¿Viene nueva Argentina o solo el verano?

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 10/12/19 en: https://www.ambito.com/economia/economia-argentina/viene-nueva-argentina-o-solo-el-verano-n5070293

 

Uno de los mayores riesgos para el nuevo gobierno es la suba impositiva a la clase media, además del campo y las retenciones. Y el cepo, que podría sumar tensiones, sobre todo si no afloja la inflación y se dispara la brecha con el blue creando todo tipo de problemas en la vida diaria y la cadena productiva.

Por cierto, no olvidemos que el modo que tiene el Estado de quitarle recursos a los ciudadanos, al mercado, no es solo la carga impositiva sino también la inflación -el exceso de emisión en tiempo real para cubrir gastos- y el endeudamiento que conlleva tasas exageradas.

Si no hay cambios, y aunque la inflación rebajó el salario real, parte de los trabajadores que en 2019 no pagaron Ganancias, el año próximo sí lo harán y los que estuvieron alcanzados pagarán más, según MR Consultores que toma como base un nivel de aumento salarial para 2020 similar al de 2019. Por este impuesto, el oficialismo perdió las elecciones legislativas de 2013 mientras el líder camionero se embanderaba bajo la consigna “el salario no es ganancia”.

Un supuesto acuerdo sobre precios y salarios que permita reactivar el consumo no parará a la inflación, en todo caso al IPC, y la suba de planes sociales, salarios y jubilaciones mínimas podrían traer una efímera distensión, que probablemente no alcance ni para pasar el verano. Y, por cierto, no queda claro quién va a pagar la cuenta.

Los impuestos, por el contrario, deberían bajarse. Y la generación de divisas como pretende Economía, se da de bruces con el cepo -el dólar abaratado- y la suba de las retenciones.

El ministro intentaría llegar al superávit fiscal primario y, de ese modo estabilizar la deuda. Según Eco Go, partirá de un rojo del 0,9 % del PBI que es de 3,9% si se suma el pago de intereses. El año que viene el Gobierno afrontaría vencimientos por unos u$s30.000 M con el sector privado. En 2021, u$s12.000 M y en 2022 y 2023, u$s32.000 M cada año ya que habría que empezar a devolverle al multiestatal FMI.

De aquí que es clave “reperfilar”, convencer a los acreedores de aceptar que no se les pague ni capital ni intereses en 2020-2021. No es descabellado pensar que el autodenominado comité de acreedores formado por un grupo de fondos -Greylock Capital, BlackRock, T. Rowe Price, etc.- que trabaja junto a bancos como BNP Paribas y el Citi, acepten que no se les pague durante dos o tres años y no estaría mal en tanto sea voluntario para los privados, el mercado.

Del total de la deuda externa de u$s270.000 M, unos u$s60.000 M corresponden a organismos multi estatales y u$s45.000 M al FMI que, irresponsablemente, no solo financió un plan económico a todas luces inviable, sino que, contra su carta orgánica, remitió a la Argentina alrededor del 50% de sus montos prestables, de modo que bien podría esperar y, por qué no, incluso aceptar una quita importante.

Por cierto, esto se da en momentos en que todo indica que las tasas a nivel global se estabilizarán para luego empezar a subir. Más de diez años de “lucha contra la crisis”, han llevado las tasas de interés a mínimos históricos e incluso negativas, después de más de 750 recortes desde 2008, lo que está deformando los mercados.

Al mismo tiempo, los principales bancos centrales están comprando bonos nuevamente, lo que se conoce como “flexibilización cuantitativa”, y sabiendo que después de la compra de más de $12 B de activos financieros no se alteró la inflación.

Se pronostica que la Fed mantendrá estable la tasa en su reunión del 11 de diciembre y, un día después, el BC Europeo podría decidir permanecer en espera, mientras que el Banco de Japón haría lo mismo el 19 de diciembre.

Hacia el futuro, los operadores apuestan por subas de menos de 1 punto porcentual en los rendimientos a 10 años, mientras que JPMorgan ve la tasa de interés global promedio en 2% a fines de 2020.

Y ahora a los bancos centrales les ha surgido una nueva “amenaza” con las nuevas “monedas” privadas. “La efectividad del banco central ahora se ve desafiada por el aumento de la moneda cibernética privada”, según el jefe de asesores de la Comisión Reguladora de Banca y Seguros de China. “Esto cambiará el juego”.

En fin, en cualquier caso, el “reperfilamiento” no es la solución de fondo, sino que el país deje de ser un gastador y deudor serial.

Por cierto, no se ve más la reja que encerraba a la Casa Rosada, y ojalá no se quede solo en un símbolo, sino que realmente sea el comienzo de una era de más libertades personales.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

La Argentina está muriendo sepultada bajo el peso del populismo

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 23/4/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/04/23/la-argentina-esta-muriendo-sepultada-bajo-el-peso-del-populismo/

 

Curiosamente, Cambiemos encara las elecciones de octubre adoptando medidas populistas como son los acuerdos de precios con una nefasta ley de Lealtad Comercial, para que no venga otro populismo

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: “los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos”

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: “los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos”

En declaraciones de ayer lunes, el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó: «los supermercados controlarán que los consumidores no acopien productos», lo que significa que, una vez más, se verifica que cuando se establece un precio artificialmente bajo, hay que racionar por cantidad porque a ese precio artificialmente bajo no hay suficiente cantidad de oferta para abastecer la demanda que aumenta por ese fenómeno.

Dicho en otras palabras, por más que los gobiernos se empeñen en tratar de derogar la ley de la oferta y la demanda, ésta sigue con vida y goza de buena salud.

Uno puede entender que sea una simple aspirina para llegar a las elecciones, pero francamente haber desperdiciado cuatro años en un gradualismo que fue inmovilismo, termina en el riesgo de la vuelta de un populismo con tendencias autocráticas como es el kirchnerismo.

Si bien mucha gente puede recordar la fiesta de consumo del kirchnerismo, la realidad es que esa fiesta de consumo no va a poder reeditarse tan fácilmente. Para hacer populismo hay que tener recursos, sean propios o confiscados, y no creo que vaya a quedar un centavo en la Argentina si CFK se perfilara como ganadora en la segunda vuelta.

En varias oportunidades di el siguiente ejemplo sobre la fiesta de consumo del kirchnerismo: esa fiesta fue como si hubiese vendido mi casa, mi auto; hubiera dejado el trabajo y sacado todos mis ahorros del banco; y me hubiese ido a Europa, alojándome en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes y alquilando los autos más caros. A la vuelta de Europa, me encontraría con que no tengo dónde vivir, ni auto, ni ahorros, ni trabajo.

Si me preguntaran cuándo estaba mejor, ¿cuándo estaba en Europa o a la vuelta?, es obvio que diría que cuando estaba en Europa, lo que ocurre es que ese lujo en Europa era insostenible. Solo financiable hasta dónde dieran los recursos consumidos. Eso hizo el kirchnerismo, por un lado dilapidó los ingresos fiscales que recibió de los precios de la soja y por otro lado se consumió el sistema energético, los trenes, las rutas, nuestros ahorros en las AFJP y 12 millones de cabezas de ganado para financiar tarifas de servicios públicos artificialmente bajas y tener asado artificialmente barato.

En términos de recaudación tributaria, en 2002 los ingresos fiscales fueron USD 16.182 millones y en 2015 la recaudación llegó al equivalente a USD 166.150 millones. En otras palabras, el kirchnerismo aumentó sus ingresos fiscales por retenciones y matando con impuestos a la gente, en USD 149.968 millones.

Se dilapidó el equivalente a un Plan Marshall

Para tener idea de lo que significa esta cifra, el plan Marshall, implementado luego de la Segunda Guerra Mundial, fue de USD 14.000 millones de ese momento, unos USD 140.000 millones de hoy, repartido entre 18 países. A Alemania le tocaron unos USD 14.500 millones actuales, con lo cual no es cierto que Alemania se haya recuperado gracias al plan Marshall, sino que se recuperó gracias a la política económica de libre mercado que implementó Ludwig Erhard, a pesar de la oposición de los aliados que en ese momento estaban con las ideas keynesianas y del estado de bienestar.

Volviendo a nuestro caso, el kirchnerismo recaudó el equivalente a un plan Marshall completo y 10 veces el apoyo que recibió Alemania del plan Marshall y sin embargo dejó destruida la economía argentina.

El fenomenal consumo de stock de capital más lo gran caja que tuvo el kirchnerismo lo condujo a regalar planes sociales, jubilaciones y empleo público que llevó el gasto público consolidado a 48% del PBI.

