La cárcel y la rehabilitación de los presos

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 15/11/2en: https://www.laprensa.com.ar/508922-La-carcel-y-la-rehabilitacion-de-los-presos.note.aspx

Hay una faena ejemplar que viene operando desde 2009 que ha producido resultados formidables. Se trata de la Fundación Los Espartanos constituida y piloteada por Eduardo Oderigo, abogado penalista de reconocida trayectoria. En resumidas cuentas, miembros de esa entidad visitan presidios y proponen que voluntariamente los presos adhieran a un programa que gira en torno al rugby pero que incluye charlas sobre valores desde muy diversos ángulos. Como es sabido, el deporte implica el respeto a reglas de juego, al compañerismo y la importancia del equipo, la condena a la trampa, saber perder y felicitar al adversario, saber ganar sin soberbias, ejercitar la disciplina, nunca darse por vencido y el correspondiente espíritu de superación.

Esta Fundación que comenzó en nuestro país, ahora tiene base en otros siete en todos los casos con igual éxito pues su influencia pone de manifiesto estadísticas extraordinarias en cuanto a la rehabilitación de ex presos, es decir, respecto a un cambio radical de actitud y por tanto a la no reincidencia. También la institución de marras facilita a los ex presidiarios contactos con empresas que están dispuestas a incorporarlos a sus plantas permanentes. Es notable el contraste con la situación de ex presos que no han accedido al programa que comentamos, en cuyos casos lamentablemente la reincidencia es muy grande.

Es que el tema de la rehabilitación siempre ha sido un asunto crucial. El encarcelamiento supone que por el mero hecho de que transcurra el tiempo la persona en cuestión modificará sus valores y prioridades. Este es a todas luces un supuesto falso. Como bien apunta el doctor en medicina Samuel Samenow en su obra Inside the Criminal Mind  constituye un error garrafal buscar causas fuera de las propias concepciones axiológicas de cada uno y no se trata de endosar responsabilidades fuera de la personalidad del delincuente. 

Constituye una grave ofensa a los pobres sostener que la pobreza produce delincuentes. Todos provenimos de las cuevas y de la miseria más espantosa de lo cual no se desprende que descendemos de criminales. Las familias, el medio ambiente y la educación influyen pero no determinan puesto que el ser humano no es un robot. Todos los que tuvieron éxito en la vida en los más diversos ámbitos -como queda dicho- descienden de la pobreza más extrema (cuando no del mono). Por otro lado, no hay más que ver las fortunas  colosales de los traficantes de drogas y los abultados patrimonios de empresarios prebendarios que aliados al poder de turno viven a expensas del prójimo y a contracorriente de lo que son mercados abiertos y competitivos. No hay correlato alguno entre ingresos y delito, la correlación es con el abandono de los principios morales de convivencia civilizada, a saber, el respeto recíproco.

También es frecuente intentar exculpar a los delincuentes al concluir que son “enfermos mentales”, falacia que explica muy bien el médico-psiquiatra Thomas Szasz en su libro El mito de la enfermedad mental al señalar que desde la perspectiva de la patología una enfermedad significa lesión de células, tejidos o cuerpos, pero las ideas no están enfermas.

A esta magnífica experiencia de la Fundación Los Espartanos habría que agregarle lo que hemos comentado en otras oportunidades, cual es la privatización de las cárceles en cuyo contexto los presos trabajan para mantenerse y para restituir lo restituible a las víctimas. Sin duda es una tremenda injusticia que las víctimas y el resto de la sociedad, además de haber recibido daños muchas veces irreparables deban mantener delincuentes. Estimamos que este agregado completaría la mejoría del cuadro de situación, en abierto contraste con la politiquería barata y peligrosa de soltar presos antes de haber cumplido con la condena, quienes suelen seguir el ejemplo de gobernantes corruptos.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Economía del conocimiento y seguridad jurídica

Por Martín Krause. Publicado el 30/1/20 en: https://www.cronista.com/columnistas/Economia-del-conocimiento-e-inseguridad-juridica-20200130-0061.html?utm_source=ecc_nota&utm_medium=cms&utm_campaign=refresh

 

¿Cómo podemos esperar que haya inversiones si cada cambio de gobierno modificamos las reglas de juego? La inversión siempre espera resultados a futuro, que pueden estar más cerca o más lejos. Dado que si hay algo que no conocemos con certeza es el futuro, toda inversión es incierta y todo inversor trata de reducir ese riesgo al mínimo.
Los gustos de los consumidores pueden cambiar (fíjese si hubiera invertido en Blockbuster), las dotaciones de recursos pueden modificarse (el shale oil no era considerado un recurso hace un par de décadas), pueden surgir nuevas tecnologías. Para invertir, además, hace falta una moneda que permita realizar cálculo económico en base a un valor relativamente previsible varios años hacia adelante.
Por último, mínimamente hay que saber cuáles serán los impuestos a pagar, la evolución de los salarios, los costos sobre la mano de obra, el acceso a divisas. Los países que reciben inversiones son aquellos que pueden ofrecer reglas de juego favorables (bajos impuestos y regulaciones) y estables.

