Opinar diferente también es ayudar al Gobierno

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 28/8/16 en: http://economiaparatodos.net/opinar-diferente-tambien-es-ayudar-al-gobierno/

 

El debate franco siempre genera ganancias para las partes

Cada vez me sorprende más la cantidad de gente que quedó tan asustada con el kirchnerismo que a la más mínima diferencia que uno plantea con las medidas que toma el gobierno de Cambiemos, reaccionan tipo k, es decir con agresión o, los más educados, diciendo que hay que tener paciencia o bien argumentando que hay que apoyar al gobierno como sea.

Si uno descarta a los macristas que reaccionan como los k, se encuentra con un universo que, a mi juicio, lejo está de aportar algo positivo para reconstruir el país y evitar que vuelvan los k, regreso que, creo, es bastante poco probable. Tal vez podría volver el peronismo, pero bajo otro de los múltiples formatos que tienen para tratar de mantenerse en el poder.

Creo que es un grosero error otorgar un cheque en blanco al que se vota. Uno vota a una persona en un momento determinado para que administre la cosa pública, dentro de un gobierno limitado entendiendo por gobierno limitado un gobierno que no puede utilizar el monopolio de la fuerza para violar los derechos individuales. La larga decadencia argentina es consecuencia de idealizar a personas como salvadoras de la patria, cuando en realidad son las instituciones las que salvan a un país. Las que lo hacen progresar. Y las personas son solo administradoras transitorias de la cosa pública dentro de ese marco institucional de un gobierno limitado.

Ahora bien, considero que descalificar o mirar con desconfianza al que opina diferente sobre cómo encarar la herencia recibida del kirchnerismo, no solo implica adoptar un comportamiento igual al del kirchnerismo que no tolera ninguna opinión diferente a la de la mandamás, sino que además no contribuye a lograr el éxito del gobierno diciéndole a Macri sí bwana a todo lo que hace. El apoyo constructivo es mostrar las diferencias cuando se las ve, y queda a decisión de Macri aceptar las opiniones diferentes o rechazarlas. Pero se equivocan quienes creen que no opinar diferente es ayudar al gobierno. Al contrario, de todo debate uno siempre sale fortalecido.

Si yo tengo una opinión sobre cómo encarar un tema y otra persona tiene una visión diferente, del debate pueden surgir dos opciones. Una opción es que la otra persona me convenza que estoy equivocado, en cuyo caso salgo ganando porque me saca del error. La otra opción es que la otra persona acepte que yo tengo razón, en cuyo caso, no gané la discusión, sino que gané confirmando mi teoría.

Insisto, acá no se trata de ganar la discusión, sino de encontrar soluciones a los problemas que dejaron los k. Y en esa búsqueda de soluciones hay diferentes opiniones que el debate franco siempre genera ganancias para las partes.

Pregunta para el debate: la ausencia de un plan económico global que el gobierno no quiere aplicar, ¿aleja o acerca la vuelta de la horda k? El plateo es válido porque si a la gente todo el tiempo la van limando con medidas que afectan su nivel de vida pero no le explican la herencia recibida, para qué se adoptan esas medidas y cuáles serán los resultados finales, la gente vive la transición sin esperanza porque no entiende para qué está haciendo el esfuerzo. Es como poner a dieta a una persona y no explicarle que al cabo de cierto tiempo va a bajar de peso.

Lo peor es que el PRO se esfuerza por mostrarse como un gobierno progresista al punto que tiene a un ministro de economía que viene del progresismo, pero la gente lo identifica como de derecha. Incluso los que los votaron lo ven como un partido de derecha a pesar de continuar con la misma política impositiva, los mismos planes sociales y el mismo nivel de gasto público y estado ineficiente que tenía el kirchnerismo. Así, el PRO paga todos los costos de una política que no asume cambios profundos y continúa con la estructura de la decadencia argentina, pero no cosecha los beneficios políticos del populismo.

Lo que pretendo transmitir es que la mejor contribución que uno puede hacer para que el kirchnerismo quede sepultado para siempre, es contribuir a implementar un plan económico consistente que la gente comprenda rápidamente sus beneficios, para entrar en una sólida senda de crecimiento que destierre el clientelismo político de los planes sociales.

Esa es la mayor objeción que hoy se le puede formular al gobierno. Por miedo a desarmar la estructura estatal que se fue construyendo a lo largo de décadas y explotó en envergadura con el kirchnerismo, el PRO mantiene esa legión de planes sociales y ñoquis entrando en una competencia populista con el peronismo en todos sus formatos.

Nadie pretende que de un día para otro se cancelen todos los planes sociales ni se echen a todos los millones de empleados públicos que hay en el estado, solo se busca iniciar un camino. Decir que el tamaño del estado va a seguir siendo éste pero bien administrado es no comprender el problema. La plata no alcanza para financiarlo y encima ese estado elefantiásico aplasta al sector privado que es el que lo sostiene con los impuestos confiscatorios que cobra el estado.

