¡Cómo nos equivocamos!

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 15/8/19 en: https://www.ambito.com/como-nos-equivocamos-n5048819

 

¡Cómo nos equivocamos!

 

Las PASO demostraron que todos nos equivocamos. Por mi parte, sobre la base de los científicos políticos de EE.UU. que aseguran que quienes van por la reelección tienen grandes chances de ganar, creí que triunfaría Macri. Me disculpo. Se equivocaron los encuestadores y, vale decirlo antes de que se excusen, se equivocaron todos los del REM, que aseguraban que habría recuperación hacia fin de año.

Conocido el resultado se produjo el lunes negro y los argentinos en general se empobrecieron, quizás, un 30% en promedio en un solo día. ¿Quién tiene la culpa? ¿Es el susto por la vuelta del kirchnerismo -como dirán los del REM para justificar su nuevo error- o Macri que deja una economía decadente?

Otro problema serio es que muchos operadores bursátiles y financieros y economistas mediáticos son notoriamente mediocres y le hicieron creer al público que la economía venía bien ya que, entre otras cosas, Macri tenía el apoyo del FMI. Y así ayudaron a inflar la burbuja que ahora estalló.

Como hizo en la CABA, Macri, a pesar de su discurso engañoso y del apoyo de economistas falsamente “promercado” -conservadores, neokeynesianos que se dicen “liberales”- sistemáticamente aumentó el peso del Estado asfixiando al sector productivo, al privado, hasta límites inauditos: inflación del 50%, tasas del 70% y una carga impositiva insostenible, entre otras cosas. Y el FMI financió esta debacle.

Por cierto, para desenmascarar falsos “profetas de la libre economía”, basta preguntar su opinión acerca del FMI ya que, siendo un banco estatal declaradamente neokeynesiano, no puede ser sino condenado por quien realmente promueva políticas promercado. De hecho, el FMI en Argentina ha demostrado, otra vez, que se dedica a financiar estatismos fracasados.

O sea, es cierto que por su discurso e historia contraria al mercado -que no son sino las personas libres, el pueblo trabajando sin impuestos asfixiantes ni regulaciones coactivas- el kirchnerismo asusta, pero la burbuja que estalló evidenció la gravedad de la situación económica.

El escenario global no es alentador y las Bolsas mundiales bajan. La curva de tasas de interés en EE.UU. quedó invertida entre los bonos a dos y a diez años, los de corto plazo ofrecen mayor rentabilidad que a largo plazo. Con la deuda inglesa pasa lo mismo y desde hace tiempo ocurre en Alemania.

El bono a dos años ofrece una rentabilidad del 1,581% frente a la de 1,58% del treasury a diez. Este tramo de la curva es el más seguido por los analistas para anticipar una recesión, entre 9 y 25 meses siguientes, y siempre se cumplió durante los últimos 60 años. Es una clara anomalía debida, precisamente, a las ideas neokeynesianas reinantes en el mundo lideradas por el FMI y los bancos centrales expansivos. Una curva invertida no provoca recesión, pero influye en la rentabilidad de los bancos y en la actividad económica, según Nash-Stacey y Karp del BBVA.

En medio de esta debacle las medidas del Gobierno son contraproducentes. Para comenzar, con el fin de “frenar al dólar” -como si fuera la causa de la inflación y no al revés- sube la tasa de interés. Y he aquí otro modo de desenmascarar a economistas que falsamente dicen ser partidarios de una economía libre. Idealmente, las tasas deben ser fijadas libremente por el mercado, en cualquier caso, quienes defienden las tasas altas para “frenar la inflación” -lo que ha probado ser falso- están negando que la inflación sea un exceso de moneda en tiempo real, que es el único modo en que el mercado se conduce, en tiempo real.

Luego el congelamiento de precios es contrario a la libertad y, en cuanto al salario mínimo -aunque sin dudas es deprimente-, aumentarlo significa alentar la desocupación porque los empresarios que no puedan absorberlo, dada la crisis, optarán por despedir gente o tomarlos en negro. Y las demás medidas conllevarán un aumento de la presión fiscal.

Hacienda dice que gastará $40.000 M por estas medidas, que obtendría porque que el alza del tipo de cambio incrementaría la recaudación por exportaciones -que aumentarían en precio y volumen- y, por el aumento del IPC, subiría la recaudación por consumo. Naturalmente, el productor no quiere vender ante el actual escenario y el Gobierno presionaría con subir las retenciones, de $4, por dólar exportado, a $6. Con 23 M de toneladas de soja retenidas, el productor tiene divisas por u$s8.000 M. Todas las medidas anunciadas azuzarán la inflación, con lo que la pobreza a fin de año podría superar el 35% como ya estiman analistas.

En fin, Macri pasará a la historia no sólo como habiendo empobrecido al país por sus políticas contrarias al sector privado, sino por haber perdido la oportunidad histórica de sacar al país del populismo. Y esto con ayuda de neoconservadores -autodenominados “liberales”- que, por ignorancia u oportunismo, lo apoyaron inicialmente, aunque luego algunos escaparon del naufragio, provocando otro serio problema: la opinión pública culpa erróneamente a la economía de mercado.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini 

Reunión G-20 en Buenos Aires: burocracia a pleno y los niños siguen desnutridos

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 19/9/18 en: https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article219747495.html

 

Si hay una reunión incoherente es la del G-20. Integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea, representa el 85 por ciento del producto bruto, dos tercios de la población y el 75 por ciento del comercio mundial.

Es el principal foro para “la cooperación económica, financiera y política y busca generar políticas públicas que los resuelvan”, o sea, ver cómo los Estados interfieren al mercado dejándolo con menos libertad, imponiéndole regulaciones coactivas cuando el mercado es solo cooperación pacífica y voluntaria entre las personas.

Dado que este año la presidencia recae en el presidente argentino Mauricio Macri, la próxima Cumbre del G-20 se realizará Buenos Aires —primera vez en Sudamérica— entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. Angela Merkel, Donald Trump, Vladimir Putin, Xi Jinping, Emmanuel Macron, Theresa May y Shinzo Abe serán algunos de los mandatarios presentes. Pero previamente, se realizarán “solo” unas 50 reuniones —que comenzaron en diciembre de 2017— entre equipos técnicos y ministros en 11 ciudades del país.

Además, fueron invitados Chile y Holanda, y España que es invitada permanente, y otros países representando bloques como Caricom (Jamaica), Asean (Singapur), Nepad (Senegal) y la Unión Africana (Ruanda). También estarán presentes el Banco Mundial, el FMI, la OCDE, el BID, el CAF, la OMC, la ONU, el FSB, la OIT y todas las siglas imaginables hasta agotar el abecedario de burócratas.

Si le parece poco, se desarrollan reuniones del B-20 (empresarios), el C-20 (ONGs), el L-20 (sindicalistas), el S-20 (científicos), el T-20 (think tanks), el W-20 (mujeres), y el Y20 (jóvenes). En total viajarán más de 3,000 personas.

El Gobierno gastará al menos $120 millones a lo que hay que sumarle los siderales viáticos de todos estos viajeros, más el sueldo de todos estos burócratas, en un país donde la pobreza ronda el 30 por ciento de la población y crece. Uno de los gastos más fuertes será en elementos como balas de goma y gases lacrimógenos: para reprimir Macri tiene dinero.

El más irónico de los temas a discutir será el de “Un futuro alimentario sostenible”. Hasta el oficialista Programa Mundial de Alimentos de la ONU reconoce que, “uno de los mitos más comunes… es que no hay suficientes alimentos en el mundo… los hay. El hambre… es una cuestión de acceso”. O sea, si hay hambre y desnutrición es porque la comida no llega a los más pobres debido a regulaciones e impuestos estatales que complican la distribución.

Por caso, los impuestos —como para solventar estas Cumbres— son una de las principales causas de pobreza desde que —aunque las cargas fiscales estén dirigidas a los más ricos— cuanto más alta es la capacidad económica de una persona con más fuerza los deriva hacia abajo: por ejemplo, algunos empresarios los pagan subiendo precios o bajando salarios.

Pero, además, se prohibirá el desarrollo normal de actividades y trabajo. Más allá de innumerables cierres de calles, los aeropuertos de Buenos Aires (Aeroparque, Palomar, San Fernando, Morón y 25 km a la redonda) estarán cerrados durante tres días y sólo recibirán oficiales. Hasta el Aeropuerto Internacional de Ezeiza se verá afectado.

Y el 30 de noviembre será feriado —en la ciudad de Buenos Aires— para “garantizar la logística” de la Cumbre.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

G 20: burocracia a pleno, los niños desnutridos

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 19/9/18 en: https://alejandrotagliavini.com/2018/09/19/g-20-burocracia-a-pleno-los-ninos-desnutridos/

 

Si hay una reunión incoherente es la del G 20. Integrado por Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea, representa el 85% del producto bruto, dos tercios de la población  y el 75% del comercio mundial.

Es el principal foro para “la cooperación económica, financiera y política y busca generar políticas públicas que los resuelvan”, o sea, ver cómo los Estados interfieren al mercado dejándolo con menos libertad, imponiéndole regulaciones coactivas cuando el mercado es solo cooperación pacífica y voluntaria entre las personas.

Dado que este año la presidencia recae en el presidente argentino, Macri, la próxima Cumbre del G-20 se realizará Buenos Aires -primera vez en Sudamérica- entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. Merkel, Trump, Putin, Xi Jinping, Macron, May y Shinzo Abe serán algunos de los mandatarios presentes. Pero previamente, se realizarán “solo” unas 50 reuniones -que comenzaron en diciembre de 2017- entre equipos técnicos y ministros en 11 ciudades del país.

Además, fueron invitados Chile y Holanda y España que es invitada permanente, y otros países representando bloques como Caricom (Jamaica), Asean (Singapur), Nepad (Senegal) y la Unión Africana (Ruanda). También estarán presentes el Banco Mundial, el FMI, la OCDE, el BID, el CAF, la OMC, la ONU, el FSB, la OIT y todas las siglas imaginables hasta agotar el abecedario de burócratas.

Si le parece poco, se desarrollan reuniones del B-20 (empresarios), el C-20 (ONGs), el L-20 (sindicalistas), el S-20 (científicos), el T-20 (think tanks), el W-20 (mujeres), y el Y20 (jóvenes). En total viajarán más de tres mil personas.

El Gobierno gastará al menos US$ 120 millones a lo que hay que sumarle los siderales viáticos de todos estos viajeros, más el sueldo de todos estos burócratas, en un país donde la pobreza ronda el 30% de la población y crece. Uno de los gastos más fuertes será en elementos como balas de goma y gases lacrimógenos: para reprimir Macri tiene dinero.

El más irónico de los temas a discutir será el de “Un futuro alimentario sostenible”. Hasta el oficialista Programa Mundial de Alimentos de la ONU reconoce que “Uno de los mitos más comunes… es que no hay suficientes alimentos en el mundo… los hay. El hambre… es una cuestión de acceso.” O sea, si hay hambre y desnutrición es porque la comida no llega a los más pobres debido a regulaciones e impuestos estatales que complican la distribución.

Por caso, los impuestos -como para solventar estas Cumbres- son una de las principales causas de pobreza desde que -aunque las cargas fiscales estén dirigidas a los más ricos- cuanto más alta es la capacidad económica de una persona con más fuerza los deriva hacia abajo: por ejemplo, algunos empresarios los pagan subiendo precios o bajando salarios.

Pero, además, se prohibirá el desarrollo normal de actividades y trabajo. Más allá de innumerables cierres de calles, los aeropuertos de Buenos Aires (Aeroparque, Palomar, San Fernando, Morón y 25 km a la redonda) estarán cerrados durante tres días y sólo recibirán oficiales. Hasta el Aeropuerto Internacional de Ezeiza se verá afectado. Y el 30 de noviembre será feriado -en la Ciudad de Buenos Aires- para “garantizar la logística” de la Cumbre.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.