También recursos, pero la definición de recurso ya no tiene que ver con factores provistos por la naturaleza sino con capacidad, educación, iniciativa, empresarialidad. Por eso son ricos Singapur o Hong Kong, sentados sobre un par de rocas.
Nos hemos cansado de escuchar que Argentina tiene muchos de esos recursos y últimamente también tiene los vinculados con el conocimiento, a punto tal que se espera, o esperaba, que estas industrias alcanzaran a ser la segunda o tercera exportación, detrás de los productos del agro.
Unanimidad y consenso
El año pasado se aprobó una Ley de Economía del Conocimiento, que pasó por el Congreso en forma prácticamente unánime. Supuestamente esto refleja un elevado grado de consenso y sería una señal de estabilidad en las reglas de juego para que los inversores desplieguen todos sus proyectos.
En nuestro caso, sin embargo, eso no es suficiente. Se acaba de suspender la aplicación de la ley hasta que se dicte una nueva reglamentación y ya se anuncian importantes cambios que han de modificar el cálculo económico de los inversores. Esta vez, la “estabilidad” duró unos pocos meses.
¿Cuál es la razón de que incluso normas aprobadas en forma unánime no puedan garantizar estabilidad? La respuesta es que ese consenso era falso. La centralización del poder en Argentina ha llevado a que el Congreso apruebe leyes de carácter muy general y luego delegue en el Poder Ejecutivo la capacidad de fijar las reglas de juego reales. Esto lo hace a través de la reglamentación.
Es decir, se aprueba una ley en la cual se sanciona la felicidad del pueblo argentino, o de un determinado sector, y todos están de acuerdo. Pero luego, los números son el resultado de la reglamentación.

Entonces, ahora, incluso quienes votaron a favor de la ley van a apoyar los nuevos cambios porque dirán que no estaban de acuerdo con lo reglamentado, o sostendrán que esto iba en contra del “espíritu” de la ley. Algunos quieren bajar a otros de los beneficios recibidos (“entraban hasta cervecerías artesanales”); otros quieren que el tren pare en su estación para subirse a los beneficios (pymes industriales). La calesita volvió a funcionar y la perinola está en juego.
Gobierno y oposición son responsables, porque disfrazan como consenso la delegación de funciones al ejecutivo, algo que el Congreso ha estado haciendo en estas décadas de estatismo centralista que nos ha dejado una simple fachada de la división de poderes.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Síguelo en @martinkrause

El desafío es ampliar la frontera de producción para crecer sin inflación

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 10/12/2019 en: https://www.infobae.com/economia/2019/12/10/el-desafio-es-ampliar-la-frontera-de-produccion-para-crecer-sin-inflacion/?fbclid=IwAR3da_qNW6X1lbr1zqFsoLz1JeJcUhyT7taFPx1w38Dd1BOuXypDApuHZ5w

 

El ministro de Economía entrante, Martín Guzmán, recibió un estado de situación del ministro saliente, Hernán Lacunza

El ministro de Economía entrante, Martín Guzmán, recibió un estado de situación del ministro saliente, Hernán Lacunza

Una vez más estamos en un proceso de recesión con inflación como muchas veces vivimos en Argentina. La receta que en forma insistente el nuevo gobierno ha manifestado que tiene en mente es aumentar el consumo interno poniéndole plata en el bolsillo a la gente para que incremente su demanda y lleve a más actividad económica.

Obviamente, se parte del supuesto de que la economía está operando por debajo del nivel de su capacidad de producción, lo que podemos denominar debajo de la frontera de producción y, por lo tanto, queda margen para ampliar la oferta de bienes y servicios sin necesidad de hacer inversiones. Como las empresas pueden responder con mayor oferta de bienes ante la mayor demanda, la emisión monetaria que se haga no tendría impacto inflacionario o éste sería marginal.

En caso de lograrse ese objetivo, que la oferta responda con mayor producción, habría que ver, en primer lugar, cuánto dinero hay que emitir para poder ponerle plata en el bolsillo a la gente sin que se produzca una disparada inflacionaria y cómo se hace luego para incrementar la capacidad de producción.

Es decir, una vez llegado al límite de producción posible, ¿cómo se consiguen nuevas inversiones que amplíen la capacidad de incrementar la oferta de bienes y servicios para absorber a los desocupados y a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral anualmente?

Para graficar el problema supongamos que Robinson Crusoe está en la isla y está dispuesto a trabajar 8 horas por día. Si tomamos el gráfico 1 podemos suponer que si trabaja 8 horas por día, puede treparse a un árbol y conseguir 30 cocos por día y si las 8 horas las dedica únicamente a pescar, consigue 10 peces por día.

Supongamos que si trabaja 4 horas pescando consigue la cantidad de peces P1, y si las otras 4 horas las dedica a bajar cocos del cocotero obtiene la cantidad C1 cocos. Cualquier combinación que haga utilizando las 8 horas de trabajo le dan diferentes combinaciones de producción de cocos y peces a lo largo de la curva.

Pero si Crusoe trabaja menos de 8 horas está por debajo de su frontera de producción, digamos en el punto C*. Este es el supuesto del que parece partir el nuevo gobierno respecto a poner dinero en el bolsillo a la gente: emisión sin que haya impacto inflacionario. La idea es que la economía argentina está trabajando en el punto C* y su capacidad de producción es la curva del gráfico previo, por lo tanto, si se incrementan los sueldos, las jubilaciones y los planes sociales, crecerá la demanda y como la economía está operando por debajo de su potencial puede responder con más oferta moviéndose hacia algún punto a lo largo de la frontera de producción sin necesidad de aumentar los precios.

Considerando la fuerte caída en el nivel de actividad, es posible algún rebote dada la profundidad de la caída anterior.

No obstante, eso no asegura que no se mantenga el sendero alcista de los precios al consumidor por: 1) la historia inflacionaria que hace que la gente huya del peso rápidamente y 2) hay que ver qué nivel de expansión monetaria se necesita para mover el amperímetro del consumo.

Pero aun logrando el objetivo de reactivar la economía en forma transitoria, el desafío no es pasar del punto C* a algún punto a lo largo de la frontera de producción, sino ampliar la frontera de producción que es lo que permite elevar el nivel de vida de la población en forma permanente.

El gráfico anterior muestra que trabajando la misma cantidad de horas, Robinson Crusoe puede obtener mayor cantidad de peces, de 10 a 15 si se dedica exclusivamente a la pesca, o pasar de 30 a 40 cocos si sólo destina su tiempo a bajarlos del árbol.

¿Cómo logra mover su frontera de producción Crusoe? Con inversiones. Construye una red para pescar y fabrica una escalera para subirse al cocotero lo cual le da mayor productividad. Con la misma cantidad de horas de trabajo consigue producir más de los dos productos. Eso es lo que incrementa el nivel de vida realmente.

Revertir la historia

La imprevisibilidad en las reglas de juego de la Argentina ha hecho que la frontera de producción se moviera en el sentido del gráfico precedente. La tasa de inversión es insuficiente para cubrir la amortización del capital existente e incrementar la capacidad de producción. Por esa razón aumenta la pobreza, la desocupación y somos un país en decadencia.

Por eso el desafío del nuevo gobierno no es limitarse a moverse del punto C* hasta algún punto de la frontera de producción del gráfico 1. El desafío es crear las condiciones institucionales (seguridad jurídica, respeto por los derechos de propiedad, gasto público que no aplaste al sector privado, no espantar el ahorro de los argentinos al exterior, un sistema tributario pagable, una legislación laboral que estimula a la contratación de personal, etc.) para moverse en el sentido del gráfico 2 y frenar la caída en el stock de capital del gráfico siguiente.

En síntesis, el gobierno podrá ofrecerle a su población mejores condiciones de vida el día que deje de reactivar la economía vía emisión monetaria y apueste a ampliar la frontera de producción atrayendo inversiones. Y eso se consigue con reformas estructurales combinadas con seguridad jurídica.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

¿Qué es un aumento de precios abusivo?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/6/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/06/26/que-es-un-aumento-de-precios-abusivo/

 

Una vez más se recurre al discurso de confrontación con las empresas

El flamante ministro de Producción, Dante Sica, acaba de advertir que se va a sancionar a las empresas que tengan comportamientos abusivos con respecto a los precios y que habilitarán un call center para recibir denuncias por incrementos de precios.

Si hay algo que ha destruido la economía Argentina, sumergiéndola en una larga decadencia, es el discurso por el cual la economía es un juego de suma cero en el cual si uno gana es porque el otro pierde.

En 83 años de existencia del BCRA se destruyeron 5 signos monetarios, tuvimos una inflación promedio anual del 52% y ante semejante destrozo monetario, fruto de los permanentes desequilibrios fiscales, siempre se apela al mismo discurso de los grupos concentrados, los abusos en las remarcaciones y frases por el estilo.

El rol de todo gobierno, generalmente olvidado

Como veremos enseguida, es un grosero error económico hablar aumentos abusivos de precios, pero antes es importante resaltar que la función de un gobierno es contribuir a la paz social y no generar enfrentamientos entre los diferentes sectores de la sociedad.

Es más, un gobierno no debe desinformar o des-educar a la población inventando enemigos imaginarios para no mostrar la realidad. Lo que corresponde es que diga que la causa de los aumentos de precios está en la emisión monetaria que lleva a cabo el BCRA para financiar el déficit fiscal y que ese déficit existe porque la recaudación no alcanza para cubrir el gasto público.

Y que el gasto público es alto porque el Estado está sobredimensionado en personal, se mantiene sin límites de tiempo a gente que vive de los llamados planes «sociales» y un sistema jubilatorio que está colapsado por la irresponsabilidad del gobierno anterior de haber incluido 3,5 millones de personas sin que hubiesen realizados aportes a lo largo de su vida.

Abusos de gasto público y de impuestos

Insisto, lo que hay que meterse en la cabeza, es que los países comienzan cambios profundos modificando los valores que imperan en la sociedad que son los que van a definir las instituciones que regirán la vida de los habitantes, es decir las reglas de juego sobre las que se construirá el progreso económico. Si no cambiamos el discurso de confrontación que nos viene destruyendo hace 70 años, no veo posible terminar con la decadencia e iniciar un proceso de crecimiento de largo plazo.

Yendo a las declaraciones del ministro de Producción Dante Sica sobre los abusos en los precios, primero habría que definir qué es aumentar abusivamente los precios. ¿Cuál es el parámetro que utilizan para definir si algo es abusivo o no? Es más, antes de hablar de abuso en la suba de precios, habría que hablar de los abusivos impuestos que el Estado aplica a los contribuyentes.

Y también habría que hablar de la abusiva expansión monetaria que lleva a cabo el BCRA. De acuerdo al último informe monetario diario al momento de redactar estas líneas, se observa que la base monetaria creció el 32,9% anual y los agregados monetarios el 35%, me refiero a M1, M2, etc. ¿Aumentos de precios abusivos o expansión monetaria desenfrenada?

Hablar de abuso en los aumentos de precios cuando lo que ocurre es que se abusa de la maquinita de imprimir billetes y la moneda se deprecia, es tener un mal diagnóstico del problema económico o bien desinformar a la población llevándolo a un enfrentamiento estéril.

El rol del mercado en una economía sana

Si alguien aumenta los precios, pero hay disciplina monetaria, lo que ocurrirá es que bajará la cantidad de unidades vendidas. Tendrá menos ventas al no convalidarse los aumentos de precios con expansión monetaria.

Además, con la inestabilidad económica que tenemos en la Argentina, la ausencia de moneda y la inseguridad jurídica, ¿quién puede establecer cuál es la tasa de rentabilidad que hay que pedirle a una inversión que se hunde en el país? ¿O me van a decir que el riesgo de hundir una inversión en la Argentina es igual que hacerlo en Holanda, Australia o Irlanda?

Por otro lado, no son los costos de producción los que determinan los precios, sino que son los precios que la gente está dispuesta a pagar por cada producto, los que determinan los costos de producción en que puede incurrir una empresa. Simple teoría subjetiva del valor que es la que regula las decisiones de realizar intercambios. Solo compro un producto si lo valoro más que los pesos que entrego. Si le doy menos valor, no hago el intercambio, y si le otorgo el mismo valor, tampoco porque estoy en un punto de indiferencia.

El famoso «remarcan por las dudas», no es otra cosa que una forma que tiene el productor para defender su capital de trabajo. El productor (sea comerciante o fabricante) sabe que luego de vender tiene que reponer insumos o la mercadería que vendió. Como desconoce cuál será el costo de reposición dada la depreciación de la moneda producida por el BCRA, cuando tenga que volver a comprar mercaderías o insumos corre el riesgo de que los pesos recibidos no le alcancen para pagarlos y se termine consumiendo su capital de trabajo.

El consumidor compara bien los precios antes de comprar (NA)

El consumidor compara bien los precios antes de comprar (NA)

Unidad de cuenta y reserva de valor

El otro argumento es que las empresas remarcan productos que no tienen insumos importados. En primer lugar es una simple afirmación sin comprobación empírica. ¿Qué datos o serie histórica hay que demuestren tal comportamiento? Y, en todo caso, si así ocurriera la explicación sería que la gente adoptó el dólar como moneda. ¿O alguien va a negar que el argentino usa el dólar como su verdadera moneda?

Afirmar que se van a aplicar sanciones a quienes «abusen» con los aumentos de precios implica generar incertidumbre jurídica. Cómo decía antes, ¿cuál va a ser la vara para mediar el «abuso»? Por otro lado, no es el Poder Ejecutivo el que declara culpable e inocente a una empresa, sino el Poder Judicial. Al menos así funciona una República. El Ejecutivo no puede ser juez y parte. Y, ¿cuál sería la ley que se estaría violando para decir que hay aumentos abusivos? ¿En qué lugar de dicha ley dice cuándo un aumento es abusivo?

Más que estar controlando supuestos abusos de aumentos de precios, mecanismo que fue adoptado a la largo de 4.000 años en la historia de la humanidad (Robert L. Schusttinger – Eamonn F. Butler), con sus reiterados fracasos para frenar la inflación, y nuestra última y patética versión fue aplicada por Guillermo Moreno, el nefasto secretario de comercio de la era kirchnerista,me parece que lo mejor que puede hacer el Gobierno en bien de los consumidores, es equilibrar sus cuentas, bajando el gasto público, teniendo disciplina monetaria, reestructurando el Estado y aplicando un sistema tributario pagable por el contribuyente.

Si logra esos objetivos, conseguirá evitar que se deprecie la moneda, la economía gane en competitividad y los salarios reales crezcan por esa mayor productividad de la economía.

Las amenazas dejémoslas para la antigua forma de hacer política económica, tratando de controlar los precios a los palazos. Es un sistema muy primitivo que ha dado acabadas muestras de no funcionar.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

La cultura del saqueo como fuente de nuestra decadencia económica

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/9/17 en: http://www.infobae.com/opinion/2017/09/26/la-cultura-del-saqueo-como-fuente-de-nuestra-decadencia-economica-2/

 

Con este esquema el país no puede crecer a largo plazo, en base a inversiones, porque nadie invierte para ser saqueado.

La corrupción y el clientelismo generaron un sistema de destrucción de la riqueza en la Argentina.
La corrupción y el clientelismo generaron un sistema de destrucción de la riqueza en la Argentina.

Si se confirman los pronósticos que dan ganador al oficialismo, tanto en la provincia de Buenos Aires como en los distritos electorales con mayor peso electoral, el presidente Mauricio Macri no tendrá la mayoría en ambas cámaras pero habrá acumulado un capital político nada despreciable, que le otorgará un margen de maniobra más amplio, para llevar adelante reformas estructurales que nos permitan entrar en una senda de crecimiento de largo plazo.

Que hoy varios indicadores económicos estén dando bien no quiere decir que sean sostenibles en el tiempo. A modo de ejemplo, y salvando las distancias, Cristina Fernández logró mostrar durante un tiempo un fuerte aumento del consumo, pero basado en artificios económicos que hacían que ese aumento no fuera sustentable en el tiempo. Es la famosa herencia recibida.

Esperemos, entonces, que con ese mayor capital político, Macri comience a cambiar el discurso y, sobre todo, el rumbo económico. Lo que sirve para ganar las elecciones no necesariamente sirve para crecer en el largo plazo.

Mi visión es que la economía argentina tiene por delante dos grandes problemas. Uno, el de solucionar la cuestión estrictamente económica. Déficit fiscal, inflación, distorsión de precios relativos, tipo de cambio real, etcétera. El otro es la política económica de largo plazo. Cambiar por completo la política económica apuntando a crear las condiciones necesarias para atraer inversiones, incrementar la productividad de la economía, generar más demanda de trabajo y así comenzar un ciclo de crecimiento de largo plazo.

Pero claro, esas condiciones necesarias para atraer inversiones requieren de algo que vengo repitiendo hasta el hartazgo: calidad institucional. Me refiero a las reglas de juego, códigos, leyes, normas, costumbres que regulan las relaciones entre los particulares y de estos con el Estado.

Lo que hoy tenemos es un sistema de saqueo generalizado. El Estado es el gran saqueador que luego decide a quien le da parte del botín. Es el que a su antojo reparte el botín del saqueo. Pero ojo, esto no es nuevo en Argentina. Nuestra larga decadencia tiene como germen esta «cultura»por la cual todos pretenden vivir a costa del trabajo ajeno y usan el  monopolio de la fuerza del Estado para que saquee a otros y luego les transfiera a ellos parte del botín. El kirchnerismo ha llevado hasta niveles insospechados esta cultura del saqueo y, a mi entender, el gran desafío de Macri consiste en empezar a desandar ese nefasto camino que se ha traducido en un gigantesco gasto público con la correspondiente presión impositiva, que ya nadie puede negar que está destruyendo la economía argentina.

¿Qué quiero decir con cultura del saqueo? No me refiero solamente a la legión de gente que recibe los llamados planes sociales y se sienten con derecho a ser mantenidos por el resto de la sociedad o a la legión de ñoquis que permanecen en el estado, sino también a que buena parte de la dirigencia empresarial local (de capitales argentinos y extranjeros) pretenden parte del botín pidiendo proteccionismo, créditos subsidiados y otros privilegios que les evite competir. Quieren un mercado cautivo para vender productos de mala calidad y a precios que no podrían cobrar en condiciones de una economía abierta para obtener utilidades extraordinarias.