El gobierno habla que la salida es el crecimiento. ¿Cómo puede crecer el sector privado con un estado que lo aplasta? Y si no hay crecimiento basado en un plan económico consistente, la pobreza y el empleo público seguirán siendo el alimento del populismo y los aspirantes a autócratas.

En definitiva, si el gobierno quiere cambiar en serio este lago proceso de decadencia, quienes decimos lo “políticamente” incorrecto somos los que más contribuimos a cambiar el país, porque cumplimos la misión de decir las cosas que el gobierno, por corrección política, no puede decir. Todos sabemos que hay que bajar el gasto público. Si en el gobierno no se animan a decirlo por razones políticas, los “salvajes” liberales cumplimos una función de oro al decir lo que el gobierno no puede decir.

O sea, los que empujamos hacia el cambio y marcamos nuestra diferencia, somos más útiles que los que le dicen sí bwana a todo lo que dice el gobierno por miedo a que vuelvan los k.

Para salir de este populismo hace falta audacia, no timoratos temerosos de los k que no se animan a formular opiniones diferentes pero constructivas.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Progresividad impositiva es igual a más pobreza

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 7/8/16 en: http://economiaparatodos.net/progresividad-impositiva-es-igual-a-mas-pobreza/

 

El impuesto a las ganancias ahuyenta la inversión y desestimula la capacidad de innovación de la gente

Aparentemente, en los próximos días algunos miembros del gobierno se reunirían para darle forma a una serie de medidas económicas aisladas entre las cuales se incluiría una suerte de reforma tributaria. En rigor veremos si es una reforma tributaria o solo parches a una política impositiva que asfixia al contribuyente, expulsa a muchos trabajadores del mercado formal, incrementa la economía en negro y ahuyenta la inversión.

Es común escuchar a políticos y periodistas hablar de la necesidad de tener un sistema tributario progresivo, es decir que el que más gana más paga. El impuesto a las ganancias tiene esa característica. De acuerdo a las escalas, si una persona gana un 10% más puede tener que pagar un 18% más de impuestos. Esto lo ven como algo justo y bueno para la economía reflejando el profundo grado de ignorancia que los domina a la dirigencia política y como, con su discurso y sus medidas, contribuyen a aumentar la pobreza.

El impuesto a las ganancias ahuyenta la inversión y desestimula la capacidad de innovación de la gente. Esto es lo que no ven los que creen que poniendo un impuesto a las ganancias fuertemente progresivos se logra eliminar la pobreza. Y lo creen porque desconocen el ABC de la economía.

¿Cómo funciona la inversión? ¿Cómo se logran nuevos puestos de trabajo mejor remunerados? ¿Cómo se baja la pobreza? Para responder a estos interrogantes hay que partir de la base que las necesidades son ilimitadas y los recursos son escasos.

Uno de los puntos centrales para entender el proceso económico es la teoría del valor. Luego de muchos debates, dos economistas, Carl Menger y Böhm-Bawerk dieron en el clavo. El valor es subjetivo, no todas las personas valoran las cosas de la misma manera, y la gente le otorga valor a las cosas dependiendo de cada persona y las circunstancias. Una persona que está en una ciudad con abundante agua potable no pagaría una fortuna por un vaso de agua. Esa misma persona, en el medio del desierto sí pagaría una fortuna por un vaso de agua.

El problema es que las personas van cambiando la valoración de los bienes a medida que van satisfaciendo sus necesidades. Ahora bien, como las necesidades van cambiando porque la gente va valorando de diferente manera los bienes, la función empresarial es descubrir qué necesidades de los consumidores no están siendo satisfechas. Aquél empresario que descubre primero un nicho de mercado donde hay una necesidad insatisfecha obtiene rentas extraordinarias, entendiendo por rentas extraordinarias tasas de rentabilidad que superan el promedio de la economía. Una vez que el resto de los capitalistas ven que un empresario está obteniendo tasas de rentabilidad superiores a las del promedio de la economía porque es el único oferente, entonces otros empresarios invierten y entran a competir con el empresario innovador que llegó primero.

Al invertirse para obtener esa mayor tasa de rentabilidad crece la demanda de trabajo, la oferta del bien en particular y la tasa de rentabilidad tiende a bajar como consecuencia de la mayor oferta hasta alcanzar el promedio de rentabilidad del resto de los sectores. Esta situación se da continuamente en el mercado y va cambiando todo el tiempo de acuerdo a las valoraciones de las personas. Por ejemplo, el dueño de la pizzería que fue el primero en tener la idea, e implementarla, de hacer delivery, obtuvo una renta extraordinaria porque vendió más pizzas que sus competidores en el barrio. Luego otros lo copiaron, aumentó la oferta y desapareció la renta extraordinaria, pero ahora hay más puestos de trabajo porque hubo más inversiones, es decir, hay más pizzerías. La economía creció porque hubo alguien, un empresario innovador, que invirtió para obtener más rentabilidad y otros lo siguieron.