¿Qué hizo Cambiemos frente a esta herencia recibida?

En vez de contar la herencia recibida, el Gobierno se limitó a esperar una lluvia de inversiones que nunca llegó; lluvia que mágicamente iba a producir un crecimiento económico que terminaría licuando el gasto público sobre el PBI a menos del 48%. Así, el peso del Estado sería licuado por el mágico crecimiento sin necesidad de bajar el gasto público, ni tocar el revoleo de planes sociales, empleo público y un sistema previsional quebrado que se heredó de CFK; y la ministra Carolina Stanley sigue entusiastamente regalando la plata de los contribuyentes a todo aquél que corte la Avenida 9 de Julio exigiendo vivir del trabajo ajeno.

El gradualismo significaba tomar deuda pública y financiar el déficit fiscal hasta que llegara la lluvia de inversiones y mágicamente pudiésemos salir de la brutal herencia k sin sacrificios de ningún tipo. El mayor milagroso crecimiento iba a producir más ingresos fiscales y eso iba a cerrar la brecha negativa con los gastos antes del pago de intereses.

El resultado que tenemos es que a la herencia K hay que sumarle la herencia Cambiemos y mi visión es que es un verdadero delirio creer que de este lío salimos estimulando el consumo interno. El discurso populista de: hay que ponerle plata a la gente en el bolsillo para que consuma y así crecemos, es un verdadero delirio.

Con un mercado interno de 44 millones de habitantes, de los cuáles un tercio es pobre, no hay consumo interno que lleve a ninguna inversión. Un poco parece ser la propuesta del kirchnerismo y de Lavagna. En Cambiemos todavía están esperando la lluvia de inversiones.

La cruda realidad es que la única salida de crecimiento de largo plazo que tiene Argentina es volver a ver el mundo como una oportunidad. Es decir, la salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.

La salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.(Adrián Escandar)

La salida de Argentina es exportar e importar más. Aumentar el volumen de comercio exterior.(Adrián Escandar)

Para poder incrementar las exportaciones hay que tener inversiones porque se requieren volúmenes de producción muchos mayores y para tener inversiones se requiere: 1) una legislación laboral que incentive a las empresas a contratar personal; 2) una carga tributaria que sea competitiva a nivel mundial; y 3) seguridad jurídica.

Días atrás, Infobae publicaba el trabajo del Banco Mundial en el que Argentina es el segundo país en el mundo que más impuestos le cobra a las empresas.

En efecto, Argentina le aplica una carga tributaria a las empresas del 106% sobre las utilidades. Esto es posible porque las empresas no pueden ajustar sus balances por inflación y, por lo tanto, se aplica el impuesto a las ganancias sobre el stock de capital. Es decir, el Estado se está comiendo parte del capital de las empresas con el Impuesto a las Ganancias más el resto de los delirantes impuestos nacionales, provinciales y municipales.

En definitiva, durante décadas hicimos populismo y eso nos llevó a caer en una crisis tras otra. El kirchnerismo llevó ese populismo hasta niveles insospechados, y Cambiemos se limitó a financiar con deuda pública ese populismo a la espera de la milagrosa lluvia de inversiones que todo lo resolviera, pero ninguno parece estar dispuesto a encarar en serio las reformas mencionadas para ser competitivos para exportar y así captar inversiones en cantidades suficientes que permitan bajar la tasa de desocupación y la pobreza.

Todo el arco político argentino sabe que la situación económica es terriblemente complicada, pero ninguno está pensando en proponer las reformas estructurales. Todos están imaginando cómo seguir financiando esta locura populista y esperar que mágicamente tengamos una lluvia de kamikazes dispuestos a invertir en Argentina para ser sometidos por la nueva Ley de Lealtad Comercial, tasas del 68% anual, una legislación laboral que implica adoptar de por vida a cualquier persona que se tome en relación de dependencia, a que lo esquilmen con impuestos y demás barbaridades económicas.

Argentina está muriendo sepultada bajo los escombros del populismo del empleo público y los planes sociales y nadie de la dirigencia política parece estar tomando debida nota de lo dramático de la situación. Siguen delirando con más populismo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

A meses de las elecciones, el gradualismo le pasa la factura de la improvisación al Gobierno

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 16/4/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/04/16/a-meses-de-las-elecciones-el-gradualismo-le-pasa-la-factura-de-la-improvisacion-al-gobierno/

 

Desde un inicio el gobierno de Macri se negó a presentar un plan económico que marcara un claro rumbo a seguir de manera de generar expectativas en la población, para luego avanzar en las reformas que requería la herencia recibida

El Tesoro emite títulos para afrontar el déficit fiscal y vende divisas para pagar la deuda

El Tesoro emite títulos para afrontar el déficit fiscal y vende divisas para pagar la deuda

El error inicial del Gobierno no solo consistió en no contar la herencia recibida, sino que lo más grave es que creyó que medidas aisladas podían solucionar un problema económico de la magnitud que dejaba Cristina Fernández de Kirchner. Se largó sin un plan, a poner parches a un bote que hacía agua por todos lados.

Nunca creyó que había que bajar el gasto público como paso indispensable para poder crecer. Imaginó que las inversiones iban a llover solo porque Mauricio Macri se sentaba en el sillón de Rivadavia, por lo tanto, esas inversiones iban a generar crecimiento y el gasto se iba a licuar sobre el PBI por arte de magia. Solo tomando medidas aisladas todos los días «íbamos a estar un poquito mejor». El gradualismo en medidas y en sentirse mejor.

La realidad que enfrentamos debería ser suficiente evidencia para que, si Mauricio Macri o alguien de Cambiemos lograra renovar el mandato, deberían aprender de estos 4 años desperdiciados que nos ponen en una situación política crítica, ya que el desgaste de los errores económicos cometidos le pavimentan el camino a Cristina Fernández de Kirchner para su vuelta. No es por mérito de ella que tiene chances de volver, sino por la insistencia de Cambiemos de mantenerse en el error.

Esta mezcla de no querer enfrentar el problema del gasto junto con la continuidad de las políticas de revolear la plata del contribuyente en planes sociales, nos ha dejado en una situación económica en la que a la herencia del kirchnerismo se le suma la herencia de Cambiemos.

¿Por qué se está atravesando semejante proceso recesivo? ¿Bajó el gasto público como sostienen algunos miembros de Cambiemos?

El gasto del Sector Público Nacional incluidos los intereses de la deuda pública y excluidos los gastos de las provincias y de los municipios, bajó de 26,5% del PBI en 2015, que dejó el kirchnerismo, a 23,7% en 2018, una reducción de 2,8 puntos del PBI. Aquí no se incluye el gasto cuasifiscal del BCRA que creció en 1,6 puntos del PBI entre 2015 y 2018.

De manera que, en principio, el Gobierno podría mostrar estos números como un logro de su gestión y taparle la boca a todos los que decimos que hay que bajar el gasto público. Sin embargo, vale la pena preguntarse: ¿dónde bajó el gasto público el gobierno nacional entre 2015 y 2018?

Para responder al interrogante, basta con ver el gráfico previo. El gasto en subsidios económicos para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos (energía, transporte público, gas, agua potable, etc.) bajó de 4,25% del PBI que dejó el kirchnerismo a 2,16% del PBI con Cambiemos.

Es decir, de los 2,8 puntos del PBI que se redujo el gasto público en la era Cambiemos, 2,1 puntos porcentuales se explica por menores subsidios económicos, es decir aumento de tarifas de los servicios públicos a familias y empresas.

Sin duda que esa medida había que tomarla porque nadie tiene que sentirse con derecho a que otro le subsidie la luz, el gas, el boleto de colectivo, etc., de manera que esa reducción de gasto no tiene objeción y correspondía hacerla.

El punto es que lo que hizo el Gobierno fue cambiar la forma de financiar ese gasto. Con el kirchnerismo se recurría a la emisión monetaria o más impuestos, con Cambiemos se financia, como corresponde, en la boleta de luz, pero no se redujo el impuesto inflacionario ni la carga tributaria sobre el sector privado que se aplicaba para financiar ese gasto, por lo tanto la gente siente en el bolsillo el peso de las nuevas tarifas de luz y la misma carga tributaria que venía soportando de antes.

Si se combina el peso sobre el sector privado por el aumento de las tarifas de los servicios públicos, con la misma carga tributaria y tasas de interés que se dispararon al infinito, todo el costo del ajuste cae sobre el sector privado mientras que el sector público se mantiene al margen de toda reducción, tanto el sector público nacional como los provinciales y los municipales.