Además hay sectores profesionales que actúan como corporacionesdirigentes políticos, sindicales, etcétera, que pretenden también vivir de ese saqueo generalizado.

La política económica que impera en nuestro país se basa en esta regla por la cual diferentes sectores recurren al Estado para que este, utilizando el monopolio de la fuerza, le quite a otro para darles a ellos.

Es todos contra todos. Una sociedad que vive en permanente conflicto social porque el que es saqueado por el Estado pide algo a cambio y, entonces, el Estado saquea a un tercero para conformarlo y ese tercero protesta y el Estado saquea a un cuarto sector para conformar al tercero y así sucesivamente. Obviamente que los que menos poder de lobby tienen son los perdedores de este modelo de saqueo generalizado.

Con este esquema el país no puede crecer en base a inversiones porque nadie invierte para ser saqueado. En todo caso hace un simulacro de inversión para luego saquear a otro. Pero inversiones en serio, aquellas que tratan de conseguir el favor del consumidor son mínimas con estas reglas. Es más, casi tienden a cero.

En consecuencia, no tenemos un sistema de cooperación voluntaria y pacífica por el cual un sector solo puede progresar si hace progresar a sus semejantes produciendo algún bien que la gente necesite y vendiéndolo en el mercado a precio y calidad competitivos. Por el contrario, tenemos un sistema de destrucción de riqueza. De destrozo del sistema productivo. Y eso se traduce en menos bienes para ser saqueados y repartidos. Cuanto más saquee el Estado, menos se produce, menor es el botín a repartir y mayor la conflictividad social.

Las recurrentes crisis económicas argentinas son el fruto de esta cultura del saqueo. Cuando se acaba el botín viene la crisis y empezamos de nuevo, pero no cambiamos la cultura de fondo.

El mayor problema que tenemos que enfrentar es cambiar esta cultura del saqueo por la cultura del trabajo, de la competencia, de la innovación. No es cierto que el país no esté en condiciones de cambiar esta cultura decadente. Que sea imposible llevar a cabo un cambio de estas nefastas reglas de juego sin evitar una crisis social. Eso es lo que venden los políticos que prefieren seguir teniendo el poder de saquear porque saqueando pueden retener poder político. Saqueo a unos pocos y reparto entre muchos y así gano votos, es decir, kirchnerismo en estado químicamente puro.

Podremos discutir hasta el hartazgo si gradualismo fiscal o baja del gasto público. Si hacemos una reforma impositiva que atraiga inversiones o continuamos con la cantinela de que primero hay que recaudar más para luego bajar los impuestos y delirios de ese tipo.

Ahora, lo que seriamente tenemos que plantearnos es si vamos a seguir usando al Estado para robarnos unos a otros (el robo legalizado, como lo llamaba Bastiat) o le ponemos un límite en que el monopolio de la fuerza que le delegamos es para defender el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas y no para que lo use para saquear en nombre de la solidaridad social. Verso también inventado por los políticos para decir que tienen el monopolio de la benevolencia y así seguir saqueando a los sectores productivos para repartir el fruto del saqueo y ganar votos.

En síntesis, terminar con esta competencia populista en que se ha transformado la democracia en Argentina y volver a una democracia republicana.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Vaca Muerta: flexibilización laboral para volver a crecer

Por Adrián Ravier. Publicado el 17/1/17 en http://www.infobae.com/opinion/2017/01/17/vaca-muerta-flexibilizacion-laboral-para-volver-a-crecer/

 

No se trata sólo de Vaca Muerta. Hay millones de proyectos de inversión que hoy no se ejecutan por las reglas de juego existentes, por la alta presión tributaria o por la legislación laboral restrictiva.

 

Argentina lleva décadas sin crecimiento. No se trata sólo del estancamiento iniciado en 2011 con la llegada de Axel Kicillof al Gobierno kirchnerista, sino que el problema viene de bastante más atrás. El ingreso por habitante de 2016, por ejemplo, es similar al alcanzado en 1996. ¿Qué pasó con el «crecimiento» ocurrido entre 2003-2008? Fue más un proceso de recuperación del ingreso tras la crisis de 2001-2002 que un crecimiento real que expandiera la capacidad productiva del país. El año 2009 fue de recesión global, 2010 simplemente recuperó aquella caída, y luego la Argentina siguió en una fase cíclica donde un año perdía ingreso para recuperarlos al siguiente, sin expandir realmente la frontera de posibilidades de la producción.

Hay un consenso entre economistas, criticado a veces por quienes son ajenos a esta disciplina, de que no es posible crecer sin ahorro e inversión previa. Y Argentina no atrae inversiones locales y externas por la falta de seguridad jurídica, el cambio continuo en reglas de juego, la alta presión tributaria y la legislación laboral restrictiva, entre varios otros aspectos que habría que tratar en otro lugar.

Vaca Muerta presentaba estos mismos problemas. Un enorme potencial de ingresos que requerían, para explotarse, unas reglas de juego diferentes a las existentes. Claro que el sindicalismo pretende mejores ingresos para los trabajadores que representa, pero en las condiciones existentes Vaca Muerta no recibió inversiones ni generó empleo.

Los actores comprendieron este diagnóstico. Se reunieron en Casa de Gobierno el presidente Mauricio Macri, el secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Lopetegui; los ministros de Trabajo, Jorge Triaca, y de Energía, Juan José Aranguren; el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez; la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos; el secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, Guillermo Pereyra; y su par de los petroleros jerárquicos, Manuel Arévalo. Entendieron que no podían seguir colocando el carro delante de los caballos. Si con estas nuevas reglas de juego, Vaca Muerta empieza a recibir inversiones, ya habrá tiempo más adelante para mejorar los ingresos de los trabajadores y las familias que se acerquen a explotar el potencial del yacimiento.

Vaca Muerta debe tomarse hoy como una lección para recuperar el crecimiento de la Argentina. No se trata sólo de Vaca Muerta. Hay millones de proyectos de inversión que hoy no se ejecutan por las reglas de juego existentes, por la alta presión tributaria o por la legislación laboral restrictiva.

¿Por qué no extendemos estas nuevas reglas de juego a todo el país? Porque hay intereses creados. A diferencia de Vaca Muerta, que era una tierra virgen de privilegios, la Argentina tiene una enorme Unión Industrial compuesta por empresarios que están aferrados a las condiciones existentes. No importa el potencial de ingresos y empleos que podría generarse con otras condiciones más competitivas, si en la situación actual ellos poseen sus ingresos y sus empleos.

La flexibilización laboral es un requisito para el crecimiento y lo ha sido siempre. El concepto ha sido castigado, vapuleado, incomprensiblemente, pero vuelve. Si Argentina quiere volver a crecer, a crecer en serio, debe regresar, primero, el consenso sobre la economía ortodoxa.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Orden jurídico K: todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario:

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 28/7/12 en: http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=3756

Vivir hoy en la Argentina y trata de cambiar el país para recuperar la democracia republicana y el crecimiento económico es como si en la cancha hubiese dos equipos: uno que juega con las reglas de fútbol y otro que lo hace con las del rugby. Encima, en esta metáfora, el árbitro siempre falla a favor de los que juegan con las reglas de rugby.

Es obvio que si dos equipos se encuentran en una cancha con estas características de juego, los que usan las reglas del rugby podrán agarrar la pelota con la mano, taclear al adversario o patear por arriba del travesaño y considerarlo gol. En tanto que los que juegan con las reglas de fútbol no podrán agarra la pelota con la mano y si patean al adversario será considerado falta. Además, jugarán 11 contra 15.

Para decirlo directamente: los enemigos de la democracia han tomado el poder y ahora usan las reglas del rugby para sostenerse, mientras en la oposición juegan con las reglas de fútbol, están todos dormidos y, como si fuera poco, no logran hacer tres pases seguidos.

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Antes de continuar quiero aclarar que me gusta el rugby, que —en general— los jugadores de ese deporte tienen códigos y que, a mi juicio, un partido de rugby bien jugado es mucho más divertido que uno de fútbol (y ni que hablar si lo comparamos con los que se ven en el famoso “Fútbol para Todos”).

Pero me arriesgo aún más y sostengo que el Gobierno, que juega con las reglas del rugby, ni siquiera las respeta. Hacen los pases para adelante, nock on o taclean a la altura de cuello. Todas estas faltas son miradas con indiferencia por el árbitro, en este caso la Justicia, que se parece al “siga, siga” del fútbol. En otras palabras, el Gobierno, con el monopolio de la fuerza en sus manos, no respeta las reglas de juego, que no son otras que los límites al poder de una democracia republicana. Usa el monopolio de la fuerza en beneficio propio. Ganar sin respetar las reglas de juego.

¿Qué puede esperarse de un gobierno cuyo único objetivo es quedarse con el poder a cualquier precio, sin respetar reglas ni leyes? Que si la cosa se le complica sea cada vez más autoritario.

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El ejemplo más claro del creciente autoritarismo lo vemos en el tema de los dólares para viajar. El Gobierno ha decidido que los argentinos pueden comprar dólares sólo si demuestran que van a viajar al exterior, es decir, la gente es culpable de querer comprar dólares hasta que demuestre que efectivamente va a viajar. Sin embargo, el autoritarismo crece. En efecto, la AFIP acaba de informar que detectó que 6.800 personas compraron dólares diciendo que iban a viajar y luego no lo hicieron. Ahora, no solo tienen que devolver los dólares, sino que además deben demostrar por qué no pudieron concretar el viaje. Nuevamente, la gente pasa a ser culpable hasta que demuestre lo contrario. Si no demuestran por qué no pudieron viajar, le quitan el CUIT, le aplican una multa y demás sanciones.