Pero ojo que el cambio es continuo. Tomemos el caso del entretenimiento. Primero fueron los teatros. Luego vino el cine. Las grandes salas de cine fueron reemplazadas por salas más pequeñas mientras recibían la competencia de los videos clubs de barrio. A los videos club de barrio los desplazaron las grandes cadenas como Blockbuster. A Blockbuster le compitió la televisión por cable y a la televisión por cable le compite Netflix. En cada paso hubo gente que arriesgó su capital para obtener rentas extraordinarias buscando una necesidad insatisfecha de acuerdo a la teoría del valor enunciada anteriormente.

Si el estado, en nombre de un sistema tributario progresista, le va a quitar la rentabilidad extraordinaria al que más gana, desaparecen los estímulos para que la gente despliegue su capacidad de innovación y se hagan inversiones en búsqueda de necesidades insatisfechas. ¿Para qué invertir arriesgando mi capital y trabajo si el estado, en nombre de la solidaridad, se va a quedar con la renta extraordinaria? ¿Para qué hacer el delevery de pizzas o crear un Netflix argentino si luego viene el estado y se queda con todo mi esfuerzo?

Es esa mentalidad retrógrada de ver a las utilidades extraordinarias como si el empresario innovador fuera un ser perverso al que hay que castigar con más impuestos la que genera pobreza. Lejos de ser progresista es una mirada contraria a los intereses de los que viven de un salario.

¿Qué señales hemos recibido en los últimos días? No invierta en una pizzería creando más puestos de trabajo porque el estado se queda con todo. Mejor sea corrupto, póngase un pañuelo blanco en la cabeza, grite que defiende los derechos humanos, busque el apoyo de algunos legisladores resentidos y si el juez lo llama a declarar declárese en rebeldía. Si Ud. es ladrón no pasa nada. Si Ud. es un empresario innovador que da trabajo merece ser esquilmado por el estado con impuestos progresivos, según reza el credo progresista que viene desparramando pobreza por donde pasa en el mundo.

 

 

Una propuesta económica ignorada por el gobierno

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 22/5/16 en http://economiaparatodos.net/una-propuesta-economica-ignorada-por-el-gobierno/

 

La historia de 7 economistas que presentamos los lineamientos para enfrentar la herencia k  y fuimos ignorados

Cansado de escuchar estupideces sobre que critico pero no propongo nada o que al gobierno hay que formularle las propuestas en privado, paso a contar una historia no conocida, pero que creo que llegó el momento de darla a conocer y que quienes hablan sin fundamento se llamen a silencio.

Antes que ganara la segunda vuelta electoral Mauricio Macri, convoqué a un grupo de cuatro economistas, entre ellos a mi fallecido hermano Juan Carlos, para redactar los lineamientos de un plan económico para enfrentar la herencia que dejaba kirchnerismo. Ninguno de los economistas pertenecía a alguna fracción partidaria. Ninguno militaba o milita en algún partido político.

Con los primeros que hablé fueron con mi hermano Juan Carlos y con Agustín Monteverde, con quién hacía rato veníamos intercambiando ideas sobre si valía la pena el esfuerzo de emprender esa tarea, y les propuse conformar un grupo y comenzar a trabajar en las medidas necesarias para dominar la herencia k. También fue de la partida otro economista más con quién habíamos hecho un trabajo similar allá por 1988.

A propuesta de uno de los integrantes del grupo inicial luego se sumó otro economista más y dos miembros de la Fundación Libertad y Progreso que conduce Manuel Solanet.

Nos reuníamos todos los jueves a partir de las 18.30 hs. en la casa de mi hermano Juan Carlos o en la casa de otro de los integrantes del grupo para intercambiar ideas sobre cómo enfrentar la crisis que dejaba el kirchnerismo. El documento incluye dos grandes secciones: 1) una descripción de la herencia recibida y 2) qué hacer en materia de gasto público, política impositiva, comercio exterior, etc.

Luego de varios meses de reuniones, correcciones en la redacción del texto y pulir algunas ideas adicionales, comenzó el debate sobre cuál era el mejor camino para dar a conocer el documento. En ese lapso uno de los miembros de la Fundación Libertad y Progreso propuso que no saliera solo con la firma de los 7 economistas que habíamos trabajado sino que saliera con el nombre de la Fundación. Si bien yo me había ocupado de armar el grupo original, no tuve ningún inconveniente para que el documento saliera con el nombre de la Fundación, finalmente era un trabajo para tratar de colaborar con el nuevo gobierno (a esa altura ya había ganado Macri la segunda vuelta) y no era cuestiones de figuraciones sino de formular aportes. Y tampoco era el objetivo buscar puestos en el gobierno, sino contribuir con ideas.