El resultado no es otro que una economía que está estancada desde 2011 pero con una fenomenal caída en 2018, esto quiere decir que cada vez hay menos riqueza para repartir pero el gobierno sigue gastando en planes sociales como si ese gasto fuera una bondad de la política económica.

El gráfico previo muestra que el gasto en políticas de ingresos (AUH, pensiones no contributivas, políticas de empleo del Ministerio de Trabajo, etc.) aumentó en casi 5 puntos del PBI entre 2004 y 2018; y también refleja que Cambiemos no bajó el gasto en este rubro, y sin embargo hay más pobres.

No se puede tomar toda la serie porque el kirchnerismo desarmó las estadísticas del Indec para no «estigmatizar» a los pobres, pero de acuerdo a datos de la UCA, el kirchnerismo dejó una pobreza del 29% de la población  y en la última medición del Indec dio 32%, es decir, a pesar que se mantuvo los programas de políticas de ingresos, la pobreza no cede.

Y no cede porque el sector privado sigue siendo aplastado por el sector público nacional, provincial y municipal con su enorme burocracia, empleo público y «planes sociales». La Argentina no crece porque no hay inversiones en un país con una carga tributaria que se mantiene entre las más altas del mundo.

El costo de no haber tenido un plan económico consistente

En definitiva, lo que estamos viendo es que hay que pagar el costo de no haber tenido un plan económico consistente que generara un shock de confianza y avanzar con las reformas que se requerían.

Haber recurrido al endeudamiento para financiar gastos corrientes esperando la lluvia de inversiones hoy pasa la factura a meses de las elecciones y tienen que salir a inventar la pólvora para tratar de mover algo la economía y disimular la huida del dinero que impacta en los precios.

Los anuncios esperados seguramente serán parches y aspirinas para llegar a las elecciones. Una verdadera lástima que el presidente a Mauricio Macri haya comprado el humo que le vendieron con el gradualismo que era una forma de no hacer nada y seguir con un Estado sobredimensionado y planes sociales, esperando que haciendo lo mismo que venimos haciendo durante décadas de un resultado diferente.

Lo más patético es que se llega a las elecciones con medidas que probablemente sean más populismo para evitar que venga el populismo k.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Un debate económico entre dos populismos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 15/1/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/01/15/un-debate-economico-entre-dos-populismos/?fbclid=IwAR3gfVUJTRcUXt8WG1b22RIWCUSsV2mRe7OOkleNompTRN-O0U3xL_Mma5o

 

De cara a las elecciones 2019, el oficialismo no tendrá muchos argumentos económicos como para mostrar su éxito de gestión durante sus 4 años de gobierno

Dos estilos de gobernar, el Presidente la Nación, la mandataria Santa Cruz

Dos estilos de gobernar, el Presidente la Nación, la mandataria Santa Cruz

A lo máximo que puede aspirar Cambiemos en términos económicos durante la campaña electoral es llegar a las elecciones con el mercado de cambios bajo control, con una inflación que sea la mitad de la de 2018 y con un nivel de actividad que no siga cayendo e, idealmente, muestre algún signo de recuperación.

Para llegar a octubre sin convulsiones en el mercado de cambios, sugiero el cambio de LELIQs por algún bono de largo plazo del tesoro, bonos que el tesoro le entregaría al BCRA a cambio de las letras intransferibles que viene acumulando desde la era K.

Cambiemos ya no podrá argumentar la herencia recibida para explicar el complicado escenario económico de Argentina. En ese caso estaría hablando de su propia herencia. La oportunidad para mostrar el destrozo que había dejado el kirchnerismo ya pasó.

Lamentablemente el marketing político estuvo por encima de las necesidades de cambios profundos que requerían mostrar la cruda realidad heredada de la gestión K. Hoy día la gente protesta por el ajuste de las tarifas de los servicios públicos. Nunca el gobierno mostró datos muy elementales como cuántos recursos dilapidó el kirchnerismo en mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos.

Si Cambiemos hubiese mostrado este simple gráfico en que se ve que entre 2006, cuando empiezan a darse subsidios para las tarifas de servicios públicos (subsidios que han dado lugar a casos de corrupción que hoy se investigan) y 2015, el kirchnerismo revoleó USD 161.318 millones, la gente podría haber entendido la gravedad de la herencia recibida y del sacrificio que le esperaba para poder tener nuevamente energía, gas, transporte, etc. en calidad razonable.

Para que el lector tenga una idea de magnitudes, el plan Marshall que lanzó Estados Unidos en 1948 para ayudar a 16 países que habían estado en la Segunda Guerra Mundial fue de USD 13.000 millones de ese momento, equivalente a USD 130.000 millones actuales. Es decir, el kirchnerismo gastó en subsidios para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos un monto mayor a todo el plan Marshall.

Como el grueso de los subsidios se concentró en energía y transporte, el Gobierno podría haber mostrado este otro gráfico:

Entre 2006 y 2015 se destinaron USD 138.896 millones a financiar tarifas «baratas» de energía y transporte, el 86% de los recursos destinados a financiar subsidios económicos se concentró en esos dos rubros. El kirchnerismo llegó a destinar 5 puntos del PBI a este revoleo de recursos para ganar votos.

Para seguir ejemplificando, el total de recursos destinados solamente a subsidios económicos, equivale a la construcción de 70.000 Km de rutas. O sea, con esos recursos se podrían haber hecho 20 rutas de norte a sur de Argentina o 50 rutas de este a oeste de Argentina.

no agrego el revoleo de plata en planes sociales, jubilados que nunca aportaron al sistema o crecimiento del empleo público porque sería muy extensa la nota.

Pero insisto, todavía sigue siendo imperdonable que el gobierno no haya informado el 10 de diciembre de 2015 a la población el deplorable estado en que dejaba la economía el kirchnerismo.

Ahora, muy astutos como son, los kirchneristas harán el relato que con ellos se vendían más televisores, celulares, autos y demás bienes de consumo durable y no durable y con Cambiemos tienen recesión.

Como ejemplifiqué alguna vez y funcionarios del gobierno usaron el ejemplo sin citar al autor. Mi ejemplo era el siguiente: durante la era K era como si una familia hubiese vendido la casa, el auto, juntado todos sus ahorros y se hubiese ido a Europa de vacaciones alojándose en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes y alquilando los autos más lujosos. Al volver no iban a tener ni casa, ni auto ni trabajo. Si alguien les preguntaba cuándo estaban mejor, ¿cuándo estaban en Europa o a la vuelta? Obvio que la respuesta iba a ser cuando estaban en Europa, aunque claramente la fiesta de consumo en Europa era insostenible.

Eso hizo el kirchnerismo. Nos consumimos las reservas de gas, el sistema energético, las rutas, 12 millones de cabezas de ganado, los trenes, etc. para que la gente pudiera comprar más televisores, celulares y ropa. Al final nos quedamos sin energía, rutas, agua potable, gas, etc. pero ellos ya se habían ido.

Era función de Cambiemos pagar la cuenta política de lo que dejaba el kirchnerismo. ¿Y qué hizo Cambiemos? Pago el costo político pero no arregló el problema económico.

Cuál es el fondo de cada propuesta de gobierno

Y aquí viene un punto a considerar sobre cuál es en el fondo la propuesta económica del kirchnerismo y de Cambiemos. Además de la matriz corrupta del kirchnerismo y del populismo más grosero, el kirchnerismo busca redistribuir hasta lo que no hay con tal de conseguir votos. El kirchnerismo llegó a consumirse stock de capital para financiar la redistribución del ingreso, que en realidad no redistribuía ingreso sino que al final redistribuía stock de capital.

Cambiemos no apunta a terminar con la redistribución y el asistencialismo. Continúa con la cultura de la dádiva al punto que la ministro Carolina Stanley acaba de afirmar que los que reciben subsidios no tienen que agradecerle a nadie porque ese subsidio es un derecho que tienen, sin explicar quién y por qué tiene la obligación de pagar ese subsidio. Pero Cambiemos luce más racional en lo económico, aunque en el fondo no lo es tanto ya que lo que dice Cambiemos es quiere que la economía crezca para que el estado pueda cobrar impuestos para luego redistribuirlos.

Es algo así como decir, inviertan y trabajen para que yo pueda ganar votos repartiendo el trabajo de Uds. Ellos creen que son racionales porque primero proponen producir y luego redistribuir, pero la propuesta es muy irracional porque nadie va a invertir para que luego venga el Estado a confiscar impositivamente parte de ese ingreso para financiar la redistribución de Cambiemos.

En definitiva, acá tenemos un serio problema de cara al futuro.

Los dos principales partidos políticos con mayores chances de llegar al poder solo piensan en continuar con la cultura de la dádiva, financiándola de manera diferente, pero ninguno de los dos está pensando en la cultura del trabajo. Si la idea es seguir expropiando con impuestos a los que producen, imaginar inversiones y crecimientos es una utopía.

Por eso, para terminar, insisto una vez más, el problema económico argentino es el emergente de un problema de los valores que imperan en la sociedad, en que hay oferta y demanda de populismo y ninguna fuerza política ofrece una propuesta no populista posible para salir de nuestra larga decadencia.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE 

¿Qué es un aumento de precios abusivo?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/6/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/06/26/que-es-un-aumento-de-precios-abusivo/

 

Una vez más se recurre al discurso de confrontación con las empresas

El flamante ministro de Producción, Dante Sica, acaba de advertir que se va a sancionar a las empresas que tengan comportamientos abusivos con respecto a los precios y que habilitarán un call center para recibir denuncias por incrementos de precios.

Si hay algo que ha destruido la economía Argentina, sumergiéndola en una larga decadencia, es el discurso por el cual la economía es un juego de suma cero en el cual si uno gana es porque el otro pierde.

En 83 años de existencia del BCRA se destruyeron 5 signos monetarios, tuvimos una inflación promedio anual del 52% y ante semejante destrozo monetario, fruto de los permanentes desequilibrios fiscales, siempre se apela al mismo discurso de los grupos concentrados, los abusos en las remarcaciones y frases por el estilo.

El rol de todo gobierno, generalmente olvidado

Como veremos enseguida, es un grosero error económico hablar aumentos abusivos de precios, pero antes es importante resaltar que la función de un gobierno es contribuir a la paz social y no generar enfrentamientos entre los diferentes sectores de la sociedad.

Es más, un gobierno no debe desinformar o des-educar a la población inventando enemigos imaginarios para no mostrar la realidad. Lo que corresponde es que diga que la causa de los aumentos de precios está en la emisión monetaria que lleva a cabo el BCRA para financiar el déficit fiscal y que ese déficit existe porque la recaudación no alcanza para cubrir el gasto público.

Y que el gasto público es alto porque el Estado está sobredimensionado en personal, se mantiene sin límites de tiempo a gente que vive de los llamados planes «sociales» y un sistema jubilatorio que está colapsado por la irresponsabilidad del gobierno anterior de haber incluido 3,5 millones de personas sin que hubiesen realizados aportes a lo largo de su vida.

Abusos de gasto público y de impuestos

Insisto, lo que hay que meterse en la cabeza, es que los países comienzan cambios profundos modificando los valores que imperan en la sociedad que son los que van a definir las instituciones que regirán la vida de los habitantes, es decir las reglas de juego sobre las que se construirá el progreso económico. Si no cambiamos el discurso de confrontación que nos viene destruyendo hace 70 años, no veo posible terminar con la decadencia e iniciar un proceso de crecimiento de largo plazo.

Yendo a las declaraciones del ministro de Producción Dante Sica sobre los abusos en los precios, primero habría que definir qué es aumentar abusivamente los precios. ¿Cuál es el parámetro que utilizan para definir si algo es abusivo o no? Es más, antes de hablar de abuso en la suba de precios, habría que hablar de los abusivos impuestos que el Estado aplica a los contribuyentes.

Y también habría que hablar de la abusiva expansión monetaria que lleva a cabo el BCRA. De acuerdo al último informe monetario diario al momento de redactar estas líneas, se observa que la base monetaria creció el 32,9% anual y los agregados monetarios el 35%, me refiero a M1, M2, etc. ¿Aumentos de precios abusivos o expansión monetaria desenfrenada?

Hablar de abuso en los aumentos de precios cuando lo que ocurre es que se abusa de la maquinita de imprimir billetes y la moneda se deprecia, es tener un mal diagnóstico del problema económico o bien desinformar a la población llevándolo a un enfrentamiento estéril.

El rol del mercado en una economía sana

Si alguien aumenta los precios, pero hay disciplina monetaria, lo que ocurrirá es que bajará la cantidad de unidades vendidas. Tendrá menos ventas al no convalidarse los aumentos de precios con expansión monetaria.

Además, con la inestabilidad económica que tenemos en la Argentina, la ausencia de moneda y la inseguridad jurídica, ¿quién puede establecer cuál es la tasa de rentabilidad que hay que pedirle a una inversión que se hunde en el país? ¿O me van a decir que el riesgo de hundir una inversión en la Argentina es igual que hacerlo en Holanda, Australia o Irlanda?

Por otro lado, no son los costos de producción los que determinan los precios, sino que son los precios que la gente está dispuesta a pagar por cada producto, los que determinan los costos de producción en que puede incurrir una empresa. Simple teoría subjetiva del valor que es la que regula las decisiones de realizar intercambios. Solo compro un producto si lo valoro más que los pesos que entrego. Si le doy menos valor, no hago el intercambio, y si le otorgo el mismo valor, tampoco porque estoy en un punto de indiferencia.

El famoso «remarcan por las dudas», no es otra cosa que una forma que tiene el productor para defender su capital de trabajo. El productor (sea comerciante o fabricante) sabe que luego de vender tiene que reponer insumos o la mercadería que vendió. Como desconoce cuál será el costo de reposición dada la depreciación de la moneda producida por el BCRA, cuando tenga que volver a comprar mercaderías o insumos corre el riesgo de que los pesos recibidos no le alcancen para pagarlos y se termine consumiendo su capital de trabajo.

El consumidor compara bien los precios antes de comprar (NA)

El consumidor compara bien los precios antes de comprar (NA)

Unidad de cuenta y reserva de valor

El otro argumento es que las empresas remarcan productos que no tienen insumos importados. En primer lugar es una simple afirmación sin comprobación empírica. ¿Qué datos o serie histórica hay que demuestren tal comportamiento? Y, en todo caso, si así ocurriera la explicación sería que la gente adoptó el dólar como moneda. ¿O alguien va a negar que el argentino usa el dólar como su verdadera moneda?

Afirmar que se van a aplicar sanciones a quienes «abusen» con los aumentos de precios implica generar incertidumbre jurídica. Cómo decía antes, ¿cuál va a ser la vara para mediar el «abuso»? Por otro lado, no es el Poder Ejecutivo el que declara culpable e inocente a una empresa, sino el Poder Judicial. Al menos así funciona una República. El Ejecutivo no puede ser juez y parte. Y, ¿cuál sería la ley que se estaría violando para decir que hay aumentos abusivos? ¿En qué lugar de dicha ley dice cuándo un aumento es abusivo?

Más que estar controlando supuestos abusos de aumentos de precios, mecanismo que fue adoptado a la largo de 4.000 años en la historia de la humanidad (Robert L. Schusttinger – Eamonn F. Butler), con sus reiterados fracasos para frenar la inflación, y nuestra última y patética versión fue aplicada por Guillermo Moreno, el nefasto secretario de comercio de la era kirchnerista,me parece que lo mejor que puede hacer el Gobierno en bien de los consumidores, es equilibrar sus cuentas, bajando el gasto público, teniendo disciplina monetaria, reestructurando el Estado y aplicando un sistema tributario pagable por el contribuyente.

Si logra esos objetivos, conseguirá evitar que se deprecie la moneda, la economía gane en competitividad y los salarios reales crezcan por esa mayor productividad de la economía.

Las amenazas dejémoslas para la antigua forma de hacer política económica, tratando de controlar los precios a los palazos. Es un sistema muy primitivo que ha dado acabadas muestras de no funcionar.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

¿Qué es más costoso: bajar el gasto público o esperar a que no haya más financiamiento?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 27/2/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/02/27/que-es-mas-costoso-bajar-el-gasto-publico-o-esperar-a-que-no-haya-mas-financiamiento/

 

El siguiente párrafo del libro de Friedrich von Hayek, Nuevos Estudios, publicado en 1978, parece escrito para la Argentina actual: «Sin embargo, esto deja de lado el daño principal que causa la inflación, que es el de dar a la estructura global de la economía un carácter distorsionado, desproporcionado, que tarde o temprano hace inevitable un mayor desempleo. Lo hace atrayendo a mayor número de trabajadores a ciertos tipos de empleo que dependen de una inflación continua y aun acelerada».

Y agrega la obra del pensador: «El resultado es una situación de creciente inestabilidad, en la cual una parte en aumento de la ocupación corriente depende de una inflación continua y quizás acelerada, y en la cual todo intento de disminución de la inflación conducirá inmediatamente a tanto desempleo, que las autoridades desistirán para reanudar la inflación».

 Friedrich Hayek: “El daño principal que causa la inflación, que es el de dar a la estructura global de la economía un carácter distorsionado, desproporcionado, que tarde o temprano hace inevitable un mayor desempleo que aquel que la política intentaba evitar”

Y unos párrafos más adelante remata: «En realidad, hemos sido conducidos a una espantosa situación. Todos los políticos prometen detener la inflación y mantener el total empleo. Pero no pueden hacerlo. Y cuanto mayor sea el tiempo que logren mantener la ocupación mediante una inflación continua, mayor será el desempleo cuando por fin la inflación se detenga. No hay ardid mágico alguno mediante el cual podamos liberarnos de esta situación que hemos creado».

El sendero de la inflación

Si uno observa la inflación en Argentina, es evidente que el Gobierno no ha logrado iniciar una tendencia decrecienteDesde mediados del año pasado tiene una inflación que está un piso del 23% anual y un techo del 25%. En esa banda viene moviéndose. Es decir, en niveles similares a los de la era K.

Si bien es cierto que hubo correcciones en las tarifas de los servicios públicos y en el tipo de cambio, algo que no ocurría durante la era K, la suba de las tarifas de los servicios públicos deberían bajar el gasto público en su componente de subsidios económicos y, por lo tanto, reducir la brecha fiscal requiriendo menor tasa de emisión monetaria para cubrir el rojo fiscal. Sin embargo, el ahorro fiscal por los menores subsidios económicos se tradujo en aumentos del gasto público en más planes sociales, empleo público y costo del endeudamiento para financiar el gradualismo.

Dicho en palabras de Hayek, los gobiernos prometen bajar la inflación pero cuando llega el momento de controlarla no se animan a pagar el costo político de, en el caso argentino, reducir el empleo público y los subsidios llamados sociales que, a esta altura del partido, ha quedado en evidencia que no son otra cosa que clientelismo político y extorsión piquetera.

 Los gobiernos prometen bajar la inflación pero cuando llega el momento de controlarla no se animan a pagar el costo político de, en el caso argentino, reducir el empleo público y los subsidios llamados sociales

Realidades de superación

Y que por favor, no me vengan con la historia que hay gente que no está capacitada para trabajar, que crecieron viendo a sus padres vivir de planes sociales sin trabajar, etc. porque basta con ver lo que hizo Toty Flores con la Cooperativa la Juanita en Laferrere para advertir que uno puede tener que enfrentar la adversidad pero con dignidad.

La gente de La Juanita se negó a seguir recibiendo subsidios y se organizaron para producir. Hoy producen pan dulce, indumentaria que han exportado a Japón y tiene hasta un call center. Con dificultades, cometiendo errores y sobrellevando la adversidad, la dignidad pudo más que el subsidio fácil y hoy La Juanita es un ejemplo, al punto tal, que vienen del exterior para interiorizarse sobre cómo se organizan.

Volviendo al tema inflacionario, decía que la suba de los precios al consumidor está en un piso del 23% al año y un techo de 25% sin que se observe, por ahora, ninguna tendencia a quebrar ese piso. Obviamente si uno mira la expansión monetaria observa que la Base viene creciendo a una tasa de velocidad de crucero del 25% anual como piso. No baja de ese ritmo, lo cual es consistente con la tasa de inflación del rango del 23 al 25 por ciento anual.

Ahora, no es por perversidad que el BCRA emita a esa tasa o porque el Gobierno quiera tener un déficit fiscal consolidado del orden del 7% del PBI. La explicación última tiene que ver con el miedo político a adoptar determinadas medidas que pueden no resultar simpáticas pero que son necesarias para frenar la inflación y el creciente endeudamiento, tanto interno como externo.

Dicho de otra forma, el costo económico de no enfrentar el costo político de bajar el gasto público es tener una presión impositiva récord, emitir moneda a marcha forzada, haber llegado a un stock de Lebacs de $ 1,2 billones y encima tomar deuda externa. O sea, el Gobierno está utilizando al máximo todos los instrumentos posibles para financiar el gasto público y aun así no logra cerrar la brecha fiscal.

La inflación, y en particular el gasto público, han generado una pésima asignación de recursos productivos. La mano de obra está mal asignada ya que para disimular la desocupación creció enormemente el empleo público y millones de personas viven del trabajo ajeno en base a los llamados planes sociales.

 La inflación, y en particular el gasto público, han generado una pésima asignación de recursos productivos

Preguntas con respuestas que contradicen las acciones

Cuando uno dice que hay que cambiar todo eso y hay un costo político en el medio, inmediatamente saltan diciendo: si se hace eso explota el país. Habría una crisis social y demás argumentos por el estilo.

Ante semejante panorama sombrío de no «poder» corregir estas distorsiones uno pregunta: ¿quieren que el Estado siga emitiendo y generando inflación? No, gritan a coro los políticamente correctos.

¿Quieren que el Estado aumente los impuestos? No, gritan a coro los políticamente correctos.

¿Quieren que el Estado tome deuda externa? No gritan los políticamente correctos.

Si no quieren que suban los impuestos, ni que se cobre el impuesto inflacionario, ni que el estado siga aumentando la deuda externa y tampoco quieren bajar el gasto público, ¿qué cuernos quieren que se invente para dominar el problema fiscal?

En definitiva, como decía Friedrich von Hayek, o el Gobierno toma el toro por las astas y enfrenta el gasto público o entramos en un período de inestabilidad creciente que no va a ser resuelto por el solo transcurso del tiempo. Al contrario, se va a ir agravando.

Nadie dice que enfrentar este problema sea fácil. Pero no hacerlo tendrá un costo mucho mayor. La pregunta que deberían formularse en el Gobierno es: ¿cuál es mayor, el costo político de hacer algo o el costo político y económico futuro de no haber hecho nada a tiempo para bajar el gasto público?

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Salario, empleo y pobreza

Por Gabriel Boragina Publicado  el 26/11/17 en: http://www.accionhumana.com/2017/11/salario-empleo-y-pobreza.html

 

Aunque la economía es una ciencia que requiere mucho estudio, análisis y reflexión, sus principios no son -en el fondo- complejos. Debe si, para poder aprehenderlos, aplicarse la más rigurosa lógica, y esto, a veces, representa una dificultad para muchos, sobre todo en los tiempos que corren.

A continuación, vamos a comentar el excelente resumen que hace un no menos importante profesor mexicano de algunas de las máximas económicas más relevantes que nadie debería perder de vista para mejorar el propio nivel de vida y el de todos los demás:

«Única vía para aumentar salarios reales: apoyar leyes que faciliten más inversión y capacitación en empresas, lo demás es politiquería.»[1]

Mucha gente y economistas creen de buena fe (aunque profundamente errados) que los salarios e ingresos en términos reales pueden subirse por decreto o voluntad gubernamental. Otros opinan que son los sindicatos los que cumplen un papel fundamental para que los ingresos de los asalariados mejoren. No obstante, todos los que así piensan están hondamente equivocados, ya que solo existe una manera genuina, real y sostenida para que los salarios e ingresos de todo el mundo mejoren, y este medio es la libre incorporación de capital en el lugar donde se quieran ver esos beneficios concretarse. Lo mismo ha de decirse para las empresas, que serán las primeras interesadas en invertir en capacitación allí donde sea necesario para optimizar el rendimiento de su personal. Ello, también redunda en sensibles mejoras para la remuneración de sus empleados.

«Ni en Brasil, Argentina, Uruguay, ni en México en los 80, aumentos de salarios mínimos incre­mentaron salarios reales.»[2]

Y no solamente no subieron los salarios reales, sino que -como es sabido- aumentaron el desempleo, ya que es el efecto directo (aunque a veces no sea tan inmediato) que producen tanto las políticas de salarios mínimos como todas aquellas que de manera artificiosa incrementen los costos laborales.

«Políticas de controles de precios y salarios no reducen pobreza, la agravan. Demagogos las proponen, ignorantes las aceptan.»[3]

Otra máxima de fundamental importancia. La idea popular es evitar que los precios suban. Hay, no obstante, que aclarar aquí cierta ambigüedad en la terminología que puede llamar a confusión. Los salarios también son precios. Es otra forma de designar al ingreso del empleado. Con el vocablo «salario» simplemente se distingue la entrada monetaria del empleado de la que obtiene su empleador. La diferenciación es útil también a los fines académicos, ya que otra discrepancia en lo netamente económico es los disímiles tipos de controles que ambos sufren. La política popular (y muchos economistas) determina que debe evitarse que los ingresos de los empleadores crezcan, porque creen que si así sucede los salarios de los trabajadores bajarían. Ya hemos aclarado muchas veces que esta idea es un gravísimo error.

“Dos vías para crear empleos, la falsa: más gas­to público, la verdadera: menos impuestos y regulaciones. Trabajo infantil no se reduce por decreto ni pro­hibición, sino con más inversión y mejores em­pleos a los padres.»[4]

Y debe agregarse, por supuesto como ya se lo hizo antes, la inversión en capital. Sin estas herramientas fundamentales el nivel de empleo de ninguna manera puede aumentar, si es que estamos hablando del empleo real. En otro caso, el empleo puede crecer artificialmente en alguno que otro sector. Pero, utilizando políticas económicas ajenas a las recomendadas, el aumento del empleo será sectorizado, y siempre a costa de un mayor desempleo en otros ámbitos de la economía. En distintas palabras, en el campo laboral también debe regir libremente la ley de la oferta y la demanda.

«Entre más programas gubernamentales para ayudar a los pobres, aparecen más pobres. Pobreza no se reduce con programas guberna­mentales ni con más impuestos sino con más inversión, que florece con bajos impuestos.»[5]

Esos programas, en Argentina conocidos como «planes sociales» u otras denominaciones análogas, tienen los mismos efectos que los descriptos en la cita. El dinero para otorgar esos «planes» sale del peculio de los contribuyentes -ya sean estos de hecho o de derecho- lo que significa que, incluso aquellos que serán los destinatarios finales del «plan» también son expoliados por el gobierno vía menor nivel de bienes a su disposición. Es decir, se termina perjudicando a quienes se quisieron «ayudar». Además de los otros efectos nocivos, como el incentivo al parasitismo por parte de los «beneficiados» supuestos.

«La mejor forma de ayudar a los pobres es difun­dir políticas económicas que reducen su núme­ro y denunciar las que los aumentan.»[6]

Lo que sucede es que, sobre todo, en lugares donde campea la ignorancia sobre la sana economía, suele creerse (a veces de buena fe) que la «mejor» forma de ayudar a los pobres es dándoles simplemente lo que necesitan. Es aquí donde son muy necesarias las recetes del autor en comentario sobre la buena educación económica que les permita a todos poder distar entre la sana economía y la malsana.

«Gasto social que no incentiva creación de em­presas que generen empleos productivos, no reduce pobreza ni desempleo.»[7]

Posiblemente se trate de un caso de ambigüedad en la redacción, por el cual podría entenderse que habría «algún» gasto social que pudiera incentivar la «creación de empresas». No es así. El gasto social no solamente no puede estimular la creación de empresas sino el efecto exactamente contrario. Lo más probable es que el autor hubiera querido decir esto: que ningún gasto social puede ni podrá jamás alentar el nivel de empleo productivo, pero si el improductivo, lo cual es más exacto de expresar.

«El círculo perverso de la miseria: pobreza, popu­lismo para combatirla, más votos de pobres a populistas, más pobreza, más populismo.»[8]

Este círculo se rompe solamente con mayor y mejor educación económica. Muchos autores suelen enfatizar solamente la palabra «mayor» olvidándose lo de «mejor. Por “mejor» emitiendo aquella parte de la economía que enseña el camino correcto de la prosperidad y de la baja de la pobreza. Esto es lo que precisamente hace la Escuela Austríaca de Economía, cuya divulgación me parece fundamental.

[1] Luis Pazos. Educación económica contra demagogia electorera, Centro de Investigaciones Sobre la Libre Empre­sa, A.C. (CISLE) (Del libro Políticas Económicas). pág. 8

[2] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 8

[3] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

[4] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

[5] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

[6] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

[7] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

[8] Luis Pazos. Educación económica…ob. cit. Pag. 9

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

Mauricio Macri consiguió el capital político para hacer las reformas

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 24/10/17 en: http://economiaparatodos.net/mauricio-macri-consiguio-el-capital-politico-para-hacer-las-reformas/

 

Finalmente Cambiemos logró un resultado electoral realmente importante, no solo a nivel país, sino que, lo más relevante, consiguió la victoria en la provincia de Buenos Aires derrotando a Cristina Fernández, quien dentro del arco político argentino representa el populismo más crudo y con aspiraciones autoritarias.

No obstante, es importante que la victoria electoral no se transforme en una borrachera de continuemos con lo mismo. Quiero recordar que en 1983 Alfonsín ganó las presidenciales y luego de hacer agua con la política económica durante 2 años, lanza el plan austral en 1985 de la mano de Sourrouille generando un fuerte cambio en las expectativas de los agentes económicos, al punto que en las elecciones de medio término de ese año logra una victoria importante con el 42% de los votos, aplastando nuevamente al PJ que fue dividido. No obstante, dado que el plan austral tenía un diseño inconsistente, en 1987 el radicalismo pierde las elecciones.

Si bien se podrán marcar todas las diferencias históricas del caso, es bueno hacer un poco de ejercicio de memoria para advertir que lo que sirve para ganar una elección no necesariamente sirve para gobernar luego y mucho menos para hacer crecer la economía.

Imagino que Macri sabe perfectamente que no puede seguir eternamente tomando deuda para financiar el déficit fiscal. Encima esa deuda hay que transformar en pesos, es decir, el tesoro le entrega dólares al BCRA y éste le da a pesos para que haga los pagos, lo que implica un ingreso importante de pesos en el mercado que le exige al BCRA quitar parte de esos pesos de circulación mediante la colocación de LEBACs, stock de deuda del BCRA que, a su vez, devenga un interés que dispara el gasto público.

Mi impresión es que el gradualismo económico extremo que estuvo aplicando el gobierno pende de un hilo muy delgado que consiste en seguir consiguiendo financiamiento externo para financiar el rojo fiscal. Por lo tanto, luce muy arriesgado continuar con este esquema que se acerca más a parálisis que a gradualismo.

Poniéndolo negro sobre blanco, para evitar seguir apostando al endeudamiento hay que bajar el déficit fiscal, pero también hay que bajar la carga tributaria para atraer inversiones, esto implica inevitablemente comenzar con una reestructuración del estado para bajar el gasto público. Los tres rubros sobre los que se puede trabajar son: 1) los planes sociales. Hay que empezar a aplicar un plan serio de límite en el tiempo y en la cantidad de planes, 2) cantidad de empleados públicos y 3) seguir con la eliminación de subsidios a la energía, el gas, el agua, etc. Pero es importante resaltar que la eliminación de subsidios, que tiene como contrapartida la suba de tarifas, debe ser acompañada de una reducción de impuestos en las tarifas de los servicios públicos porque el sector privado no puede soportar un aumento de tarifas de los servicios y un impuestazo encubierto con la carga tributaria que tienen las cuentas de luz, gas, etc. La eliminación de esos impuestos aliviaría enormemente la presión sobre el sector privado. Es hora que sea el sector público el que soporte, de una vez por todas, el ajuste.

Al mes de agosto, la industria manufacturera estaba utilizando el 67% de su capacidad instalada, esto quiere decir que todavía queda margen para que aumente la producción sin hacer inversiones. Sin embargo, otros sectores ligados a los servicios sí tienen margen para aumentar sus inversiones pero con dos condiciones: 1) menor carga tributaria y 2) reforma laboral.

Menor carga tributaria implica bajar en serio los impuestos empezando por ingresos brutos y ajustando los balances por inflación para no pagar impuestos sobre utilidades ficticias.

Reforma laboral significa ponerle un techo a las indemnizaciones por despido. El problema básico es la industria del juicio por la cual alguien que es despedido luego de cobrar su indemnización le hace un juicio a la empresa por cualquier causa y la justicia, generalmente, le da la razón al empleado. Esta imprevisión sobre los costos laborales en caso de despidos hace que las PYMES piensen seriamente antes de tomar más personal. Puesto en otras palabras, una gran empresa pueda bancarse pagar el juicio, pero a una PYME directamente la destroza.

Según datos del Ministerio de Producción, en Argentina hay 650.000 empresas de las cuales el 99% son microemprendimientos y PYMES. Microemprendimientos son hasta 9 empleados y PYMES hasta 200 empleados. Como dice mi amigo y colega Gustavo Lazzari, basta con que cada una de esos microemprendimientos y PYMES tomen un empleado por año y en un año se crean 650.000 nuevos puestos de trabajo. En 5 años se resuelve el problema de la desocupación, se crean puestos de trabajo para que empleados del sector público pasen al sector privado y los 250.000 jóvenes que anualmente se incorporan al mercado laboral pueden encontrar trabajo.

La dirigencia política y sindical tiene que entender que reforma laboral no es para despedir gente, sino para incentivar a las empresas a tomar gente. Si se combina la baja de impuestos con reforma laboral, el proceso de creación de puestos de trabajo se acelera porque las 650.000 empresas actuales pueden pasar a ser 700.000 o más en poco tiempo. Hay que pensar la actual legislación laboral como el cepo cambiario. Nadie lleva sus capitales a un país del cual luego no pueda salir. El cepo cambiario es una barrera al ingreso de capitales. Bien, la actual legislación laboral es lo mismo. Es una inmensa barrera a la creación de nuevos puestos de trabajo.

En síntesis, Macri logró un segundo gran paso: derrotar directamente a Cristina Fernández y acumular un importante capital político. Ahora tiene que decidir si se lanza a un giro en la política económica para hacer sostenible el crecimiento de largo plazo o se limita a continuar tomando deuda creyendo que con el solo transcurrir del tiempo los problemas se resuelven solos.

No nos engañemos, tener acceso al crédito externo no es sustituto de reformas estructurales. Eso ya lo vivimos y sabemos que no funciona. Sí puede funcionar tomar deuda para reestructurar el sector público para aliviar la carga sobre el sector privado y de esa forma atraer inversiones.

Nadie pide cambiar 70 años de decadencia en 4 años de gobierno. Solo se pide girar el timón y enfilar la nave hacia aguas menos turbulentas que las que transitamos en el pasado por no querer hacer las reformas estructurales.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

PARADOJAS DEL EMPRESARIADO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

 

Al ingenio del  empresario le debemos los alimentos, los medicamentos, los transportes aéreos, marítimos y terrestres, las computadores, los progresos en la cibernética, las comunicaciones, los libros, el teatro, los diques y represas, las tiendas, los comercios, la vestimenta, la refrigeración, los muebles, la edificación y prácticamente todo los que nos rodea.

 

El empresariado que tiene éxito es en los hechos un benefactor de la humanidad aunque sus operaciones no tienen el móvil de la beneficencia sino de incrementar su patrimonio, pero para lo cual, en un mercado libre, está obligado a servir a sus semejantes. Se destaca por tener un olfato y el sentido de la oportunidad al efecto de sacar partida del arbitraje, es decir, para detectar cuando los costos están subvaluados en términos de los precios finales.

 

Sin embargo ese mismo personaje cuando se alía con el  poder produce desastres monumentales. Al recibir privilegios a través de mercados cautivos no solo explota miserablemente a su prójimo sino que termina entregando su empresa a las fauces del Leviatán.

 

Veamos lo que, por ejemplo, piensa uno de los industriales de mayor facturación en Estados Unidos y lo que estima un intelectual de renombre. En el primer caso se trata de Charles Koch que comanda Koch Industries quien se pregunta “¿Qué está pasando aquí? ¿Los dirigentes empresarios de Estados Unidos se han vuelto locos? ¿Por qué están autoaniquilándose debido a la voluntaria y sistemática entrega de ellos mismos y sus empresas a manos de reglamentaciones gubernamentales? […] la contestación, desde luego, es simple. No, los empresarios ejecutivos no comparten el deseo de suicidio colectivo. Ellos piensan que obtienen ventajas especiales para sus empresas al aprobar y estimular la intervención gubernamental en la economía. Pero se están engañando. En realidad están vendiendo su futuro a cambio de supuestos beneficios a corto plazo. En el largo plazo, como consecuencia de haber hecho que el gobierno sea tan poderoso como para destruirlos, sufrirán las consecuencias de su ceguera. Y ciertamente se merecen lo que reciban. Afortunadamente no todos los empresarios son tan miopes”.

 

Y en el segundo caso, el premio Nobel en economía George Stigler se refiere a la responsabilidad empresarial en el intervensionismo estatal al enfatizar que “Han sido ellos [los empresarios] quienes han convencido a la administración federal y la administración de los estados [en Norteamérica] que se inicien los controles sobre las instituciones financieras, los sistemas de transporte y las comunicaciones y las industrias extractivas, etc.”

 

Es que desde Adam Smith los liberales han destacado los peligros de que el empresario se vincule con el gobierno. El célebre escocés del siglo xviii hasta ha escrito que no deberían existir las cámaras empresariales “puesto que se reúnen a conspirar contra el público”. En otros términos, todo bien mientras que el empresario no se acerque a la casa de gobierno puesto que allí comienza el derrumbe y el apartamiento de la función propia del empresariado para, en vez, lucrar con la desgracia ajena al convertirse ellos en ladrones de guante blanco en lugar de competir en el mercado abierto.

 

Es entonces muy paradójico el accionar del empresario. Por un lado hace mucho bien y, por otro, es temible cuando se sale de su misión específica. Esto último solo se remedia con estrictos límites institucionales al efecto de evitar la cúpula hedionda entre el poder político y los que la juegan de empresarios.

 

Uno de los problemas de los aplaudidores al poder es el de los jóvenes entusiastas del liberalismo que trabajan en instituciones y fundaciones que producen trabajos sumamente fértiles pero si cuentan con pocos recursos finalmente están obligados a retirarse y buscar trabajo en actividades industriales o comerciales. Da pena por el enorme potencial de estas personas pero este resultado se debe a quienes en la comunidad empresarial se niegan a financiar actividades tendientes a proteger la sociedad libre. Es como, decía Koch, un suicidio ya que, por definición, en el Gulag no existe tal cosa como el empresario.

 

Personalmente, antes de dedicarme a la educación trabajé quince años en una empresa, fui asesor económico de las cuatro cámaras empresarias argentinas de mayor peso y siendo Rector de una institución de posgrado debía mantener estrecho contacto con el mundo empresarial, entre otras cosas, para la financiación de becas, de modo que conozco el paño y comprendo las preocupaciones  por actitudes negativas y también el espíritu generoso de ese mundo.

 

En este contexto estimo que es del todo pertinente abordar un tema de gran relevancia y es acerca de dos aspectos vinculados a la necesaria racionalización administrativa en la burocracia gubernamental y, finalmente, el complejo de culpa de algunos empresarios que hacen que se conduzcan de modo contraproducente. Todo esto viene al caso debido a las opiniones trasnochadas que en esta materia revelan las opiniones de no pocos empresarios.

 

En lo que se refiere al primer plano, como queda dicho, hay dos andariveles a contemplar. En primer lugar, y sobre todo, debe repasarse el mensaje no siempre claro desde el costado liberal lo cual explica una parte importante del malentendido. Se trata de trasmitir que cuando se destacan los perjuicios de transferir compulsivamente recursos a través de los mal llamados “planes sociales” son los más pobres los que los transfieren del fruto de su trabajo. Si repercuten directamente sobre sus bolsillos queda claro el impacto, pero si recaen sobre los mayores contribuyentes de jure éstos contraen la inversión, situación que implica la reducción de salarios e ingresos en términos reales lo cual hace que indirectamente los más necesitados se hagan cargo del pago. Entonces ¿cuál es la justicia de esta transferencia entre pobres? y téngase en cuenta que no se trata de un proceso de suma cero o proceso neutro (lo que no tiene fulano lo tiene mengano), se trata de un severo proceso de suma negativa ya que no es indiferente al mercado que tenga los recursos uno u otro puesto que necesariamente se traduce en desperdicio de capital lo que reduce el nivel de vida de todos pero especialmente de los pobres que deben sufragar el dislate.

 

En este mismo  plano se suele decir que no pueden llevarse a cabo políticas de saneamiento porque, por ejemplo, los que están bajo la línea de la pobreza ya están en el treinta por ciento. Pero pensemos que como todos provenimos de las cuevas y el garrote, el cien por cien de nuestros ancestros estaban bajo la línea de la miseria más espantosa y las comunidades que permitían o estimulaban la violencia en cuanto a saquear las chozas del vecino se hundían en la desesperanza, mientras que las sociedades que respetaban el fruto del trabajo ajeno  prosperaban. Esa es la historia de la humanidad.