El kirchnerismo ha dado vuelta el orden jurídico y todos somos culpables hasta que demostremos lo contrario, cuando en realidad todos deberíamos ser inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

A nadie escapa que el mayor riesgo que corre el Gobierno es que la economía le juegue en contra, es decir, que la recesión, la inflación y la desocupación generen tal grado de malestar social que la gente termine manifestándose en las calles y luego en las urnas, siempre y cuando el sistema de conteo de los votos funcione correctamente, o directamente se produzca un altísimo nivel de conflictividad social. Por eso, como la economía es la que va a determinar el futuro político hegemónico del Gobierno, en alguna oportunidad he sostenido que el principal opositor al kirchnerismo es la economía.

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Ahora bien, como el Gobierno ha dado acabadas muestras de no respetar reglas o normas y mucho menos las sentencias de la Corte Suprema (como en el caso de las jubilaciones o la ley de glaciares) es obvio que su tendencia autoritaria se va a acentuar en la medida en que la economía se le complique. Más regulaciones, controles, atropellos y violaciones a los derechos de propiedad, entre otras medidas, serán los parches que aplicará el kirchnerismo cuando no les sea posible mantener relativamente tranquila a la gente desde el punto de vista económico. Obviamente que las mayores regulaciones y controles implicarán otra vuelta de turca en las violaciones a los derechos individuales. Esto ya está demostrado en el libro “Camino de Servidumbre”, escrito por Friedrich Hayek.

A su vez, esas mayores regulaciones, atropellos y violaciones a los derechos de propiedad generarán más pobreza, lo cual exigirá más autoritarismo. No habrá que tener asco en aplicar las medidas más arbitrarias y violar las normas más elementales. Para eso, la Presidente tendrá que rodearse de los peores elementos de la sociedad, personas imbuidas de un ciego fanatismo o de una ambición de dinero infinita, que solo podrán saciar en algún cargo público. Después de todo, para hacer el trabajo sucio hace falta ser fanático o mercenario.

Sin duda el escenario que tenemos por delante no es alentador, salvo que la gente reaccione antes de que sea tarde.

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Un último párrafo para aclarar un punto. Suelen comentarme que soy muy duro cuando digo las cosas. Puede ser, pero me parece que este no es momento para los tibios. Acá no se está discutiendo si nos gusta una política cambiaria u otra, o si el libre comercio es mejor que el proteccionismo. Acá están en juego las libertades civiles más elementales. Por eso, insisto: o se está a favor de la democracia republicana o se es cómplice de la destrucción de la república bajo el argumento de los buenos modales. Porque —no nos engañemos— el kirchnerismo no incluye en su estrategia el diálogo. Su proyecto es imponer atropellando los derechos civiles. ¿Acaso creen los “moderados” que con su discurso de palabras floridas van a convencer a los kirchneristas de que cambien su objetivo de establecer un sistema autoritario? Y si creen que van a salvarse con sus vocabularios floridos, que recuerden aquella famosa frase: ayer fueron por los negros y como yo no era negro no hice nada…

 Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA)y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

 

Financiamiento productivo: los costos de no tener ciertas instituciones

Por Pablo Guido. Publicado el 16/7/12 en http://chh.ufm.edu/blogchh/

 Leo en el periódico dominical que mientras en los países desarrollados los créditos al sector privado representan el 121% del PIB, en los países asiáticos emergentes son del 78%, en Europa emergente del 40% y en América Latina del 32%. Teniendo en cuenta que una de las maneras más importantes de financiar la expansión de los negocios es a través del sistema bancario las cifras relevan cierta desventaja para las empresas latinoamericanas. Acá puede haber dos explicaciones: o el ahorro en dichas naciones es insuficiente, generando un costo financiero demasiado elevado o el financiamiento se realiza por vías informales, por fuera del sistema tradicional bancario. En cualquiera de ambos casos supongo que la causa es la falta de garantías sobre los derechos de propiedad que no permiten un porcentaje mayor de financiamiento a las empresas y familias. Es decir, los costos de no poseer reglas de juego a favor de los derechos de propiedad, que van en contra de la generación de ahorros mayores, son nocivos para la economía. En última instancia menores inversiones se reflejan en menor productividad y, por lo tanto, menores niveles de vida. La brecha aún es tan grande, inclusive respecto a los países asiáticos, que el esfuerzo a realizar es sustantivo.

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.