para mostrar kirchnerismo con buenos modales o para mostrar otra cosa? Para mostrar otra cosa hay que arremangarse y mostrar otro rigor. Dejémonos de frases vacías, como «juntos podemos». Mejor como decía (José) Ortega y Gasset, decir «argentinos, a las cosas». Trabajemos para rectificar los temas lo antes posible. Yo creo que Macri está muy consciente de eso.

—¿No cree que hay en la región un retroceso del populismo que puede llevar a políticas más de libre mercado?

Es cierto que hay signos interesantes. Por ejemplo, en el Perú. Hay otros signos que no son tan atractivos como lo que está pasando con el tema de la seguridad social en Chile. Hay que explicar que el sistema de reparto de la seguridad social es una estafa. Es un sistema que actuarialmente no resiste. El sistema de capitalización donde cada uno pone de sus recursos y hay competencia y mercados abiertos me parece lo normal y lo atractivo. Ahora se está por revertir en Chile.

—La aplicación del liberalismo económico quedó asociada en Argentina con la dictadura.

Fíjese que creo que no, porque los mismos representantes y ministros de ese régimen horrible que usted señala, nunca se han declarado liberales. Han salido siempre a decir «yo no tengo nada que ver con el liberalismo». Por ejemplo, José Martínez de Hoz, aumentó brutalmente el gasto público. Lo demás son anécdotas. ¿Cómo fue el aparato estatal? ¿Fue más grande o no? La deuda aumentó, el gasto aumentó, hablaba de privatizaciones periféricas. Nadie sabe qué quiso decir.

—El menemismo privatizó, pero quedó asociado con la corrupción.

Exactamente, no tuvo nada de liberal. Se pasó de monopolios estatales a monopolios privados. Los ferrocarriles tenían un déficit de US$ 365 millones, se privatizaron y acto seguido el gobierno subsidió el monopolio.

—¿ Cómo ve a Uruguay que está tan marcado por el batllismo?

Uruguay era la Suiza de América Latina hasta que empezó a imitar un poco a los argentinos. Pero yo creo que mantuvo y mantiene, a pesar de todas las críticas que se puedan hacer, un respeto por las instituciones, esto de la cordialidad y los modales, la educación. Es una cosa que, no sé qué pasará en el futuro, todavía caracteriza al Uruguay. Observamos la relación del fuerte con el débil, del que está manejando el auto con el peatón. Frenan diez metros antes y si alguien agradece es porque es argentino y está sorprendido. Los uruguayos lo toman como una cosa natural y de respeto. Por supuesto que se ha engrosado el gasto público, un tercio son funcionarios públicos, un tercio son jubilados y solamente un tercio trabaja. Además entre los 30 y los 40 años muchos uruguayos están yéndose a otra parte. Ramón Díaz (quien presidió el Banco Central del Uruguay), a quien admiraba mucho, tenía un libro muy atractivo que era la «Historia Económica del Uruguay» que muestra que Uruguay estaba también rumbeado hacia destinos muy atractivos. Hay que imaginarse como serían Argentina y Uruguay si tuvieran marcos institucionales previsibles, si hubiera un respeto irrestricto e independencia de poderes cuáles serían las cosas que produciríamos. ¿Por qué las producciones de automotores son tan extraordinarias en Japón? No tienen recursos naturales, es un cascote, solamente el 20% es habitable. Es un tema de las cejas para arriba. Nos sorprenderíamos, si tuviéramos un país civilizado, de las cosas que podríamos hacer. No es un tema de recursos naturales ni de clima . África es el continente con más recursos naturales y se muere la gente como moscas. Hay que entender la importancia de las inversiones para aumentar salarios e ingresos en términos reales. Las inversiones dependen de los marcos institucionales. Hay una inclinación a sustituir la democracia por la cleptocracia, el gobierno de ladrones que expropian propiedades, que expropian libertades, que expropian sueños de vida. Hay límites que no se pueden sobrepasar. Eso es una cosa que tenemos que trabajar y usar las neuronas, para poner más límites al poder porque este asunto va mal.

ELIMINAR EL ESTADO VATICANO

Supongo que no le gustan para nada las ideas socioeconómicas de su compatriota el papa Francisco.

—Para nada. Yo soy católico. Él se ordenó en 1959 en Córdoba bajo la influencia muy marcada de monseñor Enrique Angelelli que oficiaba misa bajo la insignia de los montoneros (NdeR: murió en 1976 aparentemente asesinado por la dictadura argentina). Si uno lee el segundo capítulo de la exhortación «Evangelii Gaudium» uno ve que no tiene nada que ver con los principios de la propiedad ni de la igualdad. Se dice que quiere una sociedad igualitaria, pero ¿qué diablos quiere decir eso? La igualdad ante la ley la comparto totalmente. Pero la guillotina horizontal… En un mercado libre el que mejora es el que mejor ha servido a sus semejantes y el que yerra tiene quebrantos.

Yo creo que hay que eliminar el Estado Vaticano. Tiene que haber una figura del derecho internacional para darle independencia a la cabeza de la Iglesia. La religión nuestra dice que nuestro reino no es de nuestro mundo. Dejo de lado las buenas intenciones (de Francisco). Pueden ser las mejores, pero el camino del infierno está empedrado de ellas.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.