 

Todo en la vida tiene un costo. Cuando comemos dejamos de lado el valor que sigue en nuestras prioridades ya que todo no  puede hacerse al mismo tiempo y eso en economía se denomina “costo de oportunidad”. Absolutamente nada puede hacerse sin costo, el asunto es percatarse cual es el beneficio neto y la sociedad libre -cuyo eje central es el respeto recíproco- provee el mayor bienestar para las partes, especialmente para los más débiles económicamente puesto que sacan la mayor partida al incentivar la tasa mayor de capitalización. Este menaje vital no es siempre bien  explicado por liberales, de ahí, en parte sustancial, el mal entendido.

 

El segundo plano consiste en el uso equívoco de los términos “ajuste”, “shock” y “gradualismo”. El orden en las finanzas públicas es para evitar el ajuste diario en los bolsillos de la gente y para evitar el constante shock diario que deben soportar, en el mejor de los casos debido a gradualismos que desgastan y no corrigen los males en las causas por el desgano y la lentitud que compromete los resultados finales que se dice se quieren logran cuando, en verdad, preparan el terreno para que se reviertan las metas y los objetivos si es que estos se anunciaron con claridad y con propósitos de saneamiento y no como un malabar transitorio.

 

Por último, lo que ha apuntado sobre la denominada “responsabilidad social de la empresa” de forma contundente y adecuada fundamentación el premio Nobel en economía Milton Friedman en su ensayo “The Social Responsability of Business is to Increase Profits” (The New York Times Magazine, septiembre 13 de 1970) puesto que es la manera de atender las necesidades de los demás y, por ende, colocar los siempre escasos recursos en las mejores manos y dejar que los que no las satisfacen incurran en quebrantos, en lugar de proceder como si el empresario eficiente estuviera robando a la comunidad y debe devolver parte del botín para compensar el supuesto atraco. Este complejo de culpa es frecuentemente justificado debido a que desafortunadamente está generalizado el hecho de que los pseudoempesarios pululan por todas partes quienes son verdaderos estafadores que se ocultan tras la gruesas falacias que hemos analizado en otras oprtunidades de “la industria incipiente”  y el “dumping” y otras sandeces con el apoyo de la ley, por lo que actúan a cara descubierta situación que los exime del escrúpulo de usar antifaz.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Alberdi y el gasto público (3)

Por Gabriel Boragina Publicado  el 19/3/17 en: http://www.accionhumana.com/#!/2017/03/alberdi-y-el-gasto-publico-3.HTML

 

En el excelente comentario que el prócer argentino Juan Bautista Alberdi hace de la Constitución de su país, que en rigor constituye una explicación de la filosofía económica que inspira a dicha Carta Magna, se destacan ideas de gran valor. En muchos casos de gran actualidad. En otros, como es lógico imaginar, ciertos pasajes tienen en mira la situación histórica concreta en la que el insigne letrado se desenvolvía. Alberdi dedica gran atención al gasto público, al que le asigna diferentes finalidades, algunas válidas para su tiempo y otras para el suyo y el nuestro.

«La Unión nacional, es decir, la reinstalación constitucional de la integridad nacional del pueblo argentino, y la paz y el orden interiores de la República, son con razón, a los ojos de la Constitución, el primero y más grande objeto del gasto público, Ese interés representa hoy toda la causa política de la Nación Argentina, como en otra época consistió en la de su independencia de la España.»[1]

Este es un pasaje eminentemente histórico. Alberdi tiene en mente la situación de anarquía que vivía la Argentina durante la tiranía rosista, y el desmembramiento que el país sufría y que dieran origen a las luchas fratricidas entre «unitarios» y «federales», alentadas por el mismo Juan Manuel de Rosas durante su larguísimo gobierno. Lograda la independencia, Alberdi pensaba que la primera prioridad del país era su unificación, y en cierto modo no le faltaba razón. El mismo Preámbulo de la Constitución que comenta así lo establecía, muestra de la vital importancia que para aquellos hombres tenía el proyecto.

«La obligación del gobierno general de destinar una parte del gasto público interior a las obras y trabajos de utilidad nacional, no debe medirse por la grande necesidad que el país tiene de esas obras. La Constitución anduvo muy acertada en hacerlas depender más bien de las facilidades estimulantes ofrecidas al espíritu particular de empresa, que de los recursos de un Erario naciente y desprovisto de medios actuales.»[2]

En los albores de la organización del país, las arcas del estado eran muy reducidas como no podía ser de otro modo, de la misma manera que cualquier emprendimiento nuevo nace con escasos recursos materiales. También así era la situación de la flamante Argentina. En este lúcido pasaje, Alberdi juiciosamente pone el acento en la necesidad de dejar –al menos en parte- en manos de la actividad privada el emprendimiento y financiamiento «a las obras y trabajos de utilidad nacional», no tanto por razones de que el estado no debiera ocuparse de ellas, sino porque en aquella etapa, los recursos del Tesoro eran escasos, dado el carácter incipiente de la nación en gestación.

«Otro medio de economizar gastos en sueldos de empleados, es emplear pocos agentes, hábiles y honrados, en lugar de muchos ineptos y sospechosos. Y como no se consigue el servicio de hombres de capacidad notable y de respetabilidad acreditada sino por compensaciones dignas de tales prendas, los sueldos crecidos pagados a la aptitud son un medio de disminuir el gasto público en empleados de hacienda.»[3]

Párrafo en extremo juicioso, completamente ignorado en nuestros días y -podríamos decir- tanto en nuestro siglo como en el anterior. Parece que ya en la época del Alberdi esto era un problema, de otro modo no hubiera reparado en el asunto como para darle importancia. Lo cierto es que el consejo no fue atendido, excepto por esos tiempos y, como decimos, desde el siglo pasado hasta el presente el procedimiento seguido ha sido por completo el inverso al aconsejado por Alberdi. No es difícil imaginar cómo se escandalizaría nuestro autor si contemplara el derroche presente, ya en empleos públicos inútiles y superfluos, sino en la dilapidación sistemática de dineros públicos en prebendas y privilegios a sectores que directamente no trabajan, ni en el sector publico ni en el privado, viviendo de subsidios, planes sociales, transferencias directas y demás dádivas otorgadas por el estado asistencialista. Veamos que pensaba del gasto público aplicado a la educación:

«Si la dirección del gasto público es un medio de reglar la educación, las arcas del Tesoro deberían abrirse con doble facilidad cada vez que se trate de pagar la enseñanza de artes y oficios, de lenguas vivas, de materias exactas, de conocimientos positivos para el pueblo, en lugar de gastar dinero en difundir la metafísica, que conviene más a las épocas de demolición que a las de creación y organización.»[4]

Evidentemente, Alberdi parecía opinar que la educación era asunto estatal antes que privado. Nuevamente hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que escribía: una nación de gran extensión territorial, prácticamente desértica y con una elevadísima cuota de analfabetismo. Como vemos, Alberdi era patrocinador de lo que hoy en día podríamos llamar las carreras de «índole práctica». Escribía para un país en donde casi todo estaba por hacerse. Había que construirlo culturalmente. No deja de llamar la atención su alusión a la metafísica como más propia de «épocas de demolición». Hay un cierto dirigismo educativo en el párrafo, que denota las preferencias personales del autor en materia educacional.

«A propósito de este ramo del gasto público, convendrá no olvidar que la Constitución argentina hace depender la cultura del país de la educación que dan las cosas por sí mismas, de esa educación que se opera por la acción de la cultura extranjera venida en las poblaciones civilizadas de la Europa, y en los demás elementos de prosperidad y cultura que ella nos envía ya formados, al favor de las sabias franquicias que le abre la Constitución moderna argentina.»[5]

Una nueva referencia a un tipo de educación de orden práctico («la educación que dan las cosas por sí mismas») y –naturalmente- esa educación, atento las necesidades del momento que vivía la naciente nación, debería provenir casi enteramente del exterior, en particular de Europa, sin lugar a dudas el centro cultural por antonomasia de la época en la que nuestro autor escribe su obra. Hoy diríamos -frente a eta cita- que Alberdi estaba proponiendo que el estado importara la educación del exterior. Teniendo en cuenta el contexto, la idea era altamente plausible. Veía en ella una acción necesaria por parte del estado.

[1] Alberdi, Juan Bautista. Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853.

  1. 199

[2] Alberdi….Ob. cit. pág. 199-200

[3] Alberdi….Ob. cit. pág. 201

[4] Alberdi….Ob. cit. pág. 204

[5] Alberdi….Ob. cit. pág. 205

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.