Ya avanzado y casi terminado el documento, vino otro debate. ¿Debíamos dar a conocer en los medios y redes sociales el trabajo o primero se lo acercábamos a los miembros del nuevo gobierno?

Finalmente primó la idea de no difundirlo y enviárselo vía la Fundación a por lo menos media docena de funcionarios que actualmente son ministros u ocupan otros cargos en el área económica del gobierno. Tarea que se encargó de realizar la Fundación Libertad y Progreso.

Algunos agradecieron el envío pero no hubo ningún tipo de feedback para reunirnos e intercambiar ideas. Aclaro que ninguno de nosotros estaba buscando un puesto en el gobierno, era solo el intento de 7 economistas con más de 30 años de profesión que habiendo visto y vivido varios fracasos económicos, intentaba aportar su granito de arena.

Pasado un tiempo prudencial y viendo que las nuevas autoridades no estaban interesadas en intercambiar ideas sobre las medidas a tomar, sugerí dar a conocer el documento en forma pública que había sido la idea original cuando convoqué a Agustín Monteverde y a mi hermano.

En esa parte hubo diferentes posiciones por miedo a perjudicar al nuevo gobierno y se llegó al acuerdo de publicar solo el diagnóstico. Es decir, la descripción de la herencia recibida pero no las propuestas de las medidas a tomar. Personalmente yo era de la idea de publicar todo pero acepté limitarnos a publicar el diagnóstico.

En definitiva, el documento era una descripción de la espantosa herencia económica que dejaba el kirchnerismo y en su segunda parte una propuesta económica que busca volver, dentro de lo posible y a lo largo del tiempo, a los principios alberdianos, padre de nuestra Constitución Nacional, que fueron los que permitieron que Argentina pasara de ser un desierto a una de las potencias económicas a principios del siglo XX.

Lo concreto es que 7 economistas, al final se sumó un economista más con su firma, hicimos los deberes. Se los enviamos por mail a diferentes miembros del actual gabinete de Macri pero optaron por no intercambiar ideas.

Es perfectamente entendible que no les interesara ni nuestro diagnóstico ni nuestras propuestas de volver a los principios de nuestra constitución de 1853/60 y tengan en mente otra propuesta. Pero lo cierto es que se hizo el esfuerzo por diagnosticar y proponer ideas, lo cual a mí, que fui el que tuvo a su cargo armar y coordinar las reuniones del grupo, me queda la conciencia totalmente tranquila que el esfuerzo estuvo hecho y, por lo tanto, me siento libre de apoyar o criticar las ideas del gobierno habiendo previamente intentado ser escuchado por las actuales autoridades.

Debe quedar en claro que esta no es una nota reclamando que el gobierno nos convoque a dialogar, posiblemente se sientan más cómodos dialogando con el massismo, el radicalismo y el progresismo. Finalmente su ministro de Hacienda Prat Gay proviene de las filas del progresismo y es perfectamente atendible que quieran buscar la solución por ese costado ideológico. Por mi parte sigo creyendo que son más dignos y eficientes los principios de la libertad, la cultura del trabajo, la competencia empresarial, la integración al mundo que el paternalismo estatal que impulsa el progresismo.

En lo personal seguiré bregando por difundir las ideas de un gobierno limitado, que no exprima a los contribuyentes con impuestos para financiar un gasto público monumental, de baja calidad y con todos los condimentos para que la corrupción siga enquistada en el estado. Quiero un estado que le permita a la gente liberar su capacidad de innovación, disciplina fiscal para tener disciplina monetaria y bajar la inflación. Y, finalmente, quiero un país en el cual vuelva la cultura del trabajo. Valor que fue destruido a lo largo de décadas y demolido por el kirchnerismo.

Pasados más de 5 meses desde que asumió el nuevo gobierno 7 economistas hicimos un primer esfuerzo por colaborar acercando ideas que prefirieron no debatir y descartaron de entrada.

Ahora el camino que queda para todos aquellos que queremos que al gobierno le vaya bien, es solo marcar puntos de vista diferentes cuando se adoptan medidas que consideramos no adecuadas y apoyar aquellas que sí están bien enfocadas, pero siempre centrados en sostener los principios de la libertad que impulsó Juan Bautista Alberdi, tanto en su libro Bases como en el Sistema Económico y Rentístico.

No es aceptando nuestra historia desvirtuada que ha vendido el progresismo que vamos a salir de la decadencia, sino recuperando los valores de grandeza que están en nuestra constitución de 1853/60 y adoptando la audacia de estadistas como un Sarmiento, Pellegrini, Mitre y tantos otros que tomaron las ideas de la generación del 37 para transformar la Argentina en una potencia económica.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE