Macri y el modelo de Frondizi

Por Adrián Ravier. Publicado el 4/2/17 en: http://www.cronista.com/columnistas/Macri-y-el-modelo-de-Frondizi-20170204-0003.html

Macri y el modelo de Frondizi

En varias oportunidades, Mauricio Macri intentó identificar su modelo económico con aquel que Arturo Frondizi aplicó entre 1958 y 1961. A modo de contexto, tanto Macri como Frondizi recibieron una herencia delicada: elevado gasto estatal, sobredimensión de empleo público, déficit fiscal, monetización de estos déficits, inflación y escasez de divisas. Las pocas reservas en divisas del Banco Central (BCRA) complicaban sostener la moneda local, y a su vez, dificultaban la importación de materias primas, insumos intermedios y bienes de capital, fundamentales en la industria protegida. El “estrangulamiento” aparecía como un problema estructural generado por décadas de proteccionismo y un modelo agotado de sustitución de importaciones.

Con Rogelio Frigerio como responsable de la política económica, Frondizi decide avanzar en un modelo de apertura económica capaz de atraer inversiones especialmente en ciertas industrias estratégicas como producción de petróleo y gas, la industria química y petroquímica, siderurgia, depósitos de carbón y hierro, provisión de energía eléctrica, cemento, papel, maquinaria y equipos industriales, lo que a su turno complementaría y potenciaría la industria existente, favoreciendo por ejemplo la exportación de carne.

Las inversiones extranjeras, sin embargo, estaban condicionadas por las condiciones internas, caracterizadas –además de lo dicho- por tarifas congeladas, una legislación represiva y un proteccionismo extendido. Entre otras políticas Frondizi -al igual que Macri-, incrementó las tarifas de servicios públicos, quitó las restricciones al mercado cambiario y unificó el tipo de cambio y decidió abolir el sistema de controles y permisos.

Donde no pudo alcanzar resultados –como tampoco pudo Macri en su primer año- fue en el área fiscal, cerrando 1958 con un déficit que rozó el 9 % anual. Incluso en 1959 la caída del producto respecto del año anterior fue del 6,5 % del PIB, lo que tampoco ayudó en la cuestión fiscal.

Algunas diferencias con Frigerio, condujeron a Frondizi a nombrar a Alvaro Alsogaray al frente del ministerio de Economía y Trabajo, quien decidió priorizar el tema inflacionario poniendo foco en el déficit fiscal. Redujo el déficit con medidas antipopulares, suspendiendo obras públicas y terminando con el Estado empresario; tomó deuda interna y externa como transición para detener la monetización del déficit. Contenida la inflación, pensaba Alsogaray –y quizás también hoy Macri-, volverían las inversiones, lo que contribuiría al crecimiento económico, a mejorar la recaudación y a terminar con el déficit. La deuda entonces era transicional.

Las turbulencias macroeconómicas de mediados de 1959 fueron cediendo. El dólar, que había tenido un pico de 100 pesos moneda nacional en mayo, retrocedió hacia 83 en agosto, gracias a mayor confianza y a crecientes influjos de capital. Temiendo una mayor apreciación, el Banco Central estableció una paridad fija de facto en ese nuevo nivel. La inflación descendió al compás del tipo de cambio: los precios de las importaciones y los productos agrícolas se estabilizaron apenas el dólar alcanzó ese nuevo equilibrio, y los productos industriales se desarrollaron a apenas 1% mensual en el último cuarto de 1959.

En 1960 y 1961 la economía creció a un promedio de más del 8% anual. El factor dinamizador fue la inversión que aumentó en 1961 a un nivel 66% mayor que el de 1959, y 47% mayor que el de 1958, un año menos anormal. En petróleo, por ejemplo, que representaba un cuarto de las importaciones, Frondizi logró el autoabastecimiento, incrementando la producción de 5,6 a 16 millones de metros cúbicos anuales, lo que ayudó a despertar interés en otros inversores para explotar otras ramas industriales. A modo de efecto contagio, el capital internacional respondió a las masivas oportunidades que proveía una economía ahora más ordenada. El Financial Times declaró al peso argentino “moneda estrella” del año en 1960. El crecimiento se manifestó, poco después, en una mejora en el salario real, que aumentó 12% hacia fines de ese año.

Cuentan diversos historiadores, sin embargo, que Frigerio nunca dejó realmente de ofrecer su consejo a Frondizi. Algunas tensiones entre Alsogaray y Frigerio, por la construcción de una central eléctrica en Dock Sud y el costoso proyecto de El Chocón, llevaron al primero a dejar el cargo. Lo reemplazó Roberto Alemann en abril de 1961, quien continuó el modelo austero de Alsogaray.

¿Podemos esperar un mismo desenlace en Argentina con tasas de crecimiento del 8 % para 2017, 2018 y 2019? Es posible. Pero Alsogaray no fue gradual en su ataque contra el déficit fiscal, ni tampoco fijó metas inflacionarias a cuatro años. Además, contuvo la apreciación del tipo de cambio porque entendió que la normalización de la economía, como transición, requería de un tipo de cambio real alto como complemento. Seguramente lejos de los 26 pesos que recomendó el Diputado del PRO Eduardo Conesa, pero seguramente más alto de lo que está fijado hoy.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Economía: sin mucho tiempo para andar haciendo pruebas

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 25/10/15 en: http://economiaparatodos.net/economia-sin-mucho-tiempo-para-andar-haciendo-pruebas/

 

Con 4 años de mandato,  el nuevo presidente no tiene tiempo para andar haciendo pruebas para arreglar el descalabro económico que deja CF

No es la primera vez en los últimos 40 años de historia económica argentina, que un gobierno le deja a otro una flor de lío económico. Es más, el mismo gobierno peronista de 1973/1976 heredó su propio lío económico. En esos años el entonces ministro de economía José Ber Gelbard, primero ministro de Campora y luego de Perón, generó un caos de precios relativos que en 1975 intentó “resolverlo” como pudo Celestino Rodrigo, hombre insultado y denigrado pero que, en rigor, con todos sus defectos, no fue estrictamente el responsable de lo que se conoció como el rodrigazo. Lo que hizo Celestino Rodrigo fue solamente destapar la olla a presión que había dejado José Ber Gelbard. Pero el caos económico y político que había en esos años no terminó de pagarlo el peronismo porque tuvo la suerte de aparecer como víctima del golpe del 76.

El mismo Proceso tuvo sus problemas económicos internos heredados. Martínez de Hoz nunca terminó de resolver seriamente el problema fiscal y terminó utilizando la famosa tablita como freno a la inflación. La caída del tipo de cambio real de aquellos años la heredó Lorenzo Sigaut, que tampoco supo encarar la solución al problema y antes de fin de año Galtieri desplazaba a Viola de la presidencia y asumía Roberto Alemann como ministro de economía, que a poco de asumir tuvo que lidiar con la guerra de Malvinas y luego vino el desbande del Proceso que, a las apuradas, tuvo que llamar a elecciones.

Alfonsín la pifió de entrada en su plan económico con Grinspun, tuvo un éxito muy transitorio con el plan austral y luego naufragó hacia la hiperinflación con el plan primavera.

Menem no embocó de entrada con el plan económico de Bunge y Born. Tampoco Erman González solucionó el problema inflacionario y Cavallo logró domar el potro inflacionario recién en abril de 1991 con la convertibilidad, que en rigor fue una regla monetaria.

De la Rúa desaprovechó dos grandes oportunidades para poder enfrentar los problemas económicos heredados. La primera oportunidad fue cuando nombra como ministro de Economía a Machinea acompañado por Miguel Bein y Pablo Gerchunoff. Los tres heterodoxos y con tendencia hacia la izquierda solo atinaron a impulsar un impuestazo sin tocar el gasto público. Cuando ya no pudieron sostener más las condiciones fiscales se fueron y llegó Ricardo López Murphy. Esta fue la segunda oportunidad que perdió De la Rúa al no apoyar la baja del gasto público que propuso RLM. Ceder ante las presiones de los “progres” y populistas terminó costándole la presidencia y dio lugar al posterior destrozo que hizo Duhalde saliendo con una enorme torpeza de la convertibilidad.

Lo del kirchnerismo es historia conocida. Se encontró con la devaluación y la pesificación ya hecha. Sin tener que pagar la deuda pública porque estaba en default, con precios de las commodities subiendo y con un stock de capital heredado de la década del 90 que le permitió estimular el consumo en forma artificial consumiéndose toda la infraestructura productiva se vivió una “recuperación” con pies de barro desaprovechándose una oportunidad histórica para recuperar Argentina de largos años de decadencia.

Le deja el kirchnerismo al próximo gobierno un tipo de cambio real totalmente retrasado artificialmente, un enorme gasto público, fenomenal presión impositiva y, encima, con déficit fiscal. Tarifas de los servicios públicos muy atrasadas, el BCRA vaciado, pobreza, indigencia y desocupación por citar algunos de los problemas más acuciantes.

Mi visión es que el próximo gobierno no tiene mucho margen para equivocarse. Tanto Alfonsín como Menem comenzaron sus períodos presidenciales que duraban 6 años. Ese período les daba más tiempo para cometer errores y luego tratar de rectificar. Alfonsín estuvo dando vueltas con Grinspun desde diciembre de 1983 hasta principios de 1985 cuando lo nombró a Sourrouille que recién a mediados de 1985 lanza el plan austral que, por no corregir el problema fiscal, terminó fracasando. Alfonsín perdió un año y medio hasta que logró establecer un plan económico que generó cierta credibilidad. Pero pudo darse ese lujo porque su mandato no duraba 4 años como ahora. Duraba 6 años.

Menem también demoró casi dos años hasta que dominó la inflación. Ese tiempo era 1/3 de su mandato presidencial. Pero De la Rúa en 2 años no consiguió dominar la economía y se le fue el 50% de su mandato. Es cierto que entre radicales y peronistas se encargaron de hacerle la vida imposible, algo que no hubiese ocurrido si de entrada lograba poner orden económico. Con la economía bajo control le iba a resultar más difícil a peronistas y radicales moverle el piso como se lo movieron.

Deliberadamente CF le deja el campo minado al próximo gobierno. Como solo le importa su persona, dudo que antes del 10 de diciembre se encargue de solucionar uno o varios problemas económicos para aliviarle costo político al próximo gobierno. Esto quiere decir que el que viene no tendrá margen de tiempo para estar ensayando propuestas como hicieron Alfonsín y Menem porque le insumiría quizás la mitad de su mandato y estaría perdiendo en las elecciones de medio término en 2017. Lo máximo que puede intentar el próximo presidente es tener dos equipos económicos. Uno para hacer rápidamente el trabajo sucio de corregir los precios relativos y un segundo que tendría como función reemplazar al primero estableciendo un plan económico de largo plazo que genere confianza y sin tener que lidiar con el costo político de corregir los precios relativos. Esta sería la propuesta de mínima.

La de máxima consistiría en tener en equipo económico de prestigio. Con gente con trayectoria y que genere confianza, con un plan económico consistente para amortiguar los efectos más duros de corregir los precios relativos. Si va por esta segunda alternativa, en 6 meses máximo tiene la economía funcionando a pleno, lo cual le permitiría al próximo presidente consolidar su posición política. Con la economía bajo control rápidamente, la gobernabilidad es más fácil de conseguir. Los intentos de desestabilización solo prosperan cuando la economía naufraga. Es decir, cuando los bolsillos de la gente están vacíos.

El campo minado que deja CF es muy extenso y requiere de gente con mucha capacidad, prestigio y audacia para poder desactivarlo. Se puede lograr, pero el próximo presidente no tendrá tiempo para estar ensayando recetas heterodoxas que de antemano sabemos que fracasarán. Si tiene decisión y audacia, desactiva el campo minado. Si toma el camino del miedo, gana CF porque las minas irán explotando en cadena